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Francia conmemora centenario del
inicio de la Primera Guerra Mundial
3 agosto 2014 Compartir
Cerca de 30.000 soldados murieron durante las batallas por el pico rocoso que domina el
valle del Rin.
"Vi a hombres robustos y fuertes, con temblores, haciendo muecas como dementes,
víctimas de un terror silencioso e incontrolable".
Así describía el periodista Philip Gibbs hace 100 años el efecto que la guerra moderna tenía
en los soldados del Frente Occidental durante la Primera Guerra Mundial.
Jóvenes que hasta hacía poco estaban sanos y que no mostraban señales de heridas externas,
estaban perdiendo los sentidos del olfato, vista y gusto.
A muchos los atormentaban las pesadillas o revivían lo que había ocurrido en el campo de
batalla una y otra vez cuando estaban despiertos.
En esa época la salud mental era una rama muy poco conocida de la medicina.
Para algunos generales del ejército no era más que "una tontería y pura cobardía".
Pero lo que pasó en esa guerra terminaría revolucionando el entendimiento sobre la salud
mental.
El legado lunático
Los problemas de salud mental han sido malentendidos durante toda la Historia.
En la Edad Media, los cristianos europeos creían que era prueba de que alguien había sido
poseído por demonios.
Derechos de autor de la imagenSPLImage captionEl neurólogo francés Jean-Martin Charcot
demuestra en 1886 un caso de histeria, un mal femenino clásico en esa época.
En los siglos XVII y XVIII, las comunidades se ocupaban de los que consideraban "locos".
Pero al principio del siglo XIX, las autoridades declararon que los "lunáticos" podían curarse
en asilos y los "idiotas" podían aprender.
La verdad es que los pacientes que terminaban internados rara vez volvían a salir y algunos
recibían tratamientos peligrosos, como la remoción de partes de sus cerebros.
En la era victoriana casi todos los médicos consideraban a las mujeres más frágiles y
susceptibles a enfermedades nerviosas.
El clásico "mal femenino" era la histeria, que también afectaba a los "hombres femeninos".
En conflictos como la Guerra Civil de Estados Unidos, a los que sufrían de dolores de pecho
y falta de aliento les diagnosticaban "corazón de soldado".
Unas pocas décadas más tarde, los soldados que servían durante la Primera Guerra Mundial
sufrieron una de las experiencias bélicas más terribles de la historia.
Cuando los soldados empezaron a mostrar los síntomas de lo que se llamó "shell shock" o
"neurosis de guerra", se asumió que las explosiones les había causado un daño invisible en
el sistema nervioso.
Falta de comprensión
No obstante, muchos comandantes militares pensaban que la neurosis de guerra era una
invención, una exageración o, sencillamente, cobardía.
Es muy probable que algunos de los soldados que fueron ejecutados por desertar estuvieran
traumatizados.
Tanto los médicos como los comandantes se empezaron a preguntar si quizás la falta de
sueño, el ruido ensordecedor y el espectáculo de demasiada muerte y mutilación podrían estar
causando los síntomas.
El gran cambio
Entre abril de 1915 y abril de 1916, en Reino Unido, más de 11.000 hombres recibieron
tratamiento por neurosis de guerra en hospitales británicos.
Derechos de autor de la imagenGETTY Y GARDENINGLEAVE.ORGImage
captionVeteranos trabajando en jardinería en 1917 y hoy, algo que ayuda a combatir el
trauma de la batalla.
Al principio, se creía que se podía curar con descanso, sedantes y choques eléctricos.
Más tarde, algunos doctores pensaron que ese tratamiento se enfocaba demasiado en el
cuerpo y no suficiente en la mente así que, inspirados por el psicoanálisis freudiano,
empezaron a alentar a los soldados a que hablaran de sus experiencias.
Para el final de la guerra, 80.000 oficiales y soldados británicos habían sufrido de "una severa
discapacidad mental que dejó al individuo temporalmente incapaz de seguir sirviendo".
Tres años más tarde, 65.000 seguían recibiendo ayuda del gobierno por sufrir de neurosis de
guerra.
La Primera Guerra Mundial probó que cualquier persona puede sufrir de una enfermedad
mental, no importa cuál sea su procedencia, género o "carácter moral".
Un siglo más tarde, sabemos que el término "shell shock" abarcaba una gama de condiciones,
desde ansiedad hasta trastorno por estrés postraumático o TEPT.