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(El Horror Sobrenatural en la Literatura)

Bogotá D.C.  Noviembre-Febrero 2012  Nº 2


Revista Esperpento

Nº 2 Sumario
Revista cultural de distribución gratuita
Noviembre-Febrero 2012

 Esperpéntica
Portada:
Alien Hieroglyphics (1978), por H.R. Giger.
 Editorial
____2012, ¿y el fin del mundo? [Pág. 4]
Directores:
Nòel Drashir  Esquina
Richard León ____Amateur o Real porn [Pág. 6]
Coordinador Editorial:  Documentos del pasado
J. P. Castel
____... Un gringo en México... ¡Eso es eutanasia! [Pág. 10]
Editora Gráfica: ____Quitarse de en medio [Pág. 11]
Sharird Leno
 Jarryana
Redacción:
A. A. Vidal ____El opio [Pág. 14]
 [No aptas]
Colaboran en éste número:
Francisco Enríquez Muñoz ____Otro retrato de Jesús [Pág. 17]
Reverendo Rábano
 Pre-textos
Diseño y diagramación: ____El horror sobrenatural en la literatura [Pág. 20]
Sharird Leno
Archy Nold ____Edgar A. Poe [Pág. 28]
 Desclasificados
____“Denme ustedes el tiro de gracia” [Pág. 38]
Contacto:
revistaesperpento@gmail.com  Líneas poéticas
____“Nevermore”. Edgar Allan Poe [Pág. 46]
http://revistaesperpento.blogspot.com
 Distrito cuento
Las opiniones expresadas en Revista Esperpento corresponden a
sus autores. Por tanto, Revista Esperpento comparte ____La máscara de la Muerte Roja [Pág. 56]
rigurosamente y se hace responsable por el contenido de las ____Un habitante de Carcosa [Pág. 61]
mismas.
____Las ratas del cementerio [Pág. 64]
Quedan rigurosamente permitidas, con o sin la autorización previa
de los titulares del Copyright, sin ningún tipo de sanción
____El signo amarillo [Pág. 70]
establecida por la ley, la reproducción total o parcial del presente  Las ciudades invisibles
volumen por cualquier método o procedimiento, siempre y cuando
no se modifique el contenido del texto, se respete su autoría y ____Una buena e impecable corbata
esta nota se mantenga. ______perfectamente anudada al cuello [Pág. 84]
 Gabinete de ‘Patafísica [Pág. 86]

2012 Revista Esperpento.

2 Número 2  Noviembre-Febrero 2012


Revista Esperpento

Meister und Margueritha, por H. R. Giger.


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Revista Esperpento

 2012, ¿Y EL FIN DEL MUNDO?


Extinción, s. Materia prima con que la teología creó el estado
futuro.

Ambrose Bierce.
The devil’s dictionary.

Y finalmente ha llegado el cabalístico 2012, cargado Medio Oriente, cataclismos devastadores en Asia,
con toda la mala fortuna que los profetas y sacerdotes de temblores destructivos en el hemisferio austral, tsunamis,
la Gran Orden del Final de los Tiempos y los Últimos hambruna, destrucción masiva, exterminio
Santos han podido y sabido insuflarle. Y si por una indiscriminado), solamente diremos que nos fijemos muy
fortuna innombrable logramos sobrevivir a este bien en la historia de la humanidad.
cataclísmico y tórrido fin del mundo, cosa de no perderse Desde que el ser humano pisó la Tierra, no ha habido
demasiado entre los escombros últimos de la civilización la más mínima posibilidad de paz. Y no es que ésta
occidental, entonces podemos darnos por bien servidos. existiera antes. Al fin de cuentas, la paz es otro de los
Sin embargo, debemos decir que desgraciadamente ya tantos términos abstractos creados por el hombre para
hemos asistido al menos a tres grandes conflagraciones y comprender los fenómenos que no comprende. Existía, y
apocalipsis anunciados si no con vehemencia, ya con eso es lo que el hombre primitivo no alcanzaba a
llamamientos al arrepentimiento y al abrazo, por supuesto entender, el equilibrio entre los seres vivos y el planeta
qué más podríamos esperar, de la fe cristiana, única fe que poblaban, el justo equilibrio entre un ser y su entorno,
verdadera. El primero, si mal no recuerdo, en el año 1996, pero no la paz como nosotros la concebimos. La guerra
con nacimiento de la Bestia incluido. El segundo, en humana no empezó cuando a los unos les pareció que los
1999, con Bestia y exterminio masivo —además del otros ocupaban tierras que a ellos, eso suponían, les
presagio de un Y2K que solamente Dios, en su infinita pertenecían o cuando sintieron que su sola existencia era
sabiduría técnica, sabrá que le habría causado a las una ofensa para ellos, sino desde el mismo instante en que
máquinas y comunicaciones mundiales—. Y ahora este la naturaleza entró en conflicto con la vida humana de
tercero, que se proyecta definitivo e inaplazable gracias a forma directa, desde que al hombre se le ocurrió que la
la complicidad de las alineaciones planetarias y efectos naturaleza constituía un obstáculo para su comodidad... Y
secundarios de una estrella en pleno desarrollo. aquí estamos, cómodamente ajustados después de 202.012
Sin ser aguafiestas respecto a los finalmundistas, que años de evolución (o de acomodación por la vía de la
creen ver los presagios de la hecatombe futura en los fuerza, que viene a ser lo mismo) y seguimos siendo los
diversos sucesos que ocurren en el mundo (guerras en el mismos depredadores que al principio, los mismos

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animales (sí, animales, aunque se ofendan los manos al cielo y preguntándonos por qué tanta
creacionistas) que consumen su entorno sin importarles destrucción y miseria, por qué tanta muerte y guerra, y
demasiado el futuro. lavémonos las manos tranquilamente después de nuestra
Ah, pero ahora sí nos importa nuestro futuro, ¿no? Y plegaria a la Nada. ¡Ya todo estará saldado y nuestra
nos persignamos ante la inminente extinción masiva con responsabilidad asumida por ese otro inexistente, por el
que las religiones apocalípticas nos asustan y conminan a dios inmisericorde que habita fuera del orbe! No, claro
la aceptación de su credo. Por supuesto, nuestras que no. Igual, así queramos creer que no, la
preocupaciones son ya cosa de ADN, heredadas por un responsabilidad es nuestra, somos nosotros quienes
miedo natural e instintivo a través de las cadenas de ejecutamos la acción, nadie más. Es el dictador quien
nucleótidos heredadas de nuestros ancestros los monos. decide la muerte de miles de personas, por no pertenecer a
Lo malo, es que por andar creyendo que los dioses están su credo o etnia; es el estadista quien decide dejar morir a
enfurecidos con su creación y no tardarán en tomar unos pocos en beneficio de la mayoría; es el hombre
represalias tajantes y extremas, andamos más que moderno quien decide deforestar para crear viviendas; soy
desprevenidos ante nuestro innegable suicidio como yo quien decide engañar al prójimo y sacar provecho; es
especie. Porque no podemos negar que si el final el prójimo quien decide vengarse implacablemente; son
inevitable de la civilización llega, como ha llegado a todas las multinacionales que deciden infectar el planeta con
y cada una de las grandes civilizaciones conocidas, llegará desechos tóxicos; son ellos los que deciden pelear por un
de nuestra mano y no de un rayo exterminador lanzado pedazo de tierra económicamente lucrativo; es el tirano
desde las alturas de la bóveda quien decide que sus vecinos no
Crudeoil, por Banksy.
celeste, hogar de los dioses. son iguales y ofenden su
Que si los dioses tuvieron el existencia y, por eso, hay que
empeño de lanzar una plaga exterminarlos; somos nosotros
sobre la Tierra, esta plaga no quienes preferimos guardar
posee otro nombre que el del silencio...
Hombre. ¿Las siete plagas de Sí, alcemos las manos al
Egipto que son comparadas cielo y roguemos... Pero
con el empeño autodestructivo roguemos que el Universo se
de la Humanidad, vista en apiade de nuestra miseria y nos
conjunto? Adónde llegamos, envíe la extinción masiva de la
arrastramos junto con nosotros mano de una hermosa estrella
un rastro de destrucción y azul, de un cometa celeste, de
muerte, de extinción y miseria una fría roca sideral. Aunque es
—aunque pretendamos muy probable que,
ocultarnos tras el falso lujo de desgraciadamente, no seamos
una prosperidad aparente—. escuchados.
Pero, ¿qué importa?
Sigamos alzando nuestras

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Revista Esperpento

AMATEUR O REAL PORN.


Por Francisco Enríquez Muñoz
Imágenes Francisco Enríquez Muñoz

A esos videos pueden parecerse a tus amigos o a tus compañeros de


trabajo.
Hoy en día la tecnología (que no perdona disciplina Los teléfonos celulares con cámaras posibilitan un
alguna) ha permeado en tal forma en la realidad, que a ajuste inmediato entre las experiencias tal como se viven
veces nos cuesta trabajo creerle. La posibilidad de (antes de comprenderlas) y su registro. Si tú, lector mío,
retoque, modificación y reconstrucción digital nos hace quienquiera que seas, ya has utilizado el celular para
pensar, cuando nos enfrentamos a alguna imagen filmarte con tu pareja jugando al metesaca, ¡felicidades!,
inverosímil, que estamos viendo algo falso, algo ya has producido porno amateur. Un sinfín de videos,
trastocado, algo construido. cortometrajes, de este estilo se
Pero ante la real porn sólo nos encuentra en RedTube,
queda asombrarnos. Aquí PornTube, YouPorn y Tube8.
intervienen actores aficionados, La motivación en este caso no
o personas que no son actores, suele ser económica, obedece
y el equipo es casero. Eso más bien al exhibicionismo y al
significa que los protagonistas voyerismo, la humana
del acto sexual, cualquier acto necesidad de no ocultar lo
sexual, no son representantes de oculto, de dar aire y luz a la
ideales hegemónicos. En efecto, intimidad propia, de elevar un
las mujeres no son flexibles momento ordinario a rango de
muñecas y los hombres no son entretenimiento masivo.
fortachones gigantes. Son como Hay personas que hasta en
los humanos que te encuentras la carne fofa ven carne
todos los días en la calle, que apetitosa y es por ello que en la

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real porn cualquier cuerpo desnudo se convierte todo presumiendo la aniquilación del pudor. Los nuevos
automáticamente en un punto focal de apetitos, se vuelve proletarios ya no venden su mano de obra a cambio de un
una fantasía. salario, sino que exhiben sus orgasmos a cambio de
En 1985, Serge Daney, un influyente crítico francés de popularidad.
cine y televisión, planteaba dos formas de ver el Internet es el lugar donde puede decirse todo y
videoclip: como un simulacro (fragmentos de un todo mostrarse casi todo casi sin ninguna consecuencia. Es el
perdido) o como un síntoma (fragmentos de un todo por instrumento perfecto para la construcción de un personaje
descubrir). La misma vacilación ahora nos planteamos propio. La histeria del protagonismo se ve reducida a un
ante la real porn: o se destina a un ensimismamiento clic. Significa presumir la alegría de nuestra familia, los
manierista y mimético o nos ofrece (una vez “subida” a abrazos de nuestros amigos, la muchedumbre que asistió
Internet) imágenes reales que sólo mediante herramientas a nuestro evento y nuestros sudorosos coitos para
domésticas podrían demostrarle al mundo que
haberse grabado y que «mi vida es mejor». ¿Para
hacen emerger nuevas qué? Para calmar un poco
apariciones de la fantasía. la ansiedad de sobresalir
Es paradójico que el ante los demás. Algo que
espacio privado, por su no termina de tener
propia definición opuesto sentido cuando ni
al público, se convierta, siquiera somos capaces
gracias a la realidad, en el de poder saber si aquellos
lugar de la fantasía. ante los que queremos
Cuando una cámara sobresalir son como se
registra la vida privada de presentan. Pues al final
los seres humanos, la de cuentas, ¿quién existe
realidad siempre se realmente como se hace
presenta ante el ver en los medios
espectador como una gran electrónicos? Así, en
fantasía. La realidad fílmica siempre se independiza de la RedTube, PornTube, YouPorn y Tube8 brincamos sin
realidad física. Lo filmado nunca es la sombra de la rumbo de un “desconocido famoso” a otro. Tenía razón el
realidad, sino que la realidad siempre es la sombra de lo escritor polaco Stanislaw Jerzy Lec: «El hombre nace,
filmado. vive y muere en el espacio de una frase».
En la porno amateur cada quien pude compartir y
contemplar el mito de sí mismo. La popularidad, el
número de “visitas” que tengo decreta mi valor virtual. La Escritor mexicano, director de la editorial Tacos de la esquina. Ha
piel cotidiana, las eyaculaciones y lubricaciones publicado las novelas Los héroes ya no tienen lugar (Editorial
Arcángel, 2000) y ¡Clang! (Editorial Ananké, 2001) y tres
personales son los instrumentos para salir del anonimato. poemarios: ¿Qué es la pornografía? (Editorial Tacos de la Esquina,
2011), Todas las putas que he conocido (Clarimonda Drunk
La lógica dicta que el aplauso se puede conseguir sobre Ediciones, 2011) y Los fucking days (Ediciones Presente, 2011).
Correo electrónico: cafeylectura@hotmail.com.

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Revista Esperpento

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Revista Esperpento

... UN GRINGO EN MÉXICO... ¡ESO ES EUTANASIA!

La Olympia, Euclid Street, Washington,


D.C.,

1 de octubre de 1913

Querida Lora,

Me voy mañana por mucho tiempo, así que


esto es sólo para despedirme. Creo que no hay nada
más digno de decir; por esta razón tú
naturalmente esperarías una carta larga. ¡Qué inaguantable sería este
mundo si no dijéramos nada excepto lo que merece la pena decir! Y nada
ridículo —como ir a Méjico y América del Sur.
Espero que vayas a la mina pronto. Debes tener hambre y sed de las
montañas lo mismo que Carlt. Yo también. ¡La civilización está sucia! —
reclamo las montañas y el desierto para mí.
Adiós —si oyes que he sido colocado contra un muro de piedra mejicano y
me han fusilado hasta convertirme en harapos, por favor, entiende que yo
pienso que esa es una manera muy buena de salir de esta vida. Supera a la
ancianidad, a la enfermedad, o a la caída por las escaleras de la bodega. Ser
un gringo en Méjico —¡ah, eso es eutanasia!
Con amor a Carlt, un abrazo cariñoso,

AMBROSE

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Revista Esperpento

Quitarse
de en medio Por Ambrose Bierce
Traducción Sonia Santos Vila

Una persona que pierde el corazón y la esperanza por digno de atención, ya que es insostenible por la evidencia
la aflicción personal ante la pérdida de un pariente es o por cualquier apariencia de evidencia. “Puestos aquí”.
como un grano de arena en la orilla del mar que se queja ¡Claro que sí! ¡Y por el que sirve la comida! Nuestros
de que la marea ha arrastrado un grano vecino fuera de la padres nos ponen aquí eso es lo que todo el mundo sabe; y
vista. Él está peor, ya que el grano afligido no puede ellos no tenían autoridad y probablemente tampoco
ayudarse a sí mismo; tiene que ser un grano de arena y intención.
jugar al juego de la marea, ganar o perder; mientras que él La noción de que no tenemos derecho a tomar nuestras
puede marcharse aguardando su oportunidad puede propias vidas proviene de nuestra consciencia de que no
“abandonar a un ganador”. Pues a veces golpeamos “al tenemos valor. Es la disculpa del cobarde su excusa para
que nos sirve la comida” nunca a la larga, sino rara vez y continuar viviendo cuando no tiene nada por lo que vivir
con estacas pequeñas. Pero éste no es el momento para o su provisión ante el futuro. Si no fuera egoísta, así como
“cobrar” y marcharse, ya que no puedes llevar todas tus cobarde, no necesitaría excusas. Al que no se considera el
escasas ganancias contigo. La hora de abandonar es centro de la creación y sus penas la angustia universal, la
cuando has perdido una gran estaca, tu tonta esperanza de vida, si no digna de ser vivida, tampoco es digna de ser
éxito definitivo, tu fortaleza y tu amor por el juego. Si abandonada. El viejo filósofo a quien le fue preguntado
permaneces jugando, a lo cual no se te obliga, toma tus por qué no moría si, como enseñaba, la vida no era mejor
pérdidas con buen humor y no te quejes. Es difícil de que la muerte, contestó: “Porque la muerte no es mejor
soportar, pero esa no es una razón por la que deberías de que la vida”. No sabemos cuál es la proposición verdade-
ser difícil. ra, pero el asunto no merece la pena de ser tratado, pues
Sin embargo se nos dice con una agotadora insistencia ambos estados son soportables —la vida a pesar de sus
que somos “puestos aquí” con algún propósito (no placeres y la muerte a pesar de su reposo.
revelado) y que no tenemos derecho a retirarnos hasta Era la opinión de Robert G. Ingersoll que en el mundo
“que seamos llamados” puede que sea por viruela, puede hay más bien pocos que demasiados suicidios —que la
que sea por la cachiporra de un canalla, puede que sea por gente es tan cobarde que siguen viviendo mucho tiempo
la coz de una vaca; el Poder “convocante” (que, según después de que la resistencia ha dejado de ser una virtud.
dicen, es también el Poder “poniente”) no tiene buen Esta visión no es sino una vuelta a la sabiduría de los
gusto en la elección de mensajeros. Ese argumento no es antiguos, en cuya espléndida civilización el suicidio

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Revista Esperpento
ocupaba un puesto tan honorable como cualquier otro acto Es verdad, puede que haya un valor superior en vivir
valiente, razonable y desinteresado. Antonio, Bruto, que en morir. El valor del suicida, como el del pirata, no
Catón, Séneca —estos no eran del tipo de hombres que es incompatible con una indiferencia egoísta a los
realizan hazañas cobardes y locas. La autosuficiente y derechos de los otros —una cruel deslealtad al deber y a
santurrona manera moderna de mirar la acción como la decencia. Me han preguntado: “¿No considera cobarde
propia de un cobarde o de un lunático es creación de que un hombre acabe con su vida, dejando por esa razón a
sacerdotes, filisteos y mujeres. Si el valor se manifiesta en su familia en la miseria?” No, no lo considero; creo que es
soportar el malestar inútil, es cobardía calentarse cuando egoísta y cruel. ¿No es eso suficiente? ¿Hemos de vaciar
se tiene frío, curarse cuando se está enfermo, ahuyentar las palabras de su verdadero significado para condenar
mosquitos, entrar cuando llueve. La “búsqueda de la más eficazmente el acto y revestir a su autor con una
felicidad”, entonces, no es un “derecho inalienable”, pues infamia mayor? Una palabra significa algo; a pesar de las
implica evitar el dolor. quejas de los lexicógrafos, no significa lo que tú quieres
Ningún principio se compromete en este tema; el que signifique. “Cobardía” es retirarse ante el peligro, y
suicidio es justificable o no, de acuerdo con las no faltar al deber. El escritor que se permite tanta libertad
circunstancias; cada caso debe ser considerado en su en el uso de las palabras como le autoriza el lexicógrafo y
contexto, y el que tenga informes sobre el acto es el único el consentimiento popular es un mal escritor. No es capaz
juez. Ante su decisión, tomada bajo cualquier luz que por de causar impresión sobre su lector, y serviría mejor en el
casualidad pueda tener, todas las mentes honestas se mostrador de una mercería.
inclinarán. El apelante no cuenta con tribunal al que La ética del suicidio no es un asunto simple; no se
apelar. En ninguna parte existe una jurisdicción tan pueden establecer leyes de aplicación universal, sin
extensa como para abrazar el derecho de condenar al embargo cada caso ha de ser juzgado, en caso de ser
desdichado a la vida. juzgado, con un conocimiento
El suicidio es siempre completo de todas las
valiente. Lo llamamos valor circunstancias, incluyendo el
únicamente en el caso de un carácter mental y moral de la
soldado que se enfrenta a la persona que toma su propia vida
muerte —digamos que conduce —una calificación imposible
una esperanza sin amparo— para juicio. La época, la raza y
aunque disponga de una la religión de uno tienen mucho
oportunidad para vivir y de una que ver en este tema. Algunos
certeza de “gloria”. Sin embargo pueblos, como los antiguos
el suicida hace más que dar la romanos y los modernos
cara a la muerte; él incurre en japoneses, han considerado el
ella, y con una certeza, no de suicidio honorable y obligatorio
gloria, sino de reproche. Si eso en ciertas circunstancias; entre
no es valor, debemos reformar nosotros se desaprueba. Un
nuestro vocabulario. hombre sensato no dedicará
Ambrose Bierce por J. H. E. Partington

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Revista Esperpento
demasiada atención a consideraciones de esta clase,
excepto en tanto que afecten a otros, pues al juzgar
Incontexto:
delincuentes débiles han de ser tenidas en cuenta.
Hablando de modo general, yo diría que en nuestra época
y país las personas aquí apuntadas (y algunas otras) están
justificadas al quitarse de en medio, y que en algunas es En 1913 se perdía para siempre en la accidentada
historia mexicana Ambrose Bierce, el “amargo”, autor del
un deber:
misantrópico Diccionario del Diablo, un vivo y áspero
retrato de la humanidad precedente y futura, y de un
centenar de relatos en los que se conjugan las escenas de
El que sufre de una enfermedad dolorosa o
la guerra civil americana, en la que había tenido la terrible
repugnante e incurable. fortuna de participar, con el misterio en un estilo mordaz
e irónico incomparable en toda la historia de la literatura
El que es una pesada carga para sus amigos, sin
mundial. Pero, ¿por qué este anciano decide huir a la
esperanza de alivio. frontera con México y unirse a una lucha que a todas
luces no le concierne?
El amenazado por demencia permanente.
Aparentemente, no había razones... Exactamente, no
El adicto a la embriaguez o a otro hábito asimismo había razones. Las razones se habían agotado para un
viejo de 71 años que recogía sus pasos a través de los
destructivo u ofensivo, del que no se puede rehabilitar.
campos de guerra de juventud y que, finalmente, precipitó
Aquel sin amigos, propiedad, empleo o esperanza. su fuga en la ansiosa búsqueda de la muerte más allá de la
frontera, en el convulsionado sur. Lo “más digno”, había
El que se ha deshonrado.
escrito, comparado con una vejez en el retiro y una
muerte del tipo de quien-ha-vivido-como-ha-tenido-que-
vivir. No en vano en su singular Diccionario definía viejo
¿Por qué honramos al soldado valiente, al marinero
como un «Estado de uso que no se contradice con una
valiente, o al bombero valiente? ¿Por obediencia al incapacidad general, v.gr. “hombre viejo”.
Desacreditado por el paso del tiempo y ofensivo para el
deber? En absoluto; eso solo —sin el riesgo— rara vez
gusto popular, v.gr. “libro viejo”».
logra notoriedad, nunca inspira entusiasmo. Es porque se Entonces, si las razones se acaban, si los seres que
amamos han desaparecido irremediablemente de nuestra
enfrentó sin retroceder ante el peligro de ese desastre
vida, si ser viejo es la incapacidad absoluta, si es más
supremo, o lo que sentimos que es tal —la muerte. Pero digno encontrar la muerte en el lejano sur, entonces no
queda más remedio que empacar y, de la forma más
fíjate: el soldado desafía el peligro de muerte; ¡el suicida
quijotesca posible, acudir a otro mundo necesariamente
desafía la muerte misma! El jefe de la empresa desespe- en llamas. No porque allí haya otras y mejores razones ni
porque allí exista lo que algunas personas llaman la
rada puede que no resulte herido. El marinero que
redención; la huida no es un tipo de heroísmo venido a
voluntariamente se hunde con su barco puede ser menos. El sur representaba, sencillamente, la libertad, la
rebeldía, la juventud; quizá, hasta la eternidad. Una sola
rescatado o arrojado a la orilla. No es seguro que la
cosa era segura, el sur representaba la muerte, el
pared se venga abajo hasta que el bombero haya inevitable viaje por el valle de las sombras. Pero ya no se
trataba de evitarlo, de evadirlo, de burlarlo. Era
descendido con su preciosa carga. Sin embargo el
justamente el momento de cabalgar tranquilamente por el
suicida —suyo es el enemigo que nunca le ha entendido, camino polvoriento del desierto y encontrarse de cara con
la pálida de tal suerte que no lo tomara ya por sorpresa,
suyo el mar que no devuelve nada; la pared por la que
sino que acudiera diligente a su llamado... Era el tiempo
asciende no soporta el peso de un hombre. Y suya, al de morir.
final de todo, es la tumba deshonrada donde el asno
salvaje de la opinión pública pisotea su cabeza aunque
A. A. Vidal.
no pueda romper su sueño.

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Revista Esperpento

EL OPIO.
Por Alfred Jarry
Traducción Manuel Álvarez Ortega
Imágenes Odilon Redon

Sorbiendo con mis labios ardientes de fiebre el biberón gateaban unas redes venosas. Y el agua se congelaba
espeso en donde duerme el olvido, mis manos de cadáver sobre los helados muertos como un denso barniz de donde
se crisparon sobre la butaca embobada, y mis ojos, gafas emergían los cabellos como algas de estanque; el agua se
del augurio, desorbitados echaron a volar hacia el blanco congelaba sobre las infinitas losas y resbalaba sobre las
cielo, en donde las cabalgantes valquirias dan vueltas paredes transparentes formando escaparates. Y aunque
entre las espirales sonoras de estaba congelada, siempre,
las chotacabras. siempre corría.
Mi cuerpo astral, Mi cuerpo astral se
golpeando con el tacón mi apresuraba tras ella con sus
cuerpo terrestre, se fue de pies de silencio. Pero ella
peregrino, dejando en mis corría sin cesar, subiendo o
nervios un temblor de guitarra. bajando, sin preocuparse de
Entonces entré en una las leyes de la gravedad,
inmensa morgue en donde los amontonándose en grandes
muertos dormían con posturas masas. Vi un lugar en donde,
extrañas: los brazos cruzados, unas sobre otras, las olas
la pantorrilla derecha en el subían y se desplomaban
talón izquierdo, la cabeza después en dislocadas
doblada sobre el pecho. Unos escaleras glaucas. Yo subía los
obreros —¿sé yo si estaban escalones dando codazos a una
también muertos?— muy ingente multitud, una multitud
activos, admirablemente, los alegre o una multitud
lavaban. Sus gruesas esponjas amotinada, sin resbalar, como
eran cerebros por donde si el hielo llevara lágrimas

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Revista Esperpento
verdes por la escalera vertical que los abrazaba como en la oreja, al preguntarme qué deseaba, a la aventura
escala. Arriba se aplanaba el agua perpetuamente respondí: «Vengo por el muerto número 4».
profunda donde unas nutrias silenciosas y unas ratas de «—¿Tiene la prueba de que usted lo mató? ¿No tiene
agua hacía girar las hélices de sus colas. Volví a papeles? ¿Ni el cuchillo sellado? No importa, me fío de su
descender, disgustado de que la multitud me impidiese honrado aspecto; en la sexta ventanilla; tome el dinero
verlas; volví a descender para abrazar a los grados de que llevaba encima».
hielo. Semejante frío penetró hasta el fondo de mis Y, metido en el casillero un papel azul, tintineando el
huesos. Tanto que los muertos, a mis pies, abajo de los bolsillo del chaleco, subí a uno de los autobuses del país
escalones, me parecieron cálidos, como si estuviesen del opio,
vivos, a pesar de sus pestañas pegadas, de sus labios que desapareció bajo mí ante una enorme jaula con los
babeantes y de sus narices de caracoles cerradas; a pesar barrotes como una avenida bordeada de pinos. Allí una
de que por el lejano horizonte mi cuerpo me pareciera que gran águila volaba y bendecía a su vez, mientras extendía
tiritaba y, sin poder calentarlas, estrechaba en sus brazos a los vientos que no soplaban sus alas infinitas y excavaba
en las inmundicias del fondo de su jaula unos surcos con
sus plumas iguales a navajas de afeitar. También hacía
“El papa marcaba el compás, virar incesantemente sus ojos de nuez de coco en relieve,
mientras rugían los cobres y se semejante a los de los camaleones. Jamás vi su alcándara,
suavizaban las cuerdas para estaba tan hundida en las plumas de su vientre que parecía
dar entrada a los arcos de los hallarse encaramada sobre sus alas como sobre unas
desmesurados contrabajos. Y el muletas.
himno infernal comenzó...” Mi vista, al descender de su jaula de palomar, iluminó
con un rayo, en un nicho inferior, a un reno que brincaba
de manera irrisoria y trataba de aferrarse a una percha por
sus costillas de estalactitas. Cuando hube descendido, la medio de sus cuatro cascos hendidos. Sus astas como
escalera de peldaños de lente me cegó con su resplandor penachos amarillos se elevaban lo mismo que el moño de
amarillo. una cacatúa, y de su percha, atado por el cuello, pendía un
Un empleado muy fino que lavaba a los muertos me borracho encargado de explicar al público el uso del
dijo: «No se queje, hace ya cien años que no existimos; animal y sus propiedades. A intervalos regulares,
siga por el corredor de frente, contando los años. Treinta pidiendo de beber, caía al suelo y roncaba con los ojos
años más allá encontrará una morgue en donde los poetas abiertos, despreocupado de sus pupilas, de sus pies
roncan, en donde los teléfonos hablan a los muertos, en hendidos y de sus cuernos afilados.
donde tras unas ventanillas especiales se reconocen a los Yo, indiferente a este espectáculo banal, apenas miré
asesinos». los setos que bordeaban el camino y sus fructíferos
Treinta años más allá, haciendo girar, haciendo girar el troncos musgosos cargados de simétricas lechuzas, negras
pasamano de cobre, entré en una sala —semejante a una con ribetes blancos.
oficina de telégrafos— en donde un hombre, con la pluma Además, yo tenía en las manos —¿desde cuándo?—
un libro —escrito por mí, estoy seguro, pero ¿cuándo y

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Revista Esperpento
cómo?, no tengo idea— en donde estaba previsto y aumentar sin cesar la arquitectura titánica.
relatado en letra gótica azul celeste todo lo que yo debía
ver y todo lo que debía pensar a continuación. Las letras ¡Presta tu oído a los escándalos infernales!
eran rostros.
Luego me encontré bajo las bóvedas de las catedrales Este grito ¿lo he emitido yo? Siempre que se elabora
declamando sortilegios báquicos, pero los augustos una acusación a toda orquesta soy yo el condenado, y
cardenales me reprocharon tal inconveniencia. Y para antes de que me aprese la innumerable orquesta se me
confundirme más, he aquí que de pronto obispos y eructa la sentencia. Los arcos apuntaban hacía mí y los
cardenales, diáconos y subdiáconos formaron una trombones rugían contra mi tímpano:
orquesta. El papa
marcaba el compás, ¡Abre tus auditivos
mientras rugían los canales!
cobres y se suavizaban
las cuerdas para dar Y como estaba
entrada a los arcos de los soldado a la balaustrada
desmesurados del coro, vinieron a
contrabajos. Y el himno apresarme. Mis guantes,
infernal comenzó: mi sombrero y mi bastón,
¿dónde están? ¿Y mi
¡Pueblo, oye mi vocal abrigo? Bueno, he aquí
angélica! en tierra mi cuerpo
¡Abre tus auditivos terrestre. Una manga,
canales! después la otra, y heme
aquí vestido. Ya no estoy
Las paredes se helado. A voluntad, los
separaron, las bóvedas se pies uno delante del otro
elevaron como globos se colocan. Heme aquí de
cuyo interior se regreso a mi butaca
contemplara, y las primordial, todas las
columnas crecieron cosas están en
veloces para sostener el condiciones, salvo la pipa
espacio que hacía de opio que acabo de
cargar.

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 OTRO RETRATO DE JESÚS.


Por Reverendo Rábano
Imagen Cortesía Altísima Diócesis de „Patafísica

Como escribiera Alfred Jarry, preciados dones! Es que ustedes


dejemos de una vez de mirarnos el imagínense poder convertir unos
ombligo. No nos hagamos los de la cuantos baldes de agua en preciado
vista gorda frente a los grandes mitos vino chileno o francés. Dios, en su
de la humanidad. Es que decir que infinita y eterna sabiduría, supo dotar
Jesús de Nazareth ha sido el hombre a su hijo de los dones necesarios para
más santo del mundo es casi como pasar el rato de la mejor manera, para
decir que yo, ambivalente y bipolar, disfrutar del extenuante viaje camino
soy el hombre más querido sobre la faz al Calvario que le esperaría años
del planeta Tierra. después. Dios, repito, supo concederle
Hace falta darle una hojeada a las a su hijo los medios para que se
crónicas bíblicas de los hechos y agasajara en innumerables orgías, para
dichos de nuestro señor Jesucristo para que se parrandeara la vida que tantos
Verdadero retrato
darse cuenta que no era precisamente del Reverendo Rábano. dolores habría de traerle en su debido
un hombre tan diferente de nosotros —comía como momento. Precepto que nuestros ídolos no han dejado de
nosotros, sentía frío como nosotros y, como nosotros, se practicar; claro está, ellos no cuentan con los tan
acurrucaba para defecar—, ni mucho menos un mojigato. apreciados dones de la conversión, pero sí cuentan con el
Antes bien, no se preocupaba demasiado por esconder sus don privilegiado de la sociedad moderna: una billetera
aficiones a la bebida y a las mujeres de la vida alegre, lo gorda y redundante.
que hace de él el verdadero predecesor de la famosa frase: Pero el discreto encanto y las privilegiadas enseñanzas
“Vive rápido, muere joven y deja un cadáver...”, la de nuestro señor no terminan allí en sus dones etílicos.
directriz absoluta de la vida excesiva de las estrellas de la Las otras inician, justamente, del lado de la piel femenina.
farándula de hoy. Los diversos cronistas de la época no saben decir con
Fijémonos no más en el envidiable acto de la justeza —los cronistas oficiales, por supuesto— por qué
conversión del agua en vino... ¡Quién no quisiera tan Jesús solía preferir la compañía femenina a la de sus fieles

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apóstoles, especialmente la de María Magdalena. Como Oriente—: barba crecida, cabello largo y ensortijado, ropa
sabemos por las historias bíblicas, la Magdalena era una holgada y sencilla, sandalias de corte humilde; y un único
mujer que se entregaba por dinero; una puta, en sentido mensaje: amor... —¡Vaya uno a saber por qué
estricto. ¿Y por qué un hombre dedicado a difundir la coincidencias de la vida hacia finales de los sesentas hubo
palabra de su padre, un santo encargado de acercar el una eclosión del prototipo! ¡Tanto Jesucristo suelto y tan
reino de los cielos a los hombres que le rodeaban, un dios pocas cruces para sacrificarlos por nuestros pecados! Y,
hecho hombre, prefería pasar su tiempo con una créanme, no pocos quisieran haber crucificado a más de
ignominiosa puta?... ¿Debemos responder? Es obvio, el uno, aunque fuera de sus propias barbas. Porque después
reino de los cielos se encuentra en medio de las piernas de de todo, la corrosiva envidia fue la que lo condenó desde
una mujer, especialmente si ésta es maestra y experta en un principio, como condena a otros en la actualidad.
la materia. Jesús no era ningún ingenuo, como no lo son Como sus dones no eran para todos, pues había que
los atormentados consentidos de los medios.
Jesús, digno representante de Dios en la Tierra, debía
conocer seguramente las correrías de sus homólogos
“... había que castigarlo por
griegos, la caza de las mujeres en flor a través de la nuestro pecado imperdonable
hierba, las conveniencias del disfraz de lluvia o animal. de no poder ser como él, de no
Mucho más pragmático, prefirió encontrar en las mujeres poder ser unos libertinos
deshonrosas lo que buscaba, antes que cambiar de forma absolutos en una sociedad
corporal y hacer más milagros en beneficio de su condenada a la frustración y al
fervorosa leyenda: las necesidades y los excesos no se conformismo”.
avienen con estratagemas vulgares salidas de tono, justo
drama del hombre común. De la misma manera, nuestros castigarlo por nuestro pecado imperdonable de no poder

adorados protagonistas de la vida social y nocturna no se ser como él, de no poder ser unos libertinos absolutos en

complacen solamente en la vulgaridad de la mujer que se una sociedad condenada a la normatividad y a la

entrega por dinero; sus capacidades exceden en mucho legalidad, a la frustración y al conformismo. Había que

—justamente una evolución— a las de su querido castigarlo por no contentarse con ser un hombre común y

patriarca: cualquier mujer estará dispuesta a ellos, sin corriente, un carpintero como cualquier otro condenado a

importar su origen u ocupación. una vida carente de emociones grandes u honrosas; como

Jesús era el libertino por naturaleza, ciertamente. No se dice, un humano entre humanos. No, él tenía que ser el

rendía cuentas a mujer alguna, por lo que los disfraces y Dios hecho carne, el elegido, el ungido, un Dios entre

las falsas identidades le eran innecesarias; andaba al día, mortales. Después de todo, no se desafía al vulgo así

multiplicaba panes y peces cuando se le antojaba comer nomás sin esperar represalias en algún momento, véase

panes y peces —y compartirlos, por supuesto; tenía una como ejemplo edificante lo sucedido a Sócrates.

quizá demasiado obvia inclinación por el descuido de su Y correrán los siglos y las personas, y los condenados

apariencia personal —así nos lo pinten como un ario por nuestra incapacidad y vergüenza seguirán pendiendo

venido a menos en las tierras ardientes del Medio de la cruz, desangrándose en el espectáculo público.

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El horror
sobrenatural en la
literatura*.
Por Howard Phillips Lovecraft
Imágenes H. R. Giger

I optimismo. No obstante, pese al rechazo o a la


indiferencia, los cuentos fantásticos sobrevivieron, se
El miedo es una de las emociones más antiguas y desarrollaron y alcanzaron su plenitud, al amparo de su
poderosas de la humanidad, y el miedo más antiguo y origen en un principio básico tan profundo como
poderoso es el temor a lo desconocido. Muy pocos elemental, cuyo hechizo (aunque no siempre universal) es
psicólogos lo niegan y el hecho de admitir esa realidad irresistible para los espíritus verdaderamente sensibles.
confirma para siempre a los cuentos sobrenaturales como El alcance de lo espectral y lo macabro es por lo
una de las formas genuinas y dignas de la literatura. general bastante limitado, pues exige por parte del lector
Contra ellos se disparan todos los dardos de un sofisticado cierto grado de imaginación y una considerable capacidad
materialismo, que con tanta frecuencia se aferra a las de evasión de la vida cotidiana. Y son relativamente
emociones de la experiencia, a los sucesos exteriores y a pocos los seres humanos que pueden liberarse lo
un idealismo tan ingenuo como insípido que se opone a suficiente de las cadenas de la rutina diaria como para
las motivaciones estéticas, abogando por una literatura corresponder a las intimaciones del más allá. Las
puramente didáctica, capaz de ilustrar al lector y narraciones que trafican con los sentimientos y
"elevarlo" hacia un nivel adecuado de afectado acontecimientos comunes o con las deformaciones
sentimentales y triviales de tales hechos, siempre
ocuparán el primer puesto en el gusto de la mayoría: esto
Texto tomado de El horror sobrenatural en la literatura.

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tal vez sea lo justo pues esas circunstancias cotidianas limitada. Lo desconocido, al igual que lo impredecible, se
conforman casi la totalidad de la experiencia humana. convirtió para nuestros primitivos antecesores en una
Sin embargo, no cabe duda de que los seres sensibles fuente ominosa y omnipotente de castigos y de favores
siempre estarán entre nosotros, y a veces una curiosa que se dispensaban a la humanidad por motivos tan
estela de inquietud puede invadir el recóndito rincón de la inescrutables como absolutamente extraterrenales, y
mente más firme, de modo tal que ningún racionalismo o pertenecientes a unas esferas de cuya existencia nada se
análisis freudiano puede borrar por completo el sabía y en la que los humanos no tenían parte alguna.
estremecimiento causado por un susurro en el rincón de la Del mismo modo, el fenómeno de los sueños
chimenea o la soledad en un contribuyó a elaborar la
bosque sombrío. Y aquí nos noción de un mundo irreal y
encontramos con un modelo espiritual, y, en general,
psicológico o tradicional tan todas las condiciones de la
genuino y tan vida salvaje en la alborada de
profundamente enraizado en la humanidad condujeron
la experiencia mental como hacia el sentimiento de lo
puedan serlo otros modelos sobrenatural de una manera
o tradiciones de la tan poderosa, que no
humanidad; un elemento podemos asombrarnos al
paralelo a los sentimientos considerar cuan
religiosos e íntimamente profundamente la especie
vinculado con muchos de humana esta saturada del
sus aspectos, participando en antiguo legado de
tal medida de nuestro legado religiosidad y superstición. Y
biológico que difícilmente bajo un punto de vista
pierda su poderosa estrictamente científico esta
influencia en una parte saturación debemos
minoritaria, aunque Landscape 001 comprenderla como un
importante, de nuestra elemento permanente en lo
especie. que respecta al subconsciente y a los instintos más
Los primeros instintos y emociones del ser humano profundos del ser humano; pues aunque la esfera de lo
forjaron su respuesta al ámbito en que se hallaba sumiso. desconocido ha ido reduciéndose a través de los milenios,
Los sentimientos definidos basados en el placer y el dolor un abismo insondable de misterio sigue envolviendo al
nacían en torno a los fenómenos comprensibles, mientras cosmos, mientras que un vasto residuo de asociaciones
que alrededor de los fenómenos incomprensibles se tejían tenebrosas y titánicas continúa aferrándose a todos los
las personificaciones, las interpretaciones maravillosas, elementos y procesos que antaño eran completamente
las sensaciones de miedo y terror tan naturales en una raza incomprensibles. Ahora, por supuesto, esos fenómenos
cuyos conceptos eran elementales y su experiencia pueden explicarse perfectamente. Pero más allá de todo

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esto, existe una fijación fisiológica de los primitivos Roland; a Henry James y su Otra vuelta de tuerca; al
sustentos en nuestro tejido nervioso, que puede médico y escritor norteamericano Oliver Wendell
sensibilizarlos oscuramente aun cuando la mente Holmes, con su inteligente novela Elsie Venner; a Francis
consciente se libere de todas las fuentes de lo maravilloso. Marion Crawford (La litera superior) y tantos otros
Las angustias y el peligro de muerte se graban con ejemplos, como el caso de la asistente social Charlotte
mayor fuerza en nuestros recuerdos que los momentos Perkins Gilman y su relato The Yellow Wall Paper (El
placenteros; del mismo modo los aspectos tenebrosos y empapelado amarillo) mientras el humorista W. W.
maléficos del misterio cósmico ejercen una fascinación Jacobs escribía su melodramático cuento titulado La pata
más poderosa sobre nuestros sentimientos que los de mono.
aspectos beneficiosos. Estos últimos han sido acogidos y Pero no hay que confundir este tipo de literatura de
formalizados por los rituales religiosos convencionales, terror con otra especie que aunque superficialmente
mientras que los primeros han alimentado al folklore similar, es bien distinta desde el punto de vista
popular. Esta fascinación se agudiza asimismo por el psicológico: me refiero a la literatura macabra con efectos
hecho de que la incertidumbre y el peligro unidos a
cualquier vislumbre de lo desconocido, conforman un
universo de amenazas espirituales de índole maléfica. Y si “... la maligna violación o
a esa sensación de temor numinoso se le agrega la derrota de las leyes inmutables
irresistible atracción por lo maravilloso, entonces nace un de la naturaleza, las cuales
complejo sistema de agudas emociones y de excitación representan nuestra única
imaginativa cuya vitalidad, ha de perdurar tanto como la salvaguardia contra la invasión
propia raza humana. Los niños siempre sentirán miedo a del caos...”
la oscuridad, y el adulto, a merced de los impulsos
hereditarios, siempre se estremece al pensar en los de horror físico. Esos escritos, al igual que las fantasías

mundos insondables preñados de vida extraña, que ligeras y humorísticas en donde el malicioso guiño del

habitan loa espacios interplanetarios, o en las dimensiones autor intenta escamotear el auténtico sentido de los

impías que rodean a nuestra tierra vislumbradas sólo en elementos sobrenaturales, no pertenecen a la literatura del

momentos de locura. terror cósmico en su más puro sentido. Los genuinos

A partir de tales conceptos, no cabe asombrarse de la cuentos fantásticos incluyen algo más que un misterioso

existencia de una literatura relacionada al terror cósmico. asesinato, unos huesos ensangrentados o unos espectros

Siempre existió y siempre existirá, y no hay mejor prueba agitando sus cadenas según las viejas normas. Debe

de su tenacidad como el impulso que mueve a ciertos respirarse en ellos una definida atmósfera de ansiedad e

escritores a extraviarse de los caminos trillados para inexplicable temor ante lo ignoto y el más allá; ha de

probar su ingenio en textos aislados, como si desearan insinuarse la presencia de fuerzas desconocidas, y sugerir,

alejar de sus rosales sombras fantasmagóricas que de otra con pinceladas concretas, ese concepto abrumador para la

manera seguirían acosándoles. Y así tenemos a Charles mente humana: la maligna violación o derrota de las leyes

Dickens imaginando varios relatos sobrenaturales; a inmutables de la naturaleza, las cuales representan nuestra

Robert Browning escribiendo su horrible poema Childe única salvaguardia contra la invasión del caos y los
demonios de los abismos exteriores.

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Por supuesto no todos los cuentos fantásticos se una actitud de aprensión frente al avance insidioso del
ajustan a un determinado modelo teórico. La mente espanto, como si se estuviese escuchando el batir de unas
creativa es despareja y la mejor de las estructuras tiene su alas tenebrosas o el movimiento de criaturas informes en
punto ciego. Además, buena parte de ellos son el el límite más remoto del universo conocido. Y
resultado de ciertos efectos memorables que surgen del naturalmente, cuanto mejor se logre evocar esa atmósfera
subconsciente o han sido elaborados a partir de las más a lo largo de todo el cuento, tanto mejor será su efecto
variadas fuentes. La atmósfera es siempre el elemento artístico en ese tipo de literatura.
más importante, por cuanto el criterio final de la
autenticidad de un texto no reside en su argumento, sino II
en la creación de un estado de ánimo determinado. Por lo Los orígenes del cuento de terror
general, un cuento macabro que trata de enseñar o
fomentar un efecto de tipo social, o un relato cuyos Al ser una forma literaria tan íntimamente
horrores se pueden explicar por medios naturales, no es relacionadas a las emociones primitivas, el evento de
un auténtico cuento de espanto cósmico. No obstante, hay terror es tan antiguo como el pensamiento y el habla
que admitir que tales relatos poseen, en algunos pasajes, humanos.
matices ambientales que responden a las condiciones que El horror cósmico figura preponderantemente en el
ya hemos mencionado. antiguo folklore de todas las razas y cristalizó en las
Podemos juzgar un cuento fantástico, entonces, no a baladas, crónicas y escrituras sagradas. Era, sin duda, un
través de las intenciones del rasgo primordial de los rituales
autor o a la pura mecánica del mágicos, con sus invocaciones
relato, sino a través del nivel de demonios y espectros, y que
emocional que es capaz de alcanzaron su mayor desarrollo
suscitar por medio de sus más en Egipto y entre los pueblos
pequeñas sugerencias semíticos. Fragmentos tales
sobrenaturales. Si es capaz de como el Libro de Enoch y el
enervar las sensaciones Claviculae de Salomón ilustran
adecuadas, su "efecto" lo hace claramente la pujanza de los
merecedor de los atributos de elementos sobrenaturales en las
la literatura fantástica, sin mentes del Oriente antiguo, y
importar los medios sobre esas ideas se asentaban
utilizados. El único unas tradiciones cuyos ecos se
comprobante de lo han extendido hasta nuestros
auténticamente sobrenatural días. Esos temores
es el siguiente: saber si suscita trascendentales se reflejan
o no en el lector un profundo asimismo en la literatura
sentimiento de inquietud al clásica de Occidente, y se
contacto con lo desconocido, acentuaba mucho más aún en la
Necronomicon 004

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tradición de las baladas legendarias paralela a la corriente de un riquísimo acervo de leyendas mágicas, y además
clásica, pero que desapareció por falta de testimonios dio impulso a la demencial persecución de las hechiceras
escritos. La Edad Media, sumida en fantásticas tinieblas, cuyo resultado en Norteamérica fue el famoso caso de las
dio un gran impulso a las representaciones brujas de Salem. Similar en su esencia y tal vez vinculado
trascendentales, y tanto en Oriente como en Occidente se directamente con dicho culto, era la siniestra cofradía de
trató de preservar y ampliar el sombrío legado extraído los adoradores de Satanás, teología invertida que originó
tanto del folklore como de la magia y los textos los horrores de las afamadas "Misas negras"; en un sesgo
cabalísticos, que había llegado hasta ellos. Las brujas, los de la misma tendencia podemos incluir a las actividades
hombres-lobos, los vampiros y otras criaturas de quienes perseguían unos objetivos más o menos
tremebundas, estaban en labios de las ancianas y también científicos y filosóficos, tales como los astrólogos,
de los poetas populares, y era muy corto el paso que cabalistas y alquimistas del tipo de Alberto Magno o
faltaba dar para rebasar los límites que separaban a los Raimundo Lulio, que abundaban en aquellos tiempos. El
relatos orales de la composición literaria. En Oriente, los
cuentos sobrenaturales tendían a un virtuosismo pleno de
matices que casi los transmutaba en la más pura fantasía. “De ese fértil terreno se
En cambio, en Occidente, entre los místicos teutones que nutrieron los temas y los
habían llegado desde sus tenebrosas selvas boreales y los personajes de las leyendas y
celtas con sus extraños rituales druídicos, las leyendas mitos tenebrosos que perduraron
sobrenaturales asumían una intensidad ominosa y se en la literatura fantástica hasta
rodeaban de una atmósfera de convincente gravedad que nuestros días...”
duplicaba la potencia de unos horrores a medio explicar y
apenas insinuados. predominio y arraigo de lo terrorífico en la Europa

Gran parte del trasfondo del folklore occidental y de medieval, intensificado por la desesperación causada por

los cantos sobrenaturales provenía incuestionablemente de los azotes de la peste, puede ejemplificarse con claridad a

las leyendas acerca de los cultos antiquísimos y terribles, través de las grotescas esculturas introducidas en la

cuyos adoradores -procedentes de las épocas pre-Aria y mayoría de las obras religiosas del último período del

pre-agrícola, cuando una raza colonizadora de gótico; las demoníacas gárgolas de la iglesia de Nôtre

mongoloides invadió Europa con sus rebaños- practicaban Dame en París y del Mont Saint Michel figuran entre los

los ritos de fecundidad. Este culto secreto, transmitido de ejemplos más famosos1. Y a lo largo de toda esa época, es

generación en generación durante milenios, pese a la importante recordar que tanto la gente ilustrada como el

dominación de las religiones druídica, grecorromana y populacho creían firmemente en todas las manifestaciones

cristiana, estaba marcado por el salvaje "aquelarre de sobrenaturales, desde las más dulces doctrinas del

brujas" que tenía lugar en los bosques y las colinas cristianismo hasta las mayores monstruosidades de la

remotas durante la noche de Walpurgis y también durante hechicería y la magia negra. Ello explica, en parte, el

la noche de Todos los Santos, que constituyen las surgimiento y la casi universal fama de los magos y

temporadas tradicionales para la reproducción de las 1


Un estudio fundamental para esa manifestación del arte
cabras y las ovejas. Este culto se convirtió en el manantial europeo es el libro de J. Baltrusaitis La edad media
fantástica.

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alquimistas del Renacimiento: Nostradamus, Trithemius, de lo sobrenatural en los escritos de la antigüedad. Es
el doctor John Dee, Robert Fludd y otros. bastante curioso, sin embargo, que la mayoría de los
De ese fértil terreno se nutrieron los temas y los ejemplos de la literatura clásica estén en prosa, tales como
personajes de las leyendas y mitos tenebrosos que el caso del hombre lobo relatado por Petronio, las pasajes
perduraron en la literatura fantástica hasta nuestros días, aterradores en Apuleyo, la breve pero famosa carta de
disfrazados o alterados por la sofisticación moderna. Plinio a Sara, y la extraña compilación titulada De los
Muchos de ellos provienen de las fuentes orales más hechos maravillosos del griego Flegon, escrita durante la
primitivas y forman parte del legado permanente de la época del emperador Adriano. En Flegon encontramos
humanidad. El espectro que por vez primera el cuento de la
aparece para exigir la novia fantasma, Philinnon y
inhumación de sus restos, el Machates, más tarde relatado
amante duende que regresa por Proclo y que en la época
para llevarse a su enamorada, moderna inspiraría a Goethe su
el espíritu de la muerte o balada La novia de Corinto y a
psicopompo que cabalga en el Washington Irving el relato
viento nocturno, el hombre Aventura de un estudiante
lobo, la habitación sellada, el alemán. Pero en la época en
brujo inmortal, todos ellos que los antiguos mitos nórdicos
figuran en esa galería tan asumen una forma literaria y
curiosa de la ciencia medieval cuando mas tarde los temas
que Sabine Baring-Gould sobrenaturales surgen en ella,
supo compilar tan los hallamos principalmente en
2
eficazmente en su obra . su poesía, del mismo modo que
En todos los lugares en gran parte de la literatura
donde predominaba la mística imaginativa del Medioevo y el
sangre nórdica, la atmósfera Renacimiento.
de los cuentos populares es Los Eddas y las Sagas
más intensa, mientras que en escandinavas retumban de
Poltergeist II: The Great Beast 13
las razas latinas encontramos horror cósmico y nos
un matiz de racionalidad que le quita a sus supersticiones estremecen con el espanto de Ymir y sus monstruosos
-aun a las más extrañas- mucho del encanto tan engendros; mientras que el Beowulf anglosajón y el
característico de las leyendas nacidas en los bosques y los germánico Nibelungo nos entregan variedad de brujerías y
hielos del Norte. terrores nocturnos. Dante es uno de los primeros poetas
La poesía es siempre la primera expresión literaria de que captura en versos clásicos la atmósfera macabra y en
los pueblos, y es en ella donde encontraremos la irrupción las estrofas de Spencer hay más de una pincelada de
horror fantástico en la descripción de los paisajes y los
2
Curious Myths of the Middle ages. Véase también del personajes. En prosa nos encontramos con La muerte de
mismo autor The Book of Were-Wolves (1865).

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Arturo de Thomas Malory, en la cual hay muchas escenas mujer que visita a una amiga, y utilizado como publicidad
extraídas de las antiguas baladas, tales como el robo de la para poder vender una barata y aburrida disquisición
espada del cadáver por parte de Sir Lancelot en la Capilla teológica sobre la muerte.
Peligrosa, el espectro de Sir Gawain y el demonio de la Por esa época, la sociedad culta iba perdiendo la fe en
tumba vislumbrado por Sir Galahad; mientras que otros lo sobrenatural, inclinándose por el racionalismo, pero ya
elementos literarios más toscos se popularizaban en libros a comienzos del siglo XVIII se insinuaba un renacer de
baratos y sensacionalistas vendidos por los buhoneros y los sentimientos románticos, comenzando con la
devorados por el vulgo. En los dramas isabelinos, como el traducción de algunos relatos orientales bajo el reinado de
Doctor Fausto de Marlowe, en las brujas de Macbeth, en Ana y continuando con la poesía, en expresiones que
el fantasma de Hamlet y en las macabras obras de John cobraban nuevos matices de extrañeza, de maravilla y
Webster, podemos observar claramente la fuerte estremecimiento. Despertaba la era romántica, con su
influencia de lo demoníaco en la mente del pueblo; una exaltación de la naturaleza, la irradiación de los
influencia agudizada por el genuino temor a la magia esplendores del pasado, de los paisajes extraños, las
negra engendrado por la superstición y el fanatismo gestas temerarias y los prodigios increíbles. Y finalmente,
religioso, cuyos terrores asolaron el continente y tras la tímida aparición de algunas escenas fantásticas en
comenzaron a resonar en los oídos ingleses a medida que las novelas de la época, como por ejemplo Adventures of
iba progresando la cacería de brujas bajo el reinado de Ferdinand, Count Fathom de Tobías Smollett, el instinto
Jaime I. A la prosa mística del pasado se fue agregando de lo maravilloso cristalizó en el surgimiento de una
una larga serie de tratados de hechicería que mucho nueva moda literaria: novela "Gótica", plena de horror y
hicieron por exaltar la imaginación de los lectores. fantasía, cuya progenie habría de ser numerosa y, en
A lo largo de los siglos XVII y XVIII nos encontramos muchos casos, resplandeciente de mérito artístico. No deja
ante una gran cantidad de leyendas y baladas tan fugaces de ser francamente asombroso, cuando se medita en ello,
como tenebrosas que, sin embargo, no alcanzan a que la literatura fantástica como forma literaria
incorporarse a la corriente de la literatura culta. Los establecida y reconocida, tardara tanto en nacer y
folletos vendidos por los buhoneros en las aldeas, con afincarse definitivamente. Los sentimientos que forman
relatos macabros y sobrenaturales, iban multiplicándose y su esencia son tan viejos como el hombre, pero es un
alimentando el ávido interés del público por obras tales hecho que los típicos relatos sobrenaturales son, para la
como La aparición de la señora Veal de Daniel Defoe, un literatura, un vástago del siglo XVIII.
cuento basado en un hecho real acerca del espectro de una

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ELP IV, por H. R. Giger.

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Edgar A. Poe
Por Charles Baudelaire

…algún maestro desventurado a quien la inexorable Fatalidad


ha perseguido encarnizada, cada vez más encarnizada, hasta que
sus cantos no tengan más que un solo estribillo, hasta que los
cantos fúnebres de su Esperanza hayan adoptado este melancólico
estribillo: «¡Nunca! ¡Nunca más!»
EDGAR A. POE, El cuervo

En su trono de bronce el Destino se burla,


de amarga hiel empapando su esponja,
y la Necesidad es para ellos tenaza.
THÉOPHILE GAUTIER, Tinieblas

En estos últimos tiempos compareció ante nuestros destinadas al altar, condenadas a ir hacia la muerte y hacia
tribunales un desdichado cuya frente estaba marcada por la gloria a través de sus propias ruinas? La pesadilla de las
un raro y singular tatuaje. ¡Desafortunado! Llevaba él así Tinieblas, ¿asediará eternamente a esas almas elegidas?
encima de sus ojos la etiqueta de su vida, como un libro En vano se agitan, en vano se forman para el mundo, para
su título, y el interrogatorio demostró que aquel extraño sus previsiones y asechanzas; perfeccionarán la prudencia,
rótulo era cruelmente verídico. Hay en la historia literaria taparán todas las salidas, acolcharán las ventanas contra
destinos análogos, verdaderas condenas, hombres que los proyectiles del azar; pero el Diablo entrará por el
llevan las palabras «mala suerte» escritas en caracteres agujero de la cerradura. Una perfección será la falla de su
misteriosos sobre las arrugas sinuosas de su frente. El coraza, y una cualidad superlativa, el germen de su
ángel ciego de la expiación se ha apoderado de ellos y los condenación.
azota con uno y otro brazo para ejemplo edificante de los
demás. En vano su vida revela talento, virtudes, gracia: la Para romperla, el águila, desde lo alto del cielo,
sobre su frente al aire soltará la tortuga,
sociedad tiene para ellos un anatema especial y acusa en
pues ellos deben perecer fatalmente.
ellos las lesiones que les ha causado. ¿Qué no hizo
Hoffmann para desarmar al Destino, y qué no realizó
Su destino está escrito en toda su contextura, brilla con
Balzac para conjurar la fortuna? ¿Existe, pues, una
siniestro resplandor en sus miradas y en sus gestos,
Providencia diabólica que prepara la desgracia desde la
circula por sus arterias con cada uno de sus glóbulos
cuna, que arroja con premeditación naturalezas
sanguíneos.
espirituales y angélicas en medios hostiles, como a
Un célebre escritor de nuestro tiempo ha escrito un
mártires en los circos? ¿Existen, pues, almas santas y
libro para demostrar que el poeta no podía encontrar buen

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acomodo ni en una sociedad democrática ni en una ser un autor de dinero (a money making author). Otro —
aristocrática, no más en una república que en una éste un cínico ingenuo—, que, por bello que sea el genio
monarquía absoluta o templada. ¿Quién ha sabido, pues, de Poe, más le hubiera valido tener sólo talento, ya que el
replicarle perentoriamente? Yo aporto hoy una nueva talento se cotiza más fácilmente que el genio. Otro, que ha
leyenda en apoyo de su tesis y añado un nuevo santo al dirigido diarios y revistas, un amigo del poeta, confiesa
martirologio; debo escribir la historia de uno de esos que resultaba difícil utilizarle, y que se veía uno obligado
ilustres desventurados, demasiado rica en poesía y pasión, a pagarle menos que a otros, porque escribía con un estilo
que ha venido, después de tantos otros, a hacer en este demasiado por encima del vulgo. «¡Qué tufo a
bajo mundo el rudo aprendizaje del genio entre las almas trastienda!», como decía Joseph de Maistre.
inferiores. Algunos se han atrevido a más, y uniendo la falta de
¡Lamentable tragedia la vida de Edgar A. Poe! ¡Su inteligencia más abrumadora de su genio a la ferocidad de
muerte, horrible desenlace, cuyo horror aumenta con su la hipocresía burguesa, le han insultado a porfía, y
trivialidad! De todos los documentos que he leído he después de su repentina desaparición, han vapuleado
sacado la convicción de que los Estados Unidos sólo ásperamente ese cadáver; en especial, el señor Rufus
Griswold, que, para aprovechar aquí la frase vengativa del
señor George Graham, ha cometido así una infamia
“Edgar A. Poe y su patria no inmortal. Poe, experimentando quizá el siniestro
estaban al mismo nivel. Los presentimiento de un final repentino, había designado a
Estados Unidos son un país los señores Griswold y Willis para ordenar sus obras,
gigantesco e infantil”. escribir su vida y restaurar su memoria. Ese pedagogo-
vampiro ha difamado ampliamente a su amigo en un
fueron para Poe una vasta cárcel, que él recorría con la
enorme artículo mediocre y rencoroso, que precisamente
agitación febril de un ser creado para respirar en un
encabeza la edición póstuma de sus obras. ¿No existe,
mundo más elevado que el de una barbarie alumbrada con
pues, en América una disposición que prohíba a los perros
gas, y que su vida interior, espiritual, de poeta, o incluso
la entrada en los cementerios? En cuanto al señor Willis,
de borracho, no era más que un esfuerzo perpetuo para
ha demostrado, por el contrario, que la benevolencia y el
huir de la influencia de esa atmósfera antipática.
decoro van siempre de consuno con el verdadero talento,
Implacable dictadura la de la opinión de las sociedades
y que la caridad con nuestros semejantes, que es un deber
democráticas; no imploréis de ella ni caridad ni
moral, es también uno de los mandamientos del gusto.
indulgencia, ni flexibilidad alguna en la aplicación de sus
Hablad de Poe con un americano: confesará acaso su
leyes a los casos múltiples y complejos de la vida moral.
genio, y hasta puede que se muestre orgulloso de él; pero
Diríase que del amor impío a la libertad ha nacido una
en tono sardónico, superior, que deja traslucir al hombre
nueva tiranía: la tiranía de las bestias, o zoocracia, que por
positivo, os hablará de la vida disoluta del poeta, de su
su insensibilidad feroz se asemeja al ídolo de Juggernaut.
aliento alcoholizado que hubiera ardido con la llama de
Un biógrafo nos dirá seriamente —bienintencionado es el
una vela, sus hábitos de vagabundo. Os dirá que era un ser
buen hombre— que Poe, de haber querido regularizar su
errante y heteróclito, un planeta desorbitado que rondaba
genio y aplicar sus facultades creadoras de una manera
sin cesar desde Baltimore a Nueva York, desde Nueva
más apropiada al suelo americano, hubiese podido llegar a

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York a Filadelfia, desde Filadelfia a Boston, desde Boston declaraba que la gran desgracia de su país era no poseer
a Baltimore, desde Baltimore a Richmond. Y si, con el una aristocracia racial, dado, decía él, que en un pueblo
corazón conmovido por esos preludios de una historia sin aristocracia el culto de lo Bello sólo puede
desconsoladora, dais a entender que tal vez no sea corromperse, aminorarse y desaparecer; que acusaba en
solamente culpable el individuo, y que debe de ser difícil sus conciudadanos, hasta en su lujo enfático y costoso,
pensar y escribir cómodamente en un país donde hay todos los síntomas del mal gusto característico de los
millones de soberanos —un país sin capital, hablando con advenedizos; que consideraba el Progreso, la gran idea
propiedad, y sin aristocracia—, entonces veréis sus ojos moderna, como un éxtasis de papanatas, y que
desorbitarse y despedir rayos, la denominaba los
baba del patriotismo doliente subir perfeccionamientos de la mansión
a sus labios, y América, por su humana cicatrices y
boca, lanzar injurias a Europa, su abominaciones rectangulares—,
vieja madre, y a la filosofía de los Poe era allá un cerebro
antiguos días. singularmente solitario. No creía
Repito que, por mi parte, he más que en lo inmutable, en lo
adquirido la convicción de que eterno, en el self-same, y gozaba
Edgar A. Poe y su patria no —¡cruel privilegio en una
estaban al mismo nivel. Los sociedad enamorada de sí
Estados Unidos son un país misma!— de ese grande y recto
gigantesco e infantil, envidioso, sentido a lo Maquiavelo que
naturalmente, del viejo continente. marcha ante el sabio como una
Orgulloso de su desarrollo columna luminosa a través del
material, anormal y casi desierto de la Historia. ¿Qué
monstruoso, ese recién llegado a la hubiera pensado, qué hubiera
Historia tiene una fe ingenua en la escrito el infortunado, si hubiese
omnipotencia de la industria; está oído a la teóloga del sentimiento
convencido, como algunos suprimir el Infierno por amor al
desdichados entre nosotros, de que género humano, al filósofo de la
acabará por tragarse al Diablo. cifra proponer un sistema de
¡Tienen allá un valor tan grande el seguros, una suscripción de cinco
tiempo y el dinero! La actividad céntimos por cabeza ¡para la
material, exagerada hasta adquirir supresión de la guerra y la
las proporciones de una manía abolición de la pena de muerte y
nacional, deja en los espíritus muy de la ortografía, esas dos locuras
poco sitio para las cosas no correlativas!, y a tantos y tantos
terrenas. Poe, que era de buena otros enfermos que escriben, «con
casta —y que, por lo demás, la oreja inclinada hacia el viento»,

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fantasías giratorias, tan flatulentas como el elemento que de simbolizar el duelo y el dolor. Esos hombres, de
se las dicta? Si añadís a esta visión impecable de la apariencia a veces enfermiza, están forjados como atletas,
verdad, auténtica dolencia en ciertas circunstancias, una son aptos para la orgía y para el trabajo, prontos a los
delicadeza exquisita de sentidos a la que atormentaría una excesos y capaces de asombrosas sobriedades.
nota falsa, una finura de gusto a la que todo, excepto la Hay algunos puntos relativos a Edgar A. Poe sobre los
exacta proporción, sublevara, un amor insaciable a lo cuales existe un acuerdo unánime, como, por ejemplo, su
Bello, que había adquirido la potencia de pasión morbosa, elevada distinción natural, su elocuencia y su belleza, de
no os extrañará que para un hombre semejante la vida la que, según dicen, se sentía un tanto vanidoso.
llegara a ser un infierno y que haya acabado mal; os Sus maneras, mezcla singular de altivez y de dulzura
admirará que haya él podido durar tanto tiempo. exquisita, estaban llenas de firmeza. Su fisonomía, sus
andares, sus gestos, sus movimientos de cabeza, todo le
señalaba, máxime en sus días buenos, como un ser
elegido. Toda su persona respiraba una solemnidad
“Apareció él con su bella y penetrante. Estaba, en realidad, marcado por la
orgullosa cabeza, sus ojos sombríos Naturaleza, como esas figuras de viandantes que atraen la
que lanzaban una luz elegida, una mirada del observador y preocupan su memoria. El propio
luz de sentimiento y de pedante y agrio Griswold confiesa que, cuando fue a
pensamiento”. visitar a Poe y le encontró pálido y enfermo aún por la
muerte y la enfermedad de su mujer, se sintió conmovido
en alto grado no sólo por la perfección de sus modales,
sino también por su fisonomía aristocrática, por la

La vida de Poe, sus costumbres, sus modales, su ser atmósfera perfumada de su habitación, muy

físico, todo lo que constituye el conjunto de su modestamente amueblada. Griswold ignora que el poeta

personalidad, se nos aparece como algo tenebroso y posee más que todos los otros hombres ese maravilloso

brillante a la vez. Su persona era singular, seductora, y, privilegio, atribuido a la mujer parisiense y a la española,

como sus obras, estaba marcada por un indefinible sello de saber adornarse con nada, y que Poe, enamorado de lo

de melancolía. Por lo demás, él se hallaba notablemente Bello en todas las cosas, hubiese encontrado el arte de

dotado en todos los sentidos. De joven había demostrado transformar una choza en un palacio de nueva clase. ¿No

una rara aptitud para todos los ejercicios físicos, y aun ha escrito, con el talento más original y curioso, proyectos

siendo pequeño de estatura, con pies y manos femeniles, de mobiliarios, planos de casas de campo, de jardines y de

mostrando todo su ser ese carácter de delicadeza reformas de paisajes?

femenina, era más que robusto y capaz de maravillosas Existe una carta encantadora de la señora Frances

pruebas de fuerza. En su juventud ganó una apuesta como Osgood, que fue una de las amigas de Poe, y que nos da

nadador que supera la medida ordinaria de lo posible. sobre sus costumbres, sobre su persona y sobre su vida

Diríase que la Naturaleza da a aquellos de quienes quiere doméstica los más curiosos detalles. Esta dama, que era

conseguir grandes cosas un temperamento enérgico, así también una escritora distinguida, niega valientemente

como da una poderosa vitalidad a los árboles encargados todos los vicios y todas las faltas achacados al poeta.

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«Con los hombres —dice a Griswold—, quizá fuese para mí bajo su mejor aspecto. Bromista, afectuoso,
como usted le describe, y como hombre puede usted tener ingenioso; tan pronto dócil como indómito, lo mismo que
razón. Pero yo afirmo el hecho de que con las mujeres era un niño mimado, tenía siempre para su joven, dulce y
muy distinto, y de que nunca ha habido mujer alguna que adorada mujer, y para todos los que acudían, aun en
haya conocido a Mr. Poe que no haya experimentado medio de sus más fatigosas labores literarias, una palabra
hacia él un profundo interés. Siempre se me apareció amable, una sonrisa benévola, atenciones graciosas y
como un modelo de elegancia, de distinción y de corteses. Se pasaba horas interminables ante su mesa, bajo
generosidad… el retrato de su Leonora, la amada y la muerta, siempre
«La primera vez que nos vimos fue en Astor House. asiduo, siempre resignado y fijando con su admirable letra
Willis me había dado en casa El cuervo, sobre el cual el las brillantes fantasías que cruzaban su asombroso
autor, me dijo, deseaba cerebro, sin cesar en alerta.
conocer mi opinión. La música Recuerdo haberle visto una
misteriosa y sobrenatural de mañana más alegre y jovial
ese poema extraño me penetró que de costumbre. Virginia, su
tan íntimamente, que, cuando dulce mujer, me había rogado
supe que Poe deseaba serme que fuese a verlos, y me era
presentado, experimenté un imposible resistir sus ruegos…
sentimiento singular que se Le encontré trabajando en la
asemejaba al espanto. serie de artículos que ha
Apareció él con su bella y publicado bajo el título The
orgullosa cabeza, sus ojos Literature of New York. “Vea
sombríos que lanzaban una luz usted —me dijo, desplegando
elegida, una luz de sentimiento con una risa triunfal varios
y de pensamiento; con sus pequeños rollos de papel
maneras que eran una mezcla (escribía sobre tiras estrechas,
intraducible de altivez y de sin duda para adaptar su copia
suavidad. Me saludó, Daguerrotipo de Edgar Allan Poe a la justificación de los
tomado por W.S. Hartshorn
tranquilo, serio, casi frío; pero diarios)—; voy a mostrarle por
bajo aquella frialdad vibraba una simpatía tan marcada, la diferencia de tamaños los diversos grados de
que no pude por menos de sentirme impresionada a fondo. estimación que tengo por cada miembro de su especie
A partir de aquel momento, hasta su muerte, fuimos literaria. En cada uno de estos papeles, uno de ustedes es
amigos…, y sé que en sus últimas palabras tuve mi parte vapuleado y discutido particularmente. ¡Ven aquí,
de recuerdo, y que él me dio, antes que su razón fuese Virginia, y ayúdame!” Y los desplegaron todos, uno por
derrocada de su trono de soberana, una prueba suprema de uno. Al final había uno que parecía interminable.
su fiel amistad. Virginia, riendo, retrocedía hasta un extremo de la
«Era, sobre todo en su interior, a la vez sencillo y habitación, cogiéndolo por una punta, y su marido hacia
poético, donde el carácter de Edgar A. Poe se mostraba otro rincón, con la otra punta. “¿Y quién es el afortunado

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—dije— que ha juzgado usted digno de esa aspecto caballeresco de Poe por las mujeres es que, pese a
inconmensurable ternura?” “¿Ustedes la oyen? ¡Como si su prodigioso talento para lo grotesco y lo horrible, no
su vanidoso corazoncito no le hubiese ya dicho que es haya en toda su obra un solo pasaje que se refiera a la
ella!” lujuria, ni siquiera a los goces sensuales. Sus retratos de
«Cuando me vi obligada a viajar por motivos de salud, mujeres están, por decirlo así, aureolados; brillan en el
sostuve una correspondencia regular con Poe, seno de un vapor sobrenatural y están pintados con la
obedeciendo en esto a las vivas instancias de su mujer, manera enfática de un adorador. En cuanto a los pequeños
quien creía que podía yo tener sobre él una influencia y un episodios novelescos, ¿puede a uno extrañarle que un ser
ascendiente saludables… En cuanto al amor y a la tan nervioso, cuya sed por lo Bello era quizá su rasgo
confianza que existían entre su mujer y él, y que eran para principal, haya cultivado a veces, con un ardor
mí un espectáculo delicioso, no podría hablar de ellos con apasionado, la galantería, esa flor volcánica, almizclada,
la convicción y el calor suficientes. No menciono algunos para quien el cerebro vehemente de los poetas es un
pequeños episodios poéticos a los cuales le impulsó su terreno predilecto?
temperamento novelesco. Creo que era la única mujer a De su singular belleza personal, a la que se refieren
quien él amó de verdad…» varios biógrafos, el espíritu puede, creo yo, hacerse una
idea aproximada recurriendo a todas las nociones vagas,
características, contenidas en la palabra romántica,
“... un hombre que, acosado por palabra que sirve generalmente para representar los
un destino inexorable, repetía a géneros de belleza que consisten sobre todo en la
menudo que la sociedad no implica expresión. Poe tenía una frente amplia, dominadora, en la
más que un tropel de miserables...” que ciertas protuberancias revelaban las facultades
desbordantes que están encargadas de representar —

En las novelas cortas de Poe no hay nunca amor. Al construcción, comparación, causalidad— y donde

menos, Ligeia, Eleonora, no son, hablando con propiedad, predominaban en un orgullo tranquilo el sentido de la

historias de amor, ya que la idea principal sobre la que idealidad, el sentido estético por excelencia. Sin embargo,

gira la obra es otra por completo. Acaso él creía que la pese a esos dones, o aun a causa de esos privilegios

prosa no es lengua a la altura de ese singular y casi exorbitantes, aquella cabeza, vista de perfil, no presentaba

intraducible sentimiento; porque sus poesías, en cambio, tal vez un aspecto agradable. Como en todas las cosas

están fuertemente saturadas de él. La divina pasión excesivas por un sentido, un déficit podía originarse de la

aparece en ellas, magnífica, estrellada, velada siempre por abundancia, una pobreza de la usurpación. Tenía unos

una irremediable melancolía. En sus artículos habla a ojos grandes, sombríos y luminosos a la vez, de un color

veces del amor como de una cosa cuyo nombre hace incierto y tenebroso, tendiendo al violeta; la nariz, noble y

temblar la pluma. En The Domain of Arnhaim afirmará sólida; la boca, fina y triste, aunque levemente sonriente;

que las cuatro condiciones elementales de la felicidad son: el cutis, moreno claro; el rostro, de ordinario, pálido; la

la vida al aire libre, el amor de una mujer, el desapego de fisonomía, un poco distraída e imperceptiblemente velada

toda ambición y la creación de una nueva Belleza. Lo que por una melancolía habitual.

corrobora la idea de la señora Frances Osgood referente al

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Su conversación era de las más notables y con un grandes y originales para quienes toda compañía era
fondo sustancioso. No era eso que se llama un charlista buena. Ciertos espíritus, solitarios en medio de la
presuntuoso —cosa horrible—, y, además, su palabra, multitud, y que se nutren en el monólogo, prescinden de
como su pluma, tenía horror a lo convencional; pero una la delicadeza en materia de público. Es, en suma, una
amplia cultura, un rico vocabulario, profundos estudios, especie de fraternidad basada en el desprecio.
impresiones recogidas en varios países, hacían de su De esa embriaguez —celebrada y reprochada con una
palabra una enseñanza. Su elocuencia, esencialmente insistencia que podría hacer creer que todos los escritores
poética, llena de método y moviéndose, empero, fuera de de los Estados Unidos, excepto Poe, son ángeles de
todo método conocido, arsenal de sobriedad— hay que hablar, no
imágenes sacadas de un mundo obstante. Existen varias versiones
poco frecuentado por la mayoría plausibles, y ninguna excluye las
de los espíritus; un arte prodigioso otras. Ante todo, estoy obligado a
para deducir de una proposición hacer observar que Willis y la
evidente y en absoluto aceptable señora Osgood afirman que una
nociones secretas y nuevas, para cantidad muy pequeña de vino o
abrir sorprendentes perspectivas; de licor bastaba para perturbar por
en una palabra, el don de extasiar, completo su organismo. Es, por
de hacer pensar, de hacer soñar, cierto, fácil de suponer que un
de arrancar las almas del fango de hombre tan verdaderamente
la rutina: tales cosas eran sus solitario, tan profundamente
deslumbradoras facultades, de las desdichado, y que pudo considerar
que muchas personas han con frecuencia todo el sistema
conservado recuerdo. Pero social como una paradoja y una
sucedía a veces —eso cuentan, al impostura; un hombre que,
menos— que el poeta, acosado por un destino inexorable,
complaciéndose en un capricho repetía a menudo que la sociedad
destructor, arrastraba de nuevo no implica más que un tropel de
con brusquedad a sus amigos a la miserables (Griswold refiere esto
tierra por obra de un cinismo tan escandalizado como un
desconsolador y derrocaba, brutal, hombre que puede pensar lo
su obra, henchida de mismo, pero que no lo dirá
espiritualidad. Hay, por lo demás, nunca); es natural, digo, suponer
que señalar una cosa: que era muy que ese poeta, muy infantil en los
poco exigente en la elección de azares de la vida libre, con el
sus oyentes, y creo que el lector cerebro cercado por un trabajo
encontrará sin dificultad en la áspero y continuo, haya buscado
Historia otras inteligencias algunas veces una voluptuosidad

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de olvido en las botellas. Rencores literarios, vértigos del precedió o siguió a alguna de sus crisis; que después de la
infinito, dolores hogareños, insultos de la miseria. publicación de Eureka se entregó lamentablemente a su
Poe huía de todo ello en la negrura, como de una inclinación, y que en Nueva York, la mañana misma en
tumba preparatoria, de la borrachera. Pero, por buena que que aparecía El cuervo, cuando el nombre del poeta
parezca semejante explicación, no la encuentro lo bastante estaba en todas las bocas, él cruzaba Broadway
amplia, y desconfío de ella a causa de su deplorable tambaleándose de un modo bochornoso. Observen ustedes
simplicidad. que las palabras precedido o seguido implican que la
He sabido que él no bebía como un ansioso, sino como embriaguez podía servir de excitante lo mismo que de
un bárbaro, con una actividad y una economía de tiempo descanso.
totalmente americanas, como si realizase una función Ahora bien: es indudable que —parecidas a esas
homicida, como si tuviese algo en él que matar, a worm impresiones fugaces y chocantes, tanto más chocantes en
that would not die. Se cuenta, además, que un día, en el sus reapariciones cuanto más fugaces son, que siguen a
momento de volver a casarse (habían corrido las veces a un síntoma exterior, especie de advertencia como
el sonido de una campana, una nota musical o un perfume
olvidado, las cuales son también seguidas de un suceso
“...el espíritu puede experimentar análogo a otro suceso ya conocido y que ocupaba el
esa gran angustia, ese miedo mismo lugar en una cadena anteriormente revelada;
pronto a las lágrimas y ese semejantes a esos singulares sueños periódicos que se
malestar del corazón...” repiten cuando dormimos— existen en la borrachera no
sólo encadenamientos de sueños, sino una serie de
amonestaciones, y cuando le felicitaban por aquel enlace razonamientos que necesitan, para reproducirse, del
que le aportaba las más elevadas condiciones de felicidad medio que les ha dado origen. Si el lector me ha atendido
y de bienestar, habría él dicho: «Es posible que hayan sin repugnancia habrá adivinado ya mi conclusión: creo
corrido las amonestaciones; pero fíjense bien en esto: ¡no que en muchos casos —no en todos, ciertamente— la
me casaré!»), fue con una borrachera atroz a escandalizar embriaguez de Poe era un medio mnemotécnico, un
en la vecindad de la que debía ser su mujer, recurriendo método de trabajo, método enérgico y mortal, pero
así a su vicio para librarse de un perjurio hacia la pobre apropiado a su naturaleza apasionada. El poeta había
muerta, cuya imagen vivía siempre en él y a quien había aprendido a beber, como un escritor escrupuloso se
cantado a maravilla en su Annabel Lee. Considero, pues, ejercita llenando cuadernos de notas. No podía resistir el
en un gran número de casos el hecho infinitamente deseo de hallar de nuevo las visiones maravillosas o
precioso de premeditación como es sabido y comprobado. aterradoras, las concepciones sutiles que había encontrado
Leo, por otra parte, en un largo artículo de Southern en una tempestad precedente: eran viejas amistades que le
Literary Messenger —esa misma revista cuya fortuna atraían, imperativas, y para reanudar su relación con ellas
había él iniciado— que jamás la pureza y la perfección de tomaba el camino más peligroso, pero el más directo. Una
su estilo, jamás la claridad de su pensamiento y su ardor parte de lo que hoy produce nuestro goce es lo que le
en el trabajo fueron alterados por esa terrible costumbre; mató.
que la confección de la mayoría de sus excelentes trozos

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ha permitido pintar y explicar de una manera impecable,
sorprendente, terrible, la excepción en el orden moral.
Diderot, para escoger un ejemplo entre cientos, es un
Me sería difícil quizá, pero no imposible, esclarecer su
autor sanguíneo. Poe es el escritor de los nervios, e
método, explicar su procedimiento, sobre todo en la parte
incluso de algo más, y el mejor que yo conozco.
de sus obras cuyo principal efecto reside en un análisis
En él, toda entrada en materia es atrayente sin
bien manejado. Podría yo introducir al lector en los
violencia, como un torbellino. Su solemnidad sorprende y
misterios de su fabricación, extenderme largamente sobre
mantiene el espíritu alerta. Percibe uno en seguida que se
esa porción de genio americano que le hace regocijarse de
trata de algo serio. Y lentamente, poco a poco, se
una dificultad vencida, de un enigma explicado, de un
desenvuelve una historia cuyo interés todo se basa sobre
tour de force realizado; que le impulsa a divertirse con
una imperceptible desviación del intelecto, sobre una
una voluptuosidad infantil y
hipótesis audaz, sobre una
casi perversa en el mundo de
dosificación imprudente de la
las probabilidades y de las
Naturaleza en la amalgama de
conjeturas, y a crear mentiras a
las facultades. El lector,
las cuales su arte sutil presta
apresado por el vértigo, se ve
una vida verdadera. Nadie
obligado a seguir al autor en sus
negará que Poe es un
atractivas deducciones.
prestidigitador maravilloso, y sé
Ningún hombre, lo repito, ha
que otorgaba sobre todo su
contado con mayor magia las
estimación a otra parte de sus
excepciones de la vida humana
obras. Tengo que hacer algunas
y de la Naturaleza, los ardores
observaciones más importantes,
de curiosidad de la
muy breves, en suma.
convalecencia, los finales de
No es por sus milagros
estación cargados de
materiales, que le han dado,
esplendores enervantes, los
empero, su fama, por lo que él
tiempos cálidos, húmedos y
conquistará la admiración de las
brumosos, en que el viento del
gentes que piensan, sino por su Retrato de Edgar Allan Poe
por Oscar Halling Sur ablanda y afloja los nervios
amor a lo Bello, por su
como las cuerdas de un instrumento, en que los ojos se
conocimiento de las condiciones armónicas de la belleza,
llenan de lágrimas que no provienen del corazón; la
por su poesía profunda y gimiente, siquiera trabajada,
alucinación dejando lo primero sitio a la duda, y muy
transparente y correcta como una joya de cristal; por su
pronto convencida y razonadora como un libro; lo
admirable estilo, puro y singular —apretado como las
absurdo instalándose en la inteligencia y rigiéndola como
mallas de una cota—, complaciente y minucioso —y cuya
una lógica espantosa, la histeria usurpando el sitio de la
más ligera intención sirve para llevar suavemente al lector
voluntad, la contradicción asentada entre los nervios y el
hacia un fin deseado—, y, en fin, sobre todo, por ese
espíritu, y el hombre desacorde hasta el punto de expresar
genio especialísimo, por ese temperamento único que le

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el dolor con la risa. Él analiza lo que hay de más fugaz, participa de la naturaleza de los seres vivos, y, como ellos,
sopesa lo imponderable y describe en una forma se estremece con un temblor sobrenatural y galvánico. El
minuciosa y científica, cuyos efectos son terribles, toda espacio se ahonda por el opio; el opio da en él un sentido
esa parte imaginaria que flota en torno al hombre nervioso mágico a todos los tonos, y hace vibrar todos los ruidos
y le hace acabar mal. con una sonoridad más significativa. A veces, lejanías
El ardor mismo con que se arroja a lo grotesco por magníficas, henchidas de luz y de color, se abren de
amor a lo grotesco, a lo horrible por amor a lo horrible, repente en sus paisajes, y se ve aparecer en el fondo de
me sirve para comprobar la sinceridad de su obra y la sus horizontes ciudades orientales y arquitecturas
unión del hombre con el poeta. He observado ya que en vaporizadas por la distancia, donde el sol lanza lluvias de
varios hombres ese ardor era con frecuencia el resultado oro.
de una amplia energía vital inocupada, a veces de una Los personajes de Poe, o más bien el personaje de Poe
obstinada castidad y también de una profunda sensibilidad —el hombre de facultades sobreagudizadas, el hombre de
contenida. La voluptuosidad sobrenatural que el hombre nervios relajados, el hombre cuya voluntad ardorosa y
puede experimentar viendo correr su propia sangre; los paciente lanza un reto a las dificultades, aquel cuya
movimientos repentinos, violentos, inútiles; los fuertes mirada se clava con la rigidez de una espada sobre objetos
gritos lanzados al aire, sin que el espíritu mande a la que se agrandan a medida que él los mira— es Poe
garganta, son fenómenos a situar en el mismo orden. mismo. Y sus mujeres, todas dolientes y luminosas,
En el seno de esta literatura en que el aire está muriendo de males extraños y hablando con una voz que
enrarecido, el espíritu puede experimentar esa gran parece música, son él también, o, cuando menos, por sus
angustia, ese miedo pronto a las lágrimas y ese malestar raras aspiraciones, por su saber, por su melancolía
del corazón que residen en los lugares inmensos y incurable, participan mucho de la naturaleza de su
singulares. Pero la admiración es más fuerte, ¡y, además, creador. En cuanto a su mujer ideal, a su Titánida, se
el arte es tan grande! Los fondos y los accesorios son en revela bajo diferentes retratos, esparcidos en sus poesías
ella apropiados al sentimiento de los personajes. Soledad demasiado escasas, retratos, o, mejor, modos de sentir la
de la Naturaleza o agitación de las ciudades, todo está belleza, que el temperamento del autor aproxima y
descrito en ella nerviosa y fantásticamente. Como a confunde en una unidad vaga, pero sensible, en la que
nuestro Eugene Delacroix, que ha elevado su arte a la vive más delicadamente acaso que en otra parte ese amor
altura de la poesía grande, a Edgar A. Poe le complace insaciable de lo Bello, que es su gran título; es decir, el
agitar sus figuras sobre fondos violáceos y verdosos en resumen de los títulos que él posee al efecto y al respeto
que se revelan la fosforescencia de la podredumbre y el de los poetas.
olor de la tormenta. La naturaleza que llaman inanimada

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“Denme ustedes
el tiro de gracia”*.
Por Carlos Fuentes
Imágenes S. L.

Apenas cruzó el Río Grande, escuchó el estallido y era fácil comprar un caballo sin esquivar preguntas
volteó a mirar el puente en llamas. inoportunas sobre el destino del jinete.
Había descendido del tren en El Paso con su maletín Podía cruzar la frontera y comprarlo en México. Pero
negro plegadizo, lo que entonces se llamaba una maleta el viejo quería hacerse difícil la vida. Además, se le había
“Gladstone”, vestido todo él de negro salvo los blancos metido en la cabeza que necesitaba un caballo americano.
blasones de sus puños y su pechera. Se dijo que en este En caso de que le abrieran la maleta en la aduana, sólo
viaje no iba a necesitar demasiado equipaje. Caminó unas encontrarían unos sándwiches de tocino, una navaja de
cuantas cuadras por la ciudad fronteriza; la había rasurar, un cepillo de dientes, un par de libros suyos y un
imaginado más triste y desganada y vieja de lo que ejemplar del Quijote; una camisa limpia y una pistola Colt
realmente era, enferma también de la revolución, de la escondida entre sus cachorones. No quería dar razones
cólera del otro lado. Era una ciudad, en cambio, de para viajar tan ligera aunque tan precisamente.
automóviles nuevecitos, tiendas de cinco-y-diez y gente —Me propongo ser un cadáver bien parecido.
joven, tan joven que ni siquiera había nacido en el siglo —¿Los libros, señor?
XIX. Buscó en vano su idea de la frontera americana. No —Son míos.
—Nadie insinuó que se los hubiera robado.
El viejo se resignaría, sin entrar en mayores
Texto tomado de Gringo Viejo, Fondo de Cultura Económica,
México, 1985. explicaciones.

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—Nunca he podido leer el Quijote en mi vida. huyeron de las poblaciones españolas para tomar el
Quisiera hacerlo antes de morir. Yo ya dejé de escribir caballo y el arco y luego el fusil, en un movimiento
para siempre. perpetuo de fundaciones y disoluciones, bonanzas y
Se imaginó todo esto y al que le vendió el caballo le depresiones en los reales de minas, genocidios tan
dijo que iba a buscar tierras para fraccionar, al norte de la gigantescos como la tierra y tan olvidados como el rencor
ciudad; un caballo seguía siendo más útil en la salvia que acumulado de sus hombres.
una de esas máquinas infernales. El vendedor le dijo que Rebelión y represión, plaga y hambre: el viejo supo
así era y ojalá todo mundo pensara como él, pues nadie que entraba a las inquietas tierras de Chihuahua y el Río
compraba caballos ahora, sino los agentes de los rebeldes Grande, dejando atrás el refugio de El Paso fundado con
mexicanos. Por eso era un poquito alto el precio, ciento treinta colonos y siete mil cabezas de ganado.
considerando que había una revolución del otro lado de la Abandonaba el refugio consagrado de los fugitivos de
frontera, y las revoluciones son buenas para los negocios. norte y sur: un abrigo ralo, precario sobre la tierra dura de
los desiertos: una calle central, un hotel y una pianola,
fuentes de sodas y Fords con hipo y la respuesta del norte
“Pero acaso él traía otro temor y lo invasor a los espejismos del desierto: un puente colgante
dijo al cruzar la frontera: de fierro, una estación de ferrocarril, una bruma azul
—Temo que la verdadera frontera importada de Chicago y Filadelfia.
la trae cada uno adentro”. Él mismo era ahora un fugitivo voluntario, tan fugitivo
como los antiguos sobrevivientes de asaltos de conchos y
—Así que todavía se puede dar buen uso a un buen ca-
apaches revertidos al nomadismo cruel de la necesidad, la
ballo —dijo el viejo y salió montado sobre una yegua
enfermedad, la injusticia y el desengaño: todo esto
blanca que sería visible de noche y le dificultaría la vida a
escribió en su cabeza el gringo viejo al cruzar la frontera
su dueño cuando su dueño quisiera tener la vida difícil.
entre México y los Estados Unidos. Con razón todos se
Ahora tenía que mantener su sentido de orientación, pues
cansaron de tanto huir y se quedaron enredados en las
si la frontera estaba dibujada ancha y clara en el río que
espinas de las haciendas durante más de cien años.
divide a El Paso y Ciudad Juárez, más allá de la población
Pero acaso él traía otro temor y lo dijo al cruzar la
mexicana no había más delimitación que la distancia
frontera:
donde se unen el cielo y el llano sucio y seco. La línea del
—Temo que la verdadera frontera la trae cada uno
encuentro se alejó a medida que el viejo avanzó, con sus
adentro.
piernas largas colgando bajo el vientre de la yegua y el
El puente estalló a lo lejos y él se dirigió a la derecha y
maletín negro anidado en el regazo. Unos veinte
al sur, y sintió que iba bien orientado (ya estaba en
kilómetros al oeste de El Paso vadeó el río en su parte
México y eso le bastaba) cuando al atardecer olió las
más estrecha, la atención de todos distraída por el esta-
tortillas calientes y los frijoles refritos.
llido en el puente. En la mirada clara del viejo se
Se acercó al caserío de adobe gris y preguntó, en su
reunieron en ese instante las ciudades de oro, las
español acentuado, si podrían darle una comida y una
expediciones que nunca regresaron, los frailes perdidos,
manta para dormir. La pareja gorda de la casa humeante
las tribus errantes y moribundas de indios tobosos y
dijo sí, ésta es su casa, señor.
laguneros sobrevivientes de las epidemias europeas que

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Revista Esperpento
Conocía la frase ritual de la cortesía mexicana y sospe- que un gringo siempre tenía sobre un mexicano era la de
chaba que después de ofrecer la casa, el anfitrión se senti- ser un misterio, algo que no se sabía cómo tomar: amigo o
ría libre de someter al huésped a toda clase de vejaciones enemigo. Aunque generalmente no les daban el beneficio
y caprichos, sobre todo los de la sospecha celosa. Pero de esta duda.
frenó su deseo de provocar; todavía no, se dijo, todavía El casero seguía hablando:
no. Esa noche, mientras dormitaba, vestido de negro, —La lucha está dura por allí; ése es el territorio de
sobre el petate, escuchando la pesada respiración de sus Pancho Villa.
anfitriones, oliendo los espesos olores de la pareja y de La mirada fue más elocuente que las palabras. El viejo
sus perros, diferentes de él porque comían distinto y le dio las gracias y siguió su camino. Atrás, oyó al casero
pensaban y amaban y temían distinto, le gustó la idea de abrir la puerta y regañar a la mujer que sólo entonces se
que le ofrecieran una casa. Qué atrevió a mostrar las narices. Pero
había perdido sino eso, en cuatro el gringo quiso imaginar unos ojos
golpes sucesivos e irremediables y de melancolía negra: el viaje es
al cabo no tenía otra razón, doloroso para la que se queda, y
admitió en contra de su propio más bello de lo que jamás será
guiño adormecido pero malicioso, para el viajante. El gringo viejo
para trotar ahora hacia el sur, la quiso rechazar la reconfortante
única frontera que le iba noción de que su presencia en casa
quedando después de agotar en ajena todavía podía provocar celos.
sus setenta y un años de vida los Las montañas se levantaban
otros tres costados del continente como puños morenos y gastados y
norteamericano y hasta la frontera el viejo pensó que el cuerpo de
negra que los confederados México era un gigantesco cadáver
quisieron abrirles en el „61. Ahora con huesos de plata, ojos de oro,
sólo le quedaba el sur abierto, la carne de piedra y un par de cojones
única puerta para salir al duros de cobre. Las montañas eran
encuentro de un quinto golpe los puños. Iba a abrirlos, uno tras
ciego y asesino de la suerte. otro, en espera de que tarde o
Amaneció en el filo de la temprano encontraría, como
montaña. hormigas apresuradas sobre una palma de hondos surcos,
—¿Por aquí se va a Chihuahua? —le preguntó al lo que buscaba.
casero gordo. Esa noche, amarró su caballo a un gigantesco cacto y
El mexicano asintió y preguntó a su vez con una se hundió en un sueño hambriento, dando gracias por su
mirada recelosa hacia la puerta cerrada de la casa: ropa interior de lana. Soñó con lo que vio antes de
—¿Y a usted qué lo lleva a Chihuahua, mister? dormirse: las nacientes estrellas azules y las amarillas,
Añadió una e ligera y final a la palabra, haciéndola moribundas; trató de olvidar a sus hijos muertos,
sonar como místere, y el viejo pensó que la ventaja inicial preguntándose cuáles estrellas estaban apagadas ya, su luz

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nada más que su propia ilusión: una herencia de las para volver a apoderarse de la Tierra desde su vientre
estrellas muertas para las miradas humanas que mismo: el desierto.
continuarían alabándolas siglos después de su —El gringo viejo vino a México a morirse.
desaparición en una antigua catástrofe de polvo y llamas. Y sin embargo, montado en la yegua blanca y
Soñó que cruzaba un puente en llamas. Despertó. No avanzando sin prisa, sintió que su voluntad de extinción
soñó. Lo había visto la mañana cuando entró a México. era una burla. Miró cuanto le rodeaba. La lechuguilla se
Pero sus ojos despiertos miraron a las estrellas y el viejo levantaba nerviosa como alambre y afilada como punta de
se dijo: “Mis ojos brillan más que cualquier estrella. espada. En toda la rama del ocotillo, las espinas protegían
Nadie me verá decrépito. Siempre seré joven porque hoy la belleza intocable de una flor salvajemente roja. El
me atrevo a volver a ser joven. Siempre seré recordado sauce del desierto concentraba en una sola flor morada y
como fui”. pálida toda la dulzura de su perfume nauseabundo. La
Ojos de azul profundo, azul acero, bajo cejas choya crecía caprichosa y grande, escudando sus flores
moteadas, casi rubias. No eran la mejor defensa contra el amarillas. Si el gringo iba en busca de Villa y la
revolución, el desierto era ya un simulacro de la guerra,
con sus yucas de bayoneta española, sus aguerridas
“... el desierto le decía que la plumas de apache, y las agresivas espinas, como ganchos,
muerte es sólo una fatiga de las del palo verde. La avanzada del desierto eran las jaurías
leyes de la naturaleza: la vida es la de la planta rodadora, manadas vegetales hermanas del
regla del juego, no su excepción, y lobo nocturno y de sus compañeros.
hasta el desierto que parecía muer- Volaron en círculo los zopilotes y el viejo levantó la
to escondía toda una minuciosa cabeza. Bajó la mirada, alerta: los alacranes y las culebras
vida”. del desierto sólo pican a los extranjeros. Nunca conocen
al que viaja. Subió y bajó la cabeza, atarantado: las
sol enojado y el viento crudo que al día siguiente lo palomas tristes pasaron como flechas, con su gemido
llevaron al corazón del desierto mientras mordisqueaba un luctuoso, y los halcones peregrinos lo desorientaron. En el
sandwich seco y se acomodaba un Stetson negro informe, aire más alto los pájaros dejaban un ruido de pasto
de alas anchas, sobre la mata de pelo plateado. Se sintió ondulante y quebrado.
como un gigantesco monstruo albino en un mundo Cerró los ojos pero no aceleró el paso.
reservado por el sol para su pueblo amado, oscuramente Entonces el desierto le decía que la muerte es sólo una
protegido y cercano a la sombra. Cesó el viento y quedó fatiga de las leyes de la naturaleza: la vida es la regla del
el sol. En la tarde, se le estaría pelando la piel. Se juego, no su excepción, y hasta el desierto que parecía
encontraba en el desierto mexicano, hermano del Sahara y muerto escondía toda una minuciosa vida que prolongaba,
del Gobi, continuación del Arizona y el Yuma, espejos originaba o remedaba las leyes de la existencia humana.
del cinturón de esplendores estériles que ciñe al globo El no podía sustraerse, aunque fuese otra su voluntad, al
como para recordarle que las arenas frías, los cielos imperio vital del yermo al que había llegado por si
ardientes y la belleza yerma, esperan alertas y pacientes mismo, sin que alguien se lo ordenara: gringo viejo,
lárgate al desierto.

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Revista Esperpento
La arena acude al mezquital. El horizonte se mueve y —Se ve que es hombre de honor; monta sin
sube hasta los ojos. Las sombras implacables de las nubes intenciones traperas —dijo el coronelito Frutos García,
visten a la tierra con velos de lunares. La tierra huele cuyo padre era español—. Luego luego se ve.
fuerte. El arco iris se desparrama como un espejo de sí —Les digo que viene a morirse —insistió Inocencio.
mismo. Las matas de la bistorta se incendian en ramilletes —Pero con honor —repitió el coronelito.
amarillos. Sopla el viento álcali. —Yo no sé si con honor, toda vez que es gringo. Pero
El gringo viejo tose, se cubre la cara con la bufanda a morirse sí —dijo otra vez Mansalvo—. ¿Qué puede
negra. La respiración se le va como las aguas se retiraron esperar un gringo aquí entre nosotros sino eso, la muerte?
un día de la tierra, creando el desierto. Las gotas de su —¿Por qué ha de morirse a fuerzas?
respiración son como la sed del taray que crece junto a los A Inocencio le brillaron tanto los dientes que hasta los
ríos escasos, atesorando lujosamente la humedad. ojos se le pusieron verdecitos. —Nomás porque cruzó la
Tiene que detenerse, ahogado por el asma, descender frontera. ¿No es ésa razón de sobra?
con pena de la yegua, asfixiándose, y hundir —No, qué va —se rió la Garduña, una horrenda puta
piadosamente el rostro en el lomo de su montadura. Pero de Durango que vino a unirse a la tropa siendo la única
a pesar de todo dice: profesional entre las soldaderas decentes que seguían a las
—Mi destino es mío. fuerzas de mi general Arroyo—, ése lo que viene es
rezando. Ha de ser hombre santo.
Se carcajeó hasta que la pintura se le quebró en los ca-
chetes como barniz puesto demasiado tiempo al sol.
Hundió las narices en un ramillete de rosas muertas que
Inocencio Mansalvo dijo desde que lo vio llegar al
siempre traía prendidas al pecho.
campamento: —Ese hombre vino aquí a morirse.
Luego, en los pocos días que anduvo con la tropa
Como Pedro era un muchachito de apenas once años y
villista, tanto el Inocencio como el coronelito se dieron
muy lejos todavía de tutearse con el valiente Inocencio
cuenta de que el gringo viejo se ocupaba de sí mismo
oriundo de Torreón Coahuila, no entendió muy bien qué
como una señorita a punto de ir a su primer baile. Tenía
cosa quiso decir. Pero ya desde entonces lo respetaba
su propia navaja de afeitar y la afilaba cuidadosamente;
mucho. Si el Mansalvo ese era un león en el combate, era
hurgaba por el campamento hasta encontrar agua hirviente
más fiero adivinando la suerte de la gente. Y eso que el
para rasurarse con la mayor suavidad para su piel; hasta el
gringo viejo le resultó más valiente que nadie en las
lujo de una toalla caliente llegó a exigir el muy catrín.
batallas que peleó aquí en Chihuahua. Quizás Mansalvo le
Pero ay de que por torpeza se cortara, a pesar de que él
adivinó una valentía suicida desde que lo vio entrar y por
tenía a su disposición un buen espejo en el carro del
ello dijo lo que dijo.
general Arroyo y los demás nunca se habían rasurado
—Ese gringo viene montando su caballo como si ya
mirándose a un espejo, todos a ciegas o cuantimás en el
fuera a entrarle a los trancazos aquí mismo, como si
reflejo rápido de un río. Pero ay de que se cortara la cara
viniera a echarnos bravatas aunque luego todos le
el viejo, la que armaba, más blanco se ponía, se secaba
cáigamos encima y lo hagamos picadillo.
como si se fuera a desangrar, sacaba unos parchecitos

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blancos y rápido se cubría la herida, como si le importara Ya estaba aquí. Trotando, se preguntó si sabía algo de
menos desangrarse o infectarse que verse mal. este país. Pasó como un relámpago por sus ojos azules la
—Lo que pasa es que nunca ha estado muerto en toda imagen tan lejana de la redacción del San Francisco
la vida —chilló la llamada Garduña, que ella sí parecía Chronicle, donde las noticias de México cruzaban el aire
salida, no de un lupanar durangueño, sino del camposanto lentamente, no como las flechas que mantenían saltando a
vecino, donde se niegan los curas a enterrar mujeres así. los reporteros: escándalos locales, acontecimientos
—Ustedes dicen que lo manda la muerte —estornudó nacionales, los reporteros del imperio de William
la Garduña, corno si sus flores aún vivieran—. Yo digo Randolph Hearst eran enérgicos, Aquiles
que lo mandó el diablo porque ni el diablo lo quiere. norteamericanos, no tortugas mexicanas, a la caza de la
¡Miren que llegar aquí! Hay que ser muy pobre como noticia, inventando la noticia si era necesario, había
ustedes, o muy jodida como yo, o muy malo... como él. noticias águila que entraban rompiendo las ventanas de la
—Viene como rezando, pidiendo algo —dijo desde redacción de Hearst: La Follete fue electo por la
lejos Mansalvo. plataforma populista en Wisconsin, Hiram Johnson era el
nuevo gobernador de California, Upton Sinclair publicó
La selva, Taft tomó posesión prometiendo la reforma de
“Yo digo que lo mandó el diablo las tarifas y un viejo faraón residía en el castillo de Cha-
porque ni el diablo lo quiere. pultepec, condecorado, diciendo de tarde en tarde “Máten-
¡Miren que llegar aquí! Hay que los en caliente” y manteniéndose vivo sólo gracias a su
ser muy pobre como ustedes, o alerta animosidad contra los zopilotes que volaban en
muy jodida como yo, o muy malo... círculos sobre todos los palacios e iglesias de México. Un
como él”. anciano alerta, el deleite de los periodistas, un viejo tirano
con genio para las frases publicables: “Pobre México, tan
—Trae un dolor en la mirada —dijo de repente la lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”. Noticias
Garduña, y ya lo respetó para siempre. pequeñas, irritantes, noticias como moscas gordas y
Los demás también. Todos aprendieron a respetarlo, verdes en una tarde de verano, entrando a la sala de
aunque las razones fueron muy variadas. redacción del San Francisco Chronicle donde los lentos
El hecho es que ahora estaba aquí, con el llano a la ventiladores pintados color marrón no lograban mover el
vista, después de cuatro días de existencia solitaria y aire pesado. Wilson era el candidato salido de la
pegada a la tierra: un llano punteado de campos universidad de Princeton, Teddy Roosevelt se había
humeantes, diseminados como las matas de la creosota separado para formar el partido Bull Moose y en México
alrededor de un tren paralizado, sentado sobre sus rieles. unos bandidos llamados Carranza, Obregón, Villa y
Vio la escena trotando ahora sobre el campo de salvia; los Zapata se habían levantado en armas con el propósito
carros con aspecto de casas ambulantes para las mujeres y secundario de vengar la muerte de Madero y de derrocar a
los niños con los soldados que descansaban en los techos un tirano borracho, pero con el propósito principal de
de los vagones, fumando cigarrillos amarillos y robarle sus tierras al señor Hearst. Wilson habló de la
deshebrados. Nueva Libertad y dijo que les enseñaría la democracia a
Él había llegado.

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los mexicanos. Hearst exigía: Intervención, Guerra, que nadie lo invitara, montado en un rocín desvencijado y
Indemnización. arremetiendo con su lanza contra ejércitos de brujos.
—No tenías que venir a México para hacerte matar, —¡Médico! ¡Médico! —le gritaron desde los vagones
hijo —le dijo la sombra de su padre—. ¿Recuerdas apiñados de gente cuando divisaron su maletín negro.
cuando empezaste a escribir? Hay quienes tomaron —No, no médico. Villa. Busco a Pancho Villa —les
apuestas sobre tu longevidad. gritó a su vez el viejo.
—Ése lo que viene es rezando —dijo la Garduña—. —¡Villa! ¡Villa! ¡Viva Villa! —gritaron todos juntos,
Ha de ser hombre santo. hasta que un soldado con un sombrero amarillo estriado
—A ti no te van a enterrar en sagrado —se rió el Ino- de sudor y pólvora gritó riendo desde el techo de un
cencio. furgón— ¡Todos somos Villa!
—Cómo no —dijo la Garduña—. Ya lo tengo todo El gringo viejo sintió que alguien le tiraba de los
arreglado con mi familia en pantalones y bajó la mirada. Un
Durango. Cuando yo me muera, niño de once años con ojos como
van a decir que soy mi tía Josefa canicas negras y dos cartucheras
Arreola, que se quedó tan virgen cruzándole el pecho le dijo:
que ya ni quién se acuerde de ella. —¿Quiere conocer a Pancho
Los curas sólo se acuerdan de los Villa? El general va a ir a verlo
pecadores. esta noche. Venga a ver al
—Pues a ver de qué lado está general, señor.
el gringo, si de los santos o de los El niño guió el caballo del
pecadores. viejo por las riendas hasta uno de
—¿Qué puede esperar un los carros del ferrocarril, donde
gringo aquí con nosotros? un hombre con quijadas duras,
El gringo viejo sabía que había un bigote acosado y ojos
un enjambre de periodistas como amarillos y estrechos, estaba
él, venidos de ambas costas, comiendo tacos y soplándose de
revoloteando alrededor del los ojos un fleco rebelde y lacio
ejército de Pancho Villa, así que de pelo cobrizo.
nadie lo detuvo cuando atravesó el campamento. Todos lo —¿Quién eres, gringo? ¿Otro periodista? —dijo el
miraron raro: periodista no parecía, dijo siempre el hombre con mirada de ranura, columpiando las piernas
coronelito Frutos García; cómo no iban a mirarlo así a un envueltas en polainas de cuero, desde la apertura del carro
viejo alto, flaco, de pelo blanco, ojos azules, tez sonrosada extraviado—. ¿O quieres vendernos parque?
y arrugas como surcos de maizal con las piernas —Este hombre vino aquí buscando la muerte —quiso
colgándole más abajo de los estribos. Como su padre era decirle Inocencio Mansalvo a su jefe, pero la Garduña le
español y comerciante en Salamanca, Guanajuato, Frutos tapó a tiempo la boca: ella quería ver si era cierto lo que
García dijo que así miraban los cabreros y las maritornes los tres amigos pensaron al verlo llegar. El niño de once
a don Quijote cuando metió las narices en sus aldeas, sin años guió al caballo del extranjero.

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El viejo movió negativamente la cabeza y dijo que Volvieron a esperar. El general metió la mano en el
había venido a unirse al ejército de Villa. hondo bolsillo del pantalón de campo, sacó un peso de
—Quiero pelear. plata reluciente, ancho como un huevo y plano como un
Los ojos de ranura se abrieron un poquito; la máscara reloj y lo echó al aire, alto y recto. El viejo esperó sin
de polvo se quebró entonces con alegría. La Garduña co- moverse hasta que la moneda descendió a un metro de la
reó la risa y se la contestaron las mujeres vestidas con nariz del general; entonces disparó rápidamente; las
faldas largas y rasgadas que salieron de la cocina en un mujeres gritaron; la Garduña miró a las demás mujeres; el
extremo del furgón, envueltas en los rebozos, a ver de qué coronelito y Mansalvo miraron a su jefe; sólo el niño miró
se reía tanto el general. al gringo.
—¡Viejo! ¡Viejo! —se rió el joven general—. ¡Estás El general apenas movió la cabeza. El niño corrió a
demasiado viejo! ¡Vete a regar tu jardín, viejo! ¿Qué buscar la moneda, la recogió del polvo, frotó su forma
haces aquí? No necesitamos lastres. A los prisioneros de apenas doblada contra la cartuchera y se la devolvió al
guerra los matamos pa no andarlos arrastrando. Este es un general. Había un hoyo perfecto atravesando el cuerpo del
ejército de guerrilleros, ¿entiendes? águila.
—Quédate la moneda, Pedrito, tú nos lo trajiste —
sonrió el general y la pieza de plata hasta le quemó los
“... este pedazo de humanidad, este dedos—. Yo creo que nomás una Colt .44 puede atravesar
ejemplo de agudas sensaciones, un peso de éstos, que fue mi primer tesoro. Te lo ganaste,
esta fabricación de hombre y Pedrito, te digo que te lo quedes.
bestia, este humilde Prometeo, —Este hombre vino a morirse —dijo Mansalvo.
venía rogando, sí, implorando el —Ya no sé si es hombre santo —dijo la Garduña
bien de la nada”. oliendo sus flores.
—¿Qué viene a hacer un gringo a México? —se
—Vine a pelear —dijo el gringo. preguntó el coronelito.
—Vino a morirse —dijo Inocencio. “Sus ojos venían llenos de oraciones”, y si el gringo
—Nos movemos de prisa y sin hacer ruido; tu pelo viejo no leyó las mentes de quienes lo miraron descender
brillaría de noche como una llamarada blanca, viejo. de las montañas metálicas al desierto, sí repitió sus
Anda, vete, éste es un ejército, no un asilo de ancianos. propias palabras escritas para anunciarles desde lejos que
—Ande, pruébeme —dijo el viejo y lo dijo muy frío, “este pedazo de humanidad, este ejemplo de agudas
recuerda el coronelito Frutos García. sensaciones, esta fabricación de hombre y bestia, este
Las mujeres hacían ruidos de pájaros pero ahora se humilde Prometeo, venía rogando, sí, implorando el bien
quedaron calladas cuando el general miró al viejo con la de la nada.
misma frialdad con que el viejo habló. El general sacó su “A la tierra y al cielo por igual, a la vegetación del de-
larga pistola Colt. El viejo no se movió de la silla. sierto, a los seres humanos que lo vieron llegar, esta
Entonces el general le tiró la pistola y el viejo la agarró en encarnación sufriente les dirigía una oración silenciosa:
el aire. “—He venido a morir. Denme ustedes el tiro de
gracia”.

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“NEVERMORE”. EDGAR ALLAN POE: BREVE SELECCIÓN


POÉTICA.

«Dijo el cuervo: “Jamás”», y se quedó por el resto de la


eternidad en el dintel de la historia de la literatura, picoteando de
vez en cuando como para que no se olvidaran de su terrible
presencia. Bien le habría valido la eternidad a quien le diera
vida. Sin embargo, como ha sucedido con otros autores, han sido
sus narraciones las que le han perpetuado en la memoria de los
lectores y le han dado su justo lugar como el gran iniciador del
relato moderno, pero que han terminado por opacar de alguna
manera su trabajo poético, siendo la principal —y en algunos
casos, única— referencia para los lectores modernos El cuervo.
Dominan en la obra poética de Poe las imágenes opresivas de
la muerte y la melancolía, la obsesión y la locura propias del
atormentado personaje de la poesía de su época, deudora de la
tradición inglesa. Como si las imágenes de sus relatos no fuesen
suficientemente oscuras y angustiosas, Poe instaura en el
lenguaje de la poesía la pesadilla y el asfixiante ambiente de sus
narraciones más temibles. ¿Pero qué otro tema podría dominar la
obra de Poe, sino el de la muerte y la angustia de la melancolía?
Y escribo dominar, porque decir que el total de la obra de Poe es
Edgar Allan Poe, “un desdichado cuya frente
estaba marcada por un raro y singular una larga disección del temor y la angustia y la locura sería reducir de forma
tatuaje. ¡Desafortunado! Llevaba él así
encima de sus ojos la etiqueta de su vida, exagerada una obra que por su ambición podría haber abarcado todo el
como un libro su título”, descrito por la
pluma de Charles Baudelaire. ámbito de la humanidad. Pero resulta innegable ver una constante en la gran
mayoría de su obra escrita, el cauce inagotable de las pesadillas y los
ensueños insanos. De tal fuente proviene esta mínima antología.

Juan P. Castel.

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Los espíritus de la muerte

I
Tu alma, con sus sombríos pensamientos,
Se hallará sola en la siniestra tumba.
Nadie querrá saber lo que en secreto
Tu corazón y tu conciencia ocultan.

II
Sé silencioso en soledad tan grande,
Que no es tal soledad, pues te circundan,
Los espíritus todos de la muerte,
Que ya en vida rondaban en tu busca.
Ellos querrán ensombrecerte el alma
Con sus negros arcanos y sus dudas.
Sé silencioso en soledad tan grande;
Cierra los labios cual la misma tumba.

III
Y la noche, aunque clara y luminosa,
Se tornará de pronto en cueva oscura;
Desde sus altos tronos las estrellas “No podrás desechar los pensamientos
No alumbrarán tu soledad adusta.
Mas sus rojizos globos sin fulgores Ni las visiones que tu mente turban”.
Han de ser a tu tedio y a tu angustia
Como incendio voraz, cual una fiebre
De los que libre no has de verte nunca.

IV
No podrás desechar los pensamientos
Ni las visiones que tu mente turban,
Y que antes en tu espíritu dejaban
La huella del rocío en la llanura.

V
La brisa, que es de Dios el puro aliento,
Soplará en torno de la helada tumba,
Y en la colina tenderá su velo
La niebla vaporosa y taciturna.
Las tinieblas, las sombras invioladas
Símbolo y prenda son; hablan y auguran.
Sobre las altas copas de los árboles
Tiende el misterio su cerrada túnica.

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Revista Esperpento
El cuervo
(Versión de Carlos Arturo Torres)

I
En una noche pavorosa, inquieto
releía un vetusto mamotreto
cuando creí escuchar
un extraño ruido, de repente
como si alguien tocase suavemente
a mi puerta: «Visita impertinente
es, dije y nada más».

II
¡Ah! me acuerdo muy bien; era en invierno
e impaciente medía el tiempo eterno
cansado de buscar
en los libros la calma bienhechora
al dolor de mi muerta Leonora
que habita con los ángeles ahora
¡para siempre jamás!

III
Sentí el sedeño y crujidor y elástico
rozar de las cortinas, un fantástico
terror, como jamás
sentido había y quise aquel ruido
explicando, mi espíritu oprimido
calmar por fin: «Un viajero perdido
es, dije y nada más».

IV
Ya sintiendo más calma: «Caballero
exclamé, o dama, suplicaros quiero
os sirváis excusar
mas mi atención no estaba bien despierta
y fue vuestra llamada tan incierta...»
Abrí entonces de par en par la puerta:
tinieblas nada más.

V
Miro al espacio, exploro la tiniebla
y siento entonces que mi mente puebla
turba de ideas cual
ningún otro mortal las tuvo antes
y escucho con oídos anhelantes
«Leonora » unas voces susurrantes
murmurar nada más.

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Revista Esperpento
VI
Vuelvo a mi estancia con pavor secreto
y a escuchar torno pálido e inquieto
más fuerte golpear;
«Algo, me digo, toca en mi ventana,
comprender quiero la señal arcana
y calmar esta angustia sobrehumana»:
¡el viento y nada más!

VII
Y la ventana abrí: revolcando
vi entonces un cuervo venerando
como ave de otra edad;
sin mayor ceremonia entró en mis salas
con gesto señorial y negras alas
y sobre un busto, en el dintel, de Palas
posóse y nada más.

VIII
Miro al pájaro negro, sonriente
ante su grave y serio continente
y le comienzo a hablar, “... otros de mí han huido y se me alcanza
no sin un dejo de intención irónica:
que él partirá mañana sin tardanza
«Oh cuervo, oh venerable ave
anacrónica, como me ha abandonado la esperanza”.
¿cuál es tu nombre en la región
plutónica? »
Dijo el cuervo: «Jamás ».

IX
En este caso al par grotesco y raro
maravilléme al escuchar tan claro
tal nombre pronunciar
y debo confesar que sentí susto
pues ante nadie, creo, tuvo el gusto
de un cuervo ver, posado sobre un busto
con tal nombre: «Jamás».

X
Cual si hubiese vertido en ese acento
el alma, calló el ave y ni un momento
las plumas movió ya,
«otros de mí han huido y se me alcanza
que él partirá mañana sin tardanza
como me ha abandonado la esperanza»;
dijo el cuervo: «¡Jamás!»

Número 2  Noviembre-Febrero 2012 49


Revista Esperpento
XI
Una respuesta al escuchar tan neta
me dije, no sin inquietud secreta,
«Es esto nada más.
Cuanto aprendió de un amo infortunado,
a quien tenaz ha perseguido el hado
y por solo estribillo ha conservado
¡ese jamás, jamás!»

XII
Rodé mi asiento hasta quedar enfrente
de la puerta, del busto y del vidente
cuervo y entonces ya
reclinado en la blanda sedería
en ensueños fantásticos me hundía,
pensando siempre que decir querría
aquel jamás, jamás.

XIII
Largo tiempo quedéme así en reposo
aquel extraño pájaro ominoso
mirando sin cesar,
ocupaba el diván de terciopelo
do juntos nos sentamos y en mi duelo
pensaba que Ella, nunca en este suelo
lo ocuparía más.

XIV
Entonces parecióme el aire denso
con el aroma de quemado incienso
de un invisible altar;
y escucho voces repetir fervientes:
«Olvida a Leonor, bebe el nepenthes
bebe el olvido en sus letales fuentes»;
dijo el cuervo: «¡Jamás!»

XV
«Profeta, dije, augur de otras edades
que arrojaron las negras tempestades
aquí para mi mal,
huésped de esta morada de tristura,
dí, fosco engendro de la noche oscura,
si un bálsamo habrá al fin a mi amargura»:
dijo el cuervo: «¡Jamás!»

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XVI
«Profeta, dije, o diablo, infausto cuervo
por Dios, por mí, por mi dolor acerbo,
por tu poder fatal
dime si alguna vez a Leonora
volveré a ver en la eternal aurora
donde feliz con los querubes mora »;
dijo el cuervo: «¡Jamás! »

XVII
«Sea tal palabra la postrera
retorna a la plutónica rivera,»
grité: «¡No vuelvas más,
no dejes ni una huella, ni una pluma
y mi espíritu envuelto en densa bruma
libra por fin el peso que le abruma! »
dijo el cuervo: «¡Jamás! »

XVIII
Y el cuervo inmóvil, fúnebre y adusto
sigue siempre de Palas sobre el busto
y bajo mi fanal,
proyecta mancha lúgubre en la alfombra “¡No vuelvas más,
y su mirada de demonio asombra... no dejes ni una huella, ni una pluma
¡Ay! ¿Mi alma enlutada de su sombra
se librará? ¡Jamás!
y mi espíritu envuelto en densa bruma
libra por fin el peso que le abruma!”

Número 2  Noviembre-Febrero 2012 51


Revista Esperpento

El gusano vencedor

¡Mirad! Noche de fiesta,


Solemne, es del futuro
En los postreros años de la vida.
Un coro de querubes,
Alados y con tules encubiertos,
Ajando con sus lágrimas los tules,
A un drama de terror y de esperanzas
Asisten en grandioso coliseo
Mientras exhala sobrehumana orquesta
La música sublime de los cielos.
Mimos, de Dios imagen,
Moviéndose veloces, con cautela
Murmuran: ¡meros títeres que impulsa
La voluntad de inmensos y disformes
Seres que van mudando
La escena y arrojando de sus alas
De cóndor, agitadas en la sombra,
La invisible desgracia!

¡Oh, nunca este confuso


Drama será olvidado!
Nunca con Fantasma, eternamente
Por un tropel en vano perseguido,
De círculo a través, que siempre gira.
Y torna al mismo sitio;
Siendo la esencia de la oscura trama
El horror, la locura y el delito.

¡Mas ved! Entre la turba


Mímica se introdujo una rastrera
Figura, ¡ser inmundo!
Cuerpo color de sangre que acechaba
Allá en la soledad del escenario,
¡Se tuerce! ¡Se retuerce!
Con mortales
Tormentos en su pasto se convierten
Los mimos; y los ángeles gimieron
Cuando sus viles uñas
Manchó con sangre humana el vil insecto.

¡Las luces se extinguieron!


¡Y todo yace extinto!
Y, por cubrir las formas
Trémulas, el telón, fúnebre manto,
Cae con la rapidez de una tormenta.
Y pálidos y mustios los querubes,
Irguiéndose, arrancándose sus velos,
Afirman que la mísera comedia
Es la tragedia "Hombre"
Y el inmundo gusano
¡El Héroe vencedor de esta tragedia!

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Revista Esperpento

La durmiente

Era la medianoche, en junio, tibia, bruna.


Yo estaba bajo un rayo de la mística luna,
Que de su blanco disco como un encantamiento
Vertía sobre el valle un vapor somnoliento.
Dormitaba en las tumbas el romero fragante,
Y al lago se inclinaba el lirio agonizante,
Y envueltas en la niebla en el ropaje acuoso,
Las ruinas descansaban en vetusto reposo.
¡Mirad! también el lago semejante al Leteo,
Dormita entre las sombras con lento cabeceo,
Y del sopor consciente despertarse no quiere
Para el mundo que en tomo lánguidamente muere

Duerme toda belleza y ved dónde reposa


Irene, dulcemente, en calma deleitosa.
Con la ventana abierta a los cielos serenos,
De claros laminares y de misterios llenos.

Oh, mi gentil señora, ¿no te asalta el espanto?


¿Por qué está tu ventana, así, en la noche abierta?
Los aires juguetones desde el bosque frondoso,
Risueños y lascivos en tropel rumoroso
Inundan tu aposento y agitan la cortina
Del lecho en que tu hermosa cabeza se reclina,
Sobre los bellos ojos de copiosas pestañas,
Tras los que el alma duerme en regiones extrañas,
Como fantasmas tétricos, por el sueño y los muros
Se deslizan las sombras de perfiles oscuros.
Oh, mi gentil señora, ¿no te asalta el espanto?
¿Cuál es, di, de tu ensueño el poderoso encanto?
Debes de haber venido de los lejanos mares
A este jardín hermoso de troncos seculares.
Extraños son, mujer, tu palidez, tu traje,
Y de tus largas trenzas el flotante homenaje;
Pero aún es más extraño el silencio solemne
En que envuelves tu sueño misterioso y perenne.
La dama gentil duerme. ¡Que duerman para el mundo!
Todo lo que es eterno tiene que ser profundo.
El cielo lo ha amparado bajo su dulce manto,
Trocando este aposento por otro que es más santo,
Y por otro más triste, el lecho en que reposa.

Yo le ruego al Señor, que con mano piadosa,


La deje descansar con sueño no turbado,
Mientras que los difuntos desfilan por su lado.
Ella duerme, amor mío. ¡Oh!, mi alma le desea

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Revista Esperpento
Que así como es eterno, profundo el sueño sea;
Que los viles gusanos se arrastren suavemente
En torno de sus manos y en torno de su frente;
Que en la lejana selva, sombría y centenaria,
Le alcen una alta tumba tranquila y solitaria
Donde flotan al viento, altivos y triunfales,
De su ilustre familia los paños funerales;
Una lejana tumba, a cuya puerta fuerte
Piedras tiró, de niña, sin temor a la muerte,
Y a cuyo duro bronce no arrancará más sones,
Ni los fúnebres ecos de tan tristes mansiones
¡Qué triste imaginarse pobre hija del pecado
Que el sonido fatídico a la puerta arrancado,
Y que quizá con gozo resonara en tu oído,
de la muerte terrífica era el triste gemido!

Un sueño
(Versión de Carlos Arturo Torres)

¡Recibe en la frente este beso!


Y, por librarme de un peso
antes de partir, confieso “... antes de partir, confieso
que acertaste si creías que acertaste si creías
que han sido un sueño mis días;
¿Pero es acaso menos grave
que han sido un sueño mis días”.
que la esperanza se acabe
de noche o a pleno sol,
con o sin una visión?
Hasta nuestro último empeño
es sólo un sueño dentro de un sueno.

Frente a la mar rugiente


que castiga esta rompiente
tengo en la palma apretada
granos de arena dorada.
¡Son pocos! Y en un momento
se me escurren y yo siento
surgir en mí este lamento:
¡Oh Dios! ¿Por qué no puedo
retenerlos en mis dedos?
¡Oh Dios! ¡Si yo pudiera
salvar uno de la marea!
¿Hasta nuestro último empeño
es sólo un sueño dentro de un sueño?

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Revista Esperpento

ELP V, por H.R. Giger

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La máscara de

Por Edgar Allan Poe


Traducción Julio Cortázar
Imágenes S. L.

La «Muerte Roja» había devastado el país durante seguro encierro de una de sus abadías fortificadas. Era
largo tiempo. Jamás una peste había sido tan fatal y tan ésta de amplia y magnífica construcción y había sido
espantosa. La sangre era su encarnación y su sello: el rojo creada por el excéntrico aunque majestuoso gusto del
y el horror de la sangre. Comenzaba con agudos dolores, príncipe. Una sólida y altísima muralla la circundaba. Las
un vértigo repentino, y luego los poros sangraban y puertas de la muralla eran de hierro. Una vez adentro, los
sobrevenía la muerte. Las manchas escarlata en el cuerpo cortesanos trajeron fraguas y pesados martillos y soldaron
y la cara de la víctima eran el bando de la peste, que la los cerrojos. Habían resuelto no dejar ninguna vía de
aislaba de toda ayuda y de toda simpatía. Y la invasión, ingreso o de salida a los súbitos impulsos de la
progreso y fin de la enfermedad se cumplían en media desesperación o del frenesí. La abadía estaba ampliamente
hora. aprovisionada. Con precauciones semejantes, los
Pero el príncipe Próspero era feliz, intrépido y sagaz. cortesanos podían desafiar el contagio. Que el mundo
Cuando sus dominios quedaron semidespoblados llamó a exterior se las arreglara por su cuenta; entretanto, era una
su lado a mil robustos y desaprensivos amigos de entre los locura afligirse o meditar. El príncipe había reunido todo
caballeros y damas de su corte, y se retiró con ellos al lo necesario para los placeres. Había bufones,

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Revista Esperpento
improvisadores, bailarines y músicos; había hermosura y
vino. Todo eso y la seguridad estaban del lado de adentro.
Afuera estaba la Muerte Roja.
Al cumplirse el quinto o sexto mes de su reclusión, y
cuando la peste hacía los más terribles estragos, el
príncipe Próspero ofreció a sus mil amigos un baile de
máscaras de la más insólita magnificencia.
Aquella mascarada era un cuadro voluptuoso, pero
permitidme que antes os describa los salones donde se
celebraba. Eran siete —una serie imperial de estancias—.
En la mayoría de los palacios, la sucesión de salones
forma una larga galería en línea recta, pues las dobles
puertas se abren hasta adosarse a las paredes, permitiendo
que la vista alcance la totalidad de la galería. Pero aquí se
trataba de algo muy distinto, como cabía esperar del amor
del príncipe por lo extraño. Las estancias se hallaban
dispuestas con tal irregularidad que la visión no podía
abarcar más de una a la vez. Cada veinte o treinta yardas
había un brusco recodo, y en cada uno nacía un nuevo
efecto. A derecha e izquierda en mitad de la pared, una
alta y estrecha ventana gótica daba a un corredor cerrado
que seguía el contorno de la serie de salones. Las ventanas
tenían vitrales cuya coloración variaba con el tono
dominante de la decoración del aposento. Si, por ejemplo,
la cámara de la extremidad oriental tenía tapicerías azules,
vívidamente azules eran sus ventanas. La segunda
estancia ostentaba tapicerías y ornamentos purpúreos, y
aquí los vitrales eran púrpura. La tercera era enteramente
verde, y lo mismo los cristales. La cuarta había sido
decorada e iluminada con tono naranja; la quinta, con
blanco; la sexta, con violeta. El séptimo aposento aparecía
completamente cubierto de colgaduras de terciopelo
negro, que abarcaban el techo y las paredes, cayendo en
pesados pliegues sobre una alfombra del mismo material
y tonalidad. Pero en esta cámara el color de las ventanas
no correspondía a la decoración. Los cristales eran
escarlata, tenían un profundo color de sangre.

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Revista Esperpento
A pesar de la profusión de ornamentos de oro que
aparecían aquí y allá o colgaban de los techos, en aquellas
siete estancias no había lámparas ni candelabros. Las
cámaras no estaban iluminadas con bujías o arañas. Pero
en los corredores paralelos a la galería, y opuestos a cada
ventana, se alzaban pesados trípodes que sostenían un
ígneo brasero, cuyos rayos proyectábanse a través de los
cristales teñidos e iluminaban brillantemente cada
estancia. Producían en esa forma multitud de resplandores
tan vivos como fantásticos. Pero en la cámara del
poniente, la cámara negra, el fuego que, a través de los
cristales de color de sangre, se derramaba sobre las
sombrías colgaduras, producía un efecto terriblemente
siniestro, y daba una coloración tan extraña a los rostros
de quienes penetraban en ella, que pocos eran lo bastante
audaces para poner allí los pies.
En este aposento, contra la pared del poniente, se
apoyaba un gigantesco reloj de ébano. Su péndulo se
balanceaba con un resonar sordo, pesado, monótono; y
cuando el minutero había completado su circuito y la hora
iba a sonar, de las entrañas de bronce del mecanismo
nacía un tañido claro y resonante, lleno de música; mas su
tono y su énfasis eran tales que, a cada hora, los músicos
de la orquesta se veían obligados a interrumpir
momentáneamente su ejecución para escuchar el sonido, y
las parejas danzantes cesaban por fuerza sus evoluciones;
durante un momento, en aquella alegre sociedad reinaba
el desconcierto; y, mientras aún resonaban los tañidos del
reloj, era posible observar que los más atolondrados
palidecían y los de más edad y reflexión se pasaban la
mano por la frente, como si se entregaran a una confusa
meditación o a un ensueño. Pero apenas los ecos cesaban
del todo, livianas risas nacían en la asamblea; los músicos
se miraban entre sí, como sonriendo de su insensata
nerviosidad, mientras se prometían en voz baja que el
siguiente tañido del reloj no provocaría en ellos una
emoción semejante. Mas, al cabo de sesenta minutos (que

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Revista Esperpento
abarcan tres mil seiscientos segundos del Tiempo que rayos de los trípodes. Mas en la cámara que da al oeste
huye), el reloj daba otra vez la hora, y otra vez nacían el ninguna máscara se aventura, pues la noche avanza y una
desconcierto, el temblor y la meditación. luz más roja se filtra por los cristales de color de sangre;
Pese a ello, la fiesta era alegre y magnífica. El príncipe aterradora es la tiniebla de las colgaduras negras; y, para
tenía gustos singulares. Sus ojos se mostraban aquel cuyo pie se pose en la sombría alfombra, brota del
especialmente sensibles a los colores y sus efectos. reloj de ébano un ahogado resonar mucho más solemne
Desdeñaba los caprichos de la mera moda. Sus planes que los que alcanzan a oír las máscaras entregadas a la
eran audaces y ardientes, sus concepciones brillaban con lejana alegría de las otras estancias.
bárbaro esplendor. Algunos podrían haber creído que Congregábase densa multitud en estas últimas, donde
estaba loco. Sus cortesanos sentían que no era así. Era afiebradamente latía el corazón de la vida. Continuaba la
necesario oírlo, verlo y tocarlo para tener la seguridad de fiesta en su torbellino hasta el momento en que
que no lo estaba. comenzaron a oírse los tañidos del reloj anunciando la
El príncipe se había ocupado personalmente de gran medianoche. Calló entonces la música, como ya he dicho,
parte de la decoración de las siete salas destinadas a la y las evoluciones de los que bailaban se interrumpieron; y
gran fiesta, y su gusto había guiado la elección de los como antes, se produjo en todo una cesación angustiosa.
disfraces. Grotescos eran éstos, a no dudarlo. Reinaba en Mas esta vez el reloj debía tañer doce campanadas, y
ellos el brillo, el esplendor, lo picante y lo fantasmagórico quizá por eso ocurrió que los pensamientos invadieron en
—mucho de eso que más tarde habría de encontrarse en mayor número las meditaciones de aquellos que
Hernani—. Veíanse figuras de arabesco, con siluetas y reflexionaban entre la multitud entregada a la fiesta. Y
atuendos incongruentes; veíanse fantasías delirantes, quizá también por eso ocurrió que, antes de que los
como las que aman los maniacos. Abundaba allí lo últimos ecos del carillón se hubieran hundido en el
hermoso, lo extraño, lo licencioso, y no faltaba lo terrible silencio, muchos de los concurrentes tuvieron tiempo para
y lo repelente. En verdad, en aquellas siete cámaras se advertir la presencia de una figura enmascarada que hasta
movía, de un lado a otro, una multitud de sueños. Y entonces no había llamado la atención de nadie. Y,
aquellos sueños se contorsionaban en todas partes, habiendo corrido en un susurro la noticia de aquella nueva
cambiando de color al pasar por los aposentos, y haciendo presencia, alzóse al final un rumor que expresaba
que la extraña música de la orquesta pareciera el eco de desaprobación, sorpresa y, finalmente, espanto, horror y
sus pasos. repugnancia.
Mas otra vez tañe el reloj que se alza en el aposento de En una asamblea de fantasmas como la que acabo de
terciopelo. Por un momento todo queda inmóvil; todo es describir es de imaginar que una aparición ordinaria no
silencio, salvo la voz del reloj. Los sueños están helados, hubiera provocado semejante conmoción. El desenfreno
rígidos en sus posturas. Pero los ecos del tañido se de aquella mascarada no tenía límites, pero la figura en
pierden —apenas han durado un instante—, y una risa cuestión lo ultrapasaba e iba, incluso, más allá de lo que el
ligera, a medias sofocada, flota tras ellos en su fuga. Otra liberal criterio del príncipe toleraba. En el corazón de los
vez crece la música, viven los sueños, contorsionándose más temerarios hay cuerdas que no pueden tocarse sin
de aquí para allá con más alegría que nunca coloreándose emoción. Aun el más relajado de los seres, para quien la
al pasar ante las ventanas, por las cuales irrumpen los vida y la muerte son igualmente un juego, sabe que hay

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Revista Esperpento
cosas con las cuales no se puede jugar. Los concurrentes cortesanos impidió que nadie alzara la mano para
parecían sentir en lo más hondo que el traje y la detenerlo; y así, sin impedimentos, pasó éste a una yarda
apariencia del desconocido no revelaban ni ingenio ni del príncipe, y, mientras la vasta concurrencia retrocedía
decoro. Su figura, alta y flaca, estaba envuelta de la en un solo impulso hasta pegarse a las paredes, siguió
cabeza a los pies en una mortaja. La máscara que ocultaba andando ininterrumpidamente, pero con el mismo
el rostro se parecía de tal manera al semblante de un solemne y mesurado paso que desde el principio lo había
cadáver ya rígido, que el escrutinio más detallado se distinguido. Y de la cámara azul pasó a la púrpura, de la
habría visto en dificultades para descubrir el engaño. púrpura a la verde, de la verde a la anaranjada, desde ésta
Cierto; aquella frenética concurrencia podía tolerar, si no a la blanca y de allí a la violeta antes de que nadie se
aprobar, semejante disfraz. Pero el enmascarado se había hubiera decidido a detenerlo. Mas entonces el príncipe
atrevido a asumir las apariencias de la Muerte Roja. Su Próspero, enloquecido por la rabia y la vergüenza de su
mortaja estaba salpicada de sangre, y su amplia frente, así momentánea cobardía, se lanzó a la carrera a través de los
como el rostro, aparecían manchados por el horror seis aposentos, sin que nadie lo siguiera por el mortal
escarlata. terror que a todos paralizaba. Puñal en mano, acercóse
Cuando los ojos del príncipe Próspero cayeron sobre la impetuosamente hasta llegar a tres o cuatro pasos de la
espectral imagen (que ahora, con un movimiento lento y figura, que seguía alejándose, cuando ésta, al alcanzar el
solemne como para dar relieve a su papel, se paseaba extremo del aposento de terciopelo, se volvió de golpe y
entre los bailarines), convulsionóse en el primer momento enfrentó a su perseguidor. Oyóse un agudo grito, mientras
con un estremecimiento de terror o de disgusto; pero, al el puñal caía resplandeciente sobre la negra alfombra y el
punto, su frente enrojeció de rabia. príncipe Próspero se desplomaba muerto.
—¿Quién se atreve —preguntó, con voz ronca, a los Reuniendo el terrible coraje de la desesperación,
cortesanos que lo rodeaban—, quién se atreve a numerosas máscaras se lanzaron al aposento negro; pero,
insultarnos con esta burla blasfematoria? ¡Apoderaos de él al apoderarse del desconocido, cuya alta figura
y desenmascaradlo, para que sepamos a quién vamos a permanecía erecta e inmóvil a la sombra del reloj de
ahorcar al alba en las almenas! ébano, retrocedieron con inexpresable horror al descubrir
Al pronunciar estas palabras, el príncipe Próspero se que el sudario y la máscara cadavérica que con tanta
hallaba en el aposento del este, el aposento azul. Sus rudeza habían aferrado no contenían ninguna forma
acentos resonaron alta y claramente en las siete estancias, tangible.
pues el príncipe era hombre osado y robusto, y la música Y entonces reconocieron la presencia de la Muerte
acababa de cesar a una señal de su mano. Roja. Había venido como un ladrón en la noche. Y uno
Con un grupo de pálidos cortesanos a su lado por uno cayeron los convidados en las salas de orgía
hallábase el príncipe en el aposento azul. Apenas hubo manchadas de sangre, y cada uno murió en la desesperada
hablado, los presentes hicieron un movimiento en actitud de su caída. Y la vida del reloj de ébano se apagó
dirección al intruso, quien, en ese instante, se hallaba a su con la del último de aquellos alegres seres. Y las llamas
alcance y se acercaba al príncipe con paso sereno y de los trípodes expiraron. Y las tinieblas, y la corrupción,
deliberado. Mas la indecible aprensión que la insana y la Muerte Roja lo dominaron todo.
apariencia del enmascarado había producido en los

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Revista Esperpento

Un habitante de
Carcosa Por Ambrose Bierce
Traducción Rafael Llopis
Imágenes Archy Nold

Existen diversas clases de muerte. En algunas, el cuerpo perdura, en otras se desvanece por completo
con el espíritu. Esto solamente sucede, por lo general, en la soledad (tal es la voluntad de Dios), y, no
habiendo visto nadie ese final, decimos que el hombre se ha perdido para siempre o que ha partido
para un largo viaje, lo que es de hecho verdad. Pero, a veces, este hecho se produce en presencia de
muchos, cuyo testimonio es la prueba. En una clase de muerte el espíritu muere también, y se ha
comprobado que puede suceder que el cuerpo continúe vigoroso durante muchos años. Y a veces,
como se ha testificado de forma irrefutable, el espíritu muere al mismo tiempo que el cuerpo, pero,
según algunos, resucita en el mismo lugar en que el cuerpo se corrompió.

Meditando estas palabras de Hali (Dios le conceda la formas extrañas y sombríos colores que parecían tener un
paz eterna), y preguntándome cuál sería su sentido pleno, mutuo entendimiento e intercambiar miradas
como aquel que posee ciertos indicios, pero duda si no significativas, como si hubieran asomado la cabeza para
habrá algo más detrás de lo que él ha discernido, no presté observar la realización de un acontecimiento previsto.
atención al lugar donde me había extraviado, hasta que Aquí y allá, algunos árboles secos parecían ser los jefes de
sentí en la cara un viento helado que revivió en mí la esta malévola conspiración de silenciosa expectativa.
conciencia del paraje en que me hallaba. Observé con A pesar de la ausencia del sol, me pareció que el día
asombro que todo me resultaba ajeno. A mi alrededor se debía estar muy avanzado, y aunque me di cuenta de que
extendía una desolada y yerma llanura, cubierta de yerbas el aire era frío y húmedo, mi conciencia del hecho era más
altas y marchitas que se agitaban y silbaban bajo la brisa mental que física; no experimentaba ninguna sensación de
del otoño, portadora de Dios sabe qué misterios e molestia. Por encima del lúgubre paisaje se cernía una
inquietudes. A largos intervalos, se erigían unas rocas de bóveda de nubes bajas y plomizas, suspendidas como una

Número 2  Noviembre-Febrero 2012 61


Revista Esperpento
maldición visible. En todo había una amenaza y un cama para impedir que huyese. Eludí vigilancia de mis
presagio, un destello de maldad, un indicio de fatalidad. cuidadores, y vagué hasta aquí para ir... ¿adónde? No
No había ni un pájaro, ni un animal, ni un insecto. El tenía idea. Sin duda me encontraba a una distancia
viento suspiraba en las ramas desnudas de los árboles considerable de la ciudad donde vivía, la antigua y célebre
muertos, y la yerba gris se curvaba para susurrar a la tierra ciudad de Carcosa.
secretos espantosos. Pero ningún otro ruido, ningún otro En ninguna parte se oía ni se veía signo alguno de vida
movimiento rompía la calma terrible de aquel funesto humana. No se veía ascender ninguna columna de humo,
lugar. ni se escuchaba el ladrido de ningún perro guardián, ni el
Observé en la yerba cierto número de piedras gastadas mugido de ningún ganado, ni gritos de niños jugando;
por la intemperie y evidentemente trabajadas con nada más que ese cementerio lúgubre, con su atmósfera
herramientas. Estaban rotas, cubiertas de musgo, y medio de misterio y de terror debida a mi cerebro trastornado.
hundidas en la tierra. Algunas estaban derribadas, otras se ¿No estaría acaso delirando nuevamente, aquí, lejos de
inclinaban en ángulos diversos, pero ninguna estaba todo auxilio humano? ¿No sería todo eso una ilusión
vertical. Sin duda alguna eran lápidas funerarias, aunque engendrada por mi locura? Llamé a mis mujeres y a mis
las tumbas propiamente dichas no existían ya en forma de
túmulos ni depresiones en el suelo. Los años lo habían
nivelado todo. Diseminados aquí y allá, los bloques más “...En ninguna parte se oía ni se
grandes marcaban el sitio donde algún sepulcro pomposo veía signo alguno de vida
o soberbio había lanzado su frágil desafío al olvido. Estas humana... ”
reliquias, estos vestigios de la vanidad humana, estos
monumentos de piedad y afecto me parecían tan antiguos, hijos, tendí mis manos en busca de las suyas, incluso
tan deteriorados, tan gastados, tan manchados, y el lugar caminé entre las piedras ruinosas y la yerba marchita.
tan descuidado y abandonado, que no pude más que Un ruido detrás de mí me hizo volver la cabeza. Un
creerme el descubridor del cementerio de una raza animal salvaje —un lince— se acercaba. Me vino un
prehistórica de hombres cuyo nombre se había extinguido pensamiento: “Si caigo aquí, en el desierto, si vuelve la
hacía muchísimos siglos. fiebre y desfallezco, esta bestia me destrozará la
Sumido en estas reflexiones, permanecí un tiempo sin garganta”. Salté hacia él, gritando. Pasó a un palmo de mí,
prestar atención al encadenamiento de mis propias trotando tranquilamente, y desapareció tras una roca.
experiencias, pero después de poco pensé: “¿Cómo llegué Un instante después, la cabeza de un hombre pareció
aquí?”. Un momento de reflexión pareció proporcionarme brotar de la tierra un poco más lejos. Ascendía por la
la respuesta y explicarme, aunque de forma inquietante, el pendiente más lejana de una colina baja, cuya cresta
extraordinario carácter con que mi imaginación había apenas se distinguía de la llanura. Pronto vi toda su silueta
revertido todo cuanto veía y oía. Estaba enfermo. recortada sobre el fondo de nubes grises. Estaba medio
Recordaba ahora que un ataque de fiebre repentina me desnudo, medio vestido con pieles de animales; tenía los
había postrado en cama, que mi familia me había contado cabellos en desorden y una larga y andrajosa barba. En
cómo, en mis crisis de delirio, había pedido aire y una mano llevaba un arco y flechas; en la otra, una
libertad, y cómo me habían mantenido a la fuerza en la antorcha llameante con un largo rastro de humo.

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Caminaba lentamente y con precaución, como si temiera La gruesa raíz del árbol gigante (contra el cual yo me
caer en un sepulcro abierto, oculto por la alta yerba. apoyaba) abrazaba y oprimía una losa de piedra que
Esta extraña aparición me sorprendió, pero no me emergía parcialmente por el hueco que dejaba otra raíz.
causó alarma. Me dirigí hacia él para interceptarlo hasta Así, la piedra se encontraba al abrigo de las inclemencias
que lo tuve de frente; lo abordé con el familiar saludo: del tiempo, aunque estaba muy deteriorada. Sus aristas
—¡Que Dios te guarde! estaban desgastadas; sus ángulos, roídos; su superficie,
No me prestó la menor atención, ni disminuyó su completamente desconchada. En la tierra brillaban
ritmo. partículas de mica, vestigios de su desintegración.
—Buen extranjero —proseguí—, estoy enfermo y Indudablemente, esta piedra señalaba una sepultura de la
perdido. Te ruego me indiques el camino a Carcosa. cual el árbol había brotado varios siglos antes. Las raíces
El hombre entonó un hambrientas habían saqueado la
bárbaro canto en una lengua tumba y aprisionado su lápida.
desconocida, siguió Un brusco soplo de viento
caminando y desapareció. barrió las hojas secas y las ramas
Sobre la rama de un árbol acumuladas sobre la lápida.
seco un búho lanzó un Distinguí entonces las letras del
siniestro aullido y otro le bajorrelieve de su inscripción, y
contestó a lo lejos. Al levantar me incliné a leerlas. ¡Dios del
los ojos vi a través de una cielo! ¡Mi propio nombre...! ¡La
brusca fisura en las nubes a fecha de mi nacimiento...! ¡y la
Aldebarán y las Híadas. Todo fecha de mi muerte!
sugería la noche: el lince, el Un rayo de sol iluminó
hombre portando la antorcha, completamente el costado del
el búho. Y, sin embargo, yo árbol, mientras me ponía en pie
veía... veía incluso las estrellas de un salto, lleno de terror. El
en ausencia de la oscuridad. sol nacía en el rosado oriente.
Veía, pero evidentemente no podía ser visto ni escuchado. Yo estaba en pie, entre su enorme disco rojo y el árbol,
¿Qué espantoso sortilegio dominaba mi existencia? pero ¡no proyectaba sombra alguna sobre el tronco!
Me senté al pie de un gran árbol para reflexionar Un coro de lobos aulladores saludó al alba. Los vi
seriamente sobre lo que más convendría hacer. Ya no tuve sentados sobre sus cuartos traseros, solos y en grupos, en
dudas de mi locura, pero aún guardaba cierto resquemor la cima de los montículos y de los túmulos irregulares que
acerca de esta convicción. No tenía ya rastro alguno de llenaban a medias el desierto panorama que se prolongaba
fiebre. Más aún, experimentaba una sensación de alegría y hasta el horizonte. Entonces me di cuenta de que eran las
de fuerza que me eran totalmente desconocidas, una ruinas de la antigua y célebre ciudad de Carcosa.
especie de exaltación física y mental. Todos mis sentidos
estaban alerta: el aire me parecía una sustancia pesada, y
Tales son los hechos que comunicó el espíritu de
podía oír el silencio.
Hoseib Alar Robardin al médium Bayrolle.

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Revista Esperpento

t
Por Henry Kuttner
Traducción Rafael Llopis
Imágenes Archy Nold

El viejo Masson, guardián de uno de los más antiguos los ruinosos muelles de Salem debieron de transportar
y descuidados cementerios de Salem, sostenía una cargamentos muy extraños.
verdadera contienda con las ratas. Hacía varias Masson se asombraba a veces de las extraordinarias
generaciones, se había asentado en el cementerio una proporciones de estas madrigueras. Recordaba ciertos
colonia de ratas enormes procedentes de los muelles. relatos inquietantes que le habían contado al llegar a la
Cuando Masson asumió su cargo, tras la inexplicable vieja y embrujada ciudad de Salem. Eran relatos que
desaparición del guardián anterior, decidió hacerlas hablaban de una vida larvaria que persistía en la muerte,
desaparecer. Al principio colocaba cepos y comida oculta en las olvidadas madrigueras de la tierra. Ya habían
envenenada junto a sus madrigueras; más tarde, intentó pasado los viejos tiempos en que Cotton Mather
exterminarlas a tiros. Pero todo fue inútil. Seguía exterminara los cultos perversos y los ritos orgiásticos
habiendo ratas. Sus hordas voraces se multiplicaban e celebrados en honor de Hécate y de la siniestra Magna
infestaban el cementerio. Mater. Pero todavía se alzaban las tenebrosas casas de
Eran grandes, aun tratándose de la especie mus torcidas buhardillas, de fachadas inclinadas y leprosas, en
decumanus, cuyos ejemplares miden a veces más de cuyos sótanos, según se decía, aún se ocultaban secretos
treinta y cinco centímetros de largo sin contar la cola blasfemos y se celebraban ritos que desafiaban tanto a la
pelada y gris. Masson las había visto hasta del tamaño de ley como a la cordura. Moviendo significativamente sus
un gato; y cuando los sepultureros descubrían alguna cabezas canosas, los viejos aseguraban que, en los
madriguera, comprobaban con asombro que por aquellas antiguos cementerios de Salem, había bajo tierra cosas
malolientes galerías cabía sobradamente el cuerpo de una peores que gusanos y ratas. En cuanto a estos roedores,
persona. Al parecer, los barcos que antaño atracaban en ciertamente, Masson les tenía aversión y respeto. Sabía el

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peligro que acechaba en sus dientes afilados y brillantes. el oro no lo es. Además, Masson negociaba también con
Pero no comprendía el horror que los viejos sentían por algunos estudiantes de medicina y médicos poco
las casas vacías, infestadas de ratas. Había oído rumores escrupulosos que necesitaban cadáveres sin importarles
sobre ciertas criaturas horribles que moraban en las demasiado su procedencia.
profundidades de la tierra y tenían poder sobre las ratas, a Hasta entonces, Masson se las había arreglado muy
las que agrupaban en ejércitos disciplinados. Según bien para que no se iniciase una investigación. Había
decían los ancianos, las ratas servían de mensajeras entre negado ferozmente la existencia de las ratas, aun cuando
este mundo y las cavernas que se abrían en las entrañas de algunas veces éstas le hubiesen arrebatado el botín. A
la tierra, muy por debajo de Salem. Y aún se decía que Masson no le preocupaba lo que pudiera suceder con los
algunos cuerpos habían sido robados de las sepulturas con cuerpos, después de haberlos expoliado, pero las ratas
el fin de celebrar festines subterráneos y nocturnos. El solían arrastrar el cadáver entero por un boquete que ellas
mito del flautista de Hamelin era una leyenda que mismas roían en el ataúd. El tamaño de aquellos agujeros
ocultaba, en forma de alegoría, un horror blasfemo; y tenía a Masson asombrado. Por otra parte, se daba la
curiosa circunstancia de que las ratas horadaban siempre
los ataúdes por uno de los extremos, y no por los lados.
“Según decían los ancianos, las Parecía como si las ratas trabajasen bajo la dirección de
ratas servían de mensajeras entre algún guía dotado de inteligencia.
este mundo y las cavernas que se Ahora se encontraba ante una sepultura abierta.
abrían en las entrañas de la tierra, Acababa de quitar la última paletada de tierra húmeda y
muy por debajo de Salem”. de arrojarla al montón que había ido formando a un lado.
Desde hacía varias semanas, no paraba de caer una
llovizna fría y constante. El cementerio era un lodazal de
según ellos, los negros abismos habían parido abortos
barro pegajoso, del que surgían las mojadas lápidas en
infernales que jamás salieron a la luz del día. Masson no
formaciones irregulares. Las ratas se habían retirado a sus
hacía ningún caso de semejantes relatos. No fraternizaba
agujeros; no se veía ni una. Pero el rostro flaco y
con sus vecinos y, de hecho, hacía lo posible por
mantener en secreto la existencia de las ratas. De desgalichado de Masson reflejaba una sombra de

conocerse el problema quizá iniciasen una investigación, inquietud. Había terminado de descubrir la tapa de un
ataúd de madera.
en cuyo caso tendrían que abrir muchas sepulturas. Y en
Hacía varios días que lo habían enterrado, pero
efecto, hallarían ataúdes perforados y vacíos que
Masson no se había atrevido a desenterrarlo antes. Los
atribuirían a las actividades de las ratas. Pero descubrirían
parientes del fallecido venían a menudo a visitar su
también algunos cuerpos con mutilaciones muy
tumba, aun lloviendo. Pero a estas horas de la noche, no
comprometedoras para Masson.
era fácil que vinieran, por mucho dolor y pena que
Los dientes postizos suelen hacerse de oro puro, y no
sintiesen. Y con este pensamiento tranquilizador, se
se los extraen a uno cuando muere. Las ropas,
enderezó y echó a un lado la pala.
naturalmente, son harina de otro costal, porque la
Desde la colina donde estaba situado el cementerio, se
compañía de pompas fúnebres suele proporcionar un traje
veían parpadear débilmente las luces de Salem a través de
de paño sencillo, perfectamente reconocible después. Pero

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Revista Esperpento
la lluvia pertinaz. Sacó la linterna del bolsillo porque iba a las manos en medio de una algarabía de chillidos agudos
necesitar luz. Apartó la pata y se inclinó a revisar los y excitados. Un momento después, había recuperado la
cierres de la caja. De repente, se quedó rígido. Bajo sus linterna y la enfocaba por el agujero.
pies había notado un rebullir inquieto, como si algo Era enorme. Tenía que serlo; de lo contrario, no
arañara o se revolviera dentro. Por un momento, sintió habrían podido arrastrar el cadáver a través de él. Masson
una punzada de terror supersticioso, que pronto dio paso a intentó imaginarse el tamaño de aquellas ratas capaces de
una rabia furiosa, al comprender el significado de aquellos tirar del cuerpo de un hombre. De todos modos, él llevaba
ruidos. ¡Las ratas se le su revólver cargado en el
habían adelantado otra bolsillo, y esto le
vez! tranquilizaba. De haberse
En un rapto de cólera, tratado del cadáver de una
Masson arrancó lo cierres persona ordinaria,
del ataúd. Metió el canto Masson habría
de la pata bajo la tapa e abandonado su presa a las
hizo palanca, hasta que ratas, antes de aventurarse
pudo levantarla con las por aquella estrecha
dos manos. Luego madriguera; pero recordó
encendió la linterna y la los gemelos de sus puños
enfocó al interior del y el alfiler de su corbata,
ataúd. cuya perla debía ser
La lluvia salpicaba el indudablemente auténtica,
blanco tapizado de raso: y, sin pensarlo más, se
el ataúd estaba vacío. prendió la linterna al
Masson percibió un cinturón y se metió por el
movimiento furtivo en la boquete. El acceso era
cabecera de la caja y angosto. Delante de sí, a
dirigió hacia allí la luz. El la luz de la linterna, podía
extremo del sarcófago ver cómo las suelas de los
habla sido horadado, y el zapatos seguían siendo
boquete comunicaba con arrastradas hacia el fondo
una galería, al parecer, pues en aquel mismo momento del túnel de tierra. También él trató de arrastrarse lo más
desaparecía por allí, a tirones, un pie fláccido enfundado rápidamente posible, pero había momentos en que apenas
en su correspondiente zapato. Masson comprendió que las era capaz de avanzar, aprisionado entre aquellas estrechas
ratas se le habían adelantado, esta vez, sólo unos paredes de tierra.
instantes. Se dejó caer a gatas y agarró el zapato con todas El aire se hacía irrespirable por el hedor de la carroña.
sus fuerzas. Se le cayó la linterna dentro del ataúd y se Masson decidió que, si no alcanzaba el cadáver en un
apagó de golpe. De un tirón, el zapato le fue arrancado de minuto, volvería para atrás. Los temores supersticiosos

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empezaban a agitarse en su imaginación, aunque la docena de enormes ratas le miraban atentamente, y sus
codicia le instaba a proseguir. Siguió adelante, y cruzó ojillos malignos brillaban bajo la luz. Eran unos bichos
varias bocas de túneles adyacentes. Las paredes de la deformes, grandes como gatos. Tras ellos vislumbré una
madriguera estaban húmedas y pegajosas. Por dos veces forma negruzca que desapareció en la oscuridad. Se
oyó a sus espaldas pequeños desprendimientos de tierra. estremeció ante las increíbles proporciones de aquella
El segundo de éstos le hizo volver la cabeza. No vio nada, sombra apenas vista.
naturalmente, hasta que enfocó la linterna en esa La luz contuvo a las ratas durante un momento, pero
dirección. no tardaron en volver a acercarse furtivamente. Al
Entonces vio varios montones de barro que casi resplandor de la linterna, sus dientes parecían teñidos de
obstruían la galería que acababa de recorrer. El peligro de un naranja oscuro. Masson forcejeó con su pistola,
su situación se le apareció de pronto en toda su espantosa consiguió sacarla de su bolsillo y apuntó cuidadosamente.
realidad. El corazón le latía con fuerza sólo de pensar en Estaba en una posición difícil. Procuró pegar los pies a las
la posibilidad de un hundimiento. Decidió abandonar su mojadas paredes de la madriguera para no herirse.
persecución, a pesar de que casi había alcanzado el El estruendo del disparo le dejó sordo durante unos
cadáver y las criaturas invisibles que lo arrastraban. Pero instantes. Después, una vez disipado el humo, vio que las
ratas habían desaparecido. Se guardó la pistola y comenzó
a reptar velozmente a lo largo del túnel. Pero no tardó en
“Se acercaban las ratas... Era el oír de nuevo las carreras de las ratas, que se le echaron
enorme ejemplar que había visto encima otra vez.
antes. Gris, leprosa, repugnante, Se le amontonaron sobre las piernas, mordiéndole y
avanzaba enseñando sus dientes chillando de manera enloquecedora. Masson empezó a
anaranjados”. gritar mientras echaba mano a la pistola. Disparó sin
apuntar, de suerte que no se hirió de milagro. Esta vez las
había algo más, en lo que tampoco había pensado: el túnel ratas no se alejaron demasiado. No obstante, Masson
era demasiado estrecho para dar la vuelta. El pánico se aprovechó la tregua para reptar lo más deprisa que pudo,
apoderó de él, por un segundo, pero recordó la boca dispuesto a hacer fuego a la primera señal de un nuevo
lateral que acababa de pasar, y retrocedió ataque.
dificultosamente hasta que llegó a ella. Introdujo allí las Oyó movimientos de patas y alumbró hacia atrás con
piernas, hasta que pudo dar la vuelta. Luego, comenzó a la linterna. Una enorme rata gris se paró en seco y se
avanzar precipitadamente hacia la salida, pese al dolor de quedó mirándole, sacudiendo sus largos bigotes y
sus rodillas magulladas. moviendo de un lado a otro, muy despacio, su cola áspera
De súbito, una punzada le traspasó la pierna. Sintió y pelada. Masson disparó y la rata echó a correr.
que unos dientes afilados se le hundían en la carne, y Continuó arrastrándose. Se había detenido un
pateó frenéticamente para librarse de sus agresores. Oyó momento a descansar, junto a la negra abertura de un
un chillido penetrante, y el rumor presuroso de una túnel lateral, cuando descubrió un bulto informe sobre la
multitud de patas que se escabullían. Al enfocar la tierra mojada, un poco más adelante. De momento, lo
linterna hacia atrás, dejé escapar un gemido de horror: una

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tomó por un montón de tierra desprendido del techo; ojillos. Masson estuvo a punto de sucumbir bajo sus
luego vio que era un cuerpo humano. dientes, pero logró desembarazarse de ellas: el pasadizo se
Se trataba de una momia negruzca y arrugada, y estrechaba y, sobrecogido por el pánico, pataleó, gritó y
Masson se dio cuenta, preso de un pánico sin límites, de disparó hasta que el gatillo pegó sobre una cápsula vacía.
que se movía. Pero había rechazado las ratas.
Aquella cosa monstruosa avanzaba hacia él y, a la luz Observó entonces que se hallaba bajo una piedra
de la linterna, vio su rostro horrible a muy poca distancia grande, encajada en la parte superior de la galería, que le
del suyo. Era una calavera casi descarnada, la faz de un oprimía cruelmente la espalda. Al tratar de avanzar notó
cadáver que ya llevaba años enterrado, pero animada de que la piedra se movía, y se le ocurrió una idea: ¡Si
una vida infernal. Tenía pudiera dejarla caer, de
unos ojos vidriosos, forma que obstruyese el
hinchados y saltones, que túnel!
delataban su ceguera, y, al La tierra estaba
avanzar hacia Masson, empapada por el agua de la
lanzó un gemido plañidero lluvia. Se enderezó y se
y entreabrió sus labios puso a quitar el barro que
pustulosos, desgarrados en sujetaba la piedra. Las ratas
una mueca de hambre se aproximaban. Veía brillar
espantosa. Masson sintió sus ojos al resplandor de la
que se le helaba la sangre. linterna. Siguió cavando,
Cuando aquel Horror frenético, en la tierra. La
estaba ya a punto de piedra cedía. Tiró de ella y
rozarle. Masson se la movió de sus cimientos.
precipitó frenéticamente Se acercaban las ratas...
por la abertura lateral. Oyó Era el enorme ejemplar que
arañar en la tierra, justo a había visto antes. Gris,
sus pies, y el confuso leprosa, repugnante,
gruñido de la criatura que avanzaba enseñando sus
le seguía de cerca. Masson dientes anaranjados.
miró por encima del hombro, gritó y trató de avanzar Masson dio un último tirón de la piedra, y la sintió
desesperadamente por la estrecha galería. Reptaba con resbalar hacia abajo. Entonces reanudó su camino a
torpeza; las piedras afiladas le herían las manos y las rastras por el túnel.
rodillas. El barro le salpicaba en los ojos, pero no se La piedra se derrumbó tras él, y oyó un repentino
atrevió a detenerse ni un segundo. Continuó avanzando a alarido de agonía. Sobre sus piernas se desplomaron
gatas, jadeando, rezando y maldiciendo histéricamente. algunos terrones mojados. Más adelante, le atrapó los pies
Con chillidos triunfales, las ratas se precipitaron de un desprendimiento considerable, del que logró
nuevo sobre él con una horrible voracidad pintada en sus

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desembarazarse con dificultad. ¡El túnel entero se estaba aun si lograse escapar del sarcófago, ¿cómo podría
desmoronando! excavar una salida a través del metro y medio de tierra
Jadeando de terror, Masson avanzaba mientras la tierra que tenía encima?
se desprendía tras él. El túnel seguía estrechándose, hasta Respiraba con dificultad. Hacía un calor sofocante y el
que llegó un momento en que apenas pudo hacer uso de hedor era irresistible. En un paroxismo de terror, desgarró
sus manos y piernas para avanzar. Se retorció como una y arañó el forro acolchado hasta destrozarlo. Hizo un
anguila hasta que, de pronto, notó un jirón de raso bajo inútil intento por cavar con los pies en la tierra
sus dedos crispados; y luego su cabeza chocó contra algo desprendida que le impedía la retirada. Si lograse
que le impedía continuar. Movió las piernas y pudo solamente cambiar de postura, podría excavar con las
comprobar que no las tenía apresadas por la tierra uñas una salida hacia el aire... hacia el aire...
desprendida. Estaba boca abajo. Al tratar de incorporarse, Una agonía candente penetró en su pecho; el pulso le
se encontró con que el techo del túnel estaba a escasos dolía en los globos de los ojos. Parecía como si la cabeza
centímetros de su espalda. El terror le descompuso. Al se le fuera hinchando, a punto de estallar. Y de súbito,
salirle al paso aquel ser espantoso y ciego, se había oyó los triunfales chillidos de las ratas. Comenzó a gritar,
desviado por un túnel lateral, por un túnel que no tenía enloquecido, pero no pudo rechazarlas esta vez. Durante
salida. ¡Se encontraba en un ataúd, en un ataúd vacío, al un momento, se revolvió histéricamente en su estrecha
que había entrado por el agujero que las ratas habían prisión, y luego se calmó, boqueando por falta de aire.
practicado en su extremo! Cerró los ojos, sacó su lengua ennegrecida, y se hundió en
Intentó ponerse boca arriba, pero no pudo. La tapa del la negrura de la muerte, con los locos chillidos de las ratas
ataúd le mantenía inexorablemente inmóvil. Tomó aliento taladrándole los oídos.
entonces, e hizo fuerza contra la tapa. Era inamovible, y

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El signo amarillo
Por Robert W. Chambers
Imágenes S. L.

Rompen las olas neblinosas a lo largo de la costa,


Los soles gemelos se hunden tras el lago,
Se prolongan las sombras
En Carcosa.

Extraña es la noche en que surgen estrellas negras,


Y extrañas lunas giran por los cielos,
Pero más extraña todavía es la
Perdida Carcosa.

Los cantos que cantarán las Híades


Donde flamean los andrajos del Rey,
Deben morir inaudibles en la
Penumbrosa Carcosa.

Canto de mi alma, se me ha muerto la voz,


Muere, sin ser cantada, como las lágrimas no derramadas
Se secan y mueren en la
Perdida Carcosa.

El canto de Cassilda en El Rey de Amarillo


Acto 1º, escena 2ª

I. Que comprende el contenido se inclinaba a medias con curiosidad y a medias con ternura
de una carta sin firma enviada al autor sobre una pequeña lagartija verde murmurando: “¡Pensar que
esta es una criatura de Dios!”?
¡Hay tantas cosas imposibles de explicar! ¿Por qué La primera vez que vi al sereno, estaba de espaldas a mí.
ciertas notas musicales me recuerdan los tintes dorados y Lo miré con indiferencia hasta que entró a la Iglesia. No le
herrumbrosos del follaje de otoño? ¿Por qué la Misa de presté más atención que la que hubiera prestado a cualquier
Santa Cecilia hace que mis pensamientos vaguen entre otro que deambulara por el parque de Washington aquella
cavernas en cuyas paredes resplandecen desiguales masas de mañana, y cuando cerré la ventana y volví a mi estudio, ya lo
plata virgen? ¿Qué había en el tumulto y el torbellino de había olvidado. Avanzaba la tarde, como hacía calor, abrí la
Broadway a las seis de la tarde que hizo aparecer ante mis ventana nuevamente y me asomé para respirar un poco de
ojos la imagen de un apacible bosque bretón en el que la luz aire. Había un hombre en el atrio de la iglesia y lo observé
del sol se filtraba a través del follaje de la primavera y Sylvia otra vez con tan poco interés como por la mañana. Miré la

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plaza en que jugueteaba el agua de la fuente y luego, llena la la figura que tenía ante
cabeza de vagas impresiones de árboles, de senderos de mí. Alarmado, luché por
asfalto y de grupos de niñeras y ociosos paseantes, me detenerla, pero ahora el
dispuse a volver a mi caballete. Entonces, mi mirada color del pecho cambió y
distraída incluyó al hombre del atrio de la iglesia. Tenía la figura entera pareció
ahora la cara vuelta hacia mí y, con un movimiento absorber la infección
totalmente involuntario, me incliné para vérsela. En el como una esponja
mismo instante levanté la cabeza y me miró. Me recordó de absorbe el agua. Apliqué
inmediato a un gusano de ataúd. Qué era lo que me vigorosamente espátula y
repugnaba en el hombre, no lo sé, pero la impresión de un aguarrás pensando en la
grueso gusano blancuzco de tumba fue tan intensa y entrevista que tendría con
nauseabunda que debí haberla mostrado en mi expresión, Duval, que me había
porque apartó su abultada cara con un movimiento que me vendido la tela. Pero
recordó una larva perturbada en un nogal. pronto advertí que la
Volví a mi caballete y le hice señas a la modelo para que culpa no era de la tela ni
reanudara su pose. Después de trabajar un buen rato, advertí de los colores de Edward.
que estaba echando a perder tan de prisa como era posible lo “Debe de ser el
que había hecho. Cogí una espátula y quité con ella el color. aguarrás —pensé con
Las tonalidades de la carne eran amarillentas y enfermizas; enfado— o bien la luz
no entendía cómo había podido dar unos colores tan del atardecer ha
malsanos a un trabajo que había resplandecido antes de enturbiado y confundido
salud. tanto mi vista, que no me
Miré a Tessie. No había cambiado y el claro arrebol de la es posible ver bien”.
salud le teñía el cuello y las mejillas; fruncí el ceño. Llamé a Tessie, la
—¿He hecho algo malo? —preguntó. modelo, que vino y se
—No... he estropeado este brazo y, no sé cómo pude inclinó sobre mi silla
haber ensuciado de este modo la tela —le contesté. llenando el aire con
—¿No estoy posando mal? —insistió. volutas de humo.
—Pues, claro, perfectamente. —¿Qué ha estado
—¿No es culpa mía entonces? usted haciendo? —
—No, es mía. exclamó.
—Lo siento muchísimo —dijo ella. —Nada —gruñí—.
Le dije que podía descansar mientras yo aplicaba trapo y Debe de ser el aguarrás.
aguarrás al sitio corroído de la tela; ella empezó a fumar un —¡Qué color más
cigarrillo y a hojear las ilustraciones del Courier Français. horrible tiene ahora! —
No sé si tenía algo el aguarrás o era defecto de la tela, prosiguió—. ¿Le parece a
pero cuanto más frotaba, más parecía extenderse la gangrena. usted que mi carne se
Trabajé como un castor para quitar aquello, pero la parece a un queso
enfermedad parecía extenderse de miembro en miembro de Roquefort?

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—No, claro que no — que creyendo quizá que ya me había atormentado lo
dije con enfado—. ¿Me has bastante, salió a suplicarme que le abrochara el vestido por la
visto alguna vez pintar de espalda, donde ella no alcanzaba.
este modo? —Todo ha salido mal desde el momento en que volvió de
—¡Por cierto que no! la ventana y me habló del horrible hombre que vio en el atrio
—¡Entonces! de la iglesia —declaró.
—Debe de ser el —Sí, probablemente embrujó el cuadro dije bostezando.
aguarrás, o algo —admitió. Miré el reloj.
Se puso una túnica —Son más de la seis, lo sé —dijo Tessie arreglándose el
japonesa y se acercó a la sombrero ante el espejo.
ventana. Yo raspé y froté —Sí —contesté—. No fue mi intención retenerte tanto
hasta cansarme; finalmente tiempo.
cogí los pinceles y los Me asomé por la ventana, pero retrocedí con disgusto. El
hundí en la tela lanzando joven de la cara pastosa estaba todavía en el atrio. Tessie vio
una gruesa expresión cuyo mi ademán de desaprobación y se asomó.
tono tan solo llegó a oídos —¿Es ese el hombre que le disgusta? —susurró.
de Tessie. Asentí con la cabeza.
No obstante, no tardó en —No puedo verle la cara, pero parece gordo y blando. De
exclamar: todas maneras —continuó y se volvió hacia mí— me
—¡Muy bonito! ¡Jure, recuerda un sueño... un sueño espantoso que tuve una vez.
actúe como un niño y Pero —musitó mirando sus elegantes zapatos—, ¿fue un
arruine sus pinceles! Lleva sueño en realidad?
tres semanas trabajando en —¿Cómo puedo yo saberlo? —dije con una sonrisa.
ese estudio y ahora ¡mire! Tessie me sonrió a su vez.
¿De qué le sirve desgarrar —Usted figuraba en él —dijo—, de modo que quizá sepa
la tela? ¡Que criaturas son algo.
los artistas! —¡Tessie, Tessie! —protesté— ¡No te atrevas a
Me sentí tan halagarme diciendo que sueñas conmigo!
avergonzado como de —Pues lo hice —insistió—. ¿Quiere que se lo cuente?
costumbre después de un —Adelante —le contesté encendiendo un cigarrillo.
exabrupto semejante, y Tessie se apoyó en el antepecho de la ventana abierta y
volví contra la pared la tela empezó muy seriamente:
arruinada. Tessie me ayudó —Fue una noche del invierno pasado. Estaba yo acostada
a limpiar los pinceles y en la cama sin pensar en nada en particular. Había estado
luego marchó bailando a posando para usted y me sentía agotada, no obstante, me era
vestirse. Desde detrás del imposible dormir. Oí a las campanas de la ciudad dar las
biombo me regaló consejos diez, las once y la medianoche. Debo de haberme quedado
sobre la pérdida parcial o dormida aproximadamente alrededor de las doce, porque no
total de la paciencia, hasta recuerdo haber escuchado más campanadas. Me parece que

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Revista Esperpento
apenas había cerrado los ojos, cuando soñé que algo me la ventana.
impulsaba a ir a la ventana. Me levanté abriendo el postigo, —Él... el hombre de abajo del atrio de la iglesia... es el
me asomé. La calle Veinticinco estaba desierta hasta donde que conducía la carroza fúnebre.
alcanzaba mi vista. Empecé a sentir miedo; todo afuera —Tonterías —dije, pero los ojos de Tessie estaban
parecía tan... ¡tan negro e inquietante! Entonces oí un ruido agrandados por el terror. Me acerqué a la ventana y miré. El
lejano de ruedas a la distancia, y me pareció corno si aquello hombre había desaparecido—. Vamos, Tessie —la animé—,
que se acercaba era lo que debía esperar. Las ruedas se no seas tonta. Has posado demasiado; estás nerviosa.
aproximaban muy lentamente y por fin pude distinguir un —¿Cree que podría olvidar esa cara? —murmuró—. Tres
vehículo que avanzaba por la calle. Se acercaba cada vez veces vi pasar la carroza fúnebre bajo mi ventana, y tres
más, y cuando pasó bajo mi ventana me di cuenta que era veces el cochero se volvió y me miró. Oh, su cara era tan
una carroza fúnebre. Entonces, cuando me eché a temblar de blanca y... ¿blanca? Parecía un muerto... como si hubiera
miedo, el cochero se volvió y me miró. Cuando desperté muerto mucho tiempo atrás.
estaba de pie frente a la ventana abierta estremecida de frío, Convencí a la muchacha de que se sentara y se bebiera un
vaso de Marsala. Luego me senté junto a ella y traté de
aconsejarla.
“... por fin pude distinguir un —Mira, Tessie —dije—, vete al campo por una semana o
vehículo que avanzaba por la calle. dos y ya verás como no sueñas más con carrozas fúnebres.
Se acercaba cada vez más, y Pasas todo el día posando y cuando llega la noche tienes los

cuando pasó bajo mi ventana me di nervios alterados. No puedes seguir a este ritmo. Y después,

cuenta que era una carroza claro, en lugar de irte a la cama después de terminado el

fúnebre”. trabajo, te vas de picnic al parque Sulzer o a El Dorado o a


Coney Island, y cuando vienes aquí a la mañana siguiente te
encuentras rendida. No hubo tal carroza fúnebre. No fue más
pero la carroza empenachada de negro y su cochero habían
que un tonto sueño.
desaparecido. Volví a tener ese mismo sueño el pasado mes
La muchacha sonrió débilmente.
de marzo y otra vez desperté junto a la ventana abierta.
—¿Y el hombre del atrio de la iglesia?
Anoche tuve el mismo sueño. Recordará cómo llovía;
—Oh, no es más que un pobre enfermo como tantos.
cuando desperté junto a la ventana abierta tenía el camisón
—Tan cierto como me llamo Tessie Rearden, le juro,
empapado.
señor Scott, que la cara del hombre de abajo es la cara del
—Pero ¿qué relación tengo yo con el sueño? —pregunté.
que conducía la carroza fúnebre.
—Usted... usted estaba en el ataúd; pero no estaba
—¿Y qué? —dije—. Es un oficio honesto.
muerto.
—Entonces, ¿cree que sí vi la carroza fúnebre?
—¿En el ataúd?
—Bueno —dije diplomáticamente—, si realmente la
—Sí.
viste, no sería improbable que el hombre de abajo la
—¿Cómo lo sabes? ¿Podías verme?
condujera. Eso nada tiene de raro,
—No; sólo sabía que usted estaba allí.
Tessie se levantó, desenvolvió su perfumado pañuelo y
—¿Habías comido Welsh rarebits o ensalada de
cogiendo un trozo de goma de mascar anudado en un ángulo,
langosta? —empecé yo riéndome, pero la chica me
se lo metió en la boca. Luego, después de ponerse los
interrumpió con un grito de espanto.
guantes, me ofreció su mano con un franco:
—¡Vaya! ¿Qué sucede? —pregunté al verla retroceder de

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Revista Esperpento
—Hasta mañana, señor Scott. estaba junto al portal del atrio; sólo verlo me produjo la
Y se marchó. misma abrumadora repugnancia.
—A propósito, Thomas —dije—, ¿quién es ese individuo
II allá abajo?
A la mañana siguiente, Thomas, el botones, me trajo el Thomas resopló por la nariz.
Herald y una noticia. La iglesia de al lado había sido —¿Ese gusano, señor? Es el sereno de la iglesia, señor.
vendida. Agradecí al cielo por ello. No porque yo siendo Me exaspera verlo toda la noche en la escalinata, mirándolo
católico tuviera repugnancia alguna por la congregación a uno con aire insultante. Una vez le di un puñetazo en la
vecina, sino porque tenía los nervios destrozados a causa de cabeza, señor... con su perdón, señor...
un predicador vociferante, cuyas —Adelante, Thomas.
palabras resonaban en la nave de —Una noche que volvía a
la iglesia como si fueran casa con Harry, el otro chico
pronunciadas en mi casa y que inglés, lo vi sentado allí en la
insistía en sus erres con una escalinata. Molly y Jen, las dos
persistencia nasal que me chicas de servicio, estaban con
revolvía las entrañas. Había nosotros, señor, y él nos miró de
además un demonio en forma manera tan insultante, que yo
humana, un organista que voy y le digo: “¿Qué está
interpretaba los himnos antiguos mirando, babosa hinchada?”.
de una manera muy personal. Yo Con su perdón, señor, pero eso
clamaba por la sangre de un ser fue lo que le dije. Entonces él no
capaz de tocar la doxología con contestó y yo le dije: “Ven y
una modificación de tonos verás cómo te aplasto esa cabeza
menores sólo perdonable en un de pudín”. Entonces abrí el
cuarteto de principiantes. Creo portal y entré, pero él no decía
que el ministro era un buen nada y seguía mirándome de ese
hombre, pero cuando berreaba: modo insultante. Entonces le di
“Y el Señorrr dijo a Moisés, el un puñetazo, pero ¡aj! tenía la
Señorrr es un hombre de cara tan fría y untuosa que daba
guerrrra; el Señorrr es su asco tocarla.
nombre. Arrrderá mi irrra y yo te —¿Qué hizo él entonces? —
matarrré con la espada”, me pregunté con curiosidad.
preguntaba cuántos siglos de purgatorio serían necesarios —¿Él? Nada.
para expiar semejante pecado. —¿Y tú, Thomas?
—¿Quien compró la propiedad? —pregunté a Thomas. El joven se ruborizó turbado y sonrió con incomodidad.
—Nadie que yo conozca, señor. Dicen que el caballero —Señor Scott, yo no soy ningún cobarde y no puedo
que es propietario de los apartamentos Hamilton estuvo explicarme por qué eché a correr. Estuve en el Quinto de
mirándola. Quizás esté por construir más estudios. Lanceros, señor, corneta en Te-el-Kebir y me han disparado
Me acerqué a la ventana. El joven de la cara enfermiza a menudo.

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Revista Esperpento
—¿Quieres decir que huiste? A las nueve apareció Tessie y desapareció tras el biombo
—Sí, señor, eso hice. con un alegre “Buenos días, señor Scott”. Cuando reapareció
—¿Por qué? y adoptó su pose sobre la tarima, empecé para su deleite una
—Eso es lo que yo quisiera saber, señor. Agarré a Molly tela nueva. Mientras trabajé en el dibujo, permaneció en
del brazo y eché a correr, y los demás estaban tan asustados silencio, pero no bien cesó el rasguido de la carbonilla y cogí
como yo. el fijador, comenzó a charlar.
—Pero ¿de qué tenían miedo? —¡Pasamos un momento tan agradable anoche! Fuimos a
Thomas rehusó contestar de momento, pero el repulsivo Tony Pastor's.
joven de abajo había despertado tanto mi curiosidad, que —¿Quiénes?
insistí. Tres años de estadía en América no sólo habían —Oh, Maggie, ya sabe usted, la modelo del señor Whyte,
modificado el dialecto cockney de Thomas, sino que le y Rosi McCormick —la llamamos Rosi porque tiene esos
habían inculcado el temor americano al ridículo. hermosos cabellos rojos que gustan tanto a los artistas— y
—No va usted a creerme, señor Scott. Lizzie Burke.
—Sí, te creeré. Rocié la tela con el fijador y dije:
—Bien, continúa.
—Vimos, a Kelly y a Baby Barnes, la bailarina y... a todo
“El hombre estaba junto al el resto. Hice una conquista.
enrejado de la iglesia con las —¿Entonces me has traicionado, Tessie?
manos en el portal, pero retrocedí Ella se echó a reír y sacudió la cabeza.

con prisa a mi caballete, —Es Ed Burke, el hermano de Lizzie. Un perfecto

descompuesto y horrorizado...” caballero.


Me sentí obligado a darle algunos consejos paternales
acerca de las conquistas, que ella recibió con sonrisa
—¿No va a reírse de mí, señor?
radiante.
—¡Tonterías!
—Oh, sé cuidarme de una conquista desconocida —dijo
Vaciló.
examinando su goma de mascar—, pero Ed es diferente.
—Bien señor, tan verdad como que hay Dios, lo golpeé,
Lizzie es mi mejor amiga.
él me agarró de las muñecas, y cuando le retorcí uno de los
Entonces contó que Ed había vuelto de la fábrica de
puños blandos y untuosos, me quedé con uno de sus dedos
calcetines de Lowell, Massachusetts, y que se había
en la mano.
encontrado con que ella y Lizzie ya no eran unas niñas, y que
Toda la repugnancia y el horror que había en la cara de
era un joven perfecto que no tenía el menor inconveniente en
Thomas debieron de haberse reflejado en la mía, porque
gastarse medio dólar para invitarlas con helados y ostras a
agregó:
fin de festejar su comienzo como dependiente en el
—Es espantoso. Ahora cuando lo veo, me alejo. Me pone
departamento de lanas de Macy's. Antes que terminara, yo
enfermo.
había empezado a pintar, y adoptó nuevamente su pose
Cuando Thomas se hubo marchado, me acerqué a la
sonriendo y parloteando como un gorrión. Al mediodía ya
ventana. El hombre estaba junto al enrejado de la iglesia con
tenía el estudio bien limpio y Tessie se acercó a mirarlo.
las manos en el portal, pero retrocedí con prisa a mi
—Eso está mejor —dijo.
caballete, descompuesto y horrorizado. Le faltaba el dedo
También yo lo pensaba así y comí con la íntima
medio de la mano derecha.

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Revista Esperpento
satisfacción de que todo iba bien. Tessie puso su comida en cuando me persigno, siento que todo, con inclusión de mí
una mesa de dibujo frente a mí y bebimos clarete de la mismo, se encuentra más animado, y cuando me confieso,
misma botella y encendimos nuestros cigarrillos con la me siento bien. Un hombre que vive tan solo como yo, debe
misma cerilla. Yo le tenía mucho apego a Tessie. De una confesarse con alguien. Claro que Sylvia era católica, y ese
niña frágil y desmañada, la había visto convertirse en una era motivo suficiente para mí. Pero estaba hablando de
mujer esbelta y exquisitamente formada. Había posado para Tessie, lo que es muy diferente. Tessie también era católica y
mí durante los tres últimos años y de todas mis modelos ella mucho más devota que yo, de modo que, teniendo todo esto
era la favorita. Me habría en cuenta, no había mucho que
afligido mucho, en verdad, que temer por mi bonita modelo
se vulgarizara o se volviera una mientras no se enamorase. Pero
fulana, como suele decirse, pero entonces sabía que sólo el
jamás advertí el menor deterioro destino decidiría su futuro, y
en su conducta y sentía en el rezaba internamente por que ese
fondo que ella era una buena destino la mantuviera alejada de
chica. Nunca discutíamos de hombres como yo y que pusiera
moral, y no tenía intención de en su camino muchachos como
hacerlo, en parte porque yo no Ed Burker y Jimmy McCormick.
tenía muy en cuenta a la moral, ¡Dios bendiga su dulce rostro!
pero también porque sabía que Tessie estaba sentada
ella haría lo que le gustara muy lanzando anillos de humo que
a mi pesar. No obstante, ascendían al cielo raso y
esperaba de todo corazón que haciendo tintinear el hielo en su
no se viera envuelta en vaso.
dificultades, porque deseaba su —¿Sabes, Chavala, que
bien y también por el egoísta también yo tuve un sueño
motivo de no perder a la mejor anoche?
de mis modelos. Sabía que una La observé. A veces la
conquista, como la había llamaba “la Chavala”.
llamado Tessie, no significaba —No habrá sido ese hombre
nada para chicas como ella, y —dijo riendo.
que tales cosas en América no —Exacto. Un sueño parecido
se asemejan en nada a las al tuyo, sólo que mucho peor.
mismas cosas en París. No Fue tonto e irreflexivo de mi
obstante, yo había vivido con parte decirlo, pero ya se sabe el
los ojos bien abiertos y sabía que alguien se llevaría algún poco tacto que tienen los pintores por lo general.
día a Tessie de un modo u otro, y aunque por mi parte —Debo de haberme quedado dormido poco más o menos
consideraba que el matrimonio era un disparate, esperaba a las diez —proseguí—, y al cabo de un rato soñé que me
sinceramente que en este caso hubiese un sacerdote al final despertaba. Tan claramente oí las campanas de la
de la aventura. Soy católico. Cuando oigo misa solemne, medianoche, el viento en las ramas de los árboles y la sirena

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Revista Esperpento
de los vapores en la bahía, que incluso ahora me es difícil Un sollozo de Tessie me interrumpió. Estaba temblando
creer que no estaba despierto. Me parecía yacer en una caja como una hoja. Vi que me había comportado como un asno e
con cubierta de cristal. Veía débilmente las lámparas de la intenté reparar el daño.
calle por donde pasaba, pues debo decirte, Tessie, que la caja —¡Vaya, Tess —dije— Sólo te lo conté para mostrarte la
en la que estaba tendido parecía encontrarse en un carruaje influencia de tu historia en los sueños de los demás. No
acojinado en el que iba sacudiéndome por una calle pensarás realmente que estoy tendido en un ataúd ¿no es
empedrada. Al cabo de un rato me impacienté e intenté cierto? ¿Por qué estás temblando? ¿No te das cuenta de que
moverme, pero la caja era demasiado estrecha. Tenía las tu sueño y la irrazonable repugnancia que me produce ese
manos cruzadas en el pecho, de modo que no me era posible inofensivo sereno de la iglesia pusieron sencillamente en
levantarlas para aliviarme. Escuché y, luego, intenté llamar. marcha mi cerebro no bien me quedé dormido?
Había perdido la voz. Podía oír los cascos de los caballos Puso la cabeza entre sus brazos y sollozó como si fuera a
uncidos al coche e incluso la respiración del conductor. rompérsele el corazón. Me había portado como un imbécil.
Entonces otro ruido irrumpió en mis oídos, como el abrir de Pero estaba por superar mi propio récord. Me le acerqué y la
una ventana. Me las compuse para ladear la cabeza un tanto, rodeé con el brazo.
—Tessie, querida, perdóname —dije—; no tendrías que
haberte asustado con semejantes tonterías. Eres una chica
“En un principio me eché a reír, demasiado atinada, demasiado buena católica corno para
pero cuando comprendí lo que creer en sueños.
decía, un estremecimiento me Su mano se puso en la mía y su cabeza cayó sobre mi

atravesó el cuerpo y me quedé hombro, pero todavía temblaba; yo la acariciaba y la

sentado como de piedra”. consolaba.


—Vamos, Tess, abre los ojos y sonríe.
Sus ojos se abrieron con un lánguido lento movimiento y
y descubrí que podía ver, no sólo a través del cristal que
se encontraron con los míos, pero su expresión era tan
cubría la caja, sino también a través de los paneles de cristal
extraña que me apresuré a reanimarla otra vez.
a los lados del carruaje. Vi casas. Vi casas, vacías y
—Fue una patraña, Tessie, no creerás que todo esto podrá
silenciosas, sin vida ni luz en ninguna de ellas, excepto en
acarrearte algún mal.
una. En esa casa había una ventana abierta en el primer piso,
—No —dijo, pero sus labios escarlatas se estremecieron.
y una figura toda de blanco miraba a la calle. Eras tú.
—¿Qué sucede, entonces? ¿Tienes miedo?
Tessie había apartado su cara de mí y se apoyaba en la
—Sí, pero no por mí.
mesa sobre el codo.
—¿Por mí, entonces? —pregunté alegremente.
—Pude verte la cara —proseguí— que me pareció muy
—Por usted —murmuró en voz casi inaudible—. Yo... yo
angustiada. Luego seguimos el viaje y doblamos por una
lo quiero a usted.
estrecha y negra calleja. De pronto los caballos se
En un principio me eché a reír, pero cuando comprendí lo
detuvieron. Esperé y esperé, cerrando los ojos con miedo e
que decía, un estremecimiento me atravesó el cuerpo y me
impaciencia, pero todo estaba silencioso como una tumba. Al
quedé sentado como de piedra. Esta era la culminación de las
cabo de lo que me parecieron horas, empecé a sentirme
tonterías que llevaba cometidas. En el momento que
incómodo. La sensación de que algo se acercaba hizo que
transcurrió entre su réplica y mi contestación, pensé en mil
abriera los ojos. Entonces vi la cara del cochero de la carroza
respuestas a esa inocente confesión. Podía desecharla con
fúnebre que me miraba a través de la cubierta del ataúd...

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Revista Esperpento
una sonrisa, podía hacerme el desentendido y decirle que me satisfecha, daba igual ahora, y a no ser que deseara dañar a
encontraba muy bien de salud, podía manifestarle con un corazón inocente, tenía la senda trazada ante mí. El fuego
sencillez que era imposible que ella me amase. Pero mi y la intensidad, la profundidad de la pasión de un amor que
reacción fue más veloz que mis pensamientos, y cuando ni siquiera había sospechado, a pesar de la experiencia que
quise darme cuenta ya era demasiado tarde, porque la había creía tener del mundo, no me dejaban otra alternativa que
besado en la boca. corresponderle o apartarla de mi lado. No se si me acordaba
Aquella noche fui a dar mi paseo habitual por el parque producir dolor en los demás o si hay algo en mí de lóbrego
de Washington pensando en los acontecimientos del día. Me puritano, pero lo cierto es que me repugnaba negar la
había comprometido a fondo. responsabilidad por ese
No podía echarme atrás ahora, irreflexible beso, y de hecho no
y miré de frente a mi futuro. Yo tuve tiempo de hacerlo antes que
no era bueno, ni siquiera se abriesen las puertas de su
escrupuloso, pero no tenía corazón y la marejada se
intención de engañarme a mí expandiera. Otros que
mismo o a Tessie. La única habitualmente cumplen con su
pasión de mi vida yacía deber y encuentran una sombría
sepultada en los soleados satisfacción en hacer de sí
bosques de Bretaña. ¿Estaba mismos y de los demás unos
sepultado para siempre? La desdichados, quizá habrían
Esperanza clamaba: “¡No!” resistido. Yo no. No me atreví.
Durante tres años había Después de amainada la
esperado el ruido de unos pasos tormenta, le dije que más le
en mi umbral. ¿Sylvia se había habría valido amar a Ed Burke y
olvidado? “¡No!”, clamaba la llevar un sencillo anillo de oro,
Esperanza. pero no quiso escucharme
Dije que no era bueno. Eso siquiera, y pensé que mientras
es verdad, pero con todo no era hubiera decidido amar a alguien
exactamente el villano de la con quien no podía casarse, era
ópera cómica. Había llevado preferible que fuera yo. Yo, al
una vida fácil y atolondrada, menos, podría tratarla con
recibiendo de buen grado el inteligente afecto, y cuando ella
placer que se me ofrecía, se cansara de su pasión, no
deplorando, a veces lamentando con amargura, las saldría de ella mal parada. Porque yo estaba decidido en
consecuencias. Sólo una cosa, con excepción de mi pintura, cuanto a eso, aunque sabía lo difícil que resultaría.
tomaba en serio, y aquello yacía ocultado, si no perdido, en Recordaba el final habitual de las relaciones platónicas y
los bosques bretones. cuánto me disgustaba oír de ellas. Sabía que iniciaba una
Era demasiado tarde ahora para lamentar lo ocurrido en gran empresa para alguien tan falto de escrúpulos como yo, y
el día. Tanto si fue lástima, como si fue la súbita ternura que temía el futuro, pero ni por un momento dudé de que ella
produce el dolor o el más brutal instinto de la voluntad estaría segura conmigo. Si se hubiera tratado de cualquier

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otra, no me habría dejado atormentar por escrúpulos. Pero ni pesar mío, me estremecí al ver la hinchada cara blancuzca y
se me ocurría la posibilidad de sacrificar a Tessie como lo apresuré el paso. Entonces dijo algo que pudo haberme
habría hecho con una mujer de mundo. Miraba el porvenir estado dirigido o quizá sólo estuviera musitando para sí, pero
directamente a la cara y veía los varios probables finales del que semejante individuo se dirigiera a mí me puso
asunto. Terminaría ella por cansarse de mí, o llegaría a ser súbitamente furioso. Por un instante me dieron ganas de girar
tan desdichada que tendría que desposarla o abandonarla. Si sobre los talones y aplastarle la cabeza con el bastón, pero
nos casábamos, seríamos desdichados. Yo con una mujer seguí andando, entré en el Hamilton y fui a mi apartamento.
inapropiada para mí, ella con un marido inapropiado para Por algún tiempo di vueltas en la cama intentando librarme
cualquier mujer. Porque mi vida pasada no me calificaba de su voz, pero no me fue posible. Ese murmullo me llenaba
para el matrimonio. Si la abandonaba, quizá caería enferma, la cabeza como el denso humo aceitoso de una cuba donde se
pero se recuperaría y acabaría casándose con algún Ed cuece grasa o la nociva fetidez de la podredumbre. Y
Burke, pero, precipitada o deliberadamente, podía cometer mientras me revolvía en mi lecho, la voz en mis oídos
una tontería. Por otra parte, si se cansaba de mí, toda su vida parecía más clara y distante, y empecé a entender las
se desplegaría ante ella con maravillosas visiones de Eddie palabras que había murmurado. Me llegaban lentamente,
como si las hubiera olvidado y por fin pudiera comprender
su sentido. Había articulado:
“... di vueltas en la cama —¿Has encontrado el Signo Amarillo?

intentando librarme de su voz, pero —¿Has encontrado el Signo Amarillo?

no me fue posible. Ese murmullo —¿Has encontrado el Signo Amarillo?


Estaba furioso. ¿Qué había querido decir con eso?
me llenaba la cabeza como el denso
Luego, dirigiéndole una maldición, cambié de postura, y me
humo...”
quedé dormido, pero cuando más tarde desperté estaba
pálido y ojeroso, porque había vuelto a soñar lo mismo de la
Burke, anillos de boda, gemelos, pisos en Harlem y el Cielo
noche pasada y me turbaba más de lo que quería confesarme.
sabe que más. Mientras me paseaba entre los árboles vecinos
Me vestí y bajé al estudio. Tessie estaba sentada junto a
al Arco de Washington, decidí que de cualquier modo ella
la ventana. Cuando yo entré se puso de pie y me rodeó el
encontraría a un sólido amigo en mí, y que el futuro se
cuello con los brazos para darme un beso inocente. Tenía un
cuidara de sí mismo. Luego entré en la casa y me puse el
aspecto tan dulce y delicado que la volví a besar y luego me
traje de noche, porque la nota ligeramente perfumada que
fui a sentar frente al caballete.
había sobre mi tocador decía: “Tenga un coche pronto a la
—¡Vaya! ¿Dónde está el estudio que empecé ayer?
entrada de los artistas a las once”, y estaba firmada “Edith
Tessie parecía confusa, pero no respondió. Comencé a
Carmichel, Teatro Metropolitan, 19 de junio de 189-”.
buscar entre pilas de telas mientras le decía:
Esa noche cené o, más bien cenamos la señorita
—Apresúrate, Tess, y prepárate; debemos aprovechar la
Carmichel y yo, en el Solari y el alba empezaba a dorar la
luz de la mañana.
cruz de la iglesia Memorial cuando entré en el parque de
Cuando por fin abandoné la búsqueda entre las otras telas
Washington después de haber dejado a Edith en Brunswick.
y me volví para registrar el cuarto, vi que Tessie estaba de
No había un alma en el parque cuando pasé entre los árboles
pie junto al biombo con las ropas todavía puestas.
y cogí el sendero que va de la estatua de Garibaldi al edificio
—¿Qué sucede? —le pregunté—. ¿No te sientes bien?
de los apartamentos Hamilton, pero al pasar junto al atrio de
—Sí.
la iglesia vi una figura sentada en la escalinata de piedra. A

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Revista Esperpento
—Apresúrate, entonces. humanas.
—¿Quiere que pose como... como he posado siempre? —Es todo lo que tengo para darle como recuerdo.
Entonces comprendí. Se presentaba una nueva Me sentí molesto, pero le dije que lo tendría en alta
complicación. Había perdido, por supuesto, a la mejor estima y le prometí llevarlo siempre. Ella me lo sujetó en la
modelo de desnudo que había conocido nunca. Miré a chaqueta, bajo la solapa.
Tessie. Tenía el rostro escarlata. ¡Ay! ¡Ay! Habíamos —¡Qué tontería, Tess, comprar algo tan bello! —le dije.
comido el fruto del árbol del conocimiento y el Edén y la —No lo he comprado —dijo riendo.
inocencia original ya eran sueños del pasado... quiero decir, —¿De dónde lo has sacado?
para ella. Entonces me contó que lo había encontrado un día al
Supongo que notó la desilusión en mi cara, porque dijo: volver del acuario de la Batería y que había hecho publicar
—Posaré, si lo desea. El estudio está detrás del biombo. un aviso en los periódicos y que por fin perdió las esperanzas
He sido yo quien lo ha puesto allí. de encontrar al propietario del broche.
—No —le dije—, empezaremos algo nuevo. —Fue el invierno pasado —dijo—, el mismo día en que
Y fui a mi armario y elegí un vestido morisco tuve por primera vez ese horrible sueño de la carroza
resplandeciente de lentejuelas. Era un traje auténtico y Tessie fúnebre.
se retiró tras el biombo encantada con él. Cuando salió otra Recordé el sueño que había tenido la pasada noche, pero
vez, quedé atónito. Sus largos cabellos negros estaban no dije nada, y en seguida la carbonilla empezó a revolotear
sujetos en su frente por una diadema de turquesas y los sobre la nueva tela, y Tessie permaneció inmóvil en la
extremos llegaban rizados hasta la faja resplandeciente. tarima.
Tenía los pies calzados en unas bordadas babuchas
puntiagudas, y la falda del vestido, curiosamente recamada III
de arabescos de plata, le caía hasta los tobillos. El profundo El día siguiente fue desastroso para mí. Mientras
azul metálico del chaleco bordado en plata y la chaquetilla trasladaba una tela enmarcada de un caballete a otro, mis
morisca en la que estaban cosidas refulgentes turquesas, le pies resbalaron en el suelo encerado y caí pesadamente sobre
sentaban maravillosamente. Avanzó hacia mí y levanté la ambas muñecas. Tan grave fue la luxación sufrida que
cabeza sonriente. Deslicé la mano en el bolsillo, saqué una resultó inútil intentar sostener el pincel, examinando dibujos
cadena de oro con una cruz y se la coloqué en la cabeza. y esbozos inacabados hasta que, ya desesperado me senté a
—Es tuya, Tessie. fumar y a girar los pulgares con fastidio. La lluvia que
—¿Mía? —balbució. azotaba los cristales y tamborileaba sobre el techo de la
—Tuya. Ahora ve y posa. iglesia me produjo un ataque de nervios con su interminable
Entonces, con una sonrisa radiante, corrió tras el biombo repiqueteo. Tessie cosía sentada junto a la ventana, y de vez
y reapareció en seguida con una cajita en la que estaba en cuando levantaba la cabeza y me miraba con una
escrito mi nombre. compasión tan inocente, que empecé a avergonzarme de mi
—Tenía intención de dársela esta noche antes de irme a irritación y miré a mi alrededor en busca de algo en qué
casa —dijo—, pero ya no puedo esperar. ocuparme. Había leído todos los periódicos y todos los libros
Abrí la caja. Sobre el rosado algodón, había un broche de de la biblioteca, pero por hacer algo me dirigí a la librería y
ónix negro en el que estaba incrustado un curioso símbolo o la abrí con el codo. Conocía cada volumen por el color y los
letra de oro. No era arábigo ni chino, ni como pude examiné todos pasando lentamente junto a la librería y
comprobar después no pertenecía a ninguna de las escrituras silbando para animarme el espíritu. Estaba por volverme para

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Revista Esperpento
ir al comedor, cuando me sorprendió un libro encuadernado La biblioteca estaba vacía. Fui a ambas salas, luego los
en amarillo en un rincón de la repisa más alta de la última dormitorios, a la lavandería, la cocina y, finalmente, volví a
biblioteca. No lo recordaba y desde el suelo no alcanzaba a la biblioteca donde inicié un registro sistemático. Se había
descifrar las pálidas letras sobre el lomo, de modo que fui a acurrucado, pálida, y silenciosa, junto a la ventana reticulada
la sala de fumar y llamé a Tessie. Ella vino del estudio y se del cuarto del almacenaje de arriba. A primera vista me di
encaramó para alcanzar el libro. cuenta que su necedad había sido castigada. El Rey de
—¿Qué es? —le pregunté. Amarillo estaba a sus pies, pero el libro estaba abierto en la
—El Rey de Amarillo. segunda parte. Miré a Tessie y vi que era demasiado tarde.
Quedé estupefacto. ¿Quién lo había puesto allí? ¿Cómo Había abierto El Rey de Amarillo. Entonces la tomé de la
había ido a parar a mis aposentos? mano y la conduje al estudio.
Hacía ya mucho que había Parecía obnubilada, y cuando le
decidido no abrir jamás ese libro, y dije que se tendiera en él sofá me
nada en la tierra podría haberme obedeció sin decir palabra. Al cabo
persuadido a comprarlo. Temiendo de un rato sus ojos se cerraron y la
que la curiosidad me tentara a respiración se le hizo regular y
abrirlo, ni siquiera lo había mirado profunda, pero no me fue posible
nunca en las librerías. Si alguna descubrir si dormía o no. Durante
vez experimenté la curiosidad de largo rato me quedé sentado en
leerlo, la espantosa tragedia del silencio junto a ella, en el cuarto de
joven Castaigne, a quien yo había almacenaje jamás frecuentado,
conocido, me disuadió de cogí el libro amarillo con la mano
enfrentarme con sus malignas menos herida. Parecía pesado
páginas. Siempre me negué a como el plomo, pero lo llevé al
escuchar su descripción y, en estudio otra vez y sentándome en
verdad, nadie se aventuró nunca a la alfombra junto al sofá, lo abrí y
comentar en alta voz la segunda lo leí desde el principio al fin.
parte, de modo que no tenía Cuando debilitado por el
conocimiento en absoluto de lo que exceso de las emociones, dejé caer
podrían revelar esas páginas. Me el volumen y me recosté fatigado
quedé mirando fijamente la ponzoñosa encuadernación contra el sofá, Tessie abrió los ojos y me miró.
amarilla como habría mirado a una serpiente. Habíamos estado hablando cierto tiempo con opacada y
—No lo toques, Tessie —dije—. Baja de ahí. monótona tensión cuando advertí que estábamos comentando
Por supuesto, mi admonición bastó para despertar su El Rey de Amarillo. ¡Oh, qué pecado, haber escrito
curiosidad y antes que pudiera impedírselo cogió el libro y, semejantes palabras... palabras que son claras como el
con una carcajada, se fue bailando al estudio con él. La cristal, límpidas y musicales como una fuente burbujeante,
llamé, pero ella se alejó dirigiendo una torturadora sonrisa a palabras que resplandecen y refulgen como los diamantes
mis imponentes manos y yo la seguí con cierta impaciencia. envenenados de los Medicis! ¡Oh, la malignidad, la
—¡Tessie! —grité entrando en la biblioteca—, escucha, condenación más allá de toda esperanza de un alma capaz de
hablo en serio. Deja ese libro. ¡No quiero que lo abras! fascinar y paralizar a criaturas humanas con tales palabras!

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Palabras que comprenden el ignorante y el sabio por igual, oía avanzar muy lentamente por el vestíbulo. Y ahora estaba
palabras más preciosas que joyas, más apaciguadoras que la a la puerta y los candados se pudrieron a su tacto. Ahora
música celestial, más espantosas que la muerte misma. había entrado. Con ojos que se me saltaban de las órbitas
Seguimos hablando sin prestar atención a las sombras trate de escudriñar en la oscuridad, pero cuando entró en el
que se espesaban, y ella me estaba rogando que me cuarto, no la vi. Sólo cuando la sentí envolverme en su frío
deshiciera del broche de ónix negro en que estaba abrazo blando grité y luché con furia mortal, pero tenía las
curiosamente incrustado lo que, ahora lo sabíamos, era el manos inutilizadas y me arrancó el broche de el ónix de la
Signo Amarillo. Nunca sabré por qué me negué a hacerlo, chaqueta y me golpeó en plena cara. Entonces, al caer, oí el
aunque en esta hora, aquí, en mi habitación, mientras escribo grito leve de Tessie y su espíritu voló al encuentro de Dios, y
esta confesión, me gustaría saber qué me impidió arrancar el mientras caía deseé poder seguirla, porque sabía que el Rey
Signo Amarillo de mi pecho y arrojarlo al fuego. Estoy de Amarillo había abierto su andrajoso manto y ahora sólo
seguro de que deseaba hacerlo, pero Tessie me lo imploró en era posible implorar ante Cristo.
vano. Cayó la noche y transcurrieron las horas, pero aún Podría decir más, pero al mundo no le serviría de nada.
seguíamos hablando quedo del Rey y la Máscara Pálida, y la En cuanto a mí, estoy más allá de toda ayuda o esperanza
medianoche sonó en los chapiteles brumosos de la ciudad humanas. Mientras yazgo aquí escribiendo, sin preocuparme
hundida en la niebla. Hablamos de Hastur y Cassilda de si moriré o no, antes de terminar, veo al doctor que recoge
mientras afuera la niebla rozaba los ciegos paneles de las sus polvos y frascos con un vago ademán dirigido al buen
ventanas como el oleaje de las nubes avanzaba y se rompía cura que tengo junto a mí; entonces comprendo.
sobre las costas de Hali. Sentirán curiosidad por conocer los detalles de la
La casa estaba ahora acallada y ni el menor sonido de las tragedia... ésos del mundo exterior que escriben libros e
calles brumosas quebrantaba el silencio. Tessie yacía entre imprimen millones de periódicos, pero no escribiré ya más, y
cojines, su rostro era una mancha gris en la penumbra, pero el padre confesor sellará mis últimas palabras con el sello
tenía sus manos apretadas en las mías y yo sabía que ella sagrado cuando su santo oficio haya sido cumplido. Los del
sabía y que leía mis pensamientos como yo los suyos, porque mundo exterior podrán enviar a sus vástagos a hogares
habíamos comprendido el misterio de las Híadas y ante desdichados o casas visitadas por la muerte, y sus periódicos
nosotros se alzaba el Fantasma de la Verdad. Entonces, se cebarán en la sangre y las lágrimas, pero en mi caso sus
mientras nos respondíamos el uno a la otra, velozmente, en espías tendrán que detenerse ante el confesionario. Saben
silencio, pensamiento tras pensamiento, las sombras se que Tessie ha muerto y que yo agonizo. Saben que la gente
agitaron en la penumbra que nos rodeaba y a lo lejos en las de la casa, alarmada por un grito infernal, se precipitó a mi
calles distantes oímos un sonido. Cada vez más cerca, se cuarto y encontró a un vivo y dos muertos; pero no saben lo
escuchó el lóbrego crujido de ruedas, cada vez más cerca que voy a decir ahora; no saben que el médico dijo señalando
todavía, y ahora cesó afuera, ante la puerta. Me arrastré hasta un horrible bulto descompuesto que yacía en el suelo... el
la ventana y vi una carroza fúnebre empenachada de negro. lívido cadáver del sereno de la iglesia:
El portal, abajo, se abrió y se volvió a cerrar; me arrastré —No tengo teoría alguna, ninguna explicación. ¡Este
temblando hasta la puerta y le eché la llave, pero no había hombre debe de haber muerto hace meses!
candado ni cerradura que pudiera impedir el paso de la Creo que me muero. Desearía que el cura...
criatura que venía en busca del Signo Amarillo. Y ahora la

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Revista Esperpento

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UNA BUENA E IMPECABLE CORBATA PERFECTAMENTE


ANUDADA AL CUELLO.
Por Richard León
Imágenes S. L.

A mi muy comedido hermano se le ha ocurrido que a sentenciado. Y entonces, sé que me condenará a caminar
mi muy desagraciado cuello le hacía falta glamur, estilo y de tienda en tienda buscando “la que haga juego” y “dé
galantería, por lo que, al muy detallista, no le quedó más buena impresión”. Claro que quiero creer en sus buenas
opción, dice él, que regalarme una ostentosa corbata. intenciones, en su desinteresada preocupación por mi
Por supuesto, no se le niega la iniciativa, el presentación personal. Sin embargo, ahora empieza a
emprendimiento de querer vestir con tan delicada prenda preocuparme:
cuello tan desgarbado. Pero más le habría valido no —¿Camisa y corbata tan elegantes y distinguidas con
querer introducirme en el minucioso mundo de la alta jeans desgastados? Tiu tiu tiu —chasquea con gesto
costura de cuellos. Empezando porque a mí los cuellos me desaprobatorio—. No señor, eso no es así. Conozco un
tienen sin el más mínimo cuidado —lo único que importa buen lugar...
es lo que sostienen, y a veces ni siquiera eso—; y en Y estoy en la calle otra vez, siendo arrastrado de
últimas, porque prefiero envolverme el pescuezo en una almacén en almacén, probándome sacos, pantalones y
bufanda gris olorosa a tabaco correas, escuchando “No sale”,
de la más baja costura, “Ése color no le va”, “Ése no
comprada a un par de indios le luce”, fulminando los
en el más sucio andén. ánimos del vendedor una y
Pero a mi queridísimo otra vez. Mientras, yo estoy
hermano mis aparentes buenas como en un sueño, como no
razones también lo tienen sin estando, como simplemente
el más mínimo cuidado. No ido. Observo como observaría
contento con llevarme su un espectador, esperando a qué
ostentosa corbata, ha decidido conduce tanto absurdo.
que es insuficiente: “Pero, ¿no —Muy bien, muy bien...
pensará usarla con esa Pero siento que algo falta, que
camisa desastrosa?”, ha algo no está bien...

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—Quizá sea el calzado, señor —acusa el vendedor de varios días... jum, una cabellera larga y rebelde,
trajes, mirando con desprecio mis Convers de tela y suela visiblemente despeinada por el viento.
de goma, visiblemente gastada y manchada. —Deberíamos darle una visita al barbero, ¿no cree?
—Pero claro, era... ¡eso! ¿Por qué no lo habré notado —¡Y cómo no! —respondo efusivo—... Todos deben
antes? ganarse su propio pan y yo no puedo impedirlo, ¿verdad?
Y de nuevo estoy en la calle, esta vez a la busca de un Pero antes, si no es problema, preferiría visitar el baño —
buen par de zapatos de cuero brillante, impecable y y escapo sonriente al más cercano.
crujiente, tan impecables como el traje, la camisa y la Por supuesto que no, me digo, mi gran hermano
corbata, como una vida de trabajo de oficina sin la más solamente quiere incluirme en su mundo a las malas...
mínima mancha, como una vida sin arrugas. Y yo cada Ahora es un vestido de paño fino, vestir-como-una-
vez menos yo, cada vez dejando una persona-decente, una afeitada al ras y un
prenda de mí mismo olvidada a la corte de cabello, peinarse con gomina, y
carrera, cada vez pareciéndome más al después será un empleo mecánico en un
común y simple humano, cada vez cubículo de oficina en el que estaré
siendo más un “ciudadano de bien” — oxidándome por los próximos veinte
por lo menos en el vestir. años... Si eso es lo que quiere, tendrá que
Y bueno, zapatos brillantes al fin y al atraparme, si es que puede.
cabo, impecables, de cuero crujiente a Saber que todo empezó con una
cada paso... Tan brillantes que se podía impecable corbata... Y con una corbata,
ver la cima de los edificios grises perfectamente anudada, terminará.
detalladamente reflejada. La desato de mi cuello con
Mi querido hermano se queda tranquilidad —frente al espejo, como se
mirándome de pies a cabeza con aire de debe—, le hago un, juzgo, buen par de
aparente satisfacción, aunque a mí no me nudos corredizos. Me la vuelvo a poner
engaña. Yo sé que para él hace falta algo lentamente alrededor del cuello como
más, que aun no está del todo para lucirla adecuadamente.
convencido, que inquisitiva y Ya está.
silenciosamente busca la deficiencia. Ahora sí que me atrape, si es que
Observa atentamente: zapatos de puede. Pero no me quejo, seguro que
cuero brillantes, impecables y crujientes; tenía buenas intenciones.
pantalón de paño inglés; saco, tan inglés Y por lo menos seré un cadáver bien
como el pantalón; camisa de corte vestido...
italiano, rosada como dicta la moda; Y no se podrá decir de mí que no supe
corbata perfecta y correctamente cómo usar una buena e impecable corbata
anudada... jum, barba incipiente de perfectamente anudada al cuello.

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ÚSESE SOLO EN CASO DE EMERGENCIA...


Por Proyecto Esperpento

Figurémonos que es usted un transeúnte desprevenido no estarían de más para avivar a las cuadrillas de
que violentos.
deambula Una vez calculado el aparente poderío de la masa,
tranquilamente diríjase frugalmente a su Gabinete de „Patafísica más
por cercano y, una vez aprovisionado con lo esencial y
una necesario, rompa la monótona algarabía de la masa
calle insurrecta con su marcha inquietable de Hombre Libre —
cualquiera brincos, cabriolas, arremetidas, estocadas a la nada,
de agitación premeditada y disparos al aire son estrictamente
su necesarios.
ciudad. Pero primero démosle una ojeada a nuestro Gabinete y
Ahora figurémonos que es un día esplendoroso, sus pertrechos. Encontrará usted a mano derecha la
escandalosamente soleado, imperdonablemente azul... Y siempre infalible
de repente, la anarquía se toma sus calles a la vuelta de Máquina de Descerebramiento Portátil —en adelante
cualquier esquina. MaDePo—,
No, no debe usted preocuparse ni alterarse; minucioso artículo creado por el Señor Ubú, Doctor en
mucho menos entregarse al pánico más femenino — „Patafísica, que solamente las personas vulgares
con gritos, lloriqueos y espasmos—; confundirían con la más común de las hachas. A mano
tampoco unirse provisionalmente a las hordas de izquierda, cosa de no perderse, se encuentra la
anarquistas que pueblan las calles. inextinguible
Usted, apaciblemente, finja ver despreocupadamente Candela Verde
la hora en su reloj, observe con ensimismamiento y hasta que hará la diversión de los incineradores y
con entusiasmo —eso sí, de lejos, como todo buen pirómanos, así como de niños y gentes entendidas en el
entusiasmo— a las masas que violentan el asfalto —unos bello arte de la quema; suele confundírsele con un simple
cuantos extintor, pero se le puede diferenciar con facilidad por el
¡Vivan las Fuerzas Armierdras!

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Revista Esperpento
constante humo expelido en forma de música armónica. inmaculado brillo de sus zapatos, suceso indeseado que
Si se fija en el centro del Gabinete, encontrará una llamaría la atención de cualquier esclavo, de cuyas buenas
Gidouille retráctil y serviles intenciones abiertamente debe cuidarse. Luego
que hace las veces de soga atragantadora y colgadora, solo es cosa de aprovisionarse de las phynanzas ajenas
según haya necesidad. También encontrará usted una justamente devueltas a su Talega gracias a un arte tan
Talega controvertido.
por aquello que “es más fácil echarlos a la talega que El incomprendido Arte del Descerebramiento, como
pedir permiso”. Igualmente, un podrá observarse, no consiste solamente en hacer saltar
Contorsionador de Onejas y Narices, unos vulgares sesos sobre la muchedumbre extasiada y el
el asfalto inmaculado, en
Pellizca-puercos miniaturizado, bañar
noble invención del Reverendo Rábano, que permite en
un máximo de acción con un mínimo de esfuerzo, una sangre,
Bomba de mierdra perfectamente armada. Y, por huesos
supuesto, una infaltable y
Corona de Rey de Polonia, viscosidades
por las dudas —no sea que un golpe de estado estalle a los asistentes y transeúntes. Funciona más bien como
en un momento indeterminado en las tierras polacas y una purga colectiva, como evento cívico a la antigua
tenga necesidad de demostrar su inalienable derecho al usanza. Como suerte de vomitivo evento público que
trono. limpia y renueva a una sociedad en evidente decadencia y
Una vez patafísicamente armado y patafísicamente ruina. Por tanto no es de extrañar que de cuando en
dispuesto, nomás es cosa de encontrar un consumado cuando y de forma periódica la sociedad se mire a sí
filisteo en quien probar el agudo filo de nuestra MaDePo, misma como enemiga y termine por autodeglutirse en una
arma de nuestra natural preferencia en vista a su potencial dinámica propia de la autopreservación.
eficacia. La forma más estética y monstruosa, sin lugar a
dudas, será cuando éste se encuentre de espaldas
entregado al pánico más enfermizo o a la inútil tarea de
esconder sus phynanzas entre sus calzones. Hay que Pero recuerde, úselo solo en caso de emergencia, en
acercarse de la forma más sigilosa, cosa que no se alarme Ciclo de Descerebramiento General, Lunar o Legislativo,
y emita un chillido común a su especie —al que todo de histeria colectiva o de totalidad simpleza. Mientras,
filisteo acude más por entrometido que por solidario—, evite usted la tentación de armarse, con cada ocasión que
atacando de tal forma que el brazo y la MaDePo se pase cerca de un Gabinete, mirando de soslayo el arsenal
alineen formando ángulo recto con el resto del cuerpo; un „patafísico. Y recuerde, para ellos no funciona más que en
ángulo mayor o menor de 90º daría como resultado un caso de incendio.
desparramamiento tal de sesos de rentista sobre el

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