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Universidad Católica Andrés Bello

Postgrado
Mención: Historia de las Américas
Cuarto semestre
Seminario: La ciudad en Iberoamérica

Los Chorros: cuando el tejido urbano se funde con la naturaleza


Historia de la expansión de Caracas (1910-1935)

Elaborado por:
Mobilia Diotaiuti, Esther

Caracas, 25 de febrero de 2008


ÍNDICE

Pág.
Introducción III
Capítulo I: Es tiempo de Gómez 6
1.1 El castigo a Caracas 7
1.1.1 La ciudad ambigua 10
1.1.2 El precio del oro negro 13
Capítulo II. Aguas diáfanas en lecho de cemento 17
2.1 Un paseo fuera de Caracas 19
2.1.1 Aguas que encantan,
espacios que relajan 25
2.2 Amor por la naturaleza 28
2.3 Los bungalows 35
Conclusiones 42
Bibliografía 44

2
INTRODUCCIÓN
Una historia familiar

Quien haya ido alguna vez a Los Chorros,


sabrá que la frescura y el contacto con la
naturaleza te transportan a otro lugar, te hacen
sentir en el paraíso, un paraje históricamente
deseado pero pocas veces localizado en las
crecientes ciudades.

En algunos casos, estos sitios de


esparcimiento te trasladan a momentos más
sencillos, a vidas duras, complejas, trabajosas,
pero a veces idílicas cuando se ven en
retrospectiva. Esto ocurre sobre todo cuando
la frugalidad se vincula con la herencia
familiar, con las experiencias de hombres y
mujeres venidos de otras latitudes, deseosos
de hacer de ésta su tierra, se echar raíces en el
lugar que las circunstancias de la vida los llevaron a asentarse, dejando atrás años de
hambre, miseria, violencia, diciendo arrivederci a familiares y amigos, temerosos de lo que
les esperaría del otro lado del océano, pero sabiendo que los recuerdos se quedan atrás y
que la vida continúa. Esa historia cobra vida, literalmente, para mí cuando observo esta
imagen:

La mujer es mi abuela Esterina, la nonna, con mi tío Giuseppe en su vientre, junto a mi


papá y el perro de la familia, Rocchi, en el parque Los Chorros en el año 1955. Vale decir
que el fotógrafo es el nonno y que tenían cuatro años en Venezuela para el momento en el

3
que se tomó esta fotografía, viviendo en el este de Caracas, una zona tan diferente a la que
actualmente conocemos que sólo los que han sobrevivido a ese cambio han tomado plena
conciencia de las transformaciones que se han llevado a cabo en este espacio.

Para el caraqueño en general, bien sea de la gran o de la pequeña Caracas, las cascadas de
Los Chorros han tenido una fascinación que ha trascendido las centurias, proporcionando a
los que la visitan una sensación de plenitud al sentarse a las faldas del gigante Ávila. Pero
para mí, Los Chorros ha sido un espacio de presencia constante, de reafirmación de la
historia familiar. Es uno de esos puntos de referencia que escuchas en la historia de la
nonna, y cuando te lo cuenta, percibes que los años han pasado, que la urbe ha crecido, que
Caracas no es la misma, pero los que la habitan todavía guardan un poco de esa inocencia
prístina de su juventud.

Técnicamente es una corriente de agua que desciende desde la cuenca del río Tócome hacia
el centro del valle mediante saltos acentuados por el talud de la montaña. Pero la historia
no es concepto, es vida y en el proceso de resucitar muertos, este aprendiz de historiador ha
desenterrado aquello que le resulta significativo e importante. Es por eso que esta historia,
cuando es relatada, explicada, revivida, se convierte en familia.

***

El siglo XX es una centuria de cambios significativos en lo que se refiere a la


transformación de espacio urbano. La Caracas que emerge de los siglos anteriores está
formada por un conglomerado de edificaciones que a simple vista todavía recuerdan a la
ciudad de los techos rojos, donde las formas coloniales se integran con los legados
provenientes de la influencia haussmaniana.

El marco de esta transformación será la dictadura de Juan Vicente Gómez, en donde se


observa que a lo largo de los 27 años de dictadura se inician proyectos urbanos que

4
promoverán la expansión de Caracas y la apertura hacia una nueva concepción: la
modernidad, vista no solamente como la adquisición de bienes y servicios propios del auge
de la Revolución Industrial y del repunte económico típico de los años previos a la Primera
Guerra Mundial.

Dentro del contexto de los adelantos tecnológicos que paulatinamente nos remitían a
nuevos tiempos, nuevos espacios y nuevas relaciones con el otro y con la ciudad, el
gobierno del General Gómez emerge como la alternativa política impuesta luego de
inaugurada la pasada centuria. El auge de los primeros años de la explotación petrolera
basada en una economía liberal y de enclave, fomentará políticas vinculadas con la
transformación del espacio capitalino, las cuales, además de promover un mayor bienestar
para los caraqueños, conformarán las bases de los futuros planes urbanos, los cuales
intentarán crear un nuevo perfil para nuestra ciudad capital.

Una de esas estrategias auspiciadas durante el gobierno de Gómez fue el inicio de la


expansión urbana, en el caso nuestro hacia el Este de la ciudad, a partir de la inversión de
capital privado. Es aquí donde se conjugan las nuevas tendencias urbanísticas provenientes
de Europa, las cuales promueven la reivindicación del medio físico natural como sustento
de la actividad humana, con el estilo arquitectónico de los bungalows, abanderados de las
nuevas visiones del espacio y su relación con la Naturaleza y vínculos con el Occidente
industrializado que se conformaba como el centro de poder industrial por excelencia.

La urbanización de Los Chorros es ejemplo de lo anteriormente descrito, donde diversas


tendencias arquitectónicas se conjugan en pos de una nueva síntesis geográfica, pero
además agregándoseles un elemento fundamental: la presencia de las caídas de agua, las
cuales resultan un elemento sumamente atractivo para el hombre, es su afán por conocer los
misterios de la naturaleza y vivir en armonía con ella.

5
CAPÍTULO I
ES TIEMPO DE GÓMEZ

Caracas a principio de siglo era un pueblo, una ciudad emergente, era a juicio de Schäel
“...hermosa, mansa y bucólica, en medio de una vegetación exuberante y de un constante
venir de aguas claras en viaductos y quebradas...” 1 Era la continuación del siglo anterior,
una ciudad capital cuya vida se basaba en costumbres y tradiciones muy arraigadas y
específicas que sus habitantes traían de siglos atrás. Es de hacer notar la influencia europea
en gran parte del ámbito de la vida caraqueña de esa época. Alfredo Cortina señala que a
Caracas se la llamaba petulantemente El pequeño París 2 desde que el presidente Guzmán
Blanco hizo construir el cabildo y los 4 bulevares anexos. Era una verdadera ciudad
planificada en las llamadas manzanas, cuyas esquinas fueron adoptando significativos
nombres relacionados con personajes y anécdotas de la época.

Vivíamos en nuestro pequeño mundo, aislados de los países donde la técnica estaba
realizando cosas prodigiosas. Estábamos convencidos que entre Caracas y París era muy
poca la diferencia. Eso indudablemente nos hacía felices. Una ciudad inocente pero
maravillosa porque nos creaba una personalidad.

Como todo pueblo venezolano, a principios de siglo a Caracas la constituían cerca de


10.000 casas y sus límites no llegaban a la actual Sabana Grande. A principios de siglo
(1899-1908), lapso en que gobernó Cipriano Castro, la ciudad no se desarrolló
notablemente a nivel urbanístico y se conservan los paseos, teatros, puentes, acueductos,
etc. que Guzmán había mandado a construir. Luego del terremoto ocurrido el 29 de octubre
de 1900 se impulsó el desarrollo de la ciudad. Desde entonces se empiezan a poblar zonas

1
SCHAEL MARTÍNEZ, Graciela (1983): En el vivir de la ciudad. Consejo Municipal del Distrito Federal.
Caracas, p. 3.
2
CORTINA, Alfredo (1976): La Ciudad que se nos fue. Editorial Roble. Caracas, p. 19.

6
que antes eran campos, como El Paraíso. Sus casas se construyen a prueba de temblores y
el tradicional bahareque es sustituido por hierro, cemento y techos metálicos. 3

En el resto del Valle, las haciendas de caña de azúcar y los cafetales se mantienen aún en
producción. Los centros poblados de estas áreas rurales se vinculan más y más con la
capital: Antímano, a unos 9 km. del centro; Petare a 12 km. aproximadamente de la Plaza
Bolívar; Chacao y Los Dos Caminos son puntos intermedios de esa ruta hacia Petare. El
Valle al sur a orillas del río de su mismo nombre. Baruta y el Hatillo a 9 km. hacia el
sureste.

Caracas se comunica con el resto del país por ferrocarril; este último estaba conformado por
cuatro líneas separadas: hacia el norte, a vía férrea a La Guaira, hacia el este a los valles del
Tuy pasando por Sabana Grande, Chacao, Los Dos Caminos y Petare. Al sureste la vía a
Valencia, recorriendo la vía a San Martín y Antímano; al sur, la vía a El Valle 4. Sobre los
trazados de estas rutas, se extenderían posteriormente las arterias viales más importantes de
Caracas.

1.1 EL CASTIGO A CARACAS

Para el momento de iniciarse la Revolución Liberal Restauradora que llevó al triunfo de


Cipriano Castro, la única estadía de Juan Vicente Gómez lejos de los Andes venezolanos,
fue el breve tiempo que pasó en Colombia como exiliado. Según nos dice Arturo Almandoz
Marte, el único contacto que Gómez pudo tener con la idea de una gran ciudad, fue gracias
a los vínculos comerciales que estableció cuando administraba en piso colombiano su
hacienda Buenos Aires, o las esporádicas visitas a la ciudad de Cúcuta 5. Para Gómez, lo

3
GASPARINI, Graziano (1981): Caracas a través de su arquitectura. Impresiones Armitano. Caracas, p.276.
4
PERNA, Claudio (1986): Evolución de la Geografía urbana de Caracas. Ediciones de la facultad de
Humanidades y Educación de la Universidad Central de Venezuela. Caracas, p. 107
5
ALMANDOZ MARTE, Arturo (1997): Urbanismo europeo en Caracas (1870-1940). Fundarte, Alcaldía de
Caracas. Ediciones de la USB. Caracas, p. 218

7
más probable era que la ciudad de Caracas fuese como un lejano referente, un nombre que
había oído desde su infancia, así como le había mencionado la existencia del mar. Lo cierto
es que la noche del 22 de octubre de 1899, 6 el confuso hito se convirtió en una realidad: la
Revolución Liberal Restauradora entró a Caracas. Entre la algarabía de la muchedumbre, y
el saludo triunfante de los caudillos, Juan Vicente Gómez

“...Desde su llegada, aquella noche cuando se paró en la plaza al lado de la estatua de


Bolívar, en ruana y alpargatas, observando las luces de los coches que circundaban la plaza,
(...) había sido desconcertado por esta ciudad. Había algo sobre ella que se le escapa, que lo
molestaba. No podía asirla, hacerla suya, como sí podía hacer con todo lo demás que él
encontraba. Esto era demasiado para él...” 7

La relación de Gómez con la ciudad de Caracas siempre fue de desconfianza. Por un lado
se encontraba la aristocracia caraqueña que representaba valores y actitudes muy
cosmopolitas para el frugal y hermético Gómez. Las adulaciones de esta aristocracia nunca
dieron sus frutos, como sí sucedió con Cipriano Castro. Además, este encumbrado grupo
caraqueño, originado de las familias más blasonadas de la ciudad, siempre consideró a
Gómez como un bárbaro.

Esa aprehensión original hacia Caracas fue convertida en antipatía manifiesta tan pronto
como llegó a la presidencia, lo cual derivó a preferir a la pequeña y bucólica Maracay por
encima de la capital de la República.

Pero aún así, abandonados, castigados por el Benemérito, los caraqueños de los Años
Locos continuaron con sus frivolidades, jactándose de vivir en la pequeña París y
disfrutando de los más excéntricos gustos. Todo realizado con el propósito de emular el
estilo europeo. A partir de viajes, se ha conocido la realidad allende al mar y los habitantes
de Caracas han intentado reproducirla en sus hogares: los hombres reciben en sus casas
trajes elaborados por los propios sastres franceses, las mujeres estaban al tanto de las

6
QUINTERO, Inés (1989): El Ocaso de una Estirpe. Alfadil Editores. Caracas, p. 31
7
ROURKE, Thomas (Daniel Joseph Clinton) (1937): Tyrant of the Andes. The life of Juan Vicente Gómez.
Michael Joseph Ltd. Londres. p.69.

8
últimas tendencias en cuanto a la moda en París: las faldas-pantalón y los nuevos materiales
de confección 8. El aire parisino se respiraba en cualquiera de las casas de la urbanización
más prestigiosa: el Paraíso.

Muchos toques pintorescos y exóticos se evidencian en los Años Locos: un nuevo auge del
espectáculo taurino, lo cual es atestiguado por el Nuevo Circo, avivó la tradición andaluza
en nuestra ciudad 9. Desde el punto de vista de las innovaciones, se observa la presencia de
los “turcos” 10, nombre que siguió siendo aplicado por los caraqueños a todos los recién
llegados de los dominios del Antiguo Imperio Otomano, bien fueran europeos, orientales o
árabes; de hecho, muchos de los “turcos” eran inmigrantes libaneses que importaban
mercancía francesa.

Pero aires nuevos se avecinaban para Venezuela, específicamente en lo relacionado con la


introducción de nuevas modas y estilos provenientes de los Estados Unidos. La llegada de
los primeros aviones a Venezuela y el subsiguiente vuelo inaugural por los cielos
venezolanos, hizo que muchos habitantes de las ciudades se asombraran por las novedades
del país del norte. Las noticias en los periódicos caraqueños acerca de los rascacielos más
grandes del mundo localizados en Nueva York eran algo asombroso, comparado con nueva
arquitectura compuesta por edificaciones de baja altura. El mayor énfasis, el nicho
referencial para las modas y tendencias de la época atravesó el Atlántico y se posó en la
costa este de los Estados Unidos y ahí ha permanecido por casi un siglo: Nueva York.

Existe un momento histórico particular que nos permita explicar el auge de la Capital de
Mundo. Como nos dice Almandoz, “... el relevo que Nueva York hiciera de las metrópolis
europeas fue facilitado después de la Primera Guerra Mundial...” 11. La Meca de los
caraqueños ya no era París, Londres o Hamburgo y los jóvenes eran enviados a los Estados

8
ALMANDOZ. Op, cit, p. 220
9
ALMANDOZ. Op, cit, p. 223
10
ALMANDOZ. Op, cit, p. 223
11
ALMANDOZ. Op, cit, pp. 223-224

9
Unidos en números crecientes para obtener educación superior e instrucción en ciencias. La
aristocracia caraqueña era la promotora de la mayoría de los viajes de venezolanos al norte,
planificando siempre una futura visita, tour o viaje de negocios 12.

Este cambio tan significativo marcaba el ocaso de la Belle Époque y de su glamour. La vida
caraqueña se teñía de azules, blancos y rojos y los oídos se deleitaban con los nuevos
ritmos del charlestone y el fox-trot. La generación de ese momento, ya comenzaba a
cambiar el vals y la mazurca por las danzas provenientes de Norteamérica así como
también por pasodobles y schotis españoles, los cuales poseían letras trágicas y ardorosas:

Pisa morena, pisa con garbo


que un relicario te voy a hacer 13

O esta otra, un poco cursi, de la canción Rojo como un puñal:

Rojo como un puñal ensangrentado,


como el color de la española enseña,
como la boca húmeda que sueña
besar un corazón enamorado 14

1.1.1 LA CIUDAD AMBIGUA

Cada urbe presenta múltiples facetas para sus habitantes. El hombre, el principal motor de
la transformación del espacio, es el agente recreador de este constructo mental. El espacio
es un producto social, eso es indudable, y la percepción del hombre del medio físico
determina la manera en como él se aproxime al mismo. Por lo tanto, el espacio es
fundamentalmente subjetivo, pero a su vez el producto visual del mismo, es decir el paisaje,
también es fruto de este atributo intangible.

12
ALMANDOZ. Op, cit, p. 224
13
PICÓN SALAS, Mariano (1962): Obras Selectas. Ediciones Edime. Segunda edición. Caracas, p. 235
14
PICÓN SALAS. Op. cit, p. 236

10
Lo anteriormente descrito permite comprender cómo se pueden producir dos percepciones
diferentes de la conformación de un mismo espacio. En el caso de nuestra Caracas, existen
dos visiones a partir de las cuales se puede identificar la evolución y modificación de sus
rasgos geográficos.

Para el hombre crecido y formado en Caracas a partir de las privilegiadas sesiones privadas
de clase, para el aristócrata imbuido de los modelos europeos predominantes de la época,
para el joven que conoce la realidad allende a las fronteras nacionales, Caracas se queda
corta. En lo relacionado con las arcaicas costumbres familiares, en donde no se permitían a
las jóvenes poder lucir las atrevidas modas parisinas en donde las mujeres vestían
pantalones y llevaban el cabello corto, en lo que tiene que ver con el adecuado
comportamiento, dictado siempre por las mujeres más ancianas, nuestra ciudad presenta
semejanzas con respecto a los rincones más recónditos de Andalucía. Según Almandoz,
Caracas era como “...una Andalucía chata, melancólica sin matón de Manila ni
castañuelas, sin guitarras ni coplas, sin maceras ni flores en las rejas... ¡una Andalucía
que se había adormecido bajo el bochorno de los trópicos!...” 15 Estos hombres y mujeres
deseaban poder escapar de Caracas y de su acérrima dictadura para poder disfrutar de otros
aires de libertad y expresión en el continente europeo, en su ansiada París.

Por otro lado está la ciudad progresista, inmersa en el aire de los nuevos tiempos, de los
frutos del petróleo, que brinda mayores atractivos para los campesinos que buscan emigrar
de sus realidades rurales y buscan en Caracas la consecución de un mejor nivel de vida.
Para estas gentes, la capital representa La Meca del mayor modernismo jamás visto:
tendidos eléctricos, tranvías, cines, teatros, etc. Los nuevos tiempos requerían de una
ciudad pujante, de una urbe en concordancia con la mentalidad comercial y destinada al
lucro y bienestar gracias a la explotación petrolera. Para los hombres y mujeres que en

15
ALMANDOZ. Op. cit, p. 226

11
Caracas observaban un mundo de posibilidades, la meta máxima era la moderna Nueva
York.

Para los habitantes de Venezuela, el conflicto era el mismo. La ciudad vista como un mar
de oportunidades, una puerta al progreso y a la modernidad es a su vez un reducto de vagas
interpretaciones de lo innovador que dejan de lado el perfil colonial y el legado hispano.
Para el propio habitante, la ciudad capital se transformaba en un espacio desconocido, con
cada vez menos reminiscencias a su escenario de vida, a la ciudad en la cual nació. La
metrópoli sin límites era la ciudad que ante sus ojos tenía Victoria Guanipa en el clásico
escrito por Rómulo Gallegos, La Trepadora:

“La primera impresión que le produjo Caracas (…) [lo hizo] cuando al trasponer el
Portachuelo, vio aparecer ante sus ojos, acostumbrados a la pequeñez del poblado, la ciudad
tendida a las faldas del Ávila majestuoso, cubriendo una extensión que tenía que parecerle
inmensa, con sus rojos tejados entre los cuales surgía, aquí y allá, la verde fronda de sus
plazas y de los jardines de sus patios y corrales con sus calles largas que iban a morir al pie
del monte y las torres y cúpulas de sus templos (…) Sintió que su corazón le daba un vuelco de
asombro y de alegría. ¡Por fin veía convertido en realidad el sueño de tantos días! Y le pareció
que la realidad copiaba fielmente el sueño.
-¡Qué bonita es Caracas! ¡Qué linda!
Exclamaba a cada momento, desparramando la vista por todas partes sin reparar en la fealdad
del arrabal, cuyas calles estaban obstruidas por arreos de burros y convoyes de carretas que
entraban en la ciudad o salían de ella por la vía del Tuy, y en cuyas viviendas todas las puertas
dejaban ver interiores sórdidos..” 16

De la misma manera, la abuela Carmelita, caraqueña de nacimiento, ve en las calles de su


ciudad el olvido del pasado esplendoroso, de la ciudad bucólica y pequeña. Refleja con
añoranza una ciudad que no regresará; aquella que había disfrutado en su juventud. Son dos
discursos diferentes, dos maneras de ver la ciudad que coinciden en el mismo tiempo y
espacio. La ciudad representa para cada algo diferente: innovación, modernidad, por una
parte; fealdad y retraso por la otra. En un discurso moderno no comprendido, para doña
Carmelita, su nieta quedaba embelesada ante la Caracas del crecimiento, una ciudad
desconocida para ella, sobre todo en lo relacionado con
16
GALLEGOS, Rómulo (1925): La Trepadora. Caracas: editorial Panapo, pp. 132-133.

12
“la superficialidad y mal gusto de cuanto a Victoria le parecía lujo deslumbrante y exquisito, y
echando de menos los aspectos y costumbres de la Caracas de su juventud: la de las apacibles
calles empedradas donde crecía la hierba, la de los Conventos, la de las espaciosas casas
solariegas que databan de la Colonia, la de los aleros que daban sombra y defendían de la
lluvia.” 17

Una ciudad que languidece y no ofrece a sus habitantes la satisfacción de las necesidades
manifiestas. Otra ciudad abierta a un mundo de posibilidades gracias a los nuevos rumbos
económicos ya establecidos. Ambos centros urbanos en el papel son uno mismo, en la
mentalidad de sus habitantes son dos ciudades distintas, con rasgos personificados e
interpretados de manera diametralmente opuesta. Esta es la Caracas gomecista: la ciudad de
los techos rojos, eso sí, pero caduca por un lado y envigorizada por el otro.

Una ciudad cándida, pero inmersa en un escenario político que derivará en 27 años de
acérrima dictadura. Es así como el 24 de noviembre de 1908, Castro, enfermo abandona el
país en viaje a Alemania dejando encargado de la presidencia a Juan Vicente Gómez, su
compadre, en carácter de Primer Vicepresidente. Con una población estimada de 92.212
habitantes para 1920 18, la desairada Caracas de Gómez estaba muy por detrás de las
grandes capitales latinoamericanas que ya habían alcanzado los 100.000 habitantes para
principios de siglo. Nuestra ciudad capital estaba enmarcada dentro de una Venezuela
agrícola, en donde no existía verdaderamente una primacía urbana notoria, el crecimiento
natural será muy bajo comparado con lo que se producirá en los años venideros gracias a la
inmigración nacional e internacional.

1.1.2 EL PRECIO DEL ORO NEGRO

Sin embargo, la capital de país cambiará como consecuencia de la explotación petrolera,


iniciada en este período. Como nos explica Rómulo Betancourt, “...Después del fracaso
intento de la Compañía Nacional Petrolia y del tormentoso proceso de explotación del

17
GALLEGOS. Op. cit, p. 133.
18
ALMANDOZ. Op. cit, p. 233

13
asfalto, [es] en 1909 cuando el gobierno venezolano otorgó el primer contrato sobre
hidrocarburos a una compañía extranjera...” 19 Entra así el petróleo a funcionar como
factor determinante en la intervención de poderosos intereses extranjeros que desde
entonces afirmaron su predominio en la vida política venezolana, y durante largos años
sirvieron de soporte a uno de los despotismos que ha sufrido nuestra nación.

Venezuela había sido hasta entonces un país fundamentalmente agrario, cuya riqueza estaba
basada en la producción de cacao, café, añil y la cría de ganado. Pero durante los 27 años
de la época gomecista, nuestro país comenzó a depender de la explotación petrolera
únicamente. De exportador de café, Venezuela pasó a ocupar el séptimo u octavo sitio en la
escala mundial de vendedores, por debajo de las colonias europeas en África. Después de
haber sido el país durante la Colonia y buena parte de la república, productor en grande de
cacao, se había llegado a un límite mínimo de cosechas: si apenas un 3% de la producción
mundial. Recuerdos sólo quedaban del antiguo emporio ganadero de los Llanos. 20

De esta manera se llevó a cabo un constante enriquecimiento del país. “Casas


semibancarias, prestamistas con usura, ejecutaban día tras día los créditos hipotecarios y
se quedaban con haciendas y hatos. Gómez y su gente acapararon cuanta tierra pudieron y
se convirtieron en latifundistas muy semejantes a los dueños de los feudos medievales...” 21
Para finales de la dictadura de Gómez, se establece que el 84% de las tierras venezolanas se
encuentran en manos de grandes propietarios 22, acentuando así el nomadismo del
campesino y evitando el arraigo a núcleos estables por parte de la población rural.

Por lo tanto, las potencias mundiales conocieron la importancia del petróleo como elemento
bélico. Los Estados Unidos fueron advertidos por el servicio geológico de su gobierno

19
BETANCOURT, Rómulo (1956): Venezuela política y petróleo. Fondo de Cultura Económica. México, p.
25.
20
BETANCOURT. Op. cit., p. 65.
21
BETANCOURT. Op. cit., p. 65.
22
BETANCOURT. Op. cit., p. 65.

14
sobre la conveniencia de buscar nuevas fuentes de petróleo en países extranjeros a causa del
riesgo de agotamiento de sus reservas nacionales. 23 Es así como el 28 de abril de 1920 el
Senado norteamericano resuelve explorar reservas petrolíferas más allá de sus fronteras y
de la misma manera intensifica la actividad de las compañías refinadoras dentro de su
territorio. Inicialmente se pensó en el Caribe como el espacio en donde poder impulsar esta
actividad extractiva, ya que además de encontrarse próximo a los Estados Unidos,
presentaba fáciles rutas de acceso hacia los mercados de consumo y con las regiones
potencialmente productivas ubicadas en las cercanías de las costas. Había además, mano de
obra barata. 24

En el vecino México, una nueva Constitución había nacionalizado el subsuelo. En


Venezuela, ya en junio de 1919, las empresas estadounidenses habían adquirido las más
liberales concesiones, compradas a funcionarios de la dictadura petrolera de Juan Vicente
Gómez 25 y hacia Venezuela se dirigieron, agresivamente, las compañías estadounidenses
encabezadas por la Standard Oil. De esta manera, Venezuela daba sus primeros pasos en lo
concerniente a la explotación petrolera, no separándose de este camino, en lo transcurrido
desde inicios.

El petróleo fungirá como un nexo, mas que económico cultural. Históricamente las
relaciones comerciales han derivado a un flujo de capital y de ideas. Para los venezolanos,
los beneficios de la explotación petrolera se traducirán en una serie de reformas, entre ellas,
las más importantes están relacionadas con la salubridad y el tránsito. La primera destinada
a erradicar las enfermedades y a elevar la calidad de vida de los habitantes, mientras que las
segundas estaban directamente vinculadas con el disfrute de bienes derivados del
crecimiento industrial que se venía gestando en el mundo. Los carros y la salud marcaron

23
PERNA. Op, cit., p. 108
24
BETANCOURT. Op. cit., p. 37
25
BRITO FIGUEROA, Federico (1981): Historia Económica y Social de Venezuela. Tomo III. Universidad
Central de Venezuela. Caracas, p.372.

15
pauta en los venezolanos y en el caso de los caraqueños, esto implicó la ampliación de los
espacios capitalinos así como su usufructo.

Pero además de esto, culturalmente el petróleo proporcionó una nueva manera de vivir: the
american way. Para los caraqueños, este estilo de vida implicaba el disfrute de los bienes
derivados del progreso: automóviles, electrodomésticos, nuevas indumentarias, alimentos.
Así como una nueva manera de interpretar al mundo, basado en el consumo, pero también
en el fortalecimiento de los lazos comerciales y culturales con las naciones que marcaban la
pauta a nivel económico en general. En este período de transición, las nuevas visiones
importadas se fusionarán con las viejas tradiciones caraqueñas y en nuestro espacio capital
se generará una nueva síntesis.

16
CAPITULO II
AGUAS DIÁFANAS EN LECHO DE CEMENTO

Una nueva época se ha iniciado para Venezuela desde que los primeros pozos petroleros
comenzaron a ser explotados. El usufructo de este recurso natural se tradujo en un
despliegue del proceso de urbanización, en el otorgamiento de concesiones a capital
privado y el establecimiento de un nuevo estilo arquitectónico. Caracas desde este
momento dejará de ser la pequeña ciudad de los techos rojos, para convertirse en la urbe
que conocemos: caótica, contaminada pero insuflada de historia y tradición a lo largo de su
geografía.

La Caracas que emerge del convulsionado siglo XIX, es una ciudad pequeña, con pocos
residentes. Los espacios de recreación y esparcimiento de sus habitantes eran singulares, si
los observamos con un lente moderno: disfrute del paisaje y del contacto con la naturaleza

Fotografías. De izquierda a derecha:


Postal de Caracas:
http://groups.msn.com/VIEJASFOTOSACTUALES/lagrancaracas.msnw
Panorámica actual:
http://ac.silvaruiz.free.fr/blog/images/a/caracas19.jpg

17
desde las riberas del río Guaire, sobre todo a la altura de lo que luego se conocerá como
Puente Hierro 26 o caminar por los bulevares cercanos a El Calvario, al caer la noche para
así poder disfrutar del sereno. 27

Por su parte, existían otros que preferían tomar el tren y alejarse por un tiempo del ritmo de
la ciudad para estar en un mayor contacto con la naturaleza: disfrutar de cascadas de agua
diáfana y cristalina y colmar los pulmones del preciado oxígeno proveniente del Ávila. Este
último lugar, famoso y apreciado por los caraqueños, es lo que siempre se ha conocido
como Los Chorros.

La fuente de la cual manan las atrayentes caídas de agua es el río Tócome. De todos los ríos
que discurren por el valle de Caracas, es el río Tócome el que nace a mayor altura, pasados
los dos mil doscientos metros sobre el nivel del mar 28. Allí desde la Fila Maestra localizada
en el Parque Nacional El Ávila, específicamente desde el Pico Oriental, se localiza la
cuenca del Río Tócome, la cual posee una extensión de 13,5 km2 y desemboca en el Río
Guaire por su margen derecha 29. Este espacio de la ciudad, siempre ha despertado particular
fascinación a los habitantes de la urbe capital. Con el paso del tiempo, la vocación de
esparcimiento y recreación lo convirtió en un sitio seguro de visita para los caraqueños.

26
PERNA. Op, cit., p. 96.
27
PERNA. Op, cit., p. 97.
28
DE SOLA RICARDO. Irma (1974): Contribución al estudio de los Planos de Caracas. Ediciones del
Cuatricentenario de la Ciudad de Caracas. Caracas. Plano 117. Año 1912, p. 120
29
GARCÍA, Luis J. (1994): Reconocimiento geológico de la cuenca del Río Tócome, Parque Nacional El
Ávila, Estado Miranda. Facultad de Ingeniería. Universidad Central de Venezuela. Escuela de Geología,
Minas y Geofísica, Departamento de Geología. Caracas, p. 1.

18
2.1 UN PASEO FUERA DE CARACAS

Fotografía familiar de los Ibarra, dueños de la hacienda que lleva su nombre en el este
de la actual Caracas.
Fuente: http://64.77.89.39/ccs2/8.JPG

Antes de que los productos tangibles de la Revolución Industrial se hicieran sentir en


nuestro país, la gente se movilizaba hacia Los Chorros mediante tracción animal. El viaje
podía tomar casi medio día, pero la vista era espectacular, 30 ya que se podía apreciar en su
esplendor la majestuosidad del paisaje que se cernía a los ojos.

A los inicios de la dictadura de Juan Vicente Gómez, específicamente en el año de 1912,


mediante una concesión realizada al grupo alemán Krupp-Müller, se procede a la
construcción del ferrocarril Central de Venezuela, con el propósito de unir Caracas con la

30
MENESES, Guillermo: Libro de Caracas, p. 124

19
población de Santa Teresa. 31 Según Irma de Sola, el recorrido del Ferrocarril Central
merece conservarse en los recuerdos caraqueños, pues pertenece a la zona que más se ha
transformado en el curso del siglo 32. La Estación estaba localizada en el límite oriental de
Caracas, en la zona conocida como Quebrada Honda 33, específicamente

“...quedaba en la Avenida Este, en el sector comprendido entre Venus y Santa Rosa. Salía de
allí el tren y trazaba su ruta por lo que entonces se llamó ′Calle de la Línea′ en Sabana
Grande, hoy transformado en Avenida Libertador. De allí continuaba entre vegas y
sembrados, pasando por entre las hoy Florida, Las Delicias, la Campiña, El Bosque,
atravesaba entonces bajo un túnel la entrada del Country Club y seguía siempre hacia el
Este, Chacaíto, Chacao, Los Dos Caminos, Los Chorros, y después seguía la vía férrea hasta
los Valles del Tuy...” 34

Pero en general las familias de Caracas tomaban el Ferrocarril Central para ir a temperar a
“Los Chorros”, es decir, a pasar vacaciones o a reponerse de alguna enfermedad 35; para
visitar familiares o amigos a lo largo de la ruta descrita o para “...ir de paseo campesino a
bañarse a los pies de las frescas caídas de agua o en los pozos amansados del paraje
bucólico que daba nombre a ′Los Chorros...” 36

Para el caraqueño común que visitaba estos parajes, el propósito era entrar en contacto con
la naturaleza. Irma de Sola nos dice que

“...Allí desde lo alto de la sierra caían diferentes y abundantes cascadas que eran gozo para
los ojos, la piel y los oídos, pues apenas se llegaba a su cercanía, ya el murmullo del agua
borbotando sobre las peñas y discurriendo por el claro río, adelantaba el placer de la
zambullida...” 37

31
DE SOLA RICARDO. Op. cit., plano 117. Año 1912, p. 120.
32
DE SOLA RICARDO. Op. cit., plano 117. Año 1912, p. 120.
33
DE SOLA RICARDO. Op. cit., plano 68. Año 1929, p. 142.
34
DE SOLA RICARDO. Op. cit., plano 117. Año 1912, p. 120
35
DE SOLA RICARDO. Op. cit., plano 68. Año 1929, p. 142
36
DE SOLA RICARDO. Op. cit., plano 68. Año 1929, p. 142
37
DE SOLA RICARDO. Op. cit., plano 68. Año 1929, p. 142

20
Vista del este de Caracas a la altura de Los Dos Caminos. El valle no es más que sembradíos y bosques
vírgenes que se pierden de vista.
Fuente: El Cojo Ilustrado, 1913, en:
http://groups.msn.com/VIEJASFOTOSACTUALES/lagrancaracas.msnw?action=get_message&mview=0&ID_
Message=13006&LastModified=4675653358370721400

El trayecto entre Caracas y Los Chorros duraba aproximadamente una hora 38 y era un
regalo para la vista contemplar aquellos verdes sembrados que se subían a las faldas de la
montaña y mostraban la exuberancia de la vegetación tropical. Muchas haciendas
bordeaban la ruta: La Floresta, San José, Los Dolores, La Carlota, San Felipe, Serrano,
Quintero, Sans Souci, El Volcán, Las Ribas, La Trinidad, La Ciénaga, Los Ravelos, La
Estancia, los Ruices, La Urbina y tantas otras que guardan la memoria de los antiguos
tiempos caraqueños. 39

Caracas paulatinamente va ampliando sus dimensiones, ya no solamente se restringe a las


iniciales 25 cuadras al oeste del valle, sino que el espacio se amplía a partir de las
modificaciones que el hombre va realizando en el medio físico-natural. La capital nos será
la misma para los habitantes del siglo XVIII, mucho menos para los del siglo XIX y XX.

38
DE SOLA RICARDO. Op. cit., plano 117. Año 1912, p. 120.
39
DE SOLA RICARDO. Op. cit., plano 117. Año 1912, p. 120.

21
Los medios de comunicación y la respuesta a las necesidades de transporte de la época,
llevaron a los caraqueños a utilizar los productos tangibles del progreso occidental.
Inicialmente el ferrocarril fue el principal elemento para vincular al casco central con los
parajes circundantes como Los Chorros. Con el paso del tiempo, este medio dará paso al
automóvil y las distancias continuarán acortándose, conformando una nueva
reorganización.

En el caso de Los Chorros, el carácter de centro turístico y el atractivo de sus parajes, así
como también la influencia de nuevas teorías urbanísticas traídas del otro lado del océano,
generaron la necesidad de construir complejos para la emergente clase beneficiaria de la
explotación petrolera. La posibilidad de construir sus residencias en esta zona, llevó a los
beneficiarios de las primeras concesiones petroleras a disfrutar de las bonanzas del medio
en la medida en que su estatus se iba ennobleciendo y asumiendo similitudes con respecto a
los dueños de las haciendas circunvecinas.

Es así como desde 1910, Los Chorros fue una urbanización promovida por Luis Schlageter,
Eugenio Mendoza y Salvador Álvarez Michaud, los cuales conformaron una compañía
constructora llamada Ávila, alentados por el inicio de la construcción de un tramo de
ferrocarril que iría de Agua de Maíz hasta Los Dos Caminos 40.

La localización de la urbanización era clave, ya que como dice Mérola,

“...hay que recordar que Los Chorros eran un de los pocos lugares de diversión con que
disponía la población de Caracas colonial. La anunciada construcción de la vía férrea, como
sucedió en el antecedente de El Paraíso, valorizó los terrenos e hizo beneficioso proceder a la
venta en las parcelas de las inmediaciones. La Compañía Anónima que se construyó se
comprometía con el Ministerio de Obras Públicas (MOP) ′a la operación de compra de la
Hoya del Río Tócome con el propósito de repoblarla de árboles′...” 41

40
MÉROLA ROSCIANO, Giovanna (1986): La relación hombre vegetación en la ciudad de Caracas.
Universidad Central de Venezuela. Facultad de Arquitectura y Urbanismo. Caracas, p. 132 y en VALERY,
Rafael (1978): Nomenclatura caraqueña. Armitano editor. Caracas, p. 355.
41
VALERY, Rafael (1978): La Nomenclatura caraqueña. Armitano editor. Caracas, p. 406.

22
Pero además de
repoblar la hoya del río
Tócome, la operación
realizada con el MOP,
incluía construir un
ramal ferroviario de
Agua de Maíz a Los
Dos Caminos,
empalmándolo con la
línea del ferrocarril
Central 42. El contrato

Un paseo por el paraíso; a menos de un día de la ciudad. Casi se pueden fue traspasado al
sentir los rayos de sol en el cuerpo, la humedad y el relajante rumor del agua
discurriendo. Ferrocarril, que
Fuente: Fotografía personal del autor.
procedió a construir el
tramo con la ayuda de los vecinos, y entonces los señores Álvarez Michaud y Eugenio
Mendoza constituyeron una compañía anónima para “...construir una ciudad en las faldas
del Ávila, dotándola de servicio de agua y al mismo tiempo de comunicaciones y de vías de
acceso...” 43

Los terrenos fueron parcelados en lotes de dos, cinco y diez mil metros cuadrados, cuyos
precios de venta oscilaron entre medio real y bolívar por metro, dependiendo de su
ubicación 44. Por convenio celebrado entre la Administración del Ferrocarril Central y los
propietarios de parcelas en Los Dos Caminos y Los Chorros, se llevó a cabo la
prolongación de la vía férrea por lo que en un futuro será la avenida principal de Los

42
VALERY. Op, cit., p. 355
43
VALERY. Op, cit., p. 355
44
VALERY. Op, cit., p. 355

23
Chorros hasta los pozos. La empresa compró a Inglaterra dos tranvías cerrados, con
capacidad de treinta y dos pasajeros cada uno, los cuales iniciaron el servicio entre Agua de
Maíz y Los Chorros en enero de 1916 45.

Según Valery, un periódico de la época insertaba el siguiente anuncio:

“Viva o tempere en Los Chorros, urbanización próxima a Caracas que hoy cuenta con
carreteras, ferrocarril, tranvía eléctrico, camino de recuas, templo con capellán, alameda,
alumbrado público, fuerza eléctrica, teléfonos magnéticos, ranchería, barbería, el afamado
colegio Sucre, gallera, calles apropiadas para toros coleados, el central azucarero
“Caracas”, algún ganado vacuno y porcino, aves de corral en abundancia, frutas, hortalizas
y flores. Tiene baños naturales y la temperatura es de 18 grados promedio. Sus tierras están a
920 metros sobre el nivel del mar...” 46

Es así como la construcción de la Urbanización Los Chorros se llevó a cabo mediante la


inversión privada, en concordancia con la gran mayoría de los conjuntos residenciales
construidos en la época, sin “...ningún tipo de planes, ni estudios especiales...” 47. Esto no
significa que Los Chorros fuera una urbanización construida a la ligera. A simple vista,
observando un plano de las calles de las diferentes urbanizaciones de Caracas, se observa
como las características de las calles y el trazado de las mismas, son completamente
diferentes a las de las urbanizaciones aledañas o a las de cualquier zona residencias en toda
Caracas. El espacio que ocupa Los Chorros fue organizado de una manera única, de manera
que las calles siguieran la pendiente de la ladera de la montaña, lo cual produce una forma
casi triangular, donde sus dos principales vías de comunicación: la Avenida Alegría
Beracasa y su similar, la Avenida Principal de Los Chorros, convergen en un punto cercano
a los 900 metros sobre el nivel del mar.

45
VALERY. Op, cit., p. 355
46
VALERY. Op, cit., p. 355
47
MÉROLA. Op. cit., 129.

24
2.1.1 AGUAS QUE ENCANTAN, ESPACIOS QUE RELAJAN

Quebrada Tócome, primera cascada del parque Los Chorros. Se percibe la fuerza con la que cae el agua
al primer pozo del parque. Salpicados por pequeñas gotas provenientes del corazón de la montaña, el
visitante se transporta a otro ambiente: a uno lleno de exotismo y libertad.
Fuente: Fotografía personal del autor.

Caudaloso desde su comienzo, sin afluentes que aumenten el nivel de sus aguas, el río
Tócome se desprende detrás de la Silla de Caracas por todo el centro de su hoya para luego
verter sus aguas por reconocidas y relajantes cascadas, admiradas por propios y extraños.
Tantos las primeras como las últimas eran blancos de relajantes y divertidos baños, sobre
todo los fines de semana, cuando los días domingos llegaba “…una romería de gentes de
todas partes: temporadistas de Los Dos Caminos y Chacao, excursionistas, familias

25
venidas de Caracas a pasar el día; y como en esa época todos se conocían era muy
agradable pasar un domingo en Los Chorros…” 48

El espacio reconocido por los caraqueños como lugar de recreación, de descanso, del
disfrute del contacto con la naturaleza, pertenecía originalmente al espacio de la Hacienda
Tócome, la cual era propiedad de la familia Díaz 49 Pero de acuerdo a los documentos de
compra y venta de la Hacienda Tócome, la misma, dividida en dos propiedades: Tócome
Trapichito y Tócome Saltrón, localizadas al norte y al sur de la Avenida Francisco de
Miranda en la actualidad, eran posesiones de las familias Santana y Mendoza,
respectivamente 50. Para el año 1909, de acuerdo con la información de la cadena titulativa
de ambas propiedades, la hacienda Tócome Trapichito fue vendida al General José María
García, colaborador del régimen gomecista, iniciándose al año siguiente las construcciones
de lo que luego sería la urbanización Los Chorros.

A principios de siglo, el caserío de Los Dos Caminos fue elevado a categoría de


municipio 51 y se le otorgó el nombre del ilustre por muchos títulos Manuel Díaz
Rodríguez 52, “...no porque fuera un gran sociólogo ni un notable historiador ni un político
eminente, sino porque fue nacido allí...” 53 Grandes partes de las tierras fueron de su padre,
hombre de trabajo y constancia 54. Don Juan fue, en efecto, gran propulsor del caserío y
luego su hijo el doctor Manuel Díaz Rodríguez, junto con otros grandes amantes del lugar
como el doctor Salvador Álvarez Michaud y el doctor Luis Schlageter.

48
MENESES, Guillermo (1979): Libro de Caracas. El Diario de Caracas, p. 67
49
MENESES. Op. cit., p. 68
50
Registro Municipal de Petare. Sección Testamentarias. Nº 9, folios 11 al 13 vto del Protocolo 1º, año 1909.
Cadena titulativa de la Hacienda Tócome-Saltrón. Colaboración: Dr. María Teresa Tovar.
51
MENESES. Op, cit., p. 68
52
Historia del Estado Miranda. Academia Nacional de la Historia. Caracas. 1975. p. 163
53
MENESES. Op, cit., p. 68
54
MENESES. Op, cit., p. 68

26
Los Dos Caminos era un caserío encantador a principios de siglo 55. La Paz y sencillez de su
ambiente rural provocaban al señorío de Caracas a disfrutar de tranquilidad después de
tiempos de ajetreo cotidiano; de allí “...los temperamentos bajos las arboledas de Juan
Díaz, Sebucán, la Estancia Machado, La Cañada, el Amparo y principalmente Los Chorros
con sus enormes cascadas y la delicia del Pozo de Ño Alejandro, sus cañamelares de La
Carlota y Los Ruices, sus vecindarios de Bolea y Boleíta, Trapichito, Duarte y Level...” 56

Llegaban desde Chacao y desde la propia Caracas, temporadistas, sobre todo los fines de
semana. Hombres y mujeres hacían fila para tomar el transporte que los llevaría por la
carretera rumbo hacia las caídas de agua. Mientras esperaban la llegada del tranvía, muchos
pasaban por los tarantines y demás establecimientos, donde podían comer “...sabrosas
empanadas, preparadas en un ventorillo situado frente a la parada. También expedían
cerveza, colitas y café, ‘tinto y con leche‘; no habían hecho su aparición en Caracas los
‘perros calientes‘ ni la Coca Cola, ni se decía café ‘negrito‘...” 57 Luego, con la
construcción de una carretera más adecuada, se estableció un servicio de autobuses, por lo
cual el empleo del tranvía quedó reducido.

Tan animadas y útiles eran las temporadas, que de allí surgió la primera urbanización, que
al principio llamaron Ávila y luego con el paso del tiempo la gente se refirió a ella como
Los Chorros 58.

Cada día más personas asistían a Los Chorros, ya sea en carro o en tomando el tren en la
Estación del Ferrocarril Central en Quebrada Honda y “…se miraban con nostalgia a los
felices radiantes de alegría que se apretujaban para tomar el tren…” 59 Para 1914, Gómez
inaugura el piso de macadam de la carretera del Este hasta Los Dos Caminos, esto provocó

55
MENESES. Op, cit., p. 68
56
MENESES. Op, cit., p. 69
57
VALERY, Rafael (1978): Nomenclatura caraqueña. Armitano editor. Caracas, p. 355
58
Historia del Estado Miranda, op. cit., p. 165
59
MENESES. Op, cit., p. 70

27
algarabía en los habitantes y comerciantes de esta zona, por lo que se preparó un banquete
organizado por la propietaria de uno de los restaurantes de la zona, el Restaurant Caracas,
la señora Felipa Palacios de Delfino 60. Hubo además bazares de caridad, carreras de cintas
y festejos populares y Caracas se volcó ese día hacia el bello y simpático burgo.

La visión de una urbanización en las afueras de la ciudad, fue promovida, entre otras cosas,
por la influencia de las visiones urbanísticas que se venían gestando desde hacía varias
décadas en el continente europeo, específicamente en Alemania y Gran Bretaña.

2.2 AMOR POR LA NATURALEZA

Enza a la orilla. Recuerdo que tenía


tiempo sin visitar el parque y que quería
sentir la temperatura de las aguas. Se
aproximó a la orilla y sumergió su mano
en la etérea frialdad. Su expresión
quedó impresa en esta fotografía. Enza,
mi hermana, tenía 14 años.
Incluso para los caraqueños actuales,
estas aguas tienen una fascinación
indudable.
Fuente: Fotografía personal del autor.

En el área de influencia caraqueña, Los Chorros se convirtió en el espacio perfecto para


promover la materialización de ciertas tendencias urbanísticas provenientes de Europa. En
el proceso de expansión de la ciudad capital, esta urbanización permitió a los beneficiarios
de la explotación petrolera, alcanzar a partir del bien inmueble y del asentamiento en tan
envidiable paraje, el estatus que el dinero petrolero pudo financiar.

60
VALERY. Op, cit., p. 355

28
Una de las teorías consideradas por Salvo y García como utópica 61 es aquella dada a
conocer por Ebeneezer Howard a finales del siglo XIX, con su publicación La Ciudad
Jardín del Mañana, en donde se propone huir de las viejas ciudades antihigiénicas y
ruidosas y construir otras a escala humana, con jardines y amplios parques. Para el
momento en el que nace esta visión urbana, la idea de planificación en la Gran Bretaña de
comienzos de siglo estaba todavía reducida a la expansión o mejoramiento de ciudades 62.
Adjunta con las ideas de planificación municipal alemana, también llegó a Inglaterra una
medievalizada versión del organicismo de Sitté, la cual fue el catalizador para las Garden
Cities of Tomorrow, de Howard 63.

Fue Ebeneezer Howard quien sintetizó en una propuesta urbanística las diferentes
tendencias que para ese momento venían desarrollándose en Inglaterra. Los principios de
Howard recuerdan a las proposiciones del urbanista Campanella y a las ciudades
medievales autónomas como Lauderon (Suiza) y Würtemberg (Alemania) 64, las cuales
fueron trazadas a partir de círculos concéntricos. Según Mérola,

“...Dichos pueblos están rodeados de un círculo de plantas ornamentales, luego con dos
círculos de legumbres, verduras y frutales junto con los animales (cochinos, vacas, gallinas,
etc.), un quinto círculo con cereales y girasoles y por último el bosque con sus altos árboles
de coníferas...” 65

61
SALVO Arístides y GARCÍA VERDUGO Juan Carlos (1987): Naturaleza urbanizada. Estudios sobre el
verde de la ciudad. Editorial Debates. Universidad de Málaga, p. 22
62
ALMANDOZ. Op. cit, p.194
63
ALMANDOZ. Op. cit, p.194
64
En el ámbito de la planificación urbana, antes de que se propusieran los proyectos de la ciudad-jardín, ya en
las cercanías de Londres se había construido en 1875, el primer barrio-jardín, conocido como Bedford Park.
Fue concebido por Richard Norman Shaw para la clase media y en el lugar se conservaron los viejos árboles,
y se plantaron otros en las calles. Los jardines tomaban una forma libre, dando un ambiente rural al lugar. En
1888 en las afueras de Liverpool en Pot Sunlight, también bajo la influencia de Bedford Park, se construyó
otro barrio-jardín para trabajadores de la firma Lever. Las casas se encontraban entre los árboles y daba la
impresión de vivir en un parque. En 1895 se construye Bournville y Saltaire cerca de Leeds, ciudad industrial
proyectada en 1850. Estas fueron las primeras ciudades industriales donde la fábrica, la escuela y la Iglesia
son elementos dominantes. MÉROLA. Op, cit., p. 46
65
MÉROLA. Op, cit., p. 46

29
El ideal de Howard era el autoabastecimiento, el cual estaba influenciado por los anacoretas
y los religiosos del siglo XII y vuelto a predicar en el siglo XIX en Europa por los
socialistas utópicos como Charles Fourier, El Conde de Saint-Simon y Robert Owen, los
cuales promovían la vuelta al campo, a la Naturaleza 66. Pues bien, la proposición de E.
Howard, tuvo como objetivo contener el crecimiento de Londres, logrando una ciudad
autosuficiente, rodeada de un cinturón agrícola, donde la industria debía instalarse en zonas
aisladas 67.

La ciudad jardín es la crítica a la ciudad cloaca a la ciudad desmesurada, consecuencia del


crecimiento acelerado y descontrolado. Se busca diseñar una ciudad óptima para el
desarrollo del capitalismo industrial. En la Ciudad-Jardín la naturaleza es elevada
explícitamente a la categoría de ideal puro, convertida en Naturaleza mediadora-
conformadora de lo social; por lo tanto también de lo urbano. La Ciudad-Jardín es una
propuesta de síntesis de los valores de atracción de ambos espacios. Estos valores, por su
parte, no son exclusivamente estéticos: el modelo entiende los valores como mundo
complejo (el paisaje, lo social, la cultura) 68

Además de las reformas higiénicas evidenciadas en Caracas, las cuales mejoraron el estado
de la ciudad, los lectores de la publicación El Cojo Ilustrado, se mantuvieron informados de
los nuevos giros que presentaba el debate urbano en Europa. Para muchos de los
entendidos, la ciudad-jardín, reportada a partir de sus adelantos en Europa por la
mencionada publicación, pasó a considerarse como la materialización de la ciudad ideal 69,
concebida por el geógrafo francés Elisée Reclus:

“...Garden City será la ciudad modelo, la ciudad tipo, ideal, construída (sic) con perfecta
sujeción á (sic) los principios higiénicos, con todos los perfeccionamientos de la ciencia.
Cada edificio privado reunirá las ventajas de la casa de la ciudad y de la casa de campo.

66
MÉROLA. Op, cit., p. 46
67
MÉROLA. Op, cit., p. 46
68
MÉROLA. Op, cit., p. 46
69
ALMANDOZ. Op. cit, p.197

30
Las calles serán espaciosas. En cada uno de los distritos se construirá un inmenso parque,
abierto para el público. En el centro de la ciudad habrá un gran jardín, alrededor del cual se
edificará una biblioteca, un teatro, un museo, un hospital, el ayuntamiento y un ‘music
hall’” 70

Por lo tanto, la ciudad-jardín busca ser la síntesis entre la ciudad y la Naturaleza. Donde
además de promover el regreso al campo consecuencia de la influencia de los paradigmas
socialistas, se busca promover tendencias higienistas, con el propósito de combatir la
proliferación de enfermedades en una Londres víctima del crecimiento acelerado debido al
desarrollo de la Revolución Industrial. Estas tendencias no sólo se registran en Inglaterra,
sino también en Alemania, donde el proceso de industrialización también dejó sus huellas
en el medio. Pero si bien se resaltaban las ventajas de la ciudad-jardín, por considerarla una
alternativa a las hacinadas metrópolis, muchos también se sintieron con el deber de criticar
estas concepciones urbanas, catalogándolas como una utopía medievalizada imposible de
realizar. El arquitecto Max Nordau es el ejemplo de este pensamiento al reconocer a la
ciudad actual como “...una ciudad histórica, que relata en cada una de sus piedras un
largo y venerable y pasado...” 71 Otros, como el francés Maurice Rotival, se referirá a las
ventajas de la vida en la ciudad caraqueña tal como la sienten sus propios habitantes, en
comparación con las alejadas y desvinculantes urbanizaciones del norte, inspiradas en los
estilos paisajísticos y en la ciudad-jardín:

“...es allí en donde, sin duda, aparece claramente el foso profundo que separa las dos
concepciones de vida: la latina y la anglosajona. Mientras el americano del Norte busca y
encuentra su dicha lejos de la ciudad, en la casa familiar tan tradicionalmente colonial y
sabiamente / ubicada en las avenidas verdes de la artificial ciudad jardín; mientras la ciudad
no es para él sino un lugar de trabajo del cual se aleja contento cada tarde en todos los
medios mecánicos de transporte, el latino regresa casi con pesar a su alojamiento,
demorándose a lo largo de las avenidas, volviéndose hacia el arco que el sol poniente
alumbra todavía, o siguiendo con los ojos las luces de la ciudad que señalan los meandros del
río tan hermosamente encajado en la topografía urbana. Para el ciudadano del Norte la
ciudad no es sólo sino una antecámara bulliciosa y pesada de la oficina o del taller, para el

70
El Cojo Ilustrado, VIII, 186, Caracas: septiembre 15, 1899, p. 621.
71
ALMANDOZ. Op. cit, p.198

31
latino es la parte integrante de su ser, la belleza y la fealdad, la alegría y la tristeza, su vida
en fin...” 72

Diferentes visiones, diferentes maneras de interpretar las relaciones que se producen es un


espacio geográfico. Para algunos, la Ciudad-Jardín representa el prototipo de lo que un
complejo urbano debería ser en donde los elementos que conforman el conglomerado
metropolitano, se fusionan con el medio que sustenta la existencia del mismo. Un claro
ejemplo de un ideal utópico. Por otro lado, visiones totalmente opuestas le recriminan a la
visión de Ciudad-Jardín su desvinculación de la propia vida citadina y su deseo por rescatar
ideales medievales, todo esto enmarcado dentro de concepciones peyorativas acerca de esta
etapa de la historia. Afirman estos hombres que no hay que ver hacia el pasado, sino dirigir
las miradas hacia el futuro, el progreso, en donde el entramado urbano se convierta en la
síntesis de crecimiento económico y del poderío en todos sus aspectos.

En una Caracas donde la huella del afrancesamiento de Guzmán poco a poco de extinguía
para dar paso a las nuevas visiones de la vida y de la Modernidad en general, traídas sobre
todo de los Estados Unidos, en la urbanización Los Chorros, todavía tenemos presente el
glamour de la Belle Époque, herederos de una Francia que aún vivía embelesada por los
años del Segundo Imperio, lo cual aparentemente impidió la investigación urbana en el
nuevo siglo. Pero a pesar de su retraso urbanístico en el contexto europeo, Francia mantuvo
el protagonismo ganado en el siglo XIX, mediante la prolongación del repertorio Beaux-
Arts, no sólo en Venezuela sino en la mayoría de las capitales latinoamericanas 73, lo cual se
evidencia en la escogencia del país galo como patrocinador de proyectos urbanísticos en las
urbes de esta parte del mundo.

Francia había sido el punto focal en cuanto al urbanismo se refiere sobre todo a finales del
siglo XIX, pero independientemente de esto, en Los Chorros se respiran aires europeos

72
ROTIVAL, Maurice E.H. (1966): Caracas marcha hacia adelante. En VILLANUEVA, Carlos Raúl:
Caracas en tres tiempos. Ediciones Comisión de Asuntos Culturales del Cuatricentenario de Caracas, pp.
174-175.
73
ALMANDOZ. Op. cit, p.197

32
porque ellos denotan estatus, progreso, adelantos. Construir una urbanización con estas
características no es un hecho fortuito, sino la convicción de que las relaciones de poder y
las redes comerciales, no sólo de bienes, sino también de ideas, marcan la pauta en la
reorganización del espacio. El auge industrial es palpable, pero sobre todo, la idea de lo que
somos y lo que seremos en la medida en que el petróleo fortalezca los lazos con las
potencias económicas y tecnológicas del momento.

2.3 LOS BUNGALOWS

Quinta “San Remo”


Avenida Arístides Calvani.
Fuente: Fotografía personal
del autor.

Las construcciones que se hicieron en la capital eran para particulares, principalmente


residencias para familias adineradas. La vocación en estos espacios era el mantenimiento de
un estilo paisajístico, en donde se evidencia la preocupación por mantener espacios verdes,
sobre todo en los jardines privados de las blasonadas familias caraqueñas. Esta afirmación
se observa en un artículo escrito por el arquitecto Alejandro Chataing, publicado en 1923,
donde, según Mérola, aparecen fotografías de los jardines de la “Villa Henriqueta” en Los

33
Chorros y la casa de Lope Tejera, diseñados por Luis A. Urbaneja. Chataing dice en el
mencionado artículo lo siguiente:

“...el jardín debe ser un trozo de paisaje tropical, realizado de manera agradable y práctico
(sic) por trazados inteligentes, de vías, plantaciones felices y si se puede con efectos de agua
(...) La construcción de residencias contempla la construcción de jardines, dejados estos
últimos, entre nosotros con mucha frecuencia a jardineros que pueden cuidar flores y
organizar detalles que resultan bellos, por la belleza de las tonalidades de la flora, pero que
desconocen en absoluto las ventajas de la composición, que únicamente puede crear obras de
arte...” 74

Estas reflexiones de Chataing, nos muestran el claro conocimiento que poseía sobre el arte
de los jardines. Además, enfatizaba que el jardín debía convertirse en un trozo de “paisaje
tropical”, es decir, integrado por las especies de la región 75.

En cuanto al estilo de los jardines, ya sea francés o inglés, los cuales se usaban todavía en
esos años, Chataing afirma que “...se podía optar por cualquiera de los dos, pero siempre
con los elementos de nuestra flora. Nuestros paisajes son calientes como corresponde al
ardiente sol de los trópicos y no aceptan el cambio de las palmeras por los pinos...” 76

Por lo tanto, era el patio de la casa en sitio central de la edificación, en donde se incorpora
la naturaleza a la estructura de la casa. Las personas se reunían en estos espacios, los cuales
la mayoría de las veces poseían una fuente en el medio, con pisos de mosaico y con una
abertura en el techo o con estructuras de vidrio similares a los tragaluces. Un testimonio
que nos evidencia la sensación del patio para visitantes y moradores de la vivienda, así
como el entretenimiento que significaba para las mujeres de la casa, se encuentra en un
fragmento de la novela Ifigenia, escrita por Teresa de la Parra, donde dice:

74
CHATAING, Alejandro (1923): Arquitectura de Jardines. Rev. CIV, Nº 11. Noviembre. Caracas, pp. 166-
173, en MÉROLA. Op, cit., p. 117.
75
MÉROLA. Op, cit., p. 117.
76
MÉROLA. Op, cit., p. 117.

34
“...Y de pronto, ante una casa ancha, pintada de verde, con tres grandes ventanas cerradas y
severas, se detuvieron los autos. Mis primos bajaron a toda prisa, penetraron el en zaguán,
empujaron la entornada puerta del fondo y fue entonces cuando apareció ante mis ojos el
patio claro, verde y florecido de la casa de la Abuelita. Era la primera impresión
deslumbrante que recibía a mi llegada a Venezuela. Porque el patio de esta casa, este patio
que es el hijo, el amante y el hermano de tía Clara, cuidado como está con tanto amor, tiene
siempre para el que llega, yo no sé que suave unción de convento y una placidez hospitalaria,
que se brinda y se ofrece en sus sillones de mimbre. Sobre la tierra fresca del medio, crecen
todo el año rosas, palmas, novios, heliotropos y el jazminero, el gran jazminero amable que
subido al kiosco todo lo preside y saluda siempre a las visitas con su perfume insistente y
obsequioso. Junto a la puerta de entrada, ala izquierda, por el amplio corredor, se esparcen
abundantes sobre mesas y columnas, la espuma verde de los helechos y las flechas erectas y
entreabiertas de los retoños de palma...” 77

El tipo de vivienda que se registra en


Los Chorros durante los primeros años
de su construcción, influenciada por
los estilos paisajísticos, donde la
naturaleza penetra en la vida de las
edificaciones y se busca fusionar
ambos, es aquella cuya inspiración

Otra de las casas de Los Chorros, obsérvese el escenario en proviene del extranjero: los
el que está emplazada la edificación.
Fuente: denominados bungalows.
PARDO STOLK, Edgar (1969): Las casas de los
caraqueños. Caracas

El término bungalow es derivado del vocablo indio Bangla, el cual significa Casa al estilo
bengalés 78. Los siglos de dominio británico sobre las colonias indias rindió sus frutos en lo
relacionando con la absorción de técnicas de construcción de este tipo de viviendas. En los
bungalows se conjugaron el modelo de residencia autóctono con las construcciones de los

77
DE LA PARRA, Teresa (1924): Ifigenia. Editorial Panapo. Caracas. Décima edición, p. 121.
78
GAZANEO, Jorge (2005): La Arquitectura de la Revolución Industrial. Instituto de Arte Americano e
Investigaciones Estéticas. Quinta edición. Buenos Aires. También es posible encontrar información vinculada
con este tipo de estilo arquitectónico en: SEGRE; Roberto (1975): América Latina en su arquitectura. Siglo
XXI editores. México; ECHAIDE, Rafael (1976): La Arquitectura es una realidad histórica. Ediciones
Universidad de Navarra. Pamplona, España; y http://www.m-
v.com/cgibin/dictionary?book=Dictionary&va=bungalow. Página actualizada en febrero de 2005.

35
propios británicos, las cuales eran hechas con fines militares estratégicos, basados en
actividades clásicas de administración de la colonia.

Por su parte, en Latinoamérica el bungalow es una vivienda típica del ámbito caribeño, en
donde las condiciones climáticas presentan ciertas similitudes con las evidenciadas en Asia.
En este mismo orden de ideas, el Caribe debe ser visto como un espacio sincrético en donde
confluyen diferentes tendencias arquitectónicas, tanto de Oriente como de Occidente,
importando de esta última, materiales de construcción más livianos y destinados a
proporcionar una mayor vinculación de la relación hombre-naturaleza.

Una entrada triunfal enmarcada por la vegetación circundante.


Fuente: PARDO STOLK; op. cit.

El término bungalow fue empleado en Venezuela por primera vez en el año 1826, cuando el
viajero norteamericano William Duane al referirse a la casa de la Hacienda Blandín en

36
Chacao, afirmó que la edificación “...era semejante a un verdadero bungalow de
Bengala...” 79

Las casas, tradicionalmente pequeñas, de una sola planta, poseen un amplio balcón. Los
bungalows son residencias propias para climas cálidos, ya que si bien es una edificación de
una sola planta, el techo es alto, lo cual proporciona mayor frescura para las personas que
habitan en ellos.

El estilo de estas casas es propio para las características que proporcionaba lo que sería en
un futuro a la urbanización Los Chorros. Además de las comodidades propias de su
estructura, los bungalows, estratégicamente emplazados, y con la presencia de árboles a los
alrededores de su espacio, podían otorgar a los propietarios de las viviendas, una especie de
cubierta vegetal que los alejaría de la vista de vecino y transeúntes, dando la sensación de
alejamiento. Los materiales de construcción iban desde el concreto hasta el empleo de
ladrillos para la edificación de las paredes.

Colegio Eugenia Ravasco


(Preescolar).
Avenida Arístides Calvani.
Fuente: Fotografía personal del
autor

79
SILVA CONTRERAS, Mónica: El terremoto de Caracas en 1900: Alberto Smith y las construcciones “a
prueba de temblores”. Memorias. Ponencias presentadas en el Curso Internacional de protección del
patrimonio construido en las zonas sísmicas. Compiladora L. Teresa Guevara P. Comisión de Estudios de
Postgrado de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela. 26-30 de julio
de 1999. Caracas, p. 306

37
El arquitecto encargado de promover las construcciones en Los Chorros a partir del empleo
de este estilo de vivienda oriental fue el arquitecto Alberto Smith, impulsor del balneario de
Macuto. El tipo de vivienda propuesta por Smith eran bungalows prefabricados, cuyas
piezas eran en su mayoría construidas en madera, a inspiración de aquellas localizadas en el
Litoral Central. El estilo de estas casas proviene de la difusión que de ellas se hace en los
Estados Unidos, del cual provienen modelos de villas campestres y urbanas en diferentes
estilos, así como también fachadas, plantas, materiales, entre otros 80.

Viviendas como la Quinta “Los Caobos” en la avenida Álvarez Michaud; la Quinta “San
Remo” en la avenida Arístides Calvani; la Quinta “San Antonio”, en la calle 6 y el Colegio
Eugenia Ravasco (Preescolar), localizado en la Avenida Arístides Calvani, son ejemplos de
bungalows prefabricados, cuyas piezas de construcción son en su mayoría de madera.
Todas estas viviendas poseen en su interior un patio central, el cual era destinado en su
mayoría para colocar especies vegetales que conformaran entre sí, una suerte de jardín
interior. Con una sola planta y alto techo, estas casas en su mayoría poseen todos los
requisitos para ser catalogadas efectivamente como bungalows.

Quinta “Los Caobos”,


avenida Álvarez
Michaud.
Fuente: Fotografía
personal del autor

80
SILVA. Op. cit., p. 306

38
Los bungalows entran en el estilo de vivienda que se conoce coloquialmente como
“Quinta”. Este modelo de viviendas o quintas, alejadas del casco original de la ciudad, es
el tipo de residencia de la burguesía en general. La quinta en este caso, debe ser
considerada como un domicilio unifamiliar, sufre una variación a los grandes caserones de
antaño, los jardines disminuyen sus dimensiones y las mansiones fungen como un
conglomerado de cuartos. En el caso de la expansión que se produce hacia el este de la
ciudad y, específicamente de Los Chorros, el propósito era “...liberarse de la condición
urbana...” 81

La quinta, en el caso de Los Chorros: los bungalows, provenientes de la expansión de los


estilos arquitectónicos orientales y luego popularizados como consecuencia de la expansión
hacia el oeste en los Estados Unidos, es el

“…vehículo para alcanzar los bienes naturales de la vegetación, el paisaje, del espacio del
aislamiento. En este sentido, es la afirmación de una concepción diametralmente opuesta a la
de la concentración urbana, con sus altas densidades, proximidad de diferentes actividades y
amplitud de opciones. Surge, ya lo sabemos, bajo el nombre de ‘ciudad jardín’, como
reacción a la ciudad de la revolución industrial de fin de siglo. Se difunde primero con el uso
de los tranvías y luego con la capilaridad del automóvil...” 82

Este ejemplo de expansión urbana, se puede caracterizar como de baja densidad 83, lo cual
es una constante entre los años 1920 y 1930, precisamente nuestro período de estudio. Esta
visión de lo urbano, es una expresión de los modelos venidos de Europa, sobre todo en lo
relacionado con la expansión urbana, y de los Estados Unidos en lo que tiene que ver con
la masificación de las construcciones al estilo oriental (bungalows). Sin embargo, es preciso
señalar que en Venezuela, los grandes contrastes entre el campo y la ciudad, no tienen el
mismo valor si se comparan con los de los países industrializados. Pero es necesario
destacar que los bungalows y más específicamente lo que ellos representaban por ser el

81
GASPARINI. Op. cit, p. 313.
82
GASPARINI. Op. cit, p. 313.
83
GASPARINI. Op. cit, p. 313.

39
estilo arquitectónico de británicos y estadounidenses en los momentos en los que la
arquitectura utilitaria se combinaba con la expansión, la adquisición de territorios, la
consolidación como potencias mundiales y la adaptación de la vida a las posibilidades del
medio, marcarán un modelo que las familias como las Mendoza, Michaud, Schlageter, entre
otras, encontrarán muy difícil no seguir. La respuesta a esto es que el ascenso social que
estos bienes inmuebles representaban emanaban poder y desarrollo, aspectos con los que
estos hombres se sentían claramente identificados, sobre todo en momentos en donde la
pauta la marcaba la explotación petrolera, uno de los vínculos más lucrativos con el
Occidente desarrollado para el momento.

Paulatinamente, la sociedad caraqueña y venezolana, asumirá la total capitalización de su


economía y la importación de bienes de consumo y de nuevas visiones del espacio y del
otro. Lo cierto es que de acuerdo con Gasparini y Posani, para la población caraqueña en
general, este tipo de expansión era una respuesta pragmática, ya que estamos en evidencia
de “...una simple importación de modelos internacionales, la quinta y la urbanización
parecían las soluciones lógicas para la expansión de una ciudad tradicionalmente de un
solo piso, cuyos habitantes aceptaban con dificultad las escaleras del edificio, la “jaula”
del apartamento, la mecanización del ascensor...” 84 La historia de nuestra ciudad nos
permitirá comprender cómo de una solución pragmática pasamos a un pragmatismo
exacerbado, sin organización, ni estilo urbanístico. Pero para el momento en el que se inicia
la construcción de Los Chorros, lo que priva es la relegitimación del poder, la reafirmación
de la importancia del petróleo como ingreso para una Venezuela históricamente basada en
la explotación agrícola.

La Caracas que se despierta en el siglo XX será la misma pequeña urbe, castigada por un
convulsionada centuria de guerras, caudillos y golpes de estado, luchando por consolidarse
como la capital de una república que aún no ha superado los problemas arrastrados desde la

84
GASPARINI. Op. cit, p. 313.

40
gesta emancipadora. Para estos hombres, la llave para acceder completamente al fuego
civilizador de Prometeo brotó de las entrañas de la tierra: el petróleo, aunque es bien sabido
que la fundación del estado venezolano por parte de Juan Vicente Gómez ya estaba
consolidado mucho antes del reventón del pozo Barrosos 22 en la segunda década de la
pasada centuria.

La identidad de Caracas estaría incompleta sin el valle que la circunda. Urbe y naturaleza se
han fusionado en un mismo discurso y le han dado al espacio urbano su propia identidad. El
binomio caraqueño-Ávila ha sido una constante a lo largo del tiempo. La montaña es parte
de la ciudad, desde las crónicas de los primeros españoles que visitaron el centro del país
hasta nuestros días de tráfico, inseguridad y contaminación, la montaña que observamos a
nuestro alrededor surge como un respiro, como un escape, un pedacito de cielo es la
vorágine del día a día.

Para el caraqueño, el Ávila es uno de los elementos distintivos de su ciudad, siendo


retratada por propios y extraños, ella ha despertado palabras de admiración e incluso
especulaciones volcánicas. Bebemos de sus aguas, nos nutrimos de su oxígeno y nos agrada
su cercanía. Encontramos calma cuando estamos próximos a ella y tal honor que hasta
parque nacional la hemos nombrado. En urbanizaciones construidas gracias a la tala de los
bosques, en invasiones que se van consolidado gracias al hacinamiento y a la improvisación
de la modernidad, no debe extrañarnos que ya a principios del siglo XX los habitantes del
valle quisieran vivir más cerca del Ávila.

Los Chorros es ese pedazo de paraíso a principios del siglo XX en una Caracas que
comienza a motorizarse, que comienza a crecer y caminar en pos de la modernidad. Sus
calles recién trazadas, sus estilos exóticos, la exuberancia de sus jardines recuerda parajes
ajenos pero a la vez propios. El discurso del progreso visto en la lejanía, pero sentido por
una elite que encuentra en el capital el vehículo para parecerse más al otro sin perder lo que
ya es.

41
CONCLUSIONES

Los Chorros es el claro ejemplo como las oportunidades del medio pueden ser
aprovechadas por el hombre con el propósito de modificar el espacio de acuerdo a sus
necesidades. Originalmente considerado como un sitio para temperar, con el paso del
tiempo Los Chorros dejó de ser solamente un sitio al cual visitar los fines de semana y días
feriados, con fines de recreación y esparcimiento, para convertirse en una de las primeras
urbanizaciones a las afueras de Caracas, destinadas para personas de condición social
elevada, sobre todo luego de los inicios de la explotación petrolera.

El vínculo inicial de Los Chorros con Caracas era el ferrocarril. Luego del aumento del
parque automotor a la ciudad de Caracas, el tren le dio paso al carro y paulatinamente las
dimensiones de la capital fueron cambiando, ampliándose, mostrando como la cultura del a
pie, da paso a la cultura del automóvil. Los espacios se dilatan, las percepciones de las
dimensiones de un área se someten a las constantes trasformaciones y los espacios
inicialmente configurados, dan origen a un nuevo producto o una nueva síntesis geográfica.

Desde el punto de vista de los diferentes paradigmas urbanísticos que estaban en boga en
las primeras décadas del siglo XX, en los Chorros se conjugan aquellos que buscan
incorporar las viejas tendencias relacionadas con la anexión de la naturaleza a la vida de las
personas, así como también aquellas relacionadas con la salubridad y la elevación de la
calidad de vida. Concepciones vitales a partir de las cuales se sentarán las bases para los
futuros planes de transformación de las ciudades.

Los Chorros puede considerarse como la síntesis en la que se conjugan tres elementos
fundamentales: la concepción británica de ciudad jardín, la planificación urbana heredera
de las nuevas teorías alemanas y la vanguardia y el estilo decorativo propio de Francia,
específicamente en lo relacionado con el glamour de la Belle Epoque. En un espacio
influido fundamentalmente por los paradigmas provenientes de otras latitudes, Los Chorros
se perfila como el modelo de lo que una ciudad o núcleo urbano debe ser, con el propósito
de garantizar la salubridad y el disfrute de los que en ese espacio habitan.

43
BIBLIOGRAFÍA

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