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Adicciones

Un camino con salida

Como superar las adicciones, los miedos, inseguridades y


a nuestro peor enemigo, nosotros mismos.

PABLO MARTIN ROSSI

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A mi familia, amigos y a todas esas personas que hoy
están atravesando el infierno que viví tantos años. Que
este libro pueda servir como disparador para poder salir
del mundo de las adicciones y ser libres como nos
merecemos desde el día que nacemos.

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Rossi, Pablo Martín
Adicciones un camino con salida : memorias del infierno
que atravesé para llegar al cielo / Pablo Martín Rossi ;
compilado por Pablo Rossi. - 1a ed adaptada. - Tigre :
Pablo Martín Rossi, 2018.
128 p. ; 21 x 15 cm.

ISBN 978-987-42-6994-2

1. Adicciones. I. Rossi, Pablo, comp. II. Título.


CDD 158

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INTRODUCCIÓN

EL PRESENTE LIBRO NACIÓ DE MI EXPERIENCIA


DE VIDA.

DONDE LA NOCHE Y SUS VICIOS, ME LLEVARON A


ATRAVESAR UNA INTERNACIÓN DE CUATRO AÑOS
EN EL HOSPITAL PSIQUIATRICO JOSE TIBURCIO
BORDA Y OTRAS CLINICAS DE ADICCIONES.

LAS INTERNACIONES QUE ME HA BRINDADO EL


ESTADO ARGENTINO, POR MEDIO DEL SEDRONAR
(QUE ES EN TEORIA EL ORGANISMO RESPONSABLE
DE COORDINAR, LAS POLITICAS NACIONALES DE
LUCHA CONTRA LAS DROGAS Y ADICCIONES,
BRINDANDO AL ADICTO UNA BECA PARA LA
CLINICA MAS ADECUADA A SU PATOLOGIA),
FUERON DESDE EL AÑO 2004 HASTA EL AÑO 2008.

¿COMO ES ESTAR INTERNADO? ¿QUE SE SIENTE EN


EL INTERIOR DE TU ALMA? ¿COMO ES COMPARTIR
LOS DIAS CON PERSONAS PSIQUIATRICAMENTE
INESTABLES? PELEAS, ROBOS, VENTA DE
ESTUPEFACIENTES, Y LA SOLEDAD QUE SE SIENTE,
CUANDO SE ESCUCHA CERRARSE CON CANDADO

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LAS PUERTAS DEL PABELLON. PREGUNTANDOTE SI
MAÑANA PODRAS VIVIR PARA CONTARLO.

EL DIA DESPUES A LOS CUATRO AÑOS


INTERNADOS. COMO ES CONVERTIR, LO PEOR QUE
TE PUDO HABER SUCEDIDO EN LA VIDA, A LO
MEJOR QUE TE PUDO HABER PASADO PARA PODER
AYUDAR DESDE TU LUGAR, A OTRAS PERSONAS
QUE LES TOCA ESTAR ATRAVESANDO EL CAMINO
DE LAS ADICCIONES.

TODOS TENEMOS UN PROPOSITO EN LA VIDA, Y


ALGUNOS LO ENCONTRAMOS A PARTIR DE LAS
EXPERIENCIAS DURAS VIVIDAS.

HACE OCHO AÑOS, COMENCÉ A ESCRIBIR ESTA


AUTOBIOGRAFIA, CON LA INTENCIÓN DE AYUDAR,
MOTIVAR Y PODER CONTARTE COMO FUE MI
CAMINO PARA SALIR DE LAS ADICCIONES. HOY TE
TOCA TRAZAR EL TUYO, ¿TE ANIMAS?.

ESPERO QUE ESTE LIBRO, SIRVA PARA LOGRAR


ALGUN CAMBIO EN EL SITEMA DE SALUD
ARGENTINO.

LASTIMOSAMENTE LA MAYORIA DE ESTOS


CAMBIOS, SE PROVOCARON EN ESTE PAIS, DESDE
UNA MUERTE QUE TOMO ESTADO PUBLICO,
OBLIGANDO AL ESTADO A DAR UNA VUELTA DE
TIMÓN EN ESA MATERIA.

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Uno de los casos más conocidos, es el del doctor René
favaloro :

La Argentina en el año 2000 ya estaba sumergida en una


crisis económica y política. La Fundación Favaloro se
encontraba en una difícil situación, endeudada en unos
18 millones de dólares, por lo que Favaloro pidió ayuda al
Gobierno argentino, sin recibir una respuesta oficial.

Entonces escribió una carta donde decía lo siguiente:

“Estoy pasando uno de los momentos más difíciles de mi


vida, la fundación tiene graves problemas financieros. En
este último tiempo me he transformado en un mendigo.
Mi tarea es llamar, llamar y golpear puertas para
recaudar algún dinero que nos permita seguir”.

El 29 de julio del año 2000, Favaloro se encerró en el


baño de su casa y se disparó un tiro en el corazón. Tras
el desenlace fatal, se conoció que Favaloro había dejado
en su departamento siete cartas cuyo contenido se reveló
parcialmente.

En una de ellas, dirigida a las autoridades competentes,


dejaba en claro que había decidido quitarse la vida, y
explicaba que la crisis económica que atravesaba la
Fundación Favaloro había sido el desencadenante de su
determinación, expresando que la sociedad argentina
necesitaba de su muerte para tomar conciencia de los
problemas en los que estaba envuelta.

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Otro de los tantos casos, es la muerte de Matías
Carbonell, paciente que estaba en el pabellón 14/22 (el
mismo que estuve yo durante un año y ocho meses)
Derivado el 12 de noviembre de 2010 al Hospital Penna,
en profunda agonía.

En diciembre de 2009, Carbonell había sido trasladado


en forma violenta al servicio 14-22 del hospital Borda,
sector sobre el que pesaba una medida cautelar de “cierre
urgente” por las condiciones “peligrosas y humillantes”
en las que se encontraban los internados.

En 2010, mientras estaba en el 14-22, aumentaron las


agresiones hacia Matías y el estado de abandono. El joven
“estuvo internado en condiciones denigrantes; fue
víctima de malos tratos y tortura, soportó diversas formas
de violencia y hostigamiento por parte de los
profesionales. Sus compañeros lo habían elegido
delegado y era el que impulsaba los reclamos para que
mejoraran las condiciones de internación. (Diario página
12, 12 de noviembre de 2017).

A ocho años de la muerte de Carbonell, siguen esperando


la elevación a juicio.

El Servicio 14/22 del hospital Borda terminó siendo


clausurado.

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Entre 2009 y 2010 murieron 46 pacientes sobre una
población aproximada de 800 pacientes en el hospital
Borda.

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Todas las situaciones que atravesamos accidentalmente o
bajo nuestra razón, en este camino llamado vida, tienen
consecuencias.

Dios nos trajo a este mundo y nos regaló un libre albedrio


que nos da la completa libertad para poder decidir.
Decisión, una palabra tan simple y a la misma vez tan
compleja, una palabra que hoy al leer este libro puede
cambiar tu vida.

Todos los días de nuestra vida, tomamos más de dos mil


decisiones. Desde que nos levantamos, hasta que
cerramos nuestros ojos para descansar, y volver a
levantarnos, con fuerzas renovadas, para seguir tomando
decisiones, que forjarán inevitablemente el destino de
nuestra vida.

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Recuerdo por el año 2004, un viernes 31 de octubre,
entrar al hospital psiquiátrico José Tiburcio Borda,
situado en Argentina, Buenos Aires, precisamente en el
barrio de Barracas.

Acompañado por la policía federal, en un móvil


esposado. No entendía bien la situación, aunque era
consciente en el fondo, que ya no podía controlar mi vida,
que ese control había sido tomado por las drogas y mi
futuro no tenía destino.

Ingrese aproximadamente a las 22 horas, proveniente del


juzgado en lo civil que instruía mi causa. Mis padres, al
ver que no podía controlar mis actos, me realizaron una
protección de persona, situación judicial, que sirve para
proteger a un individuo, que hoy no puede decidir bajo
control propio, y está cada vez más alejado de la realidad.

En el juzgado, me habían comentado que iba a pasar


internado el fin de semana, para bajar mis decibeles. Fue
el fin de semana más largo de mi vida, que se convirtió en
una pesadilla de cuatro años.

La admisión de entrada al psiquiátrico Borda, es el lugar


donde se evalúa a los pacientes que ingresan. Salvo
cuando son casos judiciales penales, que pasaban
directamente a la unidad penitenciaria número 20, que se
encontraba dentro del hospital. En esta cárcel estaban los
considerados inimputables por el artículo 34 del código

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penal argentino, pudiendo asesinar o cometer los peores
delitos, sin estar bajo su estado normal de la psiquis.

En mayo de 2011, la unidad se incendió y murieron dos


jóvenes presos por asfixia, días más tarde quedó
clausurada.

Apenas ingrese, me trasladaron a una pequeña sala de


enfermería, inyectándome una medicación, para poder
pasar la noche sedado sin que hubiera riesgos que
ocasionara ningún tipo de problemas. Luego me
acompañaron hasta una pieza de un largo pabellón, lleno
de internos que estaban tomando mate frio con una pava
oxidada y yerba vieja, seguramente, la única cebadura
que tenían y harían durar toda esa velada.

Enseguida me incorporaron al grupo y me invitaron con


un mate, al que desconfié pero por una cuestión de
respeto lo acepte. Ésa noche no recuerdo más nada del
primer y último mate que tome, seguramente mi cuerpo
que no estaba acostumbrado a la medicación psiquiátrica,
enseguida se encontró en un sueño profundo, inducido
por la alta dosis inyectable de Valium.

“Recuerda siempre que eres más


valiente de lo que crees, más
fuerte de lo que pareces y más
inteligente de lo que piensas”.

-Christopher Robin.

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Ese primer fin de semana, fue solo esperar al lunes que
ingresaban los doctores junto a un equipo de psiquiatras
y psicólogos, para mi supuesta alta del centro
psicoasistencial más conocido de la Argentina.

Al llegar el primer día de la semana, los doctores iban


ingresando comenzando a llamar pacientes según las
urgencias y las entradas del fin de semana.

Ingresé con mis padres, que habían concurrido a


visitarme, llevándome una vianda con comida fresca,
para pasar mejor esa estadía con pensión completa en el
mismo infierno. Cuando llegó mi turno para charlar con
los doctores, en una sala de espera llena de pacientes
merodeando y gritando sin sentido, les conté mi
situación.

Había tenido un acto de violencia doméstica, golpeando a


mi madre y hermana con el puño, en un ataque de ira
violento debido a la cantidad de días que llevaba de
abstinencia.

Los doctores evaluaron que mi alta iba a complicarse por


la internación mediante el Juzgado, mi mal humor estaba
a flor de piel ante esa respuesta.

Salí con mucha furia de la sala, pero con las ilusiones


intactas de que muy pronto estaría en la calle, para poder
seguir consumiendo y hacer lo que quería de mi vida.

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Mi consumo era de cocaína, marihuana, pastillas de
éxtasis, ácido lisérgico y cualquier otra sustancia que no
sea inyectable, creo que nunca me anime porque siempre
desde chico le tuve miedo a las agujas.

En el año 1998 con solo dieciocho años, me había


escapado de mi casa situada en el barrio de Versalles,
Buenos aires, capital federal llevando en un bolso algunas
mudas y mi PlayStation que a donde fuese, estaba
conmigo. Siempre debía estar aferrado a algo, y si ese
algo me hacía estar en otro mundo, aunque sea por un
rato para olvidarme de este, mucho mejor.

Me fui a vivir con mis abuelos, de parte de mi madre, dos


personas que en ese momento creí sentir más amor que
por mis propios padres, por la libertad que me brindaban
y porque no ponían limites a mis locuras. Mis locuras,
que iban desde fumar un cigarrillo de marihuana delante
de ellos, hasta llevar mujeres para pasar un buen
momento.

No conocía de límites, me habían expulsado de la


secundaria, por mis formas de reaccionar con los
profesores y preceptores. Mi carácter, estaba siendo
forjado por el consumo de anabólicos esteroides, que
fueron desde la temprana edad de 17 años junto al
gimnasio una de las primeras adicciones.

Las personas que intentaban marcarme los límites eran


mis enemigos. Mi manipulación con la gente era mi

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mayor arma, siempre me salía con la mía, utilizando
cualquier método maquiavélico que fuera necesario para
lograrlo.

Al estar a mitad de año en la escuela secundaria E.C.E.A


(escuela cristiana evangélica argentina) y haber quedado
libre por insultar a un preceptor que quería marcarme los
límites. Mi padre me dijo que busque un trabajo, para no
pasar todo el tiempo haciendo nada y clavado en el
gimnasio, aumentado cada vez más mi egocentrismo
directamente proporcional a mi musculatura.

Mi primer trabajo, fue dos meses después de que me


expulsaran del colegio. Comencé a trabajar de cadete, en
un supermercado que quedaba en el barrio de bajo flores,
en capital federal, un trabajo que no me gustaba ni
incentivaba para nada, pero debía cumplir para hacerle
olvidar a mis padres, la expulsión en el anteúltimo año
del secundario.

Otra vez mi carácter junto a mis formas de


comportamiento, me jugaban una mala pasada y ahora
en mi situación laboral, discutiendo con muy malos
modos con la mayoría del plantel. Cada vez era peor mi
manera de manejarme en la sociedad, aunque los clientes
me querían muchísimo, y siempre pedían por mí para
que los acompañara a llevar el carrito con mercadería
hasta la casa o almacén minorista.

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Mí relación era de choque constante contra toda figura de
autoridad, toda figura superior, que quisiera impartir
cualquier tipo de orden hacia mi persona.

A los seis meses de este trabajo, me llego una carta de


despido, diciéndome que no renovarían mi contrato de
empleo y otra vez quedaba a la deriva.

No me daba cuenta que para estar bien en la sociedad,


con la autoridad y en un trabajo, necesitaba estar bien
conmigo mismo.

Hasta que eso no sucediera, no podría ver un logro


estable formado sobre la piedra sólida, y no como hasta
ahora, plantado sobre la incertidumbre de la arena, que
con un pequeño viento desarmaría nuevamente mi
destino.

Mi segundo empleo, pasaría sin pena ni gloria en una


fábrica de bobinas de papel, en el barrio de Pompeya
(zona sur de buenos aires) donde Mario, el dueño, era
adicto al alcohol.

Había perdido todo en su vida por la culpa de la bebida,


completamente todo (dos años después me llega la
noticia que el dueño de esa pequeña papelera había
fallecido de cirrosis).

Ya estaba mediando el año 1999, cuando conocí mi


primera novia, su nombre era Gilda. Me llevaba 6 años y
en el poco tiempo que estuvimos juntos, me ayudo a

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madurar. Pero al año terminó la relación, por tener
objetivos diferentes. Ella soñaba formar una familia y yo
con todo un mundo por descubrir.

Al mismo tiempo, termine la secundaria en un colegio


nocturno para adultos, en el barrio de Saavedra. Muy
alejado de la casa de mis abuelos, donde estaba viviendo
en ese momento.

Pero como me había anotado tarde, casi al finalizar el


año, no tenía ninguna disponibilidad en otras escuelas
secundarias más cercanas, y no me quedó otra
alternativa, que viajar todos los días de la semana más de
cuatro horas entre ida y vuelta.

Queriéndole hacer frente a todo sin importar su


consecuencia, una tarde me acerque a mi padre, para ver
su respuesta ante un deseo mío de realizarme un tatuaje.
No recuerdo una respuesta tan severa de su parte,
mirándome fijo me dijo:

-el día que te tatúes vas a dejar de ser mi hijo-

Me marcó de tal manera, que todavía puedo sentirlo


como si fuera hoy. Esa respuesta era la que necesitaba,
para tomar la decisión de pedir un turno para
realizármelo.

Todo lo que estaba en el borde de la línea de peligro era


mi confort. Lo que peor podía hacer, para demostrarles a
los demás quien era el hombre fuerte, lo haría. No me

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importaba nada, y mis sentimientos parecían dormidos
por las adicciones, que comenzaron como un juego en
una esquina cercana de la casa de mis abuelos.

Ese juego inició con unas personas que yo llamaba


amigos, ellos eran mucho más grande que yo, con sus
vidas perdidas, pero justamente eso era lo que me atraía.

Deseaba siempre juntarme con personas que no tenían


futuro, que vivían el hoy y que nadie los controlaba, para
ese mismo camino estaba dispuesto a ir, sin importar sus
consecuencias. Alternaba desde ese momento viviendo
entre lo de mis padres y mis abuelos.

Llegaba siempre alcoholizado o drogado, mis padres al


ver que mis salidas eran muy frecuentes, me quitaron
todo tipo de dinero y cerraron con un candado la heladera
de la cocina, no dejándome otra alternativa favorable, que
buscar empleo nuevamente.

Me senté buscando un trabajo, en la sección clasificados


del diario, sobre todo un trabajo que no lo fuera. Un
empleo que me pagaran por divertirme, al que pensé que
mi cinismo había llegado demasiado lejos, hasta que me
di cuenta que recién comenzaba.

Encontré un aviso, que pedía barman sin experiencia,


(trabajar en la barra sirviendo tragos) para una nueva
disco en la zona de Palermo. No dude un segundo en
marcarlo, y tomármelo atribuido como propio. Cerré el

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diario y con esa idea fija en la cabeza, al día siguiente me
dirigí a conseguirlo.

“Cuando ya no somos capaces de


cambiar una situación, estamos
desafiados a cambiarnos a
nosotros mismos”.

-Viktor E Frankl.

Llegue a la puerta de la disco, donde pretendía


embarcarme en una nueva aventura, había una cola de
bastantes postulantes para ese puesto. Cuando me tocó el
momento de la entrevista, pase muy seguro creyendo que
ese puesto debería ser mío.

Me tomaron los datos, con pocas consultas sobre mi


forma de manejarme, en mi supuesto nuevo cargo, y me
dijeron que se comunicarían si el resultado era favorable.
Así fue, que a los dos días, se pusieron en contacto para
avisarme, que comenzara a trabajar el próximo sábado.

Una de las pocas veces que había pisado una discoteca, ya


que en mi adolescencia, mis padres no me permitían
hacerlo ni asistir a los cumpleaños en la escuela, donde
hubiera baile. Siempre fui criado con la consigna de llegar
virgen al matrimonio, junto a otros tantos mandatos
religiosos.

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En mi niñez, me inculcaron dogmáticamente la biblia, sin
la alternativa de poder elegir otra opción. Esa burbuja
donde viví encerrado tantos años, fue contradictoria y me
hizo pasar de un extremo de prohibición total, a un
extremo de total libertinaje, en todos los sentidos.

El primer día de trabajo, en la barra sirviendo tragos, fue


una experiencia única en ese momento para mi vida.
Tenía el poder de hablar, con casi todas las personas que
asistían los fines de semana. Comencé a salir con muchas
mujeres y no dude un segundo en comenzar a acumular
experiencias, tanto con las drogas como con la liberación
sexual.

El primer día que tuve contacto con la droga, dentro de la


discoteca, fue una situación muy rara e insólita, que no
esperaba encontrarme hasta ese momento.

La “disco” que había comenzado a cumplir mis tareas era


de tendencia “gay”, donde asistían homosexuales,
lesbianas y travestis, que con el tiempo aprendí a
conocerlos y relacionarme.

Se acercó a la barra, una persona con una voz muy


gruesa, con una vestimenta bizarra, colorida y sobre todo
muy particular porque no combinaba con su edad y me
pidió un trago llamado “pantera rosa”. Yo lo preparé, con
mi poca experiencia, pero con ganas de aprender busque
los ingredientes que llevaba el trago.

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Le entregué el vaso y en un acto de suma rapidez, él puso
en mi mano en ese mismo momento un papel glasé
cerrado en forma de rectángulo.

Con mi inocencia de principiante, me paré en el centro de


mi lugar en la barra y lo observé, como quien mira una
radiografía a tras luz para reconocer el contenido.

El extraño personaje de la noche, bajó mi mano de un


golpe, haciéndome dar cuenta que no era algo que podía
estar a la vista de cualquiera.

En ese momento, mi compañero de trabajo, me dijo que


en ese contenido había cocaína, y que esa persona que
había sido tan amable conmigo, era nada más y nada
menos el principal vendedor de droga dentro de la disco.

Desde esa noche, mis ojos fueron sumisos con esa


persona, y mi trato con él era maravilloso, porque
empezamos a trabajar en coordinación. Yo les llevaba los
clientes y el me sustentaba la adicción.

“Si un hombre no sabe a qué


puerto se dirige, ningún viento le
será favorable”.

-Séneca.

Con las nuevas compañías del mundo de la noche,


empezamos a frecuentar otras discos gays, swingers y de

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todas las que nos llamara la atención. Predominando
siempre, las que podíamos ingresar por algún contacto
que habíamos hecho en nuestro trabajo nocturno.
Expandiendo nuestras relaciones de la noche y cada vez
ampliando más el círculo de contactos.

Cada vez que avanzaba un paso en la noche, mi consumo


con las drogas aumentaba y empezaba también a probar
otras sustancias fuertes, como el ácido lisérgico (lsd), que
lo combinaba con la marihuana para poder mantener el
alto nivel del toxico, aumentando el goce artificial que
estaba arruinando y desmoronando mi vida, sin que yo lo
pudiera controlar.

Cada vez estaba más metido en el pozo de las adicciones,


y me iba animando a nuevas situaciones, que me parecían
normales en ese mundo que manejaría mi vida por tantos
años.

Estar en el Hospital psiquiátrico José .T Borda es muy


duro, y para mí no sería la excepción. A las dos semanas
de permanecer en admisión, el medico que seguía mi
caso, me comenta que me iban a trasladar a otro servicio.
Al pabellón 14/22, que hasta ese momento conocía solo
por chismeríos baratos entre los internos que le
brindaban la peor reputación.

No estaba con todas las luces mentalmente, tenía muchos


calambres en las piernas y en el cuerpo, por la dureza de
acostumbrarme a las altas dosis vía oral e inyectable que

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recibía de medicamentos psiquiátricos. Durante el día
ingería nueve pastillas en total y cuando sucedía un
problema en mi conducta, los enfermeros se encontraban
en la obligación de colocarme una dosis inyectable.

Mi pensamiento y mi cuerpo habían bajado revoluciones,


acostumbrándome de a poco a la convivencia con los
pacientes psiquiátricos.

Al ingresar al nuevo Pabellón 14/22, al lado de un vivero


enorme que trabajan algunos pacientes internados en el
hospital, para ayudar a su recuperación e integración en
la sociedad. Me encontré con una imagen de una película
de terror.

El lugar tenía una fachada despintada y oxidada, en la


mayoría de las partes donde se mostraba cualquier
artefacto metálico sobre las paredes.

Una puerta enrejada, que trababa todo intento de salida


para el parque sino tenían la orden explicita del médico
de poder hacerlo. Una vez que escuche el crujido de esa
puerta metálica, desplomada al abrirse, nunca más nada
sería como antes.

Atravesé esos pasillos como el que alguna vez viajo en un


parque de diversiones en un tren fantasma,
deteniéndome en cada lugar del recorrido, y esperando
con temor que siempre venga lo peor.

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Ese recorrido era eterno, solo tenía que ir a dejar mis
cosas a uno de los armarios del pabellón, donde los
sectores se dividían en dos. Casualidad o no, eran el 14 y
22 (el borracho y el loco en la jerga del juego). El pabellón
número 22 fue el que me habían asignado, ya que el
pabellón 14 estaba pegado al nuestro, pero solo era
integrado por enfermos de HIV.

“Tus circunstancias presentes no


determinan a dónde vas; simplemente
determinan dónde comienzas”.

-Nido Qubein.

Miraba todo con mucho asombro, lo primero que


observe, era un hombre enorme con una melena gigante,
en un cama llena de basura y alimentos a su alrededor.
Las moscas revoloteaban su lugar y no se llegaba a
distinguir bien que había con exactitud, pero mejor era
pasarlo por arriba desviando la mirada. Su apodo era
pichón, le decían de esa manera, en forma sarcástica,
porque su tamaño era enorme.

Según nos contaron los médicos y la gente de años en el


psiquiátrico, “pichón” se encontraba allí, por asesinar a
su padre y a su madre con una plancha de cocina. Pasó
muchísimos años preso dentro de la cárcel del Borda,
siendo declarado inimputable y luego como era

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costumbre, lo trasladaban al peor servicio del lugar,
¿adivinen cuál? Sí, el que me encontraba yo.

Recuerdo una noche (después de unos meses que lo


conocí) que me encontraba charlando con un compañero
de litera en la oscuridad. Solo nos iluminaba para
reconocernos los rostros, una leve luz que nos brindaba la
vieja lamparita del baño, colgando de un cable que estaba
pronto a cortarse.

Pichón desde la cama de enfrente nos advertía que nos


calláramos, aunque nuestra voz era muy baja. Siguió
varios minutos más advirtiéndonos sus ganas de que nos
callemos definitivamente. Hasta que en un momento se
produjo un silencio rotundo que cortaba el aire. Escuche
tres pasos pesados golpeando contra el piso.

En un instante siento un objeto que corta el viento cerca


de mi rostro a la altura de la sien. Yo con mis manos bajas
sentado en el borde de la cama, no me daba tiempo a
reaccionar. Solo esperaba el impacto, no sé de qué pero
solo sabía que me impactaría lo que fuese.

En ese momento de forma milagrosa, mi mano se acercó


a cubrir el objeto contundente tomándolo junto con parte
de su enorme puño. Enseguida golpeando su rostro baje
su cabeza a media altura para rematarlo con un golpe
contundente, que lo hizo encontrarse contra el suelo en el
acto. Pichón era un hombre de más de 120 kilogramos y
1,90 metros de altura.

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Una vez caído divise su arma con la que me atacó. La
tomé del suelo y la miré con asombro, cuando me di
cuenta que era un cuchillo. No nos daban permiso para
tener cuchillos dentro del establecimiento, solo de
plástico o sin punta para comer.

Este era un cuchillo denominado tumbero. Era una


cuchara que él había estado afilando día tras día
sacándole una filosa punta que usaría con una de sus
víctimas. Tuve la suerte de encontrarme con mi mano
tapando la cabeza de forma milagrosa. De otra manera
hoy no podría haber escrito este libro.

Una vez que Pichón estaba rendido en el piso, llamé a los


gritos a los enfermeros para que vengan a calmar la
situación sabiendo que su intención fue matarme. Pensé
en el acto que tomarían medidas drásticas para su
persona. Alejándolo definitivamente del pabellón, por no
poder estar entre los internos por razones obvias.

Cuando los enfermeros llegaron, tomándose su tiempo, lo


vieron en el piso tirado y me preguntaron que le había
pasado.

Le conté como pude titubeando y tartamudeando (preso


del miedo que invadía mi cuerpo) que me había atacado
con un arma blanca. Los enfermeros tomaron la increíble
decisión de sacarme a mí del pabellón. Me mandaron al
pabellón de al lado, mientras que constataban que Pichón
esté en buen estado sin que nada malo le haya sucedido.

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Ninguno de ellos me preguntó cómo estaba y si
necesitaba algo. Me acosté, tapando mí cabeza con la
almohada gritando fuertemente contra el colchón de
impotencia. Recordando lo cerca que estuve de la muerte
y que poco hubiera importado en el hospital, si el cuchillo
hubiera llegado a alcanzarme.

Seguí mi camino que era interminable por ese condenado


pasillo, observaba gente que no había cruzado en mi vida,
tatuados, fumando, algunos charlando desde las camas y
muchos hablando solos.

Un personaje muy particular, era un hombre de unos


cincuenta años aproximadamente, con una joroba que
marcaba su andar de tanto agacharse al suelo, para
recoger las colillas de cigarrillos y comérselas como el
manjar más preciado que podía encontrar.

Aproximadamente eran quince pacientes en mi pabellón,


que iba contando de a uno mientras seguía atravesando el
pasillo, y todos levantaban su mirada con suspenso,
construyendo murmullos de fondo, que se preguntaban
quién era el nuevo y porque estaría allí.

Al llegar al final del eterno pero pequeño recorrido, se


encontraba el baño, y un hombre en la entrada acostado
en una de las camas, muriéndose de risa, con varios
gatitos sobre su vientre, que acariciaba constantemente.

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En un momento pase cerca suyo, sin casi levantar la
mirada, y de repente se levantó de la cama como teniendo
un resorte en la espalda.

se colocó justo frente mío, preguntándome si conocía


algún departamento en alquiler cerca del barrio de
caballito, (barrio de capital federal /Buenos aires) lo
miré en ese instante, y le dije que sí, que después le
pasaría el dato. Me agradeció cuando volvió nuevamente
a la cama y siguió hablando con los gatitos lleno de frases
sin sentido.

Era un personaje risueño, sin maldad, su apellido era


Valle pero más conocido como el Dr. Valle. Cuentan las
historias clínicas del psiquiátrico y las personas que
estaban hace muchísimos años, que era un distinguido
doctor tucumano, muy destacable, proveniente de la alta
sociedad de una benevolente millonaria familia.

Todavía creía que era medico en ejercicio. Desde su cama


tenía la costumbre de sentarse y llamarte, para que pases
a su oficina. Formada por una almohada con sábanas,
que no era más que una simple litera. Pero él podía ver
un escritorio, junto a un flamante medico detrás,
ofreciéndote el mejor de los servicios.

Al finalizar la consulta exigía su paga con cigarrillos, que


según el tiempo que hubieras estado sentado junto a él,
era proporcional a la cantidad de los mismos.

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Tenía una obsesión con los alimentos, especialmente con
la carne, todo el tiempo corría por el parque gritando que
es malo comer carne, por el virus de la vaca loca y se
sentaba solo en algún montículo de tierra, fumando y
rascando su calva cabeza. Vestía un saco de invierno, en
pleno verano, sin transpirar una sola gota de sudor.

El doctor Valle, Solo era controlado, cuando venía su


pareja a visitarlo. Ella estaba completamente vestida de
enfermera, del siglo pasado, y lo trataba de una forma
especial, dándole de comer, hablándole como una
personal locuaz, que pudiera llevar los hilos de una
extensa y lógica conversación, aunque del otro lado no
recibía más que disparates y sin sentidos.

La mujer tenía el don de transformar, la traducción en


algo lógico, siendo condescendiente en cada momento, y
llevando la charla horas hasta que ella se despedía y debía
abandonar a su marido, hasta la próxima semana.

Al principio me parecía una persona normal, aunque veía


algunas formas bastantes extrañas. Con el tiempo supe,
que todos los domingos, le daban permiso en el
Psiquiátrico Moyano, que está situado justo frente al
Borda (exclusivo para pacientes mujeres) para poder
visitarlo.

Su nombre era Nina, lo recuerdo marcado a fuego, por las


noches que pase con poco sueño escuchando al Dr. Valle,
gritando entre dormido el nombre de su amada.

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En mi primera noche en el servicio 22 no pude pegar un
ojo, por los extraños ruidos, acompañados por
ronquidos, conversaciones, gritos y maullidos. Me había
quedado marcada con fuego, la idea de dormir con la
puerta de hierro, cerrada con candado. Después de las 22
horas, luego de tomar la medicación, los enfermeros
hacían el recuento de que permanecíamos todos ahí
dentro, y colocaban el candado, cuando constataban que
nadie se había fugado.

Al día siguiente fui llamado por el Dr. Hernández, era el


jefe de psiquiatría del servicio, una persona lisiada en una
de sus piernas, su caminar cojo junto a su bastón dejaban
en evidencia su movilidad limitada. La calva cabeza que
dejaba ver su edad avanzada, y los anteojos, que llevaba
colgando con un hilo meciéndose a la altura de su pecho,
eran una de sus características más visibles.

Su carácter era todo lo contrario, de lo que se podía ver,


era duro como un roble para tomar decisiones, me habían
recomendado que me llevara con el de la mejor manera
posible, o sería muy difícil que pueda salir antes de un
largo periodo.

Al sentarme frente a él, estaba mudo tras el escritorio que


nos separaba, observando mi historia clínica junto a
muchos papeles provenientes del juzgado. Yo respondí
con silencio, dejando llevar mi ánimo, por sus caras de
preocupación, que aumentaban cada vez que pasaba las
paginas, mirándome por arriba de sus lentes me dijo:
33
-Tu situación es muy complicada, porque al intervenir el
juzgado, tarda todo más que lo habitual. Me parece que
vamos a estar un largo tiempo juntos -

Casi demuestro mi desconformidad, pero a la vez recordé


su autoridad, baje mis revoluciones que tanto me costaba,
y tarde segundos nada más en ponerme de su lado,
asintiendo con la cabeza su monologo, que debería
repetirlo con cada paciente hace más de cuarenta años.

“Existir es cambiar, cambiar es


madurar, madurar es crearse a
uno mismo indefinidamente”.

-Henri L. Bergson.

De niño, siempre tuve la idea que podía guardar aunque


sea un momento, para toda la vida. Visualizar una
situación, y recordarla en el momento que quisiera, para
compararla con lo que estaría pasando de grande. La
imagen que había guardado desde muy chico fue en la
casa de mis abuelos, antes de dormir, ya con todas las
luces apagadas, menos una, la de un espiral, que miraba
volteado con mi cuerpo de costado, pensando lo que haría
cuando fuese grande y en donde estaría cuando recordara
esta imagen.

Esa imagen, es la que lleve conmigo en esos días de


internación, para trasladarme a ese momento donde la
había recogido. Aquella foto mental, que iba a utilizarla
34
como parámetro de progreso, hoy la estaba usando para
volver al mismo punto de partida de mi niñez.

En ese instante era feliz, y sentía que lo tenía todo, con


algo tan pequeño para recordar, como esa pequeña luz
que reflejaba ese incienso del espiral, que no dura más
que una noche, pero en mi cabeza duraría toda la vida.

Los momentos más felices de mi vida nada han tenido


que ver con lo material, provengo de una familia clase
media con un Padre, Juan Carlos Rossi que estuvo treinta
y dos años en la policía federal ,perseguido y acechado
por su honradez, tuvo que dar un paso al costado,
obligado por la corrupción de las fuerzas de seguridad,
donde se reconoce al vivo, al pícaro , al delincuente, pero
nunca al que quiere hacer bien las cosas.

Como una profesión tan importante, que dependen la


vida de millones de habitantes, pueden convivir con su
némesis? y que tan bien le siente.

Una hermana, Mariana Rossi que atravesó en su


adolescencia hasta entrada la adultez por la bulimia y
anorexia, el espejo siempre fue su peor enemigo pero su
alma noble siempre le dio batalla mostrándole la luz en el
camino de recuperación frente a esa adicción.

Una madre, Elisa Aurora Ferreiro, que su mayor sueño


era tener ocho hijos y no podía tener uno. Después de su
casamiento, trató por todos los medios de poder quedar

35
embarazada, luchando contra todos los pronósticos
negativos, de los doctores y laboratorios más
prestigiosos.

A los cuatro años de desesperanzas, llegue yo, alegrando


la vida de mis padres por completo, lo que no se hubieran
imaginado, que casi veinte años después, sufrirían tanto
por mi culpa.

Perdiendo las esperanzas, recurriendo a cualquier lugar


donde jueguen y lucren con sus deseos de ser padres.
Hasta que un día, cansados de tantas preguntas sin
respuestas, se arrodillaron aun siendo agnósticos
pidiéndole al cielo, que si había un Dios, en algún lugar,
como decían tantos, si ellos tenían un hijo iban a
entregárselo para su labor.

Sin tener bien en claro lo que decían sus labios, y ante


tanta desesperación, se abrazaron en lágrimas, sintiendo
en algún lugar de su ser que hicieron lo correcto.

Una mañana, se posa una paloma completamente blanca,


en la ventana de la cocina de mi familia. Admirados por
su belleza única y por la mera realidad, de que nunca
habían visto una similar, cerca del departamento, les
llamo muchísimo la atención. Muy pocos días después,
tendrían la maravillosa noticia, que serían padres, que
venía al mundo su hijo, después de tantas trabas,
conflictos de pareja, inquietudes.

36
Estaban logrando algo, que para el hombre, junto con la
ciencia, era imposible. Los mismos doctores confundidos,
se tomaron el atrevimiento entre ellos, de llamarlo
milagro.

Después la bendición se extendió, y mi madre trajo al


mundo a mi Hermana, y a un hermanito que nació sin
vida. En cada uno, de estos tres momentos de dulce
espera, siempre dio el aviso, una paloma blanca,
posándose en la ventana.

Un tiempo antes, de la concepción de mi hermanito, mi


mamá, siempre me cuenta, que una noche se sentía muy
mal y se encontraba sola en el departamento, ya que mi
padre, trabajaba y volvería tarde por la madrugada. Se
comunicó al servicio de guardia, del hospital churruca de
la policía federal, pidió una ambulancia, porque estaba
sola y no podía trasladarse.

En un rato largo de espera, tocaron el timbre del portero


eléctrico, enseguida mi madre abrió la puerta y espero
que el medico suba al cuarto piso.

En ese momento, lo invitó a pasar al doctor, quien con


total amabilidad, comenzó a atenderla, consultándole de
donde provenían los dolores. Mientras sucedía esa
situación de rutina, el doctor alto, de contextura delgada,
dejando ver una casual barba en su mentón, le dijo que
no se preocupara, que ella en muy poco tiempo, iba a

37
quedar nuevamente embarazada y sería nuevamente un
varón.

Mi madre quedó admirada, de un segundo a otro por su


apreciación, ya que no habían intercambiado palabra,
acerca de sus ganas de tener un segundo hijo. El doctor se
fue, dejando una grata alegría, y fe, en mi madre.

Ella después de un tiempo, recordó el buen trato del


doctor de guardia, que la había visitado, para examinar
sus dolores y dándole el mejor de los augurios, sobre su
mayor deseo que era engendrar otro hijo.

Entonces, se dirigió junto con mi padre, a visitarlo a la


guardia del hospital donde el doctor ejercía su profesión,
para agradecerle su buen trato de aquella noche.

Al llegar al lugar, contaron lo sucedido al jefe de guardia,


comentándole que querían agradecerle al doctor que la
había atendido. No recordaban su nombre, pero mi
madre lo describió tal cual lo había visto.

Los jefes de guardia se miraban entre sí, y se preguntaban


mutuamente si conocían alguien, bajo esa descripción.
Nadie, tenía idea de quien se trataba, llamaron a los
médicos que estaba de guardia en ese turno pero nadie
llevaba dicha descripción, llamando la atención de todos,
que no lograban explicarse terrenalmente lo que estaba
sucediendo.

38
Pues escrito está: ``A SUS
ANGELES TE ENCOMENDARÁ
PARA QUE TE GUARDEN"

-Lucas 4:10 (la Biblia, Nuevo


Testamento)

¿Les ha pasado cruzarse, con personas que los han


ayudado de forma milagrosa, y nunca más, las han vuelto
a ver? ¿Quiénes son esas personas, que se cruzan de
manera inesperada en nuestras vidas? En aquellos
momentos, que necesitamos solo, de una ayuda divina
llamado milagro, cuando no existe explicación humana ni
profesional .

Nuestra mente finita, nunca alcanzara a comprender la


mente infinita de nuestro creador, ni los misterios que
suceden en el paso de nuestras vidas y el verdadero temor
a lo desconocido, que asecha nuestras vidas con el
nombre de muerte.

Una de las pocas preguntas, que el hombre no se puede


contestar, desde el principio de la humanidad, ¿qué hay
después de la vida?. Basándonos desde el lado científico,
no hay paradigma más discutible que la nada.
Basándonos en la creencia del libro más vendido, que
siempre esta actualizado a través de los siglos, la Biblia,
del otro lado está la verdadera vida.

39
La vida eterna es un lugar, definido por la biblia, donde
no hay enfermedad ni hambre, donde todos somos
iguales delante de nuestro creador. Donde nos serán
respondidas todas las preguntas, si accedemos a la
salvación, por medio de la fe en cristo Jesús.

Al pasar de los días, en el hospital Psiquiátrico iba


relacionándome con nuevos personajes que formaban
parte de mi vida. Recuerdo una persona de apellido Tanzi
que se la pasaba todo el día pidiendo monedas y
cigarrillos, riendo por los pasillos, contando historias
inventadas o que realmente había transcurrido en su vida
o una mezcla de ambas. Siempre perdía el hilo de
conversación y volvía a insistir en el pedido interminable
de un cigarrillo.

Los cigarrillos dentro de la monotonía del lugar eran el


bien más preciado. Siempre conversábamos, entre los
internos que si le daban la posibilidad de elegir a los
paciente psiquiátricos más severos entre un maletín con
un millón de dólares y una caja de cigarrillos, estos se
inclinarían por el tabaco, ya que era su único compañero
físico en el encierro y el dinero solo era papel. Si
hubieran elegido por alguna casualidad el maletín con
dinero estarían más complicados que antes, al no tener
tabaco para rellenar ese papel. Algo que me llevo al
pensamiento de que el dinero tiene el valor de los que la
mayoría quiere imponer que tenga, para esta minoría no
es solo más que un simple trozo de papel con dibujos.

40
El mundo de la noche es un arma de doble filo que pocos
salen airosos, mi comienzo que había sido atrás de una
barra de una discoteca quedaría solo en el recuerdo.

Cuando me ofrecieron comenzar a trabajar de stripper en


algunos lugares de la noche porteña, accedí enseguida por
la diferencia económica que existía.

Realizaba mis shows con poca ropa, arriba de un


escenario o fiestas privadas, que me daban la posibilidad
de conocer nueva clientela para más ofrecimientos a
futuro. Sin duda, era lo que sentí que necesitaba para
seguir desafiando a mi familia, y al verdadero yo, que
todavía, con pequeñas voces imperceptibles, seguía
susurrándome al oído, que no era el mejor camino. Pero
me harte de desobedecerlo, tantas veces, hasta el punto
que ya no tuvo ni voz ni voto en mi vida, desapareciendo
junto a mi pudor y discernimiento por lo bueno y lo malo.

Así arranque en un primer “pub” de la noche trabajando,


consumiendo cocaína cuando los clientes me convidaban
o la oportunidad lo ameritaba.

Conocí muchas personas famosas en la noche, que me


han ayudado y tratado muy bien. El gran bailarín,
coreógrafo y empresario, Flavio Mendoza, en el año 2001
en Mar del Plata, realizaba su show, en varias discotecas,
y me sumó como partner, para los increíbles trucos, que
el ejecutaba en sus presentaciones.

41
Tuve la posibilidad, de estar unos largos e interminables
días, con Moria Casán en la temporada 2003, en Mar del
Plata, donde ella y su gran elenco, hicieron una obra
exitosa llamada "Cabaret bijou".

Recuerdo esas mesas inolvidables, cuando íbamos a cenar


al restaurante Trenque Lauquen, (uno de los mejores
restaurantes de la costa) con su ex pareja Xavier Ferrer
Vázquez, Carolina Papaleo, Juan Leyrado, la inolvidable
María Marta Serra Lima y una cantidad de personas
vinculadas con los medios de radio, televisión y gráfica,
que se paseaban cerca de personas de peso en el ambiente
artístico.

El gran Maestro, Coreógrafo y Director Teatral Ricky


Pashkus me convocó en el año 2002 a participar en el
maravilloso escenario del teatro Maipo. En una noche de
homenaje, al gran Luis Cesar Amadori, con la
Participación de Georgina Barbarosa, Guillermo
Fernández, Julio Bocca, Anama Ferreira y muchos más.

También, tuve la posibilidad de conocer Al inigualable


cómico Argentino Guillermo Franccela, cuando Ricky
Pashkus dirigió la obra “Los productores” junto al gran
Enrique Pinti, Uno de los humoristas más grandes del
país, que tuve el gusto de poder participar varias noches,
junto a eternas charlas en el famoso restaurante
“Edelweis”, donde el eterno cómico Alberto Olmedo, en la
década del 80 cenaba casi todos los días, junto a otras

42
tantas figuras, que desde niño crecí mirándolos en la
televisión.

De todos aprendí algo, y me llevé lo mejor en mi corazón,


que me sirvió en muchas situaciones de la vida, para
poner en práctica sus enseñanzas. Todo en la vida sucede
por alguna inexplicable razón.

Pasaba muchas horas ensayando y yendo al gimnasio


para cuidar mi cuerpo, una obsesión que también
dominaba mi vida, y estaba sumamente ligada con mi
egocentrismo personal. No sentía empatía por los demás,
yo era el centro del universo y mi mundo estaba cada vez
más hundido en la noche y en los excesos.

Todas mis amistades eran de ese círculo, strippers,


transformistas, travestis y todo era normal para mi vida.
Dormía la mayor parte del día, porque llegaba muy tarde
a la madrugada y me levantaba cuando el sol caía.

Era sencillo poder conseguir la droga, ya que trabajaba


cerca de los que vendían, y dedicaban su vida a arruinar
muchos otros destinos de gente desconocida, que hoy
probablemente no tienen revancha.

Porque eso es la adicción, es la perdida de las palabras,


sentimientos, realidades, tristezas, alegrías y sobre todas
las cosas es una enfermedad que debe ser tratada como
tal. Porque hoy en el mundo, es la causa de muerte, que
más almas se lleva por año, dejando entre jóvenes y

43
adultos, solo la esperanza de su propagación, si los
gobiernos no se plantean una política dura contra el
narcotráfico mundial.

“No te juzgues por tu pasado, ya


no vives allí” -Ifeanyi Enoch
Onuoha.

Al poco tiempo conocí mi segunda novia en una disco,


recién había terminado de realizar uno de mis mi shows y
cuando pasó por mi lado, la tomé de la mano, en síntoma
de posesión. Desde esa noche, estuvimos casi cuatro años
juntos, que estuvieron muy ligados a la noche y sus
excesos.

Su nombre era Marcela, apenas los dos teníamos 20 años


de edad, estábamos decididos, a buscar nuevas
experiencias. Ella comenzó a acompañarme, a las
discotecas, donde yo trabajaba. Aguantándose, todo tipo
de situaciones, delante de otras mujeres, desde
desplantes, ataques de ira e infidelidades.

Cuando terminaba la noche, nos refugiábamos a


consumir marihuana, y en ciertas ocasiones cocaína, en la
casa de mis abuelos, que era donde estábamos viviendo
temporalmente.

44
Luego de un corto tiempo, Marcela comenzó a trabajar en
un lugar de masajes, en la zona céntrica de Buenos Aires,
donde fue el comienzo de nuestro crecimiento
económico, ya que ganaba un sueldo diario, que cualquier
persona con un trabajo normal, lo ganaba en un mes.

Con ella, comenzó el consumo de barbitúricos, las


pastillas se la robábamos a mi tía, que vivía en la misma
casa de mis abuelos, o a la abuela de ella, luego
conseguimos un proveedor. Al principio, las
consumíamos, porque no podíamos dormir por el
consumo de cocaína, y después de forma desmedida,
como caramelos, sin importar la hora ni el día, porque
siempre eran nuestras vidas unas vacaciones
permanentes.

Llego el día, que con una parte del dinero ahorrado,


decidimos irnos a vivir solos. Alquilamos, un
departamento hermoso en la zona de villa crespo, pegado
al barrio de Palermo. Nuestro piso era muy concurrido, a
veces por gente que ni conocíamos. Recuerdo levantarme
un día, para lavarme el rostro, y encontrar en mi baño,
mujeres maquillándose y consumiendo, mientras reían
con la ayuda artificial de las drogas.

El consumo cada vez era mayor, y habíamos triplicado


nuestras relaciones nuevas, que incluían personas que
vendían y traficaban con drogas. Había iniciado a conocer
gente del mundo del narcotráfico, que vendían en

45
discotecas, que frecuentábamos los fin de semanas al
principio, y luego casi todos los días.

Mi mente estaba cada día más volcada a realizar lo


prohibido, a moverme en lo que siempre se me dijo que
no, y estaba dispuesto a emprender un pequeño negocio
de ventas de estupefacientes, con el circulo que me
rodeaba. Comencé a comprar en cantidades grandes y
luego a armar bolsitas pequeñas de un gramo de cocaína,
para que durara más, la cortaba rallando pastillas blancas
de cafiaspirina, que tenía el mismo color, ya que en la
mezcla no se notaba, pero la ganancia económica era
mucho mayor.

Más gente entró en el círculo de nuestras amistades


peligrosas, al saber que podían tener droga a mi lado, y
facilitar el consumo en muchos momentos.

Duró un tiempo muy corto, hasta que la policía detuvo a


la persona que me vendía. Ese fue el fin, de lo que podía
haber sido un comienzo con un final muy triste.

Todo en la vida, sucede por razones que a veces no


entendemos pero el tiempo nos forja de experiencias
buenas y malas, para poder continuar nuestro camino.
Algunos tienen más suerte y otros lamentablemente no
podrían escribir este libro.

Luego de un pequeño tiempo, vino el consumo de una


droga conocida en Argentina como “paco”. Una droga que

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está elaborada con residuos de cocaína, procesada con
ácido sulfúrico y querosén, que vuelve zombis muchos
chicos y los mata a veces en pocos meses.

Tuve una muy corta experiencia, con esta droga que te


desequilibra mentalmente, quitándote todo freno
inhibitorio haciendo demasiado daño a nuestro sistema
inmunológico y nervioso.

Mi paso por el hospital psiquiátrico Borda, fue donde


conocería la idiosincrasia de personas que solo había
visto en películas. Personas que nunca pensé que existían
en la vida real.

El segundo lugar de internación después de casi un año y


ocho meses, fue una granja de recuperación para adictos
situada en el oeste de Buenos Aires precisamente en San
Miguel. Un lugar donde estábamos subordinados a
diferentes actividades en el día como cocinar, cortar el
pasto, podar árboles y hacer los cuartos donde
dormíamos todos hombres.

Por jornada teníamos una reunión por la mañana junto a


otra grupal a la tarde, donde contábamos como nos
sentíamos y que queríamos para nuestro futuro con
ayuda de profesionales idóneos en cada una de las áreas
de adicciones.

La rutina me estaba matando, todos los días eran iguales.


Una noche salgo solo a fumar un cigarrillo y mirar el cielo

47
pensando donde estaba Dios en ese momento.
Preguntándome si seguía conmigo o me había
abandonado, en ese instante, hable en voz alta y dije :

-Dios, si sigues a mi lado por favor dame una señal-

Antes que terminara de decir la frase completa, se


encendió una luz de la casa antigua de al lado. En ese
momento me arrodillé lleno de lágrimas, tomando esa
respuesta como un si en lo profundo de mi corazón. Ese
momento me llenó de valentía y fuerzas, que en algunos
momentos no sabía de dónde las sacaba pero me las valía
para continuar mi lucha contra las drogas.

“Sólo hay dos maneras de vivir tu


vida. Una es como si nada fuera
un milagro, La otra es como si
todo fuera un milagro”.

-Albert Einstein

Al día siguiente le comento a uno de mis psicólogos lo que


me había sucedido esa noche, y que la luz de la casa de
lado se había encendido en el momento que pedí al cielo
una respuesta. Me miró fijo con la boca abierta y
semblante pálido, sin poder comprender lo que le estaba
contando y me dijo:

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-Esa casa está abandonada hace muchos años y nadie vive
en ella-

En ese momento comprendí que la señal haba sido un


milagro.

Salía todos los días a comprobar si se prendía la luz


nuevamente, me había obsesionado cada noche a la
misma hora, pero en el tiempo que estuve nunca más la vi
encenderse.

Una tarde, en casi seis meses de mi estadía en la granja


de rehabilitación, me escapé. Volví a la calle después de
tanto tiempo y lo primero que hice fue comprar una
bebida alcohólica. Un vino para ser más preciso, y lo bebí
durante el viaje a la casa de mis padres pensando que me
daría más coraje en intentar nuevamente que me abran la
puerta.

Llegué en un estado calamitoso y mis padres me vieron


desde el balcón, en ese momento cuando bajan para ver
qué había sucedido, tuve un intento de suicidio. Los
amenacé diciéndoles que si no volvía a casa, cruzaría la
calle llena de autos, fue más un llamado de atención en
realidad para ver si los convencía y podía volver a mi
hogar para tranquilizar mi alma, que ya estaba destruida
en agonía día tras día.

Tras ese incidente mis padres me llevaron al hospital


velez sarfield situado a pocas cuadras de su casa e ingrese

49
a la guardia por intento de suicidio. Enseguida me
designaron una habitación, diciéndome que debía
quedarme ahí hasta que el sedronar (ente estatal que se
encarga a socorrer a chicos con problemas de adicciones
en Argentina brindándole tratamientos ambulatorios o
internaciones si el caso lo indica) me designe un nuevo
tratamiento.

Una semana pasó para designarme un nuevo lugar, ya


habían tenido conmigo muchísimos altibajos en mis
internaciones junto a muchas llamadas de atención por
mi mal comportamiento. Muchas fugas de los
establecimientos que ya no sabían cómo continuar mi
tratamiento.

Recuerdo que me trasladaron en ambulancia desde el


hospital Vélez hasta la sede del sedronar en el
microcentro de Buenos Aires, y me llamaron de una de
sus oficinas que atendía una doctora . Ella me observa
recorriendo mi cuerpo lentamente de la cabeza a los pies
y me dice:

-¿vos sos el famoso Pablo Rossi?-

-¿decime ahora a donde querés ir?-

-¿que otro lugar podemos brindarte sin que te escapes y


hagas de las tuyas?-

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No quería seguir internado pero veía que no tenía otra
opción y le dije que me mandaran a una clínica que ya
había estado, y me respondió:

-¡No! Solo hay un lugar para vos, porque están todas las
clínicas completas. Esta clínica está en el partido de Tigre
en la provincia de Buenos Aires-.

No tuve en realidad mucho poder de decidir donde quería


pasar parte de mi futura internación. En ese instante con
las pocas cosas que tenía, me subieron a una ambulancia
camino a mi próximo lugar durante el tiempo que el
destino dicte.

Tigre era un sitio que no conocía, solo había sentido que


estaba cerca del rio y era muy visitado turísticamente,
pero ninguna precisión más. Llegue como llegaba a todos
los lugares nuevos que recorrí en esos casi dos años y
medio, enseguida haciéndome alguna noviecita y algún
grupo de compañeros que me hagan pasar mejor la
estadía dentro de este lugar.

Teníamos mucho sexo dentro de la soledad de las


internaciones, era una de las pocas actividades físicas que
vivíamos dentro y que nos mantenía cuerdos, expresando
necesidades que teníamos reprimidas, con tanta
medicación que ponía cerrojos a nuestro cerebros
durmiéndonos cada día más.

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Era muy común en esta última internación que entraran
mujeres jóvenes y que formáramos grupos para charlar,
fumar, consumir drogas. A pocos días de estar internado
en esta clínica, Conocí una chica que trabajaba de
stripper en muchos lugares que yo había trabajado. Ella
había ingresado por intento de suicidio, su nombre era
Érica, había querido cortarse las venas. Nos conocimos
una noche y enseguida hubo una química fabulosa, desde
entonces comenzamos a estar juntos todo el tiempo. Hace
un año, muy recientemente, me enteré tristemente por
las redes sociales, que en esos tantos intentos de suicidio
que ella había tenido se había ahorcado, terminado con
esta vida que la había llevado a tanto sufrimiento.

No tardé mucho en hacerme de compañeros que


trabajaban ahí dentro, algunos enfermeros que a cambio
de favores con pacientes y mantener el orden de la clínica
me brindaban ciertos beneficios. Beneficios que iban
desde salidas cortas, drogas o alimentos extras para hacer
más llevable la estadía dentro del lugar.

Ya llevaba tres cumpleaños y tres navidades pasándolas


dentro de las internaciones. Me llenaba el alma de
sufrimientos pero mi carácter se forjaba de acero,
experimentando un instinto de supervivencia que nunca
pensé que estaba dentro mío.

Había pasado un año casi de que ya no recibía visitas de


mis padres. Después de tantas veces que habían venido a
visitarme y yo no los trataba de buenas formas, tirándole
52
en algunas ocasiones la comida o sus regalos por la
cabeza.

Recuerdo en algunos momentos de locura, haber tenido


delante de ellos actos de violencia con médicos, insultos
y haberles dicho que no vengan más, fue mi deseo que
resultaría realidad.

Un guerrero de la luz usa la


soledad, pero no es usado por
ella.

-Paulo Coelho

Los llamaba muchas veces pero nunca atendían, el


establecimiento pidió al juzgado que se le mande una
carta documento por abandono de persona, pero aun así
no tenían respuestas.

No sabía que había pasado con ellos, tampoco sabía si


estaban vivos porque no existía señal alguna de vida y me
desesperaba por dentro el solo hecho de pensar haber
quedado solo en este mundo.

Cansado de lidiar con mi alma después de estar internado


en diferentes lugares con diferentes personas que la vida
me había cruzado en el camino por una causa.

Cada uno de ellos que pasó por mi vida me marcó y dejó


una enseñanza diferente.

53
Los errores que cometemos en nuestra vida no solo
pueden sentenciar nuestro destino sino que también
arrastramos a los que amamos, a nuestra familia, pareja y
amigos.

Agotado de promesas de libertad, agotado de pasar


cumpleaños, navidades y fin de años, solo bajo estos
techos de locura, que dominaban mi ser y me contagiaban
día a día sus costumbres.

Hay una frase que dice júntate con inteligentes y serás


uno de ellos. Yo pasaba las veinticuatro horas de la
jornada con personas psiquiátricamente inestables y
después de casi mil cuatrocientos días, mi psiquis se
encontraba muy alterada con poco parámetro de la
realidad y pequeñas gotas de esperanza que podría
escapar de ese infierno.

En la última clínica que estuve internado, situada en el


partido de Tigre, mi psiquiatra me llama para hablar,
como era parte de la rutina diaria en mi internación.

Me invitó a sentar de una forma diferente a la de siempre


y me dijo:

-La única salida que te queda, es escaparte de la clínica y


presentarte en el juzgado civil que lleva tu causa-.

Nunca habían venido a visitarme del juzgado ningún


asistente social, secretario del juez ni nada que se le
parezca en todos esos años.

54
No me conocían, era solo un número más, un expediente
que daba vueltas en la mesa del juzgado dependiendo de
la buena predisposición y vocación de trabajo que
tuvieran los jueces.

Necesitaba dinero para salir a la calle, para poder


conseguir un lugar para estar por un tiempo, ya que mi
familia no me abriría la puerta porque sabían lo mal que
estaba aún, y que todavía no era el momento de volver a
convivir.

Tuve un segundo de claridad en mi mente, Salí de la


oficina subiendo las escaleras hasta mi habitación
buscando desesperado sin saber dónde, sin saber que,
dentro de mis bolsos viejos que ya habían juntado ácaros
y piojos muchas veces.

En un instante encuentro en uno de mis pantalones diez


pesos, mire al cielo y pedí muy fuertemente un cambio.
No podía más con mi alma y a veces sentía ideas de no
estar vivo. En otro momento hubiera usado ese dinero
para comprar marihuana o cocaína pero ese día marcaría
un antes y un después en esta historia.

Se me vino a la mente la idea de poder comprar


mercadería para revenderla dentro del establecimiento.
Muchas personas tenían pensiones de discapacidad y
cobraban un sueldo. A otras personas le dejaban dinero
sus familias y otras no sabía bien de donde la sacaban,
pero todos dentro de un lugar pequeño, eran más de

55
ciento veinte futuros clientes. Pensé la primera necesidad
que tenían los pacientes dentro, era el tabaco, los
cigarrillos.

Con ese dinero que había encontrado, compré diez


paquetes de cigarrillos y los vendí al doble de su valor. En
menos de dos horas había duplicado mi capital inicial,
que era mi futuro de salida.

Al otro día compré el doble de mercadería y los vendí


nuevamente. De a poco comencé a vender en cantidades
más grandes y primeras marcas de tabaco, que muy pocos
pacientes dentro del lugar podían darse el lujo de fumar.
El acceder a una primera marca de cigarrillos entre los
pacientes era sinónimo de riqueza y poder.

“Cree en ti mismo y todo lo que


eres. Reconoce que hay algo
dentro de ti que es más grande
que cualquier obstáculo”.

-Christian D. Larson

De a poco intentaba abrir cada vez más el negocio para


que la entrada fuera mayor y mi espera por la salida más
veloz. Tenía un termo viejo oxidado y una excelente
relación con las chicas que trabajaban en la cocina de la
clínica. Comenzaron a prepararme el café en las ollas,
muchas personas que trabajaban dentro de la clínica y no
eran pacientes fueron maravillosas conmigo también muy
56
permisivas. Pienso que hasta lastima tenían por mi
situación.

El negocio mejoraba cada vez más y era muy redituable,


sumé sándwiches de jamón y queso que yo mismo
preparaba. Luego comencé a tomar pedidos grandes,
estaba funcionando muy bien, acercándome cada vez más
a mí objetivo, juntar dinero para mi supuesta salida
definitiva. Después de tantos años de intento tras intento
nunca lo había conseguido pero nunca me daba por
vencido y en algún lugar de mi ser sabía que esta vez era
la vencida.

Guardaba mi dinero de la recaudación de las ventas en


una riñonera interna, que me había regalado un paciente.
Día tras día dormía con ella por temor a que me la
puedan robar.

Pocos días faltaban para mi escape y en el día a día me la


pasaba planeando como iba a suceder. Cuando estábamos
en el patio practicaba mi fuga con algunos pacientes que
podía llevar una charla coordinada y no tenían graves
problemas psiquiátricos, los cuales eran contados con los
dedos de una mano.

Cuando me voy a dormir a la habitación, paso por


enfermería a tomar la medicación como todas las noches.
Me acuesto vestido para levantarme temprano y
emprender mi salida a la libertad apenas se abra la
puerta.

57
Esa mañana me levanté más tarde que cualquier otra,
muy mareado como si hubieran cambiado mi medicación
por una más fuerte y eso fue lo que había sucedido.

Sabían de mi dinero, sabían seguramente que ese día me


iba a escapar y aprovecharon para darme una medicación
diferente a la que no estaba acostumbrado mi cuerpo,
provocando un sueño pesado en mi sistema nervioso. Sin
duda fue uno de los golpes más bajos, fuertes y más
importantes que pude recibir en ese momento. Debo
admitir que llore de impotencia, golpee puertas, ventanas
y algunos posibles soplones pero nada me devolvería mi
esfuerzo y el dinero que iba a ser mi llave para escapar.

En un instante mi lucidez volvió y pensé, ya tengo los


clientes, tengo los proveedores y la logística, ahora lo que
me llevo cinco meses para lograr juntar el dinero lo haría
en mucho menos tiempo.

Bajé las escaleras para encontrar al doctor que me había


dado la idea de ir al juzgado y le dije si por favor me
prestaba diez pesos (no me había quedado ni un centavo
después del robo).

Comencé nuevamente mis ventas y esta vez en un mes


conseguí el dinero que necesitaba. Antes de irme esa
mañana fría pase por el consultorio de mí psiquiatra y le
dije:

58
-Le agradezco doctor por el dinero que me presto, acá le
devuelvo los diez pesos-

Sin intermediar muchas más palabras, lo abrase y partí.

Trepe esos muros con alambres de púas sin importarme


mucho la posibilidad de lastimarme, creo que mi piel
también había mutado y se había hecho más áspera
sabiendo lo que estaba atravesando.

Salté desde una altura de casi cinco metros cayendo sobre


un colchón de libertad que me amortiguaba, sabiendo
que era el principio del cambio. Sabía muy dentro mío
que esta vez era la última, aunque mi cuerpo me
respondía con temblores, miedos e inseguridades de tal
manera que escuchaba una sirena de ambulancia o
policía, y mi cerebro lo relacionaba directamente con el
hecho que me estaban buscando para llevarme de donde
me había fugado.

“Los pensamientos se convierten


en palabras. Las palabras se
convierten en acciones. Las
acciones se vuelven hábitos. El
hábito se convierte en carácter. Y
el carácter se convierte en tu
destino.”

-Desconocido.

59
Vuelvo al Hospital Borda luego de mi escape, donde me
habían quedado algunos médicos conocidos que me
podrían ayudar para conseguir la medicación, para no
cortar de golpe la ingesta y el efecto no sea
contraproducente.

Conseguí también una carta dirigida al juzgado, donde un


medico daba la buena fe de mi buen estado psiquiátrico y
psicológico para poder continuar un tratamiento
ambulatorio algo que venía soñando hace años y era mi
prioridad

Cuantas veces en la vida tenemos prioridades diferentes


siempre dependiendo de la situación que estemos
atravesando. Ésa primera noche en libertad la pase en
una pensión en el barrio de caballito en una zona céntrica
de Buenos Aires, donde alquilaban piezas a muy bajo
costo.

Estuve charlando la noche anterior con una chica que


había venido a estudiar del interior y le conté sobre mi
problema con las adicciones, contándole que estaba
esperando para presentarme en el juzgado para pedir mi
alta definitiva.

Al día siguiente me golpearon la puerta los dueños de la


pensión diciéndome que se reservaban el derecho de
admisión y debería dejar el lugar cuanto antes.

60
Recuerdo que tenía el teléfono del doctor que me había
ayudado en la última clínica, no dude demasiado y lo
llame para manipularlo.

La manipulación era mi arte, era casi mi única forma de


vivir y que conocía, había manipulado desde mis padres,
familia, profesionales, enfermeras todas para que mi vida
fuese más sencilla. Manipular era todo lo que pensaba
que necesitaba para continuar por esta vida obteniendo lo
que yo deseaba de las personas, las usaba como objetos.

Me puse a llorar por teléfono diciendo que no tenía un


lugar para ir. Él vivía con sus dos hijos y en pocos
minutos me dijo que vaya a la casa por esa noche. Esa
noche que termino siendo un mes.

Lo estire lo máximo que pude, seguía mi consumo latente


a cualquier sustancia que se me cruzara por delante.
Hasta que el doctor me dijo que ya no podía seguir
viviendo en su casa y por favor la abandonara lo más
rápido posible.

Todavía no me había presentado en el juzgado como tenía


planeado, por miedo quizá o la idea de que me harían
regresar donde estaba internado. En mi día a día no tenía
libertad aunque estaba en la calle, mi alma estaba atada a
las adicciones todavía y a situaciones extremas de riesgo,
que me hacían sentir intocable y que nada podría
vencerme.

61
Otra vez mi manipulación latente encontró otra víctima.
Me senté en un “Ciber” café y abrí mi casilla de mail que
no controlaba hace más de dos años.

Ahí encontré el contacto de un conocido de la noche de


hace unos años atrás, su nombre era Marcelo y no dude
en contactarlo por chat. Nunca le dije que me había
escapado de un establecimiento psiquiátrico. Mis
mentiras me llevaron a decirle que había estado en Brasil
cuatro años filmando una novela, con un papel
secundario.

Le dije que me había ido muy bien pero luego había


perdido todo lo que había ganado. Termine consultándole
si tenía un lugar en su casa para poder pasar unos días, ya
que estaba solo y no conseguía un sitio temporal para
vivir.

Enseguida recordé que él me había dicho en una


oportunidad que vivía en el barrio de Saavedra, bastante
lejos de donde había estado internado la última vez. Lo
último que quería es estar cerca de esa clínica.

Me dijo que nos juntemos para charlar y que me quede


tranquilo que él iba a hablar con su madre y su hermana,
con quienes vivía, para consultarles la posibilidad de que
pueda alojarme un corto tiempo hasta que todo se
solucionara.

62
Nos juntamos al otro día en un bar para tomar algo y
hablar de todo un poco. La mayoría de mi relato eran
mentiras para conseguir mi objetivo.

Él me dijo que la única forma para que yo esté en la casa


con ellos era si él le decía a su familia que yo era su
pareja, por un segundo se me paralizo el mundo,
sabiendo la historia que esa decisión podía traer
aparejada.

Acepté esa condición sabiendo que era la única opción


real y latente que tenía por delante, en vez de vivir en la
calle bajo un puente o volver de donde me había
escapado.

El domingo me esperaban en la casa de ellos, le pedí la


dirección correcta para poder ir con un taxi y llevar mis
bolsos con mis pertenencias. Cuando me pasa la dirección
me doy cuenta que es a cinco cuadras de la última clínica
que estuve en Tigre, la que me había escapado hace
solamente dos meses. Le pregunte obviamente si se había
mudado de su casa anterior del barrio de Saavedra y me
contesto que hace más de cinco años que habían elegido
tigre para vivir.

El destino parecía encaprichado en traerme para ese


lugar, había algo sobrenatural que no quería que escape
de lo que tanto me costaba enfrentar.

63
Con lágrimas en los ojos salí con la idea de que estaba tan
cerca de aquel infierno y a la misma vez el saber que
debía simular durante un tiempo ser la pareja de mi
amigo que abiertamente la familia sabía que era gay.

Me recibieron muy bien en la casa y mis condiciones de


actor tenían que salir a escena, ya que debía aunque sea
parecer alguien que no era, por el tiempo que esté en esa
casa.

Al día próximo tome la decisión sin pensarlo mucho, de ir


al juzgado y enfrentar lo que vendría sin miedos,
esperando el mejor de los escenarios posibles.

Me vestí con lo que tenía en mejor estado, ya que no era


mucha la indumentaria que llevaba y menos en buenas
condiciones, fui hasta el juzgado en el microcentro y pedí
hablar con la asistente social que seguía mi causa.

Me hicieron esperar en el la sala mientras mis nervios


carcomían mis ansias, por no saber con quién me iba a
enfrentar.

Al rato me hizo pasar una mujer de apariencia formal con


gafas que insinuaban sus años de trabajo en el juzgado y
un cabello rubio con bucles armados. Me acerque de a
poco y ella me invito a sentar, mientras escribía en una
máquina cada cosa que le contaba.

Le dije que nunca ninguna asistente social del juzgado,


me había visitado durante mis desesperantes cuatro años

64
de internación. Le conté los abusos que viví y la soledad
que tenía en el alma por no poder contactar a mis padres.
Ella escribía todo sin muchos ademanes, solo fijaba su
vista en el papel y seguía volcando cada frase.

En un momento frenó sus ánimos de escritura y levantó


su vista sobre la máquina, iniciando con algunas
preguntas.

Le contesté que tenía lugar para vivir, que tenía un


trabajo para sobrevivir, que había dejado las drogas
(cosa que no era verdad pero necesitaba declararlo si
quería seguir en la calle). Me mandaron a realizar un
estudio de rinoscopia (para comprobar el consumo de
cocaína) y otro de sangre, accedí enseguida y todo salió
negativo. No consumía hace mucho cocaína ni marihuana
pero los barbitúricos y miorrelajantes, como el
clonazepán estaban dominando la escena de mi vida.

Salía del consumo de unas drogas y enseguida encontraba


otra para reemplazarla. Pero siempre tenía un lugar
donde caer cuando necesitaba aislarme o escaparme de la
realidad.

Al terminar con toda la rutina técnica de estos casos, me


citaron nuevamente y me dijeron que me veían muy bien,
que me brindaban la posibilidad de poder continuar con
mi vida sin más internaciones y si necesitaba un
tratamiento ambulatorio, ellos accederían a brindármelo.

65
Estallé en lágrimas de felicidad, después de tantos años
la primera noticia que aliviaba mi alma, fue un
sentimiento inexplicable que sentí pocas veces en esta
vida.

“El gran descubrimiento de mi


generación es que los seres
humanos pueden cambiar sus
vidas al cambiar sus actitudes
mentales.

-William James.

Salí del juzgado con una inmensa emoción volviendo a la


casa donde estaba viviendo temporalmente. Me llevaba
muy bien con la madre y la hermana de mi amigo.
Siempre me destaqué por ser muy positivo y amable con
las personas, eso me abrió muchas puertas en la vida y
me cerró otras tantas.

Cuando llego a la casa, lo encuentro a mi amigo con muy


mala cara y me dice que tiene que hablar conmigo, en ese
momento imagine muchas situaciones. Me cuenta que ya
no podía quedarme más tiempo, ya que su madre se lo
había pedido, porque el lugar no era tan grande. Otra vez
se me cayó todo.

66
Cuantas veces en la vida debemos afrontar problemas,
que vemos en ellos lo peor que nos pasó y terminan
siendo al transformarlos, la mejor salida.

En mi última internación había tenido contacto y muy


buena relación con el hijo de una paciente, que estaba por
trastornos psiquiátricos graves. Cuando él venía a
visitarla nos quedábamos charlando largas horas sobre la
vida, los tatuajes (ya que él era tatuador) y todo lo que
sucedía en el país. Siempre esperaba verlo para poder
relacionarme con alguien externo a la internación.

Un día me paso su teléfono en un pequeño papel y lo


guarde dentro del bolsillo de un pantalón, que poco usaba
pero sabía que ahí estaría cuando lo necesite. Situación
que fue muy cierta porque al recibir la mala noticia de
tener que dejar la casa en dos días, no dudé y lo llame
diciéndole que no tenía lugar para vivir y aceptaría
cualquier sitio en donde fuese.

Él se puso muy contento al escuchar mi voz, me preguntó


dónde estaba. Me contó que se había enterado de mi fuga
y estaban todos muy preocupados, en ese momento, no
dudó y me dijo:

-Toma tus cosas y vení al local de tatuajes que aquí te


recibiré y veremos la forma que te sientas cómodo-.

Otra vez el alma me volvió al cuerpo, experiencia que ya


era común en mi vida, que iba de un extremo a otro en

67
cuestión de minutos a veces. Tomé la decisión de juntar
todas mis cosas y al otro día partí saludando a todos,
agradeciendo lo que me habían ayudado en ese tiempo
que pase bajo el mismo techo con la familia de mi amigo.

Al día siguiente me fui a reencontrarme con la persona


que me estaba dando una nueva oportunidad.

Gabriel era su nombre, trabajaba en una galería, un lugar


muy céntrico a pocas cuadras donde yo estaba viviendo
anteriormente. En la zona no paraba de pasar gente y en
ese momento me molestaba mucho, sentía que me
observaban, que la gente sabía mi historia y que alguien
podía acusarme de algo malo que podría haber hecho.

Las sirenas de los patrulleros me trasladaban a esos


momentos que había vivido tantos años internado, en
tantas clínicas diferentes pero a la vez muy iguales.

Llegué esa tarde con mucha vergüenza pero a la vez


quería sentirme seguro de mis palabras, porque siempre
desde muy pequeño había sufrido de tartamudez. Según
los profesionales que me habían tratado, hablaba más
rápido de lo que mi mente pensaba para hilar las
palabras.

El local era bastante grande, estaba situado en el subsuelo


de una galería, en General Pacheco, dentro del partido de
Tigre.

68
Cuando ingresé había dos chicos que estaban trabajando
con Gabriel. Uno tatuaba y otro hacia perforaciones en la
piel (body piercings) para colocar aros.

Me recibieron muy bien y enseguida me mostraron el


sector de arriba, donde me alojaría indeterminadamente.
Estaba muy sucio, se notaba que lo usaban solamente
para guardar cosas antiguas sin uso, colchones, maquinas
o materiales que iban quedando de las mudanzas que
iban realizando.

No me interesó mucho la suciedad y enseguida comencé a


limpiarlo de a poco, comenzando a sacar tela arañas que
abundaban a simple vista.

Cuando terminó el día laboral, a eso de las 20 horas los


jóvenes que trabajaban con Gabriel, lo llamaron a solas y
se quedaron hablando un tiempo largo. Cuando
terminaron su conversación, nos quedamos los dos solos
en el local. Se acerca y me dice que ellos habían
renunciado después de casi dos años trabajando con él,
porque habían conseguido un trabajo mejor remunerado.

En ese instante me dijo que mañana abra el local y haga


una profunda limpieza, que él iba a ayudarme para que
no me falte nada, si cooperaba con el trabajo y más ahora
que había quedado solo conmigo.

Mis manos temblaban mucho a causa de no tener


medicación psiquiátrica regular, como la estaba

69
recibiendo en las clínicas, y tampoco contaba con el
dinero suficiente para adquirirlas.

Esa primera noche en la galería cuando puse mi cabeza


en la almohada, lo primero que escuche fue bajar la
cortina antigua de hierro que indicaba el cierre de la
jornada laboral y luego ponían un candado. Obvio que a
nadie se le ocurría pensar que podría haber una persona
viviendo dentro.

Comencé al otro día limpiando y aprendiendo el oficio de


colocar aros, con mucha tranquilidad iba confiando en mí
y haciéndome practicar con diferentes objetos para
perforar. Practicaba en naranjas hasta piel de chancho,
para la perforación de la piel con agujas cateters. Sentía
que Gabriel me brindaba las herramientas para encontrar
mi salida laboral temporal, que pudiera mantenerme
económicamente en ese momento tan complicado de mi
vida.

Colocábamos aros desde la ceja hasta sus zonas íntimas,


pero esos preferíamos no hacerlos por temor a riesgos de
infección. Mis manos temblaban mucho por la falta de
medicación y cada vez era más complicado poder seguir
trabajando de esa manera.

“Nunca vas a poder cruzar el océano hasta


que tengas el coraje de dejar de ver la costa”.
Cristóbal Colón

70
Habíamos coordinado entre los dos las tareas. La mía era
abrir el local temprano con mucha limpieza y encargarme
de armar los turnos en una planilla para que Gabriel este
más ordenado realizando los tatuajes. Al principio en
invierno nos costó mucho levantar el trabajo, poca gente
venía y la mayoría a consultar, aunque el local estaba
hace más de diez años en la zona, nunca había sido
llevado de una manera constante.

Empezamos a ser continuos y tener muy buena atención


con la gente, eso hacía que nos recomendaran a otras
personas y el trabajo comenzó a crecer. A crecer de tal
manera que hacían cola para perforarse y turnos llenos en
la planilla para tatuarse.

Fue increíble el cambio y todo comenzó a ir sobre ruedas,


pude comprar la medicación para cesar con mis
temblores. Estaba mucho más tranquilo viviendo hace
casi tres meses en el local pero de a poco me iba armando
con heladera, microondas, pava eléctrica y con una
mentalidad de progreso continúo.

Cuando se cerraba la puerta del local de la galería se abría


la puerta de mi hogar, siempre me quedaba a la noche en
la computadora mirando películas y charlando por chat
con otras personas. Estaba hace un tiempo largo
hablando con una chica que me interesaba porque no me
mostraba su verdadero rostro, sino que tenía la foto de
perfil de una niña que según ella lo hacía para que la

71
persona que la quisiera, sea por su interior y no por lo
físico.

Hablamos bastante tiempo hasta que decidimos


encontrarnos.

Era una persona totalmente distinta, su nombre era


Georgina, paz en mi tempestad, muy estructurada en sus
comentarios y aferrada tanto al hogar como a su familia.

Me di cuenta en un principio que éramos tan distintos


que era lo único en lo que coincidíamos.

Yo le había contado como a muchas chicas que venían a


pasar la noche a mi vivienda temporal, el local de
tatuajes, que mi casa estaba en arreglo y por ahora estaba
viviendo en la galería hasta que los albañiles terminen la
obra para poder regresar.

Me daba mucha vergüenza al principio contarles la


verdadera historia, por eso trataba de ocultarla lo
máximo que podía, pero si las relaciones eran muy
frecuentes, ellas sospechaban y se terminaban cansando
porque desconfiaban de no conocer a mi familia ni saber
mucho de mi vida.

¿”Qué sería de la vida, si no


tuviéramos el valor de intentar
algo nuevo”?

Vincent Van Gogh

72
Estuvimos juntos tres meses la primera vez, yo
desestructurándola y ella tratando como podía de
estructurarme. Porque dentro de esos cuatro años de
internación había tomado muchas costumbres que
estaban fuera de los marcos sociales permitidos.
Reinsertarme nuevamente en la convivencia de la
sociedad no sería una tarea fácil.

Esta primera etapa juntos fue muy breve y ella decidió


alejarse por un tiempo, porque había cosas de mi vida
que no comprendía.

A veces nos escribíamos pero con muy poca frecuencia, yo


había comenzado una relación sentimental con una chica
mucho menor que yo, pero con el consentimiento de sus
padres comenzamos a salir, su nombre era Melisa.

Ellos tenían también una historia de vida bastante


complicada. Ella trabajaba en su juventud en un bar
cuando el esposo la conoció y la llevo a vivir con él a la
capital de Buenos Aires. Tenían una relación muy tirante,
el con el tiempo y con malas decisiones en la vida perdió
todo y se dedicó a la bebida.

En esa etapa yo había dejado por primera vez el local de


tatuajes a la fuerza. Una mañana me encontró el dueño
del local durmiendo con Melisa y me dijo que era el límite
para poder seguir viviendo ahí. Me pidió las llaves y de
muy mala manera me dijo que me esperaba el lunes para

73
trabajar, yo suspire por pensar también que iba a perder
mi empleo.

Al no tener lugar para vivir su madre me invito a su casa,


tenía un pequeño colchón muy fino, que unía el suelo frio
con mi espalda cuando dormía. Convivía con los
problemas de la familia, sus peleas que eran demasiadas
y muchas veces tenían que actuar para evitar que pase a
mayores, era muy cansador pero no tenía otro lugar para
ir.

Un día la madre de mi novia me dice que quiere hablar


conmigo. Llevábamos tres meses conviviendo juntos los
cuatro y se había sumado hace unos días. Un quinto
integrante de la casa que era un hijo de otra pareja
anterior de él. Nos sentamos en un café y me dijo que
quería irse conmigo y su hija lejos de su marido pero
cerca de donde trabajábamos. No me opuse en ninguno
de los puntos sino que por lo contrario sentía la necesidad
de seguir avanzando y salir de esa zona de conflicto que
no me hacía nada bien.

Un día que él no estaba en la casa, tomamos todas


nuestras cosas y nos mudamos. Nos instalamos en una
casa muy humilde a unos tres kilómetros de donde
vivíamos anteriormente, bien al fondo de la puerta de
entrada al patio estrecho que se inundaba cuando llovía.

Había mucha humedad en el piso y eso hacía que mi


cuerpo se brote por los ácaros que fomentaban que me

74
rasque sin cesar. Era terrible la sensación de picazón,
estaba rojo por todos lados y hasta piojos convivían con
nosotros en ese lugar.

Seguía trabajando en el local de tatuajes, nos iba muy


bien y se había incorporado otro chico más que había
estado internado conmigo en el hospital Borda, salvo que
él estaba en un tratamiento ambulatorio.

El local parecía una de las sucursales del hospital


psiquiátrico, a través del tiempo me contaban los clientes,
que muchas personas que habían estado trabajando
durante los doce años de ese local de tatuajes, tenían
problemas psiquiátricos y el dueño trataba de ayudarlos
dándole una posibilidad.

Pasaba el tiempo y la relación que tenía con mi novia y su


madre era cada vez peor. Parecía que las dos se ponían de
acuerdo para estar en contra de cada una de mis
decisiones.

Hasta que un día llego el primer acto de violencia para


conmigo, me tiro con un cenicero y corrí el rostro en el
momento justo. Luego salió corriendo desapareciendo
toda la noche. Nadie sabía nada de ella y apareció a las
diez de la mañana alcoholizada, con todos los familiares
preocupados por su ausencia.

Muchos factores de violencia se hacían presentes en la


convivencia, junto con insultos. Una de esas tardes, me

75
habían acompañado a buscar una máquina de
videojuegos que había comprado por internet.

Mi relación con los videojuegos siempre fue muy estrecha


desde muy niño, eran mi escape a todo.

Entramos a la casa de la persona que habíamos pactado


la venta y tenía todo lo último en tecnología, proyectores,
computadoras, televisores gigantes y yo admirado por
todo lo que me rodeaba no dejaba de alabar ese lugar. En
un instante me mira Melisa con los ojos transformados de
paz, junto a una voz angelical, como nunca más la
escuche y me dijo:

–Vos vas a lograr todo lo que te propongas en tu vida y


vas a tener esto junto a mucho a mas –.

Me quede frio en ese instante y entendí que alguien


hablaba a través de ella, supe comprender que era un
mensaje que me daba fuerzas y ganas de seguir peleando
la batalla más grande de mi vida. La batalla de haber
quedado solo en el medio del mundo para comenzar mi
vida nuevamente, sentí que Dios y la vida me daban una
segunda oportunidad y yo era el responsable de mi
destino.

76
“El crecimiento es un proceso de prueba y
error: es una experimentación. Los
experimentos fallidos forman parte del
proceso en igual medida que el experimento
que funciona bien”.

-Benjamín Franklin

Para el día de mi cumpleaños me llega un mensaje que


sería salvador en el transcurso de mi vida. Un mensaje de
Georgina que me deseaba un feliz cumpleaños,
preguntándome como me sentía.

Parecía saber a tanta distancia, que estaba metido en un


pozo que no podía salir, lleno de agresiones y el destino
que me deparaba en ese camino era deplorable.

Le conté la realidad de la situación con un mail que le


envié a título de “llamado de emergencia”(era el nombre
una canción que escuchábamos en el tiempo que
estuvimos juntos, que nos gustaba y la hicimos propia)

Ella entendió en ese momento que estaba pasando un


mal momento, porque hacía muy poco le había contado la
verdad de mi internación y de mi familia.

La verdad te hará libre y eso fue lo que sucedió. Me dijo


Georgina que nos encontráramos, recuerdo que tenía

77
mucho miedo de hacerlo, pero sentía que era una posible
salida a este nuevo infierno que estaba viviendo.

Me paso a buscar con el auto que había sacado hace días


nada más de la concesionaria y fuimos juntos hacia un
bar de la zona de tigre. En ese lugar pude contarle todo lo
que me estaba sucediendo en esta relación que llevaba
hace solo dos meses pero parecían años. Ella me miro
llena de paz y me dijo

-vos te mereces lo mejor para tu vida, con toda la fuerza


que tuviste para atravesar esa internación de tantos años,
trepar esos muros, escaparte de las garras de la locura y
ahora no podes escaparte de una pendeja y su madre-
(esas fueron las palabras que utilizo casi con los ojos
llenos de lágrimas).

Esa noche mi mirada se transformó y mi cerebro


reaccionó, la mire y le dije:

- Por favor acompáñame mañana para poder alquilar un


lugar para mudarme de esa casa-.

Al día siguiente les dije a melisa y su madre, qué me iba a


pasear por el centro de Buenos aires y como la relación
estaba muy tirante, solo se escucharon gritos al pegar el
portazo.

Georgina me esperaba en la esquina, subí al auto y nos


fuimos a buscar un alquiler sin saber a dónde ir,
buscando alguna puerta que tenga algún cartelito que

78
diga “dueño alquila “ya que de otra manera con contrato
no podía acceder, porque yo no contaba con un trabajo en
blanco, recibo de sueldo y menos una garantía para
presentar.

Estábamos en un barrio que ni sabíamos cómo se llamaba


pero encontramos una puerta de un garaje que decía
"Alquilo para personas solas sin chicos”, paramos al
observar el cartel de lejos y tuve que acercarme para
divisarlo bien, decía “toque timbre en el portón de lado”.

Estuvimos tocando timbre durante diez minutos


aproximadamente, nadie salía hasta que de la vereda de
enfrente me gritan, preguntándome que necesitaba.

Me acerco a la familia que estaba dentro de la casa y le


cuento que buscaba un lugar para vivir temporalmente,
se miran entre ellos pausando el silencio en el aire y me
dicen:

–nosotros tenemos un lugar en el fondo que si querés


verlo, sin compromiso, podes hacerlo-.

El lugar era muy lindo, un parque afuera que atravesaba


la entrada hasta el fondo que desembocaba en la puerta
de la casa. Me cuentan que no era la intención alquilarla,
pero sería de gran ayuda económica para ellos poder
contar con una entrada fija por mes.

Cerramos un precio justo por el lugar que tenía un living,


cocina, baño y dos piezas en buen estado, con algunas

79
telarañas por la cantidad de días que nadie habitaba ese
lugar, pero con una buena limpieza quedaría como nuevo.

Les deje una seña y quedamos en que me mudaría en la


semana, ahora lo importante era ver cómo me escapaba
del lugar que estaba encadenado sin poder progresar.

Necesitaba encontrar el día que me escaparía sin dejar


rastro, como trasladaría las pocas cosas que tenía sin que
se dieran cuenta.

Siempre trataba de huir ante toda situación de conflicto


que se me atravesaba en mi camino. Hasta ese día, que
decidí que la mejor opción era enfrentar el problema.

Hablé con la madre de mi Melisa para contarle esta


situación, al contrario de lo que yo había pensado, tuvo
unas formas gratas de dirigirse hacia mí, siendo
consciente en el fondo, que ya no podíamos seguir más
viviendo juntos, por el bien de los tres .

Me dijo que planeáramos como sacar mis pertenencias


para la mudanza sin que se enterara la hija, porque podía
desatarse un conflicto muy fuerte, en un momento de
cambio donde podría traer graves inconvenientes. Por eso
decidimos juntos que la madrugada sería una buena
opción para dejar esa vivienda.

Como ladrón en la noche me levante muy temprano y


comencé a embalar todo lo que me pertenecía con sumo
cuidado de no hacer el mínimo ruido. Apenas escuche

80
que un auto paraba en la puerta comencé a apurar mi
ritmo, sacando primero mi televisor hasta la puerta para
dejarlo en el taxi y dar el aviso que estaba despierto.
Antes que el conductor toque el timbre o en su defecto
haga sonar la bocina.

No salude a nadie y subí al taxi con todas mis


pertenencias, como si me estaría escapando de otra
clínica psiquiátrica. Otra experiencia que me forjaba para
seguir sumando fuerzas, para construirme en un guerrero
de la vida, con heridas en el alma pero el corazón
templado en hierro.

De chico siempre en mis sueños me veía indestructible,


me cortaban las piernas o la cabeza pero seguía vivo.
Soñaba también que podía volar y nada cortaba mi vuelo,
ese sueño hoy se convertía en realidad.

Me instale muy bien en el barrio de los troncos, siempre


dentro del partido de Tigre. Dicen que uno es profeta en
otra tierra y nunca en la que nació.

Comencé a limpiar toda la casa de a poco ese fin de


semana, y el lunes volví a mi trabajo.

Cuando le cuento a Gabriel ( la persona que a pesar de


algunas diferencias en el primer año de trabajo, era mi
único confidente) que me mude en el barrio de los
troncos en la calle zapiola y colectora, mirándome a los
ojos con cara extraña me dice:

81
-yo vivo cruzando la calle-.

No podía creer lo que me decía, estaba a ochenta metros


de donde había alquilado y nunca tuve la intención de
hacerlo. Miren que el partido de Tigre es grande pero
siempre la vida me ponía gente que cuidaban mi camino.
Personas que me ayudaban a transitar ciertos momentos
y después me dejaban, sin saber más nada de ellos, yo los
llamaba ángeles en la tierra.

“No creo en las casualidades, si


no en las causalidades: Una serie
de acontecimientos que parecen
coincidir extraordinariamente
sin que uno lo comprenda”

-Rafael Hernamperez

Mi relación con Georgina al principio era de fin de


semana, la veía los sábados y los domingos. Era la
persona que había llegado para cambiar mi destino. Ella
veía en mí algo que yo todavía no había descubierto.
Sentía que me adoraba por cómo me miraba, que era
capaz hasta de dar hasta la vida por mí, sin conocer por
ahora a mi familia ni a nadie que me rodeara.

Me sorprendía siempre con ropa nueva, toallas, comida y


lo hacía feliz siempre con una sonrisa. No éramos una
pareja sino dos personas que se cruzaron en la vida, en el

82
momento indicado, a la hora indicada y cada día que
pasaba más me enamoraba.

Fue ella la que me recomendó abrir un plazo fijo en el


banco cuando estaba ahorrando algo de plata. Me
acompañó y me explicó que documentación debía
presentar, para poder tener mis ahorros por si algo
sucedía.

Yo hasta ese día vivía el momento sin importarme lo que


me sucediera mañana, pero ese fue el quiebre de una
parte de mi personalidad. Cuando descubrí que podía
confiar en construir un futuro.

Uno de los sueños más inmediatos y grandes que tenía


era poder volver a ver mi familia, nos comunicábamos
por teléfono solamente y ellos no creían en mi voluntad
de recuperación, por todo el sufrimiento que habían
atravesado todos esos años.

Recuerdo una mañana en el hospital Borda a un


psiquiatra muy prestigioso que hablaba con mi madre. Yo
estaba escondido en una de las esquinas sin que me
pudieran observar. En uno de esos momentos de la
charla, escucho al psiquiatra que la mira a mi madre y le
dice:

-Señora ¿usted no tiene otro hijo?-

-Déjelo a esté, ya está perdido, ocúpese de su hija-

83
Cuantas personas viven esta situación, que
responsabilidad tenemos en lo que decimos ante las
personas.

Todo lo que podemos cambiar con una mala palabra o


una buena palabra.

Somos en ciertas ocasiones verdugos del destino de


familias enteras, cuando nuestra lengua inyectada con
veneno no hace otra cosa que cortar oportunidades y
matar sueños ajenos. De gente como está dependía mi
vida y de gente como está dependen tantas otras en este
momento a lo largo de este país y del mundo.

Siempre soñaba en lo que haría cuando regrese a mi casa,


soñaba que nos quedábamos todos juntos frente al calor
del hogar charlando, riendo y mirando alguna película.
Era lo único que necesitaba para poder estar bien
conmigo mismo y con todo lo que me rodeaba, sentía que
algo inconcluso debía cerrarse junto con dejar en el
camino mochilas pesadas de rencores hacia mis padres.

Una tarde me llama mi madre por teléfono y me cuenta


que mi abuela materna estaba muy grave. Le habían
dicho los profesionales que seguramente no pasaba esa
noche. No dudé un momento y quise ir a verla, después
de tantos años necesitaba tomarle la mano si era que Dios
decidía llevársela. Le conté inmediatamente a Georgina
mi decisión y no dudó en quererme acompañar al
hospital donde mi abuela estaba internada.

84
Sería un momento muy importante en este tramo de mi
vida, ya que vería a mis padres después de casi tres años y
conocerían a la mujer que hoy me estaba acompañando.
Cuando entré y los vi a mis padres los abrase muy fuerte,
sentía que todo estaba volviendo a su lugar donde nunca
debió haberse salido. Mi alma sentía paz nuevamente.

Georgina les cayó muy bien a mis padres, era una chica
muy particular con mucha educación, que sabía en qué
momento hablar, en que momento escuchar y cuando
callar.

Me acerqué a la cama que estaba mi abuela y tomé su


mano, sentí que me reconoció, que su cuerpo transportó
una electricidad, que la hizo dar cuenta sin mirar que ahí
estaba su nieto.

Ese nieto que siempre ella amaba con locura, que siempre
le cocinaba en exceso para sus fiestas de cumpleaños.
Aquel nieto al que le había cocido el disfraz del hombre
araña sin saber muy bien como era el hombre araña.
Aquel nieto que la hizo gritar muchas veces, pero aquel
que ella siempre salía a defender aunque supiera que era
el culpable de todas las angustias familiares. Ese amor
único que supera todo, incondicional como nunca vi amar
en esta tierra, ese era el amor de mi abuela.

Al otro día mi madre me llama y me cuenta que la abuela


Aurora, cuando nos fuimos del hospital, había entrado en
estado de coma toda la noche. Me contó que la causa,

85
según la doctora que la atendía, fue que ella estaba
esperando una persona para poder despedirse, y cuando
tuvo el contacto conmigo sintió que ya podía dejar este
mundo en paz. Entrando en un estado límite entre la vida
y la muerte.

Ese límite que duro diez años más. Mi abuela no solo fue
en contra de todas las voces de los médicos sino que
mejoro y muchos años más nos acompañó, haciéndonos
divertir con sus versitos, chistes y ocurrencias. Dios y la
vida me dieron revancha para poder disfrutarla mucho.

Faltaban muy pocos días para la navidad y me llego el


mejor regalo de todos, un milagro de navidad. Georgina
me dice que tiene que contarme algo con mucho
entusiasmo. De repente después de muchos minutos de
misterio, me cuenta que había hablado con mis padres
para poder volver a casa en estas fiestas y pasarla con
ellos.

Lloré mucho de alegría abrazándola. Estaba tan feliz


porque ese día que busqué con todo mi corazón, hacia
tanto tiempo, había llegado.

Todo lo que nos proponemos en nuestra vida si somos


constantes se hace realidad. Pase la mejor navidad,
recordando tantos años que la pasaba solo encerrado con
una sopa o un puré con carne dura. Toda la pesadilla
había sido parte de un pasado, que no quería volver a

86
vivir, pero algunas noches cuando dormía, mis sueños se
encargaban de recordarlas.

En esta etapa de mi vida, había dejado la mayoría de


sustancias que consumía en mi pasado, solo que no
podía soltar todo y siempre quedaba atado a algo.

Ese algo en ese momento era el clonazepan, una droga


que calmaba mis nervios dejándome en un estado de
éxtasis y a veces me producía excitación absoluta,
mezclándola con alcohol. La tomaba muy seguido y sentía
que dependía de ella para estar bien, para hablar y para
estar seguro de mí mismo.

La adicción al clonazepan había tomado control de toda


mi existencia, no era libre porque no podía decidir
dejarla, no estaba dentro de las opciones.

Llevábamos con Georgina casi 2 años de noviazgo, ella


me había estructurado de a poco, los dos nos hacíamos
mucho bien y mirábamos al futuro con proyectos cortos
pero fuertes.

Ella comenzó a trabajar en un banco prestigioso de nivel


internacional. Yo había logrado en el mismo local de
tatuajes abrir un sector propio de indumentaria mezclada
con algunos accesorios de rock, llaveros y hip hop. De a
poco iba progresando en mi vida en todos los aspectos.

Mi vida seguía atada todavía con los barbitúricos, tomaba


muy seguido las pastillas de clonazepan, pero tenía en mi

87
interior muchas ganas de poder cortar de raíz dejándolas
para siempre.

En cada momento desde que inicie mi nueva vida, traté


de progresar, en alguna etapa me costaba más que otra, a
veces los pequeños pasos me costaron más que los
grandes.

Todo en esta vida sucede por alguna razón. En una de las


primeras vacaciones que nos íbamos con Georgina en el
año 2010 a la provincia de Entre Ríos, tome la decisión de
dejar el consumo de clonazepan para siempre.

Estaba en el baño por tomarme la dosis (ella nunca supo


que yo las consumía aunque sea es lo que me hizo creer) y
en ese instante que iba a llevármela a la boca, sentí la
necesidad de tirarla en el inodoro, apretar muy fuerte la
cadena, para que se valla, no volviendo jamás a mi vida.

Tomar decisiones es lo que divide nuestro destino. Es lo


que nos marca desde hoy, hacia nuestro futuro,
construyendo otra realidad totalmente distinta a la que
podía haber sucedido, si en ese momento no hubiéramos
tenido la valentía para afrontar las situaciones adversas.
Muchas veces conformándonos con lo que teníamos o con
la idea que era lo que merecíamos para nuestras vidas.

Cuando en realidad lo único que merecemos es el


triunfo, porque nacimos para triunfar, en un mundo tan
complejo, con tantas distracciones, que solo nos ponen

88
trabas en el camino, desviándonos de nuestro verdadero
objetivo, vivir felices, libres sin ataduras.

En el trabajo mi relación con Gabriel, era diferente que al


principio. Nos iba muy bien realmente, mucha gente
venía a tatuarse, comprar indumentaria,colocarse aros.
No parábamos en todo el día pero también teníamos
varios conflictos por la convivencia diaria. Llevábamos
juntos casi dos años y medio, con diez horas por día
trabajando dentro del local.

La fricción era constante en ese tiempo, hasta que pensé


en abrir un pequeño local cerca, si era en la galería mejor
para poder desprenderme de a poco, con mi única
entrada económica fija que tenía en ese momento.

Cuando uno está enfocado tiende a atraer las situaciones


que quiere para su vida. En poco tiempo el local de
computación que estaba enfrente al nuestro, cerraba sus
puertas al público. Colocaron un cartel que decía “se
alquila”. Averigüe rápidamente con la inmobiliaria y dejé
una seña sin saber si tendría la garantía para alquilar el
lugar, y si también podría correr con los gastos fijos mes
tras mes.

De a poco fui armando el local, la garantía me la ofreció


Gabriel. No entendí nunca si lo hacía para poder sacarme
de mi lugar de trabajo o porque realmente lo sentía de
corazón. Apenas alquilé el local, Gabriel llamó a dos
personas más para trabajar con nosotros. Algo que con el

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tiempo desataría muchos conflictos diarios, que le darían
un cambio al destino.

¿Qué es a lo que llamamos malo o bueno de lo que puede


sucedernos en la vida? o ¿somos nosotros los encargados
de transformar lo que nos sucede para convertirlo en lo
que deseamos?

De eso se trata la palabra resiliencia, que se define como


la capacidad de los seres humanos para adaptarse
positivamente a situaciones adversas. Resiliencia viene
del término latín resilio, volver atrás, volver de un salto,
rebotar. Se refiere a las personas que a pesar de sufrir
situaciones estresantes no son afectadas
psicológicamente por ellas y pueden utilizar esa
experiencia negativa para transformarla en algo positivo
para ellos y para otros.

El poco dinero que tenía guardado en el plazo fijo fue el


que use para poder abrir el local muy ajustado
económicamente, pero muy bien equipado. Había
logrado conseguir muy buena indumentaria, algunos
skates, accesorios y sobre todo atendido con muy buenas
formas. Siempre todo lo que emprendo le pongo mucho
amor, tiempo y dedicación, siempre tuve la suerte de
trabajar de lo que me gustaba, en ese momento de la vida
que estaba atravesando.

En la inauguración del local vino mucha gente


apoyándome junto con mi familia (que ya estábamos

90
mucho mejor, yo iba algunos fin de semanas y me
quedaba a dormir) abrí muy cerca de las fiestas navideñas
del año 2011, así que las ventas eran muy buenas,
permitiéndome comprar más mercadería e ir creciendo
paso a paso.

No dejaba por completo el local de tatuajes porque cada


vez que venía alguien para colocarse algún piercing,
cerraba un segundo la puerta de mi nuevo local y cruzaba
a seguir haciendo mi trabajo como lo venía haciendo
hacia casi cuatro años de muy buena manera.

Teníamos muchos problemas internos en ese momento


más que nunca, porque las personas nuevas y Gabriel me
jugaban en contra. Sentía sus ojos encima de mí siempre,
aún más cuando vendía mucho, aunque nuestro pacto era
no vender nada de lo que el otro vendía.

Yo notaba que la relación con mi jefe y sus nuevos


empleados era cada vez peor. Hasta que un día entraron a
mi nuevo local amenazándome que iban a rociar el lugar
de nafta y prendérmelo fuego si se enteraba que yo estaba
colocando piercings y no respetaba el pacto que habíamos
hecho. Había un cliente en ese instante mientras nosotros
discutíamos, probándose indumentaria con las cortinas
cerradas del vestidor, ellos abrieron sin permiso la
cortina, pensando que se encontrarían con la escena de
una colocación de aros. El pobre cliente no entendía
nada, se fueron sin pedir perdón con tonos
amenazadores. Ese día sentí que era el momento, después
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de varios años que estaba en ese subsuelo de la galería, de
dar otro paso. Decidí después de tantos años abandonar
ese trabajo y la galería para seguir luchando
comercialmente en algún local con salida a la calle, ese
era uno de mis sueños en ese momento.

Tenía en vista un local a solo cuatro cuadras de la galería,


que estaba vacío. Averigüe de inmediato con la
inmobiliaria, tenía un precio muy accesible. Al lado del
local que deseaba había un negocio de indumentaria
deportiva femenina y del otro lado un local de video
juegos, una atracción muy grande para adolescentes, que
era un público parecido al que yo apuntaría con mi nuevo
local.

El nombre seria “sektor indumentaria”, había nacido


desde la galería porque tenía un pequeño sector de
indumentaria dentro del local de tatuajes y quise
marcarlo de esa manera para que quedara en el recuerdo.
El nombre gustó enseguida entre los jóvenes.

Inicié actividad en las redes sociales mucho antes que


supiera que iba a inaugurar un nuevo local, así podía
medir a que publico apuntar, cuál era la indumentaria de
moda en ese momento y que me pedían mis potenciales
clientes que traiga para vender.

Georgina siempre respetaba mis decisiones y esta vez no


iba a ser la excepción. Ella confiaba ciegamente en mí,
sabía que nada malo podía salir de mi trabajo y me

92
alentaba a seguir cambiando algunas cosas en mi vida,
que todavía venía arrastrando de las viejas internaciones.
Pero estaba dispuesto a seguir puliendo, no solo por ella
sino por mí.

Mis suegros fueron los que me prestaron esta vez la


garantía, nuestra relación era muy buena. Ellos me
querían mucho, también formaron parte en decisiones y
momentos importantes de mi vida. Eran muy fríos
emocionalmente pero mostraban de diferente manera el
aprecio que me tenían.

Me iba muy bien en el local, comencé a crecer, de tal


manera que a los cuatro meses de haber abierto las
puertas del negocio, Georgina me plantea la idea de
comprar una casa para nuestro futuro juntos.

Soñábamos muchas cosas que yo nunca había tenido en


cuenta, formar una familia, viajes, hasta casamiento.
Todo era muy diferente a mi pasado.

Los padres de ella nos habían dicho, que nos ayudarían


con una parte importante en la compra de la casa donde
nosotros decidamos siempre dentro de las posibilidades
económicas.

La idea era irnos a vivir después de cuatro años de


noviazgo, que nosotros siempre contábamos desde que
nos habíamos visto la primera vez .

93
Comenzamos a buscar en diferentes inmobiliarias,
cuando podíamos juntos, a veces por separado pero con
la intención de concretar aquel sueño que recién yo
estaba iniciando a creer, y apostaba todo para que se
cumpliera.

Después de tantos años de lucha sentía que era el


momento de paz y formar mi familia lejos de aquella vieja
negra realidad.

Un día Georgina me cuenta que le había llegado un mail


de una empresa constructora que se estaba expandiendo
en la zona de Nordelta, siempre dentro del partido de
Tigre, como si algo mágico quisiera mantenerme , a pesar
de los vientos y mareas, en el mismo lugar.

Un proyecto hermoso con lagos artificiales, juegos para


los niños, cancha de futbol y de tenis. En ese momento
pensé que el presupuesto se nos estaba yendo de las
manos, hasta que me mostro el precio junto a la forma de
pago. Parecía todo muy accesible para ser cierto, no
dudamos y fuimos a averiguar personalmente, todo
parecía ser verdad.

Nos encontramos cuando fuimos a revisar la propuesta


con un fideicomiso desde el pozo a pagar en dos años,
donde había algunos ajustes con porcentajes en moneda
extranjera pero lo vimos como una inmejorable opción.
Luego de un largo y dificultoso proceso en el medio,
comenzamos con el primer deposito juntos. Mes a mes

94
eran veintiséis cuotas que tendríamos que hacernos cargo
con el fruto del trabajo de los dos. Desde ese día todo lo
que hacía desde que me levantaba era pensar en ese
objetivo.

La mayoría de las personas


gastan más tiempo y energías en
hablar de los problemas que en
afrontarlos.

- Henry Ford

Las adicciones habían pasado a un plano secundario, el


amor había hecho el “clic” en mi sistema tan complejo.
Me había cambiado por completo, era otro hombre,
pensaba unos segundos antes de actuar o al tomar una
decisión, algo que en mi vieja vida no existía. Estaba
construyendo una nueva personalidad con muchos más
aciertos que errores, aunque esos errores todavía tenían
mucho peso. Estaba dispuesto a cambiar por completo,
porque podía discernir cuales eran mis errores, aunque
muchas veces por dentro me negaba, por comodidad o
por costumbre.

Algunas situaciones en nuestra pareja no estaban bien


pero nunca peleábamos fuertemente delante de nadie,
tratábamos de arreglarlo en la intimidad sin dejar que los
problemas avancen. Habían cosas que estaban pasando
95
por ella que yo no podía comprender. Siempre había sido
la que me construía día a día, la que quería cambiarme
todo el tiempo, queriéndome llevar a ser una persona que
ella tenía como ideal en sus pensamientos.

Cuando se dio cuenta, que fue todo el tiempo la Wendy de


Peter pan que la había enamorado ayer, hoy ese amor se
evaporaba lentamente, porque esa persona rebelde había
quedado en el pasado y la persona que ella había
construido con tanta necesidad de cambios, la estaba
desenamorando.

Volvimos de unas vacaciones en enero del año 2013,


todos esos días ella estuvo muy rara, distante, sus
palabras ya no eran de aliento sino de sentimientos de
bronca y enojo. Me contradecía todo el tiempo como una
madre a un hijo y delante de otras personas me
desautorizaba.

Por momentos no la reconocía, no era la persona que yo


había conocido. ¿Dónde se encontraba aquella mujer que
me daba paz, transmitía seguridad y alentaba a ir siempre
para adelante, derrotando cualquier gigante que se me
pusiera en el camino?

No era ella, la que en cierta manera quizás me había


enamorado por ser más que una novia, casi una segunda
madre. Fue la que me enseñó a tomar los cubiertos
nuevamente, a sentarme en la mesa derecho y hablar con
propiedad mirando a la cara a quien me dirigía. Me había

96
enseñado miles de cosas más que transformaron mi
personalidad, yo la consideraba más que mi novia, mi
“ángel”.

Apenas llegamos de las vacaciones fuimos a dormir en


camas separadas. Al día siguiente Georgina se acerca a la
cocina comenzándome a plantear que así no podíamos
seguir, que ya ella no sentía lo mismo por mí y que
debíamos separarnos.

Yo realmente no concebía la idea de una vida sin ella, la


posibilidad de no tenerla era imposible pensarla porque
me sentía seguro cuando estábamos juntos. Ella había
Confiado en mí cuando nadie confiaba, cuando no tenía
nada, ni donde dormir, ni que comer y me dejo cuando
había construido un hombre seguro, económicamente
estable y con mejores modales.

Juntos habíamos conseguido el sueño de la casa propia


en un lugar fantástico lleno de comodidades y lujos, que
todavía continuábamos pagando.

En ese momento de la charla no pude hablar mucho pero


entendí su pedido, mi respuesta fue quebrar en llanto y
hablar con la voz partida después de tanto sufrimiento,
nuevamente sentía que se caía mi mundo. Ella me miro a
la cara tomándome la mano y me dijo:

-Lo hago por vos y por mí. Hoy tenés el mejor de los
futuros. Nos hizo bien estar juntos cuando nos

97
conocimos, pero ya nos está lastimando y transformando
en lo que verdaderamente no somos. Eso no quiero para
nuestras vidas-.

Me levanté de la silla de la cocina donde estaba sentado y


llame un taxi, me miro a la cara cuando me estaba por ir y
me dijo nuevamente:

-si te vas, anda a lo de tus padres. No quiero que te


quedes solo en tu casa por miedo a que vuelvas a
consumir drogas por esta situación-

En ese instante me di cuenta que estaba más fuerte que


nunca por dentro.

Mi pensamiento era llegar a mi casa para limpiar, abrir


las ventanas, para que entre mucha luz en ese domingo
negro que trajo una de las peores noticias a mi vida.

El cambio fuerte empezaría en decidir ante las


frustraciones, y esta vez iba a decidir la mejor opción.
Seguir con lo que Dios y la vida tenían planeado para mi
destino, a través de tantas duras experiencias.

La saludé con un abrazo y un beso en la mejilla, sabiendo


por dentro que sería la última vez que la vería de frente.

No me equivoque en absoluto, solo le mandaba mensajes


por cuestiones de la casa que teníamos en común, ya que
habíamos pactado terminarla de pagar y luego venderla.

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No insistí en volverla a ver, porque me di cuenta con sus
palabras que tenía razón, porque pensábamos diferente y
necesitábamos caminos diferentes para seguir creciendo
como seres humanos.

En ciertas ocasiones duele más aferrarse a una persona


que soltar su mano.

“Una persona usualmente se


convierte en aquello que él cree
que es. Si yo sigo diciéndome a mí
mismo que no puedo hacer algo,
es posible que yo termine siendo
incapaz de hacerlo. Por el
contrario si yo tengo la creencia
que si puedo hacerlo, con
seguridad yo adquiriré la
capacidad de realizarlo aunque
no lo haya tenido al principio”

-Gandhi

Me costó mucho aprender a vivir sin ella, sin su piel, sin


sus enojos ni sus risas. Mucho tiempo pasé llorando con
locura.

Mi familia estaba muy preocupada, porque no esperaban


que iba a suceder esa ruptura entre nosotros. Todo en la
vida sucede por una razón, todo es una gran causalidad,
una causa en nuestro destino. La vida siempre la
99
relacione con un tren lleno de estaciones donde
observamos por la ventana diferentes paisajes. Podemos
bajarnos y formar parte. En algunas estaciones suben
diferentes personas, unas nos acompañan hasta la
próxima estación, otras gran parte del trayecto y muy
pocas hasta el final de nuestra vida.

La vida con el paso del tiempo me fue estructurando aún


más, aprendiendo de los errores que había tenido. Mi
vida había cambiado bastante sin Georgina, me ocupaba
mucho del local para terminar de pagar las cuotas que
faltaban de la casa que habíamos adquirido juntos.

Visitaba a mi familia mucho más seguido. Nuestra


relación estaba mejor que nunca y soltamos mochilas del
pasado que veníamos arrastrando en nuestras vidas, que
nos hacían daño. Aprendí a amar a mis padres como
eran, con sus certezas, sus fracasos, son el amor más
grande de mi vida.

Mis padres fueron los que me reconstruyeron en esa


etapa dura emocionalmente y de a poco maduraban mis
intenciones de seguir cambiando. Escuchaba la necesidad
de transformar mi destino en algo útil para los demás,
encontrar de a poco mi propósito en esta vida.

En el local de indumentaria me iba muy bien, los clientes


crecían y mi cabeza estaba puesta en el negocio comercial
y el tratar de seguir creciendo.

100
Comenzamos con desfiles en diferentes lugares, había
creado un grupo con jóvenes que salíamos a promocionar
la indumentaria, estábamos muy contentos.

Llegamos a ser convocados al programa de televisión más


visto de la república Argentina “Showmatch”, para vestir
con nuestra indumentaria a uno de los competidores que
realizaban diferentes estilos de baile en pareja y después
eran puntuados por diferentes jueces.

Una mañana estaba haciendo cuentas en el segundo piso,


que había construido en el local para poder guardar más
mercadería. Sentí que Dios me hablaba poniéndome en el
corazón la necesidad urgente de visitar aquel primer
lugar que yo había estado internado por casi dos años, el
hospital Borda.

Estaba concurriendo a una iglesia cristiana ese tiempo


para poder reencontrarme con mi historia, conmigo
mismo y con la persona que me mantuvo seguro todos
esos años de internación, que me dio pruebas pero nunca
me dejo caer por el precipicio.

Cuando pensaba que estaba solo y no veía sus huellas


sobre el camino trazado, me mostró que esas únicas
huellas eran de él, porque me estaba cargando en sus
brazos, nuestro creador, Dios.

101
Enseguida le comunique a gran parte de chicos de la
iglesia y vecinos del barrio lo que había sentido en mi
corazón.

Sabían mi historia y no dudaron en comenzar a pedir


donaciones por las redes sociales, radios barriales,
municipio y a todas las personas que podían sumar un
granito de arena en esta cruzada solidaria.

Los inviernos en el hospital psiquiátrico Borda eran muy


duros. Las estufas no funcionaban, las colchas y frazadas
estaban en muy mal estado, aparte nunca alcanzaban
para todos, morían de frio los pacientes más grandes de
edad.

Recuerdo verlos pasar en una camilla, tapados con una


manta, tratados como números en un legajo después de
tantos años de estar encerrados, para algunos ese era su
final que tranquilamente podría haber sido el mío.

Coordinamos para juntarnos con todas las donaciones y


algunos móviles desde la puerta del local.

Mi padre al saber que iríamos, se quiso sumar a la


cruzada, para poder regresar al hospital psiquiátrico
después de tantos años de sufrimiento. Esta vez para
poder ayudar a las persona que hoy estaban en el lugar
que yo atravesé alguna vez.

Llegando a la puerta del Hospital estacionamos los autos,


y bajamos todas las donaciones en bolsas que muchos

102
vecinos de tigre y alrededores nos habían ayudado a
juntar.

En ese momento comenzamos a pasar por el camino que


tantas veces había trazado a lo largo de la internación, ese
recorrido desde la entrada hasta el pabellón 14/22
parecía interminable.

Se me venían al pensamiento diferentes situaciones de


consumo, risas, tristezas que había vivido. Una lágrima
recorrió mi mejilla de la emoción de poder volver a ver
esas personas que habían estado internados conmigo.

Al seguir avanzando, casi a mitad del recorrido, escucho a


lo lejos una voz familiar que grita ¡Pablooooo! Y diviso a
lo lejos una figura acercándose, hacia donde estábamos
todos cargados con donaciones para los pacientes más
necesitados.

De repente veo correr a esta persona que gritaba mi


nombre hacia mí, estrechándome en un abrazo muy
fuerte, preguntándome sin cesar donde me había metido,
que me extrañaban mucho.

Entendí en ese momento, que en cada uno de ellos, yo


había dejado una semilla que fue creciendo a través de los
años, y nunca se olvidarían de mí.

Al poco tiempo me entere que esa misma persona que


salió a abrazarme desesperado, había fallecido. Muchos
estaban ahí porque no tenían lugar para ir a vivir, ni

103
familia, destinados a quedar atrapados de por vida ahí
dentro o en su peor defecto en la calle.

Nos juntamos en una de las mesas que tantas veces había


usado para recostarme y nos pusimos a charlar. Les
preguntamos como estaban, si necesitaban alguna ropa
por el frio e íbamos anotando cada uno con sus
necesidades.

Ellos estaban felices solamente con la visita de todos


nosotros, no les interesaban los regalos, sino que los
visiten, que se interesen, que los abrasen. La falta de
empatía que sentían del prójimo era su peor enfermedad.

El hecho que la sociedad los tilde de locos irrecuperables


era su peor gravedad, día a día conviviendo entre
pastillas, castigos corporales, insalubridad, era su regla
de juego.

Almas incendiadas en el infierno de personas que se


llenan los bolsillos armando una competencia de quien
roba más dinero y ellos sin comprender mueren de frio o
de hambre. Qué ironía de la vida, los estudiantes de
importantes universidades donde reciben la mejor
educación y las personas destinadas a morir por carecer
de instrumentos tan básicos como el calor de una manta.

Muchos compañeros encontré casi seis años después de


haber dejado ese lugar, muchos seguían internados,
contándome historias muy tristes. Traté de pasar un

104
momento con cada uno de ellos, escuchar sus necesidades
y sus historias.

Más tarde repartimos café con leche con unas facturas,


cantamos, jugamos y cuando cayó el sol nos abrazamos
hasta las lágrimas despidiéndonos con un hasta luego.

Fue un día muy emocionante para todos, para mi padre,


para las personas que nos acompañaron a entregar las
donaciones, que para muchos de ellos fue la primera vez
que entregaban en mano un abrigo o un par de calzados a
personas necesitadas.

Fue una experiencia grata que marcaría el alma a fuego y


seria el principio de un proyecto solidario que crecería
desde esa pequeña semilla instalada en cada corazón.

A la semana siguiente cuando subimos las fotos a las


redes sociales, tratando siempre de que se sienta reflejado
el testimonio de la solidaridad sirviendo como ejemplo a
seguir y que otras personas puedan igualar ese acto de
dar, que siempre es mejor que recibir para el alma.

Muchísimas fueron la cantidad de personas que querían


sumarse a la cruzada solidaria. Me enviaban mensajes de
todo el país, porque fueron compartiendo las
publicaciones varias personas de diferentes lugares, hasta
viralizarlas fuertemente.

105
Al ver el poder que tuvo el buen uso de las redes sociales
decidimos empezar a realizar reuniones en mi local de
indumentaria, los lunes después del cierre. Nos
juntábamos varias personas, adolescentes, jóvenes para
tocar diferentes temáticas de la vida y desde mi
testimonio poder ser útil para los que atravesaran
problemas de adicciones, intento de suicidios o
problemas en la familia.

Cuando uno tiene una herramienta puede transformarla


en mala o en buena, dependiendo del uso que se le
otorgue y esto fue lo que hicimos con las publicaciones.
Un servicio gratuito para ayudar a quien lo necesitaba
desde nuestra experiencia.

En ocasiones compartíamos la palabra de Dios con un


refrigerio y algo para comer. Muchísimas personas se
sumaban cada lunes y en el grupo muchos venían con
dolencias distintas.

Casos que no se animaban a contar a profesionales,


porque nos decían que nosotros podíamos entenderlos
más, porque habíamos experimentado lo que ellos
estaban sufriendo. Muchos de ellos se sentían cómodos
hablando con un par y no con alguien que nunca había
consumido, y que solo la universidad les había indicado
los efectos que causaban cada droga, junto con la
solución posible.

106
Me tocó muy de cerca un caso de un adulto, de cincuenta
años de edad, que enterado de nuestro grupo, me envía
un mensaje al chat del Facebook. Diciéndome que en ese
momento se estaba por arrojar a las vías del tren. No
pensé un instante al recibir el mensaje y lo llame, el
teléfono sonaba pero nadie tomaba la llamada del otro
lado. Por un momento pensé que había contestado tarde
y que lo peor había ocurrido.

A los diez minutos me contesta, diciéndome que su vida


no tenía sentido, había perdido el trabajo, estaba por
perder su familia y no estaba feliz con esta vida y que se
iba a arrojar a las vías del tren en ese instante.

Le pedí que por favor piense en sus hijos (sin saber que
los tenía) en el sufrimiento que iba a dejar marcado en su
esposa y en sus padres.

Tardó en contestarme pero escribió que quería verme. El


sentía la necesidad de contarle a alguien, que no era
cercano a él, que lo entendiera desde otro lugar lo que él
estaba atravesando en ese momento.

Lo esperamos esa noche, vino muy callado al principio,


hasta que entro en confianza y comenzó a contarnos parte
de su vida, que para la mayoría entraba dentro de la
normalidad de una persona, pasando un mal momento,
pero él lo veía peor de lo que era.

107
Yo le conté parte de mi historia de vida y cada uno de los
que estaba presente le conto la suya. En ese momento
comprendió que todos vivimos situaciones fuertes,
únicas, situaciones que parecen malas pero nosotros
somos los encargados de transformarlas.

Explotó en lágrimas agradeciendo lo que habíamos hecho


por él y se despidió. Pasaron unos meses de esa noche y
me envía un mensaje, diciéndome que su vida había
cambiado, era otra persona, porque miraba el mundo de
otra manera.

Reconoció que Dios estuvo presente ese día antes de


arrojarse a las vías del tren y que había sentido en su
corazón una fuerza inexplicable que lo llevo a enviarme
un mensaje sin conocerme, con esa pequeña decisión, el
salvo su vida.

Lo importante no es mantenerse vivo,


sino mantenerse humano”

-George Orwel.

Comenzamos a crecer con las donaciones de los vecinos,


que a través de las redes sociales nos contactaban
queriéndose sumar a las cruzadas solidarias que
realizábamos. Comenzamos a visitar instituciones,
comedores, Organizaciones civiles y fundaciones con
diferentes problemáticas tratando de ayudarlas desde
nuestro lugar.
108
El equipo era cada vez más grande y las donaciones no
paraban de llegar, hasta que tuve que tomar la decisión
de utilizar el segundo piso del local de indumentaria
como depósito de las donaciones que nos acercaban.

Teníamos la necesidad como grupo de buscar una


identidad, un nombre para que la gente nos reconozca.
En ese momento revisé las publicaciones que subíamos a
las redes sociales y descubrí que las palabras que más se
repetían, tenían que ver con lo que proyectábamos
realizar.

“Proyecto solidario” fue el nombre que acordamos entre


la mayoría del grupo, ya que era un proyecto que nacía
hoy para poder seguir creciendo ilimitadamente y que
otras personas de otros lugares del país, como del mundo,
puedan repetir incansablemente para poder seguir
ayudando.

Una noche nos invitan a una fiesta como representantes


de la solidaridad dentro del partido de Tigre. Tuvimos el
agrado de cruzarnos con muchas personas que hacían la
misma tarea que nosotros. Pudimos compartir
experiencias y cruzar contactos para poder seguir
creciendo como organización.

Necesitábamos una figura de renombre para formar una


imagen institucional y publica dentro de nuestra
organización solidaria. Hace un tiempo veníamos
pensando nombres y como llegar a esas personas

109
“famosas” que nos iban a llevar a ser un canal abierto
hacia la gente.

Esa noche nos presentaron al intendente del partido de


tigre, el doctor Julio Zamora, muy emocionados
accedimos a charlar con él. Yo había llevado una Tablet
para poder mostrarle en fotos y videos todo lo que
estábamos haciendo. Al intendente le agradó muchísimo
nuestro trabajo y nos brindó su tarjeta personal para que
concertáramos una reunión.

De lejos observé en la fiesta, a un actor muy importante


que había hecho muchos éxitos para la televisión
Argentina y latinoamericana, su nombre es Juan Darthes.
Juan es una persona solidaria por su trabajo en muchas
campañas que había hecho a lo largo del tiempo para
diferentes fundaciones y causas que necesitaban del
conocimiento público para poder lograr el objetivo.

No dudé y traté de buscar el momento para poder


hablarle ya que estaba rodeado de personas que lo
venían a saludar y felicitar por su trayectoria. Cruzamos
miradas en un instante y el dejo notar una sonrisa que
sería mi entrada para poder hablarle, no lo dude y me
presenté.

Le conté lo que estábamos haciendo con nuestro grupo


mostrándole imágenes desde mi tableta electrónica, noté
que se interesaba bastante con lo que le contaba y me
dijo:

110
-Agendá mi número de teléfono, así me mandas un
mensaje y en la semana y nos juntamos para charlarlo
mejor-.

Muy emocionado tome nota en mi celular.

La semana entrante no tarde en enviarle una breve reseña


de como habíamos iniciado con parte de mi historia de
vida y me contesto que sí, que aceptaba ser el padrino de
nuestro “Proyecto Solidario”.

Comenzamos rápidamente a realizar fotos para las


campañas solidarias próximas que teníamos en mente.
Juan Darthes siempre nos trató muy bien, invitándonos a
su casa y compartiendo con nosotros gratos momentos de
risas, charlas totalmente distendidas presentándonos su
hermosa familia, que desde ese día estarían también
unidas al proyecto solidario.

Una tarde estaba en la pileta del departamento que


habíamos alquilado con una amiga en Nordelta, en el año
2015, para un futuro proyecto laboral. Un lugar hermoso
con una pileta donde siempre encontrabas el momento
para distenderte, leer un libro o mantener buenas charlas
con los vecinos.

Una señora aproximadamente de unos sesenta años, pero


muy bien llevados, se acercó hacia la zona de la pileta
donde estaba yo tomando sol. En ese momento me

111
saluda respetuosamente sin conocerme y se sienta a leer
un libro, que en la tapa que decía “Dios no está muerto”.

Me llamó mucho la atención el nombre, y cuando me


levante de la silla reposera para tirarme al agua, pase por
su lado y con ánimo de iniciar una conversación le dije:

-Una gran verdad la tapa de ese libro-

Enseguida comenzamos a charlar de diferentes


situaciones de la vida. Ella con una confianza como si nos
conociéramos hace muchísimo tiempo, me cuenta de su
madre, de su familia, de antiguas parejas y en un
momento me habla de un accidente automovilístico, que
la había alejado de los medios de televisión.

En ese momento me dijo también que su nombre era


Patricia Dál, que era una actriz muy reconocida, que
había trabajado con Alberto Olmedo, Jorge Porcel, Juan
Carlos Calabró, Moria Casán y muchos actores conocidos
de la televisión Argentina. Enseguida se me vino a la
memoria muchas películas que había visto y la reconocí.

Me contó que estaba haciendo un programa de radio y


que la historia que le había contado del trabajo solidario
que veníamos realizando, podía ser una herramienta útil
para que más gente quiera sumarse y ella estaría
encantada de tenernos en su programa. Muy feliz le
conteste ¿cuándo? enseguida realizo algunas llamadas
con su celular y coordinamos el día. Sería la primera vez

112
que estaríamos ante un micrófono y los miedos de mi
tartamudez comenzaron a asecharme.

Pregúntate si lo que estás


haciendo hoy te acerca al lugar
en el que quieres estar mañana.

-Walt Disney

Llegó el día de nuestra primera entrevista ante los medios


de comunicación. Fuimos tres miembros del equipo a
contar un poco lo que hacíamos, recibidos por Patricia
Dál junto a su equipo de producción, que nos hicieron
sentir muy cómodos.

Pasada la primera parte del programa, en el corte


publicitario pude respirar y empezar a disfrutar de ese
momento. La tensión iba desapareciendo y con ella mis
inseguridades al hablar.

Al iniciar el segundo bloque, Patricia Dál con toda su


experiencia, llevando el programa de manera
extraordinaria me pregunta:

-¿Cómo nace proyecto solidario?-

En ese momento muchas frases pasaron por mi mente,


pero todas se resumieron en una, “experiencia”. Conté

113
mi historia de vida resumiendo desde mi época que
trabajaba en la noche, mi encuentro con las adicciones,
mi internación y superación. Un momento muy emotivo
para todos los que estábamos en la mesa y para los
oyentes que no paraban de preguntar por las redes
sociales.

Entre lágrimas respondía en algunas partes del bloque,


porque estaba en un momento que nunca pensé vivir,
dando mi testimonio y siendo escuchado ante miles de
personas. Muchos eran los que se interesaban
contándonos que tenían familiares, hijos o amigos
pasando por el problema de las adicciones y que
necesitaban ayuda, desde la experiencia, para saber cómo
tratarlos y acompañarlos en ese largo proceso.

Al día siguiente eran muchísimas personas las que me


brindaban fuerzas y ánimos por Facebook, twitter e
instagram. A la tarde recibí un llamado de Patricia Dál
diciéndome que el programa fue uno de los más
escuchados del año y que el productor general Víctor
Giufrida quería conocerme y hacerme una propuesta
interesante, no me dijo mucho más.

Tuve el agrado de conocer al productor del programa una


tarde calurosa de enero, antes de un viaje programado
que tenía a Colombia, para poder lograr nexos con lo que
veníamos haciendo en nuestro país, y de esa manera
seguir aprendiendo como formar nuevas herramientas
para la sociedad desde nuestra organización.
114
Víctor llego muy feliz a nuestro encuentro. Yo lo estaba
esperando junto a Patricia Dál y un compañero de equipo
que siempre estaba dispuesto a acompañarme donde
había que ayudar o difundir nuestro trabajo. Víctor era
una persona de aproximadamente sesenta años pero se
notaba muy jovial en la vestimenta y en cómo se dirigía
hacia los demás. Tenía una empresa de agroquímicos
pero en los últimos años se había propuesto financiar
proyectos mediáticos en radio y teatro.

Había resurgido a Patricia Dál después de muchísimos


años escondida sin que nadie apueste por ella. Él lo hizo
posible y la inicio con el programa radial que nosotros
habíamos sido parte.

Comenzamos a charlar de la vida, de proyectos, hasta que


en un momento de la charla, me confiesa las enormes
ganas que tenia de producir un programa solidario y
había pensado en mí para conducirlo.

Era la primera vez que me conocía cara a cara pero la


historia le había tocado el corazón. Nunca se me había
pasado por la cabeza tener un programa propio, ya que
mi tartamudez desde muy chico era un impedimento
para hablar. Imagínense a un tartamudo hablando ante
miles de radioescuchas, confundiendo palabras por
nervios o inseguridades propias.

Sin pensarlo ni un instante, cuando el productor radial


me propuso esta oportunidad, dije que sí. No me

115
pregunten, pero sentí que mi corazón buscaba hacerle
frente al gigante de la tartamudez. Como David y Goliat,
pudiendo pelear con todas las fuerzas para liberarme.

Libertad era lo que buscaba para mi vida, en todos los


aspectos. Ser yo el que controlase mi vida y no mi
tartamudez, las adicciones ni mis inseguridades. Porque
en ese momento llegue a darme cuenta que mi peor
enemigo era yo y esa era mi mayor pelea.

Cerramos la propuesta muy felices, por poder iniciar un


programa radial, donde la idea era difundir causas
solidarias, eventos, testimonios e historias de vida de
personas que habían tocado fondo para poder cambiar
sus vidas.

La idea que teníamos era realizar el programa los días


sábados a las 19 horas. Horario central del fin de semana
donde pensábamos que más gente podía escucharnos y
sumarse a nuestra audiencia.

A todas las personas que se lo contaba, no podían creer


que había aceptado ese desafió.

Practicaba mucho hablando frente al espejo, me grababa


y me escuchaba. Aprendía de mis errores reconociendo
donde estaba mi mayor problema junto a mi mayor
virtud.

Se acercaba el día del estreno del programa que se


llamaría como nuestra organización, “Proyecto

116
Solidario”. Estaba casi todo terminado, muchos nervios,
pero a la vez una alegría enorme de poder iniciar esta
nueva aventura.

Patricia Dál me pregunto si quería que el primer


programa me acompañara, para poder hacer una
entrevista de presentación al público, aparte de poder
sentirme más confiado.

Llegó el día tan esperado como llega todo en la vida y


siempre es mejor afrontarlo que escapar de los
problemas. Llegue una hora antes al estudio para poder
estar tranquilo, muchas gente se había hecho presente
para desearnos lo mejor para ese día.

Las redes sociales explotaban de saludos y seguidores que


iban a estar presente en la transmisión.

Me presentaron los operadores técnicos que iban a ser los


responsables del Aire, de pasar música y las publicidades.
Todo era nuevo para mí y debía atravesar ese camino
para seguir conociendo mi destino. Nunca dejé de realizar
ningún proyecto noble que mi corazón me dictaba.

No quise arrepentirme en mi vida, de no haber hecho


algo que sentía en el corazón, aunque no hubiera
triunfado en lo que hacía, pero tenía la libertad para
decidir.

Estábamos dentro del estudio a segundos nada más para


comenzar el primer programa de proyecto solidario. El

117
hormigueo se paseaba por todo mi cuerpo y las
inseguridades flotaban en el aire acechándome. Pero al
ver la palabra aire encenderse dentro el estudio, mi vida
comenzaba a cambiar.

Enfrentaba mi peor temor, mi tartamudez que había


peleado tantas batallas en los años anteriores, tantas
burlas recibidas desde pequeño hasta grande, me habían
llevado hasta este lugar.

Comprendí que todo el camino que había atravesado en


la vida, mis rebeldías, mis fracasos, mis aciertos, mis
relaciones sentimentales, mi internación de tantos años,
me habían traído hasta donde estaba hoy, frente a un
micrófono hablándole al país y al mundo.

Contándoles a las personas que se puede cambiar y que


mejor, que hacerlo con nuestra acción, mejor ejemplo que
hablar lucidamente siendo tartamudo, era suficiente para
este comienzo.

El programa fue muy fluido, la primera entrevista que


tuve el gusto de realizar fue con nuestro padrino de
nuestra organización, el señor Juan Darthés, donde pudo
contarnos temas muy íntimos de su familia que confesó
nunca haber contado en otros medios. Empezábamos a
tocar los corazones sin frivolidades y los entrevistados lo
notaban.

118
Siempre me siento feliz. ¿Sabes
por qué? Porque no espero nada
de nadie; esperar siempre duele.
Los problemas no son eternos,
siempre tienen solución. Lo
único que no se resuelve es la
muerte. La vida es corta, por eso
ámala, se feliz y siempre sonríe,
solo vive intensamente. Antes de
hablar, escucha. Antes de
escribir, piensa. Antes de herir,
siente. Antes de rendirte,
intenta. Antes de morir, vive.

-WILLIAM SHAKESPEARE

Comenzamos a agrandar el panel de radio, teníamos


chicos con capacidades diferentes que tenían un lugar.
Algunos ocupándose de la parte de espectáculos, otro del
clima, día a día íbamos creciendo y varias personalidades
del país querían estar en nuestro programa.

Siempre nos decían que se sentían muy cómodos


viniendo al estudio, porque había muy buena energía.
Llevábamos el programa con mucho humor, risas y un
ritmo que diferenciaba los viejos programas solidarios.
Transformándolo en un programa con llegada joven,

119
donde la idea era tocar las fibras internas de las personas,
para que puedan sumarse desde su lugar ayudando con
su tiempo.

Al tomar tanto interés público, empezaron a convocarnos


para entrevistas televisivas. Nuestra primera vez ante las
cámaras, fue en un programa joven en C5n, donde
nuestro padrino Juan Darthés había sido invitado a
cantar para todo el país.

Esa noche en el medio del concierto me llamo al “aire” y


fue la primera vez que tomaba el micrófono en la
televisión, para contar quienes éramos y como podías
sumarte desde tu lugar.

Era otra batalla ganada a la tartamudez. Nada más


hermoso que hablarle al país sin que nadie haya notado
un pequeño rastro de mi problema.

Seguía sumando victorias, en esta guerra que todavía


estaba siendo dura, porque en momentos de algunos
programas, se notaba, que me ponía nervioso, me trababa
o me quedaba con poco aire para pronunciar la última
silaba.

Una tarde me llamó el productor y me dijo que me


escuchara, para tratar de cambiar. Yo nunca le había
confesado que era tartamudo. Creí en ese momento, que
si se lo confesaba, hubiera pensado que sería la peor
apuesta en la historia de su vida.

120
Pero para Dios no hay imposibles, por eso yo confié en
que esa decisión de ponerme delante un micrófono, era
simplemente un milagro, como tantos otros que había
vivido y como tantos otros que sigo viviendo hoy en día.

Mi consumo de sustancias había cesado definitivamente,


sin casi recordarlo. Me di cuenta que mi interior había
sanado, porque podía contar la historia del infierno que
había atravesado, y ya no me hacía daño al hablar de ella.
Había descubierto, que con mi testimonio, comenzaba a
ayudar muchísima gente, que estaba pasando por ese
momento tan duro, que yo había atravesado victorioso
algún tiempo atrás. Habiendo encontrado de esa manera
uno de los propósitos más grandes en mi vida.

El viaje a Colombia fue parte de lo que el destino tenía


planeado para mí. Mis cambios personales eran muy
notorios pero todavía existían algunas ataduras que tenía
que seguir abandonando de mi vida.

Tenía todavía colocado un piercing en la ceja, que era


uno de los últimos síntomas de rebeldía que me
quedaban, y en ese viaje se me perdió sin saber cómo. Lo
sentí personalmente como que debía abandonarlo. Fue
parte de un propósito que me hablaba e indicaba el
camino que tenía que seguir recorriendo.

Se me abrieron muchas puertas en Cartagena Colombia,


visitamos hospitales de pacientes oncológicos, menores
de edad, estar con ellos, jugar junto a sus padres. Las

121
enfermeras tenían que pedirnos que no hagamos ruido,
por lo feliz que estaban los niños jugando.

Ellos estaban olvidándose de sus dolencias y de todo lo


que sus padres lloraban por las noches, pensando en un
futuro incierto. Eran felices en ese momento y nunca se
olvidarían de lo que habíamos vivido juntos.

Tuvimos la oportunidad de ser invitados a un congreso


internacional de la solidaridad en hospital de niños, de la
bellísima ciudad de Cartagena de las indias. Nos recibió el
Alcalde, junto a su equipo, para tener una charla
observando los problemas más frecuentes de los niños, en
esa ciudad de Colombia.

Disfrutamos de sus maravillosas playas, donde nadamos


en corales, junto a peces tropicales de todos los colores
que existiesen.

Todo tan diferente, a esos cuatro años que había pasado


tan oprimido, pensando en ocasiones que nunca saldría
de ese infierno.

Ese viaje cambiaría mi destino. Siempre hay un antes y


un después de una situación, porque experimentamos
crecimientos en distintos aspectos personales, a través de
experiencias vividas. El viaje produce que tengas la
necesidad de reencontrarte con tu interior, viviendo
situaciones nuevas, disfrutando de un proceso continuo

122
de retrospección. Aprendiendo todo el tiempo de la
misma manera que no cesa nuestro asombro.

Al volver del viaje de casi diez días de experiencias


continuas, seguimos trabajando coordinadamente.
Logramos llegar, a muchos lugares donde no tenían
donaciones, construyendo bibliotecas en comedores para
cultivar la educación, de las personas que no tenían
alcance, a los libros o escuelas.

Llevamos computadoras que nos habían donado de


diferentes empresas, creando salas de computación, en
barrios que no tenían la posibilidad de conocer la
tecnología.

Tratábamos de encontrar el problema y solucionarlo con


las herramientas que podíamos encontrar a través de las
redes sociales.

Dar la solución a los problemas era parte de nuestro


acuerdo con la sociedad y día a día sentíamos esa
necesidad. Estábamos programando todo el tiempo
diferentes formas de llegar a la gente. Desde la radio, la
televisión y donde podíamos involucrarnos ahí estábamos
dispuestos a trabajar para los que necesitaban de nuestra
colaboración.

Una mañana, me contactan a través del Facebook, con


un mensaje a nuestra página de la radio, pidiéndonos una
ayuda.

123
Una madre desesperada, nos contaba que su hijo,
llamado Gael, sufría una cardiopatía congénita y debía
viajar a Estados Unidos, ciudad de Boston. Debía iniciar
un tratamiento que saldría ciento cincuenta mil dólares.
Sabía que era una cantidad de dinero enorme y que sería
muy difícil juntarla, pero no dude en responderle que
cuente conmigo y con todo nuestro equipo.

El primer paso, fue invitarlos para el siguiente sábado, a


nuestro programa, para que los oyentes conozcan la
historia y podamos viralizarla con la ayuda de muchos
famosos, personalidades y gente dispuesta a ayudarnos
en las redes.

Le dije, que comience a realizar alguna grafica con un


pequeño mensaje, pero visualmente comprensible, con el
número de la caja de ahorro que ellos habían abierto para
poder pedirles a las personas que puedan ayudar con lo
que podían.

Armamos también, una estrategia para armar diferentes


cuentas en todas las redes sociales posibles, difundiendo
la causa con un hashstag (#unaesperanzaparagael) que
represente un todo y las personas puedan compartir. Para
que el país entero se viralice, logrando la necesidad de
cumplir un sueño. Un sueño de vida a un niño de cinco
años con todo por delante.

Vinieron a nuestro programa y conocimos a Gael, no paró


un minuto desde que entro al estudio, de saltar, jugar,

124
correr, reírse, abrazarme. Yo por dentro mío me
preguntaba, ¿este es el niño con problemas en el corazón?
este era el chico más fuerte que había visto, porque a
pesar de ser tan pequeño, saber de su problema no era
motivo ni causa necesaria, para poder dejar de hacer
actividades, que en teoría no podía realizar.

Era como el abejorro, aquel insecto que físicamente no


podría volar. Pero como el abejorro no conoce sus
defectos, vuela sin saber que sería imposible hacerlo por
su tamaño.

En la vida pasamos por situaciones, donde a veces


nuestra propia familia o amigos, nos dicen lo que somos o
no capaces de hacer. Nos limitan, nos quitan autoridad,
diciéndonos no vas a poder, es imposible para vos, es
inalcanzable que lo logres, nunca tendrás un título
porque no naciste para eso.

Si no supiéramos, lo que podemos o no hacer, seriamos


tan libres como el abejorro, creando nuestro mundo, sin
importar cuán grande es nuestra meta.

Estuvimos todo el programa difundiendo, con muchas


personas del otro lado que compartían las publicaciones,
etiquetando a otras con miles de seguidores, que al ver
una causa tan noble, no dudaron en compartir, para
ayudar a #unaesperanzaparagael.

125
La semana entrante, tendríamos un evento enorme, en el
playón de la estación de Tigre, donde calculaban
aproximadamente setenta mil personas. Por el nivel de
los artistas invitados, que estaban sonando en todos los
medios como eran Coty, Luciano Pereira y Axel
Fernando.

Se nos ocurrió la idea, de asistir con carteles al evento,


soñando con la posibilidad de poder difundir.

Llegó el día y muy temprano nos juntamos con Gael y su


familia cerca del escenario, donde comenzamos a
contactar gente de prensa de varios medios. Para que
puedan realizarles notas, así tendríamos más difusión.

Todo estaba saliendo muy bien, hasta que comenzó a


llover, pensábamos que la lluvia podría complicar la
continuidad del evento, pero era una señal que todo
saldría bien.

Nos acercamos al escenario, con las banderas que decían


el nombre de la causa, por la cual luchábamos, junto con
la madre, sosteniendo a Gael en brazos.

Los conductores del evento eran Pablo Granados y Pachu


Peña, cómicos conocidos de nuestro país, nos divisaron a
lo lejos invitándonos a subir de inmediato al escenario.

Corrimos en el medio de la lluvia, sin importarnos


mucho, dando la vuelta para poder acceder a la rampa de
subida. Estábamos cerca de nuestro cometido, cuando

126
vimos abrirse un telón delante nuestro, que dejaba ver
una cantidad incontable de personas, que estaban esa
tarde presentes.

Nos recibieron con aplausos constantes, en el mismo


momento que desplegábamos la bandera, que contaba,
porque Gael debía viajar a Boston. Tomamos el
micrófono, para poder contar a las setenta mil personas
la causa.

La madre de Gael, exploto en lágrimas de la emoción, y


cuando tomó el micrófono, solo agradecía y temblaba al
hablar ante tantas personas.

Fue un momento único, al igual que los artistas quisieron


sacarse una foto con Gael, para solidarizarse
compartiendo en las redes sociales e invitando al público
presente a sumarse.

Una noche inolvidable, que de a poco iba tomando forma,


para poder concretar algo tan maravilloso como la
solidaridad de muchos argentinos, unidos por una misma
causa, al grito de si se puede.

En la semana comenzamos a llevar la causa, a varios


programas televisivos, que habían tomado noticia a
través de las redes sociales.

La cuenta bancaria, de Gael para viajar a Boston, iba


creciendo de a poco, por la difusión que estaba causando
su historia. Se había logrado cubrir un veinte por ciento

127
del total. Faltaba mucho, pero había que seguir
trabajando. Pudimos conseguir, a través de un persona
que tenía contacto con una línea aérea, los pasajes aéreos.

Logramos una reunión, con el ministro del interior de


nuestro país, Rogelio Frigerio donde recibimos todo su
apoyo.

Fuimos a los programas más importantes, de la televisión


Argentina y de radio, sumando muchísimas personas a la
cruzada solidaria por Gael. Hasta que el sueño en solo
tres meses se hizo realidad. Pudimos juntar la suma
acordada, de ciento cincuenta mil dólares, y más aún,
Gael viajaría con toda su familia a Boston, para iniciar su
tratamiento que salvaría su vida.

Cuando nos enfrentamos ante una situación difícil,


siempre tendemos a pensar en negativo ¿qué hubiera sido
de esta causa, si cuando recibí el mensaje de la madre,
hubiera creído que era imposible, lograr juntar esa
cantidad de dinero?

Cambiamos vidas y destinos, solo viendo el poder de


nuestros actos y nuestras palabras, tratando de cambiar
lo que nos hacía daño por situaciones que edifiquen y
construyan nuestra vida.

Iniciamos un camino de sanación, sobre nosotros y luego


sobre los demás, atraemos mucho de lo que visualizamos,

128
aprendiendo a convertirnos en lo que pensamos, en lo
que queremos para nuestra vida.

No existen imposibles, solo buscar el camino adecuado,


ante cada meta que nos proponemos.

Una mañana, como tantas otras, que estaba en el negocio


de indumentaria, que todavía mantenía y era mi única
entrada económica, para poder sostener a pulmón el
Proyecto Solidario, escuche a mi corazón en silencio.

Muchas veces lo hago, y trato de reconocer su voz, para


identificar donde quiere llevarme Dios y el destino, para
poder ser útil a los demás y a mí mismo.

Sentí en mi corazón, querer iniciar una carrera


universitaria, donde tenga la posibilidad de ayudar a la
gente, desde el aspecto legal.

Recordé esos momentos en la internación, que había


atravesado, que nunca nadie del juzgado, había ido a
visitarme y muchos de mis compañeros murieron en la
internación de infecciones, convulsiones o a veces de frio.

Siempre recuerdo una vivencia muy particular, con un


paciente que dormía en la habitación al lado de la mía.
Una noche me llama y me dice:

-Pablo, veni conmigo a tomar unos mates y charlamos un


rato-

129
Yo, esa noche en particular estaba muy cansado,
contestándole, que mañana iría a tomar unos mates con
él. A la mañana siguiente escuché mucho ruido en el
pasillo, me levante para ver lo que sucedía y estaban
sacando a mi compañero tapado, para llevarlo a la
morgue.

Esa persona que me solicitaba esa noche para tomar unos


mates hoy se había despedido de todos. Lo más extraño
era que esa persona nunca me había hablado y esa noche
sintió la necesidad de hacerlo. Desde esa experiencia,
nunca más deje nada, que podía realizar hoy para
mañana.

Comencé mi camino en la universidad para poder iniciar


la carrera de abogacía. Conocí a los directivos, en un acto
grande que realizaron en el municipio de Tigre. Les conté
lo que hacíamos con proyecto solidario, y se interesaron
rápidamente en querer formar un puente solidario, entre
los alumnos de la universidad y nuestra organización.

Tuvimos la posibilidad de participar, brindando una


mano enorme, en el evento solidario más conocido de la
Argentina. Participando junto a unicef y canal trece en
“un sol para los chicos”. Nos sirvió muchísimo para
formar contactos que nos ayudaron mucho a seguir
creciendo como organización.

Siempre cuando surge un camino, nosotros somos los


responsables de manejar nuestro móvil. Nuestro móvil

130
son las herramientas, que utilizaremos para recorrer la
ruta, que iniciamos hacia nuestra meta.

Muchas personas tienen la idea que la verdadera felicidad


es justamente el camino que recorremos, desde que nos
planteamos una meta, hasta que la conseguimos.

Luego volvemos a ir buscando otras metas para poder


seguir progresando en lo que sentimos en ese momento,
porque siempre vamos mutando. No es lo mismo, lo que
pretendemos a los veinte años, que lo que pretendemos a
los treinta o cincuenta, mutamos porque nos vamos
reinventando.

“Siempre intenté convertir cada


desastre en una oportunidad”.

-John Rockefeller

Hoy en día, estoy muy cerca de recibirme de Abogado,


tengo muchos sueños por delante y ganas de viajar por el
mundo. Seguir conociendo parte de mi propósito de vida,
no estancarme nunca, ni creerme que lo he visto todo,
porque me falta muchísimo por mejorar, pero lo
importante es que hoy puedo verlo.

Vendí el fondo de comercio, del local de indumentaria y


comencé a trabajar en la dirección de entidades
intermedias, en el municipio de Tigre. Donde
coordinamos junto a un equipo maravilloso y solidario las

131
instituciones, fundaciones y clubes, ayudándolas a crecer
institucionalmente, con más herramientas de las que
teníamos desde proyecto solidario.

Soy el presidente y fundador de PROYECTO SOLIDARIO


TIGRE que nació para poder ayudar. Hoy desde la ayuda
a los chicos que estén pasando por el mundo de las
adicciones y sus problemas enormes que eso conlleva.
Comenzamos con charlas de prevención en diferentes
zonas que realmente lo necesitan.

Aprendí a crecer, para poder hacer crecer a otros,


compartiendo siempre nuestra sabiduría.

Hace más de ocho años, que inicie a escribir este libro. Es


el primer paso, para reconocer, lo que me trajo hasta este
momento.

Me costó muchas veces sentarme a escribir, reviviendo


parte del pasado. Pero le gano la pulseada, las ganas de
poder ayudar con este testimonio, a todas las personas
que estén peleando contra el gigante de las adicciones.

Para aquellas personas que estén peleando contra sus


inseguridades, con su propio yo interno, con su depresión
y contra todo lo que este manejando hoy tu vida.

La libertad, la conseguimos cuando podemos decidir por


nosotros mismos, y más aún cuando esas decisiones
influyen en otras personas, para ser un poco responsable
del cambio en sus vidas.

132
No existe una fórmula, para salir de lo que hoy estás
viviendo en tu vida, porque todos atravesamos caminos
diferentes, que nos conducen a lugares diferentes.

Nunca culpemos a alguien, sin conocer su historia de


vida, que lo haya llevado a ser quien es hoy.

No todos tenemos la misma visión o fuerzas, pero en algo


que podemos coincidir todos, es que somos hijos de Dios.

Todos tenemos un libre albedrio, que es el poder de


decisión sobre nuestra vida. Debemos ser responsables,
ante todas nuestras decisiones, que van a ser el resultado,
que llevara nuestro futuro hacia la luz o las tinieblas.

Te invito, a través de esta historia de vida, a caminar


juntos, para cambiar tu mundo. Para el que pueda
escribir, la próxima hoja de tu destino, seas vos ¿te
sumas?

133
Carta de mis padres:

Como padres somos responsables pero no culpables de la


adicción de nuestros hijos, ya que hicimos lo mejor que
pudimos.

La droga es un demonio que viene contra nuestra familia


llevándoselo todo como una tormenta, y por momentos
parece que vamos a caer en el mismo abismo que el
adicto de nuestras vidas.

Nos levantamos cuando está bien y caemos cuando cae,


decidimos y hacemos cosas incomprensibles, queremos
controlarlo, dejamos de vivir nuestras vidas, discutimos,
lo enfrentamos, lo culpamos de todas nuestras
desgracias. Cuando entendemos que aun cuando no
consumimos, estamos tan enfermos como él.

134
La sociedad en su ignorancia margina al adicto y también
a su familia, sin darse cuenta que el problema de la droga
nos incluye a todos

La justicia en el caso de Pablo lo interno en el Hospital


Borda, donde lo derivan al servicio 14/22 que era un sitio
más para delincuentes peligrosos que para un adicto.

Allí nos brindaron terapias familiares e individuales


aguardando la derivación de Pablo a un centro de
adicciones que se demoró un largo tiempo convirtiéndose
en una pesadilla.

Esto se lo hicimos saber a la jueza del juzgado 67 en lo


civil que llevaba adelante la causa de nuestro hijo, que se
había iniciado por una denuncia nuestra de protección de
persona al ver el riego que el corría día a día dentro del
mundo de las adicciones.

En ese momento por nuestra situación familiar y


económica dependíamos del estado y sabíamos que si lo
sacábamos sin el consentimiento del juzgado nunca más
volverían a darle un tratamiento.

Y así comenzó nuestra lucha, escribiendo cartas al


juzgado pidiendo la ayuda que necesitábamos todos

Del hospital Borda y por medio del sedronar, lo derivaron


a distintas clínicas psiquiátricas(a pesar del informe del
médico forense que había dictaminado que nuestro hijo
no era un paciente psiquiátrico).

135
Así el estado nos demostraba una vez más que carecía del
lugar indicado para tratar las adicciones y así íbamos y
veníamos, lo traíamos a casa, lo llevábamos y hasta
drogado para que lo sacáramos de la clínica.

Cuando no negábamos a ello por la seguridad de Pablo y


la nuestra, nos empezaron a ver como enemigos.

En todo el tiempo que estuvo internado mandamos notas


al juzgado, informándoles todo lo que ocurría y a la
sedronar.

Nunca la jueza nos contestó y por poco de victimas


pasamos a victimarios.

En cuanto a la sedronar para nosotros fue una mala


experiencia, que al no tener los centros de adicciones
propios, contrataban clínicas psiquiátricas que tenían
poca experiencia en adicciones o centros terapéuticos.

En las entrevistas con el sedronar nos culpaban a


nosotros de todo lo que ocurría, negando haber recibido
nuestras notas que años después acontecerían diferentes
irregularidades en ese organismo que son de público
conocimiento (como el de la efedrina, encontrar sustancia
en uno de sus móviles y otros).

Tuvimos que tomar medidas de seguridad para todos.


Para Pablo fueron incomprensibles como no permitirle la
vuelta a casa o no asistir a la última de las clínicas que

136
estuvo internado, para no poner en riesgo su seguridad
por diversas situaciones acontecidas allí.

Lo mejor para nosotros fue concurrir a NAR-


ANON(NARCOTICOS ANONIMOSPARA FAMILIARES
DE ADICTOS). En sus reuniones pudimos encontrarnos
con muchos padres que atravesaban por las mismas
situaciones y nos brindaron sus experiencias, sintiendo
que no estábamos solos y que podíamos salir así del pozo
de la desesperación.

Nos aferrábamos a Dios orábamos con desesperación y


pedíamos su guía en todo, manteniéndonos más unidos
que nunca con mi esposo. Porque compartíamos el
mismo dolor desde la familia.

Pasamos todos por el mismo infierno y lo que más


encontramos en el camino fue la incomprensión de varios
familiares y de algunas instituciones que nos mostraron
su incompetencia y perversidad en la lucha contra las
adicciones.

Pero a pesar de todo pudimos salir, el milagro se produjo.


Porque la recuperación de nuestro hijo y de cualquier
adicto es un milagro. En ocasiones los caminos que
atravesamos parecen los peores pero existe una salida
siempre.

Ahora todos estamos preparados para ayudar a otros,


somos sanadores de heridas. Jamás podremos pasar por

137
al lado del que sufre sin detenernos y sin brindarle la
mano para salir del pozo juntos, porque estuvimos allí.

En el camino tomamos medidas buenas y otras no tan


tanto. Hicimos lo que pudimos pero luchamos con
desesperación contra la droga.

Estas palabras que les queremos transmitir las sacamos


de un libro que trajo luz a nuestra vidas y paz a nuestras
almas:

“NO HAY ACEITE SIN EXPRIMIR LAS ACEITUNAS.

NO HAY VINO SIN PRENSAR LAS UVAS.

NO HAY FRAGANCIA SIN APLASTAR LAS FLORES.

NI GOZO VERDADERO SIN DOLORES.

EN EL SERVIVIO DEL AMOR SOLO LOS HERIDOS

PUEDEN SERVIR. PORQUE SOLO ELLOS

COMPRENDEN EL GRITO DEL CORAZON

SANGRANTE”
Extracto del libro “donde renuncia una madre”(Bárbara Jhonson)

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Es nuestro deseo como padres de Pablo que este libro
aliente sus corazones sangrantes y los lleno de consuelo
en la lucha que atraviesen para que un día cuando pase el
profundo dolor en el que se encuentran, ustedes puedan
sanar a otros.

Se puede salir del infierno de las drogas. Dios los bendiga


a todos.

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Este libro fue impreso en: "La Imprenta Digital SRL"

www.laimprentadigital.com.ar

Calle Talcahuano 940 Florida, Provincia de Buenos Aires

En el mes de febrero del año 2017

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