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Dra.

María Teresa Muñoz Sánchez Gutiérrez López Olivera Isabel Estefanía


Teoría del Conocimiento 2 28/03/18

Comentario de texto filosófico: Dos dogmas del empirismo W.V. Quine

En el texto Dos dogmas del empirismo (1951) Quine propone demostrar que el empirismo
conocido hasta el momento ha tomado por fundamento dos ideas centrales indemostrables
que finalmente son dogmas que conciben una idea equivocada del conocimiento. La
primera de ella es la diferencia entre enunciados analíticos y sintéticos, (apelando a que
existen proposiciones siempre verdaderas e independientes de la experiencia) y la segunda
es el reductivismo, es decir, pensar que toda proposición con sentido puede ser formulada
en lenguaje lógico. Por lo tanto, son dos los problemas principales que Quine expone: 1)
¿Existe realmente la distinción analítico/sintético? 2) ¿Es viable el reductivismo? Partiendo
de esta base, llegará a la propuesta de un empirismo sin dogmas con una concepción holista
del conocimiento.

Algunos de los conceptos clave en esta obra son: analiticidad, reductivismo, definición y
reglas semánticas. Los cuáles Quine explicará detenidamente para mostrar sus deficiencias.
Además de las relaciones mutuas que contribuyen a la confusión y formación de los
problemas principales que aborda el texto.

*analiticidad: inicialmente refiere a la característica del tipo de enunciados que confirman


su valor de verdad en función de significaciones, sólo se examinan en su aspecto lingüístico
y lógico. Este concepto será problemático desde la perspectiva de Quine y a partir de él
desarrolla una investigación que lo exhibe como un dogma.

*reductivismo: Es el concepto que Quine presenta como el segundo dogma, lo utiliza


también para contrastarlo con su propuesta (holista) y hacer una crítica a Carnap.

*definición: Es la primer vía que el filósofo estadounidense emprende para buscar un


sentido a la analiticidad, y descubre con esto que la definición es solo una información
acerca del uso de los conceptos, no aporta claridad al problema.

*reglas semánticas: Es el tercer medio para buscar respuesta a la imprecisión sobre la


analiticidad, es también una visión general que rechaza la propuesta de Carnap, de acabar
con ambigüedades creando un lenguaje artificial.

El texto Dos dogmas del empirismo es un artículo que fue escrito por Willard van Orman
Quine (1908-2000), filósofo estadounidense que realizó sus principales aportaciones en las
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áreas de lógica matemática y teoría del conocimiento. Para el período de realización de este
artículo, Quine ya había tenido cierto contacto con las propuestas de los positivistas lógicos
y su principal representante Carnap. Conocía también las aportaciones de Russell y
Whitehead en lógica. Ocupaba un cargo como docente en la universidad de Harvard, y sus
publicaciones principales en el área lógica que antecedieron a este artículo fueron:
Disertación en Whitehead y Russell's Principia Mathematica (1930-1932), A System of
Logistic (1934). y la Lógica matemática (1940).1

Para entender el contexto histórico en el cuál Quine desarrolló su crítica a lo que él llamó
dogmas del empirismo, es importante considerar que apenas un par de décadas anteriores a
su publicación el Círculo de Viena era un movimiento científico y filosófico activo, del
cual muchas de sus ideas y propuestas seguían teniendo fuerza y vigencia.
Complementando esta idea, recordemos que en 1932-33: realizó un viaje a Viena y Praga2
donde fue alumno de Carnap. Profundizando un poco más en la propuesta de Carnap (y de
los empiristas lógicos en general) tenemos que con este movimiento filosófico-científico se
buscaba eliminar por completo la metafísica como parte de la filosofía, en su lugar la
propuesta era usar a la filosofía como disciplina que diera un parámetro adecuado para
fundamentar el lenguaje y conocimiento científico, siguiendo un método estrictamente
lógico-matemático.

Rudolf Carnap escribió entre 1931–1932 La superación de la metafísica mediante el


análisis lógico del lenguaje donde propone la creación de un lenguaje nuevo y depurado de
términos confusos para la ciencia, en el cual se pueda establecer una transformación entre
el lenguaje común que formulamos de cada una de las “proposiciones protocolares” a
proposiciones lógicas, y de esta manera fundamentar tanto la filosofía como la ciencia en
un lenguaje sólido y funcional para la investigación. Estas propuestas fueron aceptadas en
el contexto del círculo de Viena, pero coincide precisamente con lo que Quine identificó
como el segundo dogma (reductivismo).

Para desarrollar el tema y la tesis central, Quine presenta en primer lugar una introducción
donde menciona cuáles son estos dogmas que pretende refutar, y a continuación plantea

1
Esta información sobre la cronología de sus obras fue tomada de la Enciclopedia Stanford de Filosofía :
https://plato.stanford.edu/entries/quine/#QuiLifWor
2
Ibidem.

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algunos antecedentes importantes del concepto de analiticidad, que será el primero en


examinar. Ya que es la base del primer dogma (distinción entre enunciados analíticos y
sintéticos).

Podemos partir entonces por exponer qué se entiende por enunciado analítico.
Tradicionalmente (desde la distinción formulada por Kant) los enunciados analíticos tienen
al predicado ya contenido en el sujeto, es decir no agregan nada más a una proposición y su
verdad se puede probar conociendo el significado de los conceptos que la integran. Algunos
ejemplos son las figuras geométricas cuadrado y triángulo: “todo triángulo tiene tres lados”
y “los cuadrados están formados por cuatro lados iguales”. Otro ejemplo es afirmar: “Todas
las flores blancas son blancas”. Éstos enunciados son lógicamente verdaderos. El problema
está en que es posible formular un segundo tipo de enunciados analíticos que consisten en
intercambiar el sujeto por un sinónimo, o alguna palabra que se considere de significado
equivalente. Por ejemplo si decimos “Vapor es agua en estado gaseoso”, estamos
sustituyendo la palabra “vapor”, por su definición: “agua en estado gaseoso”, pero estos
términos no son lógicamente iguales. Para explicar en qué consiste la analiticidad, seria útil
investigar qué es la sinonimia. Quine plantea la situación de esta manera: “La dificultad no
se encuentra en la primera clase de enunciados analíticos, las verdades lógicas, sino más
bien en la segunda clase, que dependen de la noción de sinonimia.”3

El objetivo se convierte en explicar la sinonimia para aclarar con esto la idea de


analiticidad. Una manera de entender un concepto llamado sinónimo, está relacionada con
cómo lo definimos. Si retomamos el ejemplo anterior de “Vapor es agua en estado
gaseoso”, podemos usar cómo sinónimos “vapor” y “agua en estado gaseoso”. Cuando
pensamos en el concepto definición es común asociarlo con una explicación tomada de
algún diccionario que facilita una misma idea poniéndola en palabras más sencillas. Pero,
¿Cómo podemos asegurar que esta actividad de definir, es apropiada para considerarla
como fundamento de la analiticidad?

Según el filósofo estadounidense si reflexionamos un poco acerca de cómo se generan las


definiciones, advertiremos que es una cierta actividad empírica que recopila hechos y
antecedentes sobre el uso del lenguaje. Esto quiere decir que se establecen relaciones entre

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Quine W. Dos dogmas del empirismo pág. 54

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palabras que se usan como equivalentes en contextos que resultan útiles. Así Quine
resuelve que la definición no explica la sinonimia, únicamente funciona a través de ella.

La siguiente vía que Quine emprende para definir la analiticidad es la intercambiabilidad.


Se trata de buscar si es posible intercambiar en cualquier contexto dos sinónimos sin que
cambie el valor de verdad (salva veritate). Retomemos el inicio de la investigación, donde
un camino para resolver el problema de la analiticidad, es buscar la manera de transformar
los enunciados analíticos en verdades lógicas sustituyendo sinónimos. Sin embargo, es
necesaria una explicación de sinonimia cognitiva que no presuponga la analiticidad. El
problema que surge de esta necesidad es que en un lenguaje extensional (donde solamente
mencionamos elementos de un conjunto, sin mencionar las condiciones necesarias para que
un elemento pertenezca a dicho conjunto) la intercambiabilidad no garantiza que tengan la
misma significación.

Por ejemplo no es lo mismo decir: “los días de la semana” a decir: “siete días” (que podrían
hacer referencia a una cantidad de días en un contexto diferente), y en un lenguaje
extensional podemos intercambiar sin problema el enunciado “los días de la semana” por:
“lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo”. Quine dice que no tenemos
la certeza de que este tipo de “coincidencia extensional” descanse en la significación y no
en circunstancias fácticas accidentales. De esta manera descarta la intercambiabilidad como
posible explicación al problema de la analiticidad.

Después de revisar la función de la definición y la intercambiabilidad en torno a la


analiticidad, y luego de demostrar que ninguna de ellas le sirve de fundamento, Quine toma
una tercera y última posibilidad en relación con lo que el llamó el primer dogma. Examinar
las reglas semánticas (consideradas principalmente en este artículo como una propuesta de
Carnap) es un paso estratégico que le permite a Quine no sólo distanciarse de la
perspectiva de Carnap, sino también criticar sus deficiencias, y dar por concluida la
exposición del Primer dogma. Además esto le servirá para posteriormente establecer
vínculos existentes entre ambos dogmas.

En cuanto a las reglas semánticas, Rudolf Carnap las había considerado como una
posibilidad para resolver la vaguedad en el lenguaje común y facilitar la distinción entre
enunciados analíticos y sintéticos; él afirmaba que si era posible crear un lenguaje artificial

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con ciertas reglas semánticas que precisaran su uso podrían resolverse dichas dificultades.
La crítica de Quine está dirigida a su falta de precisión en cuanto al significado y
características necesarias para considerar a las reglas semánticas como tales. Mas bien
parece según el filósofo estadounidense como su fuesen una lista seleccionada
arbitrariamente.

Quine acepta que la construcción de lenguajes artificiales podría ser útil como “modelo
simplificado” que incluyera esquemas de los factores relevantes para comprender la
analiticidad, es necesario algo que sirva como regla general, y pueda aplicarse a otros
lenguajes, más allá de limitarse simplemente a enunciar cuáles son esas reglas semánticas.
De no hacerlo así, se genera un problema muy similar entre la noción de “regla semántica”
y de “analiticidad”. La conclusión al primer dogma, es que continúa siendo indiferenciable
la separación entre enunciados analíticos y sintéticos. Y por lo tanto, sólo queda una
convicción comparable a un “acto de fe” en esa separación.

A partir de la conclusión del primer dogma, inicia con la descripción general del segundo
dogma (reductivismo) para mostrar después cómo se vincula al primero. Quine manifiesta
desde el comienzo de este artículo, una orientación hacia el pragmatismo como
consecuencia del abandono a los dogmas presentados. En la exposición del segundo dogma
“La teoría de la verificación y el reductivismo” introduce algunas ideas de Peirce (filósofo
fundador del pragmatismo) para contextualizar la teoría de la verificación. Quine dice al
respecto: “la teoría de la verificación […] sostiene que el sentido o significación de un
enunciado es el método de confirmación o confutación empírica del mismo. Un enunciado
analítico es aquél caso límite que queda confirmado en cualquier supuesto”.4

Esta idea nos lleva a pensar cuál es la relación que existe entre un enunciado y las
experiencias que pueden confirmarlo. Una respuesta a esto, es el reductivismo que supone
una correspondencia directa entre cada proposición y una experiencia inmediata.
Nuevamente Quine contrapone su perspectiva a la de Carnap, que sostiene la posibilidad de
analizar los datos sensibles como proposiciones básicas aisladas. Quine expresa claramente
su desacuerdo con Carnap: “El dogma reductivista sobrevive en la suposición de que todo
enunciado, aislado de sus compañeros, puede tener confirmación o invalidación. Frente a

4
Quine W. Dos dogmas del empirismo pág. 70

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esta opinión, la mía, […] es que nuestros enunciados acerca del mundo externo se someten
como cuerpo total al tribunal de la experiencia sensible, y no individualmente.”5 Estas
palabras son clave para entender su propuesta, es decir Quine habla de un “cuerpo total” de
nuestros enunciados, a esta forma de ver el conocimiento, como un sistema cuyas
relaciones internas se validan e influyen mutuamente se le conoce como holismo.

La cuestión que se aborda enseguida es la relación entre ambos dogmas. El primero de ellos
era la imprecisión para distinguir los enunciados analíticos de los sintéticos, el objetivo,
descubrir qué significa exactamente la analiticidad. Las explicaciones dadas hasta el
momento, apelaban al tipo de confirmación de cada uno de estos enunciados (los analíticos
se confirman por la relación entre significados contenidos en el mismo enunciado mientras
que los sintéticos recurren a los hechos). Creer en esta distinción sostiene al segundo
dogma (reductivismo) en la medida en que sea significante hablar de un tipo límite de
enunciados que resultan confirmados “vacuamente”, son los enunciados analíticos.

Esta creencia según Quine abre paso a otro sinsentido que es creer que la verdad de
cualquier enunciado posee una parte lingüística y otra factual. El autor piensa que es
absurdo querer buscar esta separación hasta en los enunciados científicos.

Finalmente la propuesta de Quine es un empirismo sin dogmas y ya que no se han


encontrado fuertes razones para aceptar dichos dogmas, es conveniente desechar estas ideas
de la filosofía. En su lugar, podemos aceptar las creencias y el conocimiento como la
totalidad de un sistema, con ciertas conexiones internas parciales, que se involucran unas a
otras, y que sí tienen contacto con la experiencia, pero sólo en la periferia del sistema,
mientras que las creencias centrales son las más arraigadas y constituyen una especie de
esqueleto del sistema.

Quine no considera este sistema como absoluto, acepta que puede haber cambios y
variaciones, en principio en la periferia, y eventualmente nuevas valoraciones que generen
cambios en otros sectores del sistema. Las consideraciones que pueden llegar a modificar el
sistema, están relacionados con factores que integran en el individuo una “herencia


5
Ibid. pág. 75

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científica” y múltiples estímulos sensoriales, a esto el autor lo considera como una


orientación pragmatista.

Para concluir es posible afirmar que con este artículo W. V. Quine presentó un amplio
panorama en la teoría del conocimiento que hasta el momento había aceptado como
fundamento esencial la distinción entre enunciados analíticos y sintéticos, esto impulsó la
investigación de otros filósofos en la misma dirección para estudiar la posibilidad de una
concepción holista del conocimiento. Además de presentar el primer dogma, el segundo
constituye una crítica a las bases establecidas por los positivistas lógicos, mostrando
algunas debilidades que obstaculizaban el avance de su proyecto científico.

Así como la aceptación que generaron estas ideas, también tuvo críticos que intentaron ir
más allá en la exhibición de los “dogmas” que existen en la filosofía, uno de ellos fue su
alumno D. Davidson, que en su texto De la idea misma de un esquema conceptual continua
el trabajo iniciado por Quine y refina aún más su propuesta.

Texto consultado:

• QUINE, O, “Dos dogmas del empirismo”, en Desde un punto de vista lógico, (Trad.
Manuel Sacristán), Madrid, Ariel, 1962, pp. 49-81.

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