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23/03/2018 14:56:38 | DENUNCIA FALSA

El delito de acusación y denuncia falsa.


Fundamento, requisitos y supuestos de
hecho
Raúl Pardo Geijo Ruiz - Licenciado en Derecho. Abogado penalista en ejercicio y Máster en
Derecho Penal.

http://noticias.juridicas.com/conocimiento/articulos-doctrinales/12822-el-delito-de-
acusacion-y-denuncia-falsa-fundamento-requisitos-y-supuestos-de-hecho/

RESUMEN: El artículo 456 del Código Penal vigente sanciona a quien imputare a alguna
persona hechos que de ser ciertos constituirían infracción penal si lo hiciere con conocimiento
de su falsedad o temerario desprecio por la verdad ante funcionario judicial o administrativo
que tenga el deber de proceder a su averiguación. Jurisprudencia y doctrina han señalado,
generalmente, que el bien jurídico protegido en este delito es doble: de un lado el correcto
funcionamiento de la Administración de Justicia (que se perjudica al verse en la precisión de
llevar a cabo actuaciones procesales penales basadas en hechos cuya falsedad consta desde el
inicio a quien los pone en su conocimiento) y de otro el honor de la persona a la que se imputan
los hechos falsos (que se ve afectado negativamente al aparecer como imputado en una causa
penal).

El artículo 456 del Código Penal vigente sanciona a quien imputare a alguna persona
hechos que de ser ciertos constituirían infracción penal si lo hiciere con conocimiento
de su falsedad o temerario desprecio por la verdad ante funcionario judicial o
administrativo que tenga el deber de proceder a su averiguación. La redacción del
artículo 325 del Código Penal vigente al tiempo de los hechos, año 1994, era similar, no
conteniendo el inciso relativo al temerario desprecio por la verdad.

Jurisprudencia y doctrina han señalado, generalmente, que el bien jurídico protegido en


este delito es doble: de un lado el correcto funcionamiento de la Administración de
Justicia (que se perjudica al verse en la precisión de llevar a cabo actuaciones procesales
penales basadas en hechos cuya falsedad consta desde el inicio a quien los pone en su
conocimiento) y de otro el honor de la persona a la que se imputan los hechos falsos
(que se ve afectado negativamente al aparecer como imputado en una causa penal).

En el primer aspecto, la Justicia no solo sufre los efectos negativos de un esfuerzo


injustificado, sino que también puede verse perjudicada en su prestigio en cuanto llega
al conocimiento público que el Poder del Estado en ese ámbito ha sido engañado e
incluso conducido a tomar decisiones, aunque sean provisionales, que al basarse en
hechos falsos, resultan injustas.

En el segundo aspecto, la LECrim solo autoriza al Juez a rechazar una querella, dejando
a un lado el supuesto de incompetencia, en el caso de que los hechos no sean
constitutivos de delito (artículo 313). De forma similar, el artículo 269 del mismo texto
dispone que, formalizada la denuncia, el Juez o funcionario a quien se hiciere mandará
proceder a la comprobación del hecho denunciado, salvo que éste no revistiere carácter
de delito o que la denuncia fuere manifiestamente falsa. Por imperativo del artículo 118
de la misma Ley, la admisión de una querella o denuncia debe ponerse en conocimiento
inmediato de los querellados o denunciados al efecto de que puedan comenzar el
ejercicio del derecho de defensa en el procedimiento. Desde ese momento, la posición
procesal que ocupan es la de investigado, al no existir en nuestro derecho procesal una
posición intermedia entre la imputación de parte, que atribuiría la posibilidad de
defenderse con arreglo a la Constitución y a la ley, y la imputación judicial, que implica
un grado mayor de sujeción al proceso.

El tipo objetivo requiere que sean falsos los hechos atribuidos al denunciado o
querellado, sin que a esos efectos tenga trascendencia la valoración jurídica que el
querellante o denunciante pueda hacer de los mismos. Lo que se sanciona penalmente
no es una errónea calificación de parte, sino la imputación de hechos falsos. Sería, pues,
irrelevante la inexistencia de una calificación jurídica, lo que ordinariamente ocurre, por
otra parte, cuando se trata de una denuncia. Tampoco es decisivo el lugar que ocupen
en sus escritos, pues lo que importa es que se trate de hechos y que sean conocidamente
falsos por quien los imputa.

En segundo lugar, es necesario que, de ser ciertos, los hechos imputados fueran
constitutivos de infracción penal. Y además, es preciso que la imputación se haga ante
funcionario judicial o administrativo que deba proceder a su averiguación.

Estas dos exigencias, aun siendo diferentes, tienen relación directa con los bienes
jurídicos protegidos, que se ven afectados cuando ese funcionario, en atención a la forma
en que le son comunicados los hechos falsos que no autoriza a rechazar de plano su
naturaleza delictiva, se ve en la obligación de proceder a su averiguación y, por lo tanto,
de abrir unas actuaciones o un procedimiento que, precisamente, causa la afectación
negativa del bien jurídico, en los dos aspectos antes relacionados. En este sentido, lo que
resulta relevante es que los hechos, tal como son presentados, tengan suficiente
apariencia delictiva como para que no sea pertinente el rechazo de la querella o de la
denuncia. Es decir, no se trata de que al final del proceso pudiera establecerse o negarse
su carácter delictivo, sino que lo que importa es que, en el momento en que se realiza la
imputación falsa, su contenido obligue a admitirla a trámite e imponga la comprobación
de los hechos denunciados como paso necesario para su valoración jurídica. Esto no
impide excluir la existencia del delito del artículo 456 cuando posteriormente pueda
afirmarse, sin duda alguna y siempre en una valoración del contenido de la denuncia o
querella, que el procedimiento nunca debiera haberse incoado.

Ni el art. 456 del CP ni, por supuesto, la jurisprudencia que lo interpreta, vienen
exigiendo para la afirmación del tipo que a la falsa imputación siga, de manera
indefectible, un acto procesal de citación como imputado de la persona a la que con
mendacidad se atribuye la autoría de un hecho delictivo. Esa llamada al proceso del
falsamente imputado puede producirse. De hecho, normalmente se producirá. Sin
embargo, su exigencia no forma parte del tipo.

El tipo subjetivo exige que el autor conozca la falsedad de la imputación. De ahí las
referencias a la inveracidad subjetiva. No basta, pues, con la falsedad de los hechos que
se imputan sino que es preciso que quien haga la imputación tenga la conciencia de que
esos hechos no se corresponden con la realidad.

La acción se colma, pues, con la falsa atribución, a sabiendas, de responsabilidad por la


comisión de una infracción penal ante cualquier funcionario judicial o administrativo
que tenga el deber de proceder a la averiguación del hecho denunciado. De suerte que,
todo aquel que verifica esa adjudicación falsaria de responsabilidades penales, ya sea
denunciando el hecho, ya interponiendo querella, ya personándose como acusador
particular en un proceso iniciado, colma la acción típica. Todavía en el tipo objetivo,
desde la perspectiva del resultado, la preexistencia de un proceso penal en marcha no
es obstáculo para la comisión del delito. Es perfectamente posible imputar falsamente a
otra persona la comisión o la participación en un hecho delictivo mediante un acto de
personación que, por definición, implica un proceso penal ya incoado. El artículo 456.2
del CP acoge una condición objetiva de perseguibilidad, a saber, la existencia de un auto
de sobreseimiento o archivo (ora libre, ora provisional) pues el legislador quiere que la
mentira de la imputación sea proclamada por un Juez. Pero el tipo, en modo alguno,
impone una determinada extensión de las actuaciones jurisdiccionales en cuyo ámbito
ha de producirse la resolución de cierre (STSS 1193/2010, de 24 de febrero y 254/2011,
de 29 de marzo).

Puede ser cometido por cualquier persona (como veremos después, por el abogado que
redacta una querella a sabiendas de su falsedad) incluso por un coinvestigado o
coacusado. El acusado tiene la posibilidad de no decir la verdad: ni se le exige juramento,
ni podrá ser acusado por delito de falso testimonio. Le ampara un derecho
constitucional. Esa disminución de las medidas que tienden a garantizar la veracidad del
testimonio se compensa mediante la devaluación de las heteroincriminaciones
realizadas en ese régimen singular. Ahora bien conviene no olvidar el hecho de que el
procesado no esté obligado por juramento o promesa a decir verdad y que no pueda ser
reo de falso testimonio, no supone que pueda mentir y acusar a otros de manera impune.
Las acusaciones inveraces a otros imputados pueden ser constitutivas de un delito de
acusación y denuncia falsa (STS 1839/2001, de 17 de octubre, aunque alguna aislada
resolución del Tribunal Supremo, precisamente en este contexto de argumentación, lo
haya cuestionado). En este punto también aporta luz el artículo 11 del anteproyecto de
Ley Orgánica de desarrollo de derechos Fundamentales vinculados al proceso penal
anejo al texto principal se aclaraba que el imputado no podrá ser perseguido por delito
de falso testimonio derivado de sus declaraciones "salvo por las manifestaciones
incriminatorias falsas que causen perjuicio a terceros". La citada STS de 17 de octubre
de 2001 explica que "por el hecho de que el procesado no esté obligado por juramento
o promesa a decir verdad, y quede excluido de la posibilidad de ser reo de falso
testimonio, no supone que pueda mentir en lo que a otros concierne, ni acusarles
impunemente. Las acusaciones inveraces a otros imputados podrían ser constitutivas
de un delito de acusación y denuncia falsa". Idéntica observación se encuentra en la STS
522/2008, de 29 de julio. Y razonando sobre la valoración de las declaraciones de un
coimputado se recrea en estas ideas la reciente STS 197/2012, de 23 de enero. El
derecho a no declararse culpable no abarca un inexistente derecho fundamental a
mentir (STC 142/2009, de 15 de junio) aunque, obviamente, fuera de los casos de
imputación falsa a otras personas, las mentiras del acusado vertidas en su declaración
no merecen ningún reproche jurídico. Hay que relativizar el valor de las declaraciones
de los coimputados exigiendo garantías reforzadas para declararlas idóneas para
destruir la presunción de inocencia, pero sin llegar a desterrarlas al limbo de lo
inservible. Cuando no se encuentran razones que justifiquen unas acusaciones falsas, y
esas imputaciones son congruentes y armónicas con el resto de la prueba, la declaración
del coimputado puede ser un relevante elemento de convicción. Véase también la STS
912/2013, 4 de diciembre.

En lo que se refiere al momento de su producción, puede serlo en cualquiera, siendo


entonces cuando la conducta estará consumada. La acción se colma, pues, con la falsa
atribución, a sabiendas, de responsabilidad por la comisión de una infracción penal ante
cualquier funcionario judicial o administrativo que tenga el deber de proceder a la
averiguación del hecho denunciado. De suerte que, todo aquel que verifica esa
adjudicación falsaria de responsabilidades penales, ya sea denunciando el hecho, ya
interponiendo querella, ya personándose como acusador particular en un proceso
iniciado, colma la acción típica. Como se dijo anteriormente, es perfectamente posible
imputar falsamente a otra persona la comisión o la participación en un hecho delictivo
mediante un acto de personación que, por definición, implica un proceso penal ya
incoado. En efecto, ese ejercicio de la acción penal, a sabiendas de la manifiesta falsedad
de los hechos sobre los que se apoya, da lugar a nuevas actuaciones procesales –ejemplo,
cuando el acto de personación fue acompañado de la petición de diligencias- hace
pervivir sin justificación un procedimiento, menoscaba la honorabilidad de los
injustamente imputados y, precisamente por ello, intensifica la ofensa al bien jurídico
tutelado. En estrictos términos de imputación objetiva, no existiría obstáculo conceptual
alguno para la imputación de los daños subsiguientes, que suponen una previa acción
dañosa cuyos efectos se intensifican por una acción con incuestionable capacidad lesiva
del bien jurídico tutelado. El Tribunal Supremo, en su sentencia nº 254/2011, de 29 de
marzo, así lo establece cuando, rechazando la alegación del recurrente, relata: La defensa
participa de la idea de que no puede afirmarse el delito, en términos de imputación
objetiva, toda vez que el proceso penal –y, con él, la ofensa al bien jurídico- ya se había
iniciado con anterioridad, en virtud de la denuncia interpuesta por Gloria ante la Fiscalía
General del Estado.

Respecto del lugar de consumación y, por tanto, competencia, es en el que se presenta


la denuncia falsa (ATSS de 6 de diciembre de 2015 y de 4 de febrero y 10 de junio de
2016).

En el plano de jurisprudencial son abundantes las resoluciones que absuelven por este
delito: SAPMU nº 96/2013, 11 de febrero, (absuelve porque no presentó las denuncias
a sabiendas de su falsedad), SAPMU nº 45/2013, de 21 de febrero (absuelve porque la
sala no tiene la suficiente seguridad de que haya habido verdadero dolo en la denuncia
inicial y acusación de la supuesta víctima ni tampoco que sus incongruencias manifiestas
en juicio sean consecuencia directa de una acto de mala fe por su parte), AAPMU nº
191/2012, de 2 de abril (confirma sobreseimiento porque no se actuó dolosamente al
denunciar las amenazas proferidas), SAPMU nº 77/2012, de 16 de marzo (absuelve
porque el acusado no llevó a cabo su acción maliciosamente, no lo hizo con conocimiento
de la falsedad o manifiesto desprecio hacia la verdad), SAPMU nº 39/2011, de 31 de enero
(revoca y absuelve en atención a la ausencia de prueba indubitada que haga considerar
que el acusado actuó con conocimiento de su falsead o temerario desprecio hacia la
verdad), SAPMU nº 298/2010, de 2 de diciembre (revoca y absuelve por el principio in
dubio pro reo), SAPMU nº 95/2010, de 28 de abril (absuelve por no haberse podido
constatar el carácter intencional de la denuncia formulada por la acusada, con
conocimiento de su falsedad y con ánimo de perjudicar con ello a Carlos Francisco , y no
constando en autos otras circunstancias objetivas u otras pruebas de cargo que permitan
llevar a establecer al convicción sobre el conocimiento y la voluntad por parte de la misma
de la realización de la imputación como falsa).

De forma más concreta, por lo que al delito de acusación y denuncia falsa por abusos a
menores (supuesto que se produce de forma muy recurrente) encontramos las
siguientes: SAPMU 212/2013, de 10 de abril (absuelve del delito de agresión sexual
pese a que el Informe del Proyecto Luz avalaba la credibilidad de la menor), AAPMadrid
nº 472/2012, de 11 de junio (confirma el sobreseimiento porque La Sala no aprecia en
la conducta de la denunciada la existencia del conocimiento de la falsedad de lo alegado
ni un temerario desprecio hacia la verdad, habiendo declarado la misma en todo momento
que su intención únicamente era la de evitar que la niña pudiese sufrir una situación de
abusos sexuales, esto es, no existió en las manifestaciones de la denunciada intención
delictiva, es decir, conciencia de que el hecho puesto en conocimiento de las autoridades
era delictivo y falso, es decir, que la acusación o denuncia se hiciese con mala fe del sujeto
activo), SAPValencia nº 60/2012, de 30 de enero (confirma absolución por cuanto Con
relación a la denuncia de fecha 04-04-2007, el propio apelante estima razonable que la
acusada, madre de los menores, decidiera interponer esa denuncia a la vista de los
moratones que presentaban los menores y también porque Examinada la denuncia
formulada por la acusada (folios 148-149) y partiendo de que la sentencia apelada no
considera acreditada la falsedad del episodio de las pesadillas que se dicen sufridas por el
menor, tampoco puede estimarse irrazonable que entienda no probada una actuación
dolosa de la acusada al plantear la posibilidad en esa denuncia policial de que el apelante
hubiera agredido sexualmente a su hijo. Que, tras la investigación judicial, no se hubiera
estimado suficientemente acreditada tal agresión no determina la falsedad de una
denuncia que tampoco afirmaba taxativamente la existencia de la agresión, sino tan solo
la sospecha de que pudiera haberse perpetrado), AAPMadrid nº 45/2012, de 16 de enero
(confirma sobreseimiento porque el hecho de Que el pronunciamiento penal, tras una
dilatada instrucción, fuese finalmente absolutorio no implica que los hechos denunciados,
primero, y luego objeto de acusación fuesen falsos, sino que los mismos no pudieron tenerse
por acreditados suficientemente y, en su consecuencia, por aplicación de los principios de
presunción de inocencia e in dubio pro reo, se absolvió al acusado, hoy denunciante-
apelante. Y de la misma manera que tales abusos sexuales no se estimaron suficientemente
acreditados, tampoco puede considerarse que la actuación de los hoy denunciados en
aquel procedimiento penal se produjese faltando deliberada y conscientemente a la
verdad), AAPMadrid nº 456/2012, de 25 de julio (confirma el sobreseimiento porque al
comprobar la policía la existencia de la denuncia de abusos sexuales del día anterior y
otros antecedentes por lesiones y malos tratos, procedió a su detención y con copia de dicha
denuncia se incoaron las DP. 2977/05 del Juzgado de Instrucción nº 27; a su vez, se remitió
a los Juzgados la denuncia original que dio lugar a las DP del Juzgado de Instrucción nº 43,
siguiendo cada uno de ellos una tramitación independiente. Por otro lado, como ya hemos
dicho, a pesar de que en el Juzgado de Instrucción nº 43 se emitió informe psicológico del
menor y se acordó el sobreseimiento y archivo, en dicho procedimiento ni se recibió
declaración a la madre del menor, ni le fue notificado el auto de sobreseimiento y archivo,
por lo que no podemos afirmar que conociera esa resolución, ni que por el sobreseimiento
acordado deba considerarse sin más, que la denuncia fuera falsa. Asimismo, la intervención
de la Sra. Sara en la D.P. del Juzgado de Instrucción nº 27, solicitando diligencias para
investigar los abusos sexuales que su hijo le refirió, no puede ser un indicio de que la
denuncia era falsa, y de hecho las diligencias propuestas por ella fueron también valoradas
por la Audiencia Provincial Sección 17ª, quien estimó el recurso decidiendo la diligencia
que procedía practicar entre las que fueron solicitadas), AAPMadrid nº 591/2011, de 30
de septiembre (confirma el sobreseimiento porque Es obligación de la madre de la menor
de edad, que ostenta su custodia, poner en conocimiento de la autoridad competente, con
carácter inmediato y urgente, cualquier anomalía que observen en la relación del padre
con la hija de ambos, menor de edad. Así lo hizo Tarsila cuando, según su denuncia, su hija
Nerea le dijo que era objeto de abusos sexuales por parte del progenitor (el padre dormía
con ella en la misma cama y le decía "eres mi novia", "vamos a hacer el amor" y que por la
noche le despertaba e introducía la mano en la vagina). Le consta a la Sala, a través de las
abundantes resoluciones judiciales que se han dictado tanto en la jurisdicción civil como
penal -como consecuencia de la judicialización de la problema personal existente entre los
progenitores tras la ruptura de su convivencia, de la que resulta víctima la menor- los
obstáculos que Tarsila ha puesto al normal desenvolviendo de las relaciones paterno-
filiares así como al cumplimiento del régimen de vistas establecido judicialmente; tan es
así que han dado lugar a que la juez de Primera Instancia e Instrucción nº 3 de Colmenar
Viejo, en el Procedimiento Medidas Definitivas de Guarda, Custodia y Alimentos nº
490/2006, haya dictado, el 2 de septiembre de 2011, auto por el que, entre otras decisiones,
ha atribuido la guarda y custodia de la menor con carácter temporal a la abuela paterna
Mónica y ha acordado la interrupción completa de todo contacto materno-filial y con el
entorno materno durante un plazo mínimo de dos meses. Tal conducta, por la que ha sido
condenada en vía penal Tarsila por incumplimiento del régimen de visitas unas veces y
otras por desobediencia, no puede servir de sustento a una querella por denuncia falsa
pues, la querella en su día formulada por la apelada contra Estanislao no estaba huérfana
de apoyo ... Por tanto, se dictó el sobreseimiento provisional en las Previas 364/2009 tras
valorar los diversos informes periciales contradictorios y otorgar mayor fiabilidad a unos
sobre otro. Ya en dicho auto, en su fundamento de derecho quinto, se argumentaba porqué
no se procedía de oficio contra Tarsila por la presunta comisión de un delito de acusación
y denuncia falsa. Por tanto, ha de confirmarse la resolución recurrida), AAPAlmería nº
73/2011, de 6 de mayo (confirma el sobreseimiento por cuanto a la denuncia de 21 de
enero de 2004 por posibles abusos sexuales al hijo común, que dio lugar a las Diligencias
Previas nº 1415/06 seguidas en el Juzgado nº 4 de El Ejido, y que terminaron mediante
auto de sobreseimiento provisional y archivo, tampoco resulta suficiente para poder
constituir un delito de denuncia falsa, según los requisitos expuestos en el razonamiento
jurídico tercero de la presente resolución, pese a las argumentaciones de la parte apelante,
por un lado, porque nos encontramos con un sobreseimiento provisional, pudiendo
reabrirse la causa si existiesen nuevos datos o elementos de juicio, y por otro, porque este
auto alude no sólo al informe emitido por el Instituto de Medicina Legal de Almería, en el
que se hace constar que el menor, al ser explorado, no refiere tocamientos y caricias por
parte del padre, sino que alude también a que el citado menor y la psicóloga particular que
lo atendía sí relatan episodios de tocamientos, por lo que ante el resultado de esas pruebas
contradictorias -al igual que sucedía en la sentencia absolutoria antes mencionada- el Juez
instructor acuerda ese sobreseimiento provisional), AAPMadrid nº 854/2010, de 8 de
octubre (confirma el sobreseimiento por los siguientes motivos: Por otra parte en el
informe psicológico se hace un pormenorizado análisis de las manifestaciones de los
informados respecto a los supuestos abusos sexuales y la perito explica por qué razón
entiende que los testimonios de los supuestos perjudicados ofrecen escasa credibilidad,
dado el tiempo transcurrido sin que se hayan denunciado los hechos pese a la insistencia
de la madre en preguntar sobre esa posibilidad al haber sido ella víctima, según refiere, de
abusos sexuales en su infancia, la posible influencia de la homosexualidad del denunciado
y el rechazo de la madre de los menores a dicha condición por sus propias creencias, la
falta de detalle de las supuestas víctimas en el relato de los hechos, contradicciones o
incongruencias en la declaración de los mismos y de sus familiares, etc. Todo ello justifica
obviamente no sólo la conclusión del informe pericial sino también que, en atención al
mismo, por el Juzgado de Instrucción nº 19 se procediera al sobreseimiento provisional de
las actuaciones, pero de ello no puede desprenderse sin más que la denuncia interpuesta
sea falsa sino que no existen indicios suficientes para continuar el procedimiento incoado
como consecuencia de la misma, debiendo de tenerse en cuenta, como se recuerda en el
auto recurrido que los supuestos perjudicados por los hechos, antes de formular la
denuncia habían solicitado ayuda psicológica en centros públicos. Por todo lo expuesto,
efectivamente como se resuelve en el auto recurrido, no existen en estas actuaciones
indicios suficiente de que los denunciantes en el procedimiento seguido ante el Juzgado de
Instrucción nº 19 de Madrid hubieran faltado a la verdad con la conciencia de hacerlo
cuando formularon la denuncia, sin que pueda aportar ningún dato respecto de ello la
declaración testifical del tío de los querellados y expareja del querellante, que lógicamente,
de haber sucedido los presuntos abusos no estaría presente, ni de la madre del menor
respecto del cual la querellada dijo que podía estar en riesgo, puesto que en el caso de que
la misma supusiera que su hijo estuviera sufriendo abusos lo habría denunciado, pero si
ello no ha sucedido no elimina la posibilidad de que pudieran haberlos sufrido los
querellados. Tampoco resulta pertinente que se le reciba declaración como testigo a la
perito del otro procedimiento, puesto que no es testigo de los hechos y la valoración que
hace del testimonio de los informados ya consta en su dictamen, procediendo por todo ello
la desestimación del recurso), AAPMadrid nº 453/2009, de 22 de octubre (confirma el
sobreseimiento por la imputación del delito de abusos sexuales a una menor porque No
hay ningún dato para poder afirmar que la denuncia que formuló la entonces menor de
edad Dª Valle y posterior ampliación identificando al hoy recurrente, fueran arbitrarias;
caprichosas, por lo que no concurren los requisitos del delito de denuncia falsa, no estando
justificada la concurrencia del elemento objetivo ni del subjetivo de dicho delito. La aquí
imputada Dª Frida obró con la diligencia que le era exigible en defensa de los intereses de
su hija menor, pues ante los hechos relatados por ésta y el estado de ansiedad con
temblores y taquicardia que la menor presentaba (objetivado por el médico que la asistió
y apreciado por un compañero de instituto), la actuación de la imputada, acompañando a
su hija a denunciar resultaba adecuada), AAPMadrid nº 43/2009, de 13 de febrero
(confirma el sobreseimiento porque La denuncia formulada por Dª Serafina no fue
arbitraria, caprichosa o arbitraria, por lo que no concurren los requisitos del delito de
denuncia falsa, no estando justificada la concurrencia del elemento objetivo ni del
subjetivo de dicho delito, pues la denunciada obró con la diligencia que le era exigible en
defensa de los intereses de su hija menor, pues la denuncia se formula en base a unas
manifestaciones que realiza la menor a su madre después de haber estado pasando un día
con el padre, acudiendo por ello a la pediatra, a quien la menor le manifiesta también que
su padre le ha tocado), AAPMadrid nº 797/2006, de 11 de octubre (confirma el
sobreseimiento porque Teniendo en cuenta la anterior doctrina, únicamente cabe
concluir estimando que los hechos denunciados, tal y como son referidos en el escrito de
querella, no constituyen el delito de acusación o denuncia falsa por el que se ha formulado
aquélla. Así, el presente procedimiento se refiere a las denuncias formuladas por las
querelladas los días 11.03.03 y 5.10.03 cuyo conocimiento correspondió al Juzgado de
Instrucción Nº 38 de Madrid. En ellas se referían un posible abuso sexual en la persona de
la hija menor de querellante y querellada. El referido Juzgado dictó auto acordando el
sobreseimiento libre y archivo de las actuaciones que basaba en la falta de indicios de
abuso sexual por parte del padre a su hija. Señala el recurrente que con las alusiones que
se efectúan en las denuncias presentadas ponen de relieve, a su juicio, que la querellada ha
falseado la realidad. Sin embargo, la Sra. Celestina y su madre pusieron de manifiesto una
serie de hechos o circunstancias que les hicieron sospechar la presunta comisión de un
delito contra la hija común de querellante y querellada, que en principio pudieron parecer
equívocos, máxime cuando su denuncia venía acompañada con informes de restos
biológicos efectuados en la Clínica Genomica que dieron positivo al test de presencia de
esperma; lo que justificaba, aun más si cabe, una investigación judicial. Y ello aunque los
informes psicológicos emitidos sobre la menor pusieran de manifiesto la existencia de
cierta instrumentalización de la denuncia "por motivación o ganancia secundaria", pero
ninguno de ellos afirma que tales abusos no existieran, pues como expuso la psicóloga de
la Clínica Médico Forense, Sra. Sofía , "en la exploración practicada no se ha podido
recabar un testimonio con respecto a los presuntos hechos abusivos inflingidos por su
padre y el Médico Forense Sr. Isidro informó que los tocamientos habían sido realizados
por rascado o por manipulaciones en la zona ano-vaginal por la misma niña o por otras
personas, siendo imposible su determinación concluyendo que no existía prueba evidente
objetiva de contacto sexual. En consecuencia, con tales datos, puede concluirse estimando
que no aparecen indicios para poder afirmar racionalmente un ánimo distinto en la
querellada que no fuera el inherente a su derecho/deber a formular la correspondiente
denuncia por lo que ella consideraba que suponía un ataque contra la libertad sexual de
la menor y contra su propia integridad física, a fin de que se persiguiera y exigiera la
responsabilidad correspondiente al posible infractor, por lo que no puede apreciarse la
concurrencia del elemento subjetivo de la infracción criminal por la que se formula la
presente querella y, por tanto, la resolución acordada por el instructor, al amparo de lo
dispuesto en el artículo 779 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal es correcta), AAPSevilla
nº 111/2004, de 3 de marzo (confirma el sobreseimiento porque La propia parte
denunciante reconoce y relata la existencia de unas Diligencias Previas abiertas para la
averiguación de los hechos denunciados por su ex-esposa consistentes en unos presuntos
abusos sexuales a que podría haber estado sometida la menor hija del matrimonio, por
parte de su ex-esposo. Obra en estos autos, el testimonio de dichas diligencias seguidas ante
el Juzgado de Instrucción nº 16, del que se evidencia que la investigación fue prolija y
abundante, tanto en cuanto a los variados informes periciales aportados, como por las
pruebas testificales practicadas, y de las que se deduce que no puede entenderse que la
denuncia presentada por la madre de la menor, contra Juan , ex- esposo de esta y padre de
la menor, se hubiera hecho por esta, con conocimiento de la falsedad de los hechos o con
temerario desprecio a la verdad, pues en contra de lo expuesto por el apelante, no resultan
de la causa seguida ante el Juzgado de Instrucción nº 16 indicios de la falsedad de la
imputación...No puede deducirse en este caso que la interposición de la denuncia, origen
de las Diligencias Previas abiertas, por la ahora denunciada se realizara de alguna de las
formas descritas en el artículo 456 del Código Penal, pues como ya se ha dicho, de la
investigación llevada a cabo en aquellas diligencias previas se deduce la radical
confrontación entre las declaraciones de la parte denunciante y denunciada sobre los
hechos, sin que existan otros testimonios que aporten luz sobre lo realmente sucedido. La
existencia de informes periciales contradictorios, que apuntan unos a la inexistencia de
abusos y otro a la posible existencia de los mismos. Y por último porque en el propio auto
de archivo dictado en las anteriores diligencias el Juez Instructor analiza y resuelve los
hechos contenidos en la denuncia, no pudiendo deducirse del contenido del mismo que la
denunciante obrara con conocimiento de la falsedad de la imputaciones realizadas, sino
todo lo contrario del auto se deduce la creencia subjetiva de la denunciante y el
convencimiento de la misma de la existencia de los abusos denunciados, por lo que no
puede estimarse la comisión del delito de denuncia falsa por parte de la entonces
denunciante) y AAPCádiz nº 27/2004, de 23 de febrero (confirma la no deducción de
testimonio por delito de acusación y denuncia falsa por cuanto En el caso presente, la
sala llega a la misma convicción que la Juez Instructora, toda vez que, la actuación del
padre del menor actuó en todo momento guiado por su deber de padre, formulando
denuncia y actuando contra la persona que estimaba según le manifestaba su menor hijo,
habia causado abusos sexuales ... no se prueba en modo alguno por la defensa del
recurrente la existencia de ese dolo de falsedad o desprecio a la verdad, que requiere el tipo
penal de acusación y denuncia falsa del art. 456 del c. Penal).

Obviamente, aunque en menor medida, también existen otras de signo condenatorio.


Así, la sentencia del Tribunal Supremo nº 530/2016, de 16 de junio, condenando a un
funcionario policial, establece: Respecto a la denuncia falsa, niega que el recurrente
hubiese formulado denuncia contra el Sr. Benigno, por un presunto delito de resistencia,
cuando el motivo de la detención son los insultos y las amenazas graves vertidas, no la
resistencia presentada al negarse a entrar en una dependencia anexa dentro de la
Comisaría de la Policial Local. Efectivamente el relato de hechos recoge: (..) esperando de
pié delante suya el Sr. Benigno, de espaldas a la puerta de entrada, entra en las
dependencias policiales el acusado, y dirigiéndose al Sr. Benigno por detrás, le levanta las
manos al tiempo que le pone la rodilla en su costado izquierdo diciéndole que quedaba
detenido, tratando de meterlo por la fuerza en una dependencia anexa que hay detrás del
mostrador Ya fuera de esta dependencia, el policía NUM001 le pregunta a su compañero -
el acusado- que qué había pasado, respondiéndole éste que había detenido al Sr. Benigno
por amenazas de muerte y porque previamente lo había grabado en la vía pública
mientras desempeñaba su trabajo, y que ya le había leído sus derechos. Ante esto, el
funcionario NUM001 vuelve a entrar en el anexo y ledice al Sr. Benigno que estaba detenido
según indicaciones de su compañero, avisando a su jefe -Gordillo- quién acuerda que el Sr.
Benigno sea trasladado como detenido en un vehículo policial (...) Poco después, se procede
en las dependencias del CNP a informar al Sr. Benigno de sus derechos como detenido por
amenazas graves y falta de respeto a la autoridad con sustento en las manifestaciones de
los policías locales comparecientes, designando aquél abogado que comparece en la
comisaría para asistirle en las diligencias policiales a las 12:44 horas del 24 de mayo. Y en
su fundamentación, la Audiencia Provincial precisa que aprecia la conducta del 456.1.2º y
no del 3º, pese a incoarse juicio de faltas, pues lo que se sanciona es la falsa imputación de
un hecho constitutivo de infracción penal , con una distinta penalidad en función de la
calificación jurídica inicial que justificase las actuaciones en este caso ante la Policía
nacional, y que lo fue un delito de resistencia, que fuere lo que precisamente motivó, por la
falsa imputación realizada por el acusado, que los funcionarios de la Policía Judicial
incoaran atestado con detenido poniéndolo como tal a disposición del Juzgado de Guardia,
por más que éste luego, con acierto, incoare directamente juicio de faltas ordenando la
inmediata puesta en libertad del denunciante. La falsa atribución de una conducta que a
priori podría ser constitutiva de delito de resistencia del art. 556 del CP afirmado por la
Audiencia Provincial, como tipo residual respecto del atentado, sería comprensiva tanto la
reacciones activas leves en respuesta a una actuación judicial, como las reacciones pasivas
de oposición a su mandato; donde se integraría tanto las amenazas como la oposición a
ser conducido a la dependencia anexa; pero en todo caso, esa precisa calificación resulta
accesoria en el tipo de denuncia falsa, pues las amenazas graves de muerte, de ser ciertas,
integrarían delito menos grave, incluso abstracción hecha de la condición de funcionario
público del destinatario del mal conminado (cifr. art. 169 CP ); y por ende, su falsa
imputación en las condiciones descritas, adecuadamente tipificada en el art. 456.1.2º CP ,
como resulta en la instancia.

La sentencia del Tribunal Supremo nº 1193/2010 contempla el supuesto de un letrado


que firmó la querella sabiendo de su falsedad y lo condena estableciendo: En el motivo
sexto, al amparo del artículo 849.1º de la LECrim, denuncia la aplicación indebida de la
autoría en un delito de acusación y denuncia falsa al haberse producido la condena a pesar
de que desde la teoría de la imputación objetiva el resultado de acusación falsa no era
imputable al recurrente, por cuanto es aplicable el principio de confianza respecto de sus
clientes; su actuación fue un puro acto neutral de letrado, y el grave resultado producido,
prisión de los querellados, es concreción de otro riesgo: la prevaricación del Juez que la
acordó. 1. El contenido sustancial de la cuestión planteada en el motivo ha encontrado
respuesta en los anteriores fundamentos jurídicos. En ellos se ha establecido que el
Tribunal de instancia no contradijo las reglas de la lógica ni las máximas de experiencia
al declarar probado que el recurrente conocía que eran falsos los hechos que se describían
en la querella que redactó, precisamente en los aspectos que determinaban la apariencia
delictiva de lo que allí se relataba como realmente ocurrido. El recurrente elaboró la
querella afirmando que los querellados se habían comprometido a responder
personalmente de las deudas contraídas con Banesto por las sociedades de las que eran
accionistas, en razón de los créditos que les había concedido la entidad bancaria, y que ese
compromiso había sido la única razón de la concesión de tales créditos. Se añadía, como
ya se ha puesto de relieve, que los querellados, tras recibir el dinero las sociedades,
procedían a extraerlo y depositarlo en sus propias cuentas corrientes, lucrándose con ello
e incumpliendo las sociedades sus obligaciones como deudoras. Como se ha puesto de
relieve con anterioridad, el recurrente sabía que tal compromiso era inexistente, pues no
había ningún dato relativo al mismo, sino más bien lo contrario, pues de los documentos
que aparecen en la causa, que antes también fueron aludidos, resulta que las razones de la
concesión se cifraban en la confianza en el futuro de las sociedades prestatarias, unido a
la dilatada historia de sus relaciones comerciales con el Banco. Además, en todo caso, el
recurrente sabía por sus conocimientos que un compromiso como el descrito en la querella,
si no viene unido a otros elementos que lo conviertan en mínimamente valorable, no puede
explicar que una entidad bancaria proceda a la concesión de créditos a sociedades por un
importe, como el del caso, superior a 600 millones de pesetas. El recurrente sabía que tales
elementos circunstanciales eran igualmente inexistentes, pues no existía ningún rastro del
compromiso ni, por lo tanto, de aquellos. Conociendo estas circunstancias, la redacción de
la querella en los términos en los que se concretó no puede obedecer sino a la aceptación
por parte del recurrente, como letrado de la parte querellante, del empleo de la querella
como medio de presión para obtener de los querellados lo que no se había logrado en las
conversaciones motivadas por el impago de los créditos por parte de las sociedades
deudoras. No se limitó, por lo tanto, a trasladar a la querella lo que su cliente le comunicó,
sino que la redactó incluyendo hechos falsos para crear una apariencia delictiva que le
permitiera alcanzar la finalidad que con ella se pretendía. Conclusión que se corresponde
con la actuación del recurrente ante el entonces juez Daniel, temporalmente responsable
del juzgado, pretendiendo del mismo, y obteniendo, un adelanto de la ratificación y de las
declaraciones de algunos querellados, días antes del retorno del juez titular. 2. Es claro que
tal conducta no puede ampararse en un principio de confianza en la veracidad de lo que
comunica el cliente, cuando se dispone de elementos sobrados que la desmienten y de
ninguno que la avale. Dicho de otra forma, de lo actuado resulta imposible materialmente
que en la documentación que le remitiera Banesto para la redacción de la querella
apareciera ningún documento que avalara de alguna forma la existencia de un
compromiso personal de los accionistas querellados para responder con su patrimonio de
las deudas sociales, ni que los créditos se habían concedido, únicamente, sobre la base de
aquel compromiso. No se trata solo de dar forma jurídica a los hechos que relata el cliente.
Tampoco es necesaria una verificación completa de la realidad objetiva de esos hechos.
Pero no se puede amparar en el principio de confianza la actuación consistente en dotar
de apariencia delictiva a unos hechos que no la tienen introduciendo para ello,
conscientemente, en el relato afirmaciones fácticas que no se corresponden con la realidad.
En esas condiciones, su conducta tampoco puede calificarse como un acto neutral.
Entendemos por actos neutrales aquellos actos cotidianos de los que se puede predicar que,
siendo socialmente adecuados, no cabe tenerlos por "típicos" penalmente, porque, con
independencia del resultado, no representan un peligro socialmente inadecuado. Como se
decía en la STS nº 34/2007, "...una acción que no representa peligro alguno de realización
del tipo carece de relevancia penal". La conducta del recurrente no puede considerarse un
acto neutral, pues es evidente que no se limita, amparándose en su profesión como letrado,
a realizar un traslado mecánico de una imputación, sino que conociendo la falsedad del
hecho sobre el que se sustenta, realiza una aportación relevante consistente en darle la
forma jurídica suficiente para esperar, el menos, la admisión de la querella y una mínima
tramitación, de forma que pudiera cumplir con la finalidad perseguida por la parte
querellante. Como se ha dicho más arriba, era previsible que si en la querella se hubiera
descrito lo que resultaba de los documentos disponibles o de la mera consideración de los
hechos, es decir, que la entidad bancaria había concedido unos créditos a unas sociedades,
que habían resultado impagados y que requeridos algunos accionistas para que
respondieran de las deudas se habían negado a ello, la querella habría sido inadmitida, al
no contener indicio alguno de conducta delictiva. La misma decisión sería altamente
probable aunque se añadiera que al tiempo de solicitar los créditos, los accionistas
expresaron su respaldo moral a las sociedades y su confianza en su futuro. Fue
precisamente la aportación del recurrente lo que dotó a los hechos de la querella de la
forma necesaria para que pudiera cumplir con su finalidad. No es por tanto un acto
neutral, sino una aportación relevante a la intensidad del riesgo creado. Por el contrario,
es claro que el Procurador, al que se cita expresamente en el motivo como elemento de
contraste, en lo que consta en la causa, se limitó a cumplir con las obligaciones derivadas
de su profesión, sin añadir nada a la entidad del riesgo creado. A diferencia del recurrente,
su conducta puede ser considerada un acto neutral. En cuanto a la relevancia de las
decisiones del entonces juez Daniel , temporalmente a cargo del Juzgado de Instrucción al
que correspondieron las actuaciones, su aparición en el relato fáctico se justifica en orden
a la expresión de las incidencias de la tramitación de las diligencias a las que dio origen la
querella y en relación con la intervención del recurrente a través de su relación con el
citado ex juez, tal como resulta de la sentencia. Pero en ella no se atribuye ninguna
responsabilidad al recurrente en relación con los delitos de prevaricación o detención
ilegal por los que ha sido condenado el ex juez. Por lo tanto, el motivo se desestima.

Y el ámbito de la jurisprudencia menor, como ejemplo de sentencia condenatoria, la


dictada por la Audiencia Provincial de Murcia, nº 43/2013, de 18 de enero: (…) el
comportamiento de la acusada es del todo subsumible en el citado art. 456.1.2º del C.P .,
pues efectuó una denuncia imputando una sustracción a otra persona, a sabiendas de que
dicha imputación no era cierta, sino todo lo contrario, realizando, además, dicha
imputación ante un funcionario policial, y dando lugar la misma a la incoación de unas
Diligencias Penales, que han sido sobreseídas.

Por último, respecto del concurso con el delito de falso testimonio, para el caso de darse
éste último, absorbería al primero en virtud de lo dispuesto en el artículo 8.4 CP. Así lo
establece, entre otras, la sentencia del Tribunal Supremo nº 901/2016, de 30 de
noviembre cuando refiere: El motivo tercero sostiene, subsidiariamente, que en todo caso
debió aplicar la Audiencia el artículo 456 CP que tipifica el delito de acusación y denuncia
falsas. Ahora bien, en su desarrollo afirma la imposibilidad de condenar por este delito
porque no ha sido objeto de acusación. No le falta razón al recurrente cuando expone a la
vista de los hechos probados que la conducta del acusado cuando prestó declaración en las
diligencias previas 4804/2011 (párrafo primero del "factum"), que tenía por objeto la
ratificación del atestado, al añadir lo que se acota en aquél acerca de que había visto
conducir al denunciado el día 10 anterior, constituye la imputación a una persona de
hechos que, de ser ciertos, constituirían infracción penal, realizada ante un funcionario
judicial que tiene obligación de proceder a su averiguación. De la misma forma que su
comparecencia el día 19, también de noviembre, siguiente (párrafo tercero de los hechos
probados) en las dependencias de la Comisaría Provincial de Badajoz, constituye una
reiteración de la denuncia que igualmente cabría en la tipicidad del artículo 456, por
cuanto este delito, a diferencia del falso testimonio, se comete también cuando la
imputación se realiza ante la autoridad administrativa que igualmente está obligada a su
averiguación, como es el caso de los funcionarios policiales. Lo que sucede es que
tratándose naturalmente de dos acciones o conductas distintas constituiría una unidad
típica de acción abarcada por una única intención que es la de poner en conocimiento de
los funcionarios encargados de su persecución el mismo hecho presuntamente delictivo.
Sin embargo, en el apartado segundo del hecho probado, cuando fue llamado a declarar
como testigo en las diligencias previas 597/2012, del Juzgado de Instrucción nº 2 de
Badajoz, el día 08/02/2012, "siendo debidamente advertido de la obligación de ser veraz
y de las consecuencias del delito de falso testimonio, con toda claridad y faltando
consciente y deliberadamente a la verdad", declaró "que reconoció perfectamente al
conductor; que se trataba de Obdulio ; que en días anteriores había estado detenido por
un delito contra la seguridad vial. Que no habló con el mismo, puesto que, si bien estaba
parado en un paso de peatones, inició la marcha. Que también reconoció vehículo al
tratarse de un Jaguar X-Tipe, que no hay muchos de ese tipo, y en esos momentos memorizó
la matrícula para luego comprobarlo, tratándose del mismo" (sic). Pues bien, esta
declaración no constituye una mera denuncia como las anteriores dando traslado a los
funcionarios correspondientes de un hecho que podría ser constitutivo de infracción penal
sino que su contenido refleja ya una declaración de conocimiento realizada en el curso de
unas diligencias previas con los apercibimientos correspondientes, habiendo sido citado
como testigo. Por lo tanto el delito de falso testimonio se consuma en esta ocasión. Nos
encontramos pues en el supuesto de concurrir sucesivamente un primer delito de
acusación o denuncia falsas y posteriormente otro de falso testimonio. En realidad se trata
de un caso de progresión delictiva, presidido por el mismo dolo del sujeto que debe dar
lugar a la calificación conforme al delito que sanciona más gravemente la conducta
desplegada por el mismo, que es el falso testimonio previsto en el artículo 458.2 CP, primer
inciso, darse en contra del reo en causa criminal por delito. La solución es equivalente a la
de un concurso de normas. Por lo tanto tampoco tiene razón el recurrente cuando pretende
la aplicación del delito más benigno, acusación y denuncia falsa. En todo caso la propia
progresión delictiva significa que ambos tipos penales son homogéneos.

DICCIONARIO JURÍDICO. DEFECTO FACTICO. Destacado


15 Nov 2016 La Voz del Derecho

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“La jurisprudencia constitucional ha definido el defecto fáctico como aquél que surge cuando resulta
evidente que el apoyo probatorio en que se fundamentó un juez para resolver determinado asunto es
absolutamente inadecuado o insuficiente, y este error en la apreciación probatoria influye de forma
determinante en la decisión adoptada.

En el estudio de este defecto, la Sala Plena, mediante la sentencia SU-159 de 2002 definió: “(…) si
bien el juzgador goza de un amplio margen para valorar el material probatorio en el cual ha de fundar
su decisión y formar libremente su convencimiento, ‘inspirándose en los principios científicos de la
sana crítica (arts. 187 C.P.C y 61 C.P.L)’, dicho poder jamás puede ejercerse de manera arbitraria;
su actividad evaluativa probatoria implica, necesariamente, la adopción de criterios objetivos, no
simplemente supuestos por el juez, racionales, es decir, que ponderen la magnitud y el impacto de
cada una de las pruebas allegadas, y rigurosos, esto es, que materialicen la función de administración
de justicia que se les encomienda a los funcionarios judiciales sobre la base de pruebas debidamente
recaudadas”.

Asimismo, la Corte ha fijado el alcance del defecto bajo estudio, identificando dos dimensiones en las
que se puede manifestar: una positiva y otra negativa. La primera, cuando el juez (i) acepta una
prueba que es ilícita, ya sea por ilegal o inconstitucional, o (ii) da por probados supuestos de hecho,
sin que exista prueba de los mismos. La segunda dimensión, que se materializa en aquellos eventos
en que el operador judicial: (1) ignora o no valora una realidad probatoria determinante en el
desenlace del proceso; (2) decide sin el “apoyo probatorio que permita la aplicación del supuesto
legal en el que se sustenta la decisión”; o (3) no decreta pruebas en los procedimientos en que está
legal y constitucionalmente obligado”. Sentencia T-447/16
De la diferencia entre momentos fácticos y
momentos jurídicos en la discusión sobre
las circunstancias de la autoría
Autor: Javier Sánchez-Vera Gómez-Trelles
Cargo del Autor: Profesor de Derecho Penal. Universidad Complutense de Madrid
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§ 9. DE LA DIFERENCIA ENTRE MOMENTOS FÁCTICOS Y MOMENTOS


JURÍDICOS EN LA DISCUSIÓN SOBRE LAS CIRCUNSTANCIAS PERSONALES DE
LA AUTORÍA

1. Introducción: sobre las circunstancias que acotan el círculo de autores, en general

El legislador, en ocasiones, especifica quien puede ser sujeto de la acción de


determinados tipos de la Parte Especial de una forma más concreta que con el usual
"El que ... (matare, atentare contra la libertad sexual, tomare cosas muebles ajenas,
etc.)". Pero el hecho de que una circunstancia limite el ámbito de los posibles
autores, no decide ya per se sobre la cualificación de tal circunstancia como una
circunstancia con carácter jurídico –y que por tanto resulta relevante a efectos de la
transmisibilidad entre partícipes– o no. En efecto, pudiera ser, que tal acotación no
tenga relevancia jurídica, que sólo se trate pues de una circunstancia fáctica, ya que
en ocasiones ocurre que hay delitos que fácticamente no pueden ser llevados a cabo
por todos.

Unos ejemplos simples pueden aclarar a qué me estoy refiriendo e introducir en la


problemática: para robar en ciertos bancos o en museos con grandes medidas de
seguridad es indudable que hay que estar cualificado con una inteligencia y
habilidades poco corrientes. Sin embargo, esa circunstancia fáctica –las habilidades
especiales–, que evidentemente limita el ámbito de posibles autores, no se convierte
por ello en una circunstancia jurídica ni resulta relevante desde una perspectiva
jurídico-penal sobre la participación. Sólo limita quién de facto puede llevar a cabo
el delito con éxito. Otro ejemplo muy actual: para cometer un delito de daños
mediante un virus informático (art. 264.2 CP), v. gr., en los programas y datos
recogidos en los ordenadores del Ministerio de Hacienda, es obvio que hay que ser
un gran experto en informática. Únicamente a través de la conexión internet y unos
grandes conocimientos se podría llegar a los soportes del Ministerio, como, por
cierto, ya ha sucedido en centros informáticos de varias importantes empresas y
bancos en Estados Unidos. Pero de nuevo, los grandes conocimientos informáticos
para traspasar las barreras de protección de programas ajenos, aunque
innegablemente restringen casi de forma completa el círculo de autores –realmente
hay que ser un informático–, no son una circunstancia jurídica que pueda tener
relevancia alguna en el ámbito jurídicopenal, más allá de la mera circunstancia
fáctica de poder llevar a cabo la acción delictiva con ciertas posibilidades de éxito o
no. Sería absurdo, por ejemplo, declarar esa circunstancia como jurídica y sostener
por tanto que el partícipe que no sea informático, que no posea los conocimientos
adecuados, deberá gozar de una aminoración de la pena puesto que él nunca podría
haber sido autor del delito. Otro claro ejemplo lo constituirían los delitos relativos a
la manipulación genética (arts. 159 ss. CP), etc.

Estos ejemplos demuestran que no toda acotación procede de una circunstancia


jurídica. En otras palabras, que aunque el legislador no haya utilizado la formulación
"El que ..." puede que no esté en realidad acotando jurídicamente el tipo, sino que se
trate tan sólo de una forma fáctico-descriptiva y, con ello, irrelevante a efectos de
participación. Imaginemos, por continuar de momento mediante el último ejemplo,
que en los delitos de manipulación genética el legislador hubiese formulado como
posible autor de estos delitos no a "el que ..." –como ha hecho–, sino al "biólogo" o
"encargado de laboratorio". Al respecto habría que decir: prima facie parece que la
circunstancia "ser biólogo" no constituiría una circunstancia distinta de la "ser
inteligente" o "tener conocimientos informáticos" o "ser informático" en los
ejemplos propuestos. De momento, baste con este breve apunte para esta
introducción.

Por otro lado, sin embargo, dejando de lado este tipo de ejemplos hay también otros
casos, como ya se ha expuesto, en los que sí nos encontramos ante circunstancias
jurídicas relevantes en orden a la participación en el delito. El hecho de ser
funcionario o autoridad, por ejemplo, es, como ya el propio artículo 24 del Código
Penal lo demuestra, una circunstancia jurídica que constituye la esencia de los
delitos de funcionarios y que según doctrina absolutamente mayoritaria no se
transmite plenamente al partícipe en un delito de funcionarios. Más adelante
veremos más ejemplos.

Así pues, hay que investigar el fundamento de la acotación del círculo posible de
autores de un delito en los distintos artículos del Código Penal en que tal limitación
se encuentra expresamente positivada. Si se trata de un fundamento meramente
fáctico –como lo eran las habilidades del autor, etc.–, la limitación positivada de los
posibles autores del delito no tendrá consecuencias más allá de tal limitación, esto
es, más allá de que sólo podrá ser autor –al menos del delito consumado– quien
posea esas características –como en el ejemplo, quien tuviese grandes conocimientos
de informática, etc.–. Si se trata, en cambio, de un fundamento jurídico, no sólo se
habrá limitado el círculo de posibles autores, sino que además el tipo contendrá una
característica especial de la autoría que no podrá pasarse por alto en otras categorías
del delito. Las próximas páginas profundizan en esta distinción.

La tesis que se alcanza tras el análisis de esta cuestión es sencilla: gran parte de los
delitos que hoy se engloban como de propia mano, se basan en realidad en meras
circunstancias fácticas (acotaciones fácticas de la posibilidad de ser autor), por lo
que una categorización partiendo de tales circunstancias fácticas, resulta ajena al
Derecho penal y absolutamente superflua. Al tratarse de circunstancias fácticas son
transmisibles entre los partícipes, esto es, también de un hombre de delante a uno de
atrás, por lo que en estos delitos –en contra de la teoría del delito de propia mano– sí
es posible la denominada autoría mediata. La otra parte de los delitos que hoy se
tienen por delitos de propia mano se basan en circunstancias jurídicas y como tales,
relevantes para el Derecho penal, pero esas circunstancias jurídicas lo que hacen es
cualificar al delito como delito de infracción de deber y no como delito de propia
mano.

2. Circunstancias jurídicas (delitos de infracción de deber)

El legislador puede haber limitado el círculo de los posibles autores de un delito


mediante la descripción en el tipo de un deber especial. Se trata de los delitos
(positivados)1 de infracción de deber2. En ellos, la descripción del autor que se
realiza en el tipo, tiene por función determinar el círculo de personas a los que
alcanza el deber especial en el que se basan. La descripción no es, pues, una mera
licencia literaria del legislador, ni se trata de una simple descripción gráfica de cómo
entiende él que habitualmente se va a desarrollar el suceso típico, sino que se trata
siempre de una circunstancia que fundamenta la punibilidad. Su carácter jurídico es,
pues, indudable.

Con la descripción típica positivada el legislador subraya la relevancia de un deber


que nace de una institución positiva y que singulariza al delito como de infracción de
deber. De este modo, la circunstancia personal de la autoría en los delitos de
infracción de deber se refiere a algo más que a un elemento del suceso concreto:
muestra al autor inmerso en una institución positiva, al que se le imponen mayores
exigencias, exigencias que, directamente, no se imponen al extraneus que
simplemente se encuentra ligado por la institución negativa (neminem laede)
característica de los delitos comunes o de dominio del hecho. Esta mayor exigencia
consiste en un comportamiento de ayuda y fomento respecto del beneficiado de la
institución positiva: ayuda y fomento que incumbe a los padres respecto de los hijos,
a los policías de servicio, a fiscales que han de perseguir de oficio determinados
delitos, etc. Por ello, a quien no se encuentra especialmente obligado por el deber, no
se le grava especialmente en caso de incumplimiento del mismo, antes bien,
disfrutará de una aminoración de la pena en virtud de la circunstancia 6.ª del artículo
21 del Código Penal.

El principal ejemplo positivado de estos delitos, o lo que es lo mismo, la principal


circunstancia jurídica que restringe el círculo de los posibles autores, se encuentra en
los delitos de funcionarios. Cuando el legislador en los delitos de funcionarios
designa como posible autor a "la autoridad o funcionario público", no describe
únicamente como puede ser llevada a cabo a juicio del legislador la acción típica
como tal, esto es, no se señala tan sólo que la acción se cometerá desde un punto de
vista fenomenológico por una persona que será autoridad o funcionario público, sino
que con ello se acota, a la vez, el círculo de los posibles autores por causa de su
especial deber. Por ello, esta circunstancia jurídica no sólo tiene repercusiones en el
ámbito de la autoría y participación sino también en otros ámbitos como la tentativa,
la comisión por omisión etc.3

El número de delitos de funcionarios según esta concepción es amplio; casi un


cuarto de la totalidad de los artículos de la Parte Especial del Código Penal se refiere
a ellos. Así, principalmente, los incluidos en el título XIX del Código Penal sobre los
"Delitos contra la Administración pública" (arts. 404 a 445 CP)4, como la
prevaricación funcionarial (arts. 404 ss.), el cohecho (arts. 419 ss.), la malversación
de caudales públicos (arts. 432 ss.), la infidelidad en la custodia de documentos y la
violación de secretos (arts. 413 ss.) o el tráfico de influencias (arts. 428 ss.), etc.;
pero también otros muy significativos y que no se incluyen en este título como la
prevaricación judicial (arts. 446 a 449), y los delitos cometidos por los funcionarios
contra las garantías constitucionales (arts. 529 a 542). Además, habría que añadir un
importante número de delitos repartidos a lo largo de todo el Código como los del
art. 167 (detención...

La cuestión fáctica es una cuestión jurídica


Autor: Óscar Buenaga Ceballos

Páginas: 215-219

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En la cuestión de la determinación fáctica del caso, esto es, la reconstrucción de los hechos
acaecidos, lo primero que debe afirmarse es que el jurista adopta una posición inicial similar
en parte a la del historiador. Es decir, el jurista -o el historiador- no percibe los hechos
directamente, son hechos pasados, si bien esta situación presenta diversas excepciones en el
ámbito jurídico, como ocurre con las grabaciones de audio o visuales, o los supuestos de la
prueba de reconocimiento judicial, en los que el abogado o el juez sí observan directamente
los hechos. Sin embargo, lo normal es que el juez o el abogado obtengan su versión de los
hechos a través de las pruebas de los mismos, bien sean documentos o testimonios de las
personas intervinientes en aquéllos.

En relación con la determinación fáctica tampoco hay que olvidar que el juez no parte
solamente de los datos que extraiga de los documentos o testimonios, sino que cuenta ya
con al menos dos versiones previas que le facilitan las partes en los escritos de demanda y
contestación (o actuaciones contradictorias similares en los procesos penales). Estas dos
versiones suelen estar de acuerdo en parte de los hechos y diferir en lo restante. Además,
estas versiones son ya de por sí versiones interesadas que omiten con frecuencia datos
relevantes para el caso, pero cuya omisión se realiza obviamente por cuestiones de
estrategia procesal y defensa. En esta línea, las pruebas que se aporten y practiquen irán
encaminadas a acreditar sólo esos aspectos que interesen y no otros perjudiciales a la
posición procesal.

Por otra parte, la versión de las partes no sólo es incompleta, sino que aparece tergiversada,
es decir, contada no de forma objetiva, sino repleta de valoraciones y conjeturas en torno a
cómo ocurrieron los hechos e incluyendo opiniones subjetivas relativas a la conducta de las
personas intervinientes en los mismos. Incluso se incorporan con frecuencia conceptos
jurídicos o calificaciones jurídicas de los acontecimientos entremezcladas con los datos
fácticos.

De este modo, el juez ya parte de una situación fáctica bastante complicada, donde su
primera labor es aclarar los hechos del asunto, despojándolos de toda subjetividad
intencionada. El proceso habitual suele comenzar con la fijación de un esquema fáctico
inicial que se compone de hechos no controvertidos (respecto de los cuales presume su
veracidad, con carácter general, por esta ausencia de controversia) y los hechos
controvertidos, esto es, hechos que se afirman por una parte y se niegan por la otra. Así, el
juez tendrá ya una primera aproximación a los elementos del supuesto o supuestos de hecho
de las normas jurídicas invocadas que resultan debatidos y que serán objeto de la prueba.

Todas estas actuaciones judiciales son importantes si se ponen en relación con lo dispuesto
en el art. 218.1 LEC, que exige al juez exhaustividad, claridad y precisión en la redacción de
la sentencia. Además, el art. 218.1.II LEC establece que la vinculación del juez respecto de
las pretensiones de las partes se circunscribe a la causa de pedir estrictamente, pudiendo
acudir a...

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