BENEFICIO DE LA VITAMINA C EN EL DETERIORO COGNITIVO

DEL ALZHEIMER

Trabajo de Investigación para la cátedra de Expresión Oral y escrita II.

Escuela de Enfermería y Salud Pública, Universidad La República,
Santiago, Chile

María Lorena Chacón A.; Griselda Garrido V. & Yaritza Arancibia.

Octubre 2018
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INDICE

Introducción ................................................................................................................................................ 3

Desarrollo...................................................................................................................................................... 4

Alzheimer:................................................................................................................................................. 4

Vitamina C ................................................................................................................................................ 4

Beneficios y riesgos de la vitamina C: ...................................................................................................... 6

Investigación de la Dra. Christine von Arnim (2012):.............................................................................. 9

Alimentos relacionados con la prevención del deterioro de la función cognitiva: ................................. 10

Efectos beneficiosos de los suplementos vitamínicos antioxidantes: ..................................................... 11

Vitaminas antioxidantes y enfermedad de Alzheimer: ........................................................................... 13

Conclusión .................................................................................................................................................. 16

Referencias.................................................................................................................................................. 18
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Introducción

El presente trabajo es un estudio de recopilación de investigaciones publicadas que

permitirá entregar referencias bibliográficas respectos de los estudios que han logrado establecer

la influencia beneficiosa de la absorción de la vitamina C sobre el deterioro cognitivo en

pacientes con Alzheimer.

Existen múltiples evidencias epidemiológicas en individuos de la tercera edad que han

mostrado la asociación de los bajos niveles bioquímicos o la baja ingestión de diversas vitaminas

con la disminución de las habilidades cognitivas. Investigaciones recientes sugieren que las

vitaminas: A, E, C y ß-caroteno, por su papel antioxidante, son consideradas como protectores

del Alzheimer.

Unas de las principales causas de demencia en el mundo es la enfermedad de Alzheimer

(EA), que suele encontrarse después de los 65 años de edad y es de carácter progresivo e

irreversible. Puesto que cada vez la población está más envejecida, se puede prever un aumento

en su incidencia en los próximos años, esto, unido al hecho de que no tenga cura, pone de

manifiesto la necesidad de profundizar en el conocimiento de los procesos implicados en el

deterioro de las funciones cognitivas, así como en los mecanismos a través de los cuales

podemos modularlo y prevenirlo.

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Desarrollo

Alzheimer:

Se define como “una enfermedad irreversible y progresiva del cerebro que lentamente

destruye la memoria y las aptitudes del pensamiento, y con el tiempo, hasta la capacidad de

llevar a cabo las tareas más simples” ("Cuidar a una persona con Alzheimer: entender mejor la

enfermedad", 2018). En la mayoría de las personas afectadas con esta enfermedad, los síntomas

aparecen por primera vez después de los 60 años de edad.

La enfermedad de Alzheimer “ha sufrido cambios acerca de su importancia y

consideración, siendo en las últimas décadas, reconocido en todo el mundo como una de las

principales causas de morbilidad y mortalidad en el envejecimiento de la población

(Swaminathan, 2014, p.282).

Vitamina C

La vitamina C, también conocida como ácido ascórbico, es una de las 13 vitaminas

esenciales, que son un complejo grupo de sustancias químicas que el organismo necesita para

funcionar apropiadamente. La vitamina C es una de las vitaminas hidrosolubles por lo que su

exceso se elimina a través de la orina, fundamentalmente.

La vitamina C ayuda a las células del organismo a crecer y mantenerse sanas, por ejemplo

a las de los huesos, los dientes y las encías, los ligamentos y los vasos sanguíneos. También

ayuda en la respuesta del organismo frente a la infección y el estrés y colabora en el metabolismo

del hierro. Si el organismo no ingiere suficiente vitamina C cada día, existe predisposición a
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padecer hematomas en la piel, hemorragias en las encías, retraso en la curación de las heridas,

pérdida de dientes, dolor en las articulaciones e infecciones.

La vitamina C, al ser un potente antioxidante, tiene la capacidad de neutralizar los efectos

negativos que tienen los radicales libres sobre las células de nuestro cerebro. Por tanto, frutas y

verduras cómo las naranjas, los kiwis, los limones, los pomelos, la uva, el apio, las habas, las

patatas o los guisantes pueden ayudar a retrasar la aparición de los síntomas del Alzheimer

(Giménez, 2000, s.p.)

Algunas personas toman grandes cantidades de suplementos vitamínicos a causa de la

creencia de que mejoran la salud o de que pueden prevenir ciertas enfermedades, como por

ejemplo los resfriados. Según Giménez (2000) afirma que no existen evidencias suficientemente

convincentes que demuestren que esto es verdad. Tomar cantidades excesivas de vitamina C,

más de 1.000 miligramos al día, puede producir náuseas, molestias abdominales, diarrea y,

probablemente, cálculos renales.

En Chile en tanto, se estima que el 1,06% de la población total del país presenta algún

tipo de demencia, esto equivale a unas 180 mil personas. Se estima que para el año 2050, esta

cifra aumente a unas 626 mil personas, es decir el 3,10% de la población (Corporación

Profesional de Alzheimer y otras Demencias (COPRAD, 2009).

La COPRAD, con datos del 2009 de la OMS, sitúa el Alzheimer como la cuarta causa de muerte

en el país, con más de 3 mil casos.

La evidencia científica sugiere que la enfermedad de Alzheimer (EA), de carácter

multifactorial, tiene un estado de base pro-inflamatorio y pro-oxidante, siendo un factor

influyente, además de la edad, el tipo de alimentación. Se ha demostrado que la dieta

mediterránea está asociada a un menor riesgo de EA, ya que la riqueza en antioxidante de ésta
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dieta, puede desempeñar un papel importante frente al estrés oxidativo y la inflamación y en la

prevención del deterioro cognitivo (COPRAD, 2009).

Así, parece interesante conocer más acerca de los componentes nutritivos de la dieta,

sobre todo aquellos alimentos y compuestos que hayan demostrado tener la capacidad de

disminuir el riesgo de padecer ésta enfermedad crónica degenerativa, particularmente los

alimentos y nutrientes ricos en vitamina C.

Si bien, aún se desconoce qué causa el Alzheimer, los investigadores confirman que el

daño al cerebro empieza de 10 a 20 años antes de que algún problema sea evidente. Sostienen,

que las probables causas provienen de factores genéticos y estilo de vida, principalmente

(González-Gross, 2001).

El cerebro de las personas con Alzheimer presenta cúmulos de las denominadas placas

amiloides, consistentes en un conglomerado de otra proteína, conocida como beta-amiloide.

Estas placas causan la muerte de las células nerviosas en el cerebro y los primeros nervios que

son atacados son los del centro de la memoria (hipocampo del cerebro) (González-Gross, 2001).

Conforme avanza la muerte de neuronas, las regiones del cerebro afectadas comienzan a

encogerse, extendiendo el daño y disminuyendo los tejidos del cerebro de manera considerable.

Los investigadores aseguran que el estrés oxidativo repercute en la incidencia de la

enfermedad de Alzheimer. Dicho estrés dificulta el aprovechamiento del oxígeno en el cuerpo

humano, donde los llamados antioxidantes podrían servir como protección frente a la

neurodegeneración.

Beneficios y riesgos de la vitamina C:

Según el doctor Giménez (2000) afirma que en los últimos años se viene resaltando el

interés de una dieta rica en verduras, frutas y cereales integrales. Se ha prestado especial atención
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al papel desempeñado por las sustancias antioxidantes naturales, de origen vegetal, en la

prevención del cáncer y de otras enfermedades crónicas, como es el caso del Alzheimer.

Además Giménez (2000) nos enseña que los antioxidantes son sustancias que impiden o

retardan la oxidación. La vitamina C desempeña varias funciones metabólicas, por ejemplo, en la

síntesis de colágeno y en la producción de hormonas. Las funciones saludables de estos

compuestos están relacionadas con su propiedad fisiológica de contrarrestar los agentes

oxidantes biológicos y evitar las posibles alteraciones oxidativas de compuestos, que son

esenciales para el funcionamiento normal del organismo humano.

También Giménez (2000) afirma que el peligro más importante que acecha a una célula

proviene de las moléculas oxidantes, entre ellos los radicales libres generados por diversos

factores intrínsecos, como las actividades de algunas enzimas (oxidasas, deshidrogenasas y

peroxidasas) o la autooxidación de los lípidos; y por fuentes externas, tales como los disolventes

orgánicos, el humo del tabaco, los pesticidas, algunos poluantes (ozono), radiaciones, etc. Como

resultante de todo ello aparecen radicales de varia naturaleza (alcoilo, hidroxi, hipoclorito,

oxígeno singlete, peroxi, superóxido y peróxido de hidrógeno).

Según Giménez (2000) postula que los radicales libres suelen ser extraordinariamente

dañinos para los sistemas biológicos y, desde luego, significan un peligro para una gran variedad

de moléculas: ácidos nucleicos, enzimas que contienen iones metálicos de transición, proteínas

que incluyen grupos SH, lípidos de membranas. Para mantener su estado reducido y protegerse

del daño oxidativo, las células suelen disponer de moléculas antioxidantes naturales, como el

ácido ascórbico, los carotenos, el glutatión, los tocoferoles y algunas enzimas (superóxido

dismutasa, catalasas, y glutatión peroxidasa). En los tejidos sanos, las sustancias antioxidantes
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pueden cumplir dos funciones importantes: neutralizar las moléculas oxidativas y pasar a su

forma reducida a otras moléculas celulares que de modo no deseable se hayan podido oxidar.

Diversos estudios divulgados por Giménez (2000) demostraron que personas que tomaron

vitaminas C y E eran menos propensas a desarrollar demencias u otros problemas de memoria

relacionados con la enfermedad del Alzheimer.

En un estudio reciente según Zandi (2004) se ha realizado un seguimiento de 4.740

personas mayores de 65 años entre 1996-1997 y 1998-2000. En esos periodos de tiempo

identificaron 200 y 104 casos de Alzheimer, respectivamente, llegando a la conclusión que la

combinación de altas dosis de vitaminas C y E es importante para prevenir la aparición de la

enfermedad de Alzheimer.

Esta investigación viene a reforzar los resultados de estudios anteriores realizados por

Engelhart (2002), que incluyó 5.395 varones y mujeres mayores de 55 años, sin demencia y no

hospitalizados. Tras un período de seguimiento medio de seis años, donde 197 desarrollaron

demencia, de los cuales a 146 se les diagnosticó Alzheimer.

Este segundo estudio reveló que un consumo dietético elevado de vitamina C y E se asociaba a

un riesgo menor de desarrollar Alzheimer y que esta correlación fue más acusada en los

fumadores activos.

Un último estudio realizado por Morris (2002) y llevado a cabo por investigadores del

Ruxh Institute for Healthy Aging de Chicago, Estados Unidos, examinó la dieta y el riesgo de

Alzheimer en un grupo de 815 varones y mujeres mayores de 65 años. A los 3,9 años habían sido

diagnosticados 131 participantes con Alzheimer. Las conclusiones de este tercer estudio, dirigido

por la doctora Martha Clare Morris, sugerían que la vitamina E procedente de los alimentos, pero

sin combinar con otros antioxidantes, podría relacionarse con la reducción del riesgo de padecer
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Alzheimer. A diferencia de las conclusiones realizadas en el primer estudio, en este último, no

recomendaban incorporar suplementos vitamínicos en la dieta.

Investigación de la Dra. Christine von Arnim (2012):

En este estudio se analiza el efecto de la vitamina C en pacientes con Alzheimer, donde

encontraron que los pacientes que padecían Alzheimer presentaban niveles de vitamina C y de

betacarotenos significativamente menores, en comparación con los participantes sanos. No

obstante, notaron que los niveles de otros antioxidantes, como la vitamina E, el licopeno o la

coenzima Q10, eran semejantes en ambos grupos.

De acuerdo con lo que divulga Von Arnim (2012), el Alzheimer y otras formas de

demencia se originan debido a la acumulación de ciertas proteínas en el cerebro, las cuales

dañarían a las neuronas afectando las capacidades motoras y cognitivas de los pacientes. El

efecto antioxidante de la vitamina C y de los betacarotenos combatiría este proceso, lo que los

haría efectivos para prevenir el Alzheimer y otras formas de demencia.

Según Katrin Mani, científica en Medicina Molecular de la Lund University, que cuando

se trataba el tejido cerebral con vitamina C a ratones afectados de Alzheimer, la proteína tóxica

se disolvía. Las pruebas muestran un modelos desconocido hasta ahora en el cual la vitamina C

afecta a las placas amiloides (placas que causan la muerte de las células nerviosas en el cerebro).

Según Katrin Mani, la idea de que la vitamina C pueda tener efectos positivos sobre el

Alzheimer es polémica pero estos resultados abren la vía de nuevas investigaciones para esta

enfermedad (La vitamina C podría tener efectos positivos sobre el Alzheimer. Mundo

Asistencial, 2018).
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Alimentos relacionados con la prevención del deterioro de la función cognitiva:

Existe una amplia evidencia que tanto la salud mental como la función cognitiva, se ven

influenciadas por la nutrición, ya que la estructura y función del sistema nervioso dependen en

última instancia de aporte nutricional.

Un enfoque nutricional para prevenir, enlentecer o detener la progresión de la enfermedad

es una estrategia prometedora que ha sido ampliamente investigada. Las modificaciones

nutricionales tienen la ventaja de ser rentables, fáciles de implementar, socialmente aceptadas y

carentes de efectos adversos significativos en la mayoría de los casos. (Swaminathan, 2014,

p.282)

Según Bane y Cole (2015) establece que una combinación de dieta saludable y ejercicio

físico regular, pueden desempeñar un papel en la prevención de la Enfermedad de Alzheimer,

tanto por la disminución de los factores de riesgo para su desarrollo (incluyendo la prevención

del déficit vitamínico, la prevención del estrés oxidativo y la preservación y protección vascular

y neuronal), como los beneficios de protección para el cerebro.

Según Lara et al (2015) postulan que una dieta saludable, unida a actividades

estimulantes de la cognición y a la actividad física, podría disminuir al mismo tiempo el riesgo

de varias enfermedades cuya incidencia aumenta considerablemente con la edad. En

consecuencia, el potencial de la intervención nutricional para prevenir o retrasar el deterioro

cognitivo y el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer es un tema de creciente interés

científico, con la esperanza de encontrar un compuesto con éxito que se pueda utilizar para la

prevención y tratamiento de la enfermedad de Alzheimer.

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Efectos beneficiosos de los suplementos vitamínicos antioxidantes:

Según Zandi et al. (2004) han postulado que los suplementos vitamínicos antioxidantes

podrían ser útiles en la población geriátrica puesto que presentan una seguridad relativa y

podrían ofrecer un amplio rango de beneficios para la salud. Recientemente se han publicado los

resultados de un amplio estudio poblacional en el que se comparó la incidencia de la enfermedad

de Alzheimer con el uso de suplementos de vitamina E y C en combinación, aunque no se

registró esta reducción del riesgo con el uso de vitamina E o vitamina C por separado u otras

multivitaminas. Los autores concluyen que los suplementos de vitaminas antioxidantes como

vitaminas E y C pueden ofrecer protección frente a la enfermedad de Alzheimer, no obstante se

necesitan más estudios aleatorios que consideren regímenes de vitamina E y C en combinación,

antes de arrojar conclusiones seguras sobre los efectos protectores de éstos antioxidantes.

Según Dominguez y Macías Matos (2005) desde la década del ochenta, existen

evidencias epidemiológicas que han mostrado una correlación entre los bajos niveles de

ingestión de vitaminas con la disminución de las funciones neurocognitivas en los adultos

mayores.
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Tabla 1.
Correlación de la ingestión de las vitaminas con las funciones cognitivas en población de la tercera edad.

Referencia Población de estudio Principales resultados

Correlación entre bajas concentraciones de vit. C,

- Goodwin J y 260 adultos mayores B12, B2 y ácido
otros (1983) saludables de 60 años y más fólico con promedios pobres en los tests de memoria
Ver ref. (a) y pensamiento abstracto.

28 adultos mayores
- Tucker D y saludables de 60 años y más Relación significativa entre altas concentraciones de B1,
otros (1990) B2, ácido fólico, vit. C, caroteno y vit. A y respuestas
Ver ref. (b) satisfactorias a los tests cognitivos.
Correlación entre concentraciones altas de homocisteína
- Riggs K y otros 70 sujetos hombres y
(1996) 54 - 81 años. concentraciones bajas de folato y B12 con habilidades
Ver ref. (c) cognitivas
pobres. Concentraciones altas de B6 se asociaron con
mejores
resultados de los tests de memoria.
Asociación significativa entre mejor pensamiento
-La Rue A y 137 adultos mayores abstracto con altos
otros (1997) 66-90 años. niveles bioquímicos y dietéticos de B1, B2, niacina y
Ver ref. (d) ácido fólico.
Relación significativa entre el estado nutricional pasado
(vitaminas A, E,
B6, B12) y la función cognitiva.
- Lindeman R y 795 adultos Asociación significativa entre concentración sérica de
otros (2000) mayores de 65 años y más. folato y mediciones
Ver ref. (e) de función cognitiva.
Mujeres que tenían función cognitiva pobre tenían
-Lee L y otros 449 adultos ingesta baja de vitamina A, B1, B2 y niacina
(2001) mayores de 60 años y más. comparadas con las que tenían un puntaje cognitivo
Ver ref. (f) normal.
Sujetos con una ingestión de vit. E por debajo del 50%
- Ortega R y 120 adultos de la recomendada y tenían mayor número de errores en
otros (2002) mayores de 65- el test neurocognitivo en comparación con los de mayor
Ver ref. (g) 91 años. ingestión de vit. E.
Sujetos con adecuada capacidad cognitiva mostraron
- Requejo A y 168 adultos tener una ingestión más alta de vitaminas implicadas en
otros (2003) mayores de 65- la correcta función del cerebro (tiamina, ácido fólico,
Ver ref. (h) 90 años. vitamina C).
- Kado D y otros 499 adultos Aquellos con más bajas ingesta de ácido fólico tenían
(2005) mayores de 70- mayor riesgo de deterioro cognitivo y niveles elevados
Ver ref. (i) 79 años. de homocisteína.

(Dominguez y Macías Matos, 2005, p.20)

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Goodwin y Garry (1983), concluyen que 17 fueron los primeros que mostraron en 260

adultos mayores de 60 años saludables con bajos niveles en sangre o baja ingestión de folato,

B12, vitamina C y riboflavina promedios pobres en los tests de memoria y pensamientos

abstractos, y así sucesivamente se han observado estos resultados en diversos estudios

Vitaminas antioxidantes y enfermedad de Alzheimer:

El sistema nervioso central es particularmente vulnerable al daño por radicales libres

debido al alto consumo de oxígeno del cerebro, al abundante contenido de ácidos grasos

poliinsaturados y a la relativa escasez de enzimas antioxidantes en comparación con otros

tejidos.

Según Engelhart, Geelings, Ruitenberg y Swieten (2002) estipulan que existen numerosas

evidencias que sugieren que el estrés oxidativo puede jugar un papel importante en la

patogénesis de la EA. Estudios experimentales postmortem evidencian daños oxidativos que

aparecen en el cerebro de pacientes con EA.

Estudios in vitro y en animales realizados por Engelhart et al. (2002) sugieren también

que varios compuestos con capacidad antioxidante pueden atenuar el estrés oxidativo inducido

por la proteína -amiloide. Teniendo en cuenta estos hallazgos las vitaminas (A, E, C y los

carotenoides) por sus propiedades antioxidantes han sido objeto de varios estudios en relación

con la enfermedad de Alzheimer.

Riviere, Birlouez-Aragon, Nourashemi y Vellas (1998) encontraron que pacientes con EA

tenían niveles significativamente más bajos de vitamina C en comparación con los controles, a

pesar de que la ingestión era similar, mientras que los niveles de la vitamina E permanecieron

estables.
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Un estudio prospectivo de 6 años en 5.395 holandeses con edades mayores o iguales a 55

años mostró que aquellos individuos con una alta ingestión de vitaminas C y E tenían menor

riesgo de tener la EA. (Engelhart et al. 2002, p. 3226).

Las vitaminas juegan un papel importante en el deterioro cognitivo y en la EA, y aunque

se requieren más estudios que sigan confirmando su rol en la etiología de la enfermedad, así

como los mecanismos mediante los cuales actúan, es destacable que son micronutrientes (ya sean

provenientes de la dieta o de suplementos) importantes a tener en cuenta tanto en la prevención

como en el tratamiento del deterioro cognitivo y de la EA.

Los resultados no son concluyentes y se requieren más estudios confirmatorios en este campo.

Según Zandi (2004) en la enfermedad de Alzheimer, se ha estudiado la interacción de los

antioxidantes con ésta enfermedad, entendiendo que las neuronas son sumamente vulnerables al

daño mediado por los radicales libres afectando al envejecimiento cerebral y relacionándose con

la patogénesis de la misma.

Shiveley y Connolly (2001) realizaron un estudio del uso de un suplemento antioxidante

conformado por vitamina E y vitamina C y el riesgo de la enfermedad de Alzheimer, se

determinó una asociación de un menor riesgo de la enfermedad tanto de incidencia como de

prevalencia para aquellos sujetos que utilizaron la suplementación de vitamina E y vitamina C.

Sin embargo tales resultados no se verificaron cuando los sujetos consumían por separado alguna

de las vitaminas.

Shiveley y Connolly (2001) han documentado la utilidad que tiene el alfa-tocoferol y el

medicamento selegilina en los casos moderadamente graves de pacientes que presentan la

enfermedad de Alzheimer; además de demostrarse que el consumo de alimentos fuente de

antioxidantes son eficaces para mantener la memoria.

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En el caso de las apretadas uniones de la microglia celular que forma la barrera

hematoencefálica, la cual protege al sistema nervioso central de moléculas de gran tamaño; se

puede ver afectada por el estrés o la enfermedad de Alzheimer volviéndose más permeable; se ha

encontrado que la adecuada inclusión de nutrientes específicos como los antioxidantes ayudan a

mantener esta barrera. (Shiveley y Connolly, 2001)

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Conclusión

Se sabe que la enfermedad de Alzheimer (EA) es una entidad patológica multifactorial,

donde el estrés oxidativo (EO) y el estado inflamatorio tienen un papel predominante. Es la

enfermedad degenerativa cerebral más importante, responsable de más del 50% de todas las

demencias.

Además desde mediados del siglo pasado, se ha hecho evidente que muchos

constituyentes de la dieta, desde macronutrientes hasta vitaminas, tienen influencia en la función

del cerebro, pero no se tiene la certeza que las vitaminas sean beneficiosas para mejorar los

daños cognitivos que produce la enfermedad del Alzheimer.

Durante el trabajo se abordo el tema de la vitamina C y mediante pruebas se logro dar a

conocer sus beneficios.

Es concluyente que el aumento de la ingesta de vitamina C en la dieta diaria logra

disminuir y/o retrasar el deterioro cognitivos en pacientes con Alzheimer. Pero sigue siendo de

carácter investigativo la agresividad de la enfermedad. No a todos los afecta la demencia de la

misma manera, ni se presenta en una edad establecida si bien existe un rango de probable

aparición, no hay que olvidar que es heredable y que se manifiesta de diversas maneras.

Cuando el pensamiento, razonamiento, confusión, pérdida de memoria y la incapacidad

para resolver problemas de vuelve evidente y notoria nos estamos enfrentando a esta

enfermedad, que por muy crudo que parezca afecta al individuo hasta que el se olvida de una

función tan básica y vital como respirar.

Si bien se logro el objetivo principal que era saber qué efecto tiene la vitamina C en el

Alzheimer, es importante reflexionar que la población chilena está envejeciendo. Será evidente
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en 10 años más el aumento de esta patología y además las políticas públicas que la norman, serán

lo suficiente efectivas para la población.

Son muchas las interrogantes que surgen al conocer este tema, lo importante es concluir

que junto con el aumento de nuestra edad hay una serie de factores que hay tomar en cuenta a la

hora enfrentarnos al mundo del adulto mayor y nosotras como enfermeras estar lo

suficientemente capacitadas para abordar de la mejor manera al paciente y a su familia.

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Referencias

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