— 2· 1991 —

LA ETICA EN ASUNTOS INTERNACIONALES

Por Robert J. Myers
ECONOMÍA SIN FRONTERAS
Por Miles Kahler
COMO ADMINISTRAR LA EXPLOSION DE LAS INNOVACIONES
Por Kenneth H. Keller
Soberbio monumento nacional FAŒTASÎS UNA PUBLICACIÓN
TRIMESTRAL DE IMPORTANTES
La Cámara Legislativa de Massachusetts, en el centro de Boston, está considerada como una obra REFLEXIONES Y OPINIONES
ACERCA DE HECHOS SOCIALES,
maestra del arquitecto de estilo federal Charles Bulfinch, cuyas joyas arquitectónicas de aspecto POLÍTICOS Y CULTURALES EN LOS
clásico están esparcidas por Nueva Inglaterra. Terminado en 1798, el capitolio estatal se alza al ESTADOS UNIDOS. ESTE
DIALOGO DE DIVERSAS VOCES
inicio de la Ruta de la Libertad de Boston, un corto sendero marcado que une algunos de bs hitos REPRESENTA LAS OPINIONES
más significativos de la independencia y los primeros años de los Estados Unidos: la casa de Paul DE LOS AUTORES YNO REFLEJA
NECESARIAMENTE LAS
Reveré, el monumento a la batalla de Bunker Hill, el buque de guerra U.S.S. Constitution. Todos OPINIONES POLÍTICAS DEL
GOBIERNO ESTADOUNIDENSE,
ellos han sido elegidos como monumentos históricos nacionales. En la pág. 48 presentamos un OFICINA EDITORIAL: U.S.
reportaje gráfico de la variedad de sitios preservados por este programa. INFORMATION AGENCY, 301 4TH
STREET, S.W., WASHINGTON,
DC, 20547, U.SA

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PORTADA: Los espectaculares

cambios políticos y los nuevos desafíos
mundiales son analizados en la
secáón espeaal a partir de la página
dos. Dibujo © 1990 Peter Till/The
Image Bank.
 Número 92 · 2/91

2 SECCIÓN ESPECIAL SOBRE PERSPECTIVAS DE POLÍTICA EXTERIOR

3 LA ETICA EN ASUNTOS INTEkNACIONALES Robert J. Myers

Las naciones se percatan de que la decisión moral suele ser la decisión práctica.

7 ECONOMÍA SIN FRONTERAS Miles Kahler

Hemos entrado en la era de la integración mundial en manufacturas, mercados, bienes y mano de obra

14 COMO ADMINISTRAR LA EXPLOSION DE LAS INNOVACIONES Kenneth H. Keller

Los adelantos de la ciencia y la tecnología tienen consecuencias para toda la política internacional.

21 LOS DOS ROSTROS DE LA DEMOCRACIA Juan J. Linz

Todos los regímenes, presidenciales o parlamentarios, dependen del apoyo de la sociedad en conjunto.

28 EL MUNDO DE LA TELEVISION: CONVERSACIÓN CON BILL MOYERS

Un distinguido periodista de televisión señala cómo refleja su medio los cambios de la sociedad.

34 LA CONQUISTA DEL OESTE EN RETROSPECTIVA Larry McMurtry

Los historiadores revisan hoy la gesta heroica de la colonización de la frontera norteamericana.

40 UNA VENTANA A CUATRO DECENIOS: LAS NOVELAS DE CONEJO John Updike

El talentoso cronista de la vida estadounidense cierra el libro de una época.

44 COMO DESCUBRHI EL ARTE EN LA CIENCIA Robert S. Root-Bernstein

La educación científica debe alentar a los estudiantes a explorar sus ideas personales creativas.

48 SITIOS HISTÓRICOS ESTADOUNIDENSES

Desde el puente de Brooklyn hasta Pikes Peak, los sitios históricos atestiguan la forma de vida de la nación.

58 POLÍTICAS PREFERENCIALES PARA MINORÍAS: UN ANALISIS Thomas Sowell

Los programas que ayuden realmente a los grupos minoritarios deben aspirar a soluciones difíciles, a largo plazo

65 SOBRE EL HUMANISMO SECULAR James Davison Hunter

Una definición nueva y más amplia de la religión plantea complejas cuestiones constitucionales.

72 CRITICA
MÚSICA: Las composiciones de Aaron Copland
EDUCACIÓN: Politics, Markets, and America's Schools por John E. Chubb y Terry M. Moe
HISTORIA: The Civil War: An Illustrated History por Geoffrey C. Ward, Ric Bums y Ken Bums
CIENCIA: Origins: The Lives and Worlds of Cosmologists por Alan Lightman y Robería Brawer
FILOSOFÍA: Convictions por Sidney Hook
ARTE: Sélections and Transformations: The Art ofjohn Marin organizada por la Galería Nacional de Arte
Ante el rápido cambio del panorama político de muchas naciones, re-
sulta claro que en la década de 1990 hemos entrado en lo que la revista
Time denominó "una de las raras ocasiones en que la tectónica de placas
de la historia se desliza bajo los pies de la humanidad y nada es igual que
antes". Uno de los más espectaculares de esos cambios se refiere a la
propagación de la democracia en Europa oriental. Sin embargo, los
últimos años han atestiguado múltiples cambios, inclusive un renovado
compromiso con los derechos humanos en el mundo entero, el ascenso
de Japón como superpotencia económica y el acelerado éxito de las
exportaciones de otras naciones pertenecientes a los litorales del
Pacífico. Estos y otros cambios abismales anuncian la instauración de una
ecuación más compleja de la balanza del poder económico y político, a
medida que las naciones se vuelven cada día más interdependientes.
Los pensadores políticos vaticinan que ésta será una década de
colaboración e intereses compartidos, al tiempo que nuevos desafíos—el
efecto de invernadero, las presiones
demográficas, la revolución de las
comunicaciones, la inmensa transferen-
cia de capitales y bienes—trascienden las
fronteras nacionales. En esta sección
especial, Facetas contempla tres pers-

pectivas diferentes que definen este naciente orden mundial: la ética, la

economía y la tecnología.
Comenzamos con una disertación del elemento ético de las relacio-
nes exteriores por Robert J. Myers, presidente del Consejo Carnegie
sobre Ética y Asuntos Internacionales. Myers considera que las nacio-
nes están menos preocupadas por la política del poder y por intereses
puramente egoístas, y que ahora exaltan las cuestiones morales. El mo-
vimiento pro democracia ha influido en la política exterior en con-
junto, a medida que los ciudadanos ordinarios de muchos países parti-
cipan más intensamente en decisiones que consagran los derechos
humanos individuales. Myers señala que, desde la Segunda Guerra
Mundial, hemos creado un sistema de organismos internacionales que
vinculan a las naciones, fomentan la paz mundial y garantizan que "la
decisión ética sea también la decisión práctica".
En el siguiente artículo, Miles Kahler explora la situación de la
economía mundial. Profesor de relaciones internacionales y estudios
del Pacífico en la Universidad de California en San Diego, este autor
describe una época de transición en la que algunas economías
nacionales están en auge y otras flaquean o se reforman. Pese a todo,
la c o n t i n u i d a d se m a n t e n d r á mientras las organizaciones
internacionales que coronaron el orden económico de posguerra
sigan en su sitio.
Por último, Kenneth H. Keller, becario visitante del Consejo de
Relaciones Exteriores, examina las consecuencias de la explosión de las
innovaciones científicas y tecnológicas sobre la política exterior. En
ciencias biológicas, el poder de manipular la maquinaria de la vida
influirá probablemente en la forma en que los gobiernos alimentan y
atienden a sus pueblos; la creación de nuevos materiales puede reducir
notablemente la dependencia de las naciones con respecto a sus
importaciones; además, las tecnologías de la información ya se han
convertido en el sustrato de la defensa nacional. Como en el caso de la
ética y la economía, el acento debe colocarse en la colaboración, pues la
sensibilidad ecológica y la complejidad de la investigación científica
exigen soluciones internacionales. •
 La Etica en Asuntos Internacionales
Las naciones se están percatando de que la decisión
moral es a menudo la decisión práctica.
Por Robert J. Myers
D
esde el final de la Segunda Gue-
rra Mundial se ha ido exten-
diendo un debate, principalmen-
te en los Estados Unidos y Euro-
pa, sobre la pertinencia de la ética en
el m a n e j o de los asuntos i n t e r n a -
cionales. Este debate se animó más y
más en los ochentas y, hoy día, los
acontecimientos de la Unión Soviética
y Europa oriental lo han intensificado.
Hay dos grupos de detractores: uno de
ellos afirma simplemente que no hay
relación entre ética y política exterior,
mientras que el otro, más insistente,
© 1990. Reproducido con autorización de la revista
Dialogue, Universidad de Virginia.
sostiene que nos encontramos ante una
verdad paradójica.
No obstante, si se analiza lo que real-
m e n t e a c o n t e c e en las r e l a c i o n e s
internacionales, tales puntos de vista
resultan irreflexivos. Es evidente por sí
mismo que en relaciones internacio-
nales, igual que en otros aspectos de las
actividades humanas, se toman de-
cisiones. Estas se expresan en términos
de fines, medios y consecuencias. La
actividad de tomar decisiones se orien-
ta hacia metas y, por tanto, hay de por
medio elecciones y valores. Se plantean
a r g u m e n t a c i o n e s (en p r o g r e s i ó n
formal o no) que revelan preferencias,
ponderadas de acuerdo con alguna
escala, de tal manera que la decisión
tiene c o n t e n i d o ético. Al cabo del
tiempo, semejantes decisiones crean
p r e c e d e n t e s y tradiciones para las
naciones, que se expresan rutinaria-
m e n t e en el e n t r a m a d o de regla-
mentos y hábitos que constituyen la
comunidad internacional de hoy.
Vale la pena señalar brevemente de
dónde proceden estos principios éti-
cos. La ética puede ser definida como
fruto de la moralidad. Esto significa
q u e la m o r a l i d a d misma a p o r t a el
fundamento profundo a ciertas ideas,
de las que dimanan después normas
éticas. La m o r a l i d a d p r o v i e n e d e
muchas fuentes, como religión, utilita-
rismo e imperativos culturales. Todo
sistema expide sus respectivas proposi-
ciones éticas, que a menudo están en
fuerte competencia, no sólo dentro de
3
sus propios sistemas éticos, sino tam-
bién con los sistemas éticos provenien-
tes de otros fundamentos morales.
La moralidad y las normas éticas
han influido por largo tiempo en los
asuntos internacionales. La novedad
en este terreno ha sido la explosiva
multiplicación de la bibliografía, acer-
ca del tema de la ética y las cuestiones
internacionales, durante la última dé-
cada. Esto se debe a la participación
popular en los asuntos de la política
exterior en general y de la estadouni-
dense en particular.
abe proponer varias razones por tos exteriores de los Estados Unidos, las demandas y conflictos éticos, lo que
supuesto general de que la no inter-
vención debe ser la norma imperante?
Recientes violaciones de los derechos
litó el monopolio del establishment de la h u m a n o s han vuelto a suscitar pre-
política exterior, permitiendo la in- guntas acerca de lo que es legal y lo
tervención de m u c h a gente que n o que es justo. Los acontecimientos de
aceptaba ni la idea de la raison d'état ni Europa oriental también han plan-
los oscuros cálculos sobre el equilibrio teado cuestiones en torno a la sobe-
del poder. Esto aportó una dimensión ranía y la intervención. Las discusiones
humana individual a las discusiones de acerca de la soberanía absoluta y las
política exterior, con lo cual prolife- p r e t e n s i o n e s h u m a n i t a r i a s están
raron los intereses morales y éticos. añadiendo una dimensión, tan nueva
Quizá la guerra de Vietnam marcó el como desordenada, a las relaciones
final del concepto de que un establish- entre estados. Al mismo tiempo, sin
ment elitista se encargaba de los asun- embargo, estas discusiones subrayan

C las cuales el factor ético es cada pues fue entonces cuando la "informa- puede llevarnos a un pensamiento más
día más importante en los asuntos ción interna", conocida sólo por el go- claro y a la resolución o reconciliación
internacionales: bierno, se convirtió en la justificación de diferencias.
IMS cambiantes condiáones de la guerra definitiva de la guerra, tras del fracaso El medio ambiente. Hasta los años
fría. Desde la década de 1950 hasta la de todos los demás argumentos. setentas, las cuestiones de la ecología
de 1970, el terreno de la guerra fría Otra de las consecuencias de Viet- no ocupaban un lugar preponderante
estuvo intelectualmente congelado y n a m fue la convicción d e q u e los en la discusión de las relaciones in-
n o h a b í a p o s i b i l i d a d e s d e h a c e r Estados Unidos no podían mantener ternacionales. Ahora se manifiestan
comparaciones entre la ética del blo- posiciones discordantes con las tradi- p o r d o q u i e r los costos de los pro-
que comunista y la del mundo libre. Se ciones morales de Norteamérica y no blemas ambientales. En esta discusión,
reforzaban expresiones por el estilo debían aplicar políticas de ese tipo. El uno de los grupos participantes suele
de: el interés definido como poder. El equi- especialista en ciencias políticas Robert señalar el m e r c a d o como el instru-
librio nuclear era el símbolo de aque- Dahl esclareció esto al contrastar en mento que debe establecer las com-
lla esterilidad. El "realismo político" sus o b r a s la d e m o c r a c i a versus la pensaciones e c o n ó m i c a s , m i e n t r a s
era el criterio de medida que aplica- tutela, y lo mismo ocurrió con gran o t r o s lo c o n s i d e r a n el c u l p a b l e e
b a n q u i e n e s j a m á s se t o m a r o n la parte de la nueva bibliografía sobre invocan razones no económicas en
molestia de e n t e n d e r la v e r d a d e r a derechos humanos. Todos ellos inician defensa del medio ambiente. Recien-
medida de todo lo que dicho "realis- la exploración de las posibilidades de t e m e n t e las N a c i o n e s U n i d a s h a n
mo político" significaba. Había mucha una nueva relación entre el ciudadano mostrado gran interés por las cues-
oposición a los argumentos acerca de y el estado, así como con la comunidad tiones ambientales y algunos de sus
una "equivalencia moral", pues éstos internacional. La política externa se ha miembros han propuesto un derecho
i n s i n u a b a n la existencia d e c i e r t a vuelto más democrática, se concentra internacional a ese respecto. Los pro-
conciencia humana al otro lado de la más en la gente, en los puntos fuertes y blemas ecológicos revelados en fecha
cortina de hierro. Esto era compren- d é b i l e s d e ésta, al l u c h a r c o n los r e c i e n t e , en E u r o p a o r i e n t a l , h a n
sible, dada la actitud comunista hacia dilemas éticos derivados de la toma de conmocionado también la conciencia
la "moralidad burguesa" y sus carac- decisiones en política exterior. Es mundial. Aunque no se ve claramente
terizaciones de la ética como parte de discutible que esto vaya a conducir a la solución de estas cuestiones, los
u n a "falsa conciencia", creada para u n a mejor política exterior, pero la problemas ambientales han atraído a
engañar a la clase trabajadora. Empe- creciente participación p o p u l a r es mucha gente nueva a la palestra de la
ro, al cambiar las condiciones de la inevitable en las sociedades d e m o - política internacional. El ambiente
guerra fría, la semejanza de los valores cráticas y crea la posibilidad de contar figura hoy entre las preocupaciones de
de ambos mundos empezó a barrer las con un factor ético más evidente en la todos, para irritación de quienes sólo
diferencias y se requirieron un nuevo toma de decisiones y en la evaluación. ven el aspecto a corto plazo de las
vocabulario y u n nuevo criterio de La cuestión de la intervención. Por preocupaciones ambientales.
medida para calibrar los conflictos de múltiples razones, la cuestión de la Derechos humanos. La idea de los
las superpotencias y la tensión en los sacralidad de la soberanía nacional ha derechos h u m a n o s ha sido d u r a n t e
ámbitos político, económico y social. p a s a d o a p r i m e r p l a n o . Episodios largo t i e m p o u n t e m a de filosofía
La revolución de los medios y la in- como la matanza de inocentes por Pol política, por lo menos desde el siglo
formaaón ha vuelto mucho más accesi- Pot en Camboya, a mediados de los XVII, c u a n d o T h o m a s Hobbes dijo
ble el conocimiento de los asuntos setentas, fueron un desafío para los que los hombres ceden parte de sus
internacionales. Esa revolución debi- derechos soberanos de los estados. d e r e c h o s individuales al e s t a d o , a
¿Acaso el interés humanitario impone
la intervención internacional en tales
situaciones? ¿En qué condiciones se
convierte esto en derecho, contra el

η de 1975 incluyó esta explosiva cuestión
Si en las relaciones
internacionales todos
actúan de acuerdo con
normas éticas comunes,
¿habrá alguna diferencia?
Sí, por dos razones:
es posible
tomar decisiones firmes
mediante un enfoque ético;
y el presente criterio
normativo ha sido un importante
factor para favorecer
la paz.
cambio de o r d e n y p r o t e c c i ó n . En
nuestra época, el Acuerdo de Helsinki
en el p r o g r a m a de las r e l a c i o n e s
internacionales. Más recientemente,
todos hemos presenciado los sucesos
de Europa oriental como si se tratara
del aprendiz de brujo. El hombre de la
calle ha logrado demostrar el carácter
sagrado de su propia identidad contra
el estado autoritario. Una vez más, ha
a u m e n t a d o la participación en las
relaciones internacionales.
Así pues, estos hechos han acen-
t u a d o el i n t e r é s p o r la ética en la
discusión de los asuntos internaciona-
les, sobre todo en la última década.
Dicho i n t e r é s ha t e n i d o p r o f u n d a
influencia en el quehacer diplomático
a la antigua usanza, que se concen-
traba en "el interés definido como
poder" y en el afán de adoptar una
posición realista en asuntos interna-
c i o n a l e s . El r e a l i s m o , tal c o m o lo
conocemos ahora, fue u n a reacción
frente a las dos guerras mundiales del
siglo XX, si bien sus a n t e c e d e n t e s
calan mucho más profundamente.
Antes de la Primera Guerra Mun-
dial, se suponía q u e las principales
potencias mantenían la paz mediante
la escrupulosa atención que prestaban
al concepto del "equilibrio del poder".
Esto asumió su forma más concreta en
el Congreso de Viena, tras del final de
las guerras napoleónicas, y funcionó
en cierto modo durante los 100 años
q u e a n t e c e d i e r o n a 1914. En ese
periodo culminó el concepto del di-
plomático como estadista. Este sistema
implicaba asimismo el concepto de
u n a " m o r a l i d a d c o m ú n " e n t r e los
estadistas. Los diplomáticos laboraban
principalmente en las capitales euro-
peas, a fin de mantener incólume el
equilibrio, sustentándose en la guía de
teóricos anteriores, como Maquiavelo y
el conde de Cavour, un estadista ita-
liano decimonónico. Cualquier acto
político era m o r a l m e n t e aceptable
(inclusive el ataque a estados inta-
chables) si su propósito era preservar
el equilibrio del poder. Puesto que
nadie ha visto dicho "equilibrio", es
n e c e s a r i o remitirse a la necesidad
bíblica de creer en "la evidencia de
cosas n o vistas". Se suponía que los
estadistas astutos manipulaban este
concepto. A pesar de todo, el antiguo
orden se vino abajo estruendosamente
por los burdos yerros de cálculo po-
/ a Etica tu Autillos Internacionales
lítico, que condujeron a la Primera
Guerra Mundial y a que la mayoría de
las testas coronadas de Europa per-
dieran sus tronos.
De esta suerte, el viejo sistema de
equilibrio—que era esencialmente de
política de poder—quedó desacredi-
tado y fue preciso crear u n nuevo
o r d e n internacional. El presidente
Woodrow Wilson estaba persuadido de
q u e la g u e r r a e r a o c a s i o n a d a p o r
gobiernos autocráticos, por lo cual el
primer paso habría de encaminarse a
convertir al mundo en un lugar seguro
para la democracia. Esto implicó la
creación de la Liga de las Naciones y
draconianos acuerdos de paz con los
perdedores. Entre las guerras mun-
diales, la historia estuvo dominada por
gran multitud de convenciones y tra-
t a d o s f i r m a d o s en la Liga de las
N a c i o n e s , la Corte M u n d i a l de La
Haya y Washington.
Desde antes de la Segunda Guerra
Mundial, los aliados trabajaron para
c r e a r las N a c i o n e s U n i d a s sin las
deficiencias de sus antecesores. Esta
idea les pareció convincente a algunos
de los p r i m e r o s actores decisivos,
como el secretario de estado Cordell
Hull, quien p e n s ó q u e los Estados
Unidos requerirían fuerzas armadas
m o d e s t a s , p u e s t o q u e la paz y la
seguridad m u n d i a l e s se confiarían
habitualmente a las fuerzas de paz de
la ONU. Stalin no tardó en destruir
estas ilusiones con las acciones so-
viéticas en Polonia, Europa oriental en
general y más tarde en Grecia. Cuando
el presidente Harry Truman respondió
con una intervención armada en ese
último país, en 1947, demostró para
pesar de muchos que la confianza de
los Estados Unidos en las Naciones
Unidas era m e n o r de lo q u e se su-
ponía. La "ayuda propia" seguía siendo
el único remedio.
Un efecto desafortunado del para-
digma del "interés nacional" fue el
distanciamiento e n t r e lo ético y lo
práctico. Por un tiempo, ambos estu-
vieron en ámbitos separados. Se rom-
pió c o n las t r a d i c i o n e s filosóficas
según las cuales el c a m i n o recto o
ético era también el más práctico; una
posición que habrían aceptado Platón,
Aristóteles y Confucio y que recono-
cían muchos estadistas, entre los que
el ex s e c r e t a r i o de e s t a d o G e o r g e
Shultz era un ejemplo particularmente
bueno.
La Etica en Asuntos Internaaonales

La escuela "realista" originaria fue p r o d u c t o de la acumulación de

objeto de merecidas críticas por su nuestras decisiones.
estrecha atención hacia el poder. Una La s e g u n d a razón es que el
de las reacciones fue la escuela neo- gil telaraña que nos mantiene uni- presente criterio normativo ha sido
rrealista. Esta trató de superar el dos ofrece tanto esperanzas como un factor importante para favorecer
realismo con dos métodos: redujo la problemas. la paz. Supóngase que dicho criterio
importancia del actor individual en los A pesar de todo, surge la cuestión de fuera d e s t r u i d o o r a d i c a l m e n t e
asuntos exteriores—y, con ello, la di- si las preocupaciones éticas no estarán alterado. De esto se habla ahora en el
mensión moral y éüca—y fortaleció el culturalmente deformadas en grado contexto del cambiante escenario
papel del estado como actor autóno- irremediable. Existe un sesgo occiden- internacional c u a n d o dos impor-
mo, que elaboraba modalidades de tal, dimanante del desenvolvimiento tantes actores, Alemania y Japón, que
"utilitarismo de regla e institución", a del sistema internacional actual. A han desempeñado papeles ambiguos
fin de crear nuevas estructuras de través de los años, las naciones de di- durante los pasados 50 años, rein-
orden y cooperación internacionales. versas creencias y costumbres que se gresan a la palestra internacional con
Ejemplos clave fueron las Naciones han incorporado a las actividades un poder marcadamente expansivo.
Unidas, y en especial sus agencias internacionales se han ajustado, en Las grandes alianzas de posguerra,
funcionales, como el Banco Mundial, general, al sistema. En su estudio de las proyectadas para tener a raya a Ale-
el Fondo Monetario Internacional y el culturas del mundo, The Golden Bough m a n i a y J a p ó n , se están desmo-
Acuerdo General sobre Aranceles (La rama dorada) concluido en 1915, ronando. El propósito original de la
Aduaneros y Comercio. Todos estos J.G. Frazer escribió que "nada es OTAN era doble: servir de escudo a
organismos proporcionarían nuevos estable y permanente, ni bajo el Sol ni Occidente contra la Unión Soviéti-
"regímenes internacionales", que encima de él. Detener el proceso de la ca y asegurarse de que Alemania
permitirían vincular al mundo entero evolución moral es tan imposible no volviera a convertirse en u n a
y lo mejorarían, sin referirse necesaria- como contener el flujo de las mareas o amenaza para el continente y para el
mente a estados nacionales soberanos. la trayectoria de los astros". Puede m u n d o e n t e r o . En lo referente a
Sin duda se trataba de una finalidad sostenerse que las normas contem- Japón, el tratado de seguridad mu-
moral, pero se planteaba más como p o r á n e a s reflejan demasiado el tua que firmó en 1952 con los
fruto del progreso tecnológico y eco- legalismo occidental y no conceden el Estados Unidos, tenía asimismo dos
p r o p ó s i t o s : p r o t e g e r a J a p ó n de
nómico, que como un p r o g r a m a peso suficiente a las relaciones inter-
ataques nucleares y garantizar, con
moral consciente. personales, por ejemplo, que son más
medidas constitucionales, que ese
O t r o s ó r g a n o s , tales c o m o el características de otras partes del
país no volviera a ser una amena-
Grupo de los 77 países en desarrollo, mundo. Se supone que la igualdad
za para sus vecinos. Hace 50 años,
intentaron modificar algunas insti- occidental significa la igualdad ante la
Alemania y J a p ó n casi logra-
tuciones de alcance mundial que les ley; no obstante, muchos estados
ron destruir la trama internacional
parecían demasiado empeñadas en pequeños e impotentes lamentan que que caracterizaba a la civilización
mantener el statu quo, en lugar de el sistema vigente los excluya casi por occidental.
propiciar una comunidad internacio- completo de la participación significa-
nal más igualitaria. Las disquisiciones tiva. Probablemente siempre habrá Lo más importante para la ética y las
entre norte y sur formaron un núcleo preocupaciones de este tipo, a pesar relaciones internacionales en las
redistribucionista para la discusión de los esfuerzos para tratar a todos en décadas venideras será ver si estas
de los derechos sociales, económi- forma equitativa. naciones, las nacientes democracias de
cos e informativos. Estos temas Queda, por último, la cuestión de si Europa oriental, la Unión Soviética
siguen bullendo, apenas debajo de la tendrá alguna influencia el hecho de reconformada, las crecientes potencias
superficie. q u e todos los participantes en el del sur y el este asiático y de otras
quehacer de las relaciones internacio- partes, optan por sostener y mejorar el
orden existente o si prefieren pro-

L
as relaciones internacionales nales actúen de acuerdo con normas
funcionan con bastante uniformi- éticas comunes. Opino que sí, por dos poner uno nuevo, mejor o peor, al
dad, no sólo en el intercambio razones. Primera, porque se puede entrar el mundo en el siglo XXI. Las
diplomático sino también en la aceptar la posibilidad de que se llegue normas éticas determinarán la forma
transferencia de cantidades inima- a las mismas decisiones firmes, en del nuevo orden mundial que está
ginables de dinero, mediante inter- asuntos de política exterior, ya sea surgiendo. De ahí la importancia de la
cambios culturales en distintos niveles, m e d i a n t e un análisis é t i c a m e n t e moralidad y la ética en las relaciones
comunicaciones por satélite, nego- orientado o adoptando el enfoque internacionales. •
ciaciones sobre control de armamento del interés propio. La solución éti-
y multitud de tratados, incluso con- ca, la solución acertada, es también
venios comerciales de pesca y otros. la solución práctica. La ética va unida
Este actual robustecimiento de la frá- a la utilidad y a la razón; esto la
convierte en un factor importante en
el proceso de tomar decisiones per-
•

sonales, institucionales, nacionales

e i n t e r n a c i o n a l e s . T o d o s somos

6
PERSPECTIVAS DE POLÍTICA EXTERIOR . _

Economía sin Fronteras

Hemos entrado en la era de la integración comercial con
fábricas, mercados, bienes y mano de obra de carácter mundial.

Por Miles Kahler
D
urante buena parte de los ochen-
tas, la política económica inter-
nacional se desenvolvió bajo la
sombra de las inestables relacio-
nes entre Oriente y Occidente. Esa cal-
ma superficial ocultaba cambios abis-
males en las relaciones económicas
internacionales, que afectarían a fondo
la política mundial y que, a mediano
plazo, serían irreversibles. Algunos de
esos cambios han sido glacialmente
lentos y casi imperceptibles. Otros
sucesos q u e p a r e c í a n cataclismos,
como el desplome del mercado de va-
lores en octubre de 1987, son tan difí-
ciles de evaluar como las tormentas
eléctricas en el cielo estival: ¿adver-
tencias ilusorias o auténticos presagios
de borrasca?
Ciertas tendencias de la economía
internacional que hoy parecen irrever-
sibles, desaparecerán quizá cuando las
naciones—por lo menos las más influ-
yentes—modifiquen el curso de sus
economías. El Reino Unido y la Repú-
blica Popular de China, por ejemplo,
han cambiado radicalmente su política
económica nacional y la orientación de
su economía internacional, al cabo de
decenios en que una y otra parecían
inmutables. La crisis de la Organiza-
ción de Países Exportadores de Petró-
leo en los ochentas, demuestra, por
otra parte, que el destino económico
de agentes aparentemente poderosos
puede verse muy afectado tanto por las
estrategias de otras naciones como por
el comportamiento de los mercados
internacionales.
E n la primera sección de este en-
sayo se expondrán cuatro cambios
t r a s c e n d e n t a l e s d e la política
económica internacional. La relativa
ausencia de cambios en la organización
política de las relaciones económicas
Reproducido con autorización de Foreign Affairs,
otoño de 1990. © 1990 por el Council on Foreign
Relations, Inc.
internacionales—el perro que aún no dos a r g u m e n t o s difusos. Varios co-
ha ladrado—se mencionará brevemen- mentaristas sostienen que el ascen-
te en la segunda sección. En la tercera diente japonés es transitorio. Según
se e x a m i n a r á n los cambios q u e ha esta opinión, Japón se asemejará poco
habido en las relaciones entre estados y a p o c o a otras n a c i o n e s industria-
mercados, particularmente la mayor lizadas. El fortalecimiento del yen
internacionalización de los mercados acrecentó el volumen de las impor-
financieros y la "globalización" de la taciones de manufacturas. Las presio-
producción. Por último, trataremos de nes del e x t e r i o r (y del m e r c a d o
ponderar la importancia de todos estos n a c i o n a l ) quizá i m p o n d r á n u n
cambios para el carácter de la política a u m e n t o del gasto público, mayor
m u n d i a l y p a r a el p o r v e n i r d e la atención al bienestar del consumidor y
política de los Estados Unidos. el debilitamiento de poderosos grupos
Cambio estructural: variaciones del poder de presión (como el sector agrícola), lo
y su ubicaáón. Dos cambios fundamen- cual quebrantará la estructura peculiar
tales se manifestaron con inequívoca de la política japonesa y su posición en
claridad en los ochentas: el ascenso de la economía internacional.
J a p ó n y la división del futuro eco- Otro grupo de optimistas sostiene
nómico de las naciones en desarrollo. que se ha exagerado el alcance in-
Las repercusiones de los otros dos cam- ternacional del ascenso japonés, pues
bios—el salto hacia una mayor inte- su "cartera de poder"—que en gran
gración de la Comunidad Europea y parte depende de un conjunto de in-
u n a más cabal incorporación de al- dustrias exportadoras y de la expor-
gunas economías planificadas al orden tación de capitales—no está diversi-
e c o n ó m i c o i n t e r n a c i o n a l — s ó l o se ficada a la manera norteamericana. Por
percibirán plenamente en el presente tanto, J a p ó n seguirá necesitando la
decenio. p r o t e c c i ó n militar y los m e r c a d o s
La pujanza de J a p ó n ha sido u n estadounidenses, en la misma forma en
proceso casi ininterrumpido desde que que los Estados Unidos necesitan la
se h a b l ó del "milagro j a p o n é s " , a tecnología y el capital japoneses. El
principios de los sesentas. No obstante, resultado será una intensificación de la
en sus primeras manifestaciones, el interdependencia, no la dependencia
poderío económico de Japón se reveló estadounidense con respecto ajapón.
sobre todo en un esfuerzo vigoroso Según muchos de esos observadores,
p a r a e x p o r t a r a r t í c u l o s m a n u f a c - los Estados Unidos deben "adminis-
turados. En los setentas, esto provocó trar" la relación bilateral y el nuevo
u n a larga serie de d e s a v e n e n c i a s papel de Japón en la economía mun-
comerciales con los Estados Unidos y dial, mientras la trayectoria económica
Europa. En los ochentas, la expansión n i p o n a n o converja con la de otras
japonesa llegó a sectores industriales economías industrializadas.
de alta t e c n o l o g í a y a las finanzas Cada día es más frecuente oír otro
internacionales, por lo cual cambió tipo de a r g u m e n t o s en los Estados
radicalmente su relación bilateral con Unidos y Europa. En un marco de
los estadounidenses. metáforas militares, como la relativa a
Para algunos—llamémosles optimis- la "contención", y encubiertos con
tas—el nuevo poderío financiero de homilías que exaltan la importancia de
Japón, aunado a las hazañas industria- los lazos entre los Estados Unidos y
les que día a día invaden terrenos que Japón, estos críticos "neorrevisionistas"
eran exclusivos de la alta tecnología pintan un retrato más ambiguo de las
estadounidense, no es motivo de seria metas y la capacidad japonesas, donde
preocupación. Estas personas plantean no se perfila un socio complaciente,
sino u n a ambiciosa potencia hege-
mónica en ciernes. No sólo se con-

Es probable que en los
noventas haya dos cambios
abismales en la economía
internacional: el final de la
larga exclusión (y auto
exclusión) del mundo comunista,
de la participación plena
en las instituciones que
administran la economía
internacional, y la mayor
integración económica de la
Comunidad Europea.
sidera a Japón como el primer aspi-
rante serio a este papel en la esfera
económica desde 1945; también se le
ve como un nuevo modelo de econo-
mía política, que no actúa como las
economías occidentales y que perma-
necerá cerrado, a menos que sus socios
comerciales ejerzan presiones más
enérgicas o se cree una estructura de
comercio administrado enteramente
nueva.
En los ochentas hubo otro cambio
abismal que fue menos notorio para los
norteamericanos: el ensanchamiento
de la brecha del desempeño econó-
mico dentro del mundo en desarrollo.
Los setentas parecieron anunciar un
empuje irreversible hacia la influencia
económica y política del Tercer Mun-
do, considerado como una colectivi-
dad. Los ochentas presenciaron la
desaparición de esas esperanzas, junto
con el derrumbamiento y la recupe-
ración parcial del precio de los pro-
ductos primarios, el impacto de ele-
vadas tasas de interés real y el súbito
descenso de los préstamos bancarios al
principio de la década. La crisis per-
tinaz del endeudamiento destruyó la
imagen de un Tercer Mundo homo-
géneo, la cual quizá nunca corres-
pondió a la realidad. En los ochentas,
las muy endeudadas naciones latino-
americanas y las del África subsaha-
riana vivieron su peor decenio, desde la
Gran Depresión, en lo que se refiere a
la marcha de sus economías. Los países
asiáticos mantuvieron tasas de cre-
cimiento y cifras de exportación más
elevadas.
¿Fue provocada esta nueva línea
divisoria por el endeudamiento con-
traído en el periodo anterior, cuando
el precio de las mercancías era alto y el
crédito accesible, aunado a las con-
diciones radicalmente diferentes que
imperaban en la economía mundial a
principios de los ochentas (elevadas
tasas de interés real, grave recesión,
desplome de los precios) y que esca-
paban al control de las economías en
desarrollo? O bien, ¿es el endeu-
damiento mismo el mayor síntoma de
un síndrome de políticas económicas
nacionales que no se reformaron
eficazmente en los ochentas, y que
ahora es aún más difícil reformar bajo
la carga de la deuda?
Sea cual fuere la explicación que se
proponga, la brecha entre el Norte y el
Sur cambió en los ochentas. Continúan
los conflictos entre los exportadores
afortunados, como Corea del Sur o
Taiwan, y los países industrializados
que reaccionan al ver amenazadas sus
industrias. Las naciones más endeu-
dadas han estado muchas veces al
borde del incumplimiento con sus
acreedores, públicos y privados. Sin
embargo, estas pautas de conflicto rara
vez se presentan al mismo tiempo: los
países en desarrollo ya no aspiran a
formar un frente unido para af r ontar
todo tipo de cuestiones. Mientras
algunas naciones recientemente indus-
trializadas se aprestan a su transición a
la categoría de países ricos, otras en
vías de desarrollo luchan a brazo par-
tido por librarse del estancamiento
económico y de una marginación cada
día mayor en la economía mundial.
Es probable que en los noventas se
presenten dos cambios trascendentales
en la economía internacional. Por
mucho tiempo, los estados comunistas
estuvieron excluidos (y se excluyeron a
sí mismos) de la participación plena en
las instituciones encargadas de admi-
nistrar la economía internacional. La
guerra fría y la organización de sus
economías conforme a la planificación
central y no de acuerdo con los prin-
cipios del mercado, dificultaban su
integración a la economía del mundo
capitalista. Si bien algunos estados
socialistas (en particular Yugoslavia y
Rumania) lograron introducirse al
Fondo Monetario Internacional (FMI),
al Banco Mundial (BM) y al Acuerdo
General sobre Aranceles Aduaneros y
Comercio (GATT), después de de-
mostrar su independencia de la Unión
Soviética, sólo cuando Hungría y China
ingresaron a las instituciones de
Bretton Woods, en los ochentas, su
plena participación quedó claramente
vinculada a la adopción de un pro-
grama más amplio de reforma econó-
mica interna. En la actualidad, Polonia
está en camino de ser una importante
beneficiaría de los empréstitos del FMI
y el Banco Mundial; además, la Unión
Soviética ha manifestado sin rodeos
que desea integrarse más plenamente
al Occidente capitalista.
La trascendencia del renovado
ímpetu de la Comunidad Europea para
lograr una mayor integración econó-
mica no se percibe con la misma
.9
 claridad y dependerá, en parte, del
rumbo futuro de los acontecimientos
en Europa oriental y en la Unión So-
viética. El Estatuto de la Unión Euro-
p e a t e n d r á sin d u d a u n i m p a c t o
c o n s i d e r a b l e en lo r e f e r e n t e a la
"integración negativa": la supresión de
las restantes barreras al libre movi-
m i e n t o de mercancías, capitales y
mano de obra dentro de la Comuni-
dad Europea. Sus resultados en otras
esferas parecen estar sujetos a más
c o n d i c i o n e s . El avance hacia u n a
unión económica y monetaria, capaz
de superar el éxito relativo del Sistema
M o n e t a r i o E u r o p e o , p o d r í a irse a
pique. Además, y esto es aún más im-
portante, los impresionantes cambios
ocurridos en Europa oriental podrían
absorber la energía de los miembros de
la CE, sobre todo de Alemania, en un
momento en que la admisión de nue-
vos miembros, por sí misma, puede
frenar el motor de la integración. Más
aún, la tendencia hacia el Este podría
desviar la atención europea de la esfera
económica internacional, d o n d e las
instituciones de la CE han reforzado
sus políticas comunitarias, para enfo-
carla en la esfera política y estratégica,
donde ha sido más difícil establecer un
frente común.
Organization de las relaciones econó-
micas internacionales: la carga del pasado.
En contraste con estos cambios estruc-
turales en los centros del poder econó-
mico i n t e r n a c i o n a l y la c o n s t a n t e
evolución de la integración del mer-
cado que trataremos más adelante, vale
la pena anotar que la formación de
i n s t i t u c i o n e s i n t e r n a c i o n a l e s y el
cambio institucional no han avanzado
al mismo ritmo. Las organizaciones
internacionales en las que culminó el
o r d e n económico internacional de
p o s g u e r r a conservan su sitio. Esto
denota que, en el nivel internacional,
las reglas del juego no se anularon en
los dos d e c e n i o s de i m p a c t o s
económicos. Sin embargo, el papel que
desempeñan se ha puesto en duda a
menudo e incluso no se les ha tomado
en cuenta en el decenio pasado. Hasta
una excepción tan clara como la labor
del FMI y el BM al lidiar con la crisis de
la deuda, parece menos excepcional en
la fase más r e c i e n t e de ésta, p u e s
bancos y deudores han actuado por
10
La amenaza más grave
a la urdimbre de las
instituciones económicas
internacionales no es
ni la escasez de recursos ni el
escepticismo ideológico,
sino el número cada vez
mayor—y más heterogéneo—
de los miembros de esas
organizaciones. ¿Puede crearse
un orden internacional
para acomodar tal
diversidad?
cuenta propia para reducir dicha
deuda.
El GATT ha ofrecido un espacio útil
p a r a h a c e r convenios sobre la
liberalización del comercio. Asimismo,
las negociaciones realizadas bajo sus
auspicios h a n servido p a r a frenar
d e m a n d a s proteccionistas en los
Estados Unidos y otras naciones in-
dustrializadas. Su mayor triunfo—la
espectacular reducción de aranceles
e n t r e Europa, J a p ó n y los Estados
U n i d o s — s e logró a fines de los
setentas. No obstante, en el siguiente
decenio, negociaciones comerciales de
importancia crucial se realizaron a
menudo fuera del GATT. (Un ejem-
plo, e n t r e o t r o s , fue la r e d u c c i ó n
voluntaria de las exportaciones de
automóviles japoneses a los Estados
Unidos.) Aun c u a n d o en las nego-
ciaciones comerciales más recientes, las
de la Ronda Uruguay, se amplió el
temario de la liberalización del inter-
cambio a fin de incluir la agricultura y
los servicios, además del fortaleci-
miento del GATT, los desacuerdos
provocaron la suspensión de las con-
versaciones comerciales.
Las actitudes oficiales estadouniden-
ses hacia las instituciones económicas
internacionales son, desde luego, más
cordiales q u e a p r i n c i p i o s de los
ochentas. La propuesta del presidente
Bush sobre la ayuda q u e p u e d e n
prestar a Polonia el BM y el FMI es el
indicio más reciente de esta tendencia.
Pese a todo, la posición general de los
Estados Unidos y las demás grandes
naciones capitalistas ha sido mesurada
p o r dos razones: sus restricciones
fiscales autoimpuestas, que (según
declaran) les dificultan cada día más la
obtención de recursos, de las legisla-
turas y del electorado, para el soste-
n i m i e n t o de instituciones interna-
cionales, y su resistencia ideológica a la
intervención gubernamental en los
mercados internacionales.
C
on todo, la amenaza más grave a la
urdimbre institucional no es ni la
escasez de recursos ni el escep-
ticismo ideológico. Paradójicamente, la
amenaza proviene de un indicador del
éxito institucional: el número cada vez
mayor y más h e t e r o g é n e o de los
miembros de esas organizaciones. Los
países en desarrollo, aun algunos que
tuvieron que aguardar largo tiempo,
han ingresado al GATT en n ú m e r o
 Economía sin Fronteras

proteccionistas hizo que los gobiernos

iniciaran la Ronda Uruguay de nego-
ciaciones comerciales. A pesar de las
nales sobrepasa constantemente al crecientes barreras comerciales en
crecimiento del comercio mundial. El ciertos sectores, el crecimiento del
nivel de la integración financiera comercio mundial se reanudó después
internacional quedó de manifiesto en de la recesión de 1981-1982, y si-
el descenso sincrónico de los mercados guieron e x p o r t a n d o con éxito los
de valores tras la caída de Wall Street países que habían sido el objetivo
en 1987. principal de las medidas proteccionis-
Las repercusiones de la integración tas, en particular Japón y las naciones
financiera sobre la economía mundial de industrialización reciente. Además,
y el sistema financiero internacional no los gobiernos de los países indus-
se perciben todavía con claridad: la trializados decidieron reducir las
Reserva Federal de los Estados Unidos barreras comerciales con sus prin-
logró restablecer la confianza finan- cipales socios: los Estados Unidos y
ciera en 1987; en las consultas al banco Canadá, Australia y Nueva Zelandia, y
central se ha abordado la cuestión de el proyecto de la Comunidad Europea
contar con un prestamista interna- para 1992.
cional de último recurso. Hay menos Los gobiernos se enfrentaron a un
certidumbre de que tales mecanismos mayor refinamiento de los comer-
puedan resistir impactos más graves o ciantes, c u a n d o sus intentos de
duraderos. En cuanto a los gobiernos restringir el comercio distorsionaban
nacionales, los efectos son muy claros: excesivamente el mercado. Sectores
decrece su autonomía para formular la enteros se desplazaron a la economía
política económica, a medida que los del mercado negro en los países en
controles sobre el capital pierden efi- desarrollo, entre otras cosas, para
creciente y algunos estados socialistas cacia y los mercados financieros se evadir los controles sobre importa-
ya forman parte de organizaciones enteran cada día más pronto de los ciones y exportaciones. A raíz del
clave o aspiran a incorporarse a ellas. errores políticos y económicos de Acuerdo sobre Semiconductores,
Además del reto que el número mismo dichos gobiernos. Los defensores de la concertado en 1986 entre Japón y los
de votantes implica, para que dichos perfección del mercado consideran Estados Unidos, p r o n t o surgieron
organismos concerten soluciones co- que esto es positivo, porque obligará a "mercados grises" para satisfacer la
operativas, la heterogeneidad de los los gobiernos descarriados a mante- demanda estadounidense en secto-
sistemas políticos y económicos pone nerse en la senda recta en materia de res tan avanzados como el de los
en tela de juicio ciertos principios de políticas. Un criterio menos optimista semiconductores.
organización de la posguerra, como la notaría la ceguera de los mercados
no discriminación y la liberalización, financieros en los años anteriores a la i bien el orden económico inter-
en un mundo que ya no está domi- crisis de la deuda, y su tendencia a
nado por las economías mixtas del tipo extralimitarse en su pesimismo y en su
conocido como "atlántico". ¿Puede optimismo, basándose a menudo en
crearse un orden internacional con información incompleta.
S nacional de la posguerra siempre
incluyó un compromiso ideológi-
co, contraído por las potencias do-
minantes, para con la liberalización del
semejante diversidad nacional? Esta Durante los ochentas, los mercados movimiento de mercancías y capitales,
interrogante quedó suprimida, al prin- internacionales de bienes se carac- el libre movimiento de trabajadores se
cipio, en virtud de la autoexclusion de terizaron tanto por la liberalización mantuvo celosamente dentro de la
muchos países en desarrollo y por la como por una mayor intervención esfera de la autoridad nacional. No
división del mundo entre el bloque gubernamental, en respuesta a pre- obstante, en los últimos 10 años se ha
estadounidense y el soviético. En los siones proteccionistas. En los primeros visto con creciente claridad que el pro-
noventas será preciso responderla. años del decenio—años de profunda greso de las comunicaciones interna-
El poder de los estados y la faena de losrecesión, gran fortalecimiento del cionales y el florecimiento del turismo
mercados. Dos factores subyacentes en dólar y un déficit sin precedentes en la en gran escala han socavado las barre-
esas preocupaciones por la reubicación cuenta corriente norteamericana—se ras a la inmigración, en una época en
de los países en la economía interna- tomó la decisión de intensificar los es- que la disparidad entre las naciones
cional y la eficacia de las instituciones fuerzos de los Estados Unidos y Europa ricas y las pobres sigue siendo enorme.
de alcance mundial, son la integración para determinar su participación en Hasta a u n a sociedad como la
en curso de los mercados interna- sectores clave del mercado interna- j a p o n e s a , que es tan hostil a la
cionales y las cambiantes estrategias de cional, como el siderúrgico y el auto- inmigración, le ha sido imposible
las corporaciones del mismo tipo. La movilístico. Sin embargo no ocurrió el detener la inmigración ilegal, pues sus
integración ha sido más rápida en los desplome del sistema comercial, tantas
mercados financieros, donde el au- veces pronosticado. A principios de los
mento de las transacciones internacio- ochentas, la amenaza de presiones
empresarios están coludidos para
conseguir mano de obra barata. Salvo
en las naciones más ricas, la fuga de
cerebros y la emigración de trabaja-
dores representan serias restricciones
para los gobiernos nacionales, sobre
lodo en el mundo en desarrollo. Los
reveses económicos y la represión
política ya no provocan solamente
desempleo temporal o refugiados que
más tarde regresarán a su patria: la
emigración permanente es ahora otra
opción disponible.
Las diferencias del ritmo de
integración en los mercados de capital,
mercancías y m a n o de obra han
influido en las estrategias, cada día más
complejas, de las empresas transna-
cionales. La organización internacional
de la producción de ciertos sectores,
como el petróleo, principió hace mu-
chos decenios, pero fue en los ochen-
tas cuando la fábrica de alcance mun-
dial se consolidó. A fin de conjuntar
sus ventajas de capital y tecnología, en
rápido debilitamiento, con mano de
obra barata, varias empresas de países
industrializados desarrollaron provee-
dores y centros de producción en todo
el mundo.
La aplicación de esas estrategias,
tanto por empresas que son gigantes
mundiales como por otras de mediana
magnitud, ha vuelto aún más borrosa
la diferencia entre país "sede" y país
"anfitrión". Los intereses empresariales
que se entrecruzan han complicado
también la definición del interés
económico nacional. Por ejemplo,
¿deben fomentar los Estados Unidos la
inversión japonesa en sus firmas peque-
ñas, de alta tecnología? ¿Las compañías
estadounidenses establecidas en Japón
forman parte de la economía norte-
americana en el extranjero o son
empresas esencialmente japonesas? A
primera vista, parece que esta red de
contactos del sector privado crea fuer-
tes presiones en favor de la liberaliza-
ción de las políticas gubernamentales:
la complejidad de las relaciones entre
compañías reduce las probabilidades
de que los esfuerzos encaminados a
imponer restricciones internacionales
sean eficaces o provechosos. Por otra
parte, las respuestas políticas naciona-
listas frente a esas nuevas relaciones
—sobre todo ante la inversión extran-
jera—podrían provocar una reacción
que crearía renovadas presiones en
favor del control. Hoy podríamos preguntar si las
Cambios abismales y transformación de la
política mundial. Desde el final de la relaciones entre los estados no se
Segunda Guerra Mundial, la men-
talidad liberal ha estado obsesionada
por la posibilidad de que alguna con- caracterizan por un cambio
tingencia traumática—una grave crisis
financiera, la depresión económica permanente hacia metas de
mundial o una guerra— pudiera dar
marcha atrás a esta integración intensi- bienestar económico, y por un
ficada, aunque desigual, de los mer-
cados de capital, productos y mano de aumento en la importancia de los
obra. Otra interrogante es si tal des-
integración podría ser provocada por
gobiernos que, impulsados quizá por
recursos e instrumentos
irreflexiva temeridad económica, se
enfrascaran en un avieso forcejeo de económicos; un cambio que no
demandas recíprocas que terminaría
por romper la urdimbre de la apertura sólo guarda relación con los
económica. Es i n d u d a b l e que los
gobiernos seguirán manipulando las acontecimientos económicos
reglas del juego, a fin de proteger los
intereses de los políticamente pode- internacionales, sino también
rosos y de los sectores menos móviles
de la economía. Sin embargo, parece
improbable que adopten medidas para
con una liberalización
provocar deliberadamente la
desintegración. política generalizada, aunque
Si persistieran los esquemas antes
descritos, alguien podría sentir la
todavía no universal.
tentación de afirmar que constituyen
un cambio abismal en el carácter
mismo de la política mundial. Tales
predicciones habrían parecido estra-
falarias a principios de los ochentas,
c u a n d o los sucesos e n t o n c e s más
recientes de la guerra fría acentuaron
la preocupación por los peligros de
carácter bélico. En cambio, hoy po-
dríamos preguntar si las relaciones
entre los estados no se caracterizan
por un cambio p e r m a n e n t e hacia
metas de bienestar económico, y por
un a u m e n t o c o n c o m i t a n t e en la
i m p o r t a n c i a de los recursos e
i n s t r u m e n t o s e c o n ó m i c o s en la
competencia entre los estados. Un
cambio semejante no sólo guarda
relación con los a c o n t e c i m i e n t o s
e c o n ó m i c o s i n t e r n a c i o n a l e s ya
mencionados, sino también con la
reducción de la rivalidad de las super-
potencias y con una liberalización

política interna generalizada, aunque
todavía no universal.
En esta forma, sin caer en el
pesimismo spengleriano que a veces
amenaza con ponerse tan de moda
como las exageraciones más recientes
sobre la nueva era de los b u e n o s
sentimientos, deberíamos considerar
los cambios de la economía interna-
cional no como u n a inevitable re-
solución de los sempiternos problemas
de los conflictos entre los estados, sino
como algo íntimamente ligado a ese
conflicto, como ha sucedido desde el
nacimiento del capitalismo. La situa-
ción económica siempre cambiante de
las naciones-estado afecta su posición
estratégica y la conciencia de su segu-
ridad nacional. Por muy internaciona-
lizados que estén, los mercados se-
guirán enfrentándose a la autoridad
política fragmentada. Cualesquiera que
sean los cambios de la e c o n o m í a
internacional, t e n d r á n lugar en el
ámbito de las características arraigadas
de las relaciones internacionales, pues
aún no las han transformado.
El equilibrio entre persistencia y
cambio en la economía internacional
plantea retos especiales para los Esta-
dos Unidos. Las metas que este país ha
perseguido desde 1945 y los medios
que ha e m p l e a d o para alcanzarlas
pueden ponerse en tela de juicio.
Por dos razones se pone hoy en
tela de juicio la meta de crear u n a
economía liberal en todo el mundo.
P r i m e r a : q u i e n e s ven con m i r a d a
revisionista a Japón y a las naciones
recientemente industrializadas, argu-
yen que los Estados Unidos se han
convertido en incautos defensores
del liberalismo, en un mundo que ya
n o f u n c i o n a d e a c u e r d o c o n los
principios económicos neoclásicos. Al
aumentar el intercambio comercial
con economías socialistas, es proba-
ble que proliferen las críticas de ese
tipo. Estas podrían orientar la política
en varias d i r e c c i o n e s : el p r o t e c -
cionismo, la política industrial o la
liberalización recíproca con países de
"mentalidad similar" (por ejemplo, el
a c u e r d o d e l i b r e c o m e r c i o con
Canadá).
La segunda razón para considerar la
liberalización con mayor escepticismo
consiste en que actualmente se está
reconsiderando la desregulación del
mercado. La infalible sabiduría de los
mercados, incluso los que no han sido
afectados ni por la manipulación polí-
tica ni por procedimientos monopo-
lísticos, t e n d r á quizá menos credi-
bilidad en el futuro.
v
La segunda meta estadounidense
de gran alcance ha sido el logro de
una economía mundial planetaria, sin
fisuras regionales. Este objeüvo se ha
relacionado e s t r e c h a m e n t e con la
estructura multilateral de las insti-
tuciones económicas internacionales
y con ciertas normas, como la no dis-
c r i m i n a c i ó n comercial. Desde los
trastornos económicos de los setentas,
algunos observadores han vaticinado
una economía mundial dividida en
bloques regionales. Quizá apunten en
esa dirección algunos de los cambios
antes descritos, como la consolidación
de Europa y el ascenso de Japón. Los
Estados U n i d o s h a n r e s p a l d a d o
ciertos a g r u p a m i e n t o s regionales,
particularmente la Comunidad Eco-
nómica Europea, p o r q u e le hacen
contrapeso al poderío de la URSS. Si
d e s a p a r e c e la amenaza militar so-
viética y si la regionalización adopta
modalidades que pudieran ser lesivas
para los intereses económicos esta-
dounidenses, quizá cese ese respaldo.
Es probable que los estadounidenses
tengan que especificar sus intereses
e c o n ó m i c o s , ya sea en u n o r d e n
económico mundial o dividido en re-
g i o n e s , s o b r e f u n d a m e n t o s pu-
ramente económicos.
E
n la búsqueda de sus metas en la
palestra económica internacional,
los Estados Unidos tienen que
decidir también qué instrumentos van
a utilizar. El papel de la colaboración
entre los gobiernos (dentro o fuera de
las instituciones internacionales es-
tablecidas) debe evaluarse, frente a la
opción de que los estadounidenses
tomen medidas unilaterales para
imponer sus políticas preferidas (por
ejemplo, amenazas de sanciones co-
m e r c i a l e s con miras a abrir mer-
cados), o la supresión de las inter-
venciones políticas en los mercados
internacionales. No parece probable
que el empobrecimiento de algunas
regiones del mundo o la integración
de las economías socialistas puedan
Economía sin Fron Inas
atenderse en forma adecuada sin la
colaboración sostenida de las naciones
industrializadas más importantes.
En c u a l q u i e r iniciativa m a n c o -
m u n a d a que e m p r e n d a n , los Esta-
dos Unidos d e b e r á n afrontar u n a
c u e s t i ó n decisiva: el g r a d o de
liderazgo que reclamarán y el precio
que estarán dispuestos a pagar para
obtenerlo. Japón ya ocupa el primer
lugar en materia de ayuda exterior. El
g o b i e r n o estadounidense ha d a d o
muestras de que está de acuerdo en
que la Comunidad Europea asuma la
dirección de la asistencia económica
para Europa oriental. Las limitaciones
fiscales han hecho que a los Estados
Unidos les resulte difícil tomar la
delantera en cuestiones de impor-
tancia económica internacional.
En una economía mundial dividida
en regiones, las demandas no serían
excesivas, pues cada uno de los acto-
res principales—Japón, Europa, los
Estados Unidos—se encargaría de su
propia demarcación. Si un m u n d o
fragmentado de ese tipo no es lo que
los norteamericanos desean para el
futuro, necesitarán h e r r a m i e n t a s
económicas aplicables a un m u n d o
donde los instrumentos militares serán
quizá menos apropiados cada día. Si la
amenaza del poderío militar soviético
se aleja, una pregunta decisiva será qué
precio estarán dispuestos a pagar los
Estados Unidos y sus contribuyentes
para poder tener dichos instrumentos
y, con ellos, ser protagonistas en el
mantenimiento de un orden econó-
mico internacional diferente. •
:
PERSPECTIVAS DE POLÍTICA EXTERIOR

Cómo Administrar la Explosión de las Innovaciones

>

Los adelantos recientes de la ciencia y la tecnología tienen

consecuencias para toda la política internacional.

Por Kenneth H. Keller nuestra comprensión de la naturaleza, hemos sido capaces de integrar los di-
mediante el desarrollo de la teoría versos campos en que se aplica la bio-
a extraordinaria rapidez con que se atómica, la teoría cuántica y la física de logía, desde la agricultura hasta la

L ha desarrollado el conocimiento partículas. Su poder radica no sólo en

científico en la última parte del si- lo extraordinariamente novedosas que
glo XX, aunada a la expansión e inno- resultan tales ideas—que han modifi-
vación de la tecnología, está influyendo cado nuestros puntos de vista sobre la
medicina, aprovechando la fertilización
cruzada de la investigación y el desa-
rrollo en disciplinas históricamente
distintas y logrando avances extraor-
profundamente en nuestras vidas. Una naturaleza de la materia y la energía— dinariamente rápidos en cada una de
manifestación de dicha influencia es el sino también en las aplicaciones de las ellas.
efecto de ciertas tendencias científicas y mismas, que forman la base de la ma-
tecnológicas sobre la política exterior yor parte de la tecnología actual.

L
a diferencia entre estos avances
estadounidense, restringiendo, permi- Tal parece que ahora las biociencias tecnológicos y los que surgieron
tiendo o forzando nuevas opciones en han desplazado a la física de ese primer antes, de la física, es su íntima
las posiciones que el gobierno de los sitio. En particular la biología mole- relación con la agricultura y la salud,
EUA puede adoptar en provecho de sus cular y la biología celular, pero tam- rubros muy delicados para la política y
intereses mundiales. bién la ecología, h a n llevado a la de gran importancia social. A este
l a ciencia y la tecnología afectan a la biología más allá de la fase descriptiva y respecto, la transferencia tecnológica
sociedad en distintos aspectos. Los la han conducido al desarrollo de po- internacional en asuntos biológicos no
nuevos productos y tecnologías pueden derosos modelos y técnicas experi- consiste en compartir lujos o beneficios
facilitar o e n t o r p e c e r nuestra vida mentales que nos ayudan a entender de una sociedad consumista, sino me-
individual y colectiva. Los avances tec- los procesos más esenciales de la vida. dios de supervivencia. A causa de esto,
nológicos se han convertido en piedra Esto, a su vez, nos permite crear y importantes consideraciones humanita-
angular para la planificación de la modificar formas vivientes, desva- rias afectan (y a veces dominan) el
seguridad nacional y la estrategia neciendo la diferencia entre lo "na- desarrollo de la política de transferen-
militar, sobre todo a partir de la Segun- tural" y lo "sintético", y planteando cia tecnológica. Además, cuando la
da Guerra Mundial. Los adelantos cien- cuestiones importantes y difíciles, con tecnología avanzada choca con normas
tíficos y tecnológicos son los factores repercusiones internacionales sobre culturales diferentes, en lo tocante a las
esenciales que determinan la competiti- derechos de propiedad y la determi- aplicaciones de la biología, los temas
vidad económica nacional. Además de nación de los límites apropiados, si de discusión en las negociaciones sobre
estas influencias directas, el progreso existen, para nuestra "interferencia" comercio e intercambio de tecnología
científico y tecnológico puede tener un con la naturaleza. Las consecuencias ya se vuelven más complicados. He aquí
efecto profundo en los valores e institu- son manifiestas en el d e b a t e q u e algunos ejemplos:
ciones y en las pautas de toma de sostienen los países desarrollados, en • En la ayuda al d e s a r r o l l o , los
decisiones de la sociedad en conjunto. torno a procedimientos para patentar Estados Unidos han intentado vol-
formas de vida, el cual puede arrojar carse hacia programas que estimulen
En términos del impacto de los nuevas luces sobre cómo se deberán
intereses de política exterior en la considerar los recursos naturales de los mecanismos de m e r c a d o y de-
próxima década, tal parece que las una nación, en el comercio interna- p e n d a n de éstos. Sin e m b a r g o ,
tendencias de las siguientes áreas de la cional, en comparación con los mate- c u a n d o la solución de p r o b l e m a s
ciencia y la tecnología tendrán especial riales que son creados p o r medios específicos de salud del T e r c e r
importancia: M u n d o r e q u i e r e t e r a p i a s d e alta
biosintéticos. t e c n o l o g í a muy costosas, q u e los
Bioaenaa. En la primera mitad del
siglo XX, la física ocupó el sitio más Como la física en épocas anteriores, países en d e s a r r o l l o difícilmente
destacado entre las ciencias y tuvo la las biociencias se han vuelto impor- pueden solventar, los procedimientos
primacía en el proceso de acrecentar tantes en virtud de su potencial tec- directos de mercado no funcionan y
nológico. A medida que se ha incre- es necesario encontrar formas alter-
mentado la comprensión científica, nativas que les permitan el acceso a
Reproducido con autorización d e Foreign Affairs, dichas terapias, a fin de alcanzar esas
otoño de 1990. O 1990 por el Council on Foreign
Relations, Inc.
metas humanitarias.

4
 • Es poco probable que un marco de
trabajo multilateral, como el del
Acuerdo General sobre Aranceles
Aduaneros y Comercio, sea apropiado
para negociar convenios comerciales y
tecnológicos que incluyan la biotec-
nología, pues ciertos temas no econó-
micos y bastante específicos para cada
socio comercial pueden ser tan impor-
tantes como los económicos (límites en
la alteración genética de plantas y
personas, normas para el ensayo de
m e d i c a m e n t o s , protección de los
individuos que participan como sujetos
en investigaciones clínicas, etc.).
• El creciente perfeccionamiento
tecnológico de la investigación agrícola
requiere un mayor uso del equipo y las
instalaciones de universidades estado-
unidenses, como apoyo a los progra-
mas de ayuda internacional. Esto
origina problemas políticos internos
por la fuerte tradición que considera
dichas instalaciones como "propiedad"
regional.
Ciencia de materiales. Esta disciplina
conjuga los avances de la física del
estado sólido—cuyas investigaciones
p r e t e n d e n c o m p r e n d e r en forma
fundamental el comportamiento de la
materia condensada—con el desarrollo
de materiales dotados de propiedades
deseables y a menudo insólitas [véase
Facetas 8 9 ] . Se incluye aquí esta
especialidad por su vasto conjunto de
aplicaciones y por las múltiples formas
en que podría reducir la dependencia
de recursos y energéticos, mejorando
así la competitividad económica. Estos
son algunos ejemplos:
• El adelanto de las tecnologías de la
información depende del desarrollo de
nuevos materiales: semiconductores
para microcircuitos, superficies orien-
tables para el almacenamiento magné-
tico de información, fibras ópticas para
enlaces rápidos de comunicaciones.
• El desarrollo de nuevos materiales,
desde superconductores hasta mate-
riales de construcción ligeros y de alta
resistencia, es un elemento clave para
usar con más eficiencia la energía en
los Estados Unidos.
• Así como el desarrollo del caucho
sintético alteró el curso de la Segunda
Guerra Mundial, la creciente capa-
cidad para diseñar materiales con
/
16
propiedades altamente especializadas a
partir de materias primas fáciles de
conseguir, modificará tal vez las ne-
cesidades estratégicas de almacena-
miento de materiales de los EUA, en
formas que permitan incrementar la La megaciencia ya ha
autonomía de la nación.
Tecnologías de la información. La alcanzado proporciones que
tecnología de la información, que
incluye la recopilación de ésta (me- exceden la capacidad
diante sensores, técnicas de creación
de imágenes, telefotografía), su pro- de cualquier país para financiarla
cesamiento y almacenamiento (en
computadoras) y su trasmisión (a través en forma independiente. La
de redes de comunicación y medios de
difusión electrónicos), ha afectado
nuestras vidas y nuestra sociedad en investigación científica
forma más profunda y omnipresente
que cualquier otra especialidad, desde basada en la colaboración
la Segunda Guerra Mundial.
Aunque los avances de la tecnología internacional se está volviendo
nuclear, la ciencia de materiales y la
química no se pueden pasar por alto, la aún más crítica y debemos
tecnología de la información ha sido el
fundamento de la defensa nacional afrontar las cuestiones de
durante el último medio siglo. Actual-
mente, el comando, control, comunica-
ciones e inteligencia, que son las bases
seguridad, competitividad y
de la estrategia y la táctica militar,
dependen de los nuevos adelantos de orgullo nacional, que dificultan
la tecnología de la información.
Es obvio que la tecnología de la in- tal cooperación.
formación seguirá desempeñando un
importante papel en los asuntos de
seguridad nacional durante el próximo
decenio. Sin embargo, parece que la
naturaleza de su influencia se está
modificando a causa de dos nuevas
tendencias. La primera consiste en que
el liderazgo en ciertas esferas de la
tecnología, relacionadas con la com-
putación, está difundiéndose a otras
naciones, de manera que los Estados
Unidos no pueden aspirar a conservar
en el futuro la misma ventaja militar,
apoyada en la tecnología, que habían
tenido hasta el presente.
La segunda es que al aumentar el
tamaño y complejidad de los sistemas
de armamento, el comando y control
libres de errores se vuelven cada día
más necesarios y difíciles de lograr. Las
duplicaciones (y costos) necesarios
para asegurar un desempeño aceptable
se multiplican muchas veces, e incluso
no es seguro que tal control esté den-
tro de nuestra capacidad técnica en el
futuro previsible.
 Cómo Administrât la Explmum •!• las Innaeacimm

Por otra parte, los requisitos de
desempeño de los sistemas de inteli-
gencia y recopilación de información
son muy diferentes y parecen mucho
más factibles técnicamente; en realidad
es muy probable que continúen mejo-
rando durante esta década. La obser-
vación desde satélites, los análisis físicos antes que obtenerla: tenemos que
y químicos a larga distancia, el equipo
λ
detector de vibraciones y el procesa-
miento de información por compu-
tadora incrementan la capacidad de
recibir advertencia más anticipada
acerca de posibles ataques y de verificar
los tratados sobre armas. Por tanto, tal
parece que los adelantos tecnológicos y
científicos pueden ser un estímulo
apreciable para que las superpotencias
reduzcan más su armamento.
ay otros cuatro aspectos acerca de superconductor supercolisionador y el relacionado muy a menudo con me-
Esto quiere decir que la investigación
\ científica basada en la colaboración
internacional se está volviendo aún más
obligados a cambiar nuestro marco crítica y que debemos afrontar las
conceptual de la información. Hoy cuestiones de seguridad, competiti-
estamos tan saturados de ésta, que vidad y orgullo nacional, que dificultan
nuestro problema es lidiar con ella, tal cooperación.
Tecnología en gran escala. A pesar de
seleccionarla, asimilarla, entenderla o que quienes proponen lo que se cono-
evitarla. ce como tecnología apropiada podrían
Cienaa en grande. En muchos pro­ argumentar que el ingenio (o refina-
yectos de investigación científica, los miento) tecnológico no tiene que
costos del equipo, su manejo y man- hacerse forzosamente en gran escala,
tenimiento exceden ahora en gran por lo menos dos factores han con-
medida los salarios anuales de los ducido de modo inexorable hacia una
científicos que los realizan. No es producción cada día mayor, en la
infrecuente que el equipo necesario aplicación de la tecnología. En primer
para el trabajo de un solo científico lugar, el nivel de comodidad—nuestro
cueste entre u n o y dos millones de nivel de vida, nuestra "riqueza"—es en
dólares. En algunos megaproyectos—el sí mismo un concepto cuantitativo,

H la influencia de la tecnología de la proyecto sobre el genoma humano son didas de productividad, como el pro-
información, que vale la pena dos ejemplos adecuados [véase Facetas ducto nacional bruto (PNB), y fomen-
mencionar. El primero es que nuestra 90]—los costos totales del equipo ta el incremento de la producción. En
prodigiosa habilidad para recopilar fluctúan entre 4.000 y 8.000 millones segundo lugar, muchos sistemas basa-
información no sólo exige una revisión de dólares. dos en la tecnología sólo son costeables
del significado jurídico y práctico de la Los efectos de esta realidad econó- para la producción en grandes canti-
esfera privada del individuo, sino tam- mica son profundos. En primer lugar, dades, lo que justifica el empleo de
bién un análisis similar de la "privacía" la necesidad de compartir el equipo instalaciones de producción integra-
de las naciones. El segundo es que la (aunada a la creciente importancia de das, con uso intensivo de capital; o sea,
existencia de redes baratas, múltiples y los esfuerzos multidisciplinarios, es la tecnología en gran escala.
de alcance mundial, para comunicar la decir, las investigaciones que requieren Cuando los sistemas tecnológicos se
información, ha transferido el poder la participación m a n c o m u n a d a de vuelven más integrados, más refinados
de los gobiernos a los individuos, lo científicos de diferentes especiali- y de mayor escala, el desarrollo tecno-
que ha dado un fuerte impulso prác- dades), está provocando un desplaza- lógico se torna más complejo, pues se
tico al concepto, anteriormente abs- miento, de los proyectos de investiga- basa en la investigación en varias áreas
tracto, de un mundo "entrelazado". El ción concebidos y realizados por disímiles, de modo que el proceso de
tercero es que el advenimiento de las individuos, a las actividades de grupo. desarrollo no se realiza en forma se-
supercomputadoras—y la probabilidad Esto puede reducir la innovación, pues cuencial y, por ende, no se basa en un
de que su velocidad de cálculo siga disminuye la gama de enfoques de conjunto bien definido de proyectos de
aumentando—rebasa la simple pers- investigación y los riesgos que implican investigación. El desarrollo de una
pectiva de hacer más de lo mismo que los proyectos individuales. tecnología o p r o d u c t o específico
hoy hacemos en computación: pode- En segundo lugar, puesto que el depende de la investigación en muchas
mos prever u n a época (quizá más equipo utilizado en la investigación es disciplinas, y la investigación de una
cercana que la generación de energía en la actualidad un producto de la alta disciplina en particular sustenta varios
por fusión controlada, por ejemplo) en tecnología, la naturaleza secuencial de avances tecnológicos. El proceso de
que cualquier problema concebible que la investigación y la tecnología se está llevar la idea de investigación hasta su
se preste al cálculo, podrá resolverse a alterando en forma notable por un aplicación tecnológica no sólo ya no es
costo accesible y en un plazo razona- ciclo de retroalimentación (cuando la lineal, sino además se realiza con
ble. En consecuencia, ha aumentado el disponibilidad de tecnología permite mayor rapidez que en el pasado.
interés por extender los límites de lo avances adicionales de la ciencia). Esto En estas nuevas circunstancias, la
que se puede concebir como suscep- le confiere nueva importancia a la separación tradicional que existe en los
tible de ser calculado. La inteligencia calidad de la infraestructura para la Estados Unidos entre los investigado-
artificial y el campo nuevo y popular investigación con que c u e n t e u n a res básicos (generalmente de univer-
que se conoce como la teoría del caos, nación, pues hace que resulte mucho sidades) y quienes buscan aplicacio-
son dos manifestaciones de este fe- más difícil generar buena investigación nes prácticas (casi siempre de la
nómeno. El cuarto es que nos vemos en países subdesarrollados. industria), daña por igual el desarrollo
En tercer lugar, la megaciencia ya ha
alcanzado proporciones que exceden
la capacidad de cualquier país para
financiarla en forma independiente.
científico y el tecnológico y puede ser
una desventaja considerable para este
país, en términos de competitividad
internacional.
Las tendencias anteriores en ciencia
y tecnología tienen consecuencias
significativas.
En primer lugar, ahora hay limita-
ciones prácticas sobre la capacidad de
una nación para ejercer su autoridad
rectora en su territorio y su población,
además de poderosas razones para que
se limite la afirmación de su autonomía
y el ejercicio de su autoridad.
Las limitaciones surgen en distintas
formas. Aunque la tecnología de la
información acrecienta considera-
blemente el poder de un gobierno
para vigilar a su población, el control
gubernamental de la distribución de
dicha información se ha perdido en
gran parte. La información p u e d e
representar todavía el poder, pero hoy
está compartida. La facilidad de la
comunicación de persona a persona
hace también que cada día les resulte
más impráctico, a los países, tratar de
controlar la difusión internacional de
la información tecnológica a fin de
mejorar su posición competitiva. Más
aún, es contraproducente que inten-
ten ejercer tal control, en virtud de la
interdependencia de las naciones en la
investigación científica y la necesidad
de apertura dentro de las sociedades,
para que la tecnología siga siendo
competitiva en un ámbito caracteri-
zado por plazos muy cortos para el
desarrollo.
Las fronteras geográficas se vuelven
menos significativas en la medida que
los avances en la detección remota
permiten a cualquier país "ver" todo
lo que sucede dentro de las fronteras
de otras n a c i o n e s . Más a ú n , la
a u t o n o m í a p a r a t o m a r decisiones
dentro de tales fronteras—en asuntos
como barreras comerciales, política de
energéticos o normas de contamina-
ción—se ha reducido mucho, no sólo
por las restricciones propias de un
medio ambiente mundial compartido,
sino por el incremento de la inter-
d e p e n d e n c i a de las naciones, pro-
vocado por la necesidad de contar con
m e r c a d o s i n t e r n a c i o n a l e s en u n a
economía impulsada por la ciencia y
también la tecnología.
Además, la mayor distribución de la
información en el mundo ha provo-
cado en los países menos desarrollados
un grado más alto de conciencia acerca
de cómo vive "la otra mitad", y un A medida que la gente obtiene
deseo más intenso de compartir dicho
estilo y nivel de vida. Las naciones desa-
rrolladas n o p u e d e n ignorar tales
más información y los líderes
aspiraciones.
En su versión más m o d e s t a , la políticos reaccionan ante esta
s e g u n d a c o n s i d e r a c i ó n es funda-
mentalmente una consecuencia de la realidad, lo que controla con
finitud de "la T i e r r a c o m o nave
espacial". Desde 1800, la población frecuencia la resolución de los
mundial ha crecido de 1.000 millones a
5.000 millones. Al mismo tiempo, la asuntos es el foro de la opinión
tecnología se ha extendido aún más.
Por desgracia, el reverso de la
influencia benéfica de la tecnología es
pública. La sociedad tendrá que
su impacto sobre el medio ambiente,
pues, por lo menos temporalmente, prestar mucho mayor atención a
r o m p e el equilibrio ecológico y en
algunas circunstancias lo d a ñ a en la calidad de la información
forma "permanente". Puesto que el
impacto negativo es más o m e n o s disponible para los electores, de
proporcional al número de personas y
al nivel de tecnología de que disponen, modo que los juicios del
los mismos factores que favorecen el
crecimiento de la población amplifican
sus efectos nocivos.
público alcancen un nivel más
alto de refinamiento.
A
fines del siglo XXI la población
mundial probablemente se dupli-
cará y será de 10.000 millones.
Este crecimiento se producirá casi por
completo en los países en desarrollo,
propiciado por los avances tecnoló-
gicos que ya existen. Pero la producti-
vidad y la a d a p t a c i ó n tecnológica
deberán seguir aumentando en esos
países para que su PNB se eleve y su
calidad de vida mejore; esto constituirá
un desafío adicional para el equilibrio
ecológico del mundo.
Puesto que n o hay m a n e r a de
estimar cuáles son los límites absolu-
tos de la población mundial, fácil-
m e n t e se descarta este asunto. Sin
e m b a r g o , las evidencias concretas
— c o m o la generalización de la
pobreza, las restricciones en materia de
energéticos y recursos, el calenta-
miento del planeta, el agotamiento del
ozono, la lluvia acida, la deforestación y
la disminución de la diversidad bio-
lógica—indican de modo rotundo que
estamos l l e g a n d o a tales límites,
i n d e p e n d i e n t e m e n t e de c ó m o los
definamos.

Los retos que esta situación implica
para la negociación multilateral son
atemorizantes. Ninguna nación puede
encontrar soluciones a estos problemas
por sí sola; de hecho, puede empeorar
su posición n e g o c i a d o r a si toma
decisiones unilaterales y apresuradas.
Las grandes diferencias en el uso de la
energía y la producción de desperdi-
cios, entre países desarrollados y en
desarrollo, así como dentro de cada
uno de estos dos grupos, dificulta la
tarea de encontrar una base equitativa
para deslindar responsabilidades a fin
de corregir dichos problemas. El costo
que implique para las diversas naciones
aceptar un conjunto de limitaciones
relacionadas con el medio ambiente
(protección de bosques, reducción de
las emisiones de dióxido de carbono,
eliminación del uso de clorofluo-
rocarbonos, extracción del azufre del
carbón), será muy distinto según su
nivel de desarrollo, sus fuentes de
energía o sus recursos de materia
prima. Además, las diferencias en los
costos de producción de un país a otro,
provocadas por la desigualdad de sus
restricciones ambientales (aunque sean
equitativas), afectará su competitividad
en los mercados internacionales y
creará la necesidad de modificar los
acuerdos de libre comercio para que
sea posible tener mercados justos.
Si bien cada u n o de estos temas
presenta dificultades especiales, el
grado de vinculación que existe entre
ellos es lo que impone la mayor carga
sobre las estructuras multilaterales de
negociación. La política de energéticos
no puede separarse de la política del
medio ambiente; las opciones tecnoló-
gicas de cada nación tendrán que ser
consideradas como asuntos apropiados
para las negociaciones internacionales;
y los futuros tratados comerciales
t e n d r á n que reflejar los acuerdos
mundiales sobre contaminación.
Una tercera interrogante se extiende
ahora a muchas áreas que trascienden
las cuestiones militares tradicionales.
La capacidad tecnológica es tanto un
beneficio como una desventaja. En el
ámbito de la energía nuclear, la natu-
raleza misma de la tecnología amplifica
los efectos del error humano en los
accidentes y nos expone a actos de
terrorismo en caso de robo de material
fisionable. Se ha inventado un nuevo
\ general. A medida que la gente obtiene
\ más información a través de los medios
término, "virus de computadora", para
describir algunos programas que (ya
sea intencional o accidentalmente)
pueden pertubar y destruir totalmente
redes nacionales y bancos de datos. Los
derrames de petróleo siempre han sido
un problema, pero el advenimiento de
enormes buques cisterna ha hecho que
tales contingencias sean mucho más
dañinas.
La complejidad del desarrollo
tecnológico en gran escala da lugar a
otra forma de incertidumbre en mate-
ria de control. Cuando los nexos entre
investigación básica y avance tecnoló-
gico son múltiples—y un tanto impre-
decibles—difícilmente se puede pecar
de excesivo cuidado en la planifica-
ción de la estrategia de desarrollo.
Encaramos dificultades adicionales
para evaluar y entender plenamente la
forma en que los nuevos avances de
la tecnología afectan la flora, la fauna
(incluido el ser humano) y el medio
ambiente. Nuestra capacidad para
manipular a la naturaleza nos otorga
un gran poder en la lucha contra las
enfermedades y dolencias físicas, pero
la aplicación de la tecnología se realiza
muchas veces con tanta celeridad que
no tenemos tiempo de comprender a
fondo sus efectos. En medicina, por
ejemplo, se presentan problemas por
los efectos colaterales de los medica-
mentos, la inserción de válvulas en las
arterias coronarias, la diálisis o el
corazón artificial. Con respecto al
medio ambiente, como ya dijimos, la
capacidad de influir en nuestro nicho
ecológico va a c o m p a ñ a d a de u n a
profunda incapacidad para evaluar las
consecuencias del cambio ecológico.
En contraste con problemas similares
surgidos en el pasado, ciertas situa-
ciones que hoy encaramos tienen
efectos negativos que pueden volverse
irreversibles si no los corregimos; no
obstante, actuamos antes de estar
seguros de que hemos comprendido la
situación que provoca dichos efectos.
Esto nos plantea un importante desafío
político y científico.
Finalmente, aun cuando la disponi-
bilidad de redes de información
fortalece de ordinario las estructuras
democráticas, reduce también la con-
fianza de que los r e p r e s e n t a n t e s
elegidos y los expertos técnicos tomen
decisiones benéficas para el público en
Cómo \dminnlrnt la Explosión de. los hiviwaáonés
y que los líderes políticos están
forzados a reaccionar ante este hecho,
lo que controla con frecuencia la
resolución de tales asuntos es el foro de
la opinión pública y no la mesa
ministerial de negociaciones. El
problema surge cuando el sistema de
distribución de la información, en
lugar de reflejar la complejidad de los
problemas del mundo real, los reduce
a términos simplistas.
L
a disponibilidad de información y
los efectos de la ciencia y la tec-
nología sobre la vida diaria, han
tenido una influencia particularmente
fuerte para acrecentar el conocimiento
público de los asuntos científicos y
tecnológicos en el mundo entero. Esta
mayor participación del público ha
producido algunos resultados positivos
en los Estados Unidos: por ejemplo, la
presión de la o p i n i ó n pública ha
impuesto la necesidad de que quienes
proyectan actividades susceptibles de
afectar el medio ambiente, elaboren
estudios del impacto ambiental de las
mismas, enfocados desde el aspecto
técnico, antes de iniciar su realización.
Sin embargo, en otras esferas, la opi-
nión pública ha llegado a involucrarse
en la tarea de determinar la dirección
del cambio tecnológico en niveles que
antes se consideraban exclusivos de los
especialistas.
Estas tendencias causan preocupa-
ción y sugieren que, en el futuro, la
sociedad tendrá que prestar mucho
mayor atención a la calidad de la
información disponible para los elec-
tores, de modo que los juicios del
público alcancen un nivel más alto de
refinamiento. Si bien es cierto que los
medios tienen una función obvia que
desempeñar en este cometido, los
círculos científicos y de política exte-
rior d e b e n percatarse con mayor
claridad de la apremiante necesidad de
mejorar la educación del público en
estos asuntos.
Como quiera que sea, los importan-
tes adelantos tecnológicos que surjan
de los progresos de las ciencias bioló-
gicas en los próximos decenios intensi-
ficarán probablemente el efecto de la
Cómo Administrar la Explosión de las Innovaciones
£ necesidades de energéticos y la com-
° petitividad económica—así como el
s cambio de la bipolaridad de las
- superpotencias a la multipolaridad,
opinión pública sobre la toma de de-
cisiones científicas, porque tendremos
que desarrollar políticas reguladoras
para la investigación y sus aplicaciones,
en terrenos donde las convicciones
religiosas y culturales del público son
muy fuertes.
Considerados en conjunto, estos
fenómenos intensifican el ímpetu del
viraje de un mundo bipolar a otro de
carácter mulüpolar, que hoy resulta tan
obvio, donde las tensiones Norte-Sur se
intensifican. El control gubernamental
ha sido entorpecido por las tecnologías
de la información, y la necesidad de
inversiones en tecnología ha elevado
los costos de oportunidad de los presu-
puestos militares; estos dos factores
han desembocado en la disminución
de la polaridad Oriente-Occidente.
El liderazgo tecnológico compartido y
la interdependencia ayudan a refor-
zar el concepto de múltiples centros
de poder. Al mismo tiempo, el ensan-
chamiento de las diferencias en el
ritmo de desarrollo tecnológico, las
crecientes aspiraciones de los desposeí-
dos y la mayor i n t e r d e p e n d e n c i a
creada por las tensiones ecológicas
planetarias y por las economías nacio-
nales orientadas a los mercados mun-
diales, son otros tantos factores que
ocasionan fricciones.
Estas fricciones se perciben más
notablemente en el problema de las
deudas del Tercer Mundo y la cuestión
del calentamiento del planeta. Puesto
que los problemas ambientales han
surgido principalmente por los efectos
acumulativos del desarrollo registrado
en el Norte, está adquiriendo credibi-
lidad la tesis que plantean los países en
desarrollo, según la cual se les debe
una indemnización económica y tec-
nológica. Esto ha establecido un
vínculo entre el problema de la deuda
y el calentamiento de la Tierra. La
vinculación del endeudamiento con el
medio ambiente—a la que se deben
agregar las cuestiones más vastas de las
sugieren que la resolución práctica de
estos problemas internacionales de
creciente gravedad requerirá enfoques
multilaterales y q u e nos veremos
forzados a idear formas ordenadas
de combinar problemas que históri-
camente se habían negociado por
separado.
E
stá claro que la transferencia de
equipo y conocimientos tecnológi-
cos desempeñará un papel cada
día más importante en el alivio de al-
gunas tensiones, pero la consecución
de la misma no está exenta de proble-
mas. Por ejemplo, ahora se dispone de
instalaciones y equipo para producir
energía con más eficiencia y limpieza
que nunca. Sin embargo, el costo de
capital que implicaría la sustitución de
plantas generadoras de energía me-
nos eficientes, pero todavía operantes,
en los Estados Unidos y otras nacio-
nes desarrolladas, sería e n o r m e :
mucho mayor que el costo de instalar
esas plantas en países en desarrollo,
conforme aumente su necesidad de
energía.
También hay graves dificultades
prácticas en la transferencia de tecno-
logía. La carencia de una infraestruc-
tura sociotécnica adecuada hace que a
los países en desarrollo les resulte en
e x t r e m o difícil absorber la nueva
tecnología más avanzada. Es posible
proporcionar los elementos físicos de
esa infraestructura, al menos en prin-
cipio, pero los recursos humanos son
un problema mucho más complejo.
La necesidad de cooperación mul-
tilateral en la ciencia y la tecnología en
gran escala y las limitaciones prácticas
para controlar el flujo de la informa-
ción, implican para los Estados Unidos
el grave reto de mantener su compe-
titividad económica sin tener u n a
fuerte posición de propietarios del
conocimiento científico y sin gozar de
una delantera decisiva a ese respecto.
Tal parece que la solución para ellos
consiste en que a p r e n d a n a sacar
ventaja del conocimiento básico con
mayor prontitud y eficacia, donde-
quiera que éste se desarrolle. Como
cuestión de política, esto requerirá pre-
sionar a todas las naciones para que
mantengan una actitud de completa
apertura, en la investigación científica
básica, y se brinden mutuamente la
oportunidad irrestricta de obtener la
tecnología bajo licencia. Sin embargo,
estas políticas serán de escasa utilidad a
menos que se acreciente la eficiencia
para adoptar la nueva tecnología, a
través de industrias nacionales, y se
eleve también el número de científicos
e ingenieros estadounidenses capaces
de desenvolverse en culturas extran-
jeras. Con esto se lograría establecer los
contactos necesarios, en el nivel de
trabajo, para que la transferencia
tecnológica tuviera éxito. En otras
palabras, tendremos que concentrar
nuestra mayor atención en las etapas
de innovación resultantes de la inves-
tigación y el descubrimiento científicos,
promoviendo al mismo tiempo, en el
nivel del gobierno, la cooperación, la
coordinación y el financiamiento en el
plano internacional, para garantizar
que el progreso científico siga su
marcha. •
los Estados Unidos. Las constitucio-
nes de Finlandia y Francia son hí-
bridas y no definen verdaderos sis-
temas presidenciales.
Por supuesto, los regímenes par-
lamentarios p u e d e n ser inestables,
sobre todo en medio de enconados
conflictos étnicos, como lo atestigua la
historia reciente de África. No obstan-
te, la expeiencia de la India y de algu-
nas n a c i o n e s caribeñas de habla
inglesa demuestran que, aun en socie-
dades sumamente divididas, las crisis
parlamentarias periódicas no tienen
por qué convertirse en crisis guber-
namentales en toda forma y la destitu-
ción del primer ministro y del gabinete
no significa el final de la democracia
misma.
El desempeño histórico superior de
las democracias parlamentarias no es
accidental. Una cuidadosa compara-
ción del parlamentarismo y el presi-
dencialismo nos lleva a la conclusión
de que, en general, el primero es una
mejor vía para la democracia estable
que el segundo. Esta conclusión se
aplica especialmente a las naciones
con profundas divisiones políticas y
m u c h o s partidos; en ellas, el par-
lamentarismo suele ofrecer la mayor
esperanza de preservar la democracia.
Elegido por el pueblo
Un r é g i m e n p a r l a m e n t a r i o en
sentido estricto es aquel donde la úni-
ca institución democráticamente legí-
tima es el parlamento; en tales sis-
temas, la a u t o r i d a d del g o b i e r n o
depende por completo de la confianza
parlamentaria. Aunque la creciente
personalización del liderazgo del
partido ha h e c h o que, en algunos
regímenes parlamentarios, los prime-
ros ministros sean cada día más pare-
cidos a los presidentes, sigue siendo
cierto que, salvo por la disolución del
parlamento y la convocatoria a nuevas
elecciones, el premier no puede apelar
directamente al pueblo, pasando sobre
la autoridad de sus representantes.
En los sistemas presidenciales, un
ejecutivo investido de considerables
facultades constitucionales—que inclu-
yen por lo general el control total de la
22
composición del gabinete y la adminis-
tración—es elegido directamente por
el pueblo, para un periodo fijo, y es in-
dependiente de los votos de confianza
parlamentarios. El no sólo es deposi-
tario del poder ejecutivo, sino también
jefe simbólico del estado y únicamente
puede ser destituido, entre una y otra
elección, mediante la drástica medida
de la impugnación. En la práctica,
según lo demuestra la historia de los
Estados Unidos, los sistemas presiden-
ciales pueden ser más o menos depen-
dientes de la cooperación de la legisla-
tura; así pues, el equilibrio entre los
poderes ejecutivo y legislativo puede
variar mucho en tales sistemas.
El gobierno presidencial tiene dos
características sobresalientes. La pri-
mera es el firme prestigio de legitimi-
dad democrática, e incluso plebiscita-
ria, del presidente; la segunda es el
carácter invariable de su periodo en
funciones. Estos dos asertos requieren
ciertas matizaciones. Algunos presiden-
tes llegan al cargo con una proporción
más reducida del voto popular que
m u c h o s p r i m e r o s ministros q u e
encabezan gabinetes minoritarios,
aunque los votantes pueden considerar
que la legitimidad de estos últimos es
más débil. E m u l a n d o al p e n s a d o r
político británico Walter Bagehot, po-
dríamos decir que el sistema presiden-
cial le concede al mandatario tanto las
funciones "ceremoniales" de jefe de
estado, como las funciones "efectivas"
de jefe del ejecutivo, lo cual le confiere
una aura, una imagen personal y un
conjunto de expectativas populares,
independientemente del margen con
que haya obtenido la victoria, que son
muy diferentes de los que correspon-
den a un primer ministro, por muy
popular que éste pudiera ser.
Sin embargo, lo más sorprendente
es que, en un sistema presidencial,
t a m b i é n los legisladores p u e d e n
reclamar legitimidad democrática,
sobre todo cuando representan parti-
dos cohesivos y disciplinados, que
ofrecen claras alternativas ideológicas y
políticas. Esta pretensión adquiere
gran relieve cuando la mayoría de la le-
gislatura representa una opción polí-
tica opuesta a la que el presidente en-
carna. En esas circunstancias, ¿quién
tiene más derecho de hablar en nom-
bre del pueblo: el presidente o la ma-
yoría legislativa de la oposición? Puesto
que ambos derivan su poder de los
votos de la ciudadanía, en libre com-
petencia entre alternativas bien defini-
das, el conflicto siempre es posible y a
veces puede estallar de modo espec-
tacular. No hay principio democrático
por el cual sea posible resolverlo y los
mecanismos que la constitución puede
aportar son quizá demasiado compli-
cados y legalmente áridos para resultar
convincentes a los ojos del electorado.
El segundo rasgo notable de los
sistemas presidenciales—el periodo
relativamente fijo que el presidente
ocupa el cargo—tampoco carece de
desventajas. Por este rasgo, el proceso
político se fragmenta en periodos
discontinuos, rígidamente demarca-
dos, que no dan cabida a los reajustes
continuos que los acontecimientos
pueden requerir. La duración del man-
dato presidencial se convierte en un
factor crucial en los cálculos de todos
los factores políticos, lo cual está car-
gado de consecuencias importantes.
Considérense, por ejemplo, las disposi-
ciones para la sucesión en caso de
muerte o incapacidad del presidente:
en algunas situaciones, es factible que
el sucesor automático haya sido electo
por separado y represente una orien-
tación política diferente de la del
presidente; en otras, éste pudo haber
sido impuesto por el presidente, como
su compañero de fórmula en la cam-
paña electoral, sin considerar su capa-
cidad para ejercer el poder ejecutivo o
atraer el apoyo popular.
En forma paradójica, las constitucio-
nes presidenciales incorporan princi-
pios y supuestos contradictorios. Por
una parte, esos sistemas se proponen
crear un poder ejecutivo fuerte y esta-
ble, con suficiente legitimidad plebis-
citaria para enfrentarse a toda la gama
de intereses particulares representados
en la legislatura. Según el concepto de
democracia de Rousseau, contenido en
la idea de "el pueblo", en nombre del
cual se supone que debe hablar el

Los partidarios del presidencialismo pueden argüir que la rigidez es una ventaja, porque
actúa como salvaguardia contra la incertidumbre y la inestabilidad.
presidente, esos intereses carecen de
legitimidad; lo mismo ocurre con el
concepto anglo-estadounidense de que
la democracia implica naturalmente
una muchedumbre—o incluso a veces
un conflicto—de intereses. Por otra
parte, las constituciones presidenciales
reflejan también profunda suspicacia
ante la personalización del poder: los
recuerdos y temores relacionados con
los reyes y caudillos no se disipan con
facilidad. Entre los baluartes constitu-
cionales c o n t r a la posibilidad del
poder arbitrario destaca la prohibición
de la relección en algunos países. La
misma sospecha se refleja en otras dis-
posiciones, como las facultades de
asesoría y consentimiento de la legis-
latura sobre las designaciones presi-
denciales, los mecanismos de impugna-
ción y la independencia judicial.
La mejor forma de resumir las
diferencias básicas entre el sistema
presidencial y el parlamentario con-
siste quizá en decir que, mientras el
palamentarismo imparte flexibilidad al
proceso político, el presidencialismo lo
vuelve bastante rígido. Los partidarios
del presidencialismo pueden argüir
que esta rigidez es una ventaja, porque
actúa como salvaguardia contra la
incertidumbre y la inestabilidad, tan
Los Dos Rostros de la Democrada
características de la política parla-
mentaria. Después de todo, bajo el
gobierno parlamentario, multitud de
actores—partidos, líderes partidistas e
incluso legisladores ordinarios—pue-
d e n instaurar cambios básicos,
provocar realineaciones y, sobre todo,
fabricar o destruir primeros ministros
en cualquier momento, entre una y
otra elección. Sin embargo, aunque la
necesidad de autoridad y predecibili-
dad parecerían favorecer al presiden-
cialismo, hay acontecimientos inespe-
rados—que abarcan desde la muerte
del jefe en funciones hasta graves
errores de juicio, cometidos bajo la
23
presión de circunstancias anómalas—
por los cuales el gobierno presidencial
es menos predecible y con frecuencia
más débil que el del primer ministro.
Este último siempre puede tratar de sa-
car a flote su legitimidad y autoridad,
ya sea p o r u n voto de confianza o
disolviendo el parlamento y convocan-
do nuevas elecciones. Más aún, el
primer ministro puede ser sustituido
sin que eso cause forzosamente una
crisis gubernamental.
El presidencialismo es inevitable-
mente problemático porque funciona
conforme a la regla de "todo para el
vencedor" (un acuerdo que tiende a
hacer de la política democrática un
juego de ganadores y perdedores, con
todo el potencial de conflicto que tales
situaciones implican). Aun cuando las
elecciones parlamentarias pueden pro-
ducir una mayoría absoluta para un
solo partido, lo más frecuente es que
en ellas alcancen cierta representación
varios partidos. El reparto del poder y
la formación de coaliciones son muy
comunes, por lo cual los funcionarios
están atentos a las demandas e intere-
ses de los partidos, aun de los más
pequeños. A su vez, éstos acarician la
esperanza de compartir el poder y, por
t a n t o , t i e n e n interés en el m a n t e -
nimiento del sistema considerado en
conjunto. En cambio, la convicción de
poseer autoridad independiente y un
mandato popular puede imbuir en el
presidente cierto sentimiento de poder
y celo misionero, aun en el caso de que
la pluralidad que lo haya elegido sea
precaria.
Formación de un gobierno
El peligro que implican las eleccio-
nes presidenciales con ganadores y
perdedores absolutos se complica por
la rigidez del periodo fijo de mandato
presidencial. Los ganadores y perde-
dores quedan claramente definidos
para todo el periodo presidencial. No
hay esperanza de lograr cambios por
medio de alianzas, de expandir la base
de apoyo gubernamental mediante
coaliciones de unidad nacional o de
emergencia, de convocar nuevas elec-
ciones en respuesta a acontecimientos
importantes, y así sucesivamente. En
lugar de eso, los perdedores deben
esperar cuatro o cinco años, cuando
menos, para poder aspirar al poder
ejecutivo y su patrocinio. El juego de
g a n a d o r e s y p e r d e d o r e s en los re-
gímenes presidenciales hace que sea
24
mayor la apuesta en las elecciones
presidenciales y exacerba inevita-
blemente la tensión y polarización
correspondientes.
Por otra p a r t e , las elecciones
presidenciales tienen la indiscutible
ventaja de permitir que la población
elija a su jefe ejecutivo en forma abier-
ta y directa, por un periodo predecible,
en l u g a r de dejar esa decisión a
merced de las maniobras furtivas de los
políticos. Sin embargo, esta ventaja
sólo puede cristalizar cuando su fruto
es un mandato claramente definido. Si
no existe la pluralidad mínima reque-
rida y varios candidatos compiten en la
misma ronda, el margen entre el ven-
cedor y el segundo lugar puede ser
demasiado estrecho para respaldar las
pretensiones de que ha tenido lugar
un plebiscito decisivo. A fin de sub-
sanar esta situación, algunas leyes
electorales incluyen u n mecanismo
p a r a escoger e n t r e los c a n d i d a t o s
cuando ninguno obtiene el mínimo de
votos necesarios para ganar; con ese
procedimiento no se confiere necesa-
r i a m e n t e el cargo al que tuvo más
votos. Son más comunes las disposi-
ciones decisorias que establecen una
confrontación entre los dos principales
candidatos, lo cual a u m e n t a la po-
sibilidad de polarización. Una de las
posibles consecuencias de las contien-
das entre dos candidatos, en los siste-
mas multipartidistas, es que se pueden
formar coaliciones amplias (en la etapa
de decisión o en las maniobras pré-
électorales) d o n d e los partidos ex-
tremistas adquieren u n a influencia
indebida.
Con una elección en dos rondas se
pueden evitar algunos de estos pro-
blemas, pues la ronda preliminar les
muestra a los partidos extremistas los
límites de su fuerza y permite que los
dos candidatos principales se percaten
de qué alianzas deben concertar para
vencer. Esto reduce el grado de incer-
tidumbre y propicia decisiones más
racionales, tanto de los votantes como
de los candidatos. De este modo, el
sistema presidencial puede crear una
situación semejante a las negociaciones
por las que los regímenes parlamen-
tarios "forman un gobierno".
No p r e t e n d o decir q u e la pola-
rización provocada a menudo por las
elecciones p r e s i d e n c i a l e s sea u n a
consecuencia inevitable del gobierno
presidencial. Si se puede confiar en
que el consenso público se va a orien-
tar hacia el centro del espectro político
y si el peso limitado de los partidos
limítrofes se evidencia, ningún can-
didato tendrá incentivos para coali-
garse con los extremistas. Es difícil que
las campañas presidenciales provo-
quen divisiones peligrosas en condicio-
nes de moderación y consenso previo.
El problema es que esas felices circuns-
tancias rara vez se presentan en los
países que están absortos en la ardua
tarea de establecer y consolidar la
democracia.
El poder del cargo
Se puede decir con razón que la
elección es una cosa y el ejercicio del
cargo por el vencedor es otra: ¿No es
posible que, después de su victoria,
éste se siente a restañar las heridas y
restablezca la unidad de la nación? ¿No
les p u e d e ofrecer a sus opositores
derrotados—mas no a los elementos
extremistas de su propia coalición—un
papel que desempeñar en su adminis-
tración, convirtiéndose así en el presi-
dente de todo el pueblo? Desde luego
que tales opciones son factibles, pero
dependen de la personalidad y el estilo
político del nuevo presidente y, en
menor grado, de su principal antago-
nista. No cabe duda de que la movili-
zación política de las campañas a base
de plebiscitos no conduce a la concilia-
ción. Esta podría debilitar en exceso al
nuevo presidente, sobre todo si im-
plicara el riesgo de ahuyentar en forma
definitiva a sus aliados más extremistas.
También cabría la posibilidad de que
la oposición se n e g a r a a pagar su
magnanimidad con la misma moneda,
con lo cual las posiciones de ambos
bandos se endurecerían, provocando
más antagonismo y polarización.
Algunos de los efectos más notables
del presidencialismo sobre el estilo
político provienen de las características
del cargo de presidente. Entre éstas
figuran no sólo las grandes facultades
que se confieren a la presidencia, sino
también los límites que se le imponen
(en particular la obligación de cola-
borar con la rama legislativa, requisito
q u e resulta especialmente n o t o r i o
cuando dominan ésta los opositores
del partido presidencial). El cargo de
presidente es bidimensional por natu-
raleza y, en cierto sentido, ambiguo:
por una parte, el presidente es jefe del
estado y r e p r e s e n t a n t e de toda la
nación; por la otra, constituye una op-
ción política claramente partidista. En

sus tratos con otros miembros de la
alianza electoral vencedora, puede
incluso representar una opción dentro
de otra opción si se presenta como jefe
de una coalición multipartidista. Al
presidente le puede ser difícil com-
b i n a r su papel de jefe de lo q u e
Bagehot llamó el aspecto "deferente" o
simbólico de la organización política
(un papel que, según ese pensador,
desempeña a la perfección el monarca
británico) con su carácter de jefe eficaz
del ejecutivo y líder de su partido, que
debe luchar por el bien de este último
y del programa partidista.
Las consecuencias más importantes
de la relación directa entre presidente
y electorado consisten tal vez en que el
primero tiene la sensación de que es
el único representante elegido de todo el
pueblo, lo que entraña el riesgo de
que confunda a sus partidarios con "el
pueblo" entero. El elemento plebis-
citario que está implícito en la autori-
dad del presidente puede hacer que
los obstáculos y la oposición que éste
encuentre le parezcan particularmente
molestos. En su frustración, se puede
sentir tentado a definir sus políticas
como el reflejo de la voluntad popular
y a calificar las de sus opositores como
los egoístas designios de intereses
estrechos. Esta identificación del líder
con el pueblo fomenta cierto popu-
lismo que puede ser fuente de fortale-
za. Sin embargo, puede inducir tam-
bién al presidente a no reconocer los
límites del mandato, que ni siquiera
una mayoría—para no mencionar una
simple pluralidad—puede esgrimir
como justificación democrática para
i m p o n e r su p r o p i o p r o g r a m a de
trabajo.
A diferencia del excelso rango del
presidente, el primer ministro suele ser
un miembro del parlamento y, aunque
ocupe el cargo de gobernante, sigue
formando parte de ese organismo. En
algún momento se tiene que reunir
con sus compañeros legisladores, en
plan de igualdad, como lo hace pe-
riódicamente el primer ministro britá-
nico en las sesiones tradicionales de
cuestionamiento, en la Cámara de los
Comunes. Si encabeza una coalición o
un gobierno de minoría, o si su partido
posee sólo una ligera mayoría de los
escaños, es difícil que el p r i m e r
ministro pueda darse el lujo de desoír
la opinión parlamentaria. En cambio,
el presidente encabeza una rama in-
dependiente del gobierno y establece
las condiciones en que se habrá de
reunir con los miembros de la legis-
latura. En los regímenes presidenciales
es especialmente incierto el sitio que
les corresponde a los líderes de la opo-
sición, que quizá ni siquiera ostentan
cargos públicos y ni r e m o t a m e n t e
poseen la categoría cuasi-oficial que
d e t e n t a n sus h o m ó l o g o s en Gran
Bretaña, por ejemplo.
Ministerios y funcionarios de
gabinete
La ausencia de u n m o n a r c a o un
"presidente de la república", q u e
pueda actuar simbólicamente como
poder moderador, priva a los regí-
menes presidenciales de flexibilidad y
de un medio para imponer límites al
poder. En caso de crisis, un personaje
de carácter neutral p u e d e aportar
solidez moral o actuar como mode-
rador entre el primer ministro y sus
opositores (entre los cuales no sólo
figuran sus enemigos parlamentarios,
sino también dirigentes militares). El
régimen parlamentario cuenta con un
presidente de la cámara o miembro
que preside el parlamento, quien pue-
de ejercer cierta influencia modera-
dora sobre los antagonistas en ese
órgano, incluido el propio primer mi-
nistro, pues éste también es miembro
de la cámara, a fin de cuentas, y está
supeditado al presidente de la misma.
La posición de los ministros en los
sistemas parlamentarios es muy dife-
rente de la que ocupan los funcio-
Los Dos Rostros de la Democracia
narios de gabinete en los regímenes
presidenciales. Sobre todo en los casos
de coalición o gobiernos de minoría,
los primeros ministros están mucho
más cerca del nivel de igualdad con sus
compañeros ministros, que los presi-
dentes en relación con sus respectivos
funcionarios de gabinete. El gabinete
presidencial es mucho menos pro-
penso a incluir miembros fuertes, de
mentalidad i n d e p e n d i e n t e , que su
homólogo parlamentario. Los funcio-
narios del gabinete de un presidente
ostentan sus cargos según el arbitrio de
su jefe; si son destituidos, desaparecen
t o t a l m e n t e de la vida pública. En
cambio, los ministros del premier no
suelen ser creaciones de éste, sino sus
colegas del parlamento; en el curso
ordinario de las actividades parlamen-
tarias, p u e d e n salir del gabinete y
volver a sus escaños con la misma li-
b e r t a d que los demás m i e m b r o s .
Además, el presidente puede proteger
a los integrantes de su gabinete, frente
a las críticas, con mucho mayor eficacia
que un primer ministro, cuyos miem-
bros de gabinete comparecen regular-
mente ante el parlamento para respon-
der p r e g u n t a s e incluso, en casos
extremos, para recibir censuras.
Los regímenes presidenciales se
basan en una legitimidad democrática
doble: no existe un principio demo-
crático para resolver las disputas entre
la rama ejecutiva y la legislatura, a fin
de dirimir cuál de las dos representa
verdaderamente la voluntad popular.
En la práctica, sobre todo en los países
en desarrollo donde hay grandes des-
igualdades regionales en materia de
modernización, es probable que la
perspectiva política y social de la
legislatura difiera de la que suscriben
el p r e s i d e n t e y sus partidarios. El
principio de representación territorial
tiende a conceder mayor peso en la
legislatura a las poblaciones pequeñas
y a las áreas rurales. Las circunstancias
de este tipo pueden dar lugar a que el
25
presidente cuestione las credenciales
democráticas de sus opositores legisla-
tivos. Puede acusarlos de que sólo
r e p r e s e n t a n oligarquías locales y
clientelas estrechas y egoístas. Esto
puede ser cierto o no. Además, no se
sabe si el hecho de votar bajo la tutela
de los n o t a b l e s locales, caciques
tribales, terratenientes, sacerdotes o in-
cluso patrones, sería peor que hacerlo
bajo la férula de sindicatos, asocia-
ciones de barrios o maquinarias parti-
distas. Como quiera que sea, las élites
urbanas modernas seguirán viendo
con escepticismo la buena fe demo-
crática de los legisladores provenientes
de distritos rurales o provinciales.
Limitaciones de tiempo
Entre las ventajas del presiden-
cialismo que se mencionan a menudo,
figura la disposición relativa a la
estabilidad del ejecutivo. Se dice que
esta característica constituye un con-
traste benéfico frente a la indefinición
de muchos gobiernos parlamentarios,
abrumados por frecuentes crisis en el
gabinete y cambios de primer ministro,
sobre todo en las democracias multi-
partidistas de Europa occidental. Sin
embargo, en esas comparaciones se
olvida el alto grado de estabilidad que
caracteriza a los gobiernos parlamenta-
rios. La volatilidad superficial que a
veces se percibe en ellos oscurece la
c o n t i n u i d a d de los partidos en el
poder, el carácter duradero de las co-
aliciones y el modo en que los líderes
partidistas y los ministros clave pueden
afrontar las crisis de gabinete sin tener
que renunciar a sus puestos. Tampoco
se reconoce como es debido que los
sistemas parlamentarios, por su misma
inestabilidad superficial, impiden a
menudo que haya crisis más profun-
das. Un primer ministro que se ve
envuelto en un escándalo o pierde la
lealtad de su partido o coalición ma-
yoritaria, cuya p e r m a n e n c i a en el
cargo podría provocar graves desór-
denes, puede ser destituido con mu-
cho mayor facilidad que un presidente
corrupto o muy impopular. A menos
26
que las alineaciones partidistas impi-
d a n la formación de u n g a b i n e t e
democráticamente legítimo, el parla-
m e n t o p u e d e escoger a u n primer
ministro que sea capaz de formar un
nuevo gobierno.
A las naciones con profundas divisiones políticas y
muchos partidos, el parlamentarismo suele ofrecer mayor
esperanza de preservar la democracia que el
gobierno presidencial.
La flexibilidad frente a situaciones
en constante cambio no figura entre
las virtudes del presidencialismo. La
sustitución de un presidente que ha
perdido la confianza de su partido o
del pueblo es una faena en extremo
difícil. La impugnación es un proceso
muy incierto y prolongado, sobre todo
si se compara con el sencillo recurso
parlamentario de negar el voto de
confianza. Además, aun estos métodos
n e t a m e n t e legales t i e n e n ciertos
riesgos: los partidarios del presidente
en funciones p u e d e n sentirse de-
fraudados y hacer causa común con él,
lo que exacerba la crisis. Es difícil ima-
ginar cómo podrían resolver la cues-
tión los dirigentes políticos, por sí
mismos, sin recurrir a amenazas o ape-
lar al pueblo o a instituciones no de-
mocráticas, como las cortes o—en el
peor de los casos—los militares. El
intenso antagonismo que subyace en
tales crisis n o p u e d e m a n t e n e r s e
oculto, ni siquiera en parte, en los re-
cintos de la legislatura. Lo que en un
sistema parlamentario podría ser una
crisis interna del gobierno, se puede
convertir en una grave crisis de todo el
régimen en los sistemas presidenciales.
Por definición, la democracia es un
gobierno pro tempore, un régimen
donde el electorado les puede pedir
cuentas a sus gobernantes, a intervalos
regulares, e imponer un cambio. El
p e r i o d o bien d e l i m i t a d o q u e se
permite entre las elecciones es quizá la
mayor garantía contra el poder pre-
potente y la última esperanza para las
minorías. Sin embargo, su desventaja
es que restringe la capacidad del go-
b i e r n o para cumplir sus promesas
electorales. Si éstas eran de largo
alcance e incluían programas impor-
tantes o cambios sociales, la mayoría
p u e d e sentirse d e f r a u d a d a p o r el
limitado periodo que se concede a su
líder para desempeñar el cargo. Por
otra parte, el poder del presidente está
tan concentrado y es tan amplio, que
parece peligroso no imponerle freno,
limitando el número de ocasiones que
puede ser reelecto. Tales disposiciones
pueden provocar frustración, sobre
todo si el mandatario es muy ambi-
cioso; con frecuencia parecen atracti-
vos los intentos de cambiar esta regla
en aras de la continuidad.
Aun cuando el presidente no acari-
cie ambiciones indebidas, su con-
ciencia del límite de tiempo que debe
acatar y del programa que se realiza en
su nombre, afecta inevitablemente su
estilo político. La ansiedad por la falta
de continuidad en las políticas y el ca-
rácter de los posibles sucesores fomen-
ta lo que el economista político Albert
H i r s c h m a n ha llamado "el vouloir
conclure" (el deseo de concluir). Este
sentimiento exagerado de urgencia
puede inducir al presidente a tomar
iniciativas de política mal concebidas, a

ejecutarlas con apresuramiento, a irri-
tarse sin justificación contra la oposi-
ción legal y a muchas otras reacciones
perniciosas. El primer ministro que
puede aspirar a que su partido o co-
alición de gobierno gane la próxima
ronda de elecciones está relativamente
libre de tales presiones. Los primeros
ministros han permanecido en el cargo
varias legislaturas, sin provocar el
temor de que surja una dictadura, pues
la posibilidad de cambiar el gobierno
sin recurrir a medios inconstitucio-
nales siempre está abierta.
El periodo fijo en el cargo y el límite
sobre la reelección son instituciones de
incuestionable valor en las constitu-
ciones presidenciales, pero significan
que el sistema político debe producir
un líder capaz y popular cada cuatro
años, o los que sean, y que el capital
político que el presidente saliente haya
acumulado no podrá persistir después
de su periodo. Todos los dirigentes
políticos deben preocuparse de las
ambiciones de los líderes de segundo
nivel, a veces porque sólo tratan de
colocarse favorablemente para la su-
cesión y, en otras ocasiones, a causa de
sus intrigas. La existencia de una fecha
fija y definida para la sucesión, según
se establece en las constituciones
presidenciales, no hace sino exacerbar
las preocupaciones del presidente a
este respecto.
La inevitable sucesión crea también
un tipo distintivo de tensiones entre el
ex presidente y su sucesor. Es posible
q u e el nuevo ejecutivo sienta el
impulso de afirmar su independencia y
distinguirse de su predecesor, aunque
ambos pertenezcan al mismo partido.
Por su parte, después de haber cono-
cido el honor inigualable y el senti-
miento de poder que el cargo trae
consigo, al ex presidente le es difícil
resignarse a perder para siempre el
poder, sin esperanza de recobrarlo,
aunque el nuevo mandatario fracase
miserablemente. Los partidos y coali-
ciones se pueden escindir sin disimulo
a causa de esos antagonismos y frustra-
ciones. Esto también puede provocar
intrigas, como cuando un ex presiden-
te que aún goza de prestigio trabaja
tras bambalinas p a r a influir en el
sucesor o para menoscabar las políticas
de éste o su liderazgo en el partido.
Por s u p u e s t o , p u e d e n surgir
problemas similares en los sistemas
parlamentarios, cuando un líder pro-
minente ha perdido el cargo y está
ansioso de recobrarlo. No obstante, los
regímenes parlamentarios p u e d e n
mitigar con más facilidad esos con-
flictos. La intensa necesidad de man-
tener la unidad del partido, la deferen-
cia que se concede a las figuras pro-
minentes del mismo y el hecho de que
el nuevo primer ministro se percate
claramente de que necesita el apoyo de
su predecesor, aunque éste no milite
en las filas del gobierno o en el mismo
bando de la cámara, son factores que
ayudan a mantener la concordia. Dos
líderes del mismo partido p u e d e n
alternarse como primer ministro; cada
u n o sabe que el otro puede ser lla-
mado para sustituirlo en cualquier
momento y que las confrontaciones
serían costosas para ambos: por eso
deben compartir el poder.
Los límites de tiempo asociados con
el presidencialismo y el carácter de
ganadores y perdedores absolutos, en
las elecciones presidenciales, tienden a
hacer que estas contiendas sean más
drásticas y divisorias que las elecciones
parlamentarias. Las realineaciones
políticas que pueden tener lugar entre
las elecciones y en los recintos de la
legislatura, en el sistema parlamen-
tario, se deben realizar públicamente
en las campañas electorales de los
sistemas presidenciales, d o n d e son
parte imprescindible del proceso por
el cual se forma una coalición gana-
dora. En el presidencialismo, el tiempo
se vuelve una dimensión muy impor-
tante de la política. Cuando los comi-
cios presidenciales están próximos, los
convenios deben realizarse no sólo en
público sino también en forma decisiva
(pues el hecho de que el bando ga-
nador los desconociera antes de la
siguiente c a m p a ñ a p a r e c e r í a u n a
traición a la confianza de los votantes).
Consenso público
Este análisis de las poco prome-
tedoras consecuencias del presiden-
cialismo para la democracia no tiene el
propósito de insinuar que ninguna
democracia presidencial pueda ser
estable; por el contrario, la democracia
más estable del mundo—los Estados
Unidos—tiene una constitución presi-
dencial. No obstante, es inevitable con-
cluir provisionalmente que las probabi-
lidades de que el presidencialismo
ayude a preservar la democracia son
menores en muchas otras sociedades.
Los Dos Rostros de la Democrada
Si bien es cierto que el parlamen-
tarismo p r o p o r c i o n a un c o n t e x t o
institucional más flexible y adaptable
para el establecimiento y consolidación
de la democracia, esto no significa que
cualquier tipo de régimen parlamen-
tario sea capaz de hacerlo. De hecho,
para completar este análisis, es me-
nester reflexionar sobre el mejor tipo
de constitución parlamentaria y sus
rasgos institucionales específicos. Entre
éstos figura el hecho de que el cargo
de primer ministro debe combinar el
poder con la responsabilidad, lo que a
su vez requiere la existencia de par-
tidos políticos fuertes y disciplinados.
Estas características fomentarían la
toma de decisiones responsable y la
estabilidad de los gobiernos, y podrían
propiciar una auténtica competencia
de partidos sin provocar u n a frag-
mentación política indebida. Además,
todo país tiene aspectos únicos que se
deben tomar en cuenta: tradiciones de
federalismo, heterogeneidad étnica o
cultural y así sucesivamente.
En último análisis, por bien dise-
ñados que estén, todos los regímenes
dependen del apoyo de la sociedad en
conjunto—sus principales fuerzas,
grupos e instituciones—para su propia
preservación. Por tanto, confían en un
consenso público que sólo reconozca
como autoridad legítima el poder que
haya sido adquirido por medios lega-
les y democráticos. Tales regímenes
dependen también de la habilidad de
sus dirigentes para gobernar, inspirar
confianza, respetar los límites de su
poder y alcanzar un grado apropiado
de consenso. Aunque estas cualidades
son más necesarias en el sistema pre-
sidencial, es precisamente en él donde
resulta más difícil alcanzarlas. El hecho
de d e p e n d e r i n t e n s a m e n t e de las
cualidades personales de un dirigente
político—o de las virtudes de un esta-
dista, si hemos de decirlo así—cons-
tituye un derrotero peligroso porque
nunca se sabe si será posible encontrar
a tal individuo para que ocupe el cargo
de presidente. Sin embargo, aunque
n i n g u n a constitución presidencial
puede garantizar que de ella surgirá un
Washington, un Juárez o un Lincoln,
tampoco un régimen parlamentario
nos puede garantizar que producirá un
Adenauer o un Churchill. •
 Me llamaron y dijeron: "Estamos
trabajando en esta serie. ¿Quiere
participar en ella?" Les respondí que sí.
Digamos que mi primera temporada
no fue espectacular. El contenido de la
serie era apropiado para periodismo
inmediato y para televisión al instante.
Sin embargo, yo no estuve muy bien
que digamos: me veía bastante tenso. A
pocas semanas del inicio de la serie,
John O'Connor, crítico de televisión
de The New York Times, le dedicó una
reseña y comentó: "El Sr. Moyers to-
davía tiene la apariencia del 'consen-
tido del profesor' y probablemente lo
fue". O'Connor tenía razón.
Fui a una tienda de víveres, compré
una espléndida manzana roja, la froté
para sacarle brillo y la puse en u n a
caja. Envolví ésta con papel de seda, la
até con un listón rojo y le envié el pa-
quete a O'Connor, tal como lo haría el
alumno "consentido" con su maestra.
John nunca olvidó aquel regalo.
Cuando terminó la serie, pensé: la
televisión no es para mí y no será mi
carrera, pero no voy a dejarla después
de un año de mediocridad. Regresaré y
lo haré mejor la próxima vez; le daré
un toque más personal. Voy a cambiar
el n o m b r e "Esta semana" p o r algo
subjetivo, c o m o "Diario de Bill
Moyers". En efecto así lo hice, para
expresar de inmediato que se trataría
de periodismo subjetivo y personal.
Después, a media temporada, fue
necesario remplazar a mi productor
ejecutivo, p o r q u e en los primeros
c u a t r o meses gastó t o d o el pre-
supuesto. Tuve que buscar un nuevo
productor ejecutivo y escogí a Jerry
Tobin, que había sido g e r e n t e co-
mercial de la Orquesta Sinfónica de la
NBC, c u a n d o la dirigía A r t u r o
Toscanini.
En cuanto Jerry entró a la oficina,
dijo: ¿"Qué vamos a hacer? Estamos en
bancarrota". Miró sobre mi hombro y
vio un libro recién publicado...Barbara
Tuchman, la historiadora, acababa de
regresar de China y había escrito aquel
pequeño volumen sobre sus experien-
cias en ese país. Jerry exclamó:
"Ustedes, los sureños, saben hablar con
la gente. ¿Por qué no empezamos a
hablar con la gente? hagamos en-
trevistas". "¿A quién, por ejemplo?", le
pregunté. Me respondió que a Barbara
Tuchman.
Así pues, llevamos nuestras cámaras
a la casa de la historiadora, en Nueva
York, y logré una estupenda entrevista
30
de una hora. La televisión es un medio
de sutilezas y matices. Ya ve usted que
La guerra y la paz no resulta bien en
televisión: los personajes se acartonan.
Para hacer una producción en este
medio, no conozco nada más maravi-
lloso que un rostro humano: cómo
hablan los ojos; cómo el silencio se
transforma en comunicación. La TV
actual no admite el silencio, pero no-
sotros le dimos cabida entonces (hasta
cierto punto, fue porque no teníamos
suficiente dinero para la edición). Un
colega y yo editamos la entrevista de
Barbara Tuchman en cásete de sonido,
sentados ante mi escritorio, moviendo
la palanca atrás y adelante para en-
contrar el segmento que se pudiera
empalmar, relacionar o yuxtaponer.
Pero también hubo silencios en que se
podía ver a Barbara Tuchman pen-
sando, en que se podía sentir lo que
ella pensaba.
U n a m e n t e en actividad: ¡Qué
instrumento tan maravilloso! No se ha
inventado un mecanismo cinematográ-
fico mejor. Continuamente se forman
en ella imágenes como destellos. A eso
se refería Joseph Campbell cuando
dijo que debemos dejar que nuestro
cuerpo nos hable. En efecto, el cuerpo
habla constantemente. En el cerebro,
las neuronas hablan sin cesar.
Aquello dio resultado. Barbara
Tuchman salió al aire. Todas las luces
del conmutador telefónico se encen-
dieron porque la gente se quería po-
ner en contacto con otro ser humano,
por medio de la pantalla.
En esa época se empezaba a hablar
de Watergate. Mi segunda temporada
terminó en 1972, precisamente cuan-
do el Presidente Nixon aún hacía caso
omiso de Watergate. Realmente creí
que se iba a salir con la suya. Se había
descubierto el allanamiento, pero la
prensa había aceptado en cierto modo
el punto de vista oficial: se trataba de
un robo vulgar, con allanamiento de
morada, que no tenía relación con
ningún otro asunto. Mi cuerpo, inmer-
so en Washington y saturado de lo que
allí sucedía, empezó a hablarme una
vez más y yo comencé a ver y sentir
conexiones en mi mente. Me puse a
escribir un ensayo y se lo llevé a uno de
mis productores favoritos. Él lo aceptó
y lo convirtió en imágenes; le dio vida
en un lenguaje televisual muy sencillo
(estábamos en 1973). Detesto volver a
ver cualquiera de mis trabajos perio-
dísticos de aquella época, porque su
estilo está completamente pasado de
moda. La misma noche que se tras-
mitió el ensayo sobre Watergate, que
duró una hora, telefonearon más de
3.000 personas solicitando que se
retrasmitiera. No habían tenido opor-
tunidad de verlo o no podían creer lo
que habían visto. La presentación fue
muy sencilla, sin ostentaciones. La res-
puesta me convenció de que existe una
audiencia deseosa de ver, en la peque-
ña pantalla, algo que tenga sentido.
Eso me atrapó definitivamente. De
ese modo se podía llegar a la gente; se
le podía ayudar a ponerse en contacto
con otras personas. Gran parte de lo
que he hecho es, simplemente, com-
partir la televisión.
Me asombra y perturba que las
cadenas de la televisión comercial, a
medida que pierden audiencia, per-
sistan en hacer productos cada día más
mediocres, como si así fueran a recu-
perar a un público que evidentemente
no los ha abandonado a causa de la
competencia, sino porque desea algo
más que fórmulas convencionales. La
TV es un magnífico medio para educar,
en el mejor sentido de la expresión. Lo
que logra emocionarnos nos educa. Al
ver a alguien que nos emociona reci-
bimos un influjo educativo; puede ser
Barbara Tuchman, su colega historia-
dor Henry Steele Commager, el pro-
ductor teatral Peter Seilars, Cornel
West, profesor de religión y estudios
afro-estadounidenses en Princeton, o
Maya Angelou, poeta.
¿Qué opina usted de los programas de
noticias que presentan recreaciones simu-
ladas?
Creo que es una terrible afrenta al
modesto, pero necesario papel del
periodismo en nuestra sociedad, el
hecho de que los periodistas empiecen
a recurrir a técnicas novelísticas para
comunicarnos lo que pasa en nuestro
mundo. Es cierto que con una novela
se puede decir más que con el perio-
dismo, acerca de la verdad, pero no
hay que confundir ambos géneros. Es
decir, que la obra Enrique Vde Shakes-
peare no es la historia de Inglaterra.
No se relata en ella la verdadera histo-
ria de ese país, sino sólo la verdad del
ser humano, la verdad poética de lo
que fue Enrique V en la Inglaterra de
Shakespeare. Asimismo, las "recrea-
ciones" dramatizadas son maravillosas
mientras no se las p r e t e n d a hacer

que los abogados acaten los principios
de la ética. También los periodistas de-
beríamos tener normas éticas, donde
se estipulara que la simulación y la
ficción no son instrumentos periodís-
ticos aceptables en nuestro oficio.
En su programa con Joseph Campbell, él
dijo que 'Ver la mitología de nuestra socie-
dad es como ver la primera plana de The
New York Tt»ies". ¿Cómo interviene el perio-
U dismo para apoyar, fomentar o combatir la
mitología de nuestra sociedad?
Bien, nosotros no hacemos la mito-
logía, pero sí elaboramos la primera
o conozco nada más maravilloso para
la producción que el rostro humano: cómo hablan los
ojos; cómo el silencio se transforma en
comunicación. La TV actual no admite el silencio...95
pasar por periodismo; entonces se plana. Una primera plana limitada. Ni
convierten en triquiñuelas y son un en ella ni en los noticiarios lo ponemos
engaño. todo. Reunimos noticias que reflejan la
Me gustaría ser cineasta. Lo digo en mitología o se convierten después en
serio, porque creo que con la ficción se ella, pero son otros los que crean los
puede hacer mucho más que con el mitos. Los "medios" son hoy una enor-
periodismo. No obstante, éste cumple me máquina publicitaria para producir
una función necesaria en una sociedad esa explosión de la fama que, a mi
donde el flujo de la información es juicio, fue la característica distintiva de
esencial para comprender el mundo los años ochenta.
que nos rodea. Sólo presenta una ima- Los "medios" en conjunto son el
gen de la realidad, pero esa imagen no motor que ha impulsado todo esto.
se puede encontrar en ninguna otra Nosotros no creamos la mitología, tan
parte. Por eso, confundir las dos for- sólo la proyectamos. La mitología la
mas equivale a corromper una de ellas hacen los intérpretes, la propia gente,
y abusar de la otra. Se abusa de la porque encuentra en nuestras infor-
ficción cuando se le quiere hacer pasar maciones mucho más de lo que vemos
por noticia o por periodismo. nosotros, prosaicos emborronadores
Creo que el público es más perspicaz de cuartillas. Eso es lo que en realidad
de lo que suponemos. Ve un programa somos los periodistas, ya sea q u e
de comedia porque sabe lo que éste le manejemos una pluma o una cámara
puede ofrecer y ve noticiarios porque de televisión. Somos escritorzuelos. La
conoce el valor de las noticias, pero no mitología viene de otra parte.
le gusta que se mezclen los dos géne- ¿Podría comentar cómo han afectado a la
ros. En general, se opone a ello. Si las política presidencial de este país la contrac-
cadenas de TV persisten en esas re- ción del discurso y el énfasis en lo ostento-
creaciones simuladas, ojalá que alguna so a expensas de lo sustancial, sobre todo
organización de periodistas profesiona- desde la época en que usted trabajó con el
les proteste y diga: ¡Se acabó! Los presidente Johnson?
periodistas esperamos que los conta-
dores se exijan cuentas a sí mismos y
El Mundo de la Televisión
Creo que el discurso político es-
tadounidense de hoy es muy trivial y
que esto se debe en gran parte a la
televisión.
En una charla reciente frente a un
grupo de estudiantes de periodismo,
les entregué el texto del discurso de
Lincoln en Gettysburg. Les pedí que
hicieran dos cosas: localizar pasajes
breves que les llamaran la atención; es
decir, que escogieran la nota de nueve
segundos y la de 14 segundos. Basados
en éstas, debían redactar un reportaje
para el noticiario vespertino. El resul-
tado podría ser éste: "Hace 87 años..." y
vendría después una fusión de "baja y
sube sonido" a: "El presidente Lincoln
habló hoy ante una gran multitud. Su
discurso no fue tan bien recibido como
el de Edward Everett, que habló antes y
fue aclamado por el auditorio..." Aquí
se insertaría un efecto con los vítores
del público y la secuencia consabida.
Es decir, habría que ver esos recortes a
base de tiempos medidos. Hagan la
prueba alguna vez y lo verán.
Étnica, cultural, intelectual, histórica
y sicológicamente, los Estados Unidos
son una sociedad compleja, lo cual no
se puede comunicar con esos peque-
ños recortes medidos que se presentan
por televisión. En gran parte, por eso
se ha vuelto trivial nuestro discurso
político.
Para la serie de d o c u m e n t a l e s
intitulada "Lo que piensa el público",
investigamos lo relativo al uso del
sonido y trasmitimos un extracto. En la
campaña de 1968 en la Universidad
Columbia, un inconforme desafió al
senador Edmund Muskie, entonces
candidato demócrata a la vicepresiden-
cia, a que lo dejara hablar. Muskie le
pasó el micrófono al joven estudiante,
quien se acercó y comenzó a hablar.
En el noticiario de esa noche se tras-
mitieron más de 60 segundos de aquel
discurso. A ningún candidato presiden-
cial se le concedió tanto tiempo en
1988.
¿Cómo influye esto en nuestra forma
de hablar? Imagine que tuviera que
expresar su amor con la fórmula de
tiempos medidos. Sería algo así: "¿Que
cómo te amo?", corte y entra el co-
rresponsal: "Le dijo a continuación
nueve formas en que la amaba". Cal-
cule cuál sería el efecto de esto sobre el
lenguaje del amor. Lo mismo sucede
con el lenguaje del gobierno y la po-
lítica. Las ideas complejas n o se
31
pueden exponer como es debido en la
televisión actual.
Aun en caso de que las notas fueran
más largas, ¿no cree usted que la televisión
no es un medio adecuado para las ideas
complejas porque no deja tiempo para
reflexionar?
La televisión es limitada a este
respecto. El finado Samuel Becket dijo
esta idea maravillosa: "En la lectura,
u n a voz nos susurra: '¡imagina!'" y
usamos la imaginación. Esto no sucede
en televisión p o r q u e n o p o d e m o s
hacer una pausa cuando la imagina-
ción nos llama. Hay que seguir adelan-
te p o r q u e los p r o d u c t o r e s nos en-
cargamos de todo: controlamos por
usted el ritmo, la velocidad de la ca-
rrera. En la lectura se pueden volver
atrás las páginas para ver qué se dijo
antes. Se p u e d e n h a c e r c o m p a r a -
ciones, lo cual es una de las funciones
principales de toda inteligencia, del
pensamiento crítico. Se puede decir:
¡Un momento!; en la página cuatro
dijo..., pero en la nueve afirma que..
¿Cómo conciliar la contradicción? ¿Es
posible lograrlo? Esto no se p u e d e
hacer en la televisión, lo que explica,
en parte, por qué no resultan bien los
debates en este medio: No se puede
hacer u n a pausa para acoplarse al
ritmo de la respuesta. Por eso yo trato
de describir los p e n s a m i e n t o s del
entrevistado, con la esperanza de que
el espectador los pueda seguir.
La tecnología de la televisión lo
vuelve todo plano y, al hacerlo, des-
ciende al más bajo común denomi-
nador, desprovisto de matices, sutileza,
historia y contexto, con lo que se con-
vierte en p r o m o t o r a del consenso,
a u n q u e n o intente imponer éste al
público.
A partir de sus experiencias en la tele-
visión pública y en la comercial, en CBS,
¿podría comentar sobre las oportunidades y
limitaciones que un periodista encuentra en
esos dos ambientes?
En ambos hice cosas que estuvieron
bien y otras que resultaron mal. Siento
simpatía por los dos a causa de lo que
pueden lograr.
La televisión pública tiene libertad,
pero no dinero; la televisión comercial
tiene dinero, pero no libertad. En la
CBS era difícil que muchos programas
se trasmitieran, simplemente porque el
departamento de "diversión" n o les
concedía suficiente tiempo. Cuando se
lograba llevar algo al aire, el impacto
podía ser muy fuerte. En 1986 realicé
32
un programa especial de 90 minutos,
intitulado "Desaparece la familia: crisis
en Norteamérica negra", sobre el em-
barazo en la adolescencia, y la tras-
misión tuvo gran impacto en los
debates del Congreso en torno de la
asistencia social. No t e n í a m o s el
propósito de influir en esas sesiones,
p e r o el sistema de difusión de la
cadena es instantáneo y universal; se
puede ver en Maine al mismo tiempo
que en San Diego.
La radio y la televisión públicas son
como los Balcanes antes de la Primera
Guerra Mundial: todo está fragmen-
tado, agrietado, dividido en pequeños
feudos, sin trasmisiones al instante ni
de costa a costa. "El m u n d o de las
ideas" se trasmite los domingos a las
seis y media de la tarde en Nueva York;
los viernes a las nueve de la noche en
Washington y a las seis de la tarde en
Detroit; los domingos al mediodía en
Portland. Así no es posible lograr el
impacto instantáneo que se obtiene
con la trasmisión en cadena.
Creo, por lo demás—y quizá esto sea
un concepto nuevo para usted—que la
creatividad en periodismo y cinema-
tografía va más allá del formato que
hoy se ha convertido en la n o r m a
a c e p t a d a p a r a dichos m e d i o s . La
televisión pública me ha permitido una
libertad de formato desusada en mi
campo de trabajo.
Lo terrible de nuestro trabajo—el de
usted y el negocio de la cinematografía
creativa, el mío y el periodismo—es la
adopción de fórmulas: si esto tiene
éxito, haremos otro igual. Aquello no
funciona, suprímanlo. La limitación de
la forma es la tiranía sobre el espíritu.
Se puede hacer así y se sigue haciendo,
pero siempre se vuelve a lo mismo. En
la televisión pública se puede presentar
cualquier cosa, siempre que se consiga
el dinero necesario. Dedico la mitad de
mi tiempo a recaudar fondos, pero así
puedo tener libertad. Por otra parte, el
impacto y el poder de la televisión co-
mercial, cuando se usan bien, alcanzan
niveles sin precedentes.
Una vez tuve que permanecer a la puerta
de la oficina de noticias de una cadena de
televisión, mientras los funcionarios deci-
dían cuáles serían trasmitidas, en qué orden
y cuánto tiempo se asignaría a cada una.
Desde el punto de vista periodístico, ¿dón-
de quedaron en ese caso los elementos de
control y contrapeso del periodismo?
Nunca he trabajado con profesiona-
les mejor preparados ni más dedicados
a su labor, que los de la televisión
comercial. Su enemigo es la brevedad.
Tienen que trabajar con esa cortapisa.
Ellos tratan de determinar cuáles
fueron los sucesos importantes del día
y los presentan al público, aunque sea
con cuentagotas. Después, en seg-
mentos de menos de un minuto—co-
nocidos como la "pieza" de 45 segun-
dos—intentan ofrecer algo que insinúe
la esencia de la noticia, una informa-
ción honrada, aunque breve; ese es el
oráculo que alude a alguna verdad
universal en el mundo de las noticias.
Se esfuerzan muchísimo, pero es difícil
creer que con semejante mezcla de
voces e imágenes puedan elaborar un
producto muy sustancioso.
Entré en la oficina del noticiario
vespertino, d o n d e todos eran mis
amigos y gente muy profesional. Me
introduje en la "pecera", la cabina
rodeada de cristales desde donde se
controlan esos noticiarios de la CBS.
Todos veían en el monitor el reportaje,
vía satélite, de un corresponsal en el
Medio Oriente. Aquello era extraor-
dinariamente fílmico, con gran fuerza
visual. Un productor dijo: eso no es
una noticia. Otro opinó: pero parece
que lo es. El productor ejecutivo con-
cluyó: entonces sí es noticia. Con ese
material se inició la trasmisión de
aquella noche, simplemente porque
parecía u n a noticia. Esto es lo pe-
ligroso: como se cuenta con muy poco
tiempo, la imagen, lo visual, puede
decir más q u e u n p l a n t e a m i e n t o
complicado, para el cual se requeriría
una explicación verbal. Allí radica el
peligro. No es cuestión de malevo-
lencia o incompetencia, sino la tiranía
del tiempo: se trata de hacer dema-
siado en un lapso muy breve.
¿Cree usted que, en general, lo bueno de
la televisión predomina sobre lo malo?
Recuerdo que, a principios de los
sesentas, excitó enormemente mi ima-
ginación un documental de la NBC,
"El túnel", acerca de unos jóvenes de
Alemania Oriental que hicieron un
túnel debajo del muro de Berlín. Yo
era e n t o n c e s d i r e c t o r adjunto del
Cuerpo de Paz y se me erizó literal-
m e n t e el cabello c u a n d o vi aquel
documental. En televisión hay lugar
para la ópera, el ballet e incluso el
buen teatro.
Así pues, este medio ha sido una
fuerza en verdad positiva y, al mismo
tiempo, a veces cae en la trivialidad. Si
se compara lo que hacemos con lo que

/ / ^ ^
•Il g ^
reo que será preciso alfabetizar
a los jóvenes en el aspecto visual, como a mí me
enseñaron a construir correctamente un enunciado
gramatical}}.
se podría hacer en televisión, estamos
haciendo muy poco. Además, aunque
carezco de pruebas empíricas a ese res-
pecto, estoy seguro de que ella ha con-
tribuido a que muchos niños no quie-
ran estudiar. Mi hija es maestra de
primaria en Nueva Jersey y a veces
telefonea para decirme: "Papá, no
puedo competir con la televisión. Los
alumnos quieren que yo actúe todos los
días". Los buenos maestros son actores,
pero no artistas de variedades.
No podría expresar esto en cifras.
¿Han sido buenos o malos los resul-
tados? No lo sé. ¿Lo han sido el libro o
la prensa escrita? Sí, lo positivo ha
superado a lo negativo en el caso del
libro, pero la prensa escrita predica a
veces el odio, escupe veneno, mancha
reputaciones, convierte a las mujeres
en objetos.
Supongo que quiero creer que en
mi época, la cual es mi m u n d o , la
prensa escrita se ha usado para el
bien;...que el número de personas cuya
conciencia fue despertada por ella,
supera al de los individuos a quienes
adormeció.
Creo que la serie sobre Campbell es mi
preferida. ¿Podría hablarnos un poco sobre
el proceso de escribir y el lugar que ocupan
los mitos y los cuentos de hadas como
fuente de energía para el escritor, al apor-
tarle información e imágenes que lo liberan
en su propio género artístico?
Todo gira en torno del relato, ¿no es
El Mundo de la Televisión
verdad? Antes que existiera la escritura veces a "expertos académicos" (pala-
cuneiforme, la gente se sentaba en tor- bras textuales) en esa serie, pero creo
no de una hoguera y contaba historias. que el maestro es alguien que ha dedi-
Acaban de matar un búfalo, comien- cado su vida a profundizar, como pre-
zan a preparar la carne y alguien dice: cursor, en cierta especialidad. En estu-
Quizá matamos el último búfalo; tal dios sobre las comunicaciones y los
vez ya no hay más búfalos... Pero llega "medios", Crispin Miller en la Univer-
^a P r i m a v e r a y l ° s búfalos vuelven a sidad Johns Hopkins, Stuart Ewen en la
aparecer. ¡Cielos!, entonces debe de Escuela Superior Hunter o Herbert
haber por allí un búfalo grande, que Schiller en la Universidad de Califor-
siempre nos m a n d a otros más pe- nia en San Diego, se han pronunciado
queños...y así empiezan a crear en favor de que se impartan cursos de
narraciones. alfabetización visual. Así se logrará que
esta nueva generación empiece a pen-
sar: "¿Quién me envía este mensaje?;
¿por qué escogieron este medio de
comunicación?; ¿por qué colocaron la
cámara en este ángulo y no en aquel?"
Creo que será preciso alfabetizar a los
jóvenes en el aspecto visual, como a mí
me enseñaron a construir correcta-
mente un enunciado gramatical.
La elección entre diversas opciones!—los
encuadres de la cámara o las preguntas—
¿la realiza usted deliberadamente, es algo
aprendido o sólo un reflejo de su propia
Todo se mueve alrededor del relato. personalidad?
Ya sea visual o lineal, a base de ¡Quién sabe! De hecho fui buen
palabras, éste sigue siendo una forma estudiante, no un erudito, pero sí buen
con la que intentamos darnos sentido a estudiante. Sabía tomar apuntes, escu-
nosotros mismos y al universo que nos char a los maestros y aprovechar sus
rodea. Hay buenas narraciones y malas enseñanzas. Todo esto empezó desde
narraciones; buenos narradores y los primeros grados en la escuela.
malos narradores. Algunos narran Estoy convencido de que, con pocas
escribiendo; otros, con la cámara y los excepciones, la mayoría de la gente
hay que lo hacen oralmente. que he conocido es mejor de lo que
Hace poco visité a mi padre y me parece. Asimismo, si se quiere benefi-
habló de su niñez en el este de Texas. ciar lo más posible a una persona, hay
¡Qué estupendo narrador! No pasó de que hacerla sentirse tan buena como
la primaria, pero sabe contar historias. lo es en realidad. Si pudiera charlar
Todo gira en torno del relato. A mi frente a frente con el individuo me-
juicio, lo único que vale la pena es nos hábil para expresarse, de todos los
hacer narraciones. La tradición es el que están en este salón, estoy seguro
más antiguo medio de comunicación y de que en un par de horas yo com-
la televisión el más reciente, pero en p r e n d e r í a algo de su v e r d a d e r a
ambos predomina el relato. esencia. Creo que todos llevamos
La mayor parte de la información que nos dentro ángeles superiores y ángeles
llega a través de la televisión se compone no inferiores. Tengo mis ángeles infe-
sólo de pequeñas cápsulas de sonido, sino riores y alguien puede hacer que se
también de breves fragmentos visuales. manifiesten. También tengo mis án-
Literalmente se nos coloca en el punto de geles superiores q u e , con ayuda,
vista en que desee ubicarnos el autor de la pueden revelarse.
filmación. He cavilado si la educación, para
La función del liderazgo político es
que los niños comprendan el poder de la
prestar oídos a lo q u e el público
televisión y el grado en que ésta es mani-
considera valioso. Lo mismo se puede
puladora, podrá ayudar a que esto cambie.
decir de la televisión. Cuando veo a un
Tal fue nuestra propuesta en "La sinvergüenza, sé reconocerlo. El pre-
mente pública". The New York Times me sidente Johnson decía: si al entrar a
reprochó que hubiera recurrido varias una habitación no puede captar al
instante quién está de su parte y quién
está en su contra, usted no sirve para la
política. Esto se lo enseñó la vida. •
33
 η
Frederic Remington, TheStampede (La estampida), 1908. Oleo sobre tela, 69 χ 102 cm.
COLECCIÓN DEL GILCREASE MUSEUM, TULSA, OKLAHOMA
nes podríamos denominar los triun-
falistas—encubrió esos fracasos y
proclamó tranquilamente que todo el
movimiento hacia el oeste, desde el
fronterizo Daniel Boone hasta el dis-
curso de Turner, desde los explora-
dores Lewis y Clark hasta la masacre de
indios en Wounded Knee, fue un éxito
aplastante y sin tacha.
El concepto triunfalista en que
Limerick sustenta su argumento—y
que cita con frecuencia—es este pá-
rrafo de la quinta edición (1982) de
un libro de texto muy difundido, que
se intitula Westward Expansion (Ex-
pansión hacia el oeste), editado por
Ray Allen Billington y Martin Ridge:
"La historia del oeste norteamericano
es u n a narrativa triunfal casi p o r
definición, pues rastrea una cadena
virtualmente ininterrumpida de éxitos
en la expansión nacional". Limerick ha
dedicado fructíferos años a destruir
esta aseveración.
Aun así, ¿no podría haber en la
propia crítica un poco de anticuada
exageración al estilo del oeste? ¿No
será dicha afirmación más bien tonta
que decisiva? ¿Cuenta en verdad con el
apoyo consensual que Limerick le
atribuye? ¿En efecto los historiadores
estadounidenses habrán hecho caso
omiso de los horrores patentes de la
conquista o de los flagrantes errores e
iniquidades que la acompañaron? ¿O
tal vez esas inertes palabras de un libro
de texto sirvieron como catalizador,
para que el prolongado movimiento
del pueblo estadounidense hacia el
oeste fuera evaluado con los criterios
surgidos después de Vietnam, del mo-
vimiento de derechos civiles y a raíz del
final de la inocencia norteamericana?
Planteo estas preguntas porque lo
primero que llama la atención, en el
revisionismo histórico frente al oeste,
es su carácter postrero. Lo segundo es
su influencia y ambas cosas parecen
estar vinculadas: al parecer, la influen-
cia dimana de tal posterioridad. El
hecho es que los lectores estadouni-
denses ya habían sido informados an-
teriormente de esas confusas verdades
sobre el oeste, relatadas por historia-
dores más capaces que la mayoría de
los revisionistas. No obstante, esos his-
toriadores las escribieron cuando, algu-
nos o todos los norteamericanos no
estaban dispuestos todavía a recibir
malas noticias acerca de aquella región.
Ahora que está entre nosotros esa
infanta, la Duda, sólo podemos esperar
que los historiadores e m p i e c e n a
reordenar las primacías y prioridades.
La profesión que en un tiempo se
35

ocupó ante todo de los héroes na-
cionales y sus hazañas, hoy prefiere
prestar atención a las víctimas. Y no es-
casearon las víctimas en el oeste: po-
demos mencionar a las poblaciones
nativas (destruidas), los pobres mi-
grantes (degradados), el paisaje (de-
teriorado, triturado, erosionado, devas-
tado) , las mujeres y niños (escarne-
cidos y explotados), los ideales na-
cionales (mancillados).
Muchos viejos libros de historia
p r e s e n t a n perspectivas sobrias o
análisis austeros, muy compatibles con
lo que ahora afirman los revisionistas.
Un caso muy p e r t i n e n t e es Virgin
Land: The American West as Symbol and
Myth (Tierra virgen: El oeste norte-
americano como símbolo y mito) de
Henry Nash Smith, publicado en 1950,
que gozaba de enorme prestigio en la
época en que obtuve la licenciatura.
Virgin Land exploró la historia de la
expansión hacia el oeste y los textos
derivados de ella, en un sencillo len-
guaje preestructuralista. Enfocó la ima-
gen, la metáfora y el símbolo, extra-
yendo resplandecientes pepitas meta-
fóricas de diversas novelas populares y
relatos de viaje. Smith era un historia-
dor más que aceptable y también un
erudito en literatura. El mito predo-
minante que impulsó a los coloniza-
dores hacia el poniente fue tal vez el
jardín del paraíso, comentó, pero el
verdadero oeste se c o m p o n í a ante
todo de llanuras Sémiáridas, montañas
y desiertos: un jardín caprichoso en el
mejor de los casos.
En su excelente capítulo sobre el
"Fracaso de la utopía agraria", Smith
prefiguró varios argumentos de los
revisionistas. También señaló que otros
autores declaraban, desde 75 años
antes, que la política gubernamental
de distribución de tierra alentaba los
\
monopolios de fincas y capitales, y que
en realidad era perjudicial para la
democracia agraria, en particular el
brillante reformador social Henry
George (tal como ahora lo recalcan los
revisionistas).
ambién el ala de estudios fe-
T meninos de la historia estado-
unidense tiene hoy una vigorosa
rama de investigaciones sobre el oeste.
Esta trabaja con diligencia para deter-
minar el lugar de la mujer en la histo-
ria del oeste. Los estudios especializa-
dos más interesantes ofrecen muchos
detalles atractivos sobre el desenvolvi-
miento de las mujeres en las subcul-
turas industriales o preindustriales y
presentan muchos ejemplos de la re-
ciedumbre femenina y su gran eficacia
frente a situaciones adversas.
Diarios personales, relatos de viaje y
cartas a los seres queridos más afor-
tunados, que se quedaron en el este,
han empezado a surgir de desvanes,
arcones familiares y (principalmente)
sociedades históricas estatales. La
mayoría de las cartas de dichas socie-
dades permanecieron en ellas mucho
tiempo, tan desatendidas como lo
estuvieron en vida sus autoras. Ya no es
así: los escritos largamente ignorados
de todas esas mujeres forman ahora
u n a segunda "senda de lágrimas",
como se llama a la emigración forzosa
de los cherokees a Oklahoma.
Supongo que mi incomodidad ante
el revisionismo del oeste obedece, en
general, a que sus cultivadores quieren
hacernos creer que ellos fueron los
p r i m e r o s en observar, o al m e n o s
subrayar, cuan violenta, terrible y dura
fue en verdad la conquista del oeste.
Mi propia interpretación y mi infancia
entre gente de aquella época me llevan
a la conclusión o p u e s t a : todos se
percataron de sus rigores.
Con justicia, Límerick reconoce
francamente que los hechos valerosos y
d e s a l e n t a d o r e s sobre ^el oeste se
conocen desde tiempo atrás y se citan a
menudo. En su opinión, el problema
estriba en que los mitos triunfalistas si-
guen predominando sobre las realida-
des igualmente antiguas de los sobre-
vivientes, pues el público continúa
viendo tan sólo el triunfo del oeste y
pasa por alto su fracaso. Esta es la im-
presión que los revisionistas deben
corregir.
En The Conquest of Paradise, sobre
Colón y su legado, el periodista Kirk-
patrick Sale describe de modo ameno
e incitante el t r e m e n d o impacto, a
menudo fatal, que se produjo cuando
los primeros colonizadores se encon-
traron con los que pronto serían colo-
nizados. Los nativos murieron pronto
(más del 90% de ellos), pero los co-
lonizadores perecieron casi con igual
rapidez, no por enfermedades o ina-
nición, sino víctimas de una especie de
conmoción ante las tierras vírgenes.
Aun en una región acogedora, fértil y
boscosa como Virginia, cuya topografía
no es muy distinta de la europea, un
número sorprendentemente alto de
los colonizadores que llegaron con el
capitán J o h n Smith p e r m a n e c í a n
sentados, se desvanecían y morían.
Si Virginia provocaba tan intenso
impacto, piense cómo habrá sido en el
oeste. Mejor aún, vaya a mirar. Siga la
ruta de Santa Fe, la de Oregon, la de
Chisholm, la de Texas, la de California.
Apártese de vez en cuando de la super-
carretera y contemple lo que aún se
puede ver de la recientemente célebre
Ruta 66, que en la época de On the
Road (En camino) de Jack Kerouac
todavía era un sendero transitable. Bas-
taron 30 años para que las llanuras y el
desierto borraran esa ruta. ¿Cuánto
más fácil no habrá sido que esos mis-
mos llanos y el páramo acabaran con
una familia o una caravana de carretas?
El drama perdurable del oeste sigue
siendo una gesta de cielos y tierras.
 La Conquista del Oeste en Retrospectiva

Miles de pioneros consignaron su El explorador y el científico en la riadores o especialistas que contem-

sensación de insignificancia ante todo
aquello, y muchos historiadores han
comentado que tenían razón: sí eran
insignificantes en relación con el en-
torno. Atrapado recientemente en
congestionamientos de tránsito en
Denver, Phoenix y Los Angeles, pensé
con tristeza que les debemos dar la
razón a los triunfalistas en un aspecto:
el lugar fue colonizado en verdad. No
obstante, aun en esos dilatados
asentamientos priva una cualidad de
transitoriedad que todavía hoy nos
induce a cavilar. Después de todo, los
pueblos fantasma que amaba Limerick
fueron también prósperos asentamien-
tos, en fecha no muy remota.
Para entender la expansión hacia el
oeste n o sólo hay q u e estudiar al
explorador y al científico, sino también
al artista. Los artistas formaron parte
de aquella empresa, desde el principio,
y fueron un factor vital porque, aún
más que los exploradores y científicos,
ellos convencieron al este sobre las
bondades del oeste. En la gran medida
en que hubo un oeste de la imagina-
ción—que fue el oeste conocido por la
mayoría de los estadounidenses—sus
creadores no fueron los pioneros sino
los artistas.
illiam H. Goetzmann, de la merick son los polemistas más vigo- d e m a s i a d o calor, d e m a s i a d o frío,
conquista del oeste norteamericano, plan hoy con mirada crítica, y con
1967), obtuvo un premio Pulitzer y sobrada razón, el legado de aquel
presentó un rico trabajo histórico s u e ñ o y esos mismos actos. En su
cuyos hallazgos fueron ampliados empeño de decir por fin la verdad, los
notablemente en The West of the Imagi- "estudios del fracaso" naufragan a
nation (El oeste de la imaginación), el m e n u d o p o r q u e rara vez le hacen
libro de arte que él mismo produjo justicia a la riqueza imaginativa que es
j u n t o con su hijo, como volumen parte integral de esa verdad. Tal vez
acompañante de una serie trasmitida esos historiadores acierten en cuanto a
por la televisión pública con el mismo las experiencias, pero simplifican o
título. desdeñan las emociones y la imagi-
La lectura del libro de Goetzmann nación que impulsaron a los colo-
nos recuerda una vez más la forma nizadores del oeste, a pesar de tales ex-
instantánea en que se empezó a vender periencias. Los exploradores y pione-
la idea del oeste. Para eso estaban los ros de todo tipo necesitaron imagi-
artistas, que marchaban a la par con los nación. La fantasía les dio parte del
exploradores o acaso iban un salto más temple que les permitió sobrevivir a la
adelante que éstos. Desde Titian Peale adversidad que la tierra les impuso.
y Samuel Seymour hasta George Si atraviesa la región alargada de
Catlin, Karl Bodmer, Alfred J. Miller y
Oklahoma en el crepúsculo invernal,
los demás, los artistas pintaban lasverá cuan difícil le resulta no caer en el
mismas comarcas que los exploradoresabatimiento. Recorra la árida reser-
iban agregando a sus mapas. Tampoco vación Shoshone, en el valle del río
los escritores se mostraron indolentes:
Wind de Wyoming; cruce la inhóspita
c u a n d o apenas habían llegado los
meseta Bridger en el mismo estado; o
tramperos a las fuentes del río Mis-bien las planicies Staked, la parte
souri, Fenimore Cooper y Washington central de Mojave, el desfiladero
Irving comenzaron a incluir al oeste en
Donner enmedio de una tempestad de
sus relatos. nieve, los páramos, los g r a n d e s
En el debate entre triunfalistas y cañones, la comarca del río Dismal en
revisionistas—que aún está en sus el norte de Nebraska; atraviese cual-
primeras etapas—Goetzmann y Li- quier lugar del oeste cuando hace

W Universidad de Texas en Aus- rosos y los que tienen diferencias más demasiado vacío; cuando el vendaval le
tin, quien es quizá el principal interesantes. Creo que Goetzmann arroja tierra a la cara o el granizo ame-
estudioso de la exploración del oeste lleva la ventaja por ahora, pues ha naza con quebrar el parabrisas. Reco-
norteamericano, escribió reciente- reconocido el hecho decisivo de que rra casi cualquiera de esas regiones
mente New Lands, New Men (Nuevas la conquista del oeste fue u n acto cuando la luz es mortecina, y tal vez
tierras, nuevos hombres), donde di- imaginativo en alto grado. De modo sentirá un ardiente deseo de regresar a
serta sobre la exploración del Nuevo similar, en The Mythic West in Twentieth algún sitio civilizado, como la Piazza
Mundo en conjunto y el significado de Century America (El oeste mítico en los Navonna, para saborear un helado en
la misma para la ciencia en particular. Estados Unidos del siglo XX), Robert un ambiente acogedor.
El estudio anterior de Goetzmann, Athearn muestra con acierto la forma Lo que no hay en abundancia en la
Exploration and Empire: The Explorer and en que el sueño del oeste, como un vasta literatura de la colonización es la
the Scientist in the Winning of the lugar de libertad y oportunidades, ha desilusión. La gente iba al oeste con
American West (Exploración e imperio: logrado conservar su energía casi sin tantas esperanzas, que muchas de éstas
menoscabo hasta el siglo XX, desa-
fiando la presencia de condiciones
enormemente modificadas y de un cú-
mulo también gigantesco de hechos
negativos.
La conquista del oeste fue una gesta
basada en el sueño imperial de per-
sonas cuyas mentalidades y ambiciones
eran muy diferentes de las de los histo-

37
 Albert Bierstadt, The Oregon Trau (La senda de Oregon), 1869. Oleo sobre tela, 79 χ 124 cm.
BUTLER INSTITUTE OF AMERICAN ART, YOUNGSTOWN, OHIO
podían ser destruidas sin darle tiempo
de decepcionarse. Quizá la idea de la
oportunidad era demasiado poderosa;
desde luego, fue capaz de sostener
prácticamente todos los sueños, mien-
tras la tierra se mantuvo abierta. Fra-
casas aquí, triunfas allá. Aquí penurias,
allá a u g e . ¿Hay sequía en Texas?,
ensaya en Nebraska. ¿Demasiado calor
en Kansas?, ve a Colorado. ¿Se ago-
taron los pastos en Wyoming?, már-
chate a las Dakotas.
Sin embargo llegó al fin la des-
ilusión. Sucedió en el siglo XX, cuan-
do las tierras libres ya se habían ago-
tado, la población era más numerosa y
las o p o r t u n i d a d e s resultaban más
difíciles de encontrar.
C u a n d o era n i ñ o , siempre me
asombró el sentimiento trágico de mi
38
padre. ¿Qué percibía él que lo ponía
tan triste? No teníamos mucho, pero
tampoco estábamos peor que nuestros
vecinos. Incluso poseíamos mejores
caballos. ¿Qué percibía? Se percataba
de que la colonización de la frontera
había terminado, tal como lo dijera
Frederick Jackson. Había llegado el
momento de despertar del gran sueño
del oeste. Este había sido breve: entre
Lewis y Clark, y el episodio de
Wounded Knee sólo pasó un periodo
comparable a una larga vida humana.
Un vaquero joven que hubiera parti-
cipado en el primer acarreo de ganado
de Texas en 1866, p o d r í a h a b e r
tomado parte también en el último de
esos recorridos, hacia 1890, dando por
concluida toda esa gloriosa aventura
cuando estuviera aún en plena ma-
durez. ¿Se sentiría feliz ese hombre
vendiendo seguros en los suburbios?
Mi p a d r e y sus ocho h e r m a n o s
pasaron la vida en lo que se conoce
como "la industria del g a n a d o de
pastizal", p e r o n i n g ú n vaquero o
ganadero que yo haya conocido la
concibió jamás como una industria o
siquiera como una simple ocupación.
Aquello era una auténtica vocación,
como la del trampero traficante de
pieles o la del gambusino. Incluso hace
90 años, c u a n d o nació mi p a d r e ,
cualquier persona sagaz podía perca-
tarse de que ese tipo de ganadería no
duraría mucho. En el acelerado siglo
XX, ya no bastaría dejar que los no-
villos vagaran libremente por los pasti-
zales hasta alcanzar el peso adecuado
para alimentar a las poblaciones sub-
urbanas; ese método resultaba dema-
siado lento, ineficaz y costoso. Las fin-
cas g a n a d e r a s , los vaqueros y las
experiencias que vivieron mi padre y
F A C E T A S

Una Ventana a Cuatro Decenios

Novelas
de Conejo
Por John Updike

El talentoso cronista de la vida estadounidense cierra el libro de una época.


Desde hace mucho tiempo la crítica ha
elogiado aJohn Updikeporsu estib
expresivo, sus deslumbrantes metáforas y su
perspicacia en torno a la ansiedad de la
vida cotidiana. Su quehacer literario
destaca también por lo que él mismo describe tauro) . Pero antes c o m e n c é el libro del conejo.
como "un sentimiento de ternura por mis
personajes", lo cual le ha permitido imaginar escena inicial c o m o algo q u e discurriría e n la pantalla al m i s m o t i e m p o q u e
algunos de hs más inolvidables individuos
de la literatura contemporánea de los
Estados Unidos. En este ensayo, Updike
analiza la vida y época de su creación más
conocida, Harry "Conejo"Angstrom, el
protagonista de cuatro novelas escritas al
final de cada uno de bs últimos cuatro
decenios. Desde el principio de su historia,
Rabbit, Run (Corre Conejo), pasando por h a caído e n el olvido, p e r o es maravilloso, u n a d e las mejores novelas sobre
Rabbit Redux y Rabbit Is Rieh (Conejo
es rico), hasta lo que parece ser su fin, en
Rabbit at Rest (El descanso de Conejo), el
hombre común de Updike añora la emoción
de sus mocedades y siente miedo ante las
responsabilidades de la vida adulta. Conejo
pertenece a la misma tradición de
vagabundos estadounidenses que Huck
Finn y Holden Caulfield. Además, según b
señala aquí Updike, aquél es como una
ventana, con suparticuL·ry limitado punto y escribí e n u n cuartito ubicado e n la esquina d e East Street y Country R o a d
de vista, a través de la cual se pueden ver
bs más relevantes acontecimientos de bs
Estados Unidos.
Updike ha escrito 14 novebsy ha
ganado prácticamente todas bs preseas
literarias estadounidenses, incluidos el
Premio Nacional del Libro, el Premio
Norteamericano del Libro y el Premio
Pulitzer. También es autor de varias
colecciones de cuentos cortos, crítica y poesía.
Sus ideas en torno de b rebxión entre
escritores y lectores, "El escritor diserta",
aparecieron en Facetas 84.
Rabbit at Rest es el cuarto y último de mis así llamados libros
Conejo. Cada u n o d e ellos transcurre d u r a n t e el n o v e n o a ñ o d e u n a d é c a d a y
fue escrito más o m e n o s e n esa misma época.
Escribí el p r i m e r o d e ellos, Rabbit, Run, e n 1959 sin h a b e r p e n s a d o siquiera
q u e tendría u n a secuela. El autor d e ese libro era u n h o m b r e joven, creo q u e
d e 27 años, q u e había recibido la beca G u g g e n h e i m bajo el c o m p r o m i s o d e
escribir u n a novela (así pues, h a b i e n d o aceptado la beca, m e sentí obligado a
escribir el l i b r o ) . Ya a n t e s h a b í a p u b l i c a d o u n o , la brevísima n o v e l a The
Poorhouse Fair (La feria del hospicio). Me sentí c o m o u n c o r r e d o r d e veloci-
dad. Si alguien conocía mi n o m b r e era p o r mis contribuciones a la revista The
New Yorker. Mi idea original era escribir dos noveletas, u n i d a s e n u n solo volu-
m e n , q u e m a r c a r a n el contraste e n t r e dos aproximaciones al j u e g o d e la vida:
u n a sería la del conejo, u n enfoque u n tanto esquivo—espontáneo, irreflexi-
vo, asustadizo, d e ahí el n o m b r e d e m i personaje, Angstrom—y la s e g u n d a
sería c o m o la actitud del caballo frente a la vida: colocarse los arreos y arras-
trar la carga hasta caer desfallecido. Esto fue, a la postre, The Centaur (El cen-
Según mi concepción d e la obra, la subtitulé "una película"; imaginé la
aparecieran e n ella los créditos y observé q u e la conjugación e n p r e s e n t e co-
r r e s p o n d í a al p e r p e t u o p r e s e n t e q u e e x p e r i m e n t a m o s e n el c i n e . E n las
películas n o existe r e a l m e n t e el p a s a d o ; las cosas o c u r r e n u n a tras o t r a
delante d e nosotros. A fines d e los cincuentas, la conjugación e n p r e s e n t e n o
era u n recurso usual e n la literatura estadounidense. Sólo la e n c o n t r é e n u n a
novela del escritor británico Joyce Cary, intitulada Mister Johnson (El s e ñ o r
J o h n s o n ) , sobre u n servidor público africano. N o sé si el libro es r e c o r d a d o o
África...y ciertamente u n o d e los mejores libros escritos p o r u n blanco acerca
del África tal c o m o es.
D
esde q u e c o m e n c é a escribir, descubrí c u a n deudosa es la conjugación
e n presente. En lugar d e "ella dijo y él dijo", es "él dice y ella dice", y n o
"él b r i n c ó " c o m o algo ya pasado, sino "él brinca" a h o r a mismo, delante
d e ti. Las acciones se vuelven t o t a l m e n t e distintas, a d q u i e r e n u n a cualidad
palpitante; el p e n s a m i e n t o , el sentimiento y el h e c h o se a p r o x i m a n m u c h o
más e n t r e sí.
De este m o d o la oración e n presente d e m o s t r ó su eficacia; e n t o n c e s escribí
e n Ipswich, Massachusetts, población a la q u e m e m u d é para alejarme d e los
e n c a n t o s y distracciones d e la ciudad d e Nueva York. Estaba provisionalmente
allí, averiguando si p o d r í a ser u n escritor i n d e p e n d i e n t e .
C o m o quiera q u e fuese, t e r m i n é la obra: era e n realidad u n libro e n toda
forma, d e m a s i a d o largo p a r a incluir e n él la novela del caballo, q u e escri-
bí e n t o n c e s c o m o u n libro a p a r t e . Esta es, p o r supuesto, la f o r m a e n q u e
a c u m u l a m o s t o d o u n estante d e obras; cada idea se va subdividiendo y se
vuelve dos y luego cuatro; d e este m o d o es posible escribir 37 libros sin h a b e r
t e n i d o m u c h a s ideas.
Rabbit, Run fue publicado, las ventas resultaron aceptables y la crítica justa.
La g e n t e m e hacía p r e g u n t a s sobre el final: le parecía a m b i g u o . ¿Qué pasó
r e a l m e n t e ? La ú l t i m a vez q u e vemos al h é r o e , éste va c o r r i e n d o . Yo h a b í a
p e n s a d o q u e la inmersión d e Conejo e n el ciego acto d e correr era u n final
suficiente p a r a la novela; n o creí q u e p u d i é r a m o s necesitar más información
sobre ese h o m b r e .
© 1990 por the New York Times Company.
Reproducido con autorización de The New York Times Book Review.
41
 En el último libro de Conejo, tuve que interrumpir varias veces la escritura para permitir
que el tiempo real le diera alcance a mi tiempo literario. Los acontecimientos privados son lo
principal, desde luego, pero nadie quiere que un suceso público lo vuelva todo anacrónico.
El decenio pasó, un decenio que me
trajo buenas y malas noticias, igual que
a todo el país. Los sesentas fueron una
década de gran interés periodístico,
desde el asesinato del presidente John
F. K e n n e d y en a d e l a n t e . P a s a r o n
muchas cosas que fueron más o menos
angustiosas para todos los norteameri-
canos mayores de 30 años.
Yo había escrito un libro intitulado
Couples (Parejas), que se vendió en can-
tidad suficiente para hacerme sentir
que tenía derecho de escribir un largo
poema, donde hablaría de mí mismo,
creyendo falsamente que podría inte-
resarle a la gente. Sin embargo, hice el
útil descubrimiento de que un autor
sólo interesa como relator de historias,
como el conducto por medio del cual
ciertos hechos imaginarios llegan a la
página impresa.
A raíz de esto surgió en mí la idea de
hacer u n a especie de tetralogía de
Pennsylvania. Había escrito un libro
futurista, The Poorhouse Fair, otro que
transcurre en el presente, Rabbit, Run,
uno más que se desarrolla en el pasado
m e m o r a b l e , The Centaur, y q u e r í a
escribir una novela histórica en torno
de James Buchanan, el único presiden-
te nacido en Pennsylvania (un hombre
fascinante, al menos para mí). Inves-
tigué mucho y hasta empecé a soñar
con él. Una mañana desperté y le dije
a mi esposa, 'James Buchanan es mi
mejor amigo".
Una cosa es enamorarse de James
Buchanan y otra tratar de escribir una
novela histórica. Me di cuenta de que
n o me resolvería a hacer todas las si-
mulaciones necesarias para escribir ese
tipo de novela. Como nunca he vivido
en una cabana de madera, me sentí
inhibido para describirla; jamás par-
ticipé en una conferencia parlamen-
taria en el Washington del siglo XIX,
por lo que me creí incapaz de imagi-
nar cómo habrá sido aquello. Incluso
los objetos, como las carretelas y las
42
escupideras, me parecían algo vago y
misterioso. Descubrí, pues, que era
inepto para escribir la novela sobre
Buchanan y finalmente la convertí en
una pieza teatral, dejando que el direc-
tor y el escenógrafo lidiaran con esos
detalles, imposibles para mí.
Había llegado el momento de es-
cribir otra novela. Cuando inicié mi
carrera de escritor independiente, de
la que ya he hablado, hice un trato
conmigo mismo: enviaría a mis edi-
tores una novela por cada libro de otro
género, con colecciones de obras de
carácter diferente, para compensar sus
pérdidas a causa de estas últimas. Así se
crearía presumiblemente un ciclo de
pérdidas, pequeñas ganancias, pérdi-
das, pequeñas ganancias, etc. Era el
momento de entregar una novela, mas
Buchanan no había funcionado como
héroe.
Todo era desolación a mi alrededor:
las penurias de Vietnam, disturbios
raciales, marchas, todo tipo de agita-
ciones. De repente me pareció que
Conejo Angstrom de Pennsylvania,
sobre cuyo futuro algunas personas
habían expresado curiosidad, podía ser
el vehículo para integrar parte de la
inquietud que se había desatado en
nuestro entorno norteamericano. En-
tonces escribí Rabbit Redux. Fue grato
usar otra vez la conjugación en pre-
sente y buscar, en este rincón del sur-
este de Pennsylvania, los ecos y ramifi-
caciones de los disturbios nacionales e
internacionales, tan inquietantes a
fines de los sesentas.
Al parecer, después de haber escrito
una secuela que tuvo bastante buena
acogida, me sentí obligado a escribir
otra: una secuela conduce a otra. Al fi-
nal de cuentas, uno de los propósitos
de la vida artística es completar todo un
conjunto.
Entre tanto, yo tenía todo un dece-
nio por vivir, siguiendo mi propio ca-
mino. La gente me preguntaba, "¿qué
hace Harry actualmente?", como si él
fuera una persona real, pero yo no te-
nía idea de sus actividades. Para em-
pezar, yo vivía en Massachusetts y él en
Pennsylvania. Ni siquiera sabía que se
había vuelto vendedor de automóviles.
Cuando llegó el momento, al em-
pezar 1979 yo vivía en otra población,
tenía otra esposa y otra visión de mí
mismo (por cierto que, según resul-
taron las cosas, cada novela fue escrita
en u n a casa diferente, en distinto
domicilio). Estaba lleno de entusias-
mo, si me comparo con mi condición
actual relativamente menos entusiasta.
R o n d a b a los 45 años: ¡apenas u n
mozalbete! El poblado donde vivíamos
estaba lejos del mar y, por su extensión
y atmósfera social, me recordaba el
p u e b l o d o n d e crecí, S h i l l i n g t o n ,
Pennsylvania. Incluso la casa tenía la
misma forma: larga y estrecha, con un
patio al fondo. Desde mi cuarto de tra-
bajo podía ver hileras de autobuses
escolares amarillos. Sí, estaba en mi
casa: en los Estados Unidos.
Necesitaba un gancho para asirme a
1979. ¿Qué podría decir? Aunque la
primera novela contenía algunos mate-
riales t o m a d o s de las noticias, su
temática no era deliberadamente de
los cincuentas. Era sólo un producto
de esa década; era irremediablemente
un libro de los cincuentas, escrito por
un tipo que pertenecía también en
forma irremisible a aquel decenio. Los
sesentas fueron mucho más conscien-
tes de sí mismos y de su papel como
década. Los setentas parecieron un
tanto amorfos.
El h e c h o es q u e e s t á b a m o s en
Pennsylvania, hospedados en casa de
unos amigos de mi esposa; era junio y
nos angustiaba no poder partir, pues
había largas colas de autos en las esta-
ciones de gasolina de todo el estado.
Por amabilidad, o por prisa de que nos
fuéramos, nuestro anfitrión se levantó
una mañana muy temprano, llevó mi

auto a la estación, esperó en la cola y lo
reabasteció dé* gasolina para que
pudiéramos marcharnos. La escasez de
combustible fue el gancho que yo bus-
caba. Las primeras palabras de Rabbit Is
Rieh son éstas: "Se acaba la gasolina".
La sensación generalizada de ago-
tamiento e inflación, aunada al des-
mayo del presidente Jimmy Carter un
día que hacía ejercicio, parecía confi-
gurar el panorama nacional.
Lo paradójico fue que, aun cuando
el tema era la falta de energía, yo me
sentía muy bien. Así pues, la obra es un
tanto optimista a pesar de sí misma. Es
un libro en verdad jovial, pletórico de
sí mismo y de su material, según lo
percibo hasta d o n d e alcanzan mis
dotes de crítico. En realidad tuve que
abreviar el final, porque amenazaba
con proseguir hasta la e t e r n i d a d .
Tennyson decía que deseaba una no-
vela capaz de continuar eternamente,
pero yo no la deseo. Por eso apresuré
el momento en que Angstrom llega a
tener a su nieta en sus brazos; de
hecho, el tema del libro es cómo se
convierte Angstrom en abuelo, escrito
años antes q u e yo mismo tuviera
nietos. El es rico en muchos sentidos y,
por supuesto, descubre que ser rico es
otra manera de ser pobre, que las ne-
cesidades crecen a la par que el ingre-
so y que el mundo tarde o temprano te
quita lo que antes te dio.
No obstante, se trata esencialmente
de un libro jactancioso que ganó pre-
mios. El porqué algunos libros obtie-
nen premios y otros no, es un misterio.
Este creo que lo premiaron, en parte,
porque ya tenía yo tanto tiempo en el
oficio y obviamente trabajaba con tal
ahínco, que la gente se apiadó de mí.
Además tenían esperanzas de que si
Conejo y yo recibíamos un premio,
desapareceríamos y se pondría fin a este
episodio en las letras estadounidenses.
¡Pero no fue así, pues entonces me sentí
obligado a escribir una cuarta obra!
Nuevamente busqué a tientas el gan-
cho. Era muy fácil tener la mente en
blanco con respecto a los ochentas:
hubo en ellos una vaguedad patente.
Fue el decenio del presidente Ronald
Reagan y resultó muy frío, en el senti-
do de McLuhan: una era de figuras
remotas, surgidas de los medios de
comunicación. Sabía que mi héroe se-
ría ahora 10 años más viejo y que quizá
no se sentiría mejor que yo, sino inclu-
so peor, pues llegó antes a la cumbre.
Lo vi en Florida. Pensé que al ubicar a
Conejo en otro estado podría reanimar
a sus lectores. Parte de la familia
Updike—el hermano y la hermana de
mi padre—se fue a Florida en la década
de 1920 cuando su padre, mi abuelo,
enfermó de tuberculosis. Por eso Flo-
rida tiene relevancia personal para mí:
un punto sensible en mi corazón, po-
dría decirse. Además recuerdo que mi
madre, casi desde que la conocí, inten-
taba escribir una novela sobre Ponce de
León, el descubridor de la Florida.
Hice algunos viajes, supongo que en
1988, para recabar antecedentes.
e sentía impaciente de escribir
M el libro; la historia comienza a
fines de 1988, después de las
elecciones presidenciales, cuando aca-
baba de ocurrir el accidente del vuelo
103 de Pan Am en Lockerbie, Escocia.
Tuve que interrumpir varias veces la
escritura, para permitir que el tiempo
real le diera alcance a mi tiempo lite-
rario. Los acontecimientos privados
son lo principal, desde luego, pero
nadie quiere que un suceso público,
una guerra atómica o un terremoto
acaben con el mundo y lo vuelvan todo
anacrónico. Pocos meses después que
comencé el libro, en abril de 1989, mi
madre fue hospitalizada y a partir de
entonces tuve que hacer un viaje tras
otro a Pennsylvania para estar al pen-
diente de ella.
Se puede decir que ésta es una obra
depresiva, sobre un hombre deprimido,
escrita por un hombre deprimido. La
decisión de dar por terminada la serie
fue para mí una especie de muerte.
Aunque salí de Pennsylvania a princi-
pios de los cincuentas, conservé un
eslabón vital con ese estado mientras
mis padres vivieron. Mi padre murió en
1972, pero mi madre lo sobrevivió; así
pues, tuve constantes motivos para visi-
tar los territorios de Conejo, refrescar
mi memoria y percibir los cambios.
Conforme mi madre envejecía, me di
cuenta de que mi eslabón desaparecería
algún día y con él terminarían mis
vínculos con el mundo de Conejo. Mi
m a d r e m u r i ó en o c t u b r e , 10 días
después de finalizado mi primer bo-
rrador; su muerte se entretejió con mi
propia sensación de envejecimiento y
Las Novelas de Conejo
con la todavía más acentuada sensación
de caducidad de mi héroe.
Con todas esas visitas a mi madre, en
el hospital y fuera de él, tuve una dosis
fuerte de mi terruño, como no la había
tenido desde que lo dejé para ir a la
universidad. Espero que para nadie sea
secreto que mi novelesca ciudad de
Brewer está basada en Berks County,
Pennsylvania. A pesar de que crecí en
un suburbio de Reading, nunca viví en
el condado, así que el hecho de ubicar
a Conejo en Brewer, en Rabbit, Run, fue
todo un acto de fantasía, algo así como
la comarca de Kush en The Coup (El
golpe). Por eso la geografía del lugar
está toda revuelta, es bastante vaga y,
como lo creí alguna vez, parece encan-
tada. En Rabbit al Rest no es tan vaga (al
menos la zona, cuando me despedí de
ella, comenzó a tener sentido).
Otra razón para poner punto final:
pensé que si iba a hacer de la serie una
especie de megalonovela, reuniendo
en ella todos los hilos, cuatro novelas
era el límite. Todos hemos oído hablar
de tetralogías, pero no se habla de algo
más allá. Como en las secuelas quedan
muchos cabos sueltos, personajes inven-
tados y usados, los elementos se in-
crementan geométricamente y hacer
más de cuatro obras sería una gran con-
fusión.
La acción concluye en octubre; me
basé en el huracán Hugo para redon-
dear el climax porque lo que ahora
nos parece, por supuesto, el aconte-
cimiento principal de 1989—el colapso
del comunismo en Europa del este—
ocurrió casi al final del año. Conejo ya
lo presentía y en un momento dado se
pregunta a sí mismo: "Si ya no hay
guerra fría, ¿qué sentido tiene ser esta-
dounidense?". Su sentimiento de in-
utilidad, de estar marginado por su
esposa e hijo, adquiere entonces esta
dimensión política. La vida adulta de
Conejo, igual que la mía, transcurrió
en el contexto de la guerra fría. El estu-
vo en el ejército, dispuesto a ir a Corea,
partidario de la guerra de Vietnam,
orgulloso de la conquista de la Luna,
justificado siempre, en su fuero inter-
no, por el concepto de la libertad, de
Norteamérica, que se agudizaba en
contraste con el comunismo. Si ese
contraste se acabó, he ahí otro motivo
para dejar descansar a Conejo, con
pesar, en 1990. •
43
F A C E T A S

COMO DESCUBRIR
EL ARTE
EN LA CffiNCIA
Por Robert S. Root-Bernstein

La educación científica debe fomentar en los estudiantes la

exploración de su creatividad personal.

La gente piensa a menudo que la ciencia es

D
urante largo tiempo, la música sentía sumergido en aquel océano de
una disciplina eminentemente lógica: a ha ejercido una influencia inusi- sonido". El fisiólogo sueco P.F. Scholan-
través de la observaaón, b deducción y el tada sobre el t e m p e r a m e n t o der relató una experiencia muy similar:
ensayo, bs investigadores olvidan sus científico. El matemático francés Jo- "En efecto, la emoción ha sido un fuer-
creencias personales y sus concepciones seph Louis Lagrange, que vivió en el te ingrediente en mi vida, ya sea que se
previas, para alcanzar una comprensión siglo XVIII, decía que trabajaba mejor refiera a la música o a la ciencia. Cuan-
objetiva del mundo. Haberse capaatado escuchando música. La afición de do era muy pequeño, me arrastraba
como físico o microbióbgo significa tener Einstein por el violín es legendaria. El bajo el Steinway de mi madre cuando
pleno dominio sobre la información/actual y químico norteamericano del siglo XIX ella practicaba, conmovido por oleadas
la metodología empírica. Charles Martin Hall, que era además de emoción ante la música de Bach,
Sin embargo, según Robert S. Root- un pianista consumado, corría hacia el Grieg y Sinding".
Bernstein, esta idea popular acerca de la piano siempre que se le presentaba Desde luego, el hecho de que los
cienda no explica cómo condben sus ideas algún problema que parecía irresolu- niños se sienten bajo el piano no asegu-
más originales bs grandes pensadores. La ble, según cuenta su hermana. Esta ra su éxito futuro como científicos. Sin
forma en que bs dentíficos rebttan sus agrega que incluso "mientras tocaba embargo, ¿qué tiene la música que la
descubrimientos h ha convenado de que h con gran encanto y sentimiento, él hace tan inspiradora? ¿Cuál es la causa
imaginadón y b empatia, abiertas a b pensaba sin cesar en su trabajo y logra- de esta unión entre las musas de la
emodón y a bs sentidos, son tan anídales ba enfocarlo con más claridad gracias al música y las de la ciencia? Recien-
para b denda como para el arte. "La mejor influjo de la música". Sin duda, a al- temente estos pensamientos invadían
dencia", afirma Root-Bemstein, "surge de bgunos científicos este arte les ha pareci- mi mente mientras escuchaba al pia-
cornbinadón de b mente analítica con b do estimulante en extremo: en sus últi- nista Lorin Hollander. Me encontraba
sensibilidad estética; dicha combinación mos años Charles Darwin descubrió entre una docena de científicos y artis-
podría denominarse denda sensual". El que le resultaba doloroso asistir a con- tas, músicos y educadores reunidos por
autor sostiene que "este compromiso personalciertos, pues la música le provocaba "di- la Asociación para Favorecer la Edu-
en el campo de b cienda es b que bs vagaciones demasiado intensas". cación de Personas Dotadas, junto con
educadores deberán trasmitir", para Incontables investigadores de todas el Colegio de Profesores de la Universi-
preparar h siguiente generadón de las disciplinas de la ciencia atribuyen su dad Columbia. Nuestra misión era dis-
investigadores. inspiración al hecho de que crecieron cutir un currículo para una escuela se-
Root-Bernstdn es catedrático de ciendas en familias aficionadas a la música. El cundaria de Israel, de modo que se
naturales yfisiobgíaen b Universidad físico Victor F. Weisskopf, del Instituto integraran las artes y las ciencias. La es-
Estatal de Michigan; redbió el prestigiado Tecnológico de Massachusetts, reme- cuela no deseaba formar sólo científi-
Premio MacArthury es autor de moró en una entrevista que, cuando cos, como la Preparatoria de Ciencias
Discovering (Descubrimiento), un examen niño, oía los ejercicios de su tía abuela, Bronx en Nueva York, ni únicamente
heterodoxo de b creatividad en b denda. que era concertista de piano. "Recuer- artistas y músicos, al estilo de la Pre-
do que de niño, aún muy pequeño, me paratoria Fiorello H. LaGuardia de
sentaba debajo del piano mientras ella Artes Interpretativas en la misma ciu-
tocaba obras de Beethoven; la música dad, sino aspiraba a inculcar en los
descendía sobre mí como agua y yo me estudiantes conocimientos y habili-
dades de ambas disciplinas.
Reproducido con autorización de The Sciences, Mientras me envolvía la música de
septiembre/octubre de 1990. $18.00 al año. The
Sciences, 2 East 63rd Street, New York, New York Hollander, medité sobre la explicación
10021. © 1990 The New York Academy of Sciences. más sencilla para esta empresa recono-

11

De este modo, la persona que lleve
puesta la pulsera podrá palpar, por
ejemplo, la estructura de los átomos de
las superficies de^netales y aleaciones.
El grupo IBM se ha propuesto adaptar
su pulsera mágica a un microscopio de
fuerza atómica—aparato capaz de
medir las fuerzas de atracción que
mantienen unidas a las moléculas—
permitiendo así que el investigador
palpe directamente las afinidades
químicas.
os trabajadores podrán manipular
L algún día materiales en pequeñísi-
ma escala, gracias a esos disposi-
tivos; así pues, éstos revisten particular
interés para la medicina. Un oftal-
mólogo está evaluando la pulsera mági-
ca para extirpar tejido cicatricial de la
retina de pacientes diabéticos. Un sis-
tema telemicrorrobótico similar, desar-
rollado por Ian W. Hunter de la Uni-
versidad McGill, en colaboración con
sus colegas ingenieros del Instituto
Tecnológico de Massachusetts y de la
Universidad de Auckland, permite ma-
nipular células musculares individuales.
Los estudiantes de biología podrán
tener así un conocimiento cinestético
directo del sistema muscular humano.
En forma similar, cabe imaginar la
creación de un ambiente educacional
donde la experiencia auditiva, cinestéti-
ca y visual se relacione íntimamente
con la enseñanza teórica. Desde luego,
el laboratorio para estudiantes es la
respuesta tradicional a la necesidad
educativa de contacto sensorial con los
principios fundamentales; ésta es una
tradición cuyos beneficios no deben
menospreciarse. Pero el comporta-
miento de las funciones matemáti-
cas—por ejemplo, la trayectoria de un
haz de rayos luminosos a través de un
sistema óptico complejo, o la configu-
ración de una molécula orgánica de
gran tamaño que se desplaza por un ca-
nal en la membrana de una célula—
puede analizarse gráficamente en un
monitor de computadora. Esto tam-
bién sería aplicable a las técnicas más
ordinarias de las disciplinas humanísti-
cas tradicionales. Con la ayuda de un
coreógrafo, el profesor de física Marvin
L. Cohen, de la Universidad de Califor-
nia en Berkeley, creó recientemente
The Dance of the Electrons (La danza de
los electrones), una adaptación esceni-
ficada de la mecánica cuántica, que
brinda a espectadores y participantes
una experiencia directa del compor-
tamiento de los electrones en un super-
conductor. En igual forma, ¿por qué
no alentar a los estudiantes a que sigan
el ejemplo de Jacob Shaham y consi-
deren las ecuaciones como si fueran
obras de teatro? ¿Por qué no insistir,
cuando menos, en que los investi-
gadores escriban las descripciones de
los procesos físicos, parafraseando al
finado premio Nobel de física Richard
Feynman, de modo que un estudiante
de secundaria pueda entenderlos? La
faena de traducir las indigestas ecua-
ciones de la teoría en formas metafóri-
cas y analogías domésticas, reducién-
dolas a aspectos esenciales de la percep-
ción personal, sería un ejercicio digno
de ocupar un sitio en el gimnasio de
Einstein.
Estos dispositivos y otros que todavía
están por inventarse son un espectacu-
lar reconocimiento de la necesidad de
una ciencia sensual, y una gran prome-
sa como herramientas de aprendizaje
para el no iniciado. Sin embargo, la sa-
tisfacción que causa la búsqueda del
conocimiento personal y la emoción
del descubrimiento científico, que tan-
tos investigadores disfrutan, no se
pueden enseñar solamente con artefac-
tos mecánicos. Para que los científicos
de hoy logren cautivar las mentes y las
almas de futuras generaciones, tendrán
que trasmitir en forma directa la alegría
de sus investigaciones y la espléndida
sensualidad de las mismas.
¿Qué puede ser más triste que esta
confesión del matemático I.M. Singer?:
"Jamás había hablado de asuntos
personales, tales como mis emociones
al hacer una investigación". ¿Cuántos
científicos podrían decir lo mismo?
¿Cuántos tendrían el valor de hacerlo?
¿Cuántos más confunden la admirable
tradición de parquedad y cuidadosa
supresión de toda exageración, con la
Cómo Descubrir el Arte en la Ciencia
tendencia "machista" de adoptar una
actitud imperturbable para encubrir lo
que sienten al hacer ciencia? No debe
asombrarnos que muchos estudiantes
crean que la ciencia es aburrida e inhu-
mana. ¿Por qué no permitirles conocer
las múltiples satisfacciones que Singer
encontró en la creatividad? "Me...siento
emparentado", exclamó, "con los artis-
tas y científicos del mundo. Una exposi-
ción de Matisse me emociona e inspira.
Corro después a mi casa y acometo con
vehemencia mis problemas de investi-
gación, sintiendo que soy parte del
mundo de Matisse. Un buen ballet me
afecta en forma similar".
Además de todos los demás propósi-
tos de la educación científica, también
debe inspirar a los estudiantes para que
exploren las variedades y virtudes de la
percepción personal creativa. Final-
mente, como dijo el biólogo inglés
C.H. Waddington en 1969, "Los graves
problemas del mundo sólo podrán ser
resueltos por hombres completos, no
por quienes se nieguen a ser pública-
mente algo más que tecnólogos, cientí-
ficos puros o artistas. En el mundo de
hoy se tiene que ser todo o no se es
nada". Los científicos jóvenes, igual que
sus camaradas artistas o músicos, deben
capacitarse para integrar el lenguaje
del yo con el de la naturaleza; el cientí-
fico tiene que aprender a sentir para
pensar. No sabemos todavía cuál será la
forma precisa en que podrá trasmitirse
la ciencia sensual a los estudiantes. Sin
embargo, a juzgar por el número de
científicos del pasado que de algún
modo lo lograron, está claro que la
gama de soluciones educacionales no
se ha agotado aún. •
47
 I edificio Chrysler estaba a
punto de ser demolido
cuando un arquitecto del
programa de sitios históricos
entró en ese rascacielos de
propiedad privada, catalogó sus
maravillas de art déco y salvó
este exuberante símbolo del
Nueva York de los años 20. En lo
alto de la torre, arcos de acero
Inoxidable enmarcan ventanas
triangulares en el cielo nocturno.
El horizonte de Manhattan es
compartido (izquierda) por otro
monumento histórico, el edificio
Empire State.

La misión del Programa Nacional de Sitios

Históricos consiste en enfocar la diversidad
histórica de una nación: su pueblo, aconteci-
mientos, industrias, movimientos intelectuales y
artísticos, realizaciones individuales y, quizá lo
más importante, su forma de vida. Esta cam-
paña federal ha designado casi 2.000
lugares de importancia histórica y sus
expertos siguen añadiendo otros a la lista.
En estas páginas, Facetas enfoca una sec-
ción transversal de esos hitos estadouni-
denses, que van desde el conocido edifi-
cio Chrysler de Nueva York (derecha
hasta las cumbres nevadas del Pikes Peak
de Colorado.
©1989 Peter Kaplan

La designación de un sitio histórico no garan-

tiza su conservación, pues muchas de esas
propiedades son de carácter privado. Sin embar-
go, los historiadores, arquitectos, arqueólogos y
antropólogos del programa seleccionan con fre-
cuencia lugares que están en peligro de ser frac-
cionados o que no han sido restaurados, y el
hecho de conferir a un sitio la categoría de mo-
numento nacional suele traer consigo el apoyo
necesario para salvarlo. Hay lugares relacionados
con una persona o suceso: la granja del poeta
Robert Frost en Vermont, la antigua residencia
neoyorquina del grande del jazz Duke Ellington,
el lugar de las Islas Vírgenes estadounidenses
donde desembarcó una vez Cristóbal Colón. O
bien, para preservar una época de la historia
norteamericana, hay monumentos nacionales
que abarcan una gran extensión: el distrito
histórico de Cripple Creek, Colorado, que atesti-
guó un ciclo de auge y fracaso en torno de su
mina de oro, o el distrito del valle del río Hud-

48
 aravillas de la ingeniería. Con control de Inundaciones, riego y uso vanguardista de cables de
son en Nueva York, recientemente designado, que comprende una superficie de 30
221 metros de altura, la presa agua potable, además de energía acero flexible y cajones
kilómetros de largo con más de 1.300 edificios históricos, entre ellos varias grandes
Hoover (abajo) era la más alta eléctrica para el floreciente neumáticos para anclar las dos
fincas del siglo XIX. La ciudad puede solicitar que un distrito sea declarado monu-
mento nacional, como una forma segura de infundir nueva vida a todo un barrio. del mundo en 1936, cuando suroeste, incluido el sur de torres del puente. Los

También hay pozos petroleros, canales, plantas enlatadoras, veredas de los pioneros, fue terminada. La masiva California. Otra maravilla de la neoyorquinos todavía
laboratorios, buques hundidos, "montañas rusas"...y hasta un hotel en forma de ele- estructura de hormigón, ingeniería es el puente de consideran el puente, con 108
fante. Según palabras de un historiador del programa: 'Tal designación indica que construida a lo ancho del río Brooklyn (izquierda) sobre el río años de antigüedad, como un
aquí hay algo importante, propiedades que nos dicen dónde hemos estado y lo que Colorado, tuvo consecuencias de East en Nueva York. Se requirieron majestuoso emblema de su
somos, y que nuestro deber es protegerlas". largo alcance al proporcionar 15 años para construirlo, con el ciudad.

51
 stos cuatro edificios honran a
hombres grandes y creativos.
La misión Carmel al sur de San
Francisco (extrema derecha,
arriba) fue sede del centro de
operaciones del padre Junípero
Serra, fundador del sistema de
misiones católicas que extendió
la colonización española en
California en el siglo XVIII.
George Washington vivió, murió
y fue sepultado en Mount
Vernon (extrema derecha,
abajo), su propiedad en las
estribaciones de la ciudad
capital que lleva su nombre.
Taliesin West, obra maestra de
Frank Lloyd Wright (abajo a la
derecha), es un monumento al
arquitecto más distinguido de
los Estados Unidos. Terminado
en 1938 y construido con roca
volcánica de los alrededores,
este complejo expresa la
filosofía de Wright, pues fue
proyectado como un reflejo del
paisaje natural. Hannibal,
Missouri (arriba a la derecha) es
quizá el santuario literario más
importante del país; fue la casa
donde pasó su infancia Mark
Twain y le inspiró algunos de
sus personajes más queridos,
como Tom Sawyer.
M I S I Ó N · C A R M E L
California

M O U N T ' V E R N O N
Virginia

53
 os comunidades, dos estilos, la
tribu de los Indios Pueblo
recibió su nombre de esa
palabra española. Sus casas en
forma de panal con muchos
niveles (abajo), que tanto
impresionaron a los
conquistadores, son hoy
igualmente sorprendentes y
preservan la identidad cultural de
una población norteamericana
nativa. Hechas de adobe, o sea lodo
secado al sol, y elevándose hasta
una altura de cinco pisos, las afluencia de mercaderes de Nueva
construcciones del pueblo Taos en York en el siglo XIX y reflejan el
Nuevo México comenzaron hace éxito comercial de la época. En la
600 años y albergaron hasta 1.200 actualidad, estos edificios alojan
residentes en ambas márgenes del atractivos restaurantes y galerías
río. El distrito Soho del hierro de arte.
forjado, en Manhattan (derecha), es
una comunidad muy diferente: 25
manzanas de casas con fachadas
italianizadas y del renacimiento
francés. El hierro forjado es más
blando y fácil de ornamentar que la
piedra; las tiendas anuncian la

P U E B L O · T A O S DISTRITO · SOHO · DEL · HIERRO · FORJADO

Nuevo México -Nueva York

54 55
 res monumentos a la historia
estadounidense. La Iglesia de
San Antonio, Texas, llamada
El Álamo (arriba) fue
escenario de una de las
batallas más feroces en suelo
norteamericano. Todos
los defensores texanos murieron
a manos de los mexicanos
durante un sitio, en 1836, pero su
heroísmo galvanizó la simpatía
de la nación. (Derecha) El buque
de guerra más antiguo del mundo
todavía está a flote y hoy se
exhibe en el puerto de Boston.
El U.S.S. Constitution, mejor
conocido como Oldlronsides
por su capacidad para repeler
balas de cañón, se distinguió en
56
encuentros navales contra
piratas de Berbería y
también en la guerra de 1812.
(Página opuesta) Pikes Peak en
las montañas Rocallosas recibe
su nombre de Zebuion Pike,
quien lo describió cuando
exploraba las comarcas incluidas
en la compra de Louisiana en
1806. Con 32 kilómetros de
diámetro, esta montaña es el
monumento histórico más grande
y un recordatorio adecuado, no
sólo del crecimiento de los
Estados Unidos, sino también de
la amplitud del programa de
sitios históricos.
P I K E S ' P E A K
Colorado
57
F A C E T A S

POLÍTICAS PREFERENCIALES
PARA MINORÍAS
Un Análisis Por Thomas Sowell
Los programas que ayuden verdaderamente al progreso de los grupos
minoritarios deberán centrarse en soluciones difíciles, a largo plazo.

Thomas Sowell. Fotografías de Jamie Tanaka.

58
Un legado duradero del movimiento pro
derechos civiles en los EU A es un sistema de
programas que alienta la contratación y
ascenso de las minorías y les garantiza el
acceso a las universidades. Estas políticas
preferenciales se designan como acción
afirmativa y tienen el propósito de enmendar
las discriminaciones pretéritas y ayudar a los
grupos desfavorecidos por la historia. La
acción afirmativa ha ofrecido un medio de
progreso económico a una generación de
negros, "hispánicos", indios norteamericanos
y otros, hace poco los expertos han visto con
más cuidado estos programas. Unos críticos
sostienen que L· acción afirmativa rara vez
ayuda a hs necesitados; otros plantean
objeciones jurídicas, señalando que los
programas para ayudar a minorías imponen
cuotas que provocan una discriminaaón a
la inversa contra otros grupos.
El académico neoconseruador Sowett,
dice no entender la evolución histórica de las
políticas preferenciales sin estudiar el caso de forma
los negros norteamericanos, se opone a la
acaón afirmativa. El argumenta que la
aceptación de estudiantes minoritarios en
las escuelas de más alto prestigio es
"educacionalmente desastrosa"para aquellos no como políticas justificadas por dere-
a quienes las políticas se proponen ayudar.
Insta a emprender "una lucha más ardua,
más lenta y menos espectacular": una real
superación educacional de todos los
estudiantes minoritarios.
Consejero de presidentes demócratas y
republicanos, el economista Thomas Sowett
es miembro de número de L· Institución
Hoover en L· Universidad Stanford. Es
autor de muchos libros sobre teoría social,
incluidos A Conflict of Visions (Un
conflicto de enfoques) de 1987,
extractado en Facetas 79, y Preferential
Policies: An International Perspective
(Políticas preferenciales: Una
perspectiva internacional) de 1990, del
cualfue tomado este artículo.
a vez se ha legislado explícita-
R mente en los Estados Unidos so-
bre políticas preferenciales. La
mayoría de éstas son producto de re-
glamentos administrativos o veredictos
judiciales, así como preferencias pro-
puestas en privado por grupos de la
industria, el mundo académico y otros
sectores. Así pues, a diferencia de las
políticas preferenciales de otros países,
que entran en vigor en una fecha
específica con la finalidad de ayudar en
términos concretos a sectores defini-
dos, las preferencias de grupo en los
Estados Unidos han surgido en forma
gradual y desordenada, y no siempre
abiertamente. Tanto la disposición so-
bre la "igualdad de protección bajo las
leyes" de la 14 Enmienda, como la
Constitución y las disposiciones de la
Ley de Derechos Civiles de 1964, de
carácter federal, prohiben cualquier
de discriminación. Por eso mu-
chas preferencias de grupo fueron
propuestas y defendidas en los Estados
Unidos como remedios específicos
para casos concretos de discriminación,
cho propio.
Las preferencias de grupo que
surgieron administrativa y judicial-
mente contravenían la legislación prin-
cipal sobre la materia, la Ley de De-
rechos Civiles de 1964. En los pro-
longados debates que desembocaron
en la aprobación de la ley, el controver-
tido concepto de las preferencias de
grupo fue planteado una y otra vez,
generalmente por opositores que trata-
ban de desprestigiar la legislación, pero
los partidarios del proyecto de ley re-
chazaron enfática y reiteradamente tal
© 1990 por Thomas Soweit Reproducido con auto-
rización de Georges Borchardt Inc. al autor.
concepto. El rechazo de las políticas
preferenciales logró introducirse hasta
la terminología de este estatuto clave
de derechos humanos, por el cual un
patrón no está obligado "a conceder
trato preferente a ningún individuo o
grupo, a causa de cualquier desequili-
brio que pudiera existir" en relación
con el número de empleados pertene-
cientes a dichos grupos, "comparado
con el total o porcentaje de personas
de dicha raza, color, religión, sexo u
origen nacional, que residiera en la
comunidad, estado, sección u otra juris-
dicción". En consecuencia, los regla-
mentos administrativos y los dictáme-
nes judiciales no han impuesto un equi-
librio en la representación de grupos
como algo legalmente obligatorio o
deseable por sí mismo, sino han consi-
derado el desequilibrio estadístico y la
"subutilización" como evidencia prima
facie de discriminación, cuya correc-
ción implica un concepto numérico
tendente a una "representación" más
uniforme de los grupos.
Desagravio por la discriminación
Aun cuando estos tortuosos métodos
para crear preferencias de grupo
podrían parecer sólo formalmente
diferentes de los que existen en otros
países, con denominaciones más di-
rectas, la Corte Suprema de los EUA ha
sido tan incongruente en el respaldo
de las preferencias de grupo, que la
cuestión ha quedado aún menos
resuelta que en otros lugares. Por ejem-
plo, la Corte Suprema suprimió una
cuota para la admisión de estudiantes
minoritarios en una escuela estatal de
medicina en 1978, pero en 1979 man-
tuvo en vigor una cuota similar para un
programa de capacitación en u n a
empresa privada.
59
 Cualesquiera que sean las razones,
las políticas preferenciales no están tan
clara y firmemente establecidas en los
EUA como en otras naciones. Sin em-
bargo, estas preferencias de grupo no
sólo han persistido en general, sino se
han ampliado (del gobierno a contra-
tistas gubernamentales y beneficia-
rios de fondos del gobierno en diversas
formas).
Sería difícil o quizá imposible enten-
der la evolución histórica de las políti-
cas preferenciales en los Estados Uni-
dos sin comprender cómo evolucio-
naron sus reglas y premisas, a partir de
la observación del caso especial de los
negros norteamericanos. En gran parte
como resultado del conjunto anterior
de políticas preferenciales—en benefi-
cio de los blancos del sur—había insti-
tuciones, como las escuelas superiores y
universidades particulares, d o n d e
jamás había sido admitida una persona
de raza negra; empleos gubernamen-
tales que nunca había desempeñado
un negro; comunidades enteras donde
existían convenios restrictivos para
impedir que los negros compraran una
vivienda. A medida que las decisiones y
leyes estatutarias de las cortes, respal-
dadas por la cambiante opinión públi-
ca después de la Segunda Guerra Mun-
dial, empezaron a socavar y erosionar
aquí y allá el sistema imperante de dis-
criminación racial, algunas institu-
ciones consideraron conveniente admi-
tir o contratar algún individuo negro, o
una cantidad apenas simbólica de ellos,
para contener las crecientes críticas y
aliviar las presiones que iban en au-
mento. Este truco resultó cada día más
evidente para todo el mundo y la insig-
nificancia proporcional de esas excep-
ciones llegó a ser motivo de risa.
La correlación entre lo exiguo de
dichos números y la discriminación
racial se hizo evidente, así como el
hecho de que toda la historia de los
negros estaba claramente caracterizada
por la opresión y la injusticia. Con fre-
cuencia se supuso el caso inverso: que
la no discriminación significaría una
representación igualitaria en las institu-
60
ciones, sectores y niveles de la sociedad,
igual desempeño en la educación y la
misma remuneración, expresada en el
promedio de ingresos. Más aún, esas
ideas (y los principios y políticas deriva-
dos de ellas) se propagaron sucesiva-
mente de los negros a otros grupos
cuya historia y circunstancias actuales
eran cada vez más diferentes de las de
aquéllos. Dondequiera que los hispá-
nicos, los indios norteamericanos, los
asiáticos, las mujeres o los ancianos
estuvieran "subrepresentados", se su-
ponía la presencia de discriminación, y
al patrón o institución objeto de tal
acusación le correspondía la gravosa
tarea de demostrar la falsedad de la
sospecha.
Educación superior y niveles
más bajos
En los Estados Unidos y otros países,
la atención ha tendido a centrarse en la
educación superior y en la "represen-
tación" estadística de los distintos gru-
pos en el nivel de escuela superior y
universidad. La dimensión cualitativa
del desempeño real de dichos grupos
en la educación superior ha sido relati-
vamente desatendida.
Del mismo modo que la atención
pública tiende a centrarse en la edu-
cación superior, el interés por la "repre-
sentación" de grupos y las presiones en
favor de la misma tienden a ser ma-
yores en las instituciones de más alta
categoría y prestigio. Aquí es precisa-
mente donde más varían las reservas
disponibles de estudiantes pertenecien-
tes a los diferentes grupos. En docenas
de escuelas superiores y universidades
estadounidenses, el puntaje medio
combinado de las aptitudes verbales y
matemáticas en el examen de ingreso
conocido como SAT, totaliza 1.200 o
más. Entre los estudiantes que presen-
taron este examen en 1983, menos de
600 negros obtuvieron puntajes combi-
nados SAT de 1.200 en todo el territo-
rio de los Estados Unidos. Esto significó
que, a pesar de los grandes esfuerzos
para tener una "representación" de
estudiantes negros comparable al por-
centaje de esa raza en la población
(cerca del 11%), no había suficientes
estudiantes negros en el país para que
tan sólo la prestigiosa Ivy League (liga
del noroeste) pudiera tener tal "repre-
sentación" (aunque toda la reserva dis-
ponible hubiera ingresado en las ocho
escuelas superiores de esa liga), sin
recurrir a personas ajenas a dicho
grupo.
Por supuesto que las docenas de
instituciones educativas de máximo
nivel que compiten por éstos y otros es-
tudiantes negros, en todo el país, no
podían aspirar con realismo a aproxi-
marse siquiera a una "representación"
proporcional de los mismos, sin un
descenso considerable de sus normas
de admisión. Sin embargo, así como las
políticas preferenciales estadouniden-
ses rara vez se anuncian como tales, el
descenso de las normas de admisión en
las instituciones norteamericanas casi
nunca se ha reconocido por su ver-
dadero nombre. Más bien, las normas
"tradicionales" o "convencionales" em-
piezan a ser despreciadas en términos
generales o son desechadas como "irre-
levantes" para la selección de estu-
diantes de cierta procedencia.
Las consecuencias reales de admitir
negros en ciertas instituciones, sin que
satisfagan las normas ordinarias para el
ingreso a las mismas, han sido educa-
cionalmente desastrosas para esos estu-
diantes. Por ejemplo, en la Universidad
de California en Berkeley, más del 70%
de los negros no terminan sus estudios.
Aunque esto es trágico, difícilmente
resulta sorprendente. De los 312 estu-
diantes negros que ingresaron a
Berkeley en 1987, todos fueron admiti-
dos bajo criterios de "acción afirmati-
va", no porque hubieran satisfecho los
criterios académicos ordinarios (y eso a
pesar de que su puntaje medio SAT era
superior al promedio nacional).
En suma, los estudiantes negros que
no lograron graduarse en Berkeley
habrían sido perfectamente capaces de
obtener su título en una escuela supe-
rior estadounidense término medio. Su
fracaso se debió a que fueron admitidos

erróneamente en Berkeley. Las institu-
ciones de segunda fila observan que los
estudiantes minoritarios que satisfacen
sus normas ordinarias de admisión son
"absorbidos" por las de primer nivel,
por lo cual deben admitir a otros estu-
diantes minoritarios cuyas calificacio-
nes serían más apropiadas para una ca-
tegoría institucional inferior. Una vez
que el proceso de inadecuación se ini-
cia, a partir de la cumbre, prosigue en
toda la escala, pues las instituciones
donde la "subrepresentación" de estu-
diantes minoritarios es notable, se de-
ben atener a las consecuencias, que
abarcan desde embarazosas sospechas
de racismo hasta el riesgo de perder el
apoyo financiero federal.
En general, tanto en el nivel de licen-
ciatura como en el de posgrado, los ne-
gros, puertorriqueños, mexicano-esta-
dounidenses e indios norteamericanos
se retrasan educacionalmente, ya sea
que su progreso se mida con puntajes
de examen, índices de deserción o la
dificultad (y remuneración) de las
áreas de especialización elegidas.
Aunque se niegue en forma tajante que
las normas se hayan reducido en be-
neficio de la representación estadística
de los grupos, las pautas generales son
muy similares a las que se observan en
países donde las políticas preferenciales
se reconocen más abiertamente.
Progreso económico
Los negros estadounidenses, que
fueron al principio el centro focal de
las políticas preferenciales y aún son
considerados por muchos como la
demostración más convincente de la
necesidad de dichas políticas, iniciaron
su historia de gente libre con un retra-
so casi incalculable respecto a la pobla-
ción en general, en cuanto a economía
y educación.
Sin embargo, aun en esas condi-
ciones, los negros empezaron a progre-
sar económicamente, en términos
absolutos y en relación con los blancos.
En los primeros decenios, la propor-
ción de la población negra que trabaja-
ba como obreros no calificados y en el
servicio doméstico tendió a disminuir.
No obstante, todavía en 1940, el ingre-
so anual de los varones negros era sólo
el 42% del que obtenían los blancos. La
proporción ascendió a 57% en 1950,
cuando los varones negros jóvenes (de
25 a 34 años de edad) ganaban el 62%
del correspondiente a sus homólogos
blancos. Tal era la situación a mediados
del siglo, en vísperas de "la revolución
de los derechos civiles", que engen-
draría leyes y políticas que ordenaron
primero la "igualdad de oportunida-
des" y después la "acción afirmativa".
Las tendencias precedentes conti-
nuaron con las nuevas políticas y a
menudo se atribuyó a éstas la mejoría
económica observada después de su
instauración. Con frecuencia se cita la
estadística según la cual el número de
negros que ocupaban puestos profe-
sionales, y otros de alto nivel, aumentó
notablemente en los años siguientes a
la promulgación de la Ley de Derechos
Civiles de 1964, pero casi nadie está
enterado de que el número de negros
en dichas ocupaciones aumentó aún
más de prisa en los años anteriores a la
aprobación de esa ley.
En virtud de que ahora los negros
recibían más educación (y a menudo
mejor) que en las décadas anteriores
del siglo XX y emigraban masivamente
del sur (una región de bajos ingresos),
otros factores poderosos, ajenos a las
políticas federales, influyeron para
mejorar sus ingresos y ocupaciones.
Los varones negros con más instruc-
ción y experiencia en el trabajo han
mejorado sus ingresos, tanto en térmi-
nos absolutos como en relación con los
blancos, mientras que los varones
negros menos instruidos y con menor
experiencia laboral han retrocedido
con respecto a los blancos en el mismo
periodo. En suma, igual que en el caso
de las políticas preferenciales de otros
países, las ganancias han correspondi-
do a quienes de antemano eran más
afortunados.
Parte de la pauta observada en los
estadounidenses negros puede deberse
a la mayor disponibilidad de presta-
Políticas Preferenáales para Minorías
ciones de previsión social del estado,
que compiten efectivamente con las
alternativas del mercado de trabajo en
los niveles socioeconómicos más bajos.
Esto puede reflejar también la mayor
renuencia de los empleadores a con-
tratar trabajadores negros, cuyas más
modestas habilidades o su trayectoria
más corta en el mercado laboral impli-
can mayores riesgos en su contratación.
El mismo riesgo corresponde a los tra-
bajadores blancos con poca habilidad o
experiencia, pero el hecho de cesar o
no conceder ascensos a estos últimos no
implica la posibilidad de encarar una
acusación legal de discriminación, basa-
da en la estadística. Cualquiera que sea
el efecto del estado benefactor sobre
los trabajadores de nivel bajo, los que
más han progresado con las políticas
preferenciales son los de alto nivel.
Diferencias entre los grupos
En algunos países, las políticas prefe-
renciales se basan en la determinación
previa de que quienes ahora son elegi-
dos como beneficiarios de preferencias
compensatorias fueron víctimas de dis-
criminación. A menudo, ciertas dispari-
dades estadísticas entre grupos son la
única evidencia presentada como prue-
ba de discriminación. Este enfoque
lleva implícita la suposición de que las
disparidades no atribuibles al azar pue-
den ser consideradas como evidencia
prima facie de actos perjudiciales de
individuos, instituciones o la "socie-
dad", contra el grupo para el cual se so-
licitan las preferencias compensatorias.
Aun cuando las disparidades estadísti-
cas no se consideren como evidencia
concluyente, hacen que la carga de
demostrar su inocencia recaiga sobre
quienes son acusados de discrimi-
nación. El hecho de que este proce-
dimiento sea cada día más común no
demuestra su validez lógica o empírica.
Algunos jueces de la Corte Suprema
de los EUA han llevado la lógica de esta
aproximación a su extremo. En los
casos en que los solicitantes blancos
obtienen mejores resultados que los
negros, tales jueces han atribuido esta
61
 Cualquier política que intente favorecer hs intereses de un grupo, en un país, debe
basarse en la situación real de dicho grupo, no en visiones esotéricas para ofrecer
tranquilidad sicológica o en ilusiones políticamente redituables.
diferencia a discriminaciones sociales
pretéritas y han dicho que la tarea del
tribunal consiste en restituirles a los in-
dividuos involucrados el lugar que les
habría correspondido si tal discrimi-
nación no hubiera existido. Todo esto
presupone un cúmulo de conocimien-
tos que nadie ha poseído jamás.
¿Cuál sería la situación actual del
ciudadano inglés común "si no hubie-
ra sido" por la conquista normanda?
¿Cómo estaría el japonés promedio "si
no hubiera sido" por el aislamiento de
Japón, impuesto durante dos siglos y
medio por los shogun Tokugawa? ¿Cuál
sería la situación del Medio Oriente "si
no hubiera sido" por el surgimiento del
islamismo? En cualquier contexto que
no sea el de las políticas preferenciales,
sería ridículo suponer que alguien sabe
la respuesta a tales preguntas, aun
como especulación intelectual, y no di-
gamos como base para la acción con-
creta del gobierno.
Suele ser fácil determinar las diferen-
cias estadísticas entre dos grupos, en
materia de empleo, educación u otros
parámetros. Resulta más difícil averi-
guar las múltiples variables que deter-
minan el grado de interés, habilidad y
eficiencia de los individuos perte-
necientes a los grupos considerados,
para hacerse cargo de determinados
empleos, funciones o instituciones. Lo
que es prácticamente imposible es
conocer la situación que habría existi-
do en un mundo sin discriminación
(así, cualquier desviación con respecto
a esta norma indicaría la presencia y
magnitud de la discriminación).
Las distribuciones geográfica y por
edades son dos factores muy sencillos,
que pueden hacer añicos la suposición
de que los grupos estarían uniforme o
aleatoriamente distribuidos en las
ocupaciones e instituciones, si no hu-
biera discriminación. El hecho de que
el promedio de edad de un grupo sea
10 años menor que el de otro—lo que
no es infrecuente—basta para que el
grupo más joven esté estadísticamente
"sobrerrepresentado" en el deporte, la
criminalidad y el índice de ingreso al
62
trabajo, mientras que el grupo de más
edad estará "sobrerrepresentado" en el
renglón de casas para ancianos y en los
empleos que requieren muchos años
de experiencia.
Otro factor muy sencillo, que impide
una "representación" uniforme de esa
índole, es que muchos grupos étnicos
tienen distribuciones geográficas dife-
rentes. Sería improbable que los gru-
pos étnicos norteamericanos concen-
trados en los estados fríos, como Min-
nesota y Wisconsin, estuvieran tan bien
representados entre los cultivadores de
cítricos y los jugadores de tenis, como
entre los equipos de hockey sobre hielo
y los esquiadores. También es improba-
ble que los grupos concentrados en los
estados del interior del país estuvieran
igualmente representados en activi-
dades marítimas.
Las diferencias en las concentra-
ciones geográficas entre grupos raciales
y étnicos no son privativas de los Estados
Unidos. En Brasil, las personas de ascen-
dencia alemana y japonesa se concen-
tran en el sur. En Suiza hay regiones
enteras predominantemente francesas,
alemanas o italianas. En todos los países
del mundo, una abrumadora mayoría
de la población china o judía se concen-
tra en unas cuantas ciudades importan-
tes (con frecuencia en una sola locali-
dad). Las diferencias en la distribución
geográfica de los grupos pueden llegar
hasta el nivel de barrios o aun de calles
específicas.
Aclaremos el punto diciendo que,
aunque estos dos factores simples y
obvios—edad y ubicación—bastan para
perturbar la "representación" uniforme
que, según muchos, debería existir si
no hubiera discriminación, hay innu-
merables factores, de diversos grados
de complejidad e influencia, que pue-
den provocar el mismo efecto. No pre-
tendemos señalar aquí las causas de las
diferencias entre grupos—ni siquiera
creemos que todas puedan ser seña-
ladas—sino demostrar cuan arbitraria e
infundada es la suposición de que los
grupos estarían "representados" de
modo uniforme si no hubiera discrimi-
nación. Por el hecho de que las diferen-
cias entre los grupos son considerables
y multidimensionales, la pretensión de
ponderarlas tan completa y exacta-
mente como para saber cuál sería la si-
tuación de un grupo "si no hubiera
sido" por la discriminación, es casi una
arrogancia. Incluso la meta más mo-
desta, de saber cuál ha sido la dirección
general de la desviación provocada en
la posición de un grupo por la presen-
cia de la discriminación, no necesaria-
mente resulta alcanzable.
La idea de que las grandes dispari-
dades estadísticas entre grupos son
inusitadas—y por ende sospechosas—es
un lugar común, pero sólo entre quie-
nes no se han tomado la molestia de es-
tudiar la historia de los grupos raciales,
étnicos y de otro tipo en los países del
mundo. Los académicos más destaca-
dos, que han dedicado años a investigar
estas cuestiones, nos presentan un
cuadro radicalmente distinto. El profe-
sor de derecho Donald L. Horowitz, de
la Universidad Duke, al final de un es-
tudio internacional extensísimo y ma-
gistral sobre grupos étnicos, examinó la
idea de una sociedad donde todos los
grupos estén "proporcionalmente re-
presentados" en los distintos niveles y
sectores. Esta fue su conclusión: "Pocas
sociedades, o ninguna, se han aproxi-
mado siquiera a esta descripción".
Políticas Preferentiales para Minorías
ma puede plantearse como cuestión
política, definiendo sus metas en térmi-
nos políticamente comprensibles para
todos. El conflicto tiene también un
atractivo obvio para los medios in-
formativos, y los moralistas e intelectua-
les se pueden pronunciar en favor del
bando considerado como el de los
ángeles. Los políticos se benefician
porque reciben el apoyo de los grupos
beneficiarios. Aun cuando éstos no
constituyan mayoría, las estrategias
preferenciales p u e d e n tener éxito
político si se ejecutan con discreción,
redefiniéndolas como campañas contra
la discriminación, o se justifican con las
racionalizaciones morales más ade-
cuadas para apaciguar a la mayoría.
Ayuda germina
Considérese, en cambio, la situación
política que encara un programa real-
mente encaminado a ayudar a las per-
sonas menos afortunadas, mejorando
su educación, capacitación y hábitos.
Un p r o g r a m a semejante r e q u i e r e
mucho más tiempo, probablemente es
bastante más costoso y no puede pro-
porcionar ni la idea de conflicto de
grupo, que tan útil resulta para los
medios informativos, ni el sentimiento
de superioridad moral que tanto per-
siguen los caballeros de las cruzadas. El
alcance y ritmo del progreso auténtico
de las masas menos afortunadas no
pueden producir resultados tan espec-
taculares como la duplicación o tripli-
cación del número de miembros del
grupo en unas cuantas posiciones elitis-
tas, que se consigue en pocos años con
las políticas preferenciales. El hecho de
que millares de mujeres de grupos
minoritarios se conviertan en secre-
tarias, en lugar de ser sirvientes, no es
tan espectacular como tener tres miem-
bros de la minoría en el gabinete, en
lugar de uno, aunque en el primero de
estos casos sea mucho mayor el nú-
mero de personas que se benefician, in-
cluso entre las que más ayuda necesi-
tan. Desde el punto de vista político, la
representación simbólica en puestos
muy ostensibles de alto nivel es "redi-
64
tuable". Con las políticas preferenciales
es posible alcanzar ese resultado en
forma más idónea y rápida, que con
cualquier estrategia para favorecer el
progreso de las masas menos afortu-
nadas. Lo más importante es que, con
tales políticas, los frutos se pueden
obtener antes de la siguiente elección.
La educación ha sido ampliamente
reconocida como un factor clave para
el progreso de individuos y grupos. Ya
sea en los Estados Unidos o en otros
países, se tiende a concentrar los esfuer-
zos en el nivel más alto y notable de la
educación: las escuelas superiores y uni-
versidades, incluidos los estudios de
posgrado. Es obvio que los verdadera-
mente menos favorecidos rara vez lle-
gan a esos niveles. Si en verdad se les va
a ayudar, es necesario hacerlo en etapas
mucho más tempranas del proceso
educativo y la tarea será infinitamente
más difícil que rebajar las normas de
admisión, en la educación superior,
para lograr una representación estadís-
tica. Más aún, la lucha no será una
pugna de grupos ni la batalla entre el
bien y el mal, sino un combate más difí-
cil, más lento y menos glorioso, entre
las necesidades intrínsecas de la edu-
cación de calidad y los hábitos, acti-
tudes y creencias de las personas que
nunca antes habían tenido que llenar
tales requisitos.
Aun si se supone que todas estas difi-
cultades educacionales puedan supe-
rarse y que el sistema empiece a pro-
ducir estudiantes de alta calidad, éstos
no saldrán de la escuela secundaria
antes de los próximos 12 años, de la
escuela superior antes de 16 años o de
la educación de posgrado y los niveles
profesionales antes de 20 años. El
auténtico mejoramiento educacional
está en clara desventaja, desde el punto
de vista político, cuando debe competir
con políticas preferenciales que pue-
den ofrecer un remedio inmediato.
Tal vez debería ensayarse una mezcla
sensata de programas preferenciales y
otros encaminados a mejorar el desem-
peño de los grupos menos instruidos,
pero los dos tipos de programa crean
incentivos que persiguen propósitos
antagónicos, aunque sus metas sean las
mismas. La tarea de obligar a los estu-
diantes a alcanzar normas más altas
—un proceso doloroso tanto para ellos
como para sus maestros—será aún más
difícil si los jóvenes saben que no es
necesario satisfacer dichas normas para
alcanzar sus metas educacionales u ocu-
pacionales, o incluso para ser promovi-
dos al siguiente grado académico. Si las
estadísticas de representación de gru-
pos son la norma por la que serán juz-
gadas las instituciones, otras normas se-
rán sacrificadas para satisfacer el
recuento global. Esto no sólo se aplica a
las instituciones educacionales, sino
también a las de otra índole.
Aun cuando la factibilidad política
actual es quizá la piedra angular del
político profesional, no puede ser la úl-
tima palabra para otras personas. Lo
políticamente más factible en muchas
naciones es una incesante dispersión
hacia la polarización de grupos, con los
peligros y desastres que esto implica.
Las políticas alternativas específicas
serán diferentes para los distintos gru-
pos y países. Lo principal es que esas
alternativas sean examinadas en fun-
ción de los incentivos que ofrecen y los
resultados que cabe esperar de aquéllos
(independientemente de las raciona-
lizaciones, aspiraciones o simbolismos
de estas políticas). Esta forma de de-
cidir lo que conviene hacer no es un
ejercicio utópico, pues el logro del con-
senso sobre lo que se debe hacer modi-
fica, por sí mismo, el ámbito de lo que
es políticamente factible. •
católicos irlandeses y alemanes entre las
décadas de 1830 y 1850, de judíos ale-
manes poco más tarde, en ese mismo
siglo, y por el desarrollo de la nueva
secta n o r t e a m e r i c a n a de los mor-
mones. Aun con esa expansión del plu-
ralismo religioso y cultural, las liber-
tades garantizadas en la Primera
Enmienda casi no se extendieron más
allá del mundo protestante. Si bien
ninguna secta protestante disfrutaba
del patrocinio del estado, la causa de
cierto "pan-protestantismo" contaba
con un respaldo sustancial, aunque no
oficial, del gobierno. La consecuencia
de esto fue la restricción de las liber-
tades religiosas de otras comunidades
con creencias no protestantes.
Durante el siglo XIX, frecuente-
mente fue amarga la lucha de los cre-
dos minoritarios por alcanzar, en la
práctica, lo que la Primera Enmienda
garantizaba en principio. La resistencia
protestante era profunda y a veces vio-
lenta. La naturaleza del conflicto, claro
está, era más que teológica; aquel
antagonismo giraba en torno de la con-
tienda entre los intereses sociales,
políticos y económicos de cada comu-
nidad de creencias, en un proceso que
era en realidad una pugna cultural. La
comunidad protestante en conjunto
pugnaba por mantener, o acaso ampli-
ar, su control sobre el territorio sim-
bólico de la vida pública, contra las
aspiraciones cada vez más vigorosas de
las comunidades católica, judía y mor-
mona, de llegar a tener un espacio pro-
pio en la plaza pública. La crónica del
anticatolicismo y el antisemitismo ilus-
tra cómo, por desgracia, los ideales de
las cláusulas sobre religión no habían
sido cabalmente comprendidos aún al
final del siglo XIX.
Esa incapacidad fue significativa
porque constituyó, en cierto modo, un
precedente de las situaciones de hoy.
Desde luego que buena parte de la
dinámica social actual tiene paralelis-
mos en el pasado. En la segunda mitad
del siglo XX, la capacidad de las cláusu-
las para impartir justicia pública ha
vuelto a ser impugnada, en virtud del
continuo incremento del pluralismo re-
66
ligioso y cultural en los Estados Unidos.
Casi el 28% de la población esta-
dounidense es católica; a los judíos les
corresponde cerca del 2,5%. Los mor-
mones representan hoy el 1,6% de la
población (aproximadamente 3,8 mi-
llones de personas) y son una de las
denominaciones religiosas que crecen
con más celeridad en los Estados Uni-
dos. Resulta mucho más significativa la
expansión del pluralismo más allá de
las tradiciones de la fe judeo-cristiana.
Por ejemplo, en dicho país hay casi tan-
tos musulmanes como mormones y
más musulmanes que episcopales. El
número de hinduistas y budistas ha
aumentado también en forma prodi-
giosa desde el final de la Segunda
Guerra Mundial.
Sin embargo la "convicción moral"
que se expande más aceleradamente
en los Estados Unidos es la de quienes
son denominados "secularistas" por los
científicos sociales: aquellos que no
profesan ninguna preferencia religiosa.
Entre 1952 y 1962 este grupo constituía
apenas el 2% de la población; en 1972
llegó al 5% y en 1982, al 8%. Hoy con-
forma aproximadamente el 11% de la
población.
l pluralismo norteamericano no
E
sólo se ha extendido a causa del
número creciente de credos y
tradiciones culturales, sino también por
la subdivisión de estas últimas. Ahora
todas las tradiciones religiosas princi-
pales están escindidas en bandos orto-
doxos y progresistas. Algunas tienen
incluso otras subdivisiones.
Sería difícil recalcar demasiado la
novedad de la coyuntura cultural con-
temporánea, en comparación con las
que imperaban a fines del siglo XVIII,
cuando la Declaración de Derechos fue
promulgada. Del mismo modo que han
crecido las poblaciones religiosas se-
cularistas y liberales, también ha
aumentado la conciencia del carácter
secular de la cultura pública estadouni-
dense contemporánea. En la derecha
religiosa hay quienes afirman que está
en marcha una conspiración y que los
"humanistas seculares", con sus aliados
ideológicos, "controlan" ahora las insti-
tuciones fundamentales de la vida
norteamericana. Aunque ningún estu-
dioso serio aceptaría semejante idea sin
mayores averiguaciones, la mayoría de
ellos reconocen el carácter secular de la
vida pública y que cada día más vo-
tantes prefieren que así sea. Citando
infinidad de evidencias empíricas
extraídas de las obras de Max Weber,
Emile Durkheim, Robert Bellah y otros
sociólogos, podría sostenerse en forma
plausible que un humanismo secular
ha llegado a ser la ideología moral pre-
dominante en la cultura pública esta-
dounidense, y que ahora desempeña
en gran parte el mismo papel que tuvo
la ideología pan-protestante en el siglo
XIX.
Si tal es el caso, surge inevitable-
mente la pregunta de cómo deberá
tratar la ley los credos e ideologías no
teístas. Si bien no se trata de religiones
en el sentido aplicable al protestan-
tismo, el catolicismo y el judaismo, ¿se
les deberá considerar como tales, a fin
de aplicar la Primera Enmienda? En
caso afirmativo, ¿cómo resultará afecta-
da la interpretación jurídica de las
cláusulas religiosas?
Los propios tribunales han avanzado
a tientas, durante decenios, en la bús-
queda de respuestas para estos proble-
mas. Como muchos otros asuntos le-
gales, este punto se ha enmarañado en
debates de orden técnico. En lo relativo
a la Primera Enmienda, ¿deberá ser
definida la religión por medio de cri-
terios sustantivos, basados en la presen-
cia de atributos específicos, a saber, de
una fuerza sobrenatural? ¿O habrá que
definirla con criterios funcionales, es
decir, por lo que representa para indi-
viduos y comunidades? Estas dos apro-
ximaciones a la definición no se exclu-
yen, ni mucho menos, pero conllevan
diferentes consecuencias analíticas. El
modelo sustantivo inscribe general-
mente a la religión dentro del rango de
los teísmos tradicionales: judaismo, cris-
tianismo, islamismo, hinduismo y de-
más. El modelo funcional abarca más.
Al definir la religión de acuerdo con su
función social, este modelo la equipara

El humanismo secular ha llegado a ser quizá la ideología moral predominante en la
cultura pública estadounidense y ahora desempeña, en gran parte, el mismo papel que
tuvo la ideología pan-protestante en el siglo XIX.
con conceptos tales como sistema cul-
tural, sistema de creencias, sistema de
significados, o r d e n moral, ideología,
visión del m u n d o y cosmología.
esde el p u n t o d e vista práctico,
D aun quienes prefieren la defini-
ción funcional siguen concibien-
d o la religión en su sentido tradicional:
u n conjunto d e creencias y costumbres.
No obstante, como su nombre lo indi-
ca, el modelo funcional se centra en el
sistema cultural y n o requiere la presen-
cia d e u n a d e i d a d p a r a a c e p t a r q u e
dicho sistema sea de carácter religioso.
El confucianismo y el budismo Thera-
vada, por ejemplo, n o contienen refe-
rencias sobrenaturales dignas de men-
ción, pese a lo cual casi nadie los exclui-
ría del p a n t e ó n d e las religiones del
m u n d o . Otros ejemplos, como ideolo-
gías políticas, movimientos sociales y
técnicas terapéuticas, son aún m e n o s
evidentes pero n o dejan de ser válidos.
Los estudiosos suelen referirse a ellos
como cuasi-religiones, sustitutos de la
religión o equivalentes funcionales de
ésta.
Estos d o s m é t o d o s d e definir la
religión se arraigan en venerables tradi-
c i o n e s i n t e l e c t u a l e s d e las c i e n c i a s
sociales. En consecuencia, n o es extra-
ñ o que haya ambivalencia en torno al
enfoque que se debe adoptar para fines
legales. U n repaso d e las definiciones
d e religión e n la j u r i s p r u d e n c i a nor-
t e a m e r i c a n a nos ayudará a ubicar el
m o d e r n o predicamento.
La Corte S u p r e m a de los Estados
Unidos se refirió p o r vez primera a la
n a t u r a l e z a d e la religión y a la Pri-
m e r a E n m i e n d a e n la d é c a d a d e
1870, c u a n d o el consenso protestante
todavía era vigoroso. Desde entonces
hasta bien entrado el siglo XX, los tri-
b u n a l e s d e ese p a í s d e f i n i e r o n la
religión en términos estrictamente
sustantivos, q u e implicaban ideas teís-
tas d e divinidad, m o r a l i d a d y culto,
según lo h a escrito el jurista constitu-
cional c o n t e m p o r á n e o Laurence
Tribe. En 1890, por ejemplo, los j u e -
c e s sostuvieron q u e el " t é r m i n o re-
ligión se refiere a la visión q u e cada
u n o t i e n e d e sus r e l a c i o n e s c o n su
Creador, a las obligaciones que asume
por reverencia a Su ser y carácter, y a
la obediencia a Su voluntad".
La razón por la que se adoptó este
e n f o q u e restringido fue sencilla. Tal
como lo escribió el juez David Brewer
en representación de la mayoría, en la
jurisprudencia del proceso Church ofthe
Holy Trinity v. United States ( 1 8 9 2 ) ,
"nuestra civilización y nuestras institu-
ciones son decididamente cristianas...
Desde el descubrimiento de este conti-
nente hasta la hora actual, todos a u n a
voz han afirmado...que ésta es u n a na-
ción cristiana". Así pues, era perfecta-
m e n t e comprensible que al hallar en
otros casos que la Primera Enmienda
n o amparaba la práctica m o r m o n a d e
la p o l i g a m i a , la c o r t e l e g i t i m a r a su
propia decisión aludiendo al "consenso
g e n e r a l del m u n d o cristiano e n los
tiempos modernos".
Cincuenta años después, ante el reto
d e las condiciones m o d e r n a s , los tri-
bunales empezaban a ampliar su defini-
ción de religión, refiriéndola a lo fun-
cional. Es significativo q u e e n estos
casos se haya invocado ía cláusula de la
Primera Enmienda sobre el libre ejerci-
cio de las creencias. La primera expan-
sión fue introducida en 1943, a raíz de
que el objetante de conciencia Mathias
Kauten pidió se le eximiera del servicio
militar, p o r q u e éste c o n t r a v e n í a su
"conciencia religiosa". Kauten impugnó
decisiones previas de la Corte Suprema,
basadas en el criterio de q u e toda re-
ligión e r a i n t r í n s e c a m e n t e teísta, al
admitir de modo expreso que su obje-
ción n o se fundaba en la "creencia en
deidad alguna".
En u n a decisión ratificada después
por la Corte Suprema, u n tribunal fe-
deral de apelaciones falló en favor de
Kauten, b a s á n d o s e e n p a r t e e n u n a
definición ampliada de religión. El juez
federal Augustus H a n d dijo:
Sobre el Humanismo Secular
La fe religiosa nace del sentimiento
de que la razón es insuficiente como
medio para vincular al individuo con
sus semejantes y con su universo; este
sentimiento lo han compartido los
hombres, tanto en las sociedades más
primitivas como en las más civi-
lizadas...La objeción de conciencia
puede ser considerada con justicia
como la respuesta del individuo ante
un mentor interno, llámese concien-
cia o Dios, que hoy es considerado
por muchas personas el equivalente de
lo que siempre se ha entendido como
impulso religioso. [Las cursivas son
nuestras.]
Aquella decisión modificó el centro de
referencia del c o n c e p t o j u r í d i c o d e
religión; el punto de apoyo dejó de ser
la creencia en u n ser divino y se des-
plazó hacia la función sicológica de la
fe. La Corte Suprema ratificó esta posi-
ción un año después, en el caso United
States v. Bailara, al dictaminar que los
tribunales n o podían determinar la ve-
racidad de credos o principios particu-
lares, sino sólo la sinceridad con que los
individuos profesaran tales creencias.
E
l viraje hacia u n a definición fun-
cional de religión q u e d ó consu-
m a d o con dos decisiones d e la
C o r t e S u p r e m a , a p r i n c i p i o s d e los
sesentas. En 1961 ésta abolió u n anti-
guo estatuto de Maryland, por el cual se
exigía que todos los empleados públi-
cos declararan su creencia en Dios, afir-
m a n d o q u e esta ley c o n t r a v e n í a las
c l á u s u l a s d e la P r i m e r a E n m i e n d a
sobre la libertad de establecimiento y
ejercicio d e cultos, puesto que inclina-
ba "...el poder y autoridad del estado de
Maryland...en favor de u n tipo determi-
nado de creyentes: los que declaran su
fe 'en la existencia de Dios'". Sostuvo
además que, "constitucionalmente, ni
los gobiernos estatales ni el gobierno
federal pueden...apoyar a todas las reli-
giones contra los n o creyentes, y nin-
guno de ellos puede respaldar a las reli-
67

giones que tienen como base la fe en la
existencia de Dios, contra las que se
Los "credos" del movimiento humanista incluyen conceptos sobre la fundan en creencias diferentes". En
naturaleza del universo, la índole y origen del conocimiento y los valores, y esta última categoría, la Corte citó es-
la génesis y propósitos de la vida humana. pecíficamente las doctrinas religiosas
orientales del budismo y el taoísmo y,
como equivalentes funcionales, el
humanismo secular y la cultura ética.
Fotografía de Abraham Menashe
espués, en 1965, en otro caso
D d o n d e estaban involucrados
objetores de conciencia, la Corte
Yoncluyó que era posible formular una
definición de religión que incluyera
todas las creencias sinceras, "basadas en
[la idea o la fe en] un poder o un ser a
quien todo lo demás se subordina o de
lo cual depende en última instancia".
Hasta aquí, la definición funcional
de religión había sido buscada y aplica-
da casi exclusivamente por quienes sus-
cribían religiones no teístas, al reclamar
sus derechos según la cláusula sobre li-
bertad de culto. El hecho de que la Cor-
te admitiera una definición más amplia
de religión fue un logro significativo de
las organizaciones e intelectuales hu-
manistas, que habían propugnado
desde hacía casi tres décadas por que el
humanismo fuera reconocido como re-
ligión o, cuando menos, como el equi-
valente funcional de ésta.
Sin embargo, si los tribunales deci-
den aplicar una definición funcional de
religión en los casos sobre libertad
de culto, cabe preguntar si la misma
definición debe aplicarse en los casos
de establecimiento del mismo. Este es
el tema crítico que subyace en los de-
bates modernos acerca del humanismo
secular y la Primera Enmienda, pues los
intereses que están en juego en los
casos de establecimiento son diametral-
mente opuestos a los de la libertad de
culto.
Una definición funcional de religión,
en los casos de establecimiento, inclui-
ría al humanismo entre las religiones y
sería favorable para los intereses de los
creyentes ortodoxos, en particular de
los evangelistas, porque les garantizaría
que el estado no podría favorecer valo-
res e ideales seculares por encima de
sus valores e ideales trascendentes. A la
inversa, una definición sustantiva de la
religión serviría a los intereses secu-
lares, pues el humanismo secular y
Una sociedad de meditadón en Barre, Massachusetts
Sobre el Humanismo Secular
otras ideologías parecidas no caerían
dentro del alcance de la cláusula de
establecimiento y podrían ser apoyados
por el estado sin infringir la Primera
Enmienda.
La significación y las sutilezas de esta
cuestión todavía no han sido cabal-
mente apreciadas. A pesar de que la
Corte Suprema ha reconocido los cre-
dos no teístas como religiones ampara-
das por la cláusula de libertad de culto,
el argumento de que el humanismo
secular es una religión le sigue pare-
ciendo inverosímil a la mayoría de los
intelectuales. Sin embargo persiste la
pregunta: ¿Son "religiosas" las creencias
naturalistas, como el humanismo secu-
lar, en algún sentido sociológicamente
significativo? Si la respuesta es afirmati-
va, ¿qué sentido se les puede atribuir a
dichas creencias a la luz de los requisi-
tos de la cláusula de establecimiento?
Dentro de la lógica de las ciencias
sociales, la posición del humanismo
secular puede ser examinada en dos
niveles. Como movimiento formal, pro-
porciona un sistema o cosmología signi-
ficativa destinada a brindar a los indi-
viduos no sólo otro modo posible y
claro de darle sentido a su vida diaria,
sino también un mecanismo legiti-
mador del orden social en conjunto.
Para quienes lo suscriben, constituye
un equivalente funcional de la religión.
Los "credos" del movimiento huma-
nista incluyen conceptos sobre la natu-
raleza del universo, la índole y origen
del conocimiento y los valores, y la
génesis y propósitos de la vida humana.
La corriente original de este movimien-
to se considera a sí misma como un hu-
manismo reconocidamente religioso.
Su dimensión religiosa incluye "tem-
plos" humanistas, conocidos pública-
mente como tales y exentos dehpago
de impuestos, en su calidad de organi-
zaciones eclesiásticas. Esos templos
tienen "ministros" acreditados, servicios
dominicales, sesiones de doctrina y
actos rituales, como bodas, ceremonias
de imposición de nombre, honras fúne-
bres y otras cosas similares.
Conceder que el humanismo confor-
ma una fe religiosa o cuasi-religiosa en
este nivel formal es conceder muy
poco. La pregunta obvia y más impor-
tante es: ¿qué relación puede haber
πι ι
 La reconciliación del ideal constitucional de justicia pública con las nuevas
condiciones sociales es el desafío que deben afrontar ahora los estadounidenses,
herederos y beneficiarios del proyecto moral de los fundadores.
entre u n a "religión" propia de una mi-
noría, que a veces es eminente, pero
marginal y casi impotente en sentido
político, y el humanismo secular de la
c u l t u r a e n g e n e r a l ? Pocas p e r s o n a s
insinuarían que los seguidores, o aun
los dirigentes, del h u m a n i s m o tienen
influencia directa e n m u c h a s institu-
c i o n e s e s t a d o u n i d e n s e s , particular-
m e n t e las escuelas públicas. E m p e r o ,
sería igualmente frivolo sostener que la
ideología formal del movimiento popu-
lar carece de relación con los procesos
q u e se desarrollan en la cultura más
amplia, o que esa relación n o h a influi-
d o en la instrucción pública. ¿Cuál es
e n t o n c e s la n a t u r a l e z a d e d i c h a
relación?
n la medida que el humanismo se-
E cular existe dentro de la cultura
en general, n o está presente en
ella como sistema ideológico formal o
religión. Según lo presentan los medios
informativos o lo enseñan las escuelas
públicas, el humanismo secular carece
de la conciencia propia y la estructura
de u n a ideología formal. Como quiera
que sea, en este nivel resulta evidente
que n o es una religión. No obstante, es
posible hablar del humanismo secular
como de u n a ideología moral latente,
u n a ideología "popular" o incluso u n a
fe tácita.
¿De qué surge esta ideología moral
latente? Desde luego q u e u n a d e sus
fuentes es el legado intelectual d e la
Ilustración, esa revolución ideológica
que provocó el derrumbamiento d e las
cosmologías medievales y de la Refor-
ma, y socavó las formas feudales d e
a u t o r i d a d política y las m o d a l i d a d e s
teístas de autoridad moral. En lugar de
éstas, fueron exaltadas la adhesión a la
racionalidad científica y visiones utópi-
cas de progreso y perfectibilidad huma-
nos, cuya encarnación eran los supues-
tos del naturalismo filosófico.
La I l u s t r a c i ó n , q u e s i e m p r e fue
m e n o s secular en los Estados Unidos
que en Europa, n o constituyó tan sólo
u n h e c h o aislado, creado p o r intelec-
tuales franceses, ingleses y alemanes del
siglo XVIII. Estos compromisos intelec-
70
tuales h a n sido trasmitidos a genera-
c i o n e s p o s t e r i o r e s y se h a n institu-
cionalizado en ciertos sectores d e la
sociedad posterior a la Ilustración. Sus
principales portadores han sido miem-
bros d e las clases intelectuales, tales
como educadores, periodistas y aboga-
dos, que se ganan la vida por medio del
conocimiento. Este sector de la pobla-
ción se distingue porque tiene acceso a
la educación superior y, por ende, a las
instituciones de la racionalidad intelec-
tual. Sus miembros se distinguen tam-
bién, según lo revelan las encuestas de
opinión, por u n a indiferencia general
hacia las creencias y prácticas teístas
tradicionales e incluso por u n a decidi-
da inclinación a la secularización y el
liberalismo social y político (al menos
en comparación con la generalidad de
la población). Este punto es vital por-
que también aquí es d o n d e podemos
ubicar sociológicamente al movimiento
humanista popular. Sus partidarios for-
man quizá u n a fracción diminuta de las
clases intelectuales, p e r o su ideología
r e p r e s e n t a u n a cristalización d e los
temas ideológicos más difundidos.
La pretensión de que el humanismo
secular constituye una ideología omni-
presente en la vida pública norteameri-
cana y que a veces ha recibido el apoyo
extraoficial—y anticonstitucional—del
estado, fue puesta a prueba en 1986, en
el caso Smith v. Board of School Commis-
sioners. U n a coalición de protestantes
evangelistas, católicos conservadores y
otros "teístas" se enfrentó a la j u n t a de
e d u c a c i ó n d e Mobile, Alabama, q u e
estaba respaldada p o r la U n i ó n Nor-
t e a m e r i c a n a d e L i b e r t a d e s Civiles y
otros grupos. Los teístas argüyeron que
muchos libros de texto que se usaban
e n las escuelas públicas del c o n d a d o
promovían, de hecho, la "religión del
humanismo secular", transgrediendo la
cláusula de establecimiento d e la Pri-
m e r a E n m i e n d a . Estos a r g u m e n t o s
fueron ampliamente rebatidos en los
medios informativos y por los activistas,
pero cuando se juzgan en u n a perspec-
tiva científica social más amplia que la
p o l í t i c a p a r t i d a r i s t a , es m á s difícil
descartar su credibilidad.
Hay testimonios de que existe cierta
afinidad entre el contenido ideológico
de la educación pública y los intereses
de ciertas élites culturales y del gobier-
no. En las escuelas privadas, los progra-
mas tienden a reflejar los intereses de
los p a d r e s , q u e son q u i e n e s p a g a n
directamente las cuotas a dichas institu-
ciones. Si los padres n o quedan satisfe-
chos y retiran a sus hijos, esas escuelas
decaen y desaparecen. Por otra parte,
Las escuelas públicas n o dependen en
forma tan directa de los padres ni están
igualmente obligadas con ellos; los fon-
dos para su sostenimiento provienen de
los i m p u e s t o s , y sus o b j e t i v o s y
reglamentos son establecidos por fun-
c i o n a r i o s d i s t r i t a l e s , e s t a t a l e s y fe-
derales. Por consiguiente, es probable
que la educación pública refleje en ma-
yor grado que la de carácter privado los
intereses creados y la orientación cul-
tural de u n sector más vasto de las éli-
tes culturales, es decir, n o sólo de quie-
nes planean los programas escolares,
sino también de otros arbitros del gusto
y la opinión de la sociedad, tales como
periodistas, abogados, profesores y
políticos.
Desde este punto de vista, no es sor-
prendente que casi cualquier alusión a
la religión teísta haya sido excluida en
las descripciones de los textos escolares
acerca de la historia, la vida y la cultura
estadounidenses. Tampoco es extraño
que los programas de las escuelas públi-
cas muestren u n a clara insistencia en el
individuo como la medida de todas las
cosas y e n la autonomía personal, los
sentimientos, las necesidades indivi-
duales y los valores de orden subjetivo,
t o d o lo cual es i n d e p e n d i e n t e d e la
norma trascendente que el teísmo tra-
dicional implica. En el grado en que
estas tendencias existen, p u e d e soste-
nerse que la instrucción pública tiene la
misma orientación cultural que el hu-
manismo m o d e r n o . En la medida en
que las escuelas públicas plantean estas
perspectivas sin consideración alguna a
las tradiciones culturales que pudieran
estar en desacuerdo con semejantes cri-
terios, el argumento de que los princi-
pios de la cláusula de establecimiento
 Las Composiciones de
Aaron Copland

Reseña de John Rockwell

Cuando Aaron Copland murió, en

diciembre de 1990, a la edad de 90
años, ya tenía un lugar en la historia.
Desde tiempo atrás, su música y su per-
sonalidad lo habían convertido en el
personaje central de la historia de la
composición estadounidense del siglo
XX y, por consiguiente, de todas las
épocas ( c o n s i d e r a n d o el c a r á c t e r
provinciano que solía tener la música
de su país antes de 1900).
Se podría argumentar que varios
compositores han sido igualmente deci-
sivos para la evolución de la música se-
ria en los Estados Unidos, y en todos
esos casos se tendría razón: Charles Ivés
por su radicalismo visionario; J o h n
Cage por su filosofía liberadora; Virgil
Thomson por su límpida amalgama de
refinamiento europeo y simplicidad
doméstica; Elliot Carter por su tonifi-
cante rigor; Duke Ellington por su
milagrosa fusión de espontaneidad e
intención deliberada.
Sin embargo ninguna lista estaría
completa sin Copland, y la mayoría de
los compiladores lo colocarían en

John Rockweli es crítico musical de T h e New York

Times y autor de MI American Music: Composi-
tion in the Late 20th Century (Música netamente
norteamericana: La composición a fines del siglo
XX).
Aaron Copland en su casa, en el área rural del norte de Nueva York, en 1985.
© 1990 The New York Times Company.
Reproducido con autorización de The New York © 1990 Marianne Barcellona
Times.

72

primer lugar. Su impacto sobre la músi-
ca de su tierra natal se debió en parte a
la calidad de su obrai así como a su fasci-
nante mezcla de intelecto y emoción,
abstracción y accesibilidad; igualmente a
sus notables habilidades de promotor,
diplomático y propagandista de la músi-
ca contemporánea; y también en parte a
su modesta, pero fuerte personalidad.
"Aaron fue el ^presidente* de la músi-
ca estadounidense joven y más tarde de
la música de edad mediana, porque
tenía tacto, buen sentido comercial
para ayudar a sus colegas, y lealtad", re-
cordaba Virgil Thompson en una etapa
tardía de la vida de ambos. Se refería a
las habilidades de Copland como orga-
nizador, lo mismo de conciertos en
Nueva York con música nueva o d e
compositores panamericanos, para
unificar la vida musical del hemisferio
occidental, que de innumerables confe-
rencias, series de conciertos y publica-
ciones, entrevistas, artículos y libros
muy populares, todo lo cual ayudó a
exaltar la causa de la composición mu-
sical contemporánea.
Sin embargo Copland también era
presidencial en su música...y no sólo en
su Lincoln Portrait (Retrato de Lin-
coln), aunque es cierto que había una
especie de parentesco tangible y plausi-
ble entre aquel muchacho j u d í o de
Brooklyn y el leñador de Illinois. Co-
pland veía en Abraham Lincoln u n
modelo de pureza, sencillez y princi-
pios, que él trató de mantener también
en su vida y su música.
La opinión de los comentaristas se
dividió d u r a n t e la vida creativa d e
Copland, p o r q u e al parecer había
disparidades en su estilo, del mismo
modo que el eclecticismo de Stravirisky
molestó a ciertos críticos. En sus inicios,
Copland hizo inserciones desenfadadas
de tipo jazzístico en el modernismo.
Más tarde se dedicó a hacer música de
concierto, supuestamente seria, que
chocaba con las partituras más popular
res que cimentaron su prestigio y en las
cuales evocó las contradanzas de los
vaqueros y los himnos religiosos.
Su temprano ingreso a la historia
permitió que el proceso de reconcilia-
ción de la posteridad empezara a pro-
ducirse mucho antes de su muerte.
Ahora nos resulta fácil percibir en sus
obras más populares un refinamiento y
rigor fundamentales y en sus partituras
"difíciles" una generosidad emocional
muy característica, que imparte cohe-
| .-.. ;-" - : • ' . ' " ' ~ — -
hecho por encargo de Martha Graham
y compuesto en la década de 1940, que
sión a sus composiciones como frutos se ha convertido en su obra más amada
de una misma sensibilidad. y sólida, tanto en la versión completa
"A mi entender, la música intrínseca- como en forma de suite y ya sea que se
mente compleja no es, de por sí, ni me- interprete con ropajes orquestales o
jor ni peor que la música nacida sim- con un conjunto de cámara.
ple", dijo Copland en una ocasión. Por Al principio de esa partitura, las vivi-
supuesto, lo mismo se puede afirmar a das evocaciones de la mañana en una
la inversa. granja de los Apalaches, con reful-
Copland nunca fue vanguardista, gentes acordes sostenidos de las cuer-
aúhque ayudó a los revolucionarios y das y el clarinete solista, captan algo
era su promotor. Tampoco fue un sis- profundo del alma estadounidense con
tematizador decidido, como Schön- los medios más sencillos y elocuentes.
berg, ni un exponente de la compleji- El dilatado finale eleva el himno de los
dad por sí misma, como Milton Babbitt, shaker, "Los dones sencillos", hasta una
ni un místico como Cage. De la misma grandeza totalmente desprovista de
manera que se negó a escribir una ver- retórica, que quizá es un testimonio
dadera autobiografía, que lo habría autobiográfico después de todo. Una
comprometido a hacer revelaciones, su música tan excelente será perdurable,
música se abstiene de caer en cualquier como lo será también el impacto del
extremo. El era centrista y estaba orgu- arte de Aaron Copland mucho después
lloso de serlo. de su muerte* •
"Siempre se ubicó en el; p u n t o
medio", dijo el finado compositor y
director Leonard Bernstein. No hubo
contradicción alguna entre esta imagen
de moderación estética, musical y per-
sonal, y las ideas políticas izquierdistas
que Copland profesó en las décadas de
1930 y 1940. Aunque nunca fue comu- En Busca de Buenas
nista, suscribió la ideología populista de Escuelas
aquellos tiempos. Como sucede con la
mayoría de los artistas, es fácil inter-
POLITICS, MARKETS, AND AMERICA'S
pretar sus convicciones extramusicales,
SCHOOLS (Política, mercados y escuelas
por muy sinceras que hayan sido, como
de los Estados Unidos). Por John E.
u n a proyección d e sus necesidades
Chubb y Terry M. Móe. Brookmgs Insti-
estéticas personales; es decir, como la
tution. 336 pp.
tentativa de crear un mundo donde su
música pudiera florecer. Copland an-
Reseña de James Q, Wilson
helaba acercarse al público con el fin
de ofrecerle la mejor música que él
fuera capaz de crear, y la ideología po- Los científicos sociales q u e
pulista le b r i n d ó u n a justificación escriben acerca d e política pública
racional a su anhelo. logran alcanzar a veces el nivel de la
Podemos lamentar qué Copland haya sabiduría popular, pero rara vez con-
tenido poco que decir en sus años pos- siguen superarla. Los científicos po-
treros, e incluso ese silencio puede ser líticos John Chubb y Terry Moe han
causa de que se lancen vituperios contra logrado ambas cosas en este extraordi-
su obra anterior. Asimismo, podemos nario trabajo sobre las escuelas públicas
deplorar que la recatada inhibición de estadounidenses. Sü libro completa
su vida privada haya permeado su crea- u n a historia q u e comenzó hace un
tividad pública. Sin embargo, la música
que se ubica en el punto medio también I James Q. Wilson es profesor de administración τ
puede ser incitante, sobre todo cuando potílka pública en la Uñwemtlad de California en
Los Angeles, y autor de vatios libros sobre institu-
su calidad nos ayuda a definir dónde se ciones públicas, entre los quefiguraBureaucracy:
encuentra dicho punto. What Government Agencies Do andWhy They
. Si se busca el centro de los logros Do It (Burocracia: Qxié hacen las agencias
creativos de Copland, no hay que ir gubernamentales y por qué b hacen).
más allá de Appalachian Spring (Pri- Reproducido con autorizados de The New ¡Refmbäc,
mavera en los Apalaches), un ballet © 1990, The New Republic, Inc.
cuarto de siglo, cuando varios académi-
cos serios empezaron a cavilar qué efec-
tos producen, en los niños, las escuelas
y el dinero que la sociedad destina a
ellas.
En 1966, la Oficina de Educación de
los EUA expidió lo que pronto fue
conocido como el Informe Coleman,
porque su autor principal fue el soció-
logo James S. Coleman. El y sus colegas
recibieron el encargo judicial de medir
"la falta de igualdad de oportunidades
educativas" para los negros y otras
minorías. Después de un cuidadoso
análisis de las diferencias en el apro-
vechamiento escolar de 575.000 alum-
nos, en 4.000 escuelas de los Estados
Unidos, Coleman y sus colegas infor-
maron a la asombrada Oficina de Edu-
cación que prácticamente ninguna de
las diferencias obvias entre las escue-
las—módulos alumno-profesor, gastos
por alumno, edad y calidad de las
instalaciones, número de libros en la bi-
blioteca—explicaba las diferencias ob-
servadas en los logros educativos.
A la luz del Informe Coleman, el
problema que afrontan los científicos
sociales es observar las características
intangibles de las escuelas. Esto implica,
por desgracia, la necesidad de medir
algo inmensurable (o cuando menos
muy difícil de medir). Chubb y Moe
plantean esta pregunta fundamental:
¿qué tienen algunas escuelas, desde el
punto de vista político y de organi-
zación, que las hace más eficaces? Para
responder, los autores usan gran parte
de la información sobre aprovecha-
miento estudiantil, empleada por
Coleman y otros investigadores, y la
complementan con datos recopilados
de cuestionarios enviados a directores,
maestros y miembros del personal
administrativo de las escuelas que
generaron dicha información. Para
resolver el molesto problema de distin-
guir entre los efectos atribuibles a las
características del estudiante y a las de
la escuela, en el aprovechamiento de
aquél, Chubb y Moe no miden los lo-
gros del alumno en un momento dado,
sino el avance (o retroceso) en el apro-
vechamiento de un mismo grupo de
estudiantes de secundaria en un perio-
do de dos años. Una escuela eficaz es
aquella en que un estudiante, con cier-
to nivel de habilidades, logra el máxi-
mo avance.
Igual que Coleman, Chubb y Moe
descubren que en el aprovechamiento
educativo no influyen ni los recursos de
la escuela ni la raza (si se establecen
controles según la situación socioe-
conómica de los padres). Lo que sí
provoca diferencias son (natural-
mente) la habilidad del estudiante y la
situación socioeconómica de los padres
y condiscípulos. Hasta aquí, es lo
mismo que había encontrado Cole-
man, pero Chubb y Moe descubren
además que, manteniendo constantes
los demás factores capaces de influir, la
organización escolar provoca diferen-
cias en los resultados.
¿Qué es "organización escolar"? Para
Chubb y Moe significa cuatro cosas:
normas de la escuela (altos requisitos
para la graduación y gran énfasis en la
excelencia académica); liderazgo (un
director con fuerte deseo de contrôlai· y
comprometido con la enseñanza); cali-
dad magisterial (muchos profesores
altamente evaluados por sus directores,
con gran capacidad para influir en sus
alumnos, pocas faltas de asistencia y
que Valoren la eficiencia y la armonía
con los demás) ; y práctica educativa
(una elevada proporción de estu-
diantes en "variantes" de los mismos
cursos académicos, muchas tareas para
hacer en la casa y disciplina en el aula).
Ahora la pregunta capital: ¿por qué
algunas escuelas son capaces de
adquirir el carácter distintivo de la efi-
cacia, aquel que por sí solo, una vez
compensadas estadísticamente la
capacidad personal y la clase social,
equivale a un semestre de aprove-
chamiento educativo para un estudian-
te típico de 16 años de edad? La res-
puesta de Chubb y Moe es la parte más
distintiva y controvertida de su estudio:
en igualdad de circunstancias, las bue-
nas escuelas son mejores porque son
menos burocráticas, y son menos buro-
cráticas porque están menos sometidas
a controles democráticos.
Los autores no presentan, en absolu-
to, un argumento contra la democracia
como tal, sino sólo contra la versión de
la misma que se ha usado para dirigir la
educación pública estadounidense. Tal
como se han dispuesto las cosas en los
Estados Unidos, las escuelas públicas
deben rendir cuentas ante órganos de
elección que responden a las deman-
das de sus correspondientes electores o,
cuando menos, a las más insistentes.
Dichos electores son contribuyentes
(que desean economizar), profesores
organizados (que buscan seguridad),
grupos de derechos civiles (que piden
integración), agrupaciones de maestros
reformistas (que proponen la adopción
o cambio de programas específicos) y
políticos (que quieren el poder). Ade-
más, tal como se ha practicado, el con-
trol democrático significa que habrá
tan sólo un sistema escolar en cada
gran ciudad (y a veces uno para varias
ciudades). Por tanto, los adminis-
tradores escolares deben hacerse cargo
de grandes organizaciones, lo cual sólo
puede realizarse mediante la adopción
de reglas uniformes e implantando pro-
cedimientos operativos en común.
La necesidad de satisfacer las exigen-
cias de los electores externos y los re-
quisitos de la administración en gran
escala, conducen a la creación de un
sistema proyectado para minimizar el
grado de libertad discrecional o auto-
nomía de cada escuela dentro del sis-
tema. No obstante, la rigurosa di-
rección centralizada, de alta jerarquía,
que es racional desde el punto de vista
de los administradores escolares, es
irracional para los directores y profe-
sores de la escuela. Más aún, la burocra-
cia centralizada de las escuelas no está
al servicio de las necesidades de padres
y alumnos.
Sin embargo existe otra versión de
democracia: la del poder del cliente.
Esta es la democracia del mercado,
donde cada consumidor "expresa su
voto" por medio de sus compras y deja
en libertad a otros consumidores para
que voten también a través de las suyas.
En la medida que la organización ob-
tenga sus recursos de los consumidores,
tendrá que estar atenta a las preferen-
cias de éstos; la otra opción es el fra-
caso. En tales circunstancias, los sis-
temas escolares delegan mucha autori-
dad a directores o administradores de
bajo nivel.
Los datos compilados por Chubb y
Moe resultan compatibles con esta teo-
ría. Las escuelas más eficaces son las
que tienen menos restricciones admi-
nistrativas. En este punto, el libro aca-
démico típico terminaría con una reex-
posición de los hallazgos y una exhorta-
tiva a que se realicen más investigacio-
nes. En esta obra no ocurre así. En el
capítulo final, el más interesante del
volumen, Chubb y Moe presentan un
plan para mejorar las escuelas públi-
cas, basados en sus propios hallazgos.

El plan implica la creación de más
opciones.
Sucintamente esto es lo que propo-
nen: cualquier organización que se
constituya como escuela y llene los cri-
terios estatales mínimos deberá quedar
certificada como escuela. Cada estu-
diante será libre de asistir a cualquier
escuela pública del estado. Por cada^
alumno que ingrese, la escuela recibirá
una cuota fija—una beca—del estado,
solventada por las rentas fiscales. El
gobierno de cada escuela dependerá
de ella misma; podrá asumirlo el direc-
tor, un grupo de maestros, una organi-
zación de padres de familia, un organis-
mo local electo o incluso un sindicato.
El estado seguiría estableciendo las nor-
mas de certificación del profesorado,
pero (según ío desean Chubb y Moe)
éstas serían mínimas y similares a las
que se aplican actualmente en las
escuelas privadas. No habría una evalua-
ción general del estado para determi-
nar el aprovechamiento escolar. Los
padres serían los únicos que juzgarían
la eficacia de las escuelas. Las que
hicieran bien su labor, a criterio de los
padres, podrían mantener o incremen-
tar el número de sus alumnos y, por
ende, sus ingresos. Las que tuvieran un
desempeño insatisfactorio perderían
ingresos y quedarían excluidas del
negocio.
Todo esto es motivo de controver-
sia, pero quizá nunca sobrevendría
un cambio importante si la gente
tuviera que esperar hasta tener pruebas
contundentes. A pesar de las reservas
que podamos tener hacia los estudios
realizados hasta ahora, éstos consti-
tuyen ya un cúmulo de evidencias
fidedignas como jamás tuvieron los
estadounidenses que crearon las es-
cuelas públicas, los que trataron de
integrar las escuelas segregadas o
los que impusieron en ellas la multi-
tud de reglas para controlar la edu-
cación de grupos especiales, las pruebas
de aprovechamiento o la certificación
de profesores. Si se comparan con el
plan de libre elección escolar, esas
ideas de antaño parecen disparos en la
oscuridad. • Mister lincoln (El señor Lincoln) y delfilmedocu-
1861. La guerra civil se prolongaría
otros cuatro años, con un saldo de más
de un millón de muertos. Poco después
de la rendición del sur en Appomattox,
Virginia, en 1865, Walt Whitman
Una Casa Dividida escribió: "Ningún libro dirá jamás lo
que es realmente la guerra". Pero la
contienda dejó cicatrices e n muchas
THE OVIL WAR: AN ILLUSTRATED HISTORY vidas y lugares, cuyas realidades no se
(La guerra civil: Historia ilustrada). Por podían soslayar. Desde entonces miles
Geoflrey C. Ward, Ric Burra y Ken Burns. de libros han descrito las batallas y a los
Alfred Α. Knopf. 426 pp. generales, y han intentado descifrar el
desempeño del presidente Lincoln,
Reseña de Herbert Mitgang quien en varios aspectos nos sigue pare-
ciendo un genio misterioso.
Mas la guerra misma se puede docu-
Se puede juzgar la brillantez de The mentar. En The Civil War hay más de
Civil War, la historia más refinada y
magistralmente ilustrada que haya
aparecido en varios años, por el mismo
epígrafe del libro. Se trata de una ob-
servación visionaria hecha por Abra-
ham Lincoln a la edad de 28 años, el 27
de e n e r o de 1838, en el Liceo de
Jóvenes de Springfield, Illinois:
¿En qué punto hemos de esperar que
el peligro se aproxime? ¿Con qué
medios nos habremos de fortificar
contra él? ¿Esperaremos que algún
gigante militai ti as.iil.ni! ¡< o, po-
niendo su planta en el océano, nos
aplaste de un solo golpe? Jamás! Ni
todos los ejércitos de Europa, Asia y
\tin a juntos, c "ii todos los tesoros de
la Tierra...podrían emplear la fuerza
para beber de las aguas del [río]
( >hio o ilc ¡ar HII> huellas sobre las
[montañas] Blue Ridge, aunque lo
intentaran durante miles de años...Si
la destrucción ha de ser nuestro desti-
no; tendremos que ser nosotros mis-
mos sus autores y consumadores.
Puesto que somos una nación de
hombres libres, debemos vivir así en
todos lös tiempos o "uicidarnos.
Lincoln ocupaba la Casa Blanca
cuando estalló una guerra autoimpues-
ta entre la Unión del norte y la
Confederación del sur, tras del ataque
de los artilleros confederados contra el
fuerte Sumter, en Carolina del Sur, en
Herhai Mitgang, corresponsal de cultura de The
NeW York Times, es autor de la obra teatral Fotografías d e soldados d e la U n i ó n .
George Eastman House, Rochester, Nueva York
mental lincoln as They Saw Him (Lincoln a los
ops de svs contemporáneos).
© 1990 por The New York Times Company.
Reproducido con a u t o m a c i ó n de The V,¡, ).ik
:
'• Tirites. -
 500 ilustraciones: fotografías, pinturas,
litografías, bocetos y mapas particular-
mente claros de las batallas. El texto
acompañante, escrito por Geoffrey C.
Ward, historiador y biógrafo del presi-
dente Franklin Roosevelt, aporta una
interpretación sólida de los hechos y,
hemos de decirlo, es una relación di-
recta, no una crónica revisionista sobre
listas de computadora. La narración se
basa en un guión de cine documental
escrito por Ward, Rie Burns y Ken
Burns. The Civil War es el volumen que
acompaña los nueve capítulos de una
serie filmada para la televisión pública
de los EUA, pero se sostiene como obra
independiente, muy digna de ser leída.
Hasta los más ávidos estudiosos de la
guerra podrán conocer o confirmar
detalles en The Civil War. Por ejemplo
Sam Houston, el gobernador de Texas,
fue depuesto tras su vano intento de
impedir la alianza de su estado con la
Confederación. En el primer recluta-
miento federal militar, cualquier hom-
bre que lograra encontrar un sustituto
y pudiera pagarlo, no tendría que ir al
frente. Los padres de los futuros presi-
dentes Theodore y Franklin Roosevelt
pagaron sustitutos. El mismo coman-
dante en jefe, Lincoln, que ya sobre-
pasaba la edad límite, alentó la obser-
vación del reclutamiento al pagar su
propio sustituto, un joven sin rasgos
sobresalientes, llamado John Summer-
field Staples, oriundo de Stroudsburg,
Pennsylvania.
A diferencia de historias anteriores,
ésta no pasa por alto el papel desem-
peñado por los negros que vistieron el
uniforme azul de la Unión: 180.000 sol-
dados al finalizar la guerra. El general
William T. Sherman se oponía a armar
a los negros; en cambio, el general
Ulysses S. Grant estaba en favor de la
idea y contaba con el firme apoyo del
presidente Lincoln. Éste devolvió un
certero golpe a la oposición al declaran
"Vosotros no queréis luchar para libe-
rar a los negros. En cambio algunos de
ellos están dispuestos a luchar por
vosotros". El líder negro Frederick
Douglass dijo: "Cuando se permita que
el negro ostente las letras de bronce
'U.S.', que lleve el águila en sus bo-
tones, un mosquete al hombro y balas
en los bolsillos, no habrá poder sobre la
Tierra capaz de negar que se ha gana-
do el derecho de ser ciudadano de los
Estados Unidos".
76
Las aportaciones más originales del
libro están en cinco ensayos, escritos
por expertos en el tema de la guerra
civil: el de Don E. Fehrenbacher donde
explica por qué estalló la contienda; el
de Barbara J. Fields sobre los puntos de
vista antagónicos que condujeron a la
Proclama de Emancipación de 1863,
dando la libertad a los esclavos; el de
James M. McPherson sobre la guerra, la
política y cómo contribuyó el sufragio
de los soldados a que Lincoln fuera
elegido para un segundo periodo; el de
Shelby Foote acerca de la naturaleza
humana en tiempo de guerra y cómo
cambió el sur; y el de C. Vann Wood-
ward sobre "Lo que la guerra hizo de
nosotros".
En el ensayo más audaz del libro,
Woodward prolonga la narración más
allá de la reconstrucción del sur en la
posguerra, hasta la era industrial, a la
que Mark Twain llamó con el preten-
cioso nombre de la Era Dorada. El pre-
sidente Lincoln y los idealistas del pe-
riodo bélico crearon la Ley sobre Tie-
rras de Colonización en 1862, por la
cual medio continente quedó en depó-
sito: millones de hectáreas disponibles
para quienes carecían de tierra, para
todos los que quisieran habitarlas y
mantenerlas productivas. Esta oportu-
nidad superó todos los sueños de los
reformadores sociales europeos, algo
en verdad sin paralelo en la historia
mundial.
"Pero los desposeídos obtuvieron
muy poco de las tierras prometidas,
pues la mayoría de éstas terminaron en
manos de los pocos favorecidos y beli-
cosos, que nunca pensaron trabajarlas",
escribe Woodward. "Después de mal-
gastar esas filantrópicas oportunidades,
los estadistas de la Era Dorada des-
perdiciaron imprudentemente otras
dos, es decir, la postergada justicia para
dos minorías: los negros del sur y los
pieles rojas del oeste. Aunque en la
Constitución de los hombres libertos se
asentaron los fundamentos legales de
un nuevo orden para las dos minorías,
el resultado fue el mismo para ambas:
subordinación racial, supremacía de los
blancos y segregación, tanto de los
pieles rojas como de los negros".
Por este lenguaje franco y las ilustra-
ciones que muestran sin fingimiento el
costo de las hazañas guerreras, en vidas
humanas, The Civil War es un tesoro
para la vista y el intelecto. • con autorización del autor. Reservados todos los
Nuestro Universo en
Expansión
ORIGINS: THE LIVES AND WORLDS OF
MODERN COSMOLOGISTS (Orígenes: Las
vidas y mundos de cosmólogos moder-
nos). Por Alan Lightman y Roberta
Brawer. Harvard University Press. 576pp.
Reseña de James Gleick
Hace un lapso equivalente a la
duración de una vida humana, nuestro
horizonte intelectual apenas llegaba al
conocimiento de las estrellas circun-
vecinas. Se ignoraba que más allá de
nuestra galaxia hay vastos abismos que
alojan otras galaxias. Nadie conocía la
causa de que el Sol brille, o cuál es la
antigüedad de las cosas. Con respecto
al universo como totalidad, nadie sabía
mucho acerca de nada. Infinito, está-
tico, euclidiano, intemporal y homogé-
neo: tal era el universo a principios de
este siglo. Un cometa era un tremendo
enigma cuando no se conocían los
cuasares, las cuerdas cósmicas, las sin-
gularidades, las estrellas enanas blancas
o pardas, los hoyos negros o los agu-
jeros de gusano. Sin embargo, aun con
todos esos objetos milagrosos que hoy
atestan el cosmos, hemos hallado un
espacio en nuestra mente, por así decir-
lo, para ubicar al universo. Nos inge-
niamos para comprimirlo en su sitio,
después de continente, mundo y sis-
tema solar. En cierto modo, nuestro
universo debió haber parecido más
grande cuando él lo era...todo.
Las personas que han reducido el
universo a proporciones tan mane-
jables forman el grupo de los cosmólo-
gos. Son científicos; comenzaron jugan-
do con estuches de química, continua-
ron con estudios de astronomía o física,
Ex editor de tienda y reportero de The New York
Times, James Gtíck es autor de Chaos: Making a
New Science (Caos: Creación de una nueva ciencia).
© 1990 James Gleick. Reproducido de The Atlantic
derechos.
 Hubble, quien observó en 1929 que
otras galaxias se alejan de la nuestra y
que, cuanto más lejanas, con más rapi-
dez se desplazan; en otras palabras, el
descubrimiento de que todo el univer-
so se está expandiendo. Otra fue la
observación, en 1965, de una especie
de eco de la Gran Explosión, una débil
y uniforme radiación de fondo que
proviene del cielo en todas direcciones.
La tercera fue el reciente descubri-
miento de que las galaxias, lejos de
estar diseminadas aleatoriamente, están
organizadas de uno a otro extremó del
universo visible, en configuraciones
semejantes a burbujas, en la escala más
grande que se pueda concebir.
Lightman enmarca los temas para el
lector en una clara y reflexiva introduc-
ción de 50 páginas; en las entrevistas, se
preocupa por dirigir a los cosmólogos
hacia aquellos aspectos en que la teoría
moderna avanza con más torpeza fren-
te a las observaciones. Uno de esos
Supernova en la constelación de Casiopea, a 9-10.000 años luz de la Tierra. aspectos es que la masa total del univer-
Cortesía de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio so parece aproximarse asombrosa-
mente al valor preciso que se requiere
han pasado años elaborando imágenes así, Lightman y Brawer han logrado para colocarlo en una situación "neu-
con telescopios (ya quedaron muy atrás extraer algo especial de las palabras de tra", siendo su destino final un equili-
los tiempos románticos en que se mira- estos 27 hombres y mujeres. Si estamos brio exacto entre la expansión eterna y
ba a través de los telescopios), propo- dispuestos a avanzar por caminos tor- el colapso definitivo. Muchos cosmólo-
nen teorías (sobre todo en el lenguaje tuosos y llegar a callejones sin salida, 1 gos (aunque no todos), estiman que
de las ecuaciones) y discuten evidencias desanclar el camino y buscar de nuevo semejante coincidencia debe ser expli-
en favor y en contra, en publicaciones la ruta correcta, empezará a surgir cada con gran celeridad. Por desgracia,
científicas. A fin de cuentas, la. cosmo- frente a nosotros una historia rna- a esto se añade la dificultad de que la
logía destaca entre las ciencias como raviEosa con dos ramales. El primero es mayor parte de esa masa es invisible,
una empresa que no es totalmente el relato del ensanchamiento de nues- pues las nubes de gas y las estrellas co-
científica, sino una amalgama que tros horizontes hasta los bordes mismos nocidas no bastan para explicarla. Los
incluye filosofía, arte, fe y una buena del universo. La formulación de gran- cosmólogos han tenido que postular un
dosis de esperanza. des preguntas y sus respuestas iniciales universo conformado en proporción
En Chigins: TL· Lwes and Worids of ("la grandeza del sueño cosmológi- mayoritaria por algo que no es materia
Modern Cosmologías, el físico de la Uni- co...ese efímero reino", como lo ex- ordinaria. ¿Qué es? Nadie lo sabe.
versidad Harvard y autor de dos elegan- presó el cosmólogo estadounidense En el desorden mismo de la existen-
tes colecciones de ensayos científicos, Alian Sandage). El otro ramal es mu- cia en las trincheras de la cosmología
Alan Lightman, y Robería Brawer, estu- cho más sobrio: la historia de la comu- radica la utilidad de Origins. Obligados
diante graduada por el Instituto Tecno- nidad científica que, a pesar de todo el a confrontar los límites de la ciencia,
lógico de Massachusetts, han reunido conocimiento adquirido, es captada en j muchos de los entrevistados por Light'
una secuencia de 27 entrevistas con los un momento en que sus teorías fluc- man hacen revelaciones acerca de los
mejores cosmólogos, miembros distin- túan en forma terrible e incierta. prejuicios, creencias y preferencias
guidos de una sociedad poco común: El concepto de los cosmólogos acer- estéticas que los han ayudado a formar
los que han remplazado con más efica- ca del universo se basa en un número su visión del universo. Por ejemplo,
cia a los teólogos. sorprendentemente pequeño de obser- Jeremiah Ostriker, de la Universidad
Por el carácter mismo de la historia vaciones astronómicas importantes, Princeton, consigna cómo se han habi-
oral, hay divagaciones y tropiezos en cada una de las cuales es un monu- tuado los astrónomos a la idea de que
estas entrevistas y, aunque son una mento peculiar a la ciencia moderna. I la historia de su ciencia constituye una
fuente generosa para los historiadores Una de ellas fue realizada por el subversión incesante contra la perspec-
científicos, su lectura no es precisa- astrónomo norteamericano Edwin tiva antropomórfica: el Sol no gira
mente placentera o siquiera coherente. alrededor de la Tierra, la Vía Láctea no
En general, resultan más apropiadas gira en torno del Sol y el universo no
para un archivo que para un libro. Aun gira en derredor de la Vía Láctea. Por

77
 tanto, la teoría d e la Gran Explosión como pedirme que m e desnude y salga
para explicar el principio del universo así a la calle". U n m o m e n t o después
nos produce u n curioso sentimiento de añadió: límites d e la libertad d e expresión—y
inconformidad, porque coloca a la hu- Pragmatism a n d t h e Tragic Sense of
m a n i d a d e n u n p u n t o m u y especial Me parece extraordinario que con Life (Pragmatismo y el sentido trágico
d e n t r o del tiempo. "La formación d e medios humanos, con trozos de d e la vida). Los temas q u e más atra-
todo científico lo induce a pensar q u e vidrio n o más grandes que esta jeron su atención fueron: el marxismo,
todo lo que le asigne alguna primacía a habitación, sea posible ver cosas tan al principio c o m o a d e p t o y d e s p u é s
su propio lugar, e n el espacio y el tiem- lejanas en el universo. Aveces me sor- c o m o el crítico e s t a d o u n i d e n s e m á s
po, n o es probablemente más que u n a prende que el universo sea mucho poderoso d e esa ideología; la libertad
ilusión producida p o r su imaginación más pequeño que...Está bien, le con- individual; el pragmatismo, que estudió
o un error de medición", declara testaré: Yo habría hecho un universo bajo la guía del filósofo J o h n Dewey; y
Ostriker. más grande. Creo que el universo es la educación, otra disciplina q u e tam-
Lo q u e sí sabemos del universo es pequeño. bién le debe mucho a Dewey.
que ha hecho posible la existencia d e Hook era famoso entre los intelec-
seres capaces de formular interrogantes No nos debe asombrar q u e los cos- tuales y académicos desde la década d e
acerca d e él. Algunos cosmólogos con- mólogos estén dispuestos a aceptar el 1930, pero en sus últimos años fue más
sideran la vida como algo infinitamente desafio d e Lightman: diseñar universos conocido como defensor del derecho
precario: u n cambio fortuito e n algún es su quehacer habitual. • de morir. Durante u n m o m e n t o d e
n ú m e r o , aquí o allá, habría significado lucidez, después d e un ataque d e
la imposibilidad del surgimiento d e la apoplejía, pidió se le desconectara el
vida, o cuando menos así les parece. Al- sistema que lo mantenía con vida, pero
gunos argumentan q u e el protón debe su médico se negó. Si se le hubiera per-
ser 1.836 veces más pesado que el elec- mitido morir a Hook, jamás se habría
trón, solamente porque si así n o fuera publicado Convidions.
n o habría química, n o existiría la vida Entre los asuntos q u e más le intere-
ni habría cosmólogos. Otros plantean saron al final d e su vida figuraba la
el asunto con más profundidad, como Adalid de la Razón igualdad, sobre la cual escribió como
Martin Rees d e la Universidad Cam- d e n o d a d o p a r t i d a r i o d e la m i s m a y
bridge, para quien la complejidad es el c o m o filósofo p r a g m á t i c o . N i n g ú n
CONVICTIONS (Convicciones). Por Sidney
factor esencial. T e n e m o s — y nuestra escritor c o n t e m p o r á n e o h a enfocado
propia existencia así lo exige—un uni- H o o k . Prometheus Books. 310 pp.
con tan obstinada precisión ese tema.
verso que d a cabida a la evolución d e la H o o k se o p o n í a al o t o r g a m i e n t o d e
complejidad y la estructura en muchas Reseña d e William L. O'Neil)
ayuda especial a los g r u p o s raciales,
escalas, a partir d e comienzos muy sim- étnicos o sexuales menos favorecidos,
ples", explica Rees. El finado Sidney Hook fiíe u n a de las argumentando que tales beneficios sólo
Para comprender a los cosmólogos figuras más notables de la vida académi- d e b í a n b r i n d a r s e e n f u n c i ó n d e la
c o m o seres h u m a n o s , L i g h t m a n h a ca norteamericana casi desde q u e em- necesidad individual.
tratado d e indagar también su infancia p e z ó a e n s e ñ a r filosofía e n la Uni- C o m o discípulo d e Dewey, H o o k
y sus inicios como científicos, tarea bas- versidad d e Nueva York, en 1927, hasta escribió sobre educación la mayor parte
tante laboriosa porque ellos repiten la su m u e r t e a la e d a d d e 8 7 a ñ o s , e n de su vida. Por consiguiente, n o vaciló
consabida serie d e visitas a museos d e 1989. El se destacó, n o t a n t o p o r su en tomar la pluma cuando T h e Closing
ciencia y demás experiencias p o r el esti- excelencia técnica como filósofo, sino of the American Mind (La clausura d e
lo. T o d o científico h a relatado muchas p o r sus contribuciones a importantes la m e n t e n o r t e a m e r i c a n a ) d e Alian
veces u n a historia d e este tipo. Resulta debates nacionales, su vigor como pole- B l o o m , el filósofo p o l í t i c o d e la
más útil la pregunta filosófica q u e les mista y su habilidad para escribir sobre Universidad d e Chicago, tuvo u n éxito
hace Lightman casi al final d e la entre- ideas complejas e n forma clara y vi- de ventas fenomenal [véase Facetas 80].
vista: ¿qué clase d e universo diseñaría gorosa. E n t r e los mejores d e sus 21 El ensayo d e Hook sobre el trabajo d e
usted, si le fuera posible proponer u n libros, o al menos los más conocidos, Bloom es interesante p o r derecho pro-
modelo? La mayoría d e los cosmólogos figuran: T h e Hero in History (El héroe pio e ilustra con gran belleza u n a cuali-
se iluminan súbitamente. A algunos les e n la historia), Heresy Yes, Conspiracy d a d peculiar d e aquél, p o r la cual se
agrada el universo tal c o m o es; otros No (Herejía sí, conspiración no)—una demuestra que los críticos que siempre
desearían que fuera diferente. o b r a m u y controvertida sobre los tratan d e etiquetarlo como conservador
Casi sin a d v e r t i r l o , e n c o n t r é m i n o lo h a n leído c o n atención. H o o k
r e s p u e s t a favorita e n el c o s m ó l o g o William L. O'Neill es profesor de historia en la coincidió p o r completo con la aseve-
h o l a n d é s Maarten Schmidt: "¡Cielos, Universidadfíutgersy autor de American High: ración d e Bloom, al decir q u e la edu-
q u é extraña pregunta!", dijo primero. The Vfears of Confidence, 1945-1960 (Auge esta- c a c i ó n s u p e r i o r e s t a d o u n i d e n s e se
dounidense: Los años de h confianza, 1945-1960).
"Es la peor pregunta q u e h e oído...Es encuentra en u n estado lamentable, y
Este artículo apareció inicialmente en la edición también concordó con él e n algunas d e
de octubre de 1990 y ha sido reproducido con las causas d e esta situación. Sin embar-
autorización de The World &Ί, una publicación
de The Washington Times, © 1990.

78
go, como pragmático, Hook no podía
aceptar el dogmatismo de Bloom.
Bloom acusa a los estudiosos de no
creer que las cosas son intrínsecamente
buenas o malas, cupido de hecho la
gente que él tiene en mente piensa que
el bien y el mal existen, pero que en
gran medida son producto de la situa-
ción. Por otra parte, según Hook,
Bloom es un dogmático convencido de
que el bien y el mal son siempre los mis-
mos y se pueden deducir de un puñado
de leyes naturales, a las cuales es posible
considerar evidentes por sí mismas.
Hook deseaba lo mismo que Bloom:
una universidad al margen de la políti-
ca y comprometida en la búsqueda y la
enseñanza de la verdad. La diferencia
es que Hook creía que jamás lo con-
seguiríamos elaborando reglas abso-
lutas a fin de señalar lo que es falso o
verdadero.
Gran parte de Convictions está dedi-
cada a la última de las numerosas
cruzadas de Hook: su defensa de la civi-
lización y la cultura de Occidente,
como tales, en particular frente a un
ataque que fue lanzado contra ellas en
la Universidad Stanford. Después de
retirarse de la Universidad Nueva York,
Hook se incorporó a la Institución
Hoover, con sede en las instalaciones
de Stanford en California, y presenció
directamente el desenvolvimiento de la
lucha.
Dibujo de Terry Ε. Smith
Martin Luther King, Jr., de Gandhi y
muy especialmente de Tolstoy.
A principios de los ochentas, en su Lo que más criticó Hook fue el
largo camino de retorno a la excelen­ hecho de que en Stanford jamás se
cia, Stanford decidió reinstituir un hubiera presentado a la civilización o
curso obligatorio sobre la cultura occi- cultura occidental como una totalidad
dental. Al principio todo iba bien, orgánica. Esto es la peor variante u
escribió Hook; los estudiantes que cur- opción, según sus criterios; empero, al
saron la asignatura hablaban en forma incluir tantos caminos diferentes han
favorable de ella. Sin embargo, unos garantizado que una cultura común, o
cuantos alumnos y maestros críticos la u n a misma educación liberal para
censuraron, porque en ella se excluían todos, sea inalcanzable. Hook sabía que
las aportaciones de los no europeos, las la asignatura tradicional de civilización
mujeres y las minorías raciales a la cul- occidental estaba lejos de ser perfecta y
tura occidental. La universidad afrontó que la acusación radical, de que era un
el desafío, brindando a los estudiantes curso sobre las ideas de hombres blan-
la oportunidad de elegir un curso no cos ya muertos, tenía algo de verdad.
tradicional. Ante eso, los críticos Además, reconoció que cualquier lista
demandaron que el curso de cultura de libros importantes será siempre un
occidental fuera eliminado por com- tanto arbitraria. Pero lo que lograba
pleto y se sustituyera por otro sobre proyectar el curso de "Civ. Occidental",
la cultura mundial, en el que se hiciera como lo llamaron varias generaciones
énfasis en el tema de las mujeres, de estudiantes, era por lo menos la sen-
las minorías y las masas desposeídas. sación de que la historia de Occidente
A la postre, Stanford se amedrentó y se remonta miles de años y encarna
sustituyó el curso de cultura occiden- ciertas ideas y creencias específicas, que
tal por otro llamado "Cultura, ideas y c o m p a r t e n en forma general los
valores". europeos y los ciudadanos de las nacio-
Hook informó de estos hechos en nes fundadas por ellos. Un curso sobre
forma sorprendentemente moderada, los crímenes de Occidente, sus víctimas
en varios ensayos, pero incluyó un y desamparados puede ser legítimo si se
análisis lapidario de los resultados enfoca con honestidad, pero no puede
[véase Facetas 84]. La primera de las constituir la parte medular de una edu-
ocho 'Variantes" del viejo curso de cul- cación humanística. La mayoría de las
tura occidental que se modificó fue disquisiciones curriculares son increí-
"Europa y las Américas". blemente aburridas, incluso para los
Hook señaló que la secuencia para: pedagogos. No obstante, la pasión de
estudiar los textos en este curso tiene Hook por las humanidades era tal, que
poco sentido. No existe un o r d e n hasta esos temas evidentemente técni-
cronológico: los estudiantes leen cos cobraban vida en sus manos y se
pasajes de la Biblia después de haber convertían en el medio adecuado para
leído escritores del siglo XIX y el XX. discernir lo que es importante acerca
Incluso en el caso de autores indis- de la civilización occidental.
cutiblemente importantes, a menudo Convictions es un valioso monumen-
las obras elegidas son inadecuadas en to a Hook. Reviste gran interés para
términos de historia y cultura. Así, los quienes se preocupan por la libertad, la
estudiantes leen las Confesiones de San igualdad y la crisis de la educación;
Agustín en vez de La ciudad de Dios; la además, muestra al autor en su mejor
Sicopatología de Freud y no su estudio forma como polemista: intenso, com-
cultural La civilización y sus sinsabores; prometido, pero también escrupulosa-
y un oscuro tratado del filósofo social mente preciso y esforzándose siempre
antillano Frantz Fanon, The Wretched por ser imparciaL Alguien deseará
of the Earth (Los miserables de la saber más sobre la vida y el pensamien-
Tierra), que preconiza el empleo del to de ese hombre notable; un buen
terror y la violencia ilimitada contra los punto de partida es consultar su autobi-
colonialistas y quienes los apoyen. ografía, Out of Step: An Unquiet Life
Hook no objetó este libro de Fanon in the 20th Century (A destiempo: Una
por sus horrores en sí mismos, sino por- vida agitada en el siglo XX), de 1987.
que no se presenta nada que se oponga Con su modestia característica, Hook
a eso; por ejemplo, los escritos de escribió sólo unas cuantas páginas
sobre su vida después de retirarse. El merciales. Este deseo lo condujo a una
pequeño capítulo intitulado "Años cre- mayor expresividad, a un regocijo cada
pusculares" sugiere con claridad que partes d e su gran triunvirato, con día más visible en el uso de los materia-
nada interesante ocurrió en ese pe- Arthur Dove y Georgia O'Keeffé. les y a una mayor confianza, a medida
riodo, La enfermedad limitó físicamen- Los cuadros expuestos en la Galería que sus colores y composiciones se
te a Hook, pero Convictions, que con- Nacional abarcaban toda la gama de su volvieron más desenfadados y salvajes.
tiene sólo una pequeña parte de sus obra, desde los primeros estudios del Su aceptación del riesgo no cedió con
escritos de los años postreros, es la natural, realizados por completo con el paso de los años. Red and Green and
prueba de qUe él jamás dejó de re- líricas acuarelas de gran delicadeza, Blue—Autumn (Rojo y verde y azul:
flexionar, de irritarse frente a la injusti- hasta los óleos de su última época, que Otoño) de 1921 es un inquieto, caótico
cia y la estupidez, y de preocuparse por parecen el fruto del frenesí pictórico de e hipnotizante choque de color; Unti-
la cultura y las libertades estadouni- un naciente expresionista abstracto. Sin tled (Brooklyn Bridge) (Sin título
denses. Los que conozcan algo de la embargo, desde el principio de su ca> [Puente de Brooklyn]) de 1925 está
obra de Hook se sentirán inspirados rrera, Marín estuvo dispuesto a aban- compuesto con las masas más elemen-
por esté libro y quienes aún no hayan donar el preciado ideal de la fidelidad tales de franjas negras y círculos fulgu-
leído a este autor podrán disfrutarlo. • representativa, sobre todo en la acua- rantes, mientras que Movement in
rela Las impresiones emocionales evo- Greys and Yellows (Movimiento en gri-
cadas por el tema, antes que el realismo ses y amarillos) de 1946, es una soberbia
fotográfico, eran su meta. Supuso sim- muestra de esos óleos tardíos que son
plemente que el público de arte se pon- tanjo una pintura en sí mismos, como
dría al corriente a su debido tiempo; a el entorno donde la imagen fue conce-
Modernista Precursor él no le correspondía cavilar sobre esas bida. Pequeñas huellas rojas, amarillas y
cuestiones. azules surcan el cielo nublado y el agita-
Las versiones que presenta Marin de do mar, pero Marin creó la mayor par-
SÉLECTIONS AND TRANSFORMATIONS: THE los sitios notables neoyorquinos, como, te de su imagen con feroces trazos, tor-
ART OFJOHN MARÍN (Selecciones y trans- la iglesia de San Pablo, el puente de bellinos y rasgos en negro y blanco. Es
formaciones: El arte de John Marin). Or- Brooklyn o el edificio Woohvorth, acep- difícil creer que un artista estadouni-
ganizada por la Galería Nacional de Arte, tan el principio modernista de que el dense de 76 años pintara con tanta li-
Washington. objeto o la figura no tiene por qué estar bertad y agresividad en la época de pos-
demarcado nítidamente con respecto guerra. En 1953, el año de su muerte,
Reseña de John Loi ighery al espacio que lo contiene. Vigorosas Marín había logrado plasmar u n a
capas de color, planos aparentemente expresión más ubérrima y personal de
torpes y contornos yuxtapuestos expre- su amor a la tierra y a la creación del
Para saborear "el objeto real" del arte san con precisión-^—y un mínimo de arte moderno, que ningún otro esta-
estadounidense en fecha reciente, detalle-—la esencia del poder de la ciu- dounidense dé su generación. •
hubo que acudir a la Galería Nacional dad o el dinamismo de las olas y la
en Washington. La exposición retros- arena. Una acuarela como White Wams
pectiva de John Marin en ese recinto on. Sand, Maine (Olas de espuma sobre
fue un homenaje a un talento excep- arena, Maine), pintada en 1917 duran-
cional que se sosmvo más de cinco fruc- te el tercer año qué Marin veraneó en
tíferos decenios. Nueva Inglaterra» es un ejemplo im-
Marín tenía 30 años al iniciarse el pecable de la destreza para equilibrar
siglo y acogió la nueva atmósfera de la las exigencias casi abstractas del arte
estética con tanta emoción e inteligen- pictórico (las reverberaciones de las
cia como cualquiera de sus contem- líneas que representan la costa hacen
poráneos. Todo parece indicar que de esta obra una abstracción casi orgá-
nunca ambicionó la popularidad ni nica), con el deseo de representar y
tuvo dudas en torno .1 su propio lugai exaltar al sujeto mismo. Marin fue uno
en la sociedad estadounidense. Una de los últimos artistas norteamerica-
razón de esto fue tal vez la buena suerte nos que se inspiraron directamente en
que tuvo Marin cuando logró formar la naturaleza y que, al mismo tiem-
una temprana alianza con el fotógrafo po, no fue un recopilador de escenas
Alfred Stieglitz, quien actuó como su pintorescas.
apoderado, protector y espíritu afín. A pesar de que su apariencia era más
Este lo consideró como una de las de propietario de un almacén que de
un imperturbable rebelde del arte,
John IjOUjzfiery colabora con la direcdón de/New ArtMarin se sentía obsesionado con el
Examiner. problema de la libertad. Deseaba ser
libre para pintar à su gusto y desem-
Reproducido conautorización de The Hudson
foz/iew, Vol. XLIII, No. 3 (otoño de 1990). © 1990 barazarse de preocupaciones políticas,
por The Hudson Review, Inc. restricciones críticas y ambiciones co-

91-0104 (24M) 282

 "Mar gris", 1938. Oleo sobre tela, 56 χ 71 cm.
"Tormenta sobre Taos", 1930. Acuarela y grafito sobre papel, 38 χ 53 cm.
Pinturas de John Marín, fotografías cortesía de la Galería Nacional de Arte, Washington.