Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Germán Arciniégas1
transnacional. Basta sólo mencionar el Facundo de Sarmiento, “Nuestra América” de José Martí,
el Ariel de Rodó, la Raza cósmica de Vasconcelos, Tiempo mexicano de Carlos Fuentes, entre
desatinado afirmar que, en gran medida, los estudios sobre este género tan peculiar y reticente a
las clasificaciones sistemáticas, han colaborado en forma reiterada y recurrente para asociarlo y
Sin embargo, en los estudios críticos sobre el ensayo latinoamericano suele encontrarse
una marcada tendencia a poner en cuestión la ‘naturalización’ de ese lugar en la historia cultural
latinoamericana. Concretamente, esta hipótesis surge de la revisión de una tendencia que aún hoy
sigue teniendo un impacto importante en los estudios teórico-críticos de este género discursivo.
En este sentido, sin dejar de advertir su falacia, es útil recordar la fórmula emblemática acuñada
por Germán Arciniégas: “Nuestra América es un ensayo”, un punto de partida tan productivo
1 Germán Arciniégas, “Nuestra América es un ensayo”, Cuadernos, 73, París, junio de 1963: 357.
como provocador que nos permite pensar la ‘colección’ ensayística, en relación con el
Germán Arciniégas, en 1963, hace explícito el humus problemático que, en los diferentes niveles,
se extiende sobre nuestro continente y lo vincula con el ensayo, como antes lo había insinuado el
cubano Medardo Vitier.2 A partir de esta premisa, esbozaremos algunas notas que pretenden
indagar sobre esta particular relación y revisar el papel del discurso ensayístico en la agenda
producto de una búsqueda tan incesante como obsesiva y fecunda, en sus diferentes inflexiones
peculiaridad diferencial -en sus más diversas variantes y modulaciones- y la tan mentada “unidad
en la diversidad” (J. L. Martínez) de nuestros pueblos, quizá con más “utopía de pensamiento”
constante recurrencia al discurso ensayístico como el cauce expresivo más apropiado para la
cultura, donde se deciden, analizan y replantean las identidades políticas y sociales (P. Bourdieu).
3
protagonismo inicial, sobrepasado por la producción narrativa que se fue haciendo cargo de esas
traspasando las fronteras de las diferentes formas verbales del periodismo escrito para valerse de
desmesurado y diverso que avistamos, nos obliga a acotar la cuestión y centrarnos en la relación
simbiótica ensayo-identidad, que irrumpe desde los inicios de la expresión de una autoconciencia
y reflexión crítica acerca de las políticas de identidad cultural en nuestros países, especialmente
El pasaje desde las aproximaciones canónicas 4 hacia los estudios más recientes5 los
aspectos -a nuestro juicio- más interesantes -y, paradójicamente, menos explorados-, que se
abordan en, nos permite aventurar futuros estudios que exploren con más atención en los
americano de Bilbao, Madre América y Nuestra América de Martí, El triunfo de Calibán de Darío, el Ariel de Rodó,
Pueblo enfermo de Alcides Arguedas, La raza cósmica de José Vasconcelos, El continente enfermo de César
Zumeta, El porvenir de la América Latina y El destino de un continente de Manuel Ugarte, Blasón de plata, La
restauración nacionalista y Eurindia de Ricardo Rojas, los 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana de
Mariátegui, Radiografía de la pampa y La cabeza de Goliath de Martínez Estrada, El pecado original de América
de Murena, El laberinto de la soledad de Octavio Paz, Insularismo de Pedreira, El continente de los siete colores de
Arciniégas, La isla que se repite de Antonio Benítez Rojo, Calibán de Roberto Fernández Retamar, El país de
cuatro pisos de José Luis González, Tiempo mexicano de Carlos Fuentes, hasta títulos más recientes como Repensar
América Latina de Francisco Delich, entre tantos otros. En ellos se han trazado las más distantes figuraciones y
fábulas de identidad en los últimos ciento cincuenta años de nuestra historia cultural.
4 Remitimos, por ejemplo, a algunos libros y trabajos que resultan ineludibles para el estudio del ensayo y la
cuestión de la identidad latinoamericana, como los de Alberto Zum Felde, Martin S. Stabb, Carlos Ripoll, Leopoldo
Zea, entre otros, en la medida en que compendian los repertorios de tópicos que en ellos se abordan, los argumentos
centrales que utilizan, y trazan las líneas ideológicas donde se inscriben y sus filiaciones respectivas.
5 Nos referimos a los estudios sobre el ensayo en general y sobre el ensayo latinoamericano en particular, de Claire
de Obaldía, Réda Bensmaïa, Liliana Weinberg, Walter Mignolo, Miguel Gómes, entre otros.
estudios sobre el ensayo, en especial en el ámbito continental. Naturalmente, esta propuesta
apunta a resituarlos en el entramado social y cultural donde fueron enunciados. De modo que nos
importa detenernos en los nudos conceptuales en torno a los cuales se plantean y desarrollan los
fijan diferentes versiones, apuntando distintos argumentos y remitiendo a los fundamentos más
variados con respecto a las teorías y opiniones que se presentan. En otras palabras, inmerso cada
Angenot).
cultura, el Facundo de D. F.Sarmiento, texto horadado –como pocos- por la crítica en uno y otro
sentido –ya como hito fundacional en la historia del ensayismo cultural latinoamericano, ya
como libro representativo de una instancia muy densa de sentido del debate, se nos presenta tan
Aparecido por primera vez en formato de libro, en 1845, en la imprenta del diario El
Progreso de Santiago de Chile, unos meses después de su circulación como folletín en ese
mismo medio, el libro irrumpe en la escena cultural chilena como la expansión de una
‘intervención’ breve y sonada que el joven Sarmiento, camino hacia el exilio chileno, poco antes
de atravesar los Andes, con carbón, escribió en forma de graffiti, en la pared de un cuarto cerca
de los baños del Zonda, bajo el escudo de armas de la patria. La cita en francés, erróneamente
atribuida a Fortoul, “On ne tue point les idées”, y traducida libremente por Sarmiento como “A
los ombres [sic] se degüella: a las ideas, no”, es seguida por una escena inicial que vuelve a
incluirla y la presenta como réplica a otro tipo de inscripciones, de otro orden y con otros signos:
las marcas de la violencia del bárbaro grabadas en el cuerpo mismo del enunciador –los
“puntazos, cardenales y golpes recibidos el día anterior en una de esas bacanales sangrientas de
verbal cifrada en francés -la lengua culta que emblematiza la civilización, las luces y la libertad-,
y orienta, a modo de contraseña y lema, el pasaje hacia el otro lado de la frontera andina,
muerte.
Por otra parte, la dramatización que coloca al emisor en el centro de la escena, delimita
el territorio de los otros (los bárbaros), incapaces de “descifrar el jeroglífico”, identificados como
sus oponentes (la soldadesca y los Mazorqueros que responden a Rosas). Así queda preparado el
terreno para el embate, y sellado definitivamente el carácter panfletario que dominaría al texto en
esa primera versión.6 En la edición oficial de sus Obras, publicadas en 1874, concluido su
período presidencial, desde París, su nieto, Augusto Belín Sarmiento, restituye la integridad del
texto en la versión allí incluida. Sin embargo, es curioso notar que quedan intactos los pasajes de
la “obrita” que en la primera versión el autor lamentaba haber escrito bajo el impulso de la prisa
y la improvisación, sin poder corregirla tras un cotejo más detenido con otras fuentes que no
tenía a mano y sin “refundirla en un plan nuevo”. En adelante, cada nueva edición formaliza una
nueva intervención que responde y embiste de modos diferentes las circunstancias diversas en
6 Como sabemos, las cuatro versiones posteriores del Facundo mutilaron el texto y lo restituyeron una y otra vez, a
lo largo de más de cuarenta años, según las conveniencias e intereses muy diversos que las circunstancias imponían.
Los factores sociales, políticos e históricos difirieron notablemente entre sí, y el texto se recompuso y ganó nuevos
sentidos en cada instancia concreta. Remitimos al estudio detallado de estas versiones que realizamos en el apartado
titulado “Violencias textuales: adaptaciones, mutilaciones y restituciones” del capítulo 3 de nuestra tesis de doctorado
Latinoamérica a través del espejo: el ensayo como discurso cultural (de Sarmiento a Mariátegui) (mimeo).
que cada una se inscribe. Es obvio que las formas de representación y los modos de ‘poner en
corte sincrónico como en la secuencia textual encadenada de esta familia discursiva. Lo dicho en
forma explícita o implícita, las tesis expuestas y los argumentos esgrimidos, asumen nuevos
sentidos a la luz de los matices que surgen de la puesta ‘en situación’ de esos enunciados, y de
los contraluces y entrelíneas que se intercalan en esa suerte de disputatio moderna, donde los
diálogo con otros textos-respuestas, coetáneos o no, enunciados desde otras posiciones y lugares
En definitiva, el giro propuesto desplaza la mirada del ensayo como género expositivo
hacia su consideración como ‘argumento’, como ‘punto de vista’, como una subespecie entre los
instrumento de exposición que se le solía asignar -hasta confundirlo con el tratado-, para
7 Los límites de este trabajo no nos permitirán extendernos en este punto. Enumeraremos sólo algunos textos cuyo
cotejo permitiría iluminar y sondear aquellas zonas eludidas, o aquellas aparentemente soslayadas o calladas en el
Facundo: las Investigaciones sobre la influencia social de la conquista y del sistema colonial de los españoles de
Chile” de Lastarria (memoria presentada a la Universidad de Chile, en 1844, y que Sarmiento reseñó antes de
escribir el Facundo, en uno de sus pocos escritos favorables a la conquista española), El evangelio americano de
Francisco Bilbao, de 1864, que matiza la polaridad de la dicotomía sarmientina ‘civilización–barbarie’, pero desde
otro ángulo, los textos que plantean diferentes posiciones frente al frustrado Congreso Americano que se planeaba
reunir en Lima en 1846, con los cuales Sarmiento confrontará y frente a los que se verá obligado a definir una
postura francamente antiamericanista.
interpelación crítica y del discurrir reflexivo de esos ensayos de o sobre cuestiones culturales,
virtud de esa función interpretativa y exploratoria, esos textos comportan formas de intervención
política, con un compromiso crítico con el entramado histórico, mediante modos complejos de
A su vez, el propósito de leer e interpretar estos ensayos ´en situación’ nos alerta sobre las
acuerdo con el concepto de cultura que adoptamos: algo no dado a priori ni invariable.8 En tanto
críticamente nos permite indagar en las formas históricas y sociales de los planteos,
interrogaciones y respuestas referidas a la cuestión cultural, y ahondar en los fuertes lazos que
Cabría preguntarse qué beneficios críticos reporta este giro definitivo: en principio, tomar
distancia de la lectura más deliberada y literal que ‘programa’ el ensayo, poseedor de una
supuesta clave para desentrañar ocultas identidades y diferencias esenciales, y en segundo lugar,
ideológico cuya especificidad reside en su “modo peculiar de ataque” (C. Real de Azúa, 15) y en
8 Desde esa perspectiva, la cultura, esa “urdimbre” de tramas de significación en la que los individuos y los grupos
sociales están insertos. Clifford Geertz sintetiza en esta imagen el concepto semiótico de cultura que propone en La
interpretación de las culturas (cfr. C. Geertz, 20). formada por valores, comportamientos y representaciones, es el
resultado dinámico y variable de las interacciones de los grupos sociales y de sus propios rasgos, imágenes y
esquemas mentales entre sí, en virtud de las cuales cada grupo se identifica, se descubre y actúa en el espacio social
que lo rodea.
posiciones de sujeto, articulando debates y confrontaciones, refutando presuntos dogmas,
cánones y falacias, imaginando nuevas alternativas posibles. Este ángulo de análisis contribuye,
además, a deconstruir su particular modus operandi, como una forma de la literatura de ideas y
de combate, tanto en el modo de plantear las cuestiones como en las respuestas que ofrece.9
Por otra parte, desde los rasgos propios del ensayo, la idea de provisoriedad implícita en
la etimología y en su identificación con el punto de vista personal del autor, sostiene la condición
de ‘prosa compartida’ que demanda ser continuada. Así, como lo ha señalado Arturo Roig, “...el
ensayo requiere al ensayo...”, lo provoca y reclama, en la medida en que “... supone y a la vez exige
una continuidad en la tarea ensayística... ” (A.Roig 1969: 41). Pero, sea cual fuere el énfasis en la
tensión siempre presente entre el esfuerzo persuasivo para comunicar enunciados opinables y la
ensayista asume frente a una cuestión dada, una posición personal que en algunos casos es
representativa de un grupo social, cultural, racial, etario o sexual. Presentándola desde sus aristas
cuanto sugiere una salida desde su perspectiva y deja abierto el debate, considerando otros
en desafíos por superar, que abren nuevas zonas de confrontación y disenso, y albergan
polémicas, disputas simbólicas y hasta verdaderos ‘duelos intelectuales’, con efectos evidentes
en los aspectos más concretos de la vida política y social. Este modo de lectura interactiva
9 Carlos Altamirano sitúa al ensayo en ese “paisaje más proliferante que estructurado” que propone como hábitat de
un programa interdisciplinario de historia intelectual, donde confluyen la historia política, la historia de las elites
culturales y el análisis histórico de la "literatura de ideas” (cfr. Altamirano 1999).
promueve la faceta dialogal, polémica o panfletaria del ensayo como vehículo de ideas,
En una última implicación, agregaremos que la atención sobre la ‘puesta en escena’ del
(Latino)América en cada caso, como un locus de enunciación diferencial, no tanto a partir de los
pretendidamente científico ‘acerca de’ Latinoamérica. Las alternativas más diversas y disonantes
oscilan entre el deliberado deseo homogeneizador, con pretensiones hegemónicas y mesiánicas del
discurso monológico que aún hoy prevalece en algunos proyectos político-culturales, y las
Por último, desde el siglo XVIII, el ingreso del ensayo al campo de la estética, y por esa
vía, su relación conflictiva y discontinua con la literatura, tras haber estado ligado ya desde
mucho tiempo atrás por sus formas precedentes, a la retórica clásica y a los llamados ‘géneros de
10 Nuestra lectura se interesa en la noción de teatralidad o puesta en escena argumentativa que aporta Georges
Vignaux, al poner en evidencia los mecanismos de montaje de su deliberado comportamiento activo y provocador en el
entramado discursivo, histórico y social.
discurso político. En consecuencia, no será extraño encontrar interpretaciones que vean en la
que solía decidir la subestimación del texto en cuestión como ‘ejercicio declamatorio’, ‘pura
tenido la dimensión política de la escritura en Latinoamérica, desde mucho antes del comienzo
BIBLIOGRAFÍA
Adorno, T. W. “El ensayo como forma,” Notas sobre literatura. Barcelona, Ariel, 1962 : 11-36.
Altamirano, C. “Ideas para un programa de historia intelectual”, Prismas (UNQ, Bernal, 3 (1999).
Anderson, B. Comunidades imaginadas.. México, FCE, 1993.
Angenot, M. “Argumentation et Discours”, Discours social/Social Discourse, v.II, 3 (Fall 1989): 67-109.
Bensmaïa, R. The Barthes Effect:The Essay as Reflective Text.Minneapolis: Minnesotta U. P., 1987.
Bourdieu, P. Questions de sociologie. Paris, Minuit, 1984.
Chanady, A, ed. Latin American identity and the constructions of difference. Minneapolis-Londres,
Minnesota U.P., 1994.
Delich, F. Repensar América Latina. Barcelona: EditorialGedisa – BIP, 2004.
De Obaldía, C. The essayistic spirit. Literature, Modern Criticism, and the Essay. Oxford: Clarendon
Press, 1995.
Geertz, C. La interpretación de las culturas. Barcelona, Gedisa, 1997.
Gómes, M. “El género que vino de la modernidad: El ensayo”, Atenea. Revista de ciencia, arte y literatura
471 (1° sem. 1995): 191-214.
Mignolo, W. “Discurso ensayístico y tipología textual,” Textos, modelos y metáforas. Xalapa, México: Univ.
Veracruzana, 1984: 209-232.
Murena, H. “Ser y no ser de la cultura latinoamericana”, Ensayos sobre subversión. Bs. As., Sur, 1962.
11 Como cierre, citaremos un fragmento de inusitada elocuencia de un ensayo de Héctor Murena, referido a la
atávica relación que une en Latinoamérica el vasto campo de la escritura literaria con el de la política:
...Hay en América Latina una gran tradición literaria que, paradójicamente, es no literaria. Es la tradición de
subordinar el arte de escribir al arte de la política. Considérese que de los ciento cincuenta años que tienen de vida
estas repúblicas, cien corresponden a esa tradición, y se apreciará plenamente su importancia. América está durante
esos cien años tan fascinada por la Gorgona de la política que carece de sentido preguntarle por otras formas de
cultura, música, pintura, etc., que duermen con decoro en el limbo. Y en el orden de las letras, estos países son como
potros salvajes sobre los que hay que practicar una equitación de vida o muerte, que no deja tiempo para ocuparse
del estilo. Potros, naturalmente, descomponen a sus jinetes, les arrancan aullidos...” (H. Murena, 56-57).
Ripoll, C. Conciencia intelectual de América. Antología del Ensayo Hispanoamericano (1836-1959).
Roig, A.A. “Nacimiento y etapas del ensayo de contenido filosófico-social en Argentina”, Numen. Revista
de la Editorial José María Cajica. Puebla, México, 8 (nov.-dic. 1969).
----------. “El siglo XIX latinoamericano y las nuevas formas discursivas,” El pensamiento latinoamericano
en el siglo XIX. México: Instituto Panamericano de Geografía e Historia, 1986.
Sarmiento, D.F.. Facundo. Edición crítica y documentada. Pról. de A.Palcos. La Plata, UNLP, 1938.
Scarano, M. E. “Discurso ensayístico, cultura e ideología en el sistema literario hispanoamericano,”
Revista del Celehis, I, 1 (1991): 155-166.
-----------. “La producción literaria de Sarmiento como metatexto cultural: el concepto de `cultura
americana',” Inter-American Review of Bibliography, XLI, 2 (1991): 224-232.
-----------. “Entre la historia y la ficción. El ensayo en Hispanoamérica: una discursividad fronteriza,” E.
Calabrese y otros. Itinerarios entre la ficción y la historia. Transdiscursividad en la literatura
hispanoamericana y argentina. Bs. As., G.E.L., 1993: 11-25.
----------. “El ensayo latinoamericano del siglo XIX: la producción de significaciones culturales,” Literatura
latinoamericana, otras miradas, otras lecturas. IX Jornadas de investigación. Bs.As., FFyL-ILH,1994:163-
6.
-----------. “La cuestión del discurso ensayístico. Hacia una delimitación del corpus ensayístico
hispanoamericano,” Escritura (Caracas), XV, 29 (en.-jun.1990): 187-198.
Stabb, M. S. América Latina en busca de una identidad. Modelos del ensayo ideológico
hispanoamericano.1890-1960. Chapel Hill: University of North Carolina Press, 1967.
Vignaux, Georges. La argumentación. Ensayo de lógica discursiva. Bs.As., Hachette, 1976.
Weinberg, Liliana. El ensayo, entre el paraíso y el infierno. México: UNAM-FCE, 2001.
Zum Felde, Alberto. Indice crítico de la literatura hispanoamericana: el ensayo y la crítica. México, Ed.
Guaranía, 1954.