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MINISTERIO JUVENIL

1. CONCEPTOS

MINISTERIO

Para los fines que tenemos el Diccionario Enciclopédico


Universal define ministerio como EL OFICIO O EMPLEO DE UNA
PERSONA.

Ministerio proviene de la palabra DIAKONIA, que habla


también del oficio y obra del diacono (MINISTRO).

Acto de ministrar o servir, en hebreo “el que sirve” es


denominado con el término “EBED” que implica un servicio
voluntario u obligatorio, y designa a todos aquellos que tienen
que servir.

En el nuevo testamento encontramos referencias de esta


palabra, cuando se emplea en el termino “diakonos” también
en el sentido restringido de un encargado de ejercitar en
una iglesia funciones especiales.

Que en nuestro caso, la función especial se entiende con el


adjetivo juvenil.

JUVENIL. (Del lat. iuvenīlis). Perteneciente o relativo a la


juventud.

Hablar de un ministerio juvenil no es otra cosa que la atención


pastoral especializada en un grupo delimitado de la
congregación determinado por la edad y las características
propias.

Cuando decimos pastoral, estamos haciendo referencia


a “la tarea de la iglesia en un medio determinado.”
Nosotros hablamos de “la pastoral de los adolescentes y
jóvenes” para hacer referencia a la tarea de la iglesia con los
adolescentes y los jóvenes. Hay grupos que atienden a la
juventud con enfoque a su preparación formal, o su
entrenamiento deportivo. La comunidad Cristiana los debe
atender de acuerdo a los valores y las prioridades expresadas
en la Biblia.

Cuando decimos jóvenes, estamos haciendo referencia a


edades que van entre los 13 y los 29 años. Es común que
la gente distingue entre “jóvenes” y “adolescentes,” lo cual
puede ser útil. Pero en este curso en general usamos el
término “jóvenes” para referir a ambos grupos.

2.- LA IMPORTANCIA DEL MINISTERIO JUVENIL


No es una novedad que la juventud en nuestro país, como en
la mayoría de los países de Latinoamericana, sufre una crisis
de identidad y de valores que los conduce a situaciones por
demás alarmantes. Aspectos como la sexualidad, la
dependencia a algún tipo de droga y la falta de propósito en
la vida parecen ser algunos de los que más preocupan.
Podríamos profundizar en los aspectos sociales y económicos
que han colocado a los adolescentes y jóvenes en medio de
tal realidad, pero confiando en que muchos han hablado de
esta problemática y que la mayoría está al tanto de ella, lo
que pretendo es enfatizar el desafío que esto representa para
la iglesia evangélica.

En México, un poco más de la mitad de la población es menor


de 19 años y casi 70 millones son menores de 29 años. 1 Los
medios de comunicación y las grandes empresas invierten sus
recursos para captar la atención de los jóvenes porque saben
que éstos representan un gran mercado. Desde esta
perspectiva, los jóvenes son importantes porque pueden
generar ganancias. Pero la iglesia, ¿por qué debería
considerar importante el ministerio con jóvenes? ¿Por qué
tendría que invertir tiempo y recursos en este ministerio? La
iglesia está llamada a proclamar el mensaje del evangelio, el
evangelio del amor de Dios, los jóvenes necesitan escuchar y
experimentar en sus vidas la realidad de ese amor. La iglesia
también está llamada a vivir en relación con Dios, los jóvenes
necesitan encontrarse con Aquel que puede satisfacerles
plenamente. La iglesia está llamada a vivir en comunión, los
jóvenes necesitan establecer relaciones significativas de
compañerismo y apoyo mutuo.

Así que, por un lado, es el propio llamado que tiene la iglesia


lo que debiera motivarle a considerar importante el ministerio
juvenil y, por otro lado, las grandes necesidades que
enfrentan los jóvenes. Detente unos momentos para
reflexionar en los adolescentes y jóvenes que tienes cerca de
ti, en sus características y sus posibles necesidades.

Puede ser que tú seas un pastor, consejero, padre, o líder de


jóvenes que está preocupado por ellos, has notado su apatía
para asistir a la iglesia e incluso al grupo de jóvenes, puede
ser que estén cuestionando su fe y su relación con Dios.
Probablemente la situación sea diferente, los jóvenes parecen
demasiado entusiasmados, tanto, que han comenzado a
pensar en hacer algunos cambios, lo que causa bastante
desconcierto a los líderes de la iglesia. O quizás, lo que te
inquieta es que su experiencia de fe no rebasa las puertas del
lugar donde se reúnen.

No basta quejarse en contra de la juventud de hoy, decir que


falta compromiso, o dar largos sermones. Estas no son
soluciones. Debemos preguntarnos: ¿Qué estamos haciendo
1
INEGI. Estados Unidos Mexicanos. XII Censo General de Población y Vivienda, 2000.
por los adolescentes y jóvenes? ¿Los conocemos? ¿Somos
sensibles a ellos? ¿Respondemos de manera efectiva a sus
necesidades y preguntas? Si realmente te interesas en estos
cuestionamientos e intentas responderlos, tu visión se está
ampliando.

3.- ¿A QUIENES PASTOREAMOS?

Para poder entender un poco las características del ministerio


juvenil, es importante también entender a quienes estamos
pastoreando, pues existe un diferencia neurálgica.

La juventud, es un periodo de transición, una etapa del ciclo


de crecimiento que marca el final de la niñez y prenuncia la
adultez, para muchos jóvenes la adolescencia es un periodo
de incertidumbre e inclusive de desesperación; para otros, es
una etapa de amistades internas, de aflojamiento de ligaduras
con los padres, y de sueños acerca del futuro.

Se dice que es una etapa de transición ya que es la línea


divisoria entre la seguridad de la niñez y el mundo
desconocido del adulto. Este periodo comienza con los
cambios fisiológicos de la pubertad y termina cuando se llega
al pleno status sociológico del adulto.

En esta etapa comienza la búsqueda de la identidad, que


implica se un mismo, rompiendo el esquema del
moldeamiento del yo por parte de otras personas. De la crisis
de a identidad surge la virtud de la fidelidad, lealtad
constante, fe o un sentido muy ampliamente desarrollado de
confianza, pues en la infancia era importante confiar en otros,
en especial a los padres, pero durante esta etapa es
importante confiar en sí mismo.

Otras de las características principales en esta etapa es la


necesidad del contacto psicosocial, surge la necesidad de un
creciente contacto con la sociedad. El joven pasa gran
parte de la jornada fuera de la propia familia, en la escuela y
en el ambiente de trabajo y tiene la posibilidad de establecer
interacciones sociales con sus compañeros cada vez más
extensas y duraderas.

Una de las principales es el desarrollo sexual del


adolescente. Los cambios físicos que ocurren en la pubertad
son los responsables de la aparición del instinto sexual.

Estas no podemos decir que son las principales etapas que


conforman la juventud, pero sí las de mas trascendencia y
amplitud.

LAS DOS ESFERAS DEL JOVEN


El evangelio según San Juan dicta: “No ruego que los quites
del mundo, sino que los guardes del mal” (17:15)

Es una realidad que los jóvenes de nuestras iglesias viven en


dos esferas totalmente diferentes: la sociedad -el mundo,
como es denominado en la jerga evangélica- y la iglesia. Estas
dos esferas no son únicamente diferentes, sino que, en una
forma cada vez más creciente, son radicalmente opuestas y
viven en constante conflicto.

Por un lado, la juventud evangélica acostumbra a estar


expuesta dentro de la Iglesia a toda una serie de valores,
prioridades, formas de ver la vida. Muchos de los valores
propios de la cultura cristiana son abiertamente cuestionados,
cuando no rechazados de plano, por la sociedad en que
vivimos.

Con demasiada frecuencia, ante la ofensiva cada vez más


violenta y radical de la sociedad, la iglesia adopta una actitud
defensiva, especialmente los sectores más adultos de la
misma.

Desgraciadamente, el rechazo no siempre va acompañado por


una buena interpretación y reflexión teológica de las nuevas
realidades. Es un no, porque no.

Es necesario prever el ambiente favorable en el que, antes de


cualquier otra cosa, se aprendan los sentimientos, los valores,
los ideales, las actitudes y los hábitos de significación ético
social. Es ésta una responsabilidad precisa primero de la
familia y después de la iglesia; formar en los muchachos
personalidades socialmente adaptadas de modo que, al salir
del círculo familiar, puedan ocupar el lugar que les
corresponden en la comunidad de los ciudadanos. Hay en las
jóvenes actitudes que puedan llamarse prevalentemente
sociales, porque están fundadas en necesidades que están en
sí mismas orientadas socialmente a la necesidad de
aprobación de conformidad, de reconocimiento y
participación. Estos factores llevan a la formación de grupos
sociales como: clubes, equipos, fraternidades, organizaciones
juveniles, etc.

La función específica de tales grupos es la de favorecer el


proceso de socialización mediante la comunicación entre los
hombres. Con participación activa de estos grupos, los
adolescentes pueden adquirir muchos de los conceptos
fundamentales y de los procedimientos que están en la base
de una prospera vida social.

4.- ¿QUIÉN LOS PASTOREA?

Como mencionamos anteriormente en la etapa de la juventud,


se lleva acabo la tarea de la formación de la identidad
personal. Los muchachos y las muchachas quieren formar una
identidad propia, quieren saber quiénes son ellos, cuál es el
propósito y el sentido de sus vidas. Ya no quieren ser
identificados con referencia a sus familias, quieren ser ellos
mismos, ya no más el hijo de tal o la hija de cual.

El joven necesita distanciarse de los valores de sus padres, de


su forma de vivir, a fin de decidir si ese estilo de vida es
válido para él. Es esta la época en que los jóvenes se
cuestionan la fe. Tienen que decidir si la fe de los padres será
incorporada en su nueva y emergente identidad. Han de
decidir si la nueva fe incluirá como propia la religión, las
creencias y los valores de los padres. No es posible el
desarrollo de una fe madura sin pasar por este proceso de
crítica y evaluación.

El muchacho o la muchacha mirará a su alrededor en


búsqueda de marcos de referencias. Estos marcos son
personas, instituciones, a los que el joven acude para, por
medio del contraste, la imitación, la confrontación, el diálogo,
ir formando su propia y nueva identidad.

Los muchachos y las muchachas mirarán a su alrededor en


búsqueda de adultos significativos que puedan proveerles de
un ejemplo y un modelo a imitar. Sin embargo, no siempre
sucede esto. Faltan, con demasiada frecuencia, personas que
tengan bien integrada la fe en la vida cotidiana y, por tanto,
puedan ser un marco de referencia adecuado para la
juventud. Faltan líderes de jóvenes que hayan hecho un buen
diálogo entre la fe y la cultura, líderes que no tan sólo
ofrezcan moralidad a los jóvenes sino que estén en
condiciones de ofrecerles una auténtica cosmovisión, es decir,
una auténtica interpretación cristiana del mundo y la vida.

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