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E
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y H UMANIDADES
DEPARTAME~TO DE C!ENCL\S HISTÓRICAS
SA.~TIAGO, 2005
Mucho hablas aqai del Paraíso Perdido,
pero ¿qué tie11e que decir del Paraíso Enco11trado?
Tlwmas EUwood (1639-1713)
AGRADECIMIENTOS
Este trabajo da cuenta de Wla investigación que tomó como fuente documental Jas
llamadas capellanías, las que, dicho de una manera muy sintética - profundizaremos en el sentido
de este documento más adelante-, se caracterizan por ser disposiciones testamentarias cuyo
propósito es, como se declara en todas ellas, salvar el alma de quien deja hecha esta imposición.
1
León León, Marco Antonio., "SEPULTL'RA SAGRADA TUMBA PROFANA. Los espacios de la muerte en
Santiago de Chile, 1888- 1932", Dirección de Bibliotecas. Archivos y Museos, LOM Ediciones. Santiago de Chile,
1997, p. 235.
Las capellanías nos mostraron, a través de sus fundaciones e instituciones. el mundo de
representaciones y prácticas de una sociedad en donde los modelos de reciprocidad entre vida y
muerte nos acerca a una idea de la trascendencia, -..ivida en la articulación de las prácticas
espirituales y de las prácticas materiales. Articulación que, a lo largo de la época colonial
hispana, implica una activa búsqueda de los caminos de salvación. En este sentido. nos apoyamos
en el planteamiento de María Eugenia Horvitz~
2
Horvitz, Maria Eugenia.. ''Las obligaciones femeninas para resguardar la trascendencia. Entre sensibilidades
individuales y disciplínamientos sociales" .En; Mujeres v escritura. Voces y representaciones, Revista Electrónica
2
Nuestra forma de acercamos y reconocer esta construcción de mundo será, como ya
dijimos, a través de los testamentos con fundaciones de capellanias. Escritos que nos revelan la
praxis de un mundo espiritual y la de un mundo material, unidos perfectamente, en un atan
común: el de conseguir una buena vida terrenal y una mejor vida eterna.
Elegimos, investigar el mundo de los monasterios de monjas, porque es sabido que -en la
época colonial- se constituyeron en espacios de libertad y protección para las mujeres. Libertad,
en cuanto al manejo de ciertos asuntos de carácter público que las comunidades de religiosas
3
tuvieron a su cargo, el económico entre ellos. Al respecto, el historiador George Duby, en su
historia deJas mujeres, seña1a:
"El lugar donde, por fin. una mujer tiene en palabras de Virginia Woolf, 'una
habitación propio', es la celda del convento. A menudo se entraba allí niña,
aún deseosa de juegos y de caricias maternales. Dentro de los muros que la
separan de la sociedad humana, y en primer lugar de los hombres, la mujer se
les une en la cultura dedicándose a la oración y a la meditació_n, para lo cual es
necesario leer, escribir, estudiar, meditar: en esta actitud se muestra, en una
miniatura del siglo XV tomada del 'Salterio de Enrique VI', a una doble fila
de clarisas, disciplinadamente reunidas en el coro con el libro de los salmos
abierto, cantando u orando. No es casualidad que la inmensa mayoría de las
mujeres de personalidad sobresaliente sean monjas .. . " 3
En efecto, por lo general, en Hispanoamérica, las mujeres que optaban por tomar el estado
religioso, lograban esta libertad que las preparaba para desenvolverse con bastante soltura en
ámbitos de poder ~onómico, político y socíal-, y, por lo tanto, gozaban de un status social, que
el tomar el estado matrimonial no les otorgaba tan fácilmente, podría decirse.
La mujer casada con mortal, permanecía bajo la patria potestad masculina hasta la viudez.;
y no se consideraba necesario que se instruyera, como sí lo hacían las monjas, las que tetúan a su
cargo, como un quehacer más, el educar a las hijas de la elite criolla, fundamentalmente.
3
Duby, George, Michele Perrot "Historia de las Mujeres" Taurus, Madrid, 1992, vol. 2, pág. 462-463
4
Jglesias Saldaña, Margarita., "El rol de las mujeres religiosas en la transmisión de la fe cristiana en la época
colonial en Chile". En: Revista Electrónica Cyber Humanitatis, Universidad de Chile, 1999.
4
La mujer que no tomaba estado alguno, se veía en una situación de menoscabo, en cuanto
a sus derechos y status social, permaneciendo, igualmente, bajo la tutela de sus parientes varones.
Si bien es cierto, la mujer viuda era considerada por la legislación española como persona con
plenos derechos, es igualmente cierto que muchas viudas se decidieron por ingresar a un
convento, y junto a sus hijas muchas veces, lo que nos da un indicio de lo ventajosa que podía ser
esta toma de estado religioso, para el mundo femenino colonial, principalmente por el sentido de
protección que en las comunidades religiosas se brindaba a las mujeres que ingresaban en ellas.
Lo sorprendente será descubrir que las "nuevas prácticas", en este •·nuevo mundo", vienen
de la fuerza de unas permanencias de larga data. Al decir de Allyson M. Poska y Elizabeth A
Lehfeldt: " ... Los conventos, igual que los monasterios, habían ocupado un lugar formidable en
la escena religiosa de España desde la Alta Edad Media, y habían aportado importantes servicios
espirituales, sociales y políticos a la sociedad española."5
Las capellanías en general, y las fundadas por monjas en particular, son, precisamente, los
textos que dan cuenta de esta articulación entre un mundo espiritual y un mundo más terrenaL
Ambos inmersos en el siglo, según la denominación eclesiástica. La fuerza de esta interacción es
lo que encontramos en estos documentos encargados de preservar la memoria y el patrimonio de
quienes podían disponer sus testamentos con cláusula capellánica. Desde luego, esta posibilidad
estaba restringida al grupo social que contaba con bienes suficientes, al estilo de los mayorazgos.
5
Poska, Allyson M. y Lebfeldt, Elizabeth A. "Las mujeres y la Iglesia en la España de la Edad Moderna". En.
Dinan, Susan E. y Meyers, Debra (editoras}., M)jeres y Religión en el Víeio y Nuevo Mundo. en la Edad Moderna,
Narcea S.A. de Ediciones, Madrid, 2002.
que deberán hacerse cargo de estas últimas y postrimeras voluntades, según explicitan estos
escritos, cuyos requerimientos atraviesan el tiempo histórico, en una eternidad que les es
reconocida en muy diversas construcciones de sociedad.
"En la ciudad de Santiago de Chile en cuatro dias del mes de Abril del año de
mil setecientos i veinte i nue,·e años. ante m1 el Escribano i testigos
parecieron el Capitán Fernando de Soloaga i doña Rosa de Orrego su mujer
con licencia del dicho su marido í de ella usando los dos j unios del mancomun
i a vo: de una i cada una de por si i por el todo insolidum renunciando como
espresameme renunciaron las leyes de la mancomunidlld dfvision i ejecusion
como en ella se contienen ... i la dicha doña Rosa de Orrego por razón de su
estado sexo renunció las leyes de Toro Madrid i partida, Senado Consulto
Velegario Emperador Justiniano i demos semejantes de el favor de las
6
Lavrin. Asunción, "'La vida femenina como experiencia religiosa: bíografias y hagiografia en Hispanoarnerica
colonial". Colonial Latin American Review. vol. 2. N" 1-2. 1993, N.Y., pág. 29.
mujeres de que yo la adl·ertí i juró por Dios nuestro Señor 1 la señal de ero::
de haberla por firme porque la 01orga por su grado i buena voluntad ... " 7
En este docwnento vemos como la mujer cede sus derechos para que su patrimonio sea
usado como principal de un censo capellánico que servirá para la manutención de un hijo
sacerdote. Haciendo un paralelo con el testamento de renuncia, que debía instituir toda novicia,
podemos establecer que una parte de la renuncia tiene que ver con la cesión de su patrimonio dotal
a favor de la Abadesa o Priora del monasterio en el cual vivirá por el resto de su vida, en su
calidad de esposa de Cristo, formando parte de la llamada vida comunitaria.
El otro sentido de la ''renuncia,, y acaso el más importante para nuestro trabajo, es aquel que
estipula la renuncia al mundo, que hace la novicia. El testamento de profesión que realiza la
monja, establece que su persona dejará de existir en el siglo~ es lo que, posterionnente, la
República, a través, del Código Civil, instaurará como la "muerte civil" de todo religioso y
religiosa. En efecto, en el derecho canónico y en la legislación española también se establece una
muerte para el mundo, pero, su sentido, más profundo, es muy diferente:
7
Testamento de don Fernando de Soloaga y doña Rosa de Orrego. En· Fondo de CapeiJanias del Archivo del
Arzobispado de Santiago, Expediente 904. fojas 37 y 39.
7
El derecho cn·i/ no procede así. A semejanza del que mara al caminante para
robarle tranquilamenre. declara mueno al relijioso para enseguida disponer
de sus bzenes. Al paso que la incapacidad establecida por los canones es
conforme a la ,·oluntad del relijioso i en su provecho, la decretado por leyes
cil,iles es comraria a la \'Oiuntad del relijioso i en su perjuicio. ,,s
''En el nombre de Dios Amen: Sepan quantos esta carta vzeren Como yo Dotia
Juana de Gamboa monja novício en este Monasterio de monjas de nuestra
Señora de la limpia Concepcion regla de (sic) Señor San Agustín de esta
Ciudad. hija legítima del General Don Martín Ruis de Gamboa, y de Doña
Catalma Verdugo de Sí/va mis Padres: Digo. que por quanto, estoy en los
rílllmos días de mi aprobacion, y noviciado, y con la aiuda de Dios Nuestro
Señor, he de profesar en este Santo Monasterio y para poder hacer, y otorgar
mi testamento u/lima y postrimera voluntad, y disponer de mis bienes y
erencias. y para dejarme renta para mis necesidades; pedí licencia al Sellar
Doctor Don Franczsco Machado de Cha\•es An;ediano de la Santa iglesia
Catedral de esta Ciudad Prowsor. y Vicario General de este obispado, y
Govemador de el, el qua/ conforme lo dispuesto por el Santo Concilio de
trento me d10 y concedio las dichas /¡sencias. que se ponen en esta Escriptura
y por que yo quiero dejar una renta de Ciento, y Smquenra pesoJ de
Corrzdos en cada un año para mi uso mientras '¡.'ibiere, atento á estar el
Combento muy pobre y nesesitado . "9
8
Femández. Concha, Rafael., "Dere<:ho Público Eclesiástico", Imprenta del Correo, Santiago de Chile, 1872, 2
Tomos, pp. 364-3 65.
9
Testamento de doña Juana Gamboa. En: Fondo de Capellanías del Archivo del Arzobispado de Santiago,
Expediente.923 . fojas 29 y 30 vta.
8
La situación económica, de la monja, queda asegurada. Por un lado, la dote, patrimonio de
la comunidad conventual, es puesta a censo a favor del monasterio, y los réditos ayudarán a paliar
las necesidades de la religiosa. Por otro lado, el testamento de renuncia, expresa también que las
legítimas paternas y maternas le pertenecen a la monja, este es el caso de doña Magdalena de
Silva, que profesa en 1639:
" ... y declara, y otorga por su ultima boluntad, y pusiere que todos sus vienes
y legítima paterna, y materna, y otros que le pertenescan después de la muerte
de su Padre, se impongan a Renta, o subsediendo otro caso por donde se le
pudiesen entregar sus rienes para gozar la renta de ellos por todos los dias de
su vida de la otorgante, y despues de ella, la dicha renta se aplique a la de las
capellanías del Com·ento para que de ello se imponga una capellanía, y
memoria de misas que se sirban en este Convento en la cantidad que
al cansare, la cual imponga la prelada que a la sasón foere ... " 10
El testamento de profesión dispone, a manera de última voluntad, los bienes que serán
usados por quienes se disponen a morir para el mundo. En adelante, sus voluntades estarán
supeditadas a la de la Abadesa y, sobre todo, a la jerarquía eclesiástica, a la que recurrirán
permanentemente las monjas, pidiendo licencia para decidir sobre sus bienes. Licencia que
siempre es concedida.
El propósito de este trabajo es mostrar cómo el patrimonio de las monjas, compuesto por
sus dote y sus herencias, provenientes de sus legítimas paternas y maternas, se espiritualizan;
adquiriendo, a la vez, la doble condición de ser comunitarios y personales.
Cada institución religiosa impone sus reglas, respecto del patrimonio que aportan quienes
ingresan en la comunidad. No obstante, lo más común es que la Abadesa o Priora esté a cargo del
que provtene de las dotes, en tanto que las monjas pueden decidir sobre sus herencias, por
ejemplo.
10
Testamento de doña },fagdalena de Silva. En: Fondo de Capellanías del Archivo del Arzobispado de Santiago,
Expediente 923, fojas 1vta. y 2.
Q
Es sabido que durante la Colonia, los monasterios no hicieron vida comunitaria, ya que las
monjas \ivían en sus propias celdas, con sus sirvientes y esclavos; lo que implicaba un gasto que
los conventos no estaban en condiciones de solventar. No es extraño, entonces, que las monjas
reciban licencia, de la autoridad eclesiástica, para trabajar con sus patrimonios, de tal manera de
obtener rentas suficientes para mantenerse.
Socialmente, las monjas se convirtieron en mujeres muy respetadas, ya que en ellas recaía la
misión de permanecer en oración por el bien y la salvación de todos, lo que hacía efectivo su
"retiro del siglo"; pero, también, tenían una responsabilidad social que las devolvía al quehacer
mundano, por ejemplo, cuando se dedicaban a impartir educación a las niñas pertenecientes a la
élite; o cuando se dedicaban a la actividad económica, representada, fundamentalmente, por la
activídad crediticia. Asunto que mostraremos, a partir del análisis de los documentos: fundaciones
de capellanías y escrituras de imposición de obligaciones censatarias o empréstitos, pertenecientes
a mujeres monjas.
Así, veremos como hijas y hermanas profesas afianzaban, no solo, la religiosidad familiar,
sino que creaban un vínculo entre lo divino y lo humano que involucraba a toda la sociedad
colonial hispana. Monjas y seglares supieron cómo hacer de este vínculo una manera de vivir
provechosamente los quehaceres más cotidianos. En los conventos --como ya dijimos- se
educaban la jóvenes de la élite -y algunas niñas huérfanas que eran becadas; hijas de españoles
pobres o de caciques-, se realizaban prácticas religiosas, como el Santo Oficio y todo aquello que
implicaba la vida monástica.
10
Y es que el Viejo Mundo nos heredaba sus prácticas de religiosidad femenina, en una
persistencia que terminó por aparecérsenos en las capellanías mandadas fundar e instituir por
mujeres monjas que, lejos de renunciar a su patrimonio, se hacían cargo de él, para su vida
terrenal primero, y luego para la salvación de su muerte vivida y, en un gesto de solidaridad
trascendente, para la salvación de su familia y allegados.
La vida del monjío -como lo denominan los cronistas conventuales- no dejó indiferente a
una sociedad que aceptaba el modelo tridentino, sobre todo en lo referente a las pautas de
comportamiento dictadas para el mundo femenino. En el Viejo y en el Nuevo Mundo no faltaron
los intentos por hacer de la vida conventual una actividad enclaustrada. Sin embargo, nada
cambió, y tal como lo venían haciendo desde la Edad Media, en España, el monjío permaneció en
sus quehaceres más tradicionales.
11
Poska, Allyson M. y Lehfeldt, Eliz.abeth A., op. sil., p. 45.
ll
En Hispanoamérica, durante toda la época colonial, se dio la misma tensión. Tensión entre
un "ser" y un "deber ser" que, sin embargo, no parecía afectar mayonnente a un mundo laico
seguro que los rezos de las profesas eran un buen tributo para asegurar, un poco más, la salvación
del alma. En tanto que las seguridades más terrenales estaban, igualmente, a buen recaudo, en
manos de las religiosas, capaces de hacerse cargo de lo que llamamos "la economía espiritual".
"La historia cultural tal como nosotros la entendemos . . . Por una parte,
considera al ind.i;iduo, no en la libertad supuesta de su yo propio y separado,
sino en su inscripción en el seno de las dependencias recíprocas que
constituyen las configuraciones sociales a las que él pertenece. Por otra
parte, la historia cultural coloca en lugar central la cuestión de la articulación
de las obras, representaciones y prácticas con las divisiones del mundo social
que, a la vez, son incorporadas y producidas por Jos pensanúentos y las
conductas .... " 12
12
Chartier, Roger., "El mundo como representación. Historia cultural· entre práctica y representación", Editorial
Gedisa, Barcelona, 1999. Pág X
1'}
Así, los gestos de esta sociedad colonial, y sus permanencias, se aparecen en obras tan
concretas como el destino de los patrimonios familiares, y otras que demuestran percepciOnes
ligadas a los deseos de trascender, pero del mejor trascender podríamos decir.
Con todo, había una ventaja para las mojas y su dote, respecto de las casadas: su enlace
espiritual las situaba en una posición mucho más ventajosa respecto de la legislación, ya que no
había potestad masculina sobre ellas, en tanto esposas espirituales. Podían, efectivamente,
disponer de todo su patrimonio, con las licencias debidas, como ya explicamos, y como veremos
más claramente al adentramos en nuestro estudio de casos.
En una sociedad estamental como la del Chile colonial, ciertamente, la capacidad de optar
estaba dada a los grupos pertenecientes a la elite. En este sentido, las mujeres dependían de la
riqueza de sus familias para poder ingresar a un convento. Pero esta inversión familiar redituaba
con mucho provecho, puesto que honor y patrimonio se ponían a buen resguardo, cuando
quedaban en manos de las mujeres monjas.
ncha·
· uer, Roger, op. crt.,
.. pag. l .
13
Las preocupaciones esenciales de la época, respeto de la mujer, estaban focalizadas en la
construcción de un modelo mariano que proclamaba la castidad y la obediencia femenina.
Entonces, el mundo exterior se transformaba en un lugar plagado de peligros, para las hijas de la
elite. Una postura historiográfica se hace cargo de esta situación viendo en las hijas segundonas,
aquellas que se quedaban sin dote tras el matrimonio de la hermana mayor, a quien se privilegiaba,
según la costumbre. No obstante, aunque esta situación se daba, no era la única, también estaba
presente a la hora de pensar en las seguridades de mantener en la familia el sentido del honor,
identidad y respeto sociales, a través del control y sometimiento de la sexualidad de las mujeres.
No resulta tan dificil imaginar, entonces, cómo es que el claustro -<:omo se vivía en la época
colonial- resultaba un "alivio" a las preocupaciones familiares, tanto las espirituales como las
patrimoniales.
" ... Las monjas eran valoradas, también, y reverenciadas por su proximidad a
lo divino y por las oraciones que podían ofrecer a favor de los de fuera de los
muros del convento. Además, los conventos eran instituciones que honraban y
protegían la práctica, culturalmente apreciada, de la castidad femenina Para
una sociedad que expresaba el orden y el control mediante la regulación de la
sex!lalidad femenina, los conventos resultaban significativos, tanto simbólica
como espiritualmente. '' 15
Si unimos a esta situación de control y sujeción de la mujer "sin amo conocido", al decir de
la época, la capacidad de manejar recursos económicos que adquirian las monjas -según prácticas
que venían de la España medieval-, nuestro cuadro se cierra en un mundo de representaciones, tan
activo y concreto que traspasa secularmente el trabajo de estas mujeres monjas que supieron muy
bien cómo hacerse cargo de sus vidas, mientras ayudaban a construir una sociedad que las
necesitaba enclaustradas pero activas.
14
Poska, Allyson M. y Lehfeldt, Elizabeth A., op. sit., p. 47.
14
El claustro acrecienta el patrimonio espiritual de la sociedad colonial, en tanto que su
patrimonio espiritualizado ayuda, más concretamente, a dar seguridades económicas a los
miembros seglares de esa misma sociedad.
En el transcurso de esta investigación, hemos podido constatar que una forma de invertir
parte del patrimonio, a "finca segura", era a través de la imposición de un censo capellánico, que
servía para la obtención de réditos anuales, con los cuales se podía solventar los gastos
cotidianos, en nuestro caso, el de las monjas
El real peso que tuvieron las capellanías fundadas e instituidas por mujeres, en el Chile
colonial, no deja de ser interesante. Chile, en este sentido, constituye un caso paradigmático, ya
que en el resto de la América hispana, según lo expresa la historiadora Gicela von Wobesser, para
el caso de México, por ejemplo, las capellanías fundadas por mujeres fueron, cuantitativamente,
16
bastante menor que las fundaciones hechas por hombres. Veremos, más adelante, como en e!
caso chileno esta situación es inversa. Una razón más, entre muchas otras, por cierto, para
hacernos cargo de esta situación. Porque si las capellanías de mujeres fueron mayoritarias, en el
caso de las monjas esta acción fundadora se vuelve obligación, al momento de testar y disponer
de su patrimonio.
Así, tanto las mujeres que ingresaban a un convento, como las que permanecían en la vida
laica!, fundaron capellanías desde el siglo XVI, en Hispanoamérica, dejando huellas de sus
intereses espirituales y patrimoniales. Es, precisamente, por la relevancia que esta institución
tiene para el mundo femenino, que intentaremos, a través del estudio de casos, reconstruir las
relaciones que se gestaban entre estas mujeres que, en posesión y uso de sus bienes terrenales,
manifestaban sus voluntades respecto de cómo su patrimonio lograría, también, una "mejor vida"
para sus poseedoras, en la trascendencia de la muerte vivida en la eternidad.
15
Poska, Allyson M. y Lehfeldt, Elizabetb A, op. sit., p.. 55.
16
Von Wobesesr, Gisella, "Las capellanías de misas: su función religiosa, social y económica en la Nueva España".
En: Cofradías Capellanías v Obras Pías en la América Colonial, Coordinadores Pilar lópez-cano, Gissela von
wobesser, Juan Guillermo Muñoz, Ediciones de la Universidad Nacional Autónoma de México, México, D.F., 1998.
1~
Es así como las mujeres, las que poseían un patrimonio desde luego, disponían de sus
bienes en estos testamentos logrando "la espiritualización de sus bienes". Las mujeres monjas no
constituían una excepción, según lo explica la legislación eclesiástica tridentina:
"El santo Concilio concede que puedan poseer en adelante bienes raíces
todos los monasterios y casas así de hombres como de mujeres, e igualmente
de los mendicantes, a excepción de las casas de religiosos Capuchinos de
san Francisco, y de los que se llaman Menores obsen•antes; aun aquellos a
quienes o estaba prohibido por sus constituciones, o no les estaba concedido
por privilegio Aposrólico. Y si algunos de los referidos lugares se hallasen
despojados de semejantes bienes, que líciramente poseían con permiso de la
autoridad Apostólica; decreta que rodas se les deben restituir. Mas en los
monasterios y casas mencionadas de hombres y de mujeres, que posean o no
posean bienes raíces, sólo se ha de establecer, y mantener en adelante aquel
número de personas que se pueda sustentar cómodamente con las rentas
propias de los monasrerios, o con las limosnas que se acostumbra recibir; ni
en adelante se han de fundar semejantes casas, a no obtener antes la
licencia del Obispo, en cuya diócesis se han de fundar. "17
En este contexto, las fundaciones de capellanias -en este caso, las que formaban parte de
los testamentos de renuncia de las religiosas-, se convertían en la expresión de la última voluntad
de la fundadora, quien expresaba con mucha precisión las líneas de prelación de las sucesiones
que poseerían, y darían vida por tanto, a la capellanía, haciendo que el ritual de las misas y la
colación, se cumplieran a través del tiempo sin sufrir variaciones; "a perpetuidad", como se
expresa en las escrituras mismas.
Por cierto, esta "última y postrimera" voluntad quedaba sujeta a la legislación vigente -en
nuestro caso, la corona de España primero, la República chilena posteriormente-; en ambas
formas de gobierno, las mujeres debían atenerse a lo que les estaba permitido legalmente. Así,
por ejemplo, en las escrituras de fundación de capellanías -escritas bajo la legislación de la
17
Sacrosanto y Ecuménico Concilio de Trenro, Traducido al idioma castellano por Ignacio López de Aya] a, Imprenta
Real, Madrid, 1785.
16
Corona española-, las líneas de sucesión estaban dadas por las leyes de Jos Mayorazgos de
Castilla; esto es, la preferencia en la herencia recaía en el descendiente mayor y varón. Esta
realidad tan rígida, al parecer, podía ser modificada, en cierta medida, por el hecho de que no
existía prohibición alguna en la legislación para que una mujer -religiosa o seglar- ejerciera
funciones de patronazgo de las capellanías; y no son pocos los casos que encontrarnos haciendo
uso de esta prerrogativa.
Más aún, si nos adentrarnos en la vida conventual, vemos que la costumbre dictaminaba
que el cargo de Patronazgo, debía recaer en la Abadesa o Priora. Así, las capellanías fundadas por
religiosas atravesaron su tiempo secular a cargo de las Abadesas que ejercían como Patronas, es
decir, a cargo de imponer el capital a "renta segura" y de elegir a los sucesivos capellanes
encargados de oficiar las misas para la salvación del alma de sus fundadoras.
El cargo de capellán, también podía ser asumido por una mujer -situación que se hizo más
frecuente, al parecer, en el transcurso del siglo XIX-, ciertamente en este caso, la obligación
estaba dada en el sentido de que debía hacerse cargo de mandar a oficiar las misas, prescritas en
la capellanía, pagando los servicios de un sacerdote.
Es posible, desde Juego, constatar -en estos documentos- cómo las mujeres que viven sus
vidas "en el mundo" o al interior de "un claustro", a la hora de pensar en su muerte y con la
decisión de asegurarse una "buena vida eterna", disponen de sus patrimonios para acceder a esta
"mejor vida". Las razones son múltiples y complejas, e"identemente; está el prestigio social, la
costumbre, la fe, los temores, las seguridades, las inseguridades, el poder económico, etcétera.
Todo ello -y más aún- involucrado a la hora de tomar una decisión que implicaba unir las
realidades de la vida "en el siglo", con las realidades espirituales, posibles, eventuales, que se
tendrán que vivir en un tiempo sin fin.
Es por demás interesante, intentar reconstruir este mundo de influencias de los que viven
en la "otra vida" con los que aún viven en "esta vida", y todo ello mediatizado por un capital que
se mueve a lo largo del tiempo y muy "en el siglo", hablándonos de quienes lo poseyeron, lo
poseen y Jo poseerán.
Por cierto, las fundaciones de capellanías hechas por monjas -en el momento de hacer su
profesión, junto a la renuncia de sus posesiones terrenales- declaran, básicamente, este mismo
carácter, por lo mismo creemos -y nos hacemos cargo de ello-, que la riqueza de un documento
de estas características permite perfectamente introducirse en la realidad histórica de aquellos
sujetos que los establecen, de tal manera que, en el caso de las monjas, nos lleva a una visión de
las mentalidades, de los gestos, de las permanencias y, en fin, de las personas que poblaron un
mundo real, concreto, vivo, y, a la vez, atravesado por un imaginario cultural, que llevaba a la
sociedad colonial a depositar sus esperanzas de salvación y trascendencia, en el poder de las
oraciones de las mujeres monjas.
Los documentos elegidos, para este análisis, pertenecen a los siglos XVII y XVIII, y serán
ellos quienes nos mostrarán casos que, moviéndose en la larga duración, hablarán de
comportamientos que varían de imaginarios, que van mudando el rostro de un mundo social y
espiritual, poblado de sujetos históricos que son, en definitiva, los que vivirán, y provocarán,
estas transformaciones.
Por lo demás, la fundación de una capellanía es un gesto que -aún siendo del ámbito
privado, como en los testamento cerrados, por ejemplo- coloca a la mujer, seglar o religiosa,
cualquiera sea su condición, en situación de hacer oír la voz de su voluntad, la última, v a través
18
de ella hacernos llegar las imágenes de un mundo que las restringia, y en el cual, a pesar de todo,
se movían con una especial soltura.
Por su parte, los litigios, a que dan origen estas las capellanías, son extraordinariamente
importantes para visualizar, en definitiva, como se movía este patrimonio en concreto a través de
un tiempo multisecular, invocando la salvación del alma del quien la fundaba, y en manos de
personas que lo poseían; que se beneficiaban aún con la obligación de pagar las cargas de su
imposición. Este mecanismo de obligaciones perpetuas es, por lo demás, lo que le da "vida", a la
institución capellánica.
19
argwnentación eclesiástica establece que para las religiosas esta '"muerte civil" está cargada de
simbolismo en la tradición ritualista de la profesión y renuncia que realizan las monjas y que, por
lo tanto, no debe ser considerada a la hora de dejar algún patrimonio a las profesas, a fin de que
vivan sin penalidades excesivas:
Las capellanías son, precisamente, docwnentos que nos permiten visualizar aspectos de la
vida cotidiana en los monasterios, y éstos nos revelan un mundo lleno de actividades
"mundanas", en un espacio conventual en el cual las mujeres que allí se encontraban podían, en
efecto, hacer uso de importantes grados de autonomía -autorizadas por la jerarquía eclesiástica y
avalada por la sociedad de la época- que las les permitía realizar, por ejemplo, negocios que
acrecentaban su patrimonio y les permitían solventar holgadamente sus gastos de manutención.
Ciertamente debían solicitar la licencia de la Abadesa primero, y luego de la jerarquía
eclesiástica. El permiso era siempre concedido, por lo menos en nuestro registro docwnental no
aparece una situación contraria.
La restricción estaba dada por las categorías de monjas que existían al interior de cada
convento: la distinción se hacía visible por el color del velo: el blanco 19 identificaba a aquellas
18
Boletín Eclesiástico, Tomo Xll, 1892-1894, Imprenta de Emilio Reyes, Santiago, 1895.
19
El velo blanco identificaba a la novicia, en primera instancia, pero a la hora de hacer los votos perpetuos, aquellas
que pertenecían a una familia poderosa y había pagado una dote más alta, cambiaba su velo blanco por el negro. Las
20
monjas que permanecerían a cargo del servicio, en tanto que las de velo negro -las menos- eran
las accedían a los puestos de poder, como Abadesa o Priora. El velo negro les confería la
capacidad de manejar su peculio. Los casos que trataremos son, precisamente, de monjas de velo
negro.
Al parecer, esta era una realidad para toda Hispanoamérica, entre otros autores, elegimos
una cita de Octavio Paz, quien, en su libro dedícado a sor Juana Inés de la Cruz, dice:
"... los conventos estaban llenos de mujeres que habían tomado el hábito no por
seguir liD llamado di\ino sino por consideraciones y necesidades miiDdanas; su
caso no era distinto al de las muchachas que hoy buscan una carrera que les dé
20
al mísmo tiempo sustento económico y respetabilidad. "
Vemos, entonces, que las relaciones de las monjas se establecen a partir de estas dos
redes, las del convento y las del parentesco. Relaciones que las vinculan con el mundo particular
que habían pagado una dote más baja, o eran donadaa (becadas). debían permanecer para siempre con el velo lanco,
lo que implicaba estar al servicio de las monjas de velo negro.
20
Paz, Octavio., "Sor Juana Inés de la Cruz, o las trampas de la fe", México, Fondo de Cultura Económica. 1982, p.
149.
21
de la comunidad, en donde ellas desenvuelven sus vidas, con sus intereses propios, desde Juego; y
asimismo, permaneciendo unidas a sus lazos familiares, a través, de un patrimonio, del cual ellas
se hacen cargo "por Jos días de su vida". Así, el patrimonio entregado por sus padres, a manera,
de dote para entrar a un Convento y de herencias, se convierte en un capital del cual ellas pueden
disponer, de diferentes maneras y en diferentes grados. Las disposiciones que, desde el Concilio
de Trento (1565), las obligan a renunciar a Jos bienes terrenales, para convertirse en "esposas de
Cristo", hacen algunas precisiones interesantes:
"No pueda persolUJ regular, hombre ni mujer, poseer, o tener como propios,
ni aun a nombre del com•ento, bienes muebles, ni raíces, de cualquier
calidad que sean. ni de cualquier modo que los hayan adquirido, sino que se
deben entregar inmediatamente al superior, e incorporarse al convento. Ni
sea permitido en adelante a los superiores conceder a religioso alguno
bienes raíces, ni aun en usufructo, uso, administración o encomienda.
Pertenezca también la administración de los bienes de los monasterios, o de
los conventos a sólo oficiales de estos, los que han de ser amovibles a
voluntad del superior. Y el uso de los bienes muebles ha de permitirse por
los superiores en tales términos, que corresponda el ajuar de sus religiosos
al estado de pobreza que han profesado: nada haya superfluo en su melUJje;
mas lUJdo tampoco se les niegue de lo necesario .. "21
¿Podemos afirmar que las monjas se salían de toda regla eclesiástica? El avance de la
investigación sobre el mundo monástico femenino nos arroja nuevas luces al respecto. Es cierto
que Trento y la Reforma cambiaron las reglas para el catolicismo fundamentalmente, pero,
indudablemente las costumbres tuvieron un peso extraordinario a la hora de poner en marcha
estos nuevos estatutos, que pretendían cambiar comportamientos, que habían sido validados
multisecularmente. El intento existió, en España -Jo vimos con la decisión de Jos reyes católicos
Isabel y Fernando-, en Hispanoamérica con llamadas de atención de la alta jerarquía eclesiástica.
Pero queda el tema central a tratar, ¿la actividad económica de las monjas implicaba
préstamos con interés? ¿Qué pasaba con la usura? La usura es uno de los pecados más graves
21
Sacrosanto y Ecuménico Concilio de Tren/o, Traducido al idioma castellano por Ignacio López de Ayala,
22
para los católicos y, desde luego, estaba condenada por la Iglesia. El recibir ganancias por medio
del interés de un préstamo era considerada una acción inmoral, equiparable solo a la herejía. De
modo que no es un hecho menor afirmar que, en efecto, las finanzas de los conventos se
sustentaban en la actividad crediticia. ¿De qué otra manera se explica que en lugares como
México, Perú y Chile, las monjas se hallan transformado en las mayores prestamistas de la
colonia? Según Kathryn Burns esta situación, en efecto, tuvo una salida espiritual y socialmente
aceptable:
Las fundaciones capellánicas son, precisamente, este tipo de censos -consignativo o censo
al quitar-. El interés o rédito estaba determinado por la Corona española, respaldada por la figura
del Patronato real que le otorgaba gran autoridad sobre la Iglesia en sus territorios. El porcentaje
del rédito varió durante los siglos coloniales, sin embargo, desde comienzo del siglo XVII -1620
según Kathryn Burns-, se fijará en un cinco por ciento, y permanecerá, prácticamente igual, a lo
largo de todo el período de la Colonia
En este sentido, el mundo del hogar monástico es mucho más amplio que el del hogar
tradicional, y las mujeres profesas tienen una potestad espiritual que las valida frente a una
sociedad tradicional, cuya creencia en el poder espiritual y en la salvación del alma queda
reflejada en los testamentos capellánicos.
Por otra parte, sabemos por las crónicas conventuales que se han escrito, que no llevaban
una vida de comunidad y clausura. 23 Lo que significaba, entre otras cosas, que la mayoría de las
monjas poseían sus celdas propias, las que mandaban a construir, precisamente, con parte de sus
patrimonios, y a las cuales alhajaban ricamente. Además, ingresaban acompañadas de sus
sirvientas y esclavas. Éstas últimas aparecen, en sus testamentos, como parte de sus legados,
generalmente, testadas a alguna hennana, monja también, que las sobreviviera; lo propio ocurría
23
En Chile, a fines del siglo XIX, se publica la siguiente sinoda: "La Synoda pasada atendiendo á la summa
importancia, de que se observe la Clausura en los Monasterios de Religiosas con la mayor exactitud; y que el fin de
élla es, para que las Esposas de Jesu Christo, con el retiro, logren el Trato familiar de su Esposo, y vivan abstrabidas
de las Comunicaciones exteriores; mandó: que las Abadesas no permitan visitas frequentes a las Religiosas; y que
ninguna pase de las Ave Marias, porque á ese tiempo se han de cerrar las Puertas de los Locutorios, y la ex1erior del
Monasterio; todo lo qual, aunque se observa, ha parecido, sin embargo, á esta Synodo, recomendarlo nuevamente;
para que las Preladas actúen su Zelo, así en la guarda de la Clausura, como en el cuidado de evitar la frequencia de
Visitas, y que no pasen del tiempo señalado." SÍNODOS DIOCESANOS, celebrados por Fray Bernardo Saavedra y
don Manuel de Aldai y Aspee, Imprenta de: Eduardo Dunigan y hermano, Santiago, 1858, pp. 218-219.
24
con sus celdas. En estas cláusulas testamentarias se disponía, además, que ex"tinguida su línea
familiar de religiosas, estos bienes -celdas y esclavas- pasarían a propiedad del convento al cual
pertenecían.
Tanto es así que, en un caso particular -uno de los dos documentos que presentaremos-, el
de doña Magdalena de Silva, monja de velo negro, perteneciente a la Orden de la Pura y Limpia
Concepción de la Regla del Señor San Agustín, nos encontramos con un testamento de
caracteristicas especiales. En efecto, doña Magdalena de Silva, hace su testamento de profesión
en el año 1639, el que tiene carácter de cerrado -inusual en el caso de los testamentos de
renunciación de las monjas-, se menciona que debe ser, además, secreto, asunto sobre el cual
podemos conjeturar, ciertamente, pero, sobre lo que aún no hemos encontrado los motivos más
concretos y profundos de su razón de ser. Otro punto muy interesante de este testamento, con
fundación de capellanía, es el hecho de que carece de todo tipo de invocaciones y advocaciones,
tan comunes en los testamentos de esta época, pero sobre todo extraño por tratarse de una monja.
25
estas capellanías de monJas, a las Abadesas, las hermanas Gamboa prefieren entregar este
beneficio a miembros de su familia.
Este ejemplo, no constituye una excepción, pero para nuestro análisis contrastaremos los
escrito de dos religiosas: la ya nombrada doña Magdalena de Silva y el de doña Inés de Gamboa.
Estas religiosas, 'vivieron sus vidas terrenales en el siglo XVII, la primera, y en el siglo XVIII, la
segunda. Una como monja agustina y la otra como monja clarisa. Esto, no es intrascendente,
puesto que se trata de los dos monasterios más importantes que existían en Santiago, ciudad
capital de la Capitanía General de Chile. Ambas monjas de velo negro, llegaron a tener gran
relevancia social, política y económica; asociado todo ello, a una enorme fortuna, según relatan
los cronistas de la época, de la que hablaremos cuando describamos sus conventos.
26
2. LA VIDA EN EL MONJÍO: AGUSTINAS Y CLARISAS
"Invisible y enfadosa
sin duda es la doncellez,
pues en los tiempos que corren
.
mnguno 1a puede ver,24
Uno de los espacios privilegiados, para lograr la unión del tiempo eterno y del tiempo
terrenal, era, precisamente, aquel que se conformaba en los conventos y monasterios de toda la
América hispánica.
A manera de análisis paralelo, trataremos el caso de los conventos del Perú, en Cuzco. En
ellos, al igual que en los de Chile -Santiago, en el caso de nuestra investigación-, las monjas
jugaron un papel relevante en el quehacer social, económico y político. Al decir de Kathryn
Burns:
24
Alonso de Malavenda, "El tropesón de la sosa", en Deleito y Piñuela. José, "La mala vida en la Espaila de Felipe
IV", Alianza Editorial, Madrid, 1987, pág. 27. Citado en: Suárez, Margarita., "El poder de los velos: monasterios y
finanzas en Lima siglo XV1f'. En: Portocarrero, Patricia (compiladora)., Estrategias de desarrollo intentando
cambiar la vidª' Flora Tristán Ediciones, Lima, Perú, 1993.
,...,
desahogos del mundo central del drama colonial. Incluso las elecciones,
dentro del convento, para abadesa o priora -que podían levantar un amplio
escándalo ciudadano- son tomadas superficialmente, como piezas curiosas
de una concesión momentánea al capricho femenino (o histeria), desprovista
de mayor significación. " 25
Algo muy similar ocurre en el Chile colonial, los numerosos conventos se constituyeron en
centros de interés y, a veces, de discusión eclesiástica fundamentalmente, por el comportamiento
de aquellas mujeres enclaustradas, a la manera de la tradición española medieval. No obstante, la
preocupación por la observancia del claustro se inició antes del Concilio de Trento (1545-1563),
con los reyes católicos Isabel y Fernando, y el envío de visitadores eclesiásticos para que
obligaran a las monjas a cumplir con el "retiro del mundo".
2
~ Poska, Allyson M. y Lehfeldt, Elizabeth A, op. sir.. p. 47.
28
jardín. Las abadesas recibieron órdenes de guardar las llaves de puertas y
ventanas. Si tenían que entrar en comunídad visitantes masculinos (como
confesores o médicos), debían hacerlo acompañados, permanentemente, por
una monja Se nombraron escuchadoras para controlar las conversaciones de
26
las monjas con los laicos en los locutorios de visitantes de los conventos."
La resistencia opuesta a estas exigencias, por parte de las abadesas, en España, fue notable.
Se negaron tenazmente a la intervención de los visitadores primero, y luego a la de los
reformadores tridentinos, logrando siempre su cometido: el de mantener su tradicional
autogobiemo; autonomía que las liberaba incluso, en la práctica, de la jerarquía eclesiástica
masculina.
29
disciplinarios producidos al interior de los monasterios. Más bien, se cultivaban formas
especiales de relaciones entre seglares y las instituciones monásticas femeninas.
Desde luego, también, había una tradición hispánica que elevaba el estatus de aquellas
familias que hacían fundación de monasterios femeninos, precedente que venía de las familias
reales y nobles de España, las que, des::!e la Edad Media, tenian como principal fuente de sus
acciones caritativas, a dichas fundaciones.
Nos interesa mostrar, y demostrar, que las instituciones monásticas femeninas coloniales,
estaban dentro de esta misma lógica, es decir, no constituyeron una ruptura con lo hispánico, sino
más• bien son la constatación de una permanencia que arraigó muy bien en un territorio per se
diferente, y cuyas costumbres se afirmaron en la misma medida en que se fueron haciendo cargo
de que la transculturalidad iba creciendo, y, al mismo tiempo, se acrecentaba un poderio colonial,
a partir del cual se trazaban las directrices de una construcción social mestiza.
que se trasladen las monjas desde ellos a otros monasterios nuevos o antiguos, que estén dentro de las ciudades, o
lugares bien poblados; invocando también para esto, si fuese necesario, el auxilio del brazo secular. Y obliguen a
obedecer con censuras eclesiásticas a los que lo impidan, o no obedezcan." Providencias sobre la clausura y
custodia de las monjas, Sacrosanto y Ecuménico Concilio de Trento, Traducido al idioma castellano por Ignacio
López de Ayala, Imprenta Real, Madrid, 1785.
:10
A través de estos espacios significativos, las muJeres monJaS, estaban presentes en las
actividades cotidianas de todo el conjunto social, fundamentalmente, las relacionadas con las
prácticas de la fe destinadas a alcanzar la vida eterna. Así, la vida y la muerte se interrelacionaban
en el quehacer de las profesas, cuyas oraciones y cánticos eran solicitados frecuentemente por los
seglares, que dejaban claramente estipulado, en su última voluntad, declarada en sus testamentos
capellánicos, que debían ser las monjas -Agustinas o Clarisas, para el caso de este trabajo- las que
estuvieran presentes en las misas, 29 destinadas a la salvación del alma del testamentario y
fundador, y sus allegados. Este espacio de eternidad quedaba, así, a cargo del monjío.
También, el espacio de vida más terrenal, se acercaba a las mujeres monjas, con solicitudes
mucho más mundanas y no menos importante. Las dotes de las monjas constituían un patrimonio
con el cual podía, y debía, trabajar el monasterio, para mantenerse a las profesas y mantener las
actividades comunitarias. La responsable de trabajar con este capital, proveniente de las dotes, era
la Abadesa Esta capacidad de manejar importante fondos de dinero y c!e bienes en general, no fue
algo que se iniciara en el mundo colonial hispánico, sino que, como ya hemos adelantado, era algo
refrendado por la costumbre y las tradiciones que venian desde la Edad Media española.
" los conventos podían también alquilar las propiedades urbanas y ser
titulares de préstamos, procedentes de contratos anuales, públicos y
privados. Llamativamente, muchos conventos más antiguos y más ricos
consiguieron, también, títulos señoriales sobre pueblos y ciudades. El
convento de Les Puelles, en Barcelona, contaba entre sus posesiones
productivas molinos, tahonas y mercados. También poseía amplias
extensiones de terreno que cultivaba y alquilaba "30
Es más, los conventos femeninos de hispanoamérica, estaban avalados por situaciones que,
provenientes de larga data, daban cuenta del tremendo poderio económico que poseían estas
instituciones:
29
Las monjas eran las encargadas de "dar cera y vino", según lo estipulan los testamentos capellánicos, es decir,
entregar las ofrendas para el sacrificio del Santo Oficio. Además formaban el coro, para las misas cantadas, que eran
solicitadas por los fundadores de capellanías. Estas funciones tenían gran relevancia, espiritual y económica, y solo
podían asumirlas las monjas de velo negro.
31
En los casos en que los conventos mantenían títulos señoriales de las
ciudades, la abadesa ejercía como "señor" y estaba investida de poder para
recaudar impuestos y del derecho de nombrar a los oficiales municipales del
lugar. Santa Maria de las Huelgas, de Burgos, por ejemplo, había recibido
del rey Alfonso XI en 1335 el privilegio de la jurisdicción señorial de la
ciudad de Zaratán. La abadesa de la casa era, por tanto, reconocida como el
"señor", tanto en materias espirituales como temporales pertenecientes a la
ciudad. En el ámbito secular, la fundación tenía capacidad de hacerse con
diversas propiedades señoriales. También tenían poder de nombrar a los
administradores judiciales de apelación para casos no supervisados por la
justicia real, y el derecho adicional de recaudar las tasas derivadas de estos
pleitos. Espiritualmente, supervisó los beneficios de la iglesia de Zaratán y
de las capellanías de dos fundaciones más. Durante la primera parte del siglo
XV, se exigia que la fundacióiL igual que otros señores feudales, reclutara
soldados de la ciudad para el rey. La comunidad tenía, también la
responsabilidad de recaudar rentas reales, como el tercio y los millones, y
después, devolverlos a la Corona. En todos estos asuntos, la abadesa de la
casa era fundamental pues el control definitivo permanecía en sus manos.
Curiosamente, estos poderes, a pesar de estar en manos de mujeres
religiosas, raramente eran puesto en cuestión por los contemporáneos
seculares. Surgieron, frecuentemente, pleitos entre los conventos y los
seglares dependientes de ellos, pero tales disputas se centraban en abusos de
poder que se habían percibido, y no en el derecho de las mujeres religiosas a
ejercer esta autoridad. di
Ahora bien, los conventos coloniales no podían llegar a esas formas de poder, pero si
asumieron las nuevas formas y tratos que el mundo seglar y el religioso adoptaron en el Nuevo
Mundo. Nuevas visiones de mundo, en lo espiritual, en lo social, en lo político y en lo económico,
reemplazaron las conocidas estructuras sociales y culturales del Viejo Mundo, y, con todo, lo que
se nos aparece, a la luz de los documentos y de los cronistas, es una muy interesante
reinterpretación de aquellas redes de poder que aseguraban el estatus de las élites gobernantes.
30
Poska, Allyson M. y Lehfeldt, Elizabeth A., op. sil., p. 52.
32
Elegimos, entonces, el monjío -como lo llaman los cronístas-, por constituirse,
precisamente, en espacios en donde las mujeres podían transgredir ciertas normas del modelo
social, que las restringía a los espacios privados, es decir, la casa y el claustro. Ambos mundos
resistidos con tesón por la actividad de mujeres que persistieron en prácticas que hacían
interpretaciones del modelo, todas ellas capaces de hacerse cargo de sus intereses vitales.
Precisamente, esta tensión generada a partir de la confrontación entre la realidad de un modelo y la
realidad existencial, es lo que se nos revela el ethos propio de estos espacios conventuales.
Las directrices estaban dadas por el Concilio de Trento, pero la imposición de las mismas
fue problemática en todo el mundo hispano, incluida, por cierto, la América coloníal. Para las
instituciones religiosas fueron aún más fuerte los intentos de hacer prevalecer los decretos
tridentinos, involucrando en ello a todos los representantes del poder social:
"El santo Concilio manda que se observen todas y cada uno de los artículos
contenidos en los decretos aquí mencionadas, en todos los conventos,
monasterios, colegios y casas de cualesquier monjes y regulares, así como
en las de todas las monjas, viudas o vírgenes, aunque vivan estas bajo el
gobierno de las órdenes militares, aunque sea de la de Malta, con cualquier
nombre que tengan, bajo cualquier regla, o constituciones que sea, y bajo la
custodia, o gobierno, o cualquiera sujeción, o anejamiento, o dependencia
de cualquier orden, sea o no mendicante, o de otros monjes regulares, o
canónigos, cualesquiera que sean; sin que obsten ningunos de los privilegios
de todas en común, ni de alguno en particular, bajo de cualquier fórmula, y
palabras con que estén concebidos, y llamados mare magnum, aun los
obtenidos en la jimdación; como ni tampoco las constituciones y reglas,
aunque sean juradas, ni costumbres, ni prescripciones, aunque sean
inmemoriales. Si hay no obstante algunos regulares, hombres o mujeres, que
v;van en regla o estatutos más estrechos, no pretende el santo Concilio
apartarlos de su instituto, ni observancia; exceptuanda sólo el punto de que
puedan libremente tener en común bienes estables. Y por cuanto desea el
santo Concilio que se pongan cuanto antes en ejecución todos y cada uno de
estos decretos, manda a todos los Obispos que ejecuten inmediatamente lo
31
Ibidem, p 52-53.
33
referido en los monasterios que les están sujetos, y en todos los demás que
en especial se les cometen en los decretos arriba expuestos: así como a
todos los abades y generales, y otros superiores de las órdenes
mencionadas. Y si se dejare de poner en ejecución alguna cosa de las
mandadas, suplan y corrijan los concilios provinciales la negligencia de los
Obispos. Den también el debido cumplimiento a ello los capítulos
provinciales y generales de los regulares, y en defecto de los capítulos
generales, los concilios provinciales, valiéndose de deputar algunas
personas de la misma orden. Exhorta también el santo Concilio a todos los
Reyes, Príncipes, Repúblicas y Magistrados, y les mando en virtud de santa
obediencia, que condesciendan en prestar su auxilio y autoridad siempre
que foeren requeridos, a los mencionados Obispos, a los abades y generales,
y demás superiores para la ejecución de la reforma contenido en lo que
quedo dicho, y el debido cumplimiento, a gloria de Dios omnipotente, y sin
ningún obstáculo, de cuanto se ha ordenado". 32
Con todo, la vida en los conventos fue similar en toda la América hispánica, la
historiadora peruana, Margarita Suárez, señala en su escrito "El poder de los velos", lo que
ocurría en Lima:
32
Sacrosanto y Ecuménico Concilio de Trento, Traducido al idioma castellano por Ignacio López de Ayala, Imprenta
Real, Madrid. l 785.
33
Suárez, Margarita., "El poder de los velos: monasterios y finanzas en Lima siglo XVII". En: Portocarrero, Patricia
(compiladora)., Estrategias de desarrollo intentando cambiar la vid!!, Flora Tristán Ediciones, Lima, Perú, 1993.
34
Por lo visto, aquello que los cronistas denominaron "devoción de monjas" -llevada a cabo
en los conventos de Cuzco-, para referirse a los hombres que visitaban, asiduamente, a las monjas,
era una situación aceptada socialmente. En Chile, en los escritos de doña Ursula Suárez, monja
Agustina de velo negro, aparecen con el nombre de "endevotados". La autoridad eclesiástica, por
su parte tampoco aparece haciendo llamadas al orden, con demasiada frecuencia.
Ahora bien, no podemos hablar de todas las monjas, puesto que esta generalización no
daría cuenta del mundo altamente jerarquizado que se vivía en la comunidad monástica. Como ya
lo dijimos, la primera diferenciación estaba dada por el color del velo; las monjas de velo negro
eran las menos y las únicas que podían optar a puestos de poder en el monjío. A ellas les estaba
reservado el cargo de Abadesa o Priora, de Tesorera y de monja de consejo. Todas ellas, eran las
encargadas de gobernar la activa de los conventos. Las demás monjas, aquellas que usaban velo
blanco, no podían aspirar ni a un cargo de poder, ni a llevar una vida particular, como lo hacían
las de velo negro.
35
Clarisas, pedían altas dotes, para aquellas monjas que tendrían derecho a llevar el velo negro; en
tanto, que para las que no podían entregar una suma tan importante, la distribución jerárquica
disponía que no pudieran acceder a llevar más que el velo blanco. Esta jerarquía se veía reflejada
en la posibilidad concreta de poseer un patrimonio y obtener el permiso correspondiente, de parte
de la autoridad eclesiástica -que para las monjas incluía las Abadesa-, para invertirlo y
acrecentarlo, es lo que queda de manifiesto en los expedientes con multiseculares juicios por la
posesión de los bienes dejados por las monjas.
Esto era común, puesto que las monjas de velo negro provenían de las familias más
acomodadas de Santiago, y era muy habitual, asimismo, que estas monjas procuraran mantener,
en su vida de religiosas, las comodidades que habían tenido en su hogar. De allí que,
normalmente, ingresaban acompañadas no solo de sus sirvientes y esclavos, sino también de
fastuosos muebles y adornos para alhajar sus celdas.
A manera de ejemplo, sirva el relato de Sor Úrsula Suárez, contando una conversación
que sostuvo con su abuela:
Podemos entender, por qué las monjas de velo negro, en el monjío, gozaban de un ciertos
ámbitos de libertad que el mundo laica! no les ofrecía. Dentro del convento, ellas como dueñas de
importantes patrimonios, lograban tener una capacidad de decisión, que las acercaba más al
quehacer del ámbito público, que del privado, que era su espacio más reconocido.
34
Úrsula Suárez (1666-1749) Relación Autobiognifica", Prólogo y Edición Cótica de Mario Ferreccio Podestá, y
Estudio Preliminar de Armando de RarnóiL Academia Chilena de la Histoóa, Santiago, !984. Pág 36.
36
Sus celdas, eran verdaderas casas, en donde se mantenía el lujo de las residencias
familiares. El testamento de don Francisco Bravo de Saravia, Marqués de Pica, da luces, todavía
más clarificadoras, de esta situación:
" ... El marqués declaraba en dicho codicilo que le había cedido a préstamo a
su nieta doña Marcela de Meneses, novicia de las Agustinas, junto con unos
lienzos de pintura y 'dos hechuras de marfil', el celebrado y valioso grupo de
35
marfil también, que representaba a 'Cristo atado a la Columna' ... "
Este objeto de arte, uno de los más importantes de la época colonial, permaneció en la
celda de doña Marcela por, aproximadamente, cincuenta años.
Dentro de este mundo del monjío, también vivían las mujeres esclavas; algunas habían
sido adquiridas por la comunidad del convento, y otras habían entrado formando parte del
patrimonio entregado a las novicias, por lo que permanecían para su servicio personal, hasta que
la monja, sintiendo cercano el fin de su tiempo terrenal, decidía dejarla, en su testamento, como
legado a alguna pariente -muchas veces, también religiosa-, o a falta de familiares, se las testaba
al monasterio.
Las Clarisas, por ejemplo, tenían sirvientas autorizadas para vivir junto a las monjas, pero
la particularidad de estas mujeres era que tenían permiso para salir fuera del claustro y hacerse
cargo de los asuntos que las monjas tenían en el siglo:
3
~ Aglllrre,
· Marganta,
· o p. e·1t., p. 37.
36
Aguirre, Margarita, Op. Cit., p. 3 8.
37
"[pueden] ser recibidas algunas, aunque pocas, con nombre de serviciales, o
de Hermanas, para que prometan y guarden esta misma regla, salvo con el
artículo del encerramiento, las quales . . . podrán algunas vezes salir a
procurar los negocios de el Monasterio" 37
Esta realidad, descrita para el convento de Santa Clara en el Cuzco, era la regla general
para los conventos coloniales de Hispanoamérica. Incluso, algunas de estas mujeres destinadas al
servicio de las monjas, pudieron profesar en calidad de "donadas"; pero debían pagar, al menos,
la mitad de una dote normal y usar para siempre el velo blanco, lo que las colocaba en una
situación de desmedro permanente respecto de las monjas de velo negro. El velo blanco era parte
de la vestimenta de las novicias, es decir, de aquellas mujeres que no habían profesado los votos
perpetuos. Con todo, el acceder al velo negro pasaba más bien por el pago de una dote
importante, cuyo valor se estipulaba en función de las necesidades más bien locales que tuvieran
las instituciones monásticas.
Existían, además, otros personaJes que, si bien, no vivían al interior del convento,
formaban parte de su vida cotidiana: los serenos, los sangradores y los endevotados.
El sangrador, era otro de los personaJeS masculinos que entraban a los conventos.
Encargado de la salud del monjío, el sangrador, lanceta en mano, evacuaba los espíritus malignos
por medio de la sangria; y como se creía, lograba en su operación: mejorar la vista y el apetito,
recuperar el sueño, aguzar el olfato, el gusto y el oído. Tres toques de campana anunciaban, a
toda la ciudad, que el tiempo de sangrar a una monja, había comenzado.
37
Citado en: Burns, Kathryn, op. cit., p. 73.
Los "endevotados" eran, por su parte, personajes muy especiales; mantenían relaciones de
amistad muy íntima, con las religiosas, visitando asiduamente el locutorio de convento. Las
monjas recibían suntuosos regalos de parte de sus endevotados: dinero, vestidos, joyas y los
vicios (rapé y yerba mate). Estos obsequios de los endevotados solían servir de ayuda a las
monjas más pobres, que conseguían así los medios para su sustento. Sor Úrsula Suárez relata sus
relaciones con varios endevotados suyos; relaciones que incluso duraron varios años.
Los endevotados, aparte de sostener largas e íntimas conversaciones con las monjas, al
parecer, se tomaban algunas libertades, por ejemplo, la de introducir la mano por la manga de la
monja. De esta situación provendría el dicho de tener "manga ancha" o "manga angosta",
dependiendo de la situación, por cierto.
Las fiestas dadas en los monasterios, antes de la imposición de la "vida en común", eran
famosas por su fastuosidad. Cualquier ocasión era propicia: festividad de la comunidad, la
coronación del rey de España o el nacimiento de un infante real, la llegada de alguna autoridad y
la entrada de una novicia al convento. Las festividades incluían un gran banquete (helados,
dulces, barquillos, mate, chocolate caliente, tortas de manjar blanco y alfajores); también se
lanzaban fuegos artificiales, y se cantaba y bailaba.
Las autoridades y los amigos del monasterio recibían esquelas de invitación. A manera de
ejemplo, una de estas invitaciones:
38
Úrsula Suárez (1666-1749) Relación Autobiográfica", Prólogo y Edición Critica de Mario Ferreccio Podestá, y
Estudio Preliminar de Armando de Ramón, Academia Chilena de la Historia. Santiago, 1984.
honor a nuestro padre San Agustín, favor que tendrá presente para su
debido Reconocimiento. "39
Asimismo, el prestigio social que adquiría una familia al tener una o vanas hijas
religiosas, ya que a menudo profesaban hermanas, nos demuestra que no solo las hijas
segundonas -vale decir, aquellas mujeres que se quedaban sin dote para contraer matrimonio,
porque el patrimonio familiar se había invertido en la hija mayor-, ingresaban al claustro.
La decisión estaba cruzada por variados intereses, Kathryn Burns, que investigó los
conventos de Cuzco, señala:
39
Citado en: Aguirre, Margarita, Op. Cit , p. 41.
40
Burns, Kathryn, Op. Cit., p.,67.
Los conventos de Santiago, sobre todo los más influyentes, como el de la Pura y Limpia
Concepción Regla del Señor San Agustín y el de Santa Clara Antigua Fundación, sin duda
gozaban de un estatus similar, respecto de su alto grado de relevancia en una sociedad permeada
por circunstancias que requerian del funcionamiento de redes de solidaridades que se hicieran
cargo tanto de la vida espiritual como de la material.
Es interesante constatar que los dos monasterios más importantes de la colonia, en Chile,
el de las Agustina~ y el de las Clarisas, se fundaron con patrimonios dejados por dos hombres,
poseedores de altos cargos y grandes fortunas, y quienes al momento de hacer testamento deciden
dejar establecida la institución de ambos conventos, como una manera de brindar protección, en
principio, a mujeres de su familia. Conventos que, rápidamente, se ampliaron con la llegada de
numerosas mujeres dispuestas a profesar.
41
Vallana, Luz del Carmen., "Voces sin sonido: José Eugenio Ponce de León y su modelo de mujer
religiosa", Relaciones Estudios de Historia y Sociedad, El Colegio de Michoacán, 45, 1990, voL XII, pág. 36
41
Sin, duda, las mujeres monjas se protegían muy bien solas, amparadas en la legíslación
que, llegada desde la Corona era "acatada pero no cumplida" en muchos ámbitos y en muchas
circunstancias.
El monasterio de las Agustinas es, quizás, el que tiene un origen más singular. Es el
primer convento fundado en Santiago -y será el único durante el siglo XVI-, con el nombre de la
"Limpia y Pura Concepción". Se fundó en 1574, por medio de un convenio que hicieron el
Cabildo, el Vicario Capitular y el Padre Provincial de la Orden de San Francisco, con un vecino,
don Diego Hernández de Lozano; el documento dice:
Será Fray Diego de Medellín quien, el año 1576, finalmente, haga legal esta fundación,
desde el punto de vista de la jerarquía de la Iglesia, dándole un carácter puramente eclesiástico,
quitándole potestad al Cabildo, y concediéndole la Regla de San Agustín. Todo esto, claro está,
en el escrito, porque siguió dependiendo, en algún grado, del Cabildo. Las primeras que reciben
el hábito, son siete mujeres, en calidad de fundadoras del convento.
Este convento, de la Limpia y Pura Concepción Regla del Señor San Agustín, llamado de
las Agustinas o de las "monjas de Santiago", mantuvo su carácter excepcional. A manera de
ejemplo, fue el primero en recibir a una monja mapuche: Ragún 43 o Ragunilla (flor de oro), esta
42
Aguirre, Margarita., "Monjas y Conventos. La Experiencia del Claustro", Servicio Nacional de la Mujer, Santiago,
1994, pág. 13.
43
Ragún o Ragunilla fue muy ensalzada por los cronistas españoles. Era hija de cacique, y había sido hecha cautiva y
entregada como criada; sin embargo, su gran religiosidad le permitió profesar nada menos que en el convento de las
Agustinas, que estaba destinado a las hijas de la élite criolla. Tomó sus votos con el nombre de Sor Constanza de San
Lorenzo. Durante su vida de monja, se contaron prodigios hechos por ella producto de su gran vinud. Cuarenta y
siete años después, Sor Constanza, la Ragunilla, entregaba su alma a Dios, y al decir de sus contemporáneos, lo hacía
en "olor de santidad". Fue considerada por la comunidad, como un modelo de observancia de la Regla. "Ursula
Siárez (1666-1749) Relación Autobiográfica", Prólogo y Edición Critica de Mario Ferreccio Podestá, y Estudio
Preliminar de Armando de Ramón, Academia Chilena de la Historia, Santiago, 1984, p. 36.
42
excepción se repitió pocas veces, puesto que el profesar -sobre todo de velo negro-, era propio de
las mujeres, cuyas familias poseían patrimonio suficiente para dotarlas, según hemos visto.
Ragún que perteneció al primer grupo de siete mujeres, encabezadas por doña Francisca Terrín de
Guzmán, llegó a usar el velo negro, y fue considerada una mujer santa, por la sociedad de su
época. Así, estas siete mujeres monjas iniciaron su vida de profesas, dándole el nombre a su
claustro de "Limpia y Pura Concepción".
" ... Se advirtió, sin embargo, dentro de sus claustros una notable relajación,
que fue motivo de numerosos escándalos y comentarios de la época. Así se
hizo costumbre que las religiosas introdujeran al convento a sirvientas para
su servicio personal, se dejó sin aplicar la clausura en numerosas ocasiones y
se realizaban festividades con poco carácter religioso, como el baile de las
novicias que se efectuaba en el templo. En este siglo, las religiosas agustinas
eran dueñas de valiosos predios agrícolas, como el de Tobalaba, el del
callejón de Padura y el de Huechuraba.'-44
44
León Echaiz, René., "Historia de Santiago", Editorial ANDUJAR, Santiago, slf, Tomo L pág. !56
41
escogidas entre 'doncellas virtuosas, hijas de padres y madres nobles',
45
prefiriendo a las parientas del testador y a las hijas de éste y de su yerno."
No obstante, su última voluntad tardó varios años en llevarse a cabo, puesto que se dio
inicio a un litigio por los bienes involucrados, en el testamento de Campos Lantadilla, para la
fundación del monasterio, hasta que en 1662, las mujeres favorecidas con dicho patrimonio,
obtuvieron la Real Cédula:
Las disputas continuaron, sin embargo, hasta que finalmente la Reina Regenta Mariana
de Austria, una vez muerto el Rey Felipe IV, consigue la fundación, por Cédula Real del 23 de
febrero de 1676 ..
Este espacio de protección de los intereses y prestigio de su linaje, preparado por Alonso
Lantadilla para las mujeres de su familia, dio inicio a su fundación, con el ingreso de ocho de sus
parientas, todas primas, las cuales se transformaron en las vicarias y las abadesas que se
encargaron de dirigir el monasterio.
4
·'•~-· · o p. e·lt., p. 11.
~ume, M arganta.,
46
Guernica, Juan de., "Historia y Evolución del Monasterio de Clarisas de Nuestra Señora de la Victoria en sus
cuatro periodos", Editorial Sagrado Corazón de Jesús, Santiago, 1944, pág. 23.
44
Las enclaustradas estaban a cargo, al mismo tiempo, de otras actividades que les
brindaban otras posibilidades de realización:
Nuestro interés, entonces, es mostrar cómo este espacio conventual femenino fue -durante
la época colonial, al menos- un espacio de recogimiento, protección y libertades, que, desde
nuestra mirada, quizás resulta sorprendente, pero que necesitamos reconocer y recorrer,
intentando comprender las visiones de mundo y la mentalidad de aquella época.
Las fundaciones de Capellanías, estos escritos en los cuales las religiosas dejan de
manifiesto sus deseos espirituales y mundanos, nos permiten oír sus voces a través del legado de
sus bienes, y sus deseos de trascendencia, representados en las obligaciones con que cargan a sus
herederos, para que recen por la salvación de sus almas, por toda la eternidad.
Estas fundaciones de capellanías, que dan origen a largos litigios, atravesando los siglos
nos permitirán ver, también, cómo los espacios monásticos -al igual que todos los constructos
culturales y sociales-, van variando sus significaciones a través del tiempo.
47
Aguirre, Margarita, Op. Cit. , p. 16.
48
En latín "Hermana" y que es usado normalmente como Sor.
45
canónigas Reglares, y según las constituciones des te monasterio a Dios todo
poderoso, a la Virgen Santa Maria y al Reverendísimo señor Obispo desta
ciudad, y a la señora N abadesa deste monasterio y a sus sucesoras
49
canónicamente electas, y así lo juro asta la muerte .. "
50 51
De esta manera, las siete monjas recibieron "velo roqueta y museta " como hábito que
debían usar perpetuamente. Así comienza la vida en el monjío de las Agustinas. Con una doble
dependencia: la autoridad eclesiástica y el Cabildo. Dependencia que se hace notar, en los
primeros años, cuando las monjas solicitan recursos para su subsistencia, pues era el Cabildo el
que se hacía cargo de las dotes que entregaban las novicias al momento de ingresar en el
monasterio.
Con el transcurrir de los años, y al adquirir la regla de San Agustín, las monjas fueron
liberándose del patronazgo del cabildo y, como ya hemos dicho, la autoridad eclesiástica
seguidora de la costumbre hispana, concedió a las mujeres monjas la capacidad para hacerse
cargo de los bienes provenientes de sus dotes.
49
Peña Otaegui, Carlos., "Una Crónica Conventual. El Monasterio de las Agustinas de Santiago (1574-195!)",
Santiago de Chile, 1951, p. 20.
50
Roquete (del catalán u occitano roquete, sobrepelliz.) Especie de sobrepelliz cerrada y con mangas. sobrepelliz
(del bajo latín superpellicium, y este del latín super, sobre, y pe/lcium, vestimenta de piel) Vestidura blanca de lienzo
fino, con mangas perdidas o muy anchas, que llevan sobre la sotana los eclesiásticos, y aun los legos que sirven en
las funciones de iglesia, y que llega desde el hombro hasta la cintura poco más o menos. Diccionario de la Lengua
Española, Editorial Espasa Calpe, Madrid, 1994, XXIa, Tomo II, pp. 1811 y !892.
51
Canesú (del francés canezou) !.Cuerpo de vestido de mujer corto y sin mangas. 2. Pieza superior de la camisa o
blusa a que se pegan el cuello, las mangas y el resto de la prenda. Diccionario de la Lengua Española, Editorial
Espasa Calpe, Madrid. 1994, XXIa., Torno L p. 387.
46
El espacio fisico del convento ocupaba, en su parte trasera, hasta la Cañada; una parte al
menos, en lo que hoy es aproximadamente las calles Estado y Bandera; más al poniente llegaba
hasta la actual calle Brasil. Los edificios del monasterio daban, con su iglesia, a lo que es la calle
Agustinas esquina con Ahumada. Este lugar lo ocupó hasta mediados del siglo XIX. El huerto y
el viñedo -para vino de Misa- se ubicaba en la actual calle Bandera, entre Alameda y Moneda. En
el siglo XVII, el padre Diego de Rosales, jesuita, describe el monasterio:
" ... por el número tan grande de religiosas que sustentan la gente más noble
de la ciudad, que con monjas y criadas tiene más de seiscientas personas
que se encierran en el circuito de más de seis cuadras ... " 52
La renuncia y profesión de las monjas fue, desde siempre un asunto problemático y poco
controlable para la autoridad eclesiástica, sobre todo después del Concilio de Trento y los
decretos emanados de él, respecto al ordenamiento de la vida monástica. Esta situación se nos
aparece en las instrucciones mandadas en la siguiente Sinodal:
Estos "excesos", de las nov1c1as, fueron la tónica de todas las profesiones durante la
Colonia, según podemos vislumbrar por esto constantes llamamientos al recato y al cumplimiento
47
de la austeridad de sus votos. Sin embargo, la mentalidad barroca propia de las formas de
religiosidad imperantes en el periodo colonial hispánico, pesaba muchísimo a la hora de elaborar
el ritual de profesión de las monjas. El ceremonial revestía gran solemnidad: la novicia lista para
convertirse en monja, recibía su nuevo hábito -con las prendas que ya vimos-, las constituciones
de la orden a la que estaba ingresando por el resto de su vida y el libro de profesiones:
Así la solemne austeridad establecida por la bula papal de Gregorio XIII, en 1583, se
trastoca en un ceremonial lleno de símbolos que anuncian que una doncella está renunciando al
mundo, para convertirse en la esposa espiritual de Jesucristo. Entonces, la ceremonia de profesión
asumía la alegría de una boda. Los familiares y la comunidad monástica, celebraban a la novia, la
vestían con lujo, se celebraba un baile en su honor -el llamado "baile de las novicias"-. Todo
parecía estar permitido más que para dar la bienvenida a la nueva monja, para despedir a la
doncella que se retiraba del mundo terrenal:
"Reina por un día, llevará una corona con alma de metal y adornada de
efimera cera, debajo de un velo que es negro en principio, pero que luego se
adorna de perlas y piedras preciosas. El vestido formado por mantos, la plisa,
48
la capa sostiene escapularios ( ... ) Anillos, pulseras y flores ... completan el
atuendo. Así figuran en los retratos que las familias conservan en sus casas
para recordarlas ausentes. Novia ímposible, bixantina y barroca, bizarra y
trágica, la monja novohispana en su retrato ritual fija la ímagen de un solo
día, en la efimera representación de aquello que prepara su soledad para
siempre: 'Recibe la palma de tu virginidad en tus manos ( ... ) si en ella
permanecieres, la inmortalidad de la gloria te corone' ... " 55
Estas son las monjas que, muertas para el mundo, por su juramento de renuncia, se nos
muestran en los documentos como muy activas dentro de su comunidad y, como tales,
relacionadas fuertemente con afanes del siglo. Son las monjas de velo negro, las que representan
el prestigio y poder de la elite ruspana y criolla. Mujeres que han recibido educación, y que
continuarán educándose durante su vida conventual. Capaces de hacerse cargo del
funcionamiento económico del claustro. Abadesas, Prioras y Vicarias, trabajan con todo el capital
dotal, a fin de satisfacer los requerimientos materiales de la comunidad. Mientras, las demás
monjas de velo negro se ocupan de sus peculios particulares, recibidos como donación de sus
familias, o por via testamentaria y derechos de herencias.
Contando con la autorización de un Prelado, las monjas podían ocuparse de sus negocios;.
En el locutorio se llevaban a cabo las transacciones de un patrimonio que era puesto a "finca
segura". El crédito era la actividad preferida para invertir este patrimonio, pero también solían
instalar algunos negocios donde se comercializaba lo que se producía en las huertas de sus celdas,
y eran atendidos por sus sirvientes y esclavos. Estas prácticas reforzaban, indudanlemente, la vida
particular que llevaban las monjas de velo negro.
La Regla de San Agustín advertía, constantemente, a las monJas que debían hacer
renuncia de sus bienes. Una de estas disposiciones la señala Kathryn Burns en su trabajo:
54
Boletín Eclesiástico del Arzobispado de Santiago, Tomo Xlli, p. 113-114.
55
Tovar de Teresa, Guillermo., "!1.1isticas novias. Escudos de monjas en el México coloniar'. En Monjas coronadas.
Vida conventual femenina en Hispanoamérica (catálogo de la exposición), Instituto Nacional de Antropología e
Historia y Museo Nacional del Virreinato, México, D.F., 2003.
49
"No mantengan propiedades, sino téngalo todo en común, y den a cada una
según su necesidad para alimento y vestido ... Todas las que en el mundo
mantienen posesiones, al entrar en el monasterio, deben compartirla de
buen grada con el resto; las que no tienen nada que no pidan en el
monasterio lo que no podían tener fuera de él. Pero, cúbranse sus
necesidades .. No tengan orgullo por el hecho de mezclarse con aquellas a
las que en el mundo no se hubieran atrevido a acompañar. "56
Pero, por otro lado, la praxis social dejaba en claro, desde larga data, que emn las monjas
las encargadas de realizar la actividad económica necesaria pam sostener la vida del claustro.
Mas aún, como ya hemos visto, la actividad económica y la actividad espiritual, se unían en el
concepto trabajado por historiadoras como Kathryn Burns, Margarita Suárez, Gisela von
Wobeser, entre otras, de la "economía espiritual".
" El lenguaje que usaban las monjas en estas ocasiones hace pensar que
conocían los asuntos financieros, puesto que llamaban a estas reuniones
"poner en orden la hacienda y la propiedad del monasterio" ... " 57
56
Citado en: Bums, Kathryn, Op. Cit., p. 67.
57
Poska, Allyson M. y Lehfeldt, Elizabeth A, Op. Cit, p. 53.
su propia manutención. Una de loas principales y más rentables actividades económicas era el
financiar, a cuenta de los bienes destinados a sus capellanías, los créditos que les solicitaban
regularmente los laicos, y a cambio ellas recibían el pago del rédito correspondiente. Para Chile
trabajaremos el expediente de dos monjas que reflejan claramente esta actividad de la "economía
espiritual", propia del claustro.
Margarita Suárez, analiza esta práctica crediticia, para las monJas Limeñas, en el
Virreinato del Perú, y dice:
De este modo, el clero secular y regular, los organismos anexos a la Iglesia (Inquisición,
Cofradías y Hermandades), las órdenes femeninas y los clérigos a título personal estuvieron
envueltos en actividades crediticias, lo que ha llevado a decir a muchos historiadores que
constituyeron el "banco" del período colonial aunque, ciertamente, esta afirmación resulte
exagerada. En realidad, tal como se ha demostrado para el caso mexicano, las únicas
instituciones religiosas que otorgaron préstamos de manera importante durante el período
51
colonial fueron las órdenes femeninas. " 59 Situación que se enmarca en la más profunda tradición
venida desde España, según lo hemos visto.
En 1680, doña Magdalena Silva, monJa profesa de velo negro, disponía, su última
voluntad:
En 1618, con ocasión del primer sínodo diocesano, celebrado en Santiago para aplicar el
Concilio de Trento, el obispo criticaba la vida relajada y licensiosa del monjío. Se iniciaban así
una larga serie de disputas, en las que se buscó por tres siglos, aproximadamente, disciplinar este
espacio femenino.
En 1710, el obispo Luís Francisco Romero, enfrentó a las monjas, en una prédica dicha en
ocasión de la toma de posesión de la nueva abadesa. Dice Sor Úrsula, que fueron tratadas.
59
Suárez, Margarita., Op. Cit., Op. Cit., p. 20.
60
Testamento de doña Magdalena de Silva. En Fondo de Capellanias del Archivo del Arzobispado de Santiago,
Expediente, 923, fj.4 vta.
52
paternidad, estuve de las mujeres más avergonzadas y todas lo estaban y
aun los mesmos clérigos se tapaban los rostros con loa sombreros: no hay
palabras para refenr esto. "61
Era el anuncio de que los tiempos estaban por cambiar, con la llegada de la República,
nuevas reglas someterían este espacio femenino a una reestructuración de sus formas de vida. En
primer lugar, la "vida particular" fue prohibida, y las monjas fueron obligadas a hacer una "vida
común". Pero, sobre todo, la separación con el mundo, finalmente, se hizo efectiva.
No sin resistencia de las monjas, conflicto que quedó registrado en un documento del año
1856, escrito por el Arzobispo de Santiago, Rafael Valentín Valdivieso, se ordena a las monjas
Agustinas acatar la Regla de la vida en común:
61
Suárez, Margrita, Op. Cit., p. 72.
53
esta nuestra resolución a toda la Comunidad, i en particular a las cuatro que
firmaron el pedimento de fojas sesenta i una.- EL ARZOBISPO DE
62
SANTIAG0." .
Poco a poco, las enclaustradas dejaron de oponerse a las nuevas reglas y los claustros se
cerraron. En su interior, la nueva Constitución del monasterio de las Agustinas, distribuyó los
espacios y los tiempos del monjío. Se les permitió seguir durmiendo en sus celdas, pero la
abadesa se encargaba de cerrar las puertas con llave, una vez que el toque de campana, al caer la
tarde, indicaba que se iniciaba la hora del reposo nocturno.
Así, los monasterios de mujeres, al que un cronista llamó de "monjas muy regaladoras",
cambió con los tiempos. Y sus toques de campana se escucharon cada vez menos, en un mundo
que al fin logró enclaustrarlas, retirándolas de aquel mundo al que ellas habían renunciado en sus
votos, es cierto, pero al cual acogían alegremente, pragmáticamente acaso, para vivir una vida
que, lejos de cerrarse, se habria a las experiencias más diversas y a las aventuras más
extraordinarias.
62
Boletín Eclesiástico, Tomo IL Desde 1830 hasta 1852, Imprenta de La Opinión, Santiago, 1861.
54
3. LAS CAPELLANÍAS: LOS TESTAMENTOS DE SALVACIÓN
Las capellanias son documentos testamentarios, que disponen bienes para obtener la
"salvación del alma" de quien puede dejar instituida la obligación de celebrar misas a perpetuidad
a fin de poner "el alma en carrera de salvación".
"Es una hipoteca espiritual y eterna, como el alma del fundador que sigue
disfrutando en la otra vida, los intereses espiritualizados en forma de misas -
especie de telégrafo mistico que transmite los valores de ésta a los moradores
de aquélla, como otras tantas de crédito expiatorio, con que ellos desean
63
satisfacer las cuentas de sus deudas ante Dios, y obtener su rernisión."
63
Consulta del gobierno de Mendoza, La iglesia, el alma y sus capellanías ente el derecho civil, Buenos Aires, 1876,
p. 5. En: Levaggi, Abelardo., Las capellanías en Argentina. Estudio histórico-jurídico, Buenos .<\ires, Instituto de
Investigaciones Jurídicas y Sociales "Ambrosio L. Gioja", Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Universidad de
La fundación e institución de las Capellanías, es una obra piadosa que involucra un
capital, que pasa a llamarse principal; este principal debe ser puesto a "renta segura", pues tiene
que asegurar la conservación del dinero a perpetuidad, para cumplir con la obligación de imponer
las celebraciones de misas.
Cada Capellanía está a cargo de un Patrón o Patrona, quien se encarga de hacer cumplir
las obligaciones piadosas y, sobre todo, de preservar el principal involucrado en la fundación.
También designa a los Capellanes que son los llamados a oficiar las misas, en caso de ser
sacerdote. Este es un punto interesante, ya que la legislación de b Corona explicita que el cargo
de Patrón puede ser ejercido por hombre o mujer indistintamente. Para este trabajo tiene especial
relevancia esta situación, ya que al enfrentarnos con las Capellanías fundadas por monjas, entre
otras cosas, vemos como, casi sin excepción, las Abadesas son nombradas Patronas, sobre todo
porque era el convento respectivo el llamado a gozar los mayores beneficios de los réditos
originados por la institución de la Capellanía.
Acerca de los Capellanes, si bien la legislación no hace expresa referencia, es casi obvio
pensar que debería ser un sacerdote, por lo que el puesto estaría vedado a la mujer; no obstante, y
más que nada, en el siglo XIX, encontramos mujeres designadas Capellanes, quienes son las
encargadas de contratar al sacerdote que celebrara las misas.
Así, durante todo el periodo estudiado, y más, esto es, 1558-1914, las fundaciones de
Capellanías hechas por mujeres son porcentualmente muy relevantes. Lo que nos indica que las
mujeres poseían un peso importante en cuanto al manejo patrimonial.
" ... el oidor Hernando Mechado calculó una población de 1717 españoles y
criollos a la que había que añadir 8600 indios y 300 negros, todo lo cual debe
65
ser referido al distrito de la ciudad y no sólo a sus límites urbanos."
Estas cifras de población, entregadas para el siglo XVII, nos dan cuenta de la importancia
de la opción religiosa, en la vida de las mujeres que vivieron durante los siglos coloniales. Un
aspecto más, a tener en cuenta, es el que dice relación con la fundación misma; en los litigios en
los cuales aparecen estos testamentos capellánicos, no se menciona siempre con claridad, si se
trata de una monja, ya que se la trata de "Doña". Y, por otra parte, los listados de religiosas de
los conventos no expresan si hubo testamento, lo más probable es que por tratarse de una
obligación no se pensó relevante el mencionarlo. Lo que importa en estos listados, por ejemplo,
el que realizó el cronista Juan de Guernica66 , es dejar establecido la fecha de ingreso como
64
Horvitz, Maria Eugenia., "Las capellanias de misas: obligaciones privadas y públicas. Chile 1558-1914". En:
Cuadernos de Historiª' no 18, Universidad de Chile, Facultad de Filosofia y Humanidades, Departamento de
Ciencias Históricas, diciembre 2000.
6
~ De Ramón, Armando, "Santiago de Chile (1541-1991) Historia de una sociedad urbana", Editorial Sudamericana
Chilena, Santiago, 2000, pág. 39.
66
Guernica, Juan de., "Historia y Evolución del Monasterio de Clarisas de Nuestra Señora de la Victoria en sus
cuatro periodos", Editorial Sagrado Corazón de Jesús, Santiago, 1944.
~7
novicia y la de la profesión -dos años más tarde, por lo general-, además se consigna su cargo y,
sobre todo, su forma de morir, lo que probaba que la monja había muerto en santidad.
En el último ritual que debía enfrentar la monja, el de su muerte, también estaba presente
el rol de la "economía espiritualizada". El transito hacia la vida eterna mostraba, claramente, la
diferencia de jerarquía social que mantenían las religiosa, durante su vida en el claustro. En
1861, el Arzobispo Valdivieso dicta una orden, para el monasterio de Santa Clara de la Antigua
Fundación, a fin de cambiar esta situación que refleja como las monjas aún no han podido
establecer una vida en común:
67
Mon¡as coronadas. Vida conventual femenina en Hispanoamérica (catálogo de la exposición), Instituto Nacional
de Antropología e Historia y Museo Nacional del Virreinato, México, D.F., 2003.
que ofrecieran al Señor con voto solemne la pobreza. 3° Que sería un error
creer que a quien renunció las riquezas en vida por amor de Dios, i por esto
no tuvo dinero con que costear sufrajios, se habla de prolongar el
Purgatorio más que al que consen•ó ese dinero i sólo dispuso de él para
sufrajios, cuando ya no podía llevarlo al otro mundo. 4° Que lo mismo que
ordena la Constitución con respecto a gastos en sifrajios está revelando la
moderación con que deben hacerse dichos gastos i si ella previene que
cuando la relijiosa deja algún peculio se invierte algo en misas, esto
naturalmente da a entender que las limosnas de las misas es como cierto
jénero de compensación del dinero que habría sido mejor no haber dejado
para morir pobre en el más lato sentido de la expresión. Se ordena que en
,lo de adelante siempre que muera una relijiosa sin distinción alguna entre
las de coro i las hermanas legas a más de los rezos dispuestos en las
Constituciones se manden aplicar por su alma treinta misas incluso en este
número las nueve que manda aplicar el cápitulo quinto de las
Constituciones jenerales i las del oficio de entierro que será cantada i
solemne, esto es, con Diácono i Subdiácono, oficiada por la comunidad
conforme al ritual de la orden; bien entendido, que solo rejirá el órden aquí
prescripto con respecto a las relijiosas que hagan su profesión después que
esta nuestra resolución se haga saber a la comunidad, observándose con
respecto a las que fallescan i hubieran profesado antes de ahora lo que se
ha obsen•ado hasta aquí, 'á no ser que la relijiosa que tiene derecho a que
la comunidad invierta mayor suma en los sufragios que la aquí se manda
invertir exprese en vida que tiene voluntad de renunciar a ese mayor gasto i
someterse a lo que aquí se establece. Tómese razón i remítase orijinal el
presente espediente para que se conserve en el archivo del Monasterio.- EL
8
ARZOBISPO DE SAlvTIAGO. ·.6
Catalina Silva, toma hábito, es decir, entra como novicia el año 1728, hace su profesión
de fe el año 1729; llega a ser directora de los ejercicios espirituales de San Ignacio -interesante
anotación que respalda la visión de estas mujeres monjas llevando vidas muy activas-; el 30 de
septiembre del año 1783 fallece: "Su cadáver quedó flexible y manó sangre al hacersele una
68
Boletín Eclesiástico, Tomo II, Desde 1861 hasta 1866, Imprenta del Correo, Santiago de Clú1e, 1868, pp. 43-44.
59
sisura con tijera"69 Así, el cronista demuestra como una religiosa entrega su alma al Señor con
muestras fisicas de su santidad. De sus disposiciones testamentarias, esas que constituían
obligación, nada se dice.
Las Capellanías fundadas e instituídas por mujeres, entonces, entregan una potente visión
epoca!, que contradice modelos y que construye nuevas formas de aprehención y comprehención
de mundo, a través de las representaciones que podemos apreciar en estos escritos.
69
Guernica, Juan de., "Historia y Evolución del Monasterio de Clarisas de Nuestra Señora de la Victoria en sus
cuatro periodos", Editorial Sagrado Corazón de Jesús, Santiago, 1944.
60
4. EN LOS CONVEJ\'TOS DE LA PURA Y LIMPIA CONCEPCIÓN REGLA
DEL SEÑOR SAN AGUSTÍN Y SANTA CLARA DE LA ANTIGUA
FUNDACIÓN: UNA AGUSTINA EN EL SIGLO XVII Y UNA CLARISA EN EL
SIGLO XVIII
Veamos ahora cómo funcionaba la "economía espiritual", a través del estudio y análisis
de dos monjas: la primera una monja Agustina, de velo negro, que inicia el trabajo de sus bienes
al profesar como novicia, y cuya trascendencia atravesará dos siglos y medio. Tiempo en el cual
su patrimonio espiritualizado en una fundación e institución capellánica, no dejó indiferentes a
quienes aducían tener derecho a dicho beneficio. Trabajaremos el expediente que da cuenta de un
largo litigio, iniciado en 1680 y finalizado en 1882.
La segunda monja es una Clarisa, de velo negro, cuyo expediente, aunque más breve
temporalmente, da cuenta también de una gran actividad económica y, además, muestra una
disputa patrimonial entre mujeres monjas y mujeres seglares.
Para las monjas, la decisión de tomar estado religioso implicaba una primera transacción
económica. El compromiso espiritual importaba la entrega de una dote, que servía para la
manutenció~ de la monja en su "matrimonio espiritual con Cristo" y, como ya lo explicarnos,
para el sustento de toda la comunidad.
Sobre este patrimonio las monjas tenían derecho, igual que en los matrimonios laicos, es
decir, el patrimonio dotal pertenece a la mujer, pero bajo la potestad del marido -en caso de las
casadas con hombre- y de la Abadesa -para las casadas espiritualmente-.
Era la abadesa, Priora o Vicaria, la que tenía potestad sobre los bienes dotales de las
profesas. En el caso del convento de Santa Clara, en Cuzco, también formaban parte del núcleo
del poder las llamadas madres de consejo, cuyo deber era asesorar a la abadesa en materia de
"economía espiritual", y de ellas dependía la aprobación de un crédito. No sabemos si en Chile
funcionó, de la misma manera, este "consejo de monjas asesoras", al menos no se menciona en os
documentos que trabajamos.
"... en Cuzco, como en Europa, Jos conventos tuvieron preparadas sus cajas
de depósitos con las tres llaves prescritas -una para la abadesa, otra para la
monja que actuaba como tesorera o depositaria y otra para el mayordomo-
para recibir el líquido que venía por este conducto. " 70
Por lo mismo, el tener hijas o hermanas monjas proporcionaba a las familias de la élite la
seguridad de que el patrimonio invertido en la dote, algún día volverla, ya sea por medio de la
obtención fácil y rápida de un crédito, o por disposición testamentaria.
En Chile, la situación no variaba demasiado. Las monjas contaban con dos formas de
recibir bienes para "gozarlos por los días de su vida": la primera era la dote, que se caracterizaba
por ser de carácter más comunitario en su uso. La Abadesa junto al Síndico del convento,
ingresaban este capital a las cajas de depósitos que poseían los monasterios. Sobre estos fondos
dotales la Abadesa tenia plenos derechos y además la obligación de invertirlos para que con los
réditos se mantuviera la comunidad y se entregara una cantidad de dinero y especies a cada
monja, además de mantener las celdas necesarias para aquellas profesas, con menos recursos, que
debían hacer "vida en común".
70
Burns, Kathryn., op. cit., pp. 69-70.
62
En 1865, el Arzobispo de Santiago, escribe ordenando que las novicias deben hacerse
cargo de sus gastos entregando a tiempo la cantidad estipula para sus dotes:
"No habiéndose resuelto nada en nuestro auto que proveímos, con fecha
veintiuno de julio último, acerca de la cuota que deben contribuir las
novicias antes de la entrega de la dote, con el fin de adquirir más datos
sobre este particular; teniendo entendido, por lo que posteriormente se nos
ha informado, que el dinero con que hasta aquí contribuyen las novicias
durante el tiempo de su noviciado, es mui inferior al que consume el
Monasterio en su mantención, se declara: Que mientras las dichas novicias
no entreguen la dote, para tener derecho a percibir las raciones que el
Monasterio distribuye en dinero i especies individualmente a cada monja,
ellas deben contribuir con una suma igual al costo de dichas raciones; pero
que son acreedoras a la habitación i uso de otras cosas que se disfrutan en
común i no individualmente, sin necesidad de pagar algo por ello.- EL
ARZOBISPO DE SAN11AGO.- As torga, Pro-srcretario. ,m
Las peticiones, por parte de las Abadesas, para que se aumentaran las dotes, fueron
permanentes, sobre todo en el siglo XIX cuando se empieza a exigir a las instituciones religiosas,
que hagan efectiva la vida en común.
La otra forma de recibir dinero, que tenían las religiosas, no provenía de sus dotes sino de
donaciones familiares o herencias. Ciertamente, en esta situación estaban las monjas con familias
más acaudaladas, aquellas que novicias que al profesar tenían derecho a usar velo negro. Estas
eran las monjas que llevaban una "vida particular" dentro del convento; las que poseían celdas
propias; las podían hacerse cargo de su patrimonio -siempre con licencia de la Abadesa y de la
autoridad eclesiástica- y realizar una actividad crediticia.
71
Boletín Eclesiástico, Tomo II, Desde 1861 hasta 1866, Imprenta del Correo, Santiago de Chile, 1868, p. 183
63
En sus testamentos de renuncia, las monjas de velo negro dejan muy bien estipulado cómo
deberá trabajarse su "patrimonio particular". El imponerlo a censo consignativo es lo más usual,
puesto que con los réditos podrán solventar sus gastos, que no son pocos: se incluye la
mantención de su celda y el sustento de sus sirvientes y esclavos.
Estos son los testamentos en los que, además, se deja estipulada la cláusula que establece
que, después "de los dias de su vida", se deberá fundar e instituir una capellanía a favor de su
alma y la de sus herederos. La unión de sus vidas al monasterio se expresa en la designación de
Patrona a la Abadesa y, después de hecha la prelación, una vez extinguida su línea de sucesión, el
principal-o capital- destinado a la fundación vuelve al convento.
En sentido, la capellanía es un documento que logra unir, más que ningún otro, los afanes
espirituales y los afanes del siglo, y lo hace de tal manera que la salvación del alma queda
asegurada por el beneficio de un bien censado y, por ende, obligado a perpetuar la memoria de su
otorgante por toda la eternidad.
El 27 de diciembre de 1639, hace su profesión de fe, como novicia agustina de velo blanco,
la hija de un maestre de campo, doña Magdalena de Silva Obligada a disponer de sus bienes, antes
de ser declarad "muerta para el mundo", instituye su primer testamento.
Podemos aventurar que tiene 18 años, y que está en el convento desde los 16 que era la edad
mínima exigida para ingresar como novicia. Durante dos años ha sido preparada para este dia en el
que se celebrará su desposorio místico. Solo después de este proceso se la autoriza a pedir licencia
para profesar y hacer su renuncia.
El escribano Manuel de Toro Mazote, declara:
"Que por cuanto está para profesar, y tiene licencia del Ordinario para
hacer, y otorgar su testamento, y disponer de sus bienes, y el dicho su Padre
le ha mandado lo disponga a su voluntad, y como foe la de la otorgante, y
porque en todo tiempo conste de ello desde ahora para entonces, y desde
ahora para cuando lo hiciese, y para siempre jamas, exclama de este
testamento que el dicho su Padre le ordenase, y por su voluntad hiciese
salvo si para que conste que le hace de la suya se pusiere en él e insertare
todo el pater nos ter, y en otra manera no valga, y declara, y otorga por su
última voluntad, y pusiese que todos sus bienes, y legítima paterna, y
materna, y otros que le pertenescan después de la muerte de su Padre, se
impongan a Renta, o susediendo otro caso par donde se le pudieren entregar
sus bienes para gozar la renta de ellos, por todos los días de su vido de la
otorgante ... "72
Así, con el ritual que expresa su gesto de renuncia al mundo, se dispone Magdalena, ya
monja de velo negro, a vivir, por todos los dias de su vida, en su celda del monasterio de la Pura y
Limpia Concepción Regla del Señor San Agustín. Pero, veamos como prosigue el documento:
72
Testamento de doña Magdalena de Silva, Fondo de Capellanías del Archivo del Arzobispado de Santiago,
Expediente,. 923, fojas. 1vta.-2
65
partida de este mundo, parece ser una constatación más dentro del texto, no hay ruegos ni pedidos de
protección para el tránsito hacia su otra vida. Lo que importa, al parecer, es la proyección de su
patrimonio, tanto en el convento como en su descendencia.
El lenguaje escueto del relato parece romper con un mundo de representaciones que
establece la salvación del alma como principal heredera Para doña Magdalena la novicia profesa,
este gesto queda fuera Algo sorprendente para el siglo XVII. Sorprendente, como los cuarenta y un
años que vivirá esta religiosa agustina, y que seguiremos en un expediente de larga duración, que
llevará, en efecto, a sus descendientes y herederos a reclamar los bienes dejados por ella, según
consta hasta el año 1882.
73
Idem.
66
resadas a razón de dos pesos por ia limosna de de cada una en el discurso
de cada año .. "74
En lo que será su primer testamento doña Magdalena, novicia de velo blanco, acude a un
gesto que también parece vedado a una monja, se pide a los testigos que guarden en secreto el
contenido testamentario, por lo cual se obligan, todos los participantes en el ritual de profesión, con
un juramento. Esto nos lleva a pensar que estarnos frente a un testamento cerrado, forma legal que
fue más bien excepcional en este tipo de instituciones. Veamos el documento:
" ... todo lo cual otorga por su testamento y por aquella vía que más haya lugar
y por su última voluntad Y foeron testigos el Doctor Pedro de Malina,
Fernando de Samansas capellán de dicho Convento, y Miguel de Mancilla; y
aunque se buscaron más testigos, no se hallaron, y juraron de guardar secreto,
y la otorgante que doy fe conosco hizo lo mismo ... " 75
Las enmiendas testamentarias de las monjas, al parecer, constituyeron una práctica bastante
corriente, tanto es así que, en el siglo XIX, se intenta poner atajo a dicha costumbre que, ciertamente,
modificaba el testamento de renuncia a favor de los intereses particulares de las profesas.
"El Santo Concilio de Trento dispuso, que antes de profesar las Personas
Religiosas, para la Renuncia que hacen de sus Bienes, hayan de sacar
Licencia del Obispo. ó de su Vicario General, y practicarla dos meses antes
de la Profesión; pero como al tiempo de pedirla, no expresan el Contexto de
la Renuncia; después en ellas suelen insertarse algunas Cláusulas
incompatibles con el Estado Religioso; particularmente en la de las Monjas,
74
Ibidem, fojas 3vta. a. 4.
67
advocaciones. Sus preocupaciones hacen referencia únicam~nte a la prelación y a quienes se harán
cargo de las obligaciones de su Capellanía. Desde luego los Capellanes serán de su linaje a
perpetuidad, y en caso de no haber ningún varón descendiente legítimo suyo, la servirá en
interinato el Capellán del monasterio, hasta que aparezca capellán de su linaje. El Patronato, por
su parte pertenecerá, también a perpetuidad, a la abadesa del convento, quien tendrá la obligación
de preservar y aumentar el patrimonio que deja a su cargo, como principal de la Capellanía.
Podemos imaginar a doña Magdalena profesando, más o menos dos años después de su
ingreso al convento -que era lo establecido, según lo explicamos-, recibiendo el hábito con su
velo negro, que le confería un estatus superior en la comunidad; habitando su celda, acompañada
de su esclava Elvira; haciendo una "vida particular", puesto que nada la obligada a llevar "una
vida en común", como las monjas menos afortunadas, aquellas cuyo patrimonio y dote no les
permitía usar velo negro ni tener celda propia. Y podemos verla, también, en su último trance,
cuando está cierta que su tiempo terrenal ha terminado, acompañada de la Abadesa, disponiendo
junto a ella, compartiendo esta voluntad, la que ha diferencia de la primera, ya no resalta que se
trata de "su" voluntad:
"!señalamos por dote de la Capellanía, todos los vienes que la dicha Doña
Magdolena de Silva hubo y heredó de sus Padres, y le pertenecen por rasan
78
Ibidem, foja 7vta.
69
de las dichas licencias, y la Estancia de Mayarmo, sensos, y Jo demas que le
pertenecen como dicho es, y se le adjudicó por las cuentas de particiones
que le hicieron en Jos vienes de sus Padres entre Jos demas herederos, y
mandaron que Jos vienes que estuviesen en especies, se vendan, y su
prosedido se imponga a senso para que con sus réditos se haumente la
dotación de la dicha Cape/Janía, y se pague la limosna de las dichas Misas
conforme a la dicha dotación. 1 es declaración que principal de la dicha
Cape/Janía ha de ser, y es de todos los vienes que en qua/esquiera manera le
pertenescan sin limitación alguna, en lo qua/ no entran ni se comprenden,
los réditos que a la otorgante pertenecen por sen sos, y en otra manera que
se han causado y se cobren hasta el dia en que muriese, y no se hubieren
cobrado por que estos tocara este dicho Monasterio, y le pertenecen. Y así
mismo no entra en esta Cape/Janía una negra Esclava nombrada Elbira, por
que ya la dejo a Doña Agustina de Silva, su hermana, monja de este dicho
Monasterio; y así mismo la Se/da que tiene, pues pasa a la dicha su
hermana Jo uno y Jo otro por Jos días de su vida, y después Jo deja al dicho
Monasterio, así a dicha Negra como la Se/da, y sacado Jo referido, todo Jo
demás sea para la dicha Cape/Janía según ba dispuesto . ... " 79
Este párrafo testamentario da cuenta de varias situaciones interesantes, y que nos permiten
vislumbrar cómo funcionaban los patrimonios de las monjas. Existe claridad acerca de los bienes
que le pertenecen, a doña Magdalena de Silva, por concepto de herencia paterna y materna, y entre
cuyos bienes figuran censos sobre los cuales ella tiene derecho en calidad de censualista80, todo lo
cual pasa a formar parte de la dotación de su capellanía. Además, para aumentar la dotación de
dicha fundación se estipula que el total de sus bienes "en especies" se pongan a la venta y con el
dinero obtenido se imponga un censo, cuyo rédito se deberá sumar al principal capellánico; de esta
manera, se perpetúa el flujo crediticio de la "economía espiritual", que estaba a cargo de los
conventos femeninos coloniales.
79
Ibidem, fojas 8vta. a 9.
80
Según el Artículo 2022 del Código Civil: "Se constituye un censo cuando una persona contrae la obligación de
pagar a otra un rédito anual, reconociendo el capital correspondiente, y gravando una finca suya con la
responsabilidad del rédito y del capital.
Este rédito se llama censo o canon; la persona que le debe, censuario, y su acreedor, censualista." En:
Código Civil, Editorial Juridica de Chile, Santiago, 2003, p 567.
70
Hemos destacado una disposición que pareciera contradecir todo lo anteriormente
declarado como bienes que pueden pasar a formar parte de la dotación capellánica: " ... en lo qua!
no entran ni se comprenden, los réditos que a la otorgante pertenecen por sensos, y en otra
manera que se han causado y se cobren hasta el día en que muriese, y no se hubieren cobrado por
que estos tocara este dicho Monasterio, y le pertenecen. " Aquí seguiremos el análisis que hace
Kathryn Burns, quien afirma que el patrimonio otorgado a los conventos por las dotes de las
profesas, pasaban a formar parte del patrimonio de la institución, de tal manera que quien estaba a
cargo de él era la Abadesa ..
Esta transacción económica que daba inicio al matrimonio sagrado de las monjas, tenía el
mismo carácter legal que el de los matrimonios laicos. Aquello significaba que las monjas, igual
que cualquíer mujer casada, debían entregar la administración de sus dotes. Si bien, maridos y
Abadesas, no podían hacer uso de este patrimonio para gastos cotidianos, sí podían invertirlo, de
tal manera que sus réditos sí podían ser ocupados en los gastos propios de la institución religiosa,
que es caso que nos interesa. Esta consideración, explicaría porqué los conventos parecen no
haber sufrido la "injuria de los tiempoos", y, al contrario, pudieron mantener siempre su actividad
crediticia como institución.
La riqueza de los conventos estaba asegurada por dos vías: el patrimonio dotal, a cargo de
la institución conventual, representada por su Abadesa, y el patrimonio personal que cada monja
poseía, ya sea como herencia o por su propia actividad económica, que en el caso de doña
Magdalena de Silva, se basaba en el préstamo, a través de los censos consignativos o censos al
quitar, que era lo que le estaba permitido como una manera de no caer en "el vicio de la usura".
71
donación de una parte de la propiedad de suficiente valor como para cubrir la
cantidad de la dote. Dada la notablemente escasa liquidez de la economía
colonial peruana, que había exportado gran parte de su plata a España, no es
sorprendente que muchas famílias respondieran a los requerimíentos de la
dote a través de censos, y algunas cediendo propiedad a los conventos más
que pagar a las monjas míles de pesos. Sin embargo, parece que el pago al
contado figuró en muchas de estas transacciones. " 81
"Sepan cuantos esta carta vieren como yo el capitán Don Juan de [)7/oa y
Mercado vecino de esta Ciudad de Santiago de Chile digo Que por cuanto por
Escritura otorgada ame él presente Escribano en trese de Diciembre del año
pasado de mil y seiscientos y setenta y nuebe me obligué en fabor de Doña
Magdo/ena de Silva Religiosa que foe del Monasterio de Monjas de Nuestra
Señora de la Pura y Limpia Consepción por un mil y cinquenta pesos de a ocho
reales por plazo de un año por la causa y razón que contiene en la dicha
Escritura se cargaron los cinquenta pesos por los réditos del año a cinco por
ciento para los alimentos de la dicha Religiosa porque el principal de la deudo
foeron los un mil pesos y contrato de la susodicha que por los días de su vido le
había de acudir con los réditos de los dichos un mil pesos y que después de ella
los impusiese y cargase a censo a fabor de la Capellanía que dispuso ... "82
Las implicancias de este contrato son, evidentemente, de la mayor importancia; entre otras
cosas, muestra como esta monja profesa maneja su patrimonio, lo aumenta; manteniendo una
actividad económica, como prestamista, y usando las prerrogativas del censo al quitar o censo
consignativo, se asegura que, después de los días de su vida, el principal negociado será impuesto
en los bienes del censuario o deudor, cargando su patrimonio con la obligación de un censo
81
Burna, Kathryn, Op. Cit., p. 69.
82
Ibídem, foja 22.
72
capellánico para que con los réditos anuales se mantenga el funcionamiento de la capellanía, a
manera de protección para la "muerte vivida" de sor Magdalena.
El capitán don Juan de Ulloa cumple con su obligación; aunque con todo, han pasado 13
años desde el fallecimiento de doña Magdalena, claro que asegura haber pagado durante todos
estos años los réditos a don Manuel Antonio Gómez de Silva, sobrino y capellán de la fundación
capellánica ..
En el año 1693 presenta, don Juan de Ullos, este escrito en el que explica cómo y a qué
está obligado por el contrato que suscribió con doña Magdalena de Silva, en el año 1679:
83
Ibidem, foja 22 ..
73
López-Cano, se hacía desde el siglo XVI en México, como una forma habitual de inversión de
los bienes con que se dotaba una capellanía:
Pero además, esta Escritura de censo que obliga a don Juan de Ulloa, contiene un
elemento más que muestra cómo, en efecto, el convento de las Agustinas puede ser acreedor, en
forma paralela, tanto por los bienes a cargo de la comunidad -según nuestra hipótesis
provenientes de las dotes de monjas y de los principales capellánicos que pertenecían al
monasterio por fin de la descendencia de las monjas fundadoras- como por los contratos de
censos, entre ellos el capellánico, que se establecían individualmente entre las monjas y los laicos
que acudían a ellas en busca de préstamos en efectivo. Situación nada excepcional en el monjío
colonial de Hispanoamérica.
otorgo que impongo cargo y cituo los dichos un mil pesos de a ocho
reales de principal sobre todos mis bienes cuantos al presente tengo y
tubiese de aquí adelante y especialmente sobre la Estancia y tierras que
tengo en el Valle de Codigua que linda con el Río de Maypo y con Estancia
nombrada Bopeta que es muy valiosa y cuantiosa en que declaro están
impuestos y cargados asenso principal cuatro mil pesos de a ocho reales en
fabor del Monasterio de Nuestra Señora de la Limpia Concepción de esta
Ciudad y otros un mil pesos en fabor de la Capellanía de la dicha Doña
Magdalena de Silva que yo los impuse y en lo de mas es libre de otro senso o
hipoteca . ..s5
84
Martínez López-Cano, Maria del Pilar., "Las capellanías en la ciudad de méxico en el siglo xvi y la inversión de
sus bienes dotales". En: Martínez López-Cano, Maria del Pilar; Von Wobeser, Gisela; Muñoz, Juan Guillermo
(Coordinadores)., Cofradías. Capellanías y Obras Pías en la América Colonial, Uníversidad Nacional Autónoma de
México, México, 1998, p. 201.
85
Ibidern, fojas 22-22vta..
74
El principal de la capellanía mandada fundar por doña Magdalena de Silva, fue impuesto,
finalmente, en tres lugares: la hacienda de Mayarmo, propiedad de la fundadora, en la hacienda
de Codigua perteneciente a don Juan de Ulloa y en la chacra de don Henrrique Campino. La
hacienda de Mayarmo tenía un censo de 1.500 pesos, en tanto que las otras dos estaban cargadas
con l. 000 pesos cada una.
La voluntad de doña Magdalena se cumple con bastante exactitud. La prelación que ella
hace para sus descendientes es puesta en práctica inmediatamente después de su fallecimiento,
puesto que quien asume como primer capellán es un sobrino sacerdote, don Manuel Antonio
Gómez de Silva, que ejercía como Maestre de la Catedral.
Luego aparece en el expediente, en 1827, una solicitud para acceder al cargo de capellán,
que es como sigue:
75
desendencia deben servir la Capellanía, los Capellanes actuales del
Monasterio. Estas son las Leyes que deben servir de regla para dar la
posesión de ese aniversario.Ahora bien: ha fallecido el Capellán pariente de
la fundadora que la servia, según consta del documento de fojas 5. Se han
puesto edictos convocatorios según se ve a fojas 6. Ha transcurrido el
termino legal, y no hay pariente sacerdote que tenga derecho a la
imposicion. Yo soy el actual Capellan del Monasterio. Soy por consiguiente
el llamado al goce de su interina/o. No es necesario difUndirme mas en
comprobar un derecho. En esta clase de negocios, la voluntad del
instituyente es la suprema Ley. En nuestro caso no hay trepidocion, porque
es espero el tenor de la institucion. Así pues = Suplico Vuestra Señoría que
en virtud de lo espuesto, y de las diligencias obrados, se sirva concederme la
poses ion de este Aniversario como pedí en mi escrito de fojas 6. Es Justicia
Vuestra.
Otrosí: El consentimiento y nombramiento de la Patrona que según el
documento de fojas 1 lo es la Abadesa del Monasterio, se comprueba con la
autorización de este escrito que ba igualmente subscripto por dicha
Prelado: con lo que estan llenos todos los preceptos de la fUndadora.
6
Suplico se tenga presente en justicia ut supra. ,,¡¡
Será la última vez, por lo menos documentada, que un pariente de Sor Magdalena
aparezca como beneficiario de su fundación capellánica. Durante el siglo XIX serán siempre
capellanes del convento de Agustinas, nombrados por la Abadesa o Prelada, los que acudan a los
llamados convocatorios, a llenar las capellanías vacantes, que se publicaban en los Diarios de la
época -especialmente el Estandarte Católico-, para aquellos interesados en asumir el cargo de
capellán interino, a la espera de un pariente, de la fundadora, que nunca llegó.
Doña Magdalena de Silva, una religiosa Agustina de velo negro, como cualquiera otra de
su época y fortuna, vivió su voluntad de "muerta para el siglo" durante cuarenta y un años, entre
1639 y 1680.
86
lbidem, foja 14vta.
76
El día 30 de septiembre de 1680, hace su testamento definitivo; cuatro días más tarde, el
4 de octubre, fallece. A partir de entonces, su muerte vivida en la eternidad comienza, y serán sus
herederos, no siempre sus descendíentes, quienes siglo tras siglo traerán su nombre para decir
que los tres mil quinientos pesos que dejó para la institución de su Capellania, les pertenecen.
Durante el siglo XIX, se suceden las vacantes de capellanes, los llamados y los litigios
jprobatorios de los derechos tenidos para ejercer el cargo de Capellán. El cargo de Patrona, en
tanto, permanece en la persona de la Abadesa, ella es quien avala al capellán postulante en la
presentación de antecedentes que respaldan la obtención de la colación. Sin embargo, el principal
de esta capellania ya no parece estar a su cargo. Avanzado el siglo XIX, es el Estado y la
autoridad laica la que entrega el veredicto definitivo de pertenencia de la colación.
"El Promotor Fiscal, visto este espediente en que el Presbítero Don Ramón
J. Lemir solicita la posesión de la Capellanía de 3.500 S que mandó fundar
Sor Magdalena Silva, relijiosa que foe del Monasterio de Agustinas de esta
Ciudad, i en la cual/lama a su goce en primer a sus parientes Sacerdotes i a
falta de éstos a los Capellanes que por tiempo lo foesen de dicha
Comunidad, con tal que sean presentados al efecto por la Abadesa, según
todo se vé en el instrumento de fojas 6. Habiéndose fijado edictos
convocatorios par el término legal, sin que se halla presentado ningún
pariente: este Ministerio no encuentra dificultad en que Vuestra Señoría
declare al espresado Señor Lemir el goce interino de este aniversario,
debiendo percibir sus réditos desde en que empezó á ejercer el cargo de
Capellán de las Monjas Agustinas.Santiago, Noviembre 4 de 1864. ,,¡¡ 7
87
Ibídem, foja 55.
77
principal de la Capellanía declarada al Señor Garrido en la sentencia
anterior espuc1eron después de haver rejistrado los libros, que no se
reconocía capital ninguno, perteneciente a itten Capellanía. Santiago
Septiembre 4 de 1882. .. ~
El censo cape1lánico fundado por doña Magdalena de Silva, se cierra así, con una
declaración escueta que no reconoce capital perteneciente a dicha capellanía. El testamento de
sor Magdalena que debía permanecer perpetuamente vigente se extingue. La vigencia de su
voluntad se mantiene en un tiempo religioso, que aún la reconoce, pero no lo hace el tiempo del
siglo. El tiempo perpetuo se ha quedado en el monjío, con su sentido de trascendencia y
eternidad, acompañando las últimas y postrimeras voluntades de las monjas Agustinas de velo
negro.
Doña Inés Josefa de Gamboa, profesa en el año 1737, con la ayuda de un patrimonio que
le deja su tía doña Francisca Verdugo 89, monja de la Orden de Nuestra Señora de la Merced, para
que lo use como dote si decide entrar a un monasterio.
" ... y es declaración que en caso de ser Religiosa enterada su dote, la d1cha
mi sobrina, el de mas valor de este legado se ha de imponer a renta en la
mesma casa para que la goze durante su vida, y por su muerte la mitad del
Principal de la Doña lgnes ... y la otra mitad se ponga en Capellanía ... "90
88
Ibidem, foja 63.
89
Testamento de doña Francisca Verdugo. Archivo del Arzobispado de Santiago, Expediente 795, Fondo de
Capellanias, fojas 4 a 7.
90
Ibidem, foja 6.
'7!!
Su ingreso al monjío no estará exento de problemas. Su historia comienza cuando tenía
alrededor de 12 años, según podemos colegir de las declaraciones que su tía, doñ.a Francisca
Verdugo, hace en sus disposiciones testamentarias.
Al llegar el tiempo de tornar estado para doñ.a Inés, se decide a ingresar al convento de
Santa Clara de la Antigua Fundación. Su madre, entonces le disputará la renta que le pertenece
por testamento, aduciendo que ha debido gastar para su manutención, por lo que tiene derecho a
parte del principal que está destinado para la fundación de un.a capellanía a favor del alma de
doña Inés:
" ... declaro por la dicha mi hija Doña lgnes le dono Doña Francisca ... su
tía, una casa, con la condición de que su valor después de los días de la
susodicha (escalfada la date) y censos que sobre ella cargaron se impusiese
una Renta para una Capellanía a mi disposision y arbitrio. Y que en los
aliños y compostura de dicha casa, y en los alimentos de la dicha Religiosa
tengo gastadas mas de 1,000 pesos, con los cuales está la susodicha con
exceso íntegramente pagada de la cantidad de 700 pesos ... que sera lo que
puede tocarle por su legitima ... "91
Así, doñ.a Maria Antonia justifica su quehacer como albacea de los bienes de su prima y
de su propia hija, ambas religiosas. Es interesante ver esta confrontación, por patrimonios, entre
mujeres, monjas y laicas. Ambas en plena posesión de sus rentas.
79
el traslado de un censo que le pertenece y del que está recibiendo los réditos. El capital invertido
corresponde al censo que le dejó en herencia su tía monja, doña Francisca Verdugo, gravando su
prop1a casa.
Este beneficio dotará a doña Inés por los días de su vida, pasando, luego de su muerte, la
mitad de él a formar parte de un principal para dotación de una capellanía. Queda así estipulado
en el testamento de doña Francisca.
En el documento aparece una Inés, ya convertida en monja de velo negro, y que dueña de
sus rentas, aplica sus derechos, poderes y licencia, e impone parte de su dinero en un censo
consignativo, con obligación de entregarle la renta de éste por los días de su vida.
Lleva 38 años como religiosa, sus hermanos también son sacerdotes, no obstante, el
patrimonio familiar ha estado siempre bajo la tutela de las mujeres de la familia -doña Francisca
Verdugo, doña María Antonia Mardones y doña Inés Josefa de Gamboa-, dos de ellas religiosas.
Ellas se han encargado de hacerlo productivo. Las monjas, que son el foco de nuestro interés,
han trabajado muy bien sus patrimonios. .
Doña Inés tiene asegurada su vida, la terrenal y la eterna, sabe qué hacer. Esta monja de
velo negro, es la más activa acreedora que hemos encontrado en los expedientes investigados.
Una muestra: el documento en el que solicita las licencias necesarias para realizar, de la mejor
manera, su quehacer en lo que hemos llamado "economía espiritual".
El documento muestra cómo se realiza la traslación de una carga censaría, en este caso de
una casa a otra. El censuatario pide a doña Inés cancelar la imposoción que grava su casa y le
91
lbidem,, foja 9 vta.
80
entrega los 1.217 pesos. Ella, entonces, encuentra un nuevo censuatario o deudor, que está
dispuesto a gravar su propiedad, obligándose a pagar el rédito del 5% anual a la monja, por todos
los días de su vida. El mecanismo del crédito que está ofreciendo dofta Inés es por demás
interesante, como veremos más adelante, lo que hace es ofrecer liquidez a quien desea redimir
otro censo del que es deudor.
" ... puesta a los pies de Vuestra Señoría 1/ustrfsima bajo vuestra superior
venia digo: que hallándose impuestos en la casa que posee Don Josef Gana
1217 pesos 4 reales pertenecientes a mis rentas, los mesmos que Doña
Francisca Verdugo mi tía mandó se me pusiesen para dote, y que después de
mis días se destinasen para una Capellanía que han de gosar mis hermanos,
en la actualidad se han consignado por el dicho Don Josef con el fin de que
se chancele aquella imposisión, y deseando io asegurarla he solicitado a
Don Santiago Segue actual dueño de las casas que foeron de mis podres
para que resiba esta mesma cantidad sobre ellas, mirando que de este modo
recae en una mesma porte todos mis emolumentos de dichas rentas; y
hallándose llano dicho Don Santiago a resebirlos con el objeto de redimir
otro principal, para que tenga efecto
A vuestra Señoría 1/ustrfsima pido, y suplico se sirva de consederme venia y
licencia para imponer el dicho principal a censo sobre las expresadas casas
del enunciado Don Santiago Segue, y a su consequencia mandar que
otorgado el instrumento de imposición se entregue esta cantidad por Don
Josef Gana en cuio poder se halla consignada que es justicia" 92
En el documento citado, doña Inés de Gamboa, argumenta que las razones para que
solicitar se le permita la traslación, es que desea asegurar sus rentas y para eso lo mejor es que
todos sus "emolumentos" estén en un mismo lugar. Pero veamos que dice don Santiago Segue
que es quien va a obligarse con el censo redimido, imponiéndolo en su cas:
81
un mil dociento dies, y siete pesos quatro reales pertenecientes a sus rentas
en la forma deducida respondiendo al traslado que se le dio de su escrito en
que expresa tiene intención de inponer dicha cantidad en mi Casa Digo que
desde luego estoy pronto a resevirla con el fin de redimir docientos y
sinquenta pesos a que está esta Casa hipotecada a favor del Reverendo
Padre Presbítero Fray Juan de Dios Gamboa de una criada que le compré
dexando su inpoHe a rédito, y al mesmo tiempo una Capellanía de 800 y
tantos pesos que sirve el Doctor Don Sevastian Lecaros Clérigo presvítero,
quedando así reducido los sensos a tres mil pesos por estar ya chanceladas
las quotas hereditarias correspondientes al precitado Padre Fray Juan de
Dios y a su Hermano que es muerto el Reverendo Padre Fray Manuel ambos
de la orden de Nuestra Señora de la Mersed, y aunque en la actualidad esta
Casa no ha sido tasada, mas es constante fue comprada por mi en 5.200 y
mas pesos en que el dilatado tiempo que ha mediado desde su compra según
su situación, por cargar el comercio a crecido mas de un tercio su balar.
Según toda mi relación se certifica del instrumento que presento en devida
forma Jurando a Dios Nuestro Señor y una Señal de Crus ser cierta mi
relación y verdadera, y en esta atención
A Vuestra Señoría Ilustrísima pido y Suplico que haviendo por manifestado
el instrumento se sin•a aprovar por vastante la Casa para la inpocicion que
solicita, y a su consequencia mandar que ororgado instrumento de
inpocicion, se me entregue el dinero consignado en poder de Don Joseph
Gana que es Justicia Vuestra "93
Veamos, don Santiago Segue, está pidiendo el permiso correspondiente para imponer
sobre su casa un censo de 1.217 pesos, que pertenecen a doña Inés de Gamboa y que está
dispuesta a prestársele esa cantidad de dinero a cambio de recibir los réditos correspondientes.
Las razones de don Santiago, para pedir el préstamo, también aparecen claramente expuestas:
92
Expediente N° 1587, Archivo del Arzobispado de Santiago, Fondo de Capellanías, foja 2 y 2 vta.
82
necesita redimir un censo de 250 pesos con que tiene hipotecada su casa a favor de fray Juan de
Dios Gamboa, hermano de doña Inés, a quien le compró una criada a crédito, diríamos hoy,
obligándose con los réditos.
Además, necesita redimir un censo capellánico de 800 pesos, que también están
impuestos sobre su casa. Su intención es liberar su casa lo más posible, ya que, al pagar las dos
deudas ya mencionadas, solo le quedan 3.000 pesos de censos impuestos sobre su propiedad que
tiene un valor de 5.200 pesos. Es decir, don Santiago necesita el efectivo para liberarse de dos
censualistas, con la garantía de que, además, le sobrará algo de dinero después de cancelar las
dos imposiciones. Sin embargo, su casa quedará cargada con 4.217 pesos en total, lo que hace
que su patrimonio se vea expuesto a una especie de sobre endeudamiento, al parecer, sin fin.
Doña Inés, por su parte, obtiene un censuatario que garantiza sus rentas. No olvidemos
que su deseo es concentrar sus "emolumentos" en un solo lugar, por lo que es dable pensar que
los 3.000 pesos, que están impuestos en la casa de don Santiago Segué, le pertenecen o, al
menos, una parte de ellos. La transacción es autorizada y se redacta la Escritura de Imposición.
La renta de doña Inés está aseguradad.
Veintidos años antes, en 1755, doña Inés de Gamboa se encuentra en un locutorio del
convento, tiene licencia de la autoridad eclesiástica, y se prepara a hacerle un préstamo a uno de
sus hermanos, don Manuel Garnboa:
"Y usando de ella dijo que por cuanto sobre las casas que posee don
Santiago Segue y su mujer doña Magdalena Salinas, que le vendió la
otorgante y sus hermanos los reverendos padres presentados, frai
Manuel y frai Juan de Dios Gamboa del real y militar órden de nuestra
señora de la Merced por escritura otorgada ante don José Á/vares de
Henostrosa escribano público y real que fue de esta Corte en trece de
julio del año pasado de mil setecientos cuarenta y nueve quedaron
impuestos á censo á favor de la otorgante ochocientos pesos de principal
de que le paga anualmente sus réditos el dicho don Santiago Segue, para
93
Ibídem, foja. 4 a 4vta.
83
los fines que dejó dispuestos la otorgante en su renuncia que otorgó al
.
/lempo d e su pro, ¡ecwn
;·
... ..94
1
En efecto, doña Inés al hacer su renuncia y profesión como monja de velo negro, dejó
estipulado que viviría de sus rentas provenientes de los réditos que le otorgaban los censos
impuestos a su favor.
Dispuesta a morir para el siglo, doña Inés de Gamboa, sabe que deberá pedir licencia,
cada vez que necesite relacionarse con el mundo, en su calidad de censualista, cuando alguien le
solicite que imponga un principal sobre su propiedad, convirtiéndose en un censuatario dispuesto
a pagar los réditos correspondientes a favor de la religiosa.
Esta vez es su hermano, don Manuel de Gamboa, quien necesita su ayuda. No sabemos
porqué, los documentos no lo explican, pero fray Manuel debe completar un principal
capellánico, de cuya fundación el es patrón y capellán. El principal de la Capellanía es de 3.000
pesos, pero solo se han impuesto 1.800 pesos, por lo que, seguramente, fray Manuel prestará a su
vez lo que les falta al matrimonio fundados. No era inusual que quien fundaba una capellanóa, se
viera obligado a pedir un préstamo, contrayendo una obligación censaría, para asegurar el
principal, que no solo salvaría su alma, sino que obligaría con los réditos al censuatario para
beneficio de su patrimonio testable, puesto que sus descendientes se beneficiarían de este bien
espiritualizado.
94
Expediente 886, Archivo del Arzobispado de Santiago, Fondo Capellanías, fj. 38.
84
de doña María Teresa de Aran ... "95
Doña Inés está dispuesta a prestarle a su hermano los 800 pesos que solicita, a cambio,
don Manuel se obliga a acudir con los réditos de un principal de 1.200 pesos. En suma, la
ganancia de la transacción se ve aumentada en 400 pesos, a beneficio de dofia Inés:
Doña Inés de Gamboa, entrega los 800 pesos a su hermano, quien se convierte en su
deudor. Sabemos que las disposiciones tridentinas no permiten que las monjas inviertan su
patrimonio particular en negocios que impliquen ganancias. El escribano formaliza el contrato
con un lenguaje apropiado, de tal forma que ambos religiosos no corran el riesgo de ser acusados
de usura. Por lo demás, es lo que está legalmente permitido en las licencias concedidas.
95
Ibidem, foja. 38vta ..
96
Idem.
97
Ibídem, foja. 39.
Finalmente, el principal de 1.200 pesos queda gravado en la casa de don Santiago Segué,
que se transforma en el censuatario de los hermanos Gamboa, con obligación de pagarles los
réditos a doña Inés, para "sus alimentos", así lo deja estipulado su hermano en la Escritura de
censo:
Veinticinco años después, en 1777, vtmos como don Santiago Segué, sigue siendo
censuatario de los hermanos Gamboa. Doña Inés, don Manuel -ya fallecido- y don Juan de Dios,
todos religiosos, le facilitan dinero a cambio de obligarlo con un censo que deberá pagar
mientras vivan sus censualistas, y luego, tras la muerte de ellos, con seguridad pasará a formar
parte de los deudores del monasterio, sostenedores de las fundaciones e instituciones de
capellanías dispuestas para redimir el alma de sus acreedores, por medio de la celebración de
misas, rezadas por toda la eternidad.
En efecto, la elite criolla accede a espacios de poder durante la colonia. Los monasterios
encarnan de muy bien esos espacio, sobre todo a la hora de articular el mundo espiritual y el
mundo material. Doña Inés monja de velo negro, del convento de Santa Clara de la Antigua
fundación, sabe muy bien cómo invertir su peculio para su manutención y para asegurar la
salvación de su alma y la de sus hermanos.
86
5. SOLO UNA REFLEXIÓN FINAL
Doña Magdalena de Silva y doña Inés Josefa de Gamboa, fueron monjas de velo negro, y
como tales vivieron sus muertes en el siglo, participando de todos sus afanes, con licencia de la
Abadesa y de las autoridades eclesiásticas correspondientes
Sus expedientes nos las muestran desempeñando, claramente, una actividad económica
importante: el crédito. Lo hacen para aumentar su peculio y para beneficio de sus descendientes.
98
Ibídem, foja. 39vta.
99
"Cuidando el santo Concilio de la libertad de la profesión de las vírgenes que se han de consagrar a Dios, establece
y decreta, que si la doncella que quiera tomar el hábito religioso fuere mayor de doce años, no lo reciba, ni después
ella, u otra haga profesión, si antes el Obispo, o en ausencia, o por impedimento del Obispo, su vícario, u otro
deputado por estas a sus expensas, no haya explorado con cuidado el ánimo de la doncella, inquiriendo si ha sido
violentada, si seducida, si sabe lo que hace. Y en caso de hallar que su determinación es por virtud, y libre, y tuviere
las condiciones que se requieren según la regla de aquel monasterio y orden, y además de esto fuere a propósito el
monasterio; séale permitido profesar libremente. Y para que el Obispo no ignore el tiempo de la profesión, esté
obligada la superiora del monasterio a darle aviso un mes antes. Y si la superiora no avisare al Obispo, quede
suspensa de su oficio por todo el tiempo que al mismo Obispo pareciere'' Sacrosanto y Ecuménico Concilio de
Trento, Capítulo "Los Religiosos y las Monjas", Traducido al idioma castellano por Ignacio López de Ayala,
Imprenta Real, Madrid, 1785.
!!7
Pero, sobre todo, lo hacían para espiritualizar sus bienes, fundar capellanías y asegurarle a sus
almas, y la de sus allegados, una buena muerte vivida en la eternidad. Tan buena como sus
muertes civiles, vividas en la comunidad monástica, desde sus celdas que le garantizaba una vida
particular; tan especial como su relacionarse con el siglo, en sus locutorios, para intervenír en la
vida económica de quienes necesitaban recurrir a ellas.
Solo esto que muestran sus documentos hace que nuestras monJas, cuyos nombres
desconocíamos, cuyas hístorias patrimoniales, escritas para la salvación de sus almas, se nos
revelen como sujetos hístóricos que trascienden y perpetúan sus memorias como importantes
actores sociales.
Finalizo, lo que deseaba mostrar, en este trabajo de tesis, a través de una investigación en
equipo que duró siete años, está plasmado en los documentos que hablan con las voces de las
procesas de velo negro, y a través de ellas las voces de una época fundacional para nuestra
sociedad y cultura.
88
Lo último y, como siempre, busco ayuda en el gran recreador de la cotidianeidad, Georges
Duby:
100
Duby, Georges., "MUJERES DEL SIGLO XII. Eloísa, Leonor, Iseo y algunas otras", Edítorial Andrés Bello,
Santiago de Chíle, !996, p. 11.
89
ANEXO
EXPEDIENTE 923
Olea Don Estanislao, Semir Don Ramón, Garrido Don Rómulo, Presbiteros, sobre derecho a la
capellanía mandada fundar por Sor Magdalena Silva (pág. 1)
Todo esto no sirve, porque más adelante hai copia autorizada de lo mismo.
90
23. sacerdote de su linage, y no habiéndolo, el
24. Capellán que fuese de dicho Monasterio quien a su
25. tenor del dicho instrumento que parece haberse (foja 1)
22. Concuerda con su original que pasó ante el Escribano Don José
23. Morales Escribano Público, cuyo registro se haya a mi cargo_
24. Santiago Enero 2 7 de 182 7 (foja 5)
22. Concuerda con su original que según parece fue otorgado ente el Escri-
23. bano Don José Morales, cuyo registro se halla a mi cargo, de que sertifico.
24. Santiago y Febrero 9 de 1827_ __
J. En 12 de Septiembre de
2. 1826 se dio boleta para que
3. el Cura Rector de San
4. Isidro permitiese sepultar
5. en el Panteón General el Ca-
6. daver del Presbítero Don Ra-
7. món Santelices natural de es-
8. ta Capital de 50 años de edad
9. Recibió los Santos Sacramentos testó ante
1O. Don Agustín Días. Pagó derechos
101
Gu::mán
17. En dicho día hise saver el decreto del estar vacante la Capellanía que
18. gosava el Presbítero Don Ramón Santelises, fíjense edictos convocatorios, en la
19. forma ordinaria por el término de nueve días Constando por la fé de
20. muerto y la anterior certificando_ Mariano Sayos = de que doy fee =
Cienfuegos Bilbao
Herrera
Ante mi
Herrera (fojallvta.)
Señor Govemador del Obispado
J. Nos Don José Ignacio Cienfoegos Dean desta Santa Iglesia Catedral
2. Oficial Mayor de la Legión de Mérito y Vicario Capitular de esta Diosesis en sede vacante
3. A todas las personas a quienes este Edicto tócase en cualquier manera
4. salud de Nuestro Señor Jesucristo que es la verdadera: sabed que ante
5. nos y en esta Curia Episcopal se ha presentado el Presbítero Don
6. Mariano Román Sayos pretendiendo derecho a la Capellanía de tres mil
7. quinientos pesos de principal impuestos por Doña Madalena de Silva
8. religiosa que fue del Monasterio de Agustinas la cual se haya actualmente
9. vacante por muerte del Presbítero Don Ramón Santelises y para proverla
JO. conforme a lo dispuesto por el Santo Concilio de Trento mandamos
JJ. despachar la presente carta de este Edicto convocatorio por la cual os
J2. citamos y llamamos especial y perentoriamente para que dentro del
J3. término de diez días corrientes desde el día de su publicación parescais
J4. ante nos por si o vuestros procuradores a decir y alegar el derecho que
J5. tuviereis a la referida Capellanía que si paresiereis oiremos y
J6. guardaremos justicia en lo que lo tuviereis y en otra forma pasado dicho
J 7. término sin haber comparecido procederemos a su provisión sin más
J8. citaros ni yamaros para ello y os señalaremos los estrados de esta
J9. Audiencia Episcopal donde se notificaran las providencias que en la
20. causa se dieren hasta la sentencia definitiva inclusive y tasación de
2J. costas si la hubiere y os pasará el perjuicio que si personas
22. fuesen notificadas, y para que llegue a noticia de todos mandamos se le
23. publique en la Santa Iglesia Catedral y se fije en el Coro de ella, y
24. cumplido el término se traiga con certificación de haberlo publicado y
25. fijado. Que es fecho en la Ciudad de Santiago en el Estado de Chile a quince días del mes de
Febrero de mil ochocientos veintisiete
José Ignacio Cienfoegos
Por mandato de Su Señoría
Pedro José de Herrera
Notario Público
(foja 8, hoja inserta en el expediente)
J. doy fee la necesaria en derecho que hoy día de la fecha publiqué y fijé el
2. Edicto de la -------- en el Coro de esta Santa Iglesia
104
Herrera
Presbítero Mariano
RomanSayós
Santiago y ........ .
(foja 14vta.)
J. Marzo 19 de 1827.
2. Autos y vistos: haviendose
3. concluido el termino de los Edictos
4. sin que huviese salido otro opositor
5. según la diligencia del actuario, a la
6. Capellanía de tres mil quinientos pesos
7. de principal impuestos por Sor Ma-
8. dalena Silva Religiosa que fue del
9. Monasterio de Agustinas, y siendo
1O. constante que el Presvítero Don Mariano
JI. Sayos es capellan propietario del refe-
12. rido Monasterio, y como tal a igualmente
13. presentado por la Reverenda Madre Abadesa con
14. arreglo al instrumento de fundación
15. de fojas 1, se declara por Capellán interi-
16. no al sitado presvitero hasta que ha-
17. yan de los llamados; para que se le de pose-
18. ción, y se le acuda con los reditos desde la
106
19. muerte del último Capellán Don Ra-
20. món Santelices, notificándose al
21. efecto a los poseedores de los fundos (foja 15)
Bilbao
Ante mi
Herrera
JO. La Hasien-
11. da de Mayer-
12. mo reconoce
13. un mil y qui-
14. nientos pesos,
15. la de Codigua
16. reconoce un mil
17. pesos, y la Chaca-
lB. ra de Doña Mi-
19. chaela Ríos
20. un mil pesos
21. que todo compo-
22. nen la canti-
23. dad de tres mil
24. y quinientos
25. pesos total de la
26. imposición. (foja lSvta.)
Señor Provisor
Ante mi
Alamos
Señor Provisor
l. El Presvitero Don Joaquín de León ante Vuestra Señoría según derecho digo: Que
108
2. habiéndose fijado Edictos para la Provición de la Capellanía vacante
3. por fallecimiento del Presvitero Don Mariano Sayos Capellán que
4. fue del Monasterio de Agustinas mi antecesor, ha pasado el
5. término prevenido en ellos. En esta virtud
6. A Vuestra Señoría Suplico que se desfijen poniéndose constancia de si ha parecido
7. algún otro opositor, lo que fecho se me entregue el Expediente para
8. pedir lo que combenga en Justicia.
Joaquín de León
109
J. Nos el Doctor Don Visente de
2. Aldunate Canónigo
3. Doctoral de esta Santa
4. 1glecia Catedral Provisor
5. y Vicario General
6. de esta Diósecis.
7. Por las presentes Citamos, llama-
8. mas y emplasamos a todos los que se
9. conceptuen con derecho a la Capellanía que
1O. mandó fundar la Religiosa Sor
11. Madalena Silva de principal de tres
12. mil y quinientos pesos vacante por
13. muerte del Presbítero Don Mariano Sa-
14. yos: Para que llegue a noticia de todos
15. mandamos despachar el presente, a fin
16. de que en el término de la Ley com-
17. parescan los que se crean interesados.
18. Que es fecho en esta Ciudad de Santiago
19. de Chile a dies y ciete de Octubre de
20. mil ochocientos treinta y un años =
Su Señoría Ilustrísima
J. de la Limpia Concepción de
2. esta Ciudad y otros un mil pesos
3. en fabor de la Capellanía de la di-
4. cha Doña Magdalena de Silva que yo
5. los impuse y en lo demas es libre de
6. otro senso o hipoteca y de los un mil
7. pesos que le impongo a senso así doy por
8. entregada, y por no ser presente renunció
9. la escepción de los dos años y Leyes de la
JO. presencia y entregó prueba del recibo y dando
11. de este caso y declaró que son los mismos
12. por que como dicho es estaba obligado por
13. la Escritura citada en fabor de la dicha Reli-
14. diosa, que queda chanselada en cuanto a su
/5. obligación dejando/o en su fuerza y vigor
16. y derecho anterior, por que cuando recivió los
17. dichos un mil pesos, fue para el efecto
18. de la imposición de este censo, y me obligo
19. de pagar sus reditos a cinco por ciento
20. en cada un año, mientras no las redime-
113
21. se llamamiento y sin pleito con costas
22. de la cobranza, que covren desde di es y si e- (foja 23)
Señor Provisor
Sepulveda
124
Denuncia una Capellanía vacante i pide la
conclucion
4. Otro si:
5. Sírvase Vuestra Señoría mandar que por el Notario
6. se deje una copia autori:ada del título que pre-
7. sento, y que se me devuelva por necesi-
8. tarlo para otros usos.
Estanislao Olea
127
Sor Mercedes de Jesús Crucificado
Abadeza
l. do la------ que no
2. aparece motivo alguno para oponerse
3. a ellas, el referido cree que puede el Juz-
4. gado mandar se --- la mas
5. intención que lo redima, ordenan-
6. do también que se anote al inferior del--
7. del departamento a que pertenece el fun-
8. do que se va a gravar, i haciendose en ella
9. referencia a las respectivas escrituras, que
1O. quedan sin efecto por la presente. Ello es lo
11. que al Defensor le parece, sin embargo usía
12. resolverá lo que halle por mas conveniente.
13. Santiago Diciembre cuatro de mil ochocientos
14. cincuenta i ocho. Infante= Santiago Setiembre
15. nueve de mil ochocientos cincuenta i ocho.
16. Autos y vistos: de consentimiento de los con-
17. suadichos i con lo espuesto por el Defensor de
18. obras pías, reconozcase en la hijuela de Don
19. Mariano León los censos que gravan en to-
133
20. da la hacienda de Codigua; a saber, mil
21. pesos a favor del Monasterio de Agustinas,
22. seiscientos seis pesos a favor del Convento de
23. San Francisco, trescientos a favor del hospi-
24. tal de San Juan de Dios i doscientos a favor
25. de la Señora Oruna = Estiéndase la corres-
26. pond1ente escritura de liberación i hágan-
27. se las anotaciones en la forma pedida por (foja 42vta.)
137
17. Santiago Septiembre 7 de 1864
18. Fíjense y publíquense los
19. edictos por el término de
20. la lei al otro si como se pi-
21. de.
Vargas
Notario Públzco
Ante mi
Briceño (foja 48)
l. Monasterio.
2. Otro si digo: que la Reberenda Madre Avadesa
3. en apoyo de mi solicitud la suscribe en
4. conformidad á las disposiciones de la
5. fundadora. Es Justicia Vuestra.
Sor Tráncito de Jesús María y José
Abade=a
Ramón J. Lemir
6. Santwgo Octubre 26 de 1864
í. Vista al Promotor Fiscal
Vargas
Ante mi
En ceño
Ante mi
Briceño (foja 57)
Briceño
Ante mi
Briceño
Briceño
Briceño
13. Certifico: que con esta fecha el presbítero don Rómulo Garrido me ha
14. presentado su título de Capellán del Monasterio de Agustinas de esta
15. Ciudad ~o nombramiento le ha hecho el Ilustrísimo Señor Obispo y vica-
16. rio Capitular de Santiago, Doctor don Joaquín Larraín Gandarillas a nueve
17. de Enero del presente año, ~o título devolví al interesado. Santiago 17 de Mayo de 1882.
José Antonio Briceño
Notario Mayor Eclesiástico
18. San- (foja 61vta.)
Ante m1
Briceño
Briceño
148
l. rio, presbítero don Ró-
2. mulo Garrido, con con-
3. sentimiento de la Re-
4. verenda Madre Abade-
5. sa. Considerando que
6. en el instrumento de
7. fundación se dispone
8. lo siguiente (fojas 9): "Y por
9. falta de los dichos sus
1O. sobrinos en la forma
11. referida, sucedan en
12. esta Capellanía los Ca-
13. pellanes que por tiem-
14. po fueren de este dicho Mo-
15. nasterio, el que elijiere
16. el Patrón. Y la otorgan-
JI. te nombró por Patrono
18. de esta Capellanía a la
19. Madre Abadesa que fue-
20. re de este Monasterio
21. perpétuamente ", se de-
22. clara el goce de la expre-
23. sada Capellanía al pres-
24. bítero don Rómulo Gar-
25. rido, mientras no haya
26. pariente con derecho a
27. ella y por todo el tiem-
28. po que fuere Capellán del
29. Monasterio de Agustinas (foja 62vta.)
Ante mí
Briceño
Briceño
Ansmendi
150
BmLIOGRAFÍA GENERAL
DOCUMENTOS:
Expediente 904. Testamento de don Fernando de Soloaga y doña Rosa de Orrego. Fondo de
Capellanias del Archivo del Arzobispado de Santiago.
Expediente.257. Testamento de doña Juana Gamboa. Fondo de Capellanias del Archivo del
Arzobispado de Santiago.
Expediente 923. Testamento de doña Magdalena de Silva. Fondo de Capellanías del Archivo
del Arzobispado de Santiago.
Expediente 795. Testamento de doña Francisca Verdugo. Fondo de Capellanías del
Arzobispado de Santiago
Archivo del Arzobispado de Santiago, Expediente N° 1587. Litigio por la capellanía impuesta
por doña Inés Josefa de Garnboa. Fondo de Capellanías del Archivo del i\rzobispado de
Santiago
Expediente 886. Escritura de Censo a favor de doña Inés Josefa de Gamboa. Fondo
Capellanías. Archivo del Arzobispado de Santiago.
BmLIOGRAFÍA:
1~4
Von Wobeser, Gisela., "El Crédito Eclesiástico en la Nueva España. Siglo XVIII",
Universidad Autónoma de México, México, 1994.
Von Wobesesr, Gísela, "Las capellanías de misas: su función religiosa, social y económica en
la Nueva España". En: Cofradías. Caoellaruas y Obras Pías en la América Colonial,
Coordinadores Pilar lópez-cano, Gissela von wobesser, Juan Guillermo Muñoz, Ediciones de
la Universidad Nacional Autónoma de México, México, D.F., 1998.
Vovelle, Michel., "Ideologías y Mentalidades", Editorial Ariel, Barcelona, 1985.
ÍNDICE
Páginas
l. Los CAMINOS DE SALVACIÓN: LAS CAPELLANÍAS DE MONJAS 1
1.1. LAs REPRESENTAOONES DE LA ECONOMÍA ESPIRITUAL 12
6. ANEXO 90
7. BIBLIOGRAFÍA 151