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de jean-claude maleval
resumen de marcelo novas”
la forclusión del Nombre del Padre como concepto. que nos es de utilidad para saber si determina
o no la estructura del sujeto y la sutil frontera entre neurosis y psicosis necesariamente no puede
obviar ninguno de los dos lados de dicha división, y que el campo que en ese trabajo otorgaba a las
histerias crepusculares. la estructura de la psicosis está determinada por la forclusión del Nombre
del Padre. Para Maleval la forclusión designa una carencia del significante que asegura la
consistencia del discurso del sujeto. De ello se deduce una clínica afirma el autor
entonces si la represión genera síntomas, en el sentido analítico del término, la forclusión generará
fenómenos diversos, como por ejemplo la alucinación y el acting-out. la instauración de la represión
primaria es la condición para que lo simbólico capture a lo real en su trama
Lo reprimido se revela mediante una denegación y demuestra ser dialectizable porque está
articulado en lo simbólico, por el contrario, el surgimiento de lo “verworfen” (forcluído) en lo real
deja al sujeto psicótico
Esto es lo que explica las reticencias de Lacan en la dirección de la cura: existe un tope no
dialectizable. Otro problema, informa Maleval, es que en 1955 en la enseñanza de Lacan, se
distinguen y se confunden al mismo tiempo una “verwerfung” (forclusión) estructurante, originaria,
normativa, apoyada en la “ausstossung” (la negación inherente a la “bejahung” (afirmación), y por
otro lado una “verwerfung” (forclusión) patológica, excepcional, psicótica.
articular la función paterna, relacionada con este significante primordial, a través del complejo de
Edipo es el significante del Otro en cuanto lugar de la ley
forclusión viene del vocabulario jurídico que significa la caducidad de un derecho no ejercido en los
plazos prescritos, pero en el sentido propio y primitivo del verbo “forclore” es “excluir” y Lacan
introduce la noción de Otro con mayúscula para designar, más allá de la pareja imaginaria del
espejo, el orden simbólico donde la verdad se articula y el sujeto trata de hacer reconocer su deseo.
la función paterna alza un obstáculo frente al goce incluido en la relación madre-niño, trazando una
tachadura sobre el deseo de la madre y oponiéndose a la instauración de una completud imaginaria.
No ocurre esto cuando la forclusión del Nombre del Padre reduce la metaforización a así no se puede
producir ninguna sustitución. Cuando el deseo de la madre no está simbolizado, el sujeto corre el
riesgo de enfrentarse con el deseo del Otro experimentado como una voluntad de goce sin límite.
descubrimiento de una falta en el campo del Otro; falta que aparece como hecho de estructura en
la distancia que existe entre los significantes, entre S1 y S2. El significante del deseo no se puede
obtener mediante una deducción: el sujeto descompleta al Otro, y de su sustracción del lugar del
Otro, resulta una falta
Otro, como barrado, agujereado, como no todo, constituye la condición para que lo real del goce
no simbolizable pueda ser circunscrito en la operación psicoanalítica.
la forclusión del Nombre del Padre, no ya como rechazo de un significante primordial, sino como la
ruptura de un anudamiento entre la cadena significante y aquello que desde el exterior sostiene su
ordenamiento. el objeto a aparecerá concebido como la causa real del deseo Sólo la separación de
este objeto pone en marcha la dialéctica del deseo. La ley de la castración impone a ambos (sujeto
y gran Otro) la marca de la incompletud; en este sentido el
Nombre del Padre se puede concebir como una función que asegura la inclusión del falo en el objeto
a, es decir, la conexión de este último con el lenguaje. Esta tarea la hará el padre desde su doble
dimensión de padre gozador y de padre de la ley que gozar de acuerdo con la ley supone la
aceptación de un sacrificio de goce. Lacan introdujo la noción de “sujeto del goce” para caracterizar
al psicótico. se relaciona con una formalización que da cuenta del ordenamiento de la cadena
significante y que articula dicho orden con el cifrado del goce lo que es una axiomática del goce
Recapitulemos: la función paterna limita el goce asociándolo con el significante fálico y por eso sitúa
a la insatisfacción en el origen del deseo. Asimismo, satisface las necesidades de la defensa contra
un goce devastador al instaurar una separación frente a las intimaciones del Otro. De esta
forma protege al sujeto de los efectos angustiantes del imperativo obsceno del superyo, la carencia
paterna entrega al sujeto al goce de un Otro sin freno. se constata frecuentemente la presencia de
un padre todopoderoso, que como el de "Totem y tabú" capitaliza el goce. La erotomanía
mortificante la propensión del psicótico a situarse como un objeto entregado a la malevolencia del
Otro gozador.
la cadena borromea, cadena que en su forma más simple consta de tres redondeles de cuerda
entrelazados de tal forma que si se separa uno, los otros dos quedan libres. cual lo imaginario, lo
simbólico y lo real se articulan de tal forma que atrapan al objeto a en un agujero central. El
ordenamiento de la estructura del sujeto empieza a ser
buscado en esta época más allá de una “lingüistería no deja de considerar al padre como el Uno que
no hace más que rodear un agujero, aunque este se haya convertido en un agujero plural (tres
agujeros que producen un cuarto agujero, tres redondeles que producen un agujero central). Lacan
se refiere a lo simbólico, lo imaginario y lo real como tres formas del Nombre del Padre,
el sinthoma (grafía nueva que muestra el recurso a un vocablo surgido del francés antiguo). El
sínthoma lacaniano apunta a una depuración del síntoma médico, por tanto, es compatible con la
ausencia de angustia y se define “por la forma en que cada cual goza del inconsciente en tanto el
inconsciente lo determina y el acento recae en un núcleo de goce
la forclusión restringida, la que plantea como opuesta a la forclusión generalizada, la cual implica
que, para el sujeto, “no solo en la psicosis, sino en todos los casos, existe un sin-nombre, un
indecible; la forclusión restringida sería la que opera específicamente sobre el Nombre del Padre
Los trastornos del lenguaje en el psicótico. Allí nos dice que es imprudente pretender identificar la
producción de un psicótico basándonos en un análisis de sus textos, o de su palabra, separados del
examen clínico el acento está puesto en el “desencadenamiento del significante” resultante de la
forclusión. Las glosolalias, que quiere decir “hablar en lenguas”, su definición habla de enunciados
desprovistos de sentido, pero estructurados fonológicamente, que el locutor considera
pertenecientes a la lengua real, pero que no poseen ningún parecido sistemático con una lengua
natural viva o muerta. se rompe la relación entre el significante y el significado. no es la producción
de neologismos lo que indica la estructura psicótica, sino su función para el sujeto, Así la función de
la letra es constituir un litoral entre goce y saber. La emergencia de la letra habla de la desconexión
de un elemento de la cadena significante, siendo la ruptura de esta cadena lo que deslocaliza el
goce. Así se ve que la carencia de la significación fálica.
Los trastornos del lenguaje del psicótico, debidos a la carencia de la función fálica, deben ser
inseparables de trastornos del goce. La forclusión del Nombre del Padre implica la carencia del límite
fálico, de tal forma que el psicótico se convierte en “un sujeto del goce” la carencia de la función
fálica la que deja al aparato del goce sin regulación Muchas veces se ha comprobado, dice el autor,
que el encuentro con el deseo del Otro puede ser desestabilizador para un psicótico
En el estudio del delirio indica que hay cuatro períodos y no sólo 3: el primero, de deslocalización
del goce y perplejidad angustiada, el segundo de tentativa de significación del goce del Otro, el
tercero de identificación del goce del Otro y el último de consentimiento al goce del Otro
La lógica del delirio se basa en su mecanismo más decisivo: la atemperación del goce deslocalizado.
Que el Nombre del Padre esté forcluído no impide la emergencia de una figura paterna que encarne
el goce desatado, por el contrario, la carencia del Padre simbólico tiende a inducir un retorno del
Padre real, el padre gozador emparentado con el Padre primordial
el empuje a la mujer es considerado uno de los signos principales de la forclusión del Nombre del
Padre ambos escapan a la primacía del falo
Freud, de su experiencia con psicóticos extrae, primero, que la paranoia, al estar emparentada con
las psiconeurosis de defensa permite concebir al delirio como un intento de curación. Segundo,
considera ciertas neurosis como formas de defensa contra la psicosis, de forma que al
desestructurarse estas, la cura podría desencadenar fenómenos psicóticos; y tercero, mantiene una
actitud escéptica sobre la posibilidad de interpretar el conflicto psíquico específico del psicótico
promoviendo una actitud de prudencia en el tratamiento de los psicóticos Por eso propone evitar
el uso del diván con un sujeto psicótico y no recurrir a un manejo de la interpretación que haga
resonar el cristal de la lengua no ya sobre la cura de los psicóticos, sino sobre las formas de
estabilización de su estructura
en el otro, M, “el significante del objeto primordial”, donde existe el riesgo que se manifieste el
deseo del Otro y el delirio constituye así una metáfora que suple la función paterna forcluída, dice
el autor, de tal forma que, en sus manifestaciones más elaboradas (paranoicas y parafrénicas)
consigue enmarcar el goce del sujeto, llevando a cabo una composición a base de significantes
ideales que estabilizan la realidad
Preguntas:
2.- ¿Cuáles son los cuatro puntos que Freud extrae de su experiencia con psicóticos?
R= Freud, de su experiencia con psicóticos extrae, primero, que la paranoia, al estar emparentada
con las psiconeurosis de defensa permite concebir al delirio como un intento de curación. Segundo,
considera ciertas neurosis como formas de defensa contra la psicosis, de forma que al
desestructurarse estas, la cura podría desencadenar fenómenos psicóticos; y tercero, mantiene una
actitud escéptica sobre la posibilidad de interpretar el conflicto psíquico específico del psicótico