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aludíamos. A los 2 años ya suele controlar este reflejo, aunque todavía tendrá
momentos de despiste y algún que otro desliz húmedo.
A los 3-4 años el niño tiene una madurez suficiente para que, salvo
excepciones, controle voluntariamente este asunto. Durante la noche el control
es más difícil y suele retardarse un poco más tiempo. Está comprobado que a
esas horas se produce una mayor cantidad de orina, debido en parte a que al
riñón afluye más cantidad de sangre que durante el día. Los músculos en
reposo precisan de menor cantidad, y si a esto añadimos una capacidad de
distensión vesical reducida unido todo ello a la existencia de un estado de
sueño profundo (no consciente) consideremos el porqué de la dificultad de
control (mojadas nocturnas). A los 3-4 años es normal que ya se controlen por
la noche.
El control voluntario de los esfínteres comienza a ser posible a partir del 2º año
de edad. Antes es un poco acto reflejo sin apenas sensaciones previas. En la
medida en que éstas van siendo mayores, el niño puede percibirlas y
anticiparse a la situación acudiendo voluntariamente al servicio. Se suele
adquirir primero el control del esfínter anal y luego el uretral.
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amanece más temprano". O lo que es lo mismo "tiempo al tiempo". Cada niño
lleva un ritmo particular en el proceso global de la maduración, hay que
observarlo y comprender la inserción en él del control de esfínteres.
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Vocabulario
Meconio: primera deposición del recién nacido que suele producirse en el día
siguiente al nacimiento. Es de color negruzco, con consistencia pegajosa y está
constituido por secreciones intestinales y otros productos ingeridos intraútero
con el líquido amniótico.
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Ptialina: sustancia que forma parte de la saliva y que inicia, en la boca, la
digestión del almidón.
Talla: es, junto con el peso, uno de los indicadores más importantes para
conocer y seguir el desarrollo infantil. Se expresa en centímetros. Es
importante que el crecimiento sea lo más continuo posible y sin interrupciones.
Vérnix caseosa: al nacer la piel del bebé aparece cubierta por una capa
blanquecina de consistencia sebácea llamada vérnix caseosa. Esta sustancia
grasa, que desaparece en unas horas, ha servido de protección a la piel
durante todo el tiempo que ha durado el embarazo, evitando así su maceración
y arrugamiento por el líquido amniótico en el que estaba sumergido.
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