Vous êtes sur la page 1sur 1

13/07/15

Querido Julio:

Es una pena, Julio, que no me haya acordado antes de escribirte. Pero te prometo que serás el
primero en quien piense cuando me levante por la mañana y te escribiré siempre que pueda.

¿Empezar con una promesa no es muy prometedor no? Pero no te preocupes, voy a cumplir.

Hace algunos meses cuando volvía de alguna parte y me dirigía a alguna parte miré por la ventana
y vi a un hombre sentado en el escalón de una casa, llorando. Estaba vestido con uniforme militar
y en su rostro se veía el paso de los años como se ve a través de una ventana tan limpia que
parece que no está. Lloraba aferrando el gorro del uniforme entre sus manos con los nudillos
blancos y la nariz roja.

Julio, necesito saber: ¿Por qué lloraba?

El semáforo se detuvo para que pudiera observarlo desde el colectivo. Y a pesar de que estaba a la
vista de todos, me pareció que solo yo lo veía. Y mientras el hombre lloraba yo pensaba en los
motivos de su llanto. Pensaba en los motivos de mi propio llanto y lo diferentes que debían ser de
los de este hombre. Me imagine que lloraba por un amigo caído en la lucha. Pero Julio, no somos
un país en guerra, entonces ¿Por qué lloraba? Pensé que quizás volvía de algún lugar lejano
cuando le dieron la noticia de la muerte de un familiar y no tuvo fuerzas más que para sentarse ahí
en medio de todo y llorar. Pensé en la muerte. Y luego me pregunté por que no se me había
ocurrido que quizás lloraba por otra cosa, no por la muerte si no por nostalgia o impotencia.

Pero la cosa es, Julio, que no hay muchos motivos para llorar. Siempre es nostalgia, siempre es
tristeza.

El hombre seguía ahí, ajeno a todo, cuando el semáforo cambio y deje de verlo. Necesito saber por
qué lloraba ¿Por qué?, julio, ¿por qué necesito saber?

Supongo que no importa, que a nadie le interesa un hombre que llora en medio de una ciudad
atestada de gente en el escalón de una casa con humedad en las paredes. Supongo que no
importa el motivo del llanto de ninguna de las personas de la ciudad. Supongo que si al hombre no
le importaba que le viesen, a nadie le importaba verlo.

Pero no me gustan esas respuestas Julio, nunca me gustaron. Todo tan plano que podes deslizarte
por las cosas como si no importaran. Asi que, para mi, el hombre lloraba por la muerte de su
esposa. Cuando llego a Buenos Aires, después de pasar 10 años en el Sur, lo primero que hizo fue
llamar a la única persona que iba a atenderle el teléfono después de todo ese tiempo. No atendio
su esposa, sino la hermana, y le informo entre lagrimas que ella acababa de fallecer. El hombre
colgó el teléfono, salio del locutorio, camino sin rumbo por la ciudad

Julio, repito tu nombre para recordarme que no estoy hablando sola. Ademas, me gusta tu
nombre porque puedo escribirte pensando en mi escritor favorito sin que nadie se dé cuenta. Me
gusta eso de ti. Que seas mes y persona al mismo tiempo y que a nadie le parezca raro.

Vous aimerez peut-être aussi