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LA TRADICIÓN

Concepto: conforme al art 670 del Cc: “La tradición es el modo de adquirir el dominio
de las cosas y consiste en la entrega que hace el dueño de ellas a otro, habiendo por
una parte la facultad e intención de transferir el dominio, y por otra la capacidad e
intención de adquirirlo. Lo que se dice de la tradición se extiende a todos los otros
derechos reales”
Por la importancia de esta materia es importante tener en cuenta lo siguiente:
1° El Cc en diversas disposiciones usa el término tradición, pero no necesariamente
con el alcance de modo de adquirir el dominio que presenta la definición del art 670.
Cuando el Cc utiliza la palabra tradición generalmente la usa como sinónimo de
entrega, y no bajo la perspectiva de un modo de adquirir el dominio, lo que debe
tenerse en consideración para no cometer equívocos. De esto se infiere un principio
importante: la tradición que permite la adquisición del dominio, y que es definida
por la ley, supone siempre la entrega de una cosa de manos del tradente al
adquiriente; pero no toda entrega produce el efecto de la tradición como un modo
de adquirir el dominio.
Es perfectamente posible que la entrega -entiéndase por tal, el traspaso material de
una cosa de manos de una persona a otra- puede operar la transferencia del
dominio o no. Sólo la entrega que hace la parte que contrajo la obligación en virtud
de un título traslaticio de dominio constituye jurídicamente una tradición, que
puede operar la transferencia de dominio si se cumplen los requisitos legales. En
cambio, la entrega que hace la parte que contrajo una obligación de entregar, en
virtud de un título no traslaticio de dominio, como es por ejemplo, un título de mera
tenencia, como el de arrendador, no constituye una tradición que permita la
transferencia del dominio, porque el título de mera tenencia no permite desprender
que en la entrega que se efectúa en virtud de él existe la intención de transferir el
dominio, sino que por el contrario, el título revela una intención diametralmente
opuesta, desde el momento que el que recibe la cosa lo hace reconociendo dominio
ajeno, esto es, que la cosa no le pertenece.

2° Por la tradición se puede adquirir, no sólo el dominio, sino que también los demás
derechos reales. Por ejemplo, si una persona dona a otro el usufructo de una cosa
mueble, el mero contrato de donación no va hacer nacer el derecho real de
usufructo, sino que solamente permite al donatario adquirir el derecho personal
para exigir al donante la tradición del derecho real de usufructo. La entrega de la
cosa al donatario que haga el donante con la intención de constituir el usufructo, es
una tradición entendida como un modo de adquirir, no en esta hipótesis el dominio,
sino que otro derecho real: el usufructo. Por otra parte, la entrega que se hace al
donatario para constituir el derecho real de usufructo, no lo va a hacer dueño de la
cosa sobre la cual se ejerce el usufructo, sino que lo va a hacer dueño de su derecho
de usufructo, en aplicación del art 583 que dice que sobre las cosas incorporales
hay también una especie de propiedad. La relación jurídica del usufructuario sobre la
cosa fructuaria es la de mero tenedor, ya que reconoce el dominio ajeno, en este
caso el del nudo propietario.
Cabe mencionar, que también se pueden adquirir por tradición los derechos
personales, lo que permite apreciar el amplio alcance de la tradición como modo de
adquirir tanto las cosas corporales como incorporales, sin limitación alguna.

3° En relación con la naturaleza jurídica de la tradición, es necesario señalar que la


tradición es un acto jurídico bilateral, y más precisamente una convención, porque
para que ésta nazca a la vida del derecho es necesario la manifestación de la
voluntad de dos parte: tradente y adquirente.
Lo que está claro en relación a la tradición es que esta no tiene la naturaleza jurídica
de un contrato, pues su finalidad no es adquirir derecho y obligaciones. De estimarlo
así además habría incoherencia con el sistema clásico de doble título que no acepta
nuestra legislación, ya que no pueden concurrir dos títulos en la adquisición del
dominio de una misma cosa. Por lo tanto cabe preguntarse cuál es la intención
perseguida por las partes cuando celebran el acto jurídico de la tradición, sobre este
punto por lo menos hay dos posturas:

 Mirada desde la perspectiva del dominio que se adquiere, las partes tienen la
intención de modificar el derecho de dominio radicado en un titular
determinado, lo que se logra cambiando la titularidad del dominio de una
persona a otra. Para quienes piensan que la tradición no opera la modificación de
un derecho, pues el dominio, aunque cambie la persona del titular sigue siendo
el mismo, estiman que lo que las partes tienen es en realidad la intención de
traspasar el derecho de dominio y radicarlo en una persona distinta del dueño.
 Mirada desde la perspectiva de las obligaciones contraídas en el título que
antecede a la tradición, la tradición tiene por objeto extinguir las obligaciones
que emanan de ese acto o contrato. De este modo, el vendedor, el donante, el
aportante en sociedad, no transfiere el dominio en el respectivo contrato de la
cosa vendida, donada o aportada, sino que se obliga a transferirla. Es así como la
tradición, lo que hace es extinguir una obligación contraída; o si se quiere
cumplirla; en realidad, pagar.
CARACTERÍSTICAS DE LA TRADICIÓN COMO MODO DE ADQUIRIR EL DOMINIO

1. Es un modo de adquirir derivativo. Esto significa que el dominio que se adquiere


en virtud de la tradición emana o deriva de un titular anterior, no es un derecho
nuevo, sino que el mismo que tenía el antiguo dueño, con todas sus facultades y
eventuales cargas. Siendo derivativo este modo no transfiere al adquiriente más
derechos de los que tenía el tradente, y concretamente, si éste no era dueño de la
cosa tradida, no lo será el que la recibe.

2. La tradición es un modo de adquirir entre vivos. Esto significa que los efectos que
le son propios, no requieren, como supuesto natural e indispensable, la muerte de
una persona.

3. La tradición es un modo de adquirir a título gratuito o a título oneroso. Por sí


misma la tradición no es un acto gratuito u oneroso; lo que si puede serlo es el
título. Se habla entonces de tradición a título gratuito cuando el adquiriente no
queda obligado por el título a desembolsar nada a cambio del bien que adquiere, lo
que ocurre, por ejemplo, tratándose de la tradición que hace a donatario el donante
de una cosa. El título de esa tradición -el contrato de donación- es gratuito, porque
sólo el donatario obtiene utilidad o beneficio como consecuencia de su celebración.
Se habla, en cambio, de tradición a título oneroso cuando el adquiriente ha quedado
obligado por el título a efectuar un desembolso pecuniario a cambio de la cosa que
adquiere.

4. La tradición es un modo de adquirir generalmente a título singular y


excepcionalmente, a título universal. La tradición es a título singular cuando tiene por
objeto una o más cosas determinadas y a título universal cuando tiene por objeto el
patrimonio de una persona o una cuota de éste. La tradición del derecho real de
herencia, que tiene por objeto el patrimonio de una persona difunta o una cuota de
él, constituye el caso de excepción en que la tradición es a título universal. Ello
ocurre tratándose de la llamada cesión de derechos hereditarios, en virtud de la
cual, muerto el causante, uno de sus herederos, por ejemplo, transfiere a otra
persona los derechos que le corresponden en la herencia. El título o antecedente de
la cesión puede ser un contrato gratuito, por ejemplo: la donación, o un contrato
oneroso: la compraventa.

REQUISITOS DE LA TRADICIÓN

1. CONCURRENCIA DE DOS PARTES: EL TRADENTE Y EL ADQUIRIENTE, ART 670.


Lo que la ley requiere como requisito particular de la tradición no es la obviedad de
dos partes, una que entrega y otra que recibe. Lo que la ley requiere es que una de
las partes tenga la calidad jurídica de tradente; y que la otra tenga la calidad jurídica
de adquiriente.

Requisitos impuestos al tradente:


 Debe ser dueño de la cosa que entrega o titular del derecho que transfiere. Si
no lo es, transfiere los derechos que sobre la cosa tenía al tiempo de efectuar
la tradición (art 682 y 683), al tratar los efectos se volverá sobre este punto.
 Requiere el tradente tener la facultad de transferir el dominio. Debe darse,
por supuesto en este punto, que la tradición como todo acto jurídico ha de
realizarse por personas que tengan capacidad de ejercicio o actúen
habilitadas conforme a la ley. Pero la transferencia del dominio por la
tradición no sólo exige la capacidad de ejercicio del dueño de la cosa o del
que a su nombre hace la tradición, sino que es necesario que esté facultado
para transferir. En diversos casos una persona puede ser plenamente capaz,
en razón de su mayor edad, y buena salud mental, y no ser, sin embargo, apta
para realizar un determinado acto jurídico. Ejemplo: el art 1796. Esta
idoneidad jurídica del agente para ser sujeto de la precisa relación que se
desenvuelve en un acto, es llamada en el Derecho Civil contemporáneo
legitimación. En resumen, el que lleva a cabo la tradición debe no sólo ser
capaz de ejercicio, sino que también debe estar legitimado para transferir el
determinado derecho sobre el que versa la tradición. El requisito de la
legitimación también debe concurrir en el mandatario o representante legal,
o sea, ellos deben estar investidos del poder o facultad de transferir el
dominio a nombre del dueño.

Requisitos impuestos al adquiriente:


 Para que pueda adquirir por tradición. Debe ser plenamente capaz, por la
misma razón indicada para el tradente, está celebrando un acto jurídico. La
sanción por falta de capacidad, como también se dijo para el caso del
tradente, será la ordinaria para estos casos.

2. CONSENTIMIENTO DEL TRADENTE Y DEL ADQUIRIENTE.


La tradición es un acto jurídico bilateral o convención, y requiere, por lo tanto, para
su eficacia, la concurrencia de las voluntades de las partes. Lo dice el art 670,
cuando exige que haya intención de transferir por una de las partes y de adquirir por
la otra, y la exigencia de este requisito lo corroboran los art 672 y 673.
Tenemos entonces que la tradición requiere la concurrencia de las voluntades de las
partes, y sin ella sería nula absolutamente o inexistente. Sin embargo, la ley ha
modificado el rigor de estos principios, estableciendo en los incisos segundos de los
arts. 672 y 673, que si falta la voluntad de una de las partes, la tradición se valida
retroactivamente por la ratificación de la parte que no hubiera prestado su
consentimiento. Esto no es sino una consecuencia necesaria de lo expresado
anteriormente, según lo cual la tradición es válida aunque se haga por otra persona
que el dueño de la cosa.
El consentimiento debe versar sobre:
1) La cosa objeto de la tradición.
2) El título que le sirve de causa.
3) La persona a quien se efectúa la tradición.

El consentimiento se puede expresar: personalmente o a través de representante.


Por lo tanto, en estricto rigor el acto no podría ratificarse si falta la voluntad de una
de las partes (si no hay consentimiento), puesto que la ratificación solo procede en
actos válidamente celebrados pero que hasta ese momento eran inoponibles para
una de las partes o un tercero.
Sin embargo, en la tradición la ley hace una excepción a esta regla en los arts. 672 y
673 permitiendo la ratificación cuando falta la voluntad de una de las partes.

La ratificación: consiste en hacer oponible un acto que hasta ese momento no lo era,
por lo tanto, por ella, el tradente o el adquirente hacen que los afecte la tradición
que hasta ese momento no les afectaba por faltar su voluntad.

Así se convalida el acto, el cual por una ficción legal se entiende que siempre fue
válido y que nunca estuvo afecto a ningún vicio.

Existe en esta materia una regla especial: la del art. 671 inc 3 en relación a la
representación del tradente en las ventas forzadas.
En dichas ventas surge la pregunta ¿Dónde está la voluntad del tradente?
La ley señala que en esos casos el juez actúa como representante legal del tradente y
por tanto, expresa la voluntad del tradente. (art. 43) pero para ello deben reunirse
los siguientes requisitos copulativos: venta forzada, decretada por el juez, a petición
de un acreedor, en pública subasta.
Cumplidos estos requisitos se produce un caso excepcional, cual es, que es el juez
quien actúa como representante legal del tradente.
Según Hugo Rosende, en estos casos la voluntad del tradente (vendedor) existe, y se
expresó en el momento en que contrajo su obligación, porque en ese instante puso
todo su patrimonio a disposición de su acreedor en virtud del derecho de prenda
general.
Este criterio fue acogido por la Corte Suprema.
Es por una ficción que se entiende que el tradente expresó su voluntad de transferir
el dominio al contraer su obligación y por ello, al momento de efectuarse la tradición
el juez es solo su representante legal.
Alessandri señala que esta norma crea una nueva y especial forma de
representación legal y comparte el criterio de Rosende.
La Corte Suprema ha señalado que esta representación legal del juez es muy
específica y solo sirve para la firma de la escritura de venta y para la entrega de la
cosa.

Reglas sobre el error.


Como todo acto jurídico el consentimiento en la tradición debe estar exento de
vicios. Los vicios para la tradición son los comunes tratados en el Código, pero en
cuanto al error ha dado unas reglas especiales.
a) Error en la cosa tradida. De acuerdo con el art 676, el error en cuanto a la
identidad de la especie produce la nulidad de la tradición, esto acontece por
ejemplo, si A compra un determinado caballo y B en vez de entregarle ese caballo,
le entrega otro. Esta disposición del 676 está en perfecta armonía con la que se
encuentra contemplada en el art 1453 según el cual el error en la cualidad de la cosa
específica es causal de nulidad absoluta (según doctrina mayoritaria, ya que también
se estima que esta clase de error podría adolecer de nulidad relativa).
b) Error en la persona. Respecto del error en cuanto a la persona, se presenta aquí
una excepción a los principios generales. Porque el error en la persona no anula el
consentimiento, salvo que la persona sea el motivo determinante del acto o
contrato. Tratándose de la tradición, el error en la persona anula la misma. Y ello se
explica porque la tradición no es sino el cumplimiento de la obligación que nace del
contrato. Ahora bien, el pago debe siempre ser hecho al acreedor; de los contrario
es nulo. Si el error recae sólo sobre el nombre, la tradición es válida.
c) Error en el título de la tradición. Está contemplado en el art 677, y pueden
presentarse dos situaciones; en una y en otra la tradición no es válida:
Ambas partes entienden que hay un título traslaticio de dominio; pero el error
consiste en que se equivocan en cuanto a la naturaleza del título. Ejemplo: entrego a
Pedro un anillo de oro, convencido yo de vendérselo en determinada suma, y Pedro,
muy alegre, entiende que se lo dono. En este caso, ambos hemos partido de la base
de que hay un título traslaticio de dominio; pero mientras yo creo que hay
compraventa, Pedro cree que hay donación.
Una persona cree que hay título traslaticio de dominio y la otra entiende que sólo
hay un título de mera tenencia. Utilizando el mismo criterio anterior, yo creo que le
entrego a Pedro el anillo en comodato; en cambio, Pedro, cree que se lo dono. Aquí
el error recae sobre la diferente naturaleza del título o acto fundamental. En los dos
casos la tradición es nula, pues la ley dice que el error en el título invalida la
tradición, sea cuando una sola de las partes un título traslaticio de dominio, sea
cuando las dos partes se suponen títulos traslaticios de dominio, pero diferente (art
677). Finalmente agrega el art 678 que el error sufrido por los mandatarios o
representantes legales también invalida la tradición.

3. TÍTULO TRASLATICIO DE DOMINIO.


“Para que valga la tradición, se requiere un título traslaticio de dominio, como el de
venta, permuta, donación, etc.”, art 675. Otros ejemplos son el mutuo, aporte en
propiedad en una sociedad, transacción cuando recae sobre un objeto no disputado.

Concepto de título. La expresión título se utiliza usualmente en dos acepciones


diversas: una de carácter jurídico y otra, más bien material.
Se llama título al acto jurídico que sirve de antecedente más o menos próximo a la
adquisición del dominio o a la causa inmediata de un derecho. También recibe el
nombre de título el documento que contiene o da constancia de algunos de los
actos jurídicos denominados títulos en la acepción anterior.
El término empleado por el art 675 se usa en la primera acepción.

Requisitos del título. Debe ser válido en sí y respecto de la persona a quien se


confiere. Esto está consagrado en el art 675. Además si el título requiere
solemnidades, es necesario cumplir con ellas para que se transfiera el dominio.

4. LA ENTREGA DE LA COSA.
El término entrega significa en tradición la materialización del acuerdo de las partes
de transferir el dominio del tradente al adquiriente.
Esta entrega es diferente según se trate de bienes muebles, inmuebles, de derechos
personales, de frutos y productos, del derecho de herencia y de las servidumbres.

 Tradición de los derechos reales sobre una cosa corporal mueble.


Según el art 684, la tradición de una cosa corporal mueble deberá hacerse
significando una de las partes a la otra que le transfiere el dominio y figurando esta
transferencia por uno de los medios que el mismo art indica.
La jurisprudencia ha señalado que la palabra significando es sinónimo de asumir un
comportamiento inequívoco, o sea, el tradente debe manifestar en forma clara su
deseo de transferir el dominio.
La entrega en esta clase de tradición puede ser real o ficta.

Entrega Real. Es la que se hace físicamente, sea traspasando materialmente el


tradente la cosa al adquirente, sea permitiendo el tradente, al adquirente la
aprehensión material de una cosa presente (684 n°1). Puede observarse que esta
tradición por su naturaleza es tan sólo aplicable a las cosas que por su volumen y
peso permiten esa entrega material de persona a otra.
Entrega Ficta. Es la que se hace por medio de una ficción, en la que determinados
hechos o actos se consideran actos de entrega.
1°. “Permitiéndole la aprehensión material de una cosa presente”. Se exige aquí
según la doctrina, la presencia simultánea de tradente y adquirente, la presencia de
la cosa a la vista y alcance de ambos y la aprehensión de aquella por el adquiriente,
sin oposición del tradente, asiéndola físicamente.
2°. “Mostrándosela”. Supone también la presencia de ambos ante la cosa tradida.
Esta forma es llamada “tradición de larga mano”, por suponerse que el adquiriente la
aprehende ficticiamente extendiendo sobre ella una larga mano suya.
3°. “Entregándole las llaves del granero, almacén, cofre o lugar cualquiera en que
esté guardada la cosa”. Mientras para algunos autores es ésta la tradición simbólica
por excelencia, en que las llaves son el símbolo de la entrega, otros, en cambio, han
entendido que también es ésta una forma de tradición real, al permitir las llaves la
posibilidad de la toma inmediata de posesión por parte del adquiriente.
4°. “Encargándose el uno de poner la cosa a disposición del otro en el lugar
convenido”. Esta forma es interesante y es también de origen muy antiguo. Al
interpretar el precepto se obtiene que aquí queda efectuada la entrega por
convenirse el encargo; se trata de un verdadero mandato por el que el tradente se
encarga de poner la cosa a disposición del adquiriente en algún lugar. Como no se
exige que se cumpla el encargo, la tradición queda efectuada desde luego, sin
esperar que efectivamente el tradente
5°. “Por la venta, donación u otro título de enajenación conferido al que tiene la cosa
mueble como usufructuario, arrendatario, comodatario, depositario, o cualquier otro
título no traslaticio de dominio” (art 684 n°5, primera parte). Es la llamada tradición
por breve mano. Se ha concebido esta forma para evitar un movimiento material,
que significaría en estas situaciones que el arrendatario u otro tenedor, debería
restituir la cosa al dueño y luego éste nuevamente entregársela, ahora como
tradición. Se entiende que la tradición aquí está representada por la entrega que
antes se efectuó por el dueño al mero tenedor cumpliendo el contrato de
arrendamiento.
6°. “... y recíprocamente por el mero contrato en el que el dueño se constituye
usufructuario, comodatario, arrendatario, etc.” (art 684 n°5, segunda parte). En
forma, inversa de la anterior, es la denominada “constituto posesorio”. Como en la
situación precedente, se evita con esta forma una doble entrega, en que el tradente
primero entregara la cosa que transfiere y luego el adquiriente se la entregará a su
vez, ahora cumpliendo el contrato de arrendamiento u otro que celebren.

Analizadas las diferentes formas de tradición ficta, se puede concluir que en ellas
está siempre presente la idea de que aunque no opere la entrega real o material,
estas formas simbólicas generan en el adquirente la posibilidad de disponer
inmediatamente de la cosa tradida como poseedor.
Norma especial que regula la tradición de muebles por anticipación.
Esta tradición está regulada en el art 685 inc 1°. Esta norma establece una forma de
tradición real, al prescribir que la tradición se verifica en el momento de la
separación de estos objetos. La discusión que se da es si frente a esta forma
especial, se podría también efectuar por una de las formas consagradas para la
tradición ficta. La jurisprudencia ha concluido que sí.

Taxatividad de las formas fictas.


Se ha discutido si es o no posible que la tradición ficta se pueda efectuar por otras
formas distintas de las señaladas en el art 684. En general la doctrina y
jurisprudencia están de acuerdo. Pero también hay poderosas razones para negar
esta posibilidad dado los términos perentorios limitativos del art 684.

 Tradición de los derechos reales sobre cosas corporales inmuebles.


En el derecho romano, y en el Derecho antiguo español, vigente en Chile antes del
Código, la tradición del dominio de los inmuebles se efectuaba, como es la regla
general, a través de alguna de las formas simbólicas que antes se ha indicado. Este
sistema, por regla general, otorga publicidad a las mutaciones jurídicas de los
inmuebles con ventajas en la circulación de la propiedad inmueble, evitando la
clandestinidad de las transferencias, y facilitando con ello el crédito con garantía
territorial.
La regla fundamental se establece en el art 686 que dispone: “se efectuará la
tradición del dominio de los bienes raíces por la inscripción del título* en el registro

* La palabra título utilizada por el art 686 se toma como contrato (título traslaticio de dominio).
La inscripción debe hacerse en el registro que corresponde del C.B.R de la comuna donde está
ubicado el inmueble.
De acuerdo al reglamento del CBR, sólo pueden inscribirse escrituras públicas o una sentencia
judicial, por lo tanto aún cuando el contrato de que se trate no exija escritura públicas, para
hacer la tradición del derecho real si recae sobre un inmueble, necesariamente debe otorgarse
una escritura pública.
del conservador “. De la misma manera se efectuará la tradición de los derechos de
usufructo o de uso constituidos en bienes raíces, de los derechos de habitación o de
censo y del derecho de hipoteca. Hay que tener claro que el derecho de uso y el
derecho de habitación, son derechos que no pueden transferirse, entonces es su
constitución la que requiere inscripción ( en el caso del uso sólo si es inmueble),
pues se constituyen y pierden igual que el usufructo.
Si bien el art 686 menciona el uso y habitación sn personalismos no pueden ser
objeto de tradición porque son intransferibles.
 Derechos reales sobre inmuebles cuya tradición no se efectúa por la
inscripción.
El art 686 omitió a las servidumbres activas y al derecho real de herencia. En el caso
de las servidumbres la tradición se realiza por escritura pública art 698. En todo caso
esto tiene excepciones como la servidumbre de alcantarillado en predios urbanos,
en cuyo caso la tradición debe hacerse por la vía de inscripción en el Conservador de
Bienes Raíces.
Esta escritura pública no es necesario inscribirla para hacer la tradición, sin embargo
se puede inscribir para efecto de publicidad, o sea, para hacer oponible la
servidumbre a los terceros.

Omisión del derecho real de herencia.


La tradición del derecho real de herencia ha originado una serie de discusiones en
nuestro derecho. El modo de adquirir el derecho real de herencia es la sucesión por

Ahora bien, lo que se inscribe en el conservador no es la escritura entera sino un extracto de


ella.
¿Qué derechos reales se transfieren de acuerdo al art 686?
1) Dominio constituido sobre bienes raíces.
2) Usufructo constituido sobre bienes raíces.
3) Uso constituido sobre bienes raíces.
4) Habitación siempre recae sobre inmuebles.
5) Censo siempre recae sobre inmuebles.
6) Hipoteca siempre recae sobre inmuebles.
causa de muerte y se establecerá de acuerdo a ella y no a la tradición. Esta es sólo
necesaria cuando habiendo sido deferida la herencia al heredero, éste se desprende
del todo o una cuota de ella a favor de un tercero. El art 686 no dice como debe
hacerse la tradición del derecho real de herencia y frente a esta omisión existen dos
teorías.
Si un heredero quisiera vender un bien determinado de su herencia, no se aplican
las reglas de la tradición del derecho real de herencia, en ese caso se aplican las
reglas de la tradición del mueble o inmueble según se trate.
Estas reglas se van a aplicar cuando el heredero quiera transferir la universalidad de
su herencia o una cuota de ella, sin señalar bienes específicos. La doctrina sin
embargo, no se ha puesto de acuerdo.
Teorías sobre la tradición de un derecho real de herencia:
 Según algunos, fundados principalmente en el art 580, la herencia es
clasificable como un mueble o inmueble, según los bienes que la integran.
Así, la herencia de que se trata se compone sólo de muebles, su tradición se
someterá a las reglas de éstos (684); si se compone de muebles e inmuebles,
será mixta, y si sólo de inmuebles será bien inmueble, y, como consecuencia,
en estas dos situaciones, la tradición se someterá a las reglas de los
inmuebles, requiriéndose, por tanto la inscripción conservatoria (art 686).
José Ramón Gutiérrez.
 Otros, fundados en que la herencia es una universalidad jurídica, distinta de
los bienes específicos que la integran, estiman que ella escapa de la
clasificación de bienes muebles e inmuebles, es un derecho sui generi,
especial y abstracto**, y que siendo la inscripción una manera excepcional de

** Como no es muebles, no se puede aplicar el art 684 y como tampoco es inmueble no se puede
aplicar el art 686. para Urrutia hay que recurrir al concepto (art 670) por ello la tradición del
derecho real de herencia debe hacerse por cualquier medio que revele la intención del tradente
de transferir el dominio y la del adquirente de adquirirlo.
Sin embargo, existe unanimidad que en virtud del principio de publicidad de las transferencias
efectuar la tradición, establecida sólo para los inmuebles, y la regla general,
son las formas del art 684, la tradición del derecho de herencia no requiere
inscripción, y basta para efectuarla cualquiera manifestación en que conste la
intención de transferir el dominio. Leopoldo Urrutia.

La jurisprudencia se ha inclinado notoriamente por esta última solución. De este


modo la cesión de derechos hereditarios no es materia de inscripción, pues no se
refieren a un inmueble cierto y determinado. Distinto es el caso de que lo que se
ceda sean cuotas determinadas (acciones y derechos) que se refieren a un inmueble
cierto y determinado, pues en ese caso esa cesión debe constar en escritura pública
inscrita. La tradición según esta doctrina del derecho de herencia nos se hace por la
inscripción sino por escritura pública en la que se signifique la intención del tradente
de transferir y del adquiriente de adquirir el derecho.

Tratándose de los legados de especie o cuerpo cierto, el legatario adquiere el


dominio por el sólo fallecimiento del causante. Sin embargo, a fin de conservar la
historia de la propiedad raíz se debe inscribir.

 Tradición de los derechos personales. Art 699.


Esta tradición se hace mediante la cesión de derecho o créditos. La forma de hacerlo
depende de la naturaleza de dicho crédito:

Cesión de créditos nominativos: estos son los extendidos a nombre exclusivo de una
persona determinada. Su cesión se hace por la entrega del título. De esta manera
queda perfecta la cesión entre cedente y cesionario, pero para que surta efectos
respecto del deudor y de terceros, es necesario que se notifique la cesión por el

territoriales es conveniente cuando en la herencia hay bienes raíces o derechos reales constituido
sobre ellos, hacer la inscripción en el CBR.
cesionario al deudor o que éste acepte la cesión. Estos créditos son a los que se
refiere el Cc en los arts 1901 a 1908. El código no se refiere a los otros títulos de
crédito.

Cesión de créditos a la orden: estos son los que llevan la expresión a la orden y su
cesión se hace endoso.

Cesión de créditos al portador: son los que han sido extendidos a nombre de persona
indeterminada y cuya cesión se hace por simple entrega material del título.

TRADICIÓN DE LOS DERECHOS PERSONALES1

Art 699 “La tradición de los derechos personales que un individuo cede a otro se
verifica que la entrega del título hecha por el cedente al cesionario”.
Se hace con arreglo a los arts. 1901 y siguientes, y se efectúa por la entrega del título
que hace el cedente al cesionario. Según la mayoría de los autores la palabra título
se tomó como sinónimo de instrumento donde consta la cesión y estos autores
sostienen que si el crédito no consta en ningún documento había que otorgar uno o
hacer uno para que este documento pueda entregarse y hacer la tradición.
Otros autores como el profesor Alessandri dicen que la ley aquí no se está refiriendo
a la entrega material del título, porque lo que se transfiere no es una cosa material
sino un derecho y por lo tanto para el profesor Alessandri la tradición de los
derechos personales no sólo puede efectuarse por la entrega física del título, del
papel donde consta el crédito sino que también hacerse de una manera simbólica,
por ejemplo: permitir al cesionario tener el crédito por suyo.
La doctrina ha criticado que el art 1901 y siguientes hablen de la cesión de créditos

1Profesor Rubén Celis, “Derechos Reales y Bienes”.


personales porque todo crédito es siempre personal, pero se empleó esta expresión
para manifestar que el código está regulado la tradición de los créditos nominativos
que son aquellos que sólo pueden pagarse a la persona del acreedor, porque está
perfectamente identificado.
La tradición de los créditos a la orden y al portador, no están regulados en el Cc, sino
que en código de comercio.
La cesión de los derechos personales o de los créditos nominativos es la forma de
hacer tradición de esos derechos, no es un contrato. Si el legislador reguló esta
materia dentro de los contratos obedece a una razón histórica.

Forma en que se hace la tradición de los derechos personales.


Se distinguen dos etapas:

Entre el cedente y el cesionario. Se hace por la entrega del título que hace el cedente
al cesionario. Art 1901: “La cesión de un crédito personal, a cualquier título que se
haga, no tendrá efecto entre el cedente y el cesionario sino en virtud de la entrega
del título”.
Una vez que se ha efectuado la entrega del título se entiende hecha la tradición,
pero es inoponible respecto del deudor y de los terceros.

Respecto del deudor cedido. Para que al deudor le sea oponible la tradición que se
ha hecho, es necesario que se le notifique la cesión o bien que acepte la cesión.

Notificación. Art 1902: “La cesión no produce efecto contra el deudor ni contra
terceros, mientras no ha sido notificada por el cesionario al deudor o aceptada por
éste”.
La notificación debe hacerla el adquirente (cesionario). La ley no dice cómo se debe
hacer la notificación, pero se debe hacer en forma judicial y exhibiéndose al deudor
el título donde consta la cesión con la designación del cesionario y con la firma del
cedente. Mientras no haya notificación la cesión al deudor y a los terceros le es
inoponible y por lo tanto si antes de la notificación el deudor paga el crédito al
antiguo acreedor ese pago sería válido.
En la cesión de crédito (tradición de derecho personal) el crédito pasa con todos sus
privilegios, con todos sus accesorios al cesionario siendo esta una de las principales
diferencias con la novación por cambio de acreedor.
En la cesión de crédito no se requiere el consentimiento, en cambio en la novación
por cambio de acreedor sí se requiere el consentimiento del acreedor.
En la cesión de crédito lo único que no se traspasa son las excepciones personales.
Art 1906: “La cesión de un crédito comprende sus fianzas, privilegios e hipotecas;
pero no traspasa las excepciones personales del cedente”.

Aceptación del deudor.


La notificación no es necesaria si el deudor cedido acepta la cesión porque en ese
caso se cumple el objetivo que persigue el legislador y que es que el deudor tenga
conocimiento de la cesión, esta aceptación no es necesaria, basta con la notificación
pero si voluntariamente acepta no es necesaria la notificación.
Todo lo anterior no se aplica para la tradición de los créditos a la orden y al portador.
Los créditos a la orden son aquellos en que al nombre del titular se le antepone la
expresión “a la orden” u otra y su tradición se hace por el endoso. Los créditos al
portador son aquellos en que no se designa a la persona del acreedor y su tradición
se hace por la sola entrega material.

(Apuntes profesora)
EFECTOS DE LA TRADICIÓN

1. El efecto normal de la tradición es transferir el dominio del tradente al adquiriente.


Siendo un modo de adquirir derivativo, este efecto normal, en que la tradición
desempeña precisamente su función de modo de adquirir la propiedad, se produce
siempre que el tradente haya sido dueño de la cosa que transfiere, si no lo era, se
originarán otros efectos que se verán a continuación. Por otra parte, si el tradente
tenía el objeto sometido a gravámenes reales, el adquirente lo adquirirá con las
mismas cargas: todo siguiendo el citado principio de que nadie puede transferir más
derechos de los que tiene.
Pero además la tradición produce el efecto de dejar al adquirente en posesión de a
cosa. Esto porque, en la tradición, ambas partes tienen la intención de que el
adquirente quede como dueños. Así, éste la tendrá, considerándose dueño. Como
con la tradición quedará, generalmente, con la cosa a su disposición, entonces
reunirá los elementos de la posesión, exigidos en el art 700; tiene una cosa, con
ánimo de ser señor y dueño. Será en consecuencia, dueño y poseedor.
Este efecto de que la tradición deja al adquirente en posesión, tiene lugar cuando el
tradente es dueño, cuando es sólo poseedor, o aún, cuando es mero tenedor;
siempre el adquirente queda en posesión de la cosa (así, el art 730 expresamente
resuelve que el que recibe del mero tenedor queda en posesión; con mayor razón si
recibe de un poseedor). Por lo tanto, bien se puede decir que el primer efecto de la
tradición es dejar al adquirente en posesión, y que produce el otro, el de transferir el
dominio, cuando el tradente era dueño.

2. Si el tradente carecía de dominio sobre la cosa que entrega, pero tenía sobre ella
otro u otros derechos transferible, como usufructo, por ejemplo, los transfiere con la
tradición.
Aquí queda el adquirente como poseedor de la cosa y dueño y poseedor de los
derechos que el tradente tenía. Esta regla es discutible por las siguientes razones: la
tradición se efectuó para trasladar el dominio; ésta fue la intención del tradente, y
sobre todo, del adquiriente quien pudiera tener sus razones para repudiar esa
parcial adquisición; él manifestó voluntad para adquirir el dominio, no derechos de
inferior categoría o menor envergadura.

3. si el tradente no es dueño de la cosa que entrega, el adquirente ciertamente no


adquirirá dominio alguno.
Pero entonces la tradición desempeña otra función: confiere posesión al que recibe
la cosa; lo pone en posesión de la cosa, y, por lo mismo, en vías de ganar el dominio
por prescripción (art 683). Aquí se queda simplemente como poseedor. El precepto
citado podría inducir a pensar que la tradición sería título para poseer, al disponer
que da derecho a ganar a ganar por prescripción. En materia posesoria como se
verá, se menciona como títulos a otros modos de adquirir el dominio, más no a la
tradición, lo que es correcto, puesto que la tradición es consecuencia de un título.

Otras cuestiones. Dentro de los efectos de la tradición, debe hacerse referencia


también a algunos puntos particularmente regulados por el código.
 Si el tradente que no era dueño de la cosa que entrega, posteriormente
adquiere el dominio de ella, la transferencia al adquirente se entiende que opera
desde el instante en que hizo la tradición (art 682 inc 2°, en concordancia con el art
1819).
 Época para exigir la tradición. Para determinar desde cuándo se puede exigir
la tradición de lo que se deba, hay que recurrir al título respectivo, de lo cual, como
se ha dicho, la tradición es una consecuencia. Allí constará la obligación de
efectuarla y la época en que el acreedor podrá exigir esa tradición; allí se
determinará desde cuando la obligación de efectuar la tradición es exigible. Así, si
en el título se somete la entrega a una condición suspensiva, habrá que esperar que
la condición se cumpla, si se somete a un plazo suspensivo, luego que el plazo se
cumpla (art 681). Si nada se dice, será exigible desde que se perfeccione el título.
Finalmente puede ocurrir que, exigible ya la tradición, se le notifique a quién deba
efectuarla una resolución judicial por la que se le ordene la retención, embargo o
prohibición de celebrar actos y contratos respecto de lo debido, antes de que
entregue el objeto al acreedor (681), en este último caso, el obligado a efectuar la
tradición se debe abstener de hacerla, siguiéndose si lo hace, los efectos indicados
en los arts. 1578 y 1464.
 Tradición sujeta a modalidades. De acuerdo al art 680 del Cc, “La tradición
puede transferir el dominio bajo condición suspensiva o resolutoria, con tal que se
exprese.
Verificada la entrega por el vendedor, se transfiere el dominio de la cosa vendida,
aunque no se a haya pagado el precio, a menos que el vendedor se haya reservado el
dominio hasta el pago, o hasta el cumplimiento de una condición”.
Problemas con esta norma: el art 680 está en franca contradicción con los arts. 1873
y 1874 del Cc, porque es evidente que quien lea aisladamente el art 680 llegará a la
conclusión de que puede estipularse que no se transferirá el dominio mientras no
se pague el precio o se cumpla una condición. Pero el art 1874 establece otra cosa:
dice que la cláusula de no transferir sino en virtud del pago del precio, no produce
otro efecto que la demanda alternativa que estable el art precedente (1873):
derecho del vendedor para exigir el cumplimiento del contrato, es decir, el pago del
precio, o la resolución del contrato, esto es dejarlo sin efecto.
La doctrina está acorde en que priman aquí las normas especiales de la
compraventa.
Lo que aquí se establece es que pese al pacto de las partes, el dominio igual se
transfiere, lo que ocurre es que el comprador no había cumplido con su obligación
principal (que es pagar el precio) sumado al hecho de que la compra-venta es un
acto bilateral y como tal lleva envuelta la condición resolutoria tácita, lo cual hace
posible que el vendedor pueda exigir o la ejecución forzada de la obligación o la
resolución del contrato y en ambos casos con indemnización de perjuicios.
Así, el art 1874 le niega valor al pacto, por lo tanto, el vendedor puede exigir la
demanda alternativa pero no reservarse el dominio.
Para resolver esta antinomia debería emplearse el principio de especialidad. Y por lo
tanto, como el art 1874 está ubicado en la compra-venta, sólo aquí no valdría, pero
si valdría en otros contratos, por ejemplo: en el sociedad.
Sin embargo, el problema ha subsistido por que el art 680 se refiere al contrato de
compra-venta por lo que las dos normas serían especiales.

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