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Seminario de posgrado de actualización


profesional “Psicosociología clínica y política en
problemas psicosociales”
Setiembre 2016. UNC
Dra. Dominique L’Huilier Mag. Ana Correa,
Lic. Andrea Pujol.

Prof. Lic Silvia Pérez Fonticiella.


Mayo 2017.
Córdoba
Universidad Nacional de Córdoba.
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REFLEXIONES EN TORNO A LA CLINICA DE LA


ACTIVIDAD.
Introducción.
En base a las ideas y conceptualizaciones que la Dra.
Dominique L’Huilier desarrolló en su Seminario en torno al
concepto operativo de “Actividad” en la Clínica del trabajo, me
pareció que pensar “la actividad” como puerta de entrada para
analizar otras esferas humanas donde se producen procesos de
subjetivación, podía ser fecundo e interesante de explorar. En
mi caso particular, quedé muy motivada al plantearme un futuro
trabajo de investigación de la clínica de la actividad, para
investigar la problemática de la subjetividad, en especial los
modos de producción de subjetividad en torno a la relación que
se establece entre el hombre y los artefactos técnicos.

Exploración de conceptos.
Como señala Dominique L’Huilier, “los seres humanos no
somos sólo trabajo, no somos sólo la vida de y en el trabajo,
sino que tenemos muchas vidas y tenemos actividades en
diferentes dimensiones de nuestra vida.” 1
Podemos pensar entonces, que lo que “miremos” a través del
prisma conceptual de “la actividad”, estará caracterizado por no
tener un enfoque teleológico, sino como algo que está siendo y
que mientras es, va encontrando rutas de “ser”.
Expresado de ese modo, uno podría pensar que tenemos toda la
libertad posible en “elegir” esas rutas de ser. Sin embargo, la
actividad esta multideterminada y atravesada también por
vectores éticos, por una potencia normativa de la vida que
gestiona sus posibilidades de ser, pero no es “ser” de cualquier
manera, hay marcos que pautan la actividad de cada sujeto, que
delinean posturas éticas que darán sello singular a esa forma de
construirse subjetivamente, construyendo su actividad. En este
sentido, me resultó interesante encontrar una cita de
Canguilhem donde habla de la normatividad como parte de la
vida y como necesidad del sujeto para sentirse responsable de
sus actos:

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(*) Seminario de posgrado de actualización profesional “Psicosociología clínica y política en problemas
psicosociales” Setiembre 2016. UNC D. L’Huilier , A. Correa, A. Pujol.
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“Nous pensons … que la vie n’est pas indifférente aux


conditions dans lesquelles elle est possible, que la vie est
polarité et par même position inconsciente de valeur, bref que
la vie est en fait une activité normative »
« Je me porte bien dans la mesure où je me sens capable de
porter la responsabilité de mes actes, de porter des choses à
l’existence et de créer entre les choses des rapports qui ne leurs
viendraient pas sans moi »
Georges Canghilhem, Milieu et Normes de l’homme au
travail, 1947

Para Ives Clot, la actividad “afecta”: implica al sujeto y lo


liga a los otros; en contraposición, la desafectación de la
actividad produce sufrimiento “porque disminuye al sujeto, lo
des-realiza, le amputa su poder de actuar”.
Desafectación, desarraigo, marginación, exclusión, vergüenza,
son algunas de las nuevas “pasiones tristes” que gravitan
inevitablemente en el universo de la actividad del hombre y que
le llevan a tomar determinados posicionamientos subjetivos,
decisiones políticas que trazarán cursos de acción o de inacción.
Para Vincent de Gaulejac, el individuo es el producto de una
historia de la que deviene en sujeto y esta tensión entre
determinismos, (producto de la forma que toma lo colectivo en
el Inconsciente a través, por ejemplo, de la trasmisión entre
generaciones), y por otra parte el anhelo de libertad, de
autonomía, a través de un sentimiento de “hacerse cargo” de sus
elecciones, genera conflictos, vínculos ambivalentes y lo que el
autor denomina: “neurosis de clase”.
A partir de sus investigaciones, desde los equipos de trabajo del
Laboratorio de Cambio Social de la Universidad de París, V. de
Gaulejac ha observado un fenómeno que llama: “la lucha por
los lugares”. La lucha por los lugares es una lucha solitaria de
los individuos contra la sociedad, con el objetivo de encontrar
un “lugar”, es decir, un estatus, una identidad, un
reconocimiento, una existencia social.
El autor advierte sobre un fenómeno que observa en ascenso y
tiene que ver con lo que denomina “desclasamiento”, la
dificultad de las personas para encontrar estrategias que le
permitan insertarse o reinsertarse en las actuales sociedades
industrializadas.
Cabe preguntarse: ¿Qué sucede con los actores cuando se ven
obligados a construir su experiencia “alejados” de sus orígenes,
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de su ciudad natal, de sus amigos, de su oficio o trabajo que lo


estructuraba y sostenía también económicamente, de los
referentes que formaron parte de sus procesos de subjetivación,
debido a los fenómenos “expulsivos” generados por esa misma
sociedad?
Como señala Dominique L’Huilier, las actividades tienen
siempre una doble faz, una faz instrumental y una faz política,
Al pasar de una sociedad estratificada, constituida en clases, a
una sociedad “managériale” (de Gaulejac, 1994), gerencial,
caracterizada por la inestabilidad, la ruptura y el estallido,
enfrentamos una postmodernidad cartografiada en topologías
sociales “nanomoleculares”, en la que se deben gerenciar
sistemas cada vez más complejos. El Management,
(gerenciamiento), es un modelo de éxito social, un ideal. Y este
culto al rendimiento óptimo, que nace en la empresa, se ha
extendido a todos los demás dominios: los deportes, la escuela
y la familia.
¿Cómo juegan en el campo social los modelos de excelencia y
exclusión?; ¿Cómo afectan las prácticas humanas?; ¿Cómo
impactan estos modelos sobre la subjetividad de adultos y niños
desde su más tierna infancia?; ¿Qué efecto tiene sobre los
procesos de aprendizaje, esta nueva lógica binaria que insta al
sujeto a oscilar pendularmente entre el “winner” o el “looser”?
¿Qué invenciones subjetivas deben crear los hombres para
recuperar su humanidad?
Observar, analizar, intervenir desde el prisma de la actividad
del sujeto, haciendo clínica de la actividad, puede permitirnos
capturar algunas de las múltiples recombinaciones subjetivas,
que ese humano, a modo de caleidoscopio, va construyendo
como formas de respuesta a la angustia, a la soledad, al
sufrimiento existencial.
En algunas ocasiones, esa lógica binaria deja pocas alternativas
y como lo hacía la Suprema Corte en las historias de Samurai
de Jorge Luis Borges, sobre: “El incivil maestro de ceremonias
Kotsuké no Suké”, la sociedad le otorga el “privilegio de
suicidarse”.
Podemos también pensar la actividad como un espacio-
tiempo multidimensional donde se produce la interacción y el
atravesamiento de infinitos vectores que construyen las
historias y acontecimientos individuales y colectivos; por lo
tanto, el trabajo es un vector al igual que la recreación, las
representaciones, los vínculos, la profesión, los intereses, los
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sentimientos, el cuerpo, el deseo y la construcción de


subjetividad, entre otros.
Analizar la actividad nos permite acceder al encuentro con un
campo de problemáticas que nos confrontan a nuestro deseo, a
nuestras representaciones, pero también a lo real.

EL SUJETO Y LA SUBJETIVIDAD
¿De qué concepción de sujeto se parte?
La concepción de sujeto, es un sujeto que se construye a través
de un proceso de subjetivación, generando un espacio psíquico
diferenciado, un cuerpo que le es propio, un ser para sí, pero
situado en relación a otros. De este modo, en la medida que el
sujeto se construye con y entre otros, construye comunidad,
construye mundo.
En la actividad, el sujeto produce relaciones simbólicas con
otros sujetos y consigo mismo.
No es posible separar al sujeto y su singularidad de su
dimensión social , de sus haceres, de su pensar, de su decir con
otros. Porque como lo señala González Rey, todo sujeto, tanto
social como individual, trae a cada espacio social donde aparece
una producción subjetiva que expresa las tramas sociales de
otros espacios de la subjetividad social. Por eso, añade el
psicólogo cubano, es imposible separar taxonomías de estados
o problemas individuales como si fueran inherentes a un
sistema particular de relaciones, como se expresa en conceptos
como estrés laboral o familiar.

LA ACTIVIDAD COMO INTERFASE.


Planteo pensar la actividad como interfase.
La interfaz entendida como una red cognitivo-afectiva de
interacciones, donde el sujeto transmite a los objetos, sujetos o
situaciones en las que interactúa, sus propios esquemas
cognitivos, su propia racionalidad y emocionalidad que pone en
juego y articula a partir de autorregulaciones construidas en la
interacción, como también de la reinterpretación de pautas
socialmente aceptadas y el aporte de sus experiencias anteriores
de interacción.
La interfase habilita un “medio asociado” en sentido
simondoniano, un “mediador” en el que sujeto y objeto
despliegan códigos de interacción. La interfase, implicaría la
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existencia , la construcción de un espacio perceptivo y vital,


situado más allá de la distinción entre interior y exterior, si
mismo y mundo, vida y muerte.
Los códigos de interacción tendrían que ver no sólo con pautas
normativas y códigos de comunicación socializados, sino con
la circulación de sentidos subjetivos que son inseparables de
un contexto y de las formas complejas de organización social.
“Le sens d’une action c’est le rapport de valeur que le sujet
instaure entre cette action et ses autres activités possibles »
I. Clot.
Toda actividad propia es personal y personalizante, transforma,
pero también produce transformaciones en la realidad.

ACTIVIDAD Y PODER DE ACTUAR.


En la clínica de la actividad es posible analizar los alcances y
los límites del poder de actuar de un sujeto, de un colectivo, de
una sociedad, a través del estudio de sus acciones, que a modo
de proyecto, darán indicios de su poder de transformación, de
su posibilidad de movilizar recursos cognitivos y afectivos, de
su poder de afectar y poder de ser afectado, puntos claves para
potenciar un poder de acción colectivo que provoque rupturas
con el “statu quo” que genere posibilidad de los posibles.
“La Psicologia de la ceguera es esencialmente la psicología
de la victoria sobre la ceguera” Vigotsky, 1987,57 citado por
González Rey 2013.

ZONA POTENCIAL DE LA ACTIVIDAD.


Gabriel Tarde plantea que toda realidad comprende un exceso
de potencia sobre el acto (Les possibles). L. Vigotsky hablaba
de la “zona de desarrollo próximo” o zona de desarrollo
potencial, donde es el actuar el que moviliza el conocimiento y
cuando ese conocimiento esta en movimiento, podemos captar
la medida de su nivel de desarrollo. Vigotsky (1934)
La clínica de la actividad permitiría “capturar” ese conjunto de
posibles que son inmanentes a lo real, pero que no se pueden
confundir con él.
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Ives Clot señala que es a través de la actividad que se desarrolla


el poder de hacer del sujeto.
La acción es una dimensión de la actividad, la acción es el plan,
el proyecto; quizá el sufrimiento se produce cuando se acentúa
la distancia entre actividad y acción, cuando el sujeto percibe
que su actividad no contribuye a transformar el mundo social.
“Dentro del concepto de actividad hay muchas dimensiones: la
producción de un objeto, por ejemplo, pero también la
producción de sí y por lo tanto, la producción de un mundo...”
señala D. L’Huilier.
“La producción de mundo “ en la actividad se produce, porque
como plantea Vigotsky :
“Les sources de l’acte actif et libre ne se trouvent ni dans les
profondeurs du cerveau ni dans les hauteurs de l’ esprit, mais
dans les formes objectives de la vie sociale”.
Para los investigadores de esta línea de trabajo de la Clínica de
la actividad y la Psicosociología del Trabajo, el desarrollo
consistiría en un pasaje de una actividad a otra actividad.
“Le sujet n’existe qu’exposé aux discordances de l’activité des
autres, des siennes propres et des objets du monde » Ives Clot.

EXPLORAR EL CAMPO DE LOS POSIBLES


En “la Noche de los proletarios”, Jacques Rancière, recopila
diversas historias de trabajadores, en las que el común
denominador está en la renegociación que los obreros realizan
respecto a su relación subjetiva con el trabajo y con el tiempo
fuera del trabajo.
Aquí se puede observar la fortaleza de la noción de Actividad
en cuanto dimensión de análisis, pues la misma permite captar
las diversas vidas que habitan y se construyen en cada sujeto,
no como vidas separadas sin continuidad, sino como
dimensiones, esferas de un mismo sujeto. Si estudiamos a los
“obreros de Rancière”, desde la dimensión Actividad, se podrá
aprehender que el mismo obrero que trabaja, que se reúne con
los compañeros en el café, que enfrenta adversidades para dar
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de comer a su familia, aquel que no puede pagar el alquiler, es


el mismo sujeto que resiste y se rebela a la experiencia de
fragmentación a través de la escritura de relatos.
Estudiando la actividad, puede observarse cómo, el mismo
escenario que esclaviza, que produce sufrimiento y formas de
sujeción a la dominación, es también, el escenario que puede
producir “líneas de fuga”, formas de resistencia…
“Su emancipación consiste primero en reapropiarse de esta
fragmentación del tiempo para crear formas de subjetividad que
vivan otro ritmo que el del sistema” J. Ranciére(2017:9)
Para hacer frente al “tiempo fragmentado” que produce el
sistema, los proletarios producen su actividad narrativa. Acá las
narraciones erigidas como resistencia, se tornan en acto-poder
en acto-creador.

¿MUCHOS SABERES DISTINTOS?


LOS SABERES DEL PENSAR, DEL HACER, DEL
ACTUAR.
La dimensión actividad tendría siempre una doble faz, una
instrumental y otra política, no se puede separar lo pensable de
lo productivo, de lo recreativo, de las decisiones a tomar, del
conflicto, del sufrimiento, como parte constitutiva de todo
acontecimiento humano, parte constitutiva de sus
disociaciones, de sus escisiones, de su desterritorialización, de
su desarraigo, de la expropiación de sus actos.
Para que alguien entienda qué hace en el mundo, su
pensamiento y su acción deben estar referenciados a una matriz
socio-histórica que permita darle sentido e inteligibilidad a su
vida.
La vida tiene diferentes esferas y en esas esferas, el sujeto crea
actividades diversas para sobrevivir, pero sobre todo para
escapar de la “nadizacion” del exilio en ese continente invisible
que es no encontrar un lugar en el mundo en el que construir sus
sueños.
También de antiguas tradiciones de pensamiento, estamos
acostumbrados a separar la producción de conocimiento a
través del pensar o del hacer.
La oposición pensar/hacer, manual/intelectual, son categorías
de la división de lo sensible, como expresa Rancière, que no
coinciden con la realidad material de las formas de trabajo.
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Esta dicotomía que parece irreconciliable, se puede observar


muy bien, en un pasaje de los Diarios de la Fábrica de Simone
Weil que recoge en “La condición obrera”, (2010:59)
Las mujeres están confinadas a un trabajo
absolutamente mecánico, que no exige otra cosa que
rapidez…, no imagines que puedes soñar en otra cosa
mientras lo haces, ni mucho menos reflexionar. El
trabajo es demasiado mecánico para ofrecer material
al pensamiento… Prohíbe cualquier tipo de
pensamiento..., pensar equivale a ir menos de prisa.

La fábrica, la realidad:
“Tengo la sensación de haber salido de un mundo de
abstracciones y de encontrarme entre los hombres reales…”
Simone Weil
Entrar a esta problemática por el lado de la actividad, nos
permitiría ver como en esta dimensión podemos articular estas
dos formas de producción que por un lado tiene que ver con
representaciones, pero por otro tiene un poderoso y angustiante
arraigo en la realidad de la fábrica.
Nuevamente aparece el discurso de las fronteras, de dos formas
de “ser” y “estar” en el mundo, las que determinan diferentes
formas de disponibilidad subjetiva y sostienen a un sujeto que
sufre en su fragmentación, por ejemplo: Ser obrero/ser escritor,
Productividad/No pensar
Dicotomías que hacen sentir al ser humano que vive en un
mundo de umbrales y pasajes.
Pero esta división entre gente que puede pensar y gente que
tiene que actuar, esta sostenida en un “reparto de lo sensible”
que acentúa relaciones de dominación, al mejor estilo del
“Catecismo político de los industriales”, de Saint Simon,
fijando lugares de posibilidad a unos, vinculados con lo que
pueden hacer con sus manos y su cuerpo para producir bienes
materiales y servicios y dejando a otros reservada la actividad
del pensar, del capital y de dirigir a los otros.
Pero la actividad no se agota ni en el objeto producido ni en el
intercambio intersubjetivo,
El trabajo en la clínica de la actividad, implicaría un trabajo de
humanización, de reapropiación de la palabra, porque en la
medida que cada hombre pueda narrarse, pueda construirse una
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historia, estará contribuyendo al trabajo de co-producción con


los otros de una historia común.
“-Yo habría querido ser pintor, pero la pobreza no tiene
privilegios, ni siquiera el de adoptar tal o cual fatiga para
vivir…”, escribía un obrero metalúrgico en los albores de la
Revolución Industrial.
El hombre ni siquiera puede elegir en qué fatigarse…
“proletarios secretamente enamorados de lo inútil” los llamará
Rancière.

LA ACTIVIDAD COMO RESISTENCIA Y LAS


ESTRATEGIAS COLECTIVAS DE DEFENSA.
“Fabricar acontecimientos minúsculos para resistir a la
repetición… “ Dominique L’Huilier.
Pero la clínica de la actividad también puede dar cuenta de la
dimensión de resistencia que hay en toda actividad. Resistencia
que. no necesariamente, puede tomar formas violentas o
abruptas, sino sutiles formas de hacer obstáculo, distracciones,
merodeos a la tarea y por supuesto, invenciones creativas.
Para L’Huilier, un elemento que puede tener relación con el
desarrollo de estrategias colectivas de defensa, es la noción que
introduce Enriquez, respecto al “deseo de reconocimiento” y el
“reconocimiento del deseo”.
Será la resistencia y las líneas de fuga, la manera de encontrar
modos colectivos de hacer frente a estas nuevas formas de
colonización tecno-simbólica.
“Colectivizar el trabajo de salud, multiplica los beneficios de
este trabajo compartido y da un saber experiencial de sí, en
relación con los otros y esto le da fuerzas para poder actuar de
otra manera en el mundo del trabajo. Entonces comienzan a
hacer acciones como ir al sindicato para que sea el sindicato que
actúe y se hable de enfermedades que hay en el trabajo, con la
perspectiva de que el trabajo se cambie, se transforme. No se
pide que se cambie su trabajo, sino la actividad prescripta del
trabajo.
Estos grupos se vuelven operadores del cambio social en las
actividades de trabajo.” D.L’Huilier.
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El poder de acción de un grupo puede producir mutaciones


efectivas del paisaje de lo visible, de lo decible y de lo pensable
y por lo tanto, transformaciones del mundo de los posibles.

LOS BORDES DE LA ACTIVIDAD O LA ACTIVIDAD EN


LOS BORDES…
Si la actividad no es mera ocupación ni solamente trabajo
asalariado, ni sólo el trabajo dentro de la organización, sino
también el trabajo del ama de casa que lleva a sus hijos a la
escuela , el padre desocupado que busca hacer “changas”, la
mujer que da de comer a las gallinas o la que organiza una
reunión de “tupperware”, el abuelo que entrena en el campito al
cuadro de baby-fútbol local, la vecina que te ayuda con las
tareas, el enfermo mental que reparte los medicamentos en el
Hospital a sus compañeros. Si tomamos como paradigma de
normalidad el trabajo en blanco, asalariado y regido por pautas
y horarios, no podemos desconocer que hay toda una serie de
actividades humanas que se produce en los espacios
intersticiales de la sociedad, en las fronteras inciertas de modos
de vida y de culturas, hay actividad en los bordes y por lo tanto,
hay producción de posibilidades marginales de subjetivación y
de transformación de las condiciones de existencia.

EL ACTO-PODER Y EL PODER DEL ACTO.


Para Mendel, el acto es la acción y “un algo más”.
“…es en el acto, y únicamente, en el acto, que el ser humano es
llevado al acto, de la dimensión de una realidad ajena a sí
mismo y que resiste muy fuertemente a sus deseos, sus
conceptos y sus proyectos”. G Mendel
Si consideramos qué es el acto o la actividad que hace la
mediación, entre las personas, L’Huilier plantea que podemos
pensar la familia como una constelación relacional pero
también podemos pensar la familia como una actividad, ya que
la familia genera no solo producciones materiales, sino que es
un matraz de producción de socialización y de subjetividad, en
la familia, no solo estamos para estar juntos, señala Dominique,
sino para ser juntos.
Pensar la familia como actividad, nos permitiría intervenir
potenciando sus energías cognitivas y afectivas, su capacidad
de producir lazo, el análisis de sus vínculos, de sus obstáculos,
en definitiva, trabajar para mostrarles su verdadero reservorio
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potencial para actuar y producir transformaciones colectivas


que redundaran en transformaciones de la sociedad.

ACTIVIDAD Y SUFRIMIENTO
La enfermedad puede pensarse como “perder el poder de
actuar”.
Desde el punto de vista de Ricoeur, el sufrimiento no es el dolor,
porque el dolor sería la expresión del cuerpo y el sufrimiento
tiene que ver con una experiencia psíquica.
Por lo tanto el sufrimiento transforma las relaciones del sujeto
consigo mismo y con los otros, altera su relación con el actuar,
disminuye su capacidad de decir y su capacidad de hacer, pero
sobre todo, su capacidad de sostener vínculos con los otros.
“La infelicidad obrera como toda mi felicidad extrema la cual
supone la decadencia social creó una zona de silencio en la que
los seres humanos se encuentran encerrados como en una isla”
Simone Weil La condición obrera.
Toda condición en la que uno se encuentra necesariamente en
la misma situación el último día de un período de un mes de un
año de 20 años de esfuerzos que el primer día tiene una
semejanza con la esclavitud, esclavitud más dolorosa que la del
esclavo antiguo juzgado por el látigo pero a quienes los golpes
dispensaba de esta humillación de convertirse en cómplice de
su propia alienación, esta esclavitud obliga a buscar en sí mismo
los móviles que permiten someterse a la necesidad.
Desde la clínica de la actividad, podríamos analizar ese
quantum de sufrimiento, ese complejo psíquico de “pasiones
tristes”, en términos “espinozianos”, que se genera como resto,
como desviación de un sujeto dividido entre sus circunstancias
de vida y sus proyectos, entre el deber y el querer ser, entre sus
culpas y sus pasiones, un hombre “sujeto” a las consecuencias
muchas veces des-subjetivantes de sus decisiones.
Dice Ranciére:
“La posibilidad de una palabra propia por parte de la
comunidad obrera, pasaba por la desidentificación de
un cuerpo, de una cultura y de una identidad obrero
dados: los que se adaptan al círculo normal del tiempo
y de la creencia, al reparto que reserva para unos las
tareas del pensamiento y para otros el trabajo de
producción” Rancière. (2013:13)
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LA ACTIVIDAD COMO ESCENARIO DEL


ACONTECIMIENTO.
Si una de las aristas con que Badiou conceptualiza el
acontecimiento, tiene que ver con la generación de rupturas que
instituyen la posibilidad de instauración de un procedimiento de
verdad, la actividad sería un escenario privilegiado para que el
sujeto, en la medida que se produce en la misma, pueda crear
para sí y con otros, nuevas verdades que distancien su condición
humana del orden dominante.

LA ACTIVIDAD Y LA MIRADA DEL OTRO… RE-


CONOCERME RE-CONOCIENDO.
J.P.Sartre nos inspira mucho en este tema, porque plantea, por
ejemplo, que el otro al mirarme me convierte en objeto. Dice
Sartre:
…el ser-visto-por-el-otro es la verdad del ver-al-otro.
Solo me apercibo de la realidad del otro, de que es un
sujeto como yo, cuando me mira y me convierte en un
objeto visto. El punto central de este ser-visto consiste
en que, cuando me sé mirado, yo no miro al otro
porque mi intencionalidad no se dirige hacia él sino
hacia mí mismo en cuanto expuesto a su mirada. Así,
la mirada del otro me ofrece una vivencia de mí
mismo. J.P. Sartre (2005:335)
LA EMANCIPACIÓN.
Analizar la actividad, promover diálogos fecundos, develar lo
que hace obstáculo en la tarea, historizarse, resistir, re-
inventarse, serían algunos de los operadores a tener en cuenta
en nuestra caja de herramientas de la clínica de la actividad,
porque toda tarea de develamiento y dialogo es emancipadora,
entendiendo la emancipación como una reapropiación de una
relación consigo mismo, perdida en un proceso de
fragmentación.

“Su emancipación consiste primero en reapropiarse de esta


fragmentación de tiempo para crear formas de subjetividad que
vivan otro ritmo que el del sistema”
“Te haré bosques que no existen, letras que no se podrían leer,
imágenes cuyos modelos jamás existieron, siempre en el aire
como los pájaros, embriagado de sol, elocuente, cantando a los
cuatro vientos, no sabiendo a la noche donde se trabajará por la
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mañana, siempre con nuevos compañeros y nuevas figuras..


Comentarios del Sr. Ledreuille sobre un zapatero que quiere
ser pintor (1861).
La noche de los proletarios. J Rancière.(2017:9)
15

UNA APERTURA…”SE HACE CAMINO AL ANDAR…”


Tratando de dar un fin provisorio al trabajo, plantearé que los
conceptos que he recorrido sobre la actividad y la Clínica de la
actividad, tanto los aportados por la Dra D. L’Huilier y otros
autores que se han especializado en esta temática, así como
otros que yo misma pueda articular desde mi trayectoria
personal y profesional, me parecen sumamente ricos y
pertinentes para investigar, un campo de problemáticas que ha
cobrado intensa actualidad y que tiene que ver con la
producción de subjetividad y con la relación que el hombre
construye con sus artefactos técnicos, relación que no se da en
el vacío, sino en un espacio-tiempo interaccional, en el marco
de actividades múltiples que pueden involucrar relaciones de
trabajo, lúdicas, funcionales, utilitarias, sociales, entre muchas
otras,
¿Por qué pienso que las herramientas conceptuales y
metodológicas de la Clínica de la Actividad pueden ser una
forma de investigar por un lado las nuevas producciones de
Subjetividad en nuestra sociedad occidental, en virtud de la
relación que el ser humano establece con sus artefactos
técnicos?
Primero porque pienso que todo artefacto, todo objeto técnico,
todo sistema de objetos, nos enfrenta siempre a repensar los
límites de lo humano.
Pero no sólo los límites materiales o corporales, sino nuestras
configuraciones subjetivas, donde se juega el juego de los
posibles de lo singular y lo colectivo.
Parto de algunas categorías propuestas por el filósofo Gilbert
Simondon en su Tesis La individuación:
No se trata aquí de una técnica como medio, sino
como acto, como fase de una actividad de relación
entre el hombre y su medio: en el transcurso de esta
fase, el hombre estimula a su medio introduciendo en
el una modificación ; esta modificación se desarrolla,
y el medio modificado propone al hombre un nuevo
campo de acción que exige una nueva adaptación y
suscita nuevas necesidades; la energía del gesto
técnico, que se abrió camino a través del medio,
vuelve sobre el hombre y le permite modificarse y
evolucionar.
Los artefactos técnicos, “significan”, como puntualiza Barthes
“significar quiere decir que los objetos no transmiten solamente
informaciones, sino también sistemas estructurados de signos,
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es decir, esencialmente sistemas de diferencias, oposiciones y


contrastes” y “siempre hay un sentido que desborda la finalidad
de uso del objeto.

Consideramos que estas ideas propuestas por el filósofo


francés, pueden explorarse muy bien, desde la perspectiva de la
Clínica de la actividad, por ejemplo con algunas de las ideas
que promueve Gerard Mendel al respecto:
«L’acte, c’est l’action plus quelque chose
Proposons cette définition de l’acte : un
processus d’interactivité entre un sujet porteur
d’un projet (d’action) et la réalité concernée
par ce projet – selon les cas : autrui, la société,
la nature ; ce processus amène à un changement
perceptible dans la réalité”.(2016:27)

Entendiendo que “la realidad que involucra al proyecto” es una


realidad que aloja tanto al sujeto como a los artefactos con los
que interactúa.
El mismo Simondon en su texto “Dos lecciones sobre el animal
y el hombre “ del año 1967, expresa:
“El individuo no es un ser, sino un acto.. “ (2016:22)
Pienso que la interacción del hombre con sus artefactos
técnicos, ya sea en procesos de invención de los mismos o de
uso, constituye una actividad , ya que en esa interacción se
verifican procesos multidimensionales, semióticos y cognitivos
diversos, abstracciones, inferencias, procedimientos,
heurísticas, conflictos , atravesamientos de Poder, decisiones
políticas, así como procesos emocionales conscientes e
inconscientes que adquieren sentido en determinado espacio-
tiempo, y en un contexto socio -histórico.

Pienso que desde esta perspectiva, ya no se trataría de investigar


las máquinas o artefactos técnicos en general como
prolongaciones del hombre, (en el sentido Mc Luhaniano), las
máquinas para hacer lo que el hombre no puede, sino las
máquinas, como universos simbólicos, como escenario de la
fantasía del hombre, como tecnología open-source, como
campo de batalla entre las representaciones mentales, los deseos
y la realidad. Por eso comparto con Simondon, que la relación
del hombre con las máquinas, con la tecnología en general, se
convierte en una relación social y con Dominique L’Huilier,
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podemos decir, que esa relación que es subjetiva y subjetivante,


constituye una actividad.

BILBIOGRAFIA DE CONSULTA.
Barus-Michel, J., Enriquez E., Lévy A., (2016),
VOCABULAIRE DE PSYCHOSOCIOLOGIE Version PDF
© Éditions Érès
De Gaulejac, V., (2008), Las fuentes de la vergüenza, Bs As
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Plata.
Silvia Pérez Fonticiella.
Mayo 2017.
Córdoba.

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