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egresados en Iberoamérica
Sus motivaciones, sus métodos y sus dimensiones
Es claro el impulso que desde finales del siglo XX han tenido en el mundo los
estudios de seguimiento de egresados, y durante los primeros años del nuevo
milenio en Iberoamérica. A mediados de la primera década del siglo XXI tan sólo el
24% de las universidades europeas no habían realizado un estudio de egresados, y
el 32% en América Latina; mientras aproximadamente el 90% de las universidades
en Estados Unidos realizaban encuestas de seguimiento de egresados (CINDA,
2012, p. 40). Junto a esto, ha habido al respecto proyectos interinstitucionales de
amplio alcance en varios continentes: el estudio CHEERS (Careers after Higher
Education - an European Research Survey), por ejemplo, que encuestó a más de 36
mil egresados 1995 de 12 países de Europa a finales de los 90 y se replicó años
después mediante el proyecto Reflex con más de 40 mil encuestas para los
egresados 2000; así como el proyecto Proflex (El Profesional Flexible en la
Sociedad del Conocimiento) en América Latina, que, financiado en su mayor parte
por la comunidad europea, reeditó para Latinoamérica los proyectos europeos
anteriores, encuestando a aproximadamente 10 mil egresados universitarios.
Quienes los observan con una mirada teórica y reflexiva advierten que estas
iniciativas nacen como respuesta a los cambios que supone la globalización y las
transformaciones del modelo de producción en el mercado de trabajo. Los
egresados se encuentran al salir de la universidad con un campo laboral
caracterizado por una mayor flexibilidad en los perfiles de empleos y en los formatos
de contratación, y esa complejidad se vuelve un desafío para las instituciones de
educación superior, sobre las que recae la responsabilidad de proveer propuestas
de formación coherentes con los perfiles de profesionales que se requieren.
Vega et al. (2012) advierten al respecto en el primer capítulo del libro Seguimiento
de egresados e inserción laboral: experiencias universitarias, editado por el Centro
Interuniversitario de Desarrollo de Chile, que el alejamiento del modelo fordista de
producción, rígido y estrictamente pautado, y el asentamiento del modelo toyotista,
intrínsecamente flexible en todas sus etapas, enfocado en la reducción de costos, la
eliminación de las distancias mediante la potenciación inédita de las redes y medios
de comunicación y transporte, el aumento del sector servicios y la intensificación del
desarrollo y rol de las tecnologías en el proceso productivo suponen cambios
nucleares en los mercados de trabajo (p 21). Esto se imbrica de manera compleja
con lo que los autores denominan el pasaje a una Sociedad de la Información, del
Conocimiento, de las Comunicaciones y del Consumo, que se vuelve el ámbito
macro en el que los egresados deben dar el paso de la etapa de formación a la
etapa de trabajo (2012, p. 26).
Ante ese diagnóstico, los autores advierten que el sistema educativo superior debe
trabajar en su eficiencia, en el sentido de asegurar una “mayor capacidad de
respuesta a los requerimientos del desarrollo nacional, que asegure la equidad en el
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sentido de brindar igualdad de oportunidades en el acceso y en el aprendizaje y que
diversifique la fuerza laboral en el contexto de la globalización” (2012, p. 24).
A partir de ese desafío y esa presión ejercida sobre las instituciones de educación
superior es que se entiende la proliferación de oficinas y programas de estudio y
seguimiento de egresados, que se han dado de manera constante en países con
estructuras sociales, políticas y económicas divergentes, demostrando una
“increíble similitud” relacionada a “la búsqueda de respuestas comunes a problemas
comunes” (Vega et al., 2012, p. 20).
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de la necesidad de evaluar el actuar de la institución desde lo que cada vez más se
resume bajo el término eficiencia; es decir, su capacidad de cumplir con las
demandas sociales. Los programas de seguimiento suelen ser enfocados entonces
a dos objetivos: estudiar qué tanto se adapta el perfil teórico de egreso de la
institución con las demandas y transformaciones sociales, y evaluar si la universidad
logra cumplir con los egresados la formación anticipada, esto es, si logra formarlos
hacia el perfil de egreso prometido.
Un poco más lejos van los redactores del documento de presentación del Programa
institucional de seguimiento de egresados de la Universidad Juárez Autónoma de
Tabasco (UJAT), en México, al advertir que “los estudios de egresados no
constituyen pues, una simple referencia del proceso de inserción de los nuevos
profesionales en el mercado de trabajo, no son sólo indicadores de satisfacción del
egresado respecto de la formación recibida. Son también mecanismos poderosos de
diagnóstico de la realidad con el potencial de inducir en las instituciones la reflexión
a fondo sobre sus fines y sus valores” (2004, p. 14).
Así, los autores de la UJAT proponen una serie de problematizaciones que, cuasi a
modo de hipótesis, se vuelven puntos focales relevantes para los estudios de
seguimiento de egresados a la hora de caracterizar el trayecto de incorporación al
mercado laboral de los graduados: “si se incorporan a las empresas productivas y
de servicios, si dentro de ellas se estancan en los puestos bajos o intermedios, o
bien, si gracias a su formación pueden acceder progresiva y rápidamente a
posiciones complejas” (2004, p. 14) o, por otro lado, “conocer si la formación
recibida en la institución donde cursaron sus estudios superiores les permite
desenvolverse en el área de conocimiento que determinó su vocación, o bien, si han
requerido prácticamente volver a formarse para desempeñar adecuadamente las
actividades profesionales” (ídem).
Consideraciones metodológicas
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“mecanismo de gestión de carácter investigativo para la recogida de información y
que permite a las instituciones evaluar la calidad de los procesos y resultados de la
formación e introducir las mejoras que sean necesarias” (2012, p. 50).
De esa manera, destacan Jaramillo, Giraldo y Ortiz en su artículo sobre los estudios
de egresados en la universidad Eafit de Colombia, los diversos programas de
seguimientos de egresados no suelen diferenciarse tanto por el método sino por las
temáticas y dimensiones que aborda el formulario y el modo de administración
seleccionado para la encuesta. En el mismo artículo, publicado inicialmente en
2006, los autores advertían que el mejor modo de aplicación era el cuestionario
autoadministrado; y citaban en ese entonces como manera de localización más
eficiente el correo postal, aunque advertían que la tasa de respuesta que aseguraba
apenas solía pasar el 25%. Ante eso, la segunda consideración de los autores iba
hacia la encuesta telefónica, con el alto riesgo de sesgo por parte del entrevistador.
La encuesta autoadministrada online se encontraba tercera entre sus preferencias,
dada la baja cobertura del uso de internet. Esa constricción, no obstante,
probablemente ya no sea tal en mucho de los países de América Latina que quieran
ubicar a sus egresados universitarios, por lo que vuelve a la autoadmnistración vía
web el modo más fiable de llegada a los graduados.
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En cuanto al contenido, esto es, a las dimensiones de consideración por parte del
estudio que operacionalizadas en indicadores se convertirán en los estímulos y las
preguntas que conformarán el formulario, la mayoría de los estudios de egresados
en América Latina demuestran coincidencia en los tópicos de priorización. Esto
debido en gran medida a sus objetivos compartidos como también a los esfuerzos
de estandarización por parte de asociaciones que generan recursos,
recomendaciones y guías para las universidades que se propongan iniciar un
estudio de seguimiento de egresados.
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trayectorias laborales anteriores y primer empleo; el desempeño en el empleo, que
puede combinar abordajes más objetivos y otros de opinión de evaluación subjetiva
del egresado; el vínculo entre las tareas que debe realizar en su empleo y las
competencias adquiridas; y la exploración de las motivaciones y expectativas de los
egresados, así como la vinculación de esos elementos con su trayectoria
profesional.
El manual elaborado por el Proyecto Gradua2, que ofrece una guía sobre todos los
pasos de diseño de la investigación (y que además de centrarse en los estudios de
egresados genera apuntes sobre otro tipo de estudios vinculados a explorar la
relación institución educativa - mercado laboral: los estudios de empleadores)
culmina ofreciendo en su anexo una serie de ejemplos de cuestionarios aplicables
en estudios de seguimiento de egresados.
Lo anterior deja advertir que ambas propuestas guía -la del proyecto Gradua2 y la
de la ANUIES- sobre el contenido recomendado para elaborar los cuestionarios a
egresados se pueden reducir a dos núcleos que se vuelven constantes en los
estudios de egresados del continente: trayectoria laboral y evaluación del egresado
sobre la formación recibida. Esto determina que los cuestionarios suelan diseñarse
por un lado con variables de naturaleza más fáctica y constatativa -de respuesta
objetivable- y por el otro con variables de naturaleza evaluativa y valorativa -de
respuesta más subjetiva-.
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por la otra, construir indicadores agregados sobre sus trayectorias académicas,
laborales y de creación de empresa, como expresiones del aprendizaje realizado en
la universidad y, por ende, reflejo de la pertinencia social de éste” (2006, p, 114).
Desprendiéndose de lo anterior, el cuestionario se estructuró de la siguiente
manera: 12 preguntas sobre datos generales del egresado, 41 preguntas sobre
información laboral, 21 preguntas sobre trayectoria académica y profesional y 24
preguntas sobre evaluación del egresado de la calidad del programa académico
(2006, p. 117).
Conclusiones y desafíos
A nivel metodológico, por otro lado, los mayores desafíos surgen a partir de la
sistematización de los programas y la necesidad de enfoques longitudinales que
obligan a una actualización constante de las bases de datos de egresados y a un
seguimiento que motive a los graduados a brindar su información sin propender a la
desvinculación. La confiabilidad de los datos se esgrime como el objetivo principal
en este punto.
El desafío final, ya en el límite de sus alcances y en la frontera que los une al resto
de las iniciativas de auto-evaluación y administración organizacional y académica de
la institución universitaria, se dirige a lograr el uso efectivo de los insumos para los
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objetivos que los motivaron. Esto es, que los programas de seguimiento de
egresados puedan generar recursos con un alto nivel de precisión y desagregación
y con verdadero estatuto de diagnóstico, es decir, que circulen a nivel institucional,
entre sus órganos, facultades, departamentos, unidades, cátedras y proyectos como
impulsores para la revisión de los perfiles de egreso de los programas, las currículas
y los abordajes académicos e institucionales.
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Referencias bibliográficas
Giraldo, Andrés; Jaramillo, Alberto; Ortiz, Javier (2006) “Estudios sobre egresados la
experiencia de la universidad Eafit” en Universidad Eafit enero-marzo, año/vol
42, número 141. Medellín, Colombia.
Guzmán, Susana; Febles, Mónica; Corredera, Alejandro; Flores, Pilar; Tuyub, Arumi;
Rodríguez, Pedro (2008) “Estudio de seguimiento de egresados:
recomendaciones para su desarrollo” Innovación Educativa, vol. 8, núm. 42,
enero-marzo. Distrito Federal, México: Instituto Politécnico Nacional.
Mora, José; Carot, José; Conchado, Andrea (2010) Informe resumen de los
resultados del Proyecto Proflex en Latinoamérica. Valencia, España:
Universidad Politécnica de Valencia.