Vous êtes sur la page 1sur 3

Introducción:

La moral y la ética están presente en casi todas las disciplinas, profesiones y actividades de
nuestra vida cotidiana.

El deporte del baloncesto no es la excepción, por tal motivo, el trabajo que a continuación
expondremos está encaminado a dar a conocer como se aplica la moral y la ética en este
deporte, pero no sin antes enseñar que el deporte es una actividad social y cultural que permite
al individuo crecer como persona, integrarse a la sociedad y permitir además la amistad entre
diferentes pueblos, nos da a conocer su cultura, su religión y nos abre las puertas de los
diferentes países del mundo entero.

Cuerpo
El deporte contribuye a mejorar la relación, el conocimiento y la expresión corporal. Es un
factor de integración social, de salud y de bienestar. La realización de estos valores permite
la participación en la sociedad desde unas pautas distintas de las que a menudo constituyen
las actitudes sociales más convencionales.

Estas pautas de participación y relación social deben contribuir al desarrollo de determinadas


sensibilidades, como la del respeto a las distintas nacionalidades y razas, al medio ambiente
y a la calidad de vida como factores de convivencia social.
La preservación de estos valores hace necesario que el deporte recupere alguno de sus
elementos tradicionales y que por tanto el respeto a las reglas del juego, la lealtad, la ética, y
la deportividad sean elementos de vertebración de los participantes en el mismo.

Deportividad: no es nada más que el respeto a las reglas del juego. Pero también incluye
conceptos tan nobles como amistad, respecto al adversario y espíritu deportivo.

Deportividad, es además de un comportamiento, un modo de pensar y una actitud favorable


a la lucha contra la trampa y el engaño. La deportividad es una concepción del deporte que
trasciende del puro cumplimiento de las reglas deportivas para situarse en un entorno de
respeto, caballerosidad y consideración del adversario, superando posiciones ordenancistas a
favor de una serie de comportamientos que tengan el sello propio de quienes aceptan el
compromiso de ser deportivos.

Los deportistas, técnicos y dirigentes deportivos deben respetar las decisiones de los jueces
deportivos, aceptando sus resoluciones y ejerciendo su legítimo derecho a los recursos que
establezca la legislación vigente, deben acreditar que la deportividad y el respeto a las normas
de juego están por encima de sus intereses y que tanto en la victoria como en la derrota, tanto
en el éxito como en la decepción, su comportamiento público se ajusta a los principios de
respeto al adversario y de expresión de legítimo orgullo sin menoscabo del rival.
Gran parte del éxito y del atractivo universal del deporte se debe precisamente a que nos
presenta como una especie de mundo aparte, donde existen unas reglas más claras y una
mayor justicia social.

Frente al mundo complejo en el que vivimos el deporte se nos presenta con reglamentos
claros, resultados contundentes y lo más parecido al triunfo que hemos sido capaces de
inventar.

El logro de la propia excelencia es el mayor valor ético de la competición deportiva, a pesar


de esto hemos de reconocer que dicho valor se confunde habitualmente con lograr la victoria
deportiva, una y otra son 2 cosas diferentes, pues podemos haber jugado excelentemente y
sin embargo haber perdido el encuentro por ser los rivales muy superiores a nosotros.

Perder no implica haber fracasado, como también podemos triunfar jugando rematadamente
mal y sin esforzarnos lo más mínimo ante rivales muy inferiores en calidad. A veces incluso,
para vencer en un partido más que sacar nuestro mejor juego, puede resultar muy útil
movilizar nuestros peores instintos, como engañar al árbitro, desquiciar mediante insultos a
un rival de calidad, o incluso lesionarle a conciencia, y eso, aunque pueda resultar rentable
deportivamente, en absoluto lo hace un valor ético, por estos motivos no es infrecuente que
en etapas formativas, la obsesión por las victorias llegue a truncar y desbaratar el proceso de
aprendizaje deportivo.

Ahora bien existe una gran relación entre el éxito en el deporte y el éxito en la vida
profesional, ya que un deportista glorioso puede ser un funcionario exitista, la fantasía global
de diversas sociedades así lo admiten y así lo necesita pensar, de hecho esto señala claramente

Que la mayoría de las personas adhieren a que las normas y las reglas del deporte son siempre
de naturaleza moral positiva.

Quizás a esta altura podría considerarse la posibilidad de que un deportista profesional


presente algún estilo de juramento hipocrático, sobre todo cuando el mismo puede llegar a
ser modelo con el cual se identifican multitudes de personas de toda condición social,
económica y cultural.

Como toda conducta humana, también el deporte posee normas que regulan su actividad. En
este sentido podemos considerar al deportista no solo como aquella persona que podrá
obtener placer en el propio ejercicio del deporte, sino como alguien comprometido con toda
su estructura personal. Este compromiso puede adquirir la forma de un contrato el que de
hecho contiene tanto factor moral como afectivo.

Los primeros estarán vinculados con el cumplimiento de las normas propias del juego y del
grupo, mientras que las segundas lo estarán en relación a factores personales depositados en
el juego y por la forma en que se sienten afectados cada uno de los miembros del esquipo en
relación a su capitán, a sus compañeros, al orden del ganar o del perder, al contrincante, no
como enemigo sino como temporal.
La capacidad positiva de la práctica de cualquier deporte adaptado a nuestras posibilidades
es un hecho no solo de beneficio físico, sino saludable en términos psicológicos, sociales y
si se quiere espirituales. De aquí que consideremos al compromiso con las normas que
regulan la práctica del deporte como un hecho que afecta toda nuestra estructura vital y la
mayoría de sus funciones, como consecuencia inmediata este cumplimiento del compromiso
deportivo interesa a la persona en término de valores saludables.

Toda persona que anhele mejores condiciones de vida debería incluir dentro de sus
posibilidades inmediatas la práctica del deporte en su vida. Las reglas del deporte son reglas
de vida. La experiencia inmediata muestra que la práctica de una actividad física basada en
un disciplinado y ordenado sistema no solo genera una rápida descompresión personal sino
que provee a cada persona de un sentimiento inmediato de plenitud. Y esto es así desde la
antigüedad. Muchos son los filósofos que señalaron profundamente la importancia del
deporte, aconsejando sobre la integración que los mismos producen en la dualidad humana,
mente sana en cuerpo sano, esta es la síntesis más conocida de este pensamiento universal.

Análisis personal
Como podemos darnos cuenta la moral y la ética en el deporte, no solo es aplicable en esta
circunstancia, ya que también nos ayuda a crecer como persona, a respetar al prójimo, a
nuestros semejantes, a ser mejores padres, hermanos, hijos compañeros, a ser una mejor
persona y a respetar a todos y cada uno de nuestros semejantes.

Conclusión
La práctica de un deporte en nuestra vida, ayuda a mejorar nuestra parte física, a
incorporarnos a la sociedad, a abrirnos caminos para los conocimientos de nuevas
costumbres, nuevas culturas, nuevas personas y a conocer un mundo nuevo del cual
desconocíamos, ese mundo es el deporte.

Vous aimerez peut-être aussi