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Que el Señor nos perdone nuestro pecado, nuestras malas acciones, no nos libra de
pagar las consecuencias del mismo. Tal como la humanidad ha tenido que pagar el daño
colateral causado por las acciones de Adán y Eva, o el daño colateral que causaron el
pecado de Acán o David a su familia y a su pueblo por su desobediencia.
La mala mayordomía de nuestras acciones, trae consecuencias lamentables a nuestra
vida. Y más, cuando cometemos pecado a sabiendas de que es pecado, recordemos lo
que dice la escritura: “y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado”.
Santiago 4:17.
En consecuencia, antes de actuar pensemos primero si estamos siendo malos
mayordomos de Dios dejándote arrastrar por nuestros caprichos haciéndonos también
las siguientes preguntas: ¿Cuánto me costara mi pecado?, ¿Cuánto le costara mi pecado
a otros?, ¿Cuánto “Daño colateral” le costara la mala mayordomía de mis acciones a
otros? ¿Cuánto le costara mi pecado a mi familia? y por último ¿Cuánto le costara mi
pecado a la Iglesia?
Esforcémonos cada día en ser fieles administradores de Dios con la ayuda del
Espíritu Santo, pidiéndole que nos guie a tomar la acción correcta para proseguir al
blanco a la meta del supremo llamamiento que es en Cristo Jesús. Tomando siempre en
cuenta los consejos del Apóstol Pablo leídos en los textos al inicio de la reflexión.
Rvdo. Néstor Pérez, PhD. / Pastor Iglesia Bautista Nuevo Nacimiento
Consecuencias del pecado
Antonio González T. September 22, 2012 Bosquejos Biblicos Deje un comentario 5,847 Vistas
INTRODUCCIÓN
La mayoría de las personas pasan por alto que las consecuencias del pecado son
devastadoras y trágicas. El pecado deteriora la vida particular de los hombres, destruye
a la familia, y aún pone en conflictos a las naciones, y aún más, corta futuros brillantes
de los seres humanos, pero muchos ven los actos pecaminosos como algo normal y
rutinario, pero su fin es fatal.
5. ¿Cuál es la solución?
a. Buscar la salvación en Cristo: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe”
(Efesios 2:8).
c. Tomar la decisión de cambiar: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura
es…” (2 Co. 5:17).
CONCLUSIONES:
El dolor, el fracaso y la miseria humana, es producto del pecado. Y para evitar esta
tragedia, la única opción es recibir a Jesucristo como Señor y Salvador personal.
EL PECADO Y SUS CONSECUENCIAS.
PDF AQUÍ.
INTRODUCCIÓN.
Siendo el pecado humano una transgresión de la perfecta ley de Dios (1 Juan 3:4),
provocada por Satanás, varias consecuencias derivan de su realización y expansión.
Examinaremos algunas de esas consecuencias.
Toda transgresión debe ser seguida de expiación. Sólo así puede ser reivindicada la
sabiduría del Legislador y la perfección y perennidad de la ley.
Muchos piensan que Dios fue el que "castigó" a Adán y Eva. Pero lo que Dios hizo en
estos versículos fue anunciar las consecuencias que tendrían en su vida a partir de
ahora. Pensar que es una maldición de Dios sería como si un padre le dijese a su hijo: "Si
te tiras por la ventana, te romperé la cabeza y las piernas". Eso no es así. Un buen padre
dirá: "Si te tiras por la ventana, al caer tendrás estas consecuencias (huesos rotos, o la
vida misma)". Del mismo modo, Dios les estaba enunciando todo lo que vendría de
inmediato después.
Romanos 5:12.
"Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así
la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”
1. El que es vencido por el pecado ¿de quién se hace esclavo? 2 Pedro 2:19.
"Les prometen libertad, y son ellos mismos esclavos de corrupción. Porque el que es vencido
por alguno es hecho esclavo del que lo venció."
En todo conflicto, cuando hay un vencedor, el vencido acaba sometido a las órdenes y
deseos del que ganó la pelea (guerra, polémica, etc.). Satanás venció a Adán y Eva, y la
consecuencia es que ellos fueron sometidos al pecado, y al padre del pecado. Pero no
sólo ellos, sino toda su descendencia, es decir, nosotros.
Este versículo recoge una de las tentaciones de Satanás a Jesús al comienzo del
ministerio de éste. Satanás reconoce que el poder, dominio sobre este mundo le fue
entregado. ¿Por quién? Obviamente por Adán y Eva. Dios les encargó: "Dominad la tierra
y enseñoread sobre ella" (Génesis 1:28). Pero, como acabamos de ver, el que es vencido
por alguien, pierde su poder y acaba siendo siervo del que lo venció. De este modo, Adán
y Eva cedieron el dominio y señorío de la tierra a Satanás.
Juan 12:31
"Ahora es el juicio de este mundo; ahora el PRINCIPE de este mundo será echado fuera."
En este pasaje, Jesús está enunciando un juicio contra Satanás, a quien reconoce como el
"Príncipe de este mundo". Muchos achacan o culpan a Dios por las muchas desgracias
que suceden en este mundo, pero el que lo está gobernando en rebeldía a Dios es
Satanás mismo, él es el verdadero responsable y culpable de nuestros sufrimientos y
dolores.
Sólo los que están bajo la influencia de Dios a través del Espíritu Santo, están a salvo y
fuera del poder de Satanás. PERO en cuanto descuidamos la vida y el alimento espiritual,
volvemos a caer en las redes del que nos reclama como suyos.
4. ¿De qué potestad necesita ser libertado, cuando alguien se salva? Hechos 26:18
"para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la LUZ, y de la potestad
de SATANAS a DIOS; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia
entre los santificados".
Satanás no deja ir fácilmente sus presas. Es duro decir esto, pues no es agradable que le
digan a uno que su vida ha estado siendo dominada por otro, pero es así.
Nuestra mente tiene que cambiar esquemas, valores, formas de pensar que han sido
introducidas poco a poco, a lo largo de los años de forma imperceptible y de muchas
maneras (la sociedad, las películas, el sistema de vida común, etc.).
GENESIS 1:2-3
Si somos honestos, reconoceremos que el que más nos engaña, somos nosotros mismos.
Hay quien dice "sólo me fío de mi mismo". Esa persona se fía del peor. Cuántas veces nos
hacemos propósitos que no cumplimos, cuántas veces buscamos excusas para hacer
aquello que sabemos que no está bien (pero nos gusta). Nos engañamos a nosotros
mismos, y esto es lo más difícil de vencer.
Al igual que un leopardo no puede quitarse a sí mismo las manchas de su pelaje, nosotros
no podemos cambiar nuestro corazón ni forma de actuar sin ayuda externa.
Lo que queremos hacer es la voluntad de Dios, obviamente, pero nuestra condición está
bien descrita en este texto, "contra", estamos acostumbrados a otra cosa diferente a la que
Dios quiere para nosotros.
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