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JESÚS
“De grano en grano …” Avanzo a la plenitud de mi fe
La fe es la base de una vida cristiana, es por fe que una persona llega a ser salva,
y la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la
Palabra de Cristo (Romanos 10:17).
La fe no es una acción de solamente una vez para nosotros los cristianos, sino
que debe ser proceso continuo y progresivo. Veamos algunos de los granos por
los que hemos pasado o estamos pasando.
Es el punto de inicio, el punto más bajo del proceso “De grano en grano” Y
Cristo no se dirigía en este versículo a los no creyentes, sino a sus discípulos y
hoy se dirige a nosotros, sus discípulos. El hecho de ser creyentes no nos exime
de este punto de inicio en algunas de las áreas de nuestra vida.
Pues más veces que las que quisiéramos tener, frente a tormentas o tempestades
en nuestras vidas nos descubrimos que no tenemos fe. Los discípulos estaban
miedosos pues temían morir ahogados y frente a la fuerte tormenta ellos eran
incapaces de hacer algo y decidieron llamar al Maestro y cuestionarlo. Jesús
después de haber ordenado al viento y al mar que se callaran y se clamaran les
pregunta:
Ante los embates del viento, de las olas y del barco inundado, perdieron sus
esperanzas. Su fe en Jesús se había ahogado en el miedo a morir.
¿Cuántas veces hemos pasado en nuestra vida como cristianos por situaciones
similares? ¿O de pronto la estamos viviendo hoy? Cuando consideramos que el
problema, la dificultad o la situación, es más grande que nuestro Dios. Cuando en
nuestro razonamiento convertimos las improbabilidades en imposibilidades,
demostramos que no tenemos fe, pues nos olvidamos que para Dios nada es
imposible.
Descubrimos nuestra poca fe cuando nos damos cuenta que andamos metidos
en líos por haber olvidado esta enseñanza del Señor Jesús, que no podemos
añadir ni una sola hora al curso de nuestra vida, que valemos más que las aves
del cielo y que los lirios del campo.
Y el primer GRAN paso que debemos dar es que nuestra fe llegue al tamaño de
un grano de mostaza. Con este “minúsculo” tamaño de nuestra fe, resultado de
nuestro conocimiento de Dios a través de Su Palabra y del aumento de nuestra
relación con ÉL, dice el Señor Jesús en Mateo 17:20, que nada será imposible.
Recordemos que el Señor Jesús cuando se responde con qué comparar el reino de
Dios afirma que una vez sembrada la pequeña semilla de mostaza “crece hasta
convertirse en la más grande de las hortalizas, y echa ramas tan grandes que las
aves pueden anidar bajo su sombra.” (Marcos 4:32).
Y hay una manera para que nosotros mismos nos demos cuenta que nuestra fe se
acrecienta: si podemos responder afirmativamente la pregunta ¿Mi amor hacia
otros sigue abundando? (2 Tes. 1:3)
De grano en grano nuestra fe debe recibir fortaleza para pelear la buena batalla
desde el día que hicimos la oración, la declaración, de fe. Para algunos de
nosotros son meses, para otros años, para otros: decenas de años, pero lo que
interesa es que no paremos de recibir fortaleza para que con nuestra FE FUERTE
peleemos la buena batalla diariamente. Somos soldados del ejército de Dios, y ÉL
nos ofrece seguirnos preparando y fortaleciendo para que aun en nuestro tiempo
de peinar canas seamos productivos.
Es claro que un árbol debe tener raíces fuertes y profundas para mantenerse
vigoroso, en pie y en crecimiento. Los doraditos seguimos creciendo y debemos
arraigarnos cada día más en la Roca, profundizando en la Palabra de Dios.
Así como las raíces no se ven, nuestro crecimiento y fortalecimiento debe ser en
nuestro interior para que se refleje externamente al dar las batallas.