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En primer lugar, en una negociación debemos separar las personas del problema. En ocasiones
la relación tiende a entremezclarse con el problema. Por ello, separaremos la relación del
problema. Atacaremos directamente el problema. Seremos duros con el problema y blando
con las personas. Reconoceremos el punto de vista y las emociones de la otra parte. Tratamos
de conseguir, mantener y desarrollar las relaciones.
La posición son las cosas concretas que desean los negociadores, lo que se quiere. La posición
es la respuesta a la pregunta “¿qué es lo que quiere?”. Las posiciones limitan el número de
posibilidades que puede manejar cada parte.
Por otra parte, los intereses son las necesidades, las preocupaciones, los deseos y los temores
que subyacen en las posiciones encontradas. Los intereses son las motivaciones intangibles
que llevan asumir las posiciones. Los intereses motivan a las personas, sustentan las
posiciones. Detrás de las posiciones residen los intereses. Los intereses definen el problema.
Los intereses son la respuesta a la pregunta “¿por qué lo quiere?”. Los intereses pueden ser
compartidos, compatibles y enfrentados.
Cuando la negociación se basa en satisfacer los intereses de las dos partes suelen surgir
soluciones alternativas mutuamente beneficiosas. La solución conjunta del problema se centra
en los intereses, no en las posiciones. En la negociación debemos identificar los diferentes
intereses y hablar sobre ellos.
3. Inventar opciones en beneficio mutuo
En esta fase los negociadores desarrollan conjuntamente opciones para resolver el problema
compartido. Las opciones satisfacen los intereses de las dos partes. Una opción es un acuerdo
o una parte de un acuerdo. Con estas opciones se agranda el pastel de la negociación antes de
dividirlo.
El negociador explora los intereses de la otra parte y analiza sus propios intereses para
desarrollar opciones creativas que proporcionan beneficios mutuos.
Una vez que los negociadores han engrandado el pastel creando opciones en beneficio mutuo,
centrándose en solucionar los intereses y separando a las personas del problema, llega el
momento de repartir el pastel utilizando criterios objetivos. Mediante los criterios objetivos se
concilian los intereses contrapuestos y se soluciona el problema.
Los criterios objetivos deben ser justos, imparciales, eficientes y científicos. Además, tienen
que ser independientes de la voluntad de cada una de las partes
Los criterios objetivos se pueden basar en el valor del mercado, un precedente, juicio
científico, criterio profesional, costes, criterios legales, criterios morales, tradición y
reciprocidad.
En ocasiones, los criterios objetivos los puede fijar un experto independiente de las partes que
aconseje, un mediador que ayude a alcanzar el acuerdo o un árbitro que tome decisiones
vinculantes para los negociadores.