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CALIDAD DE VIDA

¿Somos apreciativos? El
desafío de no focalizar en
las fallas y dar más valor

Carina Durn SEGUIR

19 de diciembre de 2018 • 00:24


Emprender, ser más productivos, triunfar, obtener mayor bienestar y alcanzar la tan cotizada
paz interior; miles de hombres y mujeres alrededor del mundo se levantan cada mañana con
ese anhelo y, en el camino hacia sus conquistas, buscan sus respuestas en libros, terapias,
charlas y nuevas tendencias que puedan acercarlos a sus metas. De esta manera, en una era en
donde pareciera que existe una exigencia por mantenernos siempre positivos, empoderados y
emprendedores, a veces la frustración derivada de esta presión puede resultar mayor cuando
no se hallan las formas para lograrlo.

"Si bien hay numerosos estudios que muestran una estrecha correlación entre los índices de
felicidad de las personas y, por ejemplo, los niveles de creatividad e innovación, la salud
mental o la construcción de lazos más saludables, también es cierto que en los últimos
tiempos las personas sienten una mayor obligación a ser felices y esto ha
llevado también a que muchos se sientan profundamente infelices", explica Laura
Isanta, diplomada en Psicología Positiva, especialista en Apreciatividad e Indagación
Apreciativa y formadora en varias de las principales empresas e instituciones del país.

"Tanto la felicidad como la apreciatividad funcionan cuando las personas las eligen
legítimamente como una búsqueda personal y no como un mandato social impuesto. La
apreciatividad está inmersa en la mayoría de las tendencias que apuntan a mejorar la
calidad de vida, aunque estas tendencias no se ocupan específicamente y solamente de
desarrollar y hacer crecer esta capacidad. Conocer, entrenar y practicar la apreciatividad es
ir a la esencia, es como aprender la receta básica del pan para luego lograr con ella
infinidad de formas y sabores diferentes", continúa.

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Laura Isanta, autora de "La apreciatividad. El arte de apreciar lo valioso".

La Apreciatividad

La Indagación Apreciativa es una metodología creada por David Cooperrider que no destierra
lo negativo, aunque sí está basada en enfocar lo que se desea ver crecer en las personas y las
organizaciones y no en reparar y destacar lo que no se quiere tolerar más. La Apreciatividad
implica una filosofía de vida que puede entrenarse con prácticas específicas y que, si esto se
hace sostenidamente, puede incrementar las capacidades de aprecio y valoración de las
personas en todos los ámbitos de la vida.

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Luego de años de experiencia con este enfoque en empresas y grupos, Laura Isanta creó el
método ACOM, que es el acrónimo de apreciatividad conmigo, con otros y con el mundo, y que
representa los dominios para ayudar a las personas a mejorar sus actitudes y habilidades
apreciativas para que predominen por sobre nuestras tendencias a focalizarnos en las
dificultades de la vida, los errores y en lo que se está secando, sin por ello negar la realidad ni
las emociones que nos toca atravesar.

"He observado que las personas pueden ser mas o menos apreciativas con sí mismas y que
estos niveles de aprecio afectan a sus niveles de autoestima y autoconfianza. También que
pueden serlo con las personas de su entorno y que esto afecta muy directamente a la calidad
de sus relaciones. Por último, que también ejercemos una mirada apreciativa con nuestro
mundo alrededor y las circunstancias de la vida, algo que tiene injerencia directa en la
cantidad de oportunidades que somos capaces de capturar a diario. Estos 3 dominios de
desarrollo de la apreciatividad y sus desencadenantes afectan a nuestro
bienestar, ya que están estrechamente ligados a los principales elementos que
la ciencia ha observado en las personas con mayores índices de satisfacción con
la vida: autoestima, relaciones saludables y logros", explica la autora de La
Apreciatividad, el arte de percibir lo valioso (Granica 2018).
Solemos ser indiferentes a nuestro entorno. Crédito: Gustavo de Feo

La mirada apreciativa en lo laboral

Según los reportes de diversas empresas embarcadas en el desarrollo apreciativo, hay


evidencia de mejora del clima laboral, aumento de mayor confianza y cercanía entre las
personas, mayores habilidades para reencuadrar escenarios complejos y encontrar nuevas
maneras de transitarlos efectivamente; así como aumento de la resiliencia y la tolerancia a la
incertidumbre. Se incrementan, además, los niveles de bienestar y felicidad laboral y el
desarrollo de competencias efectivas.

Por fuera de las empresas, por otro lado, una de las grandes problemáticas de todas aquellas
personas que quieren adentrarse en el desafío de emprender, es la de combatir la parálisis que
provoca la mala administración de los tiempos y que influye en la motivación y la autoeficacia.
Según Isanta, la autoeficacia tiene correlación directa con la percepción que una persona tiene
respecto de sus capacidades para enfrentar o resolver una situación. Y el aprecio y la
valoración que una persona siente hacia sí misma modifica la autoevaluación de sus
capacidades. Así, las prácticas apreciativas le permitirían a las personas tomar
mayor conciencia de sus talentos y fortalezas, equilibrando la tendencia más
habitual de focalizarnos en las faltas y debilidades.

"La apreciatividad es acción, es decir que no solo se trata de apreciar y valorar algo. La
persona con Inteligencia Apreciativa, constructo creado por Tojo Thatchenkery y Carol
Metzker, tiene una característica muy importante que la distingue: la de ver cómo el
futuro se despliega a partir del potencial del presente, es decir no solo es capaz
de apreciar y valorar un recurso, oportunidad o potencial, sino que es hábil
para diseñar los pasos para que estos se manifiesten. El solo hecho de ser
capaces de imaginar futuros positivos e inspiradores es muy motivador. Las
imágenes de futuro que construimos en nuestra mente son las responsables de nuestros actos
del presente, con lo cual si una persona está desmotivada e indagamos en lo que
profundamente cree que va a ocurrir veremos una estrecha relación entre estas proyecciones
y sus comportamientos del presente", afirma Isanta.

De esta manera, y según la autora, lo que motiva a los emprendedores a ponerse en marcha es
una fuerte imagen inspiradora. Los emprendedores motivados no son aquellos capaces de ver
las semillas sino los que cuando las ven pueden ya imaginar el árbol y sus frutos. Son personas
capaces de ver e imaginar lo que otros no ven. Este es el gran atractor e impulsor de los
emprendimientos, la imagen positiva de un futuro, cuando esto decae, decae la motivación y la
autoeficacia y con ella las posibilidades de que se alcance el objetivo.

"No se trata de ponerse anteojos rosas o de endulzar nuestros sueños sino de ser conscientes
del poder que ellos tienen; por ello es altamente recomendable detenernos a observarlos e
intervenir en ellos para alcanzar no solo nuestros proyectos sino hacerlo de manera más
saludable. Aerodinámicamente la abeja no está preparada para volar pero por suerte la
abeja no lo sabe. Los emprendedores tienen mucho de esto, tal vez no tengan las condiciones
ideales para volar, pero por suerte sus sueños no están enrarecidos con estos pensamientos y
emprenden vuelo",continúa.
¿Somos realmente apreciativos? La presión por ser felices y el arte de valorar

La importancia de la autoestima

Sin embargo, todos los especialistas coinciden en que, sin el desarrollo de una autoestima
sólida, difícilmente los escenarios del buen augurio cobren protagonismo. La autoestima
parte de la confianza en la capacidad de pensar y de enfrentar los desafíos
básicos de la vida. Es saberse capaz de producir el resultado deseado, así como
de tener el derecho a ser feliz; también a poseer el sentimiento de saberse
respetable y tener la capacidad de gozar del fruto del esfuerzo.

Así, el nivel de autoestima se coincidirá con la habilidad para sobreponerse con mayor rapidez
a las dificultades. No garantiza el ahorro de ansiedades o depresiones, pero nos prepara mejor
para afrontarlas y superarlas.

"Las dificultades de la autovaloración se ven comprometidas por componentes internos y


componentes externos, donde la mirada propia sobre uno mismo se construye en un ida y
vuelta junto a la mirada de las personas que nos rodean. Especialmente las personas
significativas de nuestra vida", agrega Laura Isanta.

"Las personas podemos vivir con bajos niveles de calcio, pero esto reduce nuestros niveles de
salud; la autoestima también tiene un valor de supervivencia, ya que su relativa ausencia
altera nuestra capacidad de funcionar. No moriremos por la autoestima en forma directa,
pero si nos puede llevar a la muerte por sobredosis, imprudencia al manejar o permanecer al
lado de un cónyuge abusivo. En este sentido, la apreciatividad es una gran aliada
que nos ayuda a comprender el funcionamiento de la autoestima y a diseñar y
ejercitar prácticas que faciliten su desarrollo. Es decir que nos abre a mirar
cuánto nos valoramos y a ver cuánto de nuestra vida personal y laboral se ve
afectada por ello y a hacernos activos responsables de su desarrollo",concluye.

Por: Carina Durn

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