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Para los gobiernos del siglo XXI el tema central y decisivo sobre el futuro de
estos países y de la democracia es sobre la capacidad y la eficacia de los
gobiernos. Las principales críticas se dan debido a las fallas analíticas, de
decisión, financieras, administrativas y hasta institucionales de numerosos
gobiernos democráticos, la cuestión de la capacidad y eficacia directiva de los
gobiernos se ha puesto en el centro de las preocupaciones de los ciudadanos y
de las disciplinas que estudian el gobierno.
Las políticas públicas refuerza la exigencia cívica de que las decisiones del
gobierno democrático construyan o reconstruyan su corrección y eficacia
decisoria, su capacidad de resolver problemas públicos y de producir situaciones
de vida social de superior calidad y seguridad, dejando atrás de una buena vez
los errores y daños económicos y sociales de los gobiernos autoritarios. Existe
una exigencia de que ley pública y el control de los poderes públicos del Estado,
sean gobiernos abiertos a la participación ciudadana, transparentes, que rindan
cuentas a los poderes públicos y al público ciudadano y se distingan por la
inclusión e igualdad de trato a los ciudadanos en sus decisiones y acciones, en
contraste y oposición a la tradición gubernamentalista.
Las políticas públicas pasaron a verse como hipótesis a validar ya que a través
de sus altibajos de prueba y error enseñan al gobierno lo que se puede realizar,
lo que cuesta su realización y lo que no se puede realizar o es costoso aunque
sea deseable.
Eficacia pública por un lado son los conceptos que se basan en consideraciones
técnicas y desvalorizan el aporte de las prácticas políticas de los gobernantes o
los ciudadanos. La eficacia depende de su factibilidad la cual es definida por
modelos y tecnologías causales.
El concepto de eficacia pública implica causalidad ya que, se debe entender que
la acción de gobierno produce efectos y resultados donde corresponden a los
efectos o resultados sociales deseados y para su realización se toma en cuenta
la decisión. Se habla de eficacia cuando el fin que se desea de la acción y el
efecto que se realiza es equivalente y similar.
Las decisiones públicas muchas veces no son de beneficio público, las políticas
públicas deben estar definidas para que contribuyan al bienestar social. Es
necesario nuevas perspectivas de desarrollo, es necesario abordar esta materia
a través de comunidades inter y transdisciplinarias que incluyan la
interculturalidad como apertura a la diversidad de perspectivas y subjetividades
compartidas, en una creciente integración e interacción.