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La enseñanza del diseño

Víctor Manuel Rivera-Sánchez


victorrivera@nodolab.com

La enseñanza del diseño ha sido una de las principales preocupaciones de la gran mayoría de
las escuelas de arquitectura, esto es evidente en gran parte de los planes de estudio, ya que
en más del 50% de la retícula aparece el proceso de diseño, o cómo lo llaman en otras
instituciones el proceso de la composición arquitectónica, sin embargo, a partir de la segunda
mitad del siglo XX se han presentado dos posturas, la primera que hace referencia a la
arquitectura como una actividad de producción de objetos emotivo-utilitarios, donde se ven
involucrados aspectos de arte, ciencia y utilidad, y que se refleja en la tríada de Vitruvio
belleza, utilidad y firmeza, ésta primer postura nos hace referir a la arquitectura como una de
las bellas artes.
La segunda postura en la enseñanza de la arquitectura, nos ha sido heredada a través
del movimiento moderno y que nos lleva hacia las licenciaturas profesionalizantes, donde se
aprende de forma metodológico los aspectos de funcionalidad, economía, esteticismo (visto
como una referencia al estilo) y tecnología, lo cual, visto desde esta perspectiva la tríada de
Vitruvio también se encuentra en este aprendizaje profesionalizante, belleza que hace
referencia al esteticismo, utilidad que hace referencia a la funcionalidad y la economía y
firmeza que hace referencia a la tecnología. Es por esta relación con la definición que hace
Vitruvio de la arquitectura, que esta enseñanza profesionalizante nos ha nublado la vista hacia
la enseñanza de la arquitectura como arte, incluso se ha hablado de crear metodologías de
diseño que permitan que el diseño de los espacios sea totalmente objetivo.
Sin embargo, cuando hacemos referencia a la arquitectura como arte y en este caso
refiriéndonos a la Arquitectura con “A” mayúscula, tal como lo refiere Kenneth Frampton
cuando marca la diferencia entre Arquitectura y edificación (Frampton, 2014), el aprendizaje
de la Arquitectura se encamina hacia las vivencias y el temperamentos del arquitecto,
enmarcando a la Arquitectura como una actividad entre lo emotivo y la utilidad, incluso
podríamos decir, parafraseando a Claude Levi-Strauss, que la Arquitectura al igual que el
Arte se encuentra a la mitad entre el conocimiento científico y el pensamiento mítico-mágico
(Levi-Strauss, 2006).

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Lo que nos lleva a considerar a la Arquitectura, como lo menciona Le Corbusier en
su libro “Hacia una arquitectura”, como “cosa de arte, un fenómeno de emociones, que queda
fuera y más allá de las cuestiones constructivas, el propósito de la construcción es mantener
las cosas juntas y el de la arquitectura deleitarnos” (LeCorbusier, 1998), y es, hacia este
fenómeno de emociones que se pretende encaminar este proceso de enseñanza, la enseñanza
de la Arquitectura con “A” mayúscula.
La Arquitectura es como el Langue et Parole de Ferdinand de Saussure (Saussure, 2012),
ubicada entre la significación y la expresión, donde el Langue define objetivamente los
espacios y los objetos que habitamos y moramos, pero a la vez nos lleva a la Parole a la
expresión provocada por lo mítico, la imaginación, la poética, la belleza y el misterio, y que
nos produce serenidad, alegría, nostalgia, privacidad, intimidad y abrigo, no sólo utilidad y
objetividad como hemos tratado de direccionar los talleres de diseño, no podemos tratar la
Arquitectura como algo objetivo, ya que siempre existen indicios de esto o lo otro,
expresiones y sugerencias que nos llevan a un momento de goce de lo estético y lo espacial.
Si la arquitectura fuese sólo ciencia, sería todo objetivo con hechos irrefutables, sin
embargo, nada está dicho en la espacialidad arquitectónica, cada uno de nosotros vemos en
ella expresiones distintas, por lo que no podemos tratar de enseñarla de forma objetiva y
lógica. La enseñanza de la Arquitectura debe dejar de ser normativa, debemos llevarla a lo
situacional, dejar lo formal por lo informal, por las vivencias que nos da el mundo que nos
rodea, cambiar la razón por lo emotivo y sensible, volver hacia la arquitectura poética, hacia
lo mítico y lo mágico del arte y la espacialidad arquitectónica.
Un pasillo, una escalera o una rampa son objetos que en su acto lógico comunican un
espacio con otro, pero artísticamente puede no llevarnos a ningún lado, ser elementos de
expresión que nos transportan a velocidades distintas para movernos entre lugares o llevarnos
a ellos, en una clara expresión de espacio-tiempo, con la intención de producir misterio,
nostalgia o infinidad de sensaciones dependiendo del contexto en que han sido producidos.
Es por lo anterior que podemos afirmar que la Arquitectura utiliza elementos
objetivos y lógicos, pero con una intencionalidad distinta a lo utilitario y a los hechos lógicos
y objetivos, es por ello que mencionar hipótesis en el desarrollo de un proyecto, se vuelve un
hecho irrelevante, ya que la Arquitectura no se forma lógicamente, se forma a partir de un

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sentido estético y de imaginación poética, se forma a partir de un pensamiento mítico y
simbólico que hace uso de la ciencia para ser materializado.
Este sentido estético no se crea académicamente ni metodológicamente, si fuese así
todos quienes fuimos formados académicamente en el ámbito de la arquitectura
produciríamos obras dignas de un Pritzker, ese ha sido el error en las escuelas tradicionales
de arquitectura, el sentido estético y artístico es innato al artista, y en este caso debe ser innato
al arquitecto, y se forma a través de las vivencias, Julio Cortázar en “Rayuela” nos da un
esbozo de lo anterior.
“Vagando por el Quai de C’elestins piso unas hojas secas y cuando levanto una y la
miro bien la veo llena de polvo de oro viejo, con por debajo unas tierras profundas como el
perfume musgoso que se pega en la mano. Por todo eso traigo las hojas secas a mi pieza y
las sujeto en la pantalla de una lámpara. Viene Ossip, se queda dos horas y ni siquiera mira
la lámpara. Al otro día aparece Etienne, y todavía con la boina en la mano, ¡Dios, es
increíble!, y levanta la lámpara, estudia las hojas, se entusiasma, Durero, la nervadura,
etcétera.
Una misma situación y dos versiones… me quedo pensando en todas las hojas que no
veré yo, el juntador de hojas secas, en tanta cosa que no habrá en el aire y que no ven los
ojos. Por todos lados habrá lámparas, habrá hojas que no veré” (Cortázar, 2006)
Esta lectura de Julio Cortázar nos da una idea del sentido artístico o al menos de la
sensibilidad artística y estética que se tiene o no se tiene. El primer esbozo es el entusiasmo
con que se ven las cosas, este puede ser un buen ejercicio en el aula, un ejercicio que se podría
llamar Ossip-Etienne, y colocar algo estético o de belleza formal que pueda llamar la
atención, esto nos dará una idea de quién tiene esa sensibilidad artística.
Por otra parte, nos da a entender lo que sucede con los proyectos, por qué una
diferencia tan grande entre uno y otro, y esto es debido a lo que narra Julio Cortázar, “cuántas
hojas secas no veré”, esto es debido a lo que ve cada uno de nosotros y cómo llegamos a
narrarlo en los diseños, cuántas hojas secas no se verán en el emplazamiento del terreno o
cuántas cosas si se verán, incluso esta genialidad de lo emocional lo podemos ver un
múltiples arquitectos de renombre, como Barragán y lo cual expresa en su discurso en la
ceremonia de premiación que le otorgaba el Premio Pritzker en 1980 (Barragán, 2017), esta

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característica emocional poética, de igual forma, es expresada en la entrevista a los ganadores
del premio Pritzker 2017, RCR Arquitectes (RCR Arquitectes, 2017).
La forma en cómo se puede adquirir dicha sensibilidad es a través de las vivencias,
pero esto, sólo se logra mediante los cuatro sentidos internos, voluntad, memoria, inteligencia
y subjetividad, por lo que, si no se tiene la voluntad, si no se quiere, no se puede percibir. Si
no se hace uso de la memoria, recordar fenómenos emocionales, difícilmente podremos
emocionarnos. Y esto depende de la subjetividad que hace referencia a los estados de ánimo
de cada uno de nosotros lo que nos da el temperamento para aplicarlo a las obras. Y la
inteligencia que nos permite interpretar todas las percepciones a que estamos sujetos.
Pero que sucede si un alumno no cuenta con esa sensibilidad estética y artística, no
podrá producir edificaciones que expresen emociones, no podrá producir Arquitectura con
“A” mayúscula, sólo se obtendrán, en el mejor de los casos, producciones estilísticas,
edificaciones que tiendan a lo ocupable, que responde de forma eficiente a lo económico, lo
tecnológico, lo funcional y al esteticismo, produciremos profesionistas que se subordinen a
lo económico y que en el peor de los casos, llevará a los espacios diseñados hacia lo habitable,
lo ocupable, lo alojable, lo indiferente, lo incoherente y lo padecible.

Victoria de Durango a 25 de enero del 2018

Referencias
LeCorbusier. (1998). Hacia una Arquitectura. Barcelona: Ediciones Apóstrofe.
Levi-Strauss, C. (2006). El pensamiento salvaje. México, D.F.: FCE.
Cortázar, J. (2006). Rayuela. México, D.F.: Punto de lectura.
Barragán, L. (22 de noviembre de 2017). Arquine. Obtenido de Arquine:
https://www.arquine.com/el-discurso-de-luis-barragan/
Frampton, K. (24 de julio de 2014). Arch Daily. Obtenido de Arch Daily:
https://www.archdaily.mx/mx/624515/kenneth-frampton-que-es-la-arquitectura
RCR Arquitectes. (01 de marzo de 2017). Arch Daily. Obtenido de Arch Daily:
https://www.archdaily.mx/mx/806201/rafael-aranda-carme-pigem-y-ramon-vilalta-
ganadores-del-premio-pritzker-2017
Saussure, F. (2012). Curso de lingüisica general. Buenos Aires: Losada.

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