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Las garantías constitucionales del proceso penal: El principio acusatorio.

Las garantías constitucionales del proceso penal: El principio


acusatorio.
BIB 2002\42

Miguel Ángel Montañés Pardo. De la Carrera Fiscal. Letrado del Tribunal Constitucional

Publicación: Repertorio Aranzadi del Tribunal Constitucional num. 21/2001 (Estudio).


Editorial Aranzadi, SA, Pamplona. 2001.

- I.- Introducción

- II.- Configuración constitucional del principio acusatorio

- III.- Ámbito de aplicación del principio acusatorio

- 1.- El principio acusatorio en el ámbito procesal penal

- 2.- El principio acusatorio en el ámbito administrativo sancionador

- 3.- El principio acusatorio en el proceso de menores

- IV.- Exigencias derivadas del principio acusatorio

- 1.- No hay juicio sin una previa acusación.

- 1.1.- La calificación o acusación provisional.

- 1.2.- Contenido del escrito de acusación

- 1.3.- El escrito de conclusiones definitivas.

- 1.4.- Retirada de la acusación.

- 2.- La acusación debe ejercitarse por un órgano distinto del que ha de juzgar

- 2.1.- Imparcialidad judicial y principio acusatorio.

- 2.2.- Imparcialidad judicial y poderes de dirección del proceso: los límites de la aportación del
material probatorio.

- 3.- Vinculación del órgano judicial a la acusación

- 3.1.- Principio acusatorio, contradicción y derecho de defensa.

- 3.2.- Correlación entre la acusación y el fallo.

- 3.2.1.- La vinculación de la sentencia a los hechos de la acusación.

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- 3.2.2.- La vinculación de la sentencia a la calificación jurídica de la acusación.

- 3.2.3.- Planteamiento de la tesis por el Tribunal: límites.

- 3.2.4.- La vinculación de la sentencia a la pena solicitada.

- 3.2.6.- La vinculación de la sentencia a la indemnización pedida.

- 4.- Principio acusatorio y prohibición de la «reformatio in peius»

- V.- Nota bibliográfica

IntroducciónEl presente trabajo tiene por objeto el estudio y análisis del principio acusatorio
según la interpretación dada por la jurisprudencia del Tribunal Constitucional (TC) y de la
Sala de lo Penal del Tribunal Supremo (TS). Conviene, no obstante, hacer algunas
puntualizaciones, pues bajo la denominación de principio acusatorio tanto la doctrina
científica como la jurisprudencial se refieren a cosas no siempre homogéneas.En primer
lugar, no hay un concepto perfilado de lo que sea el principio acusatorio. La noción más
extendida hoy día, resultado de la interpretación jurisprudencial, ha supuesto una ampliación
del significado y alcance del principio acusatorio, hasta convertirlo en uno de los
presupuestos básicos del proceso penal. Desde esta perspectiva, el contenido esencial del
principio acusatorio se concreta en que no puede haber juicio sin una previa acusación, que
ésta se ejercite por un órgano distinto al que ha de juzgar y que entre la acusación y la
condena exista correlación, de tal forma que no se puede condenar por hechos distintos de
los que han sido objeto de la acusación, ni por delito más grave ni por circunstancias
agravantes, grados de perfeccionamiento y grados de participación mas severos que los de la
acusación.En segundo lugar, bajo la invocación del principio acusatorio se hace referencia en
no pocas ocasiones, sin precisión alguna, al sistema acusatorio, entendido como la forma
acusatoria y contradictoria del proceso penal. La razón puede estar en que los clásicos
sistemas procesales penales –sistemas inquisitivo, acusatorio y mixto– ya no sirven para
explicar la configuración constitucional del proceso penal, de tal forma que lo importante son
los principios y reglas que sirven para determinar cómo se configura el proceso. En este
sentido, el principio acusatorio es, sin duda alguna, uno de esos principios básicos, junto con
otros como los de contradicción, igualdad entre las partes, defensa y prohibición de la
indefensión.Por último, el principio acusatorio no aparece proclamado expresamente en la
Constitución, lo que ha permitido, como seguidamente se expondrá, que se considere como
una proyección de los distintos derechos consagrados en el artículo 24 CE ( RCL 1978, 2836
y ApNDL 2875) , poniéndose el énfasis en uno u otro derecho fundamental según el aspecto
de que se trate. Sin embargo, esta estrecha relación entre el principio acusatorio y los
derechos y principios constitucionales reconocidos en el artículo 24 CE no permite entenderlo
en un sentido tan omnicomprensivo hasta el punto de que absorba estos principios, derechos
y garantías constitucionales, pues se corre así el riesgo de desdibujar lo que es un principio
autónomo y de minimizar el alcance y significado de principios y derechos constitucionales de
enorme importancia, considerándolos como una mera proyección del principio acusatorio
cuando es justamente lo contrario.Configuración constitucional del principio acusatorioSegún
la doctrina del TC, la aplicación del principio acusatorio, aunque no está proclamado con tal
denominación, viene impuesta por la necesidad de respetar los derechos consagrados en el
artículo 24de la Constitución ( RCL 1978, 2836 y ApNDL 2875) (por todas, STC 57/1987 [ RTC
1987, 57] ). No obstante, la jurisprudencia constitucional ha ampliado el campo de aplicación
al señalar que «el principio acusatorio transciende al derecho contenido en el artículo 24.2 CE
y comprende un haz de garantías adicionales, entre las cuales se encuentra la de que el
pronunciamiento del órgano judicial se efectúe precisamente sobre los términos del debate tal
como han sido planteados en las pretensiones de la acusación y la defensa (por todas, STC
17/1988 [ RTC 1988, 17] ,F. 5), lo que implica que el juzgador penal está vinculado por la
Las garantías constitucionales del proceso penal: El principio acusatorio.

pretensión penal acusatoria compuesta, tanto por los hechos considerados punibles, como
por su calificación jurídica, de modo que el órgano judicial no puede pronunciarse sobre
hechos no aportados al proceso –ni objeto por lo tanto de acusación–, ni puede calificar estos
hechos de forma que integren un delito de mayor gravedad que el definido por la acusación.
En definitiva, se trata de que el deber de congruencia exige la adecuada correlación entre la
acusación y el fallo ( SSTC 11/1992, de 27 de enero [ RTC 1992, 11] ,F. 3;95/1995, de 19 de
junio [ RTC 1995, 95] [F. 3];36/1996, de 11 de marzo [ RTC 1996, 36] [F. 4], y 225/1997, de 15
de diciembre [ RTC 1997, 225] [F. 4])».Su encaje constitucional, en cambio, varía según la
perspectiva desde la que se analice. Con carácter general, el principio acusatorio se apoya
en «los derechos de tutela judicial sin resultado de indefensión, a ser informado de la
acusación y a un proceso con todas las garantías que reconoce el artículo 24CE», de forma
que «estos derechos conducen, en su consideración conjunta, a establecer que este precepto
constitucional consagra el principio acusatorio en todos los procesos penales» ( STC
358/1993 [ RTC 1993, 358] ). El TEDH, por su parte, considera que el principio acusatorio
forma parte del contenido del artículo 6.3 a) y b)del Convenio Europeo de Derechos Humanos
( RCL 1979, 2421 y ApNDL 3627) , que reconoce a todo acusado los derechos «a ser
informado en el más breve plazo, en una lengua que comprenda y detalladamente, de la
naturaleza y de la causa de la acusación formulada contra él», así como «a disponer del
tiempo y de las facilidades necesarias para la preparación de su defensa» (vid. SSTEDH de
24 de octubre de 1996 [ TEDH 1996, 1] , casoSalvador Torres contra España; 25 de marzo de
1999 [ TEDH 1999, 10] , casoPelessier y Sassi contra Francia, entre otros).En cuanto a su
contenido, la doctrina del TC considera que «la aplicación del principio acusatorio supone,
además, una contienda procesal entre dos partes netamente contrapuestas –acusador y
acusado–, resuelta por un órgano que se coloca por encima de ambas, con una neta
distinción de las tres funciones procesales fundamentales, la acusación, propuesta y
sostenida por persona distinta a la del Juez, la defensa, con derechos y facultades iguales al
acusador, y la decisión por un órgano judicial independiente e imparcial, que no actúa como
parte frente al acusado en el proceso contradictorio» ( STC 18/1989 [ RTC 1989, 18] ).De
forma más precisa, la STC 178/2001 ( RTC 2001, 178) señala que en el proceso penal «la
necesidad de contradicción y equilibrio entre las partes está reforzada por la vigencia del
principio acusatorio que también forma parte de las garantías sustanciales del proceso el
cual, entre otras consecuencias, impone la necesidad de que la función de la acusación sea
acometida por un sujeto distinto al órgano decisor (“nemo iudex sine acusatore”) y de que el
objeto procesal sea resuelto por un órgano judicial independiente e imparcial, para lo cual es
imprescindible disponer de la posibilidad de conocer los argumentos de la otra parte y
manifestar ante el Juez los propios, así como poder acreditar los elementos fácticos y
jurídicos que fundamentan las respectivas pretensiones ( SSTC 53/1987, de 7 de mayo [ RTC
1987, 53] ,F. 2;66/1989, de 17 de abril [ RTC 1989, 66] ,F. 12;186/1990, de 15 de noviembre [
RTC 1990, 186] ,F. 5, por todas)».Por último, la infracción del principio acusatorio significa, de
forma ineluctable, una doble vulneración constitucional, la del derecho a conocer de la
acusación, pues ésta sería inexistente, y la del derecho a no sufrir indefensión (por todas,
SSTC 18/1989 [ RTC 1989, 18] y125/1993 [ RTC 1993, 125] ).Ámbito de aplicación del
principio acusatorioEl principio acusatorio en el ámbito procesal penalEl proceso penal es el
campo natural de aplicación del principio acusatorio y en él rige con toda su extensión y sin
límite alguno. Como en este trabajo el análisis y estudio del principio acusatorio se hace
desde la perspectiva del proceso penal, sólo cabe hacer una consideración general y algunas
precisiones.El principio acusatorio, como recuerda la STC 19/2000 ( RTC 2000, 19) , forma
parte de las garantías sustanciales del proceso penal, incluidas asimismo como derecho
fundamental en el artículo 24.2 CE ( RCL 1978, 2836 y ApNDL 2875) y rige en todos los
procesos penales ( SSTC 11/1992 [ RTC 1992, 11] ;83/1992 [ RTC 1992, 83] ;277/1994 [ RTC
1994, 277] ), y en cada una de las instancias de los mismos (SSTC 83/1992 y 277/1994).No
es aplicable, en cambio, al procedimiento de extradición, pues el propio carácter del proceso
hace difícil pensar en eventuales vulneraciones del principio acusatorio. Como señala la STC
102/1997 ( RTC 1997, 102) , «la finalidad del mismo, no dirigido a la sanción penal de
conducta alguna, sino sólo a hacer posible el proceso penal propiamente dicho, hace que
algunas garantías específicas de este proceso tengan difícil encaje y aplicación en el

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procedimiento extraditorio».Tampoco rige respecto de los pronunciamientos sobre la
responsabilidad civil aunque se hagan en el proceso penal, pues el principio acusatorio «no
es sin más trasvasable al campo de la responsabilidad civil derivada del ilícito penal» ( SSTC
125/1993 [ RTC 1993, 125] y227/2000 [ RTC 2000, 227] ;ATC 186/1994 [ RTC 1994, 186
AUTO] ).
1 En la STC 227/2000 ( RTC 2000, 227) se razona que, aunque los recurrentes residencian su denuncia de
indefensión indistintamente en la vulneración tanto del principio acusatorio como del derecho a la congruencia de las
resoluciones judiciales, «al limitarse la condena que les ha sido impuesta al ámbito de la responsabilidad civil, el
derecho más directamente implicado es este segundo».

El principio acusatorio en el ámbito administrativo sancionador


2 Vid. GARBERI/BUITRÓN: El procedimiento administrativo sancionador. Ed. Tirant lo Blanch, 2001, en el que se
hace un completo y detallado estudio de la aplicación del principio acusatorio al ámbito administrativo sancionador.

Las garantías procesales establecidas en el artículo 24.2 CE ( RCL 1978, 2836 y ApNDL
2875) son aplicables, con las matizaciones que resultan de su propia naturaleza, a los
procedimientos administrativos sancionadores, en los que también actúa el «ius puniendi» del
Estado. Así lo ha afirmado la doctrina del TC desde STC 18/1981 ( RTC 1981, 18) , que ha
precisado el alcance de esta regla general concretando que las garantías aplicables a los
procedimientos administrativos sancionadores son las relativas a los derechos de defensa, a
la presunción de inocencia y a la actividad probatoria.
3 Vid. SSTC 2/1987 ( RTC 1987, 2) , 212/1990 ( RTC 1990, 212) , 145/1993 ( RTC 1993, 145) , 297/1993 ( RTC
1993, 297) , 89/1995 ( RTC 1995, 89) y 45/1997 ( RTC 1997, 45) entre otras. El mismo criterio sigue el TEDH en las
Sentencias de 8 de junio de 1976 ( TEDH 1976, 3) , asunto Engel y otros ; 28 de junio de 1984 ( TEDH 1984, 9) ,
asunto Cambell y Fell ; 22 de mayo de 1990 ( TEDH 1990, 13) , asunto Weber ; 27 de agosto de 1991 ( TEDH 1991,
38) , asunto Demicoli ; y 24 de febrero de 1994 ( TEDH 1994, 12) , asunto Bendenoum ).

La vigencia del principio acusatorio al ámbito administrativo sancionador se predica, según


señala la STC 160/1994 ( RTC 1994, 160) , «como manifestación que es del ejercicio del “ius
puniendi” del Estado en la que deben ejercerse sin trabas las garantías de defensa que
alcanzan relieve constitucional, y sin que el ulterior proceso judicial alcance a subsanar la
disminución de esas garantías en el procedimiento administrativo».Algunas de las garantías
comprendidas en el principio acusatorio están expresamente previstas en la Ley 30/1992 (
RCL 1992, 2512, 2775 y RCL 1993, 246) , de Régimen Jurídico y Procedimiento
Administrativo Común [LRJ-PAC)] y en el RD 1398/1993, de 20 de diciembre ( RCL 1993,
2402) por el que se aprueba el Reglamento del procedimiento para el ejercicio de la potestad
sancionadora [RP]. En concreto, se reconoce el derecho del presunto infractor a «ser
notificado de los hechos que se le imputen, de las infracciones que tales hechos puedan
constituir y de las sanciones que, en su caso, se les pudieran imponer» ( art. 135 LRJ-PAC) y
se contempla la vinculación de la autoridad sancionadora a términos de la acusación, pues
«en la resolución no se podrán aceptar hechos distintos de los determinados en el curso del
procedimiento, con independencia de su diferente valoración jurídica» ( art. 138 LRJ-PAC), así
como la obligación de someter al presunto infractor la nueva calificación jurídica que el
órgano de decisión pretenda utilizar cuando considere «que la infracción reviste mayor
gravedad que la determinada en la propuesta de resolución» ( art. 20.3 del Reglamento).El
principio acusatorio en el proceso de menores
4 Vid. DOLZ LAGO, Manuel Jesús: La nueva responsabilidad penal del menor: comentarios a la ley orgánica 5/2000.
Ed. Revista General del Derecho, 2000; ORNOSA FERNÁNDEZ, María Rosario: Derecho Penal de Menores. Ed.
Bosch, 2001; VENTURA/PELÁEZ: Ley Orgánica 5/2000, de 12 de enero reguladora de la responsabilidad penal de
menores: comentarios y jurisprudencia. Ed. Colex, 2000; POLO RODRÍGUEZ, Javier: La nueva ley penal del menor.
Ed. Colex, 2001.

El principio acusatorio rige, con algunas especialidades, en los procesos de menores. Así lo
entendió el TC en la STC 36/1991 ( RTC 1991, 36) , aunque también ha resaltado la
particularidad derivada de la posición del Ministerio Fiscal como garante de la defensa del
menor ( STC 233/1993 [ RTC 1993, 233] ).La vigencia del principio acusatorio está
reconocida, aunque de forma incompleta, en el artículo 8de la LO 5/2000, de 12 de enero (
RCL 2000, 90) , reguladora de la responsabilidad penal de los menores, que dispone: «El
Las garantías constitucionales del proceso penal: El principio acusatorio.

Juez de Menores no podrá imponer una medida que suponga una mayor restricción de
derechos ni por un tiempo superior a la medida solicitada por el Ministerio Fiscal». En cambio,
a pesar de la titulación del artículo, nada tiene que ver con el principio acusatorio la previsión
contenida en el párrafo segundo del precepto, según el cual la duración de las medidas
privativas de libertad no podrá exceder en ningún caso del tiempo que hubiera durado la pena
privativa de libertad que se le hubiere impuesto de haberse aplicado.En consecuencia, el
artículo 8de la LO 5/2000 contempla sólo una de las manifestaciones del principio acusatorio
(la exigencia de correlación entre la acusación y la sentencia). No obstante, siendo de
aplicación supletoria la LECrim , en particular los trámites del procedimiento abreviado ( disp.
final primera de la LO 5/2000), es indudable la aplicación a este tipo de procesos de lo
dispuesto en los artículos 733 y794.3 de la LECrim, con las consecuencias que luego se
expondrán en los correspondientes apartados.Exigencias derivadas del principio acusatorioLa
vigencia del principio acusatorio en el proceso penal comporta tres exigencias básicas:1. No
hay juicio sin una previa acusación.2. La acusación debe ejercerse por un órgano o persona
distinto del que ha de juzgar.3. El órgano enjuiciador está vinculado a los elementos
identificadores de la acusación (hecho punible objeto de la misma y persona del acusado), de
forma que no puede condenar por hechos diferentes ni a persona distinta.Como
señalaCORDÓN MORENO, estas consecuencias, aunque formalmente semejantes a las que
se derivan del principio dispositivo que informa el proceso civil, tienen un fundamento muy
diferente, pues no se trata de que el acusador sea titular de un derecho sustancial del que
pueda disponer libremente, vinculando al Juez con su petición, sino de asegurar en su grado
máximo la posición de imparcialidad del Juez.
5 CORDÓN MORENO, Faustino: Las garantías constitucionales del proceso penal. Ed. Aranzadi, Pamplona 1999,
pg. 113 y ss.

El principio acusatorio, en la medida en que es de plena aplicación en la segunda instancia,


hay que ponerlo en relación con la prohibición de «reformatio in peius», pues impide que, sin
formularse acusación en la segunda instancia, sea condenado quien no lo fue en la primera,
así como que el Tribunal superior agrave la Sentencia sin que alguna de las partes
personadas lo solicite ( STC 283/1993 [ RTC 1993, 283] ).No hay juicio sin una previa
acusación.La calificación o acusación provisional.La acción penal consiste en acusar a
alguien de la comisión de un delito solicitando la puesta en marcha del «ius puniendi» del
Estado. La existencia de acusación es la premisa principal, pues «nadie puede ser
condenado si no se ha formulado contra él una acusación de la que haya tenido oportunidad
de defenderse, pues ello es necesario para poder ejercer el derecho de defensa en el
proceso penal» ( STC 181/1998 [ RTC 1998, 181] ).La forma en que haya de hacerse la
acusación dependerá de la regulación legal del tipo de proceso penal de que se trate. Así, en
los procesos por delito, la acusación debe formularse antes del juicio oral en el
correspondiente escrito de calificación provisional ( art. 650 LECrim para el procedimiento
ordinario) o de acusación ( art. 790.5 LECrim para el procedimiento abreviado). En los juicios
de faltas, en los que no existe escrito de acusación provisional, la acusación deberá hacerse
en el juicio oral y constar expresamente en el acta.
6 Art. 969 LECrim : «El juicio será público, dando principio por la lectura de la querella o de la denuncia, si las
hubiere, siguiendo a esto el examen de los testigos convocados, y practicándose las demás pruebas que propongan
el querellante, el denunciante y el Fiscal, si asistiere, siempre que el Juez las considere admisibles (...)
Seguidamente se oirá al acusado, se examinarán los testigos que presente en su descargo y se practicarán las
demás pruebas que ofrezca y fueran pertinentes, observándose las previsiones de esta Ley en cuanto sean
aplicables. Acto continuo expondrán de palabra las partes lo que crean conveniente en apoyo de sus pretensiones,
hablando primero el Fiscal, si asistiere; después el querellante particular o el denunciante y, por último, el acusado».

La acusación, en todo caso, deberá ser explícita, sin que sea posible admitir una acusación
implícita. Como ha dicho el TC, «puesto que sin acusación no se puede condenar, es
necesario que, como garantía de tal derecho fundamental, la acusación conste, única forma,
por lo demás, de comprobar, en su caso, si se han respetado o no en una Sentencia
condenatoria tanto el principio de no condenar más allá de la acusación, como, en apelación,
el de no incurrir en “reformatio in peius” ( STC 100/1992 [ RTC 1992, 100] ; en el mismo
sentido, SSTC 163/1986 [ RTC 1986, 163] ,17/1989 [ RTC 1989, 17] ,168/1990 [ RTC 1990,

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168] ,47/1991 [ RTC 1991, 47] y11/1992 [ RTC 1992, 11] )».En los juicios de faltas, la
flexibilidad en la formulación y en el modo de conocer la acusación tampoco admite la
acusación implícita, o a presumir que ha habido acusación porque haya habido condena,
pues «no puede considerarse compatible ni respetuosa con (el principio acusatorio) una
Sentencia en la que no conste de alguna forma la existencia de una acusación formulada en
algún momento contra quien en aquélla resulte condenado» (STC 163/1986).Contenido del
escrito de acusaciónAl contenido del escrito de acusación se refiere el artículo 650 LECrim ,
según el cual la acusación consistirá en conclusiones precisas y numeradas en las que se
determinen los hechos punibles, la calificación legal de los mismos, la participación que en
ellos hubiera tenido el acusado, los hechos que constituyan circunstancias atenuantes o
agravantes del delito o eximentes de responsabilidad criminal y las penas que se soliciten.
Por su parte, el acusador privado y el Ministerio Fiscal cuando sostenga la acción civil
expresarán además la cantidad en que aprecien los daños y perjuicios causados por el delito,
o la cosa que haya de ser restituida, así como la persona que aparezca como responsable de
los daños y perjuicios o de la restitución de la cosa.El contenido de la acusación es
fundamentalmente fáctico y la información sobre la acusación debe abarcar necesariamente
el hecho punible que constituye el objeto del proceso ( SSTC 12/1981 [ RTC 1981, 12] ,
195/1983 [ RTC 1983, 195] y134/1986 [ RTC 1986, 134] , entre otras muchas). Aunque en
sentido estricto la calificación jurídica del hecho no forma parte del objeto del proceso, en la
medida en que puede ser variada dentro de ciertos límites, el derecho a ser informado de la
acusación, en relación con el derecho de defensa, exige que la contradicción también alcance
a la calificación jurídica de los hechos.
7 En el mismo sentido, DÍEZ PICAZO, Ignacio, al comentar el art. 24 de la Constitución ( RCL 1978, 2836 y ApNDL
2875) , en Comentarios a la Constitución Española de 1978. (AA. VV.), Editoriales de Derecho Reunidas, 1996,
Tomo III, pg. 104.

La LECrim permite la posibilidad de realizar calificaciones alternativas tanto en el escrito de


calificación provisional ( art. 653 ) como en el definitivo ( art. 732.3 ), sin que padezca por ello el
principio acusatorio siempre y cuando queden perfectamente delimitados todos los elementos
que constituyan el asiento fáctico de los tipos penales ( STS de 17 abril 2001 [ RJ 2001, 2984]
).La importancia del escrito de acusación, y la necesidad de poner un cuidado extremo en
notificar la acusación al interesado, ha sido resaltada por el TEDH, al señalar que «a partir de
su notificación, la persona encausada está oficialmente informada por escrito de la base
jurídica y de hecho de las imputaciones que se formulan contra ella» ( Sentencia Kamasinski
contra Austria de 19 diciembre 1989 ( TEDH 1989, 24) , serie A núm. 168, pgs. 36-37, ap.
79). El artículo 6.3 a) ( RCL 1979, 2421 y ApNDL 3627) del Convenio reconoce al acusado el
derecho a ser informado de manera detallada no sólo del motivo de la acusación, es decir, de
los hechos materiales de los que se les acusa y sobre los que se basa la acusación, sino
también de la calificación jurídica dada a estos hechos. A juicio del TEDH, elderecho a ser
informado sobre la naturaleza y el motivo de la acusación debe contemplarse a la luz del
derecho del acusado a preparar su defensay sobre todo a la luz del derecho más general a
un proceso justo que garantiza el apartado 1 del artículo 6 del Convenio, pues «en materia
penal, una información precisa y completa de los cargos que pesan contra un acusado y, por
lo tanto la calificación jurídica que los tribunales pudieran presentar en su contra, es una
condición esencial de la equidad del procedimiento» ( Sentencia Pelissier y Sassi contra
Francia de 25 de marzo de 1999 [ TEDH 1999, 10] ).La acusación no siempre coincide con el
contenido del auto de procesamiento o del auto de apertura del juicio oral, sin que ello
suponga infracción alguna del principio acusatorio, pues «lo que debe tenerse en cuenta para
la calificación jurídica de la acusación, no es el auto de apertura del juicio oral, sino el escrito
de calificación provisional (y su elevación a definitiva) efectuado por las partes acusadoras» (
STS 23 octubre 2000 [ RJ 2000, 10656) . Al respecto, es preciso recordar que la fase de
investigación ha de servir tanto para preparar el juicio oral como para evitar la apertura de
juicios innecesarios y ése es el cometido del auto de procesamiento en el procedimiento
ordinario o del auto de apertura del juicio oral en el procedimiento abreviado, pero en modo
alguno viene a condicionar los delitos concretos objeto de acusación y enjuiciamiento.Como
ha señalado la doctrina del TS, el derecho a ser informado de la acusación, junto con la
Las garantías constitucionales del proceso penal: El principio acusatorio.

interdicción de la indefensión, suponen, de un lado, que el acusado ha de tener pleno


conocimiento de la acusación contra él formulada, tanto en su contenido fáctico como
jurídico, debiendo tener la oportunidad y los medios para defenderse contra ella; de otro lado,
el pronunciamiento del Tribunal ha de efectuarse precisamente sobre los términos del debate,
tal y como han sido formulados por la acusación y la defensa. El conocimiento de la
acusación se garantiza inicialmente mediante las conclusiones provisionales y, una vez
finalizada la actividad probatoria en el acto del juicio oral, mediante las definitivas en las que,
naturalmente, se pueden introducir las modificaciones fácticas y jurídicas demandadas por
aquella actividad, siempre que se respete la identidad esencial de los hechos que han
constituido el objeto del proceso ( STS de 20 de marzo de 2000 [ RJ 2000, 1200] ).El apartado
fáctico de la calificación acusatoria debe ser completo (incluir todos los elementos que
integran el tipo delictivo objeto de acusación y las circunstancias que influyan sobre la
responsabilidad del acusado) y específico (permitir conocer con precisión cuáles son las
acciones que se consideran delictivas). Pero no tiene necesariamente que ser exhaustivo,
pues «no se requiere un relato minucioso y detallado, o por así decirlo pormenorizado, ni la
incorporación ineludible al texto del escrito de elementos fácticos que obren en las diligencias
sumariales, y a los que la calificación acusatoria se refiera con suficiente claridad» ( STS de
13 de julio de 2000 [ RJ 2000, 6579] ).En el aspecto que ahora interesa, el principio
acusatorio exige que el acusado conozca los hechos ilícitos que se le imputan y con
suficiente antelación para poder desarrollar una adecuada defensa contra dicha imputación
que le permita alegar, proponer prueba y participar en su práctica, siendo necesario para que
el principio acusatorio no resulte quebrantado, que la acusación sea precisa y clara respecto
al hecho imputado y al delito que se atribuye ( STS de 22 diciembre 2000 [ RJ 2000, 10468]
).La cuestión principal que se plantea está referida a las exigencias que debe cumplir el
escrito acusatorio en su aspecto fáctico y a las posibilidades de modificarlo en atención al
resultado de las pruebas practicadas en el juicio sin producir indefensión al acusado. Sin
perjuicio de que la problemática se analice más adelante, cabe indicar ahora que la
acusación ha de ser precisa y clara respecto del hecho y del delito por el que se formula, pero
esto no quiere decir que todos los detalles del hecho delictivo en que se concreta la
acusación «vengan ya definitivamente establecidos en la calificación provisional, pues ello
supondría un atentado directo a la exigencia de que las pruebas que el Tribunal ha de valorar
sean precisamente las practicadas a su presencia en el acto del juicio oral, cuyo resultado,
aunque puede ser previsible, no puede ser adelantado por las acusaciones hasta el extremo
de hacer inamovible la relación de hechos en todos sus detalles» ( STS de 30 octubre 2000 [
RJ 2000, 9517] ; en el mismo sentido, entre otras, SSTS de 12 de enero y 20 de febrero y 17
de diciembre de 1998 [ RJ 1998, 46, RJ 1998, 1182 y RJ 1998, 10321] ).El escrito de
conclusiones definitivas.El escrito de calificación o acusación provisional, basado en el
resultado de la fase de instrucción, puede ser modificado o elevado a definitivo en el juicio,
después de practicadas las pruebas. Así lo disponen los artículos 732 LECrim (para el
procedimiento ordinario) y 793.6 LECrim(para el procedimiento abreviado).
8 Art. 732 LECrim : «Practicadas las diligencias de prueba, las partes podrán modificar las conclusiones de los
escritos de calificación. En este caso formularán por escrito nuevas conclusiones y las entregarán al Presidente del
Tribunal. Las conclusiones podrán formularse en forma alternativa, según lo dispuesto en el art. 653 ».

9 Art. 793.6 LECrim : «Terminada la práctica de la prueba, el Juez o Presidente del Tribunal requerirá a la acusación
y a la defensa para que manifiesten si ratifican o modifican las conclusiones de los escritos inicialmente presentados
y para que expongan oralmente cuanto estimen procedente sobre la valoración de la prueba y la calificación jurídica
de los hechos».

Pues bien, el escrito de conclusiones definitivas es el que fija los términos del debate, según
constante y reiterada doctrina de Sala de lo Penal del Tribunal Supremo. Como buen
exponente, la Sentencia de 12 de enero de 1998 ( RJ 1998, 46) recuerda que «es doctrina
consolidada que el verdadero instrumento procesal de la acusación es el escrito de
conclusiones definitivas, por lo que la sentencia debe resolver sobre ellas y no sobre las
provisionales».
10 En el mismo sentido, entre otras muchas, se pronuncian las SSTS de 19 de junio de 1990 ( RJ 1990, 5567) ; 18
de noviembre de 1991 ( RJ 1991, 9448) ; 11 de noviembre de 1992 ( RJ 1992, 9267) ; 9 de junio de 1993 ( RJ 1993,

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4950) ; y 13 de julio de 2000 ( RJ 2000, 6579) .

También el TC tiene declarado que el escrito de conclusiones definitivas es el instrumento


procesal que ha de considerarse esencial a los efectos de la fijación de la acusación en el
proceso ( SSTC 141/1986 [ RTC 1986, 141] ,20/1987 [ RTC 1987, 20] ,91/1989 [ RTC 1989,
91] ;ATC 17/1992 [ RTC 1992, 17 AUTO] ). En otras palabras, «el momento de la fijación
definitiva del objeto del proceso penal sucede en el escrito de conclusiones definitivas»
siendo éstas, por lo tanto, las que determinan los límites de la congruencia penal ( SSTC
20/1987 [ RTC 1987, 20] y62/1998 [ RTC 1998, 62] ).La cuestión más controvertida en
relación con la modificación de calificación es si la definitiva puede incorporar hechos y
delitos no incluidos en la provisional. Aunque una de las garantías del principio acusatorio
consiste en que el hecho objeto de acusación y fallo permanezca inalterable, resulta posible
la modificación no esencial de los hechos imputados desde que comienza la instrucción hasta
que se fija definitivamente la acusación en los escritos de calificación o acusación definitivas (
STC 302/2000 [ RTC 2000, 302] ). En definitiva, siempre que se mantenga la identidad
esencial del hecho objeto de la acusación, podrán introducirse las modificaciones fácticas
precisas que resulten de la actividad probatoria del juicio oral ( STS de 20 de marzo de 2000 [
RJ 2000, 1200] , antes citada). También pueden variarse, sin infringir el principio acusatorio,
«las modalidades del sujeto, sus circunstancias, la participación de los encartados, tipo de
delito cometido y grados de ejecución, pues ningún sentido tendría el trámite de modificación
de conclusiones si fuesen las provisionales las que acotasen los términos del debate» ( STS
de 7 de junio de 1985 [ RJ 1985, 2969] ).Cuando las conclusiones definitivas varían
sustancialmente –tanto en el plano fáctico como jurídico– respecto de las provisionales puede
suceder que las defensas no se consideren preparadas para responder y oponerse con
eficacia a los nuevos temas. En tales circunstancias, lo procedente es solicitar del Tribunal un
aplazamiento de la continuación de la vista, lo que se contempla expresamente en el artículo
793.7 LECrimpara el procedimiento abreviado, pero que tiene, sin duda, vocación de
generalidad porque responde al principio constitucional de proscripción de toda indefensión (
SSTS de 27 de abril de 1993 [ RJ 1993, 3227] , y de 13 julio 2000 [ RJ 2000, 6579] ). Es más,
siendo el Tribunal garante de los derechos fundamentales del acusado, y debiendo decidir de
oficio lo preciso para evitar su vulneración, una correcta aplicación de esta norma exige que
el Presidente del Tribunal pregunte al Letrado del acusado si se considera suficientemente
instruido del cambio de conclusiones por parte de la acusación y en condiciones de articular
su defensa frente a las nuevas conclusiones mantenidas como definitivas ( STS de 13 julio
2000 [ RJ 2000, 6579] , antes citada, y STS de 17 abril 2001 [ RJ 2001, 2984] ).
11 El art. 793.7 LECrim dispone: «Cuando, en sus conclusiones definitivas, la acusación cambie la tipificación penal
de los hechos o se aprecien un mayor grado de participación o de ejecución o circunstancias de agravación de la
pena, el Juez o Tribunal podrá conceder una aplazamiento de la sesión, hasta el límite de diez días, a petición de la
defensa, a fin de que ésta pueda aportar los elementos probatorios y de descargo que estime convenientes. Tras la
práctica de una nueva prueba que pueda solicitar la defensa, las partes acusadoras podrán, a su vez, modificar sus
conclusiones definitivas».

Por último, señalar que el hecho de que la modificación de la calificación jurídica se realice
después del momento procesal de la posible conformidad del acusado no supone vulneración
del principio acusatorio ni indefensión para el acusado. En efecto, si el Ministerio Fiscal está
legitimado para cambiar en el trámite de las conclusiones definitivas la tipificación penal de
los hechos o apreciar un mayor grado de participación o de ejecución, o circunstancias de
agravación, es decir, efectuar una modificación más gravosa para el imputado, ninguna
indefensión puede derivársele a éste del hecho de que se haga la modificación una vez
rebasado el momento de la posible conformidad con sus conclusiones provisionales ( STS de
5 diciembre 2000 [ RJ 2000, 10179] ).Retirada de la acusación.La LECrim no hace referencia
alguna a la retirada de la acusación, pero es indudable que la misma puede producirse en las
conclusiones definitivas. En estos casos, en los que ya no existe ninguna acción penal en
ejercicio, procede dictar sentencia absolutoria, pues no existiendo acusación no puede haber
sentencia condenatoria y el principio acusatorio impide que el Juez o Tribunal se convierta en
acusador manteniendo por sí la acción penal.Algún sector doctrinal mantiene que permitir que
la retirada de la acusación por parte del acusador vincule al juzgador equivale a otorgarle
Las garantías constitucionales del proceso penal: El principio acusatorio.

plena disponibilidad sobre la persecución penal, atribuyéndole funciones jurisdiccionales de


valoración de prueba y calificación jurídica de los hechos. También se ha razonado que el
problema planteado no afecta al principio acusatorio sino al de necesidad o indisponibilidad
del «ius puniendi» que rige en el proceso penal. En todo caso, dejando a un lado la mayor o
menor solidez de estos planteamientos, me parece del todo indudable que sin acusación no
puede haber condena y que la retirada de la acusación supone, lisa y llanamente, la
inexistencia de la misma, lo que obliga al Juez o Tribunal a dictar sentencia absolutoria. Así lo
dispone expresamente para los juicios de jurado el artículo 51 LOTJ ( RCL 1995, 1515) y así
se deduce de lo dispuesto en el artículo 742 LECrim.
12 Vid. ARMENTA DEU, Teresa: Principio acusatorio: realidad y utilización (lo que es y lo que no). en La reforma de
la justicia penal (estudios en homenaje al Profesor Klaus Tiedemann).-Castelló de la Plana: Col-lecció «Estudis
jurídics», pgs. 326 y 327.

13 Vid, al respecto, VERGER GRAU, Joan: La defensa del imputado y el principio acusatorio. J. M. Bosch Editor,
1994, pgs. 136 y ss.

14 No alcanzo a comprender que se ponga en duda la posibilidad de retirar la acusación, diciendo que con ello se
deja en manos de los acusadores funciones jurisdiccionales de valoración de prueba y calificación jurídica de los
hechos, por el mero hecho de que la retirada se haga en el acto del juicio oral en el trámite de conclusiones
definitivas; además, si al Fiscal le corresponde la decisión de formular la acusación provisional, a él también debe
corresponder, y no al Juez, la decisión de formular la acusación definitiva.

15 El art. 51 de la LOTJ ( RCL 1995, 1515) dispone que «Cuando el Ministerio Fiscal y demás partes acusadoras, en
sus conclusiones definitivas, o en cualquier momento anterior del juicio, manifestasen que desisten de la petición de
condena del acusado, el Magistrado-Presidente disolverá el Jurado y dictará sentencia absolutoria».

16 El art. 740 LECrim dispone que «después de hablar los defensores de las partes y los procesados en su caso, el
Presidente declarará concluso el juicio para sentencia»; y el art. 742 LECrim., por su parte, dispone que «en la
sentencia se resolverán todas las cuestiones que hayan sido objeto del juicio».

Conviene precisar que no es posible aplicar analógicamente los mecanismos previstos en la


LECrim para buscar otros posibles acusadores cuando el Ministerio Fiscal pide el
sobreseimiento de la causa y no se hubiere personado en la causa acusación particular ( arts.
642 a644 en el procedimiento ordinario y artículo 790.4 en el procedimiento abreviado), ya que
se trata de previsiones pensadas para otro momento procesal, antes de que haya formalizado
acusación alguna y antes de la apertura del juicio oral.Tampoco es posible plantear latesisdel
artículo 733 LECrim, pues, aparte de que la acusación no es una calificación absolutoria ni el
planteamiento de latesisimplica formular acusación, la facultad concedida a los tribunales
supone siempre la existencia de una imputación de delito y de responsabilidad exigible.
Como señalóAGUILERA DE PAZ, para que tenga alguna finalidad el planteamiento de la
tesis es preciso que en virtud de ella pueda el tribunal dictar sentencia condenatoria, y como
en el caso de retirarse la acusación no hay contienda alguna que decidir, no puede ser
aplicable la calificación propuesta por el tribunal sentenciador ni la consignada en las
conclusiones provisionales. Por lo demás, la cuestión ha sido resuelta en sentido negativo por
la jurisprudencia del Tribunal Supremo desde la sentencia de 28 de marzo de 1894. Como
señala la STS de 20 de abril de 1976 ( RJ 1976, 1668) , «el criterio de la Jurisprudencia sigue
imperturbable en el sentido de que, retirada la acusación, no le es posible al Tribunal
desembocar en una sentencia de condena».
17 AGUILERA DE PAZ, Enrique.: Comentarios a la Ley de Enjuiciamiento Criminal. Ed. Reus, 1924, Tomo V, pgs.
539 y ss.

18 La citada sentencia declaró haber lugar al recurso de casación por quebrantamiento de forma contra la sentencia
dictada por una Audiencia que, ejercitando la facultad atribuida en el art. 733 LECrim , se creyó autorizada para
condenar a un procesado cuya exención de responsabilidad criminal había pedido el Ministerio Fiscal, único
acusador en la causa, al modificar las conclusiones provisionales en el acto del juicio (Vid. AGUILERA DE PAZ: op.
cit., pgs. 540 y 541).

La acusación debe ejercitarse por un órgano distinto del que ha de juzgarImparcialidad

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judicial y principio acusatorio.El principio acusatorio, como antes se expuso, requiere en
esencia que en el proceso penal exista una acusación formal contra una persona
determinada, pues no puede haber condena sin acusación. Su infracción significa, de forma
ineluctable, una doble vulneración constitucional, la del derecho a conocer de la acusación,
pues ésta sería inexistente, y la del derecho a no sufrir indefensión (por todas, STC 18/1989 [
RTC 1989, 18] ).Pero la aplicación del principio acusatorio supone también una contienda
procesal entre dos partes netamente contrapuestas –acusador y acusado–, resuelta por un
órgano que se coloca por encima de ambas, con una neta distinción de las tres funciones
procesales fundamentales, la acusación, propuesta y sostenida por persona distinta a la del
Juez, la defensa, con derechos y facultades iguales al acusador, y la decisión por un órgano
judicial independiente e imparcial, que no actúa como parte frente al acusado en el proceso
contradictorio.En definitiva, el principio acusatorio, además de satisfacer los derechos a la
tutela judicial efectiva y al de defensa ante imputaciones conocidas, permite situar al Juez en
la posición de imparcialidad desde la que debe ejercer su función de administrar justicia. El
artículo 24de la Constitución ( RCL 1978, 2836 y ApNDL 2875) no permite que ningún Juez
penal juzgue «ex officio», esto es, sin previa acusación formulada por quien tenga
legitimación para ello, exigencia que tiene también plena vigencia en los juicios de faltas (
STC 225/1988 [ RTC 1988, 225] ).Imparcialidad judicial y poderes de dirección del proceso:
los límites de la aportación del material probatorio.Una de las consecuencias de la atribución
de la carga de la prueba a la acusación es que el órgano judicial de enjuiciamiento no puede
efectuar actividad investigadora alguna, pues el Juez tiene que juzgar y decidir «secundum
allegata et probata». Como regla general, el Tribunal no debe abandonar su posición de
árbitro procesal y actuar de oficio en contra del acusado para corregir o subsanar las
omisiones de la parte acusadora.Como excepción, nuestro ordenamiento procesal permite
que el Tribunal de oficio ordene la practica de determinadas pruebas cuando así lo considere
necesario para la comprobación de los hechos que hayan sido objeto de la acusación. En
efecto, aunque el artículo 728 LECrim dispone que no podrán practicarse otras diligencias de
prueba que las propuestas por las partes, ni ser examinados otros testigos que los
comprendidos en las listas presentadas, el artículo 729 LECrim exceptúa los dos siguientes
supuestos:«1º Los careos de los testigos entre sí o con los procesados o entre éstos, que el
Presidente acuerde de oficio, o a propuesta de las partes.2º Las diligencias de prueba no
propuestas por ninguna de las partes, que el Tribunal considere necesarias para la
comprobación de cualquiera de los hechos que hayan sido objeto de los escritos de
acusación».De otra parte, el artículo 746.6 LECrim también permite que el Tribunal –de oficio o
a petición de parte– acuerde la suspensión del juicio oral para la práctica de lo que denomina
«sumaria instrucción suplementaria», cuando «revelaciones o retractaciones inesperadas
produzcan alteraciones sustanciales en los juicios, haciendo necesarios nuevos elementos de
prueba».Es claro, por tanto, que la LECrim autoriza que el Tribunal acuerde de oficio la
práctica de pruebas no propuestas por las partes. Menos claros son, en cambio, los límites de
esta posibilidad legal, en especial los referidos a la aportación de prueba de cargo por parte
del Tribunal, que se derivan del principio acusatorio y de los derechos al juez imparcial y a la
presunción de inocencia, en su vertiente de carga de la prueba.
19 Pone de manifiesto MONTERO AROCA: Principios del proceso penal. Una explicación basada en la razón. Tirant
lo Blanch. Valencia 1997, pgs. 158-161 la contradicción que –a su juicio– existe en sostener «que deben aumentarse
los poderes del juez civil, terminando con el “juez espectador” para convertirlo en el “juez director” del proceso, hasta
reconocerle la facultad de que ordene pruebas de oficio y, al mismo tiempo y por otro lado, se dice que hay que
limitar los poderes del juez penal, hasta el extremo de que no pueda ordenar pruebas de oficio, con lo que se le
convierte en un juez pasivo. Se está incurriendo en el absurdo de afirmar y negar una misma cosa, con lo que
algunas personas pueden estar muy próximas a la esquizofrenia».

En relación con la cuestión que ahora nos ocupa, la iniciativa probatoria de oficio, se ha
pronunciado por primera vez la STC 188/2000, de 10 de julio de 2000 ( RTC 2000, 188) . En
la misma, el TC afirma que la garantía de la imparcialidad objetiva exige, en todo caso, que
con su iniciativa el juzgador no emprenda una actividad inquisitiva encubierta, pero que «esto
no significa que el Juez tenga constitucionalmente vedada toda actividad procesal de impulso
probatorio, por ejemplo, respecto de los hechos objeto de los escritos de calificación o como
complemento para contrastar o verificar la fiabilidad de las pruebas de los hechos propuestos
Las garantías constitucionales del proceso penal: El principio acusatorio.

por las partes. En efecto, la excepcional facultad judicial de proponer la práctica de pruebas,
prevista legalmente en el artículo 729.2 LECrim, no puede considerarse “per se” lesiva de los
derechos constitucionales alegados, pues esta disposición sirve al designio de comprobar la
certeza de elementos de hecho que permitan al juzgador llegar a formar, con las debidas
garantías, el criterio preciso para dictar Sentencia ( art. 741 LECrim), en el ejercicio de la
función jurisdiccional que le es propia ( art. 117.3 CE). Y ello sin perjuicio, claro está, de que no
quepa descartar la posibilidad de utilización indebida de la facultad probatoria “ex officio
judicis” prevista en el artículo 729.2 LECrim, que pudiera llevar a desconocer las exigencias
del principio acusatorio. De cualquier manera, para determinar si en el ejercicio de la
antedicha facultad de propuesta probatoria el Juez ha ultrapasado los límites del principio
acusatorio, con quiebra de la imparcialidad judicial y, eventualmente, del derecho de defensa,
es preciso analizar las circunstancias particulares de cada caso concreto».A juicio del TC,
ninguna quiebra de la imparcialidad judicial cabe imputarle al juzgador y ninguna vulneración
del principio acusatorio puede entenderse producida cuando –como era el caso enjuiciado en
el recurso de amparo– se adopta «una iniciativa probatoria “ex officio judicis”, no de forma
inopinada o sorpresiva, ni como parte de un plan preconcebido por el juzgador, sino como
propuesta asumida por las partes acusadoras y en virtud de una decisión razonablemente
fundada a partir de la emergencia en el acto del juicio de una fuente adicional de prueba de la
que, en buena lógica, cabía esperar una cierta corroboración de los hechos enjuiciados con el
objetivo, no de condenar o de exculpar, sino de alcanzar el grado preciso de convicción para
adoptar una decisión resolutoria del conflicto (...) Con otras palabras: no se puede temer
legítimamente la pérdida de la imparcialidad objetiva de un Juez que acuerda una diligencia
probatoria, en el seno del juicio oral –por tanto, con plena garantía de contradicción– con el
fin de esclarecer un hecho reconocido por las acusaciones y por el mismo acusado».
20 En el caso, la propuesta probatoria de oficio que se denunciaba arranca de la información obtenida en el acto del
juicio oral, en donde se advierte –en lo sustancial, a partir del informe policial y del testimonio del perjudicado–, la
referencia, no ocasional sino reiterada, a una persona que había permanecido al margen del proceso. Ello lleva a la
Juez de lo Penal, apelando a la facultad prevista en el citado art. 729.2 LECrim , a proponer la citación de la referida
persona para oír su testimonio en el juicio sobre un hecho admitido por las acusaciones y reconocido por el acusado.
Tras la declaración del testigo así citado, el Ministerio Fiscal modificó su conclusión inicial y calificación del delito de
estafa por la alternativa de estafa o apropiación indebida, en tanto que la acusación particular calificó los hechos
como delito de estafa y otro de apropiación indebida. La Sentencia del Juzgado absolvió al acusado del delito de
estafa y le condenó como autor de un delito de apropiación indebida.

La doctrina del TS aparece recogida y resumida en la STS de 6 marzo 2001 ( RJ 2001, 1989)
, que explica la evolución de la jurisprudencia sobre el alcance y significado del artículo 729
LECrim. En esta sentencia se reconoce que la propia Sala Segunda del Tribunal Supremo
dictó dos sentencias (de fecha 1 de diciembre de 1993 [ RJ 1993, 9225] ) que marcaron una
inflexión en la interpretación y alcance de la norma del número 2º del artículo 729 LECrim. La
razón de ello es entender que el precepto atenta contra el sistema acusatorio, convirtiendo al
Tribunal en acusador o defensor, según los casos, de posibilitar la subsanación de errores y
omisiones de las partes mediante la introducción de medios de prueba no propuestos en
tiempo y forma por las mismas, afectando, por ello, a la imparcialidad e independencia del
Tribunal.La propia jurisprudencia de la Sala Segunda del Tribunal Supremo ha vuelto a
reconocer el juego del artículo 729.2 LECrim con posterioridad a las restrictivas SSTS de 1 de
diciembre de 1993 ( RJ 1993, 9225) . Al respecto, puede citarse la de 28 de junio de 2000 ( RJ
2000, 6600) , con cita de otras anteriores, que sienta la distinción entre carga de la prueba e
impulso probatorio, afirmando que la iniciativa que al Tribunal atribuye el artículo 729.2
LECrim puede ser considerada como «prueba sobre la prueba», que no tiene por finalidad
probar hechos favorables o desfavorables sino verificar su existencia en el proceso, «por lo
que puede considerarse neutral y respetuosa con el principio acusatorio, que impone la carga
de la prueba a la acusación». Por ello, y en aplicación de esta doctrina, el TS ha considerado
en cambio que traspasa los límites del principio acusatorio, con quiebra de la imparcialidad
subjetiva y objetiva del juzgador, la decisión de ordenar por ordenar de oficio, con base en el
artículo 729.2 LECrim, la reproducción en el juicio de la declaración autoinculpatoria del
acusado en sede policial acordada de oficio ( STS de 7 de abril de 1999 [ RJ 1999, 2304] ).
21 En concreto, las de 21 de marzo de 1994 ( RJ 1994, 2387) , 23 de septiembre de 1995 ( RJ 1995, 6756) , 4 de

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noviembre de 1996 ( RJ 1996, 8045) , 27 de abril ( RJ 1998, 3793) y 11 de mayo de 1998 ( RJ 1998, 4357) , 7 de
abril ( RJ 1999, 2304) y 11 de mayo de 1999 ( RJ 1999, 4973) . Con posterioridad, sigue el mismo criterio la STS de
28 de marzo de 2001 ( RJ 2001, 751) .

22 A juicio del TS, «la decisión de hacer leer la declaración en sede policial de un acusado, cuya petición con fines
probatorios había sido omitida por la acusación al formular sus conclusiones, y aunque viniera determinada por el
deseo de dar publicidad en el juicio a su contenido, descubre una posición del juzgador aparentemente tendente a
cooperar al éxito de la pretensión condenatoria de la parte acusadora ayudándola para suplir la omisión de una
prueba cuya carga le correspondía frente al acusado, que fue luego interrogado sobre el contenido de la declaración
leída sin que gozara de la posibilidad de instrumentar una meditada y bien preparada defensa ante la inesperada
prueba que se realizó tras pronunciar su defensa el informe correspondiente».

El mismo criterio sigue el TS respecto de los careos a los que se refiere el apartado 1º del
artículo 729 LECrim, en la medida en que la Ley regula el careo como un acto conexo entre
las declaraciones de los testigos y de los imputados y la concibe como un medio subsidiario
de prueba ( SSTS de 8 de abril de 1991 [ RJ 1991, 2578] ;26 de mayo de 1992 [ RJ 1992,
4492] ;19 de enero de 1993 [ RJ 1993, 396] ; y13 de diciembre de 1994 [ RJ 1994, 10147] ,
entre otras) y es considerado por la doctrina del TS, no un medio de prueba autónomo e
independiente, sino un medio de contrastar, depurar y matizar las declaraciones de los
testigos o, en su caso, entre estos y los imputados, de ahí que le otorgue carácter
excepcional a su práctica en juicio y condicione su admisión a las facultades discrecionales
del Tribunal.En definitiva, a juicio del TS, el artículo 729 LECrim «constituye una excepción a la
regla general y por ello de siempre se ha estimado que no puede ser objeto de interpretación
extensiva por los Tribunales, hablándose de pruebas complementarias que se justifican por la
propia naturaleza de los valores presentes en el proceso penal que no se compatibilizan con
verdades formales». De acuerdo con el sistema acusatorio, hay una acotación previa del
objeto de la prueba autorizada en el número 2º del artículo 729 LECrim, la de referirse a
«cualquiera de los hechos que hayan sido objeto de los escritos de calificación», siendo esta
delimitación objetiva sumamente trascendente «por cuanto presupone una manifestación
correctísima del alcance y contenido del principio acusatorio, es decir, se refiere a los hechos
y su imputación a una persona, delimitándose así el objeto del proceso, sin que el Tribunal
tenga potestad alguna en materia de aportación fáctica» ( STS de 6 marzo 2001 [ RJ 2001,
1989] , antes citada).Vinculación del órgano judicial a la acusaciónPrincipio acusatorio,
contradicción y derecho de defensa.La necesidad de contradicción y equilibrio entre las
partes está reforzada por la vigencia del principio acusatorio, que impone que la función de la
acusación sea acometida por un sujeto distinto al órgano decisor («nemo iudex sine
acusatore») y que el objeto procesal sea resuelto por un órgano judicial independiente e
imparcial, para lo cual es imprescindible disponer de la posibilidad de conocer los argumentos
de la otra parte y manifestar ante el Juez los propios, así como poder acreditar los elementos
fácticos y jurídicos que fundamentan las respectivas pretensiones ( SSTC 53/1987 [ RTC
1987, 53] ;66/1989 [ RTC 1989, 66] ; y186/1990 [ RTC 1990, 186] , entre otras).En efecto,
según reiterada doctrina del TC, el principio acusatorio trasciende al derecho contenido en el
artículo 24.2 CE ( RCL 1978, 2836 y ApNDL 2875) y comprende un haz de garantías
adicionales, entre las cuales se encuentra la de que el pronunciamiento del órgano judicial se
efectúe precisamente sobre los términos del debate tal como han sido planteados en las
pretensiones de la acusación y la defensa, lo que implica que el juzgador penal está
vinculado por la pretensión penal acusatoria compuesta, tanto por los hechos considerados
punibles, como por su calificación jurídica, de modo que el órgano judicial no puede
pronunciarse sobre hechos no aportados al proceso –ni objeto por lo tanto de acusación–, ni
puede calificar estos hechos de forma que integren un delito de mayor gravedad que el
definido por la acusación. En definitiva, se trata de que el deber de congruencia exige la
adecuada correlación entre la acusación y el fallo ( SSTC 11/1992 [ RTC 1992, 11] ;95/1995 [
RTC 1995, 95] ;36/1996 [ RTC 1996, 36] ;225/1997 [ RTC 1997, 225] ;19/2000 [ RTC 2000,
19] ; y278/2000 [ RTC 2000, 278] ).Como resume la STC 178/2001 ( RTC 2001, 178) , el
artículo 24CE, en cuanto reconoce los derechos a la tutela judicial efectiva con interdicción de
indefensión, a un proceso con todas las garantías y a la defensa, ha consagrado, entre otros,
los principios de contradicción e igualdad, garantizando el libre acceso de las partes al
proceso en defensa de sus derechos e intereses legítimos. Ello impone, entre otras
Las garantías constitucionales del proceso penal: El principio acusatorio.

exigencias, la necesidad de que todo proceso penal esté presidido por la posibilidad de una
efectiva y equilibrada contradicción entre las partes a fin de que puedan defender sus
derechos así como la obligación de que los órganos judiciales promuevan el debate procesal
en condiciones que respeten la contradicción e igualdad entre acusación y defensa.Ahora
bien, lo decisivo a la hora de enjuiciar la posible vulneración del principio acusatorio no es la
falta de homogeneidad formal entre objeto de acusación y objeto de condena, es decir el
ajuste exacto y estricto entre los hechos constitutivos de la pretensión penal y los hechos
declarados probados por el órgano judicial, sino la efectiva constancia de que hubo
elementos de hecho que no fueron ni pudieron ser debatidos plenamente por la defensa, lo
que exige ponderar las circunstancias concretas que concurren en cada caso para poder
determinar lo que resulta esencial al principio acusatorio: que el acusado haya tenido
oportunidad cierta de defenderse de una acusación en un debate contradictorio con la
acusación (STC 225/1997, ya citada, y ATC 36/1996 [ RTC 1996, 36 AUTO] ).Correlación
entre la acusación y el fallo.El principio acusatorio exige que exista correlación entre
acusación y sentencia, puesto que en caso contrario se produciría una condena sin
acusación previa. La exigencia de correlación es subjetiva (sólo puede ser condenada la
persona acusada) y objetiva (sólo se puede condenar por el hecho punible que haya sido
objeto de acusación).Por lo que se refiere a la correlación objetiva, ninguna duda cabe de que
la sentencia no puede condenar por hechos distintos de los que fueron objeto de la
acusación. Más difícil resulta determinar en qué medida la correlación abarca la calificación
jurídica, pues ésta en realidad no integra la acusación en sentido estricto y su determinación
corresponde, en definitiva, al órgano judicial. Ello no obstante, como a continuación se
expondrá con mayor detalle, la jurisprudencia constitucional, desde la STC 134/1986 ( RTC
1986, 134) , viene afirmando que el artículo 24.2 CE ( RCL 1978, 2836 y ApNDL 2875)
impone limitaciones a la alteración de la calificación jurídica, en el sentido de que entre la
calificación de la acusación y la de la sentencia debe existir homogeneidad, entendida como
identidad de bien jurídico protegido en los tipos delictivos, y que el cambio de calificación
debe ser discutida por las partes ( STC 153/1990 [ RTC 1990, 153] ).Idéntico criterio sigue la
jurisprudencia del TS. Como recuerda la STS de 16 mayo 2001 ( RJ 2001, 5596) , el objeto
del proceso queda definitivamente enmarcado con los escritos de calificación de las partes
acusadoras y «sólo excepcionalmente puede el tribunal condenar por delito distinto siempre y
cuando entre el delito objeto de la acusación y el de la sentencia se observa una semejanza
en su estructura típica encuadrable en la homogeneidad delictiva».La exigencia de
correlación entre la condena y la calificación jurídica de la acusación hay que ponerla en
relación con el artículo 733 LECrim , que permite al Tribunal plantear la tesis sobre otras
calificaciones jurídicas alternativas. Sin embargo, como luego se expondrá, esta posibilidad
legal ha sido interpretada restrictivamente por la última jurisprudencia –tanto del TC como del
TS–, que ha ampliado los supuestos en los que es necesario plantear la tesis (por ejemplo, a
las circunstancias agravantes no pedidas) y exige, para poder condenar, que la calificación
propuesta por el órgano judicial sea aceptada por las acusaciones.Por último, también existe
vinculación entre la sentencia y la calificación jurídica en los extremos referidos a la pena
solicitada y a la petición de indemnización. Esta vinculación, no obstante, es menos intensa
que las anteriores en la medida en que, aunque con límites, la determinación de la pena y la
fijación del «quantum indemnizatorio» corresponden al Tribunal sentenciador.La vinculación
de la sentencia a los hechos de la acusación.El principio acusatorio exige que exista la
debida correlación entre la acusación y la sentencia, de forma tal que la defensa del imputado
tenga oportunidad de alegar, proponer prueba y participar en su práctica y en los debates,
habiendo conocido con antelación suficiente aquello de que se le acusa, y sin que la
sentencia de modo sorpresivo pueda condenar por algo de lo que antes no se acusó y
respecto de lo cual consiguientemente no pudo articularse la estrategia exigida por la ley en
garantía de la posición procesal del imputado. En definitiva, la acusación ha de ser precisa y
clara respecto del hecho y del delito por el que se formula y la sentencia ha de ser
congruente con tal acusación sin introducir ningún elemento nuevo del que no hubiera
existido antes posibilidad de defenderse.La exigencia de esta identidad fáctica entre la
acusación y la condena ha sido resaltada por la doctrina del TC. Como dice la STC 225/1997 (
RTC 1997, 225) , la sujeción de la condena a la acusación no puede ir tan lejos como para

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impedir que el órgano judicial modifique la calificación de los hechos enjuiciados en el ámbito
de los elementos que han sido o han podido ser objeto de debate contradictorio, pero siempre
«que no se introduzca un elemento o dato nuevo al que la parte o partes, por su lógico
desconocimiento, no hubieran podido referirse para contradecirlo en su caso».La vinculación
a los hechos se extiende a todos los elementos fácticos del delito, el grado de perfección del
mismo, la participación concreta del inculpado, las circunstancias agravantes sean genéricas
o constitutivas del tipo, y, en definitiva, todos aquellos datos de hecho de los que ha de
depender la específica responsabilidad penal que se imputa. Esta base fáctica de la
acusación vincula al tribunal, que no puede introducir en la sentencia ningún hecho nuevo en
perjuicio del acusado que antes no figurase en la acusación y que pudiera tener
trascendencia en cuanto punto de apoyo fáctico para la agravación de la responsabilidad
penal, porque si así lo hiciera causaría indefensión al acusado que no tuvo oportunidad de
defenderse alegando y probando lo que hubiera tenido a su alcance para contrarrestar
aquello que se le imputa (por todas, STS de 9 abril 2001 [ RJ 2001, 2969] , yATS de 21 julio
2000 [ RJ 2000, 7514] ). Todo ello, claro está, sin perjuicio de que el órgano judicial pueda
ampliar las circunstancias o detalles de lo ocurrido conforme a la prueba practicada en el
juicio oral, en aras de una mayor claridad expositiva o una mejor comprensión de lo ocurrido (
SSTS de 13 de diciembre de 1986 [ RJ 1986, 6948] ;4 de noviembre de 1987 [ RJ 1987,
8445] ;6 de junio de 1990 [ RJ 1990, 5144] ;20 de septiembre de 1991 [ RJ 1991, 6502] ;14
de febrero de 1995 [ RJ 1995, 759] ; y15 de marzo de 1997 [ RJ 1997, 2329] , entre otras
muchas).Por lo que se refiere a los hechos, que es el aspecto del principio acusatorio que
aquí nos interesa, lo relevante para el proceso penal no es el mero hecho natural o relato de
un acaecimiento realmente producido, sino sus aspectos trascendentes para la subsunción,
esto es, aquellos hechos naturales fijados normativamente y que integran el tipo penal a
aplicar. Como razona la STS de 28 de enero de 2000 ( RJ 2000, 724) , «han de tomarse en
cuenta y ser fijados en el momento de la acusación aquellos extremos fácticos que integran el
sustrato de los distintos elementos típicos que componen el precepto penal cuya aplicación
se solicita y las circunstancias influyentes en la responsabilidad del acusado, así como la
identificación de las personas a quienes se imputan tales hechos ( Sentencias de 14 y 23 de
enero de 1993 [ RJ 1993, 491] ). Son éstos los elementos sustanciales que no deberán ser
alterados por el Juez que puede, sin embargo, matizarlos o completarlos incluyendo otros
datos colaterales o esclarecedores siempre que no impliquen cambio de calificación
resultando por ello neutrales para el fallo» ( Sentencia de 22 de diciembre de 1993 [ RJ 1993,
9694] ).
23 En el caso, el TS apreció la vulneración del principio acusatorio porque la acusación describía como hecho de la
acusación el uso de vehículo una vez sustraído y la condena lo fue por la sustracción con fuerza en las cosas de
vehículo. En concreto, razona que «En efecto, aquello de que se acusaba –la utilización o uso del vehículo ajeno ya
substraído por otros– no era conducta típica, en tanto que lo que se declara probado –el apoderamiento del vehículo
cerrado por su propietario– y era relevante para la apreciación del delito por la Sala, no había sido imputado a los
acusados sino a otras personas no identificadas».

También es necesario que exista la debida correlación entre acusación y sentencia para
poder aplicar los subtipos agravados. Como recuerda la STS de 26 diciembre 2000 ( RJ 2000,
10668) , con cita de jurisprudencia anterior, «cualquier subtipo agravado aunque proceda,
como su nombre indica, del tipo delictivo matriz en cuanto éste es definidor genérico del
delito, la realidad es que tiene vida independiente por sus especiales características y su
mayor sanción, de ahí que para poder ser apreciado por la Sala sentenciadora se necesita
como requisito previo e imprescindible que haya sido objeto de calificación específica por la
parte o partes acusadoras y que se incorporen sus características fácticas, de forma que si su
existencia no se alegó en el trámite procesal adecuado y, sin embargo, el tribunal lo acepta y
condena en base a él, estamos en presencia de una evidente causa de indefensión del
imputado al quebrar un principio tan esencial dentro del proceso penal como es el acusatorio,
pues entender lo contrario sería, de una parte, dejar inerme al encausado frente a unas
alegaciones que no han sido formuladas, y, de otra, conceder a los Tribunales una
competencia (la acusadora) que de forma alguna le corresponde. De igual modo, el Tribunal
sentenciador no puede extender los elementos fácticos en que el Ministerio Fiscal basa su
acusación, para incorporar en el relato histórico de la Sentencia construida por aquél
Las garantías constitucionales del proceso penal: El principio acusatorio.

cualquier configuración que extendiendo los hechos en perjuicio del acusado, trate de
rectificar o de acomodar el subtipo agravado a las pretensiones acusatorias si en éstas no
quedan reflejados los aspectos fácticos en donde se asiente tal conclusión condenatoria».
24 El TS apreció la vulneración del principio acusatorio porque el recurrente fue condenado por delito de tráfico de
drogas, con la agravante específica de venta de drogas en local abierto al público, cuando la acusación no relató en
su escrito nada sobre el lugar de venta de la droga.

La vinculación de la sentencia a la calificación jurídica de la acusación.Además de los


hechos, otro elemento vinculante para el tribunal es la calificación jurídica hecha por la
acusación. La clase de delito, si éste fue o no consumado, el grado de participación del
acusado y las circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal han de estar
recogidas en la acusación, de modo que en la sentencia no puede condenarse más
gravemente que lo que legalmente corresponda conforme a todos esos elementos
concretados por los acusadores. No se puede condenar por un delito distinto, ni se puede
apreciar en la sentencia un grado de perfección o de participación más grave, ni apreciar una
circunstancia de agravación no pedida, salvo supuestos de homogeneidad entre lo solicitado
por las acusaciones y lo recogido por el tribunal, que supongan tal semejanza que impida la
posibilidad de indefensión, porque todos los puntos de la sentencia pudieron ser debatidos al
haber sido contenidos en la acusación.Estos dos componentes de la acusación, el conjunto
de elementos fácticos y su calificación jurídica, conforman el hecho punible que constituye el
objeto del proceso penal que sirve para delimitar las facultades del tribunal en orden a la
determinación de la correspondiente responsabilidad criminal, porque si se excediera de los
límites así marcados se ocasionaría indefensión al imputado que no habría tenido
oportunidad para alegar y probar en contra de aquello por lo que antes no había sido acusado
y luego resulta condenado.La calificación jurídica engloba las pretensiones del Fiscal
respecto a la clase de delito, el nivel de perfeccionamiento de éste, el grado de participación
del acusado y las circunstancias agravantes en cuanto que de ellos depende la específica
responsabilidad penal que se imputa y todos ellos emanan de los hechos de los que se
acusa. También forma parte de la calificación jurídica, a efectos de la necesaria correlación
entre acusación y sentencia, las figuras del delito continuado ( art. 74 CP/1995 [ RCL 1995,
3170 y RCL 1996, 777] ) y del concurso medial de delitos ( art. 77CP/1995) por tratarse en
ambos casos de conclusiones de naturaleza inequívocamente jurídica, con base en los
hechos imputados y que tienen directa repercusión en la pena a imponer ( STS de 8 de
octubre de 1999 ( RJ 1999, 8118) ).En las normas penales en blanco, la falta de invocación
por la parte acusadora de la disposición administrativa vulnerada no quebranta el principio
acusatorio ni el derecho de defensa del acusado –derivado de una imputación desconocida–,
toda vez que «nuestro sistema procesal penal se funda, como todos los europeos de nuestra
área cultural, en el principio de la acusación penal por el hecho, reservando al órgano judicial
la aplicación normativa o del derecho» ( STS de 1 de febrero de 1997 [ RJ 1997, 687] ). Es
cierto que la contravención de «las leyes u otras disposiciones de carácter general
protectoras del medio ambiente» constituye el elemento normativo del tipo penal y que, en
cualquier caso resulta deseable la concreción por parte de la acusación de la norma
vulnerada, pero, a los efectos de la integración del hecho en el tipo delictivo, lo que se
requiere es la constatación de la existencia de la disposición protectora del medio ambiente
vulnerada por la conducta del acusado, y esta función corresponde al juzgador como
encargado de la aplicación del derecho, según ha quedado dicho, en aplicación de los
principios «da mihi factum», «dato tibi ius» y «iura novit curia» ( STS de 13 marzo 2000 [ RJ
2000, 3315] .La jurisprudencia del TC, desde la STC 12/1981 ( RTC 1981, 12) , señala que,
aunque la calificación jurídica de los hechos corresponde en principio al Tribunal que los
juzga, la calificación no es ajena al debate contradictorio en el proceso penal, debate que
recae así «no sólo sobre los hechos sino también sobre su calificación jurídica». Por ello,
para condenar por delito distinto del acusado se requiere el cumplimiento de dos condiciones:
Una es la identidad del hecho punible, de forma que el mismo hecho señalado por la
acusación, que se debatió en el juicio contradictorio y que se declaró probado en la Sentencia
de instancia, constituya el supuesto fáctico de la nueva calificación. La segunda condición es
que ambos delitos sean "homogéneos", es decir, tengan la misma naturaleza, porque el

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hecho que configure los tipos correspondientes sea sustancialmente el mismo ( SSTC
105/1983 [ RTC 1983, 105] ;17/1988 [ RTC 1988, 17] ;95/1995 [ RTC 1995, 95] ; y36/1996 [
RTC 1996, 36] , entre otras).
25 En algún caso, el TC ha afirmado que «el principio acusatorio no exige la vinculación estricta del juzgador a las
calificaciones jurídicas y al “petitum” de las partes, sino sólo que el hecho objeto del juicio del fallo sea aquel sobre el
que se haya sostenido la acusación, puesto que el objeto del proceso no es un “crimen”, sino un “factum”. En
consecuencia, el derecho a la información de la acusación, para permitir la defensa adecuada, debe referirse
fundamentalmente al objeto del proceso, que no se identifica tanto con una calificación jurídica, como con un hecho
individualizado como delito» ( STC 134/1986 [ RTC 1986, 134] ). No obstante esta afirmación, la lectura de la
sentencia pone de manifiesto que en la misma se sigue la misma doctrina anterior (luego reiterada), pues se trataba
de una denuncia de «reformatio in peius» en la apelación de un juicio de faltas, y el TC también razona que el
cambio de calificación jurídica de la sentencia de apelación era inocuo por existir la necesaria homogeneidad entre
las faltas.

Ahora bien, es preciso advertir, como hace la STC 225/1997 ( RTC 1997, 225) , que
corresponde a la jurisdicción penal, no al TC, establecer las relaciones de homogeneidad
entre los tipos penales. En efecto, el análisis de la jurisdicción constitucional «es un análisis
externo relativo a la razonabilidad del juicio de homogeneidad realizado por los órganos
judiciales, razonabilidad que toma como punto de partida la configuración de cada uno de los
tipos que, en el plano de la legalidad ordinaria, ha llevado a cabo el órgano judicial y tiene
como perspectiva el derecho fundamental a la defensa» ( F. 4).En definitiva, desde la
perspectiva constitucional, lo decisivo para enjuiciar la posible vulneración del principio
acusatorio no es la falta de homogeneidad formal entre objeto de acusación y objeto de
condena, es decir el ajuste exacto y estricto entre los hechos constitutivos de la pretensión
penal y los hechos declarados probados por el órgano judicial, sino la efectiva constancia de
que hubo elementos de hecho que no fueron ni pudieron ser debatidos plenamente por la
defensa lo que exige ponderar las circunstancias concretas que concurren en cada caso para
poder determinar lo que resulta esencial al principio acusatorio: que el acusado haya tenido
oportunidad cierta de defenderse de una acusación en un debate contradictorio con la
acusación (STC 225/1997, ya citada, y ATC 36/1996 [ RTC 1996, 36 AUTO] ).En palabras del
ATC 244/1995 ( RTC 1995, 244) , son delitos o faltas «generalmente homogéneos» los que
«constituyan modalidades distintas pero cercanas dentro de la tipicidad penal, de tal suerte
que, estando contenidos todos los elementos del segundo tipo en el tipo delictivo objeto de la
acusación, no haya en la condena ningún elemento nuevo del que el acusado no haya podido
defenderse». En parecidos términos se expresa la doctrina del TS: «la homogeneidad de los
delitos implica la identidad de los bienes jurídicos que se protegen en cada uno de ellos y
exige que todos los elementos que conforman el que es objeto de la sentencia condenatoria
estén también comprendidos en el que determinó la acusación» ( STS de 29 de noviembre de
1995 [ RJ 1995, 8833] ).Debe advertirse, en primer lugar, que aquellos elementos no
comprenden sólo el bien o interés protegido por la norma, sino también, obviamente, las
formas de comportamiento respecto de las que se protegen; en segundo lugar, que podría no
bastar que un elemento esencial constitutivo del tipo por el que se condena esté
genéricamente contenido en el tipo por el que se acusa cuando esta genericidad sea tal que
no posibilite un debate pleno y frontal acerca de su concurrencia. En suma, es preciso que
ambos delitos, el sentado en la sentencia recurrida y el considerado por la acusación,
«tengan la misma naturaleza porque el hecho que configure los tipos correspondientes sea
sustancialmente el mismo» ( STC 12/1981 [ RTC 1981, 12] ;95/1995 [ RTC 1995, 95] ; y
225/1997 [ RTC 1997, 225] ).Sobre la vinculación de la sentencia a la calificación jurídica de
la acusación, en especial en el punto relativo a si existe o no homogeneidad de los delitos,
existe una variada casuística jurisprudencial del TS (también algunas resoluciones del TC),
que ha ido precisando en cada caso el significado de la homogeneidad, según los delitos y
las circunstancias del caso.En los apartados que siguen, se expone, sin ánimo de
exhaustividad alguna, un resumen de dicha doctrina.1º) Existe vulneración del principio
acusatorio por falta de correlación entre la acusación y la condena en los siguientes
supuestos:•Petición de agravante genérica de abuso de confianza y condena por subtipo
agravado de delito de estafa de abuso de relaciones personales entre víctima y defraudador (
STS de 27 marzo 2000 [ RJ 2000, 3480] ).
Las garantías constitucionales del proceso penal: El principio acusatorio.

26 La sentencia razona que se vulnera el principio acusatorio, al haberse condenado por una circunstancia agravante
específica, en realidad el subtipo agravado definido en el art. 250.7ª del Código Penal ( RCL 1995, 3170 y RCL 1996,
777) , que no había sido propuesto formalmente por ninguna de las acusaciones, ni por el Ministerio fiscal (en
manera alguna), ni por la acusación particular (aunque ésta sí lo introdujo como agravante genérica, concretamente
la del número sexto del art. 22: obrar con abuso de confianza).

•Acusado de robo con fuerza en casa habitada es condenado por delito de allanamiento de
morada ( STS de 23 marzo 2000 [ RJ 2000, 1482] ).•Acusado de estafa es condenado por
apropiación indebida, siendo estos delitos heterogéneos ( STS de 3 de mayo de 2000 [ RJ
2000, 3448] ).
27 Es indudable, razona el TS, que se ha conculcado ese principio acusatorio si tenemos en cuenta que «el delito de
estafa y el de apropiación indebida tienen el carácter de delitos heterogéneos, pues mientras el primero tiene sede
principal el requisito del “engaño”, el segundo tiene su raíz en el concepto de “abuso de confianza”. Además, y en el
presente caso, la descripción de los hechos efectuada por el Ministerio Fiscal en su calificación difiere de modo
evidente de la narración fáctica contenida en la sentencia, con lo que se agrava aún más la indefensión causada al
inculpado, indefensión que es precisamente lo que trata de salvaguardarse con la aplicación del principio acusatorio,
principio que debe observarse escrupulosamente en todo procedimiento penal».

•Acusado de delito doloso de obstrucción a la justicia, es condenado por delito imprudente


también de obstrucción a la justicia ( STS de 12 de abril de 1999 [ RJ 1999, 3113] ).•Acusados
de delitos de malversación de caudales públicos y condenados por estafa ( STS de 30 de
octubre de 1998 [ RJ 1998, 8566] ).•Acusado de delito de hurto es condenado por delito de
apropiación indebida ( STS de 14 de marzo de 1998 [ RJ 1998, 2354] ).•Acusación por
inducción de asesinato frustrado y condena por amenazas e imprudencia temeraria con
resultado de lesiones ( STS de 23 de octubre de 1995 [ RJ 1995, 7730] ).•Heterogeneidad
entre el delito de falsificación de documento oficial doloso y el cometido por imprudencia ( STS
de 1 de julio de 1993 [ RJ 1993, 5605] ).•Son delitos heterogéneos el parricidio y el abandono
de niños ( STS de 3 de febrero de 1993 [ RJ 1993, 652] ).•Heterogeneidad entre el delito de
robo y el delito de receptación ( SSTS de 25 de mayo de 1990 [ RJ 1990, 4439] ;20 de julio de
1990 [ RJ 1990, 6792] );11 de diciembre de 1991 [ RJ 1991, 9136] ); y 9 de enero de 1992 [
RJ 1992, 10019] ). La falta de homogeneidad entre ambos delitos también ha sido afirmada
por la STC 95/1995 ( RTC 1995, 95) .
28 El TC razona que «no existiendo homogeneidad entre los delitos de robo y receptación, la Sentencia impugnada
no podía entrar a modificar los hechos y su calificación ni a condenar por el delito de receptación sin que
previamente hubiera existido un debate contradictorio entre las partes, lo que no tuvo lugar en este caso. Por lo que
necesariamente ha de llegarse a la conclusión, en aplicación de la doctrina constitucional que antes se ha expuesto,
de que la Sentencia dictada ha lesionado el principio acusatorio que la Constitución garantiza, tanto en lo que
respecta al derecho del recurrente a ser informado de la acusación como en su derecho a la defensa».

•Acusación por estafa y condena por alzamiento de bienes ( SSTS de 7 de febrero de 1990 [
RJ 1990, 1179] y13 de diciembre de 1992 [ RJ 1992, 8320] ).•Acusación por estafa y condena
por apropiación indebida ( STS de 28 de febrero de 1990 [ RJ 1990, 2101] y4 de diciembre de
1991 [ RJ 1991, 8978] ).•Acusación por receptación y condena por apropiación indebida ( STS
de 15 de junio de 1992 [ RJ 1992, 5494] ).•Cambio de calificación por el Tribunal y condena
por mayor número de delitos de los acusados ( STS de 10 de noviembre de 1994 [ RJ 1994,
8898] ).
29 El TS declaró la vulneración del principio acusatorio respecto de uno de los recurrentes, porque la acusación era
por cinco delitos de corrupción de menores y la condena lo fue por un delito de agresión violenta, siete de agresiones
estuprosas y cinco de provocación sexual; el TS razona que los pronunciamientos condenatorios no podían exceder
de cinco. En cambio, la sentencia consideró que no vulneraba el principio acusatorio por el cambio de calificación
jurídica (acusación por corrupción de menores y condena por agresión sexual) por estimar que se trataba de delitos
homogéneos. Este punto concreto de la sentencia se comenta en el siguiente apartado.

•Acusación por trafico de drogas y contrabando y condena por reaceptación de ganancias


procedentes de tráfico de drogas ( STS de 4 de septiembre de 1991 [ RJ 1991, 6022]
).•Apreciación de agravante no pedida por la acusación ( SSTS de 9 de marzo de 2000 [ RJ
2000, 1184] y de 5 marzo de 2001 [ RJ 2001, 1293] ).•No aplicación de atenuante solicitada
por el Fiscal, única parte acusadora ( STS de 22 de junio de 2001 [ RJ 2001, 5666] ).
30 El TS razona que para la efectividad del principio acusatorio se requiere mantener una estricta correlación entre el

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contenido de la acusación y el contenido del fallo de la sentencia y, a tal fin, es preciso que el tribunal no exceda en
perjuicio del reo la calificación formulada por las partes acusadoras, convirtiéndose así indebidamente en acusador y
desbordando sus funciones juzgadoras. En el caso, la apreciación de una atenuante de reparación del daño causado
fue auspiciada por el Ministerio Fiscal en sus conclusiones y por tanto preciso era no traspasar en perjuicio del
acusado tal petición. Con lo cual también se dejó de apreciar en el caso lo dispuesto en el número 4º del art. 66 del
Código Penal ( RCL 1995, 3170 y RCL 1996, 777) que establece la disminución a la pena inferior, al menos en un
grado a la correspondiente al delito que se aprecie, cuando concurran dos atenuantes o una sola muy cualificada.

•Solicitud por el Fiscal de eximente incompleta y aplicación de atenuante ordinaria por el


Tribunal ( STS de 28 diciembre 2000 [ RJ 2001, 257] ).
31 La STS, con cita de jurisprudencia anterior, señala que el Juez o Tribunal sentenciador no puede tampoco agravar
la pena solicitada por las acusaciones, más allá de lo que legalmente permita la individualización judicial de las
penas, al rechazar circunstancias modificativas alegadas por la acusación, asumiendo otras distintas que conduzcan
a la aplicación de penas superiores en grado a las solicitadas (vid. SSTS de 26 de febrero de 1994 [ RJ 1994, 1127] ,
de 20 de abril de 1995 y de 18 de febrero de 1999 [ RJ 1999, 1174] , entre otras).

•Acusado de robo intentado es condenado por robo consumado ( STS de 15 diciembre 2000 [
RJ 2001, 763] ).•Acusado de varios delitos en concurso ideal, es condenado por esos delitos
pero en concurso real ( STS de 8 de octubre de 1999 [ RJ 1999, 8118] ).
32 La sentencia razona que «la conceptuación efectuada por el Fiscal de la instancia de que los delitos imputados
están relacionados entre sí por el vínculo instrumental y, por eso, constituyen una figura de concurso medial prevista
y regulada en el art. 77 CP ( RCL 1995, 3170 y RCL 1996, 777 ) (...) se trata de una conclusión de naturaleza
inequívocamente jurídica, que tiene su fundamento en los hechos imputados (según los cuales las lesiones causadas
fueron medio necesario para la perpetración del posterior delito de detención ilegal) y tiene, como aquéllos, una
relevante y directa repercusión en la pena a imponer; razones por las cuales entiende esta Sala que el tratamiento y
efectos que debe atribuirse a esa conclusión jurídica plasmada por el Fiscal en sus conclusiones definitivas, no debe
diferir de aquellos otros factores –grado de perfeccionamiento del delito, de participación en el ilícito, concurrencia de
circunstancias...– que forman parte de la calificación».

•Acusación en casación por encubrimiento cuando en instancia se imputó autoría en tráfico


de drogas ( STS de 11 octubre 2000 [ RJ 2000, 8766] ).
33 A juicio del TS, «no cabe acusar por encubrimiento ahora en casación sin haberlo hecho antes en la instancia
pretendiendo desgajarlo de la acusación única por autoría realizada ante la Audiencia. Tendrían que haberse
formulado acusaciones alternativas en la instancia, como lo permite el art. 653 LECrim , porque si ahora
condenáramos en casación por encubrimiento, dado que no hubo acusación en la instancia, por esta clase de
infracción y, en consecuencia, el tema no fue allí debatido, al no haber recurso alguno contra esta sentencia del
Tribunal Supremo, el así condenado quedaría privado del derecho a la doble instancia reconocido por el art. 14.5 del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de Nueva York de 1966 ( RCL 1977, 893 y ApNDL 3630) ».

•Acusación por falsedad en documento privado y condena por estafa ( STS de 21 de junio de
1991 [ RJ 1991, 4774] ).2º) No existe vulneración del principio acusatorio, por apreciar
correlación entre la acusación y la condena:•Condena por delito de robo apreciando menor
entidad en la violencia ejercida ( STS de 24 de noviembre de 1999 [ RJ 1999, 8886] ).
34 La sentencia acogió la calificación del Ministerio Fiscal y condena por delito de robo con intimidación sin
aplicación del párrafo 3º del art. 242 CP/1995 ( RCL 1995, 3170 y RCL 1996, 777) , en atención a las circunstancias
concurrentes y las dificultades de deambulación de la víctima.

•Acusación por apropiación indebida y condena por delito societario de administración desleal
(STS de 29 mayo 2001 [ RJ 2001, 4577] ).•Acusación de asesinato con alevosía y condena
por homicidio con abuso de superioridad ( SSTS de 9 de julio de 1997 [ RJ 1997, 5749] y de 24
de noviembre de 1999 [ RJ 1999, 8719] ). En el mismo sentido cuando se acusa de actuar
con alevosía y el Tribunal condena apreciando la agravante de abuso de superioridad ( STS
de 17 de noviembre de 2000 [ RJ 2000, 9295] ).•Acusación por malversación de caudales
públicos y condena por apropiación indebida ( ATS de 8 junio 2001 [ RJ 2001, 4390]
).•Acusación por delito de abuso sexual con acceso carnal y condena por abuso sexual sin
acceso carnal ( STS de 13 de noviembre de 1999 [ RJ 1999, 8710] ).•Acusación por cinco
delitos de corrupción de menores y condena por un delito de agresión sexual violenta y cuatro
de agresión sexual estuprosa ( STS de 10 de noviembre de 1994 [ RJ 1994, 1998] ). La
declaración de homogeneidad fue considera razonable por la STC 225/1997 ( RTC 1997, 225)
.
35 En la STS citada, el TS razonó, con cita de jurisprudencia anterior, que el salto cualitativo de la condena respecto
Las garantías constitucionales del proceso penal: El principio acusatorio.

de la acusación no vulneró el principio acusatorio porque en los delitos de corrupción de menores también implican
un abuso ajeno a la libertad sexual de los ofendidos. La STC 225/1997 ( RTC 1997, 225) , luego de recordar que
compete a los órganos de la jurisdicción penal interpretar las normas penales y establecer las relaciones de
homogeneidad entre los delitos, razona que, en el caso enjuiciado, ninguna tacha cabe oponer a la razonabilidad de
la afirmada afinidad entre los tipos delictivos comparados, no tanto porque el interés protegido en los tipos de
agresión sexual esté razonablemente comprendido en el de la corrupción de menores, como señalaba el TS, sino
porque no se apreciaba una «desviación esencial entre las modalidades comisivas cotejadas» y, además, se
constataba que «buena parte del debate procesal se centró de hecho plena y frontalmente en las relaciones que
tenía el acusado con sus víctimas y en el modo que tenía de influir en la voluntad de las mismas».

•Acusado de robo con fuerza en casa habitada es condenado por delito de allanamiento de
morada ( STS de 23 de marzo de 2000 [ RJ 2000, 1482] ).•Acusación por delito de homicidio
doloso y condena por delito de lesiones en concurso ideal con otro de homicidio imprudente (
ATS de 28 abril 2000 [ RJ 2000, 7702] ).•Acusado de estafa de doble venta de bienes
inmuebles, es condenado por estafa genérica ( STS de 20 de julio de 2000 [ RJ 2000, 6765]
).•Apreciación por el Tribunal de un grado de participación inferior al de la acusación ( SSTS
de 10 de noviembre de 1995 [ RJ 1995, 8321] y de 19 febrero 2001 [ RJ 2001, 2306] ). En el
mismo sentido se pronuncia la STC 36/1996 ( RTC 1996, 36) .
36 El TC razona que «en nada se opone al principio acusatorio el que el órgano judicial, en aplicación del Derecho
objetivo y a la vista de la prueba practicada, condenara a uno de los recurrentes no como autor sino como inductor
del delito de usurpación de funciones; y lo mismo debe afirmarse del silencio que el escrito de calificación provisional
del Ministerio Fiscal guardó acerca de la concurrencia en el caso de la indicación terapéutica contemplada en el art.
417 bis.1.1 CP ( RCL 1973, 2255 y NDL 5670) , pues ésta, como es bien sabido, constituye una causa de
justificación cuya concurrencia y prueba, en contra de lo sostenido por los demandantes, no corresponde a la
acusación sino a la defensa, que es quien la alega».

•Acusación por delito de homicidio intentado y condena por delito de lesiones ( STS de 2 de
julio de 1999 [ RJ 1999, 5807] ). En el mismo sentido, acusado de homicidio frustrado es
condenado por delito de lesiones: escritos de acusación suficientemente explícitos ( STS de
11 de noviembre de 1998 [ RJ 1998, 8957] ).•Homogeneidad entre el delito de violación por el
que se acusa y el de estupro por el que se condena ( SSTS de 20 de julio de 1994 [ RJ 1994,
6616] );15 de septiembre de 1994 [ RJ 1994, 6947] ;17 de julio de 1997 [ RJ 1997, 5773] ; y15
de enero de 1999 [ RJ 1999, 941] ). También existe homogeneidad entre la acusación por
violación y la condena por abusos sexuales con intimidación ( STS de 9 de febrero de 1990 [
RJ 1990, 1360] ).•Acusación por delito de atentado y condena por delito de resistencia ( SSTS
de 2 de octubre de 1995 [ RJ 1995, 6961] y de 12 de mayo de 2000 [ RJ 2000, 2681]
).•Homogeneidad entre realización arbitraria del propio derecho y robo con intimidación,
calificándose definitivamente los hechos, de forma alternativa, por ambos delitos ( STS de 19
de diciembre de 1997 [ RJ 1997, 8749] ).•Acusación por falsedad de funcionario público y
condena por falsedad cometida por particular en documento oficial: delitos homogéneos ( STS
de 13 de junio de 1997 [ RJ 1997, 4896] ).•Acusado de rapto y condenado por detención
ilegal ( ATS de 5 de febrero de 1997 [ RJ 1997, 916] ).•Acusación por delito de propagación
maliciosa de una enfermedad transmisible a las personas del artículo 348 bis bis del CP/1973 (
RCL 1973, 2255 y NDL 5670) y condena por delito de lesiones del artículo 420 del mismo
CP/1973 ( STS de 28 de enero de 1997 [ RJ 1997, 110] ).•Acusado de atribuirse públicamente
la cualidad de abogado, es condenado por uso público e indebido de título académico ( STS
de 21 de diciembre de 1996 [ RJ 1996, 9040] ).•Cuando la sentencia aprecia la concurrencia
de un error vencible sobre un elemento del tipo y condena, conforme previene el artículo 14.1º
CP, la misma infracción objeto de la acusación como imprudente ( STS de 20 marzo 2001 [ RJ
2001, 1356] ).
37 En concreto, el Ministerio Fiscal había acusado por delito doloso de falsedad documental y la sentencia condenó
por delito culposo de falsedad documental.

•Homogeneidad entre delito de malversación de caudales públicos y receptación ( STS de 22


de abril de 1996 [ RJ 1996, 2893] ). Entre la malversación de caudales públicos y la
apropiación indebida ( STS de 23 de diciembre de 1992 [ RJ 1992, 10318] ).•Homogeneidad
entre el delito de imprudencia temeraria y el de conducción temeraria con desprecio a la vida
humana ( STS de 19 de febrero de 1996 [ RJ 1996, 1050] ).•Son delitos homogéneos la
omisión de poner delitos en conocimiento de la Autoridad y prevaricación por dejar de

24 de febrero de 2012 © Thomson Aranzadi 19


promover la acción de la justicia ( STS de 5 de junio de 1995 [ RJ 1995, 4519] ).•La
pertenencia a banda armada y la colaboración con banda armada son delitos homogéneos (
STS de 16 de mayo de 1995 [ RJ 1995, 4484] ).•Homogeneidad entre desórdenes públicos y
delito de daños ( STS de 29 de noviembre de 1994 [ RJ 1994, 9152] ).•Homogeneidad entre
agravante específica de casa habitada en robo y genérica de morada del ofendido ( STS de
10 de febrero de 1995 [ RJ 1995, 806] ).•Homogeneidad entre robo con rehenes y detención
ilegal ( STS de 7 de abril de 1994 [ RJ 1994, 2894] ).•Acusados de sedición y condenados por
desórdenes públicos ( STS de 11 de marzo de 1994 [ RJ 1994, 2128] ).•Homogeneidad entre
distintas figuras relativas a la prostitución ( STS de 17 de marzo de 1994 [ RJ 1994, 2331]
).•Son delitos homogéneos el rapto y la detención ilegal ( STS de 2 de noviembre de 1992 [ RJ
1992, 8865] ).•Acusado de homicidios intentados es condenado por delitos de amenazas (
STS de 22 de diciembre de 2000 [ RJ 2001, 501] ).
38 Se trataba de un caso en el que el Tribunal sentenciador no había hecho uso de la tesis del art. 733 LECrim para
proceder al cambio de calificación jurídica. El TS razona «que plantear la tesis de acuerdo con el art. 733 LECrim
hubiese sido procesalmente más aconsejable que no hacerlo, pero no cabe reprochar a la Sentencia recurrida que
en ella se haya infringido el principio acusatorio por no haber sido informado el sentenciado de la acusación
formulada contra él. Hay que afirmar, por el contrario, que entre el hecho relatado en la Sentencia y el imputado por
las acusaciones en sus respectivos escritos de conclusiones, existe una identidad sustancial sólo quebrada por la
insistencia de las acusaciones en el propósito de matar que, a su entender, animaba al acusado el día de autos, por
lo que éste estuvo perfectamente informado de la base fáctica de la acusación, sin que el cambio de calificación
jurídica operado en la sentencia, a que enseguida nos referiremos, estuviera determinado por la adición de un solo
hecho que no se hubiera incluido en el relato de las acusaciones».

•Acusación por delito de intentar que un denunciante, perito o testigo se retracte, desista o
deje de prestar declaración y condena por delito de amenazas ( STS de 26 de junio de 1991 [
RJ 1991, 4818] ).Planteamiento de la tesis por el Tribunal: límites.El artículo 733 LECrim
dispone:«Si juzgando por el resultado de las pruebas, el Tribunal entendiere que el hecho
justiciable ha sido calificado con manifiesto error, podrá el Presidente emplear la siguiente
fórmula: “Sin que sea visto prejuzgar el fallo definitivo sobre las conclusiones de la acusación
y defensa, el Tribunal desea que el Fiscal y los defensores del procesado (o lo defensores de
las partes cuando fuesen varias) le ilustren acerca de si el hecho justiciable constituye el
delito de...o si existe la circunstancia eximente de responsabilidad a la que se refiere el
núm...del artículo....del Código Penal”.Esta facultad excepcional, de que el Tribunal usará con
moderación, no se extiende a las causas por delitos que sólo pueden perseguirse a instancia
de parte, ni tampoco es aplicable a los errores que hayan podido cometerse en los escritos
de calificación, así respecto a la apreciación de las circunstancias atenuantes y agravantes,
como en cuanto a la participación de cada uno de los procesados en la ejecución del delito
público que sea materia de juicio».El citado precepto hay que ponerlo en relación con el
artículo 851.4 LECrim, que autoriza el recurso de casación por quebrantamiento de forma
«cuando se pene por un delito más grave que el que haya sido objeto de la acusación, y el
Tribunal no hubiere procedido previamente como determina el artículo 733 ». También hay que
relacionarlo con el artículo 794.3 LECrim que dispone, para el procedimiento abreviado, que
«la sentencia no podrá imponer pena que exceda de la más grave de las acusaciones, ni
condenar por delito distinto cuando éste conlleve una diversidad de bien jurídico o mutación
sustancial del hecho enjuiciado».Conviene aclarar que en el procedimiento abreviado el
planteamiento de la tesis debe hacerse con base en el artículo 733 LECrim (que es aplicable al
procedimiento abreviado según dispone el artículo 780.1 LECrim), pues las previsiones del
artículo 793.6 LECrimno guardan relación con la tesis del artículo 733 LECrim, ya que se trata
sólo de la posibilidad de aclarar y precisar concretos aspectos de la prueba y de la
calificación jurídica, no de plantear posibles calificaciones alternativas por parte del Tribunal.
39 En el mismo sentido, DEL MORAL, Antonio: El juicio oral en el proceso penal (con especial referencia al
procedimiento abreviado). AAVV, edit. Comares, 1995, pgs. 450 y 451

40 El art. 793.6 LECrim dispone que, terminada la prueba, el Juez o Presidente del Tribunal requerirá a la acusación
y a la defensa para que manifiesten si ratifican o modifican las conclusiones de los escritos inicialmente presentados.
El requerimiento podrá extender a solicitar «un mayor esclarecimiento de aspectos concretos de la prueba y la
valoración jurídica de los hechos, sometiéndoles a debate una o varias preguntas sobre puntos determinados».
Las garantías constitucionales del proceso penal: El principio acusatorio.

41 En un principio, por algunos se defendió incluso que el art. 733 LECrim no era aplicable al procedimiento
abreviado. Así, por ejemplo, PORTERO/REIG/MARCHENA: Comentarios a la reforma procesal penal de la Ley
Orgánica 7/1988. Ed. La Casa del Abogado, 1989.

LaExposición de Motivos de la LECrim considera que el mecanismo previsto en el artículo 733


supone una excepción al principio acusatorio, razonando al respecto que «este principio
aplicado en absoluto adolece, sin embargo, de un vicio, que han puesto de relieve ilustres
Magistrados encanecidos en la Administración de Justicia. Proscrita para siempre la
absolución de la instancia y rigiendo sin excepción la máxima «non bis in idem», evidente es
que el error del Fiscal en la calificación jurídica del hecho justiciable produce la impunidad del
delincuente (...) Por eso, el Gobierno propone a V. M. la solución contenida en el artículo 733 ,
que no altera en rigor la virtualidad del principio acusatorio».Sin embargo, gran parte de la
doctrina científicaentiende que tal procedimiento en nada afecta al contenido y alcance del
principio acusatorio, pues lo que pretende es garantizar la contradicción procesal y el derecho
de defensa de las partes. Desde este planteamiento, sería correcta la condena por delito
distinto o más grave si el Tribunal plantea correctamente la tesis, con independencia de que
sea o no asumida por la acusación, pues no podría apreciarse vulneración del principio de
contradicción ni indefensión alguna para el acusado.
42 Vid. ASENSIO MELLADO, José María: El principio acusatorio y derecho de defensa en el proceso penal. Ed.
Trivium. Madrid, 1991; ARMENTA DEU, Teresa: Principio acusatorio y derecho penal. Ed. José María Bosch.
Barcelona, 1995; MARTÍNEZ ARRIETA, Andrés: La nueva concepción jurisprudencial del principio acusatorio. Ed.
Comares 1994; y ORTELLS RAMOS, Manuel: Principio acusatorio, poderes oficiales del juzgador y principio de
contradicción. Una crítica de cambio jurisprudencial sobre correlación entre acusación y sentencia. Justicia 91 núm.
IV (1991), pgs. 775-798.

43 Vid. MORENO CATENA, Victor: Algunos problemas del derecho de defensa. en II Congreso de Derecho Procesal
en Castilla y León, Ministerio de Justicia, pgs. 450 y ss.

La jurisprudencia del TC y del TS, en cambio, sí conectan –en la forma que a continuación se
expondrá– el precepto con el principio acusatorio, que consideran violado cuando el Tribunal
modifica los términos de la acusación en perjuicio del acusado sin hacer uso de la tesis del
artículo 733 LECrim.Como recuerda la STS de 28 de diciembre de 2000 ( RJ 2001, 257) , el
ordenamiento jurídico debe ser interpretado a la luz de los principios constitucionales ( art. 5.1
LOPJ [ RCL 1985, 1578, 2635 y ApNDL 8375] ), y entre ellos el «principio acusatorio»
proclamado en el artículo 24de la Constitución ( RCL 1978, 2836 y ApNDL 2875) , en el que se
establece un complejo sistema de garantías del proceso penal, con expresa interdicción de
toda posible indefensión para el acusado que debe conocer oportunamente la acusación
formulada contra él para poder utilizar todos los medios de prueba pertinentes para su
defensa. Como consecuencia de estas exigencias, nadie puede ser condenado por delito
más grave que el que haya sido objeto de acusación, ni con circunstancias agravantes o
subtipos agravados que no hayan sido invocados oportunamente por la acusación; sin que,
por lo demás, el órgano jurisdiccional pueda asumir sorpresivamente cuestiones jurídicas no
debatidas en el juicio ni planteadas por las partes, lo que implica –desde la perspectiva de la
impugnación formulada en el presente motivo– que el Juez o Tribunal sentenciador no puede
tampoco agravar la pena solicitada por las acusaciones, más allá de lo que legalmente
permita la individualización judicial de las penas, al rechazar circunstancias modificativas
alegadas por la acusación, asumiendo otras distintas que conduzcan a la aplicación de penas
superiores en grado a las solicitadas (vid. SSTS de 26 de febrero de 1994 [ RJ 1994, 1127] ,
de 20 de abril de 1995 y de 18 de febrero de 1999 [ RJ 1999, 1174] , entre otras).Sin entrar en
la polémica sobre si era o no posible otro entendimiento del artículo 733 LECrim, lo cierto es
que la jurisprudencia más reciente del TS entiende que la aplicación del artículo 733 LECrim
trasciende del supuesto tradicional en que el Tribunal consideraba que debía condenar por un
delito más grave que el que había sido objeto de la acusación y obliga al planteamiento de la
tesis para la apreciación de prácticamente cualquier modificación que suponga una alteración
de las calificaciones de la acusación y de la defensa, exigiendo, además, que las partes
acusadoras asuman la tesis como propia y propugnen su estimación.Esta nueva línea
jurisprudencial del TS, ya consolidada, ensancha desde luego el ámbito de aplicación literal

24 de febrero de 2012 © Thomson Aranzadi 21


del artículo 733 LECrim, imponiendo límites a la facultad del órgano judicial de cambiar la
calificación jurídica de la acusación, con base en las garantías del proceso penal derivadas
del artículo 24CE, en especial de los derechos a no sufrir indefensión, a la defensa y a la
imparcialidad judicial.Los puntos esenciales de la doctrina jurisprudencial sobre el alcance y
significado del planteamiento de la tesis por el órgano judicial son, resumidamente expuestos,
los siguientes:1º) Sin el planteamiento de la tesis, el Tribunal no puede condenar por
infracciones que no hayan sido objeto de acusación ni por delito más grave del acusado.Se
trata de la interpretación tradicional, recogida en innumerables sentencias del TS (A título de
ejemplo, y por citar algunas recientes: SSTS de 11 de enero de 2000 [ RJ 2000, 188] ;19 de
junio de 2000 [ RJ 2000, 6825] ;24 de julio de 2000 [ RJ 2000, 6920] ;6 de abril de 2001 [ RJ
2001, 2020] ;26 de abril de 2001 [ RJ 2001, 3575] ; y16 de mayo de 2001 [ RJ 2001, 3626]
).Esta doctrina clásica también tiene su reflejo en la jurisprudencia del TC. Como señala la
STC 17/1988 ( RTC 1988, 17) , «la acusación, y el debate procesal, ha de versar sobre los
hechos considerados punibles que se imputan al acusado, que se configuran así como el
objeto del proceso penal. De la misma forma, el debate contradictorio debe recaer asimismo
sobre la calificación jurídica de esos hechos ( STC 12/1981 [ RTC 1981, 12] ). Si el Juez o
Tribunal entendiere que la calificación acusatoria se ha efectuado con manifiesto error, podrá
utilizar la vía que prevé el artículo 733 de la LECrim de forma que la acusación y la defensa
puedan pronunciarse sobre otras calificaciones jurídicas alternativas. Salvo este supuesto, no
podrá el Juez penal calificar los hechos de manera que integren un delito penado más
gravemente, ni condenar por delito distinto, excepto que en este último supuesto se respete
la identidad del hecho y se trate de tipos penales homogéneos».2º) El planteamiento de la
tesis también es necesario para cambiar la calificación del delito, aunque no sea más grave,
cuando no se aprecie homogeneidad entre el delito acusado y el delito penado.Se trata, sin
duda, de un salto cualitativo respecto de la interpretación tradicional (que exigía la tesis sólo
cuando el delito era más grave que el acusado), con fundamento en garantizar el derecho de
defensa. La doctrina está expuesta con claridad en la STS de 22 diciembre 2000 ( RJ 2001,
501) , con cita de sentencias anteriores, y que se justifica en que nadie puede ser condenado
si no se ha formulado contra él una acusación de la que haya tenido oportunidad de
defenderse de manera contradictoria, pues el derecho a ser informado de la acusación es
indispensable para poder ejercer el derecho de defensa en el proceso penal.
44 Vid. SSTS de 29 de enero de 1996 ( RJ 1996, 8925) ; 2 de abril de 1998 ( RJ 1998, 2965) ; 7 de octubre de 1998 (
RJ 1998, 8050) ; y 23 de marzo de 2000 ( RJ 2000, 1482) .

En concreto, a los efectos ahora planteados, la citada sentencia razona que para la
efectividad del principio acusatorio «a la identidad del hecho ha incorporado la doctrina de
esta Sala la identidad del crimen objeto de acusación y condena, por lo que, adaptando la
norma contenida en el artículo 733 LECrim a las exigencias derivadas del principio acusatorio,
ha establecido – SSTS de 21 ( RJ 1988, 6809) y30 de septiembre de 1988 ( RJ 1988, 7181) –
que el planteamiento de la tesis previsto en aquella norma procesal no sólo es indispensable
cuando el Tribunal entiende que procede calificar los hechos de una manera más grave de
como lo han hecho las acusaciones, sino también cuando entiende que los hechos no han
sido acertadamente calificados y que procede calificarlos como delito distinto, aunque éste se
halle igual e incluso más levemente sancionado que el delito imputado por las acusaciones,
no exceptuándose de esta regla sino los casos en que, entre el delito sostenido por la
acusación y el que se proponga apreciar en su sentencia el Tribunal, exista una patente
homogeneidad que haga previsible para el acusado el cambio de calificación jurídica pues, en
tal caso, no puede el mismo alegar ni desconocimiento de la acusación ni consiguientemente
indefensión».3º) El Tribunal tampoco puede, sin plantear la tesis, apreciar la concurrencia de
agravantes, subtipos agravados, grados de participación o de ejecución más agravados
distintos de los propuestos por las acusaciones.En relación con las circunstancias de
agravación, es doctrina constante y reiterada del TS que no se puede apreciar una
circunstancia de agravación no pedida ( SSTS de 23 de mayo de 1985 [ RJ 1985, 2527] ;4 de
noviembre de 1986 [ RJ 1986, 6241] ;6 de junio de 1988 [ RJ 1988, 4473] ,16 noviembre y 14
diciembre 1989 [ RJ 1989, 8651 y RJ 1989, 9578] ;12 de enero de 1990 [ RJ 1990, 300] ;28
febrero y 27 noviembre 1991 [ RJ 1991, 1569 y RJ 1991, 8695] ;26 de octubre de 1992 [ RJ
Las garantías constitucionales del proceso penal: El principio acusatorio.

1992, 8529] ;9 de marzo de 2000 [ RJ 2000, 1184] ; y de 5 marzo 2001 [ RJ 2001, 1293] ).El
mismo criterio se sigue respecto de los grados de participación, excepto que se aprecie por el
Tribunal un grado de participación inferior ( STS de 19 de febrero de 2001 [ RJ 2001, 2306] ),
y de los grados de ejecución ( STS de 15 diciembre 2000 [ RJ 2001, 763] ).También el TC ha
afirmado que sin la tesis previa del artículo 733 LECrim «el Tribunal sentenciador no puede
apreciar agravantes que no hayan sido objeto de la acusación», pues ello supondría la
infracción de los principios acusatorio y de contradicción y defensa y, en último término, en la
prohibición de indefensión ( STC 205/1989 [ RTC 1989, 205] ).Esta interpretación, en realidad,
supone la derogación por inconstitucionalidad sobrevenida del párrafo tercero del artículo 733
LECrim. Así lo razona expresamente la STS de 11 de diciembre de 1992 ( RJ 1992, 10168) :
«La regulación ofrecida por el artículo 733 de dicha Ley Procesal, en orden a las
circunstancias agravantes de responsabilidad, permitiendo su apreciación “ex novo”, sin
necesidad de acudir con precedencia al expediente de la tesis, supone un arrollamiento y
vulneración del principio de contradicción y del derecho de defensa; la imposición de
determinadas agravantes, atendiendo a la regla 2ª del artículo 61, puede reportar una
mutación de la calificación jurídica de mayor importancia y trascendencia que la simple
variación del «titulus condemnationis», y ello sin brindarle al interesado oportunidad alguna
de adución de alegato exculpatorio que contrarreste las argumentaciones de contrario que
tan directamente le afectan. El derecho a la tutela judicial efectiva comporta, entre otros
efectos, el derecho a ser informado de la acusación como primer elemento del derecho de
defensa, consumándose la indefensión cuando una parte se ve impedida de ejercitar su
posibilidad de alegar o de replicar dialécticamente las posiciones contrarias en ejercicio
efectivo del principio de contradicción (...) La jurisprudencia ha optado, en supuestos de
inductibilidad y rigor de un precepto, incapaz de acomodarse al nuevo orden constitucional,
por su inaplicación, no tanto por la inconstitucionalidad sobrevenida como por el efecto
abrogador dimanante de la disposición derogatoria tercera de la Constitución ( RCL 1978, 2836
y ApNDL 2875) . (...) La sentencia de esta Sala de 4 de noviembre de 1986 ( RJ 1986, 6241) ,
en razón a las consideraciones que preceden, llegó al dictado de actual pérdida de vigencia
de la referencia contenida en el penúltimo párrafo del artículo 733 de la LECrim a las
circunstancias agravantes».
45 Hasta el año 1983, la jurisprudencia del TS aceptaba, con base en el párrafo tercero del art. 733 LECrim , la
introducción de circunstancias agravantes o atenuantes y formas más graves de participación sin necesidad de
utilizar la tesis. Vid. SSTS de 4 de diciembre de 1934 ( RJ 1934, 2244) ; 30 de mayo de 1949 ( RJ 1949, 832) ; 25 de
abril de 1955 ( RJ 1955, 1249) ; 5 de octubre de 1957 ( RJ 1957, 2638) ; 23 de enero de 1969 ( RJ 1969, 305) ; 25 de
enero de 1971 ( RJ 1971, 264) ; 10 de noviembre de 1973 ( RJ 1973, 4295) ; y 29 de enero de 1983 ( RJ 1983, 702) .

4º)Para que pueda prosperar la tesis es indispensable que cualquiera de las acusaciones la
hagan suya y propugne su estimación.Esta interpretación jurisprudencial, que se inicia a
mediados de los años ochenta, da un paso más y limita la facultad prevista en el artículo 733
de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, considerando que el planteamiento de la tesis no
permite al Tribunal sentenciador traspasar sin más los límites de la acusación.La STS de 4
marzo 1994 ( RJ 1994, 1692) explica con claridad la nueva doctrina: «la tesis no pasa de ser
una simple invitación o propuesta de modificar los términos de la acusación, que si no es
asumida por el Ministerio Fiscal o, en su caso, por la acusación particular, pierde toda
virtualidad. Como ha expresado esta Sala, en reiteradas resoluciones, si se desbordara el
límite de la acusación so pretexto de uso de una tesis que no fue asumida, “el órgano
jurisdiccional perdería su condición de independencia e imparcialidad convirtiéndose en parte
acusadora por un cambio o trastrueque de funciones que afectaría a las garantías
fundamentales del juicio y con patente violación del derecho de defensa que no consiente
una conducta que desbordaría, con signo peyorativo el ámbito de la acusación”. Así se
expresa, entre otras, la Sentencia de esta Sala de 10 octubre 1991 ( RJ 1991, 7053) ».Es un
dato irrelevante, al respecto, la corrección o incorrección de la tesis planteada, pues «lo
correcto de su apreciación no justifica que mantuviese dicha calificación cuando no había
sido asumida por el Ministerio Fiscal que era la única parte acusadora» ( STS de 4 de marzo
de 1994 [ RJ 1994, 1692] , antes citada).Las consecuencias de esta doctrina han sido
denunciadas por sectores de la doctrina, por entender que significa una importante limitación
a la soberanía del Tribunal sentenciador en la aplicación del Derecho.

24 de febrero de 2012 © Thomson Aranzadi 23


46 CORDÓN MORENO, Faustino: Las garantías constitucionales .... op. cit, pg. 119, transcribe las críticas de
ANDRÉS DE LA OLIVA DE LA OLIVA, para quien la adopción de esta postura, aparte de significar una importante
limitación de la soberanía del Tribunal sentenciador, abre la puerta a que, por la negativa de la acusación a asumir la
tesis, en la justicia penal queden marginadas circunstancias fácticas y normas jurídicas en sí mismas relevantes y,
por tanto, dignas de consideración y de producir efectos jurídicos. Más aún: si la acusación no se hace eco de la
tesis e insiste en una calificación jurídica que al Tribunal le parece inaceptable, el resultado habrá de ser, según esta
doctrina, una sentencia absolutoria, aunque se declaren probados unos hechos innegablemente constitutivos de
delito (pero no del tipo asumido por la acusación).

5º) No es posible plantear la tesis en los casos de retirada de la acusación.Como ya se


expuso en otro apartado, no es posible plantear latesisdel artículo 733 LECrim cuando se retira
la acusación, pues, aparte de que la acusación no es una calificación absolutoria ni el
planteamiento de latesisimplica formular acusación, la facultad concedida a los tribunales
supone siempre la existencia de una imputación de delito y de responsabilidad exigible. La
cuestión, además, ha sido resuelta en sentido negativo por la jurisprudencia del Tribunal
Supremo desde la sentencia de 28 de marzo de 1894 y esta línea jurisprudencial «sigue
imperturbable en el sentido de que, retirada la acusación, no le es posible al Tribunal
desembocar en una sentencia de condena» ( STS de 20 de abril de 1976 [ RJ 1976, 1668] ).
47 En el Apartado 1.4. (Retirada de la acusación).

La vinculación de la sentencia a la pena solicitada.También forma parte de la calificación de


las partes acusadoras la pena en que haya incurrido el inculpado por razón de su respectiva
participación en el delito, conforme dispone el artículo 650.5 LECrim , pues una de las
conclusiones precisas del escrito es la referida a «las penas en que hayan incurrido el
procesado o procesados, si fueren varios, por razón de su respectiva participación en el
delito».Las únicas previsiones legales que –directa o indirectamente– se refieren a la
vinculación del Tribunal a la pena solicitada son, de un lado, el artículo 851.4º LECrim (para el
procedimiento ordinario), que autoriza el recurso de casación por quebrantamiento de forma
«cuando se pene por un delito más grave que el que haya sido objeto de la acusación, y el
Tribunal no hubiere procedido previamente como determina el artículo 733 »; y, de otro, el
artículo 794.3 LECrim (para el procedimiento abreviado) que dispone que «la sentencia no
podrá imponer pena que exceda de la más grave de las acusaciones».Pero aunque las
acusaciones tengan que concretar la pena que piden, tal fijación no vincula al juzgador ya
que en este punto impera el principio de legalidad. En efecto, la concreción de la pena no
sirve como elemento delimitador del objeto del proceso penal, el cual queda precisado por los
hechos y su calificación jurídica, sencillamente porque la pena es sólo una consecuencia
establecida por la ley sin que la petición de una mayor o menor suponga la introducción de
hechos o elementos de juicio que deban ser conocidos de antemano por los acusados para
que éstos puedan defenderse. Es la ley la que fija la pena aplicable una vez que se han
precisado los distintos elementos que la determinan. Esas normas legales que fijan la pena
conforme a las circunstancias concurrentes, grado de perfección y de participación de los
imputados, están en el Código Penal y son conocidas por las partes.Así lo ha afirmado la
jurisprudencia del TC, según la cual «la vinculación del juzgador por el principio acusatorio, si
bien impide que la resolución judicial imponga una pena mayor que la correspondiente al
delito efectivamente imputado en el proceso, no impide que, dentro de los límites de la
señalada por la Ley al tipo penal incriminado, el juzgador remedie errores de la acusación (si
ésta ha omitido pedir penas forzosamente vinculadas al tipo en cuestión, o ha pedido penas
inferiores a las realmente correspondientes) e imponga penas superiores a la solicitada por el
Fiscal cuando ello no suponga alterar los hechos aducidos en el proceso y se lleve a cabo
dentro de los márgenes de la pena correspondiente al tipo penal que resulte de la calificación
jurídica de los hechos, formulada en la acusación y debatida en el proceso» ( STC 17/1988 [
RTC 1988, 17] ; en el mismo sentido, entre otras, SSTC 43/1997 [ RTC 1997, 43] y161/1994 [
RTC 1994, 161] ).El mismo criterio sigue, desde siempre, la doctrina del TS. Como recuerda
laSTS de 3 de enero de 2000 ( RJ 2000, 186) , «el principio acusatorio nada tiene que ver
con la cuantía de la pena impuesta (...) La cuantía concreta de la pena, aunque aparece
como uno de los elementos que forman parte de los escritos de acusación o de calificación
provisional ( art. 650.5ª LECrim), no viene determinada por la petición de las acusaciones, sino
Las garantías constitucionales del proceso penal: El principio acusatorio.

por la ley, pues el Juzgado o Tribunal puede recorrer toda la escala de la pena dentro de los
límites señalados por el legislador, con la debida motivación como antes se ha dicho, sin que
tenga como límite la petición de las partes. Es el principio de legalidad, y no el acusatorio, el
que rige a los Jueces para la fijación concreta de las cuantías de las penas» (en el mismo
sentido, entre otras muchas, STS de 1 de diciembre de 1999 [ RJ 1999, 8567] ;29 septiembre
2000 [ RJ 2000, 8266] ;26 marzo 2001 [ RJ 2001, 3564] ; y21 mayo 2001 [ RJ 2001, 5660] ).
48 La sentencia impuso una pena de dos años de prisión menor cuando el Ministerio Fiscal, única parte acusadora,
había pedido un año.

49 El Tribunal impuso la pena privativa del permiso de conducir superior a la pedida por el Ministerio Fiscal.

50 La sentencia impuso una pena de multa (de 1.304.976 ptas.) superior a la pedida por el Fiscal (de 400.000 ptas.)

La anterior doctrina es aplicable tanto al procedimiento ordinario como al procedimiento


abreviado. Aunque por algunos se interpretó –incluso por la Fiscalía General del Estado en
consultas y circulares– que el artículo 794.3 LECrim, al disponer que «la sentencia no podrá
imponer pena que exceda de la más grave de las acusaciones», establecía un régimen de
vinculación distinto al previsto en el artículo 851.4 LECrim, la cuestión, una vez superadas las
primeras vacilaciones, está resuelta de forma terminante por la Sala de lo Penal del TS, que
ha señalado que vigencia del principio acusatorio con respecto al procedimiento abreviado y
su regulación en el artículo 794.3 de la LECrim, «no es obstáculo que el juzgador pueda
imponer la pena en medida distinta a la solicitada por el Ministerio Fiscal siempre que lo haga
dentro de los límites fijados en la Ley para el delito objeto de la acusación, al estar reservada
al Tribunal sentenciador la función individualizadora de la pena» ( STS 18 abril 1994 [ RJ
1994, 3342] ), puesto que es el principio de legalidad, y no el acusatorio, el que rige a los
Jueces para la fijación concreta de las cuantías de las penas. Así se deduce del texto del
artículo 851.4º LECrim que considera quebrantamiento de forma recurrible en casación
«cuando se pene un delito más grave que el que haya sido objeto de la acusación...». Y así
ha de entenderse también el artículo 794.3 cuando nos dice que «la Sentencia no podrá
imponer pena que exceda de la más grave de las acusaciones...» ( STS de 3 de enero de
2000 [ RJ 2000, 186) .
51 Vid. Circular 1/1989, de 8 de marzo ( RCL 1989, 965) , y Consulta de la Fiscalía General del Estado núm. 3/1990,
de 15 de octubre ( RCL 1991, 533) .

52 Vid. STS de 7 de junio de 1993 ( RJ 1993, 5154) .

53 También el TC rechazó la interpretación pretendida. En concreto, en el ATC 321/1992 ( RTC 1992, 321 AUTO) se
dice: «Esta innovación legislativa, contra lo que afirma la demanda de amparo, no altera en nada el alcance de las
garantías que se desprenden del art. 24 CE ( RCL 1978, 2836 y ApNDL 2875) , en punto a la necesaria correlación
entre la pena impuesta por el Juez v la acusación formulada contra el reo, en los términos que declara la línea
jurisprudencial antes mencionada. En un primer plano, es fácil constatar que el art. 794.3 LECrim no enuncia una
norma tan inequívoca como afirma la demanda de amparo: la intelección del precepto sostenida por los Tribunales
penales no es en modo alguno arbitraria, sin que a este Tribunal le corresponda entrar a dilucidar, desde la óptica del
art. 24 CE, cuál es la interpretación más adecuada o preferible de las leyes procesales. Y, por añadidura. en un plano
más profundo toda la polémica acerca del grado de vinculación del Juez penal a la concreta pena solicitada por el
Fiscal, según los preceptos reguladores del proceso penal abreviado, resulta ajena a la Constitución: tanto la
solución seguida por los Tribunales, en este caso, como la propugnada por los recurrentes de amparo, es compatible
con los derechos a ser informado de la acusación y a una tutela judicial sin indefensión, declarados por el art. 24 de
la Constitución. En conclusión, la reforma del proceso penal efectuada en 1988 resulta inane respecto de las
conclusiones alcanzadas por la jurisprudencia de este Tribunal en la STC 17/1988 ( RTC 1988, 17), aceptando la
licitud constitucional de que el Juez condene a una multa de cuantía superior a la pedida por los acusadores, siempre
que se respete la identidad del hecho y se mantenga dentro de los márgenes previstos por la ley para el delito
debatido en el proceso».

Sin embargo, es preciso aclarar que los Tribunales no están vinculados «cuantitativamente»
a la pena solicitada por la acusación pero sí que lo están desde un punto de vista
«cualitativo» ( STS de 18 mayo 2001 [ RJ 2001, 5517] ). Así, existe vulneración del principio
acusatorio cuando la sentencia impone la pena de comiso no solicitada por el Fiscal ( SSTS
de 26 junio 2000 [ RJ 2000, 6598] y de 12 marzo 2001 [ RJ 2001, 2686] ) y cuando impone

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como medida de seguridad la de internamiento en centro sin haber sido solicitada por la
acusación ( STS de 27 de octubre de 2000 [ RJ 2000, 9965] ).
54 Razona el TS que, «en lo que concierne a las joyas ocupadas primero y decomisadas luego en el fallo de la
sentencia, es evidente que la consecuencia accesoria no fue solicitada en el escrito de acusación (...) ante la
ausencia de una pretensión expresa de la Acusación el Tribunal “a quo” no podía, sin vulnerar el principio acusatorio,
sustituir tal petición por su propia iniciativa, dado que el principio acusatorio no sólo se basa en el derecho de
defensa, sino que –con independencia de éste– establece que la pretensión de la Acusación es el presupuesto que
condiciona la facultad de decisión del Tribunal de la causa».

55 El TS distingue entre el decomiso de la droga y el comiso de otros efectos: «Cierto también que el comiso del
dinero y efectos que hayan podido ocuparse a los acusados constituye una consecuencia accesoria de la pena (...)
que debe instarse por la acusación y que puede debatirse en el proceso, cosa que no es posible si falta la primera
premisa, como es el caso. Ello no obstante, lo que no admite discusión es el decomiso de la droga –que procede en
todo caso– por tratarse de un bien de tráfico ilícito y cuyo destino legal no puede ser otro que el decretado por el
Tribunal sentenciador. De ahí que la vulneración del principio acusatorio deba reconocerse únicamente en cuanto
afecta al decomiso del dinero y de los efectos intervenidos a los acusados».

56 La sentencia de instancia impuso al condenado, como medida de seguridad, el internamiento en centro de


deshabituación por período máximo de siete años sin haberse debatido en el plenario ni solicitado en sus
conclusiones por el Fiscal, única parte acusadora. El TS considera que ello vulnera el principio acusatorio y razona
que en el CP/1995 ( RCL 1995, 3170 y RCL 1996, 777) , las medidas de seguridad no son, desde luego, pena en
sentido estricto ni principal ( art. 33), ni accesoria ( arts. 54 a 57) ni tampoco su consecuencia accesoria ( arts. 127 ,
125 y 129 ) y su fundamento no es un delito sino la peligrosidad criminal, aunque ésta se exterioriza por la comisión
de aquél. En consecuencia, «sólo pueden imponerse en sentencia firme tras el correspondiente proceso con todas
las garantías».

Por último, en algunos casos, el TC ha exigido que el órgano judicial motive la imposición de
una pena superior a la pedida por la acusación, por entender que, en estos casos, «la
obligación de motivar cobra sin duda un especial relieve» y que la ausencia de motivación
infringe el derecho a la tutela judicial efectiva ( STC 59/2000 [ RTC 2000, 59] ).
57 Se trataba de la imposición en casación de una pena superior a la pedida por el Ministerio Fiscal. Vid. el Voto
particular que firman los Magistrados señores De Mendizábal Allende, Jiménez de Parga y Jiménez Sánchez, en el
que consideran que, en virtud del principio acusatorio, el juzgador se encuentra limitado por la pretensión de la
acusación, uno de cuyos elementos es la pena concreta que se solicite. En el mismo sentido, SSTC 75/2000 ( RTC
2000, 75) , 76/2000 ( RTC 2000, 76) ; 92/2000 ( RTC 2000, 92) y 122/2000 ( RTC 2000, 122) , para recursos de
amparo dimanante de la misma causa penal que la STC 59/2000 ( RTC 2000, 59) .

La vinculación de la sentencia a la indemnización pedida.La cantidad en que se aprecien los


daños y perjuicios causados por el delito, o la cosa que haya de ser restituida, forma parte del
contenido de los escritos de conclusiones provisionales y definitivas, tal y como dispone el
artículo 650 LECrim .Pues bien, según la doctrina del TS, la indemnización por el delito
cometido no puede sobrepasar las cantidades pedidas por las partes. La doctrina está
expuesta con toda claridad en la STS de 23 abril 2001 ( RJ 2001, 3567) : «Es cierto que esta
Sala tiene declarado (...) que los Tribunales de instancia son soberanos para fijar el
“quantum” de las indemnizaciones correspondientes a los daños y perjuicios causados por la
infracción criminal sin más limitación que la de no sobrepasar las cantidades máximas
pedidas por las acusaciones ( Sentencia del Tribunal Supremo de 21 de mayo de 1991 [ RJ
1991, 3738] ). En efecto, lo verdaderamente importante en esta materia es que la Sentencia
no puede conceder más de lo pedido, en aras del respeto a los principios acusatorios y de
congruencia, ya que la acción civil “ex delicto” no pierde su especial naturaleza por el hecho
de ser deducida en el proceso penal, por lo cual la misma debe quedar sometida a los
principios de rogación y de congruencia, lo cual implica la necesidad de determinar su cuantía
y la exigencia de no condenar por mayor responsabilidad de la pedida ( Sentencias de 25 de
enero de 1990 [ RJ 1990, 504] y5 de junio de 1998 [ RJ 1998, 5152] )».Principio acusatorio y
prohibición de la «reformatio in peius»La jurisprudencia constitucional ha establecido de
forma terminante y reiterada que el principio acusatorio es aplicable en todas y cada una de
las instancias o grados de jurisdicción (por todas, STC 53/1987 [ RTC 1987, 53] ). Esta
exigencia hay que ponerla en relación con la prohibición de la «reformatio in peius», reducida
en la Ley de Enjuiciamiento Criminal , por razones obvias, al supuesto de la casación, pero
que por razones no menos obvias ha de entenderse válida también en el de la apelación, y
Las garantías constitucionales del proceso penal: El principio acusatorio.

que está en función de la necesidad de preservar el principio acusatorio ( SSTC 134/1986 [


RTC 1986, 134] ;15/1987 [ RTC 1987, 15] ;19/1992 [ RTC 1992, 19] ;200/2000 [ RTC 2000,
200] ; y232/2001 [ RTC 2001, 232] , entre otras).Como dice la STC 242/1988 ( RTC 1988,
242) , «la dimensión constitucional de la “reformatio in peius” deriva del derecho a la tutela
judicial efectiva a través de las garantías implícitas en el régimen de los recursos y de la
necesaria congruencia de la Sentencia, que impide extender su pronunciamiento «extra
petita», a lo que viene a añadirse, en el ámbito del proceso penal, el necesario conocimiento
de la acusación formulada, como premisa para el adecuado ejercicio de la defensa, y la
previa separación entre la acusación y la función de enjuiciamiento imparcial inherente al
principio acusatorio».La plena aplicación del principio acusatorio en la segunda instancia lo
que impide es que, sin formular en ella acusación, sea condenado quien no lo fue en la
primera, así como que el Tribunal superior agrave la Sentencia sin que alguna de las partes
personadas lo solicite ( STC 283/1993 [ RTC 1993, 283] ). Este efecto debe prevalecer
respecto incluso del de estricta sumisión del Juez a la Ley para corregir de oficio en la alzada
errores evidentes en la aplicación hecha de la misma en la Sentencia; lo cual agrega al
principio de la no reforma peyorativa el nuevo matiz de la seguridad jurídica del condenado
sobre la inmutabilidad de la Sentencia en su perjuicio si no media recurso de parte contraria (
STC 153/1990 [ RTC 1990, 153] ).Sin embargo, el principio acusatorio no puede entenderse
vulnerado por el hecho de que el Tribunal de apelación o el de casación, según los casos,
desestime el recurso del condenado aunque se haya adherido al mismo el Ministerio Fiscal (o
las demás partes acusadoras). En efecto, cuando ya existe una previa Sentencia
condenatoria dentro del mismo proceso, ello delimita de modo diferente el objeto del debate
procesal que se articula, en primer término, sobre la validez o invalidez de los
pronunciamientos efectuados en la Sentencia dictada por el Juez «a quo», cuya revisión
constituye el objeto de la pretensión ejercitada por el recurrente ante el Juez «ad quem», y
solamente como consecuencia de la revisión del anterior pronunciamiento se procede a
confirmar o rectificar las conclusiones obtenidas en la fase anterior en orden a la absolución o
condena del inculpado y el propio contenido de la condena impuesta, en su caso ( ATC
327/1993 [ RTC 1993, 327 AUTO] )Como razona el ATC 146/1998 ( RTC 1998, 146 AUTO) ,
en relación con el recurso de casación, «no hay infracción del principio acusatorio cuando se
desestima el recurso del condenado –con la adhesión de la Acusación Pública– y se confirma
plenamente la Sentencia de instancia. De prevalecer el criterio contrario (...) se desconocería
el significado del recurso de casación, pues quedaría en manos del Ministerio Fiscal y no en
las de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, la estimación o desestimación de los motivos
de casación concernientes a la calificación de los hechos y a la subsunción de los mismos en
el precepto penal que en la instancia se haya estimado aplicable y que, entonces sí, hayan
sido objeto de acusación» (en el mismo sentido, AATC 327/1993 [ RTC 1993, 327 AUTO] y
250/1994 [ RTC 1994, 250 AUTO] ).
58 En el ATC 250/1994, el TC ( RTC 1994, 250 AUTO) razona que la adhesión del Fiscal a los motivos del recurso
de casación del condenado no supone una retirada de la acusación, pues «los límites que la naturaleza del recurso
de casación impone excluyen la posibilidad de retirar la acusación, lo que significa que el Ministerio Fiscal no está
facultado para adoptar tal postura procesal que ni ha ejercitado ni puede equipararse, como sostiene el recurrente, a
la adhesión al recurso».

En relación con el recurso de apelación, el TC ha señalado que el Tribunal o Juez de


apelación, que evidentemente no podrá agravar la condena por falta de acusación, «no
puede quedar privado de la facultad de desestimar el recurso si la Sentencia, pese a lo
alegado en segunda instancia, se ajusta a Derecho, porque evidentemente ello no excede de
los términos del debate ni significa una extensión de los poderes de actuación de oficio del
Juez en favor de una parte, ni priva al recurrente del conocimiento de los términos de la
acusación» ( STC 283/1993 [ RTC 1993, 283] ).
59 A juicio del TC, «una apreciación contraria impondría a la parte no recurrente la carga de personarse
obligatoriamente en la segunda instancia para evitar que la simple apelación del condenado implicase
automáticamente la revocación de la Sentencia. Interpretación absolutamente formalista del principio acusatorio que
no puede ser admitida sin violentar la propia naturaleza de la apelación en el juicio sobre faltas. A esta conclusión
(...) no puede oponerse el hecho de que el Fiscal pidiese en la segunda instancia la nulidad de la Sentencia porque
esa pretensión, poco clara en cuanto a su fundamentación y efectos, no significa una implícita retirada de la

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acusación pública efectuada en primera instancia, sino, en sus propios términos, una invalidación (no revocación) de
la Sentencia que no se opone a cuanto antes venimos argumentando y, en cuanto recurso contra la Sentencia,
quedó desestimado al confirmarla».

Por último, respecto de la acción civil derivada del ilícito penal, también rige la imposibilidad
de alterar en perjuicio del apelante las indemnizaciones concedidas en la instancia por
aplicación del principio «tantum devolutum quantum appellatum», salvo que existan otros
recursos de apelación autónomos o adherentes al recurso del apelante, pues en este caso se
incrementa el alcance devolutivo del recurso y, por ello, los poderes del órgano de apelación (
SSTC 53/1987 [ RTC 1987, 53] ;91/1987 [ RTC 1987, 91] ;116/1988 [ RTC 1988, 116] ;
202/1988 [ RTC 1988, 202] ;242/1988 [ RTC 1988, 242] ;40/1990 [ RTC 1990, 40] ; y59/1997 [
RTC 1997, 59] ). En definitiva, desde el punto de vista de la acción civil vinculada a la acción
penal, se producirá la «reformatio in peius» cuando la modificación operada en fase de
apelación no sea consecuencia de una petición deducida ante el Tribunal, bien a través de la
formulación de un recurso de apelación, bien por medio de la adhesión a cualquiera de los
recursos admitidos por el órgano judicial ( SSTC 56/1999 [ RTC 1999, 56] y200/2000 [ RTC
2000, 200] ).Nota bibliográfica•AGUILERA MORALES, Marien: La iniciativa probatoria “ex”
artículo 729.2 LECrim. No tiene por qué contrariar la exposición de imparcialidad del juzgador
ni vulnerar el principio acusatorio. Tribunales de Justicia núm. 3 (2001), pgs.
102-106.•ARMENTA DEU, Teresa: Principio acusatorio y derecho penal. Ed. José María
Bosch. Barcelona 1995; también Revista de Derecho Procesal. «Principio acusatorio: realidad
y utilización (lo que es y lo que no)» núm. 2 (1996), pgs. 265-291.•ASENCIO MELLADO, José
María: Principio acusatorio y derecho de defensa en el proceso penal. Ed. Trivium. Madrid
1991.•CARMONA RUANO, Miguel: El principio acusatorio y el derecho de defensa en el juicio
de faltas. Cuadernos de Derecho Judicial, Cuestiones de Derecho Procesal Penal, Consejo
General del Poder Judicial (1994), pgs. 285-336.•DÍAZ CABIALE, José Antonio: Principios de
aportación de parte y acusatorio: imparcialidad del juez. Ed. Comares. Granada 1996.•De
DIEGO DÍEZ, Luis Alfredo: Revista Jurídica de Castilla-La Mancha. «La lectura constitucional
del artículo 733 LECrim» núm. 7 (1989), pgs. 271-296.•GONZÁLEZ-CUELLAR GARCÍA,
Antonio: El artículo 733 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, garantía del principio de
contradicción. Revista Jurídica de Castilla-La Mancha núm. 7 (1989), pgs.
323-333.•MARTÍNEZ ARRIETA, Andrés: La nueva concepción jurisprudencial del principio
acusatorio. Ed. Comares. Granada 1994; también las obras Justicia 1992. «El principio
acusatorio: teoría general y desarrollo jurisprudencial» núm. 3-4 (1992), pgs. 833-79, y
Principio acusatorio: teoría general y aplicación práctica. Cuadernos de derecho judicial: los
principios del proceso penal y la presunción constitucional de inocencia, Consejo General del
Poder Judicial (1992), pgs. 51-102.•MONTERO AROCA, Juan: Revista La Ley. «La garantía
procesal penal y el principio acusatorio» T. 1 (1994), pgs. 973-984; y El principio acusatorio.
Un intento de aclaración conceptual. Justicia 1992 n. 4 (1992) pgs. 775-788.•ORTELLS
RAMOS, Manuel: Principio acusatorio, poderes oficiales del juzgador y principio de
contradicción. Una crítica de cambio jurisprudencial sobre correlación entre acusación y
sentencia. Justicia 91 núm. IV (1991), pgs. 775-798.•PETRONE, Marino: El principio
acusatorio. Justicia y Sociedad, Universidad Autónoma de México, México (1994), pgs.
503-524.•RÍO FERNÁNDEZ, Lorenzo Jesús: Revista General de Derecho. «Constitución y
principios del proceso penal: contradicción, acusatorio y presunción de inocencia» núm. 576
(1992), pgs. 8099-8136.•RUIZ VADILLO, Enrique: El principio acusatorio y su proyección en
la doctrina jurisprudencial del Tribunal Constitucional y Tribunal Supremo. Actualidad
Editorial, D. L. Madrid 1994.•SOTO NIETO, Francisco: Correlación entre acusación y
sentencia: la tesis del artículo 733 de la ley de enjuiciamiento criminal. Ed. Montecorvo,
1979.•VERGÉ GRAU, Joan: La defensa del imputado y el principio acusatorio. Ed. José
María Bosch. Barcelona 1994.
Análisis: Las garantías constitucionales del proceso penal: El principio
acusatorio.

Análisis del documento

Documentos comentados


(Disposición Vigente) MENORES-RESPONSABILIDAD. Regula la responsabilidad penal de los menores Ley
Orgánica 5/2000, de 12 de enero. Ley Orgánica de Responsabilidad Penal de los Menores. RCL 2000\90


(Disposición Vigente) CONSTITUCIÓN. Constitución Española Constitución de 27 de diciembre 1978.
Constitución Española. RCL 1978\2836


(Disposición Vigente) ENJUICIAMIENTO CRIMINAL. Ley de Enjuiciamiento Criminal Real Decreto de 14 de
septiembre 1882. Ley de Enjuiciamiento Criminal. LEG 1882\16

•TC (Sala Segunda) ,sentencia núm. 178/2001 de 17 septiembre 2001. RTC\2001\178 -Sobre las garantías

constitucionales del proceso penal

•TS (Sala de lo Penal) ,sentencia núm. 2000/2000 de 26 diciembre 2000. RJ\2000\10668 -Sobre las garantías

constitucionales del proceso penal

•TC (Sala Segunda) ,sentencia núm. 19/2000 de 31 enero 2000. RTC\2000\19 -Sobre las garantías constitucionales del

proceso penal

•TC (Sala Segunda) ,sentencia núm. 225/1997 de 15 diciembre 1997. RTC\1997\225 -Sobre las garantías

constitucionales del proceso penal

•TC (Sala Segunda) ,sentencia núm. 283/1993 de 27 septiembre 1993. RTC\1993\283 -Sobre las garantías

constitucionales del proceso penal

•TC (Sala Primera) ,sentencia núm. 12/1981 de 10 abril 1981. RTC\1981\12 -Sobre las garantías constitucionales del

proceso penal

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acusatorio.

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•TEDH .Caso contra Francia ,sentencia de 25 marzo 1999. TEDH\1999\10 -Sobre las garantías constitucionales del

proceso penal

•TEDH .Caso contra España ,sentencia de 24 octubre 1996. TEDH\1996\1 -Sobre las garantías constitucionales del

proceso penal

•TC (Sala Segunda) ,sentencia núm. 358/1993 de 29 noviembre 1993. RTC\1993\358 -Sobre las garantías

constitucionales del proceso penal

•TC (Sala Segunda) ,sentencia núm. 11/1992 de 27 enero 1992. RTC\1992\11 -Sobre las garantías constitucionales del

proceso penal

•TC (Sala Primera) ,sentencia núm. 18/1989 de 30 enero 1989. RTC\1989\18 -Sobre las garantías constitucionales del

proceso penal

•TC (Sala Segunda) ,sentencia núm. 17/1988 de 16 febrero 1988. RTC\1988\17 -Sobre las garantías constitucionales

del proceso penal

•TC (Sala Segunda) ,sentencia núm. 57/1987 de 18 mayo 1987. RTC\1987\57 -Sobre las garantías constitucionales del

proceso penal


Comentario al art. 17 de la LORPM (Parte I).
Julio Díaz-Maroto y Villarejo
Estudios y Comentarios Legislativos (Civitas). BIB 2008\3962 .

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