Vous êtes sur la page 1sur 13

186 HISTORIA ECONÓMICA D E AMÉRICA LATINA E L MUNDO COLONIAL 187

El que nosotros ahora no sólo llamemos capitalistas a los


1. ALGUNOS PROBLEMAS TEÓRICOS propietarios de plantaciones en América, sino que además éstos lo
sean, descansa en que ellos existen como anomalías dentro de un
¿Cómo enfocar las sociedades esclavistas de América? mercado mundial que se basa sobre el trabajo libre.

De acuerdo con las alternativas que discutimos en la pri- Para el siglo xix, de acuerdo; tanto más que, entonces, el es-
mera parte de este capítulo, son posibles enfoques muy diver- clavismo americano, sin ninguna duda insertado en el sistema ca-
gentes del sistema esclavista que existió en ciertas regiones del pitalista mundial, absorbe crecientemente elementos y concep-
continente americano entre el siglo xvi y el xix. ciones capitalistas, como también lo precisa Marx: *
Una primera opción es considerar a dicho sistema como una
parcela, una parte integrante del capitalismo mundial, funcional Allí donde impera la concepción capitalista, como ocurre
en las plantaciones norteamericanas, toda esta plusvalía se repu-
a su desarrollo en la etapa del «capitalismo comercial» y de la
ta ganancia; en cambio, donde no existe el régimen capitalista
acumulación primitiva, pero siendo destruido por la maduración de producción ni la mentalidad correspondiente a él transferida
del modo de producción capitalista. Es así que Fernando Henri- desde países capitalistas, se la considera renta.
que Cardoso y Octavio lanni, apoyándose en las ideas de Eric
Williams, interpretan la trayectoria histórica del esclavismo brasi- Pero, ¿qué decir de los siglos xvi, xvii y aun xviii? ¿Serán
leño; dice el primero: ^ entonces las sociedades esclavistas de América «una anomalía den-
tro de un mercado mundial basado en el trabajo Ubre»? Nos pa-
...el trabajo esclavo en una economía capitalista (la escla-
rece evidente que no, y que la única forma de apoyar la afirmación
vitud moderna) se presenta como una contradicción en sí mis-
del «carácter capitalista» de las plantaciones esclavistas ameri-
mo cuando el sistema capitalista en el que se inserta tiende al
crecimiento. Las tensiones creadas por este tipo de organización canas en aquel entonces es el recurso a concepciones circtdacionis-
del trabajo no conducen a la supresión del sistema capitalista; tas del capitalismo, weberianas o de otro tipo. Si se razona así, no
plantean apenas el problema del término de la esclavitud como habría ninguna razón para no considerar a los países de la «se-
condición para la formación plena del sistema mercantil-indus- gunda servidumbre», Polonia por ejemplo, como capitalistas; lo
trial capitalista. que hace por cierto, como ya lo vimos, I. Wallerstein, pero no
usualmente los marxistas...
Este autor habla incluso del esclavismo americano definién- Desde 1971 hemos propuesto que se considerara al esclavismo
dolo como un «sistema "esclavista-capitalista" de producción». colonial como un modo de producción específico, cuya teoría se
Es cierto que, para él siglo XIX, hallamos en Marx una postura si- podría construir, aun cuando se trataría de un modo de produc-
milar: ción estructuralmente dependiente, situado en un nivel teórico
distinto del que corresponde por ejemplo al feudalismo o al capi-
57. Fernando Henrique Cardoso, Capitalismo e Escravidao no Brasil talismo." E l intento más serio y exhaustivo para dar cuerpo a
Meridional, DifusSo Européia do Livro, Sao Paulo, 1962, pp. 202-203;
ver también Octavio lanni. Esclavitud y capitalismo, trad. de S. Mastrangelo,
Siglo XXI, México, 1976. 60. Karl Marx, El Capital, trad. de W. Roces, Fondo de Cultura Econó-
58. F. H . Cardoso, op. cit., p. 201. mica, México, 1968, III, p. 744.
59. Karl Marx, Líneas fundamentales de la critica de la economía polí- 61. Ciro F. S. Cardoso, «Observations sur le dossier préparatoire a la
tica («Grundrisse»), trad. de J. Pérez Royo, Crítica (OME 21-22), Barce- discussion sur le mode de production féodal», en Charles Parain et alii,
lona, 1977-1978, I, p. 467. Sur le féodalisme, Éditions Sociales, París, 1971, pp. 67-69.
188 HISTORIA ECONÓMICA D E AMÉRICA LATINA EL MUNDO COLONIAL 189

esta sugerencia —que en nuestro caso sólo dio lugar a un capítulo El análisis de una hacienda brasileña, descrita por Mauro,
puede ofrecernos algunos elementos útiles para comprender el
de una tesis dedicada a un estudio monográfico, y a algunos ar-
papel de la mano de obra esclava. En esta hacienda, la mano
tículos,*^— es el voluminoso trabajo de Jacob Gorender sobre el
de obra esclava representa sólo 16 % del «capital total» y 21 %
esclavismo colonial, donde el autor trata seriamente de construir del «capital fijo», que concuerdan con los cálculos de Furtado,
la economía política de dicho modo de producción: " según los cuales el capital invertido en la mano de obra esclava
debía acercarse a 20 96 del capital fijo de la empresa.
...el esclavismo colonial surgió y se desarrolló dentro de un Basándonos en estos elementos, no consideramos posible ca-
determinismo socio-económico rigurosamente definido en el lificar de esclavista un modo de producción en que el capital
t¡empo"y"éT espacio. Fue precisamente de este determinismo de fijo en esclavos es sólo un 20 % de los elementos totales del
factores complejos que el esclavismo colonial emergió como un modo de producción. Es preciso, en efecto, considerar que la
modo de producción con características nuevas, antes descono- fuerza de trabajo que permitió el proceso productivo en las
cidas en la historia humana. No constituyó una repetición o plantaciones brasileñas no es sólo la esclava sino también —como
vuelta del esclavismo antiguo... ni resultó de la conjugación ha demostrado Schwartz— una mano de obra de braceros (los
sintética entre las tendencias inherentes a la formación social «lavradores de cana») que representa un porciento relativamen-
portuguesa (el autor habla aquí de Brasil) del siglo xvi y a las te elevado del total de la mano de obra necesaria para la pro-
tribus indígenas. E l estudio de la estructura y de la dinámica ducción física total.
del modo de producción esclavista colonial . . . demostrará lo que
ya se ha afirmado, o sea, que se trató de un modo de producción
históricamente n^^ puesto que a otra conclusión no se pue- Además de que el carácter esclavo en lo esencial de la fuerza
de llegar si este estudio pone de relieve leyes específicas distin- de trabajo en la producción azucarera brasileña no puede ponerse
tas de las leyes de otros modos de producción. en duda para la época colonial, hay cosas verdaderamente sorpren-
dentes en la argumentación de Carmagnani. Como es evidente, un
Ha habido también intentos en el sentido de asimilar el escla- modo de producción_no se define por montos de inversión en estos
vismo colonial de América al feudalismo, cuando no a un mal defi- o aquellos factores, y menos todavía basándose en los datos de una
nido «señorialismo» o a una «estructura patrimonialista» de inne- hacienda de una sociedad... La definición de feudalismo que pro-
gable sabor weberiano.** Marcelo Carmagnani, para justificar la in- porcióHaTéFautor es igualmente inaceptable, puesto que no define a
clusión que hace de las regiones esclavistas en lo que para él es el ningún modo de producción específico en su articulación de fuer-
«feudalismo» latinoamericano, dice lo siguiente: *^ zas productivas y relaciones de producción: «el modo de producción
feudal se basa en la utilización directa o indirecta de una mano de
62. C. F. S. Cardoso, tres artículos (uno de los cuales es la traducción obra servil y en la explotación a título gratuito de los recursos
de un capítulo de la tesis de doctorado) en Modos de producción en Amé- naturales (tierras y minas)».**
rica latina (Cuadernos de pasado y presente), n.° 40, 1977'; «Los modos de
producción coloniales: estado de la cuestión y perspectiva teórica», en
Historia y Sociedad, Segunda época, n.° 5, primavera de 1975, pp. 90-106.
63. Jacob Gorender, O escravismo Colonial, Editora Atica, Sao Paulo,
1978, pp. 54-55.
64. Cf. respectivamente: Fernando Henrique Cardoso, op. cit., pp. 102-
103, para la aplicación del concepto de «estructura patrimonialista»; y Eugene
Genovese, Esclavitud y capitalismo, trad. de Angel Abad, Ariel, Barcelona,
1971, cap. I, para la tensión entre actitudes «señoriales» y «burguesas» en rica latina del siglo XVI a nuestros dias, trad. de Félix Blanco, Siglo XXT,
los plantadores esclavistas. México, 1976, p. 27.
65. Marcello Carmagnani, Formación y crisis de un sistema feudal, Amé- 66. Op. cit., p. 26.
190 HISTORIA ECONÓMICA DE AMÉRICA LATINA E L MUNDO COLONIAL 191

¿Régimen esclavista o regímenes esclavistas? la medida en que lo exigía el interés de los colonos, el Code Noir
de 1685 no era apUcado en las colonias francesas, y que el clero
Los pioneros del estudio comparativo de las sociedades escla- actuaba en ellas casi siempre como aliado de la clase dominante
vistas de América, Gilberto Freyre y Frank Tannenbaum, seguidos (de la que formaba parte) en lo concerniente a la defensa del or-
por Stanley Elkins, defendieron, aunque con argumentos distintos, den esclavista. E l argumento central de Tannenbaum consiste en
la misma opinión: la esclavitud norteamericana era más dura que la la afirmación de que'el status actual del negro en los diferentes
de América latina, por razones ligadas al «carácter nacional» de los países de América resulta de la actitud de la clase dominante es-
colonizadores, a la religión y a la legislación. Además de una tesis clavista hacia el negro esclavo (aceptación o no de su personalidad
más o menos común, los autores citados comparten un punto de moral y de su «humanidad»; posibilidad mayor o menor para el
vista claramente idealista.'" cautivo de obtener la liberación, etc.), y que a su vez tal actitud
Freyre, apoyándose tanto en datos de las ciencias físicas, bioló- era el resultado de la historia religiosa, moral y legal de las nacio-
gicas y sociales como en la «intuición», pretende reconstituir la nes colonizadoras. La comparación entre los Estados Unidos y las
psicología de las relaciones culturales y raciales que formaron la Antillas británicas bastaría para mostrar lo inexacto de la tesis
sociedad brasileña; según Eugene Genovese, pretende emprender de Tannenbaum.*'
algo equivalente a lo realizado por Picasso en el arte plástico: una Elkins retoma el esquema de Tannenbaum, pero en un con-
«imagen creadora», por la fusión de los enfoques analítico y orgá- texto metodológico y conceptual distinto. Como dice George Ra-
nico del Hombre. Teleología y misticismo marcan sus escritos, que wick, emplea una «amalgama de psicología freudiana y de teorías
lanzaron las bases de lo que se pudo llamar el «mito de la demo- sobre el papel sociopsicológico» para demostrar que la esclavitud
cracia racial brasileña».** «infantilizaba» la personalidad del esclavo: en una parte de su li-
Taimenbaum considera que los sistemas esclavistas de Amé- bro llega incluso a comparar los efectos de la esclavitud con el
rica formaban tres grupos: 1) el an^osajón, al cual faltaba una impacto de los campos de concentración nazis sobre los prisio-
tradición esclavista efectiva, una legislación esclavista e institucio- neros encerrados en ellos. Elkins opone Norteamérica, con su
nes religiosas que se ocuparan efectivamente del negro; 2) el ibérico, cultura «liberal protestante, secularizada y capitalista», a las co-
que tenía una tradición y una legislación esclavistas, y una instan- lonias de España y Portugal, con su cultura «conservadora, pater-
cia religiosa que creía en una personalidad espiritual del cautivo, nalista, católica, casi medieval». En suma, hace el contraste en-
trascendente a su condición de esclavo, y por consiguiente defen- tre una situación de capitalismo no limitado institucionalmente y
día su «personalidad moral»; 3) el francés, que ocupaba una posi- otra, no capitalista y sometida a controles institucionales (religio-
ción intermedia (falta de tradición y legislación esclavista anterio- sos y legales), y considera tal contraste como elemento importan-
res, presencia de la región católica). En su estudio, Tannenbaum te en la explicación de las diferencias de naturaleza entre la es-
descarta el grupo francés, cuyo análisis por cierto es especial- clavitud norteamericana y latinoamericana.™
mente útil para la crítica de su postura: es fácil demostrar que, en Otros autores comparten el punto de vista de los ya mencio-

67. Cf. Eugene Genovese, «Materialism and Idealism in the History 69. Frank Tannenbaum, El negro en las Américas. Esclavo y ciudadano,
of Negro Slavery in the Americas», en L. Poner y E . Genovese (compi- trad. de Roberto Bixio, Paidós, Buenos Aires, 1968 (ed. original en 1947).
ladores), Slavery in the New World. A Reader in Comparative History, Pren- 70. Stanley M . Elkins, Slavery: A Problem in American Institutional and
tice-Hall, Englewood Cliffs (New Jersey), 1969, pp. 238-255. Intellectual Life, University of Chicago Press, Chicago, 1959; George Rawick,
68. Gilberto Freyre, Ma'itres et esclaves, trad. de Roger Bastide, Galli- «Le Radici Storiche della Liberazione Ñera», trad. de Bruno Cartesio, en
mard, París, 1952; Genovese, op. cit. Quaderni Piarenfini, n.° 37, marzo de 1969, pp. 77-84.
192 HISTORIA ECONÓMICA D E AMÉRICA LATINA E L MUNDO COLONIAL 193

nados." Eugene Genovese retomó la idea de «sistemas esclavis- El concepto de plantación


tas» distintos, partiendo de que habría grandes diferencias entre
las clases dominantes de las distintas regiones de América donde Fue en 1957 que Eric Wolf y Sydney Mintz publicaron su fa-
fue importante la esclavitud negra, algunas más «señoriales», otras moso artículo sobre haciendas y plantaciones en Mesoamérica y las
más «burguesas»; unas más arraigadas, otras absentistas, etc.'^ Antillas, en el que exponían de manera sistemática la comparación
La posición que hemos expuesto hasta ahora nos parece equi- entre ambos tipos de propiedades agrícolas." Aunque la definición
vocada. También hoy día podríamos hallar diferencias profundas de plantación que ofrecen no es apropiada para la época colonial,
—de hecho muchísimo más graves que entre las diversas colo- el término se generalizó con rapidez, aplicándose tanto a las
nias esclavistas— entre países capitalistas; no digamos ya entre unidades productoras de artículos tropicales que utilizaban escla-
los Estados Unidos y México, por ejemplo, sino entre Canadá, vos cuanto a las plantaciones bananeras de nuestro siglo, por
Francia y Japón. Sin embargo, a nadie se le ocurre hablar de «di- ejemplo. Ello es así aunque se haya podido mostrar que algunas
versos regímenes capitalistas». Un sistema económico, o un de las diferencias entre ambos tipos eran ilusorias, además de
modo de producción, es una abstracción que, en su pureza, no criticarse el carácter estático del análisis de Wolf y Mintz. Pero
será encontrada en ninguna parte. Pero si en lo esencial cierto es un hecho que «plantación», y sobre todo «plantación esclavis-
número de formaciones económico-sociales funcionan según las ta», sugiere una forma de organización de la producción bien de-
mismas leyes, es válido construir una única «economía política» firúda, más homogénea sin duda que la de la «hacienda» extrema-
que las explique en conjunto. Ahora bien, esto es justamente lo damente heterogénea en el tiempo y el espacio. Más adelante, en
que constataron estudios específicos que destruyeron sin remedio este capítulo, hablaremos del funcionamiento de la plantación es-
el esquema idealista de Tannenbaum, Freyre y otros autores." Se clavista.
ha podido mostrar el carácter relativamente uniforme de la es- Para que términos como «hacienda» o «plantación» sean úti-
clavitud negra americana, y que las colonias que se hallaban en el les, es muy importante no extralimitar su capacidad heurística.
mismo punto de su «desarrollo económico colonial», presentaban Nos parece del todo absurdo, por ejemplo, hablar de un «modo
sistemas esclavistas esencialmente análogos, no obstante que aun de producción de plantación» o de un «modo de producción lati-
en este caso fueran posibles variaciones importantes.''' fundista», como ya se hizo.'*
Fue en las Antillas, con su alto grado de absentismo de los
propietarios en las islas británicas, holandesas y francesas, que el
sistema de plantación llegó a formas extremas, al punto que cier-
tos autores contemporáneos sostienen que no se trataba de forma-

71. El más importante es Herbert S. Klein.


72. E . Genovese, Esclavitud..., cap. II. 75. Eric R. Wolf y Sidney W. Mintz, «Haciendas y plantaciones en
73. Para una bibliografía al respecto, cf. Ciro F.S. Cardoso, «El modo Mesoamérica y las Antillas», en Enrique Florescano (coordinador). Hacien-
de producción esclavista colonial en América», en Cuadernos de pasado y das, latifundios y plantaciones en América latina. Siglo X X I , México, 1975,
presente, n.° 40, art. cit., p. 235, n. 53. pp. 493-531; para una apreciación reciente, cf. Robert G . Keith, «Introduc-
74. Cf. principalmente David B. Davis, The Problem of Slavery in Wes- tion», en R.G. Keith (compilador), Haciendas and Plantations in Latin Ame-
tern Culture, Cornell Universtiy Press, Ithaca, 1966; Sidney Mintz W., «La- rican History, Holnes & Meier Publishers, Nueva York, 1977, pp. 1-35.
bour and Sugar in Puerto Rico and in Jamaica, 1800-1850», en Comparative 76. Cf. Christian Topalov, Estruturas Agrarias Brasileiras, trad. de W.
Studies in Society and History, marzo de 1969, pp. 273-280; S.W. Mintz, Dutra, Livraria Francisco Alves Editora, Río de Janeiro, 1978, para el «modo
«Review of Stanley M . Elkins "Slavery"», en American Anthropologist, ju- de producción latifundista»; el «modo de producción de plantación» aparece
nio de 1961, pp. 579-587. en la tesis doctoral inédita de Moacyr Palmeira.

1 3 . — CARDOSO, I
194 HISTORIA ECONÓMICA D E AMÉRICA LATINA E L MUNDO COLONIAL 195

dones económico-sociales, por su dependencia hacia el exterior del resto de la economía. Cada plantación es de hecho una
para la reproducción de sus relaciones de producción. En 1967 «institución económica total». Controla su propia distribución,
construcción, servicios y facilidades de subsistencia dentro del
escribía R. T . Smith: "
mismo complejo institucional y solamente un cambio en la de-
manda externa de su propio producto puede activarla, estimular-
Cada plantación constituye una unidad separada... autosufi-
la, o deprimirla.
I dente que opera independientemente de sus vecinos. En térmi-
nos generales y permitiéndose una exageración que se puede
La conclusión lógica de esta postura es que la empresa es la
corregir a la postre, uno puede decir que ésta [la sociedad de
plantación] era una sociedad segmentada, con las plantaciones única unidad legítima de análisis. A l exagerarla, de hecho se ten-
constituyendo series lineales simples que mantienen entre sí drá una posición semejante a la de Wallerstein: "
poca o ninguna interrelación. Existía un mínimo de organización
central y cada plantación era en sí una unidad de producción. Es preciso reiterar que la plantación se sitúa en las fron-
Es cierto que cada plantación dependía de insumos provenien- teras del feudalismo y del capitalismo europeos, y por más escla-
tes del mundo externo y tenía que vender sus productos en d vos que tuviera, no es un modo de producción esclavista, ya que
mercado exterior para poder existir. Pero estos vínculos se no produce ni reproduce a amos y esclavos. La plantación es
orientaban a lugares como Europa, África y Norteamérica. La una empresa del modo de producción capitalista en la cual se ob-
plantación tampoco se reproducía a sí misma y dependía de la im- tiene una producción de capitales industriales a partir de capi-
portación de nuevos reclutas, viniendo del exterior —esdavos tales comerciales. Se trata de un momento de la acumulación
de Africa o de otras islas antillanas, artesanos y administradores primitiva del capital.
de las islas británicas, Holanda, Barbados y de otras partes. (...)
Se sugiere que consideremos a cada plantación como lo que Goff-
man denominó «institución total». El modelo de Goffman se 2. E L FUNCIONAMIENTO D E LA AGRICULTURA ESCLAVISTA D E
formuló originalmente para tratar problemas de análisis de los PLANTACIÓN
hospitales psiquiátricos, pero se ajusta extremadamente bien
a ciertos aspectos de la estructura de la plantación. Generalidades

En base a ello, L . Best propuso el año siguiente su «modelo Estudiando la Guayana francesa en el siglo xviii, llegamos al
de economía pura de plantación», justificándolo así: inventario siguiente de cuáles eran los elementos integrantes de
una plantación esclavista completa:
De manera concreta, cada (plantación) se basta a sí misma 1.° Edificios:
en cuanto a sus operaciones en el hinterland. Incluso si compra a) construcciones para residencia: casa del propietario,, ca-
algunos servicios de los artesanos urbanos y algunas materias sas de los empleados libres, cabanas de los negros esclavos;
primas de los residentes, es casi completamente independiente
79. Jean Casimir, «Teoría y definición de la cultura oprimida a partir
77. R.T. Smith, «Social Stratification, Cultural Pluralism and Integra- del caso haitiano». Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1977,
tion in the West Indies Societies», en S. Lewis y T. Matthews (compilado- pp. 124-125 (tesis doctoral mecanografiada).
res), Carihhean Integration, University of Puerto Rico, Río Piedras, 1967, 80. Dos tratados de agronomía para uso de plantadores esclavistas pro-
p. 229. veen excelentes descripciones de lo que sería una «plantación modelo»: Bru-
78. L. Best, «Outline of a Model of Puré Plantation Economy», en So- letout de Préfontaine, Maison rustique a l'usage des habitants de la partie
cid and Economic Studies (University of the West Indies, Institute of So- de la France équinoxiale, connue sous le nom de Cayenne, París, 1763; Jean-
cial and Economic Research), n.° 3, septiembre de 1968, p. 288. Baptiste Guisan, Traite sur les terres noyées de la Guyane, Cayena, 1788.
196 HISTORIA ECONÓMICA DE AMÉRICA LATINA
E L MUNDO COLONIAL 197

b) dependencias de la casa del terrateniente: cocina, depósi-


una división adecuada de tareas, 150 para ser verdaderamente ren-
tos, etc.;
table, según los criterios de la colonia que tomamos como ejem-
c) construcciones ligadas al beneficio del o de los productos,
plo: pero los gastos para la instalación de un ingenio con 150 es-
más o menos numerosos según se tratara del azúcar o de otros ar-
clavos activos eran calculados en 300.000 libras de Tours (o sea,
tículos: ingenio u otras instalaciones de beneficio, depósitos,
diez veces el salario anual del gobernador de la Guayana france-
talleres artesanales o de reparación, etc.;
sa).*' Es verdad que los ingenios representan el tipo más compli-
d) el «hospital», gran cabana donde eran cuidados los es-
cado y costoso de plantación colonial.
clavos enfermos o que sufrieran accidentes.
Así, la diferencia más importante que se menciona habitual-
2° Tierras cultivadas:
mente entre la hacienda y la plantación es el monto mucho más
a) el «jardín», o sea la gran clarera ganada al bosque según
importante de capital invertido en la segunda, además de que,
el sistema de la roza, donde eran cultivados los productos tropi-
por definición, ésta produce para el mercado mundial. De hecho,
cales de exportación (caña de azúcar, cacao, algodón, etc.);
sin embargo, «hacienda» y «plantación» tal como las caracteriza-
b) los cultivos de los esclavos: cada familia contaba con una
ron Wolf y Mintz son los polos extremos de un continuum: la
parcela junto a su cabana y otra en la «clarera de los negros»;
gran mayoría de unidades concretas de producción de cierta im-
c) los cultivos de alimentos administrados por la plantación
portancia en América latina y el Caribe se ubicaban en algún
y los árboles frutales.
punto entre ambos extremos.*^
3.° Rebaños: bovinos para el tiro y eventualmente para la
Antes de abordar en detalle el estudio del funcionamiento de
carne, caballos, etc.
la agricultura de plantación esclavista, reseñaremos brevemente
,4.° Pastos y reservas forestales: dichas reservas servían para
sus características principales:
actividades de recolección (madera, caza, frutos silvestres) pero
1.° Estructuralmente, comprendía por lo menos dos sectores
también eran necesarias debido al sistema de agricultura itineran-
agrícolas articulados: un sistema esclavista dominante, productor
te de roza.
de mercancías destinadas a los mercados europeos; y un sistema
5.° Elementos ligados al transporte: caminos, muelles, ca-
campesino subordinado al primero, ejercido por los niismos escla-
rletas tiradas por bueyes, embarcaciones, etc.
vos a través de su trabajo autónomo en lotes dados en usufructo,
Con variaciones, esta descripción del contenido de una plan-
y eventualmente por otros trabajadores dependientes, produciendo
tación colonial es válida para las demás áreas esclavistas del con-
alimentos. En una colonia como Brasil, de grandes dimensiones,
tinente. Lo que llama de inmediato la atención es lo que una des-
la situación era bastante más complicada; pero dejaremos para
cripción de este tipo implica en cuanto a las dimensiones de la
otro momento el análisis de las formas subsidiarias de actividades
plantación y de su escala de operaciones. Claro está que el ta-
agropecuarias en las regiones esclavistas.
maño de las propiedades podía variar mucho, e igualmente la
2° Las fuerzas productivas tenían un nivel relativamente
cantidad de esclavos, según los recursos del propietario y el tipo
bajo, caracterizándose por la utilización extensiva tanto de los re-
de producción. Pero en la Guayana francesa, por ejemplo, las
cursos naturales como de la fuerza de trabajo. La economía de
propiedades con menos de diez esclavos no eran incluso tomadas
en cuenta en los censos de las plantaciones: la producción de ma-
terias primas y alimentos tropicales de exportación imponía una 8L Cf. C. F. S. Cardoso, «La Guyane fran?aise (1715-1817). Aspects
économiques et sociaux». Universidad de París X, París, 1971 (tesis doctoral
cierta escala de operación. Un ingenio de azúcar, por ejemplo, mecanografiada), caps. IV y V.
para un funcionamiento mínimo exigía 50 esclavos activos, 85 para 82. Ver Marvin Harris, Raza y trabajo en América, trad. de Martin Ger-
ber. Ediciones Siglo Veinte, Buenos Aires, 1973, cap. 4.
198 HISTORIA ECONÓMICA DE AMÉRICA LATINA E L MUNDO COLONIAL 199

plantación exigía un cierto desarrollo de la especialización y de Los factores productivos y la circulación


la división del trabajo entre los esclavos, pero se lo reducía al
mínimo necesario, y predominaba la cooperación simple. Las téc- Hablemos en primer lugar de la apropiación de la tierra. En
nicas tampoco tuvieron un gran desarrollo. Veremos que, mien- un principio, hallamos una gran similitud en los procesos de apro-
tras que la historiografía tradicional exageró mucho la pobreza piación en toda América colonial, como lo subraya Julio Le Rive-
de las fuerzas productivas del esclavismo colonial, actualmente rend: «
ocurre una tendencia a la exageración opuesta, sin buscar esta-
Consideramos que hay numerosos elementos para asegurar
blecer los límites del avance posible de las fuerzas productivas en
que la apropiación de la tierra en las colonias de diferentes paí-
el tipo de sociedad de que se trata. ses presenta una identidad originaria que se remonta al período
3.° A nivel macroeconómico, la lógica del sistema era inse- de formación jurídica medieval. La doctrina regalista del domi-
parable de la del capital mercantil en su conjunto: el carácter co- nio eminente del soberano (el Estado) es común. El esquema
lonial de la economía se ponía de manifiesto en el tipo de divi- de las concesiones o mercedes de tierra en las colonias tiene
sión del trabajo entre Europa y las colonias americanas, y en la semejanzas. Y la apropiación concreta por los colonos se pro-
falta absoluta de control de estas últimas sobre el mercado de duce como cuestión de hecho consumado por igual. En todas, se
sus propios productos de exportación. pretende justificarlo por la explotación o valorización de las
4.° A nivel microeconómico, la rentabildiad de la empresa tierras, extremo que se da como evidencia en los casos de pe-
queñas heredades, pero que no se confirma en las modalidades
esclavista dependía sobre todo de: a) la minimización de los gas-
latifundiarias.
tos para el mantenimiento del esclavo; b) un grado máximo de
autosuficiencia al nivel de los insumos locales (siempre se necesita-
¿Cuáles son, en suma, estos rasgos similares en la forma de
ban insumos importados); c) la concentración de los recursos dis-
apropiarse la tierra en las colonias esclavistas? Citemos los siguien-
ponibles en esclavos y medios de producción necesarios a la pro-
tes: 1) pese a que la concesión siempre era hecha bajo ciertas
ducción de ciertos tipos de mercancías cuya naturaleza era de-
condiciones (confirmación real en el caso de las colonias ibéricas;
terminada por la lógica global del capital mercantil: la coyuntura
explotación efectiva dentro de un plazo determinado; delimita-
favorable de tales productos era un factor de peso para el éxito
ción del predio, etc.), el no cumplimiento de estas condiciones
de la empresa.
sólo muy raramente llevaba a la confiscación del terreno conce-
5. ° Los mecanismos principales de reproducción de las re-
dido; 2) aun cuando en la apariencia existían limitaciones al de-
laciones de producción y del proceso de acumulación estaban
recho de propiedad desde el punto de vista jurídico, en la prácti-
constituidos: a) por la trata africana como mecanismo básico
ca la propiedad de la tierra fue desde el principio de tipo alodial
para proveer la fuerza de trabajo necesaria; b) por lo que habi-
(propiedad libre y hereditaria, sin trabas de tipo enfitéutico), pese
tualmente se llama el «tratamiento» de los esclavos: vigilancia,
a que algunas veces ciertas limitaciones tuvieron algunos efectos
represión, mecanismos integradores al orden esclavista, etc.; en
reales, como la prohibición de dividir las mercedes de tierras en
el esclavismo, como en cualquier sistema precapitalista, la impor-
Cuba; 3) en todas las colonias existieron disposiciones en el sen-
tancia de elementos extraeconómicos de diversos tipos para la
configuración y conservación de las relaciones de producción es
83. Julio Le Riverend, «Problemas del régimen de apropiación de la
mucho mayor que bajo el capitalismo. tierra», en Julia Miranda de Valenzuela et alii, Historia y sociedad en el
mundo de habla española. El Colegio de México, México, 1970, pp. 79-94
(aquí p. 94).
200 HISTORIA ECONÓMICA D E AMÉRICA LATINA EL MUNDO COLONIAL 201

tido de limitar o evitar el excesivo acaparamiento de la tierra; mar en serio ciertas teorías que verían en tal oferta «ilimitada»
también en todas, dichas disposiciones nunca pudieron impedir la causa esencial, o una de las causas esenciales del propio escla-
los fraudes, la monopolización del suelo y el latifundismo; 4) vismo.** Éste está ligado a una fase histórica determinada, con sus
predominó ampliamente la concesión gratuita; en el caso español, especificaciones en cuanto a las fuerzas productivas y a las for-
por razones fiscales, hubo presiones sobre ocupantes no regula- mas posibles de relaciones de producción, y no a un juego sim-
res para obtener compensaciones monetarias por la regularización ple entre el «factor tierra» y el «factor fuerza de trabajo». Por
del título de propiedad {composiciones de tierras), y ventas de otra parte, las tierras efectivamente deseables para la plantación
tierras realengas." esclavista estaban estrictamente limitadas por factores ecológicos
Pero si examinamos la cuestión a fines de la época colonial, y de transporte. Tanto no era «ilimitada» su disponibilidad, que
constataremos que, pese a la gran semejanza inicial, ciertas dife- Antonil, escribiendo acerca de la zona azucarera del nordeste de
rencias surgieron en la concepción misma de la propiedad de la Brasil, cuya ocupación ya tenía entonces más de un siglo, sólo
tierra. En las colonias ibéricas y francesas, reflejando el estado de mencionaba la compra como forma de acceso al suelo."
cosas en las metrópolis respectivas, esa propiedad tenía un fuerte Nos toca ahora abordar el análisis de la fuerza de trabajo y las
carácter patrimonial. Los deudores eran protegidos por las leyes relaciones de producción. '~"
contra el embargo efectivo de sus bienes, lo que refleja una polí- Dado que, en América latina y el Caribe —al contrario de lo
tica más favorable a los terratenientes que a la burguesía mercan- que ocurrió desde la época colonial en los futuros Estados Uni-
til: existen muchos casos comprobados de propiedades esclavistas dos—, no se dio una reproducción vegetativa de la población es-
vendidas pese a estar cargadas de diversas hipotecas no satisfe- clava, su renovación dependió de la trata africana, comercio lu-
chas. En contraste, Inglaterra y Holanda habían evolucionado rá- crativo que, del siglo xvi al xix, fue responsable por el traslado
pidamente hacia una concepción más capitalista de la propiedad de nueve miñones y medio de africanos a América (cifra que no
de la tierra, y la impusieron igualmente a sus colonias, en las comprende los africanos muertos en el proceso de captura en Áfri-
cuales el suelo pasó a ser una mercancía como cualquier otra ca, en los «depósitos» donde aguardaban el embarque, en la te-
(proceso que en el caso de Brasil, por ejemplo, sólo pudo com- rrible travesía, ni el impacto demográfico del traslado de gran
pletarse a mediados del siglo xix, varias décadas después de la número de personas en edad de procrear sobre ciertas regiones
independencia), siendo fácil el embargo de las propiedades perte- del continente africano). No nos interesa examinar por sí misma
necientes a deudores insolubles, los cuales, lejos de ser protegidos la trata, sino sus efectos sobre la plantación americana.'* Hable-
por las leyes y la justicia, corrían el riesgo de ser encarcelados. mos ante todo de los efectos demográficos.
Además, Inglaterra tendió desde la segunda mitad del siglo xviii
a vender las tierras coloniales realengas en lugar de donarlas.*' 86. Cf. por ejemplo H.J. Nieboer, Slavery as an Industrial System,
Mencionemos todavía que ciertos autores han tendido a exa- Nijhoff, La Haya, 1900; Evsey Domar, «The Causes of Slavery and Serf-
dom: A. Hypothesis», en The ]ournal of Economic History, 30, marzo de
gerar mucho lo que llaman la «disponibilidad ilimitada de tie- 1970, pp. 18-32; W. Kloosterboer, Involuntary Labour Since the Abolition
rras» en América, factor sin duda importante en los primeros of Slavery, E . J. Brill, Leiden, 1960.
tiempos de la colonización de cada región. Pero no se piiede to- 87. André Joao Antonil, Cultura e Opulencia do Brasil por Suas Drogas
e Minas, ed. de 1711, trad. francesa y comentario crítico por Andrée Mansuy,
Institut des Hautes Études de l'Amérique Latine, París, pp. 90-95.
88. Sobre la trata, ver sobre todo: Philip Curtin, The Atlantic Slave
84. Cf. C.F.S. Cardoso, y Héctor Pérez B., Los métodos... (n. 18 supra) Trade. A Census, University of Wisconsin Press, Madison, 1969; Herbert
pp. 182-185. Klein, The Middle Passage. Comparative Studies in the Atlantic Slave Trade
85. C.F.S. Cardoso, «Propriété de la terre...» (n. 17 supra). Princeton University Press, Princeton (New Jersey), 1978.
202 HISTORIA ECONÓMICA D E AMÉRICA LATINA E L MUNDO COLONIAL 203

Para entender el impacto de esta forma peculiar de ininigra- régimen de plantación llevaba a elecciones en cuanto a las com-
ción forzada, es preciso enfatizar dos puntos. E l primero es la muy pras de esclavos (preferencia por varones adultos), desfavorables
peculiar estructura por sexo y edad de los migrantes, muy dis- a una alta frecuencia de hogares esclavos basados en la pareja
tinta a la de cualquier población asentada. Las mujeres de cual- estable (familias nucleares), que son los más fecundos potencial-
quier edad representaban siempre una minoría —en el conjunto mente. Pero lo más importante es que, en auges de la coyuntura
quizás alrededor del 40 %—; los niños (menores de 14 o 15 de ciertos productos tropicales, al estrecharse la integración de la
años) de ambos sexos, menos de un tercio; el hecho de que las colotúa esclavista al mercado mundial, como también en ciertas
mujeres que llegaban estaban ya, en la mayoría de los casos, en etapas del ciclo agroindustrial (la zafra de la caña y la preparación
edad de procrear, disminuía en el conjunto el número de años del azúcar, por ejemplo), el aumento de la sed de plustrabajo po-
fértiles por mujer importada vividos en América, actuando ne- día llegar a reflejarse en el comportamiento de las variables de-
gativamente sobre la fecundidad potencial. Así, cuando en una mográficas. Ello ocurría por intermedio de un empeoramiento de
colonia la trata africana incidía en gran escala y durante un perío- la dieta (al disponer el esclavo de menos tiempo para sus propios
, do relativamente largo de tiempo, las distorsiones resultantes en cultivos), menor cuidado y reposo durante el embarazo y después
la estructura de la población receptora eran desfavorables a la del parto, de lo que resultaban efectos negativos sobre los ele-
tasa de fecundidad: desproporción entre el número de hombres mentos de que dependían la fertilidad y la fecundidad femerúnas,
(mayor) y mujeres entre los adultos, menor fecundidad potencial y un alza de la mortalidad en general —mayor susceptibilidad a
y real de las mujeres africanas en comparación con las esclavas las oleadas epidémicas debido al exceso de trabajo aliado a la
criollas (nacidas en América), reducido número de niñas (futuras mala alimentación— e infantil en particular."
reproductoras potenciales), etc.*' Mas el régimen de plantación dependiente de la trata presen-
El segundo punto que es necesario enfatizar acerca de la trata taba también otros tipos de aspectos ligados al comercio de es-
2^ tiene que ver con el efecto catastrófico del seasoning, o sea el pe- clavos. Como lo expresa Jacob Gorender, cualquier modo de pro-
ríodo en que los esclavos importados se adaptaban al nuevo am- ducción se rige por la ley de la reproducción necesaria de la fuerza
biente y a nuevos tipos de enfermedades: los contemporáneos de trabajo gastada en el proceso de producción. En el caso del es-
pretenden que más del 30 % de los recién llegados morían en clavismo colonial, esta ley asumiría la formulación específica si-
cuestión de meses o cuando mucho dos a tres años, lo que influía ' guíente: «la inversión inicial de adquisición del esclavo le ase-
poderosamente sobre la tasa global de mortahdad (además de ^ gura al amo el derecho de disponer de una fuerza de trabajo como
que los africanos podían también ser portadores de epidemias).'"' su propiedad permanente y simultáneamente inmoviliza el fondo
La demografía de los esclavos no dependía apenas de la trata j adelantado en este acto de adquisición, cuya amortización corre-
y sus efectos, sino también de la lógica misma de la economía de rá a cargo del excedente que será creado por el mismo esclavo».
plantación. Higman ha demostrado la exlstéñaa de "ína correla- O sea, se trata del fenómeno que, como lo describió José de Sou-
ción, en el caso de Jamaica, entre las plantaciones azucareras y za Martins, consiste en que el amo de esclavos debe pagar un
una mortalidad más elevada de los esclavos. Por otra parte, el «tributo» al mercader de esclavos antes de que los cautivos com-
prados participen del proceso productivo." E l capital invertido
89. Cf. C.F.S. Cardoso, «Esclavitud colonial y dinámica de la población
esclava», seminario Modos de producción y dinámica de la población, Cuer- 91. Esto ya había sido enfatizado por Marx, basándose en Olmsted y
navaca, abril de 1978 (ponencia mimeografiada de próxima publicación en un Calmes.
volumen colectivo de Siglo XXI). 92. Jacob Gorender, op. cit., (n. 12 supra) p. 191.
90. Op. cit. 93. José de Souza Martins, «A Produ?áo Capitalista de Relances Náo-Ca-
E L MUNDO COLONIAL 205
204 HISTORIA ECONÓMICA DE AMÉRICA LATINA

La preparación de los esclavos para la vida social es incom-


en la compra de esclavos se convierte en no-capital, se esteriliza
pleta: se les prepara en la gran mayoría de los casos sólo para
(exactamente como el que se invierte en la compra de la tierra),
tareas poco o nada especializadas y para las actitudes que el
siendo un gasto exterior (y anterior) al proceso productivo: otros
amo espera de ellos; además, es preciso impedir que adquieran
desembolsos deben hacerse para que éste sea posible. Por ello, cree-
medios que faciliten acciones colectivas y autónomas de los cau-
mos que tiene razón Gorender al afirmar que no se trata de una
tivos. E l negro criollo desde su infancia, el negro de trata desde
inversión de capital fijo, y al criticar a diversos autores (nosotros
su llegada, se ven sometidos a una falta de respeto total por parte
inclusive) que habían declarado ser el esclavo parte del capital
de su dueño y de los blancos en general; sus veleidades de inde-
fijo de las plantaciones.^*
pendencia son el objeto de duras burlas. Todo ello ha sido lla-
El tema de las relaciones de producción esclavistas, al ser
mado por Fernando Henrique Cardoso el proceso de «socializa-
éste un estudio de tipo económico, nos interesará apenas desde
ción incompleta» del esclavo.''
un punto de vista estructural; no nos ocuparemos de las diver-
En todas las colonias, la cristianización se veía como un me-
sas formas de luchas de clases propias del esclavismo colonial. E l
dio de control más de los cautivos. Para que fuera así, era nece-
sistema esclavista, en especial en la forma de la plantación, supo-
sario que la instrucción religiosa de los mismos fuera expurgada
ne la constitución de masas considerables de cautivos que viven
en condiciones muy duras. El peligro de las rebeliones y las ne- de todo elemento que pudiera sugerirles igualdad o derechos: sólo
cesidades inherentes a la continuidad del proceso productivo en había que hablarles de deberes, de humildad, de docilidad, de san-
modalidades rentables, hacen imprescindible la existencia de cier- ciones terribles en el otro mundo si faltaban a sus «obliga-
tos mecanismos de control: 1) la forma de tratar a los esclavos; ciones».
2) la forma de prepararlos para integrarse a la sociedad; 3) la cris- En fin, el Estado, además de establecer leyes que reglamen- '
tianización; 4) la represión del Estado. tan, legitiman e institucionalizan la esclavitud, interviene, llegado
el caso, con todo el peso de sus fuerzas armadas, judiciales, y otras,
El control, la violencia y el paternalismo son las tres caras del
para restablecer el orden esclavista amenazado. E l esclavismo exi-
v tratamiento de los esclavos; aunque cualquiera de ellas puede pre-
ge un control estricto del esclavo y la ausencia total de control
dominar según los casos y las situaciones, no son excluyentes. La
del amo: sería demasiado peligroso para el orden vigente sancio-
violencia institucionalizada es inherente al sistema esclavista, y
nar acciones de propietarios, aun cuando éstos fueran culpables
llegado el caso aún el más paternalista de los amos tenía que
de atrocidades, permitiendo así que el esclavo pensara que podría
ejercerla obligatoriamente. El mantenimiento del esclavismo no
recurrir a otras instancias además de su propio dueño.'*
puede prescindir de un control y vigilancia estrictos del esclavo.
Si éste actúa según las normas de conducta socialmente estableci- Abordemos en seguida el problema del nivel de las fuerzas
das, puede entonces eventualmente beneficiarse con el paternalis- productivas bajo el esclavismo colonial. La visión clásica de
mo del amo, sobre todo en regiones de más antigua colonización, este tema viene de Marx y de las fuentes en que se basó (Olms-
donde el sistema ha madurado, o en aquellas donde el absentismo ted, Cairnes): el bajo nivel técnico debido a la falta de interés
no incida demasiado. del esclavo por su propio trabajo, y a otros factores (inmoviHza-
ción de capitales en la compra de esclavos, abundancia de tierras:

95. F.H. Cardoso, op. cit. (n.. 57 supra), cap. III.


pitakslas de Produfao: O Regirae de Colonato ñas Fazendas de Café (Brasil)», 96. La exposición de las relaciones de producción esclavistas se basó en
seminario Modos de producción y dinámica de la población, Cuernavaca,' nuestro artículo: C.F.S. Cardoso, «El modo de producción...» (n. 73 supra),
abril de 1978 (ponencia mimeografiada), p. 10.
pp. 222-223.
94. .T. Gorender, op. cit., pp. 186-189.
206 HISTORIA ECONÓMICA D E AMÉRICA LATINA E L MUNDO COLONIAL 207

éstos serían factores limitantes de las inversiones en tecnología quinaria, bastante cara. Además, especialmente en las plantacio-
agrícola); y el freno impuesto a la división y la especialización del nes de azúcar, se requerían considerables inversiones en bue-
trabajo por el peligro que habría en dejar que los esclavos asimila- yes, caballos, carros, arados, machetes, aparatos para molino,
ran conocimientos y habilidades que pudieran volver contra el or- hornos, calderas y otros equipos de refinería.
den vigente, y debido a los gastos excesivos de vigilancia que im-
plicarían.'' Investigaciones recientes han demostrado que hubo Lo más frecuente era que el plantador obtuviera los capita-
gran exageración en este punto: el esclavismo sí fue mucho más les necesarios a través de su asociación coii un comerciante resi-
compatible con cambios y avances técnicos de lo que se pensaba. dente en la colonia. Pero huHb también mercaderes residentes en
Una plantación azucarera, por ejemplo, si era siempre muy some- Europa, poseedores de plantaciones en América o que en ellas
ra en sus técnicas agrícolas —aunque con matices según las co- invertían. La Iglesia —en especial los jesuitas— poseyó igual-
lonias—, en el sector de la preparación del azúcar podía exigir una mente grarides unidades productivas esclavistas. En ciertos ca-
tecnología bastante complicada y avanzada para la época. También sos, las plantaciones eran propiedad de sociedades que concentra-
la división de tareas podía alcanzar un grado considerable de sofis- ban los fondos de numerosos financistas, nobles y comerciantes,
ticación. No olvidemos, además, que la inserción de las regiones o de compañías monopolistas que efectuaban también la trata de
esclavistas en una economía mundial que estaba pasando por el esclavos."»
proceso del advenimiento del capitaUsmo, puso a su alcance al- Estas inversiones se hacían con vistas a obtener una renta:
gunas de las innovaciones generadas en dicho proceso, incluso an- «La explotación productiva del esclavo resulta en el trabajo exce-
tes de la revolución industrial del siglo xviii. Sin emljargo, el ar- dente convertido en renta monetaria». Una parte del excedente,
gumento, llevado demasiado lejos, deja de convencernos. La expe- en forma de renta natural, era consumida por el terrateniente, su
riencia del sur de los Estados Unidos y los efectos de su atraso familia y sus dependientes; pero otra parte era comercializada y
evidente frente al norte en la guerra de Secesión muestran que transformada en cierta cantidad de dinero: y era este ingreso mo-
ima revolución industrial bien caracterizada —o sea, la instalación netario el que daba la medida de la rentabilidad de la planta-
cabal de las fuerzas productivas del capitalismo— no era compa- ción.™ Algunos autores, examinando la contabilidad de algunas
tible con la persistencia de las relaciones de producción escla- plantaciones esclavistas, llegaron a la conclusión de que vivían
vistas. E l progreso técnico bajo el esclavismo no fue imposible en una situación permanente de «déficit estructural». Pero, ade-
como se creía; pero sí conoció limites definidos.'* más de que la contabilidad de la época no es perfecta y deja en la
En cuanto al capital, es conocido que el sistema de plantación sombra muchos elementos, la evaluación de la rentabilidad de la
exigía inversiones muy considerables: " plantación esclavista sólo se puede hacer tomando en cuenta la
asociación íntima de la economía monetaria y natural que en ellas
Cada trabajador de la plantación ... representaba un desem- se daba; en particular, trataban de producir internamente todos
bolso de capital no inferior al invertido en una pieza de ma-
los insumos que podían, y de depender lo menos posible a ese
97. Cf. op. cit., pp. 195-197, 219-221; K. Marx, El Capital, Cartago, nivel de desembolsos monetarios. La posibilidad de imponer lar-
Buenos Aires, 1956, I, p. 161 n. 18, III, p. 349, I, p. 269, III, p. 742; gas jornadas de trabajo y de minimizar los gastos de manteni-
J. E . Cairnes, The Slave Power, Londres, 1862; F. L . Olmsted, The Slave
States, Capricorn Books, Nueva York, 1959 (ed. original: 1856).
98. Cf. Antonio Barros de Castro, «Escravos e Senhores nos Engenhos 100. Cardoso y Pérez Brignoli, Los métodos..., p. 190-191. Un ejemplo
do Brasil», Campiñas (Sao Paulo), Universidad de Campiñas, 1976 (tesis doc- interesante: Pierre Léon, Les Bolle et les Raby, Société d'Édition «Les Belíes
toral mecanografiada). Volveremos a este tema en el cap. 4. Lettres», París, 1963.
99. Marvin Harris, op. cit., (n. 82 supra), p. 75. 101. Gorender, op. cit., cap. VIII.
208 HISTORIA ECONÓMICA D E AMÉRICA LATINA E L MUNDO COLONIAL 209

miento de los esclavos, eran también factores positivos para el En la categoría de los campesinos no propietarios tenemos, en
plantador. Es cierto, sin embargo, que existía igualmente lo que el caso de las Antillas, los squatters —desertores, fugitivos de la
Gorender llama «leyes de rigidez de la mano de obra esclava»: la ley, esclavos hmdos, etc.— que en el interior de algunas de las
cantidad de esclavos de una plantación, determinada por las ne- islas más extensas se instalaban en tierras baldías para dedicarse
cesidades de la fase de máxima actividad del ciclo agrario (la zafra a la agricultura de subsistencia; a veces eran también contraban-
y la preparación del azúcar en el caso de los ingenios), no podía distas. A l desarrollarse la plantación azucarera, tendieron a desa-
cambiar fácilmente para adaptarse a la situación coyuntural del parecer. Otro ejemplo muy distinto lo tenemos en los fazendeiros
producto exportado o a los distintos momentos del mencionado obrigados, labradores que arrendaban tierras pertenecientes a in-
ciclo agrícola.'"^ Sea como fuere, el hecho mismo de que las genios de azúcar. Algunos de ellos eran de hecho empresarios es-
plantaciones hayan persistido durante varios siglos y atraído cuan- clavistas, produciendo azúcar para el ingenio con mano de obra
tiosos capitales, sobre todo en fases coyunturalmente favorables, esclava, pero otros se dedicaban a cultivos de subsistencia.'"*
muestra que sí eran rentables. En lo concerniente a los campesinos propietarios, en el caso
Como ya hemos mencionado, el sistema esclavista colonial es de las Antillas inglesas y francesas surgieron en el siglo xvii en
impensable sin la premisa de un mercado exterior: el monoculti- función del sistema de servidumbre temporal {engagés o indentu-
vo especializado sólo así adquiere sentido, y la trata de esclavos red servants): al terminar el período de trabajo servil que especi-
constituye un elemento esencial de la reproducción del sistema. ficaba su contrato, los siervos temporales normalmente recibían
E l funcionamiento de la circulación mercantil correspondiente una concesión territorial y se dedicaban a actividades de subsis-
respondía a las características monopolistas del mercado en la tencia o aun a la agricultura tropical de exportación en pequeña
época mercantilista, y al doble circuito comercial de que habla escala (añil, tabaco). También en este caso, la expansión del azúcar
Carmagnani (cf. la parte A de este capítulo). tendió a destruir este sector campesino, como ocurrió más tarde
en Cuba.'"' Un ejemplo brasileño son los colonos procedentes de
las Azores, en el sur, que a veces pudieron enriquecer y hacerse
3. OTRAS FORMAS D E ACTIVIDADES AGROPECUARIAS, ARTICU- esclavistas, pero que en el conjunto fueron eliminados por las ha-
LADAS o NO A LA PLANTACIÓN ESCLAVISTA ciendas ganaderas y por razones ligadas a la complicada coyuntura
político-militar de esa región de contactos y conflictos entre las
Modalidades de la economía campesina hajo el régimen esclavista colonizaciones portuguesa y española.'*
colonial
La importancia de los palenques de negros fugitivos, muy va-
Siguiendo una tipología de Sidney Mintz, podemos distinguir riable según las regiones, fue máxima en la zona del Caribe. Los
cuatro modalidades de actividades campesinas bajo el esclavis- casos más conocidos son los de Jamaica y Surinam, donde los
mo: 1) los campesinos no propietarios; 2) los campesinos propie- palenques pudieron imponer verdaderos tratados a las autoridades
tarios; 3) las actividades campesinas en los palenques; 4) el pro- coloniales y mantener su autonomía, preparando así ciertos aspec-
tocampesinado esclavo.'"^
104. Op. cit., pp. 147-148; Antonü, op. cit., pp. 94-99, 146-147, 513-527.
102. Op. cit., cap. XI; sobre el «déficit estructural», cf. Frédéric Mauro, 105. Minz, op. cit., pp. 148-151; Ramiro Guerra, Azticar y población
L'expansión européenne (1600-1870), Presses Universitaires de France, Pa- en las Antillas, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1970, pp. 4-5; Fer-
rís, 1964, p. 341 (ed. española: Labor, Barcelona). nando Ortiz, Contrapunteo cubano del tabaco y el azticar, Ariel, Barcelona,
103. Sidney W. Mintz, «The Origins of Reconstituted Peasantries», en 1973.
S. Mintz, Caribhean Transformations, Aldine, Chicago, 1974, pp. 146-156. 106. F. H . Cardoso, op. cit., cap. II.

14. — CAKDOSO, I
210 HISTORIA ECONÓMICA D E AMÉRICA LATINA E L MUNDO COLONIAL 211

tos de la estructura agraria en determinadas regiones. Pero de esclavista del modo de producción vigente en las coloiúas, lo que
hecho en todo el Caribe la persistencia de los palenques fue un constituye una exageración evidente.""
elemento importante, que llama la atención de los historiadores De hecho, la «brecha campesina» cumplía una función bien
en forma creciente."" definida en el marco del esclavismo colonial: la de minimizat los
En la Guayana francesa, a mediados del siglo xviii, tenemos costos de manterúmiento y reproducción de la fuerza de trabajo.
la suerte rara de contar con un documento de primera mano sobre Es cierto que, por otra parte, con frecuencia este aspecto era con-
la organización interna del palenque de la Montagne Plomb: el in- tradictorio con otro: la tendencia a llevar al máximo la explota-
terrogatorio del joven Louis, capturado en 1748 y al cual se ción de los esclavos en las épocas de cosecha y elaboración de los
prometió la gracia en cambio de informaciones."" Este palenque productos de exportación, y en general en las fases coyunturales
constaba de treinta cabanas y setenta y dos personas. Sus habi- favorables de éstos. Pero la verdad es que, con su auge en las An-
tantes practicaban la agricultura de roza, abriendo cada año nue- tillas, la «brecha campesina» fue un rasgo universal del esclavismo
vos calveros (tres en 1748) para plantar mandioca, maíz, arroz, americano. Los excedentes obtenidos por los esclavos en sus
camote, caña de azúcar, plátanos, algodón, etc. También cazaban parcelas, más allá del consumo familiar, eran libremente comercia-
con armas de fuego (pero ya casi no tenían munición), arco y lizados, y el dinero obtenido permitía comprar suplementos a la
flecha, trampas y perros, y pescaban a la manera de los indios (o dieta, bebidas, ropas, zapatos, joyas, tabaco, etc. Algunos esclavos
sea, paralizando los peces con el jugo de una raíz). Los resultados acumularon lo suficiente para comprar su libertad. En general, el
del trabajo agrícola y recolector eran distribuidos igualitariamente acceso a las parcelas era estable y reconocido, al punto que po-
entre todas las familias. Existían algunas actividades artesanales: dían alquilarlas o heredarlas por testamento (informales, desde
hilado y tejido de algodón, fabricación de sal sacada de las cenizas luego). Además, el trabajo en los lotes de subsistencia no era su-
de una planta, bebidas fermentadas, etc. En el gran palenque bra- pervisado; con frecuencia se percibían rasgos africanos en su orga-
sileño de Palmares, en el siglo xvii, hallamos una economía agrí- nización. E l avance de los amos o administradores sobre el tiempo
cola y artesanal (incluyendo la metalurgia del hierro) bastante más normalmente acordado para el trabajo en las parcelas (en general
desarrollada, asociada como en la Guayana a actividades reco- un día y medio por semana) —el cual llegó a ser reconocido en
lectoras."» textos legales en diversas colonias— era una de las razones más
Sidney Mintz aplica la expresión protqcampesinado esclavo a frecuentes de fugas o revueltas.'"
las actividades agrícolas realizadas por los esclavos en las par-
celas y el tiempo para cultivarlas que se les acordaba en el inte-
rior de las plantaciones. Esta «brecha campesina» en el sistema
esclavista pudo tener tanta importancia, sobre todo en el Caribe,
que el autor mencionado llegó a poner en duda el mismo carácter
110. S.W. Mintz, «The Question of Caribbean Peasantries: A Com-
ment», en Caribbean Studies, 1, 1961, pp. 31-34; del mismo autor: «The So-
107. Roger Bastide, Las Américas negras, trad. de Patricio Azcárate, Called World System: Local Initiative and Local Response», en Dialectical
Alianza Editorial, Madrid, 1969, caps. 2 y 3; Richard Price (compilador), Anthropology, 2, 1977, pp. 253-270.
Maroon Societies, Anchor Press-Doubleday, Nueva York, 1973. 111. Cf. C.F.S. Cardoso, Escravidao, agricultura e capitalismo, de próx
108. Archives Nationales, París, serie F 3, n.° 22, f.° 166-171, documen- ma publicación por la Editora Vozes, Petrópolis (Brasil), cap. IV; S. Mintz,
to fechado el 31 de octubre de 1748. Caribbean..., pp. 180-213; Stuart B. Schwartz, «Resistance and Accommoda-
109. Décio Freirás, Palmares. A Guerra dos Escravos, Editora Movimen- tion in Eighteenth-Century Brazil: The Slaves' View of Slavery», en Hispanic
to, Porto Alegre (Brasil), 1973, pp. 42-45. American Historical Revietv, vol. 57, n.° 1, 1977, pp. 69-81.

Vous aimerez peut-être aussi