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Doctrina Trinitaria en Santo Tomás

En el esquema de la “Suma Teológica”, Santo Tomás sigue un método escolástico


sencillo en su conjunto, pero complejo.
Contiene tres partes: 1. las procesiones en Dios (q. 27)
2. las relaciones en Dios (q. 28)
3. de las personas divinas (q. 29-43)

Las procesiones inmanentes


La revelación y el magisterio enseñan que el único Dios es Padre Hijo y Espíritu Santo.
El Padre no procede nadie, el Hijo procede del Padre, el Espíritu Santo procede del
Padre y del Hijo, que la procedencia del Hijo se denomina generación, que la
procedencia del Espíritu Santo no es generación.
Se puede llamar a ese proceder “procesiones”, “producciones”, “emanaciones” u
“orígenes”. Estas procesiones son inmanentes, inmateriales y eternas.
Los nombres de las procesiones son designados en la revelación (generación y
procesión).
Para comprender las procesiones divinas se puede tomar ejemplo de la creación, pero no
como se da en las criaturas (corporales) sino en las superiores (intelectuales)
Toda profesión tiene los siguientes elementos:
1. de quién procede
2. el que procede
3. por lo que procede
4. la acción por la que procede
5. la relación del que procede a su origen.
Así, en la procesión del Hijo, el Padre es quién procede el Hijo. La acción por la que
procede se llama engendrar y la relación de origen se da entre el Padre y el Hijo. De
modo semejante ocurre en el Espíritu Santo.
Santo Tomás encuentra en las criaturas intelectuales dos procesiones inmanentes que va
a aprovechar para comprender las procesiones en Dios: el conocimiento y el amor.
Cuando el hombre conoce surge la imagen de lo conocido. En la acción de conocer, el
hombre produce un verbo mental de lo que conoce. Algo semejante ocurre con el amor
en Dios. No obstante, resalta más lo desemejante que lo semejante de estas analogías en
Dios.
La analogía queda superada por el Verbo del Padre que es de su misma naturaleza; es
consustancial, eterno y Persona y lo mismo se puede decir del Espíritu.
Santo Tomás trata de comprender la distinción de las procesiones entre el Padre como
origen del Hijo, y del Padre y el Hijo como origen del Espíritu Santo. Esta distinción no
puede significar entre ellos una diferencia o desigualdad de sustancia.
Las relaciones en Dios
Lo que se da en las criaturas se puede aplicar a Dios mientras que no implique
imperfección:
1. La sustancia puede decirse de Dios como sustancia infinita.
2. También la relación puede decirse de Dios mientras que no sea accidental. En
Dios no existen los accidentes.
3. En Dios hay tres realidades que no son accidentes. Son tres realidades
realmente distintas en la misma sustancia. Estas tres realidades tienen un
fundamento (generación y espiración).
4. En Dios hay dos realidades subsistentes: la sustancia divina y las relaciones
divinas. Sólo hay una sustancia, pero varias relaciones subsistentes.

Consecuencias. La distinción entre sustancia y relaciones


Las relaciones se distinguen entre sí en cuanto sean opuestas. De esta manera hay en
Dios cuatro relaciones reales:
1. La del Padre al Hijo: paternidad
2. La del Hijo al Padre: filiación
3. La del Padre y el Hijo al Espíritu Santo: espiración activa
4. La del Espíritu Santo al Padre y al Hijo: espiración pasiva -o procesión-
De estas cuatro relaciones reales sólo tres constituyen relaciones subsistentes realmente
distintas entre sí (opuestas e incomunicables)
1. La paternidad
2. La filiación
3. La espiración pasiva.
La espiración activa es común al Padre y al Hijo como un único principio respecto al
Espíritu Santo y por eso no construye otra Persona.

Las personas divinas


Santo Tomás emplea el concepto de persona referido al Padre al Hijo y el Espíritu Santo
en la q. 29. Intenta determinar qué son las 3 relaciones opuestas que se dan en Dios.
“Persona” según Boecio, es sustancia individual de naturaleza racional. Si se entiende
individual como incomunicable y racional como intelectual se tiene el concepto de
persona que presenta Santo Tomás.
Lo que constituye la persona como tal es la individualidad, la traición para nombrar esta
realidad utilizó el término hipóstasis - en su traducción subsistencia-. Subsistencia es lo
que confiere ser “persona” a la sustancia.
El término persona puede ser aplicado a Dios mientras sea de manera diferente de como
se realiza en el hombre. Este concepto se puede decir analógicamente, ya que hay entre
Dios y el hombre una semejanza, pero desemejanza mucho mayor, ya que las relaciones
en Dios no se multiplican en razón de sustancia sino de los orígenes.

Consecuencias
El término persona divina puede decirse del Padre, del Hijo y el Espíritu no en el
sentido de que cada uno tenga una naturaleza divina distinta sino para significar una
realidad subsistente en la única naturaleza divina.
De la existencia de Dios -uno en esencia y trino en personas- surgen unas nuevas reglas
de lenguaje que deben ser respetadas para evitar errores.
Las personas divinas tienen conceptos propios y distintos para expresar su ser personal;
estos conceptos abstractos se llaman nociones
1. Innascibilidad
2. Paternidad
3. Filiación
4. Procesión -espiración pasiva-
5. Espiración -activa-.
Las 4 primeras son propiedades y se agregan a las cuatro relaciones de origen
1. Paternidad
2. Filiación
3. Espiración activa
4. Espiración pasiva
También se agregan a las 3 relaciones de origen opuestas
1. paternidad
2. filiación
3. espiración pasiva
Y a las dos procesiones
1. generación
2. espiración

Las Personas divinas


El Padre
El deseo de mantener la igualdad no impide reconocer el orden trinitario. En Dios se da
la paternidad y el ser Padre de una manera más perfecta y plena que en las criaturas. En
Dios la paternidad es una relación subsistente.
Se dice que es Padre en cuanto que es el único Dios creador también de las cosas
creadas, especialmente de los hombres que se les denomina hijos o hijos en el Hijo.
Dios es padre desde toda la eternidad porque engendra al Verbo de su misma naturaleza;
mientras que es Padre en sentido menos propio de las criaturas. Según que las criaturas
participen más o menos de su naturaleza divina, pueden ser llamadas con mayor
propiedad hijos. Así, se llama hija de Dios a la lluvia metafóricamente, al hombre que es
creado a su imagen y semejanza, hijo en sentido real, al cristiano que participa de la
naturaleza divina por la gracia, se le llama hijo adoptivo o hijo en el Hijo.
Pero la paternidad divina se dice primaria y propiamente en cuanto es una relación
intratrinitaria, la innascibilidad es noción propia de la primer Persona, porque no
procede de otra persona y le designa negativamente lo que caracteriza al Hijo; que es
nacido del Padre y al Espíritu Santo que es procedente espirado del Padre y del Hijo.

La Persona del Hijo


Al sentido de la filiación designa cómo conocer al Padre, al Hijo se lo llama también
Eterno Esplendor, como es todo semejante se le llama Imagen y para significar que es
materialmente engendrado, se lo llama Verbo.
Para aclarar en qué sentido se dice Hijo al Verbo Eterno del Padre, Santo Tomás expone
los sentidos que tiene el concepto de verbo. Su significado es la palabra que se dice que
anuncia lo que suena, pero también es una voz interior que significa algo conseguido
que se pronuncia en el corazón. La imaginación de lo que se piensa, el concepto interior
en la mente verbo. Entonces, se entiende como el reflejo natural de una realidad.
Ante la existencia de Dios -uno en esencia y trino en persona- surgen unas nuevas reglas
del lenguaje.
Ser imagen implica dos cosas: semejanza en la forma especie (la figura) y tener origen
(en un modelo). En cuanto si el Espíritu Santo es también imagen del Padre hay
diversas opiniones los padres griegos dicen que el Espíritu Santo corresponde el nombre
de imagen, los latinos afirman que no es imagen. La opinión propia de Tomás de Aquino
es que la semejanza entre los dos seres se da por la semejanza en alguna forma por el
origen (nacimiento) que corresponde al Hijo.

La persona del Espíritu Santo


Tiene algo propio que le distingue de las otras personas divinas. De la Escritura no se
puede dudar que el nombre de la tercera persona sea Espíritu Santo, pero también el
Padre y el Hijo son Espíritu y son Santos. En esto no hay relaciones opuestas, el
Espíritu Santo tiene como nombre propio a lo que le es común al Padre y al Hijo.
También se lo llama viento -soplo- indicando que es algo como un impulso y en cuanto
se dice Santo indica que está ordenado a Dios. El espíritu es un impulso del amor de
Dios. El amor en Dios es una propiedad de su esencia. Dios es amor que tiene raíz en el
bien, este amor es una producción del Padre y del Hijo por la que se hacen presentes
como amantes y amados uno a otro. El padre y el Hijo se aman por/el Espíritu Santo.

En Dios hay dos procesiones:


1. Por modo de intelecto. El nombre para referirse a esta procesión es: Verbo, Hijo
Imagen, Palabra. La razón es que cuando el Padre se conoce surge en él una
realidad que se llama Verbo. El conocer está en la esencia del Padre. El Verbo tiene
razón de Persona porque es una relación y tiene razón de Hijo porque es producción
de semejanza.
2. La segunda procesión ocurre que -cuando el Padre y el Hijo se aman- surge una
impresión del que aman. Así se hace presente el amado en el amante como una
impresión o éxtasis (una tendencia hacia el otro). Se dan en el amor dos realidades:
la cosa amada y el acto de amor que es esencial. Pero sea otra realidad: la impresión
que no tiene nombre, sino que se llama amor expirado. Esto es propio de la tercera
persona.

Además, Santo Tomás le atribuye el nombre de Don. El don de alguien para otro. De
hecho, la Persona divina del Espíritu puede ser donada la criatura racional.

Atribuciones y apropiaciones
Conocer a Dios es conocer a las Personas divinas. Hay que decir que todas las
perfecciones en la naturaleza divina son comunes, todo lo que es esencial en Dios se
atribuye a cada persona, pero lo que es propio de cada persona no se puede decir de la
otra. Las personas divinas son también mejor conocidas por las apropiaciones, por la
asignación de un atributo esencial de una persona como si fuera propio. Los atributos
son comunes a las tres personas, pero se puede designar uno de ellos a una persona por
afinidad o atributo; en el dogma de la iglesia esto es la creación redención y
santificación.

La inexistencia de las personas divinas


Una de las formas en que se muestra la igualdad y unidad de las personas divinas se
expresa el concepto de inexistencia. La posesión de la misma esencia por las tres
personas hace necesario afirmar su igualdad. La procedencia del Hijo y del Espíritu
manifiestan su eternidad dentro de un orden la íntima unión e inseparabilidad
permanente de las personas divinas. Los padres griegos hablan de perijóresis; los latinos
de circumincesión. Es la compenetración íntima y mutua existencia de las personas
divinas, no hay en ellas ni separación ni confusión.

Las misiones e inhabitación trinitarias


Un envío supone la relación intratrinitaria, por una parte, es decir, una persona envía a
otra y por otra parte, implica la presencia de la persona enviada en una realidad en la
que antes estaba manera distinta. En las misiones se da una dimensión intratrinitaria y
una dimensión histórica. El envío tiene que depender de las personas de los orígenes y
las procesiones divinas. El hijo es enviado porque es generado, el Espíritu porque es
producido.
La misión es recibir a quién estaba presente, pero de una nueva manera, estas misiones
tienen una dimensión temporal. En cambio, las procesiones son eternas.
Cuando se hace presente en la historia una persona divina de un nuevo modo no cambia
la Persona sino la historia. Para Santo Tomás, las personas divinas se hacen presentes en
la historia de dos modos:
1. con una presencia invisible, accediendo a las personas humanas en su interior.
La persona humana cambia por el envío de estas presencias divinas
2. en la misión visible las personas se manifiestan por medio de criaturas visibles:
el Hijo asume la figura humana y el Espíritu Santo asume los signos de su
presencia.
Por la gracia santificante, el Hijo y el Espíritu Santo son enviados al hombre para
santificarlo y conducirlo a la plenitud de su fin último que es la unión con la Trinidad.
Esta unión perfecta en la gloria se vive de un modo parcial en la vida de gracia.

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