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El pH del suelo es una medida de la acidez o alcalinidad en los suelos. El pH se define como
el logaritmo (base 10) negativo de la actividad de los iones hidronio (H+
o, más precisamente, H
3O+
aq) en una solución. El índice varía de 1 a 14, siendo 7 neutro. Un pH por debajo de 7 es ácido y
por encima de 7 es básico (alcalino).
El pH del suelo es considerado como una de las principales variables en los suelos, ya que controla
muchos procesos químicos que en este tienen lugar. Afecta específicamente la disponibilidad de
los nutrientes de las plantas, mediante el control de las formas químicas de los nutrientes. El rango
de pH óptimo para la mayoría de las plantas oscila entre 5,5 y 7,0,1 sin embargo muchas plantas se
han adaptado para crecer a valores de pH fuera de este rango.
en la solución del suelo. La presencia de iones de aluminio (Al3+, Al(OH2+)), hidrogeno (H+) e
hidroxilo (OH-) son determinantes en la solubilidad de los nutrimentos en el suelo como son
fosfatos, sulfatos, molibdatos, hierro, manganeso, cobre o zinc. Sin embargo, también pueden
ser indicadores de la escasez de las formas disponibles de calcio, magnesio, potasio o sodio en el
mismo suelo. Cuando el pH tiene un valor mayor a 6.5 la abundancia de iones OH- produce la
asimilados por las raíces de las plantas. En suelos con pH por debajo de 6.5 la presencia de iones
compuestos insolubles como fosfato de calcio. Los suelos de regiones con fuertes
precipitaciones, tienden a tener valores de pH muy bajos (<5.0) y con bajos niveles de
disponibilidad de calcio, magnesio y potasio. Por otra parte, el boro es soluble bajo condiciones
ácidas en el suelo, pero ante condiciones de pH mayor a 6.5 su solubilidad se ve comprometida y
limitada. Todo lo contrario sucede con el molibdato (MoO4=), el cual es poco disponible en
suelos con pH por debajo de 5.5, y conforme incrementa este valor, va aumentando su
disponibilidad. Con un pH menor a 5.0, hierro, manganeso, zinc y cobre son altamente solubles y
forman compuestos con los fosfatos del suelo, volviéndolos poco disponibles para las plantas.
¿Qué nos indica el pH del suelo y qué factores lo afectan? Existen cuatro intervalos de pH que
permiten tener una idea clara sobre lo que ocurre en el suelo: 1) pH menor a 4.0 indica la
presencia de ácidos libres como producto de la oxidación de sulfuros, 2) valores por debajo de
5.5 sugiere la presencia de aluminio intercambiable y/o exceso de manganeso, 3) pH entre 7.3 a
8.4 señala la posibilidad de tener carbonato de calcio (CaCO3), y 4) pH mayor a 8.2 la posible
forma general se considera el más adecuado por la razonable disponibilidad que muestran los
nutrimentos esenciales para las plantas es aquél que va de 6.0 a 6.5. Sin embargo, otros autores
incluso manejan un rango más amplio que va de 5.5 a 7.0. El caso de suelos andosoles es muy
particular, ya que a pesar de tener el pH dentro del rango, considerado adecuado, se presentan
decremento del valor de pH en el suelo depende de distintos factores como son: 1) alcalinidad
del agua de riego, 2) enmiendas orgánicas (composta, abonos, etc.) o minerales (yeso, cal
agrícola o azufre), 3) acidificación por las raíces, 4) uso de fertilizantes de reacción ácida o
alcalina, y 5) precipitación.
Resumen
La acidez o la alcalinidad se miden en unidades de pH con una escala de 1 a 14, si bien los valores
extremos no ocurren en los suelos agrícolas. El pH=7 es neutro. La acidez aumenta con los valores
de 7 a 4 y la alcalinidad de 7 a 10. El trigo crece mejor entre pH 5,5 y 7,5 (zona verde en la figura);
sin embargo, puede crecer en suelos más ácidos si se agregan correctores al suelo.
El principal efecto de un pH muy alto o muy bajo es que algunos nutrientes pueden estar
disponibles en forma excesiva y ser tóxicos mientras que la disponibilidad de otros puede
disminuir y aparecer como deficiencias del cultivo. En la figura las deficiencias aparecen como
barras rojas angostas.
En los suelos ácidos, el aluminio y el manganeso pueden volverse muy solubles y tóxicos y,
además, reducir la capacidad de la planta para absorber fósforo, calcio, magnesio y molibdeno.
Especialmente en los suelos ácidos, el fósforo no está disponible para las plantas. Si el boro, el
cobre y el zinc están presentes en el suelo, pueden presentar toxicidad a bajos pH. En suelos
medianamente alcalinos es posible encontrar deficiencia de boro, cobre y zinc y puede no estar
disponible el fósforo. El pH del suelo tiene relativamente poco efecto sobre el nitrógeno.
En los suelos ácidos la sustitución del trigo por especies tolerantes a esas condiciones puede
mejorar la productividad de la finca. Sin embargo, las ganancias pueden ser efímeras ya que esas
especies pueden acidificar más el suelo llegando incluso a un nivel que sea limitante para ellas. El
mejor enfoque es sin duda el mejoramiento del suelo.
Tomar muestras de suelos a distintas profundidades en la zona radical y medir el pH con papel
tornasol o con un medidor de pH. Poner especial atención a los valores por debajo de pH 5,5 y
por encima de 7.5.
La deficiencia de fósforo o magnesio en las hojas más viejas, o de calcio en las hojas más
jóvenes (ver nutrición mineral).son síntomas que indican un suelo excesivamente ácido.
Observar los cultivos vecinos de leguminosas o colza ya que éstos son más sensibles a la acidez
del suelo que el trigo. ¿Tienen mal aspecto?
Se ven síntomas evidentes de deficiencias de zinc en las hojas más viejas, o de cobre o hierro
en las hojas jóvenes? ¿Sufren las plantas una deficiencia de boro evidenciada por una
formación de granos al azar dentro de las espigas? Estos síntomas son indicadores de suelo
alcalin. (ver nutrición mineral.)
¿Es el suelo muy impermeable, está desmenuzado, se agrieta cuando está seco y se hunde y
drena con dificultad cuando está húmedo? El suelo puede ser alcalino y sódico.
El suelo es geológicamente muy antiguo y fuertemente lixiviado, con altos niveles de óxidos de
hierro y aluminio. Estos suelos son ácidos.
Se han aplicado fertilizantes acidificantes al suelo durante muchos años, incluyendo aquellos
que contienen nitrógeno amoniacal y superfosfato.
Se han incorporado grandes cantidades de materia orgánica a un suelo muy húmedo y
durante muchos años, dando lugar a su acidificación.
El suelo es ligeramente alcalino a causa de la aplicación de materiales calizos.
Cal: Añadir cal a los suelos ácidos incorporándola al menos hasta 15 cm de profundidad. Las
partículas deben ser lo más finas posibles y siempre menores de 2 mm. Es importante mezclar
bien la cal con el suelo para evitar concentraciones alcalinas que pudieran eventualmente
matar las plántulas. El pH aumentará entre 0,3 y 0,7 unidades por cada tonelada de cal de alta
calidad añadida a una hectárea de suelo. El efecto puede durar unos 10 años. No añadir más
de 2.5 t/ha ya que de lo contrario se podrían inducir deficiencias de zinc y manganeso; en
suelos pobres en boro, su disponibilidad se podría limitar aún máspply agricultural lime to acid
soils and incorporate it to at least 15 cm.
Materia orgánica: Añadir grandes cantidades de abonos orgánicos para amortiguar el pH del
suelo, sobre todo donde el aporte de cal no sea posible.
Manejo de pH: Evitar el uso de fertilizantes acidificantes en suelos sódicos.
Drenage: Si la alcalinidad del suelo es sódica, mejorar el drenaje, incorporar yeso y usar
cultivos de raíces profundas tales como leguminosas y canola en la rotación para trasladar el
yeso hacia abajo en el perfíl del suelo. El azufre también es usado para acidificar el suelo. El
yeso proporciona calcio para reemplazar el exceso de sodio.
Nutrición: Agregar los macro- o los micronutrientes que se identifican como deficiencias al
observar las plantas. Colocar bandas de fósforo con nitrógeno de amonio en los suelos
alcalinos para aumentar la disponibilidad del fósforo.