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La delegación implica fijar tareas a otras personas, y es una actividad
inherente a todos los puestos directivos. Sin la delegación y el facultamiento
correspondiente, ninguna organización o directivo podría disfrutar de éxito a largo
plazo. Aprender a ser un directivo con habilidades para el facultamiento y la
delegación puede llevar tiempo y esfuerzo, pero vale la pena el resultado. El beneficio
que obtendrán la organización y los empleados puede ser enorme. Los harás más
productivos, más sanos a nivel psicológico y físico, proactivos e innovadores,
persistentes en el trabajo, dignos de confianza, eficaces en sus relaciones
interpersonales, intrínsecamente motivados, y más comprometidos con los objetivos
de la Institución.
La delegación por lo general se enfoca en el trabajo, pero el facultamiento
podría incluir actividades no relacionadas con el trabajo, emociones y relaciones. Se
vincula con la forma en que las personas piensan acerca de sí mismas. Si las une, el
directivo puede cumplir con el trabajo de manera eficaz mediante la delegación con
facultamiento. Esta podría ayudar a desarrollar las habilidades y el conocimiento de
los subalternos, para aumentar su eficacia. Podría convertirse en una técnica para
alentar las experiencias de dominio personal. La delegación también podría utilizarse
para demostrar confianza en la persona a quien se asigna la actividad.
Tanto para delegar como para facultar es necesario tener un dominio de
dirección, contar con la orientación correcta y hacer uso de la comunicación de apoyo
como herramienta de relación positiva. Estos tres aspectos son importantes, y se
pueden señalar dentro de las habilidades interpersonales que tiene el líder. Se
caracterizan por mostrar el tipo de liderazgo que predomina en el gerente, la
capacidad de interactuar armónicamente con las personas, la capacidad de mantener
y consolidar diferentes tipos de amistad tanto en el plano profesional como en el
cotidiano, la capacidad de resolver diferentes tipos de conflictos y problemas. Estas
habilidades fortalecen los procesos de socialización y de comunicación a través de la
interacción y el trabajo grupal, de aquí que sean muy significativas cuando se tratan
de facultar y delegar que son consideradas habilidades grupales. (Castro, 2011)
El Facultar y Delegar hay que hacerlo cuando sea conveniente, sobre todo en
el aspecto de delegar funciones a nivel educativo, porque es necesario seleccionar a
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las personas que pueden realizar la tarea de manera adecuada. Porque si bien
delegas el poder nunca la responsabilidad porque al final siempre se responderá ante
un superior sobre la marcha del grupo de trabajo. Según Stephen Anderson (1999) lo
más difícil para un director es delegar: "los directores más eficaces no tratan de
controlarlo todo; las responsabilidades de la escuela (en el camino al mejoramiento),
son compartidas" (párr. 8). Generalmente, el director escolar toma la acción de
delegar en sus subalternos inmediatos (subdirectores, coordinadores), pero eso no
implica que el equipo docente no tenga su cuota de tareas y procesos asignados, así
como también alumnos, padres y representantes. De esta forma comparte
compromisos entre su equipo en busca de creatividad e iniciativas que agreguen
valor nuevo y efectivo a la Institución.