Vous êtes sur la page 1sur 9

Nuevos formatos colonizadores y trabajo asociativo

Martín Toledo
martintoledo9@hotmail.com
Instituto Nacional de Colonización.

Introducción

Desde el año 2005 el Instituto Nacional de Colonización (INC) comenzó a desarrollar


una política de acceso a la tierra con nuevos formatos. Este impulso colonizador vino
dado por la promoción de las explotaciones colectivas en diversos rubros (sobre todo en
el ganadero), con un cambio en la focalización, orientada hacia los sectores más
vulnerables de la sociedad rural. De esa manera, se beneficiarían más familias rurales en
el marco de recursos finitos y precios de la tierra constantemente en alza.

Este nuevo escenario trae aparejada una transformación importante en la caracterización


del Colono1, que ahora es un colectivo, una organización en la mayoría de los casos
incipiente, por lo general constituida por pequeños productores familiares y asalariados
rurales con dificultades socioeconómicas. Ésta modalidad, si bien no es del todo
novedosa en el INC, se promociona en esta etapa con un fuerte impulso como
alternativa socio-productiva para desarrollar procesos colonizadores que incluyan a los
sectores focalizados de la sociedad rural como población objetivo.

Estamos ante procesos socio-productivos novedosos a nivel nacional, complejos y


multidimensionales, en donde es esencial acumular conocimiento, sistematizar y
mejorar la información disponible sobre sus diversas modalidades, características y
procesos, contribuyendo al diseño y análisis de estas nuevas políticas.

El presente artículo tiene por objetivo presentar los principales hallazgos obtenidos en el
marco de la tesis de Maestría en Sociología "Nuevas políticas de Colonización y
Trabajo Asociativo". En dicho trabajo, se realizó un abordaje de las políticas de
colonización con formatos asociativos en forma multidimensional, analizando en
particular los emprendimientos que se vienen desarrollando en las colonias2 Liber
Seregni, Raúl Sendic y Juan Pablo Terra. Para ello, se utilizó un diseño metodológico
con triangulación de técnicas cuantitativas y cualitativas. Se analizaron datos
secundarios pertenecientes al INC para caracterizar los emprendimientos asociativos y
el perfil social de los beneficiarios y, por otro lado, se analizaron 19 entrevistas semi-
estructuradas realizadas a dichos beneficiarios.

En este marco nos concentramos en la experiencia subjetiva de los sujetos en el pasaje


hacia el trabajo colectivo en la construcción de emprendimientos productivos, en sus
dos modalidades "típicas" de transición (a nivel del pasaje de asalariado a productor
asociativo y de productor individual a productor asociativo).

Acceso a la tierra y trabajo asociativo

1
Productores agropecuarios, individuales o asociados que desarrollan su
actividad económico-productiva en tierras que son propiedad del Estado y/o están
afectados por la ley de Colonización (11.029).
2
Éstas son unidades espaciales, que reúnen un conjunto de predios los cuales son
explotados por colonos.
1
El debate en torno al desarrollo rural y el acceso a la tierra ha ido variando a lo largo
del siglo XX, desde la visión del paradigma de la modernización, pasando por el
neoliberalismo y la desregulación de los mercados, hasta las corrientes denominadas
como neo-estructuralistas a partir de los años 90 y sobre todo después del año 2000
(Kay: 2002). Estas últimas, han dado forma a la oleada de gobiernos progresistas y el
ascenso de la izquierda en la región. Las posturas actuales plantean un Estado que debe
ocupar un papel más protagónico en la promoción del desarrollo, siendo más activo en
la generación de empleo (no en la producción directa) y la regulación de la economía,
reconociendo que deben concebirse políticas públicas orientadas al sector agropecuario
que tengan en cuenta las heterogeneidades de los productores y su participación en la
concepción y ejecución misma de los programas. El foco del debate sobre el desarrollo
latinoamericano fue desplazándose de la discusión acerca del desarrollo de las fuerzas
productivas (Piñeiro; 2009) hacia la cuestión de la pobreza rural y la inclusión de los
sectores más vulnerables, en donde hay un antes y un después de la implementación del
agro-negocio y sus consecuencias en el campo.

Al mismo tiempo, el tema del acceso y tenencia de la tierra fue dejando de estar
asociado a la cuestión de las reformas agrarias y ha pasado a asociarse como un
problema y obstáculo para el desarrollo, incorporándose paulatinamente en la agenda de
organismos internacionales (FAO y BID entre otros) y de los derechos humanos.

El trabajo asociativo directo en la producción agropecuaria, se ha dado principalmente


en las experiencias de reformas agrarias latinoamericanas. Constatándose que las
tendencias conservadoras contra-reformistas, han tenido como eje de acción prioritario
la des-colectivización e individualización de la producción y los productores, generando
nuevos procesos de concentración del uso y la propiedad de la tierra y mayor pobreza
rural.

Contexto de la nueva colonización. Estructura agraria y políticas públicas.

La estructura agraria nacional se caracteriza por presentar una consolidación temprana


de la propiedad privada de la tierra, al mismo tiempo que altamente concentrada y
sustentada en el sistema de trabajo asalariado. Esta tendencia se ha mantenido con
variaciones menores a lo largo de todo el siglo XX y en lo que va del siglo XXI.

A partir de mediados de la primera década del siglo XXI se produce un cambio


importante en la estructura y dinámica productiva del país. El incremento de los precios
internacionales de las materias primas, como consecuencia del aumento de la demanda
de energía (biocombustibles) y de alimentos, produjo un ciclo de expansión productiva
que transformo al sector agropecuario nacional, generándose un importante desarrollo
de las fuerzas productivas, sobre todo por el empuje de la agricultura. De esta forma, la
estructura agraria manifiesta un creciente proceso de extranjerización y concentración
de la propiedad y uso de la tierra, de la mano de la expansión de la empresa capitalista
de gran porte en el sector, principalmente transnacional, que tiende a integrar el proceso
productivo de manera vertical, abarcando tanto la producción directa como la fase
industrial en propiedad. Esto fue posible debido a los cambios legales en las
modalidades de tenencia de la tierra. A fines de los años 90, se abrió la posibilidad de
que las sociedades anónimas fueran propietarias de tierra, con lo cual ingresaron

2
masivamente al mercado, controlando en el año 2011 más del 40% de la superficie
productiva del país (Riella, 2013).

Como fenómeno asociado se presenta un fuerte proceso de exclusión de la pequeña


producción familiar, debido a la presión sobre la tierra y dinamización del mercado que
ejercieron estos agentes empresariales, lo que tuvo como efecto un incremento muy
importante en su valor. Estos hechos, dificultaron significativamente las posibilidades
de acceso a la tierra por parte de la pequeña producción familiar, que ha venido
enajenando sus propiedades de manera sistemática en los últimos años.

Estas tendencias que presenta el sector productivo, si bien han generado un importante
crecimiento económico del país, tienen también efectos muy negativos como el
desplazamiento poblacional y vaciamiento de las zonas rurales dispersas, proceso que si
bien ha sido constante desde mediados del siglo XX, se ha acelerado y profundizado en
lo que va del siglo XXI. Además hubo un incremento de las desigualdades sociales y de
los niveles de pobreza, en el marco de una zafralización creciente de los mercados de
empleo agropecuarios (Riella, Romero:2013).

En este marco, el gobierno de izquierda iniciado en el año 2005, desarrolla una serie de
políticas tendientes a mitigar los efectos negativos del modelo de acumulación en
expansión. Implementando políticas diferenciadas para el sector de la agricultura
familiar y, regulando el mercado de trabajo rural, hecho sin precedentes en la
legislación nacional. A pesar de estos esfuerzos, no logro incidir en el proceso de
concentración y extranjerización de la tierra (Piñeiro, 2012), y en el declive de la
agricultura familiar, encontrando una oposición muy importante de los actores
dominantes del sector a través de sus organizaciones gremiales. Este es el contexto en
donde se desarrolla la nueva generación de políticas colonizadoras.

Políticas de colonización en Uruguay

El proceso colonizador uruguayo está caracterizado, de acuerdo a sus alcances y formas


institucionales, por cuatro etapas, más o menos definidas claramente, desde mediados
del siglo XIX hasta el final del siglo XX (Vassallo, 2001) a las cuales se adiciona una
quinta en el comienzo del siglo XXI (Toledo, 2011). Durante todo ese periodo se
presentan avances y retrocesos en las diversas etapas, destacándose en la actualidad la
que se inicia a partir del año 2005.

El INC es creado a través de la promulgación de la ley 11.029 el 12 enero de 1948. Su


creación marca el esfuerzo de parte del espectro del sistema político por incidir en una
transformación de la estructura agraria del Uruguay, desarrollando un marco jurídico
excepcional, que ha sido modelo para muchos países. Es un ente Autónomo, funciona
como una "empresa pública". Se gobierna de forma colegiada, lo dirigen y administran
cinco directores políticos, estando representadas las organizaciones de productores y el
sistema educativo.

El accionar del INC hasta el inicio de la quinta etapa, no es nada convincente, en este
punto algunos dirigentes políticos de izquierda señalan que el sistema político votó la
ley de creación, pero no los recursos necesarios para desarrollar el proyecto colonizador.

3
En la última etapa, se intenta fortalecer y revitalizar al INC a través de la construcción
de una serie de instrumentos jurídico-tributarios, que permitieron captar recursos
financieros básicamente gravando a las transacciones de compra venta de inmuebles
rurales, y el pasaje de tierras en propiedad de organismos públicos.

Los emprendimientos asociativos del INC

Los formatos de colonización asociativa constituyen una especificidad de las políticas


de tierra en Uruguay que lo diferencian de los países de la región y se configuran como
una modalidad innovadora. En nuestro país, el proceso colonizador asociativo se
desarrolla a través del arrendamiento como modalidad de tenencia de la tierra a
organizaciones beneficiarias, en tanto colectivos de producción y no se obliga a residir a
todos los integrantes en el predio asociativo3.

Es importante destacar que los formatos asociativos no son una innovación del gobierno
de izquierda, sino que estaban previstos desde su ley fundacional. Lo novedoso ha sido
el énfasis que se le ha puesto desde el año 2005 y su implementación a través de
modalidades de explotación productiva con trabajo asociativo directo. De esta manera,
se posibilito una importante revitalización del INC, incorporando nuevas áreas
productivas y multiplicando de manera significativa la cantidad de beneficiarios. La
justificación del énfasis en lo asociativo tiene una doble argumentación, por un lado se
hace más eficiente la ejecución de los recursos teniendo en cuenta los precios del
mercado de tierras y, por otro lado, con una impronta más ideológica, el trabajo
asociativo constituye una tecnología que permite optimizar los procesos productivos.

Como se observa en el cuadro 1, en la actualidad en el marco del INC se desarrollan 148


emprendimientos asociativos, que involucran a 2442 beneficiarios y más de 74 mil
hectáreas. Los procesos asociativos colonos presentan dos modalidades típicas, de
acuerdo a la forma de explotación de la tierra y al vinculo de los beneficiarios con los
emprendimientos. Se presentan las explotaciones productivas con trabajo asociativo
directo, y las explotaciones productivas indirectas. Las primeras constituyen el objeto
del presente estudio y concentra a la mayoría de los emprendimientos asociativos
colonos. Al mismo tiempo, se constituyen en lo novedoso que presenta este nueva etapa
del INC.

Cuadro 1: Modalidades Asociativas que gestionan tierra en común según Beneficiarios


Directos y Superficie (Há). Junio 2015
Modalidad Asociativa Emprendimientos Beneficiarios Sup (há) Ben/Empr Há/Ben

Explotación Productiva Directa 117 1.382 48.914 12 35

Explotación Productiva Indirecta 31 1.060 25.458 34 24

Total 148 2442 74.372 17 30

3
En cambio, por ejemplo en el caso que analiza A. Cazzella (1992) sobre los
formatos colonizadores desarrollados en Brasil, la modalidad colonizadora se desarrolla
en torno al pasaje de la propiedad de la tierra a los beneficiarios y el asentamiento de
todos en el predio, lo cual según el autor tuvo como consecuencia una oposición y
resistencia hacia lo asociativo.
4
Fuente: Elaboración propia en base a datos del INC.

Estos emprendimientos con trabajo asociativo directo son principalmente ganaderos. En


este punto, es importante destacar que la ganadería asociativa desarrollada por estos
formatos presenta una serie de limitaciones de escala, lo que dificulta su dinamización y
desarrollo, que si bien son acordes al capital inicial de explotación de los beneficiarios,
no permiten la proyección de la producción bajo las condiciones actuales, ya que
predominan los sistemas de producción tradicional extensivos.

Los nuevos beneficiarios "colonos"

En los últimos años el INC determinó una nueva focalización de la política de acceso a
la tierra, como ya se menciono. Esta nueva focalización junto con una serie de mejoras
en las condiciones de trabajo en todo el medio rural, implican una restitución de
derechos ciudadanos por parte del Estado a estos sectores, el reconocimiento de su
ciudadanía y de su condición de protagonistas esenciales de la generación de riqueza en
el agro nacional. En dicho sentido, la política de colonización se viene posicionando
como una política de empleo (autogestionario) en el medio rural más que como política
de reforma agraria en el sentido clásico. En este punto, se debe tener presente que
históricamente el papel desempeñado por el INC a estado referido a una reforma de
acceso al uso del recurso tierra y no en una reforma de la estructura de propiedad de
esta.

Los nuevos beneficiarios acusan un perfil que se caracteriza por presentar importantes
niveles de vulnerabilidad social, manifestados a través de las carencias socio-
económicas, educativas, que se sintetizan en altos niveles de pobreza. También
conforman una población joven con una importante vitalidad demográfica y capacidad
de crecimiento poblacional, formando familias numerosas con significativas cargas
sociales debido al peso proporcional de los dependientes menores de edad.

En el marco de las experiencias analizadas, tanto en la caña de azúcar como en la


ganadería hay un predominio numérico del estrato asalariado. El perfil presenta
diferencias a nivel de rubros (cañeros y ganaderos) y a nivel de estratos (asalariados y
productores). En términos generales, los beneficiarios ganaderos presentan mejores
condiciones socio-económicas que los beneficiarios cañeros. Por otro lado, encontramos
que el caso de las colonias ganaderas asociativas, asalariados y productores presentan
un perfil que es más parecido entre sí, diferenciándose sobre todo en la dimensión
socio-educativa. En cambio, en el caso de la caña de azúcar los estratos se diferencian
de manera significativa, constatándose importantes distancias sociales entre asalariados
y productores. Estas características señaladas marcan y condicionan la experiencia
vivida por los beneficiarios en el pasaje al trabajo asociativo.

Acceso a la tierra en forma asociativa: los aspectos subjetivos

Una de las cuestiones fundamentales a tener en cuenta para comprender las trayectorias
y significaciones que presentan los beneficiarios es el “peso” en su vida cotidiana del
emprendimiento asociativo. Y en este punto existe una diferencia sustancial entre los
dos casos que estudiados. Para el productor cañero asociativo, el trabajo en grupo
implica el cien por ciento de su dedicación al trabajo, y en muchos la totalidad de la

5
actividad económica familiar. En tanto que para el productor ganadero asociativo, el
peso es de menor importancia, al menos simbólicamente, ya que ocupa menor tiempo en
la vida de los sujetos. En este punto, es importante tener presente que prácticamente
todos los beneficiarios titulares en emprendimientos asociativos ganaderos tienen dos
trabajos, el trabajo en grupo de productor asociativo y su trabajo particular: ser
asalariado (peón o capataz) en un establecimiento ganadero o ser productor individual.
En el caso de los ganaderos las jornadas de trabajo grupal son de entre uno y doce días
por mes según el emprendimiento, en tanto que para los cañeros es de entre veinte y
veinticuatro días por mes. La diferencia es significativa, esto no implica que por
ejemplo en el caso de asalariados rurales ganaderos que desarrollan un emprendimiento
asociativo, los ingresos provenientes de éste sean los más importantes de sus hogares en
términos de volumen de ingreso anual, pero no en el día a día.

Los beneficiarios de estos procesos asociativos comparten el “origen rural” y la


pertenencia a familias numerosas, generalmente con un solo perceptor de ingresos, en
todos los casos el padre y en donde la madre se dedicaba a los quehaceres del hogar. El
origen familiar, y en concreto la ocupación del padre son determinantes en la
caracterización de las trayectorias socio-profesionales. En términos generales se
presenta una reproducción del origen social que trasciende el rubro de inserción y se
constata que heredan las posiciones en el mercado de trabajo.

La proyección como colonos presenta diferencias importantes respecto a las


modalidades de transición. Para el asalariado, tanto en ganaderos como cañeros, el
ingresar como colono es vivido como un ascenso social, como un progreso material, los
beneficiarios perciben una mejora sustancial en los ingresos familiares. En cambio, para
quienes ya eran productores individuales, el ingreso como colonos asociativos es una
cuestión de incremento de escala de producción, sin el contenido simbólico que se
observa en los asalariados.

La experiencia del pasaje y transición hacia lo asociativo es independiente del rubro, y


es vivida con gran intensidad y sentimientos en muchas ocasiones contradictorios. En
este punto, asalariados y productores viven la experiencia de manera distinta. El
principal cambio es para los asalariados tanto ganaderos como cañeros, que destacan
que esta transición está pautada por un cambio en la responsabilidad individual y en el
compromiso que deben asumir. Al mismo tiempo, el pasaje es sentido como un pasaje
hacia la independencia económica (en el sentido de manejar sus propios recursos) y la
planificación del uso del tiempo, efecto de lo que implica el emprendimiento
autogestionario. Por otro lado, tanto para el productor individual como para el
asalariado, pasar a trabajar en grupo implica cambios en la forma de hacerlo operativo,
una de las dificultades que se presentan es el tomar decisiones de manera colectiva en
forma deliberativa.

Respecto las motivaciones y aspiraciones para integrarse al emprendimiento asociativo,


observamos que para quienes eran productores antes de ingresar como beneficiarios son
similares e independientes del rubro de producción, es decir, el productor cañero y el
productor ganadero ingresan al emprendimiento para incrementar el área y la escala de
producción. Ahora bien, donde si encontramos diferencias significativas es entre
quienes eran asalariados, en este caso, para los asalariados en la caña de azúcar la
motivación principal es acceder a un trabajo estable y de calidad, en tanto que lo que

6
motiva al asalariado ganadero es poder ser productor ganadero a través del acceso a la
tierra.

Los procesos de trabajo asociativo analizados en estas experiencias, generan


transformaciones en las subjetividades de los beneficiarios. Estas transformaciones
difieren en función de los rubros y principalmente de las modalidades de transición de
los participantes. A su vez, existen importantes incentivos materiales para que estos
procesos se desarrollen y funcionen. De todas maneras, podemos establecer que de
acuerdo a la experiencia de los beneficiarios, los procesos asociativos estarían pautados
por al menos dos etapas. En un principio, hay una etapa que podríamos denominar
como de adaptación, que es conflictiva y traumática en cierto aspectos, es el periodo en
donde se conocen los integrantes en su forma de trabajar, en su forma de expresar sus
intereses y su visión sobre el emprendimiento. En esta etapa, se observa una importante
carga de tensiones internas en los colectivos y en algunos casos hay recambio de
integrantes. En una segunda etapa, en donde ya los integrantes se han conocido y
familiarizado, se incorpora la sensación de confianza en el otro, el colectivo comienza a
funcionar con cierta dinámica y la experiencia de trabajar en conjunto es vivida de
manera agradable y el participante lo disfruta. Al mismo tiempo, el tema de lo grupal es
enfrentar la cotidianeidad, el "día a día", la dificultad es encontrar los mecanismos para
mantener la dinámica cotidiana de trabajo, armonizando y solucionando los conflictos
latentes ante el disenso, es decir, mantener el orden negociado a diario.

Respecto a lo que implica el trabajo asociativo como espacio de socialización se


presentan diferencias muy importantes por rubro y principalmente incide el lugar de
residencia. Los cañeros que residen en zonas urbanas, generalmente, viven y
experimentan el trabajo asociativo como trabajo concreto y cotidiano, sin explicitar
otras implicaciones que presente sobre su vida social. En el caso de los ganaderos que
residen en zonas rurales dispersas, lo grupal es vivido como un espacio de socialización,
de recreación, de intercambio, de ocio, de estar con sus pares. La experiencia de trabajar
en grupo va más allá de lo material y lo productivo. De esta forma, estos
emprendimientos colectivos cumplen con una función social que trasciende la esfera
económico-productiva, contribuyendo a la creación de capital social y la expansión de
redes sociales en el territorio.

La experiencia de trabajo asociativo se constituye en un aprendizaje que hace que los


entrevistados, cuenten con una definición del “deber ser” del participante en un
emprendimiento grupal. Este “deber ser”, es relatado en términos típico ideales en el
sentido weberiano, y está pautado por una serie de actitudes deseables, que son
destacadas como necesarias para poder integrarse a un colectivo de trabajo.

Conclusiones y comentarios finales

La experiencia vivida por los sujetos en el pasaje hacia la producción asociativa


presenta diferencias según: el origen social, la consiguiente modalidad de transición (de
asalariado a productor asociativo o de productor individual a productor asociativo), y el
rubro productivo. En este sentido, el pasaje al trabajo asociativo constituye un proceso
multidimensional en donde interactúan factores psico-sociológicos, económicos,
culturales, productivos entre otros tantos que configuran y dan forma a las trayectorias
vividas por los sujetos.

7
La política de producción asociativa que viene desarrollando el INC es una innovación
incipiente que presenta ciertas ventajas que constituyen fortalezas y también
debilidades. Las ventajas están asociadas a las posibilidades de llegar a una mayor
cantidad de beneficiarios a través de proyectos asociativos, creándose oportunidades de
empleo para los participantes y por lo tanto incremento de los ingresos familiares. A su
vez, el trabajo asociativo en tanto tecnología permite optimizar los procesos
productivos, mejorar las condiciones comparativas y competitivas de la producción.

Por otro lado, existen al menos dos debilidades importantes. En primer lugar, por lo
general el proceso asociativo está condicionado fuertemente por los requerimientos
institucionales, se genera de arriba hacia abajo, se promueve desde la política pública y
por lo tanto lo grupal en muchos casos se inicia cuando se accede a la tierra. En segundo
lugar, teniendo en cuenta que la mayoría de los emprendimientos asociativos son
ganaderos, existen importantes limitaciones de escala de producción, lo que sumado a
que una parte de los nuevos campos adquiridos tienen baja proporción de áreas
agrícolas, pueden condicionar la dinámica económico-productiva de los
emprendimientos.

De esta manera, actualmente el INC se encuentra ante un desafío de gran magnitud, por
un lado seguir desarrollando políticas de acceso a la tierra que promuevan la justicia
social, favoreciendo a los sectores más postergados y vulnerables del medio rural, por
otro lado, debe promover por todos los medios posibles que dichos sectores incorporen
y desarrollen las capacidades necesarias para construir emprendimientos productivos
exitosos.

En este punto, consideramos que sería necesario que el INC reforzará sus estructuras de
intervención y promoción de lo asociativo, complementándose con la acción de otros
organismos públicos que se dedican a las políticas de desarrollo rural, focalizando
especialmente la atención en el fortalecimiento de la demanda asociativa de acceso a la
tierra. Además debería generar fuertes procesos de intervención socio-productiva a
través de programas de asistencia técnica, que contribuyan a fortalecer y consolidar a
los colectivos de producción en tanto empresas asociativas competitivas. En el mismo
sentido, se deberían implementar alternativas económico-productivas para los
emprendimientos ganaderos asociativos, formulando programas de intensificación que
incrementen la productividad por unidad de superficie, maximizando de ese modo la
capacidad de generación de trabajo y de ingresos monetarios de estos proyectos y, por
lo tanto, el impacto de la política.

Bibliografía
Cazella. A. (1992) Assentamentos rurais e cooperação agrícola: políticas conflitantes. O
caso do assentamento 30 de Outubro (SC). Tesis de Maestría. Universidad Federal
Rural de Río de Janeiro. Brasil
Kay, Cristóbal. (2002) Los Paradigmas del Desarrollo Rural en América Latina. En:
Francisco García Pascual (comp.) Universidad de Lleida. Madrid.
Piñeiro, Diego (2009) Desarrollo rural sustentable y políticas públicas en Uruguay. En:
Almeida, Jalcione y Dessimon Machado, Joao (Organizadores) Desarrollo Rural en el
Cono Sur. E-book. Porto Alegre

8
--------------------(2012). El caso de Uruguay. En: Dinámicas del mercado de la tierra en
América Latina y el Caribe: concentración y extranjerización. FAO.
Riella. Alberto: (2013) La evolución reciente de la agricultura familiar en Uruguay
(1990-2012). S/E. 2013
------------------ (2011) Desigualdades sociales y territorios rurales en Uruguay. Revista
Pampa. Año 7, número 7. Santa Fe, Argentina
Riella. A. Romero. J. (2013) Continuidades y Rupturas en la Estructura Agraria en el
Uruguay del siglo XXI. S/E.
Toledo. M. (2011). “Políticas de desarrollo rural en Uruguay: el trabajo asociativo y la
nueva política de colonización”. Ponencia en Congreso ALAS 2011. Recife. Brasil.
------------------ (2014) Nuevas políticas de colonización y trabajo asociativo. Tesis de
Maestría en Sociología. FCS-UDELAR.

Vous aimerez peut-être aussi