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Historias y problemas ambientales en Santiago del Estero

Por Hugo R. Manfredi, con la colaboración de la profesora Cecilia Sokolic

1-INTRODUCCION

Las variaciones y los cambios climáticos no son nuevos y estudiarlos permite


conocer como se manifestaron las condiciones climáticas en el pasado y de qué manera
afectaban a las sociedades de base agrícola o pre-industriales que caracterizaban en el
periodo colonial y primeros años de vida independiente en la diagonal fluvial
santiagueña y en regiones circundantes como por ejemplo: la jurisdicción de San
Miguel de Tucumán durante la segunda mitad del siglo XVIII.

No pretende este trabajo relatar un evento en particular o un lapso crítico con la


permanencia o conjunción de eventos, sino atender el contexto en que ocurrieron dentro
de una temporalidad que permita entender el proceso mismo del desastre estudiado. La
“Amenaza, Riesgo y Vulnerabilidad” a la que estaban expuestos esas comunidades y las
circunstancias políticas, sociales y económicas que lo hacen proclive a recibir el
impacto negativo de destrucción material, pérdidas de vidas y bienes. Podríamos
discutir en Santiago del Estero estos tres conceptos y hacer un repaso de los últimos 500
años, la pregunta seria cuan “naturales” son las catástrofes, se basa en que nuestra
vulnerabilidad esta generada por comportamientos inapropiados, porque las deficiencias
en las construcciones y en zonas no aptas continúan.

Históricamente los desastres naturales, han estado concentrados en el evento en


sí mismo y sus efectos a corto plazo. Es decir, las catástrofes destructivas masivas han
sido consideradas mas como episodios históricos que como explicaciones pertinentes de
los cambios sociales y de la evolución de una comunidad en una escala ampliada tanto
geográfica como temporal. Desde este proyecto de investigación se analizara como las
catástrofes masivas han provocado cambios bruscos y truncaron el desarrollo de la
ciudad colonial y de la región. Como afectaron las relaciones sociales, la ciudad, como
modificaron el comercio, el culto y los valores comunes.

Por eso creemos que las catástrofes debieran incorporarse de una forma más
integrada a los esquemas interpretativos de la historia y se debiera superar el relato de
corte anecdótico, es decir, debiera ponerse mas atención a sus impactos en escalas
ampliadas geográficas y temporalmente.

Es sabido que en las comunidades coloniales, la relación con el ambiente y con


los eventos de la naturaleza era diferente de que la mantenemos nosotros hoy con
nuestro ambiente. Aquellas sociedades no habrían elaborado una tecnología (o
ingeniería) que les hiciese pensar que era posible enfrentar exitosamente esos eventos
destructivos masivos de la naturaleza. Este comportamiento puede prolongarse quizás
hasta mediados del siglo XX.
Pero las sociedades coloniales se perciben a sí mismo como más vulnerables
frente a los desastres empezando por las pestes y las enfermedades que se contaban
entre las principales “Catástrofes Naturales”.

Además daba la oportunidad de denunciar aspectos de la vida local que, de otra


manera, quedaban ocultos en la normalidad y cotidianidad. Por ejemplo, una catástrofe
era la oportunidad de escribir a las autoridades virreinales o de España para explicar los
sucesos, pedir ayuda y denunciar la situación local.

En consecuencia, la producción de documentos en estos momentos provee de


una ventana del pasado y percibir las ideas y los comportamientos de una población.

Análisis de los contenidos

Lo Temporal y lo Espacial

Cubre un muy largo periodo que se remonta a varios milenios referidos a la


paleo climatología antes del presente y alcanza, en el caso de análisis de desastres, hasta
fines del siglo XIX y principios del XX.

Las Fuentes

Se analiza documentos escritos, como las actas capitulares y crónicas de relato


de viajeros, además de un amplio material bibliográfico y hemerográfico, y en esta
combinación de materiales etnohistóricos y etnográfico permita confrontar, comparar
diferentes tipos de eventos y su derivación en desastres a partir de registros climáticos,
tectónicos y otros.

Las Amenazas y los Eventos

Los desastres alcanzan diversas magnitudes dependiendo de la acumulación de


vulnerabilidades en Santiago del Estero y la región circundante.

Se muestra una variedad de eventos como sismos, sequías, inundaciones y


epidemias. Aparecen con una mayor amenaza y se utilizara la distinción seguida por el
primer volumen de “Historia y desastre en América Latina”, volumen. I, que muestra
fenómenos de impacto súbito y de impacto lento. Creemos que hacerlo de manera
diacrónica permite entender el proceso del desastre y no solo el momento de la
emergencia.

Sgo del Estero y la región circundante Eventos de impacto súbito


Eventos de impacto Lento
Época Prehispánica Sismos, inundaciones, lluvias excesivas Periodos
Cálidos
Época Colonial Heladas, calor, sismos, inundaciones, tornados Plagas,
epidemias, sequias, periodos cálidos
Siglo XIX y XX Sismos, inundaciones, tornados, ola de calor y frio
Sequias, plagas. Calentamiento global
Fuente: Historia y desastre en América Latina. Vol. 1. Adaptado para este
trabajo
II-CAMBIO AMBIENTAL

“Los distintos ambientes de la tierra nunca han cesado de cambiar, y los


cambios, las modificaciones, las transformaciones son una de las pocas certidumbres en
la vida” (Haggett, P. 1988). Cambian los hombres y también lo hacen los ambientes
donde estos viven.

Existen distintos tipos de cambios ambientales:

Cambios a largo plazo: cambios climáticos, cambios en los niveles del mar,
Cambio de relieve (ciclos de erosión), cambios en la flora y la fauna, etc.
Cambios a corto plazo: rotación diaria (ciclos diarios) y traslación estacional de
la tierra (ritmos estacionales).
En las latitudes medias, zona donde se localiza La Argentina, sufren constantes
cambios ambientales. Los geógrafos denominan “incertidumbres” a esos cambios en los
vientos planetarios del oeste, que son fluctuaciones a corto o largo plazo que produzcan
la inestabilidad característica de los climas de nuestro territorio.

También se registran variaciones climáticas a largo plazo: por ejemplo ciclos


húmedos y ciclos secos, provocando la alternancia de sequias e inundaciones.

“…la mayoría de los ciudadanos argentinos consideran que la República


Argentina posee todos los climas del mundo, o por lo menos una gran parte de los
mismos, sin embargo, la realidad es que el clima argentino, se repite muy escasamente
fuera de sus fronteras (…) En realidad toda la masa sudamericana se representa como
una gran excepción que no encaja fácilmente en los esquemas planetarios cuyos
orígenes deben buscarse en una conjunción especial entre un modelo de circulación
atmosférica, propio del hemisferio sur, y un dispositivo continental que cuenta con un
rasgo sobresaliente en la cordillera andina”.(1)

Para muchos el clima, es el conjunto de condiciones atmosféricas promedio que


caracterizan a un lugar. Y en las zonas semiáridas como Santiago del Estero, diríamos
que el clima va a ser los promedios mas las “variaciones aperiódicas” (diarias,
periódicas, estacionales), como manifiesta el meteorólogo Juan L. Minetti.

EL AMBIENTE SANTIAGUEÑO (2)

Es cálido y húmedo de octubre a marzo, seco y fresco en abril a septiembre,


marcado de zonalidad y de mediterraneidad casi absolutos, determinado por latitud,
relieve, con una moderada y relativa influencia local de sus latitudes. Existen cinco
grados de diferencia en la temperatura media anual entre el Norte y el Sur. Las sierras
de Sumampa-Ambargasta es la única zona templada de la provincia. La zona más cálida
se la ubica al norte: Monte Quemado y Campo Gallo coincide con el “Ecuador
Térmico” de América del Sur, con registros absolutos mayores a 48º C.

La amplitud técnica anual es superior a los 55º C. Las precipitaciones


disminuyen de Este a Oeste, en relación con la continentalidad. Santiago del Estero se
encuentra en la transición subtropical. Semiárida, con un promedio de lluvia de 600 Mm
anuales.

Desde el punto de vista hídrico, la provincia de Santiago del Estero este incluida
en su mayor parte dentro de la región semiárida. La determinación planimetría de esta
superficie ha arrojado un valor igual a 87,6% del total. El resto que no participa de estas
características, pertenece al tipo subhumedo en un 12,4%.

En general la atmosfera santiagueña es diáfana, con escasa humedad y más de


180 días de exposición o tres mil a tres mil doscientas horas de luz solar.

Los intensos días de insolación, se convierten en “Jornadas de Fuego”, que su


conjunto y dado su relieve caracterizado como un “enorme plato”, se comporta como
una depresión, con máximo recalentamiento y máxima tensión de vapor de agua, que es
sinónimo de vida y primicias agrícolas en nuestra provincia.

El balance hídrico es negativo.

Riesgo y Vulnerabilidad

La provincia y la región del NOA, como otras, han sido afectadas por la
aparición de fenómenos naturales pero este no solo se explica por su factor
desencadenante, es decir, el fenómeno natural o la amenaza que le da origen (lluvias,
inundaciones, sequias, tornados, sismos, etc.) sino principalmente el marco
socioeconómico cultural y político que determina el efecto final.

“El estudio de los fenómenos climáticos, especialmente anómalos, se justifica


porque en mayor o menor medida condicionan la aparición de la crisis de subsistencia,
afectando la capacidad productiva rural (con el surgimiento de cíclicas perdidas de
cosecha y el consecuente probable devasto) y reproductiva de la población (hambrunas,
epidemias). Aunque los factores climáticos por si mismos no son suficientes para
explicar el impacto sobre las sociedades sin constituyen una variable para su análisis.
Estos riesgos naturales que forman parte de anomalías o variaciones que pueden llegar a
afectar grandes extensiones, sus consecuencias sociales se encuadran en lo que
sistemáticamente se ha dado en llamar crisis agrícolas, pero pueden ser englobadas
dentro de los denominados desastres naturales, cuya naturaleza y efectos son múltiples
tanto desde el punto de vista social, político, económico, como ambiental” (3).

Entendemos por “riesgo” a la probabilidad de que se produzcan daños o pérdidas


humanas y económicas. “amenaza”: fenómeno extremo o peligroso que se puede afectar
un lugar y “población” vulnerable: a la población susceptible o propensa al daño o
perjuicio de una amenaza. Estos conceptos nos guiaran en el desarrollo de este trabajo
de investigación bibliográfico que nos ocupara en los capítulos siguientes.

III-CONCEPCIÓN DEL NOROESTE Y DE SANTIAGO DEL ESTERO

La producción del Espacio


Para conocer la problemática ambiental y sus efectos en Santiago del Estero y su
región circundante, es necesario reflexionar sobre la forma en que se llevo a cabo el
proceso de ocupación. Al estudiar el espacio y su producción, debe tomarse en cuenta
de manera consciente, que el espacio producido es el resultado de la acción
transformadora del medio por parte del hombre, en función de sus necesidades.

EL Noroeste en el País Argentino Prehispánico (4)

“…La Argentina ocupa una posición extremo continental en Sudamérica, (…),


de marginalidad (…) y en tiempos prehispánicos uno de los efectos más evidentes de
esa marginalidad se manifestaba en el proceso poblacional. Si bien comenzó hace unos
13.000 o 12.000 años, nuestro territorio estaba entre los de menor densidad demográfica
de toda América y, cuando los españoles pisaron su suelo por vez primera en el siglo
XVI, su población alcanzaba la cifra irrisoria de unos 340.000 o 390.000 habitantes para
los casi 2.800.000 km2. Que tiene el país. Formaban núcleos aislados y dispersos por el
territorio, que dejaban entre si áreas deshabitadas recorridas ocasionalmente por bandas
nómadas”.

Primer hecho integrado durante el periodo prehispánico: la movilidad

El noroeste habitante de las actuales provincias de Jujuy, Salta, Tucumán,


Catamarca, Santiago del Estero. Al momento de la llegada de los españoles, era la
región más poblada del país, con casi 3/4 partes de su población total (…), desde mucho
antes de la conquista española, habían iniciado un proceso de integración regional
producto de su movilidad.

Mantenían una activa comunicación entre si y sus comunidades vecinas, como lo


revela la presencia de objetos arqueológicos que evidencian un intercambio de
elementos netamente andinos con los de la selva, ocurridos durante el periodo
temprano” (600 A.C. 650 D.C.), prueba de que, desde entonces, “debieron quedar
fijadas las rutas del trafico y comunicación entre las selvas orientales, la zona puneña y
la costa chilena pacifica” con el propósito de intercambiar bienes y probablemente,
también con fines invasivos.

A este fenómeno de la integración, cuyos primeros indicios se dan seis siglos


antes de nuestra era, lo veremos crecer en los siglos siguientes para afianzarse y
ampliarse durante el periodo hispánico, a lo largo del siglo XVI, a la que calificamos
como el formativo del país, porque en él se plasman muchas de sus estructuras básicas.

Segundo hecho integrador durante el periodo prehispánico: la influencia de dos


grandes culturas andinas

Otra característica del noroeste prehispánico fue la de ser la región del país
argentino mas evolucionada culturalmente, con poblaciones sedentarias agro alfareras,
hecho al que contribuimos la influencia de dos grandes culturas andinas.

Se denomina micro área andina a aquella que abarco el área montañosa


occidental sudamericana, comprendida entre la línea del Ecuador y el paralelo 35º de
latitud sur, y, de oeste a este, entre el océano pacifico y un límite oriental establecido
por las áreas selváticas de Ecuador, Perú, Bolivia y Argentina. Dentro de la macro área
se distinguen tres sub áreas culturales:

De los Andes Septentrionales


De los Andes Centrales o Área Nuclear
De los Andes Meridionales
La más importante es la segunda, porque fue el centro máximo de civilización de
Sudamérica prehispánico, abarco Ecuador, Perú, y el Altiplano Boliviano.

El noroeste integro el área de los Andes Meridionales, es decir, que por su


situación geográfica, fue la región de Argentina prehispánica con mayores y más
tempranas oportunidades de recibir influencia del área nuclear; la recibió por acción de
las culturas Tiwanaku e Inca, ambas expansivas o imperialistas, carácter que es uno de
los mecanismos de integración mas efectivos en la sociedad humana.

La influencia Tiwanaku se hizo desde 650 al 950 de nuestra era, hasta la zona
lindante con Jujuy. Gracias a esta vecindad, y no obstante no haber conquista territorial,
Tiwanaku influyo sobre las comunidades del noroeste argentino, contribuyendo u
homogeneizando e integrarlas culturalmente a un área mayor.

Siglos después, se hizo sentir la influencia del imperio Inca o Tawantinsuyu con
mucha más intensidad por esta acompañada por una conquista territorial y efectiva, y no
obstante ejercerse solo desde 1480 hasta 1532 en que llegaron los españoles. El
Tawantinsuyu fue la cumbre y el capítulo final del proceso cultural surgido en el área
nuclear (…) se dividía políticamente en cuatro provincias: Kunti Suyu (norte), Chincha
Suyu (oeste), Anti Suyu (este) y Kolla Suyu (sur). El sector de actual Argentina
incorporado al Kolla Suyu fue el área valliserrana del norte y del centro-oeste, desde la
frontera de Jujuy y Salta con Bolivia, hasta el Rio Diamante, en Mendoza; y desde la
cordillera de los Andes hasta la línea irregular al este, aproximadamente 66º de Long.
Oeste.

Gracias a esta integración al Kolla Suyu que acentuó el proceso de


homogenización, en el noroeste se fortalecieron para constituir una gran región
integrada por lazos administrativos, económicos y culturales tan firmes, que
sobrevivieron a la caída del imperio (…) para asegurar la cohesión utilizaron la
extraordinaria red vial compuesta por trazados preincaicos en incaicos, jalonadas de
postas (…) La unidad lingüística se lograba con la imposición del quichua o lengua de
Cuzco como lenguas en general, de manera que los pueblos conquistados eran bilingües
(…) de estos cinco recursos de la infraestructura imperial incaica, dos fueron los más
aprovechados por los españoles conquistadores que llegaron a Sudamérica en el siglo
XVI: la red vial y el quichua, con el que se comunicaron con los pueblos nativos. En el
caso de los conquistadores del noroeste, ocurrió incluso con las de la llanura tucumano-
santiagueña quienes, a pesar de no haber sido conquistados por los incas, hablaron
quichua.

Este fue el cimiento social y cultural del noroeste argentino que encontraron los
conquistadores a su llegada, desde el cual iban a expandirse hacia el este y el sur: una
región integrada política y culturalmente, dotada de comunicación vial y lingüística,
habitada por comunidades sedentarias, de economía productiva. A estas ventajas debe
agregarse la influencia decisiva ejercida por las características físicas de la región.
Ubicada, aproximadamente entre los paralelos 22º y 30º, y entre los meridianos 73º y
63º, posee una geografía variada, resultado de una combinación de llanuras, valles y
montañas, generadora de una gran variedad de ecosistemas que van desde la selva
subtropical a la puna, originando igual diversidad de recursos naturales (…) favorable
para el asentamiento humano que, en el caso de los conquistadores españoles, era un
escaso el número de gente que debió ingeniárselas para adoptarse y arriesgarse en una
tierra completamente nueva para ellos.

El periodo hispano: corriente conquistadora peruana

Entre 1543 y 1546 descubrió la ruta entre Cuzco y el Rio de la Plata que abrió
nuevos horizontes a la historia del país y, a partir de 1550, inicio su poblamiento
efectivo desde el noroeste. Fundó ciudades; promovió la apertura de un puerto en el
litoral rioplatense para tener salida al mar; introdujo especies animales y vegetales;
desarrollo industrias; abrió caminos que permitían una inédita circulación norte-sur y
este-oeste. Era un proyecto de país que, desde su centro geográfico, se comunicaba
Radialmente con las regiones circunvecinas a través de la promoción de un activo
desarrollo económico, pero dos ordenanzas reales de 1594 lo frustraron al prohibir el
movimiento comercial y de pasajeros por los puertos sobre el Rio de la Plata”.

Como región histórica, el Tucumán colonial había actuado como una doble
frontera en el espacio imperial español: como frontera política y económica, y como
frontera de guerra frente a los ataques de las poblaciones nativas valliserranas del oeste
y chaqueñas del este, la que en gran medida condicionaba la sobrevivencia de sus
pobladores librados a su suerte.

Con la creación del Virreinato del Rio de la Plata (1776) y de la aplicación de la


Real Ordenanza de intendentes (1782) fue dividido en dos gobernaciones intendencias:
Salta del Tucumán y Córdoba del Tucumán, en ningún caso Santiago del Estero fue
sede del gobierno. La importancia residió fundamentalmente en el hecho de que, desde
el punto de vista de las comunicaciones actuó como “bisagra” entre el espacio andino
colonial, la gobernación de Chile y la de Buenos Aires.

Respecto a la situación del Tucumán, el gobernador Ribera decía: “Esta


gobernación esta en el paso forzoso del reino de Chile al Perú por tierra, y de la
provincia del Rio de la Plata al Perú, y comunicaban todas estas provincias y reinos, con
facilidad con los de España por esta tierra, porque es la llave de todo”. (5)

“La historia reservo a Santiago del Estero un lugar singular entre las ciudades
argentinas, dado que su carácter de establecimiento inicial en nuestro territorio (…) le
exigió un papel fundador y protector en el noroeste durante el primer siglo y medio de
su existencia. A esta etapa, que una periodización caracterizaría como hegemónica, ya
que era cabeza de la gobernación de Tucumán, Juries y Diaguitas, como se denominaba
entonces a la región, sucedió otra de estancamiento, que se tradujo en pérdida de poder
político. Este retraimiento fue provocado por el rápido crecimiento de nuevas áreas de
producción y centros comerciales en Córdoba y Buenos Aires. Significo, por lo tanto,
descrecimiento relativo, un crecimiento más lento, cuya consecuencia principal
consistió en que frustro el propósito explicito de Santiago del Estero de ejercer su
dominio sobre una región mas vasta” (6)
IV. PROBLEMAS AMBIENTALES HISTORICOS EN UNA POBLACION
VULNERABLE

Las sequias e inundaciones santiagueñas

La tradición del imaginario del argentino asocia la existencia de Santiago del


Estero con la sequia y el calor, con las lluvias escasas y mal distribuidas, o asociándolos
a ambos. Hoy sabemos que son procesos de una dinámica natural variable en el tiempo,
es así que se registran periodos húmedos en alternancia con otros secos.

Las sequias se caracterizan por una ausencia prolongada de lluvias en zonas


donde era habitual que cayera cierta cantidad de precipitación, y los efectos se
manifiestan en la disminución o la pérdida de productividad de la vegetación.

En cambio la inundación está vinculada con el aumento del caudal de los ríos y
su posterior desborde cuando producen lluvias mucho más frecuente que lo habitual,
también existen otros factores, además de las lluvias, que aumentan el riesgo de
inundaciones, como las formas y pendientes del relieve y las condiciones de absorción
del suelo.

En los párrafos que siguen se recurrirá a fuentes documentales, como las Actas
Capitulares (7) de Santiago del Estero, relatos de viajeros en los más variada
bibliografía de como estas variaciones climáticas y sus efectos impactaron en las
sociedades coloniales, en los primeros años de vida independiente, acercando además
estadísticas del presente. El área de estudio abarca la denominada diagonal fluvial
santiagueña recorrida por los ríos Dulce y Salado donde se forman (o formaban) esteros
y bañados.

Retornando las ideas del comienzo, el clima como fenómeno natural, sería el
responsable de la miseria y penuria de la población en los periodos de los meses cálidos
y húmedos. Desde esa óptica, la sequia o las inundaciones como fenómeno natural ha
sido usada como razón para esconder la condición real de vulnerabilidad de la
población, afectada periódicamente por estos fenómenos.

Las sequias durante el siglo XVI

Una de las primeras referencias al fenómeno de la sequía en Santiago del Estero


proviene de Ramírez de Velazco, en una carta al rey fechada el 1º de Enero y el 2 de
octubre de 1590. (8)

“Por esta (ciudad) de Santiago del Estero pasa un rio caudaloso; con las avenidas
acostumbra a regar una gran suma de tierra y a dos años que no las baña y así los
naturales como los españoles pasan una necesidad de mantenimiento y no tener remedio
de sacar acequias por haber ahondado el rio…”

Pide autorización a 37 años de la fundación de la ciudad, trasladarla y entre otros


lugares posibles, los santiagueños mencionan la posibilidad de acercarse a San Miguel
de Tucumán.
Siglo XVII: Diego de Torres de la compañía de Jesús nos deja su impresión
sobre Santiago en un documento del año 1610 en que dice que el “temple de la ciudad
es malo, que la tierra es un salitral y que el pueblo es pobre y falto de comida”.

Esta observación está fundada en un ciclo de sequia del que no están libres las
ciudades de Tucumán y Córdoba.

Las sequias durante el siglo XVIII

A partir de la década de 1770 se empieza un periodo seco que se va a mantener


por más de treinta años. La primera referencia en las actas capitulares es de enero de
1772, en donde se pone atención a la retirada del rio de la cercanías de la toma de la
acequia. (9)

En marzo de 1773, por la sequía no se permite el cultivo de trigo, se ordenan a


los labradores no vendan ni saquen trigo, ni harina por el termino de dos años fuera de
la jurisdicción.

De las zonas trigueras se destacaban los partidos de Tuama, Soconcho y


Salavina. Con las lluvias del mes de marzo, se mejora y autorizan la venta de trigo fuera
de la jurisdicción (10).

La sequia producida en enero de 1775, dio la sensación a los habitantes de


Santiago del Estero de que eran fruto de la “Ira Divina” por sus “pecados”, fueron
convocados a asistir a novenarios de misas el Santo Patrón de la ciudad, en la iglesia
Matriz, con motivo de la falta de lluvias y fuertes calores.

En febrero de 1777 y octubre de 1778, se repiten las rogativas, misas, novenarios


con la diferencia que en estos últimos años se hace mención a las enfermedades. (11)

Un caso extremo fue la gran seca (sequía) sucedía en 1787 y 1789 que tuvo una
(gran) extensión superficial y provoco decesos a causa de la falta de alimentos. (12)

Al igual que otras ciudades coloniales, el abastecimiento dependía de la


producción local, especialmente en lo referido a los productos agropecuarios. Estas
sequías pusieron en peligro el abastecimiento de la ciudad y propiciaron el temor de
brote de epidemias, no se hace mención a que tipos de enfermedades, por la que en las
actas capitulares muestra como se apresuraron las autoridades en tomar medidas para
impedir el desabasto.

La percepción que se tenía en el pasado de la “sequía” no siempre se


correlaciona precipitaciones significativamente escasas en un largo periodo. Como
categoría histórica se identifica más con el concepto de sequía agrícola y la asociación
de sequía/malas cosechas, que afectaba, por las reducidas precipitaciones, su dispersión
en el tiempo y bajo nivel de humedad que se conserva en el suelo, a los principales
cultivos de la región. (13)

Las sequias a principios del siglo XIX y parte del XX


Para muchos historiadores el año 1810 es considerado como fecha límite del
periodo colonial y se inicio el periodo conocido como la vía independiente. Durante
esos primeros años se verificaron varias sequias, pero disponemos de poca información
sobre esos años de sequias y lo que tenemos es relativamente pobre en detalles, sobre
todo los del siglo XIX.

Según el Ing. Juan J. Burgos, la región en la que se ubica a Santiago del Estero,
se ha ido calentando desde, los siglos XVII y XVIII, constituye un periodo seco. En el
siglo XX, se ha caracterizado por ser acentuadamente seco, consecuencia de sequías
cada 8, 10 o 12 años.

A continuación presentaremos datos estadísticos sobre el efecto climático en


cuestión, para luego si en otro capítulo abordaremos o sistematizaremos los diversos
impactos y reacciones ante las sequías y otros acontecimientos naturales.

Cuadro II: Cronologías de sequías en Santiago del Estero, siglos fines del siglo
XVIII, XIX y XX.

Años Tipos (de sequias) Años Tipos (de sequias)


1790 Sequía 1833 Gran Sequia
1794 Sequía 1846 Gran Sequia
1799 Sequía 1859 Gran Sequia
1802 Sequía 1900 Muy Seco
1803 Sequía 1907 Gran Sequia
1817 Sequía 1918 Muy Seco
1818 Sequía 1925 Muy Seco
1820 Sequía 1937 Gran Sequia
1947 Muy Seco
1954 Muy Seco
1966 Muy Seco
1972 Muy Seco
1979 Muy Seco
1987 Muy Seco
Es evidente que las sequías no ocurrieron con igual fuerza en todas las
localidades, razón por la cual la literatura no menciona todas las áreas afectadas y solo
en parte, la duración, sin embargo creemos que afectaron en general a toda la zona
semiárida.

Las inundaciones

Siglo XVI

La primera referencia de inundación se produjo en el año 1586, donde produce


la rotura de la acequia que se utilizaba para regar las fincas.

En 1590, Ramírez de Velazco, propone mudar la ciudad porque las crecientes


logran socavar el lecho del rio, debido a lo cual no era posible sacar la acequia y que
para los vecinos “puedan hacer casas perpetuas” y en tierras que no haya salitre como lo
hay en esta ciudad que a cuatro años no hay casas en que se puede vivir (14). Con todo
y sin embargo de la insistencia de Ramírez de Velazco, la ciudad no fue trasladada y a
pesar de los inconvenientes Santiago del Estero siguió como cabeza de provincia sede
del gobernador y del obispo, fue lo más importante de las ciudades durante los siglo
XVI y XVII, la más rica y populosa.

Siglo XVII

En el año 1628, se registra durante el mes de febrero una “gran” inundación. El


relato del gobernador Felipe de Albornoz permite apreciar la intensidad de esta histórica
inundación, que destruyó gran parte de la ciudad y obligó a reconstruirla algo más al
oeste.

“Luego que llegue a esta ciudad, que fue por fines de agosto de 627, fueron las
inundaciones de su rio tan grande que a diez y siete del mes de febrero del año siguiente
se llevo una gran” parte de esta ciudad, rompiendo los reparos antiguos y uno moderno
que con acuerdo del cabildo y de mi orden se hizo (…) Entre las casas que se llevo
fueron las casas reales y el templo de Nuestra Señora de las Mercedes, que era el mejor
edificio y comento, con otras muchas casas de las mas principales de esta ciudad. Y
aunque la fuerza del agua fue tan grande y apresurada que no daba lugar a cosa alguna,
se procuro por mi parte acudir, de manera que fue Dios servido que no pareciese ni
padeciese lesión ninguna persona en tantas casas y maderamiento como caían y de todos
se escapo gran parte de las maderas y toda la hacienda y ajuares de casa, y estuvo a
punto de que sus prevendados destechasen en la iglesia catedral, a cuya instancia y
petición les fue por entonces permitido que se mudasen y recogiesen al hospital de esta
ciudad, donde recogieron el retablo que quitaron de su altar mayor.

Pidioseme luego a voz general de todos que tratase de mudar esta ciudad a un
sitio seguro del rio a donde pudiesen tener buena acequia, porque estas dos cosas lo
tenían pobres y consumidos (…) por la inconstancia del rio, mala calidad de su acequia
y terreno y porque habriendose de edificar treinta y cuatro casas de esta ciudad, que es
casi la mitad de ella y hacerse de nuevo (que tanto se han llevado las avenidas) siendo
de las mas principales y entre ellas el convento de las Mercedes, casas reales, iglesia
catedral, que es fuera mudarse… (15) El mencionado traslado a tres leguas nunca se
concretó.

Del 19 de marzo al 3 de abril de 1663, el rio dulce amenazó con la destrucción


de la ciudad, las repetidas inundaciones del rio dulce indujo al obispo Ulloa solicitar el
traslado de la catedral a la ciudad de Córdoba, lo que fue autorizada por real cédula el
15 de octubre de 1696, sin que pueda evitarlo los reclamos del cabildo de Santiago del
Estero, siendo también infructuosa las gestiones empeñosas de su gobernador don
Esteban de Veigier, en 1714, para obtener la vuelta de la sede episcopal.

Con la inundación del Rio Dulce 1670 se llevo definitivamente la tercera


catedral, lo que obligo a mudar la ciudad hacia el oeste donde se encuentra actualmente
“pero la vieja ciudad, la de los conquistadores, la del siglo XVI y principios del XVII, la
que vio tantas hazañas, la que tantas angustias, esa ciudad yace sepultada bajo las arenas
del rio inmenso sudario blanco bajo el que duerme del peso de sus glorias y de sus
culpas”. (16)

En 1684, el gobernador Fernando Mendoza Mate de Luna, cuenta al rey el


estado de la ciudad de Santiago con las siguientes palabras: “Lo arruinad que se hallaba
causa de un rio que la sino por un lado donde al tiempo las aguas sus grandes crecientes
le han llevado todas sus habitaciones por ser el suelo de tierra poco estable obligándoles
a que se habían alejado o querer formar ciudad algo distante…” (17)

Siglo XVIII

Las actas capitulares hacen referencia a la crecida del rio dulce en el año 1752, a
la creciente y rotura de la compuerta de la acequia en 1758, las excesivas lluvias de
marzo de 1764. (18)

Hasta 1767, se hicieron procesiones “desde la antigua ciudad”, situada donde


actualmente tiene su curso el rio dulce que distaba a media legua hasta la ermita de los
santos Fabián y Sebastián que se hallaba en la manzana comprendida hoy entre las
calles Tucumán, Salta, Jujuy y la Plata (en los planos del Ing. C. Cosú, años 1885-86,
figura aun esa ermita). (19)

“La influencia de estos eventos climáticos extremos también se manifestó en los


cambios de curso que sufrió el rio Salado” durante el siglo XVIII (…) y que afectaron el
normal desenvolvimiento de la vida de los pobladores de esta región.

(…) Los desbordes y cambios del curso del Salado se producían habitualmente
en la época estival coincidencia con las máximas precipitaciones, pero en este siglo se
produce una intensificación de los eventos extremos (alternancia de años secos y años
húmedos) (…) A esto se debe agregar que en los ciclos de caudal bajo se produce una
acumulación del material que arrastra el rio, “cegando el cauce” (obstruyendo el cauce).
Cuando el rio crece, en época de grandes precipitaciones, encuentra dificultades para
continuar su curso normal, abriendo entonces uno nuevo”. (20)

En 1784 el intendente de Salta informo a la sede del Virreinato de la ruina de


ciudad de Santiago del Estero, causada por una inundación, al desbordar el dulce, y por
esta razón los vecinos se habían trasladado a vivir a los pueblos de indios de la
jurisdicción capitular. Por orden del Virrey, a esos vecinos se les ordenaba volver poblar
la ciudad en un plazo de 6 meses, so pena de confiscarles los solares urbanos si no lo
hacían.

En 1789, el alcalde de primer voto de cabildo de Santiago del Estero informaba a


Buenos Aires que la inundación hacia imposible el cobro de tributos de los pueblos de
indios, por el estado de los caminos. (21)

Siglo XIX y XX

Los ríos de nuestra provincia siguieron desbordando, se produjeron excesivas


precipitaciones en diferentes años es necesario aclarar que el rio dulce, por ejemplo, su
lecho era el triple que el actual (600 mts) y el rio amenazaba constantemente a la
población que se asentaba cerca del rio.

Hasta 1940 el rio dulce pasaba por la ciudad creciente de hasta unos 3000
m3/seg. La construcción del embalse de Rio Hondo, redujo notablemente el caudal
hasta llegar a lo que es el rio en nuestros días. La poca influencia de aguas que corre, los
desvíos naturales o provocados, permitieron que la gente se instale en su lecho. Por ese
mismo lecho cuando el rio crece deja cientos de evacuados en toda la provincia.

Porque más allá de la ciudad capital, no existe una zona fija por donde pueda
pasar el rio, ni rebordes que puedan encauzarlo. Cuando hay crecientes, el curso del rio
se desborda y arrasa, sobre toda en la zona de bañados.

A principio del siglo XX, se tienen registro, de la creciente de 1910, que provoca
la caída de una parte del puente del ferrocarril central argentino. En 1916, se produce
una creciente que sin ser extraordinario llegan a avanzar el terraplén de cintura
construido en 1911. Otra creciente se produce en 1920-1921 (22). Pero en el año 1974,
Santiago del Estero sufrió la mayor inundación de los últimos cincuenta años, donde
fueron evacuados casi noventa mil personas y las pérdidas materiales fueron
millonarias.

Los terremotos

Si bien nuestra provincia se encuentra en un área de riesgo sísmica reducida, la


sufrida movimientos bruscos o sacudidas a lo largo de su historia.

El 13 de septiembre de 1692, sobrevivió un fuerte temblor que provoco la


desaparición de la ciudad de Talavera de Madrid o Esteco. Los vecinos de Santiago
sentirían el fuerte remezón de tierra con pánico inenarrable. Abandonarían sus
miserables casitas y se echarían a las calles, sin alcanzar la causa de esta inmensa
tragedia que les perseguía, sin comprender el porqué de tan grande desdicha, la
maldición que pesaba como un castigo eterno y malograba las mejores fuerzas del alma,
sumiéndolas en la desesperación y abandono (23).

El 4 de julio de 1817, la población se conmueve por un terremoto y agita el


recuerdo del Estero, desbastada a fines del siglo XVII. A falta de mejor remedio, se
procura una solución cívica religiosa, consistente en elegir una segunda patrono, por
supuesto que sin trabajar en lo más leve la asistencia y amparo de los demás santos
tutelares.

” El 10 de julio, fue nuestra atención convocar para el día de mañana al señor


cura y vicario foráneo de esta ciudad y vulnerables comunidades y vecindario, a fin de
elegir en la forma conveniente un segundo protector para esta ciudad y su jurisdicción,
de alguno de los santos canonizados por la iglesia romana, con motivo del terremoto
que sufrió el día cuatro del que rige hacia la una y media de la tarde, repitiéndose con
continuación hasta la cuatro, y hasta el día de ayer con intervalos de horas (…) así el
norte de esta ciudad hasta desplomarse las iglesias, destruirse los edificios de los
particulares, abrirse en grietas la tierra haciendo explosión las piedras y agua en más de
25 leguas, habiendo dejado todo el pueblo ruinoso en lo material, seguida del quebranto
que han padecido los templos y conventos, sin poderse registrar una casa particular que
no haya sufrido algo, y en lo formal quebrantados de dolor y abatimiento los ánimos
mas fuertes sin saber aun descansado, ya por la presencia de las ruinas que tan triste
como vivamente recuerdan aquellos días aciago en que la ira vengadora del señor se
manifestó con repetidos espantosos temblores precedidos siempre de un pavoroso
trueno que parece amenazaba una completa desolación; ya que en consideración de que
ninguno de los pueblos aun situados en medio de las sierras prestan monumentos de
ruina semejantes a los de esta ciudad, y que solo la tradición y la historia nos trasmite
con dolor la destrucción del Esteco, Callao y Chile; ya con la funesta memoria que la
cólera del cielo se expreso en este mismo año en dos horribles huracanes sucedidos
periódicamente en el día 22 de los meses de enero y febrero causando insanables
perjuicios en los edificios y emboladas de cultivo, y una general consternación y
amargura que solo he podido exceder la aflicción presente: por estas poderosas razones
acordamos de unánime el voto, y consentimiento elegir y nombrar un segundo tutelar
sobre esta ciudad (…) a San Gregorio Taumaturgo. (24)

El Niño-La Niña

Uno de los fenómenos que más han llamado la atención respecto del cambio
climático global del pasado y en la actualidad, es la oscilación meridional de El Niño
(ENSO).

Hasta donde sabemos no existe específicamente estudios naturales históricos,


donde analicen los mecanismos internos relacionados con este fenómeno en Santiago
del Estero desde los tiempos prehispánicos, como si existen en los Andes y las costas
peruanas, cercano oriente, México, Etc.

La arqueología trabajando en intima relación con los estudios paleo


climatológicos, permite abordar cambios a través de milenios en los cuales las
sociedades humanas se vieron afectados por las variaciones climáticas, marinas, solares,
etc. O en las que se intervinieron como agentes motores para modificar de manera
significativa su entorno.

Lo que si podemos hacer es inferir lo que paso en otros lugares con lo que pudo
pasar en Santiago del Estero, estableciendo analogías como con la producción
agropecuaria de la actualidad. Existen estudios de los estragos que provoco El Niño en
diversas épocas de la historia preincaica del Perú desde hace 1300 años A.C., se sabe
que las excesivas precipitaciones cambiaron los patrones de subsistencia y
asentamiento, como lo hace también cuando ocurre los periodos de sequia (La Niña).

Provocan cambios fuertes y colapso del sistema agrícola, la que indica a


tensiones en lo social. En el caso sudamericano, la frecuente incidencia de
perturbaciones climáticas asociadas al fenómeno de El Niño trajo reacomodos
demográficos, cambios en los patrones de asentamiento, transformaciones en las
prácticas alimenticias, reconstrucciones arquitectónicas, diferentes modos de control de
inundaciones, pero también cambios ideológicos. (25)

El azar de los ríos como agentes naturales protagónicos

Creemos necesario, incorporar este título con que José L. Grosso (2008:64-70)
nos aporta valiosa información, cartografía e interpretaciones, que nos ayuda a
enriquecer el presente trabajo que nos ocupa. Lo cual nos permitirán complementar y
contrastar con los aportes históricos y la información de las fuentes.

“Las condiciones de vida en la Mesopotamia santiagueña han sido fluctuante.


Los ríos, ciertamente no desplazan el protagonismo social, pero la socio-ecología de
esta región es un entramado natural-simbólico que ha tenido gran relevancia en los
procesos culturales locales. Desde los tiempos prehispánicos hasta la actualidad, los
asentamientos humanos de la zona han derivado en una gran movilidad por detrás de los
cauces cambiantes de ambos ríos, huyendo de sequias e inundaciones, dignados por las
consiguientes pestes y migrando cíclicamente, procurando alternativas laborales en otras
regiones (Little 1996; 1999), que interviene en la vida social mesopotámica.

Los cambios de cauce de los ríos Salado y Dulce han dejado sus marcas en toda
el área, atravesadas por hondonadas, lechos secos y arenosos, unos más recientes, otros
muy antiguos. Los caminos mesopotámicos están trazados sobre un palimpsesto de
antiguos cauces y caminos. En cualquier lugar, los lugareños establecen relaciones que
remiten a un pasado próximo, 25,50 años, y que suponen la ubicación de esa población
en un sitio diferente, y una red de caminos ya inexistentes y obstruidas. No hay rutas
fijas y estables con la que sea posible recorrer todas las historias pasadas; cada una de
esas historias supone la reconstrucción del mapa en lapsos de tiempo de 5,20 o 30 años.
Las localidades son tramadas en una nueva red tras cada inundación y según el curso
posterior que toman los ríos. La pendiente noroeste-sudeste de esta llanura de unos 200
km de ancho y unos 300 km de largo es muy suave. En ella han rodado siglo tras siglo
las aguas, sin obstáculos aleatoriamente.

En 1785, el Salado se unía al Dulce al sur de la Mesopotamia santiagueña, donde


estaba ubicado el Fortín de Concepción de Abipones, como consta en la “Carta de Gran
Chaco” del P. Joaquín Cameño (Alen Lascano 1996; Palomeque 1992). Ambos
desembocaban en la laguna de Porongos, que integraban más al sur la cuenca
mediterránea de Laguna Mar Chiquita. Cameño marca el lecho antiguo del Salado, ya
seco, que continuaba de Matará con rumbo sur, hacia el Rio Paraná, en la cuenca del rio
de la Plata (ver mapa nº VIII).

El mismo año 1785, el Salado retoma ese anterior (Palomeque 1992) (ver mapa
nº IX). En 1807, el párroco de Matará, Don Juan Antonio Paz testimonia que años atrás
el pueblo de indios de Mopa se habría agregado al de Matará cuando el Salado se desvió
y los indios tomaron el rumbo que les pareció, y más tarde volvió a desviarse de Matará
hacia el este, con lo cual se dispersaron muchos indios y el pueblo se mudo al norte,
para reubicarse a sus orillas. También los indios del pueblo de Guañagasta se hallaban
dispersos por Paso Grande, Gramilla y Bracho, un poco más al sur debido a este desvió
del Salado. (Ver mapa nº X)

En 1799, Manuel de Palacio. Diputado en Santiago del Estero del consulado de


comercio, informaba al Real Consulado de Buenos Aires que los vecinos de la ciudad
no habían podido continuar con la siembra de algodón y de trigo, como lo hacían desde
1785, por causa de que el Dulce se había desviado de su curso y ya no llegaba a la
acequia que corría al oeste del plano urbano. En 1825, el Dulce se desplazó hacia el
oeste, desde el sur de la ciudad de Santiago, dejando a un lado Manogasta, Tuama,
Sumamao, Loreto viejo, Villa Atamisqui, Soconcho y Salavina (varias de estas
localidades habían sido pueblos de indios hasta 1819). Todas estas poblaciones
quedaron sin agua para sus cultivos. El nuevo recorrido llego hasta las salavinas del
este, inutilizándose todo el curso inferior para la agricultura. (Palomeque 1992) (ver
mapa nº XI).

Recordar que ya no existen pueblos de indios; sin embargo se conservaban los


nombres de las localidades. En Salavina llaman actualmente, al Rio Dulce, “Rio
Novelero”, porque se ignora el curso que definirá tras las crecientes.

En 1897, el Dulce retomó parte de su cauce antiguo abriéndose hacia el este


desde Loreto Viejo. Se construyo entonces un canal desde Tuama hasta Loreto, que
trajo muchos trastornos en las crecientes de los años posteriores (ver mapa nº XII) este
mapa esta tomado del que dibuja Alejandro Gancedo en 1885; el señalaba todos los
lechos viejos mesopotámicos, que copió igualmente en los mapas siguientes por su
valor cartográfico y social.

Cuando en 1901 ocurre uno de los frecuentes desbordes, cuyas consecuencias se


agudizan con el canal de Tuama, el Dulce vuelve a su curso anterior hacia el sur, y hacia
el este queda el menguado brazo del saladillo (ver mapa nºXIII). En cada creciente, el
Salado desbordara creando brazos que lo unían al Dulce, siguiendo el apenas
pronunciado declive del terreno. Al secarse estos, toda el área mesopotámica se volvía
muy fértil. Un azar alternado de sequias y grandes inundaciones impedían y favorecían
siembras y/o cosechas. El entorno del Dulce era bosque tupido, con descampados o
áreas desmontables dedicadas a la agricultura; el entorno inmediato del Salado era
abundante en pastos para la ganadería (Palomeque 1992).

Según testimonios de lugareños de Matará, el Salado produjo una gran


inundación en 1921 y otra en 1974, desbordando hacia el oeste.

Hasta esta ultima inundación, el Salado desaguaba un brazo hacia el sudoeste,


retomando aquel antiguo cauce del siglo XVIII y atravesaba la Mesopotamia
santiagueña: era el rio Turugún, llamado en su primer tramo también Rio Mailin (ver
mapa nº XIV).

Estos son algunos de los cambios de curso, tal vez los más significativos en
términos macro-regionales, pero en verdad cada localidad tiene una historia de rio
propia, que la rodea fantasmalmente con sus brazos muertos. Nadie habla de tiempos
pasados sin marcar en primer lugar el mapa de los ríos. La “mesopotamia santiagueña”
parece más bien una piel surcada de arrugas, una página traumada por ríos ausentes,
trazo sobre trazo.

De 1950 en adelante, ambos ríos han comenzado a ser contenidos y derivado por
diques y canales. Sus caudales de agua, sobre todo el del Salado, se ha visto
disminuidos y estabilizados. Se hace difícil imaginar hoy la antigua potencia de las
crecientes; no obstante, el Dulce, en época de muchas lluvias, amenaza desbordarse, y
en los últimos años se encuentra en una nueva evolución, volcándose su mayor caudal
en un brazo que nace en Tacopozo, con orientación sudoeste: el Saladillo del
Rosario…” (Ver mapa nº XV)
V. CRISIS DE SUBSISTENCIA Y EPIDEMIAS

La sucesión de fenómenos naturales en una población vulnerable, afectaron a las


comunidades coloniales. La sequía y las inundaciones no solo producía desbasto, sino
que aumentaba el riesgo de la aparición de plagas y epidemias.

La primera referencia de una epidemia, según acta capitular local es del 8 de


julio de 1579, que infesta a la comarca y de la que el señor Vicario General”… dijo a
sus mercedes que la ven la pestilencia que Dios nuestro señor es servido de enviar de
presente a esta tierra por nuestros pecados…” (26), sin que en la emergencia se haga
mención a la enfermedad.

Uno de los problemas más debatidos se refiere a las causas de la desaparición de


algunas etnias indígenas comúnmente se atribuyo al “maltrato” de los encomendados
(rechazados por algunos historiadores por inconsistente), a los cambios en la
alimentación que pudo influir en la mortalidad de los aborígenes, pero es evidente que
la importación de enfermedades hasta entonces desconocidos en el continente, como la
viruela, en tifus, y la escarlatina fue el factor fundamental de la muerte y por
consiguiente de la disminución demográfica de los aborígenes.

Dice Manuel M. Cervera: “Todos cuantos dan noticia del Plata, señalan estas
pestes continuas que disminuían a los indios, desde el P. Techo, quien da mayores
noticias, al P. Xarque, quien escribía en los comienzos del siglo XVIII y describe la
costumbre de los indios del chaco, poco envidiables, y los que Vivian de la guerra y el
pillaje; Fray Lizárraga, el P. Lozano y otros prosiguen diciendo: Señalemos el Lozano,
peste terrible de viruela en Santiago del Estero en 1577; y en 1587 de insolación
murieron cantidad de indios y muchos españoles, tras varios años seguidos de invasión
de langostas que provocaron hambre, muertes y huidas…” (Cervera, M. “Historia de
Chile población y curatos. Cap. 20).

En 1609 una peste no calificada estalla entre los indios de Córdoba y llega a
Santiago del Estero, tal como sucede reiteradamente en siglos inmediatos siguiente con
otras epidemias, algunas verdaderamente diezmantes como las de viruela para las
poblaciones indígenas, de cierta consideración seria esta para que, impotentes con todos
ante el flagelo, tuviera”… que huir de esta ciudad el P. provincial de los jesuitas a la
ciudad de San Miguel de Tucumán…”, según refiérase el P. Lozano. (27).

“El año pasado (1718) la peste viruela ha causado aquí (córdoba) atroces
estragos hasta 300 millas a la redonda y se ha llevado muchos miles de personas
(17.000 indios). Dicha calamidad la han traído a estas tierras los barcos ingleses desde
África con seiscientos negros (…) solo nuestro colegio ha perdido trescientos
veinticinco de esos esclavos negros tanto en la ciudad como en el campo, en nuestras
haciendas, de modo que los campos y tierras de labor estén yermos porque nadie los
cultiva…” (28).

El 9 de enero de 1775, el proveedor y mayordomo del Real Hospital, don


Manuel del Castaño presento al cabildo un escrito que advierte entre otras cosas los
peligros de los pozos de agua para ofenden a Dios y provocan el bocio.
“… Lo tercero, se ha de dignar V.S. mandar cegar los pozos que se hallan en la
orilla del rio, de donde pocos años a esta parte han inventado levantar aguas de dichos
pozos las criadas y criados de las casas principales de ésta república, de donde se
originan muchos inconvenientes de ofensas a Dios, y el haberse infestado las mas de las
casas del mal que llaman bocio, y por causa de beber dicha agua parada sin curso, que
no es mas que una flema congelada, que resulta de la resaca que el rio madre en sus
crecientes echa por sus orillas, y la prueba de esto es muy cierta por lo que estamos
viendo en la gente plebe de esta ciudad que no padecen este mal, porque no beben de
otra que la de pozos de balde que es trabajada, y de la que corre en el cajón del rio, y lo
mismo sucede con la gente que habita sobre los márgenes del referido rio, así de la parte
de arriba de esta ciudad como al de abajo, y en estos no se experimenta tal contagio, lo
que no sucediera este pernicioso mal si se levantaran el agua de las corrientes y el curso
del rio…” (29)

La amenaza de cólera en los años 1867 y en 1874 la epidemia que flagela a la


provincia, determina la creación de organismos dedicados a la higiene, los facultativos y
la asignación mensual a los médicos de la sanidad. (30). Estas enfermedades provocan
éxodo en la población, en el año 1886, se produce un nuevo rebrote de esta enfermedad,
que se propaga desde Córdoba, obliga a la legislatura dictar una ley de emergencia y a
la vigilancia sanitaria.

“el 10 de enero de 1887 en la ciudad las primeras víctimas de la epidemia, y el


P.E. dispone turnos de guardia de dos en dos durante 24 hs. En una habitación del
colegio nacional preparada al efecto, para que los médicos puedan asistir a los
enfermos. Centenares de víctimas enlutan la ciudad cuando el flagelo se extingue a
mediados de febrero de 1887″. (31)

Indudablemente, los ciclos anuales, unidos a las coyunturas anómalas y las


plagas que se registran durante las últimas décadas de la colonia, repercutieron sobre la
producción agro ganadera de Santiago del Estero y la región de noroeste y seguramente
sobre los precios de mortalidad por el hambre y las epidemias de la población. Sobre
todo las más necesitadas. Las principales crisis en este periodo, fueron producidas por
las grandes sequías, el polvillo (32) , las plagas de langostas, seguidamente por
epidemias de viruela, sarampión, etc. Afectando en particular a los sectores de menores
recursos para hacer frente a las endemias.

“… Lo cuarto, hago presente a V.S. me hallo informando que se halla esta


jurisdicción con escaso trigo pero el consumo del año (1775) de esta ciudad por causa
de haber entrado en las sementeras la plaza que llamen el polvillo, y el que se ha cogido
es mal grano…” (33)

Estos condicionamientos del hombre en el ambiente no sufrirá mayores


alteraciones hasta bien entrado el siglo XX, con las condiciones sanitarias, en el interior
las condiciones no eran las mejores, recién el 9 de enero de 1889 es nombrado medico
titular de los departamentos Loreto, Soconcho, Salavina y Sumampa, el Dr. Antonio
Canillas, siendo esta la primera designación oficial de un medico para el interior de la
provincia.

Entonces creemos que por muchos años la posibilidad de los santiagueños y de


la población de la región de obtener un rendimiento adecuado dependía básicamente del
ajuste al calendario agrícola, y de encomendarse a Dios, rogando a santos patronos por
el buen tiempo y que los librara de plagas y epidemias.

Siglo XX

Santiago del Estero, inicia el siglo XX en un deplorable estado sanitario. Tan


sombrío es precisamente este, que una crónica de 1898 revela esta breve y elocuente
estadística: ese año nacen en la ciudad 341 personas y mueren 491. El núcleo urbano
que en mayo de 1902 tenía 1620 casas y albergaba en ese entonces 11.409 Hab.
Censados, eran victimas permanente de enfermedades hídricas como la tifoidea, cólera,
disentía bacilares y amebiana, condicionadas por inadecuadas sistemas de provisión de
agua potable.

Además de sufrir periódicamente terribles epidemias de otra índole, y como


agravante de los múltiples problemas sanitarios que afectaban a la ciudad, inadecuadas
obras de defensa ejecutadas frente al mismo núcleo urbano para impedir desbordes del
rio próximo, conformaban esteros malarigenos, lo que determino que una epidemia
palúdica cayera con inusitada gravedad sobre la ciudad: de tal manera que en 1902 dos
años después de aparecido el primer brote malarico, de 72,3 el 88,1% de la población
capitalina sufría de paludismo; ocasionando solamente esta enfermedad 126
defunciones en dicho año.

Preocupado por la situación, es entonces cuando el Dr. Antenor Álvarez presenta


al congreso nacional de paludismo reunido en Buenos Aires su “plan general de defensa
sanitaria” lo que fue aprobado en sesión plenaria del día 6 de junio de 1902 puesto de
inmediato en práctica, la ejecución sistemática de este plan determino el descenso
vertical de la mortalidad general…” (34)

Análisis demográfico

Para la región del Tucumán, mas allá de las polémicas sobre las poblaciones
estimadas, no hay una idea exacta del costo demográfico de la conquista. Las fugas,
migraciones y el mismo ocultamiento de indios las vuelven inseguros, de todos modos
las cifras que denuncia el siguiente cuadro, es que la despoblación indígena constituía
un fenómeno real.

Cuadro III. Cantidad de Habitantes

Ciudades-
Años

1582 1596 1607


Santiago del Estero 12.000 8.000 6.729
Tucumán 3.000 2.000 1.100
Talavera 6 o 7.000 5.000 1.636
Córdoba 12.000 12.000 6.103
Salta 5.000 1.800
La Rioja 20.000 6.000
Jujuy 3.000 690
Nueva Madrid 1.500 188
Fuente: Assadourian.; Beato, G.; Chiaramonte. J.

En las cuatro primeras ciudades fundadas hasta 1582 se nota una disminución
del 20% entre 1582 y 1596; en los once años siguientes el porcentaje aumenta al 43%.
En las cuatro ciudades fundadas posteriormente, la caída entre 1596 y 1607 es de un 70.
35

Rolando Mellafe, explica la catástrofe demográfica indígena por la acción


concurrente de cinco elementos que entendemos son aplicables a nuestra área:

1– En el primer contacto con las huestes conquistadora, si la acción bélica tiene


alguna importancia, inciden con mayor fuerza el despojo de alimentos y la destrucción
de sembradíos, la captura de esclavos, el rapto de las mujeres o el desarraigo de una
parte de la población masculina para ser empleados como cargadores, sirvientes y tropas
auxiliares.

En 1551, cuando Villagra baja del Perú y pasa por Tucumán y Cuyo, lleva
consigo a Chile 500 o 600 indios encollerados y cargados y se le hace responsable de la
muerte de buena parte de ellos. Su enemigo Núñez del Prado no le va en zaga, según un
testigo de la época “a la salida de Tucumán el dicho Juan Núñez del Prado mando ir a
ranchear los pueblos de los indios que servían para tener gente para llevar las cargas, e
se trujo mucho gente en prisiones e los repartieron para llevar dichos cargas y este
testigo les vio llevar e cadenas hasta el dicho asiento del Calchaquí, y en el dicho
asiento de Tucumán, antes que se levantasen, vinieron algunos caciques con ovejas a
rescatar alguna gente suya, y algunos los rescataban y otros no se las querían dar…”
(36). Hacia el final de la conquista, Ramírez de Velazco lleva 600 “amigos de la tierra”
cuando entra a pacificar la zona cordillerana (1588) y una cantidad similar conduce
Argañaraz cuando fundó Jujuy.

Dice Canals Frau: “con la llegada de los españoles y la fundación de ciudades en


la región santiagueña comienza el ocaso de la población Tonocoté. Como eran indios de
mucha razón, agricultores y sedentarios, pudieron ser prontamente encomendados en las
ciudades vecinas. No hubo dificultad en este sentido, ni tampoco necesidad de crear
misiones para ellos…” (37)

Presencia prolongada de la hueste o preparación de jornadas expedicionarias en


un lugar. En los poblados convertidos en centros para nuevas expansiones, los
aborígenes deben proporcionar una buena parte de los útiles para la empresa de
conquista, además de indios que se utilizan como cargadores, sirvientes y tropas
auxiliares.
En ese sentido Santiago del Estero fue un centro de irradiación, como otras
ciudades pero de menor papel. Este factor tiene una vigencia de 40 años y que el
número de las expediciones fue elevado, aunque muchas de ellas no alcanzaron los
objetivos propuestos.

Fundación de ciudades y repartición de tierras. Las extensiones ocupadas por las


ciudades, las tierras ejidales y chacras mermaron las posibilidades de la agricultura
indígena contribuyendo a romper el equilibrio entre la población y producción.
En una instancia primera, existe un despojo “legal” dada la facultad otorgada por
la corona española a las autoridades americanas para disponer libremente de los nuevos
territorios. Las mercedes de tierra suelen tomar como puntos de referencia para ubicar la
concesión los nombres de caciques y grupos indígenas que la pueblan, lo que muestra la
superposición de estas donaciones con los tradicionales asientos indígenas. Efectuando
los repartos y delineado el plan inicial que la propiedad territorial, se asiste a un hecho
que niega a los indios el usufructo de las parcelas que las habían sido adjudicadas: la
ocupación por el encomendero de las tierras comunales indias el fenómeno fue captado
y denunciado por Ramírez de Velazco, al acusar a los encomenderos de tomar la mejor
tierra de los indios para sus propios cultivos; en el sínodo de 1597 hay una alusión
condenatoria de la anomalía, enfocado desde la perspectiva de la evasión del pago de
los diezmos. La usurpación había sido admitida en términos muy claros por Abreu:
“mando que los dichos vecinos siembren todo lo que pudieren en los pueblos de sus
encomiendas y que dichos Indios de comunidad ayuden a sembrallo y veneficiallo y
coxello e que para ellos puedan apremiar los encomenderos e sayapayas hasta
enserrallos…”

En algunos casos el encomendero traslada los indios a su dominio territorial,


hecho que nos enfrenta con un procedimiento inverso cualitativo de la producción, esta
no se canalizo en beneficio de la población indígena con miras a elevar y diversificar los
niveles de consumo. Nos hallamos frente a otro proceso de apropiación compulsiva,
esta vez de la producción. Una cuota de despojo será destinada por los españoles para su
consumo y la importación de ciertos bienes. El resto tiende a suplir la carencia inicial de
aquella sociedad agrícola, que comienza un desarrollo sin una previa acumulación del
capital.

El crecimiento del sector agrícola mediante mejoras y equipos de trabajo (por


reducida que sea), la separación de hatos para la reproducción ganadera la transacción a
una organización económica pre capitalista exige una acumulación de capitales que son
extraídos del sector agrícola. Esta acumulación solo fue posible comprimiendo los
niveles de consumo del grupo social dominado para cambiar luego los excedentes en el
interior.

Este análisis interesa retener, en función de la caída demográfica, una relación


de múltiples consecuencias: merma del consumo y extenuante ritmo de trabajo.

Monocultivo de plantación. El siglo XVI podría definirse en el Tucumán como


el ciclo del algodón, la referencia existente sobre otras zonas americanas descubre la
penosa explotación y mortalidad que acompaña este cultivo, los trastornos que debe
haber causado a la población indígena con el agravante que el ciclo de producción-
industrialización se completa dentro del ámbito rural. Como afirma Coni, la rueca de
hilar fue en el Tucumán el símbolo de la esclavitud (38). La extensión de la jornada de
trabajo en la manufacturas textiles (u obrajes) está reglamentada en las ordenanzas de
Abreu, que obliga a las indias a juntarse “cada día en saliendo el sol en la plaza del
dicho pueblo al pie de la cruz y alli rezen las quatro oraciones y doctrina crispitina y
acavado de rrezar entren a texer e hilar en lugar que les fuera dedicado y al medio dia
las suelten a comer y que en comiendo y en descansar esten una ora y luego buelban a
trabajar hasta media ora antes que se ponga el sol que las suelten para que se bayan a
sus casas…”
Esta jornada se cumplía durante 4 días semanales a excepción de diciembre y
enero, meses en que quedaban libres de la sujeción (por lo demás hay buenas razones
para creer que la disposición que aseguraba tiempo para “holgar y trabajar para sí” no
era obedecida en la realidad). El cultivo del algodón también exigía trabajo infantil y los
muchachos de 10 a 15 años debian dedicarse “en hazer calcetas coxer grana pez y
algodón y otras cosas de poco trabajo y pesso”.

El régimen de prestaciones personales de los indios podía ser suaves mientras se


circunscribiera a la mera satisfacción del consumo interno, pero cuando un cultivo como
el algodón logra la apertura de un mercado exterior amplio el mantenimiento del
intercambio exige una especialización geográfica y una urgencia en el aumento de la
productividad que se traduce en una explotación intensiva de la fuerza de trabajo.

Con los ingresos provenientes del intercambio se concentra en el grupo


dominante, todo el aparato social y político tiende a facilitarle, compulsivamente y sin
pago de salario la mano de obra requerida: esta es una de las características de las
ordenanzas de Abreu.

Los trasplantes paulatinos o masivos de la población, para atender a nuevos


intereses de producción o empresas de conquistas, recaen fundamentalmente sobre la
población joven. La perdida de una parte de una fuerza de trabajo y del potencial
demográfico de las comunidades indias tiene como consecuencia la destrucción de la
unidad familiar, la fuga, el desarraigo, la baja de producción agrícola domestica.
Las corrientes migratorias temporales o estacionales, son encauzadas
simultáneamente en un plano interno y otro extremo. El esquema del movimiento
externo presenta estas líneas: hay una afluencia de mano de obra a las ciudades,
permitida por las ordenanzas siempre que no sobrepasara el 10% de la población
masculina en edad de tributar; el porcentaje crecía por el traslado de mujeres y niños
que era ocupados en servicios domésticos. En la campaña se corrige la distribución de la
población mediante la reubicación de numerosos poblados, según los intereses
económico del encomendero. En reiteradas oportunidades la merced de encomienda no
significo un dominio efectivo e inmediato sobre los indios, sea por que estos huían o por
que la lejanía de sus asentamientos hacia difícil controlarlos. En esos casos las
autoridades aprobaban o promovían el envio de pequeños partidos militares para
aprenderlos; así Ramírez de Velazco entendía que si salían los encomenderos a “correr
la tierra” tres o cuatro veces al año aumentaría el numero de indios sometidos.
Obviamente, el esfuerzo procuraba una sumisión permanente y las correrías finalizaban
con el afincamiento de los indios en lugares que facilitaban el control.

En el plano, en el primer estadio de la conquista las huestes introdujeron en


nuestro territorio, por breve periodo, indios yanacones del Perú que se utilizaban en
transporte cargas. Los mismos conquistadores iniciaron el tráfico de indios hacia el
exterior de nuestro territorio, puesto que al regresar llevaban como botín los
maloqueados que aprovechaban para sus necesidades personales o bien vendían o
alquilaban en las haciendas y minas.

Este tráfico individual y esporádico adquirió al poco tiempo la dimensión de una


migración permanente y de gran alcance. Tendía a abastecer el mercado con mano de
obra de las zonas mineras que requieren una alta densidad demográfica, o las
necesidades de regiones productoras que habían sufrido ya la disminución masiva de la
población autóctona. La migración de indios del Tucumán y cuyo fue canalizada en
consecuencia, había el Alto Perú y Chile.
En las saca de indios de Tucumán la migración principal estuvo encaminada al
Alto Perú y fue estimada por Ramírez de Velazco en ocho o diez mil indios; de esa cifra
habían regresado unos dos mil quedando el resto en Charcas y Potosí. Para expreso del
rey que le legalizara el rescate; a sus reclamos se unieron las protestas de los
encomenderos afectados; el cabildo de Santiago del Estero pidió en 1589 la adopción de
recaudos que posibilitaran el regreso de los indios, a la vez que acusaba a los
comerciantes y pasajeros como autores de la saca. Nada se logró y era de esperar que
los productores peruanos, afectados por una crisis de mano de obra, trabaran, e
impedirían cualquier medida en tal sentido.

Los factores señalados hasta aquí originan consecuencias de variada dimensión y


efectos encadenados. El hecho mismo de la conquista, con la introducción de nuevas
motivaciones socioeconómicas, repercute en un profundo cambio de las pautas
culturales y psicológicas de los indios que se expresan en el cuadro demográfico:
suicidios, alcoholismo, perturbaciones en la vida sexual. Las migraciones y del
desarraigo determinaron la destrucción de la unidad familiar, la disminución de uniones
por déficit de hombres, reduciendo la familia a un promedio biológico mínimo. En
encadenamiento de estos sucesos provoca la quiebra del mecanismo equilibrado que
controla la población de las sociedades agrícolas y recolectoras: de tasas de mortalidad
alta pero normalmente inferiores a las de nacimiento, se pasa picos de alta y baja para la
natalidad y mortalidad respectivamente. A eso se agrega lo que para Mellafe es “quizás
el fenómeno mas elocuente y que encierra de una manera más verdadera el proceso…
aumento de horas en intensidad de trabajo, por lo tanto de energía consumida
diariamente; disminución de la dieta, vale decir, del ingreso de energía diaria y en tercer
lugar, la introducción de epidemias y enfermedades recién importadas, para las cuales
las poblaciones autóctonas no tenían ninguna defensa (…) este mecanismo (…) al que
llamamos complejo trabajo-dieta-epidemias (…) se presenta con una efectividad
increíble, de tal modo que la catástrofe demográfica producida en nuestro territorio y en
América por el asentamiento europeo no tiene procedente en ningún otro continente
sujeto a administración colonial” (39).

El empadronador de los pueblos de indios de 1786 constaba la gran decadencia y


desparramo de indios por el total abandono que habían hecho de sus pueblos y familias,
cediendo a la facilidad de conchabarse en tropas de carreterías y de mulas que iban a
provincias extrañas. Por ello ordenaba que ningún vecino no-forastero contratase un
indio tributario, ni de los pueblos de la corona ni de los encomendados. Pero entre las
razones del ausentismo de los indios, estaban las “secas” sucesivas de los últimos años.

La inundación de 1789, como se dijo impedía el cobro de tributos, y que además,


la sequía de ocho meses que la había precedido impidió que se cosechara grana,
algarroba, maíz, ni trigo. Sumando a esto, se había desencadenado una peste y una
epidemia “de grano” o “carbunco” que acabo con los animales de los troperos de
carretas y de los hacendados, y con los habitantes de la campaña, que enumeraban:
“indios, negros mulatos, y mestizos, y algunas españoles”, callando a los zambos por
cholos. Tampoco se había podido recoger cera ni miel y habían quedado sin vestido ni
comida. (40). Por este motivo la mayor parte de los indios se había ausentado a otras
partes, incluso a otras jurisdicciones. Los que habían quedado, vivían de la caza y de la
pesca. (41)
Según certifica en ese mismo documento el cura y vicario interino del curato de
Salavina, los indios tributarios del pueblo de indio se habían ido, algunos a Santa Fe y
otros a Buenos Aires, y habían muerto 70 ese año. Lo mismo había sucedido en los
pueblos de indios del curato de Tuama: Manogasta, Tuama (sic), Sumamao y Tilingo, y
en los del curato de Soconcho: Umamac, Soconcho, Sabagasta y el Passao, según
informa el cura y vicario. Por la misma causa, en la costa del Salado también había
muerto o se habían muerto o se habían ido los indios Tributarios de los tres pueblos de
indios del Curato de Matara: Mopa, Inquiliguala y Matara, los más grandes de todos.
(42)

El sargento mayor de la frontera de Salavina y de las compañías de milicias


certifica que ese mismo el año el alcalde de primer voto ha visitado los pueblos de
indios de Tilingo, Soconcho, Umama, Sabagasta y el Passao, para cobrar tributo y, en
los cinco pueblos (en total), solo encontró 30 indios, siendo que muchos estaban en
Buenos Aires y otras partes. (43)

El tributo como única carga del indio comenzó a aplicarse en otras zonas
americanas a partir de la segunda mitad del siglo XVI, en el Tucumán y el Litoral fue
demorado hasta 1612.

Pero en general, la pobreza a la que se vieron sujetos los pueblos de indios,


ahora presionados por la exigencia de la tributación, agravada su propensión a las
epidemias y provoco continuas huidas y migraciones de la población, como bien
advertían las autoridades. Así lo denunciaba el cobrador de tributos aborígenes en 1791:
“Se produjo una peste general (…) muchos encontré en cama, otros muertos o se
ausentaron a otras ciudades y se han hecho fuga por liberarse del tributo”. (44)

Y otros agregaban: “… he visto a todos estos infelices en el estado más


miserable para poder pegar tributo, unos actualmente enfermos con la peste que ha sido
general otros sin poder usar de aquellos cortos bienes que poseen por la esterilidad de
los campos” 45

La caída demográfica que se advierte en la mayoría de los pueblos de indios


pudo haber sido en parte efecto de la epidemia, pero estuvo acompañada por otros
factores que respondían a estrategias de sobrevivencia comunitaria.
Los desastres naturales expuestos en sus diferentes magnitudes, en su recorrido
histórico, provocaron (y provocan) modificaciones importantes en el desarrollo de
nuestras comunidades.

Se suelen acentuar las ideas políticas o sociales como explicaciones de los


cambios históricos, y ponen a la naturaleza casi siempre en nuevo escenario inerte y sin
explicaciones en nuestro devenir histórico. Siendo que algunos de estos eventos son más
definitivos que los mencionados, para empezar, nos privan de la vida, de los bienes y de
los recursos naturales, cambian leyes, modifican la economía, relocalizar las ciudades o
desaparecen pueblos.
Interpretar a nuestros ríos, describir como la dupla inundaciones-sequía ha
modificado nuestros entornos y como este entorno fija condiciones de vida para miles
de santiagueños en caso, ayuda a conocer el pasado.

También a valorizar esas huellas que impactaron en ese pasado para entender
más el presente, pero no solo de los aspectos materiales, constructivos de una ciudad,
sino a través de las invocaciones, cultos y sobre todo los comportamientos.

Con respecto a esto último los impactos y reacciones ante la esquías, nos llamó
más la atención, los efectos que provocaban en las comunidades, estando en situaciones
muy vulnerables, como en la búsqueda de determinado tipo de acciones emprendedoras
para aminorar sus efectos: las sequias impactaban de diferentes maneras según la
posición de los agentes mismos dentro de la estructura social. Las diversas
consecuencias se podrían manifestar en la paralización de la producción agrícola, tanto
de aquellas destinadas a la exportación, como a las que atendía las necesidades internas,
o en la disminución de la ganadería a causa de perderse los pastizales requeridos para
los rebaños.

No tenemos información de cómo se elevaban los precios y la falta de que


géneros alimenticios fueron los primeros en escasear.

En raras ocasiones las autoridades coloniales adoptaron actitudes serias para


paliar la escasez. También creemos que la situación de solucionar siempre fue más
difícil, dada la dispersión de los Pueblos de indios y la lejanía de la autoridad.

Cuando una sequía irrumpía, la situación vulnerable de los indios y demás se


acentuaba, provocando hambre, miseria y consecuentemente, el éxodo.

Las autoridades y los encomenderos podían atribuirse su propia “miseria” no a


los efectos de la sequía, sino a la fuga de los indios. La “fuga” era una respuesta a la
situación de opresión y de hambre: escapaban a la muerte pues, debido al trato que
recibían, constituían el destino fatal de cualquier indio o esclavo en momentos de
sequía. ¿De qué otra manera se puede explicar que a causa de la sequía, los indios,
esclavos murieron de hambre, mientras los españoles seguían vivos?

Otro efecto de peso provocado cuando las sequías se prolongaban era la


migración misma que presenta características peculiares que permite diferenciarla de
una “migración natural”, resultante de la existencia de áreas económicamente atractivas.
La población afectaba recurría, sobretodo a la búsqueda de alimentos silvestres como
frutos, miel e intensificaba la caza y pesca, hasta que estas alternativas se agotaban.

No descartamos que para sobrevivir al hambre, los indios y demás se veían


precisados a recurrir al robo y al crimen, prácticas que se repetían en cualquier
calamidad. Es posible que las autoridades preocupadas, consideraban que la migración
favorecía la formación de bandas asaltantes, lo cual la expresa en el Auto de Buen
Gobierno que dio el general Joseph López de Velazco por entonces gobernador y
justicia mayor de la ciudad, en el año 1740 muestra castigos para quienes hurtasen o
usurpasen, y también las diferencias ante la ley de españoles y mestizos con respecto a
indios y mulatos.
Rara fue la sequía en la que el hambre no estuvo presente, esta situación operada
por la desesperación del hambre, hacia y hace el hombre común, humilde, un vencido
cuya única certeza es la muerte; un “marginal”, en términos de sentido común. En este
escenario no existe ley ni recurso humano o divino, predomina el caos.

Dentro de la diversidad de reacciones encontradas algunos parecen instintivas y


naturales, como la búsqueda de frutos, miel y raíces silvestres, o encontrar refugios en la
caza y la pesca. Otros eran aparentemente extraños que para comer había que robar,
invadir, saquear, asesinar. No obstante, todas ellas tenían como finalidad atenuar el
hambre.

Por último coincidimos con Grosso, José L. (2008:71), cuando afirma que la
historia de las migraciones santiagueñas, como se ve, no comienza en el siglo XX,
fundamentalmente a esta agencia natural de los ríos. Un poder expulsor ambiental,
agudizado en cada época por un factor sociopolítico.

En 1995, el investigador biometereológico del Conicet, Ing. Juan J. Burgos,


pronosticaba que en la región en la que se ubica Santiago del Estero sufrirá un
recalentamiento en su clima de 4 a 5 grados centígrados, habrá un aumento de las
precipitaciones en todo la parte del litoral que en cincuenta años puede llegar a ser del
30 o el 40%, pero que pasando Santa Fe hacia el oeste bajará hasta llegar a su punto
cero más allá de Santiago del Estero y que es la parte más seca, vale decir que el
piedemonte será muy árido probablemente y el centro va ser bastante árido.

Y como consecuencia de las altas temperaturas será el rebrote de la malaria, el


paludismo, chagas, dengue, fiebre amarilla, leishmaniasis que ya está en Santiago del
Estero y que va ser mucho más fuerte en treinta o cuarenta años y que con la
temperatura va aumentar. En esa oportunidad también nos acercaba pronósticos y
posibilidades en la agricultura y ganadería en el siglo XXI.

¿Qué haremos esta vez los santiagueños?, ¿se buscarán las soluciones definitivas
a los problemas descriptivos, nos iremos a otros lugares, o buscaremos más santos?

Citas Bibliográficas

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En Oddo, V. op.cit.
El polvillo es una especie de hongo, es un polvo colorado que seca las espigas y
no la deja grana. Curiosamente, tanto las plagas de langostas como el polvillo son
atribuidas a los excesos de humedad. Ello confirma, que luego del retraso de las lluvias
estivales, la llegada de las aguas no siempre aliviaba la situación: traía consigo el riesgo
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otros. Op. Cit. Pág. 68
Mellafe, R. Op. Cit. Pag 50. En Asadourian y otros. Op. Cit. Pag. 72
Archivo General de la Nación. Bs. As. Sala IX, Año 1789. Justicia, legajo 25,
Expte. 731. folios 10 a y b. En Grosso, José L. op. Cit. Pág 71
Ídem Anterior. Folios 3 a yb
Ídem Anterior. Folios 19 b – 24 b
Ídem Anterior. Folio 29
En López de Albornoz, C. Op. Cit. Pág. 135

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