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La pareja heterosexual está constituida por dos personas adultas, que conviven de un modo más o menos
permanente, que comparten (o proyectan compartir) la mayor parte de sus vidas y tienen ([o consideran tener)
relaciones sexuales entre sí.
La pareja es al mismo tiempo una reentrada en el Edipo. Es imposible no teñir al objeto de características
relacionadas con los objetos infantiles.
Cuando predominan más los aspectos narcisistas, tiene a establecerse una pareja más durable.
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LAS IDENTIFICACIONES EN LA ELECCIÓN DE PAREJA
La salida normal de la conflictiva edípica se realiza a partir de la aceptación de la prohibición del incesto y a través de
identificaciones con aspectos de ambos padres.
El aspecto edípico aparece también como elemento del superyó y del ideal del yo.
La elección del partenaire resulta una solución de compromiso entre deseos adultos e infantiles. Por otra parte, el
sujeto lleva al matrimonio ideales propios e ideales parentales.
Yo-piel: a partir de la piel frágil se trata de constituir una nueva piel de la pareja, a lo que Anzieu llamó “envoltura
narcisística de la pareja”. Muchas veces los sujetos tratan de liberarse de esa piel que contiene, pero que también
ahoga. La solución ideal sería la distancia intermedia, pero muchos sujetos necesitan mantenerse excesivamente a
distancia.
Lo que mantiene ligados a los individuos entre sí durablemente son las pulsiones inhibidas en su fin. Toda relación
afectiva deja in depósito de sentimientos hostiles que sufren el proceso de la represión, formando parte de los
pactos denegativos.
Toda pareja se organiza, y se mantiene alrededor de elementos positivos. Pero también se organiza negativamente,
sobre un conjunto de renuncias, sobre un dejar de lado ciertos contenidos psíquicos: pacto denegativo. Es un
acuerdo inconsciente, por el cual ciertos aspectos del vínculo permanecen reprimidos, desmentidos, renegados o
enquistados en el espacio mental de ambos sujetos. Tal acuerdo, por una parte, es organizador del vínculo, por lo
cual es obligatorio; por otra parte, tiene una función defensiva.
La disolución de la pareja hace surgir a menudo lo que formaba parte del pacto y quedaba silencioso. Muchas veces
adquiere características de una gran violencia.
Modelos identificatorios provenientes del contexto social: la sociedad sanciona la institución matrimonial a través de
sus normas y rituales otorgándoles a los conyugues un soporte identificatorio, dándoles el lugar de esposo y esposa,
y a la institución pareja y futura familia un lugar en el orden social. Este soporte contribuye a que los sujetos puedan
apoyarse en él para el proceso de independización de sus respectivas familias de origen.
Cada individuo aporta sus propias situaciones dramáticas internas, de “familia”, o su grupo interno, que se va a
intrincar íntimamente con el grupo interno o familia interna del otro, para constituir una nueva constelación grupal:
el grupo interno de la pareja o la dramática inconsciente de la pareja. Es un sistema intersubjetivo que va teniendo
una historia propia y va adquiriendo sus propias leyes, en su mayor parte inconscientes, como parte de los pactos
denegativos que se establecen.
Mecanismo de la transferencia: el individuo transferirá en mayor o menor grado sus propios modelos vinculares
infantiles a la relación de pareja actual. Lo que se transfiere es todo un modo de relación, un vínculo. Este vínculo
tiene que ver con modos de relación con personajes de la situación edípica en los que hay un tercero presente, pero
también tiene que ver con aspectos de la primitiva relación dual con el objeto primario y con otros del mismo
individuo (narcisísticos).
LA TRANSMISIÓN TRANSGENERACIONAL
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Es la transmisión de mandatos, legados, de las otras generaciones. La transmisión de lo positivo, como transmisión
estructurante, como mensajes benignos, tróficos, permite que los mensajes de los orígenes de cada uno se
complementen, como un encuentro de dos culturas. Los miembros de la pareja crean nuevos productos. Se puede
constituir una pareja suficientemente buena.
Cuando predomina la transmisión de aspectos negativos, los sujetos quedan ligados a lealtades invisibles.
LAS COLUSIONES
La transmisión de contenidos hace que los acuerdos inconscientes adquieran características más rígidamente
defensivas, y así se establecen las colusiones. Es la convivencia, confabulación, complot para engañar a alguien; es
una ilusión compartida, un engaño compartido.
Ambos deben jugar el rol que el otro le adjudica y al mismo tiempo el rol necesitado por cada uno. Cuando se logra
una síntesis de ambas temáticas se representará una “comedia original”, nueva, inédita, creación de la pareja: está
constituida la dramática colusiva de la pareja.
La colusión en entonces la resultante de dos escenas infantiles que se potencian mutuamente, constituyendo una
nueva escena, actual, con ropaje contemporáneo.
Escenas claves: escenas centrales que expresan la colusión. Son escenas patógenas, repetitivas, que van
incrementando el malestar y la insatisfacción, los malentendidos y el resentimiento, a través de una constante
realimentación positiva.
Es estos casos funciona un pacto denegativo donde es predominante el uso de defensas primitivas masivas: defensas
transpersonales, es decir, aquellas que tienden a modificar el mundo interno del otro para conservar el equilibrio del
propio.
LA SEXUALIDAD EN LA PAREJA
La sexualidad humana es psicosexualidad. No existe una sexualidad biológica “pura”. Es, también, un modo de decir
algo. Es un terreno privilegiado para una comunicación emocional y corporal.
La palabra sexo proviene de sexión (dividir, separar), como alusión a la experiencia primaria de separación. El sujeto
sexuado es también un sujeto incompleto. La sexuación es buscar al otro sexo, identificarse y completarse con éste.
Cuando se constituye una pareja habrá una sexualidad que porta cada uno de los miembros, y una sexualidad que
desarrollará a partir del vínculo.
La riqueza de la vida sexual es fuente de bienestar en la pareja. La relación sexual es un modo a través del cual las
personas evitan el miedo a la sensación de “naufragio”.
Coito significa andar juntos; permite la realización del incesto, re-crear la fusión con el objeto primario y confirmar
que no se está solo. Esta experiencia es un como si. Ambos realizan sus fantasías de completud, lo que implica un
“seguro” contra la castración. Implica también la capacidad de identificaciones recíprocas: el varón puede penetrar
en un medio que no siente “extraños”, y la mujer recibir un pene que siente como no agresivo y propio. Después de
una relación sexual satisfactoria, aumentan los sentimientos tiernos y el agradecimiento al compañero por el placer,
especialmente por el darse. Cada uno puede desde su propia soledad, acercarse al otro, fundirse y con-fundirse para
poder después recuperar la propia soledad y ser ellos mismos.
Una sexualidad suficientemente buena parece ser condición necesaria para una pareja suficientemente buena. Esta
relación suficientemente buena une a los sujetos, pero también contribuye, después de la unión, a establecer y 4
renovar las fronteras entre ellos.
1. El deseo y el temor a la fusión indiscriminada, y el miedo a la pérdida de los límites del propio self, llevan a
dificultades sexuales, sobre todo orgásmicas. También a la ilusión eyaculatoria, en que se confunde orgasmo
con eyaculación.
2. Las imágenes parentales terroríficas o edípicas compartidas en el grupo interno de la pareja, que no
permiten satisfacción a los hijos, pueden llevar a diversas patologías.
3. Ciertas dificultades sexuales forman parte de un juego sadomasoquista destructivo
4. La madre despierta la pulsión sexual del infante. En casos de personas que sufrieron una falta de contacto
afectivo primario y/o de situaciones traumáticas precoces, no se desarrolla una buena erotización de la piel y
las mucosas.
5. El re-vivir aspectos del ideal del yo edípico puede llevar a la necesidad de escindir erotismo de ternura,
llegando hasta la extinción del deseo.
6. La sexualidad puede estar al servicio de un juego de poder: coitos sádicos, frigideces o impotencias
agresivas.
7. Sexualidad operatoria, que puede llegar a una situación de sexualidad adictiva: los dependientes del sexo,
con necesidad de contactos repetidos de piel, para “no perder la piel”, adquiriendo “en préstamo” la piel de
otro, como técnica de reafirmación narcisista.
8. El “engaño” o infidelidad pueden funcionar como defensa frente a la intimidad emocional, a la excesiva
dependencia, al miedo a la fusión indiscriminada y a la pérdida de la propia identidad.
9. Las parejas de ilusión de dos o de almas gemelas. La sexualidad puede limitarse a contactos epidémicos, sin
penetración. Es frecuente una fantasía de autogeneración: ambos borran sus historias y sus genealogías.
10. Algunas parejas declaran estar juntos solamente por el sexo. Si bien tienen frecuentes litigios, generalmente
con alto nivel agresivo, todo se arregla en la cama… hasta el nuevo litigio.
11. Las parejas vírgenes muchas veces permanecen con tal fidelidad a las familias de origen, que no pueden
consumar el matrimonio.
12. Las parejas narcisistas con una sexualidad aparentemente buena entre ellos, pero que parecen no tener
libido disponible para la erotización de los hijos, contribuyen a una disfunción sexual en la familia.
LA PAREJA Y EL NARCISISMO
Cada pareja se constituye tanto sobre elementos objetales como sobre otros narcisísticos. Muchas veces se produce
una verdadera colusión narcisista. En este modelo de colusión, se trata de concretar el ideal de la fusión, de
completud, en un intento fantaseado de negar la negatividad radical. El otro admira incondicionalmente, obteniendo
una satisfacción narcisista vicariamente a través de los éxitos del partenaire. Pero a la vez este debe realizar las
expectativas de ideal narcisista del conyugue.
Cuando predominan los aspectos defensivos, y sobre todo las defensas más drásticas sobre la simple represión, este
pacto adquiere características tales que llevan a un serio empobrecimiento del vínculo.
Cuando una pareja de terapeutas trata a una pareja de pacientes, se establece una relación tetracorporal y
multipersonal.
Ventajas:
a. Favorece la depositación de roles, ansiedades y fantasías de la pareja, por una parte, y de cada uno de los
miembros de la pareja por otra.
b. Facilita la posibilidad de comprensión de cada uno de los miembros de la pareja por parte de cada uno de los
terapeutas desde su propia identidad sexual, en una relación empática.
c. Favorece la posibilidad de afrontar, y elaborar, las escisiones en relación con la sexualidad y, por lo tanto, la
integración de la bisexualidad psíquica.
d. Puede funcionar como modelo de comunicación.
e. Puede funcionar como modelo de pareja parental, que puede crar las condiciones para permitir a la pareja el
vivir, en el aquí y ahora del campo, experiencias inéditas que les posibiliten la adquisición de nuevos recursos
yoicos.
f. Last but not least, el dispositivo coterapéutico favorece la posibilidad de mantener viva la sunción meta-
preconsciente en el campo.
La disociación instrumental puede distribuirse entre los miembros de la pareja terapéutica, de modo que uno de
ellos asuma un mayor compromiso emocional en el campo, mientras el otro queda un poco más distante, como
observador del campo.
La primera entrevista es en parte libre y en parte dirigida. Tiene como finalidad recoger información y redefinir el
motivo de consulta. Se jerarquiza la búsqueda del motivo latente de consulta. Se investigan las fantasías de
enfermedad y curación. También se indaga acerca de la historia de la pareja. Al final se solicita que cada uno
confecciones un “árbol genealógico” de las respectivas familias de origen.
El clima de la entrevista
La imagen que cada uno tiene del otro
La imagen que cada uno tiene de la pareja
Las expectativas de cada uno respecto a la pareja
Las distancias de los miembros de la pareja entre sí y de la pareja con el mundo
Los roles en la pareja
Las identificaciones 6
Las transferencias entre ellos y con los terapeutas
Las contra-transferencias de cada terapeuta y de la pareja terapéutica hacia cada uno de los miembros y
hacia la pareja como unidad
Las alianzas de uno o ambos con un terapeuta o con terceros
Las relaciones de uno o ambos con un terapeuta o terceros
Las relaciones de poder en la pareja
Los tipos de elección objetal: narcisista y/o Anaclítica
La mitología de la pareja
Duelos y hechos traumáticos
Secretos y mentiras
La relación de la pareja con las respectivas familias de origen
Dinámica de las generaciones anteriores
Mandatos transgeneracioneales y lealtades invisibles
La pareja y la familia actual
Los terceros en la pareja
Enfermedades corporales en la pareja
Las dramáticas colusivas centrales o escenas claves
Transferencia y contratransferencia
Son fenómenos del campo. La contratransferencia tiene un valor teórico y técnico igual al de la transferencia. Es
imposible entender la transferencia si no es a través de la contratransferencia.
En este campo tetracorporal y multipersonal, los personajes de los respectivos grupos internos de cada uno de los
miembros de la pareja sufren un proceso de difracción en el partenaire y en los terapeutas, e interactúan con los de
los grupos internos de los terapeutas. La pareja porta sus propios mitos que se confrontan con los mitos de los
terapeutas. De esta interacción surgen las respectivas transferencias y las consiguientes fantasías del campo.
Se despliegan transferencias intrafamiliares (entre los miembros de la pareja) y transfamiliares (hacia el exogrupo).
En relación con los terapeutas se encuentran transferencias sobre la pareja, y sobre cada uno de ellos. Y también de
transferencias de la pareja.
Contraindicaciones
a. Casos en los que uno solo quiere venir u el otro parece desinteresado
b. Casos de conyugues que viven juntos, pero carecen de afinidades e intereses en común
c. Casos de delirio celotípico, de paranoicos y melancólicos graves.
d. Casos de violencia física
Develar las escenas patógenas y colusivas, y separar a ambos miembros de la pareja en el sentido de ayudar a cada
uno a desligarse de las ataduras colusivas y de los pactos denegativos inconscientes que lo tienen unido al otro.
Si esta tarea es exitosa, cada uno podrá entonces recuperar su propia individualidad o su propia soledad.
Se debe efectuar un análisis del vínculo para poder reconocer al otro como diferente. Se trata del tortuoso camino
de la des-ilusión: des-ilusión objetal, lo que significa soportar las dolorosas heridas narcisistas que representan la 7
aceptación de la diferencia de los sexos, de la alteridad y de la diferencia generacional, y por lo tanto de la finitud. El
individuo llega a ver al otro como diferente, y cuando se lo pueda ver al otro como otro diferente, podrá
manifestarse algo de lo que hasta ahora no se ha hablado: el amor, el Eros.
Algunos motivos por los que se llega al divorcio: falta de cumplimiento de las expectativas por parte del otro, en
cuanto “falla” en encarnar los aspectos del ideal del yo (o del yo ideal) depositados en él; las vicisitudes de los juegos
de poder y de posesión, las fases críticas que se refieren al ciclo vital de la familia. Se habla también de rotura de
colusiones.
A menudo, los tiempos de ambos miembros de la pareja para decidir la separación aparecen como diferentes:
mientras uno parece estar en condiciones de divorciarse, el otro se muestra en la situación opuesta. Se asiste a un
juego de roles, en el que cada uno deposita en el otro sus respectivos aspectos que desean separarse. En general,
predominará la culpa en el que “abandona” y la herida narcisista en el “abandonado”. El real acuerdo solo
sobrevendrá cuando se puedan desligar los vínculos colusivos y pueda llevarse a cabo el proceso transformación
vincular.
Cada divorcio implica siempre un largo proceso. Por de pronto, enfrenta a los sujetos con situaciones de pérdida.
Implica también la pérdida de los objetivos, ilusorios o no, que llevaron a la constitución de la pareja.
La identidad del individuo se construye siempre a partir de los otros. Este proceso continúa en el curso de toda la
vida.
La separación amenaza la identidad de los sujetos, ya que ésta se constituye prevalentemente a partir del re-
conocimiento de parte del otro. En la constitución de la pareja se busca la confirmación de la propia existencia. El
enamoramiento cumple también esta función: si el otro, que es mi ideal, me ama, es porque soy digno de ser
amado.
La separación implica siempre una situación de crisis, desestabilizante de un equilibrio previo, y también una crisis
de identidad. La nueva carga de tensiones amenaza el equilibrio psíquico no sólo de los exconyugues, sino también
de la familia en su conjunto, porque se pierde lo que es conocido y se produce el enfrentamiento con la
incertidumbre de un futuro desconocido. Esto puede llevar a conductas regresivas en uno o varios de sus miembros.
Defensivamente, estos pueden tratar de mantener estables los vínculos que los reaseguren emocionalmente. Otras
veces puede buscarse una relación amorosa precoz, nueva e intensa, búsqueda destinada a menudo a obturar el
vacío dejado por la ausencia del otro. Otros tratan de buscar también una ampliación de la red vincular en la familia
extensa y/o en la red social.
Los hijos deberán hacer el duelo de la pareja genitorial: la separación irrumpe como una realidad que se les impone,
y que no pueden controlar. Esto reactiva en ellos fantasías y comportamientos regresivos a diversos niveles de
profundidad. A menudo presentan síntomas como “portavoces” de la angustia del grupo.
El duelo según Freud, es un trabajo desarrollado por el psiquismo frente a la pérdida o muerte de un objeto
significativo, a efectos de que el sujeto reintroyecte en su yo las diversas modalidades de vínculo con el objeto
perdido y renuncie a lo ue ya no podrá suceder.
El proceso del duelo adquiere características particulares. Están comprometidas por lo menos dos personas, cada
una de las cuales condiciona parcialmente la posibilidad o no del otro de elaborar el duelo; es un duelo
intersubjetivo.
Cada miembro deberá retirar las catexis depositadas en el conyugue, en el matrimonio y en la estructura familiar, re-
introyectar lo depositado en el objeto y en el vínculo en el propio yo, y re-investir esas catexis en nuevas esperanzas 9
y expectativas. En el divorcio hay sentido no bien definido de pérdida, relativo a las modalidades del vínculo, al
sentido de seguridad grupal, a la identificación familiar y a la prospectiva familiar. El objeto permanece vivo, con
todo lo que ello implica.
A menudo es difícil poder discriminar los aspectos fusionales depositados en el otro. Si en el otro se colocan también
aspectos del esquema corporal, la separación puede entonces comportar sensaciones de amputación de partes del
cuerpo. Hay a menudo un predominio de la angustia paranoide; el otro pasa a ser un enemigo que debe ser atacado
y destruido. Pueden emerger sensaciones de despersonalización, enfermedades orgánicas y autoinmunes: el cuerpo
se hace cargo de expresar lo impensable, lo negado o repudiado de las alianzas inconscientes; o se expresa a través
de actuaciones con conductas que son dañinas para el sujeto mismo y/o familia.
Con frecuencia la familia niega el soporte, se “pone distancia” con el divorciado, e incluso pueden surgir ataques,
litigios entre las respectivas familias.
Este proceso tiende a reactivar tanto vivencias de carencias primarias relativas a los vínculos originarios de cada
sujeto, cuanto fenómenos psíquicos derivados de los duelos no elaborados por la familia de origen, y a lo largo de la
vida de cada individuo. Pueden sentir que pierden su sostén, que han fracasado frente a los ideales. Se experimenta
disminución de la autoestima, falta de esperanzas, desesperación. Los miembros de la familia deberán sobrellevar
los sentimientos de pérdida cuanto aún está presente el objeto amado-odiado, o anteriormente amado. El objeto
vivo puede estimular fantasías conscientes o inconscientes de re-unión y fantasías relativas a los deseos de posesión.
Se alimentan fantasías de revancha o de venganza, con ideas de destrucción del sujeto abandonado o abandonante.
Los comportamientos de uno pueden hacer sentir al otro que los hijos son dejados a merced del objeto abandonado
o abandonante. Se reactivas también los duelos no elaborados de las respectivas familias de origen.
Se puede así crear una situación de perdida, no sólo de la familia nuclear, sino también de importantes partes de la
familia extensa, con la amenaza de pérdida de la continuidad histórica de las generaciones de una o ambas familias
de origen.
LA TRANSFORMACIÓN VINCULAR
El fin del proceso del duelo intersubjetivo implica que se llegue a la disolución del vínculo conyugal pero, al mismo
tiempo, otros vínculos deben re-constituirse, sobre todo en presencia de hijos, para llegar a nuevas formas de
vínculos. Se habla entonces de transformación vincular: implica una desinvestidura libidinal del otro como objeto de
deseo, con la consiguiente posibilidad de desarrollo de nuevos vínculos y una re-investidura del otro como objeto de
la pareja parental.
El proceso de transformación del vínculo comprende también todos los vínculos entre los diversos miembros de la
familia nuclear y también de la familia extensa. Al mismo tiempo, estos vínculos se entrelazan con el contexto social.
Divorcio terminable: la pareja (al cabo de 1 o 2 años) puede elaborar la pérdida del vínculo matrimonial,
llegar a una separación emocional y preservar la continuidad de la pareja parental, ayudada también por la
función ordenadora de la ley, logrando así la transformación vincular.
Divorcio interminable: tiene que ver con la imposibilidad de llevar a cabo el proceso de transformación del
vínculo. Hay una persistencia de un tipo de vínculo que impide compartir el proceso de duelo, una peculiar
modalidad vincular con predominio del uso de las defensas transpersonales. Continúan unidos por el
resentimiento, el rencor, los deseos de venganza. Quedan prisioneros de los vínculos colusivos.
EL PAPEL DE LA JUSTICIA
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Cuando tienen importantes dificultades importantes para desarrollar el proceso de separación y consiguiente duelo,
pueden pedir ayuda a la justicia. En muchos de estos casos está presenta una fantasía desiderativa: la de que los
jueces decidan en lugar de los conyugues, como intento de resolver la impasse creada. Esto expresa la dificultad para
terminar el divorcio desde el punto de vista emocional.
Están implicados además los abogados de las partes e incluso los jueces y otros representantes del ámbito judicial,
los que pueden formar parte activa de un juego de múltiples vínculos colusivos.
Las parejas involucradas en divorcios interminables, inconscientemente buscan reivindicar ideales narcisistas.
La tarea se dirige a tratar de modificar el campo de una situación vincular que se presenta aparentemente sin salida,
a causa de los significados inconscientes que la determinan. El trabajo terapéutico puede crear las condiciones para
que ambos miembros de la pareja puedan iniciar un proceso de reflexión acerca de los vínculos colusivos que aun los
atan, más allá del propósito manifiesto de querer lograr la separación y la posibilidad de poner nombre a los afectos
en juego, todo lo cual impide el proceso de transformación vincular.
Puede iniciarse el camino que lleve a los sujetos a liberarse de sus conductas repetitivas en las cuales cada sujeto del
vínculo actúa sobre el otro en función de las situaciones no resueltas de su historia familiar e individual, las que son
transferidas a la situación actual.
EL TRABAJO INTERDISCIPLINARIO
Trabajar de modo interdisciplinario entre abogados, jueces y psicoanalistas significa participar de experiencia que
obliga a cada parte a aceptar sus propios límites de capacidad de intervención y tolerar la herida narcisista frente a la
comprobación de la insuficiencia de su propia función como único recurso para resolver los problemas que se
presentan.
CAPÍTULO 15: VIOLENCIA EN LA FAMILIA
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La palabra violencia proviene del latín vis, que significa fuerza. Está relacionado con fuerza y destructividad. Tiene
que ver entonces con la lucha por el poder, con el impulso a dominar y eliminar al otro. La podemos relacionar con la
pulsión de dominio freudiana.
Aulagnier: toda relación humana implica un cierto nivel de violencia. Hay dos tipos de violencia, la primaria,
necesaria para la constitución del yo, definida como “lo que se impone desde el exterior en el campo psíquico,
provocando una primera violación del espacio y una actividad que obedece a leyes extrañas al yo” e implica el
proceso de las primeras identificaciones; y una secundaria, que “se abre camino sobre la precedente, de la que
representa un exceso, en general dañino y nunca necesario para el funcionamiento del yo”.
La noción de violencia está ligada a la de trauma. Freud llama traumáticas a las excitaciones externas que poseen
fuerza suficiente para perforar la protección antiestímulo. La situación traumática de base es la situación de
desvalimiento. La angustia es la reacción originaria frente a la no protección en el trauma.
Winnicott define el trauma como “irrupción de un hecho real demasiado súbito e impredecible”. Él alude a un hecho
real, subraya la importancia del ambiente. Es la familia la que normalmente protege al niño del trauma: habrá
trauma cuando falla esta función.
Hay una forma normal de trauma, la que rompe la idealización del objeto, a causa del odio reactivo a la falla del
objeto. Es el proceso de desilusión, que puede corresponder a la violencia primaria de Aulagnier.
Las consecuencias del trauma son positivas y negativas. Entre las primeras, está la búsqueda de reactualizar el
trauma y devolverle su vigencia, haciéndolo real y objetivo. Es un modo de hacerlo revivir en el vínculo con otra
persona, es lo que se llama fijación al trauma.
Las consecuencias negativas se desarrollan a partir de la necesidad de que nada de lo que atañe al trauma sea
recordado ni repetido. Esta necesidad activa reacciones defensivas. Estas reacciones contribuyen a la formación del
carácter.
El trauma es una de las vicisitudes de los vínculos. Es situacional. Para que exista un trauma, se necesitan por lo
menos dos personas, en el mundo externo y en el mundo interno. El trauma precoz comienza con una falla en la
relación madre-bebé. Existe una cercana e íntima relación entre el niño y la persona que ha infligido el trauma
contra él. El niño no puede encontrar ayuda en los adultos que lo rodean y acude a cualquier medio para salir, medio
que se incorpora a la estructura básica de su yo, perturba su desarrollo y constituye lo que Balint ha llamado la falta
básica, que servirá como un modelo inicial para intentar resolver cualquier situación traumática ulterior.
Masud Kahn introdujo el concepto de traumas acumulativos: traumas que se experimentan en el contexto de la
dependencia de las figuras parentales, las cuales funcionan como barrera protectora y yo auxiliar. Tienen un efecto
disruptivo sobre la organización e integración del yo, perturbando la continuidad existencial.
FORMAS DE VIOLENCIA
Las más manifiestas: abandono físico, maltrato emocional, castigo corporal y abuso sexual.
LA VIOLENCIA Y LA FAMILIA
La violencia está incorporada en muchas familias como una modalidad vincular, un “estilo comunicativo”, y puede
actuar como factor estabilizador del funcionamiento familiar.
Son familias que se mueven en la acción y no en el pensamiento. El que ejerce la violencia tiene una suerte de
compulsión a la acción.
El ejercicio de la violencia en la familia exige una legalidad privada que la avale, la comparta y la transmita. Estas
familias desarrollan mitos caracterizados por un sistema de creencias que justifica la acción. La violencia es
considerada como una respuesta adecuada a una determinada situación, originada exteriormente, y ajena a quien
ejerce la violencia. La causa es atribuida a la víctima. A veces se justifica convirtiendo a la víctima en el “elegido” del
padre violador o pegador. El trauma es, por lo tanto, bonificado.
Se produce así un proceso de naturalización de la violencia, donde se instala una familiaridad siniestra. Este
fenómeno “natural” dará lugar a que se produzca un trauma acumulativo. Bentovim habla de sistemas
organizadores alrededor del trauma.
Los significados son mistificados: significa confundir, ofuscar ocultar, enmascarar lo que está ocurriendo. Se induce a
confusión en el sentido de que no se logra ver qué se está experimentando realmente, qué se está haciendo o está
ocurriendo, y no se logra distinguir qué es de lo que realmente se trata. El acto de masificación tiende a inducir un
estado de confusión. La familia mistifica, minimiza y niega los hechos. Hay una imposibilidad de pensar.
Son familias que no pueden cumplir con las funciones introyectivas descritas por Meltzer y Harris: generar amor,
difundir esperanza, contener el sufrimiento depresivo y crear las condiciones para poder pensar. Predominan las
funciones proyectivas: suscitar odio, sembrar desesperación, transmitir angustia persecutoria, crear confusión y
mentiras. A esto se agrega el predominio de la sexualidad endogámica. Se produce “una amalgama de las conductas
sexuales con las conductas de dominio y destrucción del otro”: sexualización de la subordinación.
Una vez actuada la violencia, la familia nuclear, y también muchas veces la extensa, puede presentarse como
víctima. Esta puede sentirse responsable, experimentar sentimientos de desvalorización y pensar que en realidad se
merece el abuso y/o el castigo, o bien vivir un profundo sentimiento de ultraje con fantasías de retaliación.
Otra forma de sentimiento se da a través de la imposición del secreto. Es un “secreto de Polichinela”, todos lo
conocen, pero ninguno habla de ello.
A menudo, los padres de estas familias han sido también objeto de alguna forma de violencia en sus familias de
origen, y/o fueron exigidos irracionalmente en su rendimiento sin el reconocimiento de sus verdaderas necesidades.
Son padres inseguros, muy susceptibles al error o a fallar, y a sentirse amenazados de derrumbe cuando algo les
falla: el hijo es su “falla”.
Las crisis son desencadenadas por situaciones interiores o exteriores al medio familiar. La violencia puede
desencadenarse en relación con situaciones de cambio en el equilibrio de la familia y, muchas veces, en relación con
las fases críticas del ciclo vital; o por acontecimientos negativos que producen heridas narcisistas. Puede ser
desencadenada también por la intolerancia con quien declina alguna función muy valoradas para el mito familiar.
Es generada por la existencia de otro diferente: surge en el marco de la intersubjetividad. Se trata de eliminar al otro
por ser fuente de sufrimiento, pero se necesita del otro como soporte para poder ejercer en él la violencia.
Algunos efectos del trauma serán: la vivencia de desamparo, de falta de protección, la falla en las defensas y el dolor
mental agudo. 13
En el estado postraumático, el recuerdo de lo sucedido invade al sujeto y puede volver como sentimiento de culpa,
marcada disminución de la autoestima o sentimientos de resignación.
Cuando en las familias los mitos son particularmente rígidos, “imponen” a los individuos modelos identificatorios
que tienen que ver con necesidades de la mitología familiar y no de las personas singulares, configurándose las
identificaciones patógenas y las triviales, ejerciéndose así una violencia transgeneracional.
PROBLEMAS DE TRATAMIENTO
Las familias violentas a veces pueden aparecer como familias “normales”, y llegan a la consulta por:
Se trata de familias de acción, por lo que será necesario establecer un encuadre riguroso y a veces incluir ciertas
técnicas adecuadas a dicha circunstancia. La tarea será la de tratar de transformar la acción en lenguaje. En muchos
casos no confían en que se los va a querer ayudar.
Es importante hacer un diagnóstico del tipo de violencia. En cada caso se evaluará si conviene o no trabajar con toda
o con parte de la familia.
Periódicamente se reúne a toda la familia. Pueden efectuarse sesiones con toda la familia y/o con subgrupos. Se
debe tratar de hablar de todo con todos los detalles.
Es fundamental el trabajo en equipo. Se deben valorar atentamente las reacciones contra-transferenciales que se
suscitan en el campo. Hay una fuerte tendencia a que se produzca la “desviación de la imparcialidad participativa
interna”, con el riesgo de que se configuran situaciones de contraidentificación proyectiva.