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LA COMPETENCIA DE LOS TRIBUNALES EN RAZÓN DE

LA CUANTÍA Y EL VALOR REAJUSTADO DE LA UNIDAD


TRIBUTARIA APLICABLE PARA SU DETERMINACIÓN.

(CON ESPECIAL REFERENCIA A LA RESOLUCIÓN NRO. 2018-0013


DE LA SALA PLENA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE JUSTICIA Y A LA
PROVIDENCIA NRO . SNAT/2018/0129 DEL SENIAT ).

HÉCTOR CAICEDO RODRÍGUEZ.


ABOGADO USM 1995. LITIGANTE EN LIBRE EJERCICIO DE LA PROFESIÓN
CIUDAD BOLÍVAR , ENERO 2019.

1
INTRODUCCIÓN

En las líneas que siguen se aborda el tema de la competencia de los


tribunales en razón de la cuantía, esto es, según el valor económico de los
asuntos sometidos a su consideración, cuyo desarrollo resulta relevante en estos
tiempos por cuanto su actual regulación ha sido objeto de recientes modificaciones
normativas, unas ya vigentes y otras por entrar en vigor, que ameritan ser
expuestas públicamente para su debido escrutinio por parte de la ciudadanía en
general, de los profesionales del Derecho y demás integrantes del Sistema de
Justicia.
Con tal fin, en primer lugar, se presentan aquí algunas nociones
fundamentales sobre ese aspecto procesal; y se expone acerca de la potestad
normativa de la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia para regular la
competencia de los tribunales en razón de la cuantía y las expresiones que ha
hecho en ejercicio de tal facultad, al dictar la Resolución Nro.2009-0006
Resolución de fecha 18 de marzo de 2009, en la que se establecen los todavía
vigentes límites competenciales de los tribunales por el valor de las causas; y a la
vez, se presentan los cambios que se pretenden con ocasión de la Resolución
Nro.2018-0013 de fecha 24 de octubre de 2018, mediante la cual dispone la
modificación a nivel nacional de las competencias de los Juzgados para conocer
de los asuntos en materia Civil, Mercantil, Tránsito, Bancario y Marítimo.
A continuación, se verá acerca de las otras manifestaciones de la potestad
normativa de la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia, que atañen a su
facultad para modificar las cuantías previstas en el Código de Procedimiento Civil
referidas a las demandas que deben tramitarse por el procedimiento oral, a las
pretensiones que deben sustanciarse y decidirse por el procedimiento breve; y a la
cuantía exigida para la admisibilidad del recurso de casación.
En torno a esta última se arguye en contra de la inminente pauperización del
recurso de casación que se derivaría de la entrada en vigor de la señalada

2
Resolución Nro.2018-0013, y se aboga a favor de la pertinencia de que la Sala
Plena del Tribunal Supremo de Justicia haga uso de su facultad normativa para
modificar la cuantía establecida en el artículo 312 de la ley adjetiva civil, y que a
tales efectos dicte acto normativo mediante el cual fije un monto para la
admisibilidad del recurso de casación que sea mayor -o al menos igual- que el
establecido como límite mínimo para la competencia de los Juzgados de Primera
Instancia en razón de la cuantía, esto es, que exceda las quince mil unidades
tributarias (15.000 U.T.).
Luego de haber analizado las reglas que vinculan el valor de la demanda para
con la organización jerárquica vertical de los tribunales, los procedimientos y
recursos que estos deben seguir; se prosigue con las normas que rigen para la
fijación del valor de la pretensión en el libelo de demanda y su contestación, y sus
implicaciones procesales para con las partes –actor y demandado- de la relación
procesal, esto es, el valor de la causa como criterio determinante del tribunal
competente para conocer de la pretensión planteada en razón de la cuantía, con
cierto énfasis en la impugnación a la estimación de la demanda que puede
hacer el demandado y en la exigencia que imponen las Resoluciones antes
mencionadas atinente a la expresión del valor de la causa en su equivalente en
unidades tributarias al momento de la interposición del asunto, que se aprecia
como un requisito del escrito libelar, aunque sui generis, por su cuestionable
legitimidad de origen, dado que ha sido instituido por una norma de rango sub
legal.
Finalmente, se escribe en relación a la equivalencia en bolívares de la unidad
tributaria que debe ser tenida en cuenta, tanto por los órganos del Poder Judicial
como por las partes intervinientes en procesos judiciales, para sus
correspondientes actuaciones, esto es, lo que podría calificarse, como las
implicaciones procesales de la unidad tributaria, en torno a lo cual, después de
analizar la potestad reglada de la Administración Tributaria para reajustar dicha
unidad de valor, se asume la tesis conforme a la cual el valor reajustado de la
unidad tributaria aplicable a los efectos de las actuaciones judiciales es el fijado

3
por el artículo 1º de de la PASENIAT 2018-129, por un valor de DIECISIETE
BOLIVARES SOBERANOS (Bs.S.17,00).
Así, en el orden antes descrito, se recoge en forma escrita el parecer del autor
sobre esos tópicos que, en gran medida, son reflexiones fruto de debates
planteados en, a veces acaloradas, pero siempre fraternales, respetuosas y
enriquecedoras, conversaciones con otros colegas del foro, quienes,
inmerecidamente, me honran con sus frecuentes invitaciones a discusiones
personales o virtuales sobre temas de actualidad jurídica, como el que aquí se
trata.1

1
Vaya así mi agradecimiento especial para con los dilectos amigos, profesores Alexis Dávila y Julio Díaz, por
sus desinteresadas y acertadas observaciones, aportes, recomendaciones y sugerencias sobre el fondo y estilo
de este trabajo y, sobre todo, por su constante ánimo para la culminación y publicación digital del mismo; sin
que ello implique, de su parte, adhesión o respaldo a las ideas que aquí se exponen.

4
TABLA DE CONTENIDO
INTRODUCCIÓN ........................................................................................................ 2
I. LA COMPETENCIA POR LA CUANTÍA. ....................................................................... 9
1. Nociones básicas sobre la competencia por la cuantía. .................................................. 9
2. Carácter de orden público relativo de la competencia por la cuantía. ........................... 10
3. La competencia por la cuantía en el CPC. ..................................................................... 11
A. Normas del CPC sobre competencia de los tribunales por el valor de la demanda. ..................... 12
B. Normas de otras leyes sobre competencia de los tribunales por el valor de la demanda. ........... 13

II. LA POTESTAD NORMATIVA DEL TSJ PARA REGULAR LA COMPETENCIA DE LOS


TRIBUNALES EN RAZON DE LA CUANTIA Y PARA MODIFICAR LAS CUANTIAS PREVISTAS
EN EL CPC. ................................................................................................................... 16
1. La Potestad normativa de la SP-TSJ para regular la competencia de los tribunales en
razón de la cuantía. ............................................................................................................ 16
A. La regulación de la competencia de los tribunales por razón de la cuantía por parte del extinto
Consejo de la Judicatura durante la vigencia de la Constitución Nacional de 1961. .............................. 16
B. La regulación de la competencia de los tribunales por razón de la cuantía a partir de la
aprobación de la CRBV. ........................................................................................................................... 17
1) Delegación Transitoria en la Comisión de Funcionamiento y Reestructuración del Sistema
Judicial de la atribución para regular la competencia de los tribunales en razón de la cuantía. ....... 18
2) Normativa sobre el funcionamiento de la DEM. Luces y sombras sobre su atribución para
regular la competencia de los tribunales en razón de la cuantía. ...................................................... 20
3) La SP-TSJ como órgano superior jerárquico y funcional de la DEM y su atribución expresa para
regular la competencia de los tribunales en razón de la cuantía hasta la derogación de la LOCJ. .... 23
4) La actual ausencia de normas que confieran a la SP-TSJ, u a otro órgano, atribución expresa
para regular la competencia de los tribunales en razón de la cuantía. ............................................. 26
5) La atribución para regular la competencia de los tribunales en razón de la cuantía como
potestad implícita de la SP-TSJ, derivada de sus funciones de dirección, gobierno y administración
del Poder Judicial. .............................................................................................................................. 29
C. El ejercicio por la SP-TSJ de su potestad normativa para modificar la competencia de los
tribunales por razón de la cuantía. ......................................................................................................... 34
D. Los nuevos límites a la competencia de los tribunales en razón de la cuantía fijados por la
Resolución Nro.2018-0013 de la SP-TSJ. ................................................................................................ 35
1) Competencia por la cuantía de los Juzgados de Municipio y Ejecutores de Medidas. ............. 36
2) Competencia por la cuantía de los Juzgados de Primera Instancia. ......................................... 36
2. La potestad normativa de la SP-TSJ para modificar las cuantías previstas en el CPC. ..... 38
A. La atribución del Ejecutivo Nacional para modificar las cuantías previstas en el CPC durante la
vigencia de la Constitución Nacional de 1961. ....................................................................................... 38
1) Modificación por el Ejecutivo Nacional de la cuantía para la admisibilidad del recurso de
casación, prevista en el artículo 312 del CPC. .................................................................................... 40
2) Modificación por el Ejecutivo Nacional de la cuantía para las causas que se sustanciarán por el
procedimiento breve, prevista en el artículo 881 del CPC. ................................................................ 41
B. La atribución de la SP-TSJ para modificar las cuantías previstas en el CPC, por la
inconstitucionalidad parcial sobrevenida de los artículos 880 y 945 ejusdem a partir de la aprobación
de la CRBV. .............................................................................................................................................. 41

5
1) Modificación por la SP-TSJ de la cuantía para las demandas que deben tramitarse por el
procedimiento oral, prevista en el artículo 859 del CPC. ................................................................. 43
i. La expresión “causas a que se refiere el artículo 859 del CPC”. .......................................... 45
ii. Las exceptuadas causas “previstas en el ordinal segundo” del artículo 859 del CPC. ........ 48
iii. Otras particularidades sobre la aplicación del procedimiento oral establecidas en la RSPTSJ
2006-00038. .................................................................................................................................. 49
2) Modificación por la SP-TSJ de la cuantía para las demandas que deben sustanciarse y
decidirse por el procedimiento breve. .............................................................................................. 49
i. Cuantía para las demandas escritas que deben seguirse por el procedimiento breve,
prevista en el artículo 881 del CPC. ............................................................................................... 50
a. La expresión “causas a que se refiere el artículo 881 del CPC”. ..................................... 51
b. La expresión “cualquier otra causas que se someta a este procedimiento” breve,
igualmente previstas en el artículo 881 del CPC. ..................................................................... 52
ii. Cuantía para la proposición en forma oral de las demandas que deben seguirse por el
procedimiento breve, prevista en el artículo 882 del CPC. ........................................................... 56
iii. Cuantía para la admisibilidad de la apelación contra la sentencia definitiva dictada en las
causas que deben seguirse por el procedimiento breve, prevista en el artículo 891 del CPC. ..... 58
3) La cuantía vigente para la admisibilidad del recurso de casación; su pauperización con la
entrada en vigor de la RSPTSJ 2018-0013 y la pertinencia de que la SP-TSJ haga uso de su potestad
normativa para modificar la cuantía prevista en el artículo 312 del CPC. ....................................... 60
i. Cuantía vigente para la admisibilidad del recurso de casación en los asuntos en materia
Civil, Mercantil, Tránsito, Bancario y Marítimo. ............................................................................ 61
a. La cuantía necesaria para la admisibilidad del recurso de casación es la imperante para
el momento de interposición de la demanda........................................................................... 62
b. En caso de reforma de demanda, la cuantía requerida para el acceso al recurso de
casación es la vigente a la fecha de su presentación. .............................................................. 63
ii. Implicaciones procesales de la aplicación de los nuevos límites a la competencia de los
tribunales en razón la cuantía fijados por la RSPTSJ 2018-0013 y su incidencia en la
“pauperización” del recurso de casación. ..................................................................................... 65
a. Pérdida de la preeminencia de la cuantía necesaria para la admisibilidad del recurso de
casación con respecto al límite competencial mínimo fijado a los Juzgados de Primera
Instancia en razón del valor de la pretensión. .......................................................................... 66
b. Admisibilidad del recurso de casación contra las sentencias definitivas dictadas en las
causas iniciadas por ante los Juzgados de Municipio y Ejecutores de Medidas. ...................... 67
c. Incremento sustancial de las actividades jurisdiccionales de la SCC-TSJ y el ejercicio
malicioso del recurso de casación. ........................................................................................... 70
iii. La inminente necesidad de que la SP-TSJ haga uso de poder normativo para modificar la
cuantía para la admisibilidad del recurso de casación prevista en el artículo 312 del CPC. ......... 71
a. La fuerza innovadora de la potestad normativa de la SP-TSJ se extiende, únicamente, a
la regulación de la cuantía prevista en el artículo 312 del CPC ................................................ 72
b. La SP-TSJ ostenta poderes discrecionales para determinar la manera en que se realizará
la modificación de la cuantía prevista en el artículo 312 del CPC ............................................ 74
c. La derogación tácita del vigente artículo 86 de la LOTSJ como consecuencia del eventual
ejercicio por la SP-TSJ de su potestad normativa para modificar la cuantía prevista en el
artículo 312 del CPC .................................................................................................................. 76

III. EL VALOR DE LA CAUSA COMO CRITERIO DETERMINANTE DEL TRIBUNAL


COMPETENTE PARA CONOCER DE LA PRETENSIÓN PLANTEADA EN RAZON DE LA
CUANTIA. .................................................................................................................... 85
1. La presentación de la demanda como momento determinante de la jurisdicción y de la
competencia....................................................................................................................... 86

6
2. El valor de la causa a los fines de la competencia. ........................................................ 87
3. El valor de la causa como requisito del libelo de demanda y las reglas para su
determinación o estimación. ............................................................................................... 89
A. Reglas para la determinación del valor de las causas con pretensiones apreciables en dinero,
cuyo valor consta expresamente. .......................................................................................................... 96
1) Pretensiones de capital e intereses. ......................................................................................... 97
2) Pretensiones en que lo pedido es parte, pero no saldo de una obligación más cuantiosa. ..... 99
3) Pretensiones que contienen varios puntos, o causas con acumulación objetiva de
pretensiones que derivan del mismo título. .................................................................................... 103
4) Pretensiones en las que varias personas demandan a una o más la parte que tengan en un
mismo crédito, o de las causas con acumulación subjetiva de pretensiones. ................................. 106
5) Pretensiones de pago de prestaciones alimentarias y de rentas. .......................................... 107
6) Pretensiones sobre la validez o continuación de un arrendamiento. .................................... 109
7) Pretensiones de prestaciones en especie. .............................................................................. 110
B. Reglas para la estimación del valor de las causas con pretensiones apreciables en dinero, cuyo
valor no consta expresamente. ........................................................................................................... 111
1) Demandas cuyo valor no consta expresamente, pero es apreciable en dinero. .................... 112
2) La impugnación a la estimación de la cuantía de la pretensión cuyo valor no consta
expresamente, pero es apreciable en dinero. ................................................................................ 113
i. Oportunidad procesal para plantearla y naturaleza procesal de la impugnación a la
estimación de la cuantía de la pretensión. .................................................................................. 114
ii. Diferencias entre la impugnación a la estimación de la cuantía de la pretensión y la
cuestión previa de incompetencia del tribunal por razón de la cuantía. .................................... 118
a. Implicaciones procesales de la impugnación a la estimación de la cuantía de la
pretensión. ............................................................................................................................. 118
b. Implicaciones procesales de la cuestión previa de incompetencia del tribunal por razón
de la cuantía. .......................................................................................................................... 121
iii. Fundamentos de la impugnación a la estimación de la cuantía de la pretensión. ............ 121
iv. Decisión sobre la impugnación a la estimación de la cuantía de la pretensión en capítulo
previo de la sentencia definitiva. ................................................................................................ 125
v. La eventual incompetencia sobrevenida del tribunal que viene conociendo de la causa,
cuando el asunto resulte por la cuantía de la competencia de un juzgado distinto. .................. 125
vi. Recursos contra la decisión que resuelva sobre la impugnación a la estimación de la
cuantía de la pretensión. ............................................................................................................. 127
4. La expresión del valor de la causa en su equivalente en unidades tributarias. ............ 135
A. La usurpación por la SP-TSJ de la función legislativa de la Asamblea Nacional en materia de
procedimientos. .................................................................................................................................... 137
B. La expresión del valor de la causa en su equivalente en UT como requisito sui generis del libelo
de la demanda, por haber sido establecido por una norma de rango sub legal. ................................. 140
1) No es un deber procesal. ........................................................................................................ 141
2) Mucho menos califica como una obligación procesal. ........................................................... 141
3) Tampoco es una carga procesal, sino un complemento o desarrollo adicional del valor de la
causa. ............................................................................................................................................... 142
C. Implicaciones procesales de la omisión en el escrito libelar de la expresión del valor de la causa
en su equivalente en UT. ...................................................................................................................... 144
1) Cuando el actor omite expresar en el libelo de demanda el valor de la causa, tanto en la
unidad monetaria nacional como en su equivalente en UT. ............................................................ 144
2) Cuando el actor expresa en el libelo de demanda el valor de la causa en la unidad monetaria
nacional pero omite hacerlo en su equivalente en UT, o viceversa. ................................................ 149

7
IV. EL VALOR REAJUSTADO DE LA UNIDAD TRIBUTARIA APLICABLE POR LOS
ÓRGANOS DEL PODER JUDICIAL Y PARA LA EXPRESION DEL VALOR DE LA CAUSA. ...... 154
1. Nociones Generales sobre la UT. ............................................................................... 154
A. Conceptualización de la UT. ........................................................................................................ 155
B. Regulación vigente de la UT. ....................................................................................................... 156
C. La facultad conferida al SENIAT para reajustar la UT es una potestad reglada. .......................... 157
D. Las últimas expresiones de la potestad reglada del SENIAT para reajustar la UT. ...................... 160
2. Implicaciones procesales de las últimas expresiones del valor reajustado de la UT
efectuadas por la Administración Tributaria. ..................................................................... 162
A. La inédita y peculiar situación planteada por el artículo 2º de la PASENIAT 2018-129, al realizar
un reajuste sui generis de la UT. ........................................................................................................... 164
B. Las posibles interpretaciones que se derivan del reajuste sui generis ordenado por el artículo 2º
de la PASENIAT 2018-129, en lo que respecta al valor de la UT aplicable a los efectos de las actuaciones
judiciales. .............................................................................................................................................. 166
1) Primera Tesis: El valor reajustado de la UT aplicable a las actuaciones judiciales sería el fijado
por el artículo 1º de la PASENIAT 2018-120, en CERO COMA CERO DOCE BOLIVARES SOBERANOS
(Bs.S.0,012). ..................................................................................................................................... 166
i. La reducción al absurdo que implica que la cuantía vigente para la admisibilidad del
recurso de casación sea equivalente a TREINTA Y SEIS BOLIVARES SOBERANOS (Bs.S.36,00). .. 168
ii. El que los Juzgados de Municipio y Ejecutores de Medidas conozcan en primera instancia
de asuntos contenciosos cuya cuantía no exceda de TREINTA Y SEIS BOLIVARES SOBERANOS
(Bs.S.36,00) o de CIENTO OCHENTA BOLIVARES SOBERANOS (Bs.S.180,00), resulta contrario al
argumento teleológico de la RSPTSJ 2009-0006 y de la RSPTSJ 2018-0013, respectivamente. .. 170
2) Segunda Tesis: El valor reajustado de la UT aplicable a las actuaciones judiciales es el fijado
por el artículo 1º de la PASENIAT 2018-129, en DIECISIETE BOLIVARES SOBERANOS (Bs.S.17,00). 171
i. La derogación tácita del artículo 1º de la PASENIAT 2018-120 por su incompatibilidad
normativa con el artículo 1º de la PASENIAT 2018-129. ............................................................. 172
ii. La anulabilidad del artículo 2º de la PASENIAT 2018-129 por haber incurrido el órgano
emisor en desviación de poder. .................................................................................................. 173
iii. La aplicación por los órganos del Poder Judicial del valor reajustado de la UT fijado por el
artículo 1º de la PASENIAT 2018-129, en DIECISIETE BOLIVARES SOBERANOS (Bs.S.17,00), a los
efectos de las actuaciones judiciales, no presupone determinación de beneficios laborales, tasas
o contribuciones especiales derivados de los servicios que prestan esos entes. ....................... 177

BIBLIOGRAFÍA ........................................................................................................... 180


LISTA DE REFERENCIAS NORMATIVAS ........................................................................ 183
LISTA DE REFERENCIAS JURISPRUDENCIALES .............................................................. 185

8
I. LA COMPETENCIA POR LA CUANTÍA.

1. Nociones básicas sobre la competencia por la cuantía.

De acuerdo con el orden seguido en el Código de Procedimiento Civil (CPC)2,


después del relativo a la cuestión material –que refiere a la naturaleza del asunto
controvertido-, el segundo criterio para la determinación de la competencia de los
tribunales lo constituye el valor de la demanda.
Así, la competencia de los tribunales se determina atendiendo al valor
económico de los asuntos sometidos a conocimiento de los órganos
jurisdiccionales, estimado en el libelo de demanda, con base en cuya cuantía se
distribuye el conocimiento de la misma entre diversos jueces, procurando así
precisar cuál de los varios tribunales competentes por la materia, resulta
igualmente competente por la cuantía de la demanda.
Además de fungir como uno de los criterios determinantes de la competencia
de los tribunales, el valor de la pretensión sirve también para conocer si un
determinado asunto en materia Civil, Mercantil, Tránsito, Bancario y Marítimo es
susceptible o no der ser sometido a la consideración de la Sala de Casación Civil
del Tribunal Supremo de Justicia (SCC-TSJ), mediante el ejercicio del recurso de
casación; así como para saber los límites a los que están sujetas las costas que
debe pagar la parte vencida por honorarios del apoderado de la parte contraria, de
acuerdo a lo que alude el artículo 286 del CPC.
El aspecto económico de la demanda cobra especial relevancia en materia
Civil, Mercantil, Tránsito, Bancario y Marítimo, en las que, por regla general, de
acuerdo al artículo 39 del CPC, todas las pretensiones son apreciables en dinero,

2
Publicado en la Gaceta Oficial de la República de Venezuela (GORV) Nro.4.209 Extraordinario de fecha 18
de septiembre de 1990.

9
salvo aquéllas que tienen por objeto o interés el estado y la capacidad de las
personas; y en las que se presenta la situación de que diversos tribunales,
igualmente competentes por la materia, tienen una limitación legal fijada por el
valor de la pretensión, como ocurre, concretamente, con los tribunales de
municipio y los de primera instancia civil.
La antes apuntada relevancia del aspecto económico de la demanda en
materia Civil, Mercantil, Tránsito, Bancario y Marítimo, cede terreno en aquellos
asuntos cuyo conocimiento se atribuye a determinados tribunales en razón de la
materia, como sucede, por ejemplo, con el contencioso administrativo de nulidad
de actos administrativos, en el que la competencia de los tribunales se fija en
atención al órgano del cual emana el acto cuya nulidad se pretende; o en el
contencioso tributario, donde la cuantía es irrelevante para la determinación del
tribunal competente.
Igual situación se presenta en los asuntos cuyo conocimiento se atribuye a
determinados tribunales en razón del fuero atrayente de la materia, como ocurre
con las pretensiones de naturaleza agraria, y también con las laborales y las
relacionadas con niños, niñas y adolescentes, en todas las cuales la
determinación del tribunal competente para conocerlas se hace en atención al
criterio material, independientemente del valor de la demanda.

2. Carácter de orden público relativo de la competencia por la cuantía.

La competencia por la cuantía tiene carácter de orden público relativo, en


tanto que el pronunciamiento sobre la incompetencia por el valor sólo puede tener
efecto en la primera instancia del proceso, y si la misma no ha sido opuesta por la
parte a quien afecta, ni aún declarada de oficio por el juzgador durante el proceso
en primera instancia, la sentencia dictada ya no podrá impugnarse por tal motivo.
Y ello se explica porque tal competencia adquiere relevancia sólo para los
efectos de la determinación de cuál tribunal debe conocer en primera instancia, y
de allí que el momento preclusivo para alegarla sea hasta dictada la sentencia de
primer grado, pues, una vez proferida sin que se haya alegado la incompetencia,
operará la sumisión tácita al foro, dado que con ello, al igual que con la

10
competencia por el territorio, no se atenta contra la distribución vertical de las
competencias; y en cuanto que no le es permitido tal pronunciamiento al juez de
segundo grado, ni aún de oficio, ya que el tribunal de alzada en todo caso debe
ajustar su decisión a los términos de la apelación ejercida contra el fallo de primer
grado de jurisdicción.
Lo señalado en el párrafo anterior ha sido la doctrina establecida en la
Sentencia Nro.24 dictada por la SCC-TSJ el 30 de enero de 2008, en la que, en
interpretación del artículo 60 del CPC, se dejó sentado que:

“Conforme a la norma supra transcrita, si bien es cierto, la incompetencia en razón de la


cuantía, puede ser declarada por el juez en cualquier estado y grado del proceso, no es
menos cierto que la misma puede declararse sólo en la primera instancia, no le es
permitido tal pronunciamiento al juez de segundo grado, que en todo caso debe
fundamentar su decisión a los términos de la apelación ejercida contra el fallo de primer
grado de jurisdicción.
(...Omissis…)
En cuanto a la incompetencia por la cuantía, ésta es declarable aun de oficio por el
Juez en cualquier estado del proceso, pero en primera instancia, ya que la
competencia por la cuantía lo único que pretende es la distribución de las causas
atendiendo a un orden económico, pretendiendo con ello el legislador que las causas de
mayor valor pecuniario sean conocidos por tribunales de mayor grado y viceversa, para
que así haya un menor costo en el litigio.
Es por ello, que tal competencia adquiere relevancia sólo para los efectos de la
determinación de cuál tribunal debe conocer en primera instancia, lo que explica que el
momento preclusivo para alegarla sea hasta dictada la sentencia de primer grado, pues,
una vez dictada sin que se haya alegado la incompetencia, operará la sumisión
tácita al foro, dado que con ello, al igual que con la competencia por el territorio, no
se atenta contra la distribución vertical de las competencias…” (Negritas de la Sala)3

3. La competencia por la cuantía en el CPC.

Las normas de nuestra ley adjetiva civil que regulan la competencia del juez
por el valor de la demanda están previstas en el Título I, Capítulo I, Sección I, del
Libro Primero del CPC, y comprenden los artículos que van desde el 29 al 39,
ambos inclusive, de dicho texto legal, que son los que permiten conocer, en primer
lugar, los límites económicos de la competencia de los tribunales por el valor de la
demanda; y en segundo término, las reglas para estimar el valor de la pretensión,

3
Véase Sentencia Nro.24 de la SCC-TSJ del 30 de enero de 2008, disponible en
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scc/enero/RC-00024-300108-07680.HTM; reiterado en Sentencia
Nro.46 de la SCC-TSJ del 01 de febrero de 2012, disponible en
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scc/febrero/REG.000046-1212-2012-11-685.HTML, consultada el
21/11/18.

11
o para la cuantificación del valor de la demanda propiamente tal, según el
correspondiente objeto de la pretensión.
Así, señala el artículo 29 del CPC que: “La competencia por el valor de la demanda se
rige por las disposiciones de este Código, y por la Ley Orgánica del Poder Judicial ”.

De acuerdo con la referida norma legal, la distribución de las causas que se


someten al conocimiento de los órganos jurisdiccionales, que se hace producto de
la determinación de la competencia por el valor de la demanda, tiene su fuente, en
principio, en dos (2) cuerpos legales, que son el propio CPC y la Ley Orgánica del
Poder Judicial (LOPJ)4.

A. Normas del CPC sobre competencia de los tribunales por el valor de la demanda.

La remisión que se hace en el señalado artículo 29 del CPC a las mismas


disposiciones de dicho cuerpo legal a los fines de la determinación de la cuantía
es pertinente, en tanto que en ese texto normativo se encuentran consagrados
diversos preceptos en los que el aspecto económico o pecuniario de la pretensión
tiene relevancia preponderante.
En efecto, tal y como corresponde a un texto legal como el CPC, en él se
regulan los procesos judiciales que servirán de cauce para debatir las
controversias suscitadas en el ámbito del Derecho denominado Común y que, en
caso de ser necesario, sirven también para el resto de los procedimientos
tramitados ante otros jueces y con ocasión de otros litigios.
En tal virtud, entre las numerosas y detalladas normas que son naturales en
un texto que, como su nombre indica, constituye una codificación de la materia, se
incluyen algunas en las que la cuantía es relevante como parte de la disposición,
como serían las concernientes a las reglas por las cuales se determina o estima,
propiamente tal, el valor de la demanda según el objeto de la pretensión (artículos
30 al 39); y aquellas en las que se fija las cuantías de los juicios para ejercer el
recurso de casación (artículo 312), para tramitar el juicio oral (artículo 859) y el
procedimiento breve (artículos 881, 882 y 891).

4
Publicada en la GORV Nro.5.262 Extraordinario de fecha 11 de septiembre de 1998.

12
B. Normas de otras leyes sobre competencia de los tribunales por el valor de la demanda.

La otra remisión que se hace en el artículo 29 del CPC es a las disposiciones


de la LOPJ, en relación a la cual, en primer lugar, conviene referir lo expuesto por
RICARDO HENRIQUEZ LA ROCHE, en relación a que la misma “no se corresponde
con la legislación superviniente de 1988, que asigna la distribución de la competencia al Consejo
de la Judicatura5; a lo que se le agrega que, en estos tiempos, aquel precepto del
CPC requiere ser sistematizado con las transformaciones y cambios que se han
introducido en nuestro ordenamiento jurídico con ocasión de la entrada en
vigencia de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV)6; en
atención a lo cual, ahora, el reparto de la competencia de los tribunales en razón
de la cuantía, es función atribuida al TSJ.
Así, en lo que toca a lo señalado por RICARDO HENRIQUEZ LA ROCHE, se
destaca que tal observación tiene su base en que para la época en que fue
promulgado el CPC de 1987, aún estaba en vigencia la LOPJ de fecha 16 de
septiembre de 1969, en la que se facultaba al Ejecutivo Nacional en Consejo de
Ministros para modificar la competencia de los tribunales por razón de la cuantía,
luego reproducida en el artículo 147, Ordinal 4º, de la LOPJ de 1987 7; y por tanto,
para aquél entonces, era válida la remisión que a dicho cuerpo legal se hace en el
artículo 29 del CPC a los fines de la determinación de la competencia de los
tribunales por el valor de la demanda.
Sin embargo, el 07 de octubre de 1988 fue sancionada la primera Ley
Orgánica del Consejo de la Judicatura (LOCJ)8, mediante la cual se deroga parte
del articulado de la LOPJ, entre ellas, las normas que regulaban las atribuciones
del Consejo de la Judicatura (CJ), así como también aquel precepto legal que
delegaba en el Ejecutivo Nacional la potestad para modificar la competencia de los
tribunales por razón de la cuantía; que fue consagrada, en lo adelante, como una
de la atribuciones del extinto CJ, de acuerdo con lo previsto en el artículo 15,

5
Ricardo Henriquez La Roche. Código de Procedimiento Civil Tomo I (Reimpresión ed.). Centro de
Estudios Jurídicos del Zulia. Caracas. 1995. Pág.149.
6
Actualmente publicada, junto con la Enmienda Nro.1, en la GORBV Nro.5.908 Extraordinario de fecha 19
de febrero de 2009.
7
Publicada en la GORV Nro.3.995 Extraordinario de fecha 13 de agosto de 1987.
8
Publicada en la GORV Nro.34.068 de fecha 07 de octubre de 1988.

13
Literal F, de la citada LOCJ, agregándole la de dar su opinión al Ejecutivo Nacional
sobre la modificación de las cuantías previstas en el CPC.
Aquella primera LOCJ fue derogada por la LOCJ de 19989, en la que la antes
apuntada atribución para establecer la competencia de los tribunales por razón de
la cuantía y dar su opinión al Ejecutivo Nacional sobre la modificación de las
cuantías previstas en el CPC, fue luego conferida a la Sala Administrativa del
extinto CJ, a tenor de su artículo 11, Ordinal 11.
Como consecuencia de lo anterior, con base en el principio según el cual la ley
posterior puede modificar o derogar las previsiones contenidas en leyes previas,
se ha entender que el artículo 29 del CPC fue objeto de modificación a través de
una ley posterior –el ordinal 11 del artículo 11 de la LOCJ de 1998-, y por tanto, la
correcta interpretación del artículo 29 del CPC, luego de la entrada en vigor de la
LOCJ, conducía a vincularlo con el resto de la legislación vigente para ese
entonces, y en concreto, con el ordinal 11 del artículo 11 de la LOCJ de 1998.
De allí, pues, que, en aquellos tiempos, la competencia por razón de la cuantía
se determinaba tomando en cuenta las normas previstas en tres (3) cuerpos
legales: 1.- El propio CPC, en tanto que contiene las pautas para fijar el valor de
las demandas; 2.- La LOCJ de 1998, en cuanto su artículo 11, Ordinal 11
representaba una modificación al artículo 29 del CPC, por la que se habilitó al
entonces CJ para modificar la competencia de los tribunales en razón de la
cuantía; y 3.- Por último, la LOPJ, ya que prevé el régimen de organización de los
tribunales, tanto de jurisdicción ordinaria como de jurisdicción especial, dentro de
cuyos primeros –jurisdicción ordinaria-, en orden descendente, están los
Tribunales Superiores, los Juzgados de Primera Instancia y los Juzgados de
Municipio, que resultan ser los órganos jurisdiccionales cuya competencia por la
cuantía era fijada por la LOCJ.
Lo expuesto en el párrafo precedente era la situación planteada hasta la
aprobación de la CRBV, a partir de cuya entrada en vigor, se impone su
adecuación con los cambios que, tanto por mandato de la misma Carta
Fundamental como por la avalancha legislativa que desde aquel entonces se ha

9
Publicada en la GORV Nro.36.534 de fecha 08 de septiembre de 1998.

14
dictado para el desarrollo de sus normas, se han introducido en nuestro
ordenamiento jurídico y que conllevan una reinterpretación actualizada del artículo
29 del CPC, que tome en cuenta que, ahora, la distribución de la competencia de
los tribunales en razón de la cuantía, es función atribuida al TSJ; y por tanto, el
reparto competencial a que alude el señalado precepto de la ley adjetiva civil se
hace, en lo adelante, conforme a las normas del propio CPC, la LOPJ, y a los
actos normativos que dicte la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia (SP-
TSJ), tal y como se explica en el punto siguiente.

15
II. LA POTESTAD NORMATIVA DEL TSJ PARA REGULAR LA COMPETENCIA DE LOS
TRIBUNALES EN RAZON DE LA CUANTIA Y PARA MODIFICAR LAS CUANTIAS
PREVISTAS EN EL CPC.

ALLAN R. BREWER-CARÍAS enseña que la función normativa es una de las


tantas tareas que son inherentes a los órganos del Estado, que no está
encomendada con carácter exclusivo a específicos órganos, siendo, al contrario
ejercida por diversos entes estatales; y la define como “aquella que se manifiesta en la
creación, modificación o extinción de normas jurídicas de validez general ”, señalando además
que si bien se atribuye como función propia a la Asamblea Nacional, en tanto
órgano que ejerce el Poder Legislativo, que sanciona las leyes; también se realiza
por otros órganos del Poder Público, y uno de los ejemplos que expone es,
precisamente, el del Poder Judicial, quien ejerce tal función normativa cuando el
TSJ norma mediante reglamentos el funcionamiento de dicho Poder10.
Entre las diversas actividades del Poder Judicial que son reguladas mediante
el ejercicio de la función normativa atribuida al TSJ, están las relativas a su
potestad para establecer la competencia de los tribunales en razón de la cuantía y
para modificar las cuantías previstas en el CPC, tal y como se explica a
continuación.

1. La Potestad normativa de la SP-TSJ para regular la competencia de los


tribunales en razón de la cuantía.

Para una mejor comprensión del estado actual de la potestad normativa de la


SP-TSJ para regular la competencia de los tribunales en razón de la cuantía, se
estima pertinente hacer antes un pequeño esbozo de sus antecedentes históricos.

A. La regulación de la competencia de los tribunales por razón de la cuantía por parte del extinto
Consejo de la Judicatura durante la vigencia de la Constitución Nacional de 1961.

10
Cfr. Allan R. Brewer-Carias. “El control de la actividad administrativa en el derecho venezolano”,
disponible en https://allanbrewercarias.com/wp-content/uploads/2018/07/938-.-art.-Brewer.-EL-CONTROL-
DE-LA-ACTIVIDAD-ADMINISTRATIVA-2017..pdf, Pág.1, consultado el 05/12/2018.

16
El artículo 217 de la Constitución de 196111 ordenaba la creación del CJ,
configurándolo como un órgano de gobierno y administración del Poder Judicial,
independiente y ajeno al Poder Ejecutivo, cuya organización y atribuciones fijaría
la Ley Orgánica respectiva, con el objeto de asegurar la independencia, eficacia,
disciplina y decoro de los Tribunales y de garantizar a los jueces los beneficios de
la carrera judicial.
Hubo que esperar hasta la sanción de la LOPJ de fecha 16 de septiembre de
1969 para que, finalmente, se crease el CJ; y sin embargo, en ese cuerpo legal no
se le confirió potestad al ente recién instituido para regular la competencia de los
tribunales por razón de la cuantía, que continuó siendo una facultad del Ejecutivo
Nacional en Consejo de Ministros, reproducida en la LOPJ de 1987.
En efecto, es con la LOCJ de 1988, que se consagró como una de la
atribuciones del extinto CJ, la de establecer la competencia de los tribunales por
razón de la cuantía, a tenor de lo previsto en el artículo 15, Literal F ejusdem; cuya
función fue luego trasladada en el artículo 11, Ordinal 11, de la LOCJ de 1998.
En ejercicio de esa potestad, dicho ente dictó las conocidas Resoluciones
Nro.1207 de fecha 25 de noviembre de 199112 y Nro.619 de fecha 30 de enero de
199613, en las cuales se establecieron nuevas regulaciones sobre la competencia
de los tribunales por razón de la cuantía, estando vigente aún la última de ellas
para la fecha de aprobación de la CRBV.

B. La regulación de la competencia de los tribunales por razón de la cuantía a partir de la


aprobación de la CRBV.

La entrada en vigor de la CRBV de 1999 varió considerablemente la situación,


pues partir de ese entonces en el país se produjo un proceso de profundas
transformaciones en el ámbito institucional y político que introdujo cambios
sustanciales en la organización del Poder Judicial, que han impactado, incluso, la
regulación de la competencia de los tribunales por razón de la cuantía, que ha

11
Publicada en la GORV Nro.662 Extraordinario de fecha 23 de enero de 1961.
12
Publicada en la GORV Nro.34.859 de fecha 10 de diciembre de 1991.
13
Publicada en la GORV Nro.35.890 de fecha 30 de enero de 1996.

17
pasado de ser una atribución expresa otorgada a un determinado órgano del
poder público nacional por disposición de la ley, para convertirse, ahora, en una
potestad tácita o sobreentendida de la SP-TSJ, en tanto que, para el momento en
que se escriben estas líneas, nuestro ordenamiento jurídico carece de una norma
legal que confiera tal función, en forma concreta y específica, a la máxima
autoridad del Poder Judicial.
Al respecto, se estima pertinente hacer un recorrido por las circunstancias
históricas y jurídicas que, en orden cronológico, han conllevado tal situación.

1) Delegación Transitoria en la Comisión de Funcionamiento y Reestructuración del Sistema


Judicial de la atribución para regular la competencia de los tribunales en razón de la
cuantía.

De acuerdo con el artículo 267 de la CRBV, al TSJ le corresponde la dirección,


el gobierno y la administración del Poder Judicial, la inspección y vigilancia de los
tribunales de la República y de las Defensorías Públicas; así como la elaboración
y ejecución de su propio presupuesto y del presupuesto del Poder Judicial.
Se consagra de esa manera, en el Texto Fundamental, al TSJ como el
máximo órgano rector del Poder Judicial, al atribuirle, además de sus propias y
clásicas funciones jurisdiccionales, las tareas de dirección, gobierno y
administración de dicho Poder Judicial.
El mencionado artículo 267 de la CRBV le ordenó al TSJ crear, mediante su
Sala Plena, una Dirección Ejecutiva de la Magistratura (DEM), con sus oficinas
regionales, a los fines del ejercicio de esas atribuciones de dirección, gobierno y
administración del Poder Judicial que dicha norma del Texto Fundamental le
confiere; trayendo consigo, a nivel institucional, la eliminación del entonces CJ.
Y a los fines de hacer efectivo el proceso de transición institucional del Poder
Público hacia el régimen jurídico establecido en la Constitución de 1999, con el
propósito de permitir su vigencia inmediata, la Asamblea Nacional Constituyente
de la época, dictó el Decreto de Régimen de Transición del Poder Público
(DRTPP)14, cuyas previsiones desarrollan y complementan las Disposiciones
Transitorias de la nueva Carta Magna al regular la evolución del Poder Público

14
Publicado en la GORV Nro.36.859 de fecha 29 de diciembre de 1999.

18
hasta la implantación efectiva de la organización y funcionamiento de las
novedosas instituciones allí previstas, de conformidad con la legislación que a
tales efectos aprobase la Asamblea Nacional.
Dicho DRTPP dedica todo su Capítulo IV a normar la transición institucional
del Poder Judicial, reservando a la Sección II del mismo, comprensiva de los
artículos que van desde el 21 al 28, lo concerniente al Gobierno, Administración,
Inspección, Vigilancia y Disciplina de ese Poder Público Nacional.
De esas normas del DRTPP destaca, en primer lugar, su artículo 21, conforme
al cual se reguló la transición del entonces CJ a la nueva DEM, al disponer que
dicho ente, sus Salas y dependencias administrativas pasarán a conformar la
DEM, adscrita al TSJ; ordenando también que mientras el TSJ no organice la
DEM, las competencias de gobierno y administración, de inspección y vigilancia de
los tribunales y de las defensorías públicas, así como las competencias que la
legislación vigente para la época otorgaba al CJ en sus Sala Plena y
Administrativa, serían ejercidas, en lo adelante, por la Comisión de
Funcionamiento y Reestructuración del Sistema Judicial (CFRSJ).
Esa CFRSJ fue creada por el artículo 27 del DRTPP, en el que también se
dispuso que, provisoriamente, estaría integrada por los ciudadanos que designase
la Asamblea Nacional Constituyente hasta el funcionamiento efectivo de la DEM.
Como se ve, el DRTPP contempló la sustitución temporal del CJ por la
CFRSJ, la cual, en el marco de esa transición institucional, se regiría por la misma
Ley que regulaba las actuaciones de aquel ente, esto es, la LOCJ de 1998, hasta
tanto el TSJ organizase la DEM.
Así las cosas, a dicha CFRSJ, por mandato del DRTPP, le fue conferida,
provisoriamente, la atribución para establecer la competencia de los tribunales por
razón de la cuantía, a tenor de lo previsto en el artículo 11, Ordinal 11, de la LOCJ
de 1998, hasta tanto el TSJ regulase el funcionamiento de la DEM.
El día 01 de septiembre de 2000, la DEM comenzó a funcionar de manera
efectiva, a partir de cuyo momento la CFRSJ cesó en el ejercicio de las
atribuciones que correspondían al extinto CJ, sin que hasta ese entonces hubiese

19
hecho uso de tal potestad para establecer la competencia de los tribunales por
razón de la cuantía.

2) Normativa sobre el funcionamiento de la DEM. Luces y sombras sobre su atribución para


regular la competencia de los tribunales en razón de la cuantía.

En fecha 02 de agosto de 2000, la SP-TSJ, en ejercicio de la atribución que le


confiere el artículo 267 de la CRBV, dictó la Normativa sobre la Dirección,
Gobierno y Administración del Poder Judicial (NDGAPJ)15, en cuyo artículo 1 se
crea la DEM, como órgano auxiliar del TSJ, con la finalidad de que ejerza por
delegación las funciones de dirección, gobierno y administración del Poder
Judicial.
Sobre la creación de la DEM y la NDGAPJ se ha dicho, en la sentencia
Nro.1586 de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia (SC-TSJ) del
12 de junio de 2003, que:
“Como se observa, la Asamblea Nacional Constituyente –a través de un acto de rango
constitucional, según jurisprudencia de esta Sala- creó la Dirección Ejecutiva de la
Magistratura, aun antes de que el Tribunal Supremo de Justicia pudiera hacerlo, si bien le
reservó la regulación de su organización y competencias. Así, el artículo 267 de la
Constitución de 1999 exigió que se crease, por parte del propio Tribunal Supremo, una
Dirección Ejecutiva de la Magistratura, a fin de que fuese ésta la que se encargase de lo
relativo a la dirección, gobierno y administración del Poder Judicial y éste Tribunal
cumplió su obligación de regulación a través de la Normativa que se mencionó en su
oportunidad”.16

Según se vio, el artículo 21 del DRTPP ordenaba que el extinto CJ, sus Salas
y dependencias administrativas pasarían a conformar la DEM, adscrita al TSJ, lo
que implica que las atribuciones de este nuevo ente son las mismas que, hasta
ese entonces, tenía encomendada aquel CJ, entre ellas, la previamente delegada
en forma transitoria a la CFRSJ, para establecer la competencia de los tribunales
por razón de la cuantía, a tenor de lo previsto en el artículo 11, Ordinal 11, de la
LOCJ de 1998; y ocurre que en la NDGAPJ no se encuentra prevista ninguna
norma que faculte expresamente a la DEM para dictar actos en ejercicio de tal
potestad.

15
Publicada en la GORBV Nro.37.014 de fecha 15 de agosto de 2000.
16
Véase Sentencia Nro.1586 de la SC-TSJ del 12 de junio de 2003, disponible en
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scon/junio/1586-120603-00-1450%20.HTM, consultada el 21/11/2018.

20
No obstante la apuntada omisión reguladora de la NDGAPJ, en la sentencia
Nro.953 de la SC-TSJ del 09 de agosto de 2000, se darían unas primeras luces
sobre la potestad de la DEM para establecer la competencia de los tribunales por
razón de la cuantía, al afirmarse que:

“A los fines de decidir, observa esta Sala que en fecha 8 de septiembre de 1998, fue
publicada en la Gaceta Oficial Nº 36.534 Extraordinario, una nueva Ley Orgánica del
Consejo de la Judicatura, que derogó la ley contra la cual los accionantes interpusieron
su recurso de nulidad, ley ésta que a su vez se encuentra parcialmente derogada, ya que
en virtud de la entrada en vigencia de la Constitución de 1999, dicho órgano ha
desaparecido dentro de la estructura organizativa del Poder Judicial venezolano,
previéndose la creación en su lugar de la Dirección Ejecutiva de la Magistratura, que
estará adscrita a este Tribunal Supremo de Justicia, según lo establecido en el artículo
267 de la Constitución vigente, a fin de ejercer el gobierno y la administración del Poder
Judicial.
(Omissis)…
… y en consecuencia, se debe declarar que resulta INADMISIBLE de manera
sobrevenida el recurso de nulidad que por razones de inconstitucionalidad interpuso el
recurrente contra las normas previstas en los literales d, e, f y o del artículo 15 de la
derogada Ley Orgánica del Consejo de la Judicatura, publicada en la Gaceta Oficial Nº
34.068 de fecha 7 de octubre de 1988, más aún cuando el cuestionamiento fundamental
del accionante era la potestad que tenía el Consejo de la Judicatura para ejercer la
administración y gobierno del Poder Judicial, circunstancia que, como bien se dijo con la
entrada en vigencia de la Constitución de 1999 dicha actividad será ejercida por este
Tribunal Supremo de Justicia a través de la Dirección Ejecutiva de la Magistratura. Así se
decide.”17

Esas destellas acerca de la atribución de la DEM para establecer la


competencia de los tribunales por razón de la cuantía, se alumbraron más con
ocasión de la sentencia Nro.1586 de la SC-TSJ del 12 de junio de 2003 “por la que
se determina la competencia para la regulación del Poder Judicial ”, cuyo contenido se ordenó
publicar en la GORBV18.
En ese fallo, dicho órgano judicial declara categóricamente que aun y cuando
la NDGAPJ no contiene una disposición equivalente al numeral 11 de artículo 11
de la LOCJ de 1998, debe entenderse que se trata de una competencia ejercitable

17
Véase sentencia Nro.953 de la SC-TSJ del 09 de agosto de 2000, disponible en
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scon/agosto/953-090800-00-1443%20.HTM, , consultada el 05/12/2018.
18
Véase Sentencia Nro.1586 de la SC-TSJ del 12 de junio de 2003, disponible en
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scon/junio/1586-120603-00-1450%20.HTM, consultada el 21/11/2018.
Por su trascendencia, el autor se dio a la tarea de revisar los sumarios de la GORBV, que aparecen en el sitio
web http://www.tsj.gob.ve/es/gaceta-oficial, en las ediciones correspondientes a los números publicados en el
período comprendido entre el mismo 12 de junio de 2003 –día de emisión del fallo en cuestión- y el 31 de
diciembre de ese mismo año, y en ninguno de ellos se logró ubicar dicha sentencia.

21
por la DEM, como parte de sus atribuciones de gobierno y administración del
Poder Judicial, señalando al efecto lo siguiente:

“Conforme a todo cuanto se ha expuesto, la Normativa sobre la Dirección, Gobierno y


Administración del Poder Judicial tiene rango legal y rige a la Dirección Ejecutiva de la
Magistratura en todo lo relativo a sus poderes de gobierno y administración del Poder
Judicial, pero no en lo relacionado con las sanciones disciplinarias, que siguen siendo
reguladas por el Régimen de Transición del Poder Público, mientras la Asamblea
Legislativa dicta las normas respectivas.
Ahora bien, el hecho de que la Normativa sobre la Dirección, Gobierno y Administración
del Poder Judicial haya sido dictada para regular algunos de los poderes asignados a la
Dirección Ejecutiva de la Magistratura, no implica que la Ley Orgánica del Consejo de la
Judicatura haya quedado derogada. Al contrario, estima esta Sala que la Ley Orgánica
del Consejo de la Judicatura permanece vigente en todo lo que no contradiga la referida
Normativa. En el caso concreto, se observa que esa Normativa no contiene una
disposición equivalente al numeral 11 de artículo 11 de la Ley Orgánica del Consejo de la
Judicatura, lo que lleva a concluir a esta Sala que debe entenderse que se trata de una
competencia ejercitable por la Dirección Ejecutiva de la Magistratura, como parte de sus
atribuciones de gobierno y administración del Poder Judicial.
Por lo expuesto, esta Sala declara que la disposición contenida en el numeral 11 del
artículo 11 de la Ley Orgánica del Consejo de la Judicatura está vigente y prevé una
competencia que podría ejercer la actual Dirección Ejecutiva de la Magistratura.”

Con posterioridad al fallo parcialmente transcrito, se arrojan nuevas sombras


sobre aquellas luces, al promulgarse la –ahora derogada- Ley Orgánica del
Tribunal Supremo de Justicia de la República Bolivariana de Venezuela
(LOTSJRBV)19, cuyos artículos 15 y 16 refieren a la creación, organización y
funcionamiento de la DEM, y en ninguno de los cuales se encuentra prevista
atribución alguna a dicho ente para establecer la competencia de los tribunales por
razón de la cuantía.
Igual desazón se produce con ocasión de la promulgación de la vigente Ley
Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia (LOTSJ)20. En el artículo 75 de dicho
cuerpo legal se establece que la DEM es un órgano que depende jerárquica y
funcionalmente de la SP-TSJ, quien regulará su organización y funcionamiento y
las de sus oficinas regionales.
Por su parte, los artículos 76 y 77 de la LOTSJ refieren a la designación del
Director Ejecutivo de la DEM y sus atribuciones, respectivamente; mientras que

19
Publicada en la GORBV Nro.37.942 de fecha 20 de mayo de 2004.
20
Publicada en la GORBV Nro.39.522 de fecha 01 de octubre de 2010.

22
los artículos 78 y 79 ejusdem tratan de la Coordinación General de la DEM y de
sus funciones, en el mismo orden.
De lo visto hasta aquí, resulta que ninguno de los textos normativos que rigen
actualmente el funcionamiento de la DEM –la NDGAPJ y la LOTSJ- le confieren a
dicho ente atribución expresa para establecer la competencia de los tribunales por
razón de la cuantía, como si lo hacen las aludidas sentencias Nro.953 del 09 de
agosto de 2000 y Nro.1586 del 12 de junio de 2003, ambas dictadas por la SC-
TSJ.

3) La SP-TSJ como órgano superior jerárquico y funcional de la DEM y su atribución expresa


para regular la competencia de los tribunales en razón de la cuantía hasta la derogación de
la LOCJ.

Ya se ha visto que el artículo 267 de la CRBV consagra al TSJ como el


máximo órgano rector del Poder Judicial, al atribuirle, además de sus propias y
clásicas funciones jurisdiccionales, las tareas de dirección, gobierno y
administración de dicho Poder Judicial; y a la vez, instituye a la SP-TSJ como ente
superior jerárquico y funcional, del que depende, la DEM, al haber dispuesto, en
palabras de la aludida sentencia Nro.1586 de la SC-TSJ del 12 de junio de 2003,
que: “para el ejercicio de estas atribuciones [se refiere a la dirección, el gobierno y la
administración del Poder Judicial], el Tribunal Supremo en pleno creará una Dirección Ejecutiva de
la Magistratura, con sus oficinas regionales ”. (Corchetes en el fallo citado).
Por su parte, el artículo 266, Ordinales 2 y 3, de la Carta Magna, refiere a las
atribuciones que el Texto Fundamental otorga a la SP-TSJ.
Es el caso que ni uno ni otro de los preceptos constitucionales antes
mencionados, como cabría esperar en un texto marco de esa naturaleza, otorga al
TSJ, ni a la SP-TSJ, facultad expresa para regular la competencia de los
tribunales en razón de la cuantía, lo cual conlleva la remisión a la ley que norma
las funciones del Máximo Tribunal de la República.
Al respecto se observa que, al inicio de sus funciones, el TSJ se regía por la
entonces vigente Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia (LOCSJ)21, en
cuyos artículos 42, Ordinales 1 al 8, y 44, Ordinales 1 al 16, se consagraban las

21
Publicada en la GORV Nro.1.893 Extraordinario de fecha 30 de julio de 1976.

23
atribuciones jurisdiccionales y administrativas que, respectivamente,
corresponderían a la actual SP-TSJ; ninguno de los cuales confiere a dicho órgano
judicial facultad expresa para regular la competencia de los tribunales en razón de
la cuantía.
Otro tanto ocurrió con la promulgación de la –ahora derogada- LOTSJRBV,
cuyos artículos 5, Ordinales 1 al 2, y 6, Ordinales 1 al 13, contenían igualmente las
atribuciones jurisdiccionales y administrativas, respectivamente, SP-TSJ; y en
ellos tampoco se preveía que dicho órgano judicial tuviere facultad expresa para
regular la competencia de los tribunales en razón de la cuantía; situación esta que
fue reproducida en los artículos artículos 24, Ordinales 1 al 4, y 36, Ordinales 1 al
14, de la vigente LOTSJ.
El apuntado vacío normativo que se deriva de la ley que rige las funciones del
Máximo conduce, a su vez, a volver la mirada al criterio sostenido en la arriba
mencionada sentencia Nro.1586 de la SC-TSJ del 12 de junio de 2003, “por la que
se determina la competencia para la regulación del Poder Judicial”, en la que se asentó que
corresponde al TSJ, a través de la DEM, ejercer las competencias que el
legislador había asignado al CJ; y en concreto, en relación a la atribución para
regular la competencia de los tribunales en razón de la cuantía, se afirmó que “se
trata de una competencia ejercitable por la Dirección Ejecutiva de la Magistratura, como parte de
sus atribuciones de gobierno y administración del Poder Judicial” y que “la disposición contenida
en el numeral 11 del artículo 11 de la Ley Orgánica del Consejo de la Judicatura está vigente y
prevé una competencia que podría ejercer la actual Dirección Ejecutiva de la Magistratura.”
En ese sentido, es preciso atender, en primer lugar, a la naturaleza jurídica de
la DEM, en torno a lo cual existen opiniones divergentes en la doctrina. Así, por
ejemplo, LAURA LOUZA SCOGNAMIGLIO afirma que la DEM “no es más que un
órgano delegado” del TSJ22; en cambio, para NELIDA PEÑA COLMENARES, la
DEM se constituye como una simple Dirección del TSJ, y su relación con la
máxima autoridad del Tribunal se equipararía entonces a la existente entre la
Dirección de un Ministerio con respecto al propio Ministerio, “siendo por tanto, una

22
Cfr. Laura Louza Scognamiglio. “La potestad reglamentaria del Poder Judicial”, en Fernando Parra
Aranguren (Editor). Ensayos de Derecho Administrativo. Libro Homenaje a Nectario Andrade Labarca,
Vol.II. Tribunal Supremo de Justicia. Caracas. 2004. Págs.9-45.

24
simple dirección” del TSJ23; mientras que, por su parte, ROMÁN DUQUE
CORREDOR ha sostenido que la DEM, con base en su autonomía, es un órgano
desconcentrado, y más específicamente, un servicio autónomo sin personalidad
jurídica.24
Al respecto se observa que el artículo 1 de la NDGAPJ, que institucionaliza la
creación de la DEM, lo configura como un órgano auxiliar del TSJ, con la finalidad
de que ejerza por delegación las funciones de dirección, gobierno y administración
del Poder Judicial; y a la vez, la dependencia jerárquica y funcional de la DEM
para con la SP-TSJ que presupone el actual 75 de la LOTSJ, quien regula su
organización y funcionamiento y las de sus oficinas regionales, tributan en favor de
la condición de la DEM como un órgano delegado de la SP-TSJ.
Siendo, entonces, la DEM un ente delegado de la SP-TSJ, es claro que quien
realmente funge como jerarca de las funciones administrativas del Poder Judicial
es la propia SP-TSJ; y por tanto, como afirma LAURA LOUZA SCOGNAMIGLIO,
los actos que la DEM dicte, por tratarse de una delegación, se consideran que
emanan de la misma SP-TSJ25.
Así las cosas, una reformulación de las premisas sentadas en la arriba
señalada sentencia Nro.1586 de la SC-TSJ del 12 de junio de 2003 “por la que se
determina la competencia para la regulación del Poder Judicial”, conduce a afirmar que, en
definitiva, es a la propia SP-TSJ, en su condición de máximo jerarca de la
administración del Poder Judicial, a quien efectivamente le correspondería ejercer
las competencias que el legislador había asignado al extinto CJ, entre ellas, la
atribución para regular la competencia de los tribunales en razón de la cuantía,
contenida en el Ordinal 11 del artículo 11 de la LOCJ, como parte de sus funciones
de gobierno y administración del Poder Judicial; y siendo la DEM un órgano que

23
Cfr. Nelida Peña Colmenares. “El Tribunal Supremo de Justicia como Órgano de Dirección, Gobierno,
Administración, Inspección y Vigilancia del Poder Judicial Venezolano, en Revista de Derecho 8, Tribunal
Supremo de Justicia. Caracas. 2003. Págs.391-434.
24
Cfr. Román Duque Corredor. “La responsabilidad del Estado por error judicial” en Memorias del Congreso
Latinoamericano de Derecho Procesal. Pág.69, citado por Laura Louza Scognamiglio. “La Administración
Pública en el Poder Judicial”, en Fernando Parra Aranguren (Editor). Temas de Derecho Administrativo.
Libro Homenaje a Gonzalo Pérez Luciani, Vol.II. Tribunal Supremo de Justicia. Caracas. 2002. Págs.55-96.
25
Cfr. Laura Louza Scognamiglio. “La Administración Pública en el Poder Judicial”, en Fernando Parra
Aranguren (Editor). Temas de Derecho Administrativo. Libro Homenaje a Gonzalo Pérez Luciani, Vol.II.
Tribunal Supremo de Justicia. Caracas. 2002. Pág.79.

25
depende jerárquica y funcionalmente de la SP-TSJ, sólo podría hacer uso de tal
facultad previa delegación expresa de este, en su condición de máximo órgano
rector de su funcionamiento.
Ahora bien, la situación expuesta en el párrafo precedente era válida y
sostenible hasta el día 06 de agosto de 2009, fecha en la que entró en vigor el
Código de Ética del Juez Venezolano y la Jueza Venezolana (CEJVJV)26, en cuya
Disposición Derogatoria Única, se ordenó la derogación de la LOCJ de 1998.
Es el caso que, en una muestra más de esas no tan inusuales incoherencias
normativas del legislador patrio, dicho CEJVJV no contempló, en ninguna parte de
su articulado, nuevas disposiciones que normasen la distribución de la
competencia de los tribunales en razón de la cuantía, que sustituyesen a la
prevista en el Ordinal 11 del artículo 11 de la ahora derogada LOCJ; lo cual
implica que, desde la fecha de entrada en vigor de ese cuerpo legal, en atención a
la derogación expresa de la LOCJ que allí se hace, la SP-TSJ ya no podría invocar
ejercer las competencias que el legislador había asignado al extinto CJ para
modificar la competencia de los tribunales en razón de la cuantía; y por tanto,
desde aquél entonces, la SP-TSJ carecería de atribución expresa para realizar tal
función.

4) La actual ausencia de normas que confieran a la SP-TSJ, u a otro órgano, atribución expresa
para regular la competencia de los tribunales en razón de la cuantía.

Curiosamente, en atención a la apuntada derogatoria de la LOCJ, y al hecho


de que, para el momento en que se escriben estas líneas, ningún órgano del
Poder Público ha suplido el vacío normativo generado por la imprevisión en el
CEJVJV de nuevas disposiciones que normasen la distribución de la competencia
de los tribunales en razón de la cuantía, que sustituyesen a la prevista en el
Ordinal 11 del artículo 11 de aquel cuerpo legal; en la actualidad se presenta una
situación augurada –y rechazada en aquella oportunidad- por la antes comentada
sentencia Nro.1586 de la SC-TSJ del 12 de junio de 2003 “por la que se determina la

26
Publicado en la GORBV Nro.39.236 de fecha 06 de agosto de 2009; modificado mediante Ley de Reforma
Parcial del Código de Ética del Juez Venezolano y Jueza Venezolana, publicada en la GORBV Nro.39.493 de
fecha 23 de agosto de 2010; y derogado por el Código de Ética del Juez Venezolano y Jueza Venezolana,
publicado en la GORBV Nro.6.207 Extraordinario de fecha 28 de diciembre de 2015.

26
competencia para la regulación del Poder Judicial”, al considerar sobre la eventual
derogatoria de la LOCJ por haber dictado la SP-TSJ la NDGAPJ, y en la que ese
órgano jurisdiccional afirmó: “que ningún órgano tiene atribuido hoy en día ese poder de
modificación de cuantías de los tribunales”, -al menos en forma expresa, se agrega-.
En relación al citado vacío normativo, en una suerte de desagravio para con la
Asamblea Nacional, parece justo señalar que la responsabilidad del legislador en
el acaecimiento de ese hecho radica, concretamente, en la inconsistencia
legislativa creada por haber dispuesto la derogación plena de la LOCJ, en vez de
una parcial, que habría lo más apropiado, en virtud de que algunas situaciones
jurídicas normadas por esa ley – como lo es la regulación de la competencia de
los tribunales en razón de la cuantía- persistían en el tiempo y no habrían sido
objeto de nuevas regulaciones, y por tanto, ha debido conservarse, al menos, la
vigencia parcial de la LOCJ, para que continuase rigiendo en todos aquellos
asuntos no comprendidos en el ámbito material del CEJVJV, hasta su sustitución
por ley posterior.
Más sin embargo, no resulta imputable al órgano parlamento la imprevisión en
el texto de la CEJVJV –ni en otras leyes sancionadas con posterioridad- de
nuevas disposiciones que normasen la distribución de la competencia de los
tribunales en razón de la cuantía, en sustitución de la prevista en el Ordinal 11 del
artículo 11 de la ahora derogada LOCJ; por cuanto su función legislativa sobre un
asunto de esa naturaleza, cuya materia es de la competencia del Poder Público
Nacional al resultar concerniente a la organización y administración nacional de la
justicia, conforme a lo consagrado en los artículos 156, Ordinal 31, y 181, Ordinal
1, de la CRBV, le ha sido virtualmente arrebatada con ocasión de la antes
comentada sentencia Nro.1586 de la SC-TSJ del 12 de junio de 2003 “por la que se
determina la competencia para la regulación del Poder Judicial”.

En efecto, en dicho fallo se ha asentado criterio conforme al cual, a la luz de la


interpretación que allí se hace del artículo 267 de la CRBV y del artículo 21 del
DRTPP, a la SP-TSJ le habría sido asignada, excepcionalmente, la potestad de
legislar sobre las funciones de dirección, gobierno y administración del Poder
Judicial, sobre la base de las consideraciones siguientes:

27
“La Normativa sobre la Dirección, Gobierno y Administración del Poder Judicial fue
dictada por este Tribunal Supremo de Justicia, citando como base el artículo 267 de la
Constitución, según el cual, “para el ejercicio de estas atribuciones [se refiere a la
dirección, el gobierno y la administración del Poder Judicial], el Tribunal Supremo en
pleno creará una Dirección Ejecutiva de la Magistratura, con sus oficinas regionales”.
Esa normativa tiene rango legal, en lo que constituye una excepción a la reserva legal
nacional, permitida por el propio texto constitucional y por el Decreto, de rango
constitucional, contentivo del Régimen de Transición del Poder Público.
En efecto, según el numeral 32 del artículo 156 de la Constitución vigente, es
competencia del Poder Nacional, la legislación relativa a la “organización y
funcionamiento del Poder Público Nacional y demás órganos e instituciones nacionales
del Estado”. Por su parte, el numeral 1 del artículo 187 de la misma Constitución dispone
que corresponde a la Asamblea Nacional legislar “en las materias de la competencia
nacional y sobre el funcionamiento de las distintas ramas del Poder Público”. Ambas
disposiciones analizadas conjuntamente nos llevan al terreno de la reserva legal nacional,
por lo que toda legislación en materia de organización del Poder Público está reservada a
la Asamblea Nacional, si bien se admiten ciertas formas de delegación, en los términos
que en este mismo fallo se han expresado.
En efecto, la competencia para el gobierno, administración y control del Poder Judicial fue
asignada a este Tribunal Supremo por la actual Constitución, dando por terminada la
labor del Consejo de la Judicatura.
Ahora bien, consciente de que el Máximo Tribunal, por su conformación en Salas que se
dedican a atender asuntos de naturaleza jurisdiccional, difícilmente podría asumir esa
competencia sin el auxilio de algún órgano, la propia Constitución concibió una Dirección
Ejecutiva de la Magistratura. No dispuso una facultad para el Tribunal Supremo, el cual
podría crear ese órgano sólo si lo estimase prudente o necesario, sino una autentica
obligación (“Para el ejercicio de estas atribuciones, el Tribunal Supremo en pleno creará
una Dirección Ejecutiva de la Magistratura, con sus oficinas regionales”, reza el artículo
267 de la Constitución).
Este Tribunal Supremo cumplió con el mandato constitucional, según se ha indicado.
Ahora bien, en vista de que la Constitución guardó absoluto silencio acerca de la
integración, competencias y funcionamiento de esa Dirección, el Tribunal Supremo debió
consagrar expresamente los aspectos sobre los que el constituyente no se pronunció.
Para ello contaba, por supuesto, con una base constitucional: las funciones de esa
Dirección serían aquellas de dirección, gobierno y administración del Poder Judicial.
De esta manera, aunque la regulación de la organización, competencias y funcionamiento
de los órganos del Poder Público sea competencia de la Asamblea Nacional, la
Constitución y el Régimen de Transición del Poder Público previeron un caso de
excepción en el que el propio Tribunal Supremo de Justicia podría regular sus funciones
en la materia a la que se ha hecho referencia.
Para esta Sala, pues, la referida Normativa, por la que el Tribunal Supremo de Justicia,
en Sala Plena, reguló lo concerniente a la Dirección Ejecutiva de la Magistratura por
expreso mandato constitucional, es de rango legal…(Omissis)…
El vigente orden constitucional –Constitución y Régimen de Transición del Poder Público-
habilitaron al Tribunal Supremo de Justicia para legislar en ciertos casos. Ello representa
una verdadera innovación en el régimen venezolano, por cuanto a la extinta Corte
Suprema de Justicia se le limitó considerablemente en sus funciones, las cuales estaban
centradas en la materia jurisdiccional. Precisamente por ello no se le asignó la
administración y control del poder Judicial, sino que ello se atribuyó al Poder Ejecutivo, y
en materia legislativa apenas se le confirió una potestad de iniciativa para la presentación
de proyectos relativos a los asuntos judiciales. La Constitución de 1999 varió de tal
manera la competencia del Máximo Tribunal que le sacó de los estrechos límites
jurisdiccionales en los que se le había constreñido a operar.” (Corchetes y paréntesis en
el fallo citado).

28
Siguiendo ese hilo argumentativo, la imprevisión legislativa que ha conducido
a que, en la actualidad, “ningún órgano tiene atribuido hoy en día ese poder de modificación
de cuantías de los tribunales”, es enteramente imputable a la SP-TSJ, a quien le habría
sido asignada, excepcionalmente, la potestad de legislar sobre las funciones de
dirección, gobierno y administración del Poder Judicial, y sin embargo, no ha
dictado nuevas disposiciones que regulen la distribución de la competencia de los
tribunales en razón de la cuantía, en sustitución de la prevista en el Ordinal 11 del
artículo 11 de la ahora derogada LOCJ.27

5) La atribución para regular la competencia de los tribunales en razón de la cuantía como


potestad implícita de la SP-TSJ, derivada de sus funciones de dirección, gobierno y
administración del Poder Judicial.

La doctrina nacional ha desarrollado la tesis de las competencias implícitas y


sus principales características. Al respecto, BEATRICE SANSÓ refiere que tal
teoría viene también a constituir una forma excepcional de competencia, aún
cuando representa una desviación del Principio de Legalidad, en virtud del cual la
competencia no se subsume, sino que debe ser por el contrario, expresa; y a la
cual describe así:

“El significado de la tesis se desprende de su propia denominación, es decir, que se


dirige a aquellas materias que a pesar de no estar atribuidas en forma expresa a un
órgano administrativo, son inherentes a la actividad que éste desarrolla.
La determinación de la presencia de la competencia implica para el funcionario o el juez
contralor un juicio de valor, que va acompañado de una interpretación de la competencia

27
La prensa digital recoge que en octubre de 2014, la entonces Presidenta de la SCC-TSJ entregó al
presidente de la Comisión de Política Interior de la Asamblea Nacional un Proyecto de Reforma del Código
de Procedimiento Civil (PRCPCTSJ), propuesto como iniciativa legislativa de dicho órgano, con fundamento
en el artículo 264.4 de la CRBV que atribuye al TSJ la iniciativa de la leyes relativas a la organización y
procedimiento judicial. El artículo 836 de dicho PRCPC pretendía colmar el apuntado vacío normativo, al
disponer, en su último párrafo, que el TSJ “podrá modificar la competencia de los Tribunales de la República
cuando lo considere necesario”. Para esas notas de prensa, véase http://www.finanzasdigital.com/2014/10/tsj-
propuesta-reforma-codigo-procedimiento-civil/, https://www.aporrea.org/actualidad/n280039.html, y
http://aragua.tsj.gob.ve/noticias/noticia_detallada.asp?id=010&codigo=9437, y para algunas particularidades
del procedimiento ordinario que allí se consagra, véase http://www.badellgrau.com/?pag=44&ct=1903,
consultados todos el 08/12/2018. En cambio, algunas versiones no oficiales del texto de dicho Proyecto
pueden verse en https://docs.google.com/file/d/0Bwq7qDHS1WFsdzhkSXl6SnAzWDg/edit, y en
http://lotharhauser-ujap.blogspot.com/2015/05/proyecto-de-reforma-al-codigo-de.html, consultados el
08/12/2018. Luego de la elección de Diputados de Diciembre 2015, el citado PRCPCTSJ ha perdido el
empuje y protagonismo que tuvo al momento de su presentación, al punto que no fue posible ubicar
información sobre su estado actual en el seno parlamentario.

29
dentro del contexto, y siempre partiendo de una norma aún genérica, que originariamente
haya otorgado la competencia”.28

Con apoyo en la cita doctrinaria antes transcrita, es posible afirmar que, si bien
en la actualidad, “ningún órgano tiene atribuido hoy en día ese poder de modificación de
cuantías de los tribunales” -al menos en forma expresa-, tal potestad está
comprendida, implícitamente, dentro de las funciones de dirección, gobierno y
administración del Poder Judicial, que corresponden a la SP-TSJ, como máxima
autoridad administrativa de ese Poder, conforme a lo establecido en el artículo 267
de la Carta Magna.
En efecto, a partir de la doctrina expuesta en la antes comentada sentencia
Nro.1586 de la SC-TSJ del 12 de junio de 2003 “por la que se determina la competencia
para la regulación del Poder Judicial”, conforme a la cual, a la luz de la interpretación
que allí se hace del artículo 267 de la CRBV, a la SP-TSJ le habría sido asignada,
excepcionalmente, la potestad de legislar sobre las funciones de dirección,
gobierno y administración del Poder Judicial; es posible plantear que el ejercicio
de la regulación de la competencia de los tribunales por razón de la cuantía, no es
más que una manifestación de tal potestad normativa de la SP-TSJ, dentro de las
cuales estaría comprendida esa atribución, dado el marco general y amplio con el
que el Texto Fundamental designa aquellas funciones.
El argumento a fortiori, en su modalidad de a maiore ad minus o de mayor a
menor, que se expresa en el brocardo "quien puede lo más, puede lo menos”,29,
abona a favor de esa tesis y sirve de apoyo a la interpretación de que las
funciones de dirección, gobierno y administración del Poder Judicial que la CRBV
asigna a la SP-TSJ son continentes de su atribución para regular la competencia
de los tribunales por razón de la cuantía, ya que, sobre la base de un
razonamiento de mayor a menor, se puede concluir que de la misma manera en

28
Cfr. Beatrice Sansó. “Incompetencia Manifiesta y Otras Formas de Incompetencia” en V Jornadas
Internacionales de Derecho Administrativo Allan Randolph Brewer-Carias Los Requisitos y Vicios de los
Actos Administrativos. Fundación Estudios de Derecho Administrativo. Caracas. Ediciones Funeda. 2000.
Págs.212-213.
29
Para una noción de ese tipo de argumento, puede ver a Ramón Escovar León. “Argumentación y silogismo
en las decisiones judiciales”. Libro Homenaje a Fernando Parra Aranguren Tomo I. Caracas. Departamento
de Publicaciones de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Central de Venezuela.
2001. Pág.255.

30
que puede ejercer esas tareas macros, podría asumir estas que son, en
comparación con aquéllas funciones generales, menos relevantes, y por ello,
pueden ser entendidas como comprendidas dentro de las primeras.
Así las cosas, ante la circunstancia de que, en la actualidad, “ningún órgano tiene
atribuido hoy en día ese poder de modificación de cuantías de los tribunales ” y frente a la
ausencia de norma legal expresa que la faculte para ello, el indicado artículo 267
de la CRBV obraría entonces como fuente primigenia de la potestad normativa de
la SP-TSJ para regular competencia de los tribunales en razón de la cuantía,
entendida esta como una atribución contenida en sus funciones macro de
dirección, gobierno y administración del Poder Judicial, hasta tanto la propia SP-
TSJ, en ejercicio de su función legislativa sobre esos asuntos, dicte una nueva
NDGAPJ mediante la cual modifique expresamente la situación vigente, ora para
reservarla para sí misma, ora para delegarla en la DEM.
Sostener la hipótesis contraria a la aquí desarrollada, esto es, que ante la
ausencia de norma legal expresa que la faculte para ello, la SP-TSJ no podría
regular la competencia de los tribunales en razón de la cuantía, implica adentrar
en el terreno de la incompetencia, como vicio que pudiera afectar, eventualmente,
la validez de los actos que sobre tal materia dictase la SP-TSJ.
Y en ese sentido, se observa que la CRBV contiene disposiciones generales
sobre el Poder Público; su distribución en Municipal, Estadal y Nacional; la división
de este último en Legislativo, Ejecutivo, Judicial, Ciudadano y Electoral; que cada
una de esas ramas del Poder Público tiene sus funciones propias, sin perjuicio de
la colaboración de los distintos órganos entre sí en la realización de los fines del
Estado –artículo 136-; que la propia Carta Magna y la ley definen las atribuciones
de los órganos que ejercen el Poder Público, a las cuales deben sujetarse las
actividades que realicen –artículo 137-; y que toda autoridad usurpada es ineficaz
y sus actos son nulos –artículo 138-.
En esas normas constitucionales se sientan las bases fundamentales para la
medidas de la potestad de actuación de los diferentes órganos del Poder Público,
quienes no pueden hacer nada para lo cual no hayan sido expresamente
autorizados por la CRBV o por la ley, so pena de que los actos que dicten, sin

31
estar facultados para su emisión, sean declarados nulos por el vicio de
incompetencia que los afecta, por infracción del orden de asignación y distribución
competencial de los órganos administrativos.
Tales preceptos constitucionales son los que, a la par de imponer la
pertinencia de que la SP-TSJ supla el actual vacío normativo sobre su ejercicio de
la potestad de regular la competencia de los tribunales en razón de la cuantía,
suscitan la interrogante de si los actos que dicho órgano jurisdiccional dicte sobre
esa materia estarían afectados de nulidad, por carecer de norma legal expresa
que la faculte para ello.
Al respecto, conviene traer a colación que la incompetencia es el vicio más
grave que afecta el elemento subjetivo del acto administrativo, y por ello, el
artículo 19, Ordinal 4°, de la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos
(LOPA)30 dispone que los actos de la administración serán absolutamente nulos
cuando “hubieren sido dictados por autoridades manifiestamente incompetentes”.
Sobre la incompetencia como vicio de los actos administrativos ha dicho
nuestro Máximo Tribunal que:

“Ahora bien, ha precisado la Sala que la incompetencia se configura cuando la autoridad


administrativa dicta un acto para el cual no estaba legalmente autorizada, por lo que debe
quedar claro y evidente que su actuación infringió el orden de asignación y distribución de
las competencias o poderes de actuación de los órganos públicos administrativos,
consagrado en el ordenamiento jurídico. La competencia le confiere a la autoridad
administrativa la facultad para dictar un determinado acto y debe estar prevista de
manera expresa en la ley, por lo que sólo en los casos de incompetencia manifiesta los
actos administrativos estarían viciados de nulidad absoluta.
En cuanto a la competencia, tanto la doctrina como la jurisprudencia de este Máximo
Tribunal, han distinguido básicamente tres tipos de irregularidades en el actuar
administrativo, a saber: la usurpación de autoridad, la usurpación de funciones y la
extralimitación de funciones. La usurpación de autoridad ocurre cuando un acto es
dictado por quien carece en absoluto de investidura pública. Este vicio se encuentra
sancionado con la nulidad absoluta del acto. Por su parte, la usurpación de funciones se
constata, cuando una autoridad legítima dicta un acto invadiendo la esfera de
competencia de un órgano perteneciente a otra rama del Poder Público, violentando de
ese modo las disposiciones contenidas en los artículos 136 y 137 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, en virtud de los cuales se consagra, por una parte,
el principio de separación de poderes, según el cual cada rama del Poder Público tiene
sus funciones propias; y se establece, por otra parte, que sólo la Ley define las
atribuciones del Poder Público, y a estas normas debe sujetarse su ejercicio.
Finalmente, la extralimitación de funciones consiste fundamentalmente en la realización
por parte de la autoridad administrativa de un acto para el cual no tiene competencia

30
Publicada en la GORV Nro.2.818 Extraordinario de fecha 01 de julio de 1981.

32
expresa. (Vid., sentencia Nro. 00348 del 5 de abril de 2016, caso: Seguros Caracas de
Liberty Mutual, C.A.)”.31

De acuerdo con las premisas sentadas en el fallo antes transcrito, el hecho de


que la SP-TSJ pudiese dictar actos con los cuales pretenda modificar la
competencia de los tribunales en razón de la cuantía, plantea la cuestión de si con
tal actuación dicho órgano jurisdiccional estaría incurriendo en una eventual
extralimitación de sus funciones administrativas, ya que, como se vio, en la
actualidad, “no tiene competencia expresa” para ello, dado el vacío normativo generado
por la derogatoria de la LOCJ y la imprevisión o mora legislativa de la SP-TSJ, por
no haber dictado, hasta ahora, nuevas disposiciones que regulen la materia.
Y para responder esa pregunta, es preciso tener en cuenta que la SPA-TSJ ha
afirmado que:

“Determinar la incompetencia de un órgano de la Administración supone demostrar que el


mismo ha actuado sin un poder jurídico previo que legitime su actuación, debiendo
precisarse que de conformidad con lo dispuesto en el ordinal 4º del artículo 19 de la Ley
Orgánica de Procedimientos Administrativos, solo la incompetencia manifiesta vicia de
nulidad absoluta el acto, entendida dicha incompetencia manifiesta como aquella que es
grosera, patente, esto es, cuando sin particulares esfuerzos interpretativos se comprueba
que otro órgano es el realmente competente (Vid, sentencias de esta Sala Nos. 122 y 385
de fechas 30 de enero de 2008 y 30 de marzo de 2011, respectivamente)”.32

“Asimismo, con relación a la incompetencia manifiesta, esta Alzada reiteradamente ha


expresado:
“… si bien, en virtud del principio de legalidad la competencia debe ser expresa y no se
presume, el vicio de incompetencia sólo da lugar a la nulidad absoluta de un acto cuando
es manifiesta o lo que es lo mismo, patente u ostensible, pues como ha dejado sentado la
jurisprudencia de este Tribunal, el vicio acarreará la nulidad absoluta únicamente cuando
la incompetencia sea obvia o evidente, y determinable sin mayores esfuerzos
interpretativos”. (Vid., decisiones números 01133 del 4 de mayo de 2006, caso: Modesto
Antonio Sánchez García y 01470 del 14 de agosto de 2007, caso: Servicios Halliburton
de Venezuela, S.A., respectivamente)”.33

31
Véase sentencia Nro.409 de la Sala Político Administrativa del TSJ (SPA-TSJ) del 11 de abril de 2018,
disponible en http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/spa/abril/209421-00409-11418-2018-2017-0795.HTML,
consultada el 15/12/2018.
32
Véase sentencia Nro.502 de la SPA-TSJ del 09 de mayo de 2017, disponible en
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/spa/mayo/198535-00502-9517-2017-2013-0677.html, consultada el
15/12/2018.
33
Véase sentencia Nro.85 de la SPA-TSJ del 01 de febrero de 2018, disponible en
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/spa/febrero/207315-00085-1218-2018-2012-1212.html, consultada el
15/12/2018.

33
Así las cosas, en principio, la mera circunstancia de que la SP-TSJ, en la
actualidad, “no tiene competencia expresa” otorgada por la ley para modificar la
competencia de los tribunales en razón de la cuantía, no implica, per se, que los
actos de esa naturaleza que tal órgano jurisdiccional dicte, estén viciados de
nulidad absoluta, sino que además se requiere precisar, sin mayores o particulares
esfuerzos interpretativos, que tal incompetencia invocada por la SP-TSJ sería
manifiesta, grosera o patente, en virtud de “que otro órgano es el realmente competente”.
En ese sentido, debe tenerse presente que, en la actualidad, “ningún órgano
tiene atribuido hoy en día ese poder de modificación de cuantías de los tribunales ”, y que ello,
sin más, podría constituir motivo suficiente para desestimar la eventual
incompetencia manifiesta de la SP-TSJ para regular la competencia de los
tribunales en razón de la cuantía.
Para mayor abundamiento cabría agregar que, al contrario, sin mayores o
particulares esfuerzos interpretativos es posible colegir, como arriba se ha
afirmado, que las funciones de dirección, gobierno y administración del Poder
Judicial que la CRBV asigna a la SP-TSJ, son continentes de su atribución para
regular la competencia de los tribunales por razón de la cuantía; que antes podía
haber ejercido con base en una norma legal expresa -el Ordinal 11 del artículo 11
de la derogada LOCJ-, y ahora le corresponde hacerlo con base en una norma
general –artículo 267 de la CRBV-, conforme a la cual tal potestad está
comprendida, implícitamente, dentro de aquellas funciones macro.

C. El ejercicio por la SP-TSJ de su potestad normativa para modificar la competencia de los


tribunales por razón de la cuantía.

Habiendo considerado ya en relación a la potestad normativa de la SP-TSJ


para regular la competencia de los tribunales en razón de la cuantía, corresponde
ahora abordar las expresiones que, en ejercicio de tal atribución, ha hecho el
citado órgano jurisdiccional.
En ese orden de ideas se observa que la distribución de las causas entre los
varios tribunales que pudieren ser competentes por la materia se hace, en la
actualidad, atendiendo a los límites en razón de la cuantía de la pretensión que les

34
han sido fijados en la aún vigente Resolución Nro.2009-0006 de la SP-TSJ de
fecha 18 de marzo de 2009 (RSPTSJ 2009-0006).34
De igual forma, la SP-TSJ, en fecha 24 de octubre de 2018, ha dictado la
Resolución Nro.2018-0013 (RSPTSJ 2018-0013)35 mediante la cual dispone la
modificación a nivel nacional de las competencias de los Juzgados para conocer
de los asuntos en materia Civil, Mercantil, Tránsito, Bancario y Marítimo; y ordena
que con su entrada en vigor -fijada a partir de la fecha de su publicación en la
GORBV-, quedarán sin efecto las competencias establecidas en la arriba citada
RSPTSJ 2009-0006, sólo en lo que se refiere a las cuantías fijadas, así como
cualquier otra disposición que se encuentre en contravención con dicha
Resolución.
Así las cosas, a continuación se expone sobre los límites competenciales por
razón de la cuantía que han sido fijados a los tribunales por la SP-TSJ en cada
uno de los instrumentos jurídicos antes citados, con una perspectiva en la que, si
bien se pone énfasis en las disposiciones de la RSPTSJ 2018-0013, también tiene
en cuenta que la RSPTSJ 2009-0006 está aún vigente, dado que, para el
momento en que se escriben estas líneas, aquella todavía no ha sido publicada en
la GORBV.

D. Los nuevos límites a la competencia de los tribunales en razón de la cuantía fijados por la
Resolución Nro.2018-0013 de la SP-TSJ.

En el artículo 1 de la RSPTSJ 2018-0013 se modifican a nivel nacional, las


competencias de los Juzgados para conocer de los asuntos en materia Civil,
Mercantil, Tránsito, Bancario y Marítimo36, al fijar nuevos límites al valor
económico de las pretensiones que somete a la consideración de aquéllos, según
la organización en el orden jerárquico vertical de los tribunales.

34
Publicada en la GORBV Nro.39.152 de fecha 02 de abril de 2009.
35 Véase la Resolución Nro.2018-0013 de la SP-TSJ del 24 de octubre de 2018, disponible en
http://historico.tsj.gob.ve/informacion/resoluciones/sp/resolucionSP_0003708.html, consultada el 21/11/18.
36
Los Juzgados con competencia en materia Bancario y Marítimo no están comprendidos en el artículo 1 de
la precedente RSPTSJ 2009-0006.

35
Así las cosas, a partir de la entrada en vigor de la indicada Resolución, la
correspondiente competencia de los tribunales en razón de la cuantía de los
asuntos de los que conocen quedarán establecidas de la manera siguiente:

1) Competencia por la cuantía de los Juzgados de Municipio y Ejecutores de Medidas.

De acuerdo con la aún vigente RSPTSJ 2009-0006, los Juzgados de


Municipio y Ejecutores de Medidas, categoría C en el escalafón judicial, conocen
en primera instancia de los asuntos contenciosos cuya cuantía no exceda de tres
mil UT (3.000 U.T.).
Y como resultado de la modificación que dispone el artículo 1 de la RSPTSJ
2018-0013, dichos Juzgados de Municipio y Ejecutores de Medidas, a partir de su
entrada en vigencia, conocerán en primera instancia de los asuntos contenciosos
cuya cuantía no exceda de Quince mil UT (15.000 U.T.); lo cual representa un
incremento del cuatrocientos por ciento (400 %) con respecto a la anterior cuantía.

2) Competencia por la cuantía de los Juzgados de Primera Instancia.

En el mismo orden, según la aún vigente RSPTSJ 2009-0006, los Juzgados


de Primera Instancia, categoría B en el escalafón judicial, conocen en primera
instancia de los asuntos contenciosos cuya cuantía exceda de tres mil UT (3.000
U.T.).
Y en atención a la reforma que introduce el artículo 1 de la RSPTSJ 2018-
0013, dichos Juzgados de Primera Instancia, conocerán en primera instancia de
los asuntos contenciosos cuya cuantía exceda de Quince Mil Uno UT (15.001
U.T.).
En este estado conviene alertar que el artículo 1 de la RSPTSJ 2018-0013
presenta un desliz o “error involuntario” del órgano emisor de dicho acto normativo
consistente en no haber previsto regulación expresa en torno a cuáles son los
Juzgados competentes por la cuantía para conocer de los asuntos contenciosos
cuyo valor de la pretensión esté situado en una suma dineraria que exceda de
Quince mil UT (15.000 U.T.) –lo cual los excluye de ser conocidos por los
Juzgados de Municipio y Ejecutores de Medidas en razón de la cuantía-, y que, a
la vez, no supere las Quince Mil Uno UT (15.001 U.T.) –lo cual hace que no estén

36
comprendidos dentro del ámbito competencial económico de los Juzgados de
Primera Instancia-.
Con base en el argumento histórico, conforme al cual a un enunciado jurídico
debe dársele el sentido que tradicionalmente se le ha dado, salvo que el texto de
la ley hubiere sido modificado, y que supone que el legislador es conservador y
que la norma que regula una materia lo hace de manera constante37; partiendo del
precedente establecido en el artículo 1 de la RSPTSJ 2009-0006, se comprende
que la apuntada omisión normativa que presenta el artículo 1 de la RSPTSJ 2018-
0013, es consecuencia de un gazapo o desacierto del órgano emisor, y que la
misma puede ser suplida con una interpretación extensiva conforme a la cual los
asuntos contenciosos cuyo valor de la pretensión esté situado en una suma
dineraria que exceda de Quince mil UT (15.000 U.T.) y que, a la vez, no supere las
Quince Mil Uno UT (15.001 U.T.), resulten comprendidos dentro del ámbito
competencial económico de los Juzgados de Primera Instancia, en virtud de que
tradicionalmente se ha considerado que dichos tribunales son los competentes
para conocer de los conflictos cuyo valor de la pretensión supere o exceda,
aunque sea en forma mínima, los límites competenciales por la cuantía asignados
a los Juzgados de Municipio y Ejecutores de Medidas.
El argumento a fortiori, en su modalidad de a minori ad maius o de menor a
mayor, aplicable a las proposiciones negativas o prohibitivas, y según el cual la
solución prevista para un determinado caso debe extenderse con mayor razón a
otro caso no previsto38, también podría tributar a favor de la tesis expuesta en el
párrafo precedente. Así, como a los Juzgados de Municipio y Ejecutores de
Medidas les está prohibido conocer de los asuntos contenciosos cuyo valor de la
pretensión exceda de Quince mil UT (15.000 U.T.), con mayor razón les está
vedado asumir la competencia de conocer de conflictos que superen esa cuantía;
por lo que es aceptable que los mismos sean conocidos por el órgano superior
jerárquico inmediato, que serían los Juzgados de Primera Instancia.

37
Vid. Ramón Escovar León. Ob. Cit. Págs.257-258.
38
Vid. Ramón Escovar León. Ob. Cit. Pág.254.

37
Así las cosas, se concluye pues, en definitiva, que en atención a la
interpretación que aquí se hace del artículo 1 de la RSPTSJ 2018-0013, los
Juzgados de Municipio y Ejecutores de Medidas conocerán en primera instancia
de los asuntos contenciosos cuya cuantía no exceda de Quince mil UT (15.000
U.T.); mientras que los Juzgados de Primera Instancia conocerán en primera
instancia de los asuntos contenciosos cuya cuantía exceda de Quince Mil UT
(15.000 U.T.).

2. La potestad normativa de la SP-TSJ para modificar las cuantías previstas en el


CPC.

Para una mejor comprensión del estado actual de la potestad normativa de la


SP-TSJ para modificar las cuantías previstas en el CPC, se estima pertinente
hacer antes un pequeño esbozo de sus antecedentes históricos.

A. La atribución del Ejecutivo Nacional para modificar las cuantías previstas en el CPC durante la
vigencia de la Constitución Nacional de 1961.

Como ya se indicó antes, el CPC fija las cuantías de los juicios en tres (3)
supuestos, que son: para ejercer el recurso de casación -artículo 312-, para
tramitar el juicio oral -artículo 859- y para seguir el procedimiento breve -artículos
881, 882 y 891-.
Y por cuanto las cuantías antes aludidas han sido fijadas en cantidades
dinerarias, y que, por ende, son susceptibles de quedar prontamente
desactualizadas o no acordes a la realidad económica del país, el propio CPC ha
previsto los mecanismos a través de los cuales es posible modificarlas, los cuales
están consagrados en los artículos 880 y 945 de la ley adjetiva civil.
En efecto, de acuerdo con el artículo 880 del CPC, se faculta al Ejecutivo
Nacional para determinar mediante Resolución tomada en Consejo de Ministros,
las Circunscripciones Judiciales y los Tribunales de éstas en que entrarán en
vigencia las disposiciones del procedimiento oral y la fecha de su vigencia; así
como también para modificar la cuantía y las materias establecidas en el artículo
859 ejusdem; y para extender la aplicación de este procedimiento oral a otras
materias que considere convenientes.

38
Por su parte, el artículo 945 del CPC faculta al Ejecutivo Nacional, una vez
oída la opinión de la Corte Suprema de Justicia –ahora TSJ- y del extinto CJ, para
modificar las cuantías establecidas en el CPC, cuya noción es comprensiva de las
cuantías para ejercer el recurso de casación -artículo 312 ejusdem- y para seguir
el procedimiento breve -artículos 881, 882 y 891 ibidem-, habida cuenta que la
modificación del otro supuesto de fijación de cuantía arriba señalado, que es el
referido para tramitar el juicio oral -artículo 859 del CPC-, se rige por el artículo
880 ejusdem, según se ha visto en el párrafo precedente.
En ambos casos –artículos 880 y 945 del CPC–, el legislador ha permitido la
intervención del Ejecutivo en la regulación de una materia de la reserva legal
relativa, recurriendo a la figura de la remisión, “pues se reenvía a una regulación posterior
que va a dictar el Ejecutivo Nacional, para complementar y actualizar la ordenación que la propia
ley establece”; y que tendría su razón de ser en la siguiente argumentación:

“debe tomarse en cuenta la justificación práctica de este tipo de remisiones, la cual se


deriva de la flexibilidad que requieren las normas que tienen por objeto regular la
organización de los tribunales para poder adecuarse rápidamente a las necesidades de
una eficaz administración de justicia, lo que exige un adecuado monto de las cuantías
para la determinación de las competencias, situación que requiere de un procedimiento
expedito que escapa a las previsiones que deben estar contenidas en el texto de las
leyes, por la permanencia y rigidez que las caracteriza”.39 (Cursivas en el texto citado)

La apuntada remisión legislativa al Ejecutivo Nacional que se hace en los


artículos 880 y 945 del CPC para modificar las cuantías previstas en dicho texto
legal, fue considerada compatible y válida para con la Constitución de 1961 en la
antes comentada sentencia Nro.1586 de la SC-TSJ del 12 de junio de 2003 “por la
que se determina la competencia para la regulación del Poder Judicial ”, mediante la cual se
afirmó que:

“El artículo 945 del Código de Procedimiento Civil no es el único de esa ley que autoriza
al Ejecutivo Nacional para modificar cuantías, sino que lo mismo hace su artículo 880, si
bien para el caso concreto del procedimiento oral, al disponer que:

39
Informes presentados por los representantes judiciales del extinto Congreso de la República con ocasión de
los recursos de nulidad por razones de inconstitucionalidad interpuestos contra el artículo 945 del CPC, el
ordinal 11 del artículo 11 de la LOCJ de 1998 (antigua letra F del artículo 15 de la LOCJ de 1988), el Decreto
Presidencial Nro.1029 de fecha 17 de enero de 1996 y Resolución del Consejo de la Judicatura Nro.619 de
fecha 30 de enero de 1996, citados en el texto de la Sentencia Nro.1586 de la SC-TSJ del 12 de junio de 2003,
disponible en http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scon/junio/1586-120603-00-1450%20.HTM, consultada el
21/11/2018.

39
(Omissis)…
En ambos casos –siendo ello lo fundamental- el órgano parlamentario ha habilitado a la
Administración a dictar una norma dentro de unos límites determinados, sin que se haya
producido una verdadera transferencia del poder legislativo hacia los órganos ejecutivos.
Con la exposición anterior queda claro para esta Sala que el legislador, con base en la
Constitución de 1961, pudo válidamente dictar una disposición como la contenida en el
artículo 945 del Código de Procedimiento Civil, la cual incluso era conveniente, al permitir
actualizar ciertas disposiciones a la modificación de la realidad, sin tener que variar la ley
misma.
En efecto, se conoce, y así la experiencia venezolana lo demuestra continuamente, que
las leyes quedan rápidamente desactualizadas cuando contienen normas que se refieren
a cantidades de dinero. Una revisión de la legislación que contiene sanciones demuestra
la veracidad de tal aserto, pues a veces puede incluso causar gracia lo irrisorio de
algunas cantidades que se pretendieron en su momento suficientes como para lograr que
las personas no cometiesen determinadas infracciones. Algo similar sucede en materia
impositiva, si bien en ella se ideó la figura de las unidades tributarias, a fin de evitar la
permanente desactualización y, con ello, el tener que corregirla a través de
modificaciones legales.
Como se observa, el artículo 945 del Código de Procedimiento Civil era compatible con la
Constitución, por cuanto no implicó violación de la reserva legal del Poder Nacional ni,
por tanto, usurpación de funciones por parte del Poder Ejecutivo Nacional, a la vez que
representó una norma aconsejable, que permitió adaptar el Código a las nuevas
realidades, sin tener que dictar una ley de reforma.
Por lo expuesto, esta Sala estima que el artículo 945 del Código de Procedimiento Civil
contenía una remisión legislativa válida, a través de la cual el órgano parlamentario
habilitó al Poder Ejecutivo, con ciertos condicionantes, el ejercicio de una competencia.
Así se declara.”

De allí, pues, que durante la vigencia de la Constitución de 1961, la atribución


para modificar las cuantías previstas en los artículos 312, 859, 881, 882 y 891 del
CPC, conforme a las pautas fijadas por los artículos 880 y 945 ejusdem, resultaba
ser de la competencia del Ejecutivo Nacional, quien, una vez oída la opinión de los
extintos CSJ y CJ sobre tales aspectos, podía realizar tales cambios.
En efecto, es conocido que el Ejecutivo Nacional hizo uso de tal atribución y
mediante Decreto Nº 1029 de fecha 17 de enero de 199640, procedió a modificar
algunas de las cuantías previstas en el CPC, en los términos que de seguidas se
exponen.

1) Modificación por el Ejecutivo Nacional de la cuantía para la admisibilidad del recurso de


casación, prevista en el artículo 312 del CPC.

El aspecto económico de la pretensión, además de fungir como elemento


determinante de la competencia de los tribunales por la cuantía, también sirve
para conocer si un asunto determinado es susceptible de ser tramitado en sede

40
Publicado en la GORV Nro.35.884 de fecha 22 de enero de 1996.

40
casacional, en atención al cumplimiento o no del requisito de admisibilidad de
dicho medio extraordinario de impugnación relativo al valor de la causa.
En ese orden de ideas, a partir de la entrada en vigencia del CPC de 1987,
según lo dispuesto en su artículo 312, se estableció como requisito de
admisibilidad del recurso de casación, el que dicho medio extraordinario de
impugnación se propusiera contra las sentencias de última instancia en las que el
interés principal de la controversia excediera de doscientos cincuenta mil bolívares
(Bs. 250.000,00) de aquélla época.
Dicha cuantía prevista en el artículo 312 del CPC fue modificada por el
Ejecutivo Nacional a través del señalado Decreto Nº 1029 de fecha 17 de enero de
1996, a cuyos efectos estableció, en sus artículos 1º y 2º, respectivamente, la
admisibilidad del recurso de casación contra las sentencias de última instancia en
las que el interés principal excediera de cinco millones de bolívares
(Bs.5.000.000,00), siempre que se tratara de juicios civiles o mercantiles; y contra
los fallos dictados en última instancia en los juicios laborales, cuyo interés principal
excediera de tres millones de bolívares (Bs.3.000.000,00).

2) Modificación por el Ejecutivo Nacional de la cuantía para las causas que se sustanciarán
por el procedimiento breve, prevista en el artículo 881 del CPC.

Por otro lado, con la entrada en vigor del CPC de 1987, en atención a lo
consagrado en su artículo 881, se ordenó que se sustanciasen y sentenciasen por
el procedimiento breve las causas cuyo valor principal no excediera de quince mil
bolívares (Bs.15.000,00) de aquélla época.
Dicha cuantía prevista en el artículo 881 del CPC fue modificada por el
Ejecutivo Nacional a través del artículo 3º del señalado Decreto Nº 1029 de fecha
17 de enero de 1996, elevándola a una suma que no excediera de un millón
quinientos mil bolívares (Bs.1.500.000,00).

B. La atribución de la SP-TSJ para modificar las cuantías previstas en el CPC, por la


inconstitucionalidad parcial sobrevenida de los artículos 880 y 945 ejusdem a partir de la
aprobación de la CRBV.

Es el caso que, en la antes comentada sentencia Nro.1586 de la SC-TSJ del


12 de junio de 2003 “por la que se determina la competencia para la regulación del Poder

41
Judicial”, se estableció que los artículos 880 y 945 del CPC han sufrido
inconstitucionalidad parcial sobrevenida, por lo que resulta inválida, a partir de la
Constitución de 1999, la delegación de los aspectos procesales contenidos en
ellos a órganos del Poder Ejecutivo o cualquier otro de naturaleza administrativa,
sobre la base de las consideraciones siguientes:

“De esta manera, el artículo 945 del Código de Procedimiento Civil estaba apegado a la
Constitución de 1961, pero debe ser interpretado a la luz del nuevo Texto Fundamental.
Al hacerlo, se hace necesario concluir que ya no es posible la delegación que en él se
hizo al Poder Ejecutivo, por lo que dicha disposición sufrió una inconstitucionalidad
sobrevenida que causó su derogación parcial en toda aquello que se refiriese a ese
Poder Ejecutivo.
En efecto, esta Sala estima que el propósito del legislador era correcto, según ya se
indicó, pues la delegación del poder para fijar cuantías judiciales se justificaba por la
necesidad de darle mayor flexibilidad a la regulación de estos aspectos procesales, sin
tener que modificar el propio Código de Procedimiento Civil, el cual debería gozar de la
mayor estabilidad, en aras del principio de seguridad jurídica. Por ello, es criterio de esta
Sala que se hace inexcusable entender que el artículo 945 del referido Código debe
mantenerse en lo que se refiere a la aceptación del poder para fijar cuantías por una vía
distinta a la ley formal nacional. Así, declarado que ello no puede en ningún caso
corresponder ahora al Poder Ejecutivo, esta Sala declara que la única solución
compatible con el Texto Fundamental de 1999 es entender que esa fijación corresponde,
con carácter exclusivo, al Tribunal Supremo de Justicia, competencia que deberá ser
ejercida a través de la Dirección Ejecutiva de la Magistratura. Así se declara.
(Omissis)…
Lo anterior obliga también a esta Sala a declarar, de oficio, que el artículo 880 del Código
de Procedimiento Civil ha sufrido idéntica inconstitucionalidad parcial sobrevenida, por
cuanto faculta al Ejecutivo Nacional para determinar las circunscripciones judiciales a
efectos del procedimiento oral. En consonancia con la exposición que ha hecho esta
Sala, debe entenderse que ese poder está atribuido, a partir de la Constitución de 1999 al
Tribunal Supremo de Justicia. Así se declara”.

Así las cosas, en atención a la reformulación de las premisas sentadas en la


comentada sentencia Nro.1586 de la SC-TSJ del 12 de junio de 2003 “por la que se
determina la competencia para la regulación del Poder Judicial”, que antes se ha hecho, en
cuanto a que, en definitiva, es la propia SP-TSJ, en su condición de máximo
jerarca de la administración del Poder Judicial, a quien efectivamente le
correspondería ejercer las competencias que el legislador había asignado al
extinto CJ; y a la inconstitucionalidad parcial sobrevenida de los artículos 880 y
945 del CPC que en el citado fallo se declara; se colige entonces que la atribución
para modificar las cuantías previstas en los artículos 312, 859, 881, 882 y 891
ejusdem, -que antes dependía del Ejecutivo Nacional, una vez oída la opinión de

42
los extintos CSJ y CJ-, compete en la actualidad a la SP-TSJ, de donde deviene
su poder normativo para realizar tales cambios.
En ese sentido, se observa que la SP-TSJ ha hecho uso de su potestad
normativa para modificar las cuantías previstas en el CPC, al dictar los actos que a
continuación se detallan, en orden cronológico:
1.- La Resolución de la SP-TSJ Nro.2006-00038 de fecha 14 de junio de 2006
(RSPTSJ 2006-00038)41, mediante la cual modificó la cuantía de las causas que
se tramitarán por el procedimiento oral, según lo previsto en el artículo 859 del
CPC; y
2.- Las antes comentadas Resolución de la SP-TSJ Nro.2009-0006 de fecha 18
de marzo de 2009 (RSPTSJ 2009-0006)42 y la Resolución de la SP-TSJ Nro.2018-
0013 (RSPTSJ 2018-0013)43, mediante las cuales, además de establecer nuevos
límites competenciales a los tribunales en razón de la cuantía, según ya se vio,
modificó las cuantías consagradas en los artículos 881, 882 y 889 del CPC,
referidos a las causas que se tramitan por el procedimiento breve.
Así las cosas, a continuación se expone sobre los cambios en las cuantías
antes citadas que ha ordenado la SP-TSJ en cada uno de esos instrumentos
jurídicos, con una perspectiva en la que, si bien se pone énfasis en las
disposiciones de la RSPTSJ 2018-0013, también tiene en cuenta que la RSPTSJ
2009-0006 está aún vigente, dado que, para el momento en que se escriben estas
líneas, aquella todavía no ha sido publicada en la GORBV; y a la vez, se
aprovecha para abordar el estado actual de la cuantía para la admisibilidad del
recurso de casación, pese a que la misma no ha sido modificada por la SP-TSJ,
para, precisamente, plantear la pertinencia de su reforma.

1) Modificación por la SP-TSJ de la cuantía para las demandas que deben tramitarse por el
procedimiento oral, prevista en el artículo 859 del CPC.

La incorporación de la oralidad al ordenamiento jurídico patrio tiene como


punto de partida el CPC de 1987, que marcó la pauta al respecto al introducir

41
Publicada en la GORBV Nro.38.528 de fecha 22 de septiembre de 2006.
42
Publicada en la GORBV Nro.39.152 de fecha 02 de abril de 2009.
43 Véase la Resolución Nro.2018-0013 de la SP-TSJ del 24 de octubre de 2018, disponible en
http://historico.tsj.gob.ve/informacion/resoluciones/sp/resolucionSP_0003708.html, consultada el 21/11/18.

43
una propuesta de procedimiento oral, limitado a determinadas materias y a unas
causas de menor cuantía, cohabitando así con el proceso ordinario civil; el cual,
no obstante las críticas que se le puedan formular y a su condición de norma
preconstitucional, puede ser estimado como de premonitorio de los nuevos
tiempos que vendrían, en tanto que se acopla a la garantía de una justicia
expedita y sin dilaciones indebidas prevista en el artículo 26 de la CRBV, al
igual que lo hace con respecto a la previsión del artículo 257 ejusdem, en
cuanto a la adopción de un proceso breve.
Las normas de nuestra ley adjetiva civil que regulan el procedimiento oral
están previstas en el Libro Cuarto, Parte Primera, Título XI, Capítulos I al IV, del
CPC, y comprenden los artículos que van desde el 859 al 880, ambos inclusive, de
dicho texto legal, siendo, precisamente, esos mismos preceptos legales los que
interesa referir a los fines de este trabajo.
En ese orden de ideas, se observa que en el artículo 859 del CPC se ordenó
que se tramitasen por el procedimiento oral las causas enumeradas en dicho
precepto de la ley adjetiva civil, siempre que su valor principal no excediera de
doscientos cincuenta mil bolívares (Bs. 250.000,00) de aquélla época.
Por su parte, en el el artículo 880 ejusdem, se delega en el Ejecutivo Nacional
la potestad para determinar mediante Resolución tomada en Consejo de Ministros,
tanto las Circunscripciones Judiciales y los Tribunales de éstas en que entrarán en
vigencia las disposiciones del procedimiento oral, así como la fecha de su
vigencia, como para modificar la cuantía y las materias establecidas en el artículo
859 ibidem y para extender la aplicación de este procedimiento oral a otras
materias que considere conveniente44; potestad esta que compete en la actualidad
a la SP-TSJ, según el criterio expuesto en la arriba considerada Sentencia
Nro.1586 de la SC-TSJ del 12 de junio de 2003.

44
Al respecto, se estima de interés resaltar que el artículo 119 de la LOPJ autorizó transitoriamente al extinto
Consejo de la Judicatura para que, dentro del plazo de un año contado desde la publicación de esa Ley,
determinase mediante resolución las Circunscripciones Judiciales y los tribunales en que entrarían en vigencia
las disposiciones del procedimiento oral del CPC, facultando también a dicho órgano administrativo para
extender la aplicación de dicho procedimiento a las materias que considerase conveniente, sin consideración a
la cuantía. Dicha norma legal tenía una clara vigencia temporal, y es el caso que la misma expiró sin que el
señalado ente hubiese ejercido tales poderes.

44
En efecto, con base en esa potestad normativa es que la SP-TSJ modificó la
cuantía prevista en el artículo 859 del CPC, al dictar la RSPTSJ 2006-00038,
mediante la cual dispuso, en su artículo 1, que se tramitarán por el procedimiento
oral las causas a que se refiere el artículo 859 del CPC, con excepción de las
previstas en el ordinal 2º, siempre que el interés principal de la demanda no
exceda en bolívares, al equivalente a dos mil novecientas noventa y nueve UT
(2.999 U.T.).
Al respecto, ROMAN JOSE DUQUE CORREDOR escribe que en el año 1987,
con la promulgación del CPC, se había iniciado en el país el tránsito del proceso
civil hacia la oralidad, pero que, sin embargo:

“Sólo después de diecinueve años de promulgado el Código de Procedimiento Civil,


sobre la base de la sentencia interpretativa de la Sala Constitucional Nº 1.586 del 12 de
junio de 2003, acerca del artículo 880 de dicho código, el Tribunal Supremo de Justicia
por Acuerdo de su Sala Plena del 14 de junio de 2006, dispuso la entrada en vigencia del
procedimiento oral a los asuntos civiles patrimoniales y de tránsito de una cuantía inferior
en bolívares equivalente a 2.999 unidades tributarias en los Tribunales de Municipio del
Área Metropolitana de Caracas y de la Circunscripción Judicial del Estado Zulia. 45

A continuación, se estima de interés el desarrollo de la correspondiente noción


de esas causas a que se refiere el artículo 859 del CPC que se tramitarán por el
procedimiento oral y que conforme a lo dispuesto en el señalado artículo 1 de la
RSPTSJ 2006-00038, quedan sujetas a la limitación por la cuantía antes señalada;
así como también de las que resultan excluidas de tal fijación económica –y de
dicho procedimiento, como verá más abajo-, previstas en el ordinal segundo de la
citada norma legal.

i. La expresión “causas a que se refiere el artículo 859 del CPC”.

El artículo 859 del CPC detalla las causas que se tramitarán por el
procedimiento oral, siendo estas -exclusión hecha de las previstas en el ordinal 2º
del mismo precepto legal que se verán en el punto siguiente-, aquellas cuyo
interés no exceda de doscientos cincuenta mil bolívares (Bs.250.000,00), y que

45
Román José Duque Corredor. “El futuro del proceso en el presente milenio” en XXXII Jornadas J.M.
Dominguez Escovar Derecho Procesal El C.P.C. 20 Años después en Homenaje a la Memoria del Dr. José
Andrés Fuenmayor. Instituto de Estudios Jurídicos del Estado Lara. Barquisimeto. Tipografía y Litografía
Horizonte C.A. 2007. Págs. 270-271.

45
versen, en principio, sobre i.- Derechos de crédito u obligaciones patrimoniales
que no tengan un procedimiento especial contencioso; ii.- Las demandas de
tránsito, y iii.- Las demás causas que por disposición de la Ley o por convenio de
los particulares, deban tramitarse por el procedimiento oral.
Sin embargo, la avalancha de cambios legislativos que han ocurrido en el país
desde la aprobación de la CRBV, imponen una reformulación de esas causas
enumeradas en el artículo 859 del CPC, a los fines de su adecuación con la
legislación vigente.
En tal sentido, dichas causas pueden ser agrupadas en dos clases: i.- Las
demandas que se tramitan por el procedimiento oral por disposición del propio
CPC, dentro de las cuales se ubican las causas sobre derechos de crédito u
obligaciones patrimoniales que no tengan un procedimiento especial contencioso y
las que derivan de convenio de los particulares; y ii.- Las que se siguen por dicho
procedimiento por mandato de otras leyes, donde están las acciones de tránsito y
demás causas que por leyes especiales se ordena seguir tal procedimiento.
En relación a estas últimas -demandas que se tramitan por el procedimiento
oral por disposición de otras leyes-, conviene hacer algunas precisiones
adicionales:
A partir de la entrada en vigor del Decreto con Fuerza de Ley de Tránsito y
Transporte Terrestre (LTTT)46, de acuerdo con su artículo 15047, el procedimiento
para determinar la responsabilidad civil derivada de accidentes de tránsito en los
cuales se hayan ocasionado daños a personas o cosas, es el establecido para el
juicio oral en el CPC; disponiendo además, que la acción se interpondrá por ante
el Tribunal competente según la cuantía del daño, en la circunscripción donde
haya ocurrido el hecho.
Como consecuencia de la aplicación del artículo 150 de la LTTT, en tanto ley
especial y posterior que regula en forma distinta la misma materia, puede
afirmarse que, desde aquel entonces, el ordinal 3º del artículo 859 del CPC ha
sido derogado tácitamente; y ello implica que, por un lado, las demandas de

46
Publicado en la GORBV Nro.37.332 de fecha 26 de noviembre de 2001
47
Dicha norma legal ha sido reproducida, con igual tenor, en el artículo 212 de la actualmente vigente Ley de
Transporte Terrestre, publicada en la GORBV Nro.39.985 de fecha 01 de agosto de 2008

46
tránsito ya no se tramitan según el procedimiento oral por disposición del propio
CPC, sino por mandato de ley especial; y por el otro, que tales acciones dejan de
estar sujetas a la limitación competencial por la cuantía prevista en el artículo 859
de la ley adjetiva civil, en atención a que la nueva norma legal que lo regula
ordena que se sigan por el juicio oral, independientemente del valor de la
pretensión, criterio este que en lo adelante solo funge como elemento
determinante del tribunal competente, más no del procedimiento a seguir, que
siempre será el oral establecido en el CPC.
Situación similar se presenta con las demás causas que deben seguirse por el
procedimiento oral por disposición de leyes especiales. En estas, también, la
cuestión del valor de pretensión atiende a la determinación del tribunal competente
para conocer en primera instancia de esos asuntos, pero no a la aplicación de
dicho juicio oral, que será, en forma invariable, el que habrá de seguirse,
independientemente de la cuantía de la demanda, tal y como acontece, por
ejemplo, con el procedimiento marítimo48 y con los procedimientos jurisdiccionales
en materia de arrendamientos comerciales, de servicios y afines.49
Así las cosas, la noción de “causas a que se refiere el artículo 859 del CPC” a
que alude el artículo 1 de la RSPTSJ 2006-00038, en los tiempos actuales, sólo
puede ser comprensiva de las demandas que aquí se han clasificado como
aquellas que se tramitan por el procedimiento oral por disposición del propio CPC;
por cuanto en las otras causas –salvo las previstas en el ordinal 2º-, enumeradas
en el señalado precepto legal y que se siguen por dicho procedimiento por
mandato de otras leyes -donde están las acciones de tránsito y demás causas que
por leyes especiales se ordena seguir tal procedimiento-, como se ha visto, la
cuestión del valor de pretensión funge como criterio determinante del tribunal
competente para conocer en primera instancia de esos asuntos, pero no para la
aplicación de dicho juicio oral, que será, de manera perenne, el que habrá de
seguirse, independientemente de la cuantía de la demanda.

48
Véase el artículo 8 del Decreto con Fuerza de Ley de Procedimiento Marítimo, publicado en la GORBV
Nro.5.554 Extraordinario de fecha 13 de noviembre de 2001.
49
Véase el artículo 43 del Decreto Nro.929, mediante el cual se dicta el Decreto con Rango, Valor y Fuerza
de Ley de Regulación del Arrendamiento Inmobiliario para el Uso Comercial, publicado en la GORBV
Nro.40.418 de fecha 23 de mayo de 2014.

47
Por tanto, las causas sobre derechos de crédito u obligaciones patrimoniales
que no tengan un procedimiento especial contencioso y las que derivan de
convenio de los particulares, son las que se corresponden con la noción de
“causas a que se refiere el artículo 859 del CPC” a que alude el artículo 1 de la
RSPTSJ 2006-00038; y las mismas se tramitarán por el procedimiento oral
siempre que el interés principal de la demanda no exceda en bolívares, al
equivalente a dos mil novecientas noventa y nueve UT (2.999 U.T.), en vista de su
eficacia temporal, por lo pronto, no se verá afectada con ocasión de la entrada en
vigor de la RSPTSJ 2018-0013, en tanto que dicho acto normativo no prevé en
ninguna de sus normas, disposición alguna mediante la cual se modifique,
derogue o deje sin efecto, la apuntada cuantía.

ii. Las exceptuadas causas “previstas en el ordinal segundo” del artículo 859 del CPC.

De acuerdo con el ordinal 2º del artículo 859 del CPC, se tramitarán por el
procedimiento oral las causas relativas a los asuntos contenciosos del trabajo que
no correspondan a la conciliación y al arbitraje, y las demandas por accidentes de
trabajo; y las mismas, por disposición del artículo 1 de la RSPTSJ 2006-00038,
quedan excluidas de la limitación competencial por la cuantía que allí se fija.
Pero ocurre que, como consecuencia de la avalancha legislativa producida
luego de la aprobación de la CRBV, el referido ordinal 2º del artículo 859 del CPC
ha sido derogado expresamente por el artículo 194 de la Ley Orgánica Procesal
del Trabajo (LOPT)50; y por tanto, dichas causas, desde la entrada en vigor de
este último cuerpo legal, ya no se tramitan por el procedimiento oral establecido en
la ley adjetiva civil.
En sintonía con lo antes expuesto, en atención a su derogación expresa
acordada por la LOPT, por coherencia normativa, luce innecesario, superfluo e
inocuo cualquier intento de regulación –como el pretendido en el artículo 1 de la
RSPTSJ 2006-00038-, que se haga en relación a las causas previstas en el
ordinal 2º del artículo 859 del CPC.

50
Publicada en la GORBV Nro.37.504 de fecha 13 de agosto de 2002.

48
iii. Otras particularidades sobre la aplicación del procedimiento oral establecidas en la
RSPTSJ 2006-00038.

La RSPTSJ 2006-00038 también dispuso, en su artículo 2, que a partir de su


entrada en vigencia, todos los Tribunales de Municipio del Área Metropolitana de
Caracas y de la Circunscripción Judicial del Estado Zulia, con sede en Maracaibo,
como tribunales pilotos, serán competentes para tramitar las causas por el
procedimiento oral a que se refiere el artículo 1 de tal Resolución.
Orientada por la implementación progresiva de los procesos orales, en el
artículo 7 de la RSPTSJ 2006-00038 se estableció que dentro del año de su
vigencia, el TSJ realizará una evaluación de los resultados de la instrumentación
del procedimiento oral en los términos previstos en la misma y, según los
resultados, adoptará las medidas necesarias para corregir las posibles
imprecisiones que evidencie o, por el contrario, extender progresivamente la
aplicación de dicha Resolución al resto de los Tribunales de Municipio de las
demás Circunscripciones Judiciales del país, adoptando el procedimiento oral en
la tramitación de las causas que ante ellos se interpongan.
En el artículo 9 de la RSPTSJ 2006-00038 se ordenó que la misma entrase en
vigencia el día 15 de octubre de 2006; pero dicha fecha fue modificada mediante
la Resolución Nro.2006-00066 de la SP-TSJ de fecha 18 de octubre de 2006
(RSPTSJ 2006-00066)51, en la que se dispuso que, ahora, su vigencia sería el día
1º de marzo de 2007.
Transcurrido con creces el año fijado para la evaluación de los resultados de
la instrumentación del procedimiento oral en los términos previstos en la RSPTSJ
2006-00038, aún sigue siendo una tarea pendiente la extensión de su aplicación,
tanto al resto de los Tribunales de Municipio de las demás Circunscripciones
Judiciales del país, como a otras materias de las no previstas en el artículo 859 del
CPC.

2) Modificación por la SP-TSJ de la cuantía para las demandas que deben sustanciarse y
decidirse por el procedimiento breve.

51
Publicada en la GORBV Nro.38.607 de fecha 18 de enero de 2007.

49
Las antes comentadas Resolución de la SP-TSJ Nro.2009-0006 de fecha 18
de marzo de 2009 (RSPTSJ 2009-0006) y Resolución de la SP-TSJ Nro.2018-
0013 (RSPTSJ 2018-0013), además de establecer nuevos límites competenciales
a los tribunales en razón de la cuantía, según ya se vio, también modificaron las
cuantías consagradas en los artículos 881, 882 y 889 del CPC, que tratan de las
demandas escritas y orales que deben sustanciarse y decidirse por el
procedimiento breve, y de la apelación contra la sentencia definitiva dictada en ese
tipo de juicios, respectivamente, las cuales quedan sometidas a las reglas que se
expondrán de seguidas.

i. Cuantía para las demandas escritas que deben seguirse por el procedimiento breve,
prevista en el artículo 881 del CPC.

A tenor de lo previsto en la primera parte del artículo 2 de la RSPTSJ 2018-


0013, a partir de su entrada en vigor, se tramitarán por el procedimiento breve las
causas a que se refiere el artículo 881 del CPC, y cualquier otra que se someta a
este procedimiento, cuya cuantía no exceda de Siete Mil Quinientas UT
(7.500 U.T.).
Con tal disposición se modifica la primera parte del artículo 2 de la aún vigente
RSPTSJ 2009-0006, que ordena que se tramiten por el procedimiento breve las
causas a que se refiere el artículo 881 del CPC, y cualquier otra que se someta a
este procedimiento, cuya cuantía no exceda de mil quinientas UT (1.500 U.T.); de
modo que aquella nueva cuantía representa un incremento del cuatrocientos por
ciento (400 %) con respecto a ésta.
Sobre la base de que las demandas que deben seguirse por el procedimiento
breve han de comenzar, en forma ordinaria, por demanda escrita –conforme a lo
previsto en el artículo 882 del CPC-, y que la parte siguiente del artículo 2 de la
RSPTSJ 2018-0013, como se verá más abajo, regula la cuantía aplicable a las
demandas de este tipo que podrán proponerse verbalmente, se estima que la
cuantía antes descrita se corresponde con la aplicable a los libelos escritos que
dan inicio al procedimiento breve.
Por cuanto la parte arriba mencionada del artículo 2 de la RSPTSJ 2018-0013
remite a dos (2) tipos de causas – aquellas a que se refiere el artículo 881 del

50
CPC y cualquier otra que se someta a este procedimiento-, interesa desarrollar la
correspondiente noción de cada una de esas demandas que quedan sujetas a la
limitación por la cuantía antes señalada.

a. La expresión “causas a que se refiere el artículo 881 del CPC”.

De acuerdo con el artículo 881 del CPC, se sustanciarán y sentenciarán por el


procedimiento breve varios tipos de demandas, las cuales pueden ser catalogadas
así: i.- aquellas a las que dicha norma legal les asigna una cuantía determinada;
ii.- las que versen sobre la desocupación de inmuebles en los casos a que alude
el artículo 1.615 del Código Civil; y iii.- las demandas que deban seguirse por el
procedimiento breve por disposición expresa de leyes especiales.
En ese sentido, la noción de “causas a que se refiere el artículo 881 del CPC”
a que alude la primera parte del artículo 2 de la RSPTSJ 2018-0013 sólo puede
ser comprensiva de las primeras clases de demandas antes señaladas, que son
aquellas que el propio artículo 881 del CPC les asigna un determinado valor
económico, por cuanto ellas son las únicas causas en relación a las cuales la SP-
TSJ podría ejercer su auto atribuida potestad normativa para realizar
modificaciones a la cuantía allí prevista.
Al respecto, debe tenerse en cuenta, en primer término, que en lo que atañe al
procedimiento breve, no contempla el CPC ninguna norma mediante la cual se
delegue en otro ente del Poder Público la potestad de modificar las materias
establecidas en el artículo 881 ejusdem, ni para extender la aplicación de dicho
procedimiento a otras causas distintas a las allí establecidas –a diferencia de lo
que ocurre con el juicio oral, que sí puede ser objeto de tales innovaciones
mediante delegación ex artículo 880 ibidem-; de donde deviene, entonces, que las
materias o causas que según aquél precepto de la ley adjetiva civil deben
seguirse por el procedimiento breve, sólo podrían ser modificados a través de una
reforma legislativa.52

52
Sobre este aspecto, vale la pena resaltar que el artículo 119 de la LOPJ autorizó transitoriamente al extinto
Consejo de la Judicatura para que, dentro del plazo de un año contado desde la publicación de esa Ley, para
extender la aplicación del procedimiento breve previsto en el CPC, a las materias que considerase

51
El otro aspecto a considerar es que la delegación legal que se hace en el
artículo 945 del CPC está referida, exclusivamente, a la modificación de las
cuantías previstas en el CPC distintas a multas, indemnizaciones o resarcimientos
de cualquiera especie.
Así las cosas, resulta claro que la potestad normativa que se ha atribuido a la
SP-TSJ en la arriba analizada Sentencia Nro.1586 de la SC-TSJ del 12 de junio de
2003, en lo que respecta al artículo 881 del CPC, sólo abarca la facultad para
modificar la cuantía aplicable a las demandas que ese mismo precepto legal les
asigna un determinado valor económico; y no comprende, en ningún caso, la
atribución para innovar las materias o causas que según aquél precepto de la ley
adjetiva civil deben seguirse por dicho procedimiento.
Esas causas a las que el propio artículo 881 del CPC les asigna una cuantía
determinada, a los fines de ser sustanciadas y sentenciadas por el procedimiento
breve, deben concurrir en: i.- El criterio económico o monetario, determinado en
función del monto de la pretensión, el cual debe estar comprendido dentro de los
límites competenciales que se le ha fijado en cada oportunidad; y ii.- El ámbito
material, en virtud del cual la naturaleza de la cuestión debatida u objeto de la
pretensión, no ha de tener sujeto u pautado a otro procedimiento especial; en el
entendido que la falta o ausencia de uno u otro de esos elementos hace que
dichas causas queden excluidas de seguirse por el procedimiento breve.
Y esa cuantía prevista en el artículo 881 del CPC, aplicable a las demandas
descritas en el párrafo precedente, es la que por mandato del artículo 2 de la
RSPTSJ 2009-0006, fue incrementada a una suma que no exceda de mil
quinientas UT (1.500 U.T.), que es la que regirá hasta tanto entre en vigor la
RSPTSJ 2018-0013, a partir de cuyo momento dichas causas se tramitarán por el
procedimiento breve, siempre que su valor principal no exceda de Siete Mil
Quinientas UT (7.500 U.T.).

b. La expresión “cualquier otra causas que se someta a este procedimiento” breve,


igualmente previstas en el artículo 881 del CPC.

conveniente, sin consideración a la cuantía. Dicha norma legal tenía una clara vigencia temporal, y es el caso
que la misma expiró sin que el señalado ente hubiese ejercido tales poderes.

52
Además de las ya analizadas causas a las que el propio artículo 881 del CPC
les asigna una cuantía determinada, el artículo 2 de la RSPTSJ 2018-0013 –igual
que su equivalente en la aún vigente RSPTSJ 2009-0006-, fija un nuevo valor para
otro tipo de demandas que igualmente deben seguirse por el procedimiento breve,
que allí se describen como “cualquier otra que se someta a este procedimiento”.
Esas otras causas que se someten al procedimiento breve, también están
contenidas en el artículo 881 del CPC, en tanto norma de la ley adjetiva civil
reguladora de las demandas que se rigen por dicho proceso, y se corresponden
con las acciones que versan sobre la desocupación de inmuebles en los casos a
que alude el artículo 1.615 del Código Civil, y con las demandas que deben
seguirse por el procedimiento breve por disposición expresa de leyes especiales.
La primera de esas clases de demandas que se someten al procedimiento
breve tiene un criterio material, derivado de la naturaleza de la cuestión debatida
en esas causas, cuyo objeto es la desocupación de inmuebles en los casos a que
se refiere el artículo 1.615 del Código Civil, que trata de los arrendamientos de
casas y demás edificios regidos por contratos verbales o por escrito en que no se
hubiere determinado el tiempo de su duración; las cuales se sustanciarán y
sentenciarán por aquél procedimiento, siempre que su aplicación no quede
excluida por ley especial.
Es el caso que, en la práctica forense, dicho supuesto de aplicación del
procedimiento breve ha quedado virtualmente en desuso, toda vez que la
desocupación de inmuebles destinados a vivienda o al uso comercial se encuentra
regido por leyes especiales, que prevén, respectivamente, bien su propio
procedimiento oral, independientemente de la cuantía, y al que supletoriamente se
le aplican del disposiciones del juicio oral establecidas en el CPC 53; o bien remiten
expresa y directamente a la aplicación del procedimiento oral del CPC 54; por lo
que, en uno y otro caso, la aplicación del procedimiento breve para la tramitación
de dichos asuntos, resulta excluida por ley especial.

53
Véase el artículo 98 de la Ley para la Regularización y Control de los Arrendamientos de Vivienda,
publicada en la GORBV Nro.6.053 Extraordinario de fecha 12 de noviembre de 2011.
54
Véase el artículo 43 del Decreto Nro.929, mediante el cual se dicta el Decreto con Rango, Valor y Fuerza
de Ley de Regulación del Arrendamiento Inmobiliario para el Uso Comercial, publicado en la GORBV
Nro.40.418 de fecha 23 de mayo de 2014.

53
La segunda de esas clases de demandas que se someten al procedimiento
breve, además de derivar de un criterio material, se reconducen a través de dicha
vía por disposición expresa de leyes especiales.
De dichas causas se resalta que algunas de ellas están previstas en textos
normativos de vieja data, anteriores al CPC de 1987 –para cuya fecha de su
respectiva promulgación sólo existían el procedimiento ordinario y el breve-, tales
como: las acciones legales que se deriven de las ventas con reserva de
dominio55, la impugnación de los acuerdos tomados en asamblea de propietarios
de bienes inmuebles de propiedad horizontal56, el cobro judicial de honorarios de
abogados por servicios profesionales extrajudiciales57, y el cobro de pensiones de
arrendamiento al vendedor que se quede como inquilino del fundo objeto de venta
bajo pacto de retracto58.
Otras de esas causas, por su parte, están contenidas en el propio CPC, como
serían: los casos de oposición al nombramiento de tutor o protutor y miembros del
Consejo de Tutela59, el nombramiento de administrador único de los bienes del
hijo sujeto a patria potestad en caso de mala administración de sus bienes 60, la
demanda de alimentos61, y la oposición o suspensión del matrimonio62.
Como se ha visto, una y otra clase de esas demandas se someten al
procedimiento breve en razón de la materia y no de la cuantía, la cual es
irrelevante para esos asuntos, por lo que, indistintamente del valor de la
pretensión, siempre se han de conducir por ese medio –en el caso de las acciones
que así lo ordenen las leyes especiales- o eventualmente, cuando su aplicación no
quede excluida por ley especial –en el supuesto de la desocupación de inmuebles
en los casos a que se refiere el artículo 1.615 del Código Civil-.

55
Véase el artículo 21 de la Ley sobre Ventas con Reserva de Dominio, publicada en la GORV Nro.25.856 de
fecha 07 de enero de 1959.
56
Véase el artículo 25 de la Ley de Propiedad Horizontal, publicada en la GORV Nro.3.241 Extraordinario de
fecha 18 de agosto de 1983.
57
Véase el artículo 22 de la Ley de Abogados, publicada en la GORV Nro.1.081 Extraordinario de fecha 23
de enero de 1967.
58
Véase el artículo 1.545 del Código Civil, publicado en la GORV Nro.2.990 Extraordinario de fecha 26 de
julio de 1982.
59
Véase el artículo 727 del CPC.
60
Véase el artículo 746 del CPC.
61
Véase el artículo 747 del CPC.
62
Véase el artículo 766 del CPC.

54
Así las cosas, dado que, por un lado, la noción de la expresión “cualquier otra
que se someta a este procedimiento”, a que alude el artículo 2 de la RSPTSJ
2018-0013 –igual que su equivalente en la aún vigente RSPTSJ 2009-0006-, se
corresponde con las acciones que versan sobre la desocupación de inmuebles en
los casos a que alude el artículo 1.615 del Código Civil y con las demandas que
deben seguirse por el procedimiento breve por disposición expresa de leyes
especiales; y por el otro, que una y otra clase de esas demandas se someten al
procedimiento breve en razón de la materia y no de la cuantía, la cual es
irrelevante para esos asuntos por disposición expresa del legislador, al no ordenar
su conducción por dicho medio con base en el valor de pretensión sino por la
materia discutida; resulta fundado sostener que constituye un yerro del artículo 2,
tanto de la aún vigente RSPTSJ 2009-0006 como de la proyectada RSPTSJ 2018-
0013, el pretender fijar una cuantía determinada para el trámite de esos asuntos
por el procedimiento breve.
En efecto, el espíritu del legislador al dictar el artículo 881 del CPC,
consistente en conducir a través del procedimiento breve, en razón de la materia y
no de la cuantía, a las acciones que versan sobre la desocupación de inmuebles
en los casos a que alude el artículo 1.615 del Código Civil y a las demandas que
deben seguirse por el procedimiento breve por disposición expresa de leyes
especiales; ha sido parcialmente alterado por el artículo 2, tanto de la aún vigente
RSPTSJ 2009-0006 como de la proyectada RSPTSJ 2018-0013, al intentar
establecer una cierta cuantía a dichas causas, en virtud de que un eventual
exceso de las mismas en el valor de la pretensión, las excluiría entonces de ser
tramitadas por esta vía, pese a conservar -la demanda de que se trate-, la misma
naturaleza o materia que el legislador ha considerado adecuada y pertinente que
se dilucidase mediante el procedimiento breve.
Tal extralimitación, tanto de la aún vigente RSPTSJ 2009-0006 como de la
proyectada RSPTSJ 2018-0013, presupone usurpación de la función legislativa
atribuida constitucionalmente a la Asamblea Nacional; y ello conduce a la nulidad
parcial de dichos actos normativos, en concreto, de la expresión “y cualquier otra

55
que se someta a este procedimiento”, de conformidad con lo previsto en el artículo
138 de la CRBV, en concordancia con el artículo 19.4 de la LOPA.
Como consecuencia de lo antes expuesto, las otras causas que se someten al
procedimiento breve, a saber, las acciones que versan sobre la desocupación de
inmuebles en los casos a que alude el artículo 1.615 del Código Civil, y con las
demandas que deben seguirse por el procedimiento breve por disposición expresa
de leyes especiales, siempre se han de conducir por ese medio –en el caso de las
acciones que así lo ordenen las leyes especiales- o eventualmente, cuando su
aplicación no quede excluida por ley especial –en el supuesto de la desocupación
de inmuebles en los casos a que se refiere el artículo 1.615 del Código Civil-; en
virtud de que su vinculación con ese iter procesal, por haberlo ordenado así el
legislador, es en razón de la materia y no de la cuantía, la cual es irrelevante para
esos asuntos, por lo que, indistintamente del valor de la pretensión, se tramitarán
por el procedimiento breve; sin que estén sujetas dichas causas a las limitaciones
económicas fijadas, tanto por la aun vigente RSPTSJ 2009-0006 como por la
proyectada RSPTSJ 2018-0013.

ii. Cuantía para la proposición en forma oral de las demandas que deben seguirse por el
procedimiento breve, prevista en el artículo 882 del CPC.

La parte final del artículo 2 de la aún vigente RSPTSJ 2009-0006 ordena que
las cuantías que aparecen en los artículos 882 y 891 del CPC, respecto al
procedimiento breve, expresadas en bolívares, se fijan en quinientas UT
(500 U.T.).
Por su parte, conforme a lo dispuesto en la parte final del artículo 2 de la
RSPTSJ 2018-0013, a partir de su entrada en vigor, la cuantía que aparece en el
artículo 882 del CPC, respecto al procedimiento breve, expresada en bolívares, se
ha de entender fijada en siete mil quinientas UT (7.500 U.T.); de modo que esta
nueva cuantía representa un incremento de un mil cuatrocientos por ciento (1.400
%) con respecto a la anterior.
Además de la ya apuntada modificación en lo que respecta al aspecto
económico, se advierte otro cambio de fondo entre la RSPTSJ 2009-0006 y la
RSPTSJ 2018-0013, cual es, que este último acto normativo sólo hace mención a

56
la cuantía que aparece en el artículo 882 del CPC, obviando referir a la cuantía
señalada en el artículo 891 ejusdem -como si lo hace aquél-. Por tanto, en este
punto se abordará sólo lo atinente a la primera de esas cuestiones, mientras que
la segunda se tratará en el siguiente, por estimar de interés su desarrollo, dada la
actual vigencia de la RSPTSJ 2009-0006.
Al respecto, en principio se resalta que conforme a lo previsto en el artículo
882 del CPC, las demandas que deben seguirse por el procedimiento breve han
de comenzar, en forma ordinaria, por demanda escrita que llenará los requisitos
exigidos por el artículo 340 ejusdem.
Sin embargo, de seguidas, ese mismo artículo 882 del CPC prevé la
posibilidad de que tales causas que deben seguirse por el procedimiento breve
sean propuestas verbalmente por el interesado, aun sin estar asistido por
abogado, ante el Secretario del Tribunal, quien la reducirá a escrito levantando un
acta al efecto y la cual contendrá los mismos requisitos contemplados en el
artículo 340 ejusdem, sujetando dicho evento a una condición de orden
económico: que la cuantía de la pretensión fuere menor de la suma allí
establecida.
El apuntado valor de la pretensión que funge como criterio determinante de
que las causas que deben seguirse por el procedimiento breve puedan ser –o no-
propuestas verbalmente por el interesado, es, precisamente, la noción que se
corresponde con la expresión “la cuantía que aparece en el artículo 882 del CPC,
respecto al procedimiento breve, expresada en bolívares” a que refieren la aún
vigente RSPTSJ 2009-0006 y la RSPTSJ 2018-0013.
Dicha cuantía que aparece en el artículo 882 del CPC, respecto al
procedimiento breve, expresada en bolívares, inicialmente, fue fijada por ese
mismo precepto legal; el cual dispuso que las causas que deben seguirse por el
procedimiento breve pudieran ser propuestas verbalmente por el interesado
siempre que el valor de la demanda fuere menor de cuatro mil bolívares
(Bs.4.000,00) de aquélla época.
Posteriormente, tal cuantía fue incrementada por el artículo 2 de la RSPTSJ
2009-0006, el cual la fija en quinientas UT (500 U.T.), y es la que regirá hasta

57
tanto entre en vigor la RSPTSJ 2018-0013, a partir de cuyo momento dicha
cuantía se entenderá fijada en siete mil quinientas UT (7.500 U.T.).

iii. Cuantía para la admisibilidad de la apelación contra la sentencia definitiva dictada en


las causas que deben seguirse por el procedimiento breve, prevista en el artículo 891
del CPC.

La parte final del artículo 2 de la aún vigente RSPTSJ 2009-0006, además de


la ya comentada cuantía que aparece en el artículo 882 del CPC, alude también al
valor fijado por el artículo 891 ejusdem, el cual fija, en la misma proporción que
aquél, en quinientas UT (500 U.T.); y pese a que, como se advirtió en el punto
precedente, el tema de la cuantía establecida en el artículo 891 de la ley adjetiva
civil no ha sido objeto de nueva regulación en la RSPTSJ 2018-0013, se estima de
interés su desarrollo dada la actual vigencia de la RSPTSJ 2009-0006.
En ese sentido, el artículo 891 del CPC es la norma reguladora de la
apelación contra la sentencia definitiva dictada en el contexto de las demandas
que deben seguirse por el procedimiento breve, en tanto que la misma prevé los
efectos de la interposición de dicho medio recursivo, el lapso para su ejercicio y la
condición de orden económico que debe cumplirse para la admisibilidad de tal
recurso, cual es, que la cuantía de la pretensión fuere mayor de la suma allí
establecida.
Tal y como acontece con el artículo 882 del CPC, la cuestión del valor de la
pretensión -que aquí obra como criterio determinante de la admisibilidad o no de la
apelación propuesta contra la sentencia definitiva-, es también la noción que se
corresponde con la expresión sobre la cuantía que aparece en el artículo 891
ejusdem, respecto al procedimiento breve, expresada en bolívares a que alude la
parte final del artículo 2 la aún vigente RSPTSJ 2009-0006.
Dicha cuantía que aparece en el artículo 891 del CPC, respecto al
procedimiento breve, expresada en bolívares, inicialmente, fue fijada por ese
mismo precepto legal; el cual dispuso que contra la decisión que se dicte en el
procedimiento breve se oirá apelación en ambos efectos sí esta se propone dentro
de los tres (3) días siguientes y la cuantía del asunto fuere mayor de cinco mil
bolívares (Bs.5.000,00) de aquélla época.

58
Posteriormente, tal cuantía fue incrementada por el artículo 2 de la RSPTSJ
2009-0006, el cual la fija en quinientas UT (500 U.T.), y es la que regirá hasta
tanto entre en vigor la RSPTSJ 2018-0013, a partir de cuyo momento dicha
cuantía quedará derogada, o “sin efecto”, en palabras del artículo 5 de este último
acto normativo citado.
La sostenida derogatoria de la regulación que se hace en la parte final del
artículo 2 de la RSPTSJ 2009-0006 en relación a la cuantía que aparece en el
artículo 891 del CPC, respecto al procedimiento breve, expresada en bolívares,
cobra mayor sentido cuando se tiene en cuenta que la misma es coherente con la
última posición que sobre dicha norma legal ha asumido nuestro Máximo Tribunal.
En efecto, mediante la sentencia Nro.713 de la SC-TSJ de fecha 17 de junio
de 201563, se consagró la interpretación, con carácter vinculante, del señalado
artículo 891 del CPC, y con base en la integración de esa norma con los artículos
288 y 290 ejusdem, se afirmó que a partir de la publicación íntegra de tal fallo en
la Gaceta Judicial de la Republica Bolivariana de Venezuela (GJRBV) 64, contra la
sentencia definitiva que se dicte en aquellas causas tramitadas por el
procedimiento breve, debe observarse lo dispuesto en los artículos 288 y 290 del
CPC, es decir, que la misma es impugnable mediante el recurso de apelación el
cual se oirá en ambos efectos, independientemente de su cuantía, sosteniendo al
respecto que:

Como consecuencia de lo anteriormente expuesto, se considera que el criterio actual


respecto al alcance del artículo 891 del Código de Procedimiento Civil, limita
indebidamente el ejercicio de los recursos de impugnación de aquellas personas con
menos capacidad económica,razón por la cual, abandona tal criterio en lo que atañe a la
inapelabilidad de las sentencias dictadas en las causas tramitadas por el juicio breve
cuya cuantía sea inferior a las 500 unidades tributarias y, a tal efecto, establece que a
partir de la presente fecha, contra la sentencia definitiva que se dicte en aquellas causas
tramitadas por el procedimiento breve independientemente de su cuantía, debe
observarse lo dispuesto en los artículos 288 y 290 del Código de Procedimiento Civil, es
decir, que la misma es impugnable mediante el recurso de apelación el cual se oirá en
ambos efectos. Así se establece.

63
Véase sentencia Nro.713 de la SC-TSJ de fecha 17 de junio de 2015, disponible en
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scon/junio/178601-713-17615-2015-11-0559.HTML, consultada el
26/11/2018.
64
De acuerdo con el artículo 126 de la LOTSJ, la GJRBV es el órgano oficial de divulgación de los fallos,
acuerdos y resoluciones del TSJ, en el que se ordena publicar las sentencias cuyo contenido sea de interés
general, las que declaren la nulidad de normas y las que resuelvan demandas de interpretación legal o
constitucional fijando el contenido o alcance de la norma de que se trate.

59
(Omissis)…
Finalmente, se fija con carácter vinculante el contenido del presente fallo a partir de su
publicación íntegra en la Gaceta Judicial, el criterio en relación a la integración de la
norma contenida en el artículo 891 del Código de Procedimiento Civil con los artículos
288 y 290 eiusdem, a los fines de establecer el recurso de apelación en ambos efectos
de las causas tramitadas bajo el juicio breve cuya cuantía sea inferior a 500 unidades
tributarias, criterio éste que deberá ser aplicado en las causas donde aún no haya sido
dictada sentencia definitiva.65

Más allá de que su propósito es meritorio -y hasta se comparte-, resulta


censurable que a través de una decisión judicial dictada en el contexto de una
acción de amparo constitucional contra sentencia se haya procedido a una
reforma legislativa, que es lo que, en definitiva, conlleva el criterio expuesto por la
SC-TSJ en la antes parcialmente transcrita sentencia Nro.713 de fecha 17 de junio
de 2015, en tanto que con ella, mediante el subterfugio de una interpretación
vinculante e integradora de algunas normas de la ley adjetiva civil, se ha
modificado el artículo 891 del CPC, al haber virtualmente suprimido de su
contenido el tema de la cuantía de la pretensión como requisito para la
admisibilidad de la apelación contra la decisión que se dicte en el procedimiento
breve.
En ese contexto, desde la fecha publicación íntegra del citado fallo en la
GJRBV, la regulación que se hace en la parte final del artículo 2 de la RSPTSJ
2009-0006 en torno a la cuantía que aparece en el artículo 891 del CPC,
resultaba inaplicable en la práctica forense; y de allí que, por coherencia
normativa, era de esperar que la RSPTSJ 2018-0013 dispusiera su derogación o
que dejase “sin efecto” aquélla cuantía, como se refiere en el artículo 5 de este
último acto normativo citado.

3) La cuantía vigente para la admisibilidad del recurso de casación; su pauperización con la


entrada en vigor de la RSPTSJ 2018-0013 y la pertinencia de que la SP-TSJ haga uso de su
potestad normativa para modificar la cuantía prevista en el artículo 312 del CPC.

Ya se ha dicho que, hasta ahora, la SP-TSJ no ha hecho uso de su potestad


normativa para modificar la cuantía prevista en el artículo 312 del CPC, relativa a

65
Publicada en la GJRBV Nro.52 del 06 de agosto de 2015, con el siguiente Sumario: Sala Constitucional
Sumario N° 582 Sentencia mediante el cual se asienta el criterio en relación a la integración de la norma
contenida en el artículo 891 del Código de Procedimiento Civil con los artículos 288 y 290 ejusdem,
disponible en http://historico.tsj.gob.ve/gacetatsj/agosto/101-2015.pdf#page=64, consultado el 05/12/2018.

60
la admisibilidad del recurso de casación, por lo que corresponde considerar su
fijación por otros mecanismos legales.
Al considerar la cuantía vigente para la admisibilidad del recurso de casación,
se verá que la entrada en vigor de la RSPTSJ 2018-0013 y la consiguiente
aplicación de los nuevos límites a la competencia de los tribunales por razón de la
cuantía que allí se consagran, plantean una clara situación de empobrecimiento de
dicho medio extraordinario de impugnación, que amerita ser solucionado por la
SP-TSJ, mediante el ejercicio de su poder normativo para modificar la cuantía
prevista en el artículo 312 del CPC, tal y como se explica de seguidas.

i. Cuantía vigente para la admisibilidad del recurso de casación en los asuntos en materia
Civil, Mercantil, Tránsito, Bancario y Marítimo.

Como antes se indicó, la cuantía prevista en el artículo 312 del CPC fue
modificada, por vez primera, por el Ejecutivo Nacional a través del arriba señalado
Decreto Nº 1029 de fecha 17 de enero de 199666, en cuyos artículos 1º y 2º,
respectivamente, estableció, la admisibilidad del recurso de casación contra las
sentencias de última instancia en las que el interés principal excediera de cinco
millones de bolívares (Bs.5.000.000,00), siempre que se tratara de juicios civiles o
mercantiles; y contra los fallos dictados en última instancia en los juicios laborales,
cuyo interés principal excediera de tres millones de bolívares (Bs.3.000.000,00),
en ambos casos, de aquella época.
Luego, con la entrada en vigencia de la –ahora derogada- LOTSJRBV, la
cuantía de la demanda para acceder a la sede casacional se volvió a modificar a
los fines de establecerla, ya no por una suma dineraria determinada, como era
antes, sino en razón de unidades tributarias (UT); al disponer, en su artículo 18,
que: “El Tribunal Supremo de Justicia conocerá y tramitará, en la Sala que corresponda, los
recursos o acciones, que deban conocer de acuerdo con las leyes, cuando la cuantía exceda de
tres mil unidades tributarias (3.000 U.T.)”.

La apuntada política legislativa de fijar la cuantía de la demanda para la


admisibilidad del recurso de casación con base en UT, ha sido reproducida en la

66
Publicado en la GORV Nro.35.884 de fecha 22 de enero de 1996.

61
vigente LOTSJ67, cuyo artículo 86 consagra que el TSJ sólo conocerá y tramitará,
en la Sala que corresponda, “los recursos de casación cuando la cuantía exceda de tres mil
unidades tributarias (3.000 U.T.), sin perjuicio de lo que dispongan las normas procesales en
vigor”; siendo ésta la norma que regula, en los tiempos actuales, la cuantía para el
ejercicio del recurso de casación, en tanto requisito de admisibilidad de dicho
medio extraordinario de impugnación, en los asuntos en materia Civil, Mercantil,
Tránsito, Bancario y Marítimo, y cuya eficacia temporal, por lo pronto, no se verá
afectada con ocasión de la entrada en vigor de la RSPTSJ 2018-0013, en tanto
que dicho acto normativo no prevé en ninguna de sus normas, disposición alguna
mediante la cual se modifique la apuntada cuantía exigida para el acceso al
recurso de casación.

a. La cuantía necesaria para la admisibilidad del recurso de casación es la imperante


para el momento de interposición de la demanda.

Como se ha visto, la cuantía de la demanda para acceder a la sede


casacional, de acuerdo con el artículo 86 de la LOTSJ, ha sido establecida en
razón de UT.
Es el caso que tal medida de valor –UT-, es objeto, cada vez con más
frecuencia, de una periódica y constante actualización pecuniaria por parte de la
Administración Tributaria, que conlleva múltiples reajustes de su expresión
económica.
Tales reajustes periódicos de la UT, lógicamente, que impactan la cuantía
establecida para el acceso al recurso de casación, por estar fijada con base en tal
medida de valor, de modo que la misma se incrementa, temporal y
valorativamente, en los mismos términos en que lo hace aquélla.
En consideración a que con esos incrementos periódicos de que es objeto la
UT -y por ende, la cuantía establecida para la admisibilidad del recurso de
casación- pudiera estar afectándose o limitándose la posibilidad de los
administrados de acceder a dicho medio extraordinario de impugnación, en la

67
El PRCPCTSJ, en su artículo 308, reproduce también esa política legislativa, al señalar que el recurso de
casación podría proponerse contra las sentencias de última instancia que pongan fin a los juicios civiles,
mercantiles, marítimos y especiales contenciosos cuyo interés principal exceda de tres mil UT (3.000 U.T.).

62
sentencia Nro.1573 de la SC-TSJ del 12 de julio de 200568, sobre la base de una
interpretación concordante del artículo 24 de la CRBV con los artículos 3 y 9 del
CPC, se ha fijado el siguiente criterio vinculante:

“En tal sentido, esta Sala en aras de preservar la seguridad jurídica, la tutela judicial
efectiva y el debido proceso, establece que la cuantía necesaria para acceder a
casación, debe ser la misma que imperaba para el momento en que se interpuso la
demanda, pues es en ese momento en el cual el actor determina el derecho a la
jurisdicción y la competencia por la cuantía y por ello considera cumplido
el quantum requerido por el legislador para acceder en sede casacional, pues las partes
no están en disposición de prever las modificaciones de la cuantía a que hubiere lugar
durante la tramitación del proceso para acceder en casación. Así se decide.
…(Omissis)…
De lo anterior se colige, que para acceder a la sede casacional de acuerdo con la
referida ley la cuantía del juicio deberá exceder a las tres mil unidades tributarias (3.000
U.T.). Sin embargo, ante los incrementos anuales que sufre la unidad tributaria pudiera
estar afectándose o limitándose la posibilidad de los administrados de acceder en
casación ante las respectivas Salas del Tribunal Supremo de Justicia; en tal sentido, el
Juzgador correspondiente deberá determinar -con base a los parámetros anteriormente
expuestos- la cuantía exigida para el momento en que fue presentada la demanda, y en
caso que la cuantía exigida sea la establecida en la Ley Orgánica del Tribunal Supremo
de Justicia, deberá calcularse la unidad tributaria vigente para el momento en el cual fue
interpuesta la referida demanda.
…(Omissis)…
En consecuencia, se ordena la publicación del presente fallo en la Gaceta Oficial de la
República Bolivariana de Venezuela, en virtud del carácter vinculante del presente caso
para todos los Tribunales de la República”.69 (Negrillas en el texto citado).

De acuerdo con el criterio vinculante antes transcrito, la cuantía necesaria


para el acceso a la sede casacional debe ser la misma que imperaba para el
momento en que se interpuso la demanda, y la misma deberá calcularse con base
en la UT vigente para el momento en el cual fue interpuesta la demanda en
cuestión.70

b. En caso de reforma de demanda, la cuantía requerida para el acceso al recurso de


casación es la vigente a la fecha de su presentación.

68
Véase sentencia Nro.1573 de la SC-TSJ del 12 de julio de 2005, disponible en
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scon/julio/1573-120705-05-0309.HTM, consultada el 23/11/2018.
69
La sentencia en cuestión fue publicada en la GORBV Nro.38.249 de fecha 12 de agosto de 2005 con el
siguiente sumario: “Decisión mediante la cual se declara no ha lugar la solicitud de revisión presentada por
los ciudadanos que allí se mencionan.”
70
El artículo 836, segundo párrafo, del PRCPCTSJ sigue esta misma orientación al señalar que “Si desde el
momento de la interposición de la demanda hasta la sentencia definitiva llegase a cambiar el monto de la
unidad tributaria se tomará en cuenta el monto del momento de la interposición de la misma.”

63
Situación similar a la expuesta en el punto precedente, se presenta en los
casos de reforma de la demanda, regulada en el artículo 343 del CPC, en el que
se consagra la posibilidad que tiene el actor de reformar la demanda cuando el
proceso se encuentra en la fase de admisión de la demanda.
Entre los cambios al escrito libelar que el demandante podría realizar con la
reforma de la demanda, cabe la posibilidad de que modifique el valor de su
pretensión, ya sea aumentándolo o disminuyéndolo, y esto generaría, ahora, la
determinación de la competencia por la cuantía y la jurisdicción para conocer del
asunto; en virtud de que cuando se reforma totalmente o parcial el escrito
introductorio de demanda, este pierde eficacia y validez como instrumento
representativo de las pretensiones de actor, asumiendo como tal, en lo adelante,
el escrito de reforma de la demanda, en sustitución de la demanda inicial, dado
que no puede haber dos demandas.
Por tanto, si el demandante reforma la demanda y, a la vez, modifica la
cuantía de su pretensión, se tomará en cuenta esa nueva cuantía establecida en
dicha reforma de la demanda y su fecha de presentación para decidir en torno a
su acceso a casación en la oportunidad correspondiente; lo cual significa,
entonces, que en aquellos casos en los que el actor haya consignado escrito de
reforma la demanda y el mismo contenga modificaciones en relación al valor de su
pretensión, la cuantía necesaria para acceder a casación debe ser la misma que
imperaba para el momento en que se haya presentado esa reforma de la
demanda, calculada con base en la UT vigente para el tiempo de su interposición.
Tal ha sido el criterio acogido en la Sentencia Nro.385 de la SCC-TSJ del 22
de junio de 2016, en la que se expuso lo siguiente:

“En atención a lo antes señalado y en aplicación del principio dispositivo, al ser las
partes las dueñas del proceso y poder reformar la demanda, si reforman, a su vez la
cuantía, está deberá ser la que rija a los efectos de la admisión del recurso extraordinario
de casación, tomándose como fecha la de presentación de la reforma, dado que
conforme a la doctrina de esta Sala, cuando se reforma totalmente o parcial el escrito
introductorio de demanda, y se expresa que la vigente es la segunda, el primero pierde
eficacia, asumiendo por consiguiente el segundo, y en consecuencia la reforma de la
demanda sustituye la demanda inicial, perdiendo validez la primera, dado que no
puede haber dos demandas. (Cfr. Fallo N° RC-111, del 22 de abril de 2010, expediente
N° 2009-553, caso: Médicos Unidos Los Jabillos, C.A., contra Diego Núñez Campos).-

64
Por lo cual, si el demandante reforma la demanda y modifica la cuantía, se tomará
en cuenta la fecha de la reforma y la nueva cuantía establecida en ella, para decidir
en torno al acceso a casación o no del caso. Dado que el demandante puede
modificar la cuantía en la reforma de la demanda, ya sea aumentándola o
disminuyéndola, y esto generaría la determinación de la competencia por la cuantía y la
jurisdicción para conocer del caso, así como el examen de su acceso a casación en la
oportunidad correspondiente, en conformidad con lo estatuido en el artículo 86 de la Ley
Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, si la cuantía es superior o no a las tres mil
unidades tributarias (3.000 U.T.). Así se declara.-
En consideración a todo lo antes expuesto, la Sala abandona el criterio hasta ahora
aplicado desde su sentencia Nº 252 de fecha 16 de junio de 2011, expediente Nº 2010-
504, y fija a partir de la fecha de publicación de este fallo este nuevo criterio, para
determinar la admisibilidad del recurso extraordinario de casación en los casos que se
haya reformado la demanda. Así se decide.71 (Negrillas en el texto citado).

Como se ve, de acuerdo con el citado criterio de la SCC-TSJ, en caso de


reforma de la demanda atinentes al valor de la pretensión, la cuantía necesaria
para acceder a casación debe ser la misma que imperaba para el momento en
que se haya presentado dicho escrito reformatorio, calculada con base en la UT
vigente para el tiempo de su interposición.

ii. Implicaciones procesales de la aplicación de los nuevos límites a la competencia de los


tribunales en razón la cuantía fijados por la RSPTSJ 2018-0013 y su incidencia en la
“pauperización” del recurso de casación.

El Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia de la Lengua


Española define la voz “pauperizar” así: “(Del ingl. to pauperize). Tr. Empobrecer
un país, una región, un grupo social, etc.”72
Con base en la citada definición, se describe aquí como “pauperización” del
recurso de casación a la situación de empobrecimiento de dicho medio
extraordinario de impugnación que se habría de producir como acción y efecto de
la entrada en vigor de la RSPTSJ 2018-0013; de la consiguiente aplicación de los
nuevos límites a la competencia de los tribunales por razón de la cuantía que allí
se consagran y de la ausencia de norma mediante la cual se modifique la cuantía
para el acceso al recurso de casación actualmente vigente.

71
Véase sentencia Nro.385 de la SCC-TSJ del 22 de junio de 2016, disponible en
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scc/junio/188464-RH.000385-22616-2016-16-167.HTML, consultada el
23/11/2018.
72
Real Academia de la Lengua Española. Diccionario de la Lengua Española Vigésima Segunda Edición,
Tomo 8, Artes Gráficas, S.A. España, 2001, Pág.1157.

65
a. Pérdida de la preeminencia de la cuantía necesaria para la admisibilidad del recurso
de casación con respecto al límite competencial mínimo fijado a los Juzgados de
Primera Instancia en razón del valor de la pretensión.

Siguiendo ese hilo argumentativo, un nuevo repaso por la evolución histórica


de la cuantía prevista para la admisibilidad del recurso de casación, desde su
fijación en el artículo 312 del CPC de 1987 hasta su modificación más reciente por
el artículo 86 de la LOTSJ, revela que esta ha sido, siempre, igual o mayor73 que
el límite competencial mínimo por la cuantía asignado a los Juzgados de Primera
Instancia (JPI) en materia Civil, Mercantil y Tránsito.
La preeminencia –o por lo menos, su equiparación- de la cuantía de la
casación para con respecto a la de los JPI, se justifica por el hecho de que quien
conoce de ese medio extraordinario de impugnación, es la cúspide del Poder
Judicial, el Máximo Tribunal de la República; y ello presupone que su ámbito de
conocimiento sea más restringido que el de los tribunales inferiores en orden
jerárquico vertical; que a su poder decisorio se sometan las causas con una
apreciable estimación económica, en resguardo de la majestad de la institución
casacional, y no los juicios de menor valor, a los cuales, por política legislativa, se
les excluye de ser recurridos por esta vía,
En atención a lo expuesto en el párrafo precedente es que los órganos del
Poder Público a los que les ha sido asignada la potestad para modificar la cuantía
establecida en el artículo 312 del CPC y la competencia de los tribunales en razón
del valor de la pretensión -al menos dentro del período histórico arriba indicado-,

73
Así, cuando: 1.- En el año 1987, la cuantía para la admisibilidad del recurso de casación se fijó en
doscientos mil bolívares (Bs.250.000,00); a partir del 01 de enero de 1.992, con ocasión de la antes
considerada Resolución Nro.1207 del extinto Consejo de la Judicatura, ese mismo monto fue fijado como
límite competencial por la cuantía a los Juzgados de Primera Instancia. 2.- En el año 1996, por el Decreto
Nro.1029 de de fecha 17 de enero de 1996, aquella cuantía fue incrementada a la suma de cinco millones de
bolívares (Bs.5.000.000,00), la Resolución del extinto Consejo de la Judicatura Nro.619 de fecha 30 de enero
de 1996, hizo lo propio con respecto al límite competencial por la cuantía de los Juzgados de Primera
Instancia; y 3.- En el 2004, el artículo 18 de la derogada LOTSJRBV –reproducido en el vigente artículo 86
de la LOTSJ- fijó aquélla cuantía en un monto que exceda de tres mil UT (3.000 U.T.), la RSPTSJ 2009-
0006, como lo reconoce en uno de sus considerandos, estando en cuenta que se había generado una situación
anómala dentro del sistema procesal venezolano, dado que, tradicionalmente, la cuantía de los Juzgados de
Primera Instancia con competencia en lo Civil y Mercantil era la misma que daba acceso al recurso de
casación civil, lo cual ha dejado de ser así, pues la competencia por la cuantía de estos últimos se mantenía en
una suma que sea superior a cinco mil bolívares (Bs.5.000,00), conforme a la reconversión monetaria de
2008; hizo la equivalencia correspondiente un monto que exceda de tres mil UT (3.000 U.T.), la cual se ha
mantenido hasta el presente.

66
han tenido el tino suficiente para velar que, nunca antes, la cuantía exigida para la
admisibilidad del recurso de casación haya sido menor que la establecida como
límite competencial por la cuantía de los JPI.
Es el caso que la apuntada tradicional ventaja –o por lo menos, su
equiparación- de la cuantía de la casación para con respecto a la de los JPI,
podría verse interrumpida con ocasión de la entrada en vigencia de la RSPTSJ
2018-0013, y ello plantea, a esta fecha, una inversión de aquellos roles, en el
sentido de que, ahora, el nuevo límite a la competencia de los referidos JPI por el
valor de las pretensiones sería mayor a la cuantía exigida para el acceso a la sede
casacional actualmente vigente.
En efecto, dado que la SP-TSJ -hasta ahora, que se conozca- no ha dictado
otro acto normativo mediante el cual modifique la cuantía vigente para la
admisibilidad del recurso de casación, la entrada en vigor de la RSPTSJ 2018-
0013 presupone, en términos numéricos, que mientras que la cuantía de los
asuntos contenciosos de los que conocen los JPI en materia Civil, Mercantil,
Tránsito, Bancario y Marítimo, será incrementada a una suma dineraria que
exceda las quince mil UT (15.000 U.T.) –según la tesis arriba expuesta-; por su
parte, la cuantía exigida para el acceso a la sede casacional que eventualmente
se ejerciere contra las sentencias de última instancia dictadas en esos
procedimientos, se mantiene fijado en un valor económico de las pretensiones que
exceda las tres mil UT (3.000 U.T.).

b. Admisibilidad del recurso de casación contra las sentencias definitivas dictadas en las
causas iniciadas por ante los Juzgados de Municipio y Ejecutores de Medidas.

El que el nuevo límite a la competencia de los JPI por el valor de las


pretensiones sea mayor a la cuantía exigida para el acceso a la sede casacional
actualmente vigente, a su vez, implica la posibilidad de que pudiera proponerse el
recurso de casación contra las sentencias dictadas en última instancia –actuando
en sede de Alzada de los Juzgados de Municipio-, por los JPI. Así, por ejemplo,
toda causa que se inicie luego de la entrada en vigor de la RSPTSJ 2018-0013,
cuyo valor de la pretensión exceda las tres mil UT (3.000 U.T.), será conocida en
primera instancia por los Juzgados de Municipio, y la decisión definitiva que en

67
ese proceso se dicte queda sujeta a apelación por ante los JPI y, luego, el fallo
que estos dicten como Alzada de aquellos, sería susceptible de ser recurrido en
casación, dado que el valor de la pretensión encuadra dentro del monto exigido
para la admisibilidad de este medio extraordinario –más de tres mil UT (3.000
U.T.)-.
Al respecto, vale la pena traer a colación que una motivación análoga a la
expuesta en el párrafo precedente, fue la que tuvo en cuenta en el pasado el
extinto CJ para proponer a la también extinta CSJ, que ambos órganos
recomendasen al Ejecutivo Nacional el aumento de la cuantía prevista en el
artículo 312 del CPC.
En efecto, corría el año 1995, cuando el entonces CJ constató que, debido a la
pérdida del valor de la moneda venezolana, las cuantías que establece el CPC
habían quedado obsoletas, por lo que ese órgano manifestó su preocupación
acerca del recurso de casación, toda vez que para ejercerlo bastaba con que la
cuantía del caso alcanzase la suma establecida en el artículo 312 del CPC; y ello
le impedía ejercer su propia competencia para elevar la cuantía de ciertos
tribunales, por cuanto el bajo límite que establecía el CPC para el recurso de
casación aparejaba la posibilidad de plantear ese medio extraordinario de ataque
contra fallos de tribunales de ínfima categoría, si a ellos se les aumentase la
cuantía para conocer de causas; y en oficio dirigido a la extinta CSJ le expresó
que:

“La amplitud de las disposiciones contenidas en el artículo 312, ordinales 1º, 2º y 4º del
Código de Procedimiento Civil, al permitir el ejercicio del recurso de casación contra las
sentencias de última instancia, o contra las decisiones que conozcan en apelación de los
laudos arbitrales, bastando para ello que el interés principal exceda de DOSCIENTOS
CINCUENTA MIL BOLÍVARES (Bs. 250.000,oo), impide a este Consejo aumentar los
montos que determinan la competencia por la cuantía de los Juzgados de Parroquia,
Municipio, Distrito o Departamento y Primera Instancia, pues nunca podrá establecer una
suma mayor a DOSCIENTOS CINCUENTA MIL BOLIVARES (Bs. 250.000,oo) para fijar
la competencia de los Tribunales de Primera Instancia, de acuerdo con la potestad que le
confiere el artículo 15, literal F) de la Ley Orgánica del Consejo de la Judicatura, ya que
ello implicaría la posibilidad de que pudiera proponerse el recurso de casación contra
sentencias declaradas en última instancia por los Juzgados de Distrito o de Primera
Instancia, a título de ejemplo.
En concepto de este Consejo, en consecuencia, la cuantía establecida en el Código de
Procedimiento Civil en su artículo 312 debe elevarse para permitir así, a su vez, aumentar
la competencia por la cuantía de los tribunales antes mencionados.

68
(Omissis)…
Es por las razones expuestas que, con fundamento en el artículo 945 del Código de
Procedimiento Civil, el cual permite al Ejecutivo Nacional, oída la opinión de esa
Honorable Corte y de este Consejo, modificar las cuantías establecidas en dicho Código,
que nos permitimos proponer a Ustedes que requiramos del Ejecutivo Nacional aumentar
la cuantía propuesta para el ejercicio del recurso de casación en los ordinales 1, 2 y 4 del
Código de Procedimiento Civil…”74 (Cursivas en el texto citado).

Y sobre ese aspecto en particular, en la antes comentada sentencia Nro.1586


de la SC-TSJ del 12 de junio de 2003 “por la que se determina la competencia para la
regulación del Poder Judicial”, se expuso que:

“En efecto, el artículo 945 del Código de Procedimiento Civil permitía al Ejecutivo
Nacional modificar ciertas cuantías, como la del recurso de casación. A su vez, la Ley
Orgánica del Consejo de la Judicatura habilitó a ese Consejo para aumentar la cuantía
para la determinación de la competencia de los diversos tribunales. Si el Consejo de la
Judicatura aumentase la cantidad que sirve para fijar la competencia judicial podría
generar una consecuencia no deseada: que el recurso de casación se abriese para
causas de ínfimo valor, lo cual no es aceptado y, en especial, atenta contra la tradición
del recurso de casación, si bien con ciertas reservas que pudieran formular quienes no
entienden que ese recurso dependa del monto de lo debatido, cuando su finalidad es
lograr la uniformidad de la jurisprudencia en la interpretación del Derecho.
Según lo expuesto, si el Consejo de la Judicatura aumentaba la cuantía y no existía
facilidad para aumentar a su vez la cuantía del recurso de casación, se llegaba a esa
conclusión no querida por el propio legislador. Allí radica la coherencia que observa esta
Sala, pues la misma facilidad que se postula para un caso se planea en el otro, con lo
que el Presidente de la República podía modificar ciertas cuantías sin que fuese
necesario reformar el Código de Procedimiento Civil.”
.
Como se habrá visto, desde aquel entonces se ha considerado que abrir el
cauce para la recurribilidad en casación de las decisiones de última instancia en
las causas de menor cuantía, constituye un atentado “contra la tradición” de dicho
medio extraordinario de impugnación. Al respecto, se agrega que más que a la
tradición -que se vincula con la costumbre o al hábito-, la opción antes planteada
atenta es contra la majestad de la institución casacional, su naturaleza de recurso
extraordinario y la política legislativa que considerada adecuado y proporcional
con los fines del Estado, que se excluye de ser recurridos por esta vía a las
sentencias proferidas en ese tipo de causas.

74
Véase oficio emanado del extinto CJ, dirigido a la también extinta CSJ, citado en el texto de la Sentencia
Nro.1586 de la SC-TSJ del 12 de junio de 2003, disponible en
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scon/junio/1586-120603-00-1450%20.HTM, consultada el 21/11/2018.

69
c. Incremento sustancial de las actividades jurisdiccionales de la SCC-TSJ y el ejercicio
malicioso del recurso de casación.

A lo anterior, cabria agregar que la factibilidad de recurrir en casación a las


sentencias definitivas dictadas por los Juzgados de Municipio, al tener que tramitar
y conocer ahora, no solo de los recursos contra los fallos proferidos por los
Juzgados Superiores, sino también de los que se interpusieren contra los JPI,
como Alzada de aquellos; podría significar un incremento sustancial de las
actividades jurisdiccionales de la SCC-TSJ, ya sensiblemente trastocada y
aumentada desde la asunción de su nuevo rol de casación de instancia75, sin
desdeñar que tal situación, sin duda, que dará lugar a un ejercicio indiscriminado,
sagaz y desleal del recurso de casación contra las sentencias de última instancia
de los JPI, con las únicas miras de provocar retardos y letargos maliciosos en los
procesos, que incidan desfavorablemente en la ejecución de las sentencias
definitivas de los Juzgados de Municipios.
La sumatoria de todos los factores antes descritos, es lo que determina la
arriba planteada “pauperización” del recurso de casación que se generaría con
ocasión de la entrada en vigor de la RSPTSJ 2018-0013, cuyos nuevos límites a la
competencia de los tribunales por razón de la cuantía, van en desmedro de la
majestad de la institución casacional, al desnaturalizar su condición de medio de
impugnación destinado para las causas con sustancial significación económica, y
exponerlo a ser usado, hasta por deslealtad y falta de probidad procesal, como

75
Para ahondar en el nuevo rol de casación de instancia asumido por la SCC-TSJ puede verse la sentencia de
la SC-TSJ Nro.362 de fecha 11 de mayo de 2018, mediante la cual se declara conforme a derecho,
la desaplicación por control difuso de la constitucionalidad de los artículos 320, 322 y 522 del Código de
Procedimiento Civil, efectuada por la SCC-TSJ, a través de la sentencia N° 510, dictada el 28 de julio de
2017; disponible en http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scon/Mayo/211118-0362-11518-2018-17-
1129.HTML, consultada el 16/12/2018. Dicho fallo también fue publicado en la GORBV Nro.41.401 de
fecha 21 de mayo de 2018, con el siguiente sumario: “Sentencia de la Sala Constitucional del Tribunal
Supremo de Justicia que declara conforme a derecho la desaplicación por control difuso de los artículos 320,
322 y 522 del Código de Procedimiento Civil, así como la nulidad parcial por inconstitucionalidad de esas
mismas normas y la nulidad total por inconstitucionalidad del artículo 323 eiusdem. Se deja a salvo, o se
mantiene en vigor la institución de la casación de oficio prevista en el 4º aparte del artículo 320 ídem. Dada la
declaratoria de nulidad que antecede, los artículos 320, 322 y 522 del Código de Procedimiento Civil quedan
redactados de la siguiente manera: (Omissis)…”

70
mecanismo de retardo para la ejecución de las sentencias dictadas en juicios de
cuantía irrelevante.

iii. La inminente necesidad de que la SP-TSJ haga uso de poder normativo para modificar la
cuantía para la admisibilidad del recurso de casación prevista en el artículo 312 del CPC.

La antes considerada “pauperización” del recurso de casación que se


generaría con ocasión de la entrada en vigor de la RSPTSJ 2018-0013, puede –y
debe- ser corregida por la SP-TSJ; y para ello bastaría con que, en ejercicio de su
potestad legislativa para modificar la cuantía prevista en el artículo 312 del CPC,
dicte un acto normativo mediante el cual fije un monto para la admisibilidad del
recurso de casación que sea mayor -o al menos igual- que el establecido como
límite mínimo para la competencia de los JPI en razón de la cuantía, esto es, que
exceda las quince mil UT (15.000 U.T.) –según la tesis arriba expuesta-.
Como se recordará, la atribución para modificar la cuantía prevista, entre
otros, en el artículo 312 del CPC compete en la actualidad a la SP-TSJ, en virtud
de la declaratoria de inconstitucionalidad parcial sobrevenida del artículo 945
ejusdem que se hizo en la comentada sentencia Nro.1586 de la SC-TSJ del 12 de
junio de 2003 “por la que se determina la competencia para la regulación del Poder Judicial”, a
partir de cuyo momento este último precepto legal habría quedado redactado –o
al menos debería ser interpretado- con una fórmula similar a la que sigue: El TSJ
-o mejor dicho, la SP-TSJ-, “podrá modificar las cuantías establecidas en este Código, salvo
aquellas que se refieran a multas, indemnizaciones o resarcimientos de cualquiera especie ”.

Desde aquel entonces, hasta ahora, dicho artículo 945 del CPC no ha sido
objeto de otra modificación legislativa76 ni jurisprudencial, por lo que el mismo
sigue siendo la base jurídica en que la podría apoyarse la SP-TSJ para modificar
la cuantía actualmente exigida para la admisibilidad del recurso de casación, por lo
que conviene hacer algunas precisiones adicionales en relación al alcance jurídico
de los actos que podría dictar la SP-TSJ en ejercicio de la citada facultad y sus

76
Sin embargo, el artículo 836 del PRCPCTSJ amenazaba con extinguir la potestad normativa de la SP-TSJ
para modificar las cuantías establecidas en la ley adjetiva civil, al señalar que: “Las cuantías y multas
establecidas en este Código se regirán de acuerdo al monto establecido anualmente por el Servicio Nacional
Integrado de Administración Aduanera y Tributaria (SENIAT), los mismos serán fijos hasta que el
mencionado órgano a través de una providencia o cualquier otro acto administrativo los modifique.”

71
efectos o consecuencias sobre la norma que actualmente regula el valor de la
pretensión exigido para la admisibilidad del recurso de casación.

a. La fuerza innovadora de la potestad normativa de la SP-TSJ se extiende, únicamente,


a la regulación de la cuantía prevista en el artículo 312 del CPC

El artículo 312 del CPC consagra dos (2) aspectos fundamentales del recurso
de casación, que son: las sentencias recurribles por esa vía y la cuantía exigida
para su admisibilidad.
En relación a lo primero, refiere que las sentencias contra las cuales se puede
proponer dicho medio extraordinario de impugnación son las de última instancia
que pongan fin a los juicios civiles y mercantiles y a los juicios especiales
contenciosos; y las decisiones de los Tribunales Superiores que conozcan en
apelación de los laudos arbitrales.
Y en lo que respecta a la cuestión del valor de la pretensión como requisito de
admisibilidad del recurso de casación, se observa que el artículo 312 del CPC, en
sus ordinales 1º, 2º y 4º, exige que el interés principal de las causas que den lugar
a las sentencias antes descritas del recurso, exceda de la cuantía allí establecida.
Tal distinción es necesaria para la comprensión, tanto de las modificaciones a
que ha sido sometida dicha norma legal desde su formulación en el CPC de 1987
hasta estos tiempos, como del propio alcance de la potestad normativa de SP-TSJ
en lo que respecta al tema aquí tratado.
En ese sentido, se recuerda que el señalado artículo 312 del CPC ha sido
objeto de modificaciones –que no derogación, ni siquiera parcial- efectuadas
mediante los siguientes instrumentos jurídicos: Primero, mediante el Decreto del
Ejecutivo Nacional Nº 1029 de fecha 17 de enero de 1996; luego por el artículo 18
de la ahora derogada LOTSJRB, y últimamente, por el artículo 86 de la vigente
LOTSJ;
Y como se recordará, en todos esos casos, el único de los aspectos antes
descritos del recurso de casación, regulados por el artículo 312 del CPC, que fue
objeto de innovación por los citados instrumentos jurídicos, ha sido el concerniente
a la cuantía exigida como requisito para su admisibilidad.

72
Vale la pena referir que, de igual forma, en todos esos supuestos de
modificación de la cuantía prevista en el CPC, se dejó intacto e incólume lo
atinente a las sentencias recurribles en sede casacional, por cuanto los órganos
del Poder Público que dictaron aquellos instrumentos normativos estaban
impedidos de innovar sobre ese aspecto fundamental del recurso de casación.
En efecto, el Decreto del Ejecutivo Nacional Nº 1029 de fecha 17 de enero de
1996 solo podría haber modificado, como hizo, la cuantía prevista en el artículo
312 del CPC, por cuanto ese era el alcance de la delegación legislativa que se le
había dado por el artículo 945 ejusdem, conforme al cual el Ejecutivo Nacional
estaba facultado para “modificar las cuantías establecidas en este Código, salvo aquellas que
se refieran a multas, indemnizaciones o resarcimientos de cualquiera especie ”; sin que le
estuviese permitido innovar sobre cualquier otro asunto distinto a ese, y mucho
menos, sobre las sentencias recurribles en casación, que resulta ser materia de
reserva legal del Poder Nacional, y ende, de la competencia de la Asamblea
Nacional, según lo establecido en los artículos 156.32 y 187.1 de la CRBV, por
vincularse con la legislación sobre procedimientos.
En cambio, el impedimento de la Asamblea Nacional vendría dado, no tanto
por razones de índole constitucional, sino por cuestiones de técnica legislativa, ya
que esa herramienta para la elaboración de textos normativos sugiere que el
contenido de la ley deberá ser homogéneo; que cada ley debe regular un único
objeto material, evitando incluir materias diferentes a su objeto y la formación de
las llamadas «leyes ómnibus», gravemente lesivas para la seguridad jurídica.77
Así, ciertamente que el órgano parlamentario está facultado para legislar sobre
asuntos como el de las sentencias recurribles en casación; sin embargo, lo que no
debía hacer es innovar sobre un tema de eminente orden procesal, como lo es
aquel, aprovechándose de la sanción de cuerpos legales con un ámbito material
distinto, como ocurre con la LOTSJRBV y la LOTSJ, que se circunscriben,

77
Piedad García-Escudero Márquez, “Nociones de técnica legislativa para uso parlamentario”, en Asamblea
Revista Parlamentaria de la Asamblea de Madrid Nro.13. Diciembre 2005. Pág.145, disponible en
http://www.asambleamadrid.es/RevistasAsamblea/R.13.%20Piedad%20Garcia%20Escudero%20Marquez.pdf
, consultado el 20/09/2018.

73
fundamentalmente, a regular el funcionamiento del Máximo Tribunal de la
República, en atención a la apuntada sugerencia de la técnica legislativa.
Siguiendo ese hilo argumentativo, se colige, entonces, que la potestad
normativa de la SP-TSJ para modificar el artículo 312 del CPC tiene un ámbito u
objeto material restringido, ya que su fuerza innovadora se extiende, únicamente,
al aspecto monetario contemplado en dicho precepto legal, en concreto, a la
cuantía exigida para la admisibilidad del recurso de casación, sin que le sea
permitido modificar cualquiera otro de los asuntos regulados por la citada norma
de la ley adjetiva civil, so pena de invasión de la función legislativa que le
corresponde a la Asamblea Nacional.

b. La SP-TSJ ostenta poderes discrecionales para determinar la manera en que se


realizará la modificación de la cuantía prevista en el artículo 312 del CPC

Ya se ha sostenido que, a partir de la declaratoria de inconstitucionalidad


parcial sobrevenida del artículo 945 del CPC que se hizo en la comentada
sentencia Nro.1586 de la SC-TSJ del 12 de junio de 2003 “por la que se determina la
competencia para la regulación del Poder Judicial”, el señalado precepto legal habría
quedado redactado –o al menos debería ser interpretado- con una fórmula similar
a la que sigue: El TSJ -o mejor dicho, la SP-TSJ-, “podrá modificar las cuantías
establecidas en este Código, salvo aquellas que se refieran a multas, indemnizaciones o
resarcimientos de cualquiera especie”.

Como se ve, la norma legal parcialmente transcrita faculta a la SP-TSJ para


modificar las cuantías establecidas en el CPC, entre ellas, la contemplada en el
artículo 312 ejusdem, sin fijarle los criterios o condiciones a seguir para realizar tal
determinación, lo cual no implica que pueda ejercer tal función de manera
irracional o arbitraria.
Por el contrario, el uso de la expresión “podrá” en la citada disposición,
concebida, en principio, para el ejercicio de una función administrativa por un
órgano de igual naturaleza, presupone que la materialización de su ejercicio está
regida por los límites que impone el artículo 12 de la LOPA, que exige que todo
acto administrativo dictado con base en una potestad discrecional, como la que
plantea el artículo 945 del CPC, deberá mantener la debida proporcionalidad y

74
adecuación con el supuesto de hecho y con los fines de la norma, y cumplir los
trámites, requisitos y formalidades necesarios para su validez y eficacia.
De allí, pues, que si bien la SP-TSJ goza de potestad discrecional para
escoger, a su prudente arbitrio, cuál sería la opción que mejor se adecua a los
fines del Estado en esta la materia, la decisión que al respecto adopte, debe
respetar los límites de la logicidad, razonabilidad, justicia y proporcionalidad de los
actos administrativos.
Así las cosas, al momento de ejercer su potestad discrecional de modificar el
artículo 312 del CPC, la SP-TSJ no está obligada a seguir un determinado criterio
para la fijación de la cuantía para la admisibilidad del recurso de casación, por
cuanto la ley de marras no le ha descrito su modo de proceder en ese aspecto; y
por ello, a su prudente arbitrio, podría seleccionar, entre varias posibilidades, la
que estime mejor se adapte a los fines de la norma.
Por tanto, en ese supuesto, la SP-TSJ, por ejemplo, podría resolver que, en lo
adelante, la cuantía para la admisibilidad del recurso de casación se exprese
mediante una suma dineraria determinada, como era antes, cuando se promulgó
el CPC de 1987; proseguir la política legislativa iniciada por la derogada
LOTSJRBV y continuada por la LOTSJ, y consecuencialmente, que se manifieste
en razón de UT; o incluso, que simplemente, se enuncie por cualquier otro método
de cálculo distinto a los antes mencionados; aún y cuando, un mínimo de
coherencia normativa sugeriría que tal fijación que al final se haga esté en sintonía
con el límite competencial mínimo por el valor de la pretensión asignado a los JPI,
para así evitar futuras inconsistencias entre una cuantía y otra.
En todo caso, sea cual fuere la fórmula que se acoja, lo que, en definitiva, se
espera que la SP-TSJ haga al momento de ejercer su potestad legislativa para
modificar el artículo 312 del CPC es, que dicte un acto normativo mediante el cual
fije un monto para la admisibilidad del recurso de casación que sea mayor -o al
menos igual- que el establecido como límite mínimo para la competencia de los
JPI en razón de la cuantía, esto es, que exceda las quince mil UT (15.000 U.T.) –
según la tesis arriba expuesta-; para así retomar la senda de la tradicional y

75
conveniente preeminencia de aquella cuantía sobre esta, en resguardo de la
majestad de la institución casacional.

c. La derogación tácita del vigente artículo 86 de la LOTSJ como consecuencia del


eventual ejercicio por la SP-TSJ de su potestad normativa para modificar la cuantía
prevista en el artículo 312 del CPC

Además de la ya apuntada fuerza innovadora sobre la cuantía exigida para la


admisibilidad del recurso de casación, la potestad normativa para modificar el
artículo 312 del CPC que se ha atribuido a la SP-TSJ tiene poder derogatorio
respecto a la norma que actualmente regula esa materia, que es la contemplada
en el artículo 86 de la LOTSJ.
Dado que el acto normativo que en tal sentido podría dictar la SP-TSJ es,
evidentemente, por un lado, emanado de un órgano distinto de aquel facultado
para legislar en materias de la competencia nacional –Asamblea Nacional-, y en
cuya elaboración no se ha seguido el procedimiento de formación de las leyes,
contemplado en los artículos que van desde el 202 al 218 de la CRBV, sino que es
resultado de un acto volitivo del ente emisor; y por el otro, claramente de rango
inferior al de aquella ley; se podrían generar dudas sobre su poder derogatorio
sobre esta, en atención a lo previsto en el artículo 218 de la Carta Magna,
conforme al cual “Las leyes se derogan por otras leyes”.
Dicho precepto constitucional funge como norma reguladora de la derogación,
entendiendo por tales aquéllas destinadas a conferir el poder derogatorio, indicar
cómo debe ejercerse y fijar el alcance del mismo78, en tanto que, con base en ella,
la Asamblea Nacional está facultada para dictar leyes que deroguen a otras leyes;
y, a la vez, postula que las leyes se derogan con las mismas formalidades y
trámites con las que se establecen, esto es, por otras leyes que sean dictadas por
el órgano con potestad para legislar, en cuya elaboración se haya seguido el
procedimiento de formación de las leyes; y cuyos efectos extintivos -de la ley
posterior- sobre la vigencia de la ley anterior opera cuando una y otra están

78
Véase Josep Aguiló Regla. “La derogación en pocas palabras”, en Anuario de Filosofía del Derecho XI
(1994), Pags.411, disponible en
http://www.miguelcarbonell.com/artman/uploads/1/LaDerogacionEnPocasPalabras.pdf, consultado el
16/12/2018.

76
ubicadas, al menos, en un mismo nivel; de modo que, en principio, una
determinada ley no podría derogar a otra situada en una jerarquía superior.
Sin embargo, aquellas incertidumbres podrían disiparse cuando se valora la
configuración del artículo 945 del CPC, en particular, la delegación legislativa, por
remisión normativa, que allí se hace –ahora- a la SP-TSJ.
Al respecto, se observa que tanto durante la vigencia de la Constitución de
1961 como en la de 1999, el tema de la cuantía exigida para recurrir en casación
ha sido materia de reserva legal del Poder Nacional, según lo establecido,
respectivamente, en sus correspondientes artículos 136.24 y 156.32, por
vincularse con la legislación sobre procedimientos, y por ello, en principio, sólo el
Poder Legislativo Nacional podría legislar sobre tal asunto.
Pero ello no ha impedido que existan materias en las que el legislador, a quien
le corresponde primigeniamente la función normativa sobre las mismas, permita la
intervención de otros órganos del poder público, en una suerte de colaboración
entre sí, para su concreta ejecución, para lo cual la Carta Magna recurre a la figura
de la delegación, os órganos del Poder Público..
Ese es, precisamente, el caso del artículo 945 del CPC, en la que se prevé
una delegación de aquella función normativa a otro ente del poder público –ahora
la SP-TSJ-, por la que se le autoriza para ejercer ese poder regulatorio sobre una
materia de la reserva legal, con limitación de su ámbito material u objeto, en tanto
que se circunscribe a la modificación de las cuantías que prevé el referido Código,
entre ellas, la requerida para recurrir en casación.
Tal delegación no supone renuncia, por parte de la Asamblea Nacional, de su
función legislativa de sobre tal materia, ya que le seguirá estando atribuida y, por
ende, podrá ejercerla cuando lo estime conveniente, por ser de la reserva legal del
Poder Nacional, sino una mera participación de la SP-TSJ en la regulación de ese
asunto, con miras a mantenerlo actualizado y ajustado a la realidad económica
del país, sin tener que recurrir, cada vez que se considere necesario modificarla, al
trámite ordinario de formación de las leyes de reforma parcial de la ley anterior.
Esa contribución de la SP-TSJ en la regulación de la cuantía para la
admisibilidad del recurso de casación presenta la particularidad de que tiene,

77
como se vio antes, fuerza innovadora sobre el artículo 312 del CPC, en tanto que,
según la propia norma delegante, permite que el acto normativo que al efecto ella
dicte, modifique el valor fijado hasta ese entonces, constituyéndose así, ese acto
de orden sub legal, en lo adelante, en el elemento determinante de tal cuantía.
Lo anterior implica que la innovación que el acto normativo de la SP-TSJ hace
respecto al contenido del artículo 312 del CPC, una vez que entra en vigencia,
desde su publicación en la GORBV o en la fecha posterior que el indique, se
inserta dentro del precepto modificado, a partir de cuyo momento el mismo debe
entenderse como modificado en ese aspecto en concreto, y por ende, redactado o
establecido con una nueva fórmula que incluya la innovación en cuestión, de modo
que, en lo sucesivo, dicho artículo 312 del CPC requerirá ser aplicado o
interpretado en forma conjunta con aquel acto sub legal, como si, en efecto, tal
precepto legal hubiese sido objeto de modificación mediante una ley de reforma
parcial de la ley anterior, aun y cuando no se hubiese seguido el tradicional
procedimiento de formación de las leyes, por mandato de la propia norma que
acuerda la delegación legislativa a la SP-TSJ –artículo 945 ejusdem-.
La expuesta reforma del artículo 312 del CPC por una norma sub legal,
permitida por el marco constitucional, según se vio, es lo que, a su vez, plantea la
cuestión de la derogación tácita de las normas anteriores que pudieren colidir con
la nueva reexpresión o interpretación de aquel precepto.
En tal sentido, siguiendo a MARINA GASCÓN ABELLÁN, se habla de
derogación tácita porque la extinción de la vigencia de las otras leyes no se
produce mediante una disposición derogatoria expresa de una ley, “sino mediante
una disposición normativa de otra naturaleza. Más exactamente, la derogación tácita es la
expresión del principio de la lex posterior cuando se produce incompatibilidad entre normas
sucesivas. Objeto de la derogación tácita es siempre una norma jurídica”.79

El Máximo Tribunal de la República ha reconocido la validez del modo tácito de


derogación de normas por la incompatibilidad entre la ley anterior y la ley

79
Marina Gascón Abellán, “La Derogación”. En Elementos de técnica legislativa. Miguel Carbonell y
Susana Thalía Pedroza de la Llave (Coordinadores). Universidad Nacional Autónoma de México. Instituto
de Estudios Jurídicos. México. Primera Edición. 2000. Pág.233, disponible en
https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/1/21/tc.pdf, consultado el 17/12/2018.

78
posterior. Así, por ejemplo, haciendo suya la doctrina expuesta en un fallo de la
extinta Corte Suprema de Justicia que data del año 1982, ha dicho que:

“Estima la Corte, adherida a lo que considera mejor doctrina, que hay derogación tácita
cuando existe total incompatibilidad entre la ley antigua y la nueva, y que, en tales
circunstancias, debe por supuesto prevalecer la nueva, en virtud del conocido
aforismo ‘posteriora prioribus derogant’. Cuando no exista total y absoluta antinomia entre
dos normas jurídicas, la labor del intérprete debe orientarse en el sentido de inquirir la
voluntad del legislador a fin de determinar si ella fue la de derogar la ley antigua, o sólo la
de introducir modificaciones que con ella puedan conciliarse o armonizarse sin excluirla
de modo absoluto.
Conforme a este criterio, puede establecerse que cuando se trata de antinomias entre
dos leyes generales, la anterior sólo debe considerarse derogada cuando sea idéntica la
materia y la normativa que prevé una ley es absolutamente inconciliable con la otra. Si
se trata de una ley general anterior y especial la posterior, esta derogaría aquélla
solamente en las partes inconciliables, pero quedaría la antigua subsistente en las partes
en que sea posible armonizarla con la nueva legislación.”80

Conforme a lo antes expuesto, la derogación tácita, más que un asunto de


pérdida de vigencia de la ley por efectos derogatorios de otras leyes, lo que
realmente propone son asuntos de incompatibilidad normativa o de edición de
normas incompatibles81, y en atención a los conflictos de vigencia de la ley que se
derivan de tal contradicción entre las normas de la ley anterior y de la ley nueva,
es que la doctrina sobre la técnica legislativa insiste en señalar que la derogatoria
tácita de las leyes no es recomendable, para evitar dudas en su interpretación y
aplicación.82
La incompatibilidad entre las normas de la ley anterior y de la ley nueva
genera problemas de colisión de disposiciones legales concretas, y nunca entre
leyes como tales. En efecto, JOAQUIN SANCHEZ-COVISA enseña que solo en
un lenguaje cómodo, aunque inapropiado, se habla de colisión entre textos
legales, ya que la colisión es entre proposiciones o normas jurídicas; y que cuando
se habla de una colisión entre una ley y otra, es realidad se está refiriendo a que
determinado precepto o preceptos de la una, coliden con determinado precepto o

80
Véase Sentencia Nro.120 de la SC-TSJ del 06 de febrero de 2001, disponible en
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scon/febrero/120-060201-00-1218.htm, consultada el 29/09/2018.
81
Véase Josep Aguiló Regla. Ob. Cit. Pags.409.
82
Hugo Alfonso Muñoz Quesada y Enrique Pedro Haba Muller. Elementos de la Técnica Legislativa.
Asamblea Legislativa de Costa Rica. San José de Costa Rica. Primera Edición. 1996. Pág.142 Una versión
digital de dicha obra está disponible en
http://www.asamblea.go.cr/sd/Publicaciones_T_C/Elementos%20de%20la%20t%C3%A9cnica%20legislativa
.pdf, consultado el 21/09/2018.

79
preceptos de la otra, y por ello afirma que “existe colisión entre dos proposiciones legales
cuando afectan a un mismo supuesto de hecho consecuencias incompatibles ”.83

Tales problemas de colisión de normas deben ser resueltos, en cada caso, por
los operadores de justicia, en sede de interpretación, optando o no por la
aplicación del principio “Lex posterior derogat priori”; y en ese orden de ideas, luce
pertinente traer a colación que el artículo 336.8 de la CRBV y el artículo 25.8 de la
LOTSJ, atribuyen a la SC-TSJ la competencia para resolver las colisiones que
existan entre diversas disposiciones legales y declarar cual debe prevalecer, quien
ha determinado que la resolución de conflictos normativos es una actividad común
a cualquier operador jurídico, con la salvedad de que es esa SC-TSJ la única con
el poder suficiente para que su declaración tenga carácter obligatorio, señalando
al efecto lo siguiente:

“Establecidos los preceptos objeto de colisión, la Sala ha determinado con anterioridad


que la resolución de conflictos normativos es una actividad común a cualquier operador
jurídico, pues todos están en la necesidad de precisar, ante eventuales colisiones, la
norma que estiman aplicable, con la salvedad de que es esta Sala del Máximo Tribunal la
única con el poder suficiente para que su declaración tenga carácter obligatorio y, en
consecuencia, deba ser seguida por todo aquel Juzgador que, en un momento dado, se
enfrente al dilema de aplicar una u otra norma.
A partir del momento en que esta Sala emita pronunciamiento, entonces, el dilema
desaparece: ya no habría conflicto, pues la sentencia decide cuál norma aplicar y cuál no.
Es un caso típico de sentencia declarativa de certeza, pues elimina la incertidumbre
sobre una situación controvertida, y lo hace de manera definitiva.
Si la única diferencia entre la respuesta que dé esta Sala al conflicto planteado y la que
pueda proporcionar cualquier operador jurídico consiste en el efecto de la declaratoria, es
obvio que la determinación de la norma de aplicación preferente sólo puede surgir del
recurso a los conocidos principios hermenéuticos, aplicables incluso sin regulación legal
(vid. s.S.C. núm. 2947 del 14 de diciembre de 2004).
Los conflictos de aplicación de normas siempre pueden estar presentes en cualquier nivel
y orden que se requiera la aplicación del ordenamiento jurídico legal, por lo que puede
existir un conflicto potencial de aplicación normativa cuando esté presente la derivación
de órdenes sucedáneos de normas, la existencia de varios sistemas normativos
autónomos de regulación similar o de cierto nivel de interrelación, la ausencia de
remisiones expresas normativas entre un ordenamiento y otro dentro del sistema interno,
la coexistencia de órdenes nacionales y normas extranjeras aceptadas y ratificadas por la
República, o la relación entre las disposiciones del ordenamiento jurídico nacional y las
disposiciones estadales o locales, en todos estos casos, puede perfeccionarse un
conflicto de normas.
Sin embargo, no es dable que cualquier antinomia deba ser resuelta por esta Sala
mediante una sentencia mero declarativa. En la mayoría de los casos, los operadores
jurídicos están en la capacidad de solventar las antinomias mediante la aplicación de los

83
Véase Joaquín Sánchez-Covisa. La vigencia temporal de la Ley en el ordenamiento jurídico venezolano.
Caracas. Academia de Ciencias Políticas y Sociales. 2007. Pág.103.

80
principios básicos de resolución normativa: (i) temporalidad; (ii) jerarquía y; (iii)
especialidad. La aplicación de estos principios delimita la resolución de las
conflictividades básicas del ordenamiento jurídico sin que para ello deba requerirse una
declaratoria expresa por parte de esta Sala Constitucional.
Por el contrario, cuando la interacción de los sistemas imposibilite mutuamente su
aplicación, los operadores jurídicos están en la obligación de acudir a esta Sala; es en
esta situación cuando se requiere la clara determinación del ordenamiento, sistema o
norma jurídica aplicable.”84

Así las cosas, puede aseverarse que cuando el legislador opta por la
derogación tácita, opera una suerte de transferencia o desplazamiento del poder
derogatorio, atribuido constitucionalmente al órgano legislativo, hacia el poder
judicial, quien en razón de ello, en caso de incompatibilidad de normas, debe
resolver el problema planteado, declarando qué norma se aplica finalmente al
caso en estudio, cuál norma ha sido derogada tácitamente y cuál es la que debe
prevalecer.
De modo que, a los fines de la aplicación de los efectos extintivos sobre la
vigencia de la otra ley establecidos por disposiciones que refieren a la derogación
tácita por la incompatibilidad entre normas, no basta la sola orden del Poder
Legislativo, sino que se exige también un previo pronunciamiento de cualquier
operador de justicia que, en interpretación de la incoherencia normativa que
pudiere existir entre las nuevas y las normas de otra ley dictada en distinto
momento temporal, efectivamente declare tal derogación tácita y la prevalencia de
una norma sobre la otra; esto es, la determinación de la norma que se estima
aplicable y la consiguiente no aplicación de la norma derogada; en el entendido
que sólo cuando tal pronunciamiento es emitido por la SC-TSJ es que puede
estimarse que dicha declaración de derogación tácita tiene carácter vinculante u
obligatorio, con efectos ex nunc y erga omnes, a partir de la fecha en que sea
dictado el fallo de marras, o de su publicación en la GORBV85 y/o en la GJRBV86.

84
Véase Sentencia Nro.120 de la SC-TSJ del 22 de febrero de 2012, disponible en
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scon/febrero/120-22212-2012-08-0665.HTML, consultada el
29/09/2018.
85
Según lo previsto en el artículo 10 de la Ley de Publicaciones Oficiales, publicada en la Gaceta Oficial de
los Estados Unidos de Venezuela Nro.20.546 de fecha 22 de julio de 1941, en la GORBV deberán publicarse
los fallos y actas del TSJ, así como las sentencias de otros organismos judiciales nacionales cuando lo
ordenen las Leyes especiales, sin perjuicio de que dichos actos tengan la debida autenticidad y eficacia aún
antes de insertarse en la GORBV. En atención a ello, y en relación a fallos del TSJ en los que se ha tratado
sobre derogación tácita y colisión de normas legales, cuyo contenido se haya dispuesto publicar en la
GORBV, pueden verse: La Sentencia Nro.1142 de la SC-TSJ del 15 de mayo de 2003, disponible en

81
Retomando el tema central de este punto, se observa entonces que el
eventual ejercicio por la SP-TSJ de su potestad normativa para modificar la
cuantía prevista en el artículo 312 del CPC, una vez que entre en vigor, traerá
como consecuencia inmediata, la aplicación o interpretación de dicho artículo en
forma conjunta con aquel acto sub legal, como si, en efecto, tal precepto legal
hubiese sido objeto de modificación mediante una ley de reforma parcial de la ley
anterior.
Esa particular fusión del artículo 312 del CPC y del acto sub legal que
eventualmente dicte la SP-TSJ daría lugar a una nueva norma que sería, en lo
adelante, la determinante de la cuantía para la admisibilidad del recurso de
casación; y para el caso de que la misma, en atención a lo que aquí se ha
propuesto, sea fijada por un monto que sea mayor -o al menos igual- que el
establecido en la RSPTSJ 20018-003 como límite mínimo para la competencia de
los JPI en razón de la cuantía, esto es, que exceda las quince mil UT (15.000
U.T.); es claro que será incompatible con las previsiones del actual artículo 86 de
la LOTSJ, que regula esa cuantía en un valor económico de las pretensiones que
exceda las tres mil UT (3.000 U.T.).
Tal incompatibilidad normativa entre el “nuevo” artículo 312 del CPC y el
artículo 86 de la LOTSJ, en lo que toca a la cuantía para la admisibilidad del
recurso de casación, habría de resolverse declarando la derogación tácita de esta
y la prevalencia de aquella, por la particular condición de ley posterior y especial
sobre la materia de la norma del CPC para con respecto a la norma de la LOTSJ.
En ese orden de ideas, se resalta que no sería esta la primera vez que se
presentase una incompatibilidad normativa entre la ley adjetiva civil y la ley que
rige las funciones del Máximo Tribunal de la República, en relación al tema de la
cuantía para recurrir en casación.

http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scon/mayo/1142-150503-02-1187%20.htm; la Sentencia Nro.1482 de la


SC-TSJ del 28 de julio de 2006, disponible en http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scon/julio/1482-2580706-
06-057.HTM; y la Sentencia Nro.1654 de la SC-TSJ del 03 de octubre de 2006, disponible en
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scon/octubre/1654-031006-06-0657.htm; consultados, todos ellos, el
19/12/2018.
86
De acuerdo con el artículo 126 de la LOTSJ, la GJRBV es el órgano oficial de divulgación de los fallos,
acuerdos y resoluciones del TSJ, en el que se ordena publicar las sentencias cuyo contenido sea de interés
general, las que declaren la nulidad de normas y las que resuelvan demandas de interpretación legal o
constitucional fijando el contenido o alcance de la norma de que se trate.

82
En efecto, ARISTIDES RENGEL-ROMBERG afirma que, desde la entrada en
vigencia del nuevo CPC de 1987, se ha discutido si la cuantía establecida en su
artículo 312 debe aplicarse de inmediato sobre las otras cuantías establecidas en
leyes orgánicas y especiales como requisito de admisibilidad del recurso de
casación, dado que, para ese entonces estaban en vigencia cinco leyes, entre
ellas, el mismo CPC y la LOCSJ, con disposiciones referentes a la cuantía mínima
que deben tener los juicios para el recurso de casación, lo cual indujo a la SCC de
la extinta CSJ considerar necesario precisar si la cuantía prevista por el nuevo
CPC como requisito de admisibilidad de ese medio extraordinario de impugnación,
era o no aplicable a los juicios contenciosos regidos por esas leyes especiales en
las cuales se establecía una cuantía específica menor a la de la ley adjetiva civil.
Refiere dicho autor, que la cuestión fue considerada en sus diversos aspectos
en la primera sentencia sobre el tema, del 22 de octubre de 1987, de la SCC de la
extinta CSJ, ratificada luego en fallos del 24 de febrero y 28 de abril de 1988, en la
que se sostuvo que para que la ley orgánica tenga plena fuerza derogatoria de
otras leyes ordinarias o especiales, es necesario que los nuevos instrumentos
legales regulen la misma materia de aquellas, y en el caso de la cuantía, ocurre
que no se está ante una materia específica regulada por la LOCSJ, ya que lo
referente a la cuantía es una norma de carácter procesal.
También expone dicho autor que, en lo que toca al artículo 101 de la LOCSJ,
se señaló en aquel fallo que el mismo no era realmente una norma de desarrollo
intrínsecamente procesal, de acuerdo con lo que al respecto establece la doctrina,
ya que esa ni las demás de dicha ley, eran las que de un modo general regulan la
iniciación, el desarrollo y la terminación del juicio ordinario y tampoco las que
controlan jurisdiccionalmente la ejecución de la sentencia firme, determinando
cómo los sujetos procesales pueden ejercitar sus facultades dispositivas del
contenido material del proceso o dispone de las meras formas procesales.
En resumen -prosigue ARISTIDES RENGEL-ROMBERG- en la sentencia en
cuestión se declaró que la nueva cuantía contenida en el artículo 312 del CPC
debía aplicarse de inmediato sobre las otras cuantías establecidas en leyes
especiales como requisito de admisibilidad del Recurso de Casación; agregando

83
dicho autor, pero aludiendo ahora a la modificación de la cuantía para la
admisibilidad del recurso de casación efectuada mediante Decreto del Ejecutivo
Nacional Nº 1029 de fecha 17 de enero de 1996;, que: "La citada decisión de la Sala
habría sido la misma tratándose ahora de la nueva modificación de la cuantía para el recurso de
casación por el Presidente de la República y el Consejo de la Judicatura...”87

Con base en lo antes expuesto, parafraseando al reputado autor antes citado,


podría afirmarse que, frente a una eventual incompatibilidad normativa entre el
nuevo artículo 312 del CPC que resulte del ejercicio por la SP-TSJ de su potestad
legislativa para modificar la cuantía para la admisibilidad del recurso de casación y
el artículo 86 de la LOTSJ, como la que aquí se ha propuesto, la decisión de la
SC-TSJ que resuelva tal conflicto normativo, será la misma que ya se ha
considerado, tratándose ahora de una nueva modificación de la cuantía para el
recurso de casación efectuada por la SP-TSJ, por lo que, en consecuencia, habría
de declararse la derogación tácita del artículo 86 de la LOTSJ y la prevalencia del
nuevo artículo 312 del CPC.

87
Cfr. Arístides Rengel Romberg. Tratado de Derecho Procesal Civil Venezolano (Según el Nuevo Código
de 1987) Vol V. Caracas. Organización Gráficas Capriles. Primera Edición. Mayo de 2000. Págs.349-353.

84
III. EL VALOR DE LA CAUSA COMO CRITERIO DETERMINANTE DEL TRIBUNAL
COMPETENTE PARA CONOCER DE LA PRETENSIÓN PLANTEADA EN RAZON DE LA
CUANTIA.

Hasta aquí se han considerado los límites competenciales fijados a los


distintos órganos jurisdiccionales para conocer de los asuntos en materia Civil,
Mercantil, Tránsito, Bancario y Marítimo, así como también, las medidas o
demarcaciones que se han impuesto a ellos para la sustanciación de las causas,
en uno y otro supuesto, según el valor económico que estas tengan.
Es decir, que lo analizado hasta ahora permite conocer si un determinado
asunto de las materias antes descritas, en atención a la cuantía que se les ha
asignado como límite de su ámbito competencial económico, ha de ser conocido
en primera instancia por un Tribunal de Municipio o por un Juzgado de Primera
Instancia; sustanciado y decidido por el procedimiento ordinario, breve u oral; y si
la decisión de última instancia que al efecto se dicte, es susceptible o no de ser
recurrida en casación.
Y como se habrá visto, todos esos aspectos procedimentales están marcados
o regidos por un criterio común, cual es: el valor de la causa o pretensión, que
funge como elemento determinante del tribunal competente en primera instancia
para el conocimiento de un cierto asunto de las materias arriba señaladas, del
procedimiento que le resulte aplicable y de los recursos a quedan sometidas las
decisiones que se dicten en el contexto de su sustanciación.
En ese orden de ideas, se observa que lo analizado hasta este punto
concierne a las reglas que vinculan el valor de la demanda para con la
organización jerárquica vertical de los tribunales, los procedimientos y recursos
que estos deben seguir; sin embargo, el aspecto económico de la pretensión es
bifronte, en el sentido de que el mismo tiene otro matiz o cara, que lo liga
directamente con las partes.
Así, a continuación se abordan las reglas que rigen para la fijación del valor de
la pretensión en el libelo de demanda y su contestación, y sus implicaciones
procesales para con las partes –actor y demandado- de la relación procesal.

85
1. La presentación de la demanda como momento determinante de la
jurisdicción y de la competencia.

De acuerdo con el artículo 3 del CPC, la jurisdicción y la competencia se


determinan conforme a la situación de hecho existente para el momento de la
presentación de la demanda y no tienen efecto respecto de ellas los cambios
posteriores de dicha situación, salvo que la ley disponga otra cosa.
Con base en el indicado precepto de la ley adjetiva civil –dice ARÍSTIDES
RENGEL ROMBERG- está vigente en el derecho venezolano el famoso principio
de la perpetuatio jurisdictionis, según el cual, la competencia del juez después de
iniciada la causa, queda insensible a cualquier cambio sobrevenido de las
circunstancias que la habían determinado, y aclara el alcance de principio
enseñando que:

a) “Los cambios sucesivos a la demanda, que la ley considera irrelevantes, son


solamente los cambios en la situación de hecho narrada en la demanda. El principio
no se refiere a los cambios de derecho que puedan sobrevenir en el curso del
proceso, que den una calificación jurídica distinta a la situación controvertida o que
modifiquen la distribución de competencias.
b) El principio de que la jurisdicción y competencia se determinan por la
demanda, no significa que las afirmaciones de hecho contenidas en la
demanda son incontestables, sino que el caso de ser objetadas por la
contraparte, el juez, al decidir sobre la competencia, debe basarse en la
situación de hecho realmente existente al momento de la demanda.
c) El principio de la perpetuatio iurisdictionis no significa que la competencia no
pueda modificarse en el curso del proceso (incompetencia sobrevenida) por
efectos de las defensas del demandado, o de la reconvención, que justifican
un desplazamiento de la competencia por razones de conexión.”88

Se consagra así en la mencionada norma legal, por un lado, a la demanda y


su presentación como el momento determinante de la competencia de los
tribunales y, por el otro, la aplicación del principio de la perpetuatio jurisdictionis,
en orden a la competencia por razón del valor de la causa; y en atención al cual,
una vez se han precisado las situaciones de hecho, que han permitido determinar
cuál tribunal es el competente para conocer de un asunto determinado en razón
de su valor, ello no puede modificarse a lo largo del proceso por el hecho de que

88
Cfr. Arístides Rengel Romberg. Tratado de Derecho Procesal Civil Venezolano (Según el Nuevo Código
de 1987) Vol I. Caracas. Editorial Arte. Cuarta Edición. 1994. Págs.306-307.

86
se hayan producido “cambios posteriores” de tales situaciones, salvo que la ley
disponga otra cosa.
En ese sentido señala RAFAEL ORTIZ-ORTIZ, que los objetos materia de la
litis pueden sufrir alteraciones en su integridad y en su valor comercial, por
distintas razones, pero que sin embargo: “Nada de esto puede alterar la competencia del
juez. Es el valor que tenía el objeto, al tiempo de admitirse la demanda, el que regulará el proceso
hasta su terminación”.89

En ese orden de ideas, un ejemplo clásico de esta situación es la que se


presenta con las demandas que tienen por objeto el pago de obligaciones
estipuladas en moneda extranjera, las cuales, conforme a lo previsto en el artículo
128 de la Ley del Banco Central de Venezuela90, se cancelan, salvo convención
especial, con la entrega de lo equivalente en moneda de curso legal, al tipo de
cambio corriente en el lugar de la fecha de pago, y cuya equivalencia en bolívares
debe estar contenido, al mismo tiempo, en el respectivo libelo de demando según
lo ordena el artículo 130 ejusdem.
En lo que corresponde a la cuestión de la competencia de los tribunales por
razón del valor de la causa, la aplicación del principio de la perpetuatio
jurisdictionis para esa clase de demandas, implica que la determinación del
tribunal competente para conocer de ellas por su cuantía se rige por el equivalente
en moneda de curso legal al tipo de cambio corriente a la fecha de la presentación
de la demanda, y ello no puede modificarse a lo largo del proceso por el hecho de
que se hayan producido “cambios posteriores” o fluctuaciones en el tipo de cambio
corriente de esa moneda extranjera que conlleven a que su equivalente en
moneda de curso legal para la fecha de pago sea menor o mayor al inicialmente
estimado, salvo que la ley disponga otra cosa.

2. El valor de la causa a los fines de la competencia.

Según el artículo 30 del CPC, el valor de la causa, a los fines de la


competencia, se determina en base a la demanda, en atención a las reglas para

89
Véase Rafael Ortiz-Ortiz. Teoría General del Proceso. Caracas. Editorial Frónesis, S.A. Segunda
Edición. 2004. Pág.195.
90
Publicada en la GORBV Nro.6.211 Extraordinario de fecha 30 de diciembre de 2015.

87
su estimación, dependiendo del objeto de la pretensión, previstas en los artículos
31 al 39 ejusdem.
Señala RAFAEL ORTIZ-ORTIZ que, erradamente la doctrina se refiere al
"valor de la demanda" pero que técnicamente, la demanda no se puede
valorar, por ser un acto por el cual se da inicio al procedimiento y un
documento que contiene, entre otras cosas, la individualización de la
pretensión y, al respecto, sostiene que: “Lo técnicamente correcto es hablar de "valor
de la pretensión" y su consagración legal está en el artículo 30 del CPC ”.91

En igual sentido, enseña ARÍSTIDES RENGEL ROMBERG que como la


demanda es el acto en que se hace valer la pretensión del demandante contra el
demandado, “el valor que se ha de estimar es el valor económico del objeto de la pretensión,
que es el bien a que aspira el demandante”.92

Esa noción de pretensión es la que recoge el artículo 340 del CPC al regular
los requisitos que deberá expresar el libelo de demanda, entre los cuales están,
según sus ordinales 4º, 5º y 6º, respectivamente, el objeto de la pretensión, el cual
deberá determinarse con precisión –petitum-; la relación de los hechos y los
fundamentos de derecho en que se base la pretensión, con las pertinentes
conclusiones –causa petendi-; y los instrumentos en que se fundamente la
pretensión.
De esos requisitos del libelo de la demanda, a los fines del estudio de la
cuantía, sólo se tienen en consideración el petitum y la causa petendi, en su
respectiva expresión de determinación de la cosa objeto de la pretensión y de
exposición de los hechos y de los fundamentos de derecho en que se base la
pretensión.
El valor de la causa equivale, entonces, a la estimación dineraria que hace el
actor, en ejercicio de su poder jurídico de accionar, al inicio del correspondiente
proceso en el que deduce su pretensión, cuyo valor económico obtiene de la
sumatoria o combinación del objeto de la pretensión –petitum- con los otros
elementos que se derivan de la relación de los hechos y los fundamentos de

91
Cfr. Rafael Ortiz-Ortiz. Ob. Cit. Pág.213.
92
Cfr. Arístides Rengel Romberg. Ob. Cit. Vol. I. Pág.313.

88
derecho en que ésta se base –causa petendi- y que se determinan según la
naturaleza u objeto de la pretensión, de acuerdo con las reglas que, para la
determinación y estimación de la demanda, se encuentran previstas en los
artículos 31 al 39 del CPC.

3. El valor de la causa como requisito del libelo de demanda y las reglas para su
determinación o estimación.

El artículo 39 del CPC dispone que: “A los efectos del artículo anterior, se consideran
apreciables en dinero todas las demandas, salvo las que tienen por objeto el estado y la capacidad
de las personas”.

Dicha norma consagra la regla fundamental a seguir en lo que respecta a la


estimación del valor de la causa, porque conduce a la consideración de que, en
principio, todas las pretensiones son apreciables en dinero, salvo las causas
concernientes al estado y capacidad de las personas, en las cuales la
competencia de los tribunales no se establece según el criterio del valor de la
demanda –del que carecen-, sino en razón de la materia.
Con base en lo anterior, en lo que toca a la estimación del valor de la causa,
nuestro legislador distingue entre las pretensiones que son apreciables en dinero
y las que no lo son, o que resultan inapreciables en dinero.
Entre las primeras –demandas apreciables en dinero-, pueden incluirse
aquellos asuntos relativos a los contratos y a las obligaciones, como las acciones
reales, posesorias, cumplimiento, nulidad y resolución de contratos, indemnización
por daños y perjuicios y otras derivadas de fuente contractual; mientras que las
segundas –demandas no apreciables-, son todas aquellas relativas al estado y
capacidad de las personas.
Al prever el artículo 39 del CPC la consideración de que todas las demandas
son apreciables en dinero, salvo las que tienen por objeto el estado y capacidad
de las personas es para “los efectos del artículo anterior”, remite entonces al artículo 38
ejusdem, en virtud del cual se otorga al actor el derecho estimar prudencialmente
su pretensión, en aquellos casos en los que el valor de la cosa no conste, pero
sea apreciable en dinero.

89
A partir de lo apuntado en el párrafo precedente es posible establecer que,
además de la ya referida distinción entre las pretensiones que son apreciables en
dinero y las que no lo son; a su vez, la ley adjetiva civil, al consagrar las reglas
para determinar el valor de la causa, clasifica a las normas aplicables a las
primeras -pretensiones que son apreciables en dinero- de la siguiente manera: i.-
Aquellas normas aplicables a las pretensiones apreciables en dinero cuyo valor
consta expresamente, en las que se prevén las pautas a seguir para su
“determinación”, siendo tales las establecidas en los artículos 31 al 37 del CPC; y
ii.- Las normas que regulan las pretensiones apreciables en dinero cuyo valor no
consta expresamente, en la que se permite al demandante efectuar una
estimación” del valor de la cosa demandada; siendo tal la situación regulada por
el artículo 38 del CPC.
Las expresiones “determinación” y “estimación” han sido entrecomilladas en
el párrafo anterior, con la manifiesta intención de resaltar que la ley adjetiva civil
plantea también una clara distinción entre “determinar” el valor de la demanda –
que acoge en los artículos 31 al 36 del CPC- y “estimar” el valor de la prestación
en especie, o el de la cosa demandada cuando el mismo no conste expresamente
–a los que alude, respectivamente, en los artículos 37 y 38 del CPC-, la cual cobra
sentido cuando se atiende al significado de los verbos en cuestión.
El Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia de la Lengua
Española define la voz “determinar” de la manera siguiente: “Del lat. determinäre). tr.
Fijar los términos de algo. 2. Distinguir, discernir. 3. Señalar, fijar algo para algún efecto.
Determinar día, hora. 4. Tomar resolución…”93; mientras que en relación al verbo
“estimar”, el mismo Diccionario dice que es: “Del lat. aestimäre). tr. Apreciar, poner precio,
evaluar algo. 2. Juzgar, creer. 3. Hacer aprecio y estimación de alguien o de algo…”.94

Al considerar la primera acepción que de ambos verbos se ha expuesto, se


entiende mejor la apuntada distinción entre “determinar” y “estimar” el valor de la
demanda que hace la ley adjetiva civil; en tanto que, en los artículos 31 al 36 del
CPC, se ha procedido a “fijar los términos de algo”, al establecer, en cada una de
93
Real Academia de la Lengua Española. Diccionario de la Lengua Española Vigésima Segunda Edición,
Tomo 4, Artes Gráficas, S.A. España, 2001, Pág. 547.
94
Real Academia de la Lengua Española. Diccionario de la Lengua Española Vigésima Segunda Edición,
Tomo 5, Artes Gráficas, S.A. España, 2001, Pág. 676.

90
esas normas y según la naturaleza del asunto, las pautas o condiciones para
“determinar” el valor de la demanda con pretensiones que son apreciables en
dinero y cuyo valor consta expresamente; mientras que, en los artículos 37 y 38
del CPC, lo que se ha hecho es “apreciar, poner precio, evaluar algo”, en cuanto
que, en uno y otro caso, se faculta al demandante para “estimar” el valor de la
prestación en especie, o el de la cosa demandada cuando el mismo no conste
expresamente.
Expuestas como han sido las correspondientes nociones de las pretensiones
que son apreciables en dinero y las que no lo son, o que resultan inapreciables en
dinero; así como las diferencias planteadas entre las reglas para “determinar” el
valor de la demanda con pretensiones que son apreciables en dinero, cuyo valor
consta expresamente y las pautas para “estimar” el valor de las pretensiones que
son apreciables en dinero, pero cuyo valor de la cosa demandada no conste
expresamente, ha llegado el turno de tratar la cuestión del valor de la causa como
requisito del libelo de demanda.
Así, al tratar el punto del valor de la causa a los fines de la competencia se ha
visto que, de conformidad con lo previsto en el artículo 30 del CPC, dicha cuantía
ha de estar señalada en el libelo de la demanda, pues con base en ella –la
demanda- es que se fija la competencia de los tribunales en razón del valor de la
pretensión.
Tal exigencia, de que el valor de la causa sea señalado en el libelo de
demanda, debe cumplirse en todas las pretensiones que son apreciables en
dinero, conste o no su valor expresamente, no solo porque aquélla norma legal lo
requiere y no distingue entre unas y otras, sino también –y sobre todo- porque, en
uno y otro caso, el respectivo escrito libelar debe contener los requisitos a que se
contraen los ordinales 4º y 5º del artículo 340 del CPC, que son, en definitiva, los
elementos mediante los cuales el legislador ha dispuesto que se exprese el valor
económico de la pretensión.
En efecto, es propicia la oportunidad para recordar que el valor de la causa
equivale a la determinación o estimación –siguiendo la distinción antes hecha-
dineraria que hace el actor mediante la sumatoria o combinación del objeto de la

91
pretensión –ordinal 4º del artículo 340 del CPC o petitum- con los otros elementos
que se derivan de la relación de los hechos y los fundamentos de derecho en que
ésta se base –ordinal 5º del artículo 340 ejusdem o causa petendi- y que se
determinan o estiman según la naturaleza u objeto de la pretensión, de acuerdo
con las reglas que se encuentran previstas en los artículos 31 al 38 ibidem.
Al respecto, conviene traer a colación a GIUSEPPE CHIOVENDA, quien
enseña que sujetos, petitum y causa petendi son los tres elementos de que consta
la demanda, y de ellos, a los fines del estudio de la cuantía, sólo se tienen en
consideración los dos últimos, por lo que:

“(…) El valor de la demanda no es el valor del objeto mediato de la demanda ni de la


causa petendi, considerados por separado, sino el de la combinación de ambos
elementos, o sea, el valor de lo que se pide, considerado en atención a la causa por la
que se pide, esto es, a la relación jurídica que sirve de fundamento a la petición. Es el
valor de la relación jurídica, pero en los límites del petitum (…)”95

En ese mismo sentido se expresa PIERO CALAMANDREI, quien ante la


pregunta: “¿Cómo se hace, prácticamente, para inferir "de la demanda" el valor de una causa a
los efectos de la competencia?”, responde que la demanda del actor debe contener
tanto la determinación de la cosa objeto de la demanda como la exposición de los
hechos y de los elementos de derecho que constituyan las razones de la
demanda, a partir de lo cual afirma que:

“(…) son precisamente ésos (petitum y causa petendi), los índices por donde se podrá
inferir el valor de la causa. Naturalmente, en la mayoría de los casos, esos índices se
infieren de la demanda del actor; pero toda vez que el demandado puede ampliar con sus
demandas reconvencionales (art. 167) el tema del debate y contraponer al petitum del
actor otro distinto y más extenso petitum, en realidad, cuando se habla del petitum, hay
que entender más exactamente el disputatum, es decir, el objeto "en discusión".”96

Siendo, como se ha visto, que el valor de la causa no es más que la mera


expresión, en términos económicos o dinerarios, de los requisitos que debe

95
Giuseppe Chiovenda. “Curso de Derecho Procesal Civil” en Enrique Figueroa Alfonzo (Traductor y
Compilador). Biblioteca Clásicos del Derecho Procesal. Tomo 4. México, D.F., México: Editorial
Pedagógica Iberoamericana, S.A. de C.V. Primera Edición. 1997. Pág.279.
96
Piero Calamandrei. “Instituciones de Derecho Procesal Civil según el Nuevo Código. Vol II” en Santiago
Sentis Melendo (Traductor). Colección Ciencia del Proceso. Traducción de la Primera Edición. Buenos
Aires, Argentina. 1973. Pág.158.

92
contener todo libelo de demanda, según lo contemplado en los ordinales 4º y 5º
del artículo 340 del CPC, queda claro, entonces, que el valor económico debe
igualmente estar fijado en el respectivo escrito libelar concerniente a pretensiones
que son apreciables en dinero, conste o no su valor expresamente, con la
diferencia, entre uno y otro caso, que en los primeros -en las que el valor consta-,
el actor debe determinar su cuantía según lo ordenado en los artículos 31 al 37
ejusdem, mientras que en los segundos –en las que el valor no consta-, el
accionante debe estimar su monto de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 38
ibidem.
Corolario de lo afirmado en el párrafo precedente es que, en los supuestos de
pretensiones que sean apreciables en dinero, cuando el actor omite expresar en el
libelo de demanda la correspondiente determinación o estimación de la cuantía de
la causa, según que conste o no su valor expresamente; en ambos casos, tal
escrito no llena los requisitos que indican los ordinales 4º y 5º del artículo 340 del
CPC; y, por ello, el demandado podría oponerle la cuestión previa de defecto de
forma de la demanda, contemplada en el ordinal 6º del artículo 346 ejusdem, con
miras a que el demandante, voluntaria o forzosamente, subsane esos defectos u
omisiones invocados, mediante su corrección en el libelo respectivo, conforme a lo
dispuesto en el artículo 350 ibidem.
Una vez que el actor hubiere subsanado aquellos defectos u omisiones y
conste ya en el libelo de demanda el valor de la causa, es posible, incluso, que se
plantee -al menos en lo que toca a las pretensiones que son apreciables en dinero
cuyo valor no consta expresamente- una nueva incidencia en relación al valor de
la causa, que es la atinente a la impugnación que puede hacer el demandado, en
su contestación al fondo, a la estimación económica que el accionante hubiere
hecho en el escrito libelar, a tenor de lo previsto en el artículo 38 del CPC, que se
verá, en detalle, más adelante.
Por lo pronto, para finalizar este punto, solo restaría referir que el Máximo
Tribunal de la República ha fijado posición sobre este tema, en un sentido
contrario al que aquí se ha expuesto. Así, en la sentencia Nro.24 de la SCC-
TSJ del 30 de enero de 2008, se estableció criterio según el cual, la

93
estimación del valor de la cosa demandada cuando su valor no conste pero puede
ser apreciable en dinero, es un requisito que debe contener la demanda, pero que
el mismo no se encuentra señalado en el artículo 340 del CPC, por lo que la
estimación de la demanda en este caso constituye una carga procesal para el
demandante, cuya omisión por parte de éste no puede plantearse a través de una
cuestión previa de defecto de forma de la demanda a que se contrae el ordinal 6°
del artículo 346 del CPC, señalando el efecto lo siguiente:

“Ahora bien, respecto a la estimación de la cuantía, el artículo 38 Código de


Procedimiento Civil se refiere a la estimación del valor de la cosa demandada cuando su
valor no conste pero puede ser apreciable en dinero, lo que la convierte en un requisito
que debe contener la demanda, pero que el mismo no se encuentra señalado en el
artículo 340 eiusdem, por lo que la estimación de la demanda en este caso constituye
una carga procesal para el demandante.
(Omissis)…
Es importante precisar que la omisión por parte del demandante de estimar el valor de la
demanda no puede plantearse a través de una cuestión previa de defecto de forma de la
demanda a que se contrae el ordinal 6° del artículo 346 del Código de Procedimiento
Civil, ya que los efectos de esa omisión, en todo caso serian el de la imposibilidad de
declarar admisible el recurso de casación por carecer de cuantía la demanda o el de
iniciar el procedimiento de intimación de honorarios por la ausencia del límite para la
intimación de los mismos por parte del abogado de la parte gananciosa, entre otras
consecuencias”.97

Al respecto, se observa que dicho fallo, a la par de incurrir en una


contradicción lógica, al señalar que la estimación del valor de la causa a que
refiere el artículo 38 del CPC es un requisito que debe contener la demanda, pero
que a la vez no lo es, por no estar, a su juicio establecido en el artículo 340
ejusdem; yerra al confundir el valor de la pretensión, como requisito de la
demanda, con la regla para su estimación cuando es apreciable en dinero pero su
valor no consta expresamente, como elemento para su cuantificación.
Tal confusión de conceptos de manifiesta en el fallo antes citado cuando
expresa, erróneamente, que la estimación del valor de la cosa demandada cuando
su valor no conste pero puede ser apreciable en dinero, es un requisito de la
demanda consagrado en el artículo 38 del CPC; siendo que, como se ha visto, ello
no es más que la mera expresión, en términos económicos o dinerarios, de los

97
Véase Sentencia Nro.24 de la SCC-TSJ del 30 de enero de 2008, disponible en
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scc/enero/RC-00024-300108-07680.HTM, consultada el 25/11/2018.

94
requisitos que debe contener el libelo de demanda según lo contemplado en los
ordinales 4º y 5º del artículo 340 ejusdem; mientras que el señalado artículo 38
ibidem solo funge como regla para su concreta fijación, mediante estimación
hecha por el accionante; por tanto, la norma que realmente exige que tal
estimación se haga en el libelo, en efecto, es el artículo 340 del CPC y no el
artículo 38 ejusdem, que lo que hace es indicar como el accionante podrá hacer
esa fijación.
Así las cosas, la omisión en el escrito libelar de la estimación del valor de la
cosa demandada, cuando su valor no conste pero puede ser apreciable en dinero,
no implica -como también en forma errada se afirma en ese fallo-, el
incumplimiento de una carga procesal del actor contemplada en el artículo 38 del
CPC; sino que lo que presupone, más bien, es que el libelo de marras no reúne
los requisitos que exigen los ordinales 4º y 5º del artículo 340 ejusdem, y por ello,
se insiste, el demandado podría oponerle la cuestión previa de defecto de la
demanda, contemplada en el ordinal 6º del artículo 346 ibidem, tal y como antes
esa misma SCC-TSJ ya lo había aceptado, en sentencia Nro.959 del 27 de agosto
de 2004 en la que se señaló que:

“La estimación de la demanda es una carga procesal que tiene el litigante, pues su
omisión puede acarrear consecuencias desfavorables, como podría ser la imposibilidad
de acceder al recurso de casación, aun cuando, eventualmente el valor intrínseco de lo
litigado supere la cuantía necesaria al efecto. Obsérvese que el desarrollo que el Código
de Procedimiento Civil ofrece al respecto, no describe la estimación de la demanda como
una obligación ni tampoco como un mero deber.
Sin embargo, el hecho de que en el mencionado Código se
establezca que incumbe al demandante estimar el valor de su demanda, no
significa que se trate de una carga exclusiva de éste, pues el demandado puede
efectivamente provocar tal estimación, bien proponiendo una cuestión previa en la que
plantee el defecto de forma del libelo de demanda por tal omisión, o proponiendo él la
estimación que considere oportuna al caso concreto en su contestación de la demanda, e
incluso, cuando se hubiere estimado la demanda, puede impugnarla por exagerada o
exigua. Por tanto, la estimación de la demanda y, en consecuencia, el establecimiento
cierto del valor de lo litigado es carga de ambos litigantes”.98

Como se ve, en tal fallo, pese a los yerros de afirmar que la estimación del
valor de la causa es una carga de ambos litigantes y que el demandado puede
salvar la omisión del actor sobre la estimación de la demanda proponiendo el la

98
Véase Sentencia Nro.959 de la SCC-TSJ del 27 de agosto de 2004, disponible en
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones /scc/Agosto/RC-00959-270804-01329.htm, consultada el 25/11/2018.

95
estimación que considere oportuna al caso concreto en su contestación a la
demanda, efectivamente acierta en el señalamiento de que en tal supuesto, el
demandado podría oponerle la cuestión previa de defecto de la demanda,
contemplada en el ordinal 6º del artículo 346 del CPC.
En una suerte de desagravio para con las antes apuntadas contradicciones de
la SCC-TSJ, parece justo reconocer que dicho órgano jurisdiccional, en el
PRCPCTSJ, ha comprendido mejor la cuestión del valor de la causa como
requisito del libelo de demanda –y no como carga procesal del actor y mucho
menos como carga de ambos litigantes-, en especial, en los supuestos de
estimación del valor de la cosa demandada, cuando su valor no conste pero puede
ser apreciable en dinero, ya que en la regulación que de tal situación hace, en su
artículo 45, precisa la importancia de la fijación del valor económico de la
pretensión en el escrito libelar para los fines de la competencia del tribunal, del
procedimiento aplicable y la admisibilidad del recurso de casación, al prever que:

“Si el demandante no estima la demanda, aún cuando sea apreciable en dinero, el juez
ordenará su corrección mediante el despacho saneador, de conformidad con lo previsto
en el artículo 331, por cuanto de ello depende la competencia del tribunal, el
procedimiento aplicable y la admisibilidad del recurso de casación.”

A. Reglas para la determinación del valor de las causas con pretensiones apreciables en
dinero, cuyo valor consta expresamente.

Las causas con pretensiones que son apreciables en dinero y cuyo valor
consta expresamente, en relación a las cuales que la ley adjetiva civil ha
consagrado las pautas a seguir para su determinación, son aquellas pretensiones
dinerarias que versan sobre capital e intereses; cuotas de obligaciones que son
parte, pero no saldo de otras más cuantiosas; causas con acumulación objetiva
de pretensiones, que ocurre cuando la demanda contiene varios puntos; causas
con acumulación subjetiva de pretensiones, que se presenta cuando varias
personas demandan a una o más personas; pago de prestaciones alimentarias o
rentas periódicas; de demandas sobre la validez o continuación de un
arrendamiento, o de pensiones arrendaticias; y los casos de prestaciones en

96
especie, cuyas respectivas reglas de cuantificación están previstas en los artículos
31 al 37 del CPC.

1) Pretensiones de capital e intereses.

El artículo 31 del CPC contiene la primera de las reglas a las que alude
nuestra ley adjetiva civil para establecer las pautas para fijar el valor de la causa,
a los fines de la determinación de la competencia de los tribunales en razón de la
cuantía, en los términos que a continuación se señalan: “Para determinar el valor de la
demanda se sumarán al capital los intereses vencidos, los gastos hechos en la cobranza y la
estimación de los daños y perjuicios anteriores a la presentación de la demanda ”.

De acuerdo con la norma legal antes transcrita, la determinación del valor


de la causa apreciable en dinero correspondiente a capital e intereses, en el
que éste consta expresamente, a los fines del establecimiento de la
competencia por la cuantía del tribunal que conocerá de la misma, implica la
realización de una operación aritmética en la que, primeramente, se precisa
el monto de lo principal –que es el capital-, al cual se le sumarán los
accesorios anteriores a la presentación de la demanda –que son los intereses
vencidos, los gastos de cobranza y la estimación de los daños y perjuicios-, la
cual puede expresarse con la siguiente fórmula: VCCI= C + (IV+GC+EDP);
donde:
VCCI= Valor de la causa con petición de capital e intereses;
C= Capital pedido, cuyo valor consta expresamente;
IV= Intereses Vencidos hasta la fecha de presentación de la
demanda;
GC= Gastos hechos en la cobranza con anterioridad a la
interposición de la demanda; y
EDP= Estimación de los daños y perjuicios, si los hubiere,
causados previo al ejercicio de la acción.
Conforme al mencionado artículo 31 del CPC, los accesorios que se sumaran
al capital correspondiente son “los intereses vencidos, los gastos hechos en la cobranza y la
estimación de los daños y perjuicios anteriores a la presentación de la demanda ”; por tanto, de
esos conceptos, los que se toman en consideración a los fines

97
de la determinación de la estimación de la demanda y del establecimiento del
tribunal competente en función de la cuantía del asunto, son aquellos
producidos y existentes para el momento de la presentación de la demanda,
es decir, los accesorios -(IV+GC+EDP)- anteriores a la demanda.
En relación a los los accesorios anteriores a la demanda, ARÍSTIDES
RENGEL ROMBERG refiere que éstos han entrado ya en el patrimonio del
demandante, constituyen créditos suyos exigibles al momento de la demanda, y
por ello, al ser reclamados en el libelo, el demandante no hace otra cosa que dar
origen a una acumulación objetiva de pretensiones que deben ser sumadas para
determinar el valor de la demanda, por provenir de la misma causa o título99.
En cambio –prosigue ARÍSTIDES RENGEL ROMBERG-, los accesorios
posteriores a la demanda, tales como los intereses que se sigan venciendo en el
curso del proceso, hasta el definitivo pago; los gastos hechos en el juicio mismo
para lograr la sentencia favorable; y los daños y perjuicios que se hayan seguido
causando al actor luego de la presentación de la demanda, no pueden
considerarse adquiridos para el patrimonio del demandante al momento de
proponerse la demanda, ni pueden ser determinados en su monto; y por tanto, no
pueden determinar el valor de la demanda a los efectos de la competencia de os
tribunales en razón de la cuantía.100
Lo anterior no implica, en modo alguno, que los indicados accesorios
posteriores a la demanda, no puedan ser pretendidos en esa misma acción, ni
mucho menos que deban ser reclamados en una nueva demanda; ya que,
dado que esos conceptos pueden seguirse causando en el decurso del proceso,
igualmente pueden ser solicitados en la misma demanda y, a la vez, ser
acordados en la sentencia definitiva que al efecto se dicte; pues de lo que trata es,
simplemente, que los mismos no se toman en consideración para determinar el
valor de la demanda a los efectos de la competencia de los tribunales en razón de
la cuantía, por no haberse producido ni causado para el momento determinante de
dicha medida de competencia, que es el valor de la causa establecido en el libelo

99
Cfr. Arístides Rengel Romberg. Ob. Cit. Vol I. Pág.314.
100
Cfr. Arístides Rengel Romberg. Ob. Cit. Vol. I. Págs.314-315.

98
de la demanda, en atención a la situación de hecho existente para el momento de
su presentación, y por la aplicación del principio de la perpetuatio jurisdictionis.
En definitiva, los accesorios -(IV+GC+EDP)- anteriores a la demanda son los
únicos conceptos que se sumarán al capital pedido, para determinar el valor de la
demanda a los efectos de la competencia de los tribunales en razón de la cuantía;
mientras que los accesorios que se sigan causando en el decurso del proceso –y
que por ende, existen luego de la presentación de la demanda-, servirán para
fijar, posteriormente, el monto de lo condenado en la sentencia correspondiente.

2) Pretensiones en que lo pedido es parte, pero no saldo de una obligación más cuantiosa.

La segunda de las reglas a las que alude nuestra ley adjetiva civil para
establecer las pautas para fijar el valor de la causa, a los fines de la determinación
de la competencia de los tribunales en razón de la cuantía, es la referida a
aquellas pretensiones apreciables en dinero, cuyo valor consta expresamente, en
que lo pedido es parte, pero no saldo de una obligación más cuantiosa, el cual
está contemplado en el artículo 32 del CPC de la manera siguiente: “ Si se
demandare una cantidad que fuere parte, pero no saldo de una obligación más cuantiosa, el valor
de la demanda lo determinará el valor de dicha obligación, si ésta estuviere discutida”.

Se prevé así la determinación del valor de la causa a los fines de la


competencia -afirma ARÍSTIDES RENGEL ROMBERG- para los casos de
relaciones jurídicas que deben cumplirse por cuotas y la demanda tiene por objeto
el cobro de una o varias cuotas, de modo que lo pedido es parte de una
obligación, pero no del saldo de la misma, en el entendido que la cuota tiene de
común con el saldo que ambas son parte del todo, pero se diferencian en que el
saldo es la parte final o residuo de la obligación.101
Dicha regla es aplicable a las demandas con pretensiones dinerarias cuyo
importe es parte vencida y no cumplida de una obligación más cuantiosa,
pero que no representa el saldo de la misma, siendo ejemplo de ello, los casos de
contratos de venta de bienes a plazos o de préstamos que deben ser cancelados
por cuotas periódicas, en los que el demandado ha incumplido con el pago de una

101
Cfr. Arístides Rengel Romberg. Ob. Cit. Vol I. Pág.315.

99
o más cuotas que son parte de la obligación, sin constituir su saldo, y el actor solo
pretende el pago de esas cuotas vencidas, más no el saldo completo de esa
obligación más cuantiosa; en cuyo supuestos, el valor de la causa a los fines de
la competencia de los tribunales se determinará en atención a la sumatoria de
tales cuotas vencidas –en tanto parte de una obligación más cuantiosa- siempre y
cuando no existe controversia en relación a ésta –obligación más cuantiosa--; ya
que si la misma estuviere discutida, el valor de la causa a los fines de la
competencia de los tribunales ya no será la sumatoria de la cuotas vencidas, sino
el monto total de la obligación más cuantiosa.
En otras palabras, la aplicación de la regla prevista en el artículo 32 del
CPC está sujeta a dos (2) condiciones concurrentes, que son: i.- que se trate
de demandas que tienen por objeto el cobro de una o varias cuotas, que son
parte pero no el saldo de una obligación más cuantiosa; y ii.- que no exista
controversia entre las partes en torno a la existencia o vigencia de tal
obligación más cuantiosa; en cuyo caso, el valor de la causa a los fines de la
competencia de los tribunales se determinará en atención a la sumatoria de
tales cuotas vencidas e incumplidas; mientras que si lo pretendido por el actor es
el saldo de la obligación o si ésta es discutida, la situación varía de la manera
siguiente:
1.- En el primer caso, en el que lo que el actor pide es el monto del saldo de
la obligación y no existe discusión entre las partes en torno a la misma, el valor de
la causa a los fines de la competencia de los tribunales se determinará en
atención, ya no por el artículo 32 del CPC –en virtud de que lo pretendido no es
parte de una obligación sino el saldo de ésta-, sino por la regla prevista en el
artículo 31 ejusdem, relativa a las pretensiones de capital e intereses y demás
accesorios anteriores y posteriores a la demanda; y
2.- En el segundo supuesto, en el que el actor demanda el pago de una o más
cuotas que son parte, pero no saldo de una obligación mayor, y en la que el
demandado discute la existencia o vigencia de tal obligación, el valor de la causa
a los fines de la competencia de los tribunales, se determina con base en el
monto total de dicha obligación.

100
Dadas sus implicaciones procesales, conviene precisar tanto lo que es una
obligación discutida, a los fines de la determinación de la competencia de los
tribunales en razón de la cuantía, así como también en qué momento del proceso
se debe plantear el reconocimiento o desconocimiento de la obligación en
cuestión.
Al respecto, conviene traer a colación que HUMBERTO ENRIQUE III BELLO
TABARES y DORGI DORALYS JIMÉNEZ RAMOS exponen, en relación a lo que
es una obligación discutida, lo siguiente:

“Se entiende por obligación discutida, aquella que es desconocida


por la parte a quien se le exija, negada, rechazada, impugnada; o bien en los casos que
se demanda la resolución de la obligación -contrato- o su nulidad, casos éstos en los
cuales se estará en presencia de discusión de la obligación, ya en el caso de
desconocimiento, impugnación o rechazo de la obligación, se pone en tela de juicio su
existencia que equivale a discusión de la obligación; en el caso de resoluciones, lo que
busca con la demanda es la terminación de la relación contractual, encontrándose de
esta manera discutida la continuación de la obligación; y en el caso de nulidad, se ataca
su validez, lo cual conlleva a que se discuta la obligación”.102

En cuanto al momento del proceso en el que se debe plantear el


reconocimiento o desconocimiento de la obligación, este no es otro que en la fase
de contestación a la demanda, en la que el demandado podrá desconocer, negar
o rechazar la existencia de la obligación; o hasta reconvenir por motivos de
resolución de la obligación -contrato - o por nulidad de la obligación, o bien
plantear la citada nulidad como defensa de fondo.
En todos esos casos, la obligación se encontrará discutida y si ello da
lugar a que la fijación del valor de la causa se haga, ahora, por un monto
superior a aquel cuya competencia le es atribuida al tribunal que venía
conociendo de la causa, podría, a su vez, generar un supuesto de incompetencia
sobrevenida de éste, quien, en aplicación de lo dispuesto en el artículo 38 del
CPC, deberá declarar su incompetencia y declinar el conocimiento de la
causa al tribunal competente por la nueva cuantía del asunto, para que sea
este quien resuelva sobre el fondo de la demanda y no será motivo de reposición

102
Humberto Enrique III Bello Tabares y Dorgi Doralys Jiménez Ramos. Teoría General del Proceso.
Corregida, ampliada y actualizada. Tomo II. Caracas. Livrosca, C.A. 2004. Pág.43.

101
la incompetencia sobrevenida del Juez ante quien se propuso la demanda
originalmente.
Un ejemplo de la situación antes planteada sería el siguiente: A demanda a B
"B" para que le pague unas o más cuotas que ascienden a una suma inferior a
tres mil UT (3.000 U.T), las cuales forman parte, pero no son el saldo de una
obligación más cuantiosa cuyo importe total asciende a diez mil UT (10.000 U.T),
y aduciendo que es una obligación no discutida, según las reglas aún vigentes
para la determinación de la competencia de los tribunales en razón de la cuantía,
fijadas por la RSPTSJ 2009-0006, presenta su libelo por ante el Tribunal de
Municipio del domicilio pactado o del lugar donde se encuentre el
deudor, quien sería, en principio, el competente para conocer de dicha causa.
Ahora bien, en la contestación de la demanda, B reconviene y opone la
inexistencia o invalidez total de la obligación, discutiendo su vigencia o existencia
y también el valor de la causa, alegando que éste ha debido ser fijando en
atención al valor total de la obligación demandada reconvenida más cuantiosa, a
la vez que invocando la incompetencia del Tribunal de Municipio para seguir
conociendo del asunto en razón de la cuantía.
Ante el ejemplo planteado, luce pertinente invocar a ARÍSTIDES RENGEL
ROMBERG, para quien:

“Siempre que el juez tenga que resolver sobre la procedencia o no del pago del saldo
reclamado, el valor de la controversia no cambia por la mera contradicción del
demandado que lleve al juez a examinar incidentalmente la entera relación jurídica en
que se fundamenta la demanda. El valor de la causa puede variar solamente cuando la
objeción a la entera relación es fundamento de una acción reconvencional del
demandado que haga necesaria una decisión principal sobre la relación discutida”.103

Así las cosas, en el supuesto antes concebido, el Tribunal de Municipio que


viene conociendo del asunto, en virtud de la acción reconvencional del
demandado, que fija una nueva cuantía del asunto por un monto superior a aquel
cuyo conocimiento le es atribuido por ley, en forma sobrevenida, resulta
incompetente para seguir conociendo del proceso y debe declinar la competencia
sobre el mismo para ante un tribunal de primera instancia, quien es el
competente por la nueva cuantía del asunto, para que resuelva sobre el fondo
103
Cfr. Arístides Rengel Romberg. Ob. Cit. Vol. I. Pág.318.

102
de la demanda y no será motivo de reposición la incompetencia sobrevenida del
Juez ante quien se propuso la demanda originalmente.

3) Pretensiones que contienen varios puntos, o causas con acumulación objetiva de


pretensiones que derivan del mismo título.

Las causas con acumulación objetiva de pretensiones que derivan del mismo
título, que ocurre cuando la demanda contiene varios puntos, es la tercera de las
reglas a las que alude nuestra ley adjetiva civil para establecer las pautas para
fijar el valor de la causa, a los fines de la determinación de la competencia de los
tribunales en razón de la cuantía; la cual se encuentra contenida en el artículo 33
del CPC, que dice: “Cuando una demanda contenga varios puntos, se sumará el valor de
todos ellos para determinar el de la causa, si dependen del mismo título”.

Como se ve, dicha norma remite a la demanda que contenga varios


“puntos”, y como la misma -dice HUMBERTO CUENCA, en referencia al
artículo 69 del CPC de 1916-, ha sido tomada del artículo 73 del viejo CPC
italiano, la expresión "puntos" usada por nuestro legislador, parece corresponder a
la de "capítulos" del italiano y por ello, citando a Marcano Rodríguez, señala que
“por "puntos" debemos entender pedimentos y no acciones acumuladas”.104
Además la norma en cuestión sujeta la sumatoria de todos los “puntos”, esto
es, los varios capítulos o pedimentos -no acciones- que contenga la demanda,
a los fines de la determinación de la competencia de los tribunales en razón de la
cuantía, a la condición de que todos ellos dependan o tengan su origen en el
mismo “título”; entendiendo por tal, de acuerdo con HUMBERTO ENRIQUE III
BELLO TABARES y DORGI DORALYS JIMÉNEZ RAMOS, no el documento o
instrumento en el que eventualmente podrían constar, sino como la “causa que
haya originado la reclamación”.105

Por tanto, la regla del artículo 33 del CPC sólo rige en los casos en que los
puntos contenidos en la demanda provienen del mismo título, o mejor dicho, en los
casos de acumulación objetiva de pretensiones que derivan del mismo título, en

104
Humberto Cuenca. Derecho Procesal Civil. Tomo II. Caracas. Ediciones de la Biblioteca de la
Universidad Central de Venezuela. 1993. Pág.40.
105
Humberto Enrique III Bello Tabares y Dorgi Doralys Jiménez Ramos. Ob. Cit. Pág.47.

103
cuyo supuesto ordena que se sumen el valor de todos esos puntos para
determinar el valor de la causa, a los fines de la determinación de la competencia
de los tribunales en razón de la cuantía.
La situación cambia cuando se trata de los casos de acumulación de
pretensiones que derivan de títulos diferentes, los cuales están regulados por el
artículo 77 del CPC, conforme al cual el demandante podrá acumular en el libelo
cuantas pretensiones le competan contra el demandado, aunque deriven de
diferentes títulos, lo cual significa que en un mismo procedimiento el actor puede
acumular cuantas pretensiones tenga contra el mismo demandado, aunque éstas
provengan de títulos diversos, que es lo que, según ARÍSTIDES RENGEL
ROMBERG, se denomina en la ley adjetiva civil como “acumulación de
pretensiones en un mismo libelo”, las cuales, a los fines de la determinación de la
competencia de los tribunales en razón de la cuantía, no se suman, sino que
conservan su individualidad, y se fija entonces el valor de la causa con base en el
mayor valor de una de ellas individualmente consideradas.106
De modo pues, que para determinar el valor de la causa, a los fines de la
determinación de la competencia de los tribunales en razón de la cuantía, en los
casos de acumulación objetiva de pretensiones se debe precisar, primeramente, si
éstas derivan del mismo o provienen de títulos diferentes, pues en razón de la
causa u origen de tal acumulación tienen su tratamiento respectivo. Así las cosas:
1.- En el primer caso, esto es, cuando se trata de acumulación objetiva de
pretensiones que derivan del mismo título, para determinar el valor de la causa, a
los fines de la determinación de la competencia de los tribunales en razón de la
cuantía, de acuerdo con el artículo 33 del CPC, se suman el valor de todos y cada
uno de los puntos contenidos en la demanda y el resultado será el importe de la
causa.
Al respecto, HUMBERTO ENRIQUE III BELLO TABARES y DORGI
DORALYS JIMÉNEZ RAMOS brindan un buen ejemplo de este supuesto, al
referirse a las demandas por accidentes de tránsito, en el cual la víctima reclama
el daño material causado, el lucro cesante, el daño emergente y los daños morales

106
Cfr. Arístides Rengel Romberg. Ob. Cit. Vol I. Pág.319.

104
producidos como consecuencia de la colisión, caso en el cual, las reclamaciones
tienen como común denominador el título o la causa que los produjo, esto es, el
accidente de tránsito, por lo que para determinar el valor de la
demanda, se sumarán todos los puntos o conceptos contenidos en el libelo. 107
(P.48)
2.- En cambio, en el segundo supuesto, vale decir, cuando se trata de
acumulación objetiva de pretensiones que derivan de títulos diferentes o de
“acumulación de pretensiones en un mismo libelo”, para determinar el valor de la
causa, a los fines de la determinación de la competencia de los tribunales en
razón de la cuantía, de acuerdo con el artículo 77 del CPC, las diversas acciones
acumuladas en el libelo de demanda no se suman, sino que conservan su
individualidad, y por ello, el valor de la causa se fija con base en el mayor valor de
una de ellas individualmente consideradas.
Siguiendo a RAFAEL ORTIZ-ORTIZ, un buen ejemplo de “acumulación de
pretensiones en un mismo libelo”, sería el siguiente: A demanda en un mismo
libelo a B para que le pague una deuda de dinero equivalente a tres mil UT (3.000
U.T), así como también la devolución de un vehículo dado en calidad de
préstamo, estimado en la cantidad equivalente a cinco mil UT (5.000 U.T), y el
pago de una suma equivalente a diez mil UT (10.000 U.T), por concepto del daño
causado a una propiedad de A; en cuyo caso, se trataría de varias pretensiones
acumuladas contra el mismo demandado B, que derivan, cada una de ellas, de
diferentes títulos; y por tanto, el valor de la causa, a los fines de la determinación
de la competencia de los tribunales en razón de la cuantía, no se determina
sumando los diferentes montos, sino tomando en cuenta la pretensión de mayor
valor –en este caso, la suma equivalente a diez mil UT (10.000 U.T)-, y éste será
el monto que determine la valoración de la cuantía del juicio. Se entiende así,
claramente, la regla de que si las diversas pretensiones derivan del mismo título
bastara con sumar los respectivos valores de los puntos contenidos en la

107
Humberto Enrique III Bello Tabares y Dorgi Doralys Jiménez Ramos. Ob. Cit. Pág.48.

105
demanda, mientras que si las varias acciones acumuladas en el mismo libelo
emanan de títulos diferentes, se toma en cuenta la pretensión de mayor valor.108

4) Pretensiones en las que varias personas demandan a una o más la parte que tengan en un
mismo crédito, o de las causas con acumulación subjetiva de pretensiones.

El artículo 34 del CPC dispone que: “Cuando varias personas demanden de una o
más, en un mismo juicio, el pago de la parte que las demandantes tengan en un mismo crédito, el
valor de la causa se determinará por la suma total de las partes reclamadas ”.

Se consagran en la norma legal antes transcrita las pautas para fijar el valor
de la causa, a los fines de la determinación de la competencia de los tribunales en
razón de la cuantía, en los casos de acumulación subjetiva de pretensiones, que
ocurre cuando varias personas demandan, en un mismo juicio, a otra o más
personas obligadas, la parte que les corresponde a cada uno de los actores en un
mismo crédito.
Al comentar el artículo 70 del CPC de 1916 –equivalente al artículo 34 del
CPC de 1987-, ARMINIO BORJAS expone que dicha norma legal se refiere a una
sola y única acción propuesta por varios actores, porque lo que éstos reclaman de
su deudor común, o de sus varios deudores comunes, son las partes que tienen
en un mismo crédito común a todos los demandantes, señalando también que no
se trata de varias acciones, sino de varios demandantes, pues la pluralidad de
éstos no implica la pluralidad de aquéllas.109
De acuerdo con ARÍSTIDES RENGEL ROMBERG, los extremos que supone
la regla contenida en el artículo 34 del CPC, son los siguientes: a) Varios
demandantes y un solo demandado. b) Varios demandantes y varios
demandados. c) Una obligación divisible. Por tanto, en el dominio de la regla no
entran las obligaciones indivisibles o solidarias, ni los créditos que deriven de
títulos diversos a favor de varios acreedores, pues se trata en la regla de partes en
un mismo crédito, lo que supone la unidad del título y la divisibilidad de la
obligación; a lo cual agrega dicho autor que:

108
Cfr. Rafael Ortiz-Ortiz. Ob. Cit. Pág.217.
109
Arminio Borjas. Comentarios al Código de Procedimiento Civil. Tomo I. Colección Clásicos del
Derecho. Caracas. Editorial Atenea. Primera Edición. 2007. Pág.211.

106
“De diversos modos pueden resultar varias personas copartícipes de un crédito contra el
deudor o los deudores comunes: el crédito, perteneciente originalmente a un solo
acreedor, ha podido pasar a sus herederos. El crédito ha podido ser adjudicado a varios
comuneros en la división de la comunidad. El crédito ha podido ser cedido a varios en
proporciones iguales o diferentes. El deudor o los deudores han podido contraer
originalmente la deuda en favor de varios acreedores en proporciones iguales o distintas,
etc.”110

Se trata, entonces, de la existencia de un crédito contraído por una o más


personas a favor de varios acreedores, de modo que las pretensiones derivan de
un mismo título –crédito-, cuyo pago es pretendido por algunos de los acreedores,
formando así un litis consorcio facultativo activo, quienes demandan o reclaman a
una persona o a varias, el pago de su respectiva parte o cuota del crédito que para
con cada uno de ellos tiene con él o los demandados, y en el que el valor de la
causa, a los fines de la determinación de la competencia de los tribunales en
razón de la cuantía, se fija por la sumatoria total de cada una de las partes
reclamadas.
La demanda puede estar dirigida contra una misma o varias personas –lo que
daría lugar a un litis consorcio necesario pasivo-, siempre y cuando el título sea el
mismo.
El valor de la demanda estaría determinado por la totalidad de la obligación, si
todos los copartícipes del crédito demandasen la respectiva parte que les
corresponde, puesto que la suma las partes, en este caso, sería el total del
crédito.
Por último, ARÍSTIDES RENGEL ROMBERG expone que si la obligación
fuese solidaria respecto de varios acreedores, aun siendo uno el demandante, el
valor de la demanda se determinará por el valor íntegro de la obligación, pues no
se trata en este caso de cobro de parte en un crédito, sino de cobro del crédito
mismo en su totalidad.111

5) Pretensiones de pago de prestaciones alimentarias y de rentas.

110
Cfr. Arístides Rengel Romberg. Ob. Cit. Vol. I. Págs.321-322.
111
Cfr. Arístides Rengel Romberg. Ob. Cit. Vol. I. Pág.323.

107
Las pautas para fijar el valor de la causa, a los fines de la determinación de la
competencia de los tribunales en razón de la cuantía, en los casos de
pretensiones de pago de prestaciones dinerarias y de rentas, están previstas en el
artículo 35 del CPC, el cual dispone que:

Artículo 35.— Si se demandaren prestaciones alimentarias periódicas, el valor de la


demanda se determinará por el monto de las prestaciones reclamadas; pero si la
obligación estuviere discutida, su determinación se hará por suma de dos anualidades.
Cuando se demande el pago de una renta de cualquier denominación que sea, el valor se
determinará acumulando las anualidades reclamadas, pero si el título estuviere discutido,
el valor se determinará acumulando diez anualidades. Esta regla se aplica también para
determinar el valor de las causas relativas a prestaciones enfitéuticas.

La norma en cuestión prevé tres (3) supuestos, que son: i.- Las demandas
que tienen por objeto el pago de prestaciones alimentarias periódicas; ii.- Las
demandas que versan sobre el pago de una renta, cualquiera que sea su
denominación y iii.- Las demandas relativas a prestaciones enfitéuticas.
En el primero de los casos -demandas que tienen por objeto el pago de
prestaciones alimentarias periódicas-, el valor de la causa, a los fines de la
determinación de la competencia de los tribunales en razón de la cuantía, se
establece en atención al monto de las prestaciones reclamadas, salvo que exista
controversia en relación a la obligación misma, en cuyo supuesto el valor de la
demanda se determinará sumando dos (2) anualidades.
Por cuanto el conocimiento de las demandas por pago de prestaciones
alimentarias de niños, niñas y adolescentes –u obligaciones de manutención-, está
atribuido a los tribunales de protección de niños, niñas y adolescentes, de acuerdo
con el artículo 177.D de la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y
Adolescentes (LOPNNA)112, en razón de la materia, por lo que en tales casos, el
valor de la demanda no se toma en consideración a los fines de la determinación
de la competencia; la regla antes indicada sólo es aplicable a las demandas por
pago de prestaciones alimentarias que deben ser conocidas y decididas por los
tribunales ordinarios civiles, como las previstas en el artículo 284 del CC.
La fijación del valor de la causa, a los fines de la determinación de la
competencia de los tribunales en razón de la cuantía, para el segundo y tercero

112
Publicada en la GORBV Nro. 6.185 Extraordinario de fecha 08 de junio de 2015.

108
de los casos contemplados en el artículo 35 del CPC, relativos, respectivamente, a
las demandas que versan sobre el pago de una renta, cualquiera que sea su
denominación –perpetua, vitalicia o temporal-, y a las demandas sobre
prestaciones enfitéuticas; se hace, para ambas pretensiones, de la misma manera,
en tanto que en uno y otro caso se establece en atención al monto de las
anualidades –o mensualidades, si fuere el caso- reclamadas, salvo que la
obligación estuviere discutida, en cuyo supuesto el valor de la demanda se
determinará sumando diez (10) anualidades.

6) Pretensiones sobre la validez o continuación de un arrendamiento.

El artículo 36 del CPC dispone que:

Artículo 36.- En las demandas sobre la validez o continuación de un arrendamiento, el


valor se determinará acumulando las pensiones sobre las cuales se litigue y sus
accesorios. Si el contrato fuere por tiempo indeterminado, el valor se determinará
acumulando las pensiones o cánones de un año.

Se consagran en la norma legal antes transcrita las pautas para fijar el valor
de la causa, a los fines de la determinación de la competencia de los tribunales en
razón de la cuantía, en los casos de demandas sobre la validez o continuación de
un contrato de arrendamiento.
Al comentar el artículo 72 del CPC de 1916 –equivalente al actual artículo 36
del CPC de 1987-, HUMBERTO CUENCA señala que cuando esa norma legal “se
refiere a los "accesorios" debe entenderse por éstos los daños y perjuicios, intereses vencidos,
gastos de cobranza, etc., todos los cuales se acumularán a las pensiones sobre las cuales se
litigue, siempre que se trate de contratos a tiempo determinado”.113

De acuerdo con el artículo 36 del CPC, en los casos de demandas sobre la


validez o continuación de un contrato de arrendamiento, para fijar el valor de la
causa, corresponde distinguir, primeramente, si se trata de contratos a tiempo
determinado o indeterminado.
Así, cuando la pretensión versa sobre contratos de arrendamiento por tiempo
determinado, en los que se demanda o bien la validez -nulidad- del convenio o su
continuación -resolución o cumplimiento-, el valor de la causa se determinará
113
Humberto Cuenca. Ob. Cit. Págs.44-45.

109
sumando las pensiones o cánones de arrendamiento sobre los cuales se litigue y
sus accesorios, si los hubiere; pero si se trata de contratos de arrendamiento por
tiempo indeterminado, el valor de la causa se determinará sumando o
acumulando las pensiones arrendaticias o cánones de un año.
En interpretación del referido artículo 36 del CPC, mediante la Sentencia
Nro.77 de la SCC-TSJ del 13 de abril de 2000, se procedió a unificar el criterio
aplicable para la determinación de la cuantía en el supuesto de demanda de
contratos de arrendamiento, estableciendo al efecto las siguientes reglas:

“La Sala considera necesario unificar el criterio aplicable para la determinación de la


cuantía en el supuesto de demanda de contratos de arrendamiento. En este sentido, se
establece lo siguiente: a) Si se trata de demandas por resolución de contratos de
arrendamiento por pensiones insolutas, se aplicará el criterio transcrito precedentemente,
contenido en la decisión de la Sala de fecha 29 de septiembre de 1999; b) Si se trata de
demandas de cumplimiento de contrato de arrendamiento, sean éstos a tiempo
determinado o indeterminado, donde no se demanden el pago de pensiones insolutas ni
accesorios, como en el caso de autos, el valor de la pretensión estará determinado por la
estimación efectuada por el actor en el libelo de la demanda, siempre que la misma no
haya sido rechazada por el demandado, tal como lo establece el artículo 38 del citado
Código de Procedimiento Civil...”114

7) Pretensiones de prestaciones en especie.

El artículo 37 del CPC contiene la regla para la estimación del valor de la


causa en los casos de prestaciones en especie, al disponer que: "En los casos de los
dos artículos anteriores, o en otros semejantes, si la prestación debe hacerse en especie, su valor
se estimará por los precios corrientes en el mercado".

El citado precepto jurídico remite a “los casos de los dos artículos anteriores, o en otros
semejantes”, por tanto, refiere a los supuestos de pretensiones de pago de
prestaciones dinerarias y de rentas, a los de pretensiones sobre la validez o
continuación de un arrendamiento –previstos, respectivamente, en los artículos 35
y 36 del CPC-, u a otros semejantes, que deben hacerse en especie, entendiendo

114
Véase Sentencia Nro.77 de la SCC-TSJ del 13 de abril de 2000, disponible en disponible en
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scc/abril/RH-77-130400-00001.HTM, cuyo criterio ha sido ratificado en
Sentencia Nro.125 de la SCC-TSJ del 17 de febrero de 2006, disponible en
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scc/Febrero/REG-00125-170206-05346.htm, y en Sentencia Nro.516 de
la SCC-TSJ del 26 de julio de 2012, disponible en
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scc/Julio/RH.000516 -26712-2012-12-263.html, todos consultados
el 24/11/2018.

110
por tales -obligaciones en especie-, de acuerdo con HUMBERTO CUENCA,
aquellas que “recaen generalmente sobre mercancía, frutos, víveres, licores, etc .115
En todos esos supuestos, si la prestación correspondiente debe hacerse en
especie, la estimación del valor de la causa, a los fines de la determinación de la
competencia de los tribunales en razón de la cuantía, se hará
“por los precios corrientes en el mercado" de la respectiva prestación en especie.
Y para conocer lo que debe entenderse “por los precios corrientes en el mercado",
ARÍSTIDES RENGEL ROMBERG116 remite al contenido del artículo 118 del
Código de Comercio117, que dice:

Artículo 118: Siempre que se deba determinar el curso del cambio, el justo precio o el
precio corriente de las mercancías, de los seguros, fletes y transportes por tierra y por
agua, de las primas de seguros, de los efectos públicos y de los títulos industriales, se
recurrirá para hacer la determinación a la lista de cotización de la Bolsa de la localidad y,
en su defecto, se recurrirá a todos los medios de prueba.

A partir de lo dispuesto en la antes citada norma legal, HUMBERTO


ENRIQUE III BELLO TABARES y DORGI DORALYS JIMÉNEZ RAMOS exponen
que el demandante, junto con su libelo debe producir la respectiva lista de
cotización de la Bolsa, y en defecto de ella, de tratarse de frutos, productos
industriales, víveres u otras mercancías, las listas de precios provenientes de
los organismos públicos que los regulen; o de la cámara de comercio de la
localidad, o cualquier otro medio de prueba pertinente e idóneo, ya que en
base a ellas será estimado tanto el valor de la prestación en especie reclamada,
como el valor de la causa, a los fines de la determinación de la competencia de los
tribunales en razón de la cuantía.118

B. Reglas para la estimación del valor de las causas con pretensiones apreciables en dinero,
cuyo valor no consta expresamente.

Cuando se trata pretensiones que son apreciables en dinero y cuyo valor de


la cosa demandada no conste expresamente, se permite al demandante

115
Humberto Cuenca. Ob. Cit. Pág.45.
116
Cfr. Arístides Rengel Romberg. Ob. Cit. Vol.I. Pág.325.
117
Publicado en la GORV Nro.475 Extraordinario de fecha 21 de diciembre de 1955.
118
Humberto Enrique III Bello Tabares y Dorgi Doralys Jiménez Ramos. Ob. Cit. Pág.47.

111
efectuar una “estimación” del valor de la causa, a los fines de la determinación
de la competencia de los tribunales en razón de la cuantía; y es la situación que
está regulada por el artículo 38 del CPC.

1) Demandas cuyo valor no consta expresamente, pero es apreciable en dinero.

En efecto, la regla para la estimación del valor de la causa en los casos de


demandas cuyo valor no consta, pero es apreciable en dinero, está prevista en el
artículo 38 del CPC, el cual, en su parte pertinente, dice que: “ Cuando el valor de la
cosa demandada no conste, pero sea apreciable en dinero, el demandante la estimará”.
La norma legal parcialmente transcrita refiere que la cosa objeto de la
demanda es apreciable en dinero, pero su valor no consta, y ordena al
demandante estimarla.
Tales son los casos –afirma ARÍSTIDES RENGEL ROMBERG- “de las acciones
reales, las posesorias, las de cumplimiento, nulidad o rescisión de contratos y las de indemnización
de daños y perjuicios, en que bien puede no constar su valor, pero es posible estimarlo en
dinero”.119

Por su parte, RAFAEL ORTIZ-ORTIZ señala que la estimación del valor de la


pretensión deberá hacerla el actor en el propio libelo de demanda, pero que no ha
de ser una estimación caprichosa, sino que, para hacerla, el demandante debe
tomar en cuenta las circunstancias de la cosa, v. gr., su productividad, su situación
y estado, su naturaleza, los incrementos o mejoras que haya sufrido, si este fuere
el caso, que contribuyan realmente a hacer una estimación justa de la cosa, y
además, el demandante debe probar en el proceso todas estas circunstancias, a
fin de que el juez pueda considerar ajustada a la verdad dicha estimación.120
Para HUMBERTO ENRIQUE III BELLO TABARES y DORGI DORALYS
JIMÉNEZ RAMOS, el accionante deberá estimar el valor de la pretensión en
el libelo de la demanda, so pena de sufrir las consecuencias adversas de la
falta de estimación, como lo podrá ser el no acceso a la sede casacional o la
no determinación del treinta por ciento (30%) del valor de lo litigado para el
cobro de las costas procesales, entre otras circunstancias; pero que la

119
Cfr. Arístides Rengel Romberg. Ob. Cit. Vol. I. Pág.326.
120
Cfr. Rafael Ortiz-Ortiz. Ob. Cit. Pág.217.

112
eventual falta de estimación de la demanda por la parte accionante, puede
ser suplida por el demandado en la contestación de la demanda, quien podrá
estimar el valor de la misma.121

2) La impugnación a la estimación de la cuantía de la pretensión cuyo valor no consta


expresamente, pero es apreciable en dinero.

En los supuestos de pretensiones apreciables en dinero, en las cuales no


conste expresamente el valor de la cosa demanda, a la par de facultar al actor
para realizar una “estimación” prudencial del valor de la causa, también se
otorga al demandado la posibilidad de impugnar tal estimación al momento de
contestar la demanda al fondo, cuya incidencia debe resolverse como punto
previo en la sentencia definitiva.
Así, estimado el valor de la demanda por el actor, la ley concede al
demandado la facultad de rechazar dicha estimación cuando la considere
insuficiente o exagerada, formulando al efecto su contradicción al contestar la
demanda; y a ello es lo que alude el artículo 38 del CPC al disponer, en su parte
pertinente, que: “El demandado podrá rechazar dicha estimación cuando la considere
insuficiente o exagerada, formulando al efecto su contradicción al contestar la demanda”.

Esta facultad se justifica –dice ARÍSTIDES RENGEL ROMBERG, citando a


BORJAS-, “porque la inexacta estimación de la demanda por el actor pudiera perjudicar al
demandado, bien porque hiciera caer la causa dentro de la competencia de un juez que no
conviniese a sus intereses, o ya porque pudiera afectarle en materia de costas con relación a la
tasación de los honorarios de los apoderados de la parte contraria, o bien, finalmente, en lo
referente a la admisibilidad o inadmisibilidad de cierta clase de pruebas .”122

RAFAEL ORTIZ-ORTIZ, por su parte, con base en un sentido amplio del


ejercicio de la defensa procesal, sostiene que cualquiera que haya sido la
estimación del valor de la pretensión por parte del actor, siempre cabe la
posibilidad de que el demandado pueda objetar dicha estimación por considerarla

121
Humberto Enrique III Bello Tabares y Dorgi Doralys Jiménez Ramos. Ob. Cit. Pág.54. Al respecto se
observa que, al tratar el punto relativo al valor de la causa como requisito de la demanda, se ha asumido una
posición contraria a la de estos reputados autores, por estimar que, frente a tal omisión del escrito libelar, lo
procedente sería la oposición de la cuestión previa de defecto de forma de la demanda, prevista en el ordinal
6º del artículo 346 del CPC.
122
Cfr. Arístides Rengel Romberg. Ob. Cit. Vol.I. Pág.328.

113
insuficiente o exagerada; y por ello, aunque pudiera pensarse que esta
impugnación se produce solamente cuando el valor la demanda no conste pero
sea apreciable en dinero, tal como comienza la redacción del artículo 38 del CPC,
aduce que, sin embargo no hay ninguna razón para que demandado no pueda
impugnar la estimación de la cuantía de la pretensión en cualesquiera de los otros
supuestos en los que la ley adjetiva civil prevé la posibilidad de determinación y
estimación del valor de la demanda, comprendidos en los artículos 31 al 37
ejusdem.123
En este papel, en atención a lo expuesto supra en relación a la distinción entre
“determinar” y “estimar” el valor de la demanda que hace nuestra ley adjetiva civil;
en tanto que, en los artículos 31 al 36 del CPC, se ha procedido a “fijar los
términos de algo”, al establecer, en cada una de esas normas y según la
naturaleza del asunto, las pautas o condiciones para “determinar” el valor de la
demanda con pretensiones que son apreciables en dinero y cuyo valor consta
expresamente; mientras que, en los artículos 37 y 38 del CPC, lo que se ha hecho
es “apreciar, poner precio, evaluar algo”, en cuanto que, en uno y otro caso, se
faculta al demandante para “estimar” el valor de la prestación en especie, o el de
la cosa demandada cuando el mismo no conste expresamente; se considera que,
en efecto, la posibilidad de que el demandado pueda objetar la estimación de la
cuantía de la pretensión por considerarla insuficiente o exagerada; es extensible
no sólo al caso expresamente previsto en el artículo 38 del CPC, sino también al
contemplado en el artículo 37 ejusdem; ya que sólo en ambos supuestos, según
se ha visto, es que se faculta al demandante para “estimar” el valor de la
pretensión –y como contrapartida, se debe permitir al demandado impugnar tal
estimación por insuficiente o exagerada-; sin que tal potestad pueda ser aplicable
a los casos regulados por los artículos 31 al 36 del CPC, en los que no se “estima”
el valor de la demanda, sino que se le “determina”, según las reglas consagradas
en cada una de esas normas legales.

i. Oportunidad procesal para plantearla y naturaleza procesal de la impugnación a la


estimación de la cuantía de la pretensión.

123
Cfr. Rafael Ortiz-Ortiz. Ob. Cit. Págs.219-220.

114
Ya se ha visto que el artículo 38 del CPC, en su parte pertinente, establece
que: “El demandado podrá rechazar dicha estimación cuando la considere insuficiente o
exagerada, formulando al efecto su contradicción al contestar la demanda”.

Conforme a la norma parcialmente transcrita, la única oportunidad que tiene el


demandado para cuestionar la estimación del valor de la pretensión se presenta al
formular la respectiva contestación de la demanda.
La circunstancia de que el demandado pueda rechazar la estimación de la
demanda al contestar la misma ha motivado una discusión doctrinaria en relación
a la naturaleza de tal impugnación, que es considerada por unos como excepción
procesal, mientras que para otros, ostenta el carácter de defensa de fondo.
En el primer grupo ubicamos a ARÍSTIDES RENGEL ROMBERG, para quien
la mencionada circunstancia no le atribuye a esta defensa el carácter de
excepción de fondo o perentoria, ya que la misma sigue siendo en el sistema
actual una excepción procesal, que no se refiere al mérito de la controversia, sino
a una cuestión (valor de la demanda) que puede obstar a una decisión del juez
sobre el mérito de la demanda (presupuesto de la decisión sobre el fondo), y
éstas, por su naturaleza, son siempre previas al fondo. Lo que ocurre –dice dicho
autor- en nuestro sistema es, simplemente, que el legislador en lugar de permitir
una incidencia previa sobre esta cuestión, ordena que la misma sea propuesta al
momento de la contestación de la demanda, junto con las defensas de fondo o
perentorias, para que sea resuelta en la oportunidad del fallo definitivo, como
punto previo de este.124
En ese mismo orden de ideas se expresa ROMAN J. DUQUE CORREDOR,
quien al analizar auto de la SCC de la extinta Corte Suprema de Justicia del 05 de
agosto de 1997, en la que dicho órgano jurisdiccional revisó su anterior doctrina a
la luz del texto del artículo 38 del CPC, señala que en primer término, es verdad
que si se anula una sentencia por el motivo de incongruencia, se está aplicando el
ordinal 5º del artículo 243 ejusdem, que se refiere a que la decisión ha de
comprender tanto la pretensión deducida, como las excepciones y defensas

124
Cfr. Arístides Rengel Romberg. Ob. Cit. Vol. I. Pág.329.

115
opuestas; y que por tanto, el rechazo de la estimación de la demanda es una
defensa que pasa a ser parte del thema decidendum. Sin embargo –agrega-, no
constituye una excepción propiamente dicha por cuanto con su ejercicio no se
pretende enervar o destruir la pretensión demandada, sino obstaculizar la
sentencia por el Juez que se considera incompetente. En otras palabras –dice
dicho autor-, no es una defensa sobre el derecho reclamado sino sobre el
proceso.125
En cambio, para HUMBERTO ENRIQUE III BELLO TABARES y DORGI
DORALYS JIMÉNEZ RAMOS, la impugnación a la estimación de la demanda
que puede hacer el demandado, es una defensa de fondo que debe hacerse
al momento de contestar la demanda, en el entendido –consideran- que
dicha impugnación no tiende a cuestionar en forma directa la competencia
del órgano jurisdiccional, solo el valor de la demanda estimado por el
accionante.126
HUMBERTO CUENCA, por su parte, también refiere que, en principio, la
doctrina considera el rechazo de la estimación como una defensa de fondo
que debe ser opuesta expresa y formalmente al contestar la demanda, aun
cuando, agrega, técnicamente le parece una excepción perentoria de hecho,
en atención a que el artículo 74 del anterior CPC –equivalente al actual
artículo 38 de la ley adjetiva civil-, contiene una exigencia expresa que no
puede considerarse implícita dentro de la fórmula general con que en nuestro
medio forense se acostumbra contestar la demanda. 127
La anterior línea argumentativa es seguida por ANIBAL RUEDA y MAGALY
PERRETTI DE PARADA, quienes al efectuar algunas reflexiones sobre la
naturaleza jurídica del rechazo a la estimación de la demanda, evocan sentencia
de la SCC de la extinta Corte Suprema de Justicia del 07 de marzo de 1985, en la
que se dejó establecido lo siguiente:

125
Román J. Duque Corredor. “La interpretación del artículo 38 del Código de Procedimiento Civil por la
reciente doctrina de la casación civil venezolana” en Derecho Procesal Civil Jornadas Homenaje a los 50
años de docencia del Doctor Aníbal Rueda. Valencia. Vadell Hermanos Editores. 1998. Págs.129-141.
126
Humberto Enrique III Bello Tabares y Dorgi Doralys Jiménez Ramos. Ob. Cit. Pág.55.
127
Humberto Cuenca. Ob. Cit. Pág.48.

116
“Es también de principio, el hecho de que la doctrina considera el rechazo de la
estimación de la demanda como una defensa perentoria que debe ser opuesta
expresamente al contestar de fondo la demanda, de manera que el Juez, en su decisión,
resuelva también la cuestión en forma expresa, positiva y precisa. Para Cuenca, el
rechazo de la estimación de la demanda es una defensa perentoria de hecho, y no le
basta simplemente al demandado rechazar la estimación, sino es indispensable que en el
debate probatorio demuestre que la estimación es excesiva o demasiado reducida”.128

A dicha corriente que propugna que la impugnación a la estimación de la


demanda es una defensa de fondo, se suma también la antes referida
Sentencia Nro.24 de la SCC-TSJ del 30 de enero de 2008, en la que se
expuso que:

“Ahora bien, siendo que la impugnación a la cuantía estimada en la demanda, es una


defensa de fondo, la misma no puede oponerse como cuestión previa, por lo que no
buscaría directamente objetar la competencia del tribunal que conoce en primera
instancia, sino la de impugnar la cuantía de la demanda que ha sido realizada por el
actor a los fines de establecer el interés principal del asunto discutido”.129

Al respecto, se estima que la consideración sobre la naturaleza procesal


de la contradicción que puede plantear el demandado a la estimación del valor de
la demanda hecha por el actor, implica focalizar la atención, más en torno a su
objeto o al fin que con ella se persigue, y no tanto en la oportunidad en que
puede ser propuesta.
En efecto, si con la impugnación a la estimación de la cuantía de la demanda
hecha por el actor, el demandado lo que cuestiona es la señalada valoración por
considerarla insuficiente o exagerada y su formulación tiene por objeto la fijación
de una nueva cuantía de la demanda –menor o mayor que la estimada en la
demanda-; pero sin que con ella el accionado exponga argumentos que ataquen o
combatan el fondo de la pretensión planteada en su contra; luce más apropiado
atribuirle una naturaleza de excepción procesal, antes que asignarle la condición
de defensa de fondo, por el mero hecho de ser opuesta en la oportunidad de la
contestación de la demanda.

128
Aníbal José Rueda y Magaly Perretti de Parada. La cuantía en casación. Valencia. Vadell Hermanos
Editores. 1998. Págs.112-113.
129
Véase Sentencia Nro.24 de la SCC-TSJ del 30 de enero de 2008, disponible en
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scc/enero/RC-00024-300108-07680.HTM, consultada el 25/11/2018.

117
En todo caso, lo que si debe tenerse en claro es que la contradicción que
puede plantear el demandado a la estimación del valor de la demanda hecha por
el actor, bien sea que se le tenga como excepción procesal o como defensa de
fondo, según el artículo 38 del CPC, es oponible únicamente en el correspondiente
escrito de contestación a la demanda.

ii. Diferencias entre la impugnación a la estimación de la cuantía de la pretensión y la


cuestión previa de incompetencia del tribunal por razón de la cuantía.

La contradicción que, según el artículo 38 del CPC, puede plantear el


demandado a la estimación del valor de la demanda hecha por el actor, en la
oportunidad de la contestación a la demanda no debe ser confundida con la
impugnación relativa a la incompetencia del tribunal en razón de la cuantía que
debe realizar el demandado a través de la oposición de la cuestión previa
prevista en el ordinal 1° del artículo 346 ejusdem, en razón de que cada una de
esas defensas por parte del demandado persiguen un fin distinto, y por ende, su
declaratoria produce diferentes efectos.

a. Implicaciones procesales de la impugnación a la estimación de la cuantía de la


pretensión.

En el primero de los casos –impugnación a la estimación de la cuantía de la


demanda hecha por el actor- lo que se cuestiona es la señalada estimación por
considerarla insuficiente o exagerada, esto es, que el valor de la pretensión es
menor o mayor al señalado por el demandante, pero sin que se discuta –al menos
directamente- la competencia del tribunal que viene conociendo de la causa, en
tanto que ello no constituye razón ni fundamento de la citada oposición.
En tal supuesto, su formulación tiene por objeto la fijación de una nueva
cuantía de la demanda –menor o mayor que la estimada en la demanda- cuya
declaratoria, en capítulo previo de la sentencia definitiva, produce los efectos de
que si, eventualmente, la causa resulta por la cuantía de la competencia de un
Tribunal distinto, será éste quien resolverá sobre el fondo de la demanda y no será
motivo de reposición la incompetencia sobrevenida del Juez que venía conociendo
del mismo, la cual, si la hubiere –la incompetencia del tribunal que venía

118
conociendo- en todo caso, sería, se insiste, consecuencia –y no causa de- la
impugnación.
En otras palabras, la impugnación a la estimación de la cuantía de la
demanda hecha por el actor no se propone con el objeto de cuestionar en forma
directa la competencia del órgano jurisdiccional que viene conociendo del
asunto, sino que lo que se controvierte es el valor de la demanda estimado
por el accionante; pero dado que tal estimación del actor ha sido hecha a los
fines de la determinación de la competencia de los tribunales en razón de la
cuantía, lógicamente, que tiene influencia –al menos indirectamente- sobre
tal aspecto, en tanto que, en algunos casos, podría producir una eventual
incompetencia sobrevenida del tribunal que conoce de la causa, por efecto de la
decisión que se dicte sobre tal oposición a la estimación de la demanda y de las
pruebas que relativas a este hecho se trajeran a los autos.
Un par de ejemplos podría contribuir a aclarar mejor el objeto de la
impugnación a la estimación de la cuantía de la demanda. Así, piénsese en que:
1.- A demanda a B para que le indemnice los daños y perjuicios causados a
un bien de su propiedad, cuyo valor no consta expresamente, pero es susceptible
de apreciación dineraria y, por tanto, procede a estimarlos a una suma equivalente
a diez mil UT (10.000 U.T.), por lo que, en el contexto actual, regido por la aún
vigente RSPTSJ 2009-0006, incoa su demanda por ante un Juzgado de Primera
Instancia, a quien, como se sabe, se le ha atribuido competencia para conocer en
primera instancia de los asuntos contenciosos cuya cuantía exceda las tres mil UT
(3.000 U.T.). B, por su parte, al contestar la demanda, impugna la señalada
estimación del valor de la pretensión, aduciendo que la misma es exagerada y
caprichosa, por cuanto el demandante no ha tomado en cuenta la productividad
del bien, su situación y estado, su naturaleza, los incrementos o mejoras que haya
sufrido, etc, alegando entonces que la misma sólo asciende a cinco mil UT (5.000
U.T.).
2.- En sentido contrario, pero de forma análoga al supuesto antes expuesto, C
demanda a D y estima su pretensión en una suma equivalente a dos mil
quinientas UT (2.500 U.T.), cuantía ésta que, como es sabido, en el contexto

119
actual, regido por la aún vigente RSPTSJ 2009-0006, corresponde a la
competencia de los Juzgados de Municipio, ante quien se incoa la demanda. D
impugna dicha estimación aduciendo que la misma es insuficiente porque su valor
real es de cinco mil UT (5.000 U.T.).
Según lo expresado, lo que se cuestiona, en uno y otro ejemplo, es la
estimación hecha por actor por considerarla exagerada –en el primero- e
insuficiente –en el segundo-, pero sin que se discuta directamente la competencia
del tribunal que viene conociendo de una y otra causa, ya que ello no constituye
razón ni fundamento de las oposiciones hechas; y su formulación tiene por objeto
la fijación de una nueva cuantía de la demanda menor –en el primero- o mayor –
en el segundo- que la estimada en la demanda-.
La diferencia de uno y otro ejemplo radicaría, entonces, en los efectos de la
declaratoria que se haga, en capítulo previo de la sentencia definitiva, en relación
a la citada impugnación en tanto que, en el primer caso, independientemente de
que se declare con o sin lugar, la causa seguiría siendo conocida por el Juzgado
de Primera Instancia ante el cual se interpuso la demanda, en virtud de que
cualquiera que sea el valor final de la pretensión -diez mil UT (10.000 U.T.) según
el actor, o cinco mil UT (5.000 U.T.) según el demandado-, siempre estaría
encuadrada dentro del ámbito competencial de los Juzgados de Primera Instancia,
y al no haber controversia entre las partes en torno a la competencia del tribunal
que viene conociendo de la causa, la decisión de marras, ni siquiera para mayor
abundamiento, habría de contener pronunciamiento alguno en relación a ese
punto –competencia del tribunal-.
En el segundo ejemplo, la situación varía en el sentido de que sólo para el
caso de que se declare con lugar la impugnación opuesta por el demandado y se
considere que la cuantía es insuficiente es que, eventualmente, se podría producir
la incompetencia sobrevenida del Juzgado de Municipio que venía conociendo del
asunto, en virtud de que la nueva cuantía, según lo alegado y probado por el
demandado sería de cinco mil UT (5.000 U.T.), y por tanto, la causa resulta por la
cuantía de la competencia de un Tribunal distinto, que es el Juzgado de Primera
Instancia, quien resolverá sobre el fondo de la demanda y no será motivo de

120
reposición la incompetencia sobrevenida del Juez que venía conociendo del
mismo, la cual sería, se insiste, consecuencia de la declaratoria con lugar de la
impugnación -y no causa de ésta-.
Mientras que en el caso que se desestime la impugnación opuesta por el
demandado, tal Juzgado de Municipio seguiría siendo competente por la cuantía
para conocer del proceso, y entrará a sentenciar el fondo de la causa, sin que
tenga que decidir sobre el tema de la competencia; y por tanto, como se ha visto,
el pronunciamiento que se hace en relación a la incompetencia sobrevenida del
tribunal que viene conociendo de la causa es totalmente accesorio y dependiente
de la resolución tomada en torno a la impugnación a la estimación del valor de la
pretensión.

b. Implicaciones procesales de la cuestión previa de incompetencia del tribunal por


razón de la cuantía.

Situación contraria a la expuesta en el punto precedente es la que se presenta


en el caso de la impugnación relativa a la incompetencia del tribunal en razón de
la cuantía, planteada por el demandado a través de la oposición de la cuestión a
cuestión previa prevista en el ordinal 1° del artículo 346 del CPC, en la que se
ataca directamente la facultad de juzgamiento que ese órgano judicial se ha
atribuido para conocer de la causa, la cual se le contradice aduciendo que la
misma debe ser conocida por otro tribunal en atención al valor de la pretensión.
Como se ve, en este supuesto, la controvertida competencia constituye la
base de la impugnación –y no el valor de la pretensión que haya estimado el actor-
y su planteamiento tiene por fin que la causa pase a ser conocida por el tribunal al
que se reputa como competente; cuya declaratoria, mediante sentencia
interlocutoria que resuelva la indicada cuestión previa, produce los efectos,
conforme al artículo 353 del CPC, de pasar los autos al Juez competente para
que continúe conociendo, conforme al procedimiento que deba seguir.

iii. Fundamentos de la impugnación a la estimación de la cuantía de la pretensión.

De acuerdo con el artículo 38 del CPC, el demandado está facultado para


impugnar, en la oportunidad de la contestación al fondo de la demanda, la

121
estimación de la cuantía de la pretensión hecha por el actor “cuando la considere
insuficiente o exagerada”.

Como se ve, son dos las causas o razones en que la ley permite al
demandado fundar la contradicción a la estimación de la cuantía de la pretensión,
que son: i.- En los casos en que tal valoración es reputada como insuficiente,
que se verifica cuando el demandado considera que la cuantía de la pretensión,
derivado de la cosa demandada susceptible de apreciación dineraria y cuyo valor
no consta expresamente, es superior o mayor al señalado por el demandante; o ii.-
En sentido contrario, en los supuestos en que dicha cuantía es tenida por
exagerada, que tiene lugar cuando el demandado argumenta que el valor de la
mencionada cosa es inferior o menor al indicado por el actor.
No le es dado al demandado, por tanto, plantear la contradicción a la
estimación de la cuantía de la pretensión en forma pura y simple, sino que debe,
necesariamente, fundar su objeción en una cualquiera de las causas antes
indicadas, lo cual le impone alegar un hecho nuevo – que la cuantía es reducida o
exagerada-, y los motivos que lo inducen a tal afirmación; pudiendo, si lo
considera necesario, sostener una nueva cuantía; y ello conduce a que se traslade
al demandado la carga de la prueba sobre el valor de la cosa demandada –que
antes estaba en cabeza del actor-, debiendo también debe probar en juicio ese
hecho nuevo alegado, por lo que si nada prueba el demandado respecto de esa
impugnación, queda firme la estimación hecha por el demandante en el libelo de
demanda.
Lo expuesto en el párrafo anterior constituye la doctrina del Máximo Tribunal
sobre la impugnación de la cuantía, expresada a partir de la Sentencia Nro.12 de
la SCC-TSJ del 17 de febrero de 2000, en la que se expuso que:.

“Con respecto a esta afirmación la Sala revisa la veracidad de lo expuesto y observa que
el artículo 38 es categórico al indicar que el demandado puede rechazar la estimación
cuando la considere insuficiente o exagerada.
Es decir, se limita la facultad del demandado a alegar un nuevo hecho, que la cuantía es
reducida o exagerada y los motivos que lo inducen a tal afirmación; pudiendo, si lo
considera necesario, sostener una nueva cuantía.
No pareciera posible, en interpretación del artículo 38 del Código de Procedimiento Civil,
que el demandado pueda contradecir la estimación pura y simplemente, por fuerza debe
agregar el elemento exigido como es lo reducido o exagerado de la estimación, en

122
aplicación a lo dispuesto textualmente que ‘el demandado podrá rechazar la estimación
cuando la considere insuficiente o exagerada.’
Por tanto, el demandado al contradecir la estimación debe necesariamente alegar un
hecho nuevo, el cual igualmente debe probar en juicio, no siendo posible el rechazo puro
y simple por no estar contemplado en el supuesto de hecho de la misma.
Así, si nada prueba el demandado, en este único supuesto, queda firme la estimación
hecha por el actor”.130

El traslado al demandado de la carga de la prueba en relación a la estimación


del valor de la pretensión que se produce con ocasión de la impugnación
propuesta, so pena que si nada prueba el demandado respecto de esa
impugnación, queda firme la estimación hecha por el demandante en el libelo de
demanda, es un tema discutido en la doctrina patria.
En ese sentido, ROMAN J. DUQUE CORREDOR pone en duda que pueda ser
objeto de prueba un cálculo o una estimación, que más que la afirmación de un
hecho es un juicio de valor, y que por ello, la estimación no puede ser objeto de
prueba alguna. De allí que en verdad –dice el autor antes citado-, es difícil aplicar
mecánicamente las reglas probatorias de distribución de la carga de la prueba a la
estimación de las demandas cuyo valor no existe porque precisamente no es
deducible de elemento alguno, puesto que por definición en este tipo de
demandas su valor no consta en ninguna parte. Tratase –prosigue dicho escritor-
en verdad, de un juicio o raciocinio que como tal no es demostrable, sino sugerible
o convincente; y por tanto, si no se trata de una verdadera excepción el rechazo
de la estimación no debería existir una inversión de la carga de la prueba, sino que
de acuerdo al texto del artículo 507 del Código de Procedimiento Civil, en todo
caso, a ambas partes correspondería la prueba de sus afirmaciones sobre sus
respectivas estimaciones.131

130
Véase Sentencia Nro.12 de la SCC-TSJ del 17 de febrero de 2000, disponible en
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scc/febrero/12-170200-99417.HTM, cuyo criterio ha sido reiterado, entre
otras, en Sentencia Nro.948 de la SCC-TSJ del 18 de diciembre de 2007, disponible en
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scc/diciembre/RH-00948-181207-07778.HTM; en Sentencia Nro.645 de
la SCC-TSJ del 16 de noviembre de 2009, disponible en
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scc/noviembre/RC.00645-161109-2009-09-206.HTML; y en Sentencia
Nro.76 de la SCC-TSJ del 04 de marzo de 2011, disponible en
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scc/marzo/RC.000076 -4311-2011-10-564.HTML; consultados
todos el 26/11/2018.
131
Román J. Duque Corredor. “La interpretación del artículo 38 del Código de Procedimiento Civil por la
reciente doctrina de la casación civil venezolana”. Ob. Cit. Págs.138-139.

123
RICARDO HENRIQUEZ LA ROCHE, por su parte, considera que no parece
aceptable trasladar el problema de la prueba para la determinación de la
estimación de la demanda, porque las estimaciones no se pueden probar, dado su
carácter eminentemente subjetivo, lo cual no significa que toda estimación sea
caprichosa o arbitraria, sino que siendo una apreciación o valoración de algo, en
todo caso es un estimado o cálculo, supletorio de la ausencia de prueba del valor,
porque éste precisamente no consta en título alguno, y por ello es que la parte
inicial del artículo 38 manda hacer la apreciación del valor porque precisamente
éste no consta. Por tanto - agrega el autor citado-, no tiene sentido que por la sola
razón de la objeción que haga el demandado, se imponga al actor, o al
demandado, según el caso, hacer constar el valor que inicialmente no constaba.
En caso de disputa entre las partes –opina dicho autor- el Juez debe actuar,
teniendo en cuenta.los elementos del juicio que pueda derivar de los autos, y en
ausencia o defecto de éstos, determinará el valor sobre la base de su propia
estimación. Por ello, considera que el Juez debe actuar a su arbitrio, consultando
lo más equitativo y razonable para determinar cuál es el valor de la demanda;
límite que será máximo si el demandado lo considera exiguo, y que será mínimo si
el demandado lo considera exagerado. Concluye el autor citado afirmando, que
por esta razón no se justifica una articulación probatoria, pues, además de lo
anterior, debe recordarse que dicha valoración sólo persigue fines procesales, es
decir, determinar la competencia, el límite máximo de los honorarios profesionales,
y la eventual admisibilidad del recurso de casación.132
Por su parte, ANIBAL RUEDA y MAGALY PERRETTI DE PARADA, discrepan
de la posición asumida por RICARDO HENRIQUEZ LA ROCHE, aduciendo al
efecto que, si bien la estimación de la demanda tiene un carácter eminentemente
subjetivo, constituida por la apreciación o valoración de un hecho objetivo, sin
embargo, si el demandado la rechaza por considerarla exagerada o demasiado
reducida debería deducirse que posee una prueba que respalda su afirmación; por
lo que concluyen que los fines del valor de la pretensión que cita el autor al que
contradicen -–determinar la competencia, el límite máximo de los honorarios

132
Ricardo Henriquez La Roche. Código de Procedimiento Civil Tomo I. Ob. Cit.Págs.174-175.

124
profesionales y la eventual admisibilidad del recurso de casación-, constituyen
precisamente el soporte jurídico para admitir la prueba de la estimación de la
demanda, especialmente el relativo a la competencia del tribunal que esté
conociendo de un determinado proceso, y que por efecto de la prueba pertinente,
determine su incompetencia por la cuantía para seguir conociendo del mismo.133

iv. Decisión sobre la impugnación a la estimación de la cuantía de la pretensión en capítulo


previo de la sentencia definitiva.

Sigue diciendo el artículo 38 del CPC que: “El Juez decidirá sobre la estimación en
capítulo previo en la sentencia definitiva”.
De acuerdo con la norma legal parcialmente transcrita, la contradicción a
la estimación de la cuantía de la pretensión, bien sea que se le tenga como
excepción procesal o como defensa de fondo, debe ser resuelta por el juez que
viene conociendo de la causa en la oportunidad de la sentencia definitiva, como
punto previo al pronunciamiento a ésta.
Así las cosas, dada la influencia –al menos indirectamente- que tiene la
resolución en torno a la contradicción a la estimación de la cuantía de la
pretensión a los fines de la determinación de la competencia de los tribunales
en razón de la cuantía, en tanto que, en algunos casos, podría producir una
eventual incompetencia sobrevenida del tribunal que conoce de la causa; es por lo
que tal cuestión deberá ser resuelta, en la sentencia definitiva, como punto previo
al pronunciamiento de ésta; de modo que tal decisión priva, incluso, sobre otras
defensas o excepciones previas al fondo de la causa –como las previstas en el
artículo 361 del CPC- que hubieren sido opuestas en la contestación de la
demanda.

v. La eventual incompetencia sobrevenida del tribunal que viene conociendo de la causa,


cuando el asunto resulte por la cuantía de la competencia de un juzgado distinto.

Ya se ha visto antes134 que, en lo que toca al orden de la competencia por


razón del valor de la causa, la aplicación del principio de la perpetuatio
jurisdictionis supone que una vez se han precisado las situaciones de hecho, que

133
Aníbal José Rueda y Magaly Perretti de Parada. La cuantía en casación. Ob. Cit. Págs.114-115.
134
Véase página 82.

125
han permitido determinar cuál tribunal es el competente para conocer de un
asunto determinado en razón de su valor, ello no puede modificarse a lo largo del
proceso por el hecho de que se hayan producido “cambios posteriores” de tales
situaciones, salvo que la ley disponga otra cosa.
La parte final del artículo 38 del CPC es, precisamente, uno de esos casos
excepcionales en que la ley, por “cambios posteriores” de las situaciones de
hecho de la demanda, permite la modificación de la competencia de los tribunales
en razón de la cuantía, al disponer que cuando por virtud de la determinación que
haga el Juez en la sentencia, la causa resulte por cuantía de la competencia de un
Tribunal distinto, será éste quien resolverá sobre el fondo de la demanda y no será
motivo de reposición la incompetencia sobrevenida del Juez ante quien se
propuso la demanda originalmente.
De acuerdo con dicha norma legal, la resolución sobre la contradicción a la
estimación de la cuantía de la pretensión, que debe ser dictada en capítulo previo
de la sentencia definitiva, eventualmente, es capaz de modificar la competencia de
los tribunales en razón de la cuantía en aquellos casos en que la causa resulta por
la cuantía de la competencia de un Tribunal distinto.
Se sostiene que la indicada modificación de la competencia de los tribunales
en razón de la cuantía que podría producirse con ocasión de la resolución sobre la
contradicción a la estimación de la cuantía de la pretensión es eventual, porque su
acaecimiento tiene lugar, únicamente, en los casos en que la se declara con lugar
la impugnación propuesta y por ello la causa resulta por la cuantía de la
competencia de un Tribunal distinto; y tal situación no siempre está presente en
tales decisiones.
En efecto, de acuerdo con los ejemplos expuestos supra135, se ha visto que en
el contexto de la resolución sobre la contradicción a la estimación de la cuantía de
la pretensión, son dos (2) los escenarios que nos puede ofrecer tal decisión:
1.- Uno, que podría ser calificado como positivo, en tanto que en el mismo se
reafirma la competencia del juzgado que viene conociendo de la causa, que se
verifica cuando en vista de las pruebas aportadas por el demandado que impugnó

135
Véase página 114.

126
la estimación de la demanda, el tribunal en la sentencia definitiva observare –
independientemente de que declare con o sin lugar la contradicción-, que sigue
siendo competente por la cuantía para conocer del proceso, caso en el cual
entrará a sentenciar el fondo de la causa; y
2.- Otro, que podría ser considerado como negativo, en cuanto que en el
mismo el juzgado que viene conociendo de la causa se desprende o pierde su
competencia que hasta ese entonces tenía sobre el asunto, que tiene lugar
cuando en vista de las pruebas aportadas por el impugnante de la estimación de la
demanda, se determine que el valor de la demanda escapa de la competencia por
la cuantía del tribunal que está conociendo y declare con lugar la contradicción,
caso en el cual deberá declarar su incompetencia sobrevenida, sin que pudiera el
operador de justicia entrar a decidir el fondo de la controversia.
Como se ve, sólo en este último caso -en el que se declara con lugar la
impugnación propuesta y por ello la causa resulta por la cuantía de la competencia
de un Tribunal distinto-, es que se produce la incompetencia sobrevenida del
tribunal que viene conociendo de la causa –y de allí que se insista en que la
misma es de carácter eventual-, debiendo entonces éste declinar su competencia
y remitir los autos al tribunal que resulte competente por el valor de la demanda,
no siendo nulos los actos procesales cumplidos con anterioridad ni produciéndose
causales de reposición.

vi. Recursos contra la decisión que resuelva sobre la impugnación a la estimación de la


cuantía de la pretensión.

El artículo 38 del CPC nada dice en relación al recurso que podría ejercer la
parte inconforme con la decisión definitiva que, en punto previo de la misma, se
haya pronunciado sobre la impugnación a la estimación del valor de la pretensión
propuesta por el demandado en la oportunidad de la contestación de la demanda,
lo cual no implica, en modo alguno, que sea irrecurrible.
Al efecto, luce pertinente recordar que, de acuerdo con el artículo 288 del
CPC, de toda sentencia definitiva dictada en primera instancia se da apelación,
salvo disposición especial en contrario.

127
Por tanto, considerando que la resolución sobre la contradicción a la
estimación del valor de la pretensión debe ser dictada en la oportunidad de la
sentencia definitiva, en capítulo previo a ésta, y que el artículo 38 del CPC no
contiene ninguna disposición que prevea que tal fallo es irrecurrible, resulta lógico
concluir que contra el mismo se da apelación para ante el correspondiente
Tribunal Superior jerárquico de aquél que lo hubiere dictado, lo cual estaría
justificado por el gravamen que puede causar el pronunciamiento sobre la
estimación de la demanda, como podría ser el no acceso a la vía casacional o las
costas procesales.
Así las cosas, la decisión del juzgado que conozca en primer grado de la
causa en relación a la impugnación a la estimación del valor de la pretensión es
recurrible mediante apelación, tanto en aquellos casos en que se declare que el
tribunal que viene conociendo de la causa sigue siendo competente –sentido
positivo- por la cuantía para conocer del proceso y entre a sentenciar el fondo de
la causa; como en aquellos supuestos en los que se determine que el valor de la
demanda escapa de la competencia por la cuantía del tribunal que está
conociendo –sentido negativo-, declare con lugar la contradicción y su
incompetencia sobrevenida.
La diferencia en uno y otro caso estaría, entonces, en el objeto del recurso de
apelación que se interponga contra el fallo en cuestión, en tanto que en el sentido
positivo antes señalado, con ocasión del efecto devolutivo del medio de
impugnación antes indicado, se transmitiría al juzgado superior jerárquico el
conocimiento y jurisdicción sobre ambos puntos controvertidos, que son, el valor
de la demanda y el fondo de la causa; mientras que en el sentido negativo antes
referido, la medida del agravio causado por la decisión recurrida, cuya revisión se
sometería a la consideración del juzgado superior jerárquico, comprendería solo el
aspecto relativo a la fijación del valor de la pretensión que se hubiere hecho, sin
abarcar el tema de la incompetencia sobrevenida, que no es más que un
accesorio o consecuencia de tal fijación, y no es objeto de discusión,
directamente, sino que su suerte depende total y exclusivamente de lo que se
resuelva con respecto a la impugnación, y sin que dicho superior jerárquico pueda

128
entrar a decidir el fondo de la controversia, en respeto al derecho a la defensa y al
debido proceso de las partes, en su vertiente del principio de la doble instancia o
del doble grado de jurisdicción, que tienen las partes en relación a ese aspecto de
la causa –fondo-.
En otras palabras, en este último supuesto, en los que se determine que el
valor de la demanda escapa de la competencia por la cuantía del tribunal que está
conociendo –sentido negativo-, se declare con lugar la contradicción y la
incompetencia sobrevenida de ese juzgado; lógicamente que es el actor quien
tiene la legitimidad e interés para recurrir de ese fallo, y estando en conocimiento
de la apelación interpuesta por éste, el correspondiente superior jerárquico de
aquél puede adoptar las decisiones siguientes: i.- Declarar sin lugar el recurso
ejercido, confirmando así la sentencia recurrida, en cuyo escenario quedaría
definitivamente fijado el valor de la demanda y habría de ordenar la remisión del
expediente al tribunal que resulte competente por tal cuantía, para que el mismo
proceda a decidir el fondo de la controversia, sin que ello implique la nulidad de los
actos procesales cumplidos con anterioridad ni que se verifique la reposición de la
causa; o ii.- Declarar con lugar la apelación interpuesta por el actor, revocando
entonces el fallo recurrido, en cuyo contexto de igual forma quedaría
definitivamente fijado el valor de la demanda; y correspondería devolver los autos
al tribunal declinante que venía conociendo del asunto, para que proceda, ahora, a
resolver sobre el fondo de la controversia.
Como se habrá visto, sea cual fuere la decisión que dicte el correspondiente
superior jerárquico del juzgado del primer grado de conocimiento que hubiere
declarado su incompetencia sobrevenida con ocasión de la resolución sobre la
contradicción de la estimación de la demanda, en uno y otro escenario, el mismo
debe remitir las actuaciones al tribunal que resulte competente por la cuantía del
asunto –sea el declinado o el declinante que venía conociendo-, para que sea éste
quien emita el pronunciamiento sobre el fondo de la causa en la primera instancia;
pues a aquél le está vedado dicha decisión, en resguardo, como se ha dicho, del
principio de la doble instancia o del doble grado de jurisdicción que tienen las

129
partes sobre el fondo de la pretensión, que guarda íntima relación con los
derechos a la defensa, al debido proceso y a la tutela judicial eficaz.
Sin embargo, al responder a la pregunta de cuál sería el recurso para
impugnar la sentencia definitiva donde el operador de justicia como punto previo
se ha pronunciado sobre la impugnación a la estimación del valor de la demanda,
HUMBERTO ENRIQUE III BELLO TABARES y DORGI DORALYS JIMÉNEZ
RAMOS ofrecen una opinión distinta a la expuesta en los párrafos precedentes, en
tanto que en el caso en que el juzgador de la primera instancia decide la cuestión
de la impugnación de la estimación de la demanda y posteriormente, en la misma
decisión confirma su competencia –sentido positivo-, se estaría realmente en
presencia de dos pronunciamientos, uno referido al fondo de la causa y otro sobre
competencia.
E igualmente –dicen dichos autores-, en el supuesto de que la decisión del
juzgador de la primera instancia sobre la impugnación de la estimación del valor
de la demanda, produce sobrevenidamente la incompetencia del tribunal –sentido
negativo-, tal fallo también contendrá dos pronunciamientos, uno referido a la
cuestión de impugnación del valor de la demanda y otro referido a la cuestión de la
incompetencia sobrevenida; y por ello plantean que, en uno y otro ejemplo,
pudieran coexistir dos recursos para impugnar la decisión en cuestión, que serían:
1.- La apelación, que tendría por objeto el fondo de la controversia -en el primer
caso- y el pronunciamiento sobre la estimación de la demanda –en el segundo
caso-; y 2.- El recurso de regulación de competencia, que se ejercería contra la
afirmación de la competencia –en el primer caso- y contra la incompetencia
sobrevenida –en el segundo caso- y otro caso; resultando aplicable –según
afirman los indicados autores-, el contenido del artículo 68 del CPC; en el
entendido de que si el pronunciamiento sobre la estimación del valor de la
demanda –en el primer caso-, es decidido por el tribunal sin que posteriormente
entre al análisis de la cuestión de competencia, la decisión solo será atacable
por la vía recursiva ordinaria.136

136
Humberto Enrique III Bello Tabares y Dorgi Doralys Jiménez Ramos. Ob. Cit. Págs.57-58.

130
En contra de la tesis expuesta por los reputados autores, en lo que toca a la
planteada coexistencia de la apelación ordinaria y del recurso de regulación de la
competencia así como a la aplicación del artículo 68 del CPC, como medios para
recurrir de la decisión del juzgador del primer grado de conocimiento sobre la
impugnación a la estimación del valor de la demanda, es posible exponer los
siguientes argumentos, con miras a reforzar la posición arriba sostenida:
A.- El fin de la impugnación a la estimación de la cuantía de la demanda: Al
proponer esa defensa o excepción procesal, el demandado cuestiona la
estimación de la pretensión hecha por el actor, por considerarla insuficiente o
exagerada; de modo que lo que pasa a ser parte del thema decidendum es si el
valor de la pretensión es el que se indica en el libelo o el que se señala en la
contestación de la demanda, u otro diferente; pero no se controvierte lo relativo a
la competencia del tribunal que viene conociendo de la causa, en tanto que ello no
constituye razón ni fundamento de la citada oposición.
B.- El gravamen causado por la decisión: Siendo parte del thema
decidendum, la decisión que, en capítulo previo al fallo definitivo, el juzgador
adopte sobre el valor de la pretensión, tanto en el sentido afirmativo -que se da
cuando el tribunal en la sentencia definitiva observare, independientemente de que
declare con o sin lugar la contradicción, que sigue siendo competente por la
cuantía para conocer del proceso y entra a sentenciar el fondo de la causa-, como
en el sentido negativo –que se produce se declara con lugar la contradicción y se
determina que el valor de la demanda escapa de la competencia por la cuantía del
tribunal que está conociendo y su incompetencia sobrevenida-, es lo que genera el
gravamen o perjuicio a la partes, en lo que toca al no acceso a la vía casacional o
las costas procesales y no lo que, eventualmente, se pudiera resolver sobre la
competencia del tribunal que viene conociendo de la causa, lo cual en todo caso,
sería consecuencia –y no causa ni fin de- la impugnación, ni causante del perjuicio
a las partes.
Así las cosas, el interés y legitimidad de las partes para recurrir contra el fallo
en cuestión viene dado, entonces, por atacar la causa del indicado gravamen –
resolución sobre el valor de la pretensión- y no su consecuencia –pronunciamiento

131
sobre competencia-, lo cual sólo podría hacerse mediante la apelación y no
mediante el recurso de regulación de la competencia, que tiene por objeto
controlar al aspecto competencial de una decisión.
C.- Las condiciones de procedencia de la regulación facultativa : De acuerdo
con el artículo 68 del CPC, la procedencia de la regulación de competencia
facultativa, considerada como tal en tanto que la misma concurre con la apelación
ordinaria, está sujeta a tres (3) condiciones que son: Una sentencia definitiva
sentencia definitiva; ii.- Que en la misma el juez declare su propia competencia y
iii.- Que allí se resuelva también sobre el fondo de la causa.
En ese orden de ideas, su aplicación queda descartada en los casos en que el
juzgador del primer grado de conocimiento se pronuncia en el sentido negativo
antes expresado, y consecuencialmente declara su incompetencia sobrevenida,
obviamente, que sin haberse pronunciado sobre el fondo de la controversia, por la
carencia de la última de las condiciones descritas; y por ello, en tales supuestos
no resulta fundado sostener la concurrencia de los recursos previamente indicados
para recurrir contra el fallo en cuestión.
Por otro lado, que el juez declare su propia competencia en la sentencia
definitiva presupone, en los términos del artículo 68 del CPC, un cuestionamiento
de las partes acerca de tal aspecto –salvo la declaratoria de oficio hasta el primer
grado de jurisdicción-, esto es, que el asunto competencial del tribunal que viene
conociendo de la causa, ha de formar parte del thema decidendum, lo cual no es
una circunstancia controvertida en la impugnación de la estimación de la
demanda, como antes se vio, en la que tal pronunciamiento es eventual y
accesorio, en tanto que depende total y exclusivamente de lo que se resuelva con
respecto a la impugnación; y por ello no es recurrible mediante el recurso de
regulación de la competencia, de modo que, ni aún en los supuestos en que el
decisor de la primera instancia resuelve en el sentido positivo antes mencionado,
tampoco resulta fundado sostener la concurrencia de los recursos previamente
indicados para recurrir contra el fallo en cuestión.
D.- El control de la casación sobre la estimación de la demanda: La decisión
que adopte el Tribunal Superior, conociendo en alzada de la apelación interpuesta

132
contra la resolución sobre la contradicción a la estimación del valor de la
pretensión dictada por el correspondiente Juzgado de Primera Instancia, puede
ser objeto del control casacional según se explica a continuación:
1.- Cuando el Tribunal Superior fija criterio sobre la estimación de la
demanda recurrida en apelación: Ya se ha visto que si el demandado, en la
oportunidad de la contestación de la demanda, rechaza la estimación del valor de
la pretensión por exagerada o reducida, tal contradicción, sea que se tenga como
excepción procesal o como defensa de fondo, pasa a ser parte del thema
decidendum, por lo que el sentenciador de la primera instancia debe, en punto
previo a su decisión, fijar criterio sobre la estimación de la demanda, cuyo
conocimiento le es igualmente atribuido al Tribunal Superior con ocasión de
haberse recurrido contra el fallo del Juzgado de Primera Instancia, ya que el juez
de alzada en todo caso debe ajustar su decisión a los términos de la apelación
ejercida contra el fallo de primer grado de jurisdicción, y por tanto, el Tribunal
Superior debe también fijar criterio sobre la estimación de la demanda recurrida
por cualquiera de las partes, y cuando en efecto lo hace y se pronuncia
expresamente sobre tal aspecto controvertido, el control casacional sobre ese
fallo se verifica de la manera siguiente:
a.- Al momento de verificar la admisibilidad del recurso de casación: En este
supuesto en que está en discusión la cuantía del asunto, de conformidad a la
previsión del artículo 38 del Código de Procedimiento Civil, en virtud de que,
por un lado, el actor estimó la acción en un monto y el demandado en otro; y
por el otro, y el Tribunal Superior en punto previo se pronuncia sobre un monto
específico, que puede ser igual o distinto de los alegados, debe entonces la
SCC-TSJ, también en punto previo del fallo, pronunciarse en definitiva sobre la
cuantía del asunto y verificar entonces que ciertamente sea admisible el
recurso de casación, y se materializa así una de las formas en las que pueda
ser controlada en sede casacional tal decisión.
Tal ha sido el criterio establecido en la sentencia Nro.309 de la SCC-TSJ
del 21 de septiembre de 2000, en la que se señaló que:

133
“...Si el demandado rechaza la cuantía por exagerada o reducida, en la
contestación a la demanda, la estimación de la demanda pasa a ser parte del thema
decidendum, por lo que el sentenciador debe, en punto previo a su decisión, fijar
criterio sobre la estimación de la demanda.
En esta hipótesis se plantea un problema a la Sala, ya que ¿Cuál de las cuantías
debe tomarse en cuenta para la admisión del recurso de casación?. Siendo que el
actor estimó la acción en un monto y el demandado en otro y la recurrida en punto
previo se pronuncia sobre un monto específico que puede ser igual o distinto de
los alegados.
El sentenciador superior, en la hipótesis en estudio, no puede negar la admisión
del recurso de casación por carecer de la cuantía requerida, ya que se incurriría en
petición de principio, al negar el recurso por los mismos razonamientos que lo
indujeron a determinar una estimación en el juicio.
De acuerdo con pacífica y consolidada jurisprudencia de la Sala, no está permitido
negar la admisión del recurso de casación utilizando el dispositivo del fallo
recurrido, porque ello equivale al sofisma denominado petición de principio que
consiste en dar como cierto lo que se trata de probar.
En este supuesto en que está en discusión la cuantía del asunto, de conformidad a
la previsión del artículo 38 del Código de Procedimiento Civil, el superior debe
admitir el recurso de casación y la Sala en punto previo pronunciarse en definitiva
sobre la cuantía del asunto y verificar entonces que ciertamente sea admisible el
recurso de casación. Así se decide…”.137 (Negrillas en el texto consultado)

b.- Por la vía de denuncia de casación sobre los hechos: Al aceptar que la
estimación del valor de la pretensión puede ser objeto de prueba, en caso de
rechazo fundado por el demandado, la doctrina plantea que la decisión del
Tribunal Superior sobre la contradicción a tal estimación puede entonces ser
objeto de control por parte de la SCC-TSJ por la vía de la casación sobre los
hechos, si el Juez infringe las reglas probatorias, o si incurre en falsa suposición al
determinar el valor de la demanda. En tal sentido, se han expresado tanto
ROMAN J. DUQUE CORREDOR138 como ANIBAL RUEDA y MAGALY
PERRETTI DE PARADA.139
2.- Cuando el Tribunal Superior omite pronunciarse sobre la estimación de
la demanda recurrida en apelación: En tal supuesto, en atención a que ese
aspecto controvertido forma parte del thema decidendum, que debe ser resuelto
por el juez en punto previo de su sentencia de fondo, si el Tribunal Superior omite

137
Véase sentencia Nro.309 de la SCC-TSJ del 21 de septiembre de 2000, disponible en
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scc/septiembre/309-210900-RC00246.HTM, consultada el 25/11/2018.
138
Román J. Duque Corredor. “La interpretación del artículo 38 del Código de Procedimiento Civil por la
reciente doctrina de la casación civil venezolana”. Ob. Cit. Pág.140.
139
Aníbal José Rueda y Magaly Perretti de Parada. La cuantía en casación. Ob. Cit. Pág.116.

134
pronunciarse al respecto, tanto ROMAN J. DUQUE CORREDOR140 como ANIBAL
RUEDA y MAGALY PERRETTI DE PARADA141, sostienen que dicha omisión de
pronunciamiento puede ser atacada mediante la casación de forma, con la
denuncia del vicio de incongruencia de la sentencia, con fundamento en el ordinal
5° del artículo 243 del CPC.
El evidenciado control casacional, por si solo, choca con la coexistencia de la
apelación ordinaria y del recurso de regulación de la competencia que proponen
HUMBERTO ENRIQUE III BELLO TABARES y DORGI DORALYS JIMÉNEZ
RAMOS como medios para recurrir de la decisión del juzgador del primer grado de
conocimiento sobre la impugnación a la estimación del valor de la demanda, en
tanto que la decisión de la Alzada que resuelva la regulación de la competencia no
es susceptible de ser recurrida mediante el recurso extraordinario de casación,
según se ha expuesto en la sentencia Nro.83 de la SCC-TSJ del 25 de septiembre
de 2002, en la que se estableció lo siguiente:

“Ahora bien, la jurisprudencia emanada, sin solución de continuidad, de esta Sala


Civil, “tiene establecido que la Ley no concede recurso de casación ni inmediato, ni
diferido contra las decisiones del superior que resuelvan por vía interlocutoria las
regulaciones de competencia solicitadas por la parte interesada debido a que las
innovaciones introducidas por el legislador en esa materia conducen a la
interpretación indicada”.
En el presente caso, por tratarse la recurrida de una regulación de competencia, la
cual no es susceptible de dicho recurso extraordinario, el recurso de casación
anunciado resulta inadmisible y, en consecuencia, improcedente el presente
recurso de hecho...”.
En virtud de los razonamientos y la jurisprudencia antes expresados, esta Sala concluye
que la sentencia recurrida, por tratarse de una decisión sobre regulación de competencia,
no tiene acceso a casación, como con acierto lo resolvió el ad quem, lo que determina la
declaratoria sin lugar del presente recurso de hecho. Así se decide”.142 (Negrillas en el
texto consultado).

4. La expresión del valor de la causa en su equivalente en unidades tributarias.

140
Román J. Duque Corredor. “La interpretación del artículo 38 del Código de Procedimiento Civil por la
reciente doctrina de la casación civil venezolana”. Ob. Cit. Pág.140.
141
Aníbal José Rueda y Magaly Perretti de Parada. La cuantía en casación. Ob. Cit. Pág.116.
142
Véase sentencia Nro.83 de la SCC-TSJ del 25 de septiembre de 2002, disponible en
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scc/septiembre/RH-0083-250902-02038.HTM, consultada el 25/11/2018.

135
Hasta aquí se han visto las reglas para la determinación y estimación de las
pretensiones apreciables en dinero, conste o no el valor de la cosa demandada,
contenidas en la ley adjetiva civil.
Y de acuerdo con ese cuerpo legal, el valor de la causa, en todos esos
supuestos, debe estar contenido en el libelo de demanda y expresado en la unidad
monetaria nacional, que es el bolívar, según lo establecido en el artículo 318 de la
CRBV.
Sin embargo, también se ha visto que la actualmente vigente RSPTSJ 2009-
0006 y la recién emitida RSPTSJ 2018-0013, fijan la competencia por la cuantía
de los tribunales en primera instancia y el valor de las causas que se seguirán por
el procedimiento breve, mediante una unidad de medida distinta, que es, la UT. Y
esa misma política legislativa es seguida por la RSPTSJ 2006-00038, en relación
al valor de las causas que se tramitarán por el procedimiento oral, y por el artículo
86 de la LOTSJ, con respecto a la cuantía de la demanda para la admisibilidad del
recurso de casación.
Así las cosas, queda claro, entonces, que el valor de las pretensiones
apreciables en dinero, conste o no el valor de la cosa demandada, debe estar
contenido en el libelo de demanda y expresado en bolívares en atención a lo que
al respecto ordenan las normas de la ley adjetiva civil antes estudiadas; y, a la
vez, que interesa, o es pertinente, conocer el valor de esas causas en su
equivalente en UT a los fines de resolver sobre el tribunal competente para
conocer de las mismas en primera instancia en razón de la cuantía, el
procedimiento que les sea aplicable y el acceso a la sede casacional de las
sentencias de última instancia que se dicten con ocasión de tales procesos.
Por tales razones –se especula-, en un intento de sistematización normativa
que, de forma coherente, recoja una y otra de las expresiones antes descritas –
bolívares y UT- del valor de las causas, es que la RSPTSJ 2009-0006 y la
RSPTSJ 2018-0013, en el párrafo final de su respectivo artículo 1, ordenan que, a
los efectos de la determinación de la competencia por la cuantía, en todos los
asuntos contenciosos cuyo valor sea apreciable en dinero, conste o no el valor de
la demanda, los justiciables deberán expresar, además de las sumas en bolívares

136
conforme al CPC y demás leyes que regulen la materia, su equivalente en UT al
momento de la interposición del asunto; en torno a lo cual se estima de interés
abordar algunos de sus aspectos considerados más relevantes.

A. La usurpación por la SP-TSJ de la función legislativa de la Asamblea Nacional en materia de


procedimientos.

El tema del valor de la causa es, sin duda, de orden procedimental, en tanto
que con el mismo es que se fija la competencia de los tribunales en razón de la
cuantía, y por ello, debe estar señalado en el libelo de demanda contentivo de las
pretensiones que sean apreciables en dinero, conste o no su valor expresamente;
y en cuanto dicho valor de la causa no es más que la mera manifestación, en
términos económicos, de los requisitos que debe contener todo libelo de demanda,
según lo contemplado en los ordinales 4º y 5º del artículo 340 del CPC, y cuya
expresión dineraria ha de hacerse en la unidad monetaria nacional –Bolívares-.
Ese aspecto de tipo procedimental –valor de la causa expresado en Bolívares-
es innovado por el párrafo final del respectivo artículo 1 de la RSPTSJ 2009-0006
y de la RSPTSJ 2018-0013, a través de los cuales la SP-TSJ ha dictado una
norma que, en definitiva, desarrolla o complementa lo previsto en los ordinales 4º
y 5º del artículo 340 del CPC, al disponer una expresión adicional del mismo, en
su equivalente en UT al momento de la interposición del asunto.
La apuntada innovación que hace el párrafo final del respectivo artículo 1 de la
RSPTSJ 2009-0006 y de la RSPTSJ 2018-0013 con respecto a la exigencia de
una expresión adicional del valor de la causa, plantea la cuestión de si con tal
actuación dicho órgano jurisdiccional estaría incurriendo en una eventual
usurpación de la función legislativa de la Asamblea Nacional, al dictar normas
sobre materias que están atribuidas a ese órgano del Poder Público Nacional.
Y para responder esa pregunta, es preciso tener en cuenta, en primer lugar,
que la legislación sobre procedimientos es materia de estricta reserva legal del
Poder Nacional, y ende, de la competencia de la Asamblea Nacional, según lo
establecido en los artículos 156.32 y 187.1 de la CRBV.

137
En segundo término, habría que resaltar que el requerimiento de la expresión
del valor de la causa en su equivalente en UT al momento de la interposición del
asunto, en atención a su referido corte procedimental, no podría considerarse
como manifestación de las funciones de dirección, gobierno y administración del
Poder Judicial que, el artículo 267 de la CRBV, atribuye a la SP-TSJ, por más que,
subrepticiamente, esté contemplado en normas que tienen por objeto principal la
regulación de la competencia de los tribunales en razón de la cuantía; y, mucho
menos, tal exigencia podría estimarse como enunciado de la potestad normativa
para modificar las cuantías establecidas en la ley adjetiva civil que, el artículo 945
del CPC, confiere a la SP-TSJ; por lo que, en resumen, a la SP-TSJ no le habría
sido delegada la función legislativa sobre este aspecto procedimental.
Por último, cabría agregar, que a la clara competencia constitucional de la
Asamblea Nacional para legislar sobre la materia de procedimientos, no podría, ni
siquiera, serle contrapuesto el descarriado criterio sostenido en la sentencia
Nro.341 de la SC-TSJ del 05 de mayo de 2016143, según el cual:

“El artículo 204 constitucional pauta, en su cardinal 4, que la iniciativa de las leyes
corresponde “4. Al Tribunal Supremo de Justicia, cuando se trate de leyes relativas a
la organización y procedimientos judiciales” (subrayado nuestro).
Esta previsión constitucional, que en criterio de la Sala es vinculante, se ha ejercido en
varias oportunidades y, aun en el caso de que un proyecto de ley vinculado al Poder
Judicial o al Sistema de Justicia no haya sido formalmente de iniciativa judicial, se ha
aplicado la disposición contemplada en el artículo 211 eiusdem, que exige la consulta en
la materia del “magistrado o magistrada del Tribunal Supremo de Justicia a quien éste
designe, en representación del Poder Judicial”, para oír su opinión sobre el proyecto de
ley que les atañe durante el proceso de discusión y aprobación.
…omissis…
Dentro de este contexto, esta Sala advierte que el Constituyente de 1999 ratificó en la
materia lo que disponía la Carta de 1961, en su artículo 165, cardinal 4, que a la letra
establecía:
“Artículo 165. La iniciativa de las leyes corresponde:
…omissis…
4.- A la Corte Suprema de Justicia, cuando se trate de leyes relativas a la organización y
procedimiento judiciales (…).”

143
Véase sentencia Nro.341 de la SC-TSJ del 05 de mayo de 2016, disponible en
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scon/mayo/187589-341-5516-2016-16-0396.HTML, consultada el
20/12/2018. Dicho fallo aparece publicado en la GORBV Nro.40.909 de fecha 23 de mayo de 2016, con el
siguiente sumario: “Sentencia de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, que declara la
inconstitucionalidad de la Ley de Reforma Parcial de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia,
sancionada por la Asamblea Nacional en sesión ordinaria del 7 de abril de 2016”.

138
En definitiva, la iniciativa legislativa en materia de organización y procedimientos
judiciales corresponde de manera exclusiva y excluyente al Tribunal Supremo de Justicia
(artículo 204, cardinal 4). (Subrayado, paréntesis y negrillas en el texto citado).

Con tal fallo –ha dicho, acertadamente, ALLAN R. BREWER-CARIAS-, la SC-


TSJ ha usurpado el Poder Constituyente y mutado ilegítimamente el texto y
sentido del artículo 204 de la CRBV en materia de iniciativa legislativa, quitándole
paradójicamente a la propia Asamblea Nacional, que es precisamente el órgano
que ejerce el Poder Legislativo, la iniciativa en ciertas materias de leyes144; y es el
caso, que ni aun, para el supuesto negado que se pueda aceptar la
constitucionalidad de la doctrina que, infundadamente, allí se expone, tal criterio
no podría servir de base para contrarrestar la apuntada competencia constitucional
de la Asamblea Nacional para legislar sobre la materia de procedimientos, en
tanto que, el mismo solo atribuye al TSJ la iniciativa legislativa en materia de
organización y procedimientos judiciales, más no le confiere la función normativa
sobre tal materia.
Así las cosas, dado que, por un lado, la regulación del valor de la causa es de
naturaleza procedimental; y por el otro, que la legislación sobre procedimientos es
de la competencia de la Asamblea Nacional, quien no ha delegado tal potestad a
la SP-TSJ; resulta fundado sostener que constituye un yerro del párrafo final del
respectivo artículo 1 de la RSPTSJ 2009-0006 y de la RSPTSJ 2018-0013, el
exigir una expresión adicional del valor de la causa, en su equivalente en UT al
momento de la interposición del asunto.
Tal extralimitación de la SP-TSJ presupone usurpación de la función legislativa
sobre procedimientos, atribuida constitucionalmente a la Asamblea Nacional; y ello
conduce a la nulidad parcial de dichos actos normativos -en concreto, de los
indicados párrafo final del respectivo artículo 1 de la RSPTSJ 2009-0006 y de la
RSPTSJ 2018-0013-, de conformidad con lo previsto en el artículo 138 de la
CRBV, en concordancia con el artículo 19.4 de la LOPA.

144
Allan R. Brewer-Carias. La aniquilación definitiva de la potestad de legislar de la Asamblea Nacional: el
caso de la declaratoria de inconstitucionalidad de la Ley de Reforma de la Ley Orgánica del Tribunal
Supremo de Justicia, disponible en http://allanbrewercarias.com/wp-content/uploads/2016/05/135.-Brewer.-
Aniquilaci%C3%B3n-Asamblea-Nacional.-Inconstituc.-Ley-TSJ-15-5-2016.pdf, consultado el 20/12/2018.

139
B. La expresión del valor de la causa en su equivalente en UT como requisito sui generis del
libelo de la demanda, por haber sido establecido por una norma de rango sub legal.

Pese a los antes afirmados visos de inconstitucionalidad del párrafo final del
respectivo artículo 1 de la RSPTSJ 2009-0006 y de la RSPTSJ 2018-0013, a la
fecha de elaboración de estas líneas, el primero de esos actos normativos se
mantiene vigente, habiendo sido, incluso, objeto de objeto de aplicación por
algunos Tribunales de Instancia, y es probable que continúe aplicándose hasta su
derogación por el segundo de aquellos actos, que solo espera ser publicado en la
GORBV para su entrada en vigor, a partir de cuyo momento será este el que rija la
cuestión de la expresión del valor de la causa en su equivalente en UT.
En atención a lo expuesto en el párrafo precedente, hasta tanto se resuelva
sobre la inconstitucionalidad que aquí se le imputa a los mencionados actos
normativos de la SP-TSJ, se estima de interés abordar la noción procesal de
aquella exigencia adicional relativa al valor de la pretensión.
Así, en primer lugar, una mirada desde la teoría general del derecho, en
concreto, desde la clasificación de las normas jurídicas que brinda LUIS MARIA
OLASO S.J.145, al párrafo final del respectivo artículo 1 de la RSPTSJ 2009-0006 y
de la RSPTSJ 2018-0013 permite distinguirlas así: 1.- Por el sistema al que
pertenecen, son normas nacionales; 2.- Por la fuente de donde proceden, son
normas legisladas; 3.- Por su ámbito espacial, temporal, personal y material de
validez, son normas generales, de vigencia indeterminada, generales o abstractas
y de Derecho Público, respectivamente; 4.- Por su eficacia frente a la voluntad de
los particulares, son normas taxativas, del tipo preceptivas; 5.- Por su
independencia, son normas incompletas o secundarias; 6.- Por la determinación
de sus elementos, son normas rígidas; 7.- Desde el punto de vista de la sanción,
son normas imperfectas; y 8.- Por la importancia de las relaciones que regulan,
son normas de conductas.
De las referidas características que, desde la visión de la teoría general del
derecho, le pueden ser atribuidas al párrafo final del respectivo artículo 1 de la

145
Luis María Olaso S.J. Curso de Introducción al Derecho. Tomo II. Introducción a la Teoría General del
Derecho. Manuales de Derecho de la Universidad Católica Andrés Bello. Caracas. Editorial Texto, C.A.
1997. Págs.61-76.

140
RSPTSJ 2009-0006 y de la RSPTSJ 2018-0013, las que más contribuye a perfilar
su noción a la luz de la teoría general del proceso, son las concernientes a su
condición de normas secundarias e imperfectas, como se verá de seguidas.
Al respecto, se resalta -siguiendo a EDUARDO J. COUTURE- que los actos
procesales se manifiestan a través de imperativos jurídicos que han sido
clasificados en deberes, obligaciones y cargas procesales, según hayan sido
instituidos en interés, respectivamente, de la comunidad, de un acreedor o del
propio interés de las partes, cada uno de los cuales se presentan en el proceso
con caracteres bien acentuados y visibles.146

1) No es un deber procesal.

Según la doctrina expuesta por el citado maestro del procesalismo científico


uruguayo, los deberes procesales son imperativos jurídicos establecidos en favor
de una adecuada realización del proceso, que algunas veces se refieren a las
partes mismas, cuando se impone el deber de decir la verdad, de lealtad procesal
y de probidad en el proceso; y cuya efectividad en su cumplimiento se obtiene,
normalmente, mediante sanciones personales, pecuniarias o funcionariales. 147
Conforme a las premisas anteriores, podría decirse que el requerimiento de la
expresión del valor de la causa en su equivalente en UT es establecido en favor
de una adecuada realización del proceso, vinculado con actuaciones de las partes,
para facilitar la labor jurisdiccional de los tribunales, al permitirle conocer sus
límites competenciales económicos en la misma unidad en que esta les ha sido
fijada; ocurre, sin embargo, que su incumplimiento no puede ser objeto de
ejecución forzosa, en virtud de la ya señalada naturaleza de normas imperfectas
del párrafo final del respectivo artículo 1 de la RSPTSJ 2009-0006 y de la RSPTSJ
2018-0013, que se deriva que no están provistas de sanción para el caso de ser
violadas, y ello impide adjudicar a tal exigencia la naturaleza de deber procesal.

2) Mucho menos califica como una obligación procesal.

146
Cfr. Eduardo J. Couture. Fundamentos del Derecho Procesal Civil. Buenos Aires. Ediciones Depalma.
Tercera Edición. Décima Séptima Reimpresión. 1993. Pág.209.
147
Cfr. Eduardo J. Couture. Ob. Cit. Pág .210.

141
En lo que toca a las obligaciones procesales, EDUARDO J. COUTURE las
define como aquellas prestaciones impuestas a las partes con ocasión del
proceso, siendo la más acentuada de ellas la que surge de la condena en costas;
y entre las cuales incluye a las obligaciones económicas frente al Erario, derivadas
de los tributos que se pagan con ocasión del proceso148. No se requiere mayor
esfuerzo interpretativo para concluir que el mandamiento de la expresión del valor
de la causa en su equivalente en UT que hacen el párrafo final del respectivo
artículo 1 de la RSPTSJ 2009-0006 y de la RSPTSJ 2018-0013 no se apareja a la
noción antes descrita de obligación procesal, en tanto que con ello no se impone a
las partes el pago de prestaciones o tributos derivados del proceso mismo, ni
siquiera ante su eventual incumplimiento u omisión.
Al respecto, para mayor abundamiento, conviene recordar aquí que la SCC-
TSJ, en sentencia Nro.959 del 27 de agosto de 2004, señaló que:

“(…) Obsérvese que el desarrollo que el Código de Procedimiento Civil ofrece al


respecto, no describe la estimación de la demanda como una obligación ni tampoco como
un mero deber”.149

3) Tampoco es una carga procesal, sino un complemento o desarrollo adicional del valor de la
causa.

Por otro lado, en lo que concierne a la carga procesal, el mencionado Maestro


uruguayo afirma que esta puede definirse como una situación jurídica instituida en
la ley consistente en el requerimiento de una conducta de realización facultativa,
normalmente establecida en interés del propio sujeto, y cuya omisión trae
aparejada una consecuencia gravosa para él, por lo que:

“Desde este punto de vista, la carga funciona, diríamos, a double face; por un lado el
litigante tiene la facultad de contestar, de probar, de alegar; en ese sentido es una
conducta de realización facultativa; pero tiene al mismo tiempo algo así como el riesgo de
no contestar, de no probar y de no alegar. El riesgo consiste en que, si no lo hace
oportunamente, se falla el juicio sin escuchar sus defensas, sin recibir sus pruebas o sin
saber sus conclusiones.”150

148
Cfr. Eduardo J. Couture. Ob. Cit. Págs.210-211.
149
Véase Sentencia Nro.959 de la SCC-TSJ del 27 de agosto de 2004, disponible en
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones /scc/Agosto/RC-00959-270804-01329.htm, consultada el 25/11/2018.
150
Cfr. Eduardo J. Couture. Ob. Cit. Págs.211-212.

142
Como se ha visto, las particularidades más resaltantes de las cargas
procesales es que, por un lado, son prescritas en modo facultativo, por lo que se
la parte a quien se le haya atribuido por ley su realización puede decidir entre
cumplirla o no acatarla; a sabiendas que su omisión o incumplimiento deriva en
consecuencias que podrían perjudicar su suerte en las resultas del proceso.151
En este estado, interesa traer a colación nuevamente la asentada condición de
normas secundarias o complementarias del párrafo final del respectivo artículo 1
de la RSPTSJ 2009-0006 y de la RSPTSJ 2018-0013, que se deriva de que sólo
poseen significación cuando se le relacionan con otras normas autónomas o
primarias, en este caso, con los ordinales 4º y 5º del artículo 340 del CPC, que son
las que ordenan expresar el valor de la causa en el libelo de demanda en la
unidad monetaria nacional.
Ahora bien, al entender la expresión del valor de la causa en su equivalente en
UT como un requisito del libelo de demanda, se colige que el párrafo final del
respectivo artículo 1 de la RSPTSJ 2009-0006 y de la RSPTSJ 2018-0013 no
refieren a una carga procesal, por no presentar uno de los rasgos característicos
de ese imperativo jurídico procesal, al no ser potestativo del accionante el decidir
si cumple o no con tal exigencia en el escrito libelar, la cual debe acatarse en
todas las pretensiones que sean apreciables en dinero, conste o no su valor
expresamente, por así requerirlo tanto el artículo 30 del CPC como los ordinales 4º
y 5º del artículo 340 ejusdem.
En efecto, el párrafo final del respectivo artículo 1 de la RSPTSJ 2009-0006 y
de la RSPTSJ 2018-0013 son normas que desarrollan o complementan a los
ordinales 4º y 5º del artículo 340 del CPC, que, a su vez, son las normas primarias
que regulan la expresión del valor de la causa en el libelo de demanda, al disponer
una expresión adicional del mismo, en su equivalente en UT al momento de la
interposición del asunto.
Entonces, siendo que tales normas primarias -ordinales 4º y 5º del artículo 340
del CPC- refieren a requisitos del libelo de demanda, en virtud de su necesaria

151
Como ejemplos de cargas procesales y las consecuencias adversas que se derivan de su incumplimiento,
pueden verse los supuestos contemplados en los artículos 458, 483, 506 y 868 del CPC.

143
interrelación, las normas que complementan o desarrollan aquellas -el párrafo final
del respectivo artículo 1 de la RSPTSJ 2009-0006 y de la RSPTSJ 2018-0013-,
poseen la misma significación que las primeras; y por consiguiente, la expresión
del valor de la causa en su equivalente en UT opera también como un requisito del
escrito libelar, aunque sui generis, con las salvedades arriba expresadas en
relación a su cuestionable legitimidad de origen, por haber sido instituido por una
norma de rango sub legal.

C. Implicaciones procesales de la omisión en el escrito libelar de la expresión del valor de la


causa en su equivalente en UT.

La consideración de la expresión del valor de la causa en su equivalente en


UT como un requisito sui generis del libelo de demanda, motiva a desarrollar las
implicaciones procesales de su omisión o incumplimiento.
Al respecto, vale la pena tener en cuenta que son dos (2) los escenarios
posibles en los que, en la práctica forense, efectivamente, pudiere acaecer tal
situación de omisión en el libelo de demanda de la expresión del valor de la causa
en su equivalente en UT, y dado que –se cree- las consecuencias varían según el
caso de que se trate, conviene tratarlas en forma separada.

1) Cuando el actor omite expresar en el libelo de demanda el valor de la causa, tanto en la


unidad monetaria nacional como en su equivalente en UT.

Ya se ha visto que el valor de las pretensiones apreciables en dinero, conste


o no el valor de la cosa demandada, además de estar contenido en el libelo de
demanda, debe ser expresado allí, tanto en las sumas en bolívares conforme al
CPC y demás leyes que regulen la materia, como en su equivalente en UT al
momento de la interposición del asunto, por así disponerlo el párrafo final del
respectivo artículo 1 de la RSPTSJ 2009-0006 y de la RSPTSJ 2018-0013.
Pese a tan claro y simple mandato, ciertamente es posible, y no de tan poca
ocurrencia como debiera suponerse, que el demandante, deliberadamente o por
mera negligencia, omita estimar el valor de su pretensión, de manera que, aun
cuando lo litigado sea apreciable en dinero, se desconozca su cuantía para el
momento de interposición del escrito libelar.

144
Al recibir la demanda, el Juez, en el contexto del procedimiento ordinario civil,
debe verificar si la demanda presentada incurre o no en alguna de las causales de
inadmisibilidad que se encuentran previstas en el artículo 341 del CPC, conforme
al cual: “Presentada la demanda, el Tribunal la admitirá si no es contraria al orden público, a las
buenas costumbres o a alguna disposición expresa de la Ley.”

En ese sentido, pese a que la demanda en cuestión no reúne los requisitos


contemplados en los ordinales 4º y 5º del artículo 340 del CPC, salvo que la
misma sea contraria al orden público, a las buenas costumbres o alguna
disposición expresa de la Ley, necesariamente debe ser declarada como
admisible por el Juez, quien deberá entonces sustanciar el correspondiente
proceso.
Ello es consecuencia de que, en el estado actual de la legislación adjetiva civil,
el Juez no está expresamente facultado para examinar, al momento de la
admisión, si el respectivo libelo reúne o no los requisitos que exige el artículo 340
del CPC, por lo que debe limitarse a inadmitir únicamente cuando el escrito libelar
se encuentra inmerso en alguno de los supuestos del artículo 341 ejusdem, a
diferencia de lo que ocurre en otros procesos, sobre todo en los regidos por la
oralidad, en los que se ha dotado al Juez de mayores poderes en cuanto a la
admisión de la demanda.
En efecto, leyes adjetivas de más reciente data que el CPC, la mayoría de
ellas dictadas luego de la aprobación de la CRBV, han tenido el tino de otorgar al
Juez la potestad del despacho saneador, que autoriza a este a realizar una
revisión previa del libelo de demanda a fin de constatar que el mismo contenga
todos los requisitos establecidos en la ley respectiva y, en caso contrario, lo faculta
bien, para ordenar que se corrijan los defectos u omisiones que presente, y luego
de que se hayan efectuado tales correcciones y eliminado así los vicios que
pudieren comprometer la validez del proceso, es que se emite el pronunciamiento
correspondiente sobre la admisión de la demanda CRBV152; o bien lo autoriza,

152
Véase en tal sentido, por ejemplo, el artículo 19 de La Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y
Garantías Constitucionales, publicada en la GORV Nro.34.060 de fecha 27 de septiembre de 1988; el artículo
96 de la Ley del Estatuto de la Función Pública, publicada en la GORBV Nro.37.522 de fecha 06 de
septiembre de 2002; el artículo 124 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, publicada en la GORBV

145
primeramente, a admitir la demanda y, luego, a ejercer el señalado despacho
saneador.153
Más allá de que en el proceso civil ordinario, los problemas que se deriven de
los eventuales defectos de forma del libelo de la demanda podrían ser resueltos
mediante el trámite de las cuestiones previas, en realidad, nada obsta para que,
aún sin facultad expresa para ello, el juez de esa materia pueda ejercer el
despacho saneador.
Para ello bastaría tener en cuenta que tal potestad saneadora no es más que
una expresión o aplicación del principio general de rectoría del juez en el
proceso154, que en materia civil le es conferida por el artículo 14 del CPC; y por
ello, se estima, estaría facultado para ejercerla.
A lo anterior cabría agregar que, de acuerdo con el artículo 257 de la CRBV, el
objeto de todo proceso es la obtención de la justicia, que se logra mediante la
composición de los conflictos entre particulares que se someten al conocimiento
de los órganos jurisdiccionales del Estado y la aplicación de las correspondientes
disposiciones legales, para cuya consecución tales entes estatales se valen de -o
emplean-, precisamente, el proceso respectivo como la herramienta o instrumento
fundamental para dicho fin.
El proceso –afirma RENÉ MOLINA GALICIA-, en los actuales momentos debe
ser el espejo y la salvaguarda de los valores constitucionales vigentes, y de allí
que:

“(…) la responsabilidad del Sistema Judicial en el proceso de adaptación de las viejas


leyes procesales al nuevo sistema y también la necesidad de una pronta reforma
procesal para la debida adecuación de las estructuras procesales a los valores
constitucionales, sin perjuicio de que los jueces logren cumplir la actuación fundamental
de la adaptación de la ley a los postulados constitucionales mediante la interpretación,

Nro.37.504 de fecha 13 de agosto de 2002; el artículo 36 de la Ley Orgánica de la Jurisdicción Contencioso


Administrativa, publicada en la GORBV Nro.39.451 de fecha 22 de junio de 2010; el artículo 199 de la Ley
de Tierras y Desarrollo Agrario, publicada en la GORBV Nro.5.991 Extraordinario de fecha 29 de julio de
2010.
153
Al respecto puede verse el artículo 457 de la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y
Adolescentes, publicada en la GORBV Nro.6.185 Extraordinario de fecha 08 de junio de 2015. En esa misma
dirección apunta el artículo 331 del PRCPCTSJ.
154
Cfr. María Ignacia Quintero R. Eliminación de las cuestiones previas en la Ley Orgánica Procesal del
Trabajo y sus consecuencias en el ejercicio legítimo del derecho a la defensa. Pag.55. Disponible en
http://repositorios.unimet.edu.ve/docs/52/PGDC2004Q8R4.pdf, consultado el 21/12/2018.

146
acabando así con el mito de que las reformas sólo pueden ser producto de la legislación
formal, con lo que finalmente se habría instaurado una cultura de justicia”.155

Como se habrá visto, incluso por vía de interpretación del artículo 257 de la
CRBV, es posible que el juez civil, en aras de la adecuación del proceso civil
ordinario a los postulados procesales que impone la Carta Magna, haga uso del
despacho saneador, pudiendo para ello aplicar analógicamente, de entre las
expresiones que el legislador ha dado a dicha institución en otras leyes más
actualizadas que el CPC, según lo arriba indicado, la que estime que mejor se
adapta al caso de marras.
Retomando el hilo del tema central de este punto, se recuerda entonces que
la demanda contentiva de pretensiones apreciables en dinero, conste o no el valor
de la cosa demandada, en las que el actor haya omitido expresar el valor de la
causa tanto en la unidad monetaria nacional como en su equivalente en UT al
momento de la interposición del asunto, no reúne los requisitos contemplados en
los ordinales 4º y 5º del artículo 340 del CPC, ni los previstos en el respectivo
artículo 1 de la RSPTSJ 2009-0006 y de la RSPTSJ 2018-0013; no obstante lo
cual la misma, necesariamente, debe ser declarada como admisible, por cuanto tal
circunstancia no hace que la demanda sea contraria al orden público, a las buenas
costumbres o alguna disposición expresa de la Ley, sin perjuicio de que, como se
ha dicho, el juez civil haga uso de su potestad saneadora.156
Una vez ordenada la sustanciación del proceso, llegada la oportunidad de la
contestación de la demanda, la parte accionada puede optar entre:
1.- Oponer la cuestión previa de defecto de la demanda, contemplada en el
ordinal 6º del artículo 346 del CPC, con miras a que el demandante, voluntaria o

155
René Molina Galicia. Reflexiones sobre una nueva visión constitucional del proceso, y su tendencia
jurisprudencial. ¿Hacia un gobierno judicial? Caracas. Ediciones Paredes. Segunda Edición Revisada y
ampliada. 2008. Pág.227.
156
En tal sentido, puede verse sentencia del Tribunal Superior en lo Civil, Mercantil y Tránsito de la
Circunscripción Judicial del Estado Anzoátegui 29 de octubre de 2015, en la que se cuestiona al juzgado a
quo por haber declarado inadmisible la demanda por haber observado que el demandante no estimó el valor
de la demanda como tampoco hizo la conversión en UT, sin antes haber hecho algún exhorto al actor a
corregir el libelo, como lo hacen muchos jueces y así depurar el proceso de considerarse necesario; lo cual allí
se estima que es un desacierto; lo que agrega que el sentenciador de origen “no establece bajo ningún respecto
en su decisión, si la ausencia de la cuantía y su equivalente en unidades tributarias, va en detrimento contrario
al orden público, a las buenas costumbres o alguna disposición expresa en la Ley”. Disponible en
http://anzoategui.tsj.gob.ve/DECISIONES/2015/OCTUBRE/1038-29-BP02-R-2015-000349-
PJ192015000205.HTML, consultada el 25/12/2018.

147
forzosamente, subsane esos defectos u omisiones invocados, mediante su
corrección en el libelo respectivo, conforme a lo dispuesto en el artículo 350
ibidem.
Salvo el supuesto de extinción del proceso a que alude el artículo 354 del
CPC, una vez que el actor hubiere subsanado aquellos defectos u omisiones,
mediante la presentación del respectivo escrito o diligencia en la que exprese el
valor de la causa, tanto en la unidad monetaria nacional como en su equivalente
en UT al momento de la interposición del asunto, podrá afirmarse que el escrito
libelar cumple con los requisitos a que se contrae el artículo 340 ejusdem y el
párrafo final del respectivo artículo 1 de la RSPTSJ 2009-0006 y de la RSPTSJ
2018-0013, por lo que el proceso seguirá su curso ordinario157, con pleno
conocimiento de las partes -y del órgano jurisdiccional correspondiente- sobre el
tribunal competente para conocer de la misma en primera instancia en razón de la
cuantía, el procedimiento que le es aplicable, el eventual acceso a la sede
casacional de la sentencia de última instancia que se dicte en dicho proceso, e
incluso, el monto máximo que a título de honorarios profesionales ha de pagar el
condenado en costas a la parte vencedora conforme a lo previsto en el artículo
286 del CPC.
2.- En vez de oponer aquella cuestión previa, la parte accionada podrá contestar
directamente el fondo de la demanda, sin la debida consideración de los defectos
de forma que presenta el libelo de la demanda; en concreto, que nada diga
respecto a la omisión en el escrito libelar de la expresión del valor de la causa,
tanto en la unidad monetaria nacional como en su equivalente en UT al momento
de la interposición del asunto; en cuyo caso, el proceso seguirá su curso normal
por ante el tribunal de la causa, según el procedimiento que este haya dispuesto,
hasta su conclusión; y en tal supuesto, el tema del valor de la causa será tenido en
cuenta o tendrá relevancia nuevamente cuando:

157
Tal subsanación, sin embargo, no obsta para que surja -al menos en lo que toca a las pretensiones que son
apreciables en dinero cuyo valor no consta expresamente- una nueva incidencia en relación al valor de la
causa, que es la atinente a la impugnación que puede hacer el demandado, en su contestación al fondo, a la
estimación económica que el accionante hubiere hecho en el escrito libelar, a tenor de lo previsto en el
artículo 38 del CPC.

148
a.- Corresponda resolver sobre el eventual acceso a la sede casacional de la
sentencia de última instancia que se dicte en dicho proceso, el cual, si se
ejerciere, deberá ser declarado inadmisible por no cumplir con el requisito relativo
a la cuantía requerida para interponer dicho medio extraordinario de impugnación,
dada la la omisión en el escrito libelar de la expresión del valor de la causa, tanto
en la unidad monetaria nacional como en su equivalente en UT al momento de la
interposición del asunto; y
b.- Al finalizar la controversia con la sentencia definitivamente firme, y por la
misma razón indicada en el párrafo indicada en el párrafo precedente, la parte que
resulte condenada en costas no podrá oponer a la estimación que por honorarios
profesionales le proponga su adversario vencedor, la limitación que establece el
artículo 286 del CPC conforme al criterio sostenido por la SCC-TSJ, en sentencia
Nro.959 del 27 de agosto de 2004, en la que señaló que:

“De esta forma la Sala establece que la limitación establecida en el artículo 286 del
Código de Procedimiento Civil, no es oponible por la parte condenada en costas en los
juicios sobre estado y capacidad de las personas, ni en aquellos en los que aun siendo
estimables, las partes hubieren incumplido con su carga procesal de establecer
oportunamente el valor de lo litigado. Con la solución que ahora se adopta, la Sala adapta
su criterio al nuevo texto constitucional y lo armoniza igualmente con el espíritu de la Ley
de Abogados en el sentido de proveer al profesional del derecho de medios expeditos
para hacer efectivo su derecho. De esta forma, la Sala abandona expresamente su
criterio sostenido en su sentencia del 5 de noviembre de 1991, así como en cualquier otra
en que se lo hubiere hecho valer”.158

2) Cuando el actor expresa en el libelo de demanda el valor de la causa en la unidad


monetaria nacional pero omite hacerlo en su equivalente en UT, o viceversa.

Además de la antes estudiada situación de omisión total y absoluta, por el


actor, de la expresión del valor de la causa en el libelo de demanda, el otro
escenario posible que la práctica forense podría ofrecer, es el que se presenta
cuando tal incumplimiento de las exigencias del párrafo final del respectivo artículo
1 de la RSPTSJ 2009-0006 y de la RSPTSJ 2018-0013 se verifica en forma
parcial, y que tiene lugar cuando en el escrito libelar el accionante expresa dicho
valor, bien en la unidad monetaria nacional y omite hacerlo en su equivalente en
UT, o bien lo expresa únicamente en UT y obvia hacerlo en bolívares.

158
Véase Sentencia Nro.959 de la SCC-TSJ del 27 de agosto de 2004, disponible en
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones /scc/Agosto/RC-00959-270804-01329.htm, consultada el 25/12/2018.

149
En el primer caso, es claro que esa demanda contentiva de pretensiones
apreciables en dinero, conste o no el valor de la cosa demandada, en la que el
actor haya omitido expresar el valor de la causa en su equivalente en UT al
momento de la interposición del asunto, no cumple las previsiones del respectivo
artículo 1 de la RSPTSJ 2009-0006 y de la RSPTSJ 2018-0013; mientras que en
el segundo, en la que el accionante haya omitido expresar el valor de la causa en
la unidad monetaria nacional, no reúne los requisitos contemplados en los
ordinales 4º y 5º del artículo 340 del CPC.
Pese a una y otra omisión, tal demanda, necesariamente, debe ser admitida,
por cuanto ninguna de esas circunstancias hace que la demanda sea contraria al
orden público, a las buenas costumbres o alguna disposición expresa de la Ley,
sin perjuicio de que, como se ha dicho antes, el juez civil haga uso de su potestad
saneadora.
En efecto, con base en el argumento a fortiori, en su modalidad de a minori ad
maius o de menor a mayor, aplicable a las proposiciones negativas o
prohibitivas,159 sí, como se ha visto arriba, ni siquiera en los casos de omisión total
y absoluta de la expresión del valor de la causa en el escrito libelar, el Juez, en el
contexto del procedimiento ordinario civil, podría declarar inadmisible tal demanda,
por no ser contraria al orden público, a las buenas costumbres o alguna
disposición expresa de la Ley, con mucha mayor razón le está vedado negar la
admisión de la demanda en la que la apuntada omisión se presenta en forma
parcial, según se ha expuesto.
Por lo antes expresado, resulta desacertado el criterio sostenido por algunos
de tribunales de instancia que han declarado inadmisibles las demandas en las
que en las que el actor ha omitido expresar el valor de la causa en su equivalente
en UT al momento de la interposición del asunto, por estimar que ello no podría
“resolverse por despacho saneador, sino que muy por el contrario debe sancionarse con la
inadmisión de la demanda como desacato al imperativo de la Sala Plena del Tribunal Supremo de

159
Vid. Ramón Escovar León. Ob. Cit. Pág.254.

150
justicia”160; o que “la acción resulta INADMISIBLE, por cuanto resulta indeterminable la
competencia o no de este Tribunal”161; o también que “siendo esto una formalidad esencial del
proceso, y en el caso bajo estudio para poder determinar a quien le corresponde la competencia
para el conocimiento de la causa”.162
Mas atinado ha sido la doctrina judicial fijada por otro tribunal de instancia que,
en sentido contrario al de aquellos antes citados, ha expuesto que en los casos de
demandas en las que en las que el actor ha omitido expresar el valor de la causa
en su equivalente en UT al momento de la interposición del asunto, “en todo caso
correspondía, ante la omisión advertida, la oposición de la cuestión previa contenida en el ordinal
6º del artículo 346 del Código de Procedimiento Civil, referida al defecto de forma de la
demanda”.163

Una vez admitida la demanda en cuestión y ordenada la sustanciación del


proceso, llegada la oportunidad de la contestación de la demanda, la parte
accionada, al igual que en el caso previo analizado, puede optar por oponer la
cuestión previa de defecto de la demanda, contemplada en el ordinal 6º del
artículo 346 del CPC; o contestar al fondo de la demanda, sin aducir nada
respecto a la omisión en el escrito libelar de la expresión del valor de la causa, sea
en lo que toca a su equivalente en UT al momento de la interposición del asunto,
sea en lo que atañe a su valor en bolívares.
En tal sentido, considerando que los efectos y consecuencias jurídicas de la
oposición de esa cuestión previa o de la contestación al fondo son los mismos que
en aquel supuesto ya analizado, huelga repetirlos aquí, prefiriendo remitir allá y

160
Véase sentencia del Juzgado Primero de los Municipios San Cristóbal y Torbes de la Circunscripción
Judicial del Estado Táchira del 19 de enero de 2011, disponible en
http://bolivar.tsj.gob.ve/DECISIONES/2011/ENERO/1345-19-12965-11-2121.HTML, consultada el
25/12/2018.
161
Véase sentencia del Juzgado Primero de Municipio Heres del Primer Circuito de la Circunscripción
Judicial del Estado Bolívar del 28 de febrero de 2011, disponible en
http://bolivar.tsj.gob.ve/DECISIONES/2011/FEBRERO/1987-28-FP02-V-2010-001761-PJ0242011000059.HTML,
consultada el 25/12/2018.
162
Véase sentencia del Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Bancario
del Primer Circuito Judicial del Estado Sucre del 16 de abril de 2013, disponible en
http://sucre.tsj.gob.ve/DECISIONES/2013/ABRIL/1241-16-10065-30-2013-I.HTML, consultada el
25/12/2018.
163
Véase sentencia del Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, la Tránsito, y Agrario de
la Circunscripción Judicial del Estado Vargas del 15 de febrero de 2011, disponible en
http://vargas.tsj.gob.ve/DECISIONES/2011/FEBRERO/130-15-11916-9303.HTML, consultada el
25/12/2018.

151
desarrollar aquí lo sustancial que separa un caso del otro, que tiene que ver,
efectivamente, con el tratamiento a dar a la cuestión del acceso a la sede
casacional y a la limitación que establece el artículo 286 del CPC.
Al respecto, a diferencia del anterior caso, se estima que, en el supuesto en
consideración, el recurso de casación anunciado contra la sentencia de última
instancia dictada en con ocasión de esta demanda debería ser admitido; y a la
vez, la parte que resulte condenada en costas podrá válidamente oponer a la
estimación que por honorarios profesionales le proponga su adversario vencedor,
la limitación que establece del treinta por ciento (30 %) del valor de lo litigado que
establece el artículo 286 del CPC; aun y cuando el valor de la causa solo haya
sido expresado en el libelo, en una sola de las manifestaciones que exige el
respectivo artículo 1 de la RSPTSJ 2009-0006 y de la RSPTSJ 2018-0013, sea en
su equivalente en UT al momento de la interposición del asunto, sea en su valor
en bolívares.
Así, negar la admisión del recurso de casación o excluir la limitación de los
honorarios de los abogados de la parte contraria presupone, como se ha visto,
ausencia total y absoluta de fijación del valor de la causa en el libelo de demanda,
y ello no es lo que se verifica en el supuesto en estudio, en el que dicha situación
se produce de manera parcial.
En efecto, en uno y otro caso, el libelo de demanda contendría ya el valor de
la causa y cualquiera que fuere la unidad en que estuviere expresado, constaría
en los autos del expediente, y por tanto, esa única manifestación sería suficiente
para que el juez pueda fundar su decisión sobre aquellos dos (2) aspectos en
cuestión.
Al respecto, cabría agregar que al juez le bastaría realizar una simple
operación aritmética para obtener la correspondiente unidad de expresión faltante,
por lo que este podría fácilmente convertir la cantidad expresada en UT en
bolívares –multiplicando el número de UT por el valor que esta tenga para la fecha
de interposición del asunto- o transformar la suma expresada en bolívares en UT
–dividiendo dicho monto entre el valor asignado a la UT para el momento antes
indicado-, valiéndose para ello de conocimientos de hecho comprendidos en las

152
experiencia común o máximas de experiencia, conforme prevé el artículo 12 del
CPC.
Por tanto, negar la admisión del recurso de casación o excluir la limitación de
los honorarios de los abogados de la parte contraria en un contexto como el aquí
planteado, en el que el proceso se encuentra, prácticamente, en sus fases
terminales, sobre la base del incumplimiento parcial de uno los requisitos del libelo
de demanda que no torna en inejecutable el fallo que se hubiere dictado, raya en
un sacrificio de la justicia por la omisión de formalidades no esenciales y colide
con lo previsto en el artículo 257 de la CRBV.

153
IV. EL VALOR REAJUSTADO DE LA UNIDAD TRIBUTARIA APLICABLE POR LOS
ÓRGANOS DEL PODER JUDICIAL Y PARA LA EXPRESION DEL VALOR DE LA CAUSA.

La UT funge como criterio determinante de la competencia por la cuantía de


los tribunales en primera instancia y del valor de las causas que se seguirán por el
procedimiento breve, según las previsiones de la actualmente vigente RSPTSJ
2009-0006 y de la recién emitida RSPTSJ 2018-0013.
De igual forma, la UT es la unidad de medida del valor de las causas que se
tramitarán por el procedimiento oral, conforme a lo establecido en la RSPTSJ
2006-00038, y de la cuantía de la demanda para la admisibilidad del recurso de
casación, por disposición del artículo 86 de la LOTSJ.
Además, las antes mencionadas RSPTSJ 2009-0006 y RSPTSJ 2018-0013,
en el párrafo final de su respectivo artículo 1, ordenan que, a los efectos de la
determinación de la competencia por la cuantía, en todos los asuntos
contenciosos cuyo valor sea apreciable en dinero, conste o no el valor de la
demanda, los justiciables deberán expresar, además de las sumas en bolívares
conforme al CPC y demás leyes que regulen la materia, su equivalente en UT al
momento de la interposición del asunto.
La circunstancias antes descritas ponen en evidencia que la UT tiene
influencia preponderante en el funcionamiento de los órganos del Poder Judicial,
en especial, del TSJ, de los JPI y los Juzgados de Municipio, en tanto que
constituye el elemento determinante de uno de los aspectos de su correspondiente
ámbito competencial; así como también, en las actuaciones de los ciudadanos que
deciden dirimir sus conflictos por ante esas instancias, en cuanto que es uno de
los criterios a tener en cuenta al momento de la fijación, en el escrito libelar, del
valor de sus respectivas pretensiones apreciables en dinero, conste o no su valor
expresamente.

1. Nociones Generales sobre la UT.

Dada la apuntada relevancia de la UT para la consideración de los temas


antes indicados, resulta de interés desarrollar su definición y bases legales; los
parámetros que debe seguir la autoridad competente para fijar su valor reajustado;

154
las más recientes expresiones de la potestad reglada de la Administración
Tributaria para reajustar la UT; para así, finalmente, considerar en relación a la
equivalencia en bolívares de la UT que debe ser tenida en cuenta, tanto por los
órganos del Poder Judicial como por las partes intervinientes en procesos
judiciales, para sus correspondientes actuaciones, esto es, lo que podría
calificarse, en resumen, como las implicaciones procesales de la UT.

A. Conceptualización de la UT.

La UT es una figura incorporada a nuestro ordenamiento jurídico por el Código


Orgánico Tributario (COT) de 1994164, en cuyo artículo 229 se dispuso que: “A los
efectos tributarios se crea la unidad tributaria”; así como también que: “En consecuencia, se
convierten en unidades tributarias o fracciones de las mismas, los montos establecidos en las
diferentes leyes y reglamentos tributarios, con inclusión de este Código”.

ANDRES SANTELÍZ GRANADILLO señala que la UT es la medida de valor


creada, a los efectos tributarios, como el índice que permite equiparar el ingreso
corriente, las bases de imposición, exenciones y sanciones, entre otros, con una
determinada canasta de bienes y servicios, de manera de estimar el
enriquecimiento real, con fundamento en la variación del Índice de Precios al
Consumidor (IPC) del Área Metropolitana de Caracas165, por lo que afirma:

De esta forma, la UT (sic) es el artificio metodológico diseñado por la autoridad tributaria


con el propósito de mantener estable la relación entre las alícuotas impositivas y otros
parámetros tributarios establecidos en las leyes fiscales con los valores corrientes de los
ingresos gravables. Es equivalente al procedimiento de deflactación del ingreso con el
IPC para determinar el nivel del ingreso real, relativo a la canasta de bienes y servicios
empleada por el Banco Central de Venezuela (BCV) para determinar el IPC en el Área
Metropolitana de Caracas.166

164
Publicado en la GORV Nro.4.727 Extraordinario de fecha 27 de mayo de 1994.
165
Como se verá en la nota siguiente, para la fecha de publicación de ese trabajo del autor antes citado, estaba
aún vigente el COT de 2001, publicado en la GORBV Nro.37.305 de fecha 17 de octubre de 2001, cuyo
artículo 121.15 facultaba a la Administración para reajustar la UT sobre la base de la variación producida en
el Índice de Precios al Consumidor (IPC) en el Área Metropolitana de Caracas, del año inmediatamente
anterior, publicado por el Banco Central de Venezuela; lo cual fue modificado por el artículo 131.15 del COT
de 2014, el cual refiere al Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) fijado por la autoridad
competente, del año inmediatamente anterior.
166
Cfr. Andrés Santelíz Granadillo. “Incidencias del ajuste incompleto de la Unidad Tributaria” en Catalina
Banko y María Alejandra Eggers (Compiladoras) Las Ciencias Sociales: Perspectivas Actuales y Nuevos
Paradigmas. Caracas. Universidad Central de Venezuela, Facultad de Ciencias Económicas y Sociales,
Instituto de Investigaciones Económicas "Dr. Rodolfo Quintero".Primera Edición. 2013. Pág: 512.

155
La UT es, por tanto, una medida de valor expresada en moneda de curso legal
con el objetivo de mantener actualizados y ajustados a la realidad inflacionaria del
país los montos consagrados en las leyes y reglamentos tributarios para la
imposición de sanciones y multas, y que dado su carácter de determinación
objetiva y de simple aplicación aritmética, es empleada por muchas otras leyes
como referencia, a los fines de su periódica y constante actualización pecuniaria,
para regular situaciones con significación monetaria, como es el caso, según se ha
visto, de la competencia de los tribunales en razón de la cuantía y del valor de la
demanda para los fines del acceso a la sede casacional, o de los procedimientos a
seguir.

B. Regulación vigente de la UT.

En la actualidad, dicha figura se encuentra contemplada en el artículo 3 del


COT de 2014167, en el que se establece que sólo a las leyes corresponde regular
con sujeción a las normas generales de este Código, sobre las materias que allí se
indican, y seguidamente, en su Parágrafo Tercero, refiere que por su carácter de
determinación objetiva y de simple aplicación aritmética, la Administración
Tributaria Nacional reajustará el valor de la UT de acuerdo con lo dispuesto en ese
Código.
En concordancia con lo anterior, en el artículo 131.15 del COT de 2014, se
faculta a la Administración Tributaria (SENIAT) para reajustar la UT dentro de los
quince (15) primeros días del mes de febrero de cada año, previa opinión
favorable de la Comisión Permanente de Finanzas de la Asamblea Nacional,
sobre la base de la variación producida en el Índice Nacional de Precios al
Consumidor fijado por la autoridad competente, del año inmediatamente anterior.
Por su parte, el artículo 7º del Decreto Nro.2.177, mediante el cual se dicta el
Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley del Servicio Nacional Integrado de
Administración Aduanera y Tributaria (LSENIAT)168, dispone que dicho ente estará
bajo la dirección del Superintendente, quien será su máxima autoridad y Jefe, y

167
Publicado en la GORBV Nro.6.152 Extraordinario de fecha 18 de noviembre de 2014.
168
Publicado en la GORBV Nro.6.211 Extraordinario de fecha 30 de diciembre de 2015.

156
tendrá a su cargo las potestades y competencias atribuidas por ley a la
Administración Aduanera y Tributaria.
Son esas, pues, las normas que regulan en la actualidad la UT y permiten a la
máxima autoridad del SENIAT, periódicamente, realizar el reajuste de su valor.

C. La facultad conferida al SENIAT para reajustar la UT es una potestad reglada.

Una clasificación importante de las potestades administrativas es la que


distingue entre las facultades regladas y las discrecionales, según el mayor o
menor margen de libertad de actuación que su titular tenga, en el ordenamiento
jurídico que las instituya.
Ello ha sido -dice ALLAN R. BREWER CARIAS-, precisamente, lo que ha
dado origen a la distinción clásica en materia de actividad administrativa, entre la
administración reglada y el poder discrecional; a lo cual se refirió hace varias
décadas la antigua Corte Federal de Venezuela, al expresar, en sentencia del 17
de julio de 1953, que:

"Los actos administrativos son de dos categorías: los discrecionales, cuando la


administración no está sometida al cumplimiento de normas especiales en cuanto a la
oportunidad de obrar, sin que ello quiera decir que se obra al arbitrio, eludiendo toda
regla de derecho, pues la autoridad administrativa debe observar siempre los preceptos
legales sobre formalidades del acto; y los reglados, llamados también vinculados y
obligatorios, cuando el funcionario no puede ejecutarlos sino con sujeción estricta a la ley,
so pena de incurrir en incompetencia, exceso de poder o genéricamente, en ilegalidad o
violación de la ley".169

En sentido similar se ha expresado AGUSTIN GORDILLO, para quien:

“Las facultades de un órgano administrativo están regladas cuando una norma jurídica
predetermina en forma concreta una conducta determinada que el administrador debe
seguir, o sea, cuando el orden jurídico establece de antemano qué es específicamente lo
que el órgano debe hacer en un caso concreto. Las facultades del órgano serán en
cambio discrecionales cuando el orden jurídico le otorgue cierta libertad para elegir entre
uno y otro curso de acción, para hacer una u otra cosa, o hacerla de una u otra
manera.”170

169
Cfr. Allan R. Brewer-Carias. Tratado de Derecho Administrativo Derecho Público en Iberoamérica, Vol.
V. Caracas. Editorial Jurídica Venezolana. Primera Edición. 2013. Pág.251.
170
Cfr. Agustín Gordillo. Tratado de Derecho Administrativo y Obras Selectas, Tomo 9 Primeros Manuales.
Buenos Aires, Argentina. Fundación de Derecho Administrativo. Primera Edición. 2014. Pág.179,
disponible en https://www.gordillo.com/pdf_tomo9/libroi/capitulo8.pdf, consultado el 03/01/2018.

157
Por su parte, SANTIAGO MUÑOZ MACHADO refiere que todas las veces en
que las normas predeterminan el contenido de la decisión administrativa, lo
anticipan, de modo que lo que se permite al órgano actuante no es otra cosa que
verificar si los hechos a los que ha de aplicar la norma son los previstos en la
misma, se está ante una potestad reglada, y por ello:

“Si los fines a que tiene que dirigirse la actuación administrativa y las decisiones que
puede legítimamente adoptar, en su función de servicio a los intereses generales, están
predeterminados en la norma, las potestades de la Administración están vinculadas a las
previsiones de dicha regulación y se denominan, por ello, regladas. Si la Administración,
por el contrario, puede definir su propia política de actuación y optar, dentro del marco de
la legalidad, entre diversas decisiones, todas las cuales son indiferentes para el
ordenamiento y válidas, estamos ante una potestad discrecional”.171

Con apoyo en las posiciones doctrinarias antes citadas, es posible afirmar que
la potestad que la ley otorga a la máxima autoridad del SENIAT para reajustar la
UT, es una facultad reglada, en tanto que las normas que regulan la materia
anticipan la conducta que este debe seguir y le indican claramente lo que ha de
hacer, para realizar tal función.
En efecto, la apuntada condición de potestad reglada de la Administración
Tributaria para reajustar la UT se deriva de la interpretación conjunta de las
mismas normas que la regulan, a saber, los artículos 3, Parágrafo Tercero, y 135,
Ordinal 5, del COT de 2014, en cuanto que, mediante dichos preceptos jurídicos,
el legislador ha establecido los criterios formales y materiales que ha considerado
razonables y proporcionales para su apropiado ejercicio.
Así, las exigencias de forma y fondo que se han impuesto a la Administración
Tributaria para ejercer su potestad reglada para reajustar la UT son: i.- Un plazo
determinado previamente: dentro de los quince (15) primeros días del mes de
febrero de cada año; ii.- La ruta que debe seguirse: previa opinión favorable de la
Comisión Permanente de Finanzas de la Asamblea Nacional; iii.- La valoración
que dicho ente puede hacer: determinación objetiva y de simple aplicación
aritmética; y iv.- Los conocimientos técnicos y científicos en los que se
171
Cfr. Santiago Muñoz Machado. Tratado de Derecho Administrativo y Derecho Público General, Tomo
III Los Principios de Constitucionalidad y Legalidad. Madrid, España. Agencia Estatal Boletin Oficial del
Estado. Cuarta Edición. Octubre de 2015. Pág.230, disponible en http://publicacionesoficiales.boe.es,
consultado el 03/01/2018.

158
fundamentará la decisión: sobre la base de la variación producida en el Índice
Nacional de Precios al Consumidor fijado por la autoridad competente, del año
inmediatamente anterior.
En ese orden de ideas se ha expresado HUMBERTO ROMERO-MUCI, quien
ha delineado magistralmente el limitado alcance de la potestad controlada de la
Administración Tributaria para reajustar la UT, a partir de lo establecido en los
artículos 3, Parágrafo Tercero, y 135, Ordinal 5, del COT de 2014, señalando
que los mismos determinan una competencia estrictamente reglada, que
circunscribe la facultad correspondiente a reexpresar la UT sobre la base de la
variación producida en el INPC del año anterior, publicado por el Banco Central de
Venezuela, mediante una determinación objetiva y de simple aplicación aritmética,
conforme a lo cual concluye que:

“La claridad del texto legal es notoria y no deja campo a la duda. Nada puede ni debe
añadir la Administración Tributaria a la reexpresión de la UT, que no sea la simple
constatación de la variación del INPC del periodo y traducir dicho ajuste en términos de la
UT, para comunicarlo en la forma y tiempo establecido por el mismo artículo 131, esto es,
(i) dentro de los 15 primeros días del mes de febrero de cada año y (ii) conforme a la
opinión favorable de la Comisión Permanente de Finanzas de la Asamblea Nacional, la
cual debe producirse también dentro de los 15 días continuos siguientes de solicitada”.172

En atención a lo expuesto por la doctrina antes citada, se estima, entonces,


que la expresada potestad reglada de la Administración Tributaria para reajustar
la UT se configura, en definitiva, como una especie de la “discrecionalidad
técnica”, que se diferencia de la “discrecionalidad administrativa”, por cuanto en
esta última, la administración tienen la facultad de escoger entre varios
comportamientos jurídicamente lícitos para la satisfacción del interés público, y
para la consecución de un fin que se corresponda con la causa del poder ejercido;
mientras que en aquella -la “discrecionalidad técnica”-, en cambio, no existe tal
poder de elección, sino que:

“(…) la escogencia del comportamiento a seguir, tomando en cuenta los intereses


públicos, ya fue realizada a priori (de una vez y para siempre) de manera vinculante, por
el Legislador», por lo que a la Administración sólo le queda realizar una valoración sobre
la base de conocimientos (y por lo tanto, de reglas) técnicos, como son aquellos de la

172
Cfr. Humberto Romero-Muci. Uso, Abuso y Perversión de la Unidad Tributaria. Una reflexión sobre
tributación indigna. Academia de Ciencias Políticas y Sociales Serie Estudios 111. Caracas. 2016. Págs.45-
46.

159
medicina, de la ética, de la economía..., como es el caso, por ejemplo, del valor
económico de un bien”.173

Siguiendo ese hilo argumentativo, puede verse que los arriba referidos
artículos 3, Parágrafo Tercero, y 135, Ordinal 5, del COT de 2014, en tanto bases
reguladoras de la potestad reglada de la Administración Tributaria para reajustar
la UT, obran u operan como normas que confieren una discrecionalidad técnica.

D. Las últimas expresiones de la potestad reglada del SENIAT para reajustar la UT.

Habiendo considerado ya en relación a la potestad reglada de la


Administración Tributaria para reajustar la UT, corresponde ahora abordar las
últimas expresiones que, en ejercicio de tal atribución, ha hecho el SENIAT.
En ese orden de ideas se observa que, desde su incorporación al
ordenamiento jurídico en el año 1994, en cumplimiento de lo establecido en los
actuales artículos 3.3 y 131.15 del COT de 2014, la Administración Tributaria ha
reajustado, periódicamente, el valor de la UT, por lo que, desde aquel entonces
hasta el presente, pueden contabilizarse un total de veintiocho (28) expresiones de
dicha unidad de medida –su consagración + 27 reajustes-.174
Con el correr del tiempo, tal fijación del valor de la UT que ha hecho la
Administración Tributaria no ha estado exenta de críticas fundadas, al punto que
HUMBERTO ROMERO-MUCI no duda en afirmar que esta ha sido una de las
instituciones tributarias más abusadas por el autoritarismo de los últimos años, ya
que:

“Su propósito técnico ha sido pervertido por el Iegislador y adulterado por la


Administración Tributaria, con fines recaudatorios y sancionatorios reñidos con garantías
fundamentales que presiden la exacción de los tributos y garantizan la justicia de la
imposición. Esta situación de desviación insana es, incluso, rayana en la lesión del

173 Cfr. Allan R. Brewer-Carias. “La técnica de los conceptos jurídicos indeterminados como mecanismo de
control judicial de la actividad administrativa” en Ley de Responsabilidad Social de Radio y
Televisión. Editorial Jurídica Venezolana. Colección Textos Legislativos Nro.35. Caracas, 2006. Págs. 217-
239, disponible en http://allanbrewercarias.com/biblioteca-virtual/%C2%93-la-tecnica-de-los-conceptos-
juridicos-indeterminados-como-mecanismo-de-control-judicial-de-la-actividad-administrativa-%C2%94/,
consultado el 03/01/2018.
174
Una tabla con el valor histórico y actual de la UT, puede verse en http://tramitespublicos.info.ve/conozca-
historico-uso-la-unidad-tributaria/, consultada el 05/01/2019. Una tabla de similares características, de la
propia cosecha del autor, puede consultarse en línea en
https://www.dropbox.com/s/wlfsauvlg4frezz/TABLA%20DE%20UNIDAD%20TRIBUTARIA.xls?dl=0.

160
derecho humano a la preservación de un mínimo vital como garantía de la dignidad de la
tributación en el impuesto sobre la renta”.175

A esos usos perversos denunciados por la doctrina antes citada a los que ha
sido sometida la fijación del valor de la UT, es posible agregar las distorsiones de
las que fue objeto en el decurso del año 2018, que conllevaron a cuatro (4)
reajustes de la UT dentro de ese periodo, pese a que, como se ha visto, uno de
los límites que la ley impone a la Administración Tributaria sujeta tal facultad a un
criterio temporal, que presupone que la misma debe ser ejercitada en un plazo
determinado previamente, que es dentro de los quince (15) primeros días del mes
de febrero de cada año.
De tales reajustes efectuados a la UT durante el año 2018, a los fines de este
trabajo, interesa referir aquí con más detalle en relación a los dos (2) últimos176,
que se corresponden, en orden cronológico, con los siguientes actos:
1.- La Providencia Administrativa SNAT/2018/0120 del 20 de junio de 2018
(PASENIAT 2018-120)177, mediante la cual se reajusta la UT a un valor actual de
CERO COMA CERO DOCE BOLIVARES SOBERANOS (Bs.S.0,012)178, cuya
vigencia fue fijada a partir de su publicación en la GORBV, esto es, el mismo 20
de junio de 2018; y

175
Cfr. Humberto Romero-Muci. Ob. Cit. Pág.1. En las páginas siguientes de esa obra, dicho autor aborda
los varios problemas que ha supuesto el uso de la UT como unidad de medida homogénea para fines fiscales,
la mayoría de los cuales, afirma, constituyen desviaciones de la finalidad técnica de la UT y son expresión de
la manipulación de su uso o abuso con propósitos ajenos a su racionalidad institucional, esto, es que su uso ha
sido pervertido para (i) subestimar la corrección monetaria de las unidades que deben mantener valores
homogéneos y (ii) sobreestimar el valor de las multas respecto del que tenían al momento de la comisión de la
infracción.
176
Para consultar los dos primeros reajustes del año 2018 véase: 1.- La Providencia Administrativa
SNAT/2018/0017 del 01 de marzo de 2018, publicada en la GORBV Nro.41.351 de fecha 01 de marzo de
2018, mediante la cual se reajusta a la UT a QUINIENTOS BOLIVARES (Bs.500,00) de aquella época; y 2.
La Providencia Administrativa SNAT/2018/0028 del 30 de abril de 2018, publicada en la GORBV
Nro.41.388 de fecha 02 de mayo de 2018, mediante la cual se reajusta a la UT a OCHOCIENTOS
CINCUENTA BOLIVARES (Bs.850,00) de aquel entonces.
177
Publicada en la GORBV Nro.6.383 Extraordinario de fecha 20 de junio de 2018.
178
En principio, dicho valor fue fijado en UN MIL DOSCIENTOS BOLIVARES (Bs.1.200,00), pero con
ocasión del Decreto Nro.54 en el marco del estado de excepción y de emergencia económica, mediante el cual
se decreta la nueva reexpresión de la unidad monetaria nacional para la reconversión monetaria, publicado en
la GORBV Nro.41.446 de fecha 25 de julio de 2018, en concordancia con el artículo 4.F) de la Resolución del
Banco Central de Venezuela Nro.18-07-02 de fecha 31de julio de 2018, mediante la cual se dictan las Normas
que Rigen el Proceso de Reconversión Monetaria, publicada en la GORBV Nro.41.460 de fecha 14 de agosto
de 2018; a partir del 20 de agosto de 2018, todo importe expresado en moneda nacional antes de la citada
fecha, entre ellos la UT, deberá ser convertido a la nueva unidad, dividiendo entre cien mil (100.000), lo cual
arroja el nuevo valor allí señalado.

161
2.- La Providencia Administrativa SNAT/2018/0129 del 03 de septiembre de
2018 (PASENIAT 2018-129)179, mediante la cual se reajusta la UT a un valor de
DIECISIETE BOLIVARES SOBERANOS (Bs.S.17,00), cuya vigencia se estableció
desde su publicación en la GORBV, acaecida el 11 de septiembre de 2018.
Las antes referidas más recientes expresiones de la potestad reglada de la
Administración Tributaria para reajustar la UT y su respectiva equivalencia en
bolívares, serán las consideradas en las líneas que siguen a los fines del
desarrollo de las implicaciones procesales de la UT.

2. Implicaciones procesales de las últimas expresiones del valor reajustado de la


UT efectuadas por la Administración Tributaria.

Tales reajustes de la UT impactan, como se ha visto, la competencia de los


tribunales en primera instancia, los procedimientos a seguir, el acceso al recurso
de casación y el valor de las causas, ya que la cuantía para cada uno de esos
supuestos debe estar expresada en tal medida de valor, de modo que la misma se
incrementa en los mismos términos en que lo hace aquélla, y por ello –se ha dicho
aquí-, las expresiones que al respecto haga la Administración Tributaria tiene
implicaciones procesales, que se ponen de bulto en los momentos en que se
requiere efectuar la correspondiente conversión del valor de la UT a la unidad
monetaria nacional o viceversa.
Para realizar tales conversiones, al juez o a las partes, según el caso, les
bastaría con hacer una simple operación aritmética consistente en multiplicar el
número de UT por el valor que esta tenga para la fecha de interposición del asunto
–cuando lo que se quiere es convertir la cantidad expresada en UT en bolívares–,
o dividir la suma expresada en bolívares entre el valor asignado a la UT para el
momento antes indicado –cuando lo que se pretende es hacer la transformación
de bolívares en UT-.
Como se habrá visto, para obtener uno u otro resultado, el juez o las partes
ameritan conocer y tener plena certeza acerca del valor reajustado de la UT fijado

179
Publicada en la GORBV Nro.41.479 de fecha 11 de septiembre de 2018.

162
por la Administración Tributaria que esté vigente para la fecha de interposición del
asunto.
Siguiendo ese hilo argumentativo se observa que una revisión de los
veintisiete (27) actos administrativos mediante los cuales el SENIAT ha hecho uso
de su potestad reglada para reajustar la UT, desde la incorporación de dicha figura
al ordenamiento jurídico patrio en el año 1994 hasta el presente, revela,
inicialmente, que, los primeros veintiuno (21) de tales actos180 contenían tan solo
dos (2) artículos: Uno –el 1º-, por el que se reajusta el correspondiente valor de
la UT; y el otro –el 2º-, en el que se establece el valor de la UT aplicable en los
casos de tributos que se liquiden, tanto por períodos anuales como por otros
lapsos distintos a aquellos.
Luego, a partir del año 2016, en los cinco (5) actos subsiguientes mediante los
cuales el SENIAT ha hecho uso de su potestad reglada para reajustar la UT, a las
Providencias Administrativas de marras se les ha agregado un tercer artículo,
conforme al cual estas, además de los aspectos indicados en el párrafo
precedente, ahora se les adiciona una norma en la que se establece su respectiva
entrada en vigencia, sea desde su publicación en la GORBV181, sea desde la
fecha que allí se indique.182
En atención a lo antes expuesto, cabe afirmar que, ordinariamente, a lo largo
de su historia, desde su incorporación al ordenamiento jurídico patrio y hasta
cuando fue dictada la PASENIAT 2018-120, mediante la cual se reajusta la UT a
un valor actual de CERO COMA CERO DOCE BOLIVARES SOBERANOS
(Bs.S.0,012), estar al tanto del valor reajustado de la UT vigente para la fecha de
interposición del asunto, no representaba mayor esfuerzo intelectual o
interpretativo, ya que siempre estuvo en vigor un solo valor, que era sucedido por

180
El número y fecha de la correspondiente edición de la GORB y de la GORBV en la que aparecen
publicadas esas Providencias Administrativas, que van desde el año 1995 hasta el año 2015, puede consultarse
en la tabla que, para los fines de este trabajo, ha sido elaborada por el autor, disponible en
https://www.dropbox.com/s/wlfsauvlg4frezz/TABLA%20DE%20UNIDAD%20TRIBUTARIA.xls?dl=0.
181
Véanse las GORBV Nros.40.846 del 11 de febrero de 2016; 6.287 Extraordinario del 24 de febrero de
2017; y 6.383 Extraordinario del 20 de junio de 2018.
182
Véanse las GORBV Nros.41.351 del 01 de marzo de 2018 41.388 del 02 de mayo de 2018.

163
otro, periódicamente, y ello permitía realizar aquellas operaciones aritméticas
arriba señaladas con suma facilidad.

A. La inédita y peculiar situación planteada por el artículo 2º de la PASENIAT 2018-129, al


realizar un reajuste sui generis de la UT.

Sin embargo, esa apuntada tranquilidad que imperaba para conocer el valor
reajustado de la UT vigente para la fecha de interposición del asunto se ha visto
interrumpida con ocasión de la entrada en vigor, el 11 de septiembre de 2018, de
la PASENIAT 2018-129, mediante la cual se reajusta la UT a un valor de
DIECISIETE BOLIVARES SOBERANOS (Bs.S.17,00), cuyo artículo 2º plantea
una situación inédita en la regulación histórica de dicha unidad de medida, que
introduce incertidumbre e inseguridad jurídica en relación a tal aspecto.
En efecto, la citada PASENIAT 2018-129, al igual que los cinco (5) actos
administrativos que la preceden, contiene tres (3) artículos, cuyos 1º y 3º refieren a
la misma regulación que aquellos en lo que toca al nuevo valor ajustado de la UT y
en lo que respecta a su entrada en vigor; pero, en su artículo 2º, innova
radicalmente en comparación con la misma norma de todas las otras providencias
que lo antecedieron, –que se contraían a establecer el valor de la UT aplicable en
los casos de tributos que se liquiden por períodos anuales u otros lapsos distintos-
al consagrar una estrenada forma de reajuste de la UT, en los términos que se
reproducen de seguidas:

“Artículo 2º—El valor de la Unidad Tributaria establecido en esta Providencia


Administrativa sólo podrá ser utilizado como Unidad de Medida para la determinación de
los Tributos Nacionales cuya recaudación y control sean de la competencia del Servicio
Nacional Integrado de Administración Aduanera y Tributaria, así como de las sanciones
impuestas por este Servicio, no pudiendo ser utilizada por otros órganos y entes del
poder público para la determinación de beneficios laborales o de tasas y contribuciones
especiales derivados de los servicios que prestan”.

La disposición antes transcrita pretende así, de un plumazo, que el último


valor reajustado de la UT, fijado por el artículo 1º de la misma PASENIAT 2018-
129 en DIECISIETE BOLIVARES SOBERANOS (Bs.S.17,00), tenga una noción
completamente distinta y contraria a la que ha tenido en los anteriores veintiséis
(26) actos administrativos que ha dictado el SENIAT para regular esta materia, al
establecer que el mismo, por una parte, “sólo podrá ser utilizado como Unidad de Medida

164
para la determinación de los Tributos Nacionales cuya recaudación y control sean de la
competencia del Servicio Nacional Integrado de Administración Aduanera y Tributaria, así como de
las sanciones impuestas por este Servicio”; y por la otra, que no podrá ser utilizado “por
otros órganos y entes del poder público para la determinación de beneficios laborales o de tasas y
contribuciones especiales derivados de los servicios que prestan”.
En efecto, en lo que no es más que otra palpable muestra de los usos
perversos a los que ha sido sometida la fijación del valor de la UT en el decurso
del año 2018, en clara desviación de la potestad reglada de la Administración
Tributaria para regular este asunto, con el artículo 2º de la PASENIAT 2018-129
se intenta que el valor reajustado de la UT fijado por el artículo 1º de ese acto
administrativo en DIECISIETE BOLIVARES SOBERANOS (Bs.S.17,00),
únicamente funja como medida de valor expresada en la unidad monetaria
nacional para la determinación de los tributos nacionales, y sus sanciones, que
resulten de la competencia del SENIAT, al disponer -la citada norma- la
inaplicabilidad de dicho valor reajustado por otros órganos y entes del poder
público que, con base en normas legales preexistentes a -y de mayor jerarquía
que- la PASENIAT 2018-129, se valen de la UT como unidad de valor para la
determinación de situaciones jurídicas con significación monetaria, en el ámbito de
sus respectivas competencias.
En otras palabras, al dictar el artículo 2º de la PASENIAT 2018-129, la
Administración Tributaria se desvía del fin perseguido con el reajuste periódico de
la UT que ordenan los citados artículos 3, Parágrafo Tercero, y 135, Ordinal 5, del
COT de 2014, cual es mantener actualizados y ajustados a la realidad inflacionaria
del país los montos consagrados, no solo en las leyes y reglamentos tributarios
para la imposición de sanciones y multas, sino también en los otros cuerpos
legales que se valen de la UT como unidad de valor para la determinación de
situaciones jurídicas con significación monetaria, en el ámbito de sus respectivas
competencias; al pretender que el valor reajustado de la UT fijado por el artículo
1º de ese acto administrativo en DIECISIETE BOLIVARES SOBERANOS
(Bs.S.17,00), únicamente funja como medida de valor expresada en la unidad
monetaria nacional para la determinación de los tributos nacionales, y sus
sanciones, que resulten de la competencia del SENIAT.

165
Ese sui generis reajuste de la UT al que alude el artículo 2º de la PASENIAT
2018-129 es el elemento que introduce incertidumbre e inseguridad jurídica al juez
y a las partes en relación a las implicaciones procesales del valor reajustado de la
UT, ya que su confuso e irregular contenido no les brinda la necesaria certeza
sobre el valor de la UT expresado en la unidad monetaria nacional que está
vigente para la fecha de interposición del asunto, a los fines de la determinación
de la competencia de los tribunales en razón de la cuantía y del valor de la
demanda para los fines del acceso a la sede casacional, o de los procedimientos a
seguir, pues, en el estado actual de la cuestión, el valor de la UT aplicable a los
efectos de las actuaciones judiciales, depende, en definitiva, de la interpretación
que, sea el juez o sean las partes, den a la señalada norma de rango sub legal.

B. Las posibles interpretaciones que se derivan del reajuste sui generis ordenado por el artículo
2º de la PASENIAT 2018-129, en lo que respecta al valor de la UT aplicable a los efectos de las
actuaciones judiciales.

En ese orden de ideas se observa que del contenido artículo 2º de la


PASENIAT 2018-129, en lo que toca al valor de la UT aplicable a los efectos de
las actuaciones judiciales, se derivan, hasta ahora, dos (2) posibles
interpretaciones, totalmente opuestas entre sí; cada una de las cuales se explica a
continuación.

1) Primera Tesis: El valor reajustado de la UT aplicable a las actuaciones judiciales sería el


fijado por el artículo 1º de la PASENIAT 2018-120, en CERO COMA CERO DOCE BOLIVARES
SOBERANOS (Bs.S.0,012).

Una de las interpretaciones que admite el artículo 2º de la PASENIAT 2018-


129 sería aquella según la cual el valor reajustado de la UT aplicable a los efectos
de las actuaciones judiciales, sería el fijado por el artículo 1º de la PASENIAT
2018-120, con un valor actual de CERO COMA CERO DOCE BOLIVARES
SOBERANOS (Bs.S.0,012), y que presupone la vigencia y aplicación conjunta de
una y otra Providencia Administrativa.
En esa línea de pensamiento se ha expresado JULIO CÉSAR DÍAZ VALDEZ,
quien al comentar sobre la competencia por la cuantía de los Juzgados de
Municipio y Ejecutores de Medidas fijada por la RSPTSJ 20018-0013, afirma que

166
por circunstancias atípicas de la determinación de la UT pudiera originarse
confusión al momento de establecer cuál es el valor de la UT que se debe tener
presente a los efectos de la determinación de la señalada cuantía; y a la vez, en
referencia al artículo 2º de la PASENIAT 2018-129, señala que establece una
atípica excepción referente al uso del valor de la UT, según la cual:

“Con la anterior limitación referente al «uso» del valor de la UT, se infiere que el valor de
la UT a utilizar sería el que estaba vigente antes de septiembre de 2018; esta es, la UT
equivalente a BsF.1.200,00, el cual al ser reconvertido a bolívares soberanos, en el
marco del decreto (sic) de Reconvención (sic) Monetaria, y atendido las normas que rigen
el proceso según la resolución (sic) Nro. 18-07-02 de fecha 14 de agosto de 2018
equivale a Bs.S.0,012.
En conclusión y salvo mejor interpretación, los Juzgados de Municipio y Ejecutores de
Medidas, categoría C en el escalafón judicial, conocerán en primera instancia de los
asuntos contenciosos cuya cuantía no exceda de BsS 180,00 el cual es el resultado de
multiplicar las 15.000 UT por el valor de la UT –reconvertido– 0,012”.183 (Destacados en
el texto citado).

La reconstrucción de los argumentos allí expresados como premisas


fundamentales para arribar al razonamiento según el cual el valor reajustado de la
UT aplicable a los efectos de las actuaciones judiciales sería el fijado por el
artículo 1º de la PASENIAT 2018-120, con un valor actual de CERO COMA CERO
DOCE BOLIVARES SOBERANOS (Bs.S.0,012), permite sostener que los mismos
conllevan aceptar, sin chistar, que:
1.- Por un lado, el último valor reajustado de la UT fijado por el artículo 1º de la
PASENIAT 2018-129, por un valor de DIECISIETE BOLIVARES SOBERANOS
(Bs.S.17,00), no sería aplicable a las efectos de las actuaciones judiciales, por
cuanto el mismo, según lo ordena el artículo 2º de la citada Providencia
Administrativa, únicamente rige como medida de valor expresada en la unidad
monetaria nacional para la determinación de los tributos nacionales y sus
sanciones, que resulten de la competencia del SENIAT; y
2.- Por el otro, a los otros órganos y entes del poder público –entre los que se
cuentan los Tribunales de la República- que, con base en normas legales

183
Cfr. Julio César Díaz Valdez. Los Juzgados de Municipio y Ejecutores de Medidas conocerán en
primera instancia de los asuntos contenciosos cuya cuantía no exceda de Bs. S 180,00, disponible en
https://apuntesdetributo.blogspot.com/2018/11/os-juzgados-de-municipio-y-ejecutores.html#more, consultado
el 07/01/2019.

167
preexistentes a -y de mayor jerarquía que- la PASENIAT 2018-129, se valen de la
UT como unidad de valor para la determinación de situaciones jurídicas con
significación monetaria, en el ámbito de sus respectivas competencias, les
resultaría aplicable, entonces, el valor reajustado de la UT fijado por el artículo 1º
de la PASENIAT 2018-120, con un valor actual de CERO COMA CERO DOCE
BOLIVARES SOBERANOS (Bs.S.0,012), que mantendría su plena vigencia con
respecto a esos otros órganos y entes del poder público para la determinación de
beneficios laborales o de tasas y contribuciones especiales derivados de los
servicios que prestan, dado el apuntado carácter sui generis del reajuste de la UT
ordenado por fijado por el artículo 1º de la PASENIAT 2018-129 que le atribuye el
artículo 2º de dicho administrativo.
Así, tales criterios lucen derrotables, no sólo por la cuestionable legalidad del
el artículo 2º de la PASENIAT 2018-129 y la dudosa vigencia del artículo 1º de la
PASENIAT 2018-120 –conforme a las razones que más abajo expondrán-, sino
también por cuanto, a los mismos, resulta fundado oponerles que tolerar, como
aquel artículo 2º de la PASENIAT 2018-129 pretende, la desactualización
económica o el desajuste con la realidad inflacionaria del país de los montos
consagrados en las leyes, distintas a las tributarias, que se valen de la UT como
unidad de valor para la determinación de situaciones jurídicas con significación
monetaria, en el ámbito de sus respectivas competencias; se traduce, a la postre,
en el contexto real de la práctica forense y de las actividades judiciales, en un
argumento apagógico y que, a la vez, resulta contrario al razonamiento teleológico
que inspira a la RSPTSJ 2009-0006 y a la RSPTSJ 2018-0013, todos los cuales
conducen al rechazo de la tesis que encabeza el desarrollo de este punto, tal y
como se explica de seguidas.

i. La reducción al absurdo que implica que la cuantía vigente para la admisibilidad del
recurso de casación sea equivalente a TREINTA Y SEIS BOLIVARES SOBERANOS
(Bs.S.36,00).

El argumento de reductio ad absurdum –afirma RAMÓN ESCOVAR LEÓN-


postula que determinadas interpretaciones de la norma no son posibles por cuanto
ellas llevarían a consecuencias inaceptables; es decir, que la norma debe ser

168
interpretada de una determinada manera, porque las demás interpretaciones
conducen a un resultado absurdo. Así, por ejemplo, el enunciado A deberá ser
interpretado como A(I) según la interpretación teleológica, porque cualquier otra
posibilidad de interpretarlo como A(II) dará lugar a un absurdo.184
Para MANUEL ATIENZA, el argumento por reducción al absurdo se trata de
una forma indirecta de argumentar, en la que se comienza por la suposición de
una determinada tesis; luego se muestra que esa tesis lleva a una consecuencia
que resulta inaceptable (absurda), y de ahí se concluye negando la tesis inicial.185
Siguiendo el orden argumentativo antes expuesto, cabría suponer aquí, en
primer lugar, la tesis según la cual el valor reajustado de la UT aplicable a los
efectos de las actuaciones judiciales sería el fijado por el artículo 1º de la
PASENIAT 2018-120 por un valor actual de CERO COMA CERO DOCE
BOLIVARES SOBERANOS (Bs.S.0,012).
Luego, considerando que, de acuerdo con el artículo 86 de la LOTSJ, se
admitirá el recurso de casación cuando la cuantía del asunto en materia Civil,
Mercantil, Tránsito, Bancario y Marítimo, exceda de tres mil UT (3.000 U.T.), la
aplicación de aquella tesis lleva a una consecuencia que resulta inaceptable o
absurda, cual es, que la señalada cuantía para la admisibilidad de dicho medio
extraordinario de impugnación resulta equivalente a la suma de TREINTA Y SEIS
BOLIVARES SOBERANOS (Bs.S.36,00).
En el actual contexto inflacionario que vive nuestro país, que ha sido, incluso,
recientemente reconocido por la SCC-TSJ186, es insostenible, por absurdo, y
además constituiría una afrenta más a la majestad de la institución casacional, que

184
Vid. Ramón Escovar León. Ob. Cit. Pág.258.
185
Cfr. Manuel Atienza. Tras la justicia. Una introducción al Derecho y al razonamiento jurídico.
Barcelona, España. Editorial Ariel, S.A. Primera Edición. Quinta Reimpresión. 2000. Pág.106.
186
Véase al respecto sentencia Nro.517 de la SCC-TSJ del 08 de noviembre de 2018, en la que se afirmó que:
“Ahora bien, en el presente económico de la República Bolivariana de Venezuela, es un hecho público
notorio comunicacional, la GUERRA ECONÓMICA a que está sometido el pueblo venezolano, y su
influencia en el aumento del costo de los bienes y servicios Y LA INFLUENCIA DEL FENÓMENO
INFLACIONARIO en el valor real y verdadero de la moneda y su valor representativo como poder
adquisitivo para adquirir bienes y servicios, con la influencia negativa y cabalgante del aumento de valor de
las divisas extranjeras de común mercado en referencia al bolívar, lo que hace aumentar de forma
irresponsable el valor de los bienes, servicios e insumos, ya sean de primera necesidad o no”. Dicho fallo está
disponible en http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scc/noviembre/302255-RC.000517-81118-2018-17-
619.HTML, consultada el 07/01/2019. (Resaltados en el fallo citado).

169
la cuantía para la admisibilidad del recurso de casación, sea equivalente a la suma
de TREINTA Y SEIS BOLIVARES SOBERANOS (Bs.S.36,00); y por consiguiente,
corresponde aquí negar, por tal razón, la tesis según la cual el valor reajustado de
la UT aplicable a los efectos de las actuaciones judiciales sería el fijado por el
artículo 1º de la PASENIAT 2018-120 por un valor actual de CERO COMA CERO
DOCE BOLIVARES SOBERANOS (Bs.S.0,012).

ii. El que los Juzgados de Municipio y Ejecutores de Medidas conozcan en primera


instancia de asuntos contenciosos cuya cuantía no exceda de TREINTA Y SEIS
BOLIVARES SOBERANOS (Bs.S.36,00) o de CIENTO OCHENTA BOLIVARES SOBERANOS
(Bs.S.180,00), resulta contrario al argumento teleológico de la RSPTSJ 2009-0006 y de la
RSPTSJ 2018-0013, respectivamente.

La tesis según la cual el valor reajustado de la UT aplicable a los efectos de


las actuaciones judiciales sería el fijado por el artículo 1º de la PASENIAT 2018-
120 por un valor actual de CERO COMA CERO DOCE BOLIVARES
SOBERANOS (Bs.S.0,012), implica que, de acuerdo con la aún vigente RSPTSJ
2009-0006, los Juzgados de Municipio y Ejecutores de Medidas, conocen en
primera instancia de los asuntos contenciosos cuya cuantía no exceda de
TREINTA Y SEIS BOLIVARES SOBERANOS (Bs.S.36,00), y que a partir de la
entrada en vigencia de la RSPTSJ 2018-0013, dichos Juzgados conocerán en
primera instancia de los asuntos contenciosos cuya cuantía no exceda de CIENTO
OCHENTA BOLIVARES SOBERANOS (Bs.S.180,00).
Ahora bien, en los respectivos considerandos de la RSPTSJ 2009-0006 y de la
RSPTSJ 2018-0013 se argumenta en relación a un desbalance en las actuaciones
de las causas conocidas por los Tribunales de Municipio y los JPI; a un
desequilibrio de la actividad jurisdiccional que desarrollan los Tribunales de
Municipio respecto a los JPI; que imponen la toma de medidas y ajustes que
permitan redistribuir de manera más eficiente entre los jueces ordinarios la función
jurisdiccional, garantizando el mayor acceso posible a una justicia eficaz,
transparente, expedita y oportuna; lo cual coadyuvará en un eficiente
administración de justicia, y al mejor acceso a la función jurisdiccional, visto el
importante crecimiento económico de la nación; por lo que, en definitiva, se

170
resuelve modificar a nivel nacional, las competencias de los Juzgados para
conocer de los asuntos en materia Civil, Mercantil, Tránsito, Bancario y Marítimo.
Así las cosas, queda claro que los argumentos teleológicos que inspiran a la
RSPTSJ 2009-0006 y a la RSPTSJ 2018-0013 procuran, al menos, un cierto
equilibrio en el número de causas que puedan ser conocidas por los Tribunales de
Municipio y por los JPI, el cual, evidentemente, que no podrá alcanzarse en el
actual contexto inflacionario que vive nuestro país.
En efecto, en ese marco económico, es posible, pero muy remotamente
probable, que se interpongan asuntos contenciosos cuya cuantía no exceda, en el
mejor de los casos, de CIENTO OCHENTA BOLIVARES SOBERANOS
(Bs.S.180,00), por lo que resulta más creíble suponer que aunque quizás no
todos, pero si la inmensa mayoría de los que sean presentados, tengan una
cuantía superior a aquella, y por consiguiente, serán de la competencia, casi que
exclusiva, de los JPI, lo cual daría lugar, precisamente, al desequilibrio funcional
entre los Tribunales de Municipio y los JPI que se pretendía evitar o corregir con el
dictado de la RSPTSJ 2009-0006 y de la RSPTSJ 2018-0013.
Por tal razón, la tesis según la cual el valor reajustado de la UT aplicable a los
efectos de las actuaciones judiciales sería el fijado por el artículo 1º de la
PASENIAT 2018-120 por un valor actual de CERO COMA CERO DOCE
BOLIVARES SOBERANOS (Bs.S.0,012), resulta, en la práctica real de tales
actividades, contraria al razonamiento teleológico que inspira a la RSPTSJ 2009-
0006 y a la RSPTSJ 2018-0013, por lo que debe ser, finalmente, rechazada.

2) Segunda Tesis: El valor reajustado de la UT aplicable a las actuaciones judiciales es el fijado


por el artículo 1º de la PASENIAT 2018-129, en DIECISIETE BOLIVARES SOBERANOS
(Bs.S.17,00).

En la acera del frente está la otra interpretación posible que admite el artículo
2º de la PASENIAT 2018-129, conforme a la cual el valor reajustado de la UT
aplicable a los efectos de las actuaciones judiciales es el fijado por el artículo 1º de
dicho acto administrativo, por un valor de DIECISIETE BOLIVARES SOBERANOS
(Bs.S.17,00).

171
Esta última es la postura que se defiende en este trabajo, por lo que en las
líneas que siguen se abordarán las razones que se han considerado para
argumentar en favor de la interpretación conforme a la cual, a los fines de la
determinación de la competencia de los tribunales en razón de la cuantía; de la
estimación del valor de la causa; y del valor de la demanda para la cuestión del
acceso a la sede casacional o de los procedimientos a seguir; en definitiva, a los
efectos de las actuaciones judiciales, sea de los tribunales o de las partes que allí
concurren a dirimir sus conflictos; el valor reajustado de la UT aplicable para esas
situaciones jurídicas, es el fijado por el artículo 1º de la PASENIAT 2018-129, por
un valor de DIECISIETE BOLIVARES SOBERANOS (Bs.S.17,00), las cuales, de
seguidas, se explican detalladamente.

i. La derogación tácita del artículo 1º de la PASENIAT 2018-120 por su incompatibilidad


normativa con el artículo 1º de la PASENIAT 2018-129.

Ya se ha dicho antes que la derogación tácita, más que un asunto de pérdida


de vigencia de la ley por efectos derogatorios de otras leyes, lo que realmente
propone son asuntos de incompatibilidad normativa o de edición de normas
incompatibles, lo cual genera problemas de colisión de disposiciones legales
concretas, en razón de que esas proposiciones o normas jurídicas de una ley y
otra regulan una misma situación de hecho de manera distinta, al atribuirles, cada
una de ellas, consecuencias jurídicas incompatibles; así como también que tales
problemas de colisión de normas deben ser resueltos, en cada caso, por los
operadores de justicia, en sede de interpretación, optando o no por la aplicación
del principio “Lex posterior derogat priori”.
En ese orden de ideas se observa que existe incompatibilidad normativa entre
el artículo 1º de la PASENIAT 2018-129 y el mismo precepto de la PASENIAT
2018-120, ya que una y otra norma regulan una misma situación –valor reajustado
de la UT- de una manera distinta, al asignarle a dicha figura, cada uno de ellos,
una expresión en moneda nacional diferente la una de la otra -DIECISIETE
BOLIVARES SOBERANOS (Bs.S.17,00) el primero y CERO COMA CERO DOCE
BOLIVARES SOBERANOS (Bs.S.0,012) el segundo-, y ello conlleva
consecuencias jurídicas incompatibles.

172
La apuntada incompatibilidad normativa entre el artículo 1º de la PASENIAT
2018-129 y el mismo precepto de la PASENIAT 2018-120, en lo que toca al valor
reajustado de la UT, habría de ser resuelto por los operadores de justicia, en sede
de interpretación, declarando la derogación tácita de este y la prevalencia de
aquel, por su particular condición de norma posterior sobre la materia que tiene la
PASENIAT 2018-129, con respecto a la de norma anterior que ostenta la
PASENIAT 2018-120; a partir de cuyo momento, como consecuencia inmediata de
tal declaratoria, el juez y las partes tendrían la necesaria certeza de que el valor
reajustado de la UT aplicable para las actuales judiciales es el fijado por la norma
prevalente, equivalente a un valor de DIECISIETE BOLIVARES SOBERANOS
(Bs.S.17,00).

ii. La anulabilidad del artículo 2º de la PASENIAT 2018-129 por haber incurrido el órgano
emisor en desviación de poder.

Al considerar sobre el alcance de la potestad de la Administración Tributaria


para reajustar la UT187 se vio que de los artículos 3, Parágrafo Tercero, y 135,
Ordinal 5, del COT de 2014, se desprende que aquella es una competencia
estrictamente reglada, que circunscribe la facultad correspondiente a reexpresar la
UT sobre la base de la variación producida en el INPC del año anterior, publicado
por el Banco Central de Venezuela, mediante una determinación objetiva y de
simple aplicación aritmética, conforme a lo cual nada puede ni debe añadir la
Administración Tributaria a la reexpresión de la UT, que no sea la simple
constatación de la variación del INPC del periodo y traducir dicho ajuste en
términos de la UT, para comunicarlo en la forma y tiempo establecido por el mismo
artículo 131 ejusdem.
En ese sentido, se observa que el reajuste periódico de la UT que ordenan los
citados artículos 3, Parágrafo Tercero, y 135, Ordinal 5, del COT de 2014, tiene
como único objetivo el mantener actualizados y ajustados a la realidad
inflacionaria del país los montos consagrados en las leyes y reglamentos
tributarios para la imposición de sanciones y multas, y que dado su carácter de
determinación objetiva y de simple aplicación aritmética, es empleada por muchas

187
Véase página 154.

173
otras leyes como referencia, a los fines de su periódica y constante actualización
pecuniaria, para regular situaciones con significación monetaria, como es el caso,
según se ha visto, de la competencia de los tribunales en razón de la cuantía y del
valor de la demanda para los fines del acceso a la sede casacional, o de los
procedimientos a seguir.
Ahora bien, cuando el artículo 2º de la PASENIAT 2018-129 intenta que el
valor reajustado de la UT fijado por el artículo 1º de ese acto administrativo en
DIECISIETE BOLIVARES SOBERANOS (Bs.S.17,00), únicamente funja como
medida de valor expresada en la unidad monetaria nacional para la determinación
de los tributos nacionales, y sus sanciones, que resulten de la competencia del
SENIAT; al disponer -la citada norma- la inaplicabilidad de dicho valor reajustado
por otros órganos y entes del poder público que, con base en normas legales
preexistentes a -y de mayor jerarquía que- la PASENIAT 2018-129, se valen de la
UT como unidad de valor para la determinación de situaciones jurídicas con
significación monetaria, en el ámbito de sus respectivas competencias; queda
claro que el órgano emisor de dicho acto ha actuado en desviación de la potestad
reglada de la Administración Tributaria para regular este asunto, por cuanto se ha
servido de tal poder que efectivamente le ha sido conferido, para obtener un fin
distinto de aquel buscado por la ley, desviando la finalidad de esta, y por
consiguiente, ha incurrido en desviación de poder.
Al respecto, cabe recordar, que fue el artículo 206 de la derogada Constitución
de 1961 el que introdujo la noción de desviación de poder en el derecho positivo
venezolano, como vicio de nulidad de los actos administrativos generales o
individuales, reproducida luego en el artículo 256 de la Constitución de 1999, al
facultar a los órganos de la jurisdicción contencioso administrativa para anular los
actos de esa naturaleza que fueren contrarios a derecho, incluso por desviación
de poder.188
La LOPA también se encarga de proscribir la desviación de poder, al
establecer, en su artículo 12, como principio general, que la actuación de la

188
Cfr. Emilio Ramos. “La desviación de poder” en V Jornadas Internacionales de Derecho Administrativo
Allan Randolph Brewer-Carias Los Requisitos y Vicios de los Actos Administrativos. Fundación Estudios de
Derecho Administrativo. Caracas. Ediciones Funeda. 2000. Págs.367-397.

174
Administración, incluso cuando ejerza facultades discrecionales, deberá mantener
la debida “adecuación con ... los fines de la norma”; con lo cual dicha ley deja claro
que el cumplimiento de los fines de la norma es siempre un elemento reglado del
acto administrativo, incluso cuando se trate de potestades atribuidas a la
Administración bajo la técnica de la competencia discrecional.189
CARMELO DE GRAZIA expone que el concepto de desviación de poder no
plantea, en principio, grandes problemas, pues la jurisprudencia patria se ha
encargado de definir los rasgos esenciales de dicha institución. Así, desde una
célebre decisión de la Corte Federal y de Casación del 28 de septiembre de 1954,
se definió la desviación de poder como el vicio que afecta un acto administrativo
cuando, si bien ha sido dictado por quien está facultado para hacerlo y en forma
tal que aparece subordinado a la ley, en su espíritu o en el fondo es realmente
contrario a la finalidad del servicio público o de los principios que informan la
función administrativa, señalando al efecto que:

“No es –aclaró la Corte Federal- que el agente público carezca de competencia para
ejecutar el acto o que éste choque contra una disposición legal o norma
obligatoria; ni que se omitan determinadas formalidades exigidas por la Ley, sino
que no obstante emanar el acto de autoridad competente y encuadrarse
objetivamente en la Ley, repugne a los principios de la equidad y, por consiguiente,
amenace el funcionamiento regular y continuo de los servicios públicos, que, en un
estado de derecho como el que garantiza nuestro ordenamiento jurídico, ha de
constituir meta invariable como genuina expresión de democracia orgánica. Porque
la actividad administrativa en el Estado de Derecho está condicionada por Ley o la
obtención de determinados resultados, y por ello no puede la Administración
Pública procurar resultados distintos a los perseguidos por el legislador, aun
cuando aquellos respondan a la más estricta legalidad o moralidad, pues lo que se
busca es el logro de determinado fin, que no puede ser desviado por ningún
motivo, así sea plausible éste.”190 (Negrillas en el texto citado).

La desviación de poder no se encuentra en la enumeración taxativa del


artículo 19 de la LOPA, de allí que, por aplicación de la cláusula de residualidad
prevista en el artículo 20 de la misma Ley, debe considerarse dicho vicio como de

189
Cfr. Carmelo De Grazia. “El vicio de desviación de poder en el Derecho Venezolano” en V Jornadas
Internacionales de Derecho Administrativo Allan Randolph Brewer-Carias Los Requisitos y Vicios de los
Actos Administrativos. Fundación Estudios de Derecho Administrativo. Caracas. Ediciones Funeda. 2000.
Págs.349-365.
190
Citada en Carmelo De Grazia. Ob. Cit. Pág.352-353.

175
nulidad relativa; a pesar de lo cual , es –por su propia naturaleza- inconvalidable e
insubsanable.191
De acuerdo con EMILIO RAMOS, el vicio de desviación de poder puede
afectar todas y cada una de las manifestaciones de la actividad administrativa, sea
por actos de carácter individual o a través de actos generales, como a los mismos
reglamentos, ya que todas esas expresiones están sometidas a la ley y al
derecho, según lo establece la CRBV, señalando además dicho autor que la
doctrina admite la posibilidad de que exista desviación de poder en el ejercicio de
potestades regladas, así como en el ejercicio de potestades tan discrecionales
como la potestad reglamentaria.192
Como se ve, el artículo 2º de la PASENIAT 2018-129 es susceptible de
nulidad, ya que con tal norma, la Administración Tributaria desvió el alcance de la
potestad reglada para reajustar la UT que le confieren los artículos 3, Parágrafo
Tercero, y 135, Ordinal 5, del COT de 2014, limitada únicamente a reexpresar la
UT sobre la base de la variación producida en el INPC del año anterior, publicado
por el Banco Central de Venezuela, mediante una determinación objetiva y de
simple aplicación aritmética.
Tal desviación de la potestad reglada la Administración Tributaria para
reajustar la UT se manifiesta en el artículo 2º de la PASENIAT 2018-129, al
pretender dicha norma servirse del poder que efectivamente le ha sido conferido,
para obtener un fin distinto -inaplicabilidad del último valor reajustado de la UT por
otros órganos y entes del poder público-, de aquel buscado por la ley -mantener
actualizados y ajustados a la realidad inflacionaria del país los montos
consagrados, no solo en las leyes y reglamentos tributarios para la imposición de
sanciones y multas, sino también en los otros cuerpos legales que se valen de la
UT como unidad de valor para la determinación de situaciones jurídicas con
significación monetaria, en el ámbito de sus respectivas competencias-, desviando
la finalidad de esta, y por consiguiente, incurriendo en desviación de poder.

191
Cfr. Carmelo De Grazia. Ob. Cit. Pág.355.
192
Cfr. Emilio Ramos. Ob. Cit. Pág.388.

176
Por lo pronto, y hasta tanto se produzca la declaratoria formal de nulidad del
artículo 2º de la PASENIAT 2018-129, nada obsta para que al momento de la
interposición de un asunto cualquiera, los Juzgados con competencia para
conocer de la materia Civil, Mercantil, Tránsito, Bancario y Marítimo, según
corresponda a la naturaleza de dicho asunto, en ejercicio de la facultad conferida
por los artículos 334 de la CRBV y 20 del CPC, acuerden su desaplicación al caso
en concreto sometido a su consideración, por colidir con el artículo 21 de la Carta
Magna, ya que dicha norma, en definitiva, genera una discriminación irracional e
infundada entre el SENIAT y los demás órganos y entes del poder público, al
consagrar, en favor de aquel y en desmedro de estos, un valor reajustado de la
UT más favorable -por su mayor cuantía- que el aplicable a estos últimos.
La antes propuesta desaplicación temporal -hasta tanto se declare su nulidad
definitiva- del artículo 2º de la PASENIAT 2018-129, al menos en los casos en que
se acuerde, a partir de ese momento, permitiría al juez y las partes conocer que el
valor reajustado de la UT aplicable para las actuales judiciales que en el decurso
de esos procesos deban realizar, es el fijado por el artículo 1º de la PASENIAT
2018-129, equivalente a un valor de DIECISIETE BOLIVARES SOBERANOS
(Bs.S.17,00).

iii. La aplicación por los órganos del Poder Judicial del valor reajustado de la UT fijado por
el artículo 1º de la PASENIAT 2018-129, en DIECISIETE BOLIVARES SOBERANOS
(Bs.S.17,00), a los efectos de las actuaciones judiciales, no presupone determinación de
beneficios laborales, tasas o contribuciones especiales derivados de los servicios que
prestan esos entes.

En forma subsidiaria, para que el caso que sean desestimados los argumentos
antes expuestos, se sostiene que el valor reajustado de la UT fijado por el artículo
1º de la PASENIAT 2018-129 en DIECISIETE BOLIVARES SOBERANOS
(Bs.S.17,00), igualmente puede ser aplicado por los órganos del Poder Judicial
para la determinación de las situaciones jurídicas regidas por la RSPTSJ 2009-
0006, la RSPTSJ 2018-0013, u otras normas similares dictadas en el ámbito de
sus competencias, por cuanto a través de estas no se estaría efectuando o
realizando fijación de beneficios laborales, de tasas ni de contribuciones

177
especiales derivados de los servicios que prestan esos entes del Poder Público
Nacional.
En efecto, en el supuesto negado de que se considere la legalidad del artículo
2º de la PASENIAT 2018-129, debe tenerse en cuenta que ese sui generis
reajuste que allí se ordena no podrá ser utilizado “por otros órganos y entes del poder
público para la determinación de beneficios laborales o de tasas y contribuciones especiales
derivados de los servicios que prestan”.
De lo anterior se desprende que esa curiosa regulación atiende, en primer
lugar, a un criterio orgánico, en tanto que está dirigida a todos los otros órganos y
entes del Poder Públicos distintos al SENIAT; y en segundo término, a un
elemento material, en cuanto refiere a su concreta aplicación por aquellos para los
fines de la determinación de beneficios laborales o de tasas y contribuciones
especiales derivados de los servicios que prestan; los cuales tienen carácter
concurrente, según se desprende de la interpretación gramatical de la señalada
norma.
Obviamente que los órganos del Poder Judicial –TSJ y demás Tribunales de
República-, son entes diferentes al SENIAT; y por consiguiente, se subsumen
dentro del criterio orgánico al que apunta el artículo 2º de la PASENIAT 2018-129.
De igual forma, resulta evidente que, cuando la SP-TSJ, en el ámbito de sus
competencias, dicta normas mediante las cuales refiere al valor de la UT
expresado en la unidad monetaria nacional que está vigente para la fecha de
interposición del asunto, a los fines de la determinación de la competencia de los
tribunales en razón de la cuantía y del valor de la demanda para los fines del
acceso a la sede casacional, o de los procedimientos a seguir; no se está valiendo
de la UT para los fines de la determinación de beneficios laborales.
Con tales normas, la SP-TSJ tampoco estaría utilizando la UT para la fijación
de tasas y contribuciones especiales derivados de los servicios que prestan, lo
que, incluso, le está vedado realizar por mandato expreso del artículo 254 de la
CRBV, según el cual el Poder Judicial no está facultado para establecer tasas,
aranceles, ni exigir pago alguno por sus servicios.
Así las cosas, es posible afirmar que las situaciones jurídicas regidas por la
RSPTSJ 2009-0006, la RSPTSJ 2018-0013 u otras normas similares dictadas por
178
la SP-TSJ en el ámbito de sus competencias, destinadas a regular las actuaciones
judiciales de los órganos jurisdiccionales y de las partes que allí concurren a
dirimir sus conflictos, no se subsumen en el criterio material al que alude el artículo
2º de la PASENIAT 2018-129.
Ante la no concurrencia del indicado criterio orgánico y material exigido por el
2º de la PASENIAT 2018-129 para su aplicación con respecto a los órganos del
Poder Judicial y las actuaciones judiciales; es por lo que se estima que el valor
reajustado de la UT fijado por el artículo 1º de la citada Providencia
Administrativaen DIECISIETE BOLIVARES SOBERANOS (Bs.S.17,00), puede ser
válidamente aplicado por el TSJ y demás Tribunales de República, a los fines de
la determinación de la competencia de los tribunales en razón de la cuantía y del
valor de la demanda para los fines del acceso a la sede casacional, o de los
procedimientos a seguir.

179
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