Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
FACULTAD DE HUMANIDADES
CÁTEDRA:
1
Publicación interna
Versión 2009
INTRODUCCIÓN
2
ocasionadores de ese cuadro responden a traumas insuficientemente
abreaccionados, a una deficiente reacción afectiva.
A partir de la pregunta de por qué una persona no respondió con el afecto
adecuado en el momento en que la escena tuvo lugar, plantearon tres tipos de
histeria, dependientes del motivo que habría producido la falta de abreacción.
En un caso se habría tratado de un estado hipnoide de conciencia en el cual
se encontraba el sujeto en el momento en que tuvo lugar la escena traumática,
dando lugar a un tipo de histeria que llamaron hipnoide. Este cuadro fue postulado
fundamentalmente por Breuer, más adherido que Freud a las concepciones de
Charcot y de su discípulo Janet.
Ambos establecieron un segundo tipo, la histeria de retención, casos en los
cuales el sujeto no habría respondido con el afecto adecuado porque circunstancias
de índole externa se lo impidieron.
Si bien se tiene la impresión de que Freud comparte esta clasificación, en el
Cap. IV, de su exclusiva autoría, se advierte su disidencia cuando señala que, en su
experiencia, nunca tropezó con una histeria hipnoide genuina y que todas las que
abordó se le transformaron en histerias de defensa.
Ya había vislumbrado que el motivo fundamental de la falta de reacción, así
como, particularmente, del olvido de la escena traumática, era el significado que
tenían esas escenas para el sujeto.
De aquí va a derivar un axioma de gran importancia: la defensa tiene lugar
cuando existe incompatibilidad entre una representación y el Yo. Esas
representaciones son portadoras de deseos cuya satisfacción debiera provocar placer
y, sin embargo, generan displacer a la instancia yoica. Esta concepción de que la
defensa actúa desde el Yo frente a representaciones intolerables (por ej., Isabel de R.
pensando respecto de su cuñado cuando su hermana muere ‘ahora él puede ser
mío’), se mantiene a todo lo largo de la obra freudiana, a pesar de las modificaciones
producidas en la misma.
En “Las neuropsicosis de defensa”, de 1894 así como en su
continuación (“Nuevas puntualizaciones...”) se encuentran ya presentes
descubrimientos fundamentales concernientes a las neurosis; por ejemplo, que los
síntomas son producto de un fracaso de la ‘represión’, del retorno de lo
reprimido y que consisten en formaciones de compromiso entre las fuerzas
reprimidas y las represoras. También es temprano el descubrimiento de que los
síntomas que caracterizan a cada una de las neurosis se forman por la
aplicación de una técnica de defensa específica utilizada ante ese retorno.
Si las represiones primarias y secundarias son exitosas no se constituyen
los síntomas; sólo habrá lagunas en el recuerdo.
Muchos años más tarde Freud dirá a este respecto: ‘Cuando el yo, recurriendo
a la señal de displacer, consigue su propósito de sofocar por entero la moción
pulsional, no nos enteramos de lo acontecido. Sólo nos enseñan algo los casos que
pueden caracterizarse como represiones fracasadas en mayor o menor medida’.
(“Inhibición, síntoma y angustia” EA XX, pág. 90).
Algunas dificultades
No existe en la producción freudiana una exposición englobante o sistemática
de este conjunto de operaciones que vamos a ver; además, hay más mecanismos
3
que los establecidos en ella. Anna Freud dedicó un amplio estudio a este tema en su
clásico libro “El Yo y los mecanismos de defensa”, donde realiza una interesante
investigación enriquecida con ejemplos clínicos.
La autora plantea las dificultades existentes para sistematizar todos los
mecanismos de defensa a causa de su carácter heterogéneo. Se han englobado bajo
esa designación –afirma - mecanismos que son verdaderos procesos pulsionales
(sublimación, regresión, represión, transformación en lo contrario y vuelta en contra
del sujeto), junto con técnicas que pueden incluso actuar como defensas
secundarias frente a los síntomas.
El trastorno hacia lo contrario y la vuelta hacia la persona propia forman
parte, junto con la represión y la sublimación, de los destinos de la pulsión.
Con el primer mecanismo Freud se refirió al giro de actividad en pasividad,
como se da en el sadismo transformado en masoquismo o el ‘voyeurismo’ convertido
en exhibicionismo; por lo tanto, el cambio es en cuanto a las metas pulsionales, si
bien también se incluye la transformación de amor en odio.
En el segundo, la mudanza es relativa al objeto: como ejemplo el masoquismo
es un sadismo vuelto hacia el propio Yo.
Es decir que, cuando hablamos de procesos pulsionales, nos referimos a que
se produce una modificación en alguno de los componentes de la pulsión. También
la sublimación –único mecanismo defensivo considerado normal- modifica la meta y
el objeto originales por metas y objetos socialmente aceptados.
4
del aparato psíquico, pudiendo entonces postular que es la parte inconsciente del
yo la que instrumenta los mecanismos defensivos, por esto decimos que el Yo es
el sujeto de la defensa. Recordarán que, integrando las dos formulaciones sobre el
psiquismo, el Ello es visto como totalmente inconsciente, mientras que el Yo y el
Superyó tienen aspectos inconscientes, preconscientes y conscientes.
Angustia y defensa
Sabemos que desde la concepción freudiana el conflicto es inherente a la
naturaleza humana. Conflicto y angustia rigen gran parte de la ontogénesis psíquica
normal, pero también, en niveles elevados, insoportables, son determinantes de las
diferentes psicopatologías a lo que hay que añadir la calidad y la cantidad de las
defensas utilizadas para negar el conflicto y mitigar la angustia.
‘La angustia es el afecto displacentero por excelencia y es la moneda común a
la que remiten los otros afectos displacenteros. El yo no quiere sentirla. Se defiende
de ella’. (“Diccionario freudiano”, J.L.Valls).
Vamos a hacer un recorrido rápido por las distintas teorías sobre la angustia
en Freud para poder ubicarnos en la tercera.
La primera aparece ligada a una entidad nosográfica particular: las ‘neurosis
actuales’, aquellas cuya etiología no hay que buscar en la historia del sujeto sino en
su situación actual y que se debe a una inadecuada descarga de la excitación
sexual. El síntoma más notorio en ellas es, precisamente, la angustia, a la que se
designa como ‘angustia tóxica’ por su origen somático.
Más tarde, sin explicitación, este modelo es trasladado a las ‘neurosis de
transferencia’. La segunda teoría sostiene que la libido reprimida se transmuda en
angustia.
Muchos psicoanalistas piensan que estas dos teorizaciones no tienen
diferencia entre sí y engloban ambas con la designación de ‘primera teoría de la
angustia’. Por lo tanto, hallan en la obra freudiana un total de dos teorías y
consideran como segunda la que nosotros concebimos como tercera
La razón que encontramos para distinguir la concepción aplicada a las
neurosis actuales y la aplicada a las neurosis de transferencia es establecer la
diferencia que hay entre referirse en un caso a energía sexual somática y a energía
sexual psíquica en otro. Existe un salto cualitativo desde lo somático a lo psíquico
que es el que da su sello a la teoría psicoanalítica.
5
Contrastando con esta señal, Freud postula la existencia de la angustia
automática que es la experimentada ante situaciones traumáticas, desorganizantes
del aparato psíquico. La angustia automática, en la ontogénesis, promueve las
represiones primarias.
De aquí surge una controversia. ¿Puede operar la angustia señal en la
infancia?. ¿Es angustia automática o angustia señal la que conduce, por ejemplo, a
la represión del complejo de Edipo?. Sobre esto no hay acuerdo entre los
psicoanalistas y las distintas concepciones provienen de la forma de concebir el
aparato psíquico en la ontogénesis. Algunos autores entienden que en las fases de
evolución libidinal hay suficiente Yo, aunque sea prematuro, como para utilizar la
señal de angustia ante ciertas situaciones y que no siempre el infante cae víctima de
la angustia automática.
Si bien esto es innegable, siendo coherentes con la concepción freudiana
acerca del carácter traumático de la sexualidad infantil y ligándolo con lo que en
otro contexto hemos llamado las ‘ heridas narcisistas’ propias de la infancia, se llega
a la conclusión de que, ontogenéticamente, las angustias son predominantemente
de tipo automático mientras que, a la salida del complejo edípico, con la
estabilización del aparato psíquico, éste puede comenzar a utilizar la señal.
6
excelencia a los cuadros melancólicos así como a las patologías narcisistas
estudiadas por autores post-freudianos (Winnicott, Kohut, etc.) aunque estos
autores la designen de otra manera. Se presenta a la salida del Yo Placer, cuando
comienza el reconocimiento de que el objeto no es Yo y se pasa del ser al tener;
ahora ya no se es el objeto, se lo puede tener o se lo puede perder.
A esta angustia se refiere la siguiente cita de “Inhibición, síntoma y angustia”:
‘El lactante que, en lugar de avistar a su madre, avista a una persona extraña
muestra angustia. Aún no puede diferenciar la ausencia temporaria de la pérdida
duradera.....La primera condición de angustia que el yo mismo introduce es la
de la pérdida de la percepción, que se equipara a la de la pérdida del objeto
(destacado nuestro). Todavía no cuenta una pérdida de amor. Más tarde la
experiencia enseña que el objeto permanece presente pero puede ponerse malo para
el niño, y entonces la pérdida de amor por parte del objeto se convierte en un nuevo
peligro y nueva condición de angustia más permanentes’.
MECANISMOS FUNDAMENTALES
Regresión
Este concepto tiene diversas aplicaciones en la obra freudiana y se pueden
deslindar en él tres sentidos que, sin embargo, terminan siendo coincidentes.
En el sentido tópico es utilizado cuando se quiere indicar que la regresión se
efectúa a lo largo de una sucesión de sistemas psíquicos. Este uso es
particularmente adecuado en el contexto de los sueños y muy evidente en procesos
patológicos como las psicosis, en los cuales la alucinación es clara indicadora del
retroceso tópico ocurrido.
Se lo utiliza en su sentido temporal para referirse a un retorno a etapas
superadas del desarrollo que se expresa como regresión a una fase libidinal.
7
El sentido formal pone de manifiesto el paso a modos de expresión y de
comportamientos de un nivel inferior o bien desestructuración de comportamientos
previamente adquiridos, como sucede por ejemplo cuando se pasa de un
funcionamiento en proceso secundario a uno en proceso primario.
8
Si el mecanismo utilizado ontogenéticamente no ha sido la represión sino la
desmentida o la desestimación de la castración (factores disposicionales), el
resultado de la regresión será un cuadro perverso o psicótico respectivamente.
Respecto de estos dos mecanismos defensivos son varios los problemas que se
producen cuando se los intenta definir, lo que es observable en las
contradicciones entre autores post freudianos. Esto surge en parte debido al uso
laxo que ha hecho Freud de ellos. A título de ejemplo: en ciertos textos adjudicó
la desmentida al fetichismo y en otros al comienzo de las psicosis.
Otro problema proviene de las traducciones al español utilizadas con
anterioridad a la edición Amorrortu. Así, en el Diccionario de Laplanche y
Pontalis la Desmentida (verleugnung) figura con el nombre de Renegación y la
Desestima (verwerfung) como Repudio, pero en este caso se observa que el
desarrollo que hacen los autores corresponde al mecanismo de Forclusión
introducido por J. Lacán.
Puede agregarse que se los relaciona con el reconocimiento o no de la diferencia
sexual anatómica y que sin embargo son aplicables también a otras situaciones.
Refiriéndose a la Desmentida, Hugo Bleichmar la define como ‘rechazo de una
percepción que cuestiona una creencia’, basándose en el uso que hiciera Freud al
referirse a la conducta de los niños varones ante la percepción de la ausencia de
pene en la niña (‘desconocen esta carencia y creen a pesar de todo ver un
miembro’). Pero este autor se encarga de señalar que puede ser utilizada
temporariamente ante situaciones tales como la muerte de un ser querido
cuando –sabiendo que ha fallecido- se cree verlo respirar.
Quizás la definición más comprehensiva sea la que sostiene que se trata de una
operación defensiva mediante la cual se rechaza una creencia, estando en ésta
involucrada o no una percepción, rechazo realizado a través de oponer a la
creencia no tolerada otra creencia que tiende a contrarrestarla.
Se produce, entonces, una escisión dentro del Yo originando un preconsciente
escindido en dos sectores: mientras un sector acepta el juicio de realidad
traumatizante el otro lo desmiente.
Un ejemplo ilustrativo se encuentra en el historial del “Hombre de las ratas”, que
sorprendió a Freud cuando le comunicó que el padre había muerto y
simultáneamente desmentía esta muerte temiendo que algo le pudiera ocurrir a
su progenitor o pensando, al escuchar un chiste, que se lo contaría.
9
mencionado más arriba también el error en la traducción de un capítulo del libro de
Anna Freud.
Vale, entonces, aclarar los términos. Siguiendo a J. L. Valls. en su
“Diccionario…”, la Negación –mecanismo exclusivamente neurótico- se utiliza en
casos en que representaciones cosa consiguen representación palabra, lo que les
permite su acceso a la conciencia, ante lo cual el Yo preconsciente les agrega el ‘no’.
Entraña un levantamiento temporario de la represión. La representación palabra
accede al preconsciente, con la condición de ser negada, pero este hecho le permite
por lo menos ser pensada y quizás alguna vez aceptada por el Yo.
En el citado artículo freudiano se encuentran varios ejemplos, tales como el del
paciente que dice ‘Ahora usted pensará que quiero decir algo ofensivo, pero
realmente no tengo ese propósito’; o ‘Usted pregunta quién puede ser la persona del
sueño. Mi madre no es’.
Represión (secundaria)
No corresponde hacer un desarrollo exhaustivo en este contexto del
mecanismo de represión, suficientemente tratado en los artículos metapsicológicos
“La represión” y “Lo inconsciente”.
Vamos a repasar solamente lo concerniente a su esencia. Es sabido que su
objetivo consiste en impedir que determinados representantes representativos de la
pulsión accedan a la conciencia, a raíz de las penosas sensaciones que provocarían.
En cuanto al componente afectivo, dado su carácter de proceso de descarga, no se
reprime sino que se suprime o se transforma en un afecto diferente (generalmente
10
en angustia, afirma Freud en los artículos metapsicológicos). Las ideas reprimidas
permanecen en el sistema Icc. provocando permanentes efectos.
El uso de este mecanismo en forma aislada es muy poco frecuente; cuando
ello sucede lo que habrá a nivel de la conciencia –como se dijo más arriba- será una
laguna, un olvido. En otras palabras, cuando la represión es exitosa, el Yo nada
sabe de ella y sólo se la puede percibir por la ausencia de aquellos impulsos del Ello
que sería dable encontrar a nivel del Yo en busca de satisfacción.
En cambio, ante su fracaso –que es lo mismo que decir ante el retorno de lo
reprimido- se pueden poner en marcha las técnicas auxiliares, las cuales, a la vez
que actuarán como contrainvestiduras, provocarán la aparición de los síntomas
característicos.
MECANISMOS AUXILIARES
Histeria de conversión
Al referirse en “Inhibición, síntoma y angustia” a la semejanza entre histeria
de conversión y fobia, Freud manifiesta que se hallan tan próximas que eso lo
decidió a situar a ambas en una misma serie, designando a la segunda también
como ‘histeria de angustia’. Pero, añade, nadie ha podido indicar la condición que
decide si un caso ha de cobrar la forma de una o de la otra.
Por ello, sin entrar en la espinosa cuestión de la ‘elección ‘ de neurosis, una
forma de delimitar a ambas histerias es por la o las técnicas defensivas puestas en
juego a los efectos de sostener la represión.
11
En los primeros artículos era el afecto, llamado ‘suma de excitación’ el que,
arrancado de la representación inconciliable se trasponía a lo corporal,
convirtiéndose en una inervación somática. En esta época, en “Las neuropsicosis de
defensa” Freud propone para este proceso el nombre de conversión. Esta concepción
económica de una energía que se convierte en inervación somática (acción del
sistema nervioso sobre los demás órganos o sistemas) es inseparable en su origen
del procedimiento catártico cuya finalidad era, precisamente, el reencauzamiento
por los caminos normales de esa energía, de manera que pudiera alcanzar la
descarga.
En cambio, en el texto “La represión” es el contenido ideacional, sustraído de
la conciencia, el que constituye a este síntoma. Puede leerse ahí: ‘El contenido de
representación de la agencia representante de pulsión se ha sustraído radicalmente
de la conciencia; como formación sustitutiva –y al mismo tiempo como síntoma- se
encuentra una inervación hiperintensa...unas veces de naturaleza sensorial y otras
de naturaleza motriz’.
Al considerar que es el representante-representativo el originador del síntoma,
se entiende que en la conversión se manifiesta el significado implicado en aquél; lo
que a raíz de la represión quedó sin palabras, se expresa simbólicamente a través
del cuerpo. Así, tomando el historial de ‘Dora’ para ejemplificar, cuando a partir de
las asociaciones del segundo sueño de la paciente Freud deduce que el supuesto
episodio de apendicitis expresaba conversivamente una fantasía de embarazo,
interpreta la renguera que quedó como secuela, en términos simbólicos, como
expresión de la creencia de la joven de que había dado ‘un mal paso’.
12
de órganos por lo que es infaltable en las psicosis, muy frecuente en las patologías
narcisistas y puede aparecer en neurosis de transferencia de cierta gravedad.
Neurosis obsesiva
Este cuadro, totalmente admitido en la actualidad, fue aislado por Freud en
un artículo de 1896 bajo el nombre de ‘neurosis de obsesiones’, respecto del cual
afirmaba que, junto con la histeria, formaban el primer grupo de las grandes
neurosis que había estudiado.
13
peculiaridades de la vida pulsional de los enfermos obsesivos: la intensa
ambivalencia y otras características que provienen de la impronta que le da la etapa
anal al planteo edípico en el momento evolutivo correspondiente.
Desde el punto de vista tópico describió la particular relación sadomasoquista
entre el Yo y un Superyó particularmente severo, generador de sentimientos de
culpa muy intensos, aunque estos pueden no ser percibidos conscientemente y
quien sufre de neurosis obsesiva sólo los experimenta como angustia si se le impide
la ejecución de las acciones repetitivas que constituyen sus rituales. Estos
sentimientos de culpabilidad –conscientes o no- tienen su fundamento, aunque por
lo general no en hechos reales sino en los frecuentes y fuertes deseos inconscientes
de muerte que estas personas experimentan hacia sus prójimos, en especial los más
cercanos.
14
modificaciones ‘de una vez para siempre’ en la personalidad. Lo que los delata
como patológicos es su cualidad exagerada. Sin embargo, estas modificaciones
yoicas pueden fracasar si lo reprimido termina imponiéndose y entonces dejan de
ser rasgos de carácter para convertirse en síntomas.
15
sufrir un accidente canalizaba sus impulsos amorosos; cuando a continuación la
volvía a la posición anterior –más peligrosa – daba rienda suelta a su hostilidad.
Otro tanto sucedía cuando estudiando, de noche, abría la puerta de su
habitación como para que su padre (ya muerto) pudiera verlo y satisfacerse con ello,
y acto seguido –en una actitud desafiante – mostraba su pene desnudo ante el
espejo.
Aunque no es tan evidente el juego de la ambivalencia, también es ésta la
técnica implementada –en otro ejemplo freudiano – por la señora cuyo marido
resultó impotente en la noche de bodas. Cuando esta mujer muchos años después
llamaba una y otra vez a su mucama y ‘le ponía la mancha (del mantel) ante los ojos’
pretendía corregir lo sucedido, como diciendo ‘No, eso no es cierto, él no tuvo de qué
avergonzarse, no era impotente’.
‘La otra de estas técnicas que estamos describiendo –continúa diciendo Freud
en el capítulo citado más arriba- es la del aislamiento (subrayado nuestro), peculiar
de la neurosis obsesiva. Recae también sobre la esfera motriz, y consiste en que tras
un suceso desagradable, así como tras una actividad significativa realizada por el
propio enfermo en el sentido de la neurosis, se interpola una pausa en la que no
está permitido que acontezca nada, no se hace ninguna percepción ni se ejecuta
acción alguna’.
El objetivo primero de esta técnica es dejar aisladas las representaciones de
sus respectivos afectos y las representaciones entre sí (de ahí la dificultad para la
asociación libre que estos pacientes suelen tener en el tratamiento analítico) pero, a
raíz del pensamiento mágico que caracteriza al neurótico obsesivo por el cual otorga
a las situaciones o a los objetos significados que vive como prohibidos, lleva el
síntoma a las esferas temporal o espacial, por ejemplo intercalando intervalos reales
de tiempo entre situaciones o bien impidiendo que dos objetos se toquen.
Esta última posibilidad se ilustra muy claramente con el ejemplo de la joven
paciente freudiana citada en las “Conferencias de introducción al psicoanálisis”
quien, en el ceremonial que llevaba a cabo para ir a dormir incluía la necesidad de
que la almohada de la cabecera (que representaba una mujer) se mantuviera sin
tocar el travesaño (que representaba a un hombre), como intento de impedir que sus
padres llegaran al comercio sexual.
16
-.-.-.-
17