)E LEON, Beatriz (1993): El sustrato contpartido del.a interpretación.

bnágenes, afectos
y palabras de la experiencia analúica. Presentado en el 38" Congreso de la !.P.A.,
Focalización y Psicoanálisis*
i\msterdam, 1993.
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;TERN, Daniel ( 1985): 171e interpersonalworld ofthe infant. BasicBooks Publisbers, NeW
York, 1985.
'

P/7~. ·Jt.;~t~'«Lº. r~~(. ;~k'b( ~~

José Bleger solla decir que cuando se proponía teori1.ar, su Íema personal era
algo así como esos carteles que se observan en los edíflcios eu obra: "en

'~
li bf.J(l.t VUlu, ! . /
construcción". Eso le ayudaba a investigar y a revisar pennanentemente tanto sus
premisas como sus conclusiones. Este será también el punto de partida para una
@1J;v j99f' reflexión sobre el entorno del tema de lloy. ¿Es el Psicoanálisis un modelo en
construcción, o se trata de un saber acabado al que hay máS bien que proteger en
su pureza?
Sentar posición al respecto es no solamente una actitud ética, sino además un
modo de concebir la práctica clfnica. El Psicoam\lisís, en singular, es en cierto
modo una entidad mítica, porque lo que circula por el mundo son diversos
psicoanálisis. La idea de un Psicoanálisis invoca el supuesto de que en algtln lado
hay un saber ya constituido y decantado.
A pesar de las vigilancias pretendidamente oficiales para ese saber que se inicia
con una obra extraordinaria como la de Freud, no se ban podido evitar las
divergencias y las disidencias que hacen que no haya uno sólo en el mundo, sino
varios.
Hace algunos años, le preguntaban a Pontalis, connafsseur como muy pocos de
la obra de Freud, si era apropiado hablar dela teoría freudiana, esto es, si existía
unidad en lamisma. Y surespuesta fue taxativa: "no, nopodríarnosdecirquelaobra
es una, hay varias te01ias en la obra de Freud en desigual estado de desarrollo". De
modo que tampoco la obra de un autor se 1111ifü;a formando un bloque compacto,
sino que por más que tenga un sello propio, es generalmente plural en sus
desarrollos.
El hecho entonces de que haya varios psicoanálisis es parte de un problema
epistemológico más amplio, según el cual se suele afumar que en las últimas

* Adapt.aci6n de 1a conferencia homónima dictada en la l" Jornada Científica de Agora.

Montevideo, noviembre de 1992..
Revisión y adaptación: Jorge Rivera..

~
52 83
 décadas posiblemente están en cuestión las grandes síntesis ti;óricas, tal como lo
están las grandes síntesis ideológicas, aquellas que preteI)dían la posibilidad de
construir modelos de validez universal.
Se ha abierto el camino a mi plur;ilismo de búsquedas, de pensamientos, y de
soluciones. Si bien la obra fundadora de Freud da una serie de criterios básicos.
importantes para entender ciertos modelos posibles del psiquismo, estos no son los
únicos. La co-existencia de varios psicoanálisis hace que en el mundo baya
psícoanalisias que piensen que las psicoterapias pueden ser soiamente abiertas y
de tiempo indefinido, y dirigirse siempre sólo a los conflictos básicos del
inconsciente de cada sujeto; y también que se desarrolle otro psicoanálisis y otros
psicoanalistas que han pensado que es posible configurar además procesos
terapéuticos don(!(: la búsqueda no apunte necesariamente a la globalidad de los
conflictos inconscientes, sino que puede ser temporariarnente sectorizada.
Sabemos que no existe entero acuerdo en relación a la alcurnia psicoanalítica
de estas últimas, pero sabemos también que a!o largo de lallistoriade la humanidad
muchas búsquedas, tanto en el orden técnico como en el científico, no encontrar0n
total aceptación en la comunidad profesional de su época, y sín embargo a menudo
consiguieron demostrar su validez y sobrevivir por sus propios valores.
La idea de focalizar diCha búsqueda, plantea pues· desde el comienzo una
cuestión teórica i¡nportante: si el psiquismo de cada sujeto remite a una red muy
vasta de sentidos que desconocemos y que no son previsibles en su ramificación,
¿cómo podría ser que sea válida una exploración relativamente delimitada? ..
Ocurre que pensar en u!Jaredramificada en todas las direcciones, es pensar sólo
en una zona del psiquismo, topográfica, que remite a Ja estructura del inconsciente.
Pero hay varias razones para de1emúnar que la ramificación no sea ilimitada. En
primer lugar, porque todos los-fenómenos de fijación van acotando las cadenas de
significación. Pero además, porque hay una organización yoica que es defensiva,
·Y que resiste al ])echo de que baya una zona capaz de disparar sentidos en !odas
direcciones. Y esaort¡anización resistencia!, defensiva, va tabicando el psiquismo,
creando desfiladeros. Eso no es uu mar, si bien la idea del ello como un mar puede
y ha sido formuli!cla. De manera. pues que en todo momento encontramos
fenómenos de ligazón, de atadura, de canalización. La organización entonces, tiene
una estructura de laberinto; bay caminos de pasaje y hay paredes donde uno choca
y no puede pasar. De manera qne la búsqueda tiene lugar siempre en el interior de
un laberinto que el psiquismo ha ido construyendo, como condición necesaria del
desarrollo.
¿De dónde viene la idea de concentrar la búsqueda'! En primer lugar. de los
pacíenies. Antes que se la plantearan los analistas la ha planteado la propia clínica
84
r
~
Podríamos remonwnos hasta los años 30, cuando en el Instituto de Psicoaná·
lisis de Cbicago comenzó la investigación clínica de Alexandery French, quienes
coordinaron un equipo técnico que trabajó sobre casi trescientos pacientes
ambulatorios.
Era la primera vez en la historia del psicoanálisis que se estaba trabajando con
una población amplia. Y sorpresivamente se encontraron con que la mayoría de los
pacientes no venían abiertos a cualquier búsqueda sino con un motivo de consulta
más o menos circunscripto. Ese motivo de consulta muchas veces radicaba en cierto
síntoma o cierto problema que para el paciente asumía el carácter del conflicto a
enfrentar. Este ereia que de trabajar en torno a ese problema, si Jos médicos
lograban aliviar el sufrimiento que le provocaba, serla suficiente.
Es un hecho que también hoy nos sucede a cualquieradenosotros cotidianameme;
más de un paciente de los que nos consultan muestran escaso o ningún interés por
conocerse de manera amplia y a la vez profunda. Si bien cualquier analista por
propia experiencia podría pensar que es deseable que todo el mundo se conozca lo
más posible, no toda la población Jo cree asf. Algunos por ejemplo conciben Ja
consulta a la manera de la medicina tradicional; en la que la persona no va a
consultar por todo su organismo sino por aquella parte del mismo que de algún
modo señala su desorden. De modo que si dicba parte se alivia, no se hacen
preguntas por la salud integral. Es que la Salud como problema global es un asunto
relativamente reciente y guarda relación con los llamados enfoques holfsticos; lo
tradicional en occidente es que la medicina trabajara sobre el motivo de consulta.
De modo que es con ese modelo de problema= motivo de consulta, que nosotros
somos habitualmente requeridos en hospitales o en el consultorio privado. A
menudo, la persona viene por algo concreto que Je pasa.
Uno de los primeros casos tomados por A!exander y Frencb para estudiar el
problema focal, es el de un hombre que consulta por dolores de estómago muy
fuertes, que presenta primeramente a su médico clfnico porque cree tener daño
gástrico. Cuando llega a la consulta con French, este empieza a explorar la situación
en la que emerge el dolor de estómago y encuentra que casi siempre aparece
después que este paciente visita a su mamá y discute con ella. Es decir que hay una
relación muy clara entre peleas con la madre, y dolor de estómago, cosa que no se
reitera en relación a otros conflictos interpersonales. Entonces trabaja un tiempo
en torno a aclarar la relación entre la agresión y el dolor gástrico y el problema va
cediendo, en Ja medida que se constituye un espacio para dar cuenta de la agresiva
relación que este hombre mantiene con su madre. Alcanzada una mejoría en el
vinculo con ella, que se traduce en una cesación de sus dolores gástricos, ese
paciente considera que el servicio ha sido cumplido, porque él
ni toda la relación con su madre. ni otros aspectos des u vida, que le hubieran llevw.1"
85
 posiblemente años. Si le permiten aliviar su dolor de estómago, él siente que el
psicoterapeuta le ayudó muchísimo y se va muy contento. Incluso es posible que
le haga propaganda al trabajo en salud mental porque a su modo de ver, esa labor
ha sido todo un éxito.
Sin embargo, la complejidad de la visión que tiene un psicoanalista o un
psicoterapeuta con formación psicoanalítica determina que sistemáticamente
cuando se le pregunta alternativamente a éstos y a sus pacientes sobre qué grado
de éxito han dado las terapias, siempre sean más optimistas los pacientes. Dice
Malan, al cabo de su amplia investigación en psicoterapia focal, que esa creencia
"conservadora" que lleva a los terapeutas a creer que se ha logrado poco, tiene que
ver con un modelo perfeccionista de su praxis, según el cual sólo sería posible lograr
algo realmente efectivo y duradero cuando se hubieran analizado exhaustivamente
todas las áreas de conflicto que alguien tiene.
Ahora bien, contrastando con nuestra percepción más habitual, los pacientes
esperan que la intervención tenga cierta delimitación del problema, que se refleje
por ejemplo en el tiempo a destinar al tratamiento. También encuadrado en el
modelo clínico-médico, el paciente supo!le que el mejor médico es el que cura en
menos consultas. Es decir, que en lamedicinabay una tradición de eficacia que está
en relación inversamente proporcional al tiempo de la cura, operando como
variables de una ecuación. Es un asunto por otra parte que en la medicina actual,
lejos de haber desaparecido, más bien se ha ido exacerbando. Porotro lado inciden
también todas las cuestiones de orden económico y de organización de la vida
·cotidiana que se ven condicionadas por la psicoterapia, dado que esta requiere de
· :un gran esfuer.w tanto económico, como temporal por su extensión, a diferencia
d~ la celeridad de la consulta médica. Son asuntos que juegan un papel de peso en
láópiúión de nueslros pacientes sobre la propuesta terapéutica del psicoanálisis y
sus derivados, y que favorecen la inclinación de algunos de ellos por una búsqueda
especifica en lomo a los conflictos reconocidos como tales.
Es en torno a esa propuesta de concentrar la búsqueda que aparece histórica-
mente laideade focal izar. El concepto de foco, si bien tiene un origen muy longevo,
nos llega al psicoanálisis desde la óptica básicamente. Con una lente biconvexa,
hacer foco es lograr una imagen nítida en un punto donde convergen los haces
luminosos, y que se llama precisamente punto focal. El foco es pues un Jugar donde
se cnncentta la luz. En ese sentido, enfocar (focalizar diríamos más bien nosotros
en psicoanálisis) apunta a concentrar. la luz en un punto, o en una zona.
¿Contra qué lucha esa concentración? Contra su opuesto, la dispersión, la
extrema ramificación de la mirada. ¿Y qué ocurre en la clínica?. Que bay
situaciones que admiten concentrar la mirada, esto es,focali.zar. Y hay situaciones
que son muy ran1ificadas por naturaleza y no admiren concentrar la mirada. De
86
modo que las psicoterapias focalizadas no tienen una indicación universal, porque
no toda problemática admitirá ser focalizada. En algunos casns, focalizar es lo
indicado; en algunos otros, no lo es. En algunos casos trabajar con un esquema
' abierto y sin límites en el tiempo es lo indicado; y en algunos otros ttabajar con ese
'I mismo modelo no lo es.
Tengamos en cuenta entonces que este nn es un instrumentn para toda situación
de consulta. Si bien cualquier consulta podría ser focalizada por el propio paciente,
el que trabajemos o no focalizadamente va a depender de consideraciones técnicas,
que deberán ser definidas por nosotros en cada caso. Por ejemplo, no es factible
ttabajar focalizadamente en tomo a las problemáticas del orden de la perversión.
Una consulta por una bisexualidad es demasiado abierta en sí misma; la búsqueda
puede suponer bucear en todas las áreas de la vida del sujeto, y no simplemente en
su comportamiento sexual, porque probablemente lo que subyazca en un caso as!
sea un trastorno de la identidad. En cambio, si esa misma persona consultara porque
tiene problemas de orden laboral, y no.sabe qué pasa que periódicamente pierde
su 1rabajo, es PQSible que se pueda focalizar el abordaje.
También puede suceder que un trabajo que empieza como focalizllble, desem-
boqueen un encuadre abierto y sin limites en el tiempo. Potejemplo, si este hombre
nos consultara por un problema laboral y unos meses después aparece su proble-
mática de orden bisexual, es posible qlle esa terapia cambie de direccióp y lo que
e,mpezó siendo muy concentrado se abra y se vuelva progresivamente ramificado.
No hay pues lllla teoría de la técnica que tengauna aplicación universal, que
sirva para todos los pacientes y a lo largo de sus vidas. Generalmente ocurre que
los diseños de cada una de las escuelas han sido configurados a la medida de cierto
tipo de pacientes, cou los que pueden conseguirse resultados terapéuticos estima-
bles. Entonces lo usual es que tras logr¡¡rser eficaces con ese tipo de patíenles, den
un salto de la parte al todo y pretendan que su aplicabilidad es universal. Pero la
diversidad de situaciones clínicas que se nos presenta cntidianamenre, requiere en
consecuencia de nna diversidad de técnicas de abordaje.
Esta concepción que sustento tiene un "inconveniente": no puede crear
fundamentalismos, obliga a investigar; no puede crear partidarios de una verdad
supuestamente terminada. Entonces ¿cómo vemos, por ejemplo, el modelo freudiano
a la luz de esta manera de pensar la técnica? Pues como nna obra abierta, "en
construcción", que demanda volver a ser puesta una y otra vez en estado de trabajo,
En consecuencia, cuando focalizamos, al igual que cuando operamos a la
manera clásica, debemos asumir que el éxito de este enfoque no está asegurado de
antemano, y requiere de una cuidadosa sintonía con la clínica. Se trata siempre de
una opción técnica, que debe estar fundamentada en presupuestos clfnicos, y que
supone necesariamente descartar al menos de modo temporario el empleo de otra
esttategia terapéutica.
87
'--3
 Cuando focal izamos, concentramos la atención en cierto conflicto que aparece
en primer plano. Si aquel paciente de Alexander y French antes mencionado se
presentaba a través de su dolor de estómago, no era cuestión de creer ingenuamente
que el síntoma agotaba la cuestión; se trataba de hurgar detrás de dicho dolor, que
en ese caso resultó ser un conflicto en la relación con su madre. Pero tampoco era
cuestión de lanzarse a una búsqueda en todas las direcciones como si esa fuese la
única alternativa. De modo que si bien nos corresponde sostener cierta dirección
en esa búsqueda, esta no puede ser rígida. Podemos pensarlo como la clásica
relación figura-fondo; al foca!izar hacemos figura en cierto conflicto, pero
escuchamos a los otros como fondo. Los demás conflictos hablan desde el fondo
mientras que el conflicto que aparece prevalenremente activado en ese momento
insiste en hacerse figura, pasara primer plano. Es al que siguiendo aFrencb, aBalint
y a Malan llamamos cor¡flícto focal.
En este punto quisiera comentar un par de aclaraciones teóricas y técnicas que
venían desde Alexander y que mantienen todavla gran significación en el desem-
pefio clínico. El decía: "... cuando nosotros le damos una interpretación al paciente,
tratemos que guarde alguna relación con el motivo de consulta". Es decir, tratemos
de que nuestra refommlación dinámica del problema no esté muy lejos de lo que
el paciente ve como ta!; que io !ate11te que nosotros formulamos no eslé múy lejos
de lo manifiesto para él. En cambip si le hablamos al paciente en ténninos ajenos
a como él representa su problema, este se irá. Y nosotros necesitamos que el
paciente es.té aliado en nuestra búsqueda. Hay incluso una cierta negociación para
que haya alianza terapéutica, que tiene lugar entre la visión del paciente sobre sí
mismo y la. del terapeuta. Es como si el paciente dice A, el terapeuta piensa B y
entonces lo que h;iy que negociar como alianza es el espacio A-B.
Hay corrientes en psicoanálisis, sin embargo, que tienen !Oda una tradición
autoritaria en la aplicación de su método, basada en el supuesto de que el paciente
no podría ser capaz de discernimiento, en virtud de que larafz de su problema sería
esencíafmente de naturaleza inconsciente.
No se puede establecer un corte tan estricto entre lo inconsciente y lo que no
lo es, entre lo latente· y lo manifiesto. No son entidades astronómicamente
distanciadas. Lo manifiesto también importa mucho, porque es en !o manifiesto
donde habita lo latente.En los detalles de las situaciones que el paciente nos relata,
radica lo latente. No es que lo latente existe en Marte y lo manifiesto en la Tierra.
Parece completamente obvio lo que afirmo, pero a menudo observamos como
ciertas orientaciones del psicoanálisis proceden como si lo ignoraran, por ejemplo
por la vía de descalificar la autoridad del paciente sobre el saber sobre sí mismo.
Entonces, si le pregunto mucho al señor del dolor de estómago por cómo es !a
pelea con su madre, cómo ocurre, qué se dicen, cuán afectado queda luego cada uno,
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etc.; allí voy a poder entender la fantasía inconsciente del vínculo, cual es el
fantasma que se juega en una pelea, y por qué ello deriva en que "le ataca'' el
estómago. Sólo preguntando mucho por ese manifiesto que es la pelea, podré hacer
suficientes inferencias sobre lo latente. Cuando no se tiene esta concepción de la
relación entre lo manifiesto y lo latente, el analista no pregunta nadJJ. porque cree
que cuando le hablan de un asunto él ya sabe que se trata de otra cosa y le basta con
interpretarlo. La práctica freudiana sin embargo ha sido fundamentalmente
interrogativa, hacia el paciente, y hacia sí mismo. Los historiales clínicos de Freud.
ilustran sobradamente como se interesa por averiguar todo al máximo detalle. De
ahí que si Dora se encuentra con el señor K en un lago y luego al bajar una escalera
se chocan, él pregunta cómo se chocaron, qué parte del cuerpo se rozó; porque todo
eso que es manifiesto hace a la organización de una situación latente, fantasmática.
Por eso, en una misma línea con el espíritu de la exploración freudiana, Gilles
Deleuze plantea que Jo profundo está en las articulaciones de superficie.
La cuestión por lo tamo, más que decidir que hay unmundo que no importa y
otro que sl importa, es ver la manera como se cruzan los mundos en el síntoma.
Piera Au!agnier, afirma que en una crisis han chocado un deternúnado
acontecer con un determinado fantasma, y en ese cruce es donde se ven aparecer
los fenómenos clínicos que son motivo de consulta. Es decir que tengo que saber
mucho del acontecer para entender c6mo, por qué y con qué fantasma se cruzó.
Todos los detalles que yo tenga sobre los acontecimientos que dieron lugar a un
sfntoma me van a servir para entender y hacer mi construcdón hipotética sobre cual
será el fantasma inconsciente que ha sido detonado en la situación.
Presentaré entonces una situación clínica que espero sirva de ilustración a las
ideas que intentaba trasmitir hace un momento. Se trata de una consulta en la que
según mi punto de vista se debía trabajar focalizadamente. Propongo valemos del
caso además para preguntamos cuán eficaz puede ser el abordaje focal y para qué
sirve su empleo.
El paciente en cuestión llegó a mi consulta ya encauzado por diversos factores
que enseguida veremos. Pero aunque quien le derivase diera por sentado que el
abordaje apropiado era este, o aún a primera vista yo mismo lo confirmara, uno
necesita siempre explorar el texto y el contexto de su vida antes de tomar una
decisión respecto a Ja técnica.
Mi vinculación con dicho paciente se inició del siguiente modo: recibí un día
la llamada de un colega y amigo personal, didacta de la Asociación Psicoanalítica
Argentina, quien me comentó algo más o menos asf: "mirá, tengo que mandarte a
un viejo amigo que necesita tratarse pero nunca quiso ver a un psicoanalista. Así
que pensé en vos, a ver si a lo mejor podés plantearle algo que no se parezca tanto
•¡ a lo que le indicaría cualquier analista convencional". Esa fue pues la lk;,,,, ·
explicita en la derivación: ¡que yo no me pareciera tanto a otros colegas!
89
 AI recibirlo, días más tarde, me enteré que se trataba de un alto ejecutivo de una
compañia aérea internacional. Llegó formalmente vestido, de traje y chaleco,
como de uniforme. Lo noté muy circunspecto, muy defendido, como pendiente de
qué le pudiéramos hacer a!JI dentro. Al presentarse, empezó hablando de su
pertenencia laboral a la mencionada compañía; luego agregó que estaba casado
hacia varios años, que su edad era 49 y la de su mujer 44 años. Mencionó tener dos
hijos varones, de l l y 9 años. También confinnó desde el primer encuentro algo
que mi colega me babia adelantado telefónicamente: que era muy probable que en
pocos meses más fuese comisionado en el exterior, por lo que su tratamiento, de
llegar a iniciarse, no podría durar demasiado tiempo.
Cuando le pregunlt si sabia qué cosas lo hablan llevado a sentirse tan mal, dijo
no tener idea; "no sé por qué es, pero le aseguro que nunca en mi vida estuve así;
yo siempre fui una persona optimista, me ba ido bien, disfrutaba Jo que hada, y
ahora estoy hecho un idiota. No valgo nada, lloro por cualquier cosa. Me
desconozco"
De paso, esta presentación sirve de gula también para empezar a pensar cómo
aproxÍI!lJlrnos a alguien que emplea un lenguaje poco affu al nuestro. Porque él no
diCe tener un conflicto, sino "no valgo nada", "estoy hecho un idiota", "me
desconozco";
-¿Nunca pasó por un estado semejante?. ·"No, nunca; nunca en mi vida".
Esta respuesta me parece clfuicámente muy importante. Si una persona
experimenta un estado psicológico que nunca ocurrió antes, uno debe preguntarse:
.¿qué pasará entonéesaboraque antes nobaya ocurrido?. Sobre todo es una pregunta
muy importante para la clínica porque desde el punto de vista de la teoría. en el
psiquismo todo lo que pasa ahora ocurrió a11tes. Entonces supuestamente desde la
formación en la infancia de sus rasgos de carácter; él tendría que decirme: yo vengo
porlodetodalavida,pormicomplejodeEdipoquelollevoconmigobace45años.
Pero no, no me dice eso, me dice "me ocurre algo que nunca antes". Entonces se
vuelve imperativo atender a dos temporalidades distintas en la Clfuica; la tempo·
ralidad del siempre y la del ahí!ra y sólo ahora. Porqueestamanera deautopercibirse
demarca cortes muy significativos en su historia.
Naturalmente, uno suele empezar por preguntarse cómo alguien de 49 años
puede afirmar o incluso creer que nunca tuvo un problema. ¿Cómo pudo arreglár·
se las para vivir sin un problema?; esta es la dimensión temporal del siempre. Pero
la diferencia impone una segunda cuestión: ¿por qué alguien que en veinte años se
negó a consultar (y debo suponer que si mi colega se lo sugería es porque habría
mérito para ello). ahcra lo admite?
¿Por qué, y sobre todo para qué está ahora en un consultorio si nunca antes lo
hizo? Es un asunto fundamental para la clínica, que por remitir a la dimensión
90
temporal favorece la restitución de un equílibrio necesario respecto de la teoría,
quien presupone una atemporalidad del inconsciente. Porque si el inconsciellle es
atemporal, el sujeto no. Esa es la gran diferencia.
i Entonces, volviendo ami paciente, empiezo a preguntarle por su historia. El es
1 parco, trata de no decir nada de más. Para él en un comienzo sólo se trata de un
insoportable problema de su estado de ánimo. Es como si me dijera: "bueno, ahora
resuelva esto usted, porque yo ya he tenninado".
Insisto, y lentamente me comenta que es el menor de once hermanos, que
proviene de una familia tradicional, de un país latinoamericano, como sí fuera Pení
o Ecuador. Me dice también que en su patria tiene su sede central la empresa aérea
de la cual él es actualmente uno de los ocho gerentes más importantes del mundo.
Cree no haber estado casi con su familia, a los 18 años emigró a otra ciudad por
razones laborales, y y¡¡ a los 22 estando empleado en esta misma empresa fue
conüsionado fuera del país. Desde entonces a su familia de origen la ve una vez por
año.
Al preguntarle por su familia actual, tampoco aparecieron datos críticos. DijG
estar casado. satisfecho con su familia, sentirse orgulloso de ella. Debería estarle
agradecido a la vida, todo le ha rodado magníficamente, y punto.
Yo debla insistir. Después advertirla que su resistencia a dar detalles obedecía
a evitar mostrar su depresión. Es decir, le era muy difícil ver daliada su imagen ante
un desconocido, cosa que siempre debemos tomar en cuenta en la situación de
consulta. Nosotros somos unos ílustres desconocidos y sin embargo le estamos
pidiendo a alguien que nos abra de par en par su intimidad. rlay que entender y
admitir esa resistencia inicial al desnudo psicológico.
Le pregunté por su salud, y todo cuanto respondió fue que siempre fue sano. Le
pregunlt por su economía, y lo mismo, sin problemas; le iba bien financieramente.
¿La relación con su esposa? Muy bien, una vez más. Un momento antes había
pensado en que quizás se hubiese enamorado de una secretaria y no lo quisiera
J confesar. Sin embargo sus respuestas sugerían que el problema tampoco fuese de
ese orden;
Por supuesto, "el todo bien" no es ajeno a la estructura obsesiva que parecía
caracterizar a este hombre. Porque un obsesivo es alguien que está programado para
que todo le vaya bien. Tan programado que si le va mal, no se puede ni enterar,
porque la autoimagen debe sostenerse a cualquier precio.
Entonces, aún desconfiando un affaire amoroso, insistí en conocer más deialles
sobre su trabajo. Iba indirectamente porque pensé que podía ser una forma de
romper el hielo conociendo más sobre el entorno humano de su empleo. -"Cuén-
'u teme un poco qué hace usted en la compañia; con quienes trabaja, etc.". Ahí
comenzó a abrirse un poco más, a explicarme la importan cía de la filial de Buenos
•.f' 91
5
 Aires, de la que él está a cargo, la cantidad de pasajeros y personal que ocupan; el
volumen de cargas, etc. Y agrega: "con la empresa yo anduve muy bien siempre,
por eso tengo este cargo que es uno de los ocho más impórtantes que X (lacompañfa
aérea) tiene en el mundo, con excepción de! Directorio". "Entré a los 20 afias, como
simple empleado; así que hice una carrera muy importante. He vivido para la
compañía, pero fui recompensado por ello, no puedo quejarme". Y como al pasar
agregó: "claro, en el último año ha habido muchos can1bíos y no sé que vaa pasar".
"·¿Cómo es eso?", pregunté." -Es que hace un año más o menos murió el presidente
del directorio y hace unos ocho meses se jubiló el vicepresidente y entonces han
venido los herederos de ellos que tienen la mayoría de las acciones del grupo. Son
dos personas jóvenes que están tratando de modificar drásticamente la cara de la
compañía, y no nos consultan a los gerentes. Asf que a esta altura nadie sabe muy
bien qué puede pasar".
Ese fue el modo de plantearlo, "no sé que vaa pasar", aparentemente habría sólo
incertidumbre, y sólo de orden laboral.
Esa fue la tónica de toda la entrevista inicial. Así que terminé proponiéndole
verlo una odos veces más con el propósito de explorar mejor su situación e intentar
a tmvés de ello entender mejor lo que le sucedía y las causas de esa crisis. Si no lo
lograba, deberla admitir la conveniencia de orientarlo en otra dirección.
En esas dos nuevas entrevistas fui más activo, me parecía imprescindible. Aún
identificando el problema, tendría por delante apenas dos o tres meses porque al
parecer él se iría del país después. Los cabos sueltos que me quedaron del primer
encuentro eran mi punto de partida.Había escuchado que los cambios en la empresa
se relacionaban con la muerte del presidente del directorio y la jubilación del vice·
presidente, y decidí empezar por ahf. Entonces un tanto sorpresivamente para mí,
comenzaron a emerger asuntos importantes. Por ejemplo, que desde su ingreso, a
los veinte afios, fue práctica_mente adoptado p<>r esos dos hombres (presidente y
vice del directorio). Ellos le tomaron cariño, creyeron en él y lo fueron promovien-
do progresivamente a cargos de mayor responsabilidad. Para ellos él era más un
ahijado que un empleado. No hay que olvidar que era el menor de una familia muy
numerosa, y que cási perdió a su padre al emigrar a otra ciudad a los dieciocho.
El relato sobre su historia en la compafiía era una amalgama de gratitud y
nostalgia que paulatinamente dejó su lugar a la angustia. Prácticamente desde sus
comienzos se había sentido muy respaldado; crefahaber llegado tan lejos no tanto
por su capacidad como por dicho respaldo. Hasta que en el detalle de Jos hechos
no pudo contenerse y rompió a llorar tal como me había contado en la oca.sión
anterior que le ocurría inexplicablemente. Fue entonces que tuve la im1m ;1;>n de
que su problema contenía un duelo encapsulado.
92
Veamos. En lo estrictamente laboral, él habfa perdido al Director de esta
empresa, que fue quien la fundó, y que era la garantfa, según él, de su propio
desarrollo en la misma. Muere el presidente, se jubila el vice-presidente, los
\ sucesores son herederos aparentemente inexperientes y que además no consultan
1 a nadie. Van a reformular la empresa en términos de ellos y de asesores externos;
no consultan a Jos ocho gerentes regionales, que orgánicamente son la máxima
autoridad después del directorio. Entonces, hay que reconocer que para empezar
él está cursando un duelo vinculado con la crisis de una organización; porque lo que
está en cuestión ahora, por los datos que él me va dando, es la redistribución del
poder dentro de la empresa. Los cambios imprevisibles que se avecinan amenazan
con desplazarlo de un lugar que es mucho más que su fuente de ingresos. El duelo
es por ese espacio amenazado y a la vez tan importante para él, que lo anticipa como
; perdido. Esa es una lectura sítuacional del conflicto, en el orden institucional. Esta
es una crisis que no debe despreciarse y con la que tenla necesariamente que
trabajar.
\ Pero además, el duelo daba cuenta de algo más profundo: una pérdida afectiva,
superpuesta con la crisis de la empresa (y por ello semioculta) y que es que este
hombre ha perdido en su jefe a su padrino, su padre adoptivo, o acaso a su mismo
padre. De ah! que cuando a su momento le interpreté que él seguramente sintió un
dolor tan grande como si perdiera a su padre, cuando su jefe falleció, me
respondiera: "sí, es posible, porque cuando murió mi padre no lloré", confirmando
que esta es una historia afectiva también, y superpuesta a la historia laboral.
Ali! es donde se empiezan a juntar dimensiones, mundos heterogéneos, que
necesariamente el clfnico debe llevar al plano de la interrogación y de las hipótesis.
1. Porque habrá que investigar por qué la pérdida de este jefe/padrino/padre "atrae"
duelos encapsulados de su historia. Y esa exploración en lá8erie vincular, mostrará
que hay una historia de duelos que él no ha registrado. Todos se movilizan recién
cuando él pierde a este padre adoptivo; y de abllo desproporcionada de su reacción.
Tanto que nadie imagina que su depresión pueda obedecer a ello.
Entonces, se imponía trabajar sobre una historia de duelos. Pero además iba a
tener que trabajar también sobre un presente, que es la crisis actual de esta empresa,
con sus aspectos reales y C<Jll los fantasmáticos. Porque a medida que empecé a
indagar en la misma, él decía cosas como: "mire, Ja verdad es que no sé qué va a
pasar conmigo. No sé, a lo mejor dentro de un mes me han despedido". En cu j "
caso se vislumbraba en el horizonte una crisis todavía más densa, asociada a dicha
suposición. Probable o no, (habría que chequearlo) el poder perder su cargo, su rol,
su lugar en el mundo por el que se sacrificó durante casi treinta años, era una
'l. posibilidad demasiado amenazame para su Yo. Su cargo en la empresa era una
condición indispensable para el sostén des u autoestima," ... un cargo no reemplazable,
\!J
porque yo no puedo ir a esta edad a otra empresa aérea, que es lo úmco que sé hacer
porque no me van a tomar en un cargo directivo: las empresas forman a su gente
desde abajo y desde adentro" El se ve pues en medio de esta crisis, potencialmente
echado a la calle en veinticuatro horas. ¿Cómo no focalizarlo?
Resumidamente el panorama laboral en dicho momeOlo era aproxrmadamente
el siguiente: han llegado los nuevos herederos de la empresa. directores automá-
ticos, sin otro mérito que los lazos de sangre que los unen a los fundadores. Son
además hombres jóvenes, de treinta y pocos años. Entran como por la ventana y en
cierlD modo desplazan a los "viejos" gerentes regionales, o al menos amenazan con
neutralizar su cuota-parte de poder. Obviamente, dichos gerentes odian a los
nuevos directores. Porque ellos eran algo así como los hijos adoptivos, basta que
llegaron los hijos legftimos. Y para colmo los "legítimos" son menores. Se
constituye entonces de inmediato una fuerte rivalidad y una lucha por el poder entre
unos y otros en la que este paciente participa, y que revive el conflicto inconsciente
infantil con sus hermanos.
Con eso solo ya habría bastante, pero hay mucho más, porque por ejemplo a
cierta altura él me entera que los ocho geremes que andan por el mundo está¡¡
comunicados entre sf, e incomunicados con el Directorio que no les ha consultado
nada sobre las nuevas pollticas comerciales. Todo cuanto hanhécho es notificarles
que en un mes y medio v.an a recibir diJ:ectivas sobre la reorganización de la
empresa; y que en diciembre se celebrarla en la sede central una reunión
extraordinaria entre unos y otros para def¡nir los alean.ces operativos de la nueva
poUtica organízacional. En realidad, formalmente se trata. de una asamblea, en la
que participarán entre miembros del Directorio y ejecutivos de rango, alrededor de
veinticinco personas. Y al menos teóricamente entre esos veinticinco se vaa defmir
el futuro.
De alú que cuando este hombre sostenía "me pueden echar en cualquier
momento", uno debfa leer la frase en varios planos. No era imposible que la
empresa optara por prescindir de los "viejos" gerentes, y promoviese a ese rango
a mandos medios, más jóvenes y acaso más profesionales. Pero, es posible también
que esta historia del despido fuese una fantasfa persecutoria de él, que como sus
pares odiaba a los herederos de la empresa, y sabfa que los otros sabían a su vez de
ese odio.
En situaciones semejantes es donde lo real y lo fantasmático empiezan a
entrecruzarse de modos no fáciles de entender, y es una tarea imprescindible
deshilar realidad y fantasía como condición de sostenimienlD de un equilibrio
precario en la crisis.
Concretamente, con este paciente sesión a sesión compartíamos una labor
organizada en tomo a un foco, definido por dicha crisis laboral con sus efectos de
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una intensa e insoportable dosisdeangustia y depresión. El foco contenía asimismo
una interpretación "central" sobre el modo particular de configurar su conflicto,
que en tanto obsesivo que ha hecho del trabajo su falo, convierte a la amenaza de
castración implícita, en un asunto espontáneamente inelaborable. De alú que
tuviera que operar en dos planos: el de la empresa en crisis y el de su estructura que
siempre aisló toda posibilidad de castración.•
Sobre ese eje o foco terapéutico defml una estrategia planificada que en el plazo
de los tres meses que presumiblemente él permaneciera en el país procurase tanto
ayudarle a procesar su crisis real como a tramitar basta donde fuese posible sus
duelos nunca elaborados.
La clave era poder materializar dichos ob_ieüvos de un modo eficaz, dado que
él no aparecía en principio demasiado convencido de la utilidad de una psicotera-
pia. Las herramientas debían ser diseñadas a su medida y yo no sabia de antemano
cuales funcionarían mejor. Asf, a menudo hubo que operar por ensayo y error,
"tanteando'' las vías de abordaje que reforzaran la alianza terapéutica.
'1
Por ejemplo me parecía oportuno saber más de su relación de pareja, del papel
que él pudiera asignarle a su esposa en la tramitación de la crisis, o incluso del rol ·
que ella misma pudiera estar en condiciones de jugar. Entonces le preguntaba: ¿y
su mujer cómo ha re.accionado ante esta situación actual de la empresa? Era una
cuestión que apuntaba más allá. del asunto en si mismo. Pero que él, obsesivo y
además oriundo de un país de gran tradición machista, no "enganchaba". Es que
para su mentalidad, la suya era una buena mujer pnrque según el canon de sn pa.ls
buena es la mujer que no molesta. Me decía"... mi mujer lo lomó bien. ¿Qué dijo?
Nada, ella no se mete en cosas de mi trabajo". Y punto. Yo no lograba detectar si
la serie de la relación de pareja era para él un área jerarquizada. En verdad, nunca
lo pude saber.
1
E
Entonces volvfa a la serie laboral, principal área de su interés y desde al!l
activamente volvJRa insistir: "bueno, ¿pero supongamos que lo despiden mañana,
qué hace usted?; que dicho sea de paso era una forma de introducir un estímulo a
1 su pensamiento anticipatorlo. Pero él se resistía a pensar en esa alternativa; porque
el despido aparecla al principio como sinónimo de muerte civil. De ahl que en
alguna ocasión ante mi insistencia llegara a darme respuestas absurdas como por
ejemplo poner un kiosco de golosinas.
l. En cierta nwtera puede afirmarse que sí un obsesivo J1ega a los cuarenta y nueve años exitoso,
sin márula, es más reservado su pronóstico, porque elio probablemente lo p~ovea de una fantasía
1 omnipotente Qe falo blindado, inc.a,strable, que lo paralioe et :dÍa en que la castraci6n golpee a su puerta
de alguna de las mil formas que esta puede aparecer. Por eso él decía: "si me echan es mi muerte civil,
¡
1 no conseguiré otra cosa...
95
':(_,

Pero hacía el tercer mes su actitudcomenzóamostrarcambioscualitativos. Un
día me dijo: "si de la asamblea sale una resolución que me obligue a renunciar, me
parece que con el dinero que me indemnicen tendría que montar una actividad
comercial". Y agregó: "la verdad, no tengo la menor idea de negocios, fuera de la
empresa aérea, pero tendrla que aprender". Es decir que a esa altura (reciente, pero
al mismo tiempo ya cercana al fmaldel tratamiento) él estaba empezando a intentar
un aterrizaje en lo real, más allá de la empresa de toda la vida.
Confieso que a mf me alivió mucho cuando lo dijo porque hasta ese momento
estaba trabajando con un suicida en potencia. Su futuro se jugaba en ese presente
inmediato, delimitado rigurosamente por la fecha de la Asamblea de diciembre. Por
un lado se trataba de anticipar sitnaciones !Imite y elaborar respuestas alternativas
antes que dichas situaciones pudieran tener lugar. Por el otro, en un nivel más
profundo, de representaciones inconscientes, era menester el aportarle representa-
ciones metabolizables de la casttación; en otras palabras, conseguir trasmitirle que
-uno de los atributos que nos defmecomo humanos esel sercastrables. Es decir, tuve
que ir mosttáodole, a su modo, una y otra vez, que parte del gran problema que él
tenlaabora, era que nunca antes le l!ab!aidoma!. Le decía por ejemplo: #mire,¿sabe
cuáles su desgracia?. Que siempre le ha ido bien". Y élmemirabaperplejo,como
esperando una aclaración. Entonces yo le aclaraba: "usted es un hombre comple-
tamente desacostnmbrado a estar amenazado en su trabajo, en sus bienes, en su ro!
en la vida. Usted nunca tuvo amenazas; cuando las tuvo se fue sin siquiera darse
cuenta de ello. E.ra el menor de once hermanos, y desap;u-eció. Por lo tanto le
esquivó el bulto al sentirse ll!llfginado adentro de una familia numerosa. Usted tan
experiente en otras cosas, nunca se entrenó en el hecho de que podemos perder lo
que tenernos. En ese seotido es como si la vida lo hubiera malcriado". O también:
"Usted nunca pasó por un despido, ni estuvo cerea de eso, siempre fue a más, y era
como si eso fuese algo que le p~ba a ottos, que a usted nunca podrla sucederle.
Peroabora,degolpe,havenidoadarsecuentaquetambiénaustedlepuedesuceder.
Y entonces se desespera, y cree que lo pueden echar a la calle de un día para otto,
y que si eso sucede se le vendrá el mundo encima y no será capaz de encontrar otra
actividad dlg11a. ¿Sabe Roberto cuáles su problema?. Que durante mucho tiempo,
sin ser muy conciente de ello, usted se ha creído un ser especial, distinto a la
mayoría, porque en el mundo, alrededor suyo, hay problemas, se muere gente,
cambian las empresas, etc. Pero a usted no podía pasarle nada. Hasta que llegaron
los herederos ..."
O también: "Usted estaba equivocado sin saberlo. Esas cosas que le pasan a
cualquier mortal, también podlan pasarle a usted. Pero el que pasen no significará
que se acabe el mundo o su vida pierda sentido. Lo que usted tiene que enfrentar
ahora es la gran inseguridad que cualquier humano tiene respecto de su situación
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9,
en el mundo. Lo que se tiene puede perderse, pero más tarde puede volverse a
construir, si es que uno acepta que esa es una ley de Ja vida, y aprende a respetarla
y a empezar ¡:le nuevo cuando sea necesario #
Ese era en síntesis el doble propósito de mi trabajo. En !o concreto, la crisis
laboral; y en lo simbólico, ayudarlo a elaborar que la castración también existía para
él, pero no significaba el final.
Otro aspecto importante de la intervención terapéutica concierne al papel
jugado por mi en relación al duelo por los padres perdidos. En cierto modo,
justificado por el diseño estratégico que la limitación temporal imponía, yo entendí
del caso proponerme como alguien idóneo para desempeñar una función de figura
sustitutiva. Es como si además de analizar la dimensión de las pérdidas, existiera
una necesaria oferta de un sustituto paterno en un momento en que su vulnerabi-
lidad se desencadenaba de un modo incontenible para él. Desde ese rol yo operaba
en cierta manera como un padre a la vez continente y habilitante que a la vez que
lo ayudaba a entender-se, le enseñaba testlmonialmente q~e a veces también se
pierde, y que eso forma parte del desarrollo de la vida. O que él podía tener fallas
también, y que aún asf se lo podría querer. Porque él en la empresa creía ser el
ahijado por ser perfecto y que por eso lo protegieron y lo trataron muy bien. Pero
enwnces si dejaba de serlo ...
Habla no obstante que modular este aspecto con la situación real de
enfrentamiento vivida por él y sus pares frente a las nuevas cabC7.as del Directorio.
Yo no dudé nunca en informarle sobre los riesgos de una empresa en crisis. El y
sus pares hablaban entre si, algunas veces consolándose y más a menudo dándose
"manija", pero no lo hacían con el Directorio, en reciprocidad por no haber sido
consultados por aquel. Entonces jerarquizar la dimensión real era establecer con
claridad un hecho evidente por sí mismo: en una organización, si los estratos no se
comunican entre sí, se va seguro al estallido, cosa que ¿a quién le conviene?.
Los primeros dos meses esa tarea parec!a inútil, hasta que lentamente. todavía
enojado, comenzó a admitir la posibilidad de restablecer la comunicación con la
Central. Fue el momento en el que yo pude dar otro paso y sugerirle algo aún más
concreto: que tratara con los otros gerentes de definir una estrategia que hiciera
posible reanudar al menos un cierto nivel de diálogo con la Dirección. Un mes más
tarde todavía seguía ofendido con sus superiores jerárquicos, pero su intercesión
ante sus pares habla hecho posible que las comunicaciones por vía telefónica o de
fax funcionasen. En otras palabras, se babíarestablecitlo un estado de organización
básico que hasta entonces era de caos.
Restablecer cierto nivel mínimo de funcionamiento civilizado era impte,Oü-
dible porque de lo contrario el despido era un asunto seguro, no probable. Uno podía
interpretar su actitud en relación a su rivalidad edípica con Jos hermanos legítimos,
97
o hacerlo en términos de una reaccron mc1anco11ca al aue10 rmpos101e por e1 paore1 pur t::Jernp10, como o.tje anles, ru t.ermtnar yo habla negado a conocer poco y nada
jefe muerto. En esta segunda línea la identificación con el objeto perdido le de su relación matrimonial, a la que él prefirió siempre mantener al margen. Pero
conduciría también a él a la muerte. Y ¿cómo se va a la muerte en una empresa? la opción de una estrategia focalizada estaba plenamente justificada por la
Pues con conductas como las que él había esgrimido hasta entonces, en parte situación clínica, y el concentrar la mirada era e! único modo de optimizar los
derivadas de su conflicto neurótico infantil, y en parte de su duelo patológico. Era recursos terapéuticos disponibles en aquellas condiciones. Un enfoque más
una fomia de suicidio disimulada que se amplificaba por las características ambicioso, o un diseño menos personalizado es probable que hubiera naufragado,
grupales que asumía dicho duelo entre los gerentes. Sólo que si la intervención y él se jugaba en la resolución de esa crisis buena parte de su futuro.
terapéutica se limilabaa interpretarlo, sin la apelación a otros recursos más activos, Espero que esta ilustración clínica haya podido servir de testimonio de la
se corría el riesgo de que la situación se volviese irreversible. validez del abordaje focal, y de cómo en muchas circunstancias se trata de una
De ahí la necesidad de un enfoque estratégico del caso, que situacionalmentc estrategia técnica imprescindible en psicoanálisis.
diese cuenta de las prioridades clínicas. De lo contrario, al suicidio también podía
ir el tratamiento, maniatado por la falta de tiempo para desplegar un esquema de
cambios operados exclusivamente por la vía del insigbt
Conseguido el objetivo táctico del restablecimiento del diálogo con el Direc-
torio, ya cercanos al momenlo de la Asamblea donde se definiría entre otras cosas
el futuro de este hombre en dicha empresa, llegó la bora de "preparar" su
intervención en la rrúsma. Dedicamos dos sesiones enteras a anticipar qué podía
ocurrir, cómo lo imaginaba él, qué actitud asumiría entonces, que reacción
produciría su posición, etc.
Cuando viajó, no sólo su perspectiva sobre Ja reestructura había cambiado
volviéndose más abierta y racional, sino que fundamentalmente su confianza en sí
mismo babfa recuperado niveles más semejantes a los de mejores tiempos.
Labistoria tuvo un final feliz. La reunión procesócivilizadamente los cambios
organizacíonales, y él en particular fue promovido a un nuevo cargo, creado a partir
de entonces, de mayor rango que el que tenla hasta entonces. El resultado,
sorprendente también para mf, no era evidentemente ajeno a la tarea desarrollada
en tos meses anteriores, en la que la cuestión laboral fue reconocida como un asunto
objetivaniente trascendente y no simplemente como un mero epifenómeuo de un
conflicto infantil e inconsciente. Ello definió el que fuese atendida como foco
terapéutico esencial, y abordada desde distintas series. Sólo así él pudo llegar a la
Asamblea con una pen;pectiva más realista de la situación, en lugar de afrontarla
poblado de todas sus transferencias hostiles, sus fantasmas y su duelo encapsulado.
El objetivo final estaba cumplido. Naturalmente dentro de las posibilidades
limitadas que ofrecía un encuadre de alrededor de tres meses. Pero él pudo en ese
plazo recomponer su bienestar anímico, estabilizar su autoestima, progresar
laboralmente, e iniciar un trabajo de duelo que probablemente a partir de entonces
estuviera en condiciones de continuar por sí solo.
Por cierto, quedaron también cuestiones pendientes que un tratamiento más
prolongado seguramente hubiera podido activar primero y resolver después. Asf

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