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LA EVALUACIÓN PEDAGÓGICA: UNA PROPUESTA PARA EL DESARROLLO

DE COMPETENCIAS CIUDADANAS

Edilma Rentería Rodríguez,


edilmarenteria@yahoo.es
Universidad de Antioquia Grupo de Investigación Innovaciencia
Institución Educativa San Luis Gonzaga.
Medellín – Colombia

Resumen

En la actualidad vivimos en un mundo con valores cambiantes, en el que se


requiere de personas crítica, que participen de manera autónoma de toma
decisiones sobre asuntos sociales. En el siguiente trabajo se proponen reflexiones
sobre las maneras de implementar la evaluación pedagógica para que contribuya
al desarrollo de competencias ciudadanas en los estudiantes.
SOBRE LA NECESIDAD DE DESARROLLAR COMPETENCIAS CIUDADANAS
EN LOS ESTUDIANTES
LAS COMPETENCIAS CIUDADANAS EN EL CONTEXTO EDUCATIVO
COLOMBIANO
LA EVALUACIÓN EN EL CONTEXTO EDUCATIVO
LA EVALUACIÓN PARA EL DESARROLLO DE COMPETENCIAS CIUDADANAS
QUE TIPO DE EVALUACIÓN PARA FOMENTAR LAS COMPETENCIAS
CIUDADANAS

SOBRE LA NECESIDAD DE DESARROLLAR COMPETENCIAS CIUDADANAS


EN LOS ESTUDIANTES

La educación debe permitirnos mejorar nuestro nivel de vida. En la actualidad


vivimos en una sociedad con valores dinámicos y cambiantes. Las decisiones
sobre asuntos relacionados con lo político, lo económico, lo científico y lo
tecnológico, están en las manos de una minoría, que con frecuencia toman
decisiones en las que no se tienen en cuenta los intereses y el bienestar de la
sociedad (García y Cauich, 2008).

Por otra parte, en la educación encontramos currículos que no responden a las


necesidades sociales de las personas. Por ejemplo, la enseñanza está orientada
por objetivos que pretenden que los estudiantes aprendan una gran cantidad de
contenidos que muchas veces no tienen significado para ellos. Esta ausencia de
contenidos es debida a que dichos conceptos no son usados para solucionar
problema de su entorno. Es decir, el aprendizaje conceptual representa el fin en
sí mismo y no una herramienta útil para el desarrollo de competencias y actitudes
que permitan comprender, reflexionar y dar alternativas de solución a los
problemas de carácter personal, regional, nacional y mundial, que pueden afectar
a los sujetos de nuestra sociedad cambiante.

Nuestro propósito desde la educación debería ser formar a los individuos para
enfrentar de la mejor manera posible las situaciones cambiantes en la sociedad,
situaciones que usualmente adquieren la forma de problemas y en las cuales
estamos inmersos (Rentería, 2009). Desde esa óptica la educación no solo
debería estar orientada a la enseñanza y aprendizaje de contenidos, sino al
desarrollo de competencias ciudadanas, que permitan que los individuaos tomen
acciones responsables, sobre las situaciones que los afectan.

En esta perspectiva, desde la escuela se hace necesario, formar ciudadanos cuyo


conocimiento les sirva para comprender la realidad social, convivir en una
sociedad plural, cooperar y comprometerse en la resolución de conflictos. Es decir,
ciudadanos con habilidades para participar plenamente en la vida cívica, y que
valoren la diversidad y al otro como elemento clave para la convivencia
democrática. De igual manera, se hace necesario educar ciudadanos activos,
aptos y dispuestos a dialogar y negociar, que se empoderen y se apropien del
conocimiento científico para abordar los problemas sociales (Hodson, 2003).
Dichos ciudadanos estarían, comprometidos cognitivamente, afectivamente y
socialmente con nuevos valores y sentimientos. Esto los haría capaces de
participar en la toma de decisiones cumpliendo con sus deberes y defendiendo
sus derechos.

LAS COMPETENCIAS CIUDADANAS EN EL CONTEXTO EDUCATIVO


COLOMBIANO

El Ministerio de Educación Nacional (MEN) de Colombia propone que el


aprendizaje debe estar orientado hacia el desarrollo de competencias, es decir,
el estudiante debe “saber” y “saber hacer”. Desde esta perspectiva, el Ministerio
define las competencias ciudadanas como el “conjunto de conocimientos y
habilidades cognitivas, emocionales y comunicativas que articuladas entre si
hacen que el ciudadano actúe de manera constructiva en la democracia” (MEN,
2003,).

Cuando se habla de las competencias cognitivas, se hace referencia a la


capacidad para realizar diferentes procesos mentales de gran importancia en el
ejercicio de la ciudadanía. Por ejemplo, la capacidad para razonar sobre las
consecuencias de los actos, o de ver un problema desde otras perspectivas u
ópticas.

Las competencias emocionales se definen como las capacidades para identificar y


dar respuestas constructivas ante las emociones propias y las de los demás, es
decir, la capacidad de conocer y valorar los sentimientos.
Las competencias comunicativas son aquellas capacidades que permiten lograr un
dialogo con las demás personas. Estas se manifiestan en la manera firme, y clara
de expresar puntos de vista sin descalificar al otro, así no se esté de acuerdo en
él.

Según Vargas (2006), las competencias ciudadanas, no solo deberían limitarse


a lo cognitivo, lo emocional y lo comunicativo, sino que se deben incluir procesos
sociales más complejos como la discriminación y la legitimación del poder que
de manera social transmiten los medios de comunicación. De igual manera, es
pertinente abordar la relación escuela - democracia y cómo ésta contribuye a
reproducir las relaciones de dominación y desigualdad.

En consecuencia, desarrollar competencias ciudadanas en los estudiantes, implica


formar personas críticas, y con capacidad para la toma decisiones sobre asuntos
sociales. Es decir, estudiantes que puedan buscar diferentes alternativas de
solución a los problemas. O sea, dichos estudiantes, no aprenderían sólo la
resolución de una cantidad de situaciones limitadas, sino que desarrollarían la
habilidad misma de resolución de problemas. Así mismo, estos estudiantes, se
formarían como personas que trabajan en equipo y valoran las diferencias, que
le apuestan a la convivencia pacífica y de esta forma potencian la responsabilidad
democrática propia y la de sus conciudadanos. Estos estudiantes además,
podrían mostrar habilidades comunicativas, que les facilitarían el establecimiento
de relaciones sociales, una mayor participación e inclusión y un compromiso
colectivo más efectivo (Tey y Cifre-Mas, 2011).

LA EVALUACIÓN EN EL CONTEXTO EDUCATIVO

La evaluación es un aspecto inherente o inseparable del proceso educativo


(Obaya y Ponce, 2010). El para qué, el qué y el cómo evaluar, direccionan tanto
el proceso de enseñanza – aprendizaje, como los propósitos de formación del
estudiantado. En palabras de Frade (2006), la evaluación influye en la eficacia
de los procesos y el impacto de las estrategias de aprendizaje, además de
promueve la transformación del desempeño académico de estudiantes.

La evaluación en el contexto educativo cumple funciones sociales como, la


certificación de saberes. Es decir, aprobar una evaluación, implica socialmente
poseer el conocimiento, los procedimientos o las competencias específicas para
desempeñar una tarea. La evaluación, también cumple una función reguladora.
Es decir, las decisiones que toman los estudiantes para gestionar el conocimiento
están condicionadas por las demandas de la evaluación a las que tienen que
enfrentarse (Cabaní y Carretero, 2003). Así en dichas actividades, los alumnos
se centran en aquellos aspectos que el profesor evalúa y dejan de lado otros
aspectos que pueden ser importantes dentro del aprendizaje, pero que no son
evaluables (McDonald, Boud, Francis y Gonczi, 2000).

Otro de los aspectos que regulan las evaluaciones, son los métodos de
aprendizaje. Es decir, los estudiantes se preparan para una evaluación de
acuerdo a las estrategias utilizados por el profesor. De igual manera, los
procesos evaluativos, también condicionan la calidad y la profundidad de los
procesos educativos, como la formación de los estudiantes.

En la educación la evaluación pedagógica ha tenido diferentes propósitos, por lo


que ha sido orientada de diferentes maneras. Entre estas formas de evaluación
se cuentra con la sumativa y la formativa. En cuanto a la primera, abundantes
trabajos critican este tipo de prácticas evaluativas, debido a que se
implementan en la parte final del proceso de enseñanza - aprendizaje. Desde los
críticos se argumenta que con este tipo de evaluación no se pretende modificar,
ajustar o mejorar la enseñanza o el aprendizaje, sino, medir el conocimiento que
el estudiante presenta. Es decir, el proceso evaluativo está orientado hacia la
certificación (Bordas y Cabrera, 2001), o sea, se busca evaluar el alcance de los
objetivos planteados, con una intención calificadora (Biggs, 2005).
Por otra parte, la evaluación formativa se caracteriza por ser un proceso. Su
propósito es mejorar el aprendizaje del estudiante, como también la enseñanza
del profesor (López, 2009). Allí se valora el proceso de aprendizaje y no solo el
resultado; el estudiante es protagonista de su aprendizaje y tiene la oportunidad
de volverse reflexivo y participante de su formación. Desde esta perspectiva la
evaluación no es un tema periférico, el acto final, o la manera del profesor
recolectar notas, sino que debe ser una parte del contenido curricular del
aprendizaje (Bordas y Cabreras, 2001). Así mediante la evaluación formativa se
pueden efectuar reflexiones sobre la manera como aprende el estudiante, para
realizar acciones que permitan mejorar su propia práctica.

Escobar (2007), manifiesta que la evaluación es de naturaleza dual, o sea debe


asumirse como proceso y como resultado. Es decir, debe permitir la certificación
de unos aprendizajes exigidos, como también debe cumplir una función formativa
para favorecer el logro de dichos aprendizajes (Villardon, 2006).

LA EVALUACIÓN PARA EL DESARROLLO DE COMPETENCIAS CIUDADANAS

En los currículos por competencias, la enseñanza, el aprendizaje y la evaluación,


son aspectos inseparables, y deben ser entendidos como un todo integrado en el
que se relacionan y se complementan (Goñi, 2005). De esta manera, las
estrategias didácticas propuestas deben ser tareas complejas, que impliquen el
uso de conocimientos, y el desarrollo de procedimientos y actitudes. Dichas
tareas pueden ser el abordaje de situaciones reales o simuladas a partir de la
realidad, el análisis de estudios de caso, el aprendizaje por proyectos o la
resolución problemas (Villartdón, 2006).

Desarrollar competencias ciudadanas a través de la evaluación supone que esta


tenga características especiales, características que contribuyan a que el
estudiante construya conocimientos, desarrolle habilidades y actitudes, que
contribuya a mejorar su actuación como ciudadano (Villardón, 2006). Así, la
evaluación debe ser asumida como un proceso permanente, sistemático y
planificado que permita, al profesorado potencializar el aprendizaje de los
estudiantes Glaser y Silver (1994). Es decir, que ayude a los docentes a valorar
los resultados de los aprendizajes pretendidos y a diseñar estrategias que
mejoren dichos procesos (Villartdón, 2006; Blanco et al., 2006).

En segundo lugar, la evaluación debe dar a los estudiantes la oportunidad de


regular sus propios procesos de aprendizaje, de ser reflexivos, críticos, analíticos
sobre los aspectos que ayudan a su aprendizaje y los que los dificultan. Esto les
permitirá una mejor toma de decisiones.

En tercer lugar, la evaluación debe ser compartida (López, 2009.). Así,


mediante ésta se establece un diálogo permanente entre estudiantes y maestro.
Dicho dialogo fortalece la capacidad critica, el respeto por la diferencia y la
pluralidad de conocimientos. De igual manera, desde esta perspectiva de la
evaluación, se le apuesta al trabajo en equipo, en el que cada estudiante fortalece
sus conocimientos con el aporte de los demás. Así mismo, al entender la
evaluación como un proceso compartido, se estimula la concertación mediante la
argumentación, aspecto que es fundamental para la conformación de una
sociedad democrática.

Algunas estrategias para el desarrollo de competencias ciudadanas mediante la


evaluación son la autoevaluación y la coevaluación. Mediante la autoevaluación
Se evalúa el propio proceso de aprendizaje (López, 2009), lo que ayuda al
estudiante a desarrollar la capacidad crítica, favorecer su autonomía, y promover
su honestidad. Todos estos elementos importantes en el desarrollo de la ciudanía.
De igual manera, la autoevaluación, le permite al aprendiz saber y decir en cada
momento del proceso cómo va, qué dificultad se le está presentando y cómo
resolverla.
La evaluación entre pares o coevaluación, fomenta el aprendizaje de evaluados y
evaluadores, desarrolla el pensamiento crítico, pues se aprende a emitir
valoraciones al trabajo y no a la propia persona, a recibir apreciaciones y críticas
de los demás, además a respetar las diferencias. De esta manera, las prácticas
evaluativas en las cuales los estudiantes participen de manera activa, son un
buen laboratorio que reproduce en un salón de clase la práctica de la
ciudadanía.

¿QUÉ TIPO DE EVALUACIÓN PARA FOMENTAR LAS COMPETENCIAS


CIUDADANAS?

En una evaluación para el desarrollo de competencias ciudadanas implica la


participación activa de los involucrados en el proceso de enseñanza –
aprendizaje, dicha participación se debe evidenciar tanto en el proceso de
planificación de la evaluación, como en el proceso evaluación misma. En la
planificación se concertan los productos de aprendizaje, los criterios de
evaluación y los instrumentos empleados en dicho proceso (Ibarra y Rodríguez, 2013,).
Dichos criterios deben estar en correspondencia con el que? el cómo? y el para
qué? la enseñanza y el aprendizaje y no hacía el favorecimientos o no de una
calificación, como en ocasiones sucede.

El proceso de evaluación también debe permitir la participación activa de sus


los actores, con el siguiente proceso: en primer lugar, un auto evaluación de cada
estudiante, sobre su proceso de aprendizaje. En dicho proceso el estudiante
responda a preguntas tales como Qué aprendí? En que otros contexto puedo
aplicar lo aprendido? Qué conceptos, procedimiento o actitudes desarrollé? Qué
dificultades se me presentaron en el proceso de aprendizaje? ¿Qué estrategias
utilizadas favorecieron mi aprendizaje? que me hace falta para lograr el propósito
propuesta? Qué otras herramientas diferentes a la que el profesor me proporcionó
utilice? Cómo contribuyó esto a mi aprendizaje? qué acciones debo hacer para
mejorar?

En segundo lugar, se realiza la evaluación entre pares, esta se convierte en una


manera de triangular la información, el estudiante tiene la oportunidad de
examinar la perspectiva de sus compañeros, como también aprender de sus
compañeros, frente a sus a sus logros y proceso de aprendizaje. esta evaluación
entre pares, se puede realizar a partir de la autoevlaución realizada por cada
individuo.
En tercer lugar, está la evaluación compartida, es decir la evaluación en la cual
interviene el docente. Esta se realiza a partir de la auto y coevalaución. El
docente …

Algunas citas
Por otro lado, la autoevaluación y la evaluación por los compañeros, además de permitir la
evaluación de las competencias profesionales, fomentan y potencian otras competencias generales
tales como el “desarrollo de una visión crítica y reflexiva”, la “toma de decisiones” y la “asunción de
responsabilidades”, sin olvidar los valores de “justicia y compromiso” que subyacen en los procesos
de evaluación entre iguales, con lo que se facilita la integración del alumno en el proceso de
enseñanza-aprendizaje (Gil y Padilla, 2009).

Las modelos no convencionales en evaluación favorecen la autonomía y Con ello


también se favorece el desarrollo de valores educativos como son: la honradez, la dignidad y la
formación de personas críticas (López Pastor, 1999); (Fraile, 2003).

La auto evaluación permite valorar cómo superan las dificultades de aprendizaje, cómo han
modificado sus estrategias para aprender.

La autoevaluación no es ni infalible ni aplicable a todo el mundo. Partiendo de esto nos fijaríamos


en unos principios: dignidad, democracia, auto regulación y auto determinación. Estos principios no
son fenómenos naturales ni capacidades innatas, y por tanto deben desarrollarse a través de un
proceso educativo coherente. No obstante, aplicar la auto evaluación no es fácil, ya que existen
unos mitos relacionados con la prácticas de evaluación tradicional (el alumno tiende a sobrevalorar
sus resultados, los alumnos ponen su listón en razón a cómo se autocalifican los demás, es
preferible comenzar por una alta nota ya que luego el profesor se encargará de ajustarla, etc.).
Todos estos comentarios se oyen cada día en los pasillos de nuestras facultades, aunque luego
cuando se les pregunta individualmente nadie les reconoce.

La auto evaluación es un ejercicio de responsabilidad y de toma de decisiones autónoma del


alumno, y de trato digno y de confianza del profesor hacia el alumno.

Un aspecto para reflexionar en el proceso de auto evaluación: Otro aspecto objeto de revisión es
la necesidad de negociar o consensuar los criterios para autoevaluarse, de qué forma el profesor
condiciona a los alumnos con un listado de posibles criterios, o si hay que esperar a que éstos
partan de los propios alumnos. Una propuesta es que haya un pacto grupal, consensuado cor
todo el grupo y al mismo que tiempo que haya un compromiso particular

Finalidades de la autoevaluación : Conocer y mejorar el proceso educativo de cada uno. Fomentar


la educación democrática humanista,con unos derechos y deberes por cumplir. Que el alumno se
responsabilice de su desarrollo a la vez que desarrollen valores educativos como la autonomía,
honradez,análisis crítico, etc., vitales para su desarrollo integral. Crear individuos responsables y
autónomos, capaces de emitir un juicio valorativo acerca de sí mismos. Fomentar el espíritu crítico
y reflexivo del alumnado, y su sinceridad que le ayude a conocer sus fallos y las posibles mejoras.
Ayudar a prepararse para responder a las cambiantes y crecientes demandas de la sociedad a la
que sirve.

BIBLIOGRAFIA

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Otras ideas sobre la evaluación

 En el esquema de evaluación tradicional, el que se aplica al final del


proceso existe muy poca margen para aprender de los errores

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