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CURSO : Género y Política

ALUMNO : Lorena Castillo A.

INFORME SOBRE EL CUIDADO Y LA SITUACIÓN DE LA MUJER DOMÉSTICA


NO REMUNERADA EN EL PERÚ

En el Perú la desigualdad de género se ha naturalizado debido al modelo machista de la sociedad,


en la cual, este se presenta en diferentes contextos como lo son el laboral, familiar y social. Si
bien se ha avanzado mucho en los últimos años a partir de la creación del Ministerio de la Mujer
(llamado MIMDES), aún nos falta muchísimo por trabajar para tratar de conseguir la equidad,
sobre todo, cuando hablamos de las mujeres que son discriminadas por triple ves: por ser rurales,
por no hablar el castellano y conservar su lengua materna y también, simplemente por ser mujeres.
Para detallar esta situación en un ejemplo actual, encontramos que en los últimos 5 años el
feminicidio ha alcanzado uno de los índices más altos de muertes de mujeres como consecuencia
de violencia de género, sobre todo, de sus parientes más íntimos, lo que implica preguntarse qué
está pasando en lo legislativo con los derechos de la mujer y cómo se da el cuidado hacia la mujer.
De esta forma, se puede apreciar cómo se vive el cuidado hacia las mujeres en Lima, demostrando
que en nuestro poder judicial, encontramos magistrados con poca preparación en temas de
violencia de género, lo que implica que debido a su desconocimiento, muchas veces la justicia es
esquiva con las mujeres. Asimismo, el Perú no cuentan con especialistas en género, y esta
situación se convierte en un nudo para la resolución de conflictos y la promoción a un cuidado
mejor, considerándose hoy en día en un obstáculo más para las mujeres en términos de protección
de parte del Estado. En este contexto, el presente informe tiene como objetivo presentar cómo se
presenta el cuidado hacia las mujeres en el país, particularmente de las mujeres domésticas no
remuneradas que se relaciona con otra problemática de género donde la participación de hombres
y mujeres en el trabajo es diferente. Pues, el sistema laboral vigente define una desigual
distribución de responsabilidades y actividades según la situación y la posición que tienen tanto
hombres como mujeres.

Por todo lo dicho, habría primero definir lo que involucra el trabajo no remunerado. Cuando
hablamos del trabajo no remunerado, nos referimos a una serie de actividades que son: cuidados
personales, quehaceres domésticos del hogar (cocinar, limpiar, hacer compras, mercado, lavar
ropa, planchar, etc.), tareas de cuido (niños, niñas, personas enfermas, personas dependientes y
quienes tienen algún tipo de discapacidad) (INAMU, 2013). En este sentido, el Perú al ser
considerado como uno de los Estados con mayor compromiso con los presupuestos sensibles al
género, y dentro del cuidado de la mujer referido al tema, sería relevante hablar sobre el uso del
tiempo, tal como nos refiere el MINDES (2011), esta se define como la cantidad de tiempo que
los hombres y las mujeres destinan a la realización de distintos tipos de actividades como: el
trabajo remunerado, el trabajo doméstico no remunerado, el trabajo comunitario, el tiempo libre
y las actividades personales. Específicamente para tratar el tema, me basaré de la I Encuesta
Nacional de Uso del Tiempo (ENUT), realizada en el 2010 en nuestro país, en la cual es una
herramienta de medición del tiempo que nos permite conocer la cantidad de esfuerzo que las
mujeres destinan al trabajo no remunerado en sus hogares y en la comunidad (MINDES 2011, p.
11), el mismo que no es reconocido socialmente como trabajo, invisibilizando su aporte a la
economía. Para abrir los resultados obtenidos se presenció que en el trabajo doméstico no
remunerado (TDNR), los hombres le dedican 15 horas con 53 minutos semanales, mientras que
las mujeres 39 horas con 28 minutos (INEI 2010, p. 13):

“De acuerdo al gráfico, la distribución de la carga global de trabajo es desigual entre


mujeres y hombres. Así, el 52% del tiempo total que las mujeres dedican a trabajar está
destinado a la realización de actividades domésticas no remuneradas; mientras que los
hombres le dedican a esta misma actividad el 24% de su tiempo total de trabajo. Por otro
lado, los hombres destinan el 76% de su tiempo total de trabajo al trabajo remunerado;
mientras que las mujeres le destinan el 48% de su tiempo total. Esta distribución del
tiempo explica por qué los hombres tienen mayor oportunidad que las mujeres para
obtener ingresos”

De esto se puede inferir que la


participación de las mujeres en los
quehaceres del hogar y en el cuidado de
las personas reduce las posibilidades de
acceder al mercado, expandiendo más a
brecha de género volviéndolas
invisibles como actoras del desarrollo.
Por otra parte, sería conveniente resaltar
que si bien existe la Ley de Igualdad de
Oportunidades, esta no es efectiva en
muchos de sus puntos centrales, sobre
todo, cuando se trata de acceso a puestos
laboral. Sin embargo, el DEMUS
(Estudio para la Defensa de los Derechos de la Mujer) Frente a esta situación, el Estado ofrecen
una mayor cobertura para ellas, como el PROFECE (Programa Femenino de Consolidación del
Empleo) y COOPOP (Oficina Nacional de Cooperación Popular). El PROFECE se dirigía a
promover programas de apoyo, empleo y generación de ingresos para las mujeres de escasos
recursos, mejorando el nivel de sus competencias productivas y habilidades personales, así como
la articulación comercial de sus actividades productivas a mercados locales, regionales y de
exportación (DEMUS, p.251). Mientras que la COOPOP se encargaba de la creación de núcleos
de desarrollo en las localidades pobres del país, en los que su población objetivo estaba compuesta
mayoritariamente por mujeres. Sin embargo, llamó la atención que en algunos de los programas
que actualmente se desarrollan, no promovían de la igualdad de género o derechos de las mujeres,
o éstos no sean claros (según información presentada por la ministra de Trabajo).

Más resultados presentados en la ENUT 2010 muestran la persistencia de los estereotipos de


género en la distribución de las tareas domésticas. Así el siguiente gráfica, presenta que son las
mujeres quienes destinan un mayor tiempo a estas actividades, que incluyen tanto tareas de
cuidado de personas dentro del hogar, como aquellas tareas consideradas típicamente femeninas:
cocinar, lavar y limpiar.

Las diferencias más contrastable en


la cantidad del tiempo que destinan
las mujeres y los hombres se
presentan en el aspecto del cuidado
de los miembros del hogar con
dificultades mentales, actividades
culinarias y el cuidado de bebes,
niños, niñas y adolescentes. Las
diferencias de horas se encuentran
en promedio de 7 a 9 horas más de
trabajo para las mujeres que los
hombres. De esta forma, la
distribución de los tiempos no está siendo pensada e imaginada bajo el supuesto que los hogares
son biparentales, heterosexuales, sino que cuentan con el salario familiar de un hombre proveedor
y que las mujeres ni quieren ni deben salir a trabajar y si lo hicieran no deben dejar de lado sus
responsabilidades morales como cuidadoras y organizadoras del hogar, por lo que la distribución
sigue siendo desigual (Dador, 2012). Sin embargo, no se considera que la familia es una
institución dinámica, en constante cambio en su tamaño, estructura, composición y, que hoy casi
el 25% de ellas son monoparentales conducidas y mantenidas por mujeres solas (Montaño, 2010).
Entonces, seguimos sumergido, como nos diría Pautassi (2010), en una situación donde no
responde un enfoque de derechos humanos, donde el Estado es el garante del derecho universal
que tendría cualquier persona a ser cuidada y a realizar el trabajo de cuidar en óptimas
condiciones.
En ese sentido, considero que se requiere de un complejo proceso de cambio social, político,
económico y cultural que remonte la supuesta mejor especialización de los hombres en el trabajo
asalariado y la de las mujeres en el trabajo doméstico. Hasta ahora quienes se dedican al cuidado
en sus hogares aparecen en las estadísticas como población económicamente inactiva y no es
considerado ni en los sistemas de Cuentas Nacionales, ni en los de remuneración ni pensiones
(Dador, 2012). Y, además resaltar que la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo 2010 proporciona
información estadística valiosa para analizar las brechas de género y ha demostrado aún queda
pendiente continuar con muchos y mejores indagaciones sobre género y otras variables desde las
necesidades de las políticas y programas sociales.

Referencia bibliográfica:

Dador, J. (2012). Trabajo no remunerado de las mujeres. Insumos para la incidencia. Hecho el
Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú. Lima, Perú.

DEMUS (2011). Los derechos humanos de las mujeres en el Perú. Hecho el depósito legal en la
Biblioteca Nacional del Perú. Lima, Perú

INAMU (2013). Primer Estado de los Derechos Humanos de las Mujeres en Costa Rica. Instituto
Nacional de las Mujeres. San José, Costa Rica.

MINDES (2011). Brechas de Género en Uso del tiempo. Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca
Nacional del Perú. Lima, Perú

Montaño, S. (2010). El cuidado en acción. En: Montaño, S. y Calderón, Coral (Coord.) (2010),
El cuidado en acción: Entre el derecho y el trabajo. Santiago de Chile, Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (CEPAL). Capítulo 1, págs. 13 – 61.

Pautassi, L. (2010) Cuidado y derechos: la nueva cuestión social”, El cuidado en acción: entre
el derecho y el trabajo. Santiago de Chile, Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(CEPAL).

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