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EN BUSCA DEL CUERPO TRANSPARENTE

Conversación sobre el training con Iben Nagel Rasmussen

Eugenio Barba: Iben, cuando llegaste al Odin, hace más de treinta años atrás,
comenzaste tu aprendizaje aprendiendo algunos ejercicios. ¿Qué era lo
importante, en el ejercicio, para ti, en ese momento?

Iben Nagel Rasmussen: Lo importante era la actitud. El hecho de que los


actores comenzaran enseguida a hacer. Que el ejercicio no fuera explicado. Tú
no decías nada. Antes, en mi vida siempre había sido diferente. Alguno
siempre tenía que explicar. También en la escuela, todo era explicado con
palabras, no había nada que no tuviera una larga explicación.

Para mí, entonces, en el Odin, fue extraño y cautivante encontrar este silencio:
tener que hacer, sin saber por qué. No había una “filosofía”, una “teoría”:
debía saltar cuando el compañero se adelantaba con un bastón tratando de
golpearme las piernas, o agacharme cuando el golpe iba al cuello.

Luego la continuidad: el hecho de que el entrenamiento no era interrumpido,


por ejemplo, para explicar qué estaba mal o qué era correcto. Solo después de
un cierto tiempo, que para mí era un tiempo larguísimo, porque...

Eugenio Barba: ...varios días o varias semanas...

Iben Nagel Rasmussen: No, ahora estoy hablando de horas, de media hora, tal
vez incluso menos, no recuerdo. Podía también ser menos que media hora:
pero era un tiempo larguísimo, para mí. Pero, luego, tú o un compañero
corregían el ejercicio.

Eugenio Barba: Entonces no era sólo el ejercicio en sí mismo lo importante. De


acuerdo: era importante que no hubiera explicaciones, que inmediatamente se
debía hacer, concentrarse en una tarea precisa, que obligaba a reaccionar.
Pero me pregunto si para tí también tenían importancia otras cosas externas.
Por ejemplo: la duración de un ejercicio, la fatiga, y tal vez el estar cansados y
continuar trabajando...

Iben Nagel Rasmussen: Pero yo me cansaba enseguida, era todo tan difícil
para mí, la acrobacia y todo el resto. Y de pronto era así, estaba esa
respiración que uno tenía que aceptar. Aceptar el cansancio desde el comienzo,
con el cuerpo, con la mente, sobre todo con la mente. Tenía que aceptar el
cansancio y encontrar una manera de comerme esta respiración agitada,
pensando que el ejercicio, el trabajo, podía continuar durante horas.

Eugenio Barba: Entonces el ejercicio, para ti, permitía aprender cualidades y


capacidades físicas (por ejemplo cómo reaccionar inmediatamente a la acción

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del compañero) y un tipo de actitud mental: cómo trabajar durante un tiempo
largo con el cansancio, cómo convivir con ese cansancio. O el descubrimiento
de que existen otras formas de energía en nosotros que pueden aparecer en
ese momento. ¿Con esto asocias el período inicial de entrenamiento, de
training, en el Odin?

Iben Nagel Rasmussen: Sí, éstas eran las primeras cosas, sí.

Eugenio Barba: ¿Qué cosa era para ti la más interesante?

Iben Nagel Rasmussen: La cosa más importante era ver a los “viejos”, ver a
Torgeir hacer por ejemplo, la cadena...

Eugenio Barba: La cadena de ejercicios, o sea la sucesión de los ejercicios...

Iben Nagel Rasmussen: Sí, los ejercicios yoga que Grotowski había elaborado
con Ryszard Cieslak. Cuando la hacían Torgeir, o Else Marie, no veía más los
ejercicios, veía... otra cosa, algo que... Mientras por ejemplo, Torgeir hacía “la
cadena del gato”, algo sucedía a través de su cuerpo. Era esto lo que me
golpeaba, y era esto lo que me golpeó en Ornitofilene, el primer espectáculo
del Odin que vi en la Holbæk Kunsthøskole a la cual concurría en aquel
entonces, ese... cuerpo transparente.

No era una “habilidad“, no era una voluntad de construir un cuerpo “bello”


como en el ballet clásico. No era ni siquiera una estética, algo que venía de
afuera. Era algo dentro... Era esto lo que decidía, que ese cuerpo se volviera,
sí, otra cosa: no un cuerpo bello o feo. Pero era, ese cuerpo, como...
transparente, y yo lo veía muy claramente en Torgeir, en la cadena del gato.
Pienso que había trabajado también con Grotowski, durante el primer
seminario que Grotowski había hecho en Holstebro.

Ocurría lo mismo con la voz de Else Marie: no era simplemente una


voz bella o fea, fuerte o sutil, era... no sé, como si hubiera una fuerza dentro
de ella, y siempre me daba esa sensación, como de una materia que se volvía
transparente. Cuando escuchaba su voz, pensaba: si lograra hacer una cosa
así, si lograra tener un cuerpo transparente, una voz que contiene esa...
pasión, esa cosa interna que... que se sentía, que se podía percibir, que te
alcanzaba, pasando a través de tantas y tantas dificultades...

Eugenio Barba: Durante algunos años hiciste ejercicios que ya existían en el


Odin, o que desarrollábamos inspirados en Grotowski. Pero al inicio de los años
setenta, comenzaste a oponerte a esta tendencia y a inventar ejercicios que
eran tuyos, muy originales, diferentes a los que hacíamos antes. ¿Por qué?

Iben Nagel Rasmussen: No lograba encontrar esta cosa dentro, dentro de mí.
Tú decías siempre que no. Hacía ya cuatro años que trabajaba en el Odin creo,

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Torgeir y Else Marie desde hacía más tiempo, más o menos seis años. Y no
lograba encontrar para mí ese tipo de entrenamiento, lo que había visto en
Torgeir, lo que había visto en Cieslak... Había algo que no funcionaba.

Y luego, en un momento dijiste que el entrenamiento no te interesaba más, no


te interesaba más estar en sala mirándolo.

Cuando llegué al Odin, estábamos todo el tiempo contigo en sala.


No existía un solo momento en el cual hiciéramos solos los ensayos o el
entrenamiento. Pero, en un determinado momento dijiste que el training no te
interesaba más, que querías concentrarte en otras cosas. No venías más a la
sala. Recuerdo que estábamos de gira, y pensaba en todo esto, porque para mí
el entrenamiento del actor fue siempre un momento importantísimo, y
comencé a reflexionar: ¿qué era una acción dramática? ¿Qué era para mí? No
en general: para mí.

Y ahí empecé a probar todos los modos posibles de sentarme, de


girar, de ir al piso, de ir fuera de equilibrio. Y mirando hacia atrás, volviendo a
pensar ahora, el ir fuera de equilibrio y luego retroceder, ir al piso y luego
volver a ponerme de pie, fue, para mí, como encontrar... sí, un fénix: me tiro,
pierdo el equilibrio totalmete, no sé qué sucederá y luego vuelvo a estar de
pie, como si hibiera renacido.

Había encontrado ese fluir que buscaba desde hacía años y años, y
que nunca lograba aferrar, era siempre interrumpido por algo: por el
pensamiento, por el cansancio, por la discontinuidad en el training. Lo busqué
durante años y ahora, en los nuevos ejercicios, sí, lo había encontrado.

Eugenio Barba: El hecho de elaborar tú misma, de inventar, trabajar,


desarrollando una nueva gama de ejercicios, te dio también seguridad en el
momento de enseñar, cuando se trataba de transmitir tu experiencia a los
otros. Al inicio, ¿cómo era?

Iben Nagel Rasmussen: Else Marie y Torgeir ya enseñaban desde hacía dos
años después de haber entrado al Odin, porque no había ningún otro que
tuviera más experiencia que ellos. Yo no, no había necesidad de que
comenzara rápidamente, entonces comencé recién cuatro, cinco años después,
tal vez un poco más. Mientras tanto, había pasado por todas las dificultades y
todo tipo de problemas. Torgeir decía frecuentemente que sabía enseñar bien
acrobacia justamente porque había necesitado mucho tiempo para aprenderla.
Un año.

También yo sabía qué cosa era difícil, y por qué para algunos era
difícil, sabía cómo llegar, justamente porque me había llevado tanto tiempo el
aprenderlo. Es por esto que, las primeras veces que enseñaba, recuerdo que
ponía tanta tanta energía, para sostener, para ayudar, para dar lo que para mí

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había sido lo más importante al inicio: no interrumpir, dar tareas muy simples,
estimular para encontrar una cierta “libertad” en el interior del training.

Eugenio Barba: Lo cual quiere decir que en la enseñanza existen dos


dimensiones: por un lado está el ejercicio en sí mismo, lo que se puede llamar
su sustancia, y por otra existe una atmósfera, el contexto que se crea
alrededor del aprendizaje del ejercicio, que abarcaría una cierta cualidad del
silencio, la duración, la manera de hablar...

Iben Nagel Rasmussen: Sí, es así.

EB: Pero al inicio, cuando enseñabas, también tú enseñabas ejercicios


precisos.

Iben Nagel Rasmussen: Sí, al inicio enseñaba lo que había encontrado, lo que
habíamos llamado los “ejercicios suizos”. Estábamos de gira en Suiza, cuando
te los mostré.

Eugenio Barba: Pero, luego de un cierto tiempo, casi no tenías más ganas de
enseñar.

Iben Nagel Rasmussen: No quería porque, durante las giras, lo que podía
enseñar era siempre de bajo nivel, elemental: el alumno comenzaba a dar sus
primeros pasos, luego teníamos dos días de seminario, luego nos íbamos.
Enseñaba algo que no desarrollaba. Para mí no era importante. Importante es
la duración, poder continuar lo que has sembrado. Veía esas personas que
permanecían como abandonadas, sin la continuación de un camino.

Eugenio Barba: ¿Y es esto lo que te llevó a inventar otro tipo de relación


pedagógica? ¿Es por esto que creaste un grupo fijo de personas, que se
encontraban cada año durante varias semanas: o sea tu proyecto “Puente de
los vientos”?

Iben Nagel Rasmussen: Sí, por esto, y también por el hecho de querer enseñar
a personas que tenían una base, una experiencia, como fue sobre todo para el
primer grupo del “Puente de los vientos”.

Eugenio Barba: El “Puente de los vientos”, tu proyecto o esta situación


pedagógica, tiene ya más de diez años.(OBS: actualizamos??) Cuando lo veo,
enseguida noto las diferencias: la primera consiste en la terminología.
Frecuentemente usas una palabra que antes nosotros no usábamos jamás en
el Odin Teatret: la palabra “energía”. ¿Cómo se introdujo esta palabra en tu
modo de hablar con tus colaboradores, con tus alumnos?

Iben Nagel Rasmussen: Es que no tengo otra palabra, y esta es una palabra de
fácil comprensión, para quien trabaja, pienso que también para quien mira,

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porque es evidente. Tú la ves, ves una energía lenta que atraviesa el espacio,
ves una energía fuerte, o una energía dulce...

Eugenio Barba: Una cualidad de tensión. Energía en el sentido de una cierta


cualidad...

Iben Nagel Rasmussen:... pero de una persona se dice, en realidad, que está
llena de energía o que está sin energía. No dirías que está “llena de tensión”...
Energía es una palabra normal. Cotidiana.

Eugenio Barba: Si tuvieras que indicar las diferencias más grandes entre lo que
fue tu aprendizaje y tu trabajo con el “Puente de los vientos”, ¿cuáles serían?

Iben Nagel Rasmussen: Que ellos tienen que inventar... yo doy las
indicaciones, pero ellos deben inventar. No enseño ejercicios precisos, como
hice al inicio, en el Odin, incluso con ejercicios que yo misma había inventado.
Ahora, doy una tarea. Por ejemplo digo: encuentren cinco, o tres, o siete
modos de sentarse, encuentren tres modos de saltar, tres modos de girar. Esto
quiere decir que la lógica es suya, que se acostumbran a inventarse una lógica
personal, propia, no mía. También porque, luego, no trabajarán conmigo,
trabajarán solos, en otros contextos. Por esto es importante, para ellos,
inventar una poesía propia del cuerpo, una poesía que puedan repetir y en la
cual seguramente, yo puedo agregar otros elementos de información. Pero la
base debe ser de ellos. Y luego pueden tomar también elementos o ejercicios,
míos o de otros alumnos...

Eugenio Barba: Cuando observas lo que tus alumnos hacen o inventan, eliges,
haces una selección: algunas de sus soluciones son buenas para ti, tienen un
sentido, otras no. ¿Qué cosa de lo que hacen es importante?

Iben Nagel Rasmussen: Lo importante es que cada ejercicio tenga un inicio, un


pequeño nudo y una solución. Así no se vuelve “gimnasia”.

Cada ejercicio debe tener este desarrollo en su interior. Por ejemplo, si veo
uno de los alumnos que se arrodilla y luego se levanta de la misma manera en
la cual se arrodilló, entonces le digo: “Esto no funciona, debes encontrar otra
solución”. Luego esa persona trabaja sola, o puedo también mostrar y
proponer un ejercicio, sugerir algo.

Eugenio Barba: Recién usaste la palabra “gimnasia”. ¿Qué diferencia hay entre
un ejercicio hecho por un actor y un ejercicio hecho por un gimnasta?

Iben Nagel Rasmussen: La gimnasia sirve para otra cosa totalmente distinta, la
gimnasia sirve para mantenerse en forma, para tener músculos, para ser
elásticos. Esto no... esto sirve para que a través del ejercicio aparezca otra
cosa, esa otra cosa que llamo: “el cuerpo transparente”. Sientes que aflora

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otro tipo de energía, en sala. Puede venir del conjunto, y la sientes,
inexplicable...

Eugenio Barba: ¿Y tú explicas esto, a los tuyos...?

Iben Nagel Rasmussen: (niega con la cabeza)

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