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Enigmas del Pasado

Waldemar Julsrud
Acámbaro, Gto.,
1947.
Enigmas del Pasado

Waldemar Julsrud

Acámbaro, Gto.

1947.
Portada Original del libro editado por Waldemar Julsrud
Enigmas del Pasado

Waldemar Julsrud
Prefacio

De las conchitas, imperceptibles al ojo humano de insignificantes infusorios,


que al morirse aquellos, cayeron al fondo del mar, se formaron en el curso de
inimaginables años y a consecuencia de tremendas evoluciones terrestres,
gigantescas cordilleras.

Tan insignificante infusorio en el Universo, es nuestra Tierra, que flota


durante su eterna gira por el éter, sostenida según dicen, por la atracción mutua,
magnética de los astros, - lo que nos parece nebuloso e inverosímil, - pero como
otros lo dicen, se aceptó la explicación, no obstante que el fenómeno obedece quizá
al Gas Helio en las entrañas de nuestro Planeta.

¿A dónde caerá nuestro infusorio el día en que se muere? Misterio


indescifrable.

El origen, composición y extensión del Universo, como también la causa de la


vida en sus múltiples formas, apariciones, transformaciones y evoluciones, son
enigmas, son milagros que vemos, pero misterios que la inteligencia humana no
alcanza a aclarar y resolver.

Ante problemas así, - el vulgo, - a falta de pruebas y explicaciones razonables,


acoge con reverencia la interpretación que mano de antiquísima sabiduría les dio
con letras eternas, que propagan paz, amor, satisfacción y tranquilidad a la
humanidad doliente.

A pesar de esto, no todas las almas se conforman dócilmente con el


mandamiento de “creer y tener fe", sino buscan la comprobación, quieren averiguar
lo que está vedado a la comprensión humana, quieren convencerse personalmente,
trabajan, investigan y buscan la verdad, sin hallar una solución que les satisfaga,
tratando su escudriñadora mirada de atravesar la densa neblina que envuelve el
pasado, que oculta los lejanos días de la creación.

El desarrollo y progreso de la ciencia se asemeja a un gigantesco, complicado


mosaico, cuya obra imperfecta nunca termina, lo que constituye para el serio
investigador precisamente el mayor atractivo, quien modestamente se conforma
con poder agregar al dibujo una piedrita, confiado en que su insignificante
descubrimiento les sirva algún día a los, que le siguen, de escalón, para encontrar la
verdad.

¿Pero qué cosa es la verdad?, si todo se transforma, evoluciona y cuando se


piensa haberla hallado, desvanece, como nubes en el horizonte, como el espejismo
de fata morgana(1) de un verde oasis, que ve el sediento que muere de sed, perdido
en arenoso, estéril desierto sin límites, sin salida.

La historia de la Tierra, de la cual tenemos datos más o menos completos y


fidedignos, comparada con la de su existencia anterior, se asemeja a un grano de
arena en una playa de mar, - a un panorama resplandeciente de luz y de vida,- en el
que se advierte al rato ligerísima neblina, que se condensa más y más, cubriéndose
el horizonte de nubes, nubes cada vez más pesadas y amenazadoras, que se
convierten, a medida que progresa el tiempo, en negra, impenetrable noche.
Querer averiguar lo que sucedió hace millones ele años, - no es tarea fácil -,
sobre todo si el investigador trata de atenerse a hechos estrictamente comprobados,
fundándose para ello en hallazgos de fósiles de Flora y Fauna procedentes de tan
lejanas épocas y observaciones geológicas hechas en capas y mantos que envuelven
a la Tierra, en las que lee aquél, que entiende el misterioso idioma de la naturaleza,
como si fuera en un libro abierto, interpretando correctamente lo que con precisión
y fidelidad registró en su diario de tantos años, nuestra Madre, la Tierra.

Proceder con fundamento y razón, tratando de aclarar dudas, es


absolutamente necesario; - aunque debemos confesar que con datos escasos,
insuficientes, no llega uno siempre a conclusiones satisfactorias, quedando
resultados ligeramente obtenidos sujetos a grandes errores de interpretación,
motivados por las constantes evoluciones de la Tierra,- por lo que se requiere talento
de observación, espíritu analítico, empleando en muchos casos la lógica, para llegar
a conclusiones aceptables, interpretando correctamente fenómenos, para los que
no se haya fácilmente una explicación convincente.

Esto seguramente no quiere decir que un autor quede facultado para forjar
en su ingeniosa mente la solución de misterios, dando curso suelto a la fantasía.

El pensador y serio investigador, consciente de su propia insignificancia, que


buscando verdad, encontró detrás de un manto de púrpura un esqueleto, se
convierte muchas veces en hombre solitario, que huyendo de la bulla, sigue
silenciosamente su camino, eludiendo honores y sobre todo discusiones con
personas que no pueden, ni quieren entenderlo y cuya fe, que les hace feliz, no trata
de destruir.


Algo Sobre mis Descubrimientos

Hace años, un estimado amigo mío, el anciano padre Fray José María
Martínez, hoy fallecido, entonces Cura del pueblo de Chupícuaro, Gto., me remitió
fragmentos de cerámica de origen tarasco, encontrados allá, lo que, por haber
gestionado yo que se hicieran excavaciones por aquellos rumbos, me convirtió en el
hasta ahora desconocido descubridor del hoy renombrado Campo Arqueológico y en
aficionado a semejantes estudios.

Pero no es aquel viejo panteón tarasco de que quiero hablar, sino de otro
descubrimiento que hice, de semejante naturaleza, pero de una importancia y
antigüedad infinitamente mayor, cuyos restos datan de la más antigua cultura, casi
de la cuna de la humanidad, cuyos detalles confío darán nuevas luces a la historia.

Veo caras llenas de asombro y de duda, si les cuento que encontré entre otras
muchas cosas de indiscutible interés, figuras hechas de barro cocido, de color
natural, que representan una gran variedad de animales antediluvianos, muchos de
ellos en un perfecto, artístico acabado y de una diferencia de formas asombrosa.

Se trata, hablando de animales, de bestias de aspecto extraño, exótico, hasta


ahora en gran parte desconocidas, de las que vivieron algunas, según la opinión de
reconocidas autoridades en arqueología, hace millones de años, entre éstas
diferentes peces, anfibios y reptiles del Paleozoico, de variados Dinosauros, algunos
de ellos verdaderos gigantes del Mesozoico, víboras, serpientes, una gran variedad
de desconocidas especies de pájaros y de mamíferos del Cenozoico, así como
representaciones fidelísimas, a juzgar por los asombrosamente bien acabados
detalles, de muchas diferentes razas humanas, que deben haber vivido en el curso
de muchos miles de años, en el lugar de su descubrimiento, figurando entre ellos
hombres bestias, desnudos, completamente primitivos, hasta en transformación del
animal al hombre, lo que prueba que ya entonces deben haber existido razas de una
cultura superior, que contaban con notables artistas natos, que dejaron a la
posteridad muchas verdaderas obras maestras, llegándose así a la conclusión:

"O el hombre en su estado primitivo vivió desde los remotos días de la


creación al lado de temibles bestias antediluvianas, o éstas existieron todavía
millones de años después de las épocas en que autoridades en Arqueología las
catalogaron, constatando su aparición, como extinción y desaparición de la Tierra."

No puede nacer ni la más ligera duda sobre la antigüedad y autenticidad de la


cerámica encontrada, porque el estudio a base de colección de fósiles de animales
antediluvianos y su reconstrucción, data apenas de unos cien años atrás y ¿quién
pudiera imaginar e inventar tan diversas formas de gentes y exóticas criaturas con
todos sus detalles, sin haberlas visto?

Este descubrimiento desmiente lo dicho por el sabio francés Paul Rivet(2),


quien aseguró que América es territorio de admisión y no de producción humana;
con lo que quiso decir: que a ella vino el hombre y que no proviene de ella, lo que es
un gran error.

Al contrario de lo expuesto por Rivet, soy de la opinión que este Continente


es la cuna de muchas razas diferentes, - aunque no de todas, - fundándome para ello
en la diversidad de tipos representados, hasta en las más primitivas formas
imaginables, entendiéndose que semejantes gentes no pueden haber sido
descubridores de nuevos continentes, sino eran oriundos de la tierra en donde
nacieron, vivieron y murieron.

En vez de inmigrar, emigraron de aquí para el Asia diferentes razas


mongólicas, habiendo guardado los chinos en su escudo un dragón, como recuerdo
imborrable a las gigantescas bestias voladoras del país de su origen.

Causa de la emigración en masa debe haber sido el cambio repetido de


ubicación de los Continentes Americanos, cuyos sucesos, de los que hablamos más
adelante, no pasaron desapercibidos para ellos, que contaban con buenos
astrónomos.

No se necesita ser Etnólogo, para poder distinguir entre la representación


humana las más diversamente imaginables razas, artísticamente, en todas sus
características posiciones, con naturaleza y decencia representadas.

Entre tantas razas hay arcaicas, hasta hombres en transformación del animal
al ser humano, todavía con membranas en sus extremidades y otras señas
características de su procedencia acuática, la que es la de todos los seres vivientes.

Hay hombres bestias, con facciones de antropófagos, de aspecto salvaje,


ostentando tremendas dentaduras de oreja a oreja y esto no obstante se nota entre
ellos ya diferencia de carácter y de descendencia, siendo unos chatos como monos,
asemejándose otros a osos, algunos tienen la nariz arremangada, sin que faltaran
entre ellos individuos con caracteres semejantes al hombre moderno, con frente
alta, de la que carecen otros completamente, teniendo, de la parte frontal hacia
atrás, la bóveda del cráneo completamente aplanada.

Otros hombres tienen la cabeza redonda, como una bola, distinguiéndose las
diferentes razas más fácilmente por la forma de sus ojos, de figura oblicua en su
mayoría, aunque de tipos diferentes entre sí, quedando representadas todas las
razas del mundo.

Hay mongoles, chinos, esquimales, tibetanos, australianos, malayos, isleños


del Pacífico y entre todos se nota gente salvaje y otra ya con cierto grado de cultura.

Lo más interesante de este caso es, que aparte de las razas enumeradas,
figuran las de todos los pueblos que vivían en tiempos antiguos al derredor del Mar
Mediterráneo, lo mismo los del Norte de África, como del Asia Menor y Sur Europeo,
de manera que hay negros, abisinios, semitas, egipcios, - hasta con una pirámide
característica -, gentes parecidas a figuras de cerámica halladas en las excavaciones
del pueblo de Ur, en Babilonia, griegos de raza germánica, hombres barbados del
tipo español, vikingos o atlántides(3), entre los que creo haber hallado retratos de
Quetzalcóatl, con uno de sus compañeros y otros individuos al estilo del hombre Cro-
Magnon.

Nadie negará lo sensacional de este descubrimiento, lo que me obliga, para


explicar la presencia de tan diferentes razas en México, - a distraer la atención del
lector, dando a conocer primero el hecho de que existe cierta analogía de religiones
y costumbres entre razas americanas y las de otros Continentes-, para explicar
después cómo me imagino la creación de la Tierra, los acontecimientos más notables
de su historia y la de sus seres vivientes.

Ya hablé de una emigración de América para el Asia, por cuyo motivo ya no


llamará la atención que existe cierta analogía en creencias y costumbres entre los
habitantes de diferentes Continentes.

Al recordar las hoy llamadas razas asiáticas el país de su origen, se hace


comprensible que después de siglos, hayan querido regresar al Continente
Americano, a cuya conclusión se llega, al comparar sus tipos antiguos, muy
primitivos, que se encuentran junto con los de mucha más avanzada cultura, no que
dando excluida la suposición que de semejantes visitantes hayan quedado algunos
de nuevo en América, como por ejemplo los Pre-Incas, que sucumbieron y quedaron
exterminados posteriormente en unión de otros nativos, durante la catástrofe del
Diluvio Bíblico.

Sven Hedin(4), el famoso explorador sueco, observó durante sus viajes al Tíbet,
la curiosa costumbre de los nativos, de sacar, al ser presentados a personas extrañas,
como demostración de alto respeto, hasta más no poder, la lengua, en cuya actitud
figuran muchos tipos con aspecto de Lamas, en mi colección.

Tibetanos usan argollas de plata, parecidas a pulseras, por las que meten
vendas, para sostener y amarrar su cabellera.

Muy parecidas argollas, aunque hechas de barro, encontré aquí.

El monje franciscano Wilhelm Rubriquis informó, que los tibetanos comían a


sus difuntos padres, como demostración de gran piedad, para no darles otra
sepultura.

Lo mismo informó Piano Carpini al Papa, quien lo mandó al Tíbet por el año
de 1245, diciendo que los habitantes de allá tenían la horrorosa costumbre de
reunirse para comer a sus padres, tan luego como éstos entraban en agonía.

El Barón Alejandro de Humboldt habla de idénticas costumbres de los


indígenas de la América del Sur.

Los incas del Perú adoraban al Sol, pero al igual de los cristianos, creían en un
Ser Supremo y en su Hijo Divino, humanizado, no pudiéndose negar que existió en
ello cierta semejanza con el cristianismo, así como con emperadores asiáticos y
soberanos europeos, que reclaman descendencia y derecho divino.

Sven Hedin señala en sus interesantes obras costumbres muy semejantes


entre el culto católico y el de los Lamas del Tíbet, con el budismo.

Los aztecas creían en la inmortalidad del alma, tenían bautizos y confesiones,


al grado que monjes católicos creyeron que Quetzalcóatl había sido Santo Tomás
que había venido a enseñar el cristianismo, el que después había degenerado.

Razas indígenas usaban lazos y una especie de honda de madera, en forma de


arco, el que después de tirarlo, regresaba al cazador, semejante al boomerang de los
salvajes de Australia.

Pedro, Mártir de Anglería(5), hablando de la habilidad de los artesanos


indígenas dice: "Cuanto se ofrece a sus ojos, lo saben forjar y esculpir con belleza tal,
que emula a la misma naturaleza.

No existe figura de ave, ni rostro o cuerpo de cuadrúpedo, de que Moctezuma


no posea fidelísimas imágenes, que mirados de lejos, dan la sensación de estar
vivas."

Se decía que los Pre-Incas habían llegado a un alto grado de cultura, que
sabían labrar y transportar blocks de más de veinte toneladas, cada uno de diferente
tamaño, los que esto no obstante embonaban perfectamente, tanto, que entre ellos
no cabía el filo de una navaja, constituyendo un misterio cómo habían podido labrar
tan grandes piedras y con tanta perfección, porque desconocían el uso del fierro.

Esto último hay que dudar, porque en contra de lo que se ha afirmado, los
indios no conocían el secreto de endurecer el cobre y el bronce, por lo que deben
haber conocido ya la manufactura del fierro, cuyo metal se descompone y
desaparece completamente con el tiempo.

Esta suposición se funda en el origen de las Américas, señalado más adelante,


porque precisamente en el Egipto se quebraban los investigadores la cabeza por
idéntico motivo, hasta que se halló por fin herramienta de fierro en la tumba del Rey
Tut.

Se dice que los Pre-Incas conocían muchas artes hoy desconocidas, que se
perdieron y que en las razas que les siguieron no se notó un progreso lento, sino que
éste dio repentinamente un brinco, motivado seguramente por inmigración
extranjera.

No se sabe cómo lograron los Incas transportar tan enormes blocks de piedra.

Para ello no tomaron seguramente en cuenta que los indígenas conocían el


uso de las rodajas y sabían amansar elefantes, antes de que todos ellos sucumbieran
en el Diluvio.

Hyatt Verrill(6) menciona haber encontrado en Centro-América la


reproducción en barro de algo así como un pequeño elefante cargado.

A este respecto puedo asegurar que tengo la reproducción de varios


elefantes, entre ellos un pequeño, cargado, quedando con ello probado que la gente
sabía aprovecharse de semejantes bestias.

Los indígenas conocían el arte de grabar piedras, obsidiana, ágata, jade y


joyas, teniendo mucha facilidad para ello, usando además a veces collares con
piedritas tan pequeñas y duras, que no se explica cómo podían haberlas perforado.
Verrill habla de restos humanos, los más antiguos de América, por haberlos
hallado debajo de una capa de ceniza volcánica.

Esto no prueba gran cosa, porque en San Ángel, México, sacaron debajo de
gruesa capa de lava, vasijas y otros objetos, sabiéndose esto no obstante
aproximadamente la época en que hizo erupción el volcán del Ajusco.

La cerámica más antigua es de color natural de barro quemado y se encuentra


generalmente en las partes más altas, lo que no se ha podido explicar hasta ahora
correctamente, pero que se entiende, sabiendo que en remotos tiempos muchos
valles eran lagos, a cuyas orillas vivían los indígenas, manteniéndose de caza y pesca
y a medida que bajó el nivel del agua, bajó la gente con sus casuchas.

Cerámica multicolor data de tiempos posteriores y el primer color que se usó


fue el rojo.

La suprema antigüedad de la cerámica se prueba, no porque la gente andaba


desnuda, sino por lo tosco de su manufactura y los rasgos fieros y salvajes de su
fisonomía.

Verrill señala como prueba de regular cultura el hecho de que se hallaron en


los Estados Unidos en diferentes lugares, flechas bien acabadas incrustadas en
huesos de animales antediluvianos, junto con cerámica casera, aunque sin vestigios
de huesos humanos, del tiempo Pleistoceno, lo que no se puede comparar con mi
hallazgo de hombres y fieras, entre las que figuran bestias exterminadas según los
arqueólogos hace 120 millones de años, cuyas imágenes están tan perfectamente
acabadas, que los artistas de tan remotos tiempos podían haber rivalizado con
ventaja con los de los tiempos actuales, llegándose por ello a la conclusión que el
hombre primitivo vivió y había obtenido ya alto grado de cultura en aquellos
remotísimos tiempos, o que las fieras vivieron todavía muchos millones de años
después del tiempo en que se dice quedaron exterminadas.

Con semejantes pruebas, ¿a dónde quedan los hombres de Pekín y de


Neanderthal?

Los Chimú, una tribu del Perú, sabían por tradición que sus antepasados
llegaron por mar, en grandes escuadras de canoas, que no habían sido salvajes, sino
cultos, que conocían artes e industrias.

Indiscutiblemente trajeron los antiguos fenicios oro de un lejano país, que se


cree fue el Perú.

África es la cuna de muchas diferentes razas, entre ellas de las hoy llamadas
asiáticas.

Los mayas aseguraron haber recibido su cultura del Este, lo que es


comprensible, como veremos más adelante.

Tengo en mi colección de cerámica muchas figuras de gentes con cabezas de


animales, así como una imitación de cáscara de árbol con semejanza a gentes y
animales.

Este punto es interesante, porque como existen egipcios entre las razas
representadas, se recordará que ellos acostumbraban dar forma animal a sus dioses
y que los antiguos pueblos de la Europa creían no solamente en gigantes y enanos,
sino en que hadas, ninfas y otros seres sobrenaturales vivían en los árboles de los
bosques.
En vasijas hay una admirable variación de formas y dibujos, desde lo más
primitivo y sencillo, hasta ricamente ornamentada, representando algunas imágenes
humanas y animales, ostentando contadas piezas siluetas de animales
antediluvianos, toscamente grabadas con la punta de alguna piedra afilada.

Hablando en lo general, debe admirarse el exquisito gusto, talento e ingenio


inventivo, en el acabado de la cerámica.

Entre la última se encuentra un corto surtido de interesantes artefactos para


artesano y otro mayor, de instrumentos de música, así como una interesantísima,
artística colección de diferentes pipas, entre ellas algunas de cupo tan pequeño, que
servirían quizás para algún enervante.

Esto me recuerda que cuando estuve, hace muchos años, en el Estado de


Guerrero, me aseguró un indio que conocía una yerba, de la que bastaba pasarla
debajo de la nariz, para que uno quedara profundamente narcotizado, de cuyo
estado se volvía al natural, si se daba al individuo a oler otra yerba, que según el
informante crecía junto a la anterior, pero si no se aplicaba oportunamente, se moría
el adormecido.

Al notar el hombre cierta duda en mis facciones, quiso hacer conmigo una
prueba, pero le di las expresivas gracias.

Figuran además entre mi cerámica agujas y peinetas para el cabello, sellos,


adornos, una especie de códices, todo hecho en barro, así como muy contados
collares de marfil y piedritas.

Entre los rostros humanos representados, demuestran algunos belleza,


inteligencia y cultura y no es cierto que todas las facciones carecen de expresión,
como ciertos autores han asegurado.
La cabeza de un mongol ostenta signos de escritura, lo mismo que uno de los
sellos, cuya interpretación sería interesante conocer.

El hecho de haber encontrado en Sud-América caracteres que se asemejan al


chino o al japonés, sin tener semejante sentido, no demuestra que dichas razas no
son oriundas de aquí, comprendiéndose que idiomas y escrituras tuvieron que
perfeccionarse en largos años, cambiando quizás en el curso de los tiempos
radicalmente.

Hasta la fecha no encontré un solo objeto hecho de metal, sino todo consiste
de barro y muy poco de piedra.

Entre las esculturas halladas en la ciudad de Tiahuanaco, en el Perú, había


unas, representando hombres de narices artificialmente partidas de arriba para
abajo, de aspecto, como dice Verrill: "bondadoso, inteligente, demostrando calma y
franqueza."

Interesará saber que poseo las cabezas de un hombre y una mujer, talladas
en piedra, de rasgos asiáticos, que corresponden fielmente a la descripción indicada,
lo que contribuirá probablemente para aclarar los viajes de los Pre-Incas, cuya raza
elogió tanto Verrill, por haber dado muestras sorprendentes de su arte de escultura,
único en el mundo, que no se parecía a la de ningún otro pueblo.

Se sabe de los Pre-Incas, que ellos no usaban para sus construcciones cal, ni
cemento, que eran excelentes ingenieros, entendían matemáticas y eran, como los
mayas y aztecas, buenos astrónomos.

Los Incas tenían hasta carreteras asfaltadas, caminos reales rectos, desde
Quito hasta el Sur de Chile, de tres mil millas en una línea, atravesando montañas,
valles y abismos, sobre los que tendían puentes de cable de pelo, haciendo túneles,
teniendo al lado de las carreteras, piedras, marcando distancias, estaciones para
pasajeros y almacenes del Gobierno.

Además tenían fortalezas, estaciones de señales, de noche con luces, que


hacían las veces del telégrafo, contaban con abastecimiento de pescado fresco y
manufacturaban colores, que desafiaban el paso de los siglos.

De México se pudiera decir muchas cosas semejantes y no cabe duda que los
conquistadores encontraron en las Américas ya gente inteligente, laboriosa y culta.

Leí una vez de un hallazgo en la América del Sur, de tabletas de barro con
signos del antiguo hebreo, lo que es un dato sumamente interesante, que debería
confirmarse.

La comida de los primitivos habitantes del Continente Americano consistía en


una gran diversidad de pescados, mariscos, maíz molido en metates, carne de
rinoceronte, hipopótamo, trompa de elefante, patas de oso, asado de castor, carne
de Glyptodón(7), el armadillo gigante, etc., no faltando en sus banquetes vegetales y
frutas de diferentes clases.

De obsidiana manufacturaban cuchillos para la cocina y para preparar pieles,


fabricaban lanzas, puntas de flecha, - que hacían también de cuarzo-, navajas de
rasurar, herramienta y hasta tapones de botellas, ignorándose según entiendo, de
qué manera labraban dicho vidrio natural, aunque me inclino a creer, que lo
cortaban en un estado blando, rebanando así las piedras.

Aparte de lo enumerado, hacían de obsidiana, máscaras de los difuntos y


pequeños objetos de arte. De barro fabricaban ollas de cocina, jarras, vasos, floreros,
fruteros, tanto sencillos, como ricamente decorados, revelando ingenio y talento
inventivo. De barro hicieron también figuras de gentes y animales, cierta clase de
agujas para tejer, sellos, adornos y sus primitivos códices.

Los indígenas conocían el uso de las camas y eran maestros en el arte de


manufacturar ropa para vestidos y trabajos con plumas de pájaros, en diferentes
colores.

Observaciones

Al profundizarme en el estudio de obras sobre la Historia de la Tierra,


encontré grandes huecos sobre los que pasan los autores en silencio, seguramente
porque no hallaron con qué probar, por ejemplo, las causas de las grandes
catástrofes que asolaron a la Tierra en diferentes épocas, a cuya última señalan
fantásticas edades, para lo cual les falta una verdadera base.

Como prueba para esta última afirmación señalo la por demás mucho muy
recomendable obra: "Man and the Vertebrates", en la que su autor Alfred Sherwood
Romer, Profesor de Zoología de la Universidad de Harvard, le señala a la Tierra en
página 6, una edad de 1,500 millones de años, mientras que su colega Edwin H.
Colbert, del Museo Americano sobre Historia Natural, calcula ésta en su nuevo libro:
"The Dinosaur Book", en 2,000 millones de años.

Por éste y semejantes ejemplos, emplearé la de nominación de Eras y


Períodos de la Tierra con su nomenclatura científica, pero sin hacerme solidario, ni
siquiera remotamente, con el cálculo de edades, las que unos, basados en viejas
crónicas religiosas estiman en miles y otros, tomando en consideración el
crecimiento del grueso de capas y mantos que envuelven a la Tierra, en miles de
millones de años, olvidando los últimos quizás que tan tremendas aglomeraciones
de arenas, gravas, tepetates y rocas, que encierran fósiles, cubren vestigios de
antiquísimas culturas y hasta ciudades pre-históricas, pueden haber sido causadas:

1. Por la fuerza gigantesca del oleaje de diluvios que asolaron a la Tierra,


arrastrando en su veloz carrera todo lo que encontraron en su camino.

2. Por erupciones volcánicas, que con ardientes lavas y tormentas de cenizas


cubrieron vastas regiones.

3. Por evoluciones, levantamientos o hundimientos de la superficie de la


Tierra, que cambiaron radicalmente su topografía.

Por lo expuesto, me abstengo a señalar edades, limitándome a dar a conocer


los acontecimientos, así, como yo los veo, comprendo o interpreto, tomando por
base que cada cambio radical de clima fue ocasionado por movimientos profundos
en la estructura de nuestro Planeta.

No podemos averiguar el origen del Universo, ni las causas de las maravillosas


manifestaciones de la naturaleza, que con su lento cambio y perfeccionamiento nos
sorprende, cuyos misterios admiramos, sin que la mente humana alcance a
comprender su manera de actuar, por lo que limito este trabajo a señalar errores de
interpretación y comprensión, ateniéndome para ello estrictamente a la lógica.

La Tierra, tan grande e inmensa como la vemos, no es más que un globulito


de sangre que circula en las arterias del Universo, siendo nosotros átomos en ella y
a la vez mundos para miríadas de microbios.
Aquel que busca la verdad en la Creación, no la encuentra, porque todo,
incluso nosotros, estamos sujetos a eterno cambio. Nada es estable, duradero, ni
fijo; todo queda sujeto a las leyes de la evolución, a vida y muerte y así como
nosotros, está la naturaleza, todo lo que nace, se desarrolla, florece, se marchita y
muere en el olvido de los tiempos.

Nadie podrá rehuir de su destino y "comprender verdades", no debe ser


motivo de tristeza, ni de desesperación; hay que tomar la vida, así como está, sin
quebrarnos la cabeza ante lo irremediable, siguiendo nuestro camino y todo lo que
logremos hacer en provecho de futuras generaciones, dará mérito y satisfacción a
nuestra existencia.

Cómo me Imagino el Origen y Enfriamiento de la


Tierra

Algunos astrónomos sostienen la teoría que la creación de la Tierra, se debe


a la condensación de nebulosas en el Universo, afirmación que no quiero discutir,
pareciéndome semejante solución demasiado arriesgada y de difícil comprobación.

Los pueblos más antiguos de la Tierra adoraban al Sol, comprendiendo que


todos los que vivimos aquí, le debemos la vida y yo mismo había llegado a la
conclusión que nuestro Planeta debía ser hija de él, antes de ver confirmada esta
creencia por renombradas autoridades como Kant y Laplace.
Ciertos investigadores expresaron la opinión que el Sol debe haber tenido en
cierta época un anillo, como Saturno, el que reventando se fraccionó en planetas y
algunos de éstos por el mismo motivo, en cometas, todos los cuales dan vuelta al
derredor de su autor, al que tendrán que regresar algún día, porque su trayectoria
no forma una completa elipse, sino una espiral, producida por la resistencia al éter
del Universo.

Ignoro si el anillo de Saturno consiste de materia unida o representa nubes de


pequeños satélites.

Referente al origen de los planetas, me inclino a creer que éstos deben su


existencia a violentas explosiones en el Sol.

Sea esto, como sea, una vez expulsados, comienzan los planetas su propia
vida como bolas de fuego, aplanados por los polos, dando vuelta de Oeste a Este,
teniendo idéntica composición química que el Sol y los Meteoritos, comprobado que
el espectro solar, en unión con la óptica, enfriando al fin de incontables años,
durante su trayecto por el Universo.

Los componentes principales de la Tierra son el granito y el pórfido, de los que


se formó la capa exterior, expresando el Profesor Alfred Lotario Wegener(8) la
creencia que exista otra, que cubre el fuego volcánico, gases y vapores; llegando en
lo demás a parecidas conclusiones que yo.

La luz que nos alumbra, atraviesa una especie de cobertor o cielo del Sol
consistente en ardientes vapores metálicos, según opinión del renombrado
astrónomo Wilhelm Boelsche(9), autor del libro: "De Soles y Polvillos de Soles”.

Atmósfera envuelve a los Planetas, entre ellos queda el vacío del Universo y
de éste llueven no solamente Meteoros, sino polvitos de hierro hacia la Tierra.
Nuestro propio Planeta se caracterizó en el principio por gran actividad
volcánica, motivada por gases y vapores acumulados en su interior y falta de
escapes.

Se dice que si nuestro astro enfrió por la temperatura helada del Universo, sin
duda hubiera sucedido lo mismo con el Sol; - pero para ello no tomaron en cuenta
que éste es tantísimo mayor que la Tierra y ya por ello tardaría mucho más en enfriar.

Al nacer la Tierra, como esfera de fuego candente, envuelta en densas capas


de humo y vapores, duró para enfriar, según la opinión de muchos doctos
profesores, de un mil a mil quinientos millones de años. Esto me parece del todo
inverosímil, porque “Aire” envuelve a los Planetas y como éste al calentarse, es más
ligero y sube, afluya el frío, iniciándose una corriente, que atrayendo humedad del
Universo, descargaría sobre ella día por día, sin interrupción ni descanso, mangas de
agua y chubascos, cuyo líquido, evaporando en seguida por el calor de brasa de la
superficie, subiendo, condensándose, enfriando en altas esferas, regresaría sin
disminuir, ni debilitarse en siempre nuevas embestidas.

Con ello, sin duda alguna, la Tierra comenzaría por fin a enfriarse,
formándose, al endurecer la superficie rocosa, primero charcos, luego pantanos,
lagos y finalmente mares, mares tan extensos, que subiendo, cubrieron más y más a
nuestro Planeta, cuya superficie, descomponiéndose y desmoronándose por el calor
volcánico, el solar, los vientos y tempestades, se convirtió en tierra, creándose así la
base para la naciente Flora y Fauna.

De la manera indicada es lógico suponer, que la superficie de la Tierra


enfriaría de una manera mucho más rápida, principiando en los mares la vida con
infusorios, gusanos, conchas, pescados sin vértebra y otros seres, que por lo blando
de su consistencia, no dejaron fósiles.
Pasaron siglos y más siglos, cubriéndose la superficie terrestre de tupidos
bosques y exuberante vegetación, hasta donde los mares que subían más y más, lo
permitían, en que anfibios, que se habían convertido en reptiles, se vieron obligados
a regresar a su anterior elemento, el agua.

En este estado de la Tierra, en principios de la Era Carbonífera (10) o ya en la


Davón(11), entraría, por motivo de una tremenda erupción volcánica, submarina, bajo
presión de alta columna, una enorme cantidad de agua marina a las entrañas
ardientes de la Tierra, provocando instantáneamente, - al igual de lo que sucede al
vapor que se hunde, cuando tormentas de agua fría llegan repentinamente a las
calderas ardientes -, una terrorífica explosión, tan gigantesca, que fracturando con
inigualada fuerza la costra apenas endurecida de la Tierra, venciendo su poderosa
atracción magnética, aventó a una distancia de 768,000 kilómetros, la cuarta o
quinta parte del continente terrestre, que se convirtió en la Luna, cuyo
acontecimiento apresuró, sin duda de una manera notable, el enfriamiento de la
Tierra.

A la catástrofe, que vino acompañada por el primer diluvio, le siguió la


primera Era Glacial, cuyo último se explica, porque al perder la Tierra por la
separación de la Luna su equilibrio, se inclinó hacia el lado más pesado, cambiando,
como se entiende, con la ubicación de los Polos, repentinamente la zona glacial, lo
que es lógica conclusión, porque los lugares más alejados del Sol tienen que ser los
más fríos.

Al diluvio le siguió, lo que se comprende también por tremenda devastación,


una larga época de aridez y de sequedad, hasta que la Tierra restableció con presión
interior y con la primera formación montañosa, su perdido equilibrio.
El clima, antes súper tropical, se convirtió por el enfriamiento de la Tierra, en
menos caluroso, más agradable, entendiéndose que Flora y Fauna, que sucumbieron
en su mayoría durante el cataclismo, principiaron de nuevo, naciendo ahora
generaciones más robustas, de las que se conservaron los primeros fósiles.

La explosión, que con tan inimaginable fuerza aventó al espacio la Luna,


agrietó las partes colindantes del apenas endurecido manto de rocas, que envuelve
nuestro Planeta, él que se hubiera convertido en Cometas, si la fuerza magnética del
interior de la Tierra no hubiera retenido los enormes fragmentos en su lugar, cuyo
detalle sumamente importante, nos dará más adelante la explicación de otras
grandes evoluciones.

Habiendo hablado de los Polos de la Tierra, me recuerdo que Wilhelm


Boelsche explica la Aurora Boreal de una manera muy interesante, diciendo: "Así,
como cuando corre del Polo negativo una carga eléctrica a través de un tubo de
vidrio con aire adelgazado, se alumbra con Luz Verde la parte opuesta, así remite el
Sol semejantes rayos a través del tubo de vidrio del Universo, vacío de aire, a una
distancia de veinte millones de millas, los que desviados por el inmenso magneto "la
Tierra", producen en los Polos luces multicolores".


Consecuencias y Detalles del Primer Diluvio, que Asoló a la
Tierra

Entre las Eras del Paleozoico figura la Carbonífera, famosa por su gran
acumulación de hulla, cuya formación se explica diciendo que en grandes, extensos
pantanos de tiempos inmemoriales, poblados con mucha vegetación, cayeron
árboles, arbustos, palmas, etc. etc., los que al fin de incontables siglos se convirtieron
en carbón de piedra y antracita, al estilo de la formación de turba(12)en nuestros días.

Esta solución, a falta de otra más razonable, ha sido según parece


universalmente aceptada, pero la que de ninguna manera me convence, porque en
pantanos, por grandes que éstos hubieran sido, jamás, ni en miles, ni en millones de
años se pudiera haber acumulado tanto carbón, como el que sale día por día, año
por año, de los centros de producción, en largos, incontables trenes, cuyos furgones
no llevan otra cosa que este combustible, de manera que debe uno buscar otra
explicación que haga comprensible la acumulación de tanto carbón.

Habiendo reflexionado sobre este problema, llegué a la convicción, que


solamente el primer diluvio pudo haber causado tanta hulla, comprendiéndose que
al separarse de la Tierra todo un Continente, como fue la Luna, un oleaje gigantesco,
inigualado, barrería hasta las cimas más altas, llevándose y arrastrando en veloz,
insostenible carrera, con fuerza de inenarrable potencia, como si fueran montones
de paja, todo lo que encontraría en su camino, arrancando milenarios, tupidos y
extensos bosques, hasta las raíces, acabando y exterminando toda vida, que puede
haber existido, para depositar a tan inimaginablemente grandes cantidades de
combustible, al disminuir la fuerza del empuje, por la baja de las aguas, en lugares,
en que los troncos se atoraron, en que se detuvieron ante barreras naturales, o en
valles que se llenaron, cubriendo el enfurecido oleaje los despojos con rocas, piedra,
lodo, grava y arenas, en capas de a veces tremendo espesor, en cuyos larguísimos
entierros se convirtió, lo que formó extensos bosques en la infancia de la Tierra, en
relumbrante carbón de piedra, combustible tan benéfico para la humanidad, cuya
cantidad parece ser inagotable.

Creo, que por más que se buscara, no se hallaría algo que explicaría de una
manera más razonable la formación de tanta hulla y aunque no existe crónica que
nos relatara los detalles de aquellos acontecimientos, sobran los indicios que
prueban que este primer diluvio, que cito, existió.

Se entiende que a semejante cataclismo, le seguiría una larga época de


extrema sequedad y aridez, sobreviniendo el primer tiempo glacial, lo que ha sido
mal interpretado hasta ahora, diciendo que aquel progresaba y retrocedía, cuando
se trataba simplemente del cambio de la Región Polar, por falta de equilibrio de
nuestro Planeta, convirtiéndose la parte más alejada del Sol en Región Polar y la que
fue, en tierra de clima templado o tropical, probando dicha afirmación el hecho, que
en toda la Europa crecieron en aquella época palmas y plantas tropicales, hasta que
la Tierra con formación montañosa restableció su equilibrio.

Otra comprobación que este primer diluvio aconteció, la hallamos en el relato


del Barón Alejandro de Humboldt de sus viajes a las Regiones Equinocciales, en el
que constató primero, antes de salir de España, que el nivel del Mar Mediterráneo
quedó en tiempos remotos a mucho mayor altura, que actualmente y estando ya,
en lo que es hoy la República de Venezuela, encontró a una altura de 3,216 metros
sobre el nivel del mar, en la Cueva de Maquimampa, cavada por las olas del Océano,
"fósiles de diferentes crustáceos marinos", con lo que se llega a la conclusión que
solamente la separación de la Tierra de un gran Continente, pudo haber causado tan
enorme baja del nivel del mar, comparable al experimento de sacar una gran piedra
de una cubeta llena de agua.

La versión de algunos astrónomos que afirman que la Luna es un pequeño


cometa captado por la Tierra, no merece crédito en concepto mío, ni la afirmación
de otros que aseguran que una lluvia de meteoros causó las extrañas cicatrices,
hondonadas o cuevas, -como uno quiera llamarlas-, con las que parece estar
sembrada la superficie de la Luna, afirmando que semejantes impactos por aerolitos
se observaron también en los Estados Unidos del Norte.

Estos últimos tienen un aspecto muy diferente, porque les faltan los rayos
larguísimos lumbrosos, ni tienen una montaña en el centro, como las formaciones
lunares y aparte de todo esto, a una distancia, como la que nos separa de la Luna, de
seguro no serían visibles tan perfectamente.

Tampoco se trata de cráteres volcánicos, faltándoles a las extrañas


manifestaciones lunares, las tan características montañas cónicas con señales más o
menos bien pronunciadas de escurrimiento de lava en sus pendientes.

Las viruelas lunares representan una especie de ampollas o vejigas


reventadas, como las de un pastel, en cuyo centro se levanta una montaña, cuya al
altura por regla no sobrepasa el nivel de la superficie lunar, como el escurrido de una
cuchara que se sacó de la masa de pan, notándose en el círculo exterior el
relumbrante escurrido de increíble longitud, muy diferente y en nada comparable a
corrientes de lava, de manera que su origen no se ha podido explicar hasta ahora.
En esta particularidad, en este fenómeno de tan largas tiras relumbrantes,
veo precisamente la comprobación de lo acertado de mi teoría sobre la separación
de la Luna de la Tierra, debiéndose recordar que al estallar un volcán submarino, al
penetrar tan de improviso, bajo presión de alta columna un mar de agua fría al calor
de brasa volcánica de las entrañas de la Tierra, sobrevino la sin par explosión, cuyos
gases, al no hallar salida, perforaron la masa candente interior, lo mismo que el
manto rocoso apenas endurecido de nuestro Planeta, aventando al espacio todo un
Continente, horadándolo y agujerándolo como un cedazo, enfriándose la masa
embarrada en las perforaciones, al paso por el agua de mar y el frío del Universo.

Al ser arrojada la Luna, filtraría todavía por las incontrolables heridas o


perforaciones, masa candente, cerrándolas, convirtiéndose el último tapón en la
montaña que se observa en medio de cada ampolla, representando las rayas de
increíble longitud, el paso de los gases, cuyas salidas al lado opuesto, vedado hasta
ahora a la vista humana, tienen probablemente el aspecto de cráteres volcánicos.

Al verse la Luna convertida en proyectil que atraviesa el espacio, al igual que


su madre la Tierra, principiaría con la formación de montañas y presión interior, a
restablecer su equilibrio perdido, adquiriendo así la forma actual de globo,
obedeciendo la circunstancia de que nos muestra siempre la misma cara,
probablemente al hecho de que lo que vemos, representa lo que fue su altamente
mineralizado enraizamiento en la Tierra, cuya atracción magnética impide que la hija
evolucione como ella.

Seres vivientes que pudieran haber existido en la Luna, sucumbirían


probablemente durante la catástrofe, - pero no obstante que según Boelsche existe
ahora poco aire en ella, - éstos pudieran haberse formado de nuevo, aviniéndose y
ajustándose, como toda la demás naturaleza, a las cambiadas condiciones
atmosféricas y climatológicas, al igual que Flora y Fauna se renovó en la Tierra,
favorecidos por el surgimiento de magnos continentes de los mares y un clima
menos caluroso.

Si la teoría de los astrónomos es acertada, que los Planetas y Cometas tienen


que regresar algún día, dado su itinerario, al Sol, - entonces se comprende también
la afirmación de ellos que la Luna tiene que regresar algún día a la Tierra, -
debiéndose temer que el regreso al hogar de la hija "perdida" sea tormentoso,
causando una aun peor impresión, que en su tiempo la fuga.

TESIS NACIDA DE LO EXPUESTO

Cada evolución y cambio notorio en la constitución terrestre, viene


acompañado por un diluvio, seguido por aridez y sequedad, cambio de ubicación
polar y de clima, restableciendo la Tierra su equilibrio por presión, causando
levantamiento de montañas y cordilleras, hundimientos y trasplantación de
continentes.


Sobre Creación

Nadie, ni aproximadamente pudiera indicar cuando comenzaría de hecho la


creación, pero se entiende que ésta principiaría con el enfriamiento de la costra
rocosa que envuelve a la Tierra, cuando la temperatura bajó de 100°, es decir,
cuando el vapor de agua de la atmósfera se convirtió en líquido y las peladas rocas
de basalto comenzaron a vestirse.

Es de creerse que no todos los seres de los que tenemos noticia, entraron a la
vida en el mismo tiempo, ni en la forma en que conocemos hoy los descendientes
de los que sobrevivieron, - pero creo que cada especie procede de su propia raíz de
origen, la que en el curso de los tiempos se transformó y perfeccionó, - a veces tan
radicalmente, que el más crédulo dudaría a primera vista de semejante parentesco
y descendencia.

Pensando en cómo debe y puede uno imaginarse la creación, nos recordamos


que en el agua destilada, libre de microbios y bacterias, expuesta a los rayos solares,
se desarrolla en poco tiempo, visto bajo microscopio, una multitud de extraños,
exóticos seres, de los que unos se parecen a terribles bestias dentadas,
antediluvianas, que conocemos hasta ahora solamente por la reconstrucción de sus
fósiles.

De manera semejante comenzaría la creación, en que bajo condiciones


atmosféricas más propicias, los hoy microbios pudieron desarrollarse,
convirtiéndose en animales visibles al ojo humano, de los que algunos más tarde
pudieron transformarse en los gigantes del pasado.

Desde entonces a la fecha, la fuerza creadora nunca ha cesado, prueba de lo


cual son los siempre nuevos descubrimientos de seres infinitamente pequeños,
cuyas verdaderas raíces se pierden en la noche de los tiempos.

Las primeras criaturas que nacieron, deben haber sido primitivas,


comenzando con plantas, como la llamada cola de caballo, de cuya especie había
grandes árboles, así como helechos, musgos, algas, etc., todas las cuales sería
imposible querer enumerar, siguiéndoles en aparecer animales primitivos, como
medusas, caracoles, calamares, trilobites, graptolites, pescados, conchas, ortoceras,
cangrejos, colaflecha y miles de otras pequeñas creaciones, que no vienen al caso, a
los que les siguieron mucho más tarde anfibios, reptiles, dinosauros, pájaros y la gran
familia de los mamíferos, a los que pertenece el hombre.

Para dar a conocer la multitud de diferentes especies que existen en una sola
familia, las que no se pueden especificar todas aquí, mencionaré la de los cangrejos,
que se componen de muchos miles de diferente miembros, entre los que escogeré
algunos muy interesantes, como:

El Apus, del tamaño de la tapa de un reloj de bolsillo, el que según la creencia


del vulgo, cae del cielo, porque repente, después de años de ausencia, aparece al
terminar un fuerte aguacero, en que pululan en todos los charcos y hondonadas
dejadas por las ruedas en las carreteras, los que mueren tan pronto como se seca la
tierra, dejando sus huevos, que se quedan hasta por doce años inmóviles, hasta que
algún día, después de un fuerte chubasco, aparecen de nuevo, sin que se hubieran
observado en lagos o en ríos, en que peligraría su vida. Los machos son tan raros,
que habiéndose hecho pruebas durante seis años seguidos en lugares en que
aparecieron con cierta frecuencia, no se encontró ni un solo macho entre 8,521
hembras, creyéndolos por consiguiente hermafroditas .

Dichos animales respiran por las agallas de las patas.

Entre tantas otras clases de cangrejos, hay unas que cambian, según
conveniencia, su color, como el Camaleón, existiendo otras tan transparentes, que
estando en el Sol, no producen sombra. Una especie expide en el agua un líquido
azul, para escapar de sus enemigos, existiendo cangrejos de todos los tamaños
imaginables, como el gigante Kaempfféria del Japón, que mide tres metros entre las
tijeras de sus piernas, que tienen el grueso del brazo de un hombre, cabiendo en
cambio hasta sesenta mil de una pequeña variación en el estómago de un arenque.

Hay una especie que tiene un ceñidor para poder nadar arriba compuesto de
un depósito lleno de aceite en el cuerpo, cruzando otro cangrejo, al verse
perseguido, el aire como el pez volador.

Según Boelsche, de quien tomé estos datos, hay una especie que hace música
con las piernas, otra que mete su parte trasera sensible a la concha de un caracol,
devorando su cuerpo, anidándose en la concha de otro familiar la "rosa marina", que
lo defiende con su aparato de ortiga, mientras el protegido trata de comerla.

La clase Lernaede perfora con su cabeza el ojo de un arenque, nutriéndose la


ballena, que produce hasta treinta toneladas de grasa, con una especie llamada
"piojo de ballena", que mide menos de 25 milímetros.

Para no cansar al lector, mencionaré entre tantos miles de otras especies una
más, el: "cangrejo de raíz", el que nos interesa, porque se afianza a otro de su especie
llamado "de Bolsa", perforándolo con un tejido, que se asemeja a raíces de plantas,
las que se extienden en su interior, hasta producir la muerte de la víctima.
Con lo que antecede creo haber dado un pequeño ejemplo de la diversidad
de especies de una misma familia de animales, deteniéndome en el cangrejo, que
lleva en alemán el nombre de: "Krebs", pero Krebs significa en el mismo idioma
también “cáncer”, la terrible enfermedad, azote de la humanidad, cuyo causante
hasta ahora no se ha descubierto y aunque no pertenece esto a mi disertación,
quisiera yo no obstante dar a conocer aquí mis pensamientos, con la vaga esperanza
de que quizás se halle en mi relato la clave del causante y con ello la manera de
combatir la enfermedad del cáncer.

Hemos visto, en lo que antecede, que existen cangrejos tan trasparentes que
casi no son visibles, otros que ponen huevos, que muchos años después se
desarrollan, una especie que ataca los ojos, mientras que la última mencionada echa
raíces en el cuerpo de un pariente, hasta producir su muerte.

En la enfermedad del cáncer se forma primero un lugar duro, una bola, un


tumor cerrado, que si se extirpa oportunamente, puede salvar al enfermo, pero si
este llega a su madurez y revienta, se extienden raíces en el cuerpo del enfermo,
sirviendo la amputación tardía del tumor únicamente de poda, que aumenta el
crecimiento de las raíces, hasta producir bajo penas indecibles, la muerte del
afectado.

Últimamente oí de un procedimiento de curación, mediante el cual el no


operado enfermo puede salvarse, si mediante ciertas inyecciones se consigue el
desecamiento del tumor y con él, el del maligno tejido de estribaciones y
ramificaciones, comparable a la papa, con cuya pudrición se consigue la de sus guías,
las que cortadas, siguen con vida propia.

Ahora bien, - sea que un insignificante, maligno miembro de la gran familia de


los cangrejos sea el causante del cáncer, o que con el resecamiento del tumor se
consiguiera el de sus ramificaciones, - confío en haber dado una nueva idea u
orientación a los que dedican su vida en beneficio de la doliente humanidad, con la
esperanza de ahorrarle indecibles penas.

El cáncer, según opinión de renombrados médicos, no es enfermedad


contagiosa. ¿Cómo se explica entonces que frecuentemente ataca éste a cónyuges,
sin parentesco de sangre?

___________________________________

Suplicándole al lector perdone la interrupción, volviendo al tema de la


creación, se entiende el largo camino que Flora y Fauna tuvieron que atravesar, hasta
llegar a su estado actual, siendo el desarrollo de la Fauna quizás lo más maravilloso,
en que órganos primitivamente acuáticos, tuvieron que transformarse en terrestres.

Escribiendo sobre la Historia de la Tierra y asuntos relacionados, se han hecho


muchas afirmaciones, que posteriores autores copiaron, tomando por comprobada,
por esencia de sabiduría y resultado de experimentos e investigaciones científicos,
lo que no era otra cosa, sino suposiciones, imaginaciones u opiniones nacidas de
errores de interpretación o de cálculo.

Nadie duda que la Tierra es vieja, muy vieja, pero cada estimación sobre su
edad, es una temeridad, que carece de real fundamento.

Hace cien años la Paleontología, (enseñanza de la antigüedad), estaba en su


infancia y aunque no se puede negar que en muchos sentidos andamos todavía a
obscuras, en lo que se refiere a la teoría de la derivación de los seres, vemos hoy
muy claro.

El movimiento ondulante de las lagartijas, salamandras y lagartos, las agallas


de las gallinas y hasta el olor de ciertas segregaciones sexuales, nos recuerdan la
descendencia de los peces, comprendiéndose que el progreso, la evolución con
tantísimos cambios, tomó mucho tiempo, al convertirse por ejemplo seres acuáticos
en terrestres, en que huesos, pulmones, órganos de olfato, etc. etc., tuvieron que
formarse, o reformarse.

Durante la transformación de los seres, muchas criaturas tuvieron que


desaparecer, tomando otras, más perfeccionadas, su lugar.

Peces, reptiles, anfibios, dinosauros, etc. etc., ponían huevos, cuya costumbre
se reformó en los mamíferos, cuyas hembras comenzaron a guardar dichos órganos
de propagación en el vientre, evitando así su destrucción por animales de rapiña,
constituyendo dicha innovación un gran paso hacia el progreso.

Refiriéndose a la creación del hombre, vemos que la historia comprobada de


él data apenas de unos cuantos miles de años atrás, cuyo tiempo nos parece y es
efectivamente enorme; - pero comparado con el que investigadores modernos
atribuyen a su aparición en el escenario de la vida-insignificante.

Nadie da, ni puede dar detalles sobre la primera presentación del hombre en
el mundo, - sino de repente está, con flechas, cerámica para cocina, etc. etc.,-
considerándosele como una creación relativamente reciente.

Si esto fuera cierto, ¿cómo se explica entonces que gente salvaje, que apenas
se distinguía de las fieras, pudo representar en vil barro, en variedad asombrosa y
ejecución maestra, tan diferentes razas humanas con todas sus características
notables, así como a bestias, como dinosauros, que según el criterio uniforme de
autoridades en arqueología quedaron extinguidos hace muchos millones de años?

Hombres tan adelantados en el arte, cuyas obras sobrepasan con mucho a


tanto que se quiere hacer aparecer hoy como obras maestras, deben haber tenido
ya en tan remotos tiempos una muy avanzada cultura, probándose con ello grandes
errores en la estimación del tiempo, llegándose finalmente a la conclusión que el
hombre vivió ya hace más de cien millones de años, o los gigantes del pasado
existieron todavía hace algunos miles de años.

Por ello es en concepto mío, incompatible con la seriedad de la ciencia querer


fijar edades, para cuya estimación falta toda base, siendo por consiguiente
recomendable suprimir dudosas apreciaciones.

Si se quiere buscar el origen del hombre, debe uno retroceder a los remotos
tiempos de la creación, en que fue gusano, pez o una especie de rana, observando
después de largo tiempo, su transformación del ser acuático, al animal terrestre, que
vivía como y era igual a una bestia, evolucionando después, hasta convertirse
finalmente en lo que es hoy, entendiéndose que generaciones enteras de gentes y
animales sucumbirían durante las diversas catástrofes que asolaron a la Tierra,
perdiéndose con ellas antiquísimas culturas adquiridas, principiando la humanidad
de nuevo con los escasos sobrevivientes.

Entre las representaciones más primitivas del hombre figuran unas con cola
de mono, otras con la de pescado, al lado de cuya última se nota una fibrosa aleta,
principio de futuras piernas, como las que se observan en el pez "Latiméria", de la
costa Sud-Africana, que principia a hacer excursiones en tierra firme, existiendo
otras muchas representaciones de nuestros antepasados con membranas en pies y
manos, es decir, en los que no se notan dedos.
El hombre tiene su propia raíz de origen y no desciende del mono, porque los
dos figuran en su estado más primitivo en mi colección, teniendo el mono cuatro
manos y un ejemplar astenia las manos y pies de los reptiles primitivos, de dos dedos,
mientras que el hombre, ya convertido en ser terrestre, tiene una constitución muy
diferente, notándose, hasta en el estado animalesco de aspecto feroz, con terrible
dentadura, ya cierto grado de inteligencia, para cuyo desarrollo el mono no está
capacitado.

Animales acuáticos, que probablemente por sequedad se vieron obligados a


buscar su sostén en tierra firme, tuvieron que cambiar radicalmente sus órganos
respiratorios, aunque se sabe que cada piel delgada, mojada, puede absorber
oxígeno, sabiéndose que algunos pequeños salamandras respiran a través de su piel,
creyéndose que el desarrollo de los pulmones principió por la transformación de
cinco bolsillos de carrillo, que se notan en el embrión, formándose las orejas de las
agallas.

Tengo en mi colección de cerámica muchos ejemplares que prueban la


transformación de los seres, como peces con piernas, convirtiéndose unos en
reptiles con y sin alas, en serpientes con dos y cuatro, así como sin piernas, en víboras
con y sin piernas, en dinosauros y mamíferos, cuyos ejemplares asombrarán al
mundo científico.

Los seres que más tarde se convirtieron en el hombre, se procrearían durante


su vida acuática, al igual que los peces, anfibios, reptiles, dinosauros, etc. etc., es
decir, en que las hembras ponían huevos, de los que salían gusarapos, que se
convirtieron en criaturas de su especie, figurando de ellos representaciones en mi
colección.
El hombre en el principio de su vida terrestre, llevaría, para alejarse del peligro
de las grandes bestias, una vida arbórea, al estilo de los monos, la que cambió por la
cavernaria, cuando había inventado el uso de la flecha y de otras armas, protegiendo
con grandes blocks de piedra las entradas a las cuevas, comenzando otros a construir
casas en las alturas de los árboles y sobre palos y estacas, en las orillas de los lagos,
protegidos por el agua.

¡Cuánto tiempo no transcurriría hasta que el hombre hiciera sus primeros


inventos, andando parado, con ayuda de un bastón, que servía a la vez como arma,
en que principió a vestirse con pieles de animales, hasta que logró hacer fuego,
comenzando a desarrollar un idioma, con qué entenderse, que lograra hacer
utensilios de barro, para el uso casero, etc. etc.!

¿En qué época sucedería todo esto? Nadie lo sabe, pero de seguro fue mucho
antes, de lo que los historiadores se lo imaginaron.

En más de cincuenta diferentes lugares de los Estados Unidos del Norte


hallaron puntas de flecha de pedernal incrustadas en huesos de animales
antediluvianos, al lado de cerámica primitiva de barro; lo que prueba que el hombre
existía allá, ya a fines del Cenozoico o principios de la Era Cuaternaria, ignorándose
a qué raza pertenecieron, por no haber hallado sus huesos, explicable por la crudeza
de aquel clima.

Aquellos hallazgos se consideraron notables y Edwin H. Colbert, del Museo


Americano de Historia Natural aseguró, no hace mucho, que ningún ojo humano
había visto jamás un dinosauro; cuya aseveración queda completamente
desmentida por mi descubrimiento el que prueba no solamente cuales razas
existieron en el Continente Americano, sino que éstas vivieron ya con un alto grado
de cultura durante el Mesozoico, entre gigantescas bestias y demás fieras de las
selvas, cuyos efigies amasaron en vil barro, convirtiéndolo en estatuitas comparables
a preciosas bujerías(13). (Nipps).

Alfred Sherwood Romer(14) inconscientemente confirma mi teoría sobre la


desmembración y trasplantación de fragmentos de los viejos Continentes y
comparte mi creencia de que existen grandes errores en la estimación en que
muchos animales antediluvianos quedaron extinguidos.

Además dice que en el Continente Americano existieron no solamente razas


mongólicas y las del Mediterráneo, sino antes de éstas la Australiana y la de Nueva
Guinea, que son negroides, señalando el extraordinario parecido entre ellas y las
africanas, fenómeno que no puede explicarse, dada la distancia que separa a dichos
Continentes.

Hablando de mamíferos dice que muchas variedades extintas de África y las


Indias Orientales vivieron en "Eurasia". (Europa y Asia).

Luego dice el mismo autor que había creído que muchos animales habían
sucumbido durante el último tiempo glacial, teniendo ahora la convicción que no
pocos de la Fauna anterior, la sobrevivieron.

Romer llega muchas veces a conclusiones admirables y si no está seguro de


algo, dice: "probablemente".

Lo que este digno sabio no pudo explicarse, queda comprensible por las
grandes evoluciones terrestres de las que hablo en este trabajo, probando las
observaciones de Romer, que las conclusiones a las que llegué, fueron acertadas.
Sobre la Doctrina de Darwin

La teoría de la transformación de los seres, seforjó en la mente de uno de los


más grandes pensadores de todos los tiempos, la que fue objeto, como era de
esperarse, de los más duros ataques, desde el momento en que su autor la dio a
conocer, porque chocaba bruscamente con viejas interpretaciones y creencias
religiosas.

Esto no sorprende a nadie, ya que cada cual tiene sus convicciones, y el vulgo
piensa diferente a personas estudiadas, porque no puede formarse una idea de lo
que significa el enorme tiempo que transcurrió desde los lejanos días de la creación
y de los trascendentales cambios que se verificaron desde entonces.

Queriendo uno explicar esto a impreparados oyentes, se recibe generalmente


por contestación, que si lo que tratamos de hacerles creer fuera cierto, veríamos
todavía hoy semejantes cosas y si nuestros antepasados hubieran tenido cola, la
menearíamos hoy todavía.

Con semejantes resultados obtenidos, prefiere uno callarse, comprendiendo


que sería inútil querer discutir y convencer a personas incapacitadas para ello.

El que quiere profundizarse en la teoría de Darwin, no debe confundir:


semejanza de apariencia con descendencia de los seres, ni querer comparar la
forma actual, con la que tuvieron los embriones acuáticos, los apenas convertidos
en terrestres y formas consecutivas de su larga serie de evoluciones, en que
cambiaron muchas veces radicalmente de aspecto.

El mono puede haberse creado al mismo tiempo que el hombre y la rana,


entre los que existe cierta analogía de forma, teniendo la última hasta la sangre
parecida a la del hombre. Todo esto no se niega, pero no prueba que todos ellos
descendieron de una misma raíz de creación.

En mi colección figuran ejemplares sumamente interesantes, que


representan a los tres mencionados en su forma más primitiva, notándose esto no
obstante en ellos caracteres tan diferentes, que sin trabajo se llega a la convicción
que Darwin erró, si él aseguró semejante descendencia, como también en su
afirmación que "La Naturaleza obraba según la cruel Ley, que el más apto sobrevive,
seleccionando lo mejor y matando lo demás".

¿Quién podría haberse salvado de los efectos de los diluvios, terremotos,


erupciones volcánicas y demás catástrofes?

¡Cuántas veces se observa precisamente que "lo bueno" muere y "lo malo"
prospera!

¿Cuándo se acabarán malas yerbas, moscos, hormigas, ratas, víboras, etc.


etc.?, observándose en cambio que las razas más selectas, más elevadas, se
propagan escasamente, en contraposición a las corrientes que se multiplican mucho.

Semejantes pequeños errores no le quitan al Maestro Darwin, su mérito de


haber sido el autor de la Teoría que lleva su nombre.

No soy partidario de la creencia que la creación se inició con una sola celdilla
de origen y menos que el hombre desciende de un solo Adán y una sola Eva. Según
opinión mía, Flora y Fauna se derivan de la evolución de miríadas de bacterias y
microbios, producidos según parece por la influencia de rayos solares sobre el agua,
cuyas unidades de origen se transforman y perfeccionan en el curso de los tiempos,
convirtiéndose algunos en seres visibles al ojo humano, de los que muchos
sucumbieron, sobreviviendo otros, cambiando algunos a tal grado de aspecto, que
nadie reconocería en ellos su forma primitiva, sin conocer las intermedias.

En el Capítulo 'Creación", hablé de los muchos ejemplares de mi colección


que representan seres en transformación de animales antediluvianos, de los que los
más, no existen ya y cuya exhibición llamará la atención a científicos y neófitos.

Como prueba que la transformación existe todavía hoy, señalo el ejemplo de


una culebra negra, que por ser muy útil para acabar con la plaga de las ratas en los
cañaverales del Brasil, fue llevada a las Islas Martinicas, del Golfo de México, en
donde se convirtió en sumamente venenosa, constituyendo allá ahora una plaga.

Es un hecho conocido, que si se le corta al ganado los cuernos por algunas


generaciones, y a los perros la cola, los descendientes nacen después sin dichos
apéndices, en lo que puede admirarse la particularidad de la Naturaleza de avenirse
siempre a condiciones y circunstancias cambiadas de la vida.

Animales, incluso el hombre, no tenían en su estado primitivo orejas, ni


respiraban por pulmones, mientras otros seres carecían de vértebra, por cuyo
motivo no les corresponde de hecho a los embriones los nombres de los seres
actuales.

Interesa saber que el filósofo y poeta Goethe, fue un predecesor de Darwin,


quien creyó en la eterna movilidad de formas, en el poder hereditario y de
acomodación, el cambio del ser acuático al terrestre y la descendencia de seres
actuales, de especies anteriores.


Observaciones y Pensamientos,
que se relacionan con la

Transformación y Mejoramiento
de las Razas

En los animales se ha visto lo que significa la selección de buenos ejemplares,


para el mejoramiento de las razas, regla que dio tan buen resultado, pero no ha sido
observada por el hombre; - con lo que nos recordamos que Sócrates y Platón
recomendaron ya al Estado Griego que velara por el perfeccionamiento de la raza de
su pueblo, previniéndolo para que no se mezclara con elementos arcaicos,
considerados como inferiores, - habiéndose en nuestros días expresado
Schopenhauer, Nietzsche y otros filósofos, de parecida manera.

Querer aplicar semejantes medidas por parte del Estado, sería difícil hoy, pero
individualmente comprendido, debería observarse el consejo de mejorar su propia
raza y queriendo contribuir los Gobiernos, deberían evitar que enfermedades
contagiosas se extendieran, llevando a incurables a asilos y si se trata por ejemplo
de la lepra, disponer que se remita a los afectados a islas deshabitadas, con buen
clima y agua, con separación estricta de sexos, para exterminar azotes de la
humanidad, con semejantes medidas radicales, alejando, hasta donde sea posible,
el peligro de contagio.
Sin guerras, catástrofes y epidemias, la población terrestre crecería tan
rápidamente, que los pueblos muy pronto carecerían de lo más indispensable para
el sostenimiento de sus familias, teniéndose que racionar los nacimientos,
impidiendo a la vez la inmigración de elementos indeseables, con sabias medidas.

Pido perdón si otra vez me alejé del tema de hablar exclusivamente de mis
descubrimientos, relacionados con la Historia Terrestre, aunque creo que los
capítulos sobre Creación y la Doctrina de Darwin, contribuirán a la mejor
comprensión de los capítulos siguientes.


Sobre Desprendimientos de los Viejos Continentes que
Causaronel Segundo Diluvio

Recordará el lector que la tremenda explosión que aventó la Luna al espacio


y causó el Primer Diluvio, quebró a la vez el manto apenas endurecido que envolvía
entonces a nuestro Planeta, cuyos fragmentos, profundos y superficiales, se
detuvieron por de pronto en sus lugares por la atracción magnética de la Tierra, pero
cuyas grietas y fracturas se ampliaron más y más por el constante movimiento
rotatorio de ella.

Existieron en aquella época dos grandes continentes, el norteño llamado


"Palaearctis"(15) y el sureño "Gindwana"(16), a los que separó el mar Mediterráneo:
Tetis.

Al desprenderse la Luna, parte que probablemente había sido de los dos


continentes mencionados, los restos terrestres quedaron al bordo del abismo dejado
por aquella; sucediendo entonces, lo que pasa si se hace una profunda excavación al
lado de un pesado edificio, sin ademarlo propiamente, es decir: se ampliaron las
grietas, formándose otras, comenzando la tierra a hundirse, al igual de lo que se
observa toda vía hoy en las costas de Francia y Holanda, cuya región del canal baja
tres metros en cada siglo.

Por fin aconteció, lo que tenía que suceder, cuando en la Era Permiana, a fines
del Paleozoico, o a principios del Triásico, del Mesozoico, se desprendió del
hemisferio norteño una inmensa fracción, que privada de su enraizamiento firme,
dejó de acompañar a la Tierra con la misma rapidez en su movimiento rotatorio,
hasta que la parte principal y los fragmentos más pequeños encallaron en bajíos,
convirtiéndose la primera en el curso de los tiempos en la América del Norte. Esta
última quedó compuesta de lo que es hoy el Canadá, los Estados Unidos del Norte y
México, cuya última tierra ocupaba antes un lugar al Norte de África, lo que prueba
que los Continentes Palaearctis y Gindwana, separados por el mar Tetis, formaban
esto no obstante una unidad.

En tan magno desprendimiento se convirtió la Escandinavia, en Península, de


la que la costa del Este, embona perfectamente con las de los países del lado opuesto
del mar Báltico, quebrándose y quedando atrás sucesivamente: Inglaterra, Irlanda,
Islandia, Groenlandia y el archipiélago Norte-Americano.

Algo más al sur quedó cerca del viejo continente, una faja larga y
relativamente angosta, que principiando por lo que es hoy la Nueva Fundlandia (17),
incluyendo a los Azores, llegaba hasta la Isla San Paúl, por el Ecuador, la que se
convirtió en la Atlántida y prueba a la vez la unión submarina entre los antiguos
continentes.

Comprensible es, que las costas del Oeste de los desprendimientos, al dejar
de acompañar con la misma velocidad a la tierra en su movimiento giratorio,
recibieran la envestida del tremendo oleaje del mar, que la acompaña, cuyos efectos
se observan todavía hoy.

El desmembramiento de Palaearctis, descrito arriba, vino acompañado por


otro, no menos gigantesco de Gindwana, del cual se desprendieron (probablemente
del Sur), el enorme Continente Polar, así como de seguro Australia y Madagascar, la
última fragmento de la anterior, teniendo ambos idéntica Flora y Fauna, así como
Sumatra, Borneo, Nueva Guinea, Nueva Zelandia y demás archipiélagos vecinos,
partiéndose en dos, de la línea ecuatorial hacia el Sur, la Gindwana, dejando de
acompañar la parte Oeste el movimiento giratorio, quedando atrás, varando
probablemente en algún bajío al Sur de las Islas del Cato Verde.

Esta última enorme fracción, con distinción de las otras sureñas mencionadas,
que llegarían desde luego al lugar que hoy ocupan, se movió probablemente como
las fracciones de Palaearctis, con intervalos, escalonadamente, hasta convertirse
finalmente en la América del Sur.

Para probar lo expuesto, menciono el hecho que se distinguen en mi colección


de cerámica, sin lugar a duda, las tan diferentes razas humanas, oriundas del mar
Mediterráneo, las que no se confunden con otras y no es de creerse que todas éstas,
en épocas tan remotas, con deficientes medios de comunicación, hubieran hecho
viajes transatlánticos, hasta llegar a lo que se llama hoy el Nuevo Mundo.

Se conjetura que la América del Sur no llegaría luego al lugar que hoy ocupa,
porque los Atlántides y los Fenicios iban según se cree, al Perú, a traer oro, lo que no
pudieran haber hecho, por las razones arriba expuestas, si las Américas hubieran
llegado luego al lugar que hoy ocupan.

Raza negra se encontró no solamente en las Américas, sino también en


Australia y adyacente archipiélago, así como fósiles de animales de origen africano,
como hipopótamos, rinocerontes, elefantes, etc., cuyas reproducciones figuran en
mi colección, lo mismo que tapires y familiares del canguro, que existe solamente en
Australia.

Lo anteriormente expuesto, robustece lo que afirmé sobre la uniformidad de


procedencia de los desprendimientos mencionados, de los antiguos Continentes
Palaearctis y Gindwana, no debiendo llamar la atención si algunos fragmentos
cambiaron de orientación, se convirtieron en Islas, se torcieron en forma, o se
hundieron, tomando en cuenta las grandes evoluciones por las que pasó la Tierra,
comprendiéndose esto no obstante sin mucha dificultad que estos continentes
desgarrados formaron en remotos tiempos una unidad, embonando la América del
Sur perfectamente con el África, del Ecuador hacia el Sur, así como los demás
continentes norteños, con lo que es hoy la Europa.

La conmoción terrestre mencionada causó con el Segundo Diluvio, la segunda


era glacial, seguida por aridez y sequedad, restableciendo la Tierra su perdido
equilibrio, por un continuo levantamiento de montañas.

Últimamente apareció en una revista un artículo, según el cual un científico


norte-americano constató, que el Continente Americano se mueve todavía hoy,
lentamente en dirección al Asia, noticia que de confirmarse, no solamente sería muy
interesante, sino comprobaría mi suposición que los desprendimientos no llegaron
desde luego al lugar que hoy ocupan, sino paulatinamente.


Resolución del Enigma Sobre la Extinción de los Dinosauros

Al bajar, después de la separación de la Luna de la Tierra, repentinamente el


nivel de los mares, se habían formado en los vastos Continentes que surgieron,
incontables pantanos, lagos y mares terrestres, en los que bajo un clima propicio, se
crearon y desarrollaron una infinidad de diferentes peces, anfibios y reptiles, entre
ellos bestias gigantescas, que por muchos siglos reinaron en la Tierra, hasta que a
fines del Mesozoico, llamado también la edad de los reptiles, los dinosauros
quedaron extinguidos, sin que hasta la fecha el misterio de su repentina desaparición
de la Tierra se hubiera aclarado satisfactoriamente.

Como probables causas de dicho fenómeno, se citan las siguientes:

1. Cambiadas condiciones climáticas.

2. Que cedieron su lugar a bestias más inteligentes.

3. Que su especie degeneró por vejez, al llegar al límite de su evolución.

4. Que sucumbieron por epizootias(18).

5. Que ya no hallaron alimentación adecuada.

6. Que tenían sangre fría, en vez de la caliente de los mamíferos.

7. Que animales de rapiña comieron sus huevos, impidiendo su procreación.


No se puede negar que todo esto pudiera haber contribuido para su
exterminación; pero como no vivieron todos en el mismo lugar, ni separados de otros
animales, se estima que no todos se hubieran afectado a la vez y en tan grandes
aglomeraciones, como se hallan sus fósiles, por lo que sería más factible la versión
número:

8. Que como las aguas pluviales afluían a pantanos, lagos y mares terrestres,
éstas, buscando salida, cavaron en miles de años barrancas, cada vez más hondas,
convirtiéndose el agua salada en dulce y por fin los lechos de lagos, en fértiles valles
con abundante vegetación, en los que a medida que los mamíferos aumentaron, los
dinosauros desaparecieron.

Este argumento no es correcto, porque no todos los dinosauros eran


acuáticos, ni terrestres, siendo unos carnívoros y otros herbívoros, y como en la
aglomeración de esqueletos se encontraron los de un sin número de diferentes
animales, me inclino a creer que la verdadera causa de la desaparición de tantas
fieras fueron:

1. Los diluvios, cuyo oleaje tremendo, enfurecido, barrería no solamente a los


dinosauros, sino todo lo que se encontraba en su camino, arrancando bosques que
se convirtieron en carbón de piedra y la grasa de una multitud de diferentes
animales, en petróleo, prueba de lo cual el hecho, que ambas substancias se
encuentran frecuentemente en el mismo lugar.


El Tercer Diluvio

Sobre el tercer cataclismo sabemos relativamente poco, pero como los


geólogos aseguran que en la Era Cenozoica, en el principio del período terciario
ocurrieron grandes levantamientos de cordilleras, tanto en los Alpes, como en la
región del Tíbet, seguidos por Tercera Era Glacial, interpretamos dichas
características como prueba que en aquella época ocurrió el tercer diluvio.

Por falta de datos precisos, históricos, sobre aquellos acontecimientos, nos


vemos precisados a reconstruirlos a base de lógica.

El mar Mediterráneo, antes llamado Tetis, atravesaba en tiempos antiguos


gran parte del Continente Asiático, dejando al Sur, a la India aislada, asomándose
entre ambos, apenas visible, según el libro de Veda, como una Flor de Loto, una
pequeña isla, que por levantamiento continuo posterior, se convirtió en el techo del
mundo, el Tíbet, con picos como el Dhaulagari, de 8,130 metros de altura.

Tremenda presión interior terrestre fue la causa de este fenómeno,


motivando el repliegue de la costra que envuelve a nuestro Planeta, que con ello
trató de restablecer su equilibrio perdido por el desmoronamiento descrito de los
antiguos continentes Palaearctis y Gindwana.

Este movimiento comenzaría en el principio apenas perceptible, más tarde


con evoluciones violentas, repitiéndose la experiencia obtenida, cuando se separó
la Luna de la Tierra, en que al surgir de las aguas vastos continentes, cada
hondonada, cada valle se había convertido en pantano, lago o mar terrestre, prueba
de lo cual son todavía ahora los incontables lagos, salados en su mayoría, en el Tíbet
y otros magnos mares terrestres en el Continente Asiático, hoy convertidos en
desiertos.

De estos últimos hay que mencionar el de Gobi en Mongolia, el Thar en la


India, el Takle-Maken y el Kysyl-Kum en Tuskistan, el Ak-Kum en Kasakstan, el Descht-
i-Kewir y el Descht-i-Lut en Persia, el Badiet escht-Scham en Siria, etc. etc.

Estos desiertos fueron causados sin duda por el tercer y cuarto diluvios, de
cuyo último se hablará más adelante; porque sabemos por los sacerdotes de Sais,
que el cuarto y último Diluvio Bíblico que destruyó Grecia y barrió toda la Europa; no
tocó a Egipto.

Por este motivo se llega a la conclusión que el tercer diluvio fue el causante
de parte de los desiertos mencionados arriba, pero de seguro de los siguientes: el
Sekaka de Siria, el Roba-el-Chali de Arabia, el Areg, el Erg, Areg-esch-Schesch, Iqídí,
Waran de Libia, etc. etc., en el Norte de África, cuyas regiones tan extensas están
convertidas en mares de arenas y campos de desolación, causados por el
levantamiento de toda la región del Tíbet y de Persia, que causó el violento
desbordamiento y desagüe de una infinidad de lagos y mares terrestres, que se
habían formado de la manera indicada.

Se entiende que tan magnos levantamientos vinieron acompañados por


fortísimos temblores de tierra, que fácilmente fueron los causantes del hundimiento
de zanja, que creó el Mar Rojo, en memoria de cuyo acontecimiento se labró quizás
de mano desconocida, de una inmensa roca arenisca, arrastrada por el oleaje del
diluvio, el monumento dedicado al dios de la luz "Sphinx".
Este último lo mandó componer, según una inscripción al efecto, Cheops, el
constructor de la gran Pirámide, cuyo monumento estaba desmoronándose, por su
extrema edad. En tan remotas épocas existió ya en Egipto el Hipopótamo, uno de los
escasos supervivientes antediluvianos, convertido por los egipcios en un dios.

El oleaje del tercer diluvio asaltaría las costas de los fragmentos desprendidos
de los viejos Continentes Palaearctis y Gindwana, por el lado Este, empujándolos
más mar adentro, mientras que el océano, que acompaña el movimiento rotatorio
de la Tierra, al encontrar en su camino tan magnos obstáculos que nuevamente
habían dejado de acompañarla, los cubriría de espuma, que se estrellaría contra las
costas del Oeste.


El Cuarto o Bíblico Diluvio

Hemos visto en el capítulo anterior, como habían surgido de la región del


Tíbet, islas y más islas que se convirtieron paulatinamente en un vasto Continente,
cuyos sucesivos levantamientos habían causado el tercer diluvio.

Desde entonces largo tiempo había pasado, lapso durante el cual la Tierra se
había recuperado de los desastrosos efectos del cataclismo y el Mundo se olvidó de
las rudas experiencias de días idos, confiado en que semejante desastre jamás
volvería a repetirse.

Lo que había sido fondo de mar, se había convertido en planicies, lomas y


montañas, de las que brotaron ojos de agua, que se convirtieron en arroyos y ríos
que atravesaron florecientes valles de abundante vegetación, pulsando doquiera la
vida.

Manadas de gacelas, antílopes y caballos primitivos cruzaron los campos,


pastando tranquilamente jirafas al lado de sus parientes los Helladotérium, de cuello
menos largo, ni tan tiesamente construidos y los Siwathérium.

Más adelante se observaron camellos, elefantes con sus familiares los


Dinothérium de mayor tamaño y los Mastodontes, mientras que en pantanos, lagos
y mares terrestres se veía una multitud de diferentes animales, entre ellos la tortuga
Colossochelys de 6 metros de largo, que por lo alto de la bóveda medía 2,4 metros,
a la que no podían causar daño manadas de rinocerontes e hipopótamos, saltando
en los árboles de las riberas encima de ellos, monos y una gran diversidad de pájaros.

Asia es la cuna del hombre de raza blanca germánica y no la de los chinos,


tibetanos, etc. etc., de quienes nunca se hallaron allá fósiles muy antiguos, porque
ellos inmigraron muchos siglos después, desde el Continente Americano.

___________________________________

Así las cosas, comenzó, (según el cómputo de 9,000 años lunares, sería por el
año 2,379 A. J.), un renovado, tremendo levantamiento de toda la región del Tíbet,
que causó el Diluvio Bíblico, cuyo acontecimiento recuerdan muchos pueblos del
Globo Terrestre, muy distantes unos de otros, porque el cataclismo no se limitó al
viejo Continente, ya que la fuerza destructora, con su espantoso oleaje, dio vuelta al
mundo entero.

La Tierra, al querer restablecer su equilibrio perdido, por el lento avance hacia


el Oeste, de las fracciones desprendidas de los viejos Continentes, había creado, con
un último, supremo esfuerzo de presión interior, las gigantescas cordilleras del
Himalaya y del Transhimalaya, con cuyo brusco movimiento incontables lagos y
mares terrestres se vaciaron súbitamente, derramándose la avalancha de aguas
sobre las inmensas regiones asiáticas.

Con fuerza inimaginable, se precipitó, buscando salida, el caudal de aguas,


con rapidez fantástica, hacia las partes más bajas, tomando la mayoría del oleaje
rumbo al Poniente, opuesto al movimiento rotatorio de la Tierra, convirtiéndose así
extensas regiones de fértiles tierras, en un abrir y cerrar de ojos, en una inmensidad
de estériles desiertos, atravesando el Diluvio toda Persia, el Asia Menor,
destruyendo a la antigua Grecia, en cuya tierra entreabierta por los terremotos,
sucumbieron los más de sus habitantes, barriendo el oleaje toda la Europa,
abriéndose paso hacia el Atlántico, aventando mar adentro a la Atlántida, de cuya
suerte se hablará más adelante.

Con velocidad huracanada atravesó el oleaje el inmenso Atlántico,


empujando a las demás fracciones terrestres desprendidas del viejo Mundo, hacia el
Oeste, acabando con pocas excepciones con su Fauna y Flora, terminando los efectos
destructores, al disminuir la fuerza del asalto, casi por donde había principiado,
quedando protegida la parte Norte de Asia, por el interpuesto Continente
Americano, pero alcanzando el oleaje al archipiélago australiano, como veremos más
adelante.

Imposible sería querer narrar fielmente el cuadro de destrucción y de


desolación en que quedó la Tierra, llena de azolves y de parcialmente fantástica
altura de escombros, de arenas, maderas destrozadas, lodo lleno de pudrición y
cadáveres, marcando la senda del cataclismo.

La Naturaleza no conoce, ni sabe lo que es la piedad.

Sucumbida media humanidad, Flora y Fauna principian de nuevo a


desarrollarse con los restos de los sobrevivientes.

Consecutivo, según mi teoría, debería haberle seguido a la catástrofe la cuarta


Era Glacial, pero no hay regla sin excepción.

La falta de dicho fenómeno se explica lógicamente, porque el aumento de


peso por la región del Tíbet, quedó balanceado por los efectos del oleaje del diluvio,
que empujó hacia el Oeste a las Américas y demás fracciones del desprendimiento
del viejo Mundo, quedando así la ubicación de la Región Polar, con poca o ninguna
diferencia, en el lugar que antes ocupaba.

Además contribuyó a la falta de una Era Glacial, el surgimiento de las


cordilleras de los Andes en Sud-América, las montañas rocosas en el Norte y
levantamientos en la América Central.

Como sabemos por la relación de los sacerdotes egipcios de Sais, el Diluvio


Bíblico vino acompañado de fortísimos temblores de tierra.

Cambios en la ubicación de la región polar pueden venir algunas veces


paulatinamente, pero por regla acompañando súbitamente a las grandes
evoluciones terrestres y así se explica que en ciertas regiones de Rusia se han
encontrado tan grande aglomeración de restos de los gigantescos Mamut, que hizo
costeable la explotación de su marfil, desarrollándose de su empleo, una industria.

Estos animales, en contra de la opinión general, deben haber sido habitantes


de tierra caliente o a lo menos templada, que sorprendidos por el intenso hielo,
murieron congelados.

Prueba de ello son los restos de vegetales encontrados en sus estómagos, los
que no se hubieran hallado, si hubieran sucumbido por hambre.

Después de los inimaginablemente grandes destrozos que dejó marcado el


paso del diluvio, - al faltar para los contados supervivientes lo más indispensable para
la vida, - hombres y animales emprenderían larguísimas caminatas, en cuyo intento,
muchos sucumbirían, habiéndose unido las tribus germánicas, que vivían de caza y
pesca por las regiones del Himalaya, para dicho propósito, en busca de una nueva
posibilidad de vida, radicándose primeramente, según se cree, al Sur de
Escandinavia, dirigiéndose, al separarse después, unos a Rumanía, Bulgaria y Grecia
y otros hacia el Norte, a Alemania, Francia y hasta a España e Italia.


Comprobación de lo Anterior

Al Norte de Delhi, cerca del Himalaya, se encuentran las lomas Siwalik,


formadas por piedra arenisca y barro, que encierran grandes cantidades de fósiles
de animales antediluvianos, como los mencionados en páginas anteriores, cuyos
hallazgos marcan la dirección del camino tomado por los diluvios, encontrándose
aún mayores depósitos de fósiles en el barro colorado de Pikermi, Grecia, cerca de
Maratón, como también en Sarnos, las llanuras de Troya, en toda Persia, la India, en
China, Hungría, Italia, España, habiéndose encontrado hasta en Alemania, en
Worms, la cabeza de un Dinotherium.

Wilhelm Boelsche dice en su libro: “De Soles y PoIvillos de Soles”, folio 151:
“Una sola ola de grandes animales, hoy clasificados como tropicales, atravesó en días
del pasado todo Asia, afluyendo por la Europa meridional y Alemania, hasta la costa
del Atlántico, empujados por el hambre".

Sin duda no quedaron tantos supervivientes de la catástrofe, para dejar


regados esqueletos en tan enorme extensión; por lo que creo que el Diluvio
arrastraría todos ellos, dejando en el camino un sinnúmero de despojos.

En Francia se encontró cerca del río Saone y el pueblo Salutré, en una


excavación de 3 metros, una sólida capa de huesos de caballos de 40 a 50
centímetros de espesor.
Las ruinas del bíblico pueblo Ur, en Babilonia, se hallaron debajo de una capa
de grava de 10 a 12 metros, en cuyas excavaciones salieron a la luz verdaderos
tesoros de arte, prueba de alta cultura de aquel pueblo y de la ciencia humana en
aquellos remotos días, así como la comprobación que el Diluvio, de cuyo hecho
muchos habían dudado, creyéndolo fábula, realmente aconteció.

La inscripción de una lápida en Roma, que data del año 222 A. J., conmemoró
la caminata de los pueblos, causada por la invasión dé los Hunos, pero no existe fecha
de la anterior, pre-histórica, ocasionada por la imperiosa necesidad, que motivó la
de los Indo Germanos, Magyares, etc., cuya cuna estuvo en el Asia Central, en el Irak,
etc., tribus que a consecuencia de la catástrofe del Diluvio Bíblico, ya no encontraron
en aquellas regiones devastadas, convertidas en desiertos, una posibilidad de vida,
teniendo forzosamente que buscarse nuevas regiones, para poder subsistir como
antes, es decir de caza y pesca, si no querían morir de hambre.

Nunca dejan los pueblos su patria en grandes masas, sin necesidad y


apremiante urgencia y más en aquellos tiempos, con tan pesadas, larguísimas
caminatas, encima de terrenos devastados, con mujeres y niños, viéndose forzados
a luchar con otros pueblos y bestias de la selva, teniendo que atravesar pantanos,
ríos, densos bosques, estando expuestos a lluvias y tormentas, cambio de clima y el
rigor de inviernos, en que los hielos y la nieve cubren los campos, dificultando la
obtención de víveres.

Se entiende que emigran jóvenes para probar fortuna y en busca de


aventuras, pero no pueblos enteros, sin que una fuerza mayor los obligue a ello.

Ya mencioné antes esta caminata, recordándome ahora que el Barón de


Humboldt llamó a la Grecia: "Cuna de nuestros antepasados", y que Palas Atenea era
la diosa de los ojos azules.
En página 158 de la obra sobre los viajes al Tíbet, del gran explorador sueco
Sven Hedin, se ve el retrato de mujeres y niños de Loplik, con rasgos que revelan tipo
germánico, tan diferentes a los caracteres actuales, mongólicos, comprendiéndose
que debe tratarse de restos de descendientes de los antiguos pobladores de aquellas
regiones.

Todo el Tíbet consiste de lagos y más lagos, de cerros de barro, desiertos de


arena, colinas amarillas, estériles y esto desde el mar Caspio comenzando a elevarse,
hasta las mesas de 5,000 metros de altura, de extensiones enormes, sin árboles, casi
sin indicios de zacate, presentando un aspecto de desolación y destrucción, no
dejando lugar a duda que todo aquello fue en un tiempo fondo de mar.

En cualquier lugar que se excave en el desierto de Gobi, se encuentra agua


salada y costra de sal y en donde deja de afluir a lagos de agua dulce este elemento,
se convierten éstos nuevamente en salados.

Sven Hedin llevó a su tierra un sinnúmero de muestras de minerales,


procedentes del Tíbet, sin que alguna de ellas, al ser examinada científicamente,
hubiera demostrado restos de fósiles, los que se hallan en todo lo que es superficie
terrestre de origen, constituyendo esto una prueba más, que no deja lugar a duda,
que el Tíbet se compone de masa exprimida del centro de la Tierra, o del fondo del
océano.

Sabido es que el agua de mar contiene insignificante cantidad de oro, por lo


que no llama la atención que en aquellas regiones, en donde se evaporaron enormes
cantidades de agua salada en el Tíbet, se encuentra tanto oro, lo que se ve también
en el desierto de Sonora, en México, cuyas arenas ensayan en ciertas extensiones
hasta 8 gramos de dicho precioso metal, cuya incalculable riqueza no se explota por
falta de agua, u otros medios de concentración.
___________________________________

Lo que antecede se refiere principalmente a los destrozos y devastaciones del


Diluvio en el Viejo Mundo, pero como no solamente la gente de allá se recuerda por
tradición oral de tan magno y mortífero acontecimiento, sino hasta pueblos muy
distantes unos de otros y de diferentes continentes, examinaremos los efectos que
dicho cataclismo causó en diversas partes del mundo.

Recordamos que los desprendimientos de los viejos Continentes, al dejar de


acompañar el movimiento rotatorio de la Tierra, recibieron, al encontrar el mar tan
inmensos obstáculos en el camino, el tremendo oleaje por su lado Poniente,
quedando en cambio devastados por las montañas de agua del Diluvio por el lado
Oriente, observándose en la América del Sur no solamente dunas, sino verdaderos
diluvios de arenas, con olas y tormentas de desierto.

Al dar crédito a Wilhelm Boelsche, existen cerca de Buenos Aires, en Luján,


enormes depósitos de huesos gigantescos, hasta esqueletos enteros del grandísimo
Megathérium, del Skelidothérium, Gripotherium, Mylodón, Pangolin,
Makrauchénia, Toxodón, así como de diferentes roedores, armadillos, rinocerontes,
elefantes, etc. etc., todo esto en la superficie, mezclado con restos de especies de
Tigres, gigantescas lagartijas de escamas y mamíferos, muchos de estos animales
extinguidos hoy.

Tales aglomeraciones de esqueletos no tienen otra explicación, que la del


oleaje del Diluvio que acabó, con lo que encontró en su camino.
El Barón don Alejandro de Humboldt dice en la obra de sus viajes a las
Regiones Equinocciales, en el libro VIII, Cap. XXIV, fol. 360, que según viejas crónicas
(que contienen tradiciones orales antiquísimas de pueblos, de lo que es hoy
Venezuela), llegó, al momento de las grandes inundaciones, que se llama "La Edad
del Agua", cuando las olas del océano se estrellaron contra las montañas de la
Encaramada, en una barca: Amilavaca, padre de los Tamanagues, es decir, el
creador del género humano. .

Según estas tradiciones todos los indígenas se ahogaron, con excepción de un


hombre y una mujer, que se salvaron sobre una montaña, cerca de las orillas del
Asiveru, que los españoles llaman Cuchivero, el cual es el Ararat de los pueblos
arameos o semíticos y el Tlalve o Culhuacán de los mexicanos, considerándose cada
pueblo el primero de los demás.

En el folio 376 de la misma obra, dice Humboldt hablando de la Caverna de


Ataruípe: "que las aguas han hecho esta gran concavidad, cuando en las antiguas
revoluciones de nuestro Planeta, llegaron a su altura.

Los aztecas recordaron la destrucción del Mundo por un Diluvio, como


anteriormente por el fuego.

Quetzalcóatl y Kukulcán eran extranjeros, Vikingos, o Atlantes, hombres


blancos de luenga barba volante, que llegaron en un barco alado a la región del hoy
puerto de Veracruz, enseñando muchas artes, habiendo hecho el primero de los
mencionados la profecía, que más tarde vendrían del otro lado del mar extranjeros
blancos.
¿Cuál fue la suerte de los Mayas? Probablemente sucumbirían durante el
Diluvio Bíblico, porque no quedó huella de ellos y seguramente no hubieran dejado
atrás, al marcharse, tantos tesoros abandonados.

Oí la opinión de arqueólogos referente a las pirámides de San Juan


Teotihuacán, de que éstas deben haber sido enterradas por la mano del hombre,
cuya opinión respeto, pero no comparto, porque para mí, fueron cubiertas por
aluvión traído por el flujo y reflujo del último Diluvio, durante cuya catástrofe deben
haber sucumbido muchas tribus indígenas, que por su voluntad no hubieran dejado
sus riquezas abandonadas.

El levantamiento de la Región del Tíbet no se verificaría en un solo día, sino


con intervalos violentos, lo que llamaron los indígenas: la edad del agua.

Moctezuma dijo a sus nobles a la llegada de Cortés: "Que por tradición de sus
mayores sabía, que en tiempos antiguos habían venido ciertos príncipes en una flota
a sus playas, sin que hubiera quedado memoria si fueron arrojados por tempestades,
sabiéndose únicamente que su jefe, al no quererlo acompañar sus compañeros en
el regreso, con ira los había amagado con que regresaría".

Hyatt Verrill, autor del interesante libro: "Old Civilizations of the New-World",
habla en la referida obra de "Wholesale Disappearences", es decir, de
desapariciones de pueblos al por mayor.

En folio 168 de la misma obra dice: "Miedo se sentó sobre el pueblo al final
de cada ciclo (de 52 años), porque creían que al final de una de dichas épocas
terminaría el mundo", lo que prueba que se recordaron del Diluvio y sus desastrosas
consecuencias.
En otra parte de dicha obra dice: "En la ciudad de Tiahuanaco, a 13 millas hoy,
pero antes bañada por las aguas del lago Titicaca, vivió un pueblo pre-histórico de
alta cultura", así, como si hubiera llegado de otro mundo, cuyo origen e historia
consideraba indescifrables, el que sucumbiría según su opinión, a consecuencia de
alguna catástrofe, porque su desaparición había sido tan misteriosa, como su venida,
habiendo ostentado las esculturas de una pareja, características mongólicas.

En folio 247 dice Verrill: "¿Cómo puede ser que una raza altamente civilizada
se extinguió y desapareció, tomando siglos después otra su lugar, de diferente
carácter y de hecho en el mismo lugar?", para decir más adelante, refiriéndose al
pueblo Coclé, por él descubierto en Panamá: "Seguramente sucumbiría éste por una
erupción volcánica", ya que de otra manera no se explica cómo cayeron, fueron
aventadas y quebradas grandes columnas de los templos y levantadas y movidas de
sus lugares pesadas bases de éstas y de ídolos, al grado que ciertos lugares presentan
el aspecto semejante a olas de mar.

Nadie niega, ni trata de dudar que por aquellas regiones de Centro-América


hubo y se registran todavía hoy temblores de tierra y erupciones volcánicas; - pero
como Verrill es un buen observador, a quien importantes detalles no se le hubieran
escapado, - no menciona haber encontrado allá cenizas volcánicas y corrientes de
lava, se llega a la conclusión que aquellos pobladores sucumbirían, como tantas otras
razas más, por motivo del oleaje del Diluvio.

No puede uno citar todos los lugares por los que pasó el último Diluvio, ni los
anteriores; pero para dar una prueba que el último cataclismo alcanzó el
archipiélago australiano, citaré que en Java, el investigador francés Eugene Dubois
halló en las riberas del río "Solo", (que atraviesa la parte central de dicha isla), en
una capa de piedra arenisca de 13.5 metros de espesor incrustados, osamentas, que
aumentaron notablemente más, al ir 1.20 metros más abajo.

Aquello tenía el aspecto de un pastel, en que en vez de pasas, se hallaron


huesos de hipopótamos, rinocerontes, etc. etc., animales que creyó sucumbirían en
diferentes épocas, acumulándose en el lecho del río.

En opinión mía, semejante inmensa aglomeración de huesos hace imposible


dicha interpretación, tratándose para mí de los efectos de diluvios, que dejaron
semejantes recuerdos en muy diferentes partes del mundo.

Citar más y más ejemplos, que abundan, turbaría la claridad de la exposición.

Sobre la Atlántida, sus hombres, historia, destrucción, sobrevivientes y


paradero actual, fundado en el relato de Platón, folleto del licenciado Eustaquio
Buelna, Álbum Mexicano de 1849 y observaciones propias.

En páginas anteriores hablé del desmoronamiento de los antiguos


continentes Palaearctis y Gindwana, en cuyo acontecimiento había quedado atrás,
entre otras fracciones, a relativamente poca distancia de los continentes
mencionados: La Atlántida.
La Atlántida

Sabemos por la tradición de Platón, que unos sacerdotes de Neith, de Egipto,


(una especie de notarios que asentaban en libros sagrados los acontecimientos más
notables del mundo en aquellos tiempos), le contaron a Solón, éste a Sócrates y el
último a nuestro informante:

Que existió hacia entonces unos 9,000 años (lunares), frente a las Columnas
de Hércules, opuesto al estrecho, una inmensa, hermosa isla en el Océano Atlántico,
en cuyo centro se levantaba una montaña, no muy alta.

Dicha isla, según la mitología griega, fue gobernada por Neptuno, quien tomó
por esposa a Clito, con la que tuvo 10 hijos y fortificó la colina en que vivían,
haciéndola inaccesible, con convertirla en una isla, dentro de la otra, que era un
verdadero Continente, mayor que el África y el Asia unidos. (Este error es
perdonable, porque no conocían entonces los límites de aquellas tierras).

Comparado con la extensa isla y el mar que la rodeaba, todo lo que quedaba
atrás de las Columnas de Hércules, hacia el Mediterráneo, parecía un puerto de
angosta entrada, porque aquella se extendía hasta estar contigua a las Islas de
Barlovento, (pequeñas Antillas), lo que hace verosímil la versión que sus habitantes
podían llegar a través de ellas, a las dos Américas, especialmente al Perú y a la Nueva
España, tomando sobre todo en cuenta que las Américas deben haber quedado más
cercanas todavía a los lugares de su desprendimiento.
La gente de la Atlántida comerciaba con la de otras islas y la de tierra firme.

Cuando los hijos de Neptuno habían crecido, éste repartió entre ellos su
Reino, el que no se limitaba a la isla, sino se extendía a los Continentes contiguos,
tocándole al mayor de ellos, Atlas, (cuyo nombre se perpetuó en la Atlántida y la
elevada Cordillera al N. O. de África, que quedaba frente a la isla), el Gobierno de la
parte más ancha de ella, que era también la más fértil y de elevada estructura.

El Reino de los Atlántides se convirtió en próspero, progresista y poderoso,


que ensanchó su dominio por medio de la conquista, avasallando a todos los pueblos
del Norte de África, hasta llegar a Egipto; lindaba con la Tyrrhenia en Italia y
comprendía toda Asia. (Desconocían entonces los límites de dichos Continentes).

Los Atlantes eran altos, rubios, orgullosos y atrevidos, que cruzaban el


océano, eran maestros en la construcción de naves, puertos y palacios, cuyos últimos
decoraban con bronce, estaño y orocalco, un extraño metal que brillaba como el
cobre. (Probablemente latón, que usaban).

Estos hombres amaestraban elefantes, cultivaban bien los campos,


sembraban cereales y legumbres, tenían huertas con árboles frutales, hacían obras
hidráulicas en la parte central de su dominio, en la que formaron una isla de 125
leguas de longitud y 83 de anchura, cruzando la región con zanjas de riego, rodeado
por un canal de 100 pies de profundidad, 200 metros de anchura (un estadio equivale
a 125 pasos) y 10,000 estadios de circuito, al derredor de un extenso, fértil valle de
forma cuadrilonga.

Este acueducto recibía las aguas que se precipitaban de las montañas, que
limitaban la planicie, las, que después de tocar la ciudad, desaguaban en el mar,
formándose así una isla, que era una maravilla de arte y de poder.
La Metrópoli quedaba rodeada por varios recintos concéntricos, alternados
de tierra y agua, alimentada esta última por el mar, formando así no solamente un
puerto, sino una defensa al derredor de la ciudad.

La Atlántida tenía una forma cuadrilonga recta yalargada, y no cuadrada


como la que tiene el jeroglífico de los aztecas del Museo Nacional de México.

Cada 5 o 6 años se congregaban los 10 Reyes Atlantes, para ponerse de


acuerdo referente a los asuntos de Estado y para investigar y castigar los crímenes
cometidos.

La legislación era arbitraria, siempre que no se trataba de juzgar a miembros


de la Casa Real.

El uso de los baños era general, hasta extremoso entre los habitantes de la
Atlántida, cuya última palabra quiere decir: cerca del agua, siendo en griego atlatlán
o aztlán.

Uno de los hijos de Neptuno gobernaba la parte de la isla que quedaba frente
a lo que es hoy la España, región que dominaban bajo el nombre de "Iberos", cuyo
idioma, el vascuence, no tiene parentesco con otros europeos, el que se habla en el
Norte de dicha península y Sur de Francia.

___________________________________

Sucedió entonces, según el relato de los sacerdotes egipcios de Sais, (según


cómputo de años lunares, aconteció el Diluvio Bíblico en 2379 A. J.), que los Reyes
de la Atlántida habían formado una grande y maravillosa potencia, cuya fuerza
reunieron para dar un golpe a nosotros, (Egipto), a vuestro país, (Grecia) y a todos
los demás pueblos de este lado del Estrecho.

Pero los Dioses, que envidiaban el progreso de los Atlantes, los marcaron para
su destrucción y bajo estas circunstancias vuestra ciudad (Atenas), oh Solón, hizo
brillar, en todo lo que valía, su valor y poder, librando al triunfar, los pueblos
sojuzgados.

Entonces ocurrieron terribles temblores e inundaciones, desintegrándose la


Atlántida, la que desapareció con todos sus habitantes, en un solo día y una sola
noche y cuantos guerreros vuestros que había, desaparecieron a su vez en la tierra
entreabierta.

La desaparición de la Atlántida causó un obstáculo insuperable para la


navegación, por la gran cantidad de fango que la isla dejó al hundirse, quedando
obstruida la salida por el Estrecho de las Columnas de Hércules.

(Esto prueba una vez más, que la Atlántida que daba muy cerca al Continente,
frente a la salida del Mediterráneo).

Con la destrucción de Atenas sucumbió casi toda la gente culta de Grecia,


sobreviviendo solamente montañeses de deficiente educación, por lo que se
entiende que los egipcios conservaron la memoria a tan espantosos acontecimientos
y no los griegos, cuyos hombres se ahogaron o fueron tragados por la tierra
entreabierta, muriendo con ellos el recuerdo a semejante desastre, que se hubiera
perdido, si los sacerdotes egipcios no los hubieran registrado en sus sagrados libros.

La causa del desastre debe buscarse en el levantamiento de la inmensa región


del Himalaya y Transhimalaya, que causó el Diluvio Bíblico ya descrito, cuyo
acontecimiento, como se entiende, vino acompañado por fortísimos temblores
terrestres.

___________________________________

La desaparición repentina de todo un extenso Continente como era la


Atlántida, no halló en aquellos tiempos otra explicación, que la que se forjaron los
pueblos del Mediterráneo, atribuyéndola a la envidia de los dioses, lo que no
extraña, ni de que haya todavía hoy personas que dudan que el continente perdido
existió, tomando el relato de Platón por fábula, como si un sabio, de tan bien
cimentada reputación, se hubiera prestado a embustes.

Por lo que antecede no queda duda, que la Atlántida quedaba muy cerca a la
salida del Mediterráneo y sabemos que los Fenicios trajeron oro de lo que se cree
fue el Perú, pasando los Atlantes a través de las Islas de Barlovento a las Américas,
lo que robustece la creencia y es de creerse, que los desprendimientos de los viejos
continentes Palaearctis y Gindwana, no llegaron desde luego a los lugares que hoy
ocupan, sino escalonadamente, quedando empujados por el gigantesco oleaje del
Diluvio Bíblico, al lugar que hoy ocupan, en cuyo desastre, no contando con
enraizamiento suficientemente profundo, desapareció entre las olas la Atlántida.

No es de creerse que en tan remotos tiempos, con vías de comunicación y


medios tan deficientes, tantas naciones, como las representadas en mi colección de
cerámica, oriundos del Mediterráneo, en parte enteramente salvajes, pudieran en
frágiles barcos haber llegado hasta donde se encuentra hoy el Nuevo Mundo, si éste
desde luego hubiera ocupado su ubicación actual, sino se entiende que las Américas
y las Islas de Barlovento quedaban antes del Diluvio Bíblico mucho más cerca
todavía de los lugares de su desprendimiento.

El relato de Platón sobre la existencia de la Atlántida, no es la única fuente


que prueba que ésta existió, porque Homero, que vivió 100 años antes del tiempo,
en que los sacerdotes egipcios le refirieron su historia a Solón, hablaba ya de un país
en el Océano, fuera de los límites de tierra firme, llamado "El Eliseo" , tierra dichosa
en que no se conocían ni inviernos, ni tempestades, la que menciona también en su
Odisea, llamándola en ella: Isla Afortunada, colocándola cerca de las Canarias,
Azores y otras partes del Atlántico, cuya existencia entonces no se puso en tela de
duda, hablándose de la felicidad de la que debían disfrutar en ella.

Aristóteles nos hizo saber que la Atlántida era muy extensa en longitud,
describiendo su ubicación como frente a las Columnas de Hércules, poblada de
bosques, no dejando de mencionar sus tierras de riego.

Marcelo nos recuerda a la Atlántida como isla más grande que la Liberia y el
Asia unidos. (También él desconocía sus límites).

Según datos no muy exactos, queda una diferencia de varios años entre la
destrucción de Atenas y la desaparición de la Atlántida, pero es de creerse que
ambos acontecimientos se registraron a un mismo tiempo, es decir
aproximadamente entre los años 2379 y 2374 A. J., motivados por el Diluvio Bíblico.

Interesante en el relato de los sacerdotes de Sais es también la mención de


los Hebreos, como vecinos de los Egipcios, lo que robustece la afirmación de Heile
Selassie(19), de que él es el León de Judá y que posee las tablas legislativas de Moisés,
con lo que se llega a la comprensión que el rico y extenso país de Abisinia, es la
verdadera patria del pueblo de Israel, la que, de comprobarse esto, debería
devolvérsele.

Jamás olvidan, ni perdonan los pueblos la pérdida de su patria, ni parte de


ella, ni el aldeano la de su terruño más insignificante, cuyo hecho bien comprobado,
olvidan siempre de nuevo y no lo toman en cuenta los estadistas, que hablan de libre
determinación de los pueblos y derecho del prójimo, para atropellarlo
constantemente, dando así fundado motivo para nuevas, cada vez más desastrosas
guerras de exterminio.

Las islas Azores y Canarias son, según Platón, restos de la Atlántida.

Los supervivientes Atlantes se radicaron unos, al Norte de la península Ibera,


salvándose otros en sus barcos, sea a través de las Islas de Barlovento, o arrastrados
con sus barcos, con huracanada velocidad, directamente hacia el Continente
Americano, en donde emprendieron según dicen, su peregrinación, atravesando el
Norte, hasta llegar al Lago Salado, de donde torcieron hacia el Sur, pasando por
Sonora y Sinaloa, radicando por fin en tierras de Anáhuac, en donde fundaron el
imperio más poderoso de aquellos tiempos, extendiendo su dominio más tarde
hasta Centro-América.

El Lago Salado mencionado, fácilmente representa un resto del oleaje


diluviano, que llevaría probablemente las naves atlantes directamente hasta las
Montañas Rocosas, de donde emprendieron los náufragos, siguiendo a dicha
cordillera, su caminata hacia el Sur.

El jeroglífico de la peregrinación de los aztecas, que existe en el Museo


Nacional de México, representa como punto de partida una isla cuadrada y no
cuadrilonga, como era la Atlántida, rodeada por agua, como aquella, con una
pirámide escalonada en medio, tres calli por cada lado, como signo de población y 6
más con 2 personas, hombre y mujer, indicando familias o tribus, ostentando el
edificio central el signo de la Atlántida.

Se afirma que si el idioma de los Atlantes, el vascuence, no se parecía a ningún


otro idioma europeo, sí tenía afinidad con el de los Nahuas y Aztecas, de los que los
últimos emprendieron su caminata a México, desde el Lago Salado de Norte
América, por el año 1300 de la Era Cristiana, o sea aproximadamente 3675 años
después de la desaparición de la Atlántida.

Los tipos humanos de mi colección de cerámica, que creo haber identificado


como Atlantes, representan una bella raza, de aspecto civilizado y gallardo, mientras
que los Aztecas, como los Nahuas, que quieren hacer aparecer como descendientes
de aquéllos, a juzgar por su representación en el jeroglífico mencionado arriba,
tienen el aspecto y los modales de indígenas.

Con ello no quiero haber dicho que unos no desciendan de los otros, porque
si su idioma tiene realmente afinidad con el vascuence, entonces se explica el cambio
radical de su fisonomía, por el largo tiempo transcurrido, desde que algunos Atlantes
náufragos, dispersos en el Continente Americano, se quedaron atrás, cuando los
demás emprendieron su caminata a México, mezclándose los descendientes de los
que quedaron, durante los miles de años que siguieron a la catástrofe del Diluvio
Bíblico, con los Pieles Rojas de Norte América.

A favor de esta teoría habla el hecho, que los Aztecas conservaron un vago,
legendario recuerdo de la descendencia de sus antepasados y de la historia de su
raza, explicándose así la afinidad entre los idiomas y el aspecto tan cambiado de su
raza, cuando los descendientes por fin se resolvieron a seguir el ejemplo de sus
lejanos parientes, emprendiendo a su vez la peregrinación a México.
La raza de los Nahuas procedía también de Oriente, cuyo nombre se ha
querido derivar de Nahuí, (centro), en vez de nao, es decir barco, significando Nahoa
probablemente: el que maneja el barco.

Al emigrar los Nahuas de Norte América, fundaron Talán, o Tula, capital de su


Imperio, que subsiste en México, en el Estado de Hidalgo, cuyo nombre les
recordaría a la Talán Oriental, de la procedencia de sus mayores.

Tula, la capital de la Atlántida, se ha buscado en las Hébridas, Orcadas, Féroe


en Noruega, Juetlándia, Islas Shetland, Islandia, etc., pero seguramente se
encontraba en la misma Atlántida, cerca de las Azores, que según Platón son restos
del Continente perdido, de cuyo paradero actual se habla más adelante.

El Popol Vuh, libro sagrado de los Quichés, pueblo de la América Central,


menciona a Tolán, país situado por el Este, en donde recogían sus Reyes la
confirmación de su autoridad soberana.

Según el manuscrito: "Cakchiquel", hubo 4 Tolán, una al otro lado del mar, de
donde procedían los que vivían en la Tolán Xibalbay de América.

El Popol Vuh, mencionado ya, nos dice que 3 hijos del Rey de los Quichés, a
la muerte de su padre, queriendo cumplir con lo que se les había ordenado,
determinaron ir hacia el lugar de donde sus padres habían venido, para recibir allá
la Autoridad Real; por cuyo motivo se despidieron de sus hermanos y amigos,
prometiendo volver.

Cuando llegaron a Nacxit, lugar de su destino, - el Gran Señor, Único Juez,


cuyo poder es ilimitado, les concedió la investidura de la Autoridad Real, que la
representa y sus insignias -, todo lo cual trajeron a su regreso, así como el arte de
pintar de Tolán, (un sistema de escribir, para poder recordar las cosas importantes
de su historia).

Esta noticia nos da a conocer la influencia de los Reyes Atlantes, originarios


de Aztlán, de la Atlántida, del otro lado del mar, cuyo poder y dominación se extendía
hasta las Américas. Todo lo cual confirmaron los sacerdotes egipcios, siendo la
civilización de los Quichés un reflejo de la Atlántida, y Tolán una población de ella,
en donde los Reyes Tributarios recibían instrucción y autoridad.

El Reino hacia donde quería volver a reinar Quetzalcóatl, se llamaba


Tlalpallán, situándolo Platón hacia donde estaba la Atlántida, aunque muy bien
podía haber sido un vikingo, a cuya escuadra de botes alados le sorprendería el
oleaje del Diluvio Bíblico.

Existió mucha analogía entre las Leyes, costumbres y usanzas de los Atlantes
con las de los antiguos pobladores del Perú, lo que hace aparecer como verosímil
que tanto éstos, como los Fenicios acostumbraban visitar los Continentes
Americanos, cuando éstos se encontraban todavía más cercanos a los lugares de su
procedencia.

Investigadores, empeñados en encontrar los restos de la Atlántida, señalan


para ello el Mar de Sargasso(20), que principia a la altura de los Azores y se extiende
casi a las Antillas, cuyo mar, a juzgar por lo que afirman los navegantes, verdea entre
los paralelos 20 al 40 de latitud, tomando dicho hecho como una comprobación de
la existencia de un continente sumergido.

Considero esto un error, porque el mar de Sargasso tiene una profundidad de


6 a 7,000 metros, a cuya distancia no se distingue el color de plantas marítimas en el
fondo, teniendo el hecho, de que verdea, por explicación, que por allá pasa la
corriente del Golfo de México, que tiene 200C de temperatura y arrastra una gran
cantidad de algas.

No conforme con la suposición anterior por lo expuesto, logré, al observar el


mapa de las profundidades de los mares, en folio 3-4 del Gran Atlas de Mano, de
Andree, de 1928, averiguar en donde quedó realmente el mítico Continente perdido,
el que empujado por el oleaje del Diluvio Bíblico, mar adentro, llegó por el Norte
hasta las cercanías de Nueva Fundlandia, por el grado 50 de latitud, incluye a las
Azores, en donde tiene su mayor anchura, deja al Este las Islas del Cabo Verde y sigue
culebreando más angosto, muy largo, hacia el Sur, terminando por el Ecuador, frente
al Brasil, con la Isla de San Paúl.

Claramente se destacan los contornos, por la diferencia de las profundidades


por sus lados, que son mucho mayores, que en las que quedó el Continente
desaparecido, correspondiendo hasta sus contornos a las partes de la Europa y Norte
de África, de las que se desprendió originalmente.

Ondulando la Isla entre los grados 20 al 50 de longitud, se registraron las


siguientes profundidades:

Profundidad en Profundidad del


la que quedó la mar por sus
Atlántida: lados:
Por el Ecuador, cerca de la 4000 y 4520
1900 Mts.
Isla de San Paul Mts.
Por el grado 10 de latitud 3470 " 4900 y 6010 "
Por el grado 20 de latitud 3430 " 4330 y 5540 "
Por el grado 30 de latitud 3620 " 6490 a 6290 "
Por el grado 40 (Azores) 2320 " 4000 “ 4440 "
Por el grado 50 (Nueva Fundlandia) 180 a 200 Mts. 3920 “ 4000 “
Contra esta prueba será difícil alegar algo, porque contra hechos no hay
argumentos, sabiéndose además que la Atlántida era parcialmente de alto porte.

Según la relación que dio Platón y otros personajes de la historia, la Atlántida


quedaba por la boca, frente a la salida del Mediterráneo, cuyo estrecho se azolvó
por tanto fango, al hundirse la isla.

Los Azores que formaron parte de la Atlántida y pertenecen a la misma


fracción desprendida, quedan ahora mucho más mar adentro, lo que comprueba mi
teoría, de que al dejar de acompañar las fracciones desmoronadas el movimiento
rotatorio de la Tierra, se quedaron detrás de él, hasta embarrancar de nuevo,
quedando en este caso sumergida la mayor parte en el fondo del mar.

___________________________________

El Barón Don Alejandro de Humboldt relata en la descripción de sus viajes a


las Regiones Equinocciales, que un misionero de los primeros tiempos del
descubrimiento de las Américas, había asentado en sus memorias, que encontró en
lo que es hoy la República de Venezuela, gente blanca, lo que él dudó, debiéndose
haber tratado esto no obstante de descendientes de Atlantes o de Vikingos, cuyas
escuadras, sorprendidas por el oleaje del Diluvio, fueron arrojadas a aquellas playas.


Conclusiones

En la relación que antecede, di a conocer cómo me imagino la creación de


nuestro planeta, la de sus seres vivientes, así como los principales acontecimientos
de su larga, generalmente tranquila y a veces tormentosa vida.

Pasaron delante de nuestra vista generaciones y más generaciones de Flora y


Fauna, que nacieron, florecieron y dominaron durante larguísimas épocas en la
tierra, gozando de aparente tranquilidad y seguridad, hasta tener que ceder el
campo a nuevas, maravillosas creaciones de la naturaleza.

A veces logra la inteligencia humana echar un nuevo rayo de luz a las tinieblas
del pasado, - pero difícilmente se obtiene absoluta certeza y detalles sobre los más
notorios acontecimientos de la vida terrestre, - esto no obstante lo suficiente para
comprender que la tierra nos reserva a veces sorpresas no muy agradables.

Vimos que el primer diluvio fue el causante de la Era Carbonífera y que la


violenta explosión que aventó al espacio la Luna, quebró a la vez la capa apenas
endurecida de la superficie de nuestro planeta, causando así el posterior
desmoronamiento de los Continentes Palaearctis y Gindwana, no sabiéndose si la
ubicación actual de los fragmentos terrestres será permanente, o sujeto a nuevos
cambios de sorpresa.
Nos dimos cuenta que en lo que se refiere a Eras Glaciales, se trató de errores
de comprensión, si se habló del lento progreso de tremendas avalanchas de
montañas de hielo que avanzaban y retrocedían, formando barreras infranqueables,
etc. etc., cuando en realidad se trató del cambio de la región polar, motivado por la
pérdida del equilibrio terrestre, el que, cuando esto sucede, se restablece por
presión interior, causando formación montañosa, por hundimientos o trasplantación
de Continentes, actuando la tierra en estos casos, como un ser viviente, que piensa.

Vimos surgir cordilleras como el Monte Everest con 8,884 metros, y el


Dhaulagari de 8,130 metros de altura, así como se midieron profundidades en los
mares como la de Guam, cerca del Japón de 9,644, la de 8,235, cerca de las Filipinas
y hasta en el Mediterráneo, al que se atribuye generalmente poco fondo, la de 3,000
metros cerca de la Isla de Malta.

A 4,000 metros de profundidad se encuentra en los mares tierra caliza, más


abajo sílices, formada por pequeñísimos esqueletos de globigerinas y radiolarios en
hondonadas todavía mayores.

El Archipiélago del Pacífico se compone en su mayoría de bancos de coral,


cortados casi verticalmente, que son muchas veces de gran extensión, con
profundidades de 4 a 5,000 metros.

En el barro colorado, entre miríadas de conchitas de globigerinas, se


encuentran a 5,000 metros de profundidad pequeñas bolitas negras y cafés de hierro
metálico, con níquel y cobalto, de origen cósmico, que llueven constantemente
desde el Universo sobre la Tierra, amontonándose en las profundidades.

Evoluciones en la superficie de la Tierra se observan todavía hoy, como la del


nacimiento del volcán Paricutín en Michoacán.
En 1809 se levantó en el Delta del Indus, el llamado Bordo de Dios.

En el año 1891 se abrió una grieta en el Japón, de 200 kilómetros de largo con
20 o 30 de ancho.

En 1898 se registró un gran levantamiento en la costa de Chile.

Existen antiguas playas en Noruega, a 200 metros de altura sobre el nivel del
mar, lo que demuestra que la tierra se levantó, o el mar bajó, debiéndose buscar la
causa de semejantes fenómenos y la de la formación de Fiords, en las catástrofes
descritas y el oleaje de los diluvios, que asolaron sus costas.

Hundimientos se observan no solamente en Holanda, Francia y todo el Norte


de Europa, sino también en las costas de China y el Japón, que pertenecen a una
misma Unidad Continental, la que llaman los americanos: Eurasia.

Ya explicamos la causa de la trasplantación de Continentes y en lo que se


refiere a surgimiento o desaparición repentina de islas de origen volcánico, los
periódicos nos informan con cierta frecuencia de semejantes sucesos, de manera
que noticias así, no llaman la atención.

Expliqué el origen de las diferentes razas humanas y la causa del por qué se
hallaron las reproducciones de muchas de ellas en México, como señalé el hecho
que las razas de origen mongólico emigraron de aquí al Asia y no viceversa, como se
ha creído hasta la fecha.

Por lo expuesto en este trabajo se entiende también que Madagascar, el


archipiélago australiano, Sud-América, México y África representan fragmentos del
Continente pre-histórico Gindwana, como Norte América, Groenlandia, Islandia,
Irlanda, Inglaterra eran partes de Palaearctis, representando la Atlántida un
fragmento de los dos continentes pre-históricos mencionados, no obstante que en
la superficie el mar Tetis los separó, lo que vimos ya también en el hecho que México,
que formó parte del Norte de África, se separó unida a Norte-América.

La reproducción de un Llama en mi colección, prueba que hubo conexión


entre Norte y Sud-América, o a lo menos tráfico comercial entre ambos, la de un
Canguro, que Australia formó parte de Sud-América y consecuentemente ambos de
Gindwana.

Como prueba que no existió antes de Colón, comunicación entre el Viejo y el


Nuevo Mundo, se citó que los conquistadores no encontraron en el Continente
Americano animales domésticos, ni vegetales europeos.

Esta afirmación carece de fundamento, porque no se tomó en cuenta que el


oleaje del Diluvio Bíblico barrió todo el Continente Americano, acabando casi
totalmente con Flora y Fauna, al grado que hasta la memoria a dicho desastroso
acontecimiento se borró entre las razas indígenas, con las pocas excepciones que se
citaron en esta exposición.

Aparte de una infinidad de animales muy extraños, antediluvianos y otros de


procedencia africana, figuran en mi colección reproducciones de puercos, borregos,
perros y gatos, cuyos últimos tienen mucho parecido con una especie africana,
silvestre y no cabe duda que dicha cerámica data de mucho antes de la conquista.

Se dice que existieron caballos en el Continente Americano, antes de la


conquista, lo cual fácilmente es un error, porque hasta ahora encontré únicamente
Saurios con cabezas y dientes idénticos a aquellos, pero éstos andaban sobre las
piernas traseras, tenían cola gruesa y larga de reptil y los agujeros de la nariz debajo
de los ojos.
Las representaciones de un camello y de un elefante cargado, prueban su
existencia en este Continente y que los indígenas sabían usarlos como animales de
carga.

Es sabido, además, que la gente primitiva, sabía domesticar venados y a juzgar


por mi colección, también unos cuadrúpedos, hoy probablemente extinguidos, a los
que ponían una especie de turbantes, apareciendo otras especies con collares, como
gacelas, llevando algunas bestias adornos, quizás alistadas para un sacrificio o festín.

De pájaros hay muchas diferentes especies, de los que algunos conservan los
dientes del reptil, otros están en transformación de éstos al pájaro, distinguiéndose
águilas, garzas, patos de dos y de cuatro patas; pero también hay reptiles en
transformación a mamíferos.

Todos estos animales se hallaron junto a dinosauros, lo que aleja la sospecha


de que pudiera tratarse de producciones posteriores o de tiempos enteramente
modernos.

Hay liebres, conejos, zorras, ratas, de cuyas últimas se dice existieron


gigantescas y muchos animales más, grandes lo mismo que chicos, algunos con
ademanes tan característicos, que siempre de nuevo se admira el exquisito arte, con
el que están manufacturados.

Muy interesante es también la reproducción de una vaca marina, cuya carne


de sabor exquisito, declararon los primeros misioneros como de pescado, para no
echarla de menos en días de vigilia, cuyas bestias capturarían quizás los indígenas,
para domesticarlas.
No estoy capacitado para una descripción detallada de todos los animales y
objetos de mi colección, lo que será más tarde tarea de zoólogos y arqueólogos de
profesión, detalles que asombrarán al mundo entero.

De lo demás expuesto, no temo la crítica, naciendo la luz de la discusión.

Teorías y descubrimientos nuevos, siempre están expuestos a oposición,


desconfianza y resistencia, sea por convicción, o por envidia de otros investigadores
y profesionales.

El que sabe esto, se prepara para ello y sea como sea, le queda la convicción
que algún día será reconocido, con la certeza de sus afirmaciones, su mérito como
descubridor.

¡Cuánta discusión y disputa ocasionó el hallazgo de fósiles, como los del


hombre de Neanderthal, el Solustreano, Cro-Magnon, Grimaldi, Java, Pekin,
Piltdown y los de cráneos de alto tipo humano encontrados en las cuevas asiáticas
de Choukoutie, tan distintos al tipo mongólico, cuya última raza llegó y pobló el Asia
en tiempos muy posteriores, de cuyos antecedentes y primera historia, no se tenían
datos.

¡Con cuántas dificultades lucharon Boucher de Perthes(21), descubridor de los


Bisontes pintados en la cueva de Altamira en Francia y el Conde Begouen (22) con sus
tres hijos, en descubrimientos semejantes!

Siempre ha habido desacuerdo entre los sabios y simplemente hay que citar
su opinión referente a la aparición del hombre en el escenario de la vida, estimada
por unos en 6, 7 u 8,000 años, otros aseguran 30,000, llegando algunos hasta un
millón de años, basando los últimos su opinión en el hallazgo de fósiles,
confundiendo a veces los del mono con el hombre, cuyos últimos son frágiles y se
descomponen, deshaciéndose fácilmente.

La opinión mía sobre el particular es, que el hombre, en su forma primitiva,


existió desde los primeros días de la creación, aunque de aspecto muy distinto al
actual.

No debe uno juzgar a la ligera, porque las apariencias engañan


frecuentemente.

Tengo reproducciones del Brontosaurio, del Tirannosaurio y otros, que según


autoridades en arqueología quedaron extinguidos hace 120 millones de años.

¿Cómo puede ser esto, si el hombre logró reproducirlos artísticamente en vil


barro?Errores, como este último son perdonables, desconociendo el mundo
científico en este caso, mis descubrimientos.

Nadie es infalible y precisamente por ello la indicación de edades en muchos


asuntos de la Historia Universal, es temerario, debiéndose someter semejantes
cálculos y estimaciones, a minuciosa, concienzuda revisión, suprimiendo números,
para cuyo cálculo falta real base y fundamento de qué partir.

Hombres de ciencia, al tratar con personas impreparadas, deben recordar la


recomendación de Platón, de hacer distinción entre la filosofía que deben sostener
ante las masas del pueblo y la que pueden dar a conocer ante cerebros privilegiados.

Hemos visto que rincones risueños de la tierra, como paraísos, quedaron


enterrados bajo las olas del mar y que lo que fue fondo de océanos, se convirtió en
cumbres de la tierra.
Sabemos que desde las cordilleras de Atlas, hasta el Sudán, existió exuberante
vegetación, verdes bosques con jirafas, hipopótamos y elefantes, hoy convertidos en
paisajes de espantosa desolación.

Generaciones quedaron destruidas por los diluvios y nuevas creaciones


surgieron y tomaron el lugar de las anteriores, teniendo estas últimas que ceder tan
discutida herencia algún día a otros seres, siguiendo girando esto no obstante
nuestra Tierra, bajo siempre cambiadas apariencias, hasta que ella, al fin de los
tiempos, tendrá que desaparecer también, pagando su tributo a la naturaleza.

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La consecuencia que sacamos de todo lo expuesto, nos demuestra que nada


es eterno, que todo cambia, se perfecciona y desaparece, dejando su lugar a nuevas
creaciones de este maravilloso mundo.

Waldemar Julsrud.

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