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Martín Toledo
martintoledo9@hotmail.com
Instituto Nacional de Colonización.
Introducción
El presente artículo tiene por objetivo presentar los principales hallazgos obtenidos en el
marco de la tesis de Maestría en Sociología "Nuevas políticas de Colonización y
Trabajo Asociativo". En dicho trabajo, se realizó un abordaje de las políticas de
colonización con formatos asociativos en forma multidimensional, analizando en
particular los emprendimientos que se vienen desarrollando en las colonias2 Liber
Seregni, Raúl Sendic y Juan Pablo Terra. Para ello, se utilizó un diseño metodológico
con triangulación de técnicas cuantitativas y cualitativas. Se analizaron datos
secundarios pertenecientes al INC para caracterizar los emprendimientos asociativos y
el perfil social de los beneficiarios y, por otro lado, se analizaron 19 entrevistas semi-
estructuradas realizadas a dichos beneficiarios.
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Productores agropecuarios, individuales o asociados que desarrollan su
actividad económico-productiva en tierras que son propiedad del Estado y/o están
afectados por la ley de Colonización (11.029).
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Éstas son unidades espaciales, que reúnen un conjunto de predios los cuales son
explotados por colonos.
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El debate en torno al desarrollo rural y el acceso a la tierra ha ido variando a lo largo
del siglo XX, desde la visión del paradigma de la modernización, pasando por el
neoliberalismo y la desregulación de los mercados, hasta las corrientes denominadas
como neo-estructuralistas a partir de los años 90 y sobre todo después del año 2000
(Kay: 2002). Estas últimas, han dado forma a la oleada de gobiernos progresistas y el
ascenso de la izquierda en la región. Las posturas actuales plantean un Estado que debe
ocupar un papel más protagónico en la promoción del desarrollo, siendo más activo en
la generación de empleo (no en la producción directa) y la regulación de la economía,
reconociendo que deben concebirse políticas públicas orientadas al sector agropecuario
que tengan en cuenta las heterogeneidades de los productores y su participación en la
concepción y ejecución misma de los programas. El foco del debate sobre el desarrollo
latinoamericano fue desplazándose de la discusión acerca del desarrollo de las fuerzas
productivas (Piñeiro; 2009) hacia la cuestión de la pobreza rural y la inclusión de los
sectores más vulnerables, en donde hay un antes y un después de la implementación del
agro-negocio y sus consecuencias en el campo.
Al mismo tiempo, el tema del acceso y tenencia de la tierra fue dejando de estar
asociado a la cuestión de las reformas agrarias y ha pasado a asociarse como un
problema y obstáculo para el desarrollo, incorporándose paulatinamente en la agenda de
organismos internacionales (FAO y BID entre otros) y de los derechos humanos.
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masivamente al mercado, controlando en el año 2011 más del 40% de la superficie
productiva del país (Riella, 2013).
Estas tendencias que presenta el sector productivo, si bien han generado un importante
crecimiento económico del país, tienen también efectos muy negativos como el
desplazamiento poblacional y vaciamiento de las zonas rurales dispersas, proceso que si
bien ha sido constante desde mediados del siglo XX, se ha acelerado y profundizado en
lo que va del siglo XXI. Además hubo un incremento de las desigualdades sociales y de
los niveles de pobreza, en el marco de una zafralización creciente de los mercados de
empleo agropecuarios (Riella, Romero:2013).
En este marco, el gobierno de izquierda iniciado en el año 2005, desarrolla una serie de
políticas tendientes a mitigar los efectos negativos del modelo de acumulación en
expansión. Implementando políticas diferenciadas para el sector de la agricultura
familiar y, regulando el mercado de trabajo rural, hecho sin precedentes en la
legislación nacional. A pesar de estos esfuerzos, no logro incidir en el proceso de
concentración y extranjerización de la tierra (Piñeiro, 2012), y en el declive de la
agricultura familiar, encontrando una oposición muy importante de los actores
dominantes del sector a través de sus organizaciones gremiales. Este es el contexto en
donde se desarrolla la nueva generación de políticas colonizadoras.
El accionar del INC hasta el inicio de la quinta etapa, no es nada convincente, en este
punto algunos dirigentes políticos de izquierda señalan que el sistema político votó la
ley de creación, pero no los recursos necesarios para desarrollar el proyecto colonizador.
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En la última etapa, se intenta fortalecer y revitalizar al INC a través de la construcción
de una serie de instrumentos jurídico-tributarios, que permitieron captar recursos
financieros básicamente gravando a las transacciones de compra venta de inmuebles
rurales, y el pasaje de tierras en propiedad de organismos públicos.
Es importante destacar que los formatos asociativos no son una innovación del gobierno
de izquierda, sino que estaban previstos desde su ley fundacional. Lo novedoso ha sido
el énfasis que se le ha puesto desde el año 2005 y su implementación a través de
modalidades de explotación productiva con trabajo asociativo directo. De esta manera,
se posibilito una importante revitalización del INC, incorporando nuevas áreas
productivas y multiplicando de manera significativa la cantidad de beneficiarios. La
justificación del énfasis en lo asociativo tiene una doble argumentación, por un lado se
hace más eficiente la ejecución de los recursos teniendo en cuenta los precios del
mercado de tierras y, por otro lado, con una impronta más ideológica, el trabajo
asociativo constituye una tecnología que permite optimizar los procesos productivos.
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En cambio, por ejemplo en el caso que analiza A. Cazzella (1992) sobre los
formatos colonizadores desarrollados en Brasil, la modalidad colonizadora se desarrolla
en torno al pasaje de la propiedad de la tierra a los beneficiarios y el asentamiento de
todos en el predio, lo cual según el autor tuvo como consecuencia una oposición y
resistencia hacia lo asociativo.
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Fuente: Elaboración propia en base a datos del INC.
En los últimos años el INC determinó una nueva focalización de la política de acceso a
la tierra, como ya se menciono. Esta nueva focalización junto con una serie de mejoras
en las condiciones de trabajo en todo el medio rural, implican una restitución de
derechos ciudadanos por parte del Estado a estos sectores, el reconocimiento de su
ciudadanía y de su condición de protagonistas esenciales de la generación de riqueza en
el agro nacional. En dicho sentido, la política de colonización se viene posicionando
como una política de empleo (autogestionario) en el medio rural más que como política
de reforma agraria en el sentido clásico. En este punto, se debe tener presente que
históricamente el papel desempeñado por el INC a estado referido a una reforma de
acceso al uso del recurso tierra y no en una reforma de la estructura de propiedad de
esta.
Los nuevos beneficiarios acusan un perfil que se caracteriza por presentar importantes
niveles de vulnerabilidad social, manifestados a través de las carencias socio-
económicas, educativas, que se sintetizan en altos niveles de pobreza. También
conforman una población joven con una importante vitalidad demográfica y capacidad
de crecimiento poblacional, formando familias numerosas con significativas cargas
sociales debido al peso proporcional de los dependientes menores de edad.
Una de las cuestiones fundamentales a tener en cuenta para comprender las trayectorias
y significaciones que presentan los beneficiarios es el “peso” en su vida cotidiana del
emprendimiento asociativo. Y en este punto existe una diferencia sustancial entre los
dos casos que estudiados. Para el productor cañero asociativo, el trabajo en grupo
implica el cien por ciento de su dedicación al trabajo, y en muchos la totalidad de la
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actividad económica familiar. En tanto que para el productor ganadero asociativo, el
peso es de menor importancia, al menos simbólicamente, ya que ocupa menor tiempo en
la vida de los sujetos. En este punto, es importante tener presente que prácticamente
todos los beneficiarios titulares en emprendimientos asociativos ganaderos tienen dos
trabajos, el trabajo en grupo de productor asociativo y su trabajo particular: ser
asalariado (peón o capataz) en un establecimiento ganadero o ser productor individual.
En el caso de los ganaderos las jornadas de trabajo grupal son de entre uno y doce días
por mes según el emprendimiento, en tanto que para los cañeros es de entre veinte y
veinticuatro días por mes. La diferencia es significativa, esto no implica que por
ejemplo en el caso de asalariados rurales ganaderos que desarrollan un emprendimiento
asociativo, los ingresos provenientes de éste sean los más importantes de sus hogares en
términos de volumen de ingreso anual, pero no en el día a día.
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motiva al asalariado ganadero es poder ser productor ganadero a través del acceso a la
tierra.
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La política de producción asociativa que viene desarrollando el INC es una innovación
incipiente que presenta ciertas ventajas que constituyen fortalezas y también
debilidades. Las ventajas están asociadas a las posibilidades de llegar a una mayor
cantidad de beneficiarios a través de proyectos asociativos, creándose oportunidades de
empleo para los participantes y por lo tanto incremento de los ingresos familiares. A su
vez, el trabajo asociativo en tanto tecnología permite optimizar los procesos
productivos, mejorar las condiciones comparativas y competitivas de la producción.
Por otro lado, existen al menos dos debilidades importantes. En primer lugar, por lo
general el proceso asociativo está condicionado fuertemente por los requerimientos
institucionales, se genera de arriba hacia abajo, se promueve desde la política pública y
por lo tanto lo grupal en muchos casos se inicia cuando se accede a la tierra. En segundo
lugar, teniendo en cuenta que la mayoría de los emprendimientos asociativos son
ganaderos, existen importantes limitaciones de escala de producción, lo que sumado a
que una parte de los nuevos campos adquiridos tienen baja proporción de áreas
agrícolas, pueden condicionar la dinámica económico-productiva de los
emprendimientos.
De esta manera, actualmente el INC se encuentra ante un desafío de gran magnitud, por
un lado seguir desarrollando políticas de acceso a la tierra que promuevan la justicia
social, favoreciendo a los sectores más postergados y vulnerables del medio rural, por
otro lado, debe promover por todos los medios posibles que dichos sectores incorporen
y desarrollen las capacidades necesarias para construir emprendimientos productivos
exitosos.
En este punto, consideramos que sería necesario que el INC reforzará sus estructuras de
intervención y promoción de lo asociativo, complementándose con la acción de otros
organismos públicos que se dedican a las políticas de desarrollo rural, focalizando
especialmente la atención en el fortalecimiento de la demanda asociativa de acceso a la
tierra. Además debería generar fuertes procesos de intervención socio-productiva a
través de programas de asistencia técnica, que contribuyan a fortalecer y consolidar a
los colectivos de producción en tanto empresas asociativas competitivas. En el mismo
sentido, se deberían implementar alternativas económico-productivas para los
emprendimientos ganaderos asociativos, formulando programas de intensificación que
incrementen la productividad por unidad de superficie, maximizando de ese modo la
capacidad de generación de trabajo y de ingresos monetarios de estos proyectos y, por
lo tanto, el impacto de la política.
Bibliografía
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