YSAIRA GERALDINE REYES GUTIÉRREZ

PSICOLOGÍA ORGANIZACIONAL
INTELIGENCIA EMOCIONAL
ENSAYO

Personalmente ya había leído el libro anteriormente, me parece un tema muy

interesante y oportuno a tratar dentro de las organizaciones. En la región de los altos
predominan las empresas de tipo familiar, en las cuales podemos encontrar una estructura
confusa y un manejo poco convencional de la misma, desde los aspectos económicos hasta
los recursos humanos de la misma. Por lo anterior, es un tema nuevo el hablar de la
inversión en el capital humano de las organizaciones y aún más el hecho de hacer mención
de la inteligencia emocional aplicada a las mismas.

A pesar de lo anterior, creo que la inteligencia emocional es uno de los factores que
vale la pena desarrollar en las personas y que incluso deberíamos de preocuparnos por ello
desde edades tempranas, como desde la educación básica.

Me parece muy interesante el hecho de que Goleman en su libro realiza un análisis muy
detallado y detenido del concepto de inteligencia emocional y en el proceso demuestra que
quienes alcanzan altos niveles dentro de las organizaciones poseen un gran control de sus
emociones, están motivadas y son generadoras de entusiasmo. Saben trabajar en equipo,
tienen iniciativa y logran influir en los estados de ánimo de sus compañeros. Por lo anterior,
podemos afirmar que el hecho de invertir en la contratación de personal con inteligencia
emocional elevada y el desarrollar constantemente la misma en el personal es
indirectamente una inversión que impactará en las ganancias y crecimiento de la misma.

En su libro Goleman aborda tres grandes temas que se relacionan con el trabajo: las
capacidades emocionales individuales, las habilidades para trabajar en equipo y la nueva
empresa organizada con inteligencia emocional. De esa manera demuestra la importancia
de adaptarse a las nuevas condiciones en las empresas modernas, la necesidad del
autocontrol en situaciones de estrés y la importancia de ser honesto, integro, responsable.
Los gerentes más eficaces son emocionalmente inteligente debido a su claridad de
objetivos, su confianza en si mismo, su poder de influir positivamente y de leer los
sentimientos ajenos.

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Es importante el mencionar que si bien la inteligencia emocional es un aspecto
importante para desarrollar en todo el personal, es de vital importancia en los empleados
que tienen contacto directo con los clientes, de esa manera podemos darle el plus al servicio
de una experiencia agradable y los consumidores tienden a valorar mucho ese tipo de
aspectos en la experiencia de consumo.

Actualmente existe una demanda de formación universitaria para poder aspirar a un

buen empleo, e incluso existe una escolaridad mínima que las organizaciones e incluso las
empresas familiares tienen una escolaridad mínima requerida para la contratación
(normalmente es preparatoria). Esto no es tan reciente y dentro de las dos últimas décadas
ha dado lugar a una fiebre por conseguir un título universitario que ha ido produciendo una
población académicamente preparada para altos puestos cada vez mayor, pero no
necesariamente que cuenten con las habilidades y competencias emocionales para cubrir
dichos puestos.

Al hablar de esas competencias me refiero a aptitudes como el autoconocimiento, la

seguridad en uno mismo, y el autocontrol, el compromiso, la integridad y la habilidad de
comunicarse con eficacia son algunas de las características que analiza Goleman con
lucidez e intuición. Gracias al estudio de más de quinientas organizaciones, demuestra que
estas capacidades son las requeridas en el mercado de trabajo actual. Mientras mas se
avanza en la escala de liderazgo, mas se percibe la importancia de la inteligencia
emocional, la que con frecuencia determina si alguien se incorpora a la empresa o si es
despedido, y resulta decisiva para ser ascendido.

Muchas de las veces en que se hace mención a las empresas del aspecto de la
inteligencia emocional nos vemos con la barrera de que se tiene la creencia de que en el
área laboral no se debe de tocar el tema de las emociones y que el involucrarlo implica el
poner el juego la profesionalidad y eficacia del personal. Al analizar más a fondo esto nos
damos cuenta de que si nos preocupamos por el tema y tenemos personal capacitado para
manejar de manera inteligente sus emociones, nos deshacemos de uno de los mayores y
más ignorados factores de riesgo laboral. De manera que la nueva medida da por sentado

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que tenemos suficiente capacidad intelectual y preparación técnica para desempeñarnos en
el empleo; en cambio se concentra en ciertas cualidades personales, tales como la iniciativa
y la empatía, la adaptabilidad y la persuasión.

Cada vez son más las empresas para las que alentar las habilidades de la inteligencia
emocional es un componente vital para la filosofía de gerenciamiento. Ya no se compite
solo con productos, sino con el buen uso de la gente. La inteligencia emocional es la
premisa subyacente en toda preparación gerencial. Cuatro de cada cinco empresas intentan
promover la IE en sus empleados, durante el adiestramiento y el desarrollo, cuando se
evalúa el desempeño y al contratar.

Uno de los puntos a tomar en cuenta de manera tradicional en el reclutamiento de

personal en las empresas se basa exclusivamente en el CI de los aspirantes al puesto,
porque tradicionalmente ésta variable cognitiva se entiende como a inteligencia global de
las personas y las el potencial de las personas para resolver situaciones. A pesar de ello
Goleman menciona que el coeficiente intelectual ocupa el segundo puesto, por debajo de la
inteligencia emocional, para la determinación de un desempeño laboral sobresaliente. Estas
ideas no son nuevas en el lugar de trabajo, muchas de las teorías gerenciales clásicas se
centran en el modo en que cada uno se conduce y se relaciona con quienes lo rodean. Los
antiguos centros cerebrales de la emoción albergan también las habilidades necesarias para
manejarnos efectivamente y para la destreza social. Estas habilidades se basan en nuestra
herencia evolutiva destinada a la supervivencia y a la adaptación. Se necesita una manera
totalmente nueva de pensar en lo que hace falta para ayudar a la gente a cultivar su
inteligencia emocional.

Desde 1918, cuando la Primera Guerra Mundial impuso la primera utilización

masiva de tests de inteligencia los reclutas norteamericanos, el cociente intelectual
promedio ha ascendido 24 puntos en USA y en los países desarrollados del mundo entero.
No obstante en el trabajo existe una paradoja peligrosa: al mismo tiempo que los niños
mejoran su CI, su IE está declinando. En promedio los niños se han vuelto más solitarios y
depresivos, mas coléricos y rebeldes, más nerviosos y propensos a la preocupación más
impulsivos y agresivos. Evaluaciones hechas en la década de los setenta y 10 años después

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demuestran que la tasa de declinación de la inteligencia emocional infantil era la misma en
todos los grupos económicos.

Es imprescindible el clarificar la noción de inteligencia emocional entonces, ya que

se pretende que sea un tema entendido y manejado por todos, especialmente por las
empresas, particularmente es más eficiente el aclarar las ideas erróneas que se tienen
respecto a ella como por ejemplo: la inteligencia emocional no significa simplemente ser
simpático. En momentos puede requerir por el contrario, enfrentar sin rodeos a alguien para
hacerle ver una verdad importante, aunque molesta, que haya estado evitando. La
inteligencia emocional no significa dar rienda suelta a los sentimientos, sacando todo
afuera. por el contrario significa manejar los sentimientos de modo tal de expresarlos
adecuadamente y con efectividad, permitiendo que las personas trabajen sin roces en busca
de una meta común.

De un análisis de inteligencia emocional, se descubrió que las mujeres en promedio

tienen mayor conciencia de sus emociones, demuestran más empatía, y son más aptas para
las relaciones interpersonales. Los hombres son más optimistas y seguros de sí mismos, se
adaptan con más facilidad y manejan mejor el estrés. En función de la inteligencia
emocional total, no hay diferencia entre los sexos. Finalmente no son los genes los que
determinan nuestro nivel de inteligencia emocional, tampoco se desarrolla solo en la
infancia.

A diferencia del CI que después de la adolescencia cambia un poco, la inteligencia

emocional, parece ser aprendida en gran parte y continua desarrollándose a medida que
avanzamos por la vida y aprendemos de nuestras experiencias: nuestra aptitud, en ese
sentido puede continuar creciendo. La gente mejora esa aptitud, a medida que adquiere
destreza para manejar sus propias emociones impulsos, se motiva y afina su habilidad
empática y social, este crecimiento en la inteligencia emocional se designa madurez.

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Como conclusión puedo decir que el tema me resultó de sumo interés, creo que en
efecto, incluso los psicólogos dentro del área laboral, nos hemos estado enfocando y
preocupando de manera excesiva por el desarrollo cognitivo y de la medición del CI de las
personas y no de los aspectos emocionales y la inteligencia propia para el manejo de las
emociones en las personas desde la infancia.

Es por ello que sin duda creo urgente el desarrollar desde etapas tempranas y
potenciar a lo largo del desarrollo de las personas la inteligencia de tipo emocional, de esa
manera podríamos incluso evitar muchas de las complicaciones emocionales a las que las
personas se encuentran expuestas y en riesgo por su ambiente como la ansiedad y la
depresión así como el estrés.

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