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Psicoanálisis

El Psicoanálisis y las nuevas formulaciones psicoanalíticas: la


búsqueda de la causa inconsciente de la conducta.

El psicoanálisis es una teoría desde la que se consideró que la historia


del individuo, sobre todo los primeros años, es esencial para
comprender el funcionamiento adulto. Para Freud, padre del
psicoanálisis, los primeros conflictos determinan en parte el
funcionamiento adulto. El psicoanálisis supuso una ruptura con la
línea dominante, al considerar que para interpretar nuestros actos hay
que considerar un conjunto de mecanismos inconscientes.

Para Freud el psicoanálisis no constituye una búsqueda científica


imparcial, sino que es un acto terapéutico cuyo objetivo es modificar
el comportamiento. Posteriormente añadió que la elaboración y
extensión de la teoría hace que el psicoanálisis sea, además de una
técnica terapéutica y de una teoría auxiliar de la patología, una teoría
del psiquismo humano. El carácter general de la teoría lo reafirmó
cuando insistió en la identidad de los contenidos psíquicos de los
individuos neuróticos y sanos: los primeros fracasan donde los
segundos consiguen resolver los conflictos.
Autores como Moscovici (1961) han señalado que visión del ser
humano propuesta por el psicoanálisis forma parte de las
representaciones mentales de las personas.

La teoría psicoanalítica basa su información en tres fuentes de


información: la observación directa, los recuerdos infantiles y las
interpretaciones. Sin embargo, la observación no era suficiente pues
chocaba con la actitud que los adultos tenían respecto a la sexualidad
infantil, por esto Freud no comunicó jamás sus observaciones sobre
el comportamiento infantil, a excepción del juego de la bobina de su
nieto y de las observaciones procedentes del análisis del pequeño
Hans.

El niño de la teoría psicoanalítica era una elaboración teórica basada


en las interpretaciones que hace el psicoanalista de los recuerdos
infantiles; es reconstrucción más que construcción, lo que plantea
numerosos problemas de validez. Esta situación cambió con los
trabajos de autores como A. Freud, Hartmann, Winnicott, Kris,
Erikson, Spitz o Mahler que introdujeron la observación directa como
método para validar, corregir o completar las reconstrucciones de la
teoría psicoanalítica.

La investigación proporcionó una articulación teórica desde el


psicoanálisis que analizó las manifestaciones denominadas como
agresividad, y a partir de allí articular una propuesta teórico clínica
que describe la manera como se estructura la agresividad en los casos
estudiados.

En la práctica permitió realizar un acercamiento de la teoría


psicoanalítica a la intervención en el contexto hospitalario. El alcance
práctico estuvo ligado con la posibilidad de un mejor abordaje a este
tipo de trabajo con el fin de obtener mejores resultados en el que hacer
clínico ante este tipo de manifestación en los niños.

La agresividad puede ser motivada por diversas fallas en la


estructuración, también a veces solo suele ser una expresión de un
tiempo fundante que es necesario para el infans (término usado por
Lacan para referirse al niño aún no atravesado por el lenguaje) Poder
discriminar de qué se trata, brinda herramientas tanto clínicas como
teóricas. Es por ello que se circunscribió la investigación alrededor de
lo que ocurre con el niño, escuchando de los padres lo que estos
puedan aportar pero siempre en relación al niño y lo que le ocurre en
esos "primeros años de vida" cuando se "constituye" por así decirlo la
conjugación de diversos procesos que definirán lo llamado
"estructural" por el psicoanálisis refiriéndose a lo puramente
subjetivo. Para ello se tuvieron en cuenta entonces nociones como
deseo, goce, (objetos pulsionales) Rasgo unario, etc.

Con respecto al método, la investigación misma ha llevado implícito


a recorrer el trabajo elaborado por analistas como Freud y Lacan en
su quehacer, así como, también, conducir a los investigadores a este
particular modo de interpretación propuesto hace aproximadamente
cien años por Freud y que en cada nuevo investigador se revive como
una apuesta.

El trabajo con niños siempre ha sido una inquietud constante a través


de la historia del psicoanálisis, desde el mismo Freud, quien puso
mucho énfasis en la infancia, pasando por su hija Ana, quien despliega
todo un trabajo con respecto a la infancia y la educación, hasta
analistas como los Mannoni, Fracoise Dolto, Rosine Lefort, más
actuales quienes tanto en su teoría, como en su clínica han realizado
valiosos aportes.

La agresividad ha sido bastante discutida desde la Psicología,


inclusive hasta el punto de responsabilizar a medios como la
televisión, la música y hasta el contacto con otros niños de esta
manifestación en la infancia; es bastante delicada la línea que divide
lo que es un acto agresivo de uno que no lo es. Así como también
resulta difícil poder dilucidar entre eso que se presenta como propio
de la infancia y que muchos llaman la crueldad infantil, eso que el
mismo Freud llamó lo polimorfo perverso de la infancia, o a
diferencia de ello un acto que implique la trasgresión del otro.

Muchas clasificaciones se han dado desde la psiquiatría. Por ejemplo,


el DSM reconoce en la infancia lo que a juicio de los expertos
llaman: Trastorno de negativismo desafiante y el llamado trastorno
disocial en el eje I. Sin embargo este tipo de clasificaciones, tienden
a cerrar cualquier tipo de pregunta sobre su causa y su valor como
accidente del significante.

Mas allá de un motivo de consulta y de investigación actual para la


consulta externa de la FHUM, la agresividad es un "tema" por así
decirlo que compete a padres y colegios, mas aún en un momento en
que un país como Colombia atraviesa por un momento de suma
violencia.

Al analizar la concepción del desarrollo de Freud hay autores,


como Zukier (1985) , que afirman que no hay un concepto del
desarrollo en él salvo la compulsión a la repetición; sin embargo, hay
otros, como Morss (1996) que señalan que Freud rompe con un
desarrollismo uniforme. A pesar de planteamientos como los de
Zukier, podemos establecer algunas tendencias generales en la
evolución del individuo tal y como lo concibió Freud:

La sucesión de las fases del desarrollo de la sexualidad tiene una base


biológica, pero existen múltiples maneras de resolver los conflictos
presentes, tanto las pulsiones del Yo (autoconservación) como
diferentes factores externos pueden jugar un papel decisivo.

Estas fases son cualitativamente diferentes, es decir, no presentan


semejanza alguna.

La evolución normal puede dar lugar a desvíos, dominados por dos


mecanismos fundamentales, por un lado la fijación de la libido en
fases u objetos anteriores en el desarrollo, y por otro la regresión o
tendencia a volver a las fases no superadas.

Los conflictos entre las pulsiones y el Yo constituyen un factor


dinámico de gran importancia tanto en el desarrollo normal como en
las desviaciones patológicas; es la manera de resolverlos lo que
determina una u otra dirección.

El proceso de individuación es una larga evolución que va desde una


indiferenciación primitiva, en la que no hay represión diferenciada ni
separación entre acción y percepción (narcisismo primario), a un
estado de diferenciación progresiva (narcisismo secundario) que
desemboca en la elección objetal.

Además, en la concepción del desarrollo de la teoría psicoanalítica


hay dos conceptos que juegan un papel central: la represión y el
conflicto psíquico. La represión es el proceso que tiene lugar cuando
una pulsión (de naturaleza sexual o agresiva) se enfrenta a resistencias
del individuo que la privan de su satisfacción por considerarla
peligrosa. Esta pulsión, con sus aspectos emocionales, perceptivos y
representativos, permanece en el inconsciente y es olvidada. El
proceso de oposición entre pulsión y resistencias se traduce en un
conflicto en el que interviene la conciencia. En el caso normal se
resuelve del conflicto cuando la pulsión es apartada y su energía
eliminada, pero en otros casos el Yo reprime el conflicto impidiéndole
su realización, la emoción reprimida que acompaña la pulsión guarda
su fuerza energética y el Yo tiene que luchar de manera permanente
contra ella; el elemento reprimido, que se ha vuelto inconsciente
puede buscar soluciones para su realización que darán lugar a los
síntomas neuróticos.

Por otro lado, con respecto al desarrollo sexual, Freud propuso que
cualquier individuo atraviesa una serie de fases en su desarrollo
sexual, cada fase se caracteriza por una zona erógena, zona del cuerpo
que produce la satisfacción de la libido) y el desplazamiento de estas
zonas dominantes conlleva la sucesión de una fase a otra. Cada fase
se caracteriza por un tipo de relaciones objetales y de mecanismos
psíquicos que nos indican la evolución de la personalidad del
individuo y de su socialización progresiva. Estas fases reciben el
nombre de oral, anal, fálica, de latencia y genital.

Para entender el concepto de sexualidad de Freud hay que entender


que él la consideró en un sentido amplio, de manera que, como indicó
en su libro Tres ensayos sobre la teoría de la sexualidad, la sexualidad
es una función corporal que persigue la obtención de placer y que no
se halla reducida a los órganos genitales, por esto consideró que los
bebés nacen con necesidades sexuales. Esta idea de considerar la
infancia como la sede de complejas pulsiones sexuales chocó con la
imagen de la imagen de la infancia considerada como un periodo de
inocencia y armonía (Martí, 1991) .
La teoría psicoanalítica ha sido enjuiciada resaltando los aspectos
positivos y negativos. Bradley (1992) señaló tres inconvenientes en
la teoría de Freud:

Las dificultades admitidas por Freud para explicar los deseos y el


desarrollo mental de las mujeres (como confesó al final de su vida
consideraba particularmente difícil de entender el desarrollo
psicológico de las niñas). El autor relacionó de una manera arbitraria
la masculinidad y la feminidad con la actividad y la pasividad, además
consideró que tanto varones como mujeres eran bisexuales, sin
embargo, la tendencia general en su pensamiento era considerar a las
mujeres como más pasivas y menos capaces que los hombres, tanto
desde una perspectiva intelectual como moral. Para Bradley, Freud
describe la sexualidad infantil basándose en el desarrollo del niño
varón; el control paterno del hijo se reafirma a partir de la
comprensión del hijo de que el padre es capaz de castrarlo y el niño
cree que esto es posible porque como las niñas carecen de pene ya han
sido castradas; en esta descripción del género, la niña va a rivalizar
con el padre por la posesión sexual de la madre, pero las diferencias
anatómicas le obligan a darse cuenta que ya ha sido castrada, por lo
que se enfrenta a la madre por no haberle dado un pene y se vuelve
hacia el padre para que le de uno. La represión de la niña de su deseo
de tener relaciones con su padre es menos fuerte que en el niño ya que
la niña no tiene nada que perder, al tener menos incentivo para
identificarse con el padre carece de un superyo fuerte y como
resultado tiene un menor sentido de la moralidad y la justicia y es
menos capaz de pensar objetivamente.

Los defectos en los datos de la observación y en el apoyo lógico a la


teoría freudiana de las pulsiones. Como señaló M. Klein (1928) el
complejo de Edipo tiene lugar mucho antes de lo que Freud había
pensado, incluso durante el primer o segundo año de vida.

Las dudas acerca de la relación causal entre los relatos de los


pacientes sobre su infancia y sus neurosis. Ya Freud en 1897 había
sospechado que las descripciones de los adultos de sus sentimientos
infantiles podrían tener más que ver con sus propios deseos y
preocupaciones actuales que con lo que realmente había sucedido en
el pasado.

Además de estas críticas, también se le ha criticado al psicoanálisis la


tendencia hacia la normalización, es decir, la prescripción normativa
de formas particulares de relación o modelos de cambio. Por último,
también se ha tildado de no ser científica y no preocuparse por la
verificación de hipótesis.

Como autores más significativos, además de S. Freud, dentro de esta


teoría destacamos: Lacan, Erikson, Klein, Mahler y Winnicott.
En primer lugar, Lacan en el artículo titulado: el estadio del espejo
como formador de la función del yo, tal como se nos revela en la
experiencia psicoanalítica, nos explica como cambian y maduran los
bebés, describiéndolos como psíquicamente fragmentados. El recién
nacido tiene un conocimiento mínimo del yo, hay una falta clara de
los límites entre su propio cuerpo y el mundo, y este cuerpo es
experimentado como fragmentado y anárquico. La etapa del espejo
aparece durante el primer año de vida, la experiencia del bebé de verse
en un espejo es un paso evolutivo crucial; el reflejarse es en algún
sentido reconocido como siendo el yo, pero también es reconocido
como siendo otra cosa que el yo. Además para este autor el lenguaje
se conexiona con el género, la entrada en el mundo del lenguaje
(mundo simbólico) es también una entrada a un mundo dividido en el
género de los sujetos.

En segundo lugar, Erikson con su teoría epigenética estudió el papel


de la realidad social, centrándose en la relación del Yo con las
exigencias sociales y culturales y la evolución a lo largo de todo el
ciclo vital (de la infancia a la senectud). El desarrollo lo describió en
una sucesión de ocho estadios cada uno caracterizado por dos polos
opuestos que muestran las nuevas capacidades y necesidades del Yo
en respuesta a ciertas demandas sociales. Los estadios se caracterizan
por un sentimiento de crisis que puede ser vivido como un conflicto
entre tendencias opuestas. Los estadios son los siguientes:
Confianza elemental vs. desconfianza.

Autonomía vs. vergüenza y duda.

Iniciativa vs. culpa.

Laboriosidad vs. inferioridad.

Identidad vs. confusión de identidad.

Intimidad vs. aislamiento.

Generatividad vs. estancamiento.

8. Integridad vs. desesperación.

Por último, indicó que cada sociedad satisface cada fase del desarrollo
de sus miembros por medio de instituciones específicas (cuidados
parentales, escuela, maestros, ocupaciones, etc.).

En tercer lugar, señaló que es necesario examinar el mundo interior


del individuo a través de los objetos interiores, fantasmas y
mecanismos de defensa. Existen dos posiciones que definen las
relaciones de objeto, no son fases sino formas de funcionamiento
psíquico: la posición esquizoparanoide y la posición depresiva. En la
primera, que se corresponde con el primer trimestre de vida aunque
puede persistir o resurgir en otras fases de la vida, el individuo se
relaciona con objetos parciales, siendo el pecho materno el principal
para el lactante. En la segunda, en la que se toma conciencia del objeto
total y único (la madre), se inicia en el individuo el sentido de la
realidad, la comunicación con los demás o la capacidad para la
identificación con el otro.

Por su parte, Mahler, cuyas ideas provienen de las observaciones


directas de niños y niñas normales y psicóticos (autistas), señaló que
la evolución de la relación objetal se lleva a cabo en tres fases. La
primera fase es la denominada autística, durante las dos primeras
semanas de vida, y en ella no se hace distinción entre uno y los demás.
En el segundo mes comienza la fase simbiótica en la que el bebé,
confusamente, se hace consciente del hecho de que la reducción de
sus tensiones viene del exterior, en tanto que la tensión se origina en
él. La tercera etapa llamada reacercamiento, hasta el final del segundo
año, se caracteriza por un claro conflicto entre el movimiento que
empuja al sujeto a la exploración del mundo y la creciente atención
que demanda a su madre.

Y por último, para Winnicott habría esencialmente dos estadios: el de


la dependencia absoluta, cuyo fin es que el proceso de desarrollo no
sea turbado y el de la dependencia relativa en el que el lactante
comienza a ser consciente de su dependencia. Además propuso el
concepto de objeto transaccional.
Etapas del desarrollo psicosexual
Según la teoría freudiana, las etapas de desarrollo psicosexual y sus
características son las siguientes.

1. Etapa oral

La etapa oral ocupa aproximadamente los primeros 18 meses de vida,


y en ella aparecen los primeros intentos por satisfacer las demandas
promovidas por la libido. En ella, la boca es la principal zona en la
que se busca el placer. También es la boca una de las principales zonas
del cuerpo a la hora de explorar el entorno y sus elementos, y esto
explicaría la propensión de los más pequeños a intentar "morderlo"
todo.

Si se impide tajantemente que los bebés utilicen su boca para


satisfacerse, esto podría producir un bloqueo que haría que ciertos
problemas quedasen fijados en el inconsciente (siempre según Freud).

2. Etapa anal

Esta etapa se produciría desde el fin de la etapa oral y hasta los 3 años
de edad. Se trapa de la fase en la que se empiezan a controlar el
esfínter en la defecación. Para Freud, esta actividad está vinculada al
placer y la sexualidad.

Las fijaciones relacionadas con esta fase del desarrollo psicosexual


tienen que ver con la acumulación y con el gasto, vinculadas con el
espíritu ahorrador y la disciplina en el primer caso, y con la
desorganización y el derroche de recursos en el segundo.

3. Etapa fálica

Esta fase pulsional duraría entre los 3 y los 6 años, y su zona erógena
asociada es la de los genitales. De este modo, la principal sensación
placentera sería la de orinar, pero también se originaría en esta fase el
inicio de la curiosidad por las diferencias entre hombres y mujeres,
niños y niñas, empezando por las evidentes disimilitudes en la forma
de los genitales y terminando en intereses, modos de ser y de vestir,
etc.

Además, Freud relacionó esta fase con la aparición del "complejo de


Edipo", en el que los niños varones sienten atracción hacia la persona
que ejerce el rol de madre y sienten celos y miedo hacia la persona
que ejerce el rol de padre. En cuanto a las niñas que pasan por esta
etapa del desarrollo psicosexual Freud "adaptó ligeramente la idea
con Complejo de Edipo para que englobas a estas, a pesar de que el
concepto había sido desarrollado para que cobrase sentido
principalmente en los varones. Fue más tarde cuando Carl Jung
propuso el complejo de Electracomo contraparte femenina al Edipo.

4. Etapa de latencia

Esta fase empieza hacia los 7 años y se extiende hasta el inicio de la


pubertad. La etapa de latencia se caracteriza por no tener una zona
erógena concreta asociada y, en general, por representar una
congelación de las experimentaciones en materia de sexualidad por
parte de los niños, en parte a causa de todos los castigos y
amonestaciones recibidas. Es por eso que Freud describía esta fase
como una en la que la sexualidad queda más camuflada que en las
anteriores.

La etapa de latencia ha estado asociada a la aparición del pudor y la


vergüenza relacionada con la sexualidad.

5. Etapa genital

La etapa genital aparece con la pubertad y se prolonga en adelante.


Está relacionada con los cambios físicos que acompañan a la
adolescencia. Además, en esta fase del desarrollo psicosexual el deseo
relacionado con lo sexual se vuelve tan intenso que no se puede
reprimir con la misma eficacia que en etapas anteriores.

La zona erógena relacionada con este momento vital vuelve a ser la


de los genitales, pero a diferencia de lo que ocurre en la fase fálica,
aquí ya se han desarrollado las competencias necesarias para expresar
la sexualidad a través de vínculos de unión de carácter más abstracto
y simbólico que tienen que ver con el consenso y el apego con otras
personas. Es el nacimiento de la sexualidad adulta, en contraposición
a otra ligada solo a las simples gratificaciones instantáneas y
obtenidas mediante actividades estereotípicas.
La teoría freudiana, en contexto

La teoría del desarrollo psicosexual puede llevar a producir cierto


alarmismo si se piensa que una mal gestión de la educación de los
menores durante estas fases puede dejarles con traumasy todo tipo de
trastornos si no se entienden bien las ideas de Freud. Sin embargo,
hay que tener en cuenta que esta teoría durante fue formulada y
desarrollada en un punto en el que la psicología acababa de nacer.

Cuando Sigmund Freud desarrolló sus teorías, se basaba en casos


concretos de pacientes que conocía, es decir, que su manera de
investigar se fundamentaba en una mezcla de estudios de casos e
interpretación de los contenidos simbólicos del comportamiento de
las personas. Apenas establecía hipótesis que pudieran ser
contrastadas con la realidad, y cuando lo hacía, se limitaba a observar,
no a realizar experimentos. La teoría del desarrollo psicosexual no fue
una excepción a esta norma.

Tampoco tiene mucho sentido investigar acerca de la utilidad de la


teoría del desarrollo psicosexual utilizando para ello análisis
estadísticos, porque la formulación de estas ideas se basaba en la
interpretación que se hacía acerca de los actos de los pacientes y de
su pasado.

En parte por esto y en parte porque el psicoanálisis freudiano no se


ciñe a la epistemología usada en la ciencia actual, no hay ningún
motivo para pensar que esta teoría sirve para explicar y predecir los
problemas vinculados a la sexualidad y la socialización de las
personas. Eso significa que la teoría psicosexual no puede servir para
detectar señales de alarma acerca de si los niños o adolescentes se
desarrollan correctamente o no, ni puede servir para asegurar que los
trastornos mentales se deben a esta clase de mecanismos.
Las Instancias de la personalidad:
El psicoanálisis es creación del vienés Sigmund Freud. Fue elaborado
como un procedimiento para el diagnóstico y tratamiento de ciertas
neurosis, es decir, surgió de la observación y la experimentación
directa sobre seres humanos. El psicoanálisis es, por lo pronto, un
método, pero también una doctrina relativa al funcionamiento de la
mente. Tanto en el método como en la doctrina se describen tres
instancias fundamentales en que se divide la psique:

El Yo (Ego). Es la parte consciente que dirige la conducta y sirve de


puente entre las necesidades del organismo y el mundo real. A nivel
interno establece el orden de preferencias entre las exigencias del Ello
y del Superyo para que no entren en conflicto.

El Superyo (Superego). Es la parte moral: ideales, normas y reglas


establecidas por la sociedad y asumidas por el individuo, representa a
la propia sociedad dentro del individuo. También puede identificarse
con el Yo ideal, el que desearíamos ser y no somos. El Superyo es el
que nos castiga y nos premia siguiendo nuestras propias convicciones,
es decir, nuestro amor propio. Suele proyectarse sobre la idea de un
dios o dioses por encima del hombre.

El Ello (Id). Es la parte más desconocida de nosotros mismos. Los


deseos, pensamientos y sentimientos más profundos de los que ni
siquiera tenemos noticia de que existan. Un almacén de recuerdos
olvidados, emociones y traumas reprimidos o no reconocidos. Actúa
de un modo instintivo, es decir inconsciente y automáticamente. Se
trata de instintos básicos como la búsqueda del placer (la Libido) o la
agresividad que buscan la satisfacción inmediata y a su vez dan pie a
impulsos altamente elaborados que crean necesidades más concretas,
tan arraigados que parecen instintivos como un comportamiento que
ha sido intensamente aprendido durante mucho tiempo y llega a
parecer natural y automático. Por debajo de éstos instintos e impulsos
sólo quedan los actos reflejos puramente biológicos como el hambre,
la sed, el sueño, la digestión, los latidos del corazón, etc. localizados
en la parte más primitiva del cerebro.

A modo de síntesis podríamos ilustrar el organismo humano como un


carruaje. El Yo es el que lleva las riendas, el Superyo el guía sentado
junto a él, que le indica por donde tiene que ir y el Ello es el tiro de
caballos que arrastra todo lo demás. ¿Qué ocurriría si el cochero y el
guía no se ponen de acuerdo sobre la ruta a seguir? Sin duda
malograrían el viaje, el conductor es quien dice la última palabra, pero
el guía enfadado no dejaría de incordiar e incluso amenazar. ¿Y si el
conductor maltrata a los caballos, no les da de comer o les lleva por
un camino pedregoso? Seguramente acabarían abocados al desastre,
perdería el control sobre los caballos o quedarían tirados en medio del
camino. Otra forma de ilustrarlo sería utilizando el análisis
transaccional, inspirado en el psicoanálisis: el Superyo representa a la
figura del padre, nuestra parte crítica y protectora; el Yo el adulto
racional y responsable; y el Ello el niño espontáneo y natural que
todos llevamos dentro.Las tres instancias de la personalidad.
Los Mecanismos de Defensa:
Goya, El sueño de la razón produce monstruos, estampa de Los
Caprichos.

En la teoría psicoanalítica freudiana, los mecanismos de defensa son


estrategias psicológicas inconscientes puestas en juego por diversas
entidades para hacer frente a la realidad y mantener la autoimagen.
Las personas sanas normalmente utilizan diferentes defensas a lo
largo de la vida. Un mecanismo de defensa del yo deviene patológico
solo cuando su uso persistente conduce a un comportamiento
inadaptado tal que la salud física y/o mental del individuo se ve
afectada desfavorablemente. El propósito de los mecanismos de
defensa del yo es proteger la mente/sí mismo/yo de la ansiedad o
sanciones sociales y/o para proporcionar un refugio frente a una
situación a la que uno no puede hacer frente por el momento.1

Los mecanismos de defensa son referidos con mayor exactitud como


mecanismos de defensa del yo, y así pueden ser categorizados
aconteciendo cuando los impulsos del ello están en conflicto unos con
otros, cuando los impulsos del ello entran en conflicto con los valores
y creencias del superyó, y cuando una amenaza externa es planteada
al yo.

El término "mecanismo de defensa" es entendido a menudo


refiriéndose a un término característico de rasgos de personalidad que
surgen debido a la pérdida o experiencias traumáticas, pero con mayor
precisión se refiere a diferentes tipos de reacciones que se
identificaron durante y después de la época de Anna Freud, hija
del padre del psicoanálisis.

Los mecanismos de defensa se confunden a veces con estrategias de


afrontamiento.2

Uno de los recursos utilizados para evaluar estos mecanismos es


el Defense Style Questionnaire (DSQ-40).34

Generalidades

Las llamadas técnicas de ajuste básico, mecanismos


homeostáticos, estrategias de afrontamiento son, junto a los
mecanismos de defensa, mecanismos psicológicos que reducen las
consecuencias de un acontecimiento estresante, de modo que el
individuo puede seguir funcionando normalmente. Los modelos de
comportamiento que componen la psiquis en el ser humano, son un
compuesto de fuerzas. Estas fuerzas son las características genéticas,
las características instintivas que residen en el inconsciente y los
factores de desarrollo, que incluyen: adiestramiento, circunstancias
ambientales del individuo, y experiencia y formación.

La mayor parte de las personas mantienen un balance equilibrado


entre estas fuerzas. Algunas veces el balance es muy tenue y se ajusta
con los mecanismos de defensa.
«Estrategias de afrontamiento» se refiere a actividades y
comportamientos de las que el individuo es consciente y
«mecanismos de defensa» se refiere a procesos mentales
inconscientes. Los mecanismos de defensa, que como se ha dicho son
comportamientos inconscientes, son diversas formas de
defensa psicológica con las cuales el sujeto consigue vencer, evitar,
circundar, escapar, ignorar o
sentir angustias, frustraciones y amenazas por medio del retiro de los
estímulos cognitivos que las producirían. Entre los mecanismos de
defensa se incluyen los siguientes:

Mecanismos de defensa principales

Condensación

Desplazamiento

Disociación

Formación reactiva

Negación

Proyección

Racionalización

Represión

Regresión
Otros mecanismos

Actuación o paso al acto (acting out)

Altruismo (como mecanismo de defensa)

Identificación con el agresor

Identificación proyectiva

Intelectualización

Sublimación

Supresión

Introyección

Fijación

Algunos Mecanismos de Defensa:

Los métodos más usados por las personas habitualmente para vencer,
evitar, circundar, escapar, o ignorar las frustraciones y amenazas
incluyen los siguientes:

Disociación: se refiere al mecanismo mediante el cual el inconsciente


nos hace olvidar enérgicamente eventos o pensamientos que serían
dolorosos si se les permitiese acceder a nuestro pensamiento
(consciente). Ejemplo: olvidarnos del cumpleaños de antiguas
parejas, fechas, etc.
Proyección: es el mecanismo por el cual sentimientos o ideas
dolorosas son proyectadas hacia otras personas o cosas cercanas pero
que el individuo siente ajenas y que no tienen nada que ver con él.

Negación: se denomina así al fenómeno mediante el cual el individuo


trata factores obvios de la realidad como si no existieran. Ejemplo:
cuando una persona pierde a un familiar muy querido, como por
ejemplo su madre, y se niega a aceptar que ella ya ha muerto y se
convence a sí mismo de que sólo está de viaje u otra excusa.

Introyección (lo opuesto a proyección): es la incorporación subjetiva


por parte de una persona de rasgos que son característicos de otra.
Ejemplo: una persona deprimida quizá incorpora las actitudes y las
simpatías de otra persona y así, si esa otra persona tiene antipatía hacía
alguien determinado, el deprimido sentirá también antipatía hacia esa
persona determinada.

Regresión: es el retorno a un funcionamiento mental de nivel anterior


("más infantil"). Ejemplo: los niños pueden retraerse a un nivel más
infantil cuando nacen sus hermanos y mostrar un comportamiento
inmaduro como chuparse el pulgar o mojar la cama.

Formación reactiva o reacción formada: sirve para prevenir que un


pensamiento doloroso o controvertido emerja. El pensamiento es
sustituido inmediatamente por uno agradable. Ejemplo: una persona
que no puede reconocer ante sí mismo que otra persona le produce
antipatía, nunca le muestra señales de hostilidad y siempre le muestra
una cara amable.

Aislamiento: es la separación del recuerdo y los sentimientos (afecto,


odio). Ejemplo: un gran amor es asesinado en un incidente. Su pareja
narra los detalles con una falta completa de emoción.

Desplazamiento: es la condición en la cual no solo el sentimiento


conectado a una persona o hecho en particular es separado, sino que
además ese sentimiento se une a otra persona o hecho. Ejemplo: el
obrero de la fábrica tiene problemas con su supervisor pero no puede
desahogarlos en el tiempo. Entonces, al volver a casa y sin razón
aparente, discute con su mujer.

Racionalización: es la sustitución de una razón inaceptable pero real,


por otra aceptable. Ejemplo: un estudiante no afronta que no desea
estudiar para el examen. Así decide que uno debe relajarse para los
exámenes, lo cual justifica que se vaya al cine a ver una película
cuando debería estar estudiando.

Cuando las técnicas de ajuste del comportamiento no bastan para


equilibrar la realidad, el resultado puede llegar a lo siguiente:

Estrés y respuestas neuróticas como ansiedad o depresión,


acompañadas frecuentemente por disfunciones biológicas, como las
del apetito o el sueño o fisiólógicas, como las llamadas enfermedades
psicosomáticas, por ejemplo, úlceras gástricas o dolores nerviosos.
Conductas desadaptativas más graves, como el suicidio y
los trastornos delirantes. Serían recursos defensivos más propios
de trastornos de personalidad y de la Esquizofrenia y otros trastornos
psicóticos, no constituyendo empero ningún impedimento como para
que cualquier persona recurra a ellos si las defensas de tipo neurótico
son insuficientes y el estímulo desborda en intensidad las capacidades
defensivas del individuo.

Situación particular de la sublimación

Un proceso psíquico algo diferente, aunque suela confundírsele


erróneamente con los mecanismos de la defensa psíquica, constituye
la Sublimación. Aquí el impulso es canalizado a un nuevo y más
aceptable destino. Se dice que la pulsión se sublima en la medida en
que es derivada a un nuevo fin, no sexual, y busca realizarse en
objetos socialmente valorados, principalmente la actividad artística y
la investigación intelectual.5 Ejemplo: el deseo de un niño de
exhibirse puede sublimarse en una carrera vocacional por el teatro.

Mecanismos de defensa en Psicología

Los mecanismos de defensa fueron propuestos dentro


del psicoanálisis, tanto por Sigmund Freud como por otros como Karl
Abraham, pero han entrado ya al acervo común de la psicología en
general.
La Asociación Psiquiátrica Americana, más recientemente, los ha
recogido en una Escala de mecanismos de defensa en el DSM-IV y
el DSM-IV-TR de la Asociación Psiquiátrica Americana, como eje
diagnóstico para estudios posteriores, y les ha dado el apelativo
alterno de "estrategias de afrontamiento". Una variedad de autores
expone sus puntos de vista acerca de la función de mecanismos de
defensa. Recientemente Arthur Staats ha propuesto que «los
mecanismos de defensa implican el funcionamiento de repertorios de
lenguaje complejo de modo que reducen la emocionalidad negativa
que, de otra forma, la persona experimentaría».

Desde un punto de vista conductual, los seres humanos aprenden a


proveerse a sí mismos de estimulación, con lo cual aumentan las
probabilidades de anticipar la estimulación ambiental: es decir, se
anticipan a su ambiente, con lo cual aumentan su adaptabilidad a
eventos futuros similares a eventos de su pasado que hayan tenido
algún grado de similitud. Este es el fundamento empírico de la
característica que tienen los seres humanos de no sólo recibir y emitir
estimulación aversiva de su ambiente, sino también interiorizarla. De
este modo, no sólo es motivante evitar la estimulación displacentera
del ambiente, sino también evitar aquella del interior (respuestas
coverantes). La forma de evitar este tipo de estimulación aversiva
coverante, son, justamente, los mecanismos de defensa.

Mecanismos de defensa en Psicoanálisis


Los mecanismos de defensa en la teoría psicoanalítica tienen la
función de evitar la censura del superyó, instancia psíquica
estructurada a partir de la resolución del Complejo de Edipo. Son
auxiliares de la represión, mecanismo éste en el cual las
representaciones censurables son eliminadas del discurso consciente.
En la concepción de Freud, las pulsiones no pueden ser eliminadas,
sino sólo reprimidas en el inconsciente. Las pulsiones tienden, de
forma invariable, a su descarga, de modo tal que, si su representación
pulsional le es denegada a una expresión consciente, entonces es
desfigurada simbólicamente.

La angustia juega un papel esencial en la producción de la defensa,


dentro de la teoría freudiana. Ella es una señal de alerta al yo, que es
la instancia intrapsíquica que produce los diversos mecanismos de
defensa y de adaptación.

El mecanismo de defensa principal, clave para todas las demás, es


la represión. Es la defensa en la cual el yo mueve las representaciones
de la conciencia a un nivel inconsciente (fundamento príncipe de
la neurosis). Esa representación reprimida es la que motiva la
aparición de síntomas.

Después de Sigmund Freud, autores posteriores, como Anna


Freud, Melanie Klein y Alfred Adler, han propuesto una variedad de
mecanismos de defensa cuya concepción les había ayudado a
describir y comprender los fenómenos clínicos que se han observado,
en una variedad de sujetos, tanto niños como adultos.

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