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EL OTRO HÉROE.

NAUFRAGIOS DE CABEZA DE VACA


COMO PALIMPSESTO BÍBLICO

Fr a n c i s c o Pe ñ a Fe r n á n d e z
University of British Columbia, Okanagan (Canadá)

RESUMEN: Algunos críticos han observado evidentes conexiones entre Naufra-


gios de Álvar Núñez Cabeza de Vaca y episodios o simbolismo bíblico, particu-
larmente relacionados con el Nuevo Testamento y la figura de Pablo. A pesar
de ello, en este artículo me propongo explorar la presencia de un palimpsesto
veterotestamentario que se esconde tras el texto colonial: la historia de José,
hijo de Jacob (Génesis 37-50). El paralelismo que existe entre José y Cabeza de
Vaca como personajes no se limita al hecho de representar en ambos casos la fi-
gura de un héroe del sufrimiento, sino que se extiende al hecho de compartir un
tema común: la historia de un «extranjero en tierra extraña». El elemento sobre
el que más se insitirá será el de demostrar cómo la crónica se desarrolla a través
de la misma estructura que este concreto episodio bíblico. Cabeza de Vaca, de
la misma forma que José, se presenta a sí mismo como un héroe sufriente, al
mismo tiempo que como un héroe victorioso.
Palabras clave: Álvar Núñez Cabeza de Vaca, Biblia, sufrimiento, José.

ABSTRACT: Certain critics have pointed out specific connections between Alvar
Núñez Cabeza de Vaca’s Naufragios and Biblical episodes or symbolism, mostly
linked to the New Testament and to the figure of Paul. However, in this article
I explore an Old Testament palimpsest that lies beneath this colonial text: the
story of Joseph, son of Jacob (Genesis 37-50). Not only are Joseph and Cabeza
de Vaca —as portrayed in the Naufragios— typologically linked by the image
of the suffering hero. The Biblical and Colonial narratives also share a common
theme: the account of a «stranger in a strange land». More importantly, I show
how the chronicle follows the basic structure of this Biblical episode. Cabeza de
Vaca, as does Joseph in the Old Testament, portrays himself as a suffering hero,
albeit a victorious one.
Key-words: Álvar Núñez Cabeza de Vaca, Bible, suffering, Joseph.

Álvar Núñez Cabeza de Vaca, tesorero de la expedición dirigida por


Pánfilo de Narváez a Florida, tiene un lugar sin duda importante en la
historia de la literatura colonial por haber sino el autor, co-autor y re-
dactor final de una de las aventuras más originales e interesantes de este
periodo. Naufragios es el catastrófico nombre de una expedición que se
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presenta a sí misma como catastrófica, constituyendo una recopilación


de sucesivas calamidades de una malograda empresa colonial en terri-
torio norteamericano. Este relato, que comienza dando cuenta de la
progresiva desaparición y muerte de la mayor parte de los miembros de
la expedición, dedica una parte especialmente importante a relatar las
aventuras y desventuras de sus cuatro supervivientes: Cabeza de Vaca,
Alonso del Castillo Maldonado, Andrés Dorantes y Estebanico, un es-
clavo norteafricano sin apellidos.
Esta odisea por los mares del Caribe y por territorio de la actual
Florida y Texas da comienzo en 1527 y finaliza en la primavera de
1536, momento en el que los supervivientes se reúnen con una expedi-
ción de esclavistas españoles en el noroeste de México. Naufragios es un
texto repleto de testimonios de una gran dureza, en el que la situación
de los supervivientes roza constantemente la frontera entre la vida y la
muerte. De hecho, la primera singularidad del texto de Cabeza de Vaca
consiste en la capacidad del texto para relatar una constante adversidad
y, al mismo tiempo, presentarla con una carga de constante heroísmo.
Como ya Lucía Invernizzi Santa Cruz una vez lo definió, Naufragios es
un discurso que «transforma fracasos en triunfos».
Otro de los aspectos más originales de Naufragios es lo que distin-
tos críticos han definido como una radicalmente distinta representación
del «otro». Silvia Molloy, en su artículo, afirma que el descubrimiento
más importante de esta crónica consiste en «el descubrimiento del yo
con respecto al otro, el permanente replanteo de un sujeto ante una
alteridad cambiante que determina sus distintas instancias» (426). En
su artículo se considera la relación de Cabeza de Vaca como un «viaje
de ida y vuelta», que comienza con el protagonista en una posición de
consciente distancia de los pueblos indígenas con los que se va relacio-
nando y termina con la consumación de su proceso de paulatina pero
definitiva asimilación. A pesar de que sigue habiendo estudios, como
el de Nancy P. Hickerson, en los que se alaba y agradece la abundancia
de información que recopila el expedicionario español, entendiendo
que Naufragios «has a special value in complementing and adding subs-
tance to the archeologists’ cultural reconstruction» (202), en general
existe un nivel considerable de excepticismo a la hora de considerar la
relación de Cabeza de Vaca como un relato veraz. Sin duda alguna, la
abundancia de hechos extraordinarios dificulta su credibilidad. Edgardo
Rivera Martínez, a pesar de que tiene en cuenta determinadas «tácticas»
literarias dentro del texto, en cierta medida defiende que el autor de
Naufragios coloca lo fantástico al servicio de lo veraz al opinar que «Él
[Cabeza de Vaca] pretende en cambio ser siempre verídico, y lo reitera
muchas veces. Pero es evidente que, en ese afán, recurre muchas veces
precisamente a procedimientos y artificios de la narración novelesca»
(Rivera Martínez 1993: 307). Críticos como Juan Francisco Maura son
bastante más tajantes a la hora de sopesar lo fantástico y lo real en
este texto, al entender que «Especular sobre la posible ruta por Nor-
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teamérica, o sobre la veracidad de los nombres de los diferentes grupos


indígenas encontrados por Álvar Núñez, no tiene ningún sentido si éste
no está diciendo la verdad» (Maura 2002: 75). En gran medida, como
afirma Robert T. C. Goodwin, las distintas posturas de los críticos tam-
bién reflejan un debate en el fondo puramente historiográfico: «Such
approaches reflect changing notions of historical truth and its relevance
to the historical record» (2006: 8).

Cabeza de Vaca presentado como «héroe del sufrimiento»

De lo que no cabe la menor duda es que los «episodios extraordinarios»


de la relación de Cabeza de Vaca no sólo están cargados de una fuerte
referencia religiosa, además de mágica, sino que también tienen un in-
dudable eco bíblico, al incluir relatos de milagros entre los que aparecen
referencias tan condundentes como a zarzas ardiendo y resurrecciones.
De los distintos artículos y trabajos que han destacado la presencia
o el eco de la narrativa bíblica en el texto de Cabeza de Vaca, es sin duda
el estudio de Kung Jong Lee el que de forma más extensa aborda la cla-
sificación del relato como palimpsesto. Para este crítico, la relación del
viaje de Cabeza de Vaca tal y como se presenta en Naufragios «uses Saint
Paul as his biblical prototype consistently and profoundly throughout
his narrative» (242). Siguiendo a Lee, existe una insistente presencia de
lo que él define como «tipología paulina» a lo largo de todo el relato. La
base sobre la que asienta su teoría es la de identificar el episodio de la
isla de Malhado, lugar en donde, como menciona Cabeza de Vaca al dar
comienzo el capítulo XV, «nos quisieron hacer físicos sin examinarnos
ni pedirnos títulos» (Maura 1995: 189), con el lugar en donde también
san Pablo naufragó, la isla de Melita (Lee 1999: 243). En ese sentido, la
actividad sanadora de Cabeza de Vaca se asemejaría a la del apóstol en-
tre la bárbara gente de la isla de Melita. Entre las curaciones que tienen
lugar en estos capítulos de la crónica existirían dos excepciones, la pri-
mera, «the controversial case of resuscitating the dead» (246), que sin
duda tendría más relación con el episodio evangélico de la resurrección
de Lázaro (Jn 11, 1-45) y el caso de un operación quirúrgica.
Una de las observaciones más acertadas del estudio de Kung Jong
Lee y que más sirven a nuestro propósito es la de enfatizar la importan-
cia que tiene, dentro de esta conexión tipológica entre Cabeza de Vaca y
Pablo, el elemento del sufrimiento: «Paul prefigured Cabeza de Vaca in
the incredible list of sufferings he survived» (Lee 1999: 248) Lee en-
tiende que, como ocurre en los episodios apostólicos de Pablo, en la
relación de Cabeza de Vaca el sufrimiento posee una similar cualidad
redentora (248).
Este estudio concluye que la tipología paulina que se reitera o que
imita la narración la Cabeza de Vaca posee una ideología cristocéntrica
que hace al protagonista relativizar su propia cultura, reconocer la ori-
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ginalidad de las culturas indígenas y poder establecer un diálogo con los


nativos, a la vez que posee un calor retórico.
Entiendo que el argumento de Jong Lee es bastante convincente y,
sin duda, existen unos evidentes paralelismos entre ambas narraciones,
pero, como pretendo mostrar, los paralelismos bíblicos no se quedan
ahí, sino que se extienden «tipológicamente» a otros personajes de la
Biblia y a otros episodios, sobre todo aquellos que precisamente están
relacionados con el valor del sufrimiento, no ya por su poder redentor,
sino por su capacidad de mostrar un tipo de heroicidad diferente, una
heroicidad que se hace evidente en la desgracia y no en la celebración de
la conquista y la obtención de botín. Cabeza de Vaca quiere presentarse,
ante todo, como un héroe del sufrimiento, y en este sentido se conec-
tará tipológicamente no sólo con personajes como Pablo, sino también
con sus precedesores o tipos, tales como Jesús —bien sea en las propias
tradiciones orales sobre él—, en cierta medida también Job, Isaac (Ca-
beza de Vaca va a ser sacrificado por su superior, Pánfilo de Narváez),
y ante todo, como queremos defender seguidamente, la figura de José,
hijo de Jacob.
La tipología es un método de interpretación que se encuentra en la
misma Biblia hebrea, entendiéndose como una práctica o recurso tanto
literario como hermenéutico, a través del cual unos personajes se perpe-
túan y se relacionan entre sí. La tradición cristiana continúa, se apropia
y, en gran medida, amplifica este elemento. Cristo, al ser considerado
el centro unificador de la tradición e historia bíblica, atrae y aúna los
atributos positivos de los principales personajes de la tradición de la
Biblia hebrea. La tipología que adivinamos en Naufragios, por ello, no
es esclusivamente paulina, sino que sigue los mismos cauces de la tipo-
logía bíblica y, sobre todo, cristiana clásica, entendida como una forma
de exégesis escriturística, en este caso trasformada en un relato. Por
ello, el hecho de que en Naufragios converjan aspectos que nos llevan a
adivinar ecos de figuras como Moisés, Jesús, Pablo, José u otros muchos
personajes bíblicos, no es un aspecto contradictorio, sino perfectamente
compatible dentro de la lógica de la tipología bíblica.
¿Por qué entendemos que es importante resaltar los paralelismos
entre la figura de Cabeza de Vaca que se muestra en Naufragios y el
personaje veterotestamentario de José? No sólo porque son numerosos
sino, ante todo, porque estos paralelos van más allá de determinados
detalles o representaciones de personajes, haciéndose evidentes incluso
en la manera en la que están diseñados y estructurados ambos relatos.
Antes de entrar en ese aspecto, es necesario recordar que, como ya
han mostrado estudiosos como McGaha, la figura de José posee una ac-
tiva presencia en la imaginería religiosa de los siglos XV a XVII, especial-
mente palpable en el arte y también en manifestaciones tan populares a
la vez que representativas de la ideología oficial, como el teatro religioso
y, en especial, los autos sacramentales. Los motivos por este interés en la
España de la Contrarreforma están estrechamente ligados precisamen-
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te a las conexiones tipológicas especialmente fuertes que existen entre


José y Cristo (Peña 2007). En el caso del ambiente contrarreformista,
estos paralelismos poseen una especial relevancia por la posición de
José como proporcionador de alimento a su pueblo, aspecto que, lógi-
camente, se relaciona con el sacramento de la eucaristía, dogma al que
los autos sacramentales prestan una especialísima atención. Por otro
lado, y como he estudiado más detenidamente en el artículo que men-
ciono en la bibliografía, el reevaluar la figura de José en un momento
en el que la otredad constituye una preocupación tan grande no es un
elemento baladí.
Pero, volviendo a la figura de Cabeza de Vaca, posiblemente lo que
resulta más tentador de la figura de José en un texto como Naufragios
es que José, de la misma forma que el tesorero de la expedición, se con-
vierte en un «extranjero en tierra extraña»; es un personaje arrojado o
abandonado en un mundo que no es el suyo, mundo en el que no sólo
va a lograr sobrevivir, sino también, en gran medida, triunfar. Entre
un lugar y el otro, el sufrimiento se convierte en un paso intermedio
obligatorio.

Génesis 37-50 como palimpsesto en Naufragios

A cabo de estos dos días nos tomó una tormenta, que hizo perder la otra
barca, y por gran misericordia que Dios tuvo de nosotros no nos hun-
dimos del todo, según el tiempo hacía; y con ser invierno, y el frío muy
grande, y tantos días que padecíamos hambre, con los golpes que de la
mar habíamos recibido [...] (Maura 1998: 115).

Como vamos a tener oportunidad de ver, una vez analicemos las di-
ferentes partes en las que el relato de Cabeza de Vaca se divide, si tan
sólo tenemos en cuenta el elemento del sufrimiento como vertebración
tanto del relato como del personaje, existe una importante diferencia
entre las desgracias acaecidas a la tripulación y las que comienzan a
narrarse a partir del capítulo XI (Maura 1998: 117 ss.), en donde el
grupo de los cuatro supervivientes se separa del resto de la expedición
comandada por Pánfilo de Narváez. A esta altura del relato, la narración
y las aventuras se centran no ya en los cuatro supervivientes, sino ante
todo en Cabeza de Vaca. De las desventuras de la expedición, asociadas
o debidas —siguiendo el juicio del narrador de la historia— a las malas
decisiones del líder, se pasa a las desventuras y al sufrimiento del prota-
gonista, generados por otro tipo muy distinto de motivos.
Es preciso recordar la posición de Álvar Núnez no sólo como el
autor del relato, sino también como un recopilador y como redactor.
Cabeza de Vaca ha sido un testigo presencial de los acontecimientos de
los que organiza muy a posteriori determinada información. Como muy
acertadamente nos recuerda Robert T. C. Goodwin, Naufragios «was
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only one of many texts produced at the time that tell the story in one
way or another» (Goodwin 2006: 2); a esto se suma que:

These travelling documents have a common ancestry in the real experi-


ences of members of the expedition and the stories they told, but they
are also evident of the multiple journeys made by the story itself in time,
space, and conceptually: these documents contain different texts, pro-
duced by individuals who told or retold the story for different reasons
at different times and in different places (5).

Si a estas observaciones añadimos algunas de las conclusiones del


mismo estudio comparativo del profesor Goodwin, según el cual «[...]
by comparison with the Naufragios, Dorantes has a significantly more
prominent role in Oviedo’s account, which almost certainly reflects the
[double check this] relative prominence of his role in the original carta»
(Goodwin 2007: 24), podemos suponer sin arriesgarnos que Cabeza de
Vaca no sólo está reorganizando la información, sino que también está
apropiándose de determinadas historias para presentarse a sí mismo
como el líder y protagonista de la historia. En Naufragios, de hecho,
es evidente cómo el protagonista va tomando progresivamente el foco
central de la historia, ante todo a partir del episodio de su separación
de la expedición, en el cual él está personificando y, muy posiblemente,
adjudicándose tanto las desgracias como las victorias de las acciones que
debieron protagonizar todos ellos.
Uno de las aspectos más importantes para apreciar las distintas ver-
siones es el de intentar ver cómo la historia se reorganiza. En este senti-
do, entiendo que uno de los aspectos que más llaman la atención del re-
lato, entendido como palimpsesto, es el hecho de haberse estructurado
siguiendo un específico modelo bíblico. Por ello, el paralelismo no se da
solamente a nivel de episodios, personajes y tipologías, sino también en
la manera en la que se reorganiza y estructura la historia.
Tomando el diagrama de Errol McGuire (1981: 24) como referen-
cia, podríamos estructurar de la siguiente manera la historia de José y
sus hermanos:
Para Silvia Molloy, el mayor valor del relato es su espectacular uni-
cidad. En su opinión, este hecho se debe a que el resorte organizador
del texto que logra tal efecto se basa en que «un yo, narrador y actor,
se construye dentro de su historia por un proceso de diferenciación,
despojamiento y traslado» (428). Como queremos mostrar, en nuestra
opinión esta consecuencia está directamente relacionada con el hecho
de seguir en estructura y argumento uno de los relatos más equilibrados
y mejor organizados de las sagradas Escrituras.
La historia de José es, ante todo, una historia que presenta, desarro-
lla y resuelve los problemas de familia, motivados en gran medida por
cuestiones jerárquicas de poder. Los sueños de liderazgo de José tienen
una terrible consecuencia en las relaciones familiares, ya que provocan
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la reacción violenta de sus hermanos y su separación del núcleo familiar.


Como Lee Humphreys señala: «the family is apparently determined to
self-destruct, a family rent by bitter strife, deceit, jealousy, and blind-
ness» (35). La solución del conflicto se lleva a cabo gracias a la condena
de José al sufrimiento y a la esclavitud. Por medio del sufrimiento, el
héroe puede probar su heroísmo sobreviviendo y luchando contra la
adversidad, así como también defiende su derecho al liderazgo fuera de
su grupo originario.
La historia de Cabeza de Vaca, como vamos a ir mostrando, se desa-
rrolla siguiendo un esquema muy similar. La empresa se inicia a partir de
la salida del hogar. Este hogar está representado por la tutela y el mando
del «padre», Jacob en el caso del Génesis, y el monarca español en el
caso de Álvar Núñez. Ambos personajes quedan en sus patrias de origen
como representantes del orden y del liderazgo inmutable. El inicio y el
final de las dos historias convergen en este mismo punto. En el relato
del expedicionario andaluz queda nuevamente muy claro cómo la figura
del rey es quien pone en marcha la historia; hacia él se dirige la narra-
ción y hacia él se encamina finalmente el héroe en su viaje de retorno.
El héroe, lleno de seguridad y convicción, se lanza a la aventura,
que nada más empezar lo sumerge en un mundo lleno de peligros. Es
precisamente por enfrentarse a peligros como éstos por lo que los hé-
roes del estilo de José o Álvar Núñez van a ser juzgados o tenidos como
tales; en ambos casos son héroes que tienen una oportunidad muy pa-
recida para probar su valía, o para demostrar su capacidad y derecho al
liderazgo, como ya mencionamos antes.
En el grupo que marcha en representación del patriarca o monarca
se anuncia ya desde el inicio una incipiente separación entre el mayor
de los hermanos o el líder de la expedición y los demás. En el caso del
Génesis, el liderazgo se irá decantando hacia la figura de Judá, mientras
que en el relato de Cabeza de Vaca este papel le corresponde a Pánfilo
Narváez. La separación culmina no ya con la disolución del grupo, sino
con el abandono —bien a la muerte, bien a la esclavitud— del que va a
ser el verdadero protagonista de la historia.
La importancia que tiene la envidia en el relato del Génesis enten-
demos que también se insinúa en los Naufragios. La envidia se desenca-
dena en el texto bíblico cuando José se presenta como el salvador de su
grupo. En el relato de Cabeza de Vaca se hace a través de la insinuación
constante de las divergencias que el protagonista y el líder del grupo
tienen sobre el destino de la expedición y queda patente en el aspec-
to «mesiánico» con el que se presenta el protagonista. El héroe de la
historia, segundo en el mando, defiende indirectamente, como ocurre
con el sueño de José, que el liderazgo debería estar en sus manos y no
en el poder del teórico líder. La «diligencia individual desatendida por
sus compañeros» de la que habla Silvia Molloy en referencia al texto de
Naufragios (427) es el tema que abre el conflicto entre José y sus herma-
nos y que se readapta en el relato de Cabeza de Vaca. En última instan-
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cia, el fin que el protagonista de la historia desea es el bien de los suyos


y de la tierra que el extraño ocupa, ya que ambos objetivos terminarán
redundando en el enriquecimiento de su rey y de su patria.
En la primera parte tanto de la historia de José como de Naufragios
la narración nos habla de la separación del hogar a la que el héroe tiene
que enfrentarse. También sirve para mostrar las diferencias y caracte-
rísticas fundamentales de los distintos personajes en la historia, sobre
todo, y para insistir en la inoperancia del líder «legal» así como también
en el derecho del menor a ser el líder. Mientras que en el relato bíblico
José es más joven que sus hermanos, Cabeza de Vaca es alguien de rango
menor frente a Pánfilo de Narváez.
La esclavitud es el primer eslabón de descenso en la trepidante caída
de ambos héroes, Álvar Núñez y José. El dolor que sufre el protago-
nista se dilata conforme la narración avanza. Los pequeños ascensos o
mejorías en la situación de los protagonistas son seguidos de grandes
descensos o de un ahondamiento en sus respectivas desgracias. En el
relato de Cabeza de Vaca, este aspecto se repite en un mayor número de
ocasiones, pero la lógica sigue un esquema paralelo al de la historia de
José. El proceso de humillación y glorificación de los respectivos pro-
tagonistas se produce siguiendo patrones similares. De hecho, un tema
de indudable presencia literaria, «el descenso al mundo subterráneo»,
que especialistas como Rivera Martínez encuentran claramente refleja-
do en Naufragios (Rivera Martínez 1993: 305), es el punto de auténtica
inflexión en el relato del Génesis. En el esquema que mostramos antes,
corresponde al episodio de la prisión de José. La imagen de un calabo-
zo, que alegoriza a su vez al mítico Sheol, se repite en el relato de Cabe-
za de Vaca en más de una ocasión en los episodios de cautiverio.
A pesar de que el don especial de José es, ante todo, su poder de
interpretar los sueños y el de Cabeza de Vaca es de talante taumatúrgi-
co, las consecuencias y los respectivos significados de sus poderes son
muy similares. Tanto para un personaje como para el otro, el poder que
les hace destacarse de los demás les ayudará primero a ellos mismos a
liberarse de una situación de miseria o de los infiernos particulares en
los que se encuentran encerrados. En cuanto este «poder» emerge y se
manifiesta, se anuncia un claro antes y después en la historia y el futuro
de los protagonistas. La capacidad de estos héroes para sobresalir «en
tierra extraña» y para poder liberarse encontrando una salida a sus des-
dichas es el más claro exponente o muestra de su valor individual. Sin
embargo, en ambos casos, el poder que adquieren los respectivos pro-
tagonistas se debe necesariamente al favor divino. En los dos relatos, el
favor de Dios coadyuva sus acciones y es proclamado y reconocido por
el grupo de acogida del «extranjero». Es decir, siguiendo el recuerdo
evangélico de que «nadie es profeta en su tierra», estos otros héroes sólo
tendrán la posibilidad de mostrar sus poderes —como también ocurrirá
con Daniel— en tierra extranjera. Uno de los elementos más destacados
en ambas historias es que la demostración de la excepcionalidad del
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héroe tiene un triple efecto contra la miseria, ya que marca la salvación


del protagonista, la del grupo de acogida y, finalmente, la de su grupo
de origen. Por otro lado, en el favor divino, tanto en la historia de
José como en la de Cabeza de Vaca, existe una curiosa mezcla entre el
«poder», que va unido a su condición de elegidos, y un «conocimiento»
que podríamos calificar de cuasi-científico en el héroe que hace que las
creencias del país o cultura extranjera aparezcan como supersticiosas e
inmersas en la oscuridad del que no rinde culto al «único Dios verda-
dero». Este aspecto está muy relacionado con lo que Juan Gil describe
como «chamanismo blanco» (Gil 1993: 62 ss.).
Uno de los puntos que más se podrían argumentar en contra de
nuestra defensa de la conexión entre la historia bíblica de José y la de
los Naufragios es el de la distancia tan grande que existe entre la ima-
gen del Egipto faraónico y la de las tribus del sureste americano. Sin
duda alguna, la civilización egipcia tendría mayor paralelo con la de las
grandes civilizaciones americanas tales como la inca o la azteca. Pero
es esencial atender a este respecto a dos cuestiones que considero muy
importantes. La primera es que Cabeza de Vaca realmente no quiere
presentar su expedición como un fracaso, sino que, por el contrario,
pretende equiparar su hazaña con una gran gesta. Existe un deseo cons-
tante de mostrar la gran riqueza de todo lo encontrado y la trascen-
dencia de su empresa. Por otro lado, no tenemos que olvidar que el
Egipto que se nos representa en la historia de José es un país que sufre
una gran hambruna, una hambruna que había sido profetizada por el
héroe y que, según el texto bíblico, afectaba «a toda la tierra» (Gn 41,
57). Por su parte, el hambre es una de las cuestiones más mencionadas
en el relato de Cabeza de Vaca, un hambre generalizada que afecta a
todos. La tarea del expedicionario andaluz consiste en salvar a los más
posibles de la situación de completo caos que se presenta, muy similar
en su catastrofismo a la del Libro del Génesis. Los indígenas serán sal-
vados gracias a la labor taumatúrgica del protagonista, y los españoles
lo serán por los esfuerzos de rescate que éste lleva a cabo en su camino
de vuelta. Lo significativo es que por medio de la conexión con el héroe
es como se produce la salvación del resto de los personajes. El aspecto
taumatúrgico-heroico es muy importante porque, siguiendo la historia
de José, es lo que le proporciona al héroe su justificación de mando. En
la narración de Cabeza de Vaca, de igual forma que en el relato de José,
tenemos a un personaje principal que pasa de la obediencia a ser obede-
cido, llegando a representar la solución a todos los problemas que en la
trama aparecen. Asimismo, en ambos relatos, el poder de liderazgo del
protagonista está sometido a su fe y confianza en Dios.
El extraño en tierra extraña se ha convertido, debido a su proceso
de transformación, en paladín de los suyos. El pequeño grupo que li-
dera constituye una estructura corporativa que representa y proyecta la
acción del héroe. La tarea de Álvar Núñez, como la de José, es «sanear
al país extraño», y con ello traer la esperanza y la salvación a los suyos.
188 FRANCISCO PEÑA FERNÁNDEZ

A pesar de la situación de miseria, la tierra americana de Cabeza de Vaca


se sigue representando como una tierra prometida, tal y como se recoge
en Gn 48, 4.
Dentro de la personalidad con la que el narrador y protagonista de
Naufragios se presenta, existen toda una serie de «virtudes» que le ha-
cen asemejarse enormemente al personaje bíblico de José: la entereza, la
paciencia y la confianza. Estos aspectos llegan a su momento culminante
en la narración del Génesis en el episodio en el que el héroe se reúne
nuevamente con sus hermanos. De igual manera, en el relato de Cabeza
de Vaca se mostrarán en el reencuentro del protagonista con sus compa-
triotas. Dentro de esta tipología de las cualidades del héroe que sigue el
modelo del José bíblico, es importante que el protagonista se apiade de
sí mismo lo menos posible. Esto llega a ser incluso una constante litera-
ria en Naufragios, pues el narrador en diversas ocasiones pone al tanto
al lector de la magnitud de su sufrimiento, advirtiendo al mismo tiem-
po de su deseo de no quejarse y no extenderse en los detalles, ya que
«el lector imaginará por él mismo». Cada vez que aparece la tentación
de relatar los sufrimientos, Álvar Núñez se refrena, imitando con ello
también a sus modelos de sufrimiento bíblico: José, Daniel, Job y Jesús.
Finalmente, no hay que dejar atrás la idea de la «eficacia», virtud
realmente representativa de la heroicidad de José. Cabeza de Vaca cons-
tantemente defiende en su escrito ser poseedor de esta virtud de dos
maneras: la primera, como autor, haciendo de su texto un trabajo pro-
lijo en detalles que debe servir a los futuros lectores; la segunda, como
personaje, a través de su labor taumatúrgica y de rescate.

El Otro en Naufragios

Estudios de la importancia de los de Ruth Mellinkoff sobre el acerca-


miento a la alteridad a partir de finales de la Edad Media sirven para
mostrarnos una sociedad en la que la diferencia constituye un elemen-
to que camina parejo al sentimiento de desprecio, tanto si se presenta
por cuestiones religiosas, como cultura o poder adquisitivo (Mellinkoff
1993: lii). Aunque esta concepción o visión del Otro en la Europa del
Renacimiento difiere en muchos aspectos de la que aparece en los textos
bíblicos, se expresa, sin embargo, conjuntamente con los textos sagra-
dos al hacer referencia o al utilizar éstos. Los personajes considerados
como despreciables en la Biblia o en la exégesis bíblica se presentan tam-
bién como «distintos», a la vez que se asocian con un grupo o colectivo
socialmente marginado.
Esta relación entre la transformación de determinadas figuras bíbli-
cas y visiones de la alteridad, en el caso concreto de la historia de José y
la cultura española, ya lo abordé en mi artículo dedicado a la represen-
tación de la figura de José en el teatro del siglo XVII (Peña 2007); a pesar
de ello, creo que es preciso volver sobre un par de ideas.
EL OTRO HÉROE 189

Dentro de las distintas visiones y representaciones del Otro en la


Biblia hebrea, sin duda, la que aparece en el relato de José es de las más
conciliadoras. Como ocurre en el enfrentamiento entre Jacob y Esaú,
el enfrentamiento entre José y sus hermanos termina en reconciliación
y entendimiento. El perdón de José a sus hermanos es el factor de ma-
yor peso, pero junto a él el relato también es especialmente cuidadoso
al mostrarnos el arrepentimiento de los culpables. Pero el texto de José
posee un aspecto ciertamente original, la puesta en contacto y la sim-
biosis entre dos comunidades distintas, la egipcia y la hebrea, en donde
el protagonista aparece como figura de engarce entre ellas. Uno de los
grandes méritos de la historia de José —visto sobre todo desde nuestro
presente, en el que la multiculturalidad ha pasado, después de nume-
rosas adversidades, a ser un valor positivo para cada vez más culturas
occidentales— es que la conciliación con el Otro, con el distinto, con el
no-hebreo, en este ejemplo concreto, viene propiciada por una actitud
de renuncia. José en gran medida renuncia a ser completamente hebreo,
no sólo al decidir vivir fuera de su tierra al volver a Egipto —benefician-
do así también a los suyos— sino también al contraer matrimonio con
una mujer no hebrea. Como ya he mencionado anteriormente (Peña
2007), en este giro es donde esencialmente se muestra la estructura de
anillo del relato y su excepcionalidad dentro del corpus de la Biblia he-
brea. Tanto esta estructura como su final también muestran una visión
del Otro que para nada coincide con la que circula en la Europa del
Renacimiento y del Barroco.
El primer encuentro con el «Otro» se plantea en el relato de Nau-
fragios de igual forma que en la historia de José. Se llega a él «acciden-
talmente» o, mejor dicho, el protagonista «es arrojado hacia el Otro».
Lo que se plantea en un principio como una expedición, tanto para José
como para Cabeza de Vaca, se convierte en un viaje en solitario, y en
principio sin retorno, a «tierra extraña». El primer escalón de descenso
es el más rotundo. Pero existe otro mayor, que equipara aún más a Ca-
beza de Vaca con José, y es el hecho de que en determinado momento
del texto, «el Otro» comienza a ser el grupo de procedencia. Es una
historia de abandono en la que esta vez el héroe estará completamen-
te inmerso en una nueva realidad que va a convertirlo en un hombre
distinto y que va a transformar ambas realidades, la de origen y la de
acogida. Tanto en el relato de Cabeza de Vaca como en la historia de
José, esta transformación a través del descenso, de la que Silvia Molloy
es perfectamente consciente, es imprescindible para el cambio de signo
en la historia.
El viaje radical o proceso de transformación es necesario para que
el héroe se muestre como un ser excepcional entre los que lo habían
esclavizado y encerrado. El episodio citado por la profesora Molloy en
el cual el protagonista transforma su alimentación en la de los indígenas
es sin duda importante (Molloy 1993: 433). En Naufragios, el héroe se
desnuda y se alimenta como ellos. En la historia de José, éste se confun-
190 FRANCISCO PEÑA FERNÁNDEZ

de con un egipcio y ocupa un importante cargo entre ellos. Sin embar-


go, es importante dejar aclarado que, tanto en una historia como en la
otra, existe un lazo inalterable con lo anterior: la fe del protagonista es,
a la vez que baluarte de su identidad, un signo inequívoco de fidelidad
a su grupo de origen.
En sus progresivas transformaciones dentro de una nueva realidad,
ni Cabeza de Vaca, como parte de un nuevo grupo aborigen, ni José
como egipcio, dejan de ser quienes eran. Éste es uno de los aspectos de
mayor conexión entre estos dos personajes como héroes representándo-
se a sí mismos como figuras religiosas. José se queda entre los egipcios
como firme mantenedor de los valores monoteístas de la religión de
Israel y Cabeza de Vaca como firme defensor de los valores de la Cris-
tiandad. No hay que olvidar que tanto para el uno como para el otro,
ha sido su Dios el que les ha proporcionado el poder y la ciencia para
poder ascender de sus respectivos infiernos y convertirse en personas
de gran importancia entre la cultura extranjera que les va a invitar a
integrarse a ella.
La mayor coincidencia entre ambos textos es que el papel del Otro
en la narración, por un periodo importante de tiempo, es representado
por los miembros del grupo originario del protagonista. El héroe en
ambas historias entra en conflicto con su grupo, abriéndose una extensa
fractura entre los que antes habían sido hermanos. El distanciamiento
frente a su grupo originario es la cuestión que en relación a la otredad
llama más la atención de los críticos, y es en este sentido donde más se
aproxima la historia narrada por Cabeza de Vaca a la historia de José. El
distanciamiento en relación a su propio grupo lleva al narrador a la defi-
nición de una serie de transformaciones monstruosas de miembros de su
antigua comunidad, que en cierta medida no dejan de ser «coyunturales»
o «temporales». En el texto de Cabeza de Vaca existen diferentes episo-
dios donde se aborda este hecho, entre los que se incluyen el asesinato y,
curiosamente también, la lujuria, elementos a su vez de gran importancia
en el texto del Génesis. En éste los hermanos de José se transforman en
los otros al convertirse en los enemigos del protagonista, una «otredad»
que se mantendrá hasta que llegue la reconciliación. En el relato de
Cabeza de Vaca, la transformación o la tendencia a la maldad que con-
vierte a sus propios compañeros en monstruos se lleva aún más lejos a
través de las descripciones de prácticas antropofágicas. Las imágenes de
los españoles alimentándose de sus compañeros y la de los propios com-
pañeros que abandonan a Cabeza de Vaca, son uno de los aspectos más
interesantes de la historia y a la vez lo que más entronca con la visión de
«otredad» desarrollada en el relato del Génesis. Todos estos personajes
son antagonistas, tanto del modelo formado por José como del asumido
por Cabeza de Vaca. La separación entre el «yo» y el «ellos» de la que
habla Silvia Molloy es un seguimiento paralelo de la historia de José.
El papel que desempeña el gobernador Pánfilo de Narváez tiene en
el relato de Naufragios una gran importancia, como ya mencionamos.
EL OTRO HÉROE 191

El gobernador será el contrincante que provoque finalmente la separa-


ción del grupo y al mismo tiempo representa al Otro dentro del grupo
de origen. El papel del gobernador es muy similar al que en distintos
episodios de la Biblia es desempeñado por el primogénito despreciado.
Ya habíamos tenido oportunidad en el apartado anterior de hacer men-
ción a la importancia que tiene el liderazgo dentro del discurso retórico
defendido por Cabeza de Vaca.
Una de las ideas extraídas de la Biblia que más pudieron atraer la
atención del autor de Naufragios es el tratamiento que el hijo primogé-
nito tiene dentro de las luchas por el liderazgo en numerosos episodios
del Antiguo Testamento. Desde Caín y Abel a Jacob y Esaú, Pérez y
Zerah y la propia historia de José, el Dios veterotestamentario muestra
una clara preferencia por el segundo hijo, descartando al primogénito.
En muchos casos esto se repite en otros episodios, donde patriarcas
como Jacob y monarcas como David invierten el orden lógico de la
sucesión pasando de largo el derecho de primogenitura al siguiente de
sus hijos. Esta lógica debe haber querido ser aprovechada por el super-
viviente de esta fallida expedición a Florida, donde existe una constante
defensa de las dotes de mando del protagonista frente a su superior, el
gobernador Pánfilo de Narváez. La autoridad, desautorizada por la cos-
tumbre, es justificada por Álvar Núñez siguiendo el mismo criterio que
aparece en la Biblia. Como ya comentamos, el conflicto en la historia
de José representa la lucha dentro de una familia, pero ante todo es un
conflicto estrechamente ligado con la autoridad. La enemistad de los
hermanos parte del hecho de que José les anuncia que en el futuro él los
gobernará a todos ellos. Esta profecía se justificará en el texto a través
de dos elementos: en primer lugar, el favor divino, y en segundo lugar,
su mostrada eficacia. En la primera parte de la relación de Alvar Nuñez,
se subraya la poca capacidad del gobernador para liderar a los suyos,
insistiéndose en la necesidad de cambiar por ello el orden de mando.
La furiosa defensa de Benjamín por parte de Judá es, junto al desen-
mascaramiento de José como hebreo, el episodio del relato bíblico que
nos indica que el grupo ha sido purificado de la acción anteriormente
dañina. Este proceso, en cambio, no tiene lugar en el relato de Cabeza
de Vaca, donde la acción de reencuentro es propiciada tan sólo por el
protagonista. Este hecho es paralelo, por otro lado, a la diferente visión
de la figura de Judá que circula tanto en la Edad Media como con pos-
terioridad en el occidente cristiano (Peña 2007), pero también denuncia
en cierta medida la falta de completa «reconciliación» que vemos en
Cabeza de Vaca.
La otra diferencia importante entre el relato de José y el de Cabeza
de Vaca es que este último no tiene una estructura de anillo. Silvia Mo-
lloy observa muy certeramente que el relato de Álvar Núñez se dirige
«de la Florida a México, no de México a la Florida», advirtiendo que el
camino del texto es inverso: se dirige de lo desconocido a lo conocido.
Lo importante es la vuelta, la conclusión y culminación. La lógica de
192 FRANCISCO PEÑA FERNÁNDEZ

esta trayectoria constituye el leitmotiv de la historia de José, pero no


finaliza en este punto. El relato del Génesis es ante todo un relato que
habla de reencuentro, reconciliación y reconocimiento. En el caso de
Cabeza de Vaca, la culminación tiene lugar con el reencuentro con la
figura paterna y es este aspecto lo que culmina (¿corona?) el desespera-
do intento del andaluz para que el signo de esta historia transforme su
fallida empresa en una victoria.
José Rabasa defiende que «los Naufragios abren espacios hetero-
lógicos que, al iluminar el mundo indígena, promueven precisamente
un cuestionamiento de lo occidental» (Rabasa 1993: 181), sosteniendo
incluso una actitud de «apología indígena» por parte del autor de este
relato. Lucía Invernizzi apoya este juicio, pero lo relativiza al afirmar
que «Naufragios es un discurso que cuestiona y problematiza el típico
discurso narrativo de la conquista, pero que para hacerse aceptable al
receptor y eficaz en el logro de la finalidad persuasiva propia de su
orientación judicial, debe operar con las estructuras y procedimientos
de ese discurso» (Invernizzi 1999: 103). Me convence un poco más la
conclusión de Kun Jong Lee cuando afirma que para «Cabeza de Vaca,
shedding skin like a snake is an apt metaphor for his superficial accul-
turation [...] symbolizes that he sloughs off only his outward appear-
ance leaving his European and Christian core intact during his stay with
the Indians» (Lee 1999: 253). He de confesar, sin embargo, que casi me
decanto más por la defendida por Juan Francisco Maura, según la cual,
en Cabeza de Vaca, lo que se muestra es ante todo una dimensión si
no «criminalesca», al menos sin ninguna duda «manipuladora» (Maura
2002: 83).
Silvia Molloy habla de Cabeza de Vaca como el «hombre desnudo,
irreconciliable tanto para el otro como para él mismo, suspendido en
un espacio de nadie, inclasificable ante miradas atónitas» (432). A mí,
en cambio, la escena de reencuentro en Naufragios siempre me pareció
la más literaria y, al mismo tiempo, el más claro ejemplo de la voluntad
del autor de presentar su historia como absolutamente heroica y de
presentarse a sí mismo como uno de los más loados héroes del sufri-
miento, José. De igual manera que el hijo de Jacob no es reconocido
por ninguno de sus hermanos después de años en Egipto, Cabeza de
Vaca necesariamente debía de ser tenido por alguien completamente
distinto, completamente Otro. En cambio, en el aventurero andaluz la
transformación no se dilata mucho más que eso. Una vez que cumple
su efecto literario y tipológico, desaparecerá, para dejar pasar a su mo-
mento culminante, el reencuentro con su padre o, mejor dicho, el gran
patriarca, en este caso Carlos V.
La reconciliación en Naufragios ni es convincente ni tiene los visos
de ser permanente, sino que se trata, ante todo, de las consecuencias del
seguimiento de una historia como la de José y sus hermanos. Entiendo
que este modelo hace de un fracaso tan rotundo, como fue esta expedi-
ción a Florida, una responsabilidad del antagonista, Pánfilo de Narváez,
EL OTRO HÉROE 193

y exalta al narrador como el verdadero y legítimo líder victorioso de


la aventura, victoria demostrada extensamente a través de su propio
sufrimiento.
Cabeza de Vaca recoge y transforma el gran proyecto de José y lo
adapta a la realidad americana, haciendo de un fracaso evidente un ta-
jante triunfo digno de un héroe. En Naufragios, la tarea de la conquista
se presenta como una empresa en la que lo importante no es solamente
la toma de posesión de las riquezas y la conversión de los aborígenes,
sino también la solución de necesidades mucho más básicas, no sólo
de los españoles sino recíprocamente de los indígenas. Cuanto más se
enriquezca a las culturas autóctonas, más enriquecidos serán en último
término los propios españoles y la Corona. Es un mensaje de dimensión
mesiánica que a la vez posee una proyección pragmática. Este mensa-
je necesita ser nuevo, porque el narrador tiene que distanciarse de la
«otra» visión de la conquista, la de los conquistadores representados
por Pánfilo de Narváez. Todas estas ideas entendemos que están no sólo
relacionadas, sino, sobre todo, supeditadas a la relación de intertextua-
lidad que el autor lleva a cabo en su contacto con la historia de José y
sus hermanos.

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