Hacia La Luz

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Hacia la Luz
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Título original: INTO THE LIGHT

Traducido del inglés por Margarita Díaz Mora y Martha Escalona de la Vega
Diseño de portada: Editorial Sirio, S.A.
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Bruce MacLelland
Hacia la Luz
editorial irio, s.a.

El New Thought —Nuevo Pensamiento— es una corriente

filosófica que surgió en Estados Unidos hace unos ciento cin-
cuenta años, impulsada por grandes pensadores como Emerson,
Trine, Allen y Atkinson, entre otros. Pronto fue tomando cada
vez más fuerza, mejorando la vida de muchas personas al elevar
su nivel de conciencia y llegando, durante todo el siglo XX, a
producir grandes escritores. No es una religión —aunque de él
surgieron algunas instituciones religiosas—, sino más bien una fi-
losofía que proclama la necesidad de que la persona tenga una
experiencia directa del Creador, sin intermediarios. Su mensaje
central es que nuestro pensamiento da origen a nuestras expe-
riencias y a nuestra visión del mundo; por ello concede mucha
importancia a una actitud mental positiva, a la meditación y a
la visualización. En la colección New Thought estamos editando
las obras más significativas de este movimiento filosófico-espi-
ritual, cuya influencia en nuestros días sigue siendo enorme.
Dedicado a ese amor de y para la humanidad,

que hace que algunos hombres sufran el martirio
para ennoblecer al género humano.
CREDO
Esta filosofía nos enseña:
Que esta vida es una evolución perpetua.

La eternidad la estamos viviendo hoy. Está en el ahora.
El cielo se encuentra en nuestro interior. No es un
lugar, sino un estado mental.
La humanidad puede vivir en el cielo si logramos
entrar en comunión con el Infinito ahora.
Todos tenemos la Vida Divina en nuestro interior.
Nosotros somos Dioses.
La humanidad siempre ha estado en curso ascenden-
te hacia la sabiduría y la comunión con el Ser Supremo.
11
Hacia la luz
La inspiración es algo común para la humanidad y

llegará a todos aquellos que encuentren la paz.
El Creador busca esta comunión, pero la humanidad
no establece las condiciones necesarias para permitir la
entrada del amor divino.
Si estas condiciones se establecen, el influjo de la
sabiduría eliminará el deseo de hacer el mal.
El pensamiento es la fuerza que desarrolla el carácter.
El pensamiento divino ennoblece y fortalece al hombre.
La ley rige la voluntad espiritual con la misma exac-
titud con que rige las constelaciones.
La enfermedad, la locura, la ira y los vicios son pecados.
El correcto impulso del alma es más importante que
la acción misma. Si el impulso es correcto, la acción será
correcta. Si no hay limitación en las acciones, no se podrá
evitar el comportamiento ilícito.
12
INTRODUCCIÓN
Cuando, en el inicio de los tiempos, el débil resplan-

dor de la razón empezó a teñir el cielo de la inteligencia
con su brillo color púrpura, el hombre primitivo percibió
que su espíritu se agitaba débilmente en su interior y, a
ciegas, empezó a buscar a su Dios. Los temores engen-
drados por la confusión salvaje de su época lo mantuvie-
ron en un miedo constante e hicieron que sus pueblos
vivieran en continuo éxodo. Con arcilla y manos inexper-
tas, creó a sus ídolos; luego, se arrodilló con estupor ante
sus propias creaciones. En cada tormenta de la Natura-
leza encontró a otro Dios y, para apaciguarlo, lo reveren-
ció con una sensación de temor y fragilidad. Los demonios
13
Hacia la luz
llenaron sus sueños con pesadillas, invadiendo su alma

con miedo y sobresalto.
Con el correr de los tiempos, se sentó bajo las estre-
llas y se preguntó si éstas tenían algún significado. El espí-
ritu, siempre dispuesto a ennoblecer a la humanidad, le
habló con tanta suavidad y sutileza que calmó sus mie-
dos; fue entonces cuando se empezaron a formar dentro
de él los pensamientos. Estos pensamientos de amor, de
misterio y de maravillas todavía desconocidas empezaron
a disipar la nube de temor y a guiar al hombre en su cami-
no. Fue conducido a través del laberinto de los Dioses por
cada una de las pasiones, y el espíritu le habló del Dios
amoroso y omnisciente que se encontraba en su interior.
Desde el corazón algo clama en silencio buscando un
Dios y se crea el poder con el que cada uno se arrodillará
con miedo o reverencia y amor.
Algunas civilizaciones crearon un ser poderoso y lo
colocaron sobre un trono dorado para alabar o castigar
conforme a las emociones que respondían a los impulsos
del hombre.
Otras civilizaciones más avanzadas no otorgaron nin-
guna forma a Dios, sino que lo consideraron un espíritu;
y, las más evolucionadas, fueron conscientes de la exis-
tencia de Dios como una majestuosa Ley que infundía
temor y asombro, vibrando en todos y en todo. Una vida
omnisciente, que concentraba todo en átomos, de los cua-
les surgía el destello que, finalmente, lo abarcaba todo.
Para estas civilizaciones más avanzadas, toda la vida, todo
14
Introducción
el pensamiento y todas las acciones representaban la bon-

dad. Se dedicaban a vivir en paz, dando la bienvenida al
crecimiento de Aquél que vivía en su interior.
No se ha revelado qué es este poder. El hombre no
tiene el derecho de definir el Infinito. La mente finita no
está capacitada para albergar esta concepción.
Conocemos el efecto de la comunión con este poder,
sabemos que nos produce alegría, prosperidad y paz inte-
rior; y sabemos cómo puede establecerse esta comunión,
pero no sabemos nada acerca de su naturaleza.
Decir que Dios es espíritu no significa nada; es lo
mismo que decir que el espíritu es espíritu.
La ley me ha sido revelada. Puedo hablar con autori-
dad sobre el tema, pero el nombre de quien establece la
ley no me ha sido revelado. Tampoco especularé sobre ello
como si fuera la verdad. Mi comprensión es producto de
la inspiración. Cualquier hombre la recibe si, en su vida
interior, está instaurada la paz. Una vez que recibimos
esta inspiración gritamos al unísono: No me honréis a mí,
sino más bien honrad al Padre, cuya sabiduría habla a
través de mí.
Busca la paz y el conocimiento de la ley.
Del interior llegó mi comprensión; y no me la enseñó
el hombre.
Los hombres nos enseñan que la humanidad estaba
perdida y que Dios envió a su único hijo para salvarnos
del pecado, pero yo os digo que el mundo siempre ha esta-
do en evolución, que nunca ha estado perdido y que, por
15
Hacia la luz
lo tanto, no requería de un hijo para salvarlo. Tampoco el

Ser Supremo recurre a tales métodos. Llega a nosotros en
el silencio de la meditación y estremece al hombre con su
mensaje de sabiduría y de felicidad.
Cuando en la profundidad callada del silencio con-
centrado llega un fulgor y, con él, el entendimiento, se
abre el libro que ha estado sellado y, de sus páginas,
extraemos la lección de la vida. Se corre la cortina de los
misterios y una sabiduría que no proviene del hombre nos
guía hacia nuestro destino.
BRUCE MACLELLAND
16
DIOS EN EL HOMBRE
Dentro del yo interno del hombre se encuentra todo

el conocimiento. Este yo interno siempre está en contac-
to con el Creador. Como los pensamientos del hombre, a
causa de su tambaleante pasión y ambición, siempre
están centrados en esta vida mundana, no se siente atraí-
do por la llamada incesante de la vida interior que le haría
detenerse, oír y escuchar.
Como el hombre no va más allá de su propia guía y
no puede entrar en contacto con la fuente de la sabiduría,
no puede encontrar la felicidad.
Éste es el ser que pierde incluso aquello que tiene.
Para aclarar este punto tan importante vamos exponerlo
de otra manera:
17
Hacia la luz
El hombre es cuerpo, mente y alma, o esa chispa divina

que llamamos Dios en el hombre.
El cuerpo tiene una inteligencia propia que es inde-

pendiente de la mente. Esta inteligencia actúa como el
reflejo de cerrar los ojos antes de que entre en uno de
ellos una mota de polvo casi imperceptible que podría
dañarlo, incluso antes de que la mente sepa que se acerca
esa partícula de polvo. Éste es un ejemplo del uso de la
inteligencia del cuerpo.
La mente es aquello que designamos como el «ego».
Es el pensamiento que controla la individualidad. En la
gente común, la mente está regida por su pensamiento y
limitada por su inteligencia a causa de las experiencias
que ha tenido. Como estas experiencias son necesaria-
mente limitadas, la sabiduría de cada mente es limitada.
Por consiguiente, cuando surge un problema, la deci-
sión a tomar se basa en el resultado obtenido en alguna
experiencia anterior similar, o en la experiencia que más
se acerque al caso en cuestión. Si nunca ha surgido una
situación similar, la mente se encuentra a la deriva y no
puede decidir.
Todo el aprendizaje técnico es propiedad exclusiva
de la mente. La mente puede instruirse pero no es tan
sabia. El alma es Dios en el hombre y tiene una inteli-
gencia maravillosa. No sabe nada de aprendizaje, pero es
toda sabiduría.
La intuición es la voz del alma hablando a la mente.
18
Dios en el hombre
Algunas personas, a causa de su naturaleza, tienen

un contacto más cercano con sus almas que otras. Cuan-
do alguien dice «Me parece que esto es lo que debo
hacer», esto significa que, de manera inconsciente, la sabi-
duría del alma ha llegado a su mente.
Ahora bien, esta sabiduría del alma puede utilizarse
conscientemente al desarrollar la armonía entre el cuerpo,
la mente y el alma, que es el principal objetivo y propósi-
to de este esfuerzo.
Por favor, ten en cuenta que una mente instruida no
significa que sea una mente sabia, y que una persona sin
educación puede poseer una gran sabiduría.
Cuando una persona logra que su mente descanse y
escuche, automáticamente llega el reposo y, entonces,
puede reflexionar con calma. Por lo tanto, si la mente se
tranquiliza surgen nuevos pensamientos y empiezan a
emerger nuevos sentimientos sobre las bondades de la
vida de Dios que una vez estuvieron dormidos, y así es
como llegan a convertirse en el carácter de nuestro Dios.
En el momento en que la ansiedad recurre al descan-
so del yo interior, podemos encontrar y utilizar el carác-
ter de nuestro Dios para obtener poder y así perseverar
con calma en la alegre búsqueda del objeto deseado.
Por lo tanto, Dios está en el hombre y el hombre está
en Dios, inseparable y para siempre. Porque sólo por la
conformidad del hombre con las cosas de este mundo de-
ja de percibir la guía superior en cada una de sus acciones.
19
Hacia la luz
Ningún acto de depravación, por muy grave que sea,

puede eliminar a este Dios del yo interior. La deprava-
ción de la mente sólo puede encerrar al yo interior en una
atmósfera de vileza que lo separa de la mente. Una vez que
se le busca, éste responderá e, incluso, el acto más vil y dig-
no de condenación desaparecerá cuando el hombre pueda
comulgar en unidad con el Dios que lleva en su interior.
La frase «vosotros sois Dioses» no es producto de
nuestra capacidad imaginativa. Es la verdad, sí lo somos.
El hombre de Belén poseía esa unidad y reconoció que
todos éramos capaces de desarrollarnos como él. Él dijo
que podíamos hacer las cosas que él hacía; que éramos sus
herederos y que compartíamos con él la herencia del rei-
no; que éramos sus hermanos y que éramos dioses. Sin
embargo, aquéllos que no han comprendido estas pala-
bras y que nunca lo harán, lo cubrieron con una divinidad
que nos negaron a nosotros.
Así es como los hombres de todas las épocas han sido
despojados de su derecho de nacimiento.
El hombre de Belén habló de su gran paz desde el
principio de su ministerio hasta su última lección que
concluyó en la cruz. Fue en esa paz donde él halló su
poder. «La paz sea con vosotros» fue su bendición más
importante. Esa paz puede entrar en tu mente como ocu-
rrió en la de él. No es necesario creer en la trinidad, ni en
la progenitura ni en la inspiración de la biblia.
Todos los científicos, los filósofos y los inventores
provienen de un estado emocional de paz. Buda, Lao Tsé,
20
Dios en el hombre
Zoroastro y Jesús, todos promulgaron ideas similares en

épocas diferentes. No se conocieron entre sí. Quizá tuvie-
ron un guía, pero, ¿quién podía enseñar lo que ningún
hombre sabía?
La ciencia no entra en conflicto con las enseñanzas
de Jesús. Los conflictos surgen entre las teorías que la
ciencia ha enseñado y las falsas doctrinas teológicas de
una época sumida en la ignorancia y en las tinieblas.
Los seres iluminados como Jesús recibieron su visión
al encontrar la paz y, con ella, la comunión con el infinito.
La soledad, la introspección, la reflexión y el anhelo
de tocar el alma nos traen paz a la mente. En ese momen-
to, el espíritu de la sabiduría hace acto de aparición. Así
es como los hombres hallan la inspiración; se convierten
en hijos de Dios: se trata de la imagen de Dios según la
cual fuimos creados, de ese poder para adaptarnos a su
condición. Vivimos en un mundo espiritual que maneja
un lenguaje sin la ayuda de los sonidos y, a medida que
nos elevamos, descubrimos que, más allá, existen niveles
todavía más elevados.
Las concepciones religiosas son producto de nuestras
mentes. Sólo hay un método para ampliar el espectro:
debemos crecer dentro del reino. A través de la sabiduría
adquirida de esta forma, descubrimos un nuevo mundo,
el mundo de la mente que aparece ante nuestros ojos
como una vista panorámica del paraíso. Y así construi-
mos un templo para nosotros; un templo que no está
construido con las manos, el templo de la rectitud y del
21
Hacia la luz
individualismo. A medida que van apareciendo las mara-

villas de este nuevo mundo, empezamos a recorrer sus
caminos, cada uno de ellos con sus propias características,
y vamos desenredando las muchas confusiones de la
madeja de los misterios de la vida.
Llegamos al límite de nuestra fortaleza y, aunque
sabemos que nuestro viaje debe terminar, buscamos algo
que nos dé más valor para seguir nuestro recorrido.
Sentimos la pérdida de nuestro inquieto y disperso pen-
samiento y nos concentramos en mantener nuestra
energía. La mente se convierte en un texto en el que pode-
mos leer nuestras deficiencias. Si somos irracionales, cre-
amos la justicia; si somos crueles, buscamos la bondad. El
objetivo es volver a crear el equilibrio en un hombre jus-
to y virtuoso, y así vivir en el cielo. Ensalzamos nuestros
atributos a los atributos de la Deidad y empezamos a
parecernos a Dios. El desorden del pensamiento tumul-
tuoso está entrenado en base a una directriz ordenada, lo
que provoca que el cosmos surja a partir del caos. El
impulso de las emociones, las cuales han sido nuestra
guía, se somete y nos volvemos racionales. Mientras se
impone la aspiración para obtener un conocimiento más
profundo, la ambición del ego en la búsqueda de riquezas
y poder pierde su atractivo. Somos tan felices en esta
cabaña como en la mansión que nosotros mismos elegi-
mos rechazar, ya que, debido a esa pérdida, encontramos
el reino de Dios.
22
Dios en el hombre
Entonces, llega un influjo del espíritu que nos vivifi-

ca, nos fortalece, nos ennoblece y hace que sanemos nues-
tras enfermedades físicas; y el alma canta con el hombre
que una vez estuvo ciego: «Esto es lo que yo sé, que una vez
estuve ciego y ahora puedo ver». En ese momento, sabrás
que has sido creado a imagen de Dios, que eres hijo de Dios.
Somos capaces de poseer todos y cada uno de los
atributos del Infinito. El amor, la justicia, la verdad, la
energía, la confianza, el valor o la determinación, pueden
extraerse de nuestro yo interior e instalarse para siempre
en nuestra mente. Estos atributos remplazarán al odio, a
la indolencia, a la debilidad, a la duda, al miedo y a la
indecisión. Entonces, las radiaciones de la mente Infinita
llenarán nuestras almas con asombro y alegría, y vivire-
mos una nueva vida llena de hermosos pensamientos y
emociones que no sabíamos que existían. Entramos en
conexión íntima con este poder maravilloso. Nos conver-
timos en Dioses.
Un hombre así puede hablar con una voz que deten-
dría el mundo, pero, como conoce la mente, se da cuenta
de que las palabras se estrellarían contra una sólida roca
y, por lo tanto, no lo hace. Los himnos de la vida reposan
en sus oídos y su alma canta eternamente melodías de
sabiduría y amor.
Pacífico, sabio y silencioso, este hombre pasa entre
los demás hombres como si fuera uno de ellos; pero con
un objetivo diferente en su visión y siendo su guía para
conducir sus pasos en su recorrido.
23
Hacia la luz
Él no presta atención a las grandes ceremonias de

coronación de Reyes; se dedica a buscar aquello que pue-
de hacer para ayudar a sus semejantes.
En su soledad, solamente ante Aquél que gobierna,
inclina su corazón con humildad y escucha la voz desde
su interior para que le muestre el camino una vez más, ya
que en su mano lleva la llave para abrir el reino del misterio.
La tranquilidad le invade y los latidos del Espíritu del Amor
trasforman su alma. Los amigos llegan a visitar a aquél cuyo
lenguaje hace vibrar sus emociones, y cada uno de ellos sólo
necesita del pensamiento para poder transmitirlo.
Las montañas y los arroyuelos, cada árbol y arbusto
lo reconocen como un amigo; como uno de ellos.
Wordsworth lo sabía cuando escribió:
El impulso de un bosque primaveral puede enseñarte más

del hombre y del bien y del mal que todos los sabios.
El mejor ejemplo de cómo la paz sobrepasa de una

manera perfecta la ansiedad y la ambición, se expresa en
el inmortal poema «Esperando» de John Burroughs.
Sereno, me cruzo de brazos y espero.

Ya no me preocupa el viento, la marea, ni el mar.
No lucho más contra el tiempo o el destino,
porque lo que es mío, a mí vendrá.
Detengo mi prisa, camino lentamente,
24
Dios en el hombre
porque, ¿de qué sirve este paso apresurado?

Me quedo tranquilo entre las sendas eternas,
porque, lo que es mío, me reconocerá.
Dormido, despierto, de noche o de día,
los amigos que busco también me están buscando.
Ningún temporal podrá desviar mi barca,
ni cambiar el curso de mi destino.
No me importa si permanezco en soledad;
espero con alegría los años venideros.
Mi corazón cosechará lo que haya sembrado,
y recogerá sus frutos de lágrimas.
Las aguas saben qué es lo suyo y trazan
el arroyo que brota en aquella colina.
Así fluye el bien, siguiendo la misma ley,
en el alma de deleites más puros.
Las estrellas surgen poderosas en el cielo;
el agua emerge en el mar.
Ni el tiempo, ni el espacio, ni lo profundo ni lo alto
pueden apartar de mí lo que es mío.
No creas que Burroughs era un soñador inactivo o un

teórico. Era y es uno de los más grandes naturalistas que han
existido. Un vigoroso hacedor completamente despierto.
El estado emocional de paz no implica inmovilidad.
Si tú te trasladas de un país a otro, la naturaleza no
cambia. Tus méritos y tus errores te acompañan. Y tam-
bién lo hacen cuando abandonas esta vida. Si deseas dis-
frutar del cielo, desarrolla esta mentalidad ahora.
25
LA ETERNIDAD ESTÁ
EN EL AHORA
Las personas que no se respetan a sí mismas, que no

entienden las leyes de la vida y que viven en un estado de
mera existencia, normalmente sufren de alguna enferme-
dad y, a menudo, se consuelan con la idea de que al aban-
donar esta vida, ocurrirá un gran cambio sin ninguna
intervención de su parte.
Esta gente en particular cree que todas las cosas bue-
nas les llegarán y que la eternidad, que empieza en ese
momento, sólo les deparará regocijo y descanso.
Estas personas están condenadas a la desilusión. No
existen transiciones súbitas en la naturaleza, así como tam-
poco pueden existir transiciones súbitas en la ley del espí-
ritu. La superación y la constancia deben ser un despertar
27
Hacia la luz
y un crecimiento gradual. Es posible que si se hace un

gran esfuerzo se produzcan buenos resultados, pero des-
pués vendrá el retroceso.
La eternidad es el ahora. Dios en el hombre está lis-
to para llevar cada mente hacia una fuerza y una sabi-
duría que provocarán un intenso interés en su crecimien-
to y sanarán su cuerpo.
Ahora estamos en medio de la eternidad y podemos
empezar a crecer si encontramos al Dios que habita en
nuestro interior, unificando la conciencia que ahí se
encuentra y creciendo así en salud y fortaleza.
Si no lo hacemos ahora se deberá hacer después, ya
sea en esta vida o en la próxima. Nadie escapará jamás de
ello. No existe un camino de «fe» que conduzca al cielo,
así como no existe un camino «glorioso» que lleve al
aprendizaje.
«No os preocupéis por el día de mañana, porque el
día de mañana se cuidará de sí mismo. A cada día, sus
propios problemas.» Olvídate del día del Juicio Final, vive
en el presente. Encuentra al Dios que habita en tu inte-
rior y crece.
¡Oh, vosotros predicadores ciegos! ¿Nunca seréis
capaces de ver? Despertad de vuestro letargo, de vuestra
seguridad en un esquema de salvación y entrad en con-
tacto con las cosas que existen, entrad en la luz de la vida
que arde y que nos guía.
Ahora es el único momento que existe. El pasado ya
fue; el presente es; el futuro nunca llegará.
28
La eternidad está en el ahora
Sé honesto en el presente y serás honesto para siem-

pre, porque no existe ningún otro tiempo. Este momento
existe para siempre.
Si inicias una caminata a algún lugar distante y tu
atención sólo se fija en llegar a tu destino, tu paso será apre-
surado, incierto y, al final, tu cuerpo acusará el cansancio.
Mantén la mente enfocada en ti; al hacerlo, tu paso
será vigoroso y tu cuerpo disfrutará del ejercicio.
Lo mismo sucede si se vive con la esperanza de
entrar en el cielo más adelante. La mente se cansa y el
alma se desgasta, de tal manera que se va perdiendo la
fuerza y el crecimiento. Esto lleva al retroceso; vivir en el
ahora nos traerá el progreso.
«Haced y cumplid todo lo que ellos os digan, pero no
os guiéis por sus obras, porque no hacen lo que dicen.»
No vale la pena «defender» esta religión. No entres en
ninguna controversia, más bien busca a tu Dios y actúa
en consecuencia. Nuestro Dios no es un Dios celoso. Él
está listo para ayudar, si tú realmente deseas la ayuda. No
tendrás que hacer ningún sacrificio. Él sólo te pide que te
concentres en el ahora y en el hoy por hoy, que vivas el
momento y que des lo mejor de ti mismo. Vive, ama, ríe-
te y déjate guiar en comunión. Sí, es verdad, y te lo digo
otra vez: si eres amable y considerado, justo y honesto, en
este mismo instante, te conducirás así para toda la eter-
nidad, porque estamos viviendo en el eterno ahora. No te
olvides de que el presente es la eternidad y que este ins-
tante es nuestro único momento.
29
Hacia la luz
Yo no me atrevería a arrancar a nadie el ídolo que ha

entronizado en su corazón; no le quitaría a nadie ningu-
na de esas cosas que una madre amorosa le ha enseñado
por las noches con tanta reverencia cuando se inclinaba
ante ella de rodillas. Pero sí enseñaría a los hombres que la
verdad está en el alma y los guiaría para estar cerca de Dios.
Yo creo que existe un centro donde las radiaciones de
alegría y de amor, de descanso y de paz, son tan suaves
como el aire, siempre están en flujo continuo, nunca
cesan, son tan constantes como el rugido del océano, y
llegan a los hombres eternamente.
Ahora, si este pensamiento es convincente y verda-
dero, y si Dios nos habla tanto a mí como a ti, ¿no sería
este mundo un lugar dónde sentir y percibir el poder del
amor? ¿No sería este mundo un lugar dónde sentir, ver,
conocer todo y armonizar nuestros corazones para aten-
der la llamada?
La inspiración es un atributo de la mente. Se ha
dicho que Jesús fue un ser inspirado. También lo fue cada
gran hombre iluminado que ha pasado por la vida.
Gotama Sakyasinha, Zoroastro, Lao Tsé, Sócrates y
Platón fueron seres inspirados.
Toda nuestra fuerza, todos nuestros planes, todos nues-
tros pensamientos provienen de la fuente de la fortaleza.
El grado de inspiración depende de la condición de la
mente y del caudal de fortaleza que exista en el alma.
Si la mente es turbulenta, rencorosa y egoísta, estos
rasgos obstaculizarán el influjo del espíritu. Si la mente se
30
encuentra en paz, concentrada y llena de aspiraciones, este

estado emocional hará posible el influjo del espíritu. Si el
alma se atemoriza de una manera cobarde cuando llega al
espíritu, este temor hará que la puerta se cierre de nuevo.
El Poder superior ama al hombre que escucha sin
miedo, y luego actúa para expresarse a través del hombre.
Pero debido a la conformidad de nuestra mente sobre
los asuntos y placeres de la vida, y debido a la falsa com-
prensión creada por una interpretación absurda del pen-
samiento del Nazareno, no entendemos que somos capa-
ces de recibir las radiaciones del principio creativo.
No podremos entenderlo hasta nacer de nuevo. No
me refiero a nacer en un sentido literal, sino a borrar
todas las pasiones, los prejuicios y las creencias, regresan-
do al estado de la mente de un niño. Con su búsqueda, su
capacidad de asombro, sus preguntas, y sin la necesidad
de preconcebir ideas que le puedan influenciar. Decididos
y dispuestos a saber la verdad, y sin importarnos que se
haya borrado de nuestra mente toda nuestra concepción
actual de la religión, de la sociología y de la ética.
Si te enseñan algo que contradice las lecciones de tu
infancia, al instante tu mente lo rechaza y se niega a creer.
La mente por naturaleza reacciona de esta manera, tanto
si la nueva idea es una inspiración directa de Dios, como
si viene de Dios a través de alguien que está en comunión
con Él.
La mente infantil es una mente confiada. Puede creer
lo que le enseñan, «mi mamá me dijo que así era». La
31
Hacia la luz
mente infantil creerá todo lo que le enseñen. En cierta

ocasión, un padre dijo a su pequeña que Santa Claus no
existía. Ella se dirigió a su madre para comprobar que este
personaje existía. La madre no quería arrebatar a su hija
la ilusión que le provocaba esta fábula, y le explicó con un
tono seguro que este personaje realmente existía. La niña
se dirigió de nuevo al padre, y le dijo: «¡Yo sabía que
Santa Claus existe!». Una vez que la madre afirmó esto
con seguridad, ni siquiera el padre pudo convencer a su
hija de que él le estaba diciendo la verdad.
La madre lleva a su hijo a la iglesia y el niño se acos-
tumbra a asistir, de manera que estos hechos se convier-
ten en sugestiones; es como si mandáramos al niño a
escribir una rima en la pizarra. Así es como se forman las
impresiones. Después, la madre le enseña que su religión
es la única religión verdadera. Todas las madres lo hacen.
Esto ha ocurrido en todas las épocas. El brahmán, el
budista, el judío, el confuciano, el musulmán, el católico,
el protestante, todos lo hacen. Y siempre lo harán, ya que
ésta es una tendencia de la mente para insistir de una
manera obstinada en el acierto de su posición en todos los
asuntos; sobre todo en los asuntos que supuestamente
requieren de la fe. El niño va a adoptar siempre esta reli-
gión, a menos que llegue a formarse con una educación
científica. De ser así, el niño renunciará a esta fe. Pero no
renunciará a la ley moral, ni al instinto religioso. Ni tam-
poco renunciaría a la doctrina del Nazareno si es correc-
tamente interpretada. Sabemos que Santa Claus es una
32
quimera y una falsedad teológica; podemos convencer al

niño de la quimera, pero no al fanático de esta falsa teo-
logía.
Siempre ha sido así. La fe de las madres es una insti-
tución inamovible. Su verdad o falsedad no entra en dis-
cusión. Nacer de nuevo significa eliminar esas ideas y
tener la capacidad de creer en la verdad cuando ésta lle-
ga. Nacer de nuevo quiere decir que estamos dispuestos y
somos capaces de decir, desear y saber la verdad, sin
importar las consecuencias.
Así uno nace de nuevo, y la mente infantil busca
saber. «Busquen, y encontraran» y «llamen, y se les abri-
rá», significa que podemos llegar a ese nivel donde es
posible recibir la inspiración.
Junto con este deseo de saber, llega de alguna parte el
deseo de estar en silencio. Éste es tu primer pensamiento
de inspiración. Expresa tu deseo con fervor y te llegará.
Busca el aislamiento, espera y escucha, sin fatiga y sin
premura. La paz está a punto de llegar, y con la paz reci-
birás la sabiduría que te guiará para siempre y que tam-
bién crecerá contigo.
Te guiará en los negocios, así como en la religión y te
conducirá al Dios que se encuentra en tu interior. Se tra-
ta de una comprensión que aclara lo que otros hombres
no pueden comprender. Ofrece una visión para entender
los temas esotéricos. Los hombres y sus motivos se con-
vierten en un libro abierto, en donde uno entra en
armonía con el alma que se encuentra en todas las cosas.
33
Hacia la luz
Es una actitud mental muy eficaz. Si adoptas el hábito de

entrar en una habitación para entregarte allí a la medita-
ción y al deseo silencioso, la habitación se impregnará de
una atmósfera de paz que podrá sentirse al entrar en ella.
Será un refugio de descanso cada vez que a tu espíritu le
asedien los problemas. La soledad elimina el elemento de
pensamiento que se encuentra a nuestro alrededor y
detiene sus efectos perturbadores. Una vez que se siente
la unidad, el alma reclama su continuación; los ojos ciegos
se abren para contemplar la belleza del nuevo mundo y
nada podrá arrebatárnoslo.
El efecto es mágico. La apariencia, la forma y las
acciones se ajustan a las nuevas condiciones y la vida se
vive en un plano más elevado. El mundo que rehúsa el
homenaje se encuentra ante ti desnudo y con una actitud
humilde; tú te conviertes en un ser más sencillo entre los
hombres y en un ser más elevado en el reino de la recti-
tud. Tu pensamiento sale y se dirige a las mentes simila-
res, y esa unión crea una fuerza tremenda que te permite
trabajar para el enaltecimiento de la humanidad. Las
vibraciones del espíritu te rodean y tu espíritu se funde
con el planeta. Llega una melodía, la alegría y el conten-
to en el alma.
Ésta es la actitud más atractiva de la mente. Una vez
que se ha alcanzado, no requiere de la guía de ningún hom-
bre o de ningún libro, porque tú estás inspirado por Dios.
Cuanto más nobles llegamos a ser, más elevados son nuestros
objetivos y más brillante se hace la luz de nuestro destino.
34
El reino de los cielos ya ha sido encontrado y tú estás

viviendo en él.
El Nazareno dijo: «El reino no viene por observación,
no podrás decir que el reino está aquí o allá. El reino de
Dios está dentro de ti».
En otras palabras, no podemos ver el reino y señalar-
lo; o colocarlo encima del mundo, porque no se trata de
un lugar. El Nazareno es categórico al decir que el reino
está dentro de ti, que es una condición que permite el
influjo de la sabiduría y el amor divinos. Buscar el reino
significa desear con firmeza una condición que nos per-
mitirá el influjo del pensamiento divino. Esa condición
en sí misma es la oración, y no se trata de decir oraciones.
Se trata del tipo de oración que implica rezar incesante-
mente. Si estás completamente cegado por la superstición
y el miedo, pero sientes el susurro de la verdad dentro de
ti, debes seguir adelante. El sol de la inspiración ahuyen-
tará las nubes y, de pronto, aparecerá un faro para guiarte.
Cuando recorramos el camino para alcanzar nuestro sueño

y la oscuridad de la duda ensombrezca nuestra alma,
la esperanza será esa luz que nos guíe a través de la
penumbra,
dejando atrás las tenebrosas sombras de la noche.
Y así, con un amor infinito, nos llegará la audacia
para fortalecer el alma con la fuerza que llega desde arriba.
Y cuando permanezcamos en la dulce paz que hemos
podido lograr
35
Hacia la luz
al obtener un tesoro tan querido,

sentiremos que ya se acerca el fin de nuestra jornada.
Si el día en que se formuló nuestra teología, la cien-

cia hubiera estado tan avanzada como lo está hoy en día,
la idea de un lugar llamado cielo nunca se habría promul-
gado. No debe existir el miedo en la búsqueda de una
comunicación directa con el Infinito. Es tu derecho de
nacimiento porque Él lo manda y lo desea. «Pide y se te
dará.»
Dios no es un ser temible ante el cual debemos tem-
blar. Es una parte de nosotros y la ley de todos.
Si hacemos cosas que no son buenas para nosotros,
esto no daña al Ser Supremo ni provoca su ira.
Él desea que recibamos Su espíritu porque nos dará
una felicidad que va más allá de cualquier otra felicidad,
y nos proporcionará un crecimiento que nos llevará al
máximo nivel del ser.
Si prefieres vivir con tu propia mentalidad, no eres
merecedor de un castigo severo. Sólo estarás perdiendo
esa felicidad que podría ser tuya.
Buscar el espíritu no implica dejar una vida activa
para recluirse en un monasterio. Esto no es lo que se
desea. Tampoco te harás más santo con esta actitud. Eso
sería como el hombre que pasa delante de nuestra casa
todos los días y cree que es la teología personificada. Él ha
concebido la idea de que una postura firme, un semblan-
te grave y un buen paso representan el triunfo de la
36
Cristiandad, y piensa que hace una gran actuación de su

personaje. Este hombre es un necio.
Es evidente que no es nuestro deseo gritar a los cua-
tro vientos que somos unos santos, sino mantener nues-
tros propios conocimientos y compartirlos sólo con aqué-
llos que los están buscando.
Nuestros amigos notarán el cambio y se sorpren-
derán de que nos hayamos vuelto tan amables y tan sere-
nos. Se preguntarán dónde encontramos la sabiduría que
nos permitió resolver los problemas.
Un gran cambio se apodera de los deseos. Los com-
pañeros que tienen una mentalidad más limitada, ya no
nos atraen. La sociedad se reemplaza por la tranquila
camaradería de unos cuantos elegidos. La prisa, la preo-
cupación y la agitación se perdieron en algún lugar duran-
te la transición, mientras que la confianza para atraer lo
que necesitamos ha ocupado su lugar.
De alguna manera, se ha llegado a entender que la
oración es un deseo ferviente, y que al hombre se le ha
otorgado toda la sabiduría para planear y la energía para
ejecutar; que las peticiones verbales para obtener ciertas
cosas o para obtener dinero no son respondidas. La pers-
pectiva de vida ha sufrido un gran cambio. La mojigatería,
la suntuosidad y la santurronería acompañada del vacío
interior nunca se encuentran en hombres así.
¿Te gustaría tener prosperidad, honorabilidad y
salud? Si tu respuesta es afirmativa, busca al Dios que se
encuentra en tu interior y construye un cielo en tu alma,
37
Hacia la luz
porque en esa búsqueda se encuentra el camino para

mantener la mente clara y las acciones puras.
«Bienaventurados los que tienen hambre y sed de
justicia, porque ellos serán saciados.»
En el silencio de mi habitación
con mi corazón armonizado en Dios,
lejos del camino de la lucha y de la angustia
que mis pies siempre han recorrido,
sin el afán de aventajar a mis compañeros,
doy la bienvenida a los amigos que se quedan.
Ya que, a menudo, observo el ostentoso desfile
que se apura y se atropella en su camino.
La vida es una evolución; nada es permanente por-

que todo cambia.
38
EL PENSAMIENTO Y LA
ACCIÓN DEL PENSAMIENTO
El cerebro es la parte del organismo a través de la

cual la mente actúa sobre el cuerpo y, aquello que hasta
ahora hemos llamado subconsciente, no es más que el
almacén de la mente.
El cuerpo actúa sobre la mente. Si siente dolor, la
mente no puede concentrarse en un pensamiento. Si el
cuerpo es saludable y fuerte, la mente es vigorosa, pero no
necesariamente tendrá una visión profunda.
Si el cuerpo sólo está lleno de deseos carnales, es difí-
cil que la mente pueda liberarse de pensamientos lujurio-
sos, y si sigue por ese camino, la lujuria corporal aumenta.
Por lo general, el cuerpo interfiere con su presencia en
la mente. Pensamos en nosotros mismos como cuerpos.
39
Hacia la luz
Se trata del material en bruto, un gran elemento del ego.

Existe un conflicto constante entre la resistencia del cuer-
po y la reafirmación de la supremacía de la mente en
aquellas personas que trabajan en su espiritualización.
En algunos momentos, el cuerpo predomina y,
entonces, la mente tiende a desalentarse; después se pro-
duce una reacción y la mente vuelve a reafirmase a sí mis-
ma. Estos conflictos constantes, invariablemente, dan
como resultado la completa supremacía de la mente.
Cuando se alcanza el punto en que la mente se
encuentra en estrecha amistad con lo Infinito, el cuerpo
se desliga de la conciencia y, cuando el cuerpo atrae la
atención, da la impresión de ser algo minúsculo cuyos
deseos y pasiones son casi imperceptibles y no dejan nin-
guna impresión en la mente.
Así es como, con el tiempo, se llega a alcanzar el
autocontrol.
Los pensamientos tienen una relación con la mente
similar a la que la mente tiene con el cuerpo. En el primer
caso, las cualidades de la mente determinan el carácter
del pensamiento. Una mente limpia tendrá nobles pensa-
mientos; una mente fuerte tendrá pensamientos podero-
sos. Los bajos pensamientos serán repugnantes para una
mente noble. Estas mentes atraen los pensamientos lim-
pios y rechazan los negativos. Si una mente es vil, el pen-
samiento se invierte.
Cuando un pensamiento pasa a través de la mente,
deja una impresión inquebrantable. Si el pensamiento es
40
El pensamiento y la acción del pensamiento
vigoroso, la mente se fortalece. Si es lascivo, la mente se

debilita.
La fuerza de la mente determina el vigor del pensa-
miento.
El pensamiento limpio y vigoroso eleva a la humani-
dad, porque otras mentes sienten su efecto y se benefician
de él.
Los pensamientos son tan reales como la electricidad
y son capaces de proyectarse a cualquier distancia.
La telepatía es algo tan reconocido que el hombre
que se burla de esta idea sólo está mostrando su ignoran-
cia. Las personas con capacidades telepáticas son recono-
cidas a nivel mundial. Hasta la ciencia está a punto de
aceptar la telepatía. Tanto la mente como el pensamiento
son magnéticos. En respuesta a la ley de la atracción, las
mentes similares se atraen, y, a su vez, son atraídas por
pensamientos similares.
Un hombre honesto y exitoso que se encuentre en una
ciudad extraña nunca haría amistades con personas des-
honestas y perezosas. Esta asociación no sería compatible.
Mientras tanto, si deseas mejores amigos, debes
corregir la mente para llegar a tener mejores pensamien-
tos; entonces, la gravitación natural te los traerá.
La mente puede controlar la clase de pensamientos
que tiene, negándose a pensar en algo dañino.
Si la mente está sujeta a un estado emocional de de-
saliento y arrebatos de enojo, podrá rechazarlos pensando
en algún momento agradable de su vida, o magnificando
41
Hacia la luz
algún pequeño éxito y regocijándose en este recuerdo,

hasta que ese estado de ánimo haya pasado. La ira puede
controlarse observando su manifestación y rechazando
con firmeza ese pensamiento.
La mejor manera de hacerlo es entrando en unidad
con el Espíritu y así el deseo desaparecerá.
«Como un hombre piensa en su corazón, así es él.»
Esto significa que la mente es el producto de la acción de
tales pensamientos cuando éstos pasan a través de ella.
El pensamiento es de dos tipos. El que parece ser
generado por nosotros mismos a partir de las experiencias
pasadas y que pertenece a los asuntos de la vida cotidia-
na mientras nos ocupamos de nuestros problemas, o el
pensamiento que surge a través de la vista, el oído, los ami-
gos o nuestros seres queridos, es decir nuestro entorno.
En cierta ocasión en que me encontraba frente a una
pintura contemplando y admirando los exquisitos trazos
que interpretaban magistralmente a unas jóvenes bañis-
tas, la persona que me acompañaba me preguntó: «¿Cuál
crees que será el valor de esta pintura?». Esto ilustra
cómo, en el mismo entorno, pueden existir mentes dife-
rentes.
Mi espíritu se nutría de la habilidad del artista y la
belleza plasmada en las jóvenes. Mi compañero era un
hombre de negocios cuyo primer deseo estaba relaciona-
do con el conocimiento mercantil. De esta manera, el
deseo regula este tipo de pensamiento.
El pensamiento que generamos no es de gran valor.
42
El otro tipo de pensamiento se desencadena en la

mente, durante un destello creativo, o en un periodo de
silencio contemplativo, y produce un efecto duradero.
Estos pensamientos están más allá del rango de expe-
riencia de quien los tiene. ¿De dónde provienen?
Algunos de los pensamientos de este libro están más
allá de la lógica o de la deducción. Nadie me los transmi-
tió nunca. Hasta donde yo sé, nadie más los conoce.
Entonces, ¿de dónde los obtuve?
Cuando tuve el pensamiento de que la inspiración es
algo común a toda la humanidad y que todos estamos en
constante contacto con Dios a través de la mente, me asusté.
Parecía como una blasfemia para mi mente metodis-
ta. Especialmente porque revelaba la fuente del poder de
Jesús y, por deducción, lo hacía uno con nosotros. Ha-
biéndoseme enseñado a considerarlo como el Hijo unigé-
nito de Dios y a pensar en mí como una lombriz pecami-
nosa, esa idea me perturbó y me negué a seguir semejan-
te línea de pensamiento, pues temía que fuera algún truco
de Satanás para atrapar mi alma.
Pero cuando, en el silencio de la meditación, me llegó
la paz y la alegría, y una suave voz reconfortante me dijo
que no debía tener miedo, mi valor creció y la idea que yo
tenía de mí mismo se hizo más fuerte.
Los pensamientos de confirmación y comprensión
fueron llegando a mí y, con ellos, la gratitud de que podía
ayudar a mis compañeros liberándolos de la superstición
y el temor.
43
Hacia la luz
El pensamiento viene de acuerdo con nuestro estado

de ánimo. Si estamos centrados, profundamente tranqui-
los y llenos de aspiraciones, esto quiere decir que nos ha
visitado el pensamiento divino, el cual fortalece la mente,
sana el cuerpo y trae la sabiduría necesaria para desem-
peñar eficazmente nuestros asuntos mundanos.
El éxito en los negocios es un atributo natural para
los hombres que piensan de esta manera. Los demás sien-
ten su solidez y los respetan. «Buscad primero el reino de
Dios y Su rectitud; y todas estas cosas os serán dadas por
añadidura.» Lincoln tenía este tipo de esquema mental, el
cual impregnó el país con una sensación de confianza y
respeto que ha perdurado hasta el día de hoy.
Es el estado emocional que conectó a Jesús con el
Infinito y que le proporcionó el poder para sanar y la sabi-
duría para enseñar. Abrió su visión espiritual, con la cual
podía ver lo que para los demás permanecía oculto. Esta
condición no implica inercia ni aislamiento, sino que es
efervescente, se interesa por la política, por la sociología,
por la libertad y perpetúa la verdad y la justicia.
En el ambiente de los negocios, conocí a un banque-
ro que tenía en cierta medida esta disposición de ánimo.
Y esa sensación de confianza que existía en él, hacía que
depositáramos nuestro dinero en su banco. Un comer-
ciante puede atraer el interés de los demás hacia su mer-
cancía sólo con su actitud mental.
Cuando tengas dudas acerca de qué hacer respecto
a un riesgo comercial, entra en ese estado de ánimo, y
44
recibirás un conocimiento bien definido de cómo actuar.

Esta condición emocional es tu derecho de nacimiento, y
con ella aprendes a confiar en ti mismo y te haces auto-
suficiente. No necesitas que nadie te aconseje, porque tu
pensamiento llega directamente de Dios. No necesitas
que ningún predicador te salve, porque, día a día, estás
creciendo y entrando en una comunión más profunda con
lo espiritual y te has salvado a ti mismo. Tú eres uno de
los elegidos.
Todos los aspectos de tu vida cambiarán. No te inco-
modarán las cosas triviales, ni tendrás interés por la teo-
logía. Los celos, la vanidad y la ambición son sentimien-
tos que te resultarán extraños. Si eres moderado, amable,
honrado, servicial y trabajador, serás respetado por tus co-
legas y vivirás una vida noble que durará toda la eternidad.
Lo opuesto a esta disposición emocional es el estado
más común de la ignorancia de estas cosas y la ambición
de atesorar una fortuna, conducir un automóvil mejor
que el de los amigos, asistir a fiestas los fines de semana
y organizar reuniones en la casa de campo, es decir, asu-
mir que uno es superior porque pertenece a un determi-
nado círculo. No tener ningún objetivo más allá de la
satisfacción personal. Ser exclusivos y menospreciar a los
demás, actuar con desprecio y herir a nuestros semejan-
tes. Pensar que uno es importante cuando, en realidad, es
insignificante, malicioso, indigno y mezquino.
Estas acciones basadas en las bajas pasiones degradan
la mente. Bajo su influencia, los amigos y las posesiones se
45
Hacia la luz
pierden. Se pierde el interés por la vida y ésta se hace casi

insoportable. Mientras nos hundimos cada vez más, la
pobreza, la enfermedad y la miseria hacen acto de aparición.
Éste es el marco mental que provoca que los hijos de
padres ricos derrochen su fortuna. Esos hombres nunca
podrán reconstruir una fortuna a menos que se cambie la
acción del pensamiento y se renueve la mente. «Ser trans-
formado por la renovación de la mente», significa perder
el almacén que existe ahora en la mente y reconstruirla
con un mejor pensamiento.
Las mentes iguales se atraen entre sí.
La mejor condición emocional es la del reino de Dios
que hay que buscar antes que el éxito en los negocios; es
el atractivo marco que te acercará a esos logros.
El pensamiento es la fuerza que convierte al hombre
en un tipo concreto de persona y que también determina
sus acciones y su prosperidad. El pensamiento erótico da
como resultado un hombre sensual, y la sensualidad está
escrita en su semblante con la mano de Dios de una
manera tan obvia que cualquiera puede leerla. Y las excla-
maciones de ¡Santo! ¡Santo! tampoco pueden engañarnos.
Las astucias, la hipocresía, la crueldad, la deshones-
tidad y la insidia pueden leerse en el rostro y advertir al
observador despierto.
El hombre se convierte en malo a causa de sus pensa-
mientos. El pensamiento limpio y vigoroso agrega fuerza
a la personalidad, y su rostro es el rostro de un hombre
46
que será amado y en quien se puede confiar. En este caso,

su pensamiento lo ha beneficiado.
Llegará el momento en que la fuerza del pensamien-
to se utilice para prevenir las guerras y otros crímenes; y
los delincuentes, tanto los grandes como los pequeños,
serán tratados por medio de la sugestión para que modi-
fiquen el carácter de su pensamiento.
Tampoco esto lo solucionará todo. Cuando un pen-
samiento vengativo llega a otras mentes llenas de odio,
todo el conjunto de misántropos envían tanto odio que
terminan por llenar la mente del que tuvo ese primer pen-
samiento de venganza. Es como vivir en el infierno. Estos
individuos cada vez se llenan de más odio y son menos
capaces de rechazar este tipo de pensamiento. En conclu-
sión, surge la locura y se cree que ese hombre ha sido
poseído por el demonio.
Si tenemos pensamientos de buena voluntad, genti-
leza y justicia, nuestras mentes se aclaran para tener un
pensamiento más profundo y ponernos en contacto con
la clase de hombres que tienen los mismos pensamientos.
Entonces, resulta más fácil tener pensamientos de buena
voluntad que tener pensamientos de odio. Nuestros ras-
gos brillan con bondad, y los demás nos buscan para que
seamos sus compañeros y sus amigos. Un ser carnal pue-
de convertirse en un ser espiritual si cambia el carácter de
su pensamiento; una persona débil puede almacenar energía
hasta convertirse en una persona llena de fortaleza si se
decide a pensar despacio y con una mente concentrada.
47
Hacia la luz
Si alguien envía un pensamiento de odio a otra per-

sona, es absolutamente cierto que el pensamiento regre-
sará para debilitar la mente de quien lo ha enviado. Si lo
envía a la mente de alguien que odia, el pensamiento se
reforzará con este odio y regresará todavía más fuerte a
quien lo ha enviado. Si se envía contra la mente de
alguien que no siente odio, éste no resultará herido y el
pensamiento regresará a quien lo ha enviado sin haber
aumentado de intensidad. «Así que, todo lo que queráis
que los hombres hagan por vosotros, hacedlo también
vosotros por ellos.»
De este modo, uno siempre obtiene lo que da. Los
hombres hacen con nosotros lo que nosotros hacemos con
ellos a través de la reacción de su pensamiento.
Al controlar el pensamiento, la mente vuelve a su
equilibrio y se pone en alerta; el cuerpo se llena de vida
divina. Mientras tanto, la sangre corre gozosa por las
venas llevando salud y fortaleza.
Los pensadores avanzados, inspirados por los pensa-
mientos que genera esta condición mental, ofrecen nue-
vas ideas al mundo. Liberan a los demás de la nube de
superstición y temor, y los conducen a una vida más ele-
vada y plena. Establecen una comunión entre el hombre
y lo desconocido; estimulan la elasticidad mental, el entu-
siasmo, la elocuencia, las imaginaciones poéticas, la sabi-
duría y la salud.
Tus creencias nunca podrán salvarte. A menos que
estudies el pensamiento y la mente, y el efecto que tiene
48
uno sobre la otra, nunca podrás renovar tu mente; y serás

como esos hombres que, después de oír las enseñanzas de
Jesús, no podían entenderlo. «Él se sorprendió de que no
lo reconocieran», pero a mí no me sorprende porque he
superado la mentalidad que ellos tenían.
Tú eres el producto de tus pensamientos.
Tus pensamientos son el resultado de tu herencia y
de tu entorno. Y pueden modificarse si tu mente se renueva.
Las mentes pueden renovarse por medio de la suges-
tión, de la imaginación o de la oración.
Los pensamientos son los vínculos que conectan al
hombre con Dios.
Los pensamientos conectan a los hombres entre sí,
en el mismo plano mental.
Actúan de la misma manera en todas las mentes que
tienen el mismo poder.
Si tu mente es pura, tu pensamiento será puro.
Si tu mente es mezquina y deseas tener pensamien-
tos limpios, deberás negarte a permitir que entre un pen-
samiento vil. Con el tiempo, un mejor pensamiento creará
una mente más limpia y ese tipo de pensamiento se hará
cargo de sí mismo.
Si deseas entrar en contacto con lo Infinito y alcanzar
la prosperidad y la felicidad, deberás tener pensamientos
de paz hasta que tu mente alcance la condición que Jesús
describe como la paz que sobrepasa todo entendimiento.
Esta reconstrucción de la mente no es un trabajo
fácil, pero puede llevarse a cabo.
49
Hacia la luz
Persiste y las dudas desaparecerán al tiempo que lle-

ga la sabiduría.
El bosque oscuro que nos infunde temor

cuando pasamos bajo sus enramadas,
sólo tiene, en sus sombras melancólicas,
aves cantoras y flores coronadas de rocío.
Así, también, al andar los caminos de la Vida,
algunas veces el temor nos paraliza,
pero tras el tiempo de las tinieblas,
sólo encontramos paz y concordia.
Ésta no es una filosofía de negación. Es una filosofía

constructiva. Está basada en aquello que puede benefi-
ciarte a ti y a los demás. La ambición por el engrandeci-
miento egoísta vuelve a cada uno de los hombres en tu
contra. La aspiración los une en ti. Tu pensamiento, en el
primer caso, resulta una carga y, en el segundo, es una
ayuda.
50
LA LEY RIGE, NO DECRETA
Al inicio de nuestra era se pensaba que todo lo que

no se comprendía era un acto de Dios.
Nuestros ancestros no sabían nada sobre la hipótesis
nebular o acerca de la evolución y, en su ignorancia, ase-
guraban que la creación del mundo había sido decretada
y que el hombre estaba hecho de barro.
Dios era un gran ser que hablaba con los hombres;
negociaba con ellos y luchaba por ellos.
Ahora, hemos aprendido que la ley controla todos
nuestros actos y lleva en sí misma el castigo por violarla.
Vemos una estrella atravesar los cielos y sabemos que
está estableciendo un equilibrio en la constelación. En
épocas pasadas, se pensaba que era un alma perdida arro-
jada al infierno.
51
Hacia la luz
Sabemos que la tierra gira sobre su eje cada veinti-

cuatro horas; que completa su órbita alrededor del sol en
un año y que se mantiene en su posición debido a la
atracción que llamamos gravedad; que se mueve obede-
ciendo a la ley natural. También sabemos que todas las
constelaciones se mueven obedeciendo a estas leyes.
Sabemos que si comemos, bebemos, jugamos o tra-
bajamos en exceso, se debilita la resistencia de nuestros
cuerpos ante las enfermedades y provocamos que la mala
salud nos invada. Sabemos que una mente ociosa crea
problemas, inquietudes, sensación de falta de valía y debi-
lidad. Sabemos también que la calma, la concentración y
el trabajo moderado traen paz, alegría y fortaleza a la
mente. Y sabemos que estos resultados no se restringen a
algunos casos en particular, sino que son universales y,
por consiguiente, son leyes naturales.
Estas cosas no dependen de la fe, y la teología no
puede cambiarlas. La evolución ha reemplazado a la crea-
ción por «decreto». La geografía nos ha mostrado una tie-
rra redonda en lugar de un mundo plano. «Las signos y las
maravillas» son ahora la «Ley de los Cielos». La historia
muestra el progreso gradual de la humanidad y la falacia
de la «Caída del hombre». «El Señor del aire», es ahora la
meteorología. La magia es la química y la física. «Estar
poseído por el diablo» ahora se llama locura, y el fetichis-
mo ha sido remplazado por la higiene. La inspiración de
la Biblia se pone en duda ante los ataques de la teología.
Sin embargo, «Vosotros sois Dioses» y «El Reino de los
52
La ley rige, no decreta
Cielos está en vosotros», y todos aquellos pensamientos

vitales, repetidos y enfatizados por Jesús, el Nazareno,
son tan verídicos como cuando su primer exponente los
manifestó a la humanidad.
Apenas estamos en la infancia de nuestra compren-
sión. A su debido tiempo, todos entenderán y se benefi-
ciarán de las leyes que rigen nuestras vidas.
Las leyes que controlan este universo, tanto el mate-
rial como el espiritual, son leyes para todas las personas y
se aplican a cristianos, musulmanes, budistas y paganos
por igual. Ninguna secta posee los derechos de autor de la
verdad. Es la ley universal. Y el Espíritu Santo, o el Es-
píritu de Dios, se encuentra a menudo tanto en un budis-
ta como en un cristiano; tanto en un pagano como en un
musulmán. La humanidad es igual en todo el mundo.
La humanidad nunca cayó; no nacimos en pecado,
sino que estamos avanzando constantemente hacia la
unidad con el Creador de las leyes. Ya se está empezando
a comprender la ley mental y se está comenzando a reco-
nocer al pensamiento como un agente activo.
Cuanto más profunda sea la paz, mayor será la sabi-
duría, la energía y la fuerza que tenemos de reserva.
Cuanto más armoniosos sean el cuerpo y la mente,
mayor será la resistencia ante las enfermedades y mejor
podremos seguir el desarrollo de un pensamiento.
Por fin hemos llegado a la comprensión de que la
imaginación es una fuerza creativa mayor que cualquier
otra fuerza en cuanto a su efecto constructivo.
53
Hacia la luz
Se sabe que la ley de la atracción alcanza a todos los

reinos animales y que, en nombre de la gravedad, opera
en todo lo material.
Cuando la mente de un hombre está en unidad con
el Espíritu, trae la concordia, que llamamos inspiración,
gracias a esta misma ley.
Analicemos por un momento el funcionamiento de
la ley. Es una comunicación directa del Poder Supremo y
no requiere de ningún intercesor. Ni opera de forma algu-
na, excepto por atracción directa. Confiar en el poder sal-
vador de Jesús crea una mente dependiente y corta la
comunicación con Dios. Nosotros somos uno con Dios y
no podemos aceptar ninguna interferencia.
El pensamiento de ser uno con Dios, a través de Dios
en el hombre y la ley de la atracción, nos exaltan. Crean
autosuficiencia, valor y poder. Por consiguiente, no debemos
conformarnos con nada que no sea la iniciativa interna.
Hay que preparar la mente para el funcionamiento de
esta ley; abrir el conducto de nuestras almas. Para lograrlo,
debemos eliminar la falsa teología que nos han enseñado y
recrearnos en la mente infantil que está libre de prejuicios.
Al hacer esto, entran en juego otras leyes. La ley de la
sugestión y la ley de la imaginación. Divaguemos por un
momento para examinar estas leyes aunque ya las conoz-
camos. La repetición es un tiempo bien invertido.
Una sugestión es cualquier cosa que atrae la aten-
ción del sujeto. Ves a una persona desalentada y sientes
desaliento, aunque no os diga nada. Si escuchamos sus
54
lamentos, el efecto que provoca es mayor. Un hombre de

negocios me habló una vez acerca de las quejas de un
empleado que acababa de salir de su oficina: «Bruce, cada
vez que ese viejo pesimista entra aquí, hace que me sien-
ta un inepto para los negocios. Durante el resto del día,
ya no soy capaz de hacer nada, a no ser que mi esposa ven-
ga a visitarme. Ella es como un tónico para mí».
Así fue como mi amigo me hizo ver dos cosas. La
primera, que cada vez que ese visitante llegaba, él se sen-
tía obstaculizado debido a la ley de la sugestión y su con-
secuente atracción, y, la segunda, que su esposa era la for-
taleza psíquica que le hacía salir adelante por medio de es-
ta misma ley. Si uno piensa «Puedo entrar en comunicación
con lo Supremo a través del Dios que se encuentra en mi
interior», pone en movimiento las fuerzas psíquicas que
lo provocan. Se trata de una sugestión.
Si uno piensa «Tendré éxito», sucederá lo mismo.
De esta manera, esa determinación hará que la ver-
dad se instaure en tu interior; conocerás por ti mismo lo
que es verdad. No se trata de saber si el contenido de este
libro es verdad, ni tampoco de averiguar si la teología es
verdad, sino de conocer la verdad sin importar nada más.
Así se disiparán tus dudas y tus miedos, y tu alma se
preparará para recibir el influjo del espíritu.
Esta disipación de las dudas y temores pone en con-
tacto al cuerpo, a la mente y a lo Supremo, y, entonces, se
establece una comunión que modifica por completo el
carácter del individuo.
55
Hacia la luz
En lugar de decidir los asuntos empleando la razón,

uno espera y permite que la respuesta se formule a sí mis-
ma. Nada nos inquieta. Apresurarse supone perder el
equilibrio, el valor y la decisión firme y juiciosa que pro-
duce la estabilidad.
Este equilibrio no es el equilibrio de una mente
entrenada que en muchos casos asume la superioridad,
sino que es el de una mente humilde en su propia con-
ciencia pero exaltada por aquéllos con los que su poseedor
entra en contacto. Todo aquél que tenga percepción, reco-
nocerá el poder y venerará al hombre.
No todos son capaces de un desarrollo rápido de este
equilibrio.
Algunos, en su evolución, todavía no han alcanzado
el plano espiritual. Ellos no pueden apreciar estas cosas y
las sugestiones espirituales no les dejan huella.
Otros son profundamente espirituales, pero no han
encontrado el camino. Son muchos aquéllos que son lla-
mados, pero pocos los elegidos.
Y también hay aquellas personas que escuchan la lla-
mada, pero que están tan inmersos en la vida mental que
no responden a ésta.
Unas sugestiones adecuadas para los defectos de
cada uno, eliminarán estos impedimentos a fin de lograr
la comunión con Dios.
Quizá la más importante de las ayudas impercepti-
bles para el éxito en la vida, se encuentra en el poder de
la imaginación. Por favor, comprende que una vez que se
56
llega a alcanzar el estado emocional de paz –la más

importante de las leyes psíquicas–, no se requiere nada
más. Pero hasta que se pueda desarrollar esta disposición
emocional, es necesaria la sugestión, la imaginación y el
deseo, tanto para atraer prosperidad como para establecer
un estado emocional de ensueño creativo.
Para desarrollar la imaginación, primero piensa en
alguna escena familiar de tu niñez. El primer recuerdo
vívido es el mejor. Permítele estar en tu memoria hasta
que la impresión se defina. Disfruta y examina cada deta-
lle mientras va surgiendo, sin importar lo insignificante
que sea.
Con esta práctica, obtendrás la habilidad de imagi-
narte a ti mismo ocupando cualquier puesto que desees.
Recuerda que, en este ejercicio de imaginación, la mente
infantil se recrea, nace de nuevo y se deshace de las pasio-
nes, los prejuicios y las teorías que han crecido contigo; y,
en segundo lugar, estás creando literalmente una condi-
ción que te atraerá hacia lo que deseas, a través de esta ley
de atracción.
No hace falta la fe. La ley es ley; no es mi opinión.
Opera en cada caso sin importar la fe que tengas, pero si
comparas la situación mental que tienes mientras avanzas
con la situación mental que tenías antes, y adviertes tu
progreso, entonces desarrollarás confianza y fe en estas
leyes. Esta confianza te traerá resultados más rápidos.
Uno de los métodos más rápidos es usar la ley para
mejorar tu situación financiera, haciéndote a la idea de
57
Hacia la luz
que la prosperidad es para ti. Aquéllos no acostumbrados

a la prosperidad, serán capaces de aceptar la buena fortu-
na que va apareciendo poco a poco en su camino y de
cuidar de ella cuando llega.
Después, podrás comprender tu poder y sentirás el
deseo de aumentar tus conocimientos a través de cual-
quier tipo de información que tenga que ver con la fuen-
te de esta Ley.
Estas leyes de Dios no son vengativas. No castigan,
excepto cuando uno sufre a causa de su negación.
Si se come demasiado, la indigestión nos provoca
dolor debido a la desorganización del sistema. Si no hace-
mos ejercicio, fomentamos un sistema debilitado que no
podrá combatir las enfermedades. Si hacemos ejercicio
nos haremos más fuertes.
Nos apresuramos, nos preocupamos y terminamos
con nuestras reservas hasta que ya no somos capaces de
llevar a cabo nuestros planes.
Así sucede en todos los casos. Debemos observar la
ley o, a través de su acción, sufrir los resultados. La ley lle-
va en sí misma el castigo para la transgresión y no es nece-
sario que nadie detecte su infracción.
Tenemos muchas más probabilidades de desarrollar
la fortaleza y la independencia con esta comprensión de
la vida que cuando dependemos de que la gracia de un
salvador nos redima.
Debes salir de la nube de la teología que oculta la luz
de la comprensión y beneficiarte de las leyes de la
58
naturaleza que tan hábilmente expuso el Nazareno. Este

hombre, Jesús, era muy grande y debe ser amado y vene-
rado.
Ponte a la luz de la sabiduría espiritual. Es una ayu-
da muy práctica para alcanzar la felicidad y, con toda
seguridad, vale la pena intentarlo.
59
LA PROSPERIDAD
A TRAVÉS DEL DESARROLLO
Aquéllos que no comprenden con claridad nuestra

filosofía, suponen, por lo general, que el éxito financiero
se puede obtener de alguna manera misteriosa, mientras
nos encontramos en una fase de letargo. Que lo único que
se requiere es tener fe en el funcionamiento de alguna
función mental que se oculta tras el pensador evolucio-
nado.
Nada podría estar más lejos de la verdad. Para lograr-
lo resulta vital una acción vigorosa, tanto en el desarrollo
como en la puesta en marcha de las ideas surgidas en ese
desarrollo.
La proposición en base a nuestra lógica es: el éxito o el
fracaso en la vida se deben a la personalidad del individuo.
61
Hacia la luz
Esto lo pueden creer algunas personas, que crearán una

hipótesis sobre la cual reflexionar, pero, para el beneficio
de aquéllos que lo cuestionan, examinemos brevemente
las bases de esta lógica.
Hace algunos años, en cierta ocasión en que me
encontraba sentado junto a un banquero, entró un hom-
bre en la oficina solicitando un préstamo. El banquero
escuchó su historia y se lo negó. Una vez que el hombre
se hubo marchado, el banquero me dijo: «Este hombre
tiene unas ideas espléndidas, pero le falta personalidad
para llevarlas a cabo».
Lo que el banquero quiso decir es que el hombre
podía concebir un proyecto que era factible, podía plane-
ar su ejecución, pero no tenía el valor, la determinación y
la persistencia para darle seguimiento y así obtener el fin
deseado.
Debido a esta deficiencia, el banquero se negó a
arriesgar el dinero que el hombre necesitaba para poner
en marcha su empresa.
Otros hombres tienen las cualidades de las que este
hombre carecía, pero malgastan su energía en algún pro-
yecto que, desde su concepción, no cuenta con los ele-
mentos suficientes para alcanzar el éxito.
También tenemos el caso del hombre que fracasa
porque, aunque está capacitado y sus conocimientos
están bien fundamentados en alguna línea de negocios en
particular, se lanza a otra línea que no está conectada con
sus talentos específicos.
62
La prosperidad a través del desarrollo
Analicemos al hombre y determinemos cuáles son las

cualidades que necesita para lograr el éxito y los medios
con los que puede corregir sus deficiencias.
En primer lugar, para poder despertar y actuar, ese
hombre debe tener proyección de pensamiento; eso que
se llama tomar la iniciativa, es decir, debe emprender algo.
No es suficiente que nos conformemos con impulsar
el plan de otra persona; todos debemos ser capaces de ini-
ciar algo por nosotros mismos, aunque sólo sea ordenar
bien los artículos en el lugar donde trabajamos. Sin esta
habilidad, no podremos concebir nuevas ideas para que el
negocio progrese una vez que se ha iniciado.
En segundo lugar, debemos tener el buen juicio nece-
sario para poder determinar si el proyecto ofrece o no pro-
babilidades de éxito.
En tercer lugar, debemos contar con el valor sufi-
ciente para mantenernos en nuestro propósito cuando lle-
guen las decepciones y debemos tener determinación,
junto con la energía necesaria, para cumplir con los re-
quisitos.
Una mente que posee estas cualidades no puede
fallar. La proyección del pensamiento que se menciona en
el primer punto, no nos dará descanso hasta que empren-
damos algún propósito.
Gracias al segundo punto, rechazamos todas las ide-
as que no contengan los elementos necesarios para el éxi-
to y, una vez iniciado el proyecto, el tercer punto nos lle-
vará hasta una conclusión exitosa.
63
Hacia la luz
Una vez establecido el negocio, éste se desarrollará

dentro de la velocidad proyectada y sólo requerirá de la
sabiduría empleada hasta ese momento.
Esta práctica no sólo es adecuada para quienes se
dedican a la creación y a la promoción de negocios. Tam-
bién puede aplicarse a vendedores, compradores, emplea-
dos u obreros.
Todos deben tener carácter para conservar su puesto.
He conocido a hombres que realmente estaban preo-
cupados por un puesto. No sólo una vez, sino en repeti-
das ocasiones. Y esto sucedía a pesar de que su trabajo era
satisfactorio.
La preocupación pone en movimiento las radiacio-
nes del fracaso; éstas, a causa de la ley de la atracción, nos
ponen en contacto con otras mentes débiles y nos retroa-
limentamos con el fracaso. La preocupación también des-
truye la capacidad de pensar y causa una pérdida de con-
fianza en nuestra habilidad para la acción.
Si esto sucede, deberá hacerse un gran esfuerzo para
desarrollar el valor que haga desaparecer la preocupación.
¿Crees que las circunstancias adversas generan preo-
cupación? No lo creas. Es la falta de confianza en noso-
tros mismos, infundida por el miedo negativo que genera
la preocupación, la que produce las circunstancias adversas.
¿Has visto alguna vez que las circunstancias adversas
sobrevivan a los ataques de un alma valiente y vigorosa?
Yo nunca lo he visto.
64
El deseo de confiar en uno mismo es un compañero

cercano y un amigo querido de la preocupación. Esa an-
gustia desaparecerá cuando se desarrolle la personalidad.
Tenemos el poder de lograr nuestras metas, y esto se
hace patente cuando los logros son ya un hecho.
Por otro lado, el valor, la confianza, la energía y la
sabiduría, atraen el éxito y también la compañía de hom-
bres exitosos.
Pero podrías decir: «¿Qué negocio debo emprender y
dónde están los fondos necesarios?».
No te preocupes por eso ahora. Estúdiate a ti mismo
con introspección para aprender cuáles son tus deficien-
cias. Luego, corrígelas y desarrolla tus cualidades. El nego-
cio y los fondos que necesitas te encontrarán.
Tomemos el ejemplo de cierto empleado de la Corpo-
ración de Acero de los Estados Unidos. Se trataba de un
hombre de cualidades excelentes, pero que, en ese mo-
mento de su vida, era pobre. Gracias a su fuerte persona-
lidad, disfrutaba de la amistad y de la confianza de hom-
bres poderosos.
Cierto día, un banquero que tenía conocimiento de
una inversión que prometía grandes ingresos, dijo a este
hombre que fuera a su banco y, una vez allí, le preguntó:
«¿Por qué no compras acciones de esta empresa?».
El hombre le contestó que no tenía dinero. «Yo te lo
prestaré», se ofreció el banquero. «Está bien», dijo el hom-
bre. Después, se marchó y se olvidó del asunto.
65
Hacia la luz
Unos meses después, recibió un certificado de depó-

sito de 12,000 dólares de beneficios por la transacción.
Éste es el caso más cercano que he conocido en cuan-
to a obtener beneficios gracias a la personalidad.
Si el hombre no hubiera tenido esas cualidades que
lo llevaron a hacerse amigo del banquero, nunca habría
recibido esa oferta.
El valor, la confianza en uno mismo, la energía, la de-
terminación y la sabiduría producen ingresos en todos los
casos. Éstos son los elementos que conforman el carácter.
No debemos pensar que todos los hombres que prac-
tican esta filosofía se convertirán en millonarios. Lo que
esperamos es obtener los máximos resultados posibles en
relación al poder de cada individuo.
La personalidad más débil, si conserva su energía y
utiliza de la mejor manera posible los limitados talentos
que tiene a su disposición, puede ganar más que suficien-
te para cubrir sus necesidades.
Tampoco es nuestra intención forjar máquinas que se
dediquen a la acumulación de riquezas, sino crear mentes
capaces de atraer lo suficiente para sus necesidades.
Mentes que estén mejor preparadas para aprender más
del Dios interior y crecer en armonía con sus almas. Esta
filosofía es más valiosa que una educación universitaria,
porque vuelve a crear al hombre, le da nuevas fuerzas;
mientras que la universidad sólo desarrolla las fuerzas que
los hombres ya poseen.
66
Yo cambiaría esta idea de amasar una fortuna rápi-

damente para después dedicarse a la ociosidad y a vaga-
bundear irresponsablemente, por la comprensión de que
la vida se vive en el eterno ahora y que debemos gozar de
su plenitud en el momento presente. Ese mismo espíritu
de control que permite al hombre ganar dinero, también
debe permitirle tratar a sus seres queridos con bondad,
amistad y aprecio. Entonces, en lugar de vivir en la con-
moción y la discordia, la familia vive en armonía. Con la
armonía llega el agradecimiento, porque la vida nos brin-
da mucha satisfacción y alegría. Así es como llegamos a
vivir en plenitud.
Cuando los días se van convirtiendo en años, nos
damos cuenta de que el Espíritu mora con nosotros y cre-
ce en nosotros; y que así será a través de toda la eternidad.
Sí, es verdad, te digo que estamos viviendo en la
eternidad ahora. ¿Te parece que estas cosas son sólo diva-
gaciones y que no pueden aplicarse a los asuntos prácticos
de la vida cotidiana?
Si aquellas personas que tiemblan ante el ceño frun-
cido de su jefe o que se preocupan por el paso de los años,
cultivaran a través de la sugestión, del estado de ánimo
positivo, de la imaginación o de una combinación de to-
dos estos factores, esa resolución tranquila que llega cuan-
do el espíritu está en paz, verían que el ceño fruncido de
su jefe se convierte en un gesto cordial y sentirían que,
con el paso de los años, llegará un mayor conocimiento y
un mayor poder.
67
Hacia la luz
Entonces, ya no tendrán miedo ni restringirán su

espíritu, sino que se enfrentarán al mundo con un
corazón resuelto, apropiándose de todo aquello que les
pertenece.
Existen dos formas de emplear las fuerzas y atraer
dinero; todos los hombres deben ser capaces de emplear-
las con suficiencia para poder vivir tranquilos en su pro-
pio hogar y tener lo suficiente para cubrir todas sus nece-
sidades.
No se necesita nada más; tampoco existe un límite
para la ambición una vez que se tiene el control.
La familia pobre que consigue tener una casa, de
inmediato aspira a un automóvil; después, empieza a lla-
mar a las puertas de un determinado círculo social para
ser admitida. Lo que lograron ya no es suficiente para sus
necesidades, y el estado en que ahora se encuentran no
les produce más satisfacciones que el primero.
El hombre más pobre que he conocido era un millo-
nario cuyos ingresos no podían cubrir el ritmo del estilo
de vida que su familia le había impuesto.
La acumulación constante de facturas lo llevó a la
desesperación.
Fracasó en un intento desesperado por hacerse con
una gran fortuna, de modo que su esposa lo dejó. Y,
entonces, fue cuando pudo encontrarse a sí mismo.
Hoy en día, vive en una casa muy pequeña con una
esposa que no lo utiliza como una máquina de adquirir
recursos que le permitan exhibirse.
68
Renuncia a la búsqueda de banalidades, a la excita-

ción, al espectáculo y al esplendor; aspira a una vida en la
que llegues a conocer un placer más profundo y una
alegría mayor.
El primero de los dos métodos a los que nos hemos
referido, el de no prestar atención al poder de atracción
de la mente, es el más común; no estudiar el uso correcto
de las fuerzas con las que la naturaleza nos ha dotado y,
en cambio, sumergirse salvajemente en la vorágine de los
negocios y decidirse a arrebatar de las manos de los
demás la fortuna que queremos hacer nuestra.
Ha existido muy poca consideración hacia los dere-
chos de los demás. La justicia y la acción correcta han
estado más allá del horizonte y, como las hemos dejado
atrás, las hemos perdido de vista.
Hemos estado más deseosos de arrebatar a otras per-
sonas los resultados de su trabajo que de crear nuevos va-
lores que añadir a los que ya existen en el mundo. Sin em-
bargo, esta producción debería ser nuestra por derecho.
En esta lucha, este intercambio de valores en el frené-
tico, frío e inhumano universo nos lleva a pisotear a los
débiles para después proclamar con orgullo que hemos
triunfado gracias al derecho de supervivencia que tienen
los más fuertes.
Al ir cumpliendo años y al hacernos más débiles,
vamos sintiendo el peso del talón de acero y, entonces,
gritamos contra la injusticia que se ha cometido con
nosotros.
69
Hacia la luz
La productividad debe ser nuestro primer deseo.

Puede ser la preparación de alimentos, la elaboración de
artículos manufacturados, el trabajo con oro u otros
metales o, en especial, la creación desde cero de algún ar-
tículo que pueda aportar algún beneficio a la humanidad.
Así podemos beneficiarnos mientras beneficiamos al
mundo.
A continuación, están aquéllos que se dedican a ser-
vir. Es una ocupación legítima cuando se produce algún
artículo, se compra y se lleva a algún otro lugar donde se
necesita, cobrando un precio razonable por nuestra inver-
sión y nuestro trabajo.
Cualquier acto que ofrezca un servicio a la sociedad
merece una remuneración justa, pero no más. Las mayo-
res recompensas deben reservarse para aquellos que crean.
Ésta, entonces, es la ley. Producir algo u ofrecer un
servicio a la humanidad. En caso contrario, no se tiene
derecho a reclamar ninguna remuneración.
Trabajar dentro de esta ley es el primer paso para lle-
gar a la concordia con Dios en el hombre y un requisito
para que esa sabiduría que está más allá de nuestro cono-
cimiento nos guíe. Todos los grandes hombres han sido
guiados por esta sabiduría, ya sea consciente o incons-
cientemente. Los grandes inventos y los grandes pensa-
mientos son el resultado de haber cumplido con esta ley.
Con esta aprobación interior, dedicaremos cada día un
tiempo al silencio absoluto en soledad, pasaremos una hora
al día, a ser posible siempre a la misma hora, escuchando,
70
descansando y esperando el impulso que nos dirija hacia el

camino que nos corresponde.
Por esta ley atraemos fuerza y sabiduría y las alma-
cenamos para afrontar las crisis cuando lleguen a surgir.
De ese modo, mientras esperamos, tendremos más
capacidad para llevar a cabo las tareas en las que estamos
involucrados.
En algún momento, tal vez pronto, tal vez tras una
larga espera, llega el impulso de aprender algún oficio o
emprender algún negocio. Entonces sabremos que, final-
mente, nos hemos encontrado a nosotros mismos.
Cuando ese día llegue, no debemos apresurarnos,
sino simplemente pensar a solas en la mejor manera de
vernos ocupando ese lugar y, luego, permitir que los pla-
nes se empiecen a desarrollar por sí mismos.
Después de esto, las tácticas y los medios surgen solos y
ya estamos en condiciones de emprender nuestro proyecto.
Es entonces cuando toda la fuerza que hemos acu-
mulado y toda la sabiduría que nos ha traído nuestro
estado emocional se ponen a nuestro servicio y podremos
emplearlas para llevar a cabo el plan.
Los banqueros y los hombres de negocios sienten
esta fuerza y, si nosotros también la tenemos, nos darán la
bienvenida. Si perciben esa fuerza en nosotros, siempre
estarán listos para extender su mano y ayudarnos.
«Está hecho para el éxito», se dicen entre sí y, esa sola
sugerencia, se convierte en un arma poderosa que nos
favorecerá.
71
Hacia la luz
Pero, tal vez, me digas: «Estoy desempleado y no

puedo esperar a obtener fortaleza y sabiduría».
En ese caso, deberás fortalecer tu mente con la reso-
lución de encontrar un empleo y, después, ponerte manos
a la obra y visitar todos los lugares con ofertas de trabajo
hasta que, en alguno de ellos, encuentres lo que buscas.
Después, debes hacerte tan útil que no puedan prescindir
de ti. Con esta protección, fijas la atención en tu progre-
so. Utiliza estas leyes para crecer.
Esto es posible. Yo conseguí un empleo en Pittsburg,
durante la administración de Cleveland, cuando las calles
estaban llenas de hombres desalentados y familias enteras
hacían cola para entrar en los comedores municipales de
beneficencia.
No digas: «No puedo». No hay nada más inútil en la
tierra que el hombre que dice que no puede. Usa la suges-
tión del «yo puedo y lo haré». Luego, esfuérzate y, si fallas
en tu intento, prueba de nuevo. Persiste en tus propósitos.
Es aquí donde se halla la receta para alcanzar el éxito.
Permanece en soledad durante una hora cada día.
Hazlo siempre a la misma hora. Estúdiate a ti mismo con
introspección durante diez minutos para poder descubrir
tus debilidades.
Invierte unos cuantos minutos en respirar profunda-
mente.
Si estás sumido en el desaliento o si no sientes la
suficiente confianza en ti mismo para proyectar tu espíri-
tu hacia el exterior surgiérete este mismo valor.
72
Después de hacerlo, utiliza sugestiones de determi-

nación, de confianza, de concentración y de cualquier
otra cualidad que desees desarrollar. Invierte el resto de tu
tiempo permaneciendo inmóvil, en silencio, descansando
para poder recibir fuerzas; sentado con la espalda recta y
apoyando sobre el suelo las plantas de los pies.
Si no puedes disponer de una hora, practica tanto
tiempo como te sea posible.
Si no tienes tiempo, dedícate a hacer sugestiones
cuando puedas, en tus ratos libres.
Sin embargo, no alcanzaremos los mejores resultados
si no logramos un descanso silencioso e inmóvil.
No te pedimos que tengas fe. Sólo te pedimos que lo
hagas. La confianza o la fe, vendrán después de los resultados.
Este método te hará desarrollar una personalidad
más poderosa; y tu inteligencia aportará el resto.
Si fuera necesario encerrar toda esta filosofía en una
sola frase, podría exponerse así: Descansa y sumérgete en
la paz que super al entendimiento.
El efecto de la sugestión y de la imaginación, así
como el estado emocional de silenciosa oración que poda-
mos crear, nunca desaparecerá de la mente.
Aunque se deje de trabajar, estos atributos, hasta
cierto punto, seguirán desarrollándose siempre.
De hecho, si uno ha trabajado intensamente, está
bien detenerse durante un tiempo y permitir que la nue-
va personalidad se solidifique y se establezca una base
para un renovado esfuerzo.
73
Hacia la luz
Durante este descanso, invierte algún tiempo diaria-

mente en el ensueño introvertido y silencioso. Es muy
probable que ya lo hagas inconscientemente durante la
hora de silencio que has empezado a observar para tu
desarrollo. Si no es así, hazlo de todas maneras. Esto hará
que tu mente descanse y que las fuerzas psíquicas tengan
la oportunidad de funcionar sin restricciones.
Si sientes el deseo de renovar las sugestiones, no
dejes de hacerlo. Ese deseo viene del espíritu.
Aprende a escuchar y a permanecer atento al deseo
espiritual. Es la voz de Dios.
Sin embargo, no confundas el impulso de la pasión o
el prejuicio con el deseo de la hora silenciosa.
74
SUGESTIONES
Elige aquéllas que más se adapten a tus necesidades.
A través del Dios que se encuentra en mí me libero

de la ansiedad, porque me siento transportado al puro,
seguro y radiante Espíritu de la Vida.
Como el Dios que está dentro de mí forma parte de

la única vida del universo, me encuentro en armonía con
las radiaciones de la vida que me llevan por encima de las
dudas y los problemas.
A través de mi Dios, atraigo la sabiduría para plani-

ficar, la iniciativa para comenzar, la determinación y la
persistencia para llevar a cabo mi plan y el valor que for-
talece mi alma para seguir en pie cuando la prosperidad
llegue.
75
Hacia la luz
Mi razón no es más que una pobre guía; de ahora en

adelante me dejaré guiar por el espíritu cuando me hable
en la hora silenciosa.
¡Ser de mi ser y Creador de todo! Tu espíritu de paz

y amor dentro de mí, sobre mí y cerca de mí me enseña a
abrir mi alma para recibir Tus radiaciones.
Enséñame que la paz, la abundancia, el amor y la fra-

ternidad son legítimamente míos y permíteme obtenerlos.
Llévame hacia Tu vida tanto como yo sea capaz de ir

y hazme más fuerte para que pueda seguir adelante.
Manifiesta la realidad de Tu poder para traer paz y

abundancia, bendiciéndome y dándome la sabiduría para
poder pronunciar ante los demás la palabra precisa que
los lleve a encontrarte.
Guíame hacia lo que es mío.
Grito «¡No a mí! ¡No a mí!, ¡sino a Ti! ¡Oh, Poder

Sublime, enséñame todas las alabanzas!», y en el silencio
de la comunión te daré mi amor, mi vida y mi todo.
Calma mis miedos.
Haz que mi cuerpo esté en armonía con mi mente y

mi mente con mi alma, lo que significa que Tu presencia
se ha implantado dentro de mí. AMÉN.
76
REPETICIONES Y
PENSAMIENTOS ALEATORIOS
Cuando surgen asuntos que requieren de decisiones,

el hombre que funciona con la razón debe basarse en los
resultados de pasadas experiencias. Si no cuenta con nin-
guna experiencia en ese asunto en particular, se encon-
trará a la deriva en el mar tempestuoso de las dudas.
El hombre que ha alcanzado la sabiduría más eleva-
da puede entrar en su habitación y conseguir ayuda de la
más elevada fuente del poder.
Más de la mitad de los occidentales carece de objeti-
vo. No hacen más que correr de aquí para allá, defen-
diendo una idea hoy y otra mañana; desperdician su
potencial en esfuerzos inútiles. Así nunca tendrán lo nece-
sario para adquirir una destreza. ¡Espera! ¡Encuéntrate a ti
77
Hacia la luz
mismo! Con toda libertad, decide cuál será tu ocupación.

Conserva esta idea durante tus momentos de ocio y deja
que permanezca en tu conciencia cuando estés ocupado.
La decisión llegará. Cuando esto ocurra, aférrate a
ella. No importa cuál sea el objetivo. Nada está fuera de
tu alcance si desarrollas tu poder.
Nada puede estar más por encima de ti de lo que
estuvo mi deseo de entendimiento. Yo era ignorante,
inculto, antagónico, estaba equivocado en todo, sin
embargo, logré mi objetivo gracias al esfuerzo resuelto y
persistente. Tú también puedes hacerlo.
No lo hables con nadie. Esto es indispensable. Si lo
haces, algunos se reirán de ti, otros te tratarán con desdén
o te arrojarán un jarro de agua fría de alguna manera; esto
hará que tu resolución disminuya, si es que no la destru-
yen por completo.
Los demás te ponen en contacto con el mundo de la
duda. Si quieres tener éxito, mantén este deseo sólo para ti.
Sé resuelto en tus esfuerzos. Si alguien te dice que
Dios está impidiendo la realización de tus ideales con
algún propósito que se nos prohíbe examinar, considera-
lo como un falso profeta, ríete y sigue serenamente tu
camino. Conseguirás cualquier cosa que tu mente consi-
dere que debes tener si la persigues con la resolución de tu
alma guiada por la sabiduría.
No te permitas ser servil. El hombre que se arrastra
atrae desdén, ridículo y burlas. Tu compañía no será bien
recibida en ninguna parte. Nadie confía en un hombre
78
Repeticiones y pensamientos aleatorios
así. No consideres superior a ningún hombre. Tú eres

igual a todos los demás. Tal vez no tan desarrollado,
quizás llenó de miedos; pero, en realidad, nadie es supe-
rior a los demás. Recibe la expresión de tu alma y vive
desde tu interior; así abandonarás todo servilismo.
Tampoco debes ser dominante. Tratar de dominar
para repeler la insolencia es una falacia. Es el otro extre-
mo. Provoca falta de respeto, antagonismo y hostilidad.
Dado que el Ser Supremo nos dota de sabiduría para
planificar y de energía para ejecutar, debemos asumir la
responsabilidad de dirigir nuestros asuntos materiales.
Rezar pidiendo dinero o un trabajo determinado no
es el tipo correcto de oración. Más bien debes hacerlo
para obtener las cualidades que te permitan alcanzar una
posición de independencia y para conseguir el estado
emocional que te permita llenar tu mente de sabiduría.
El viaje hacia arriba no es arduo. Está lleno de pre-
mios agradables. Cuando el espíritu logra estar más tran-
quilo, el pensamiento se aclara y, entonces, llega la abun-
dancia material. Darse cuenta de que estas cosas son rea-
les aporta una alegría más profunda y más permanente
que la que se logra de cualquier otra manera.
Cuando decimos que debes estar en calma, no debes su-
poner que hay que forzar las cosas o que debes permanecer
pasivo; tampoco debemos ser sumisos ante condiciones
intolerables. En lugar de esto, permite que tu mente des-
canse todo lo que pueda, conservando en la conciencia una
actitud cordial, radiante y de autoridad, sin ser agresivo ni
79
Hacia la luz
soberbio. La clave es el descanso. Simplemente piensa

tanto como necesites, evitando que tu pensamiento se
disperse.
Piensa con lentitud en todo momento. No decidas tú
solo; permite, en cambio, que las decisiones se formulen
para ti dentro de tu mente. Si mantienes la idea y des-
cansas tranquilo, obtendrás resultados.
Yo no creo que la especulación sea la mejor manera
de obtener resultados. Si determinadas acciones produ-
cen determinados resultados, podemos provocar esos
resultados si llevamos a cabo esas acciones, lo cual es sufi-
ciente para todos los propósitos prácticos. Si nos cuestio-
namos demasiado el cómo y el por qué, aunque ello resul-
te interesante, puede distraer nuestra atención del acto
concreto. Nos convertiremos en moralistas y en sabios
oradores, pero careceremos de sustancia.
Si evitamos que nuestra mente se sienta presionada
durante la hora silenciosa, éste será un momento para dis-
frutar, un momento que anhelaremos con agradable anti-
cipación.
No es sabio fijar la mente en algún trabajo o negocio
e invertir toda la energía del ser en alcanzarlo. Lo lograrás,
pero puedes haber dejado atrás algo que hubiera sido
mucho mejor para tu felicidad, así que tendrás un fraca-
so parcial porque te quedarás con el bien menor. Céntrate
mejor en la situación deseada, imagínate experimentando
dicha situación y deja que los medios lleguen de una
manera natural. Estos medios pueden llegar a ti por una
80
ruta diferente a la que tú has elegido. Sin embargo, si lo

prefieres y si, tal vez, dudas del éxito de éstos métodos,
fíjate una meta y persíguela con constancia.
No critiques, porque ésta es una condición mental
que atrae debilidad y se puede convertir en un patrón per-
manente para ti. Todos estamos sufriendo una evolución.
Nadie es perfecto. Un defecto no es peor que otro. Como
todos tenemos debilidades (defectos), todos podríamos
ser censurados. Dejemos que el que esté libre de pecado
arroje la primera piedra. Comprende que, con el tiempo,
Dios en el hombre recreará todo y hará lo necesario para
encontrar los mejores aspectos de cada uno de nosotros
por nuestro bien.
Hoy en día, no existe sobre la faz de la tierra nada
más despreciable que un hombre rico que trata de ganar
más dinero. Es una enfermedad de la mente. Una especie
de poderosa locura. La imaginación es creativa. Ningún
edificio puede construirse si no ha estado primero en la
imaginación de alguien. De hecho, sin la imaginación, ni
siquiera se pueden trazar los planos.
Este método no es nuevo. Se menciona en la Biblia,
desde el Génesis hasta el Apocalipsis y, en la historia pro-
fana, mucho tiempo antes del Génesis.
Los inventores lo saben de manera natural. Algunos se
han sorprendido de que se mencionara en un libro. Uno de
ellos me lo dijo: «Vaya, yo pensaba que todos sabían eso».
Todo gran hombre lo utiliza para ayudarse en su
camino.
81
Hacia la luz
Cada defecto que ves en los demás, está en tu inte-

rior. Son como el espejo en el que se ve reflejada tu debi-
lidad.
No te centres en la sensualidad ni la consideres la
mayor expresión de la inmoralidad. Existen peores cosas
en este mundo. La injusticia es una de ellas, la hipocresía
es otra. El hombre que vive quitando a los demás el justo
beneficio de su trabajo, el intrigante y el embaucador, en
especial si es miembro de alguna iglesia y profesa ser
«bueno», es indigno de estrechar la mano de una prostituta.
Lo mismo sucede con el político que pretende servir
al pueblo pero sólo se sirve a sí mismo.
La mujer de sociedad que se casa por dinero y posi-
ción no es diferente de cualquier otra mujer que se vende
por dinero. Ésta se prostituye con un solo hombre, mien-
tras que las otras se prostituyen con muchos. El principio
violado es el mismo.
Los seres despreciables que se dedican a meterse en
los asuntos de los demás, los chismosos y los que disfru-
tan del escándalo, son en realidad tan despreciables como
aquéllos a quienes critican. Se regodean en todos los char-
cos de suciedad mental que pueden encontrar.
Si eres uno de ellos y no puedes evitarlo, por amor de
Dios, mantén la boca cerrada.
No se debe obligar a un predicador a visitar los hoga-
res de sus feligreses.
82
Él debe pasar su tiempo en soledad, construyendo su

espíritu dentro de sí para poder verterlo los domingos sobre
su congregación y, de esta manera, ayudar a sus feligreses.
Ése es su deber y ahí estriba su valía.
Un espíritu así no puede desarrollarse si pasa su
tiempo visitando a los demás. Tampoco puede hacerlo si
se queda en casa recibiendo visitas de los entusiastas inte-
grantes de su ministerio. Por lo general, un predicador no
sabe nada de esas cosas y lo más probable es que se que-
de dormido si trata de practicar la ensoñación.
Dejemos que el predicador visite únicamente a aqué-
llos cuyas almas incrementan su paz y fortaleza y, cuando
esto suceda, veremos con qué rapidez los deshonestos y
chismosos ponen el grito en el cielo.
En realidad, siento lástima por el sacerdote que ha
encontrado el camino. Su cruz es muy pesada.
Muy pocos sacerdotes o predicadores quieren saber
la verdad. Algunos prefieren quedarse sólo con aquello
que les han enseñado, debido a la tendencia que tiene la
mente a aferrarse a las lecciones de la niñez, y otros por-
que tienen miedo de enfrentarse al mundo sin contar con
un salario.
Si cualquiera de ellos actuara con honestidad y se
sentara en silencio todos los días durante media hora,
repitiendo con firmeza y con la mente abierta «Tengo que
llegar a la verdad», tardaría poco en darse cuenta de lo
absurdo que resulta el credo.
83
Hacia la luz
¿Os atreveis a hacerlo, vosotros, hombres que decís

haber escuchado la llamada y estar colmados por el
Espíritu?
El Infinito quiere que seamos felices; desea que dis-
frutemos la alegría. Si salir al bosque el domingo te brin-
da más satisfacción que asistir a la iglesia, hazlo. La vida
superior no se vive con restricciones ni con preceptos,
sino con libertad, buen humor y con el flujo de alegría
que recibimos en la comunión con el Dios que mora en
nuestro interior.
La tendencia mental de un hombre es un exponente
preciso de sus capacidades. Si él dice «Nunca voy a tener
una casa», esta afirmación muestra que, inconsciente-
mente, reconoce que carece de las cualidades mentales
necesarias para ganar el dinero suficiente que le permita
adquirir una casa.
Pero este hombre deja fuera de la ecuación el hecho
de que la mente es capaz de fortalecerse hasta poder afir-
mar: «Puedo comprar una casa, voy a hacerlo y lo lograré».
Examina el rango de posibilidades y descubre dónde
te encuentras.
Nunca pienses en tus debilidades. Piensa en la forta-
leza, que es lo opuesto. Si eres cobarde, concéntrate en el
valor.
No estés todo el tiempo pensando. Cuando pensa-
mos, utilizamos una fuerza que, al agotarse, recurre a la
energía que tenemos almacenada. Esto hace que la men-
te quede en un estado de agotamiento.
84
Desarrolla tu percepción y tu intuición. No es sufi-

ciente con pensar, con estudiar y con hablar. Quédate
quieto y dedica una hora todos los días a hacer lo que te
he indicado.
Mantén tu atención. No divagues mentalmente,
dividiendo tu interés entre lo que tienes que hacer y lo
que te resulta ajeno. Si persistes en esta práctica, tu men-
te se debilitará y tendrás menos probabilidades de alcan-
zar el éxito.
85
CUALIDADES QUE
DEBEN DESARROLLARSE
La cortesía, la bondad, la concentración, la sensatez,

la buena voluntad, el agradecimiento, la benevolencia, el
valor, la confianza, la determinación, la iniciativa, el silen-
cio, la tolerancia, la modestia, la cordialidad, la pruden-
cia, la honestidad y la energía.
No intentes mantener un nivel de vida que vaya más
allá de tus propios medios sólo porque lo haga algún ami-
go, pues tal vez él esté sufriendo torturas infernales para
conservar ese estilo de vida.
Necesitas una casa, un hogar, alimento y abrigo, un
empleo, unos cuantos amigos verdaderos y poco más.
La represión, la santurronería y el formalismo privan
a la humanidad del flujo espontáneo de la pasión y
estrangulan su poder con el pesado manto de la teología.
87
Hacia la luz
La pasión, no la lujuria, es lo que debe elegir la

humanidad. Es el pilar de todo arte y también de la ora-
toria.
La libertad reclama su expresión. La libertad debe ser
empleada, disfrutada y alcanzada. Su abuso provoca
resultados más desastrosos que el abuso de cualquier otro
poder, porque es la expresión más elevada de la fuerza y
su reacción es mayor.
La lujuria y las relaciones promiscuas son detestables
para la pasión divina. Ésta le pide a su amiga la sabiduría
que se dedique a usar y no a abusar.
Las grandes almas del mundo han alcanzado su gran-
deza derramando su gran pasión sin restricciones. La
expresión sexual es su parte más ínfima. Cada acto del
hombre está revestido de esta gran pasión. Esto es lo que
planta el estandarte de la libertad en la cima de la mon-
taña, para que todos puedan verlo, y blande la espada
flamígera de la gloria invitando a la humanidad a subir.
¡Fuera los hambrientos y empequeñecidos hombres
que susurran escándalos ante sus tazas de té! Emplea tus
dádivas y disfrútalas, para después dar gracias a Dios por
ellas.
Cree en aquello que te parezca genuino y rechaza
todo lo demás. Cuando una persona ha desarrollado la
cualidad de la verdad en su intelecto, el espíritu que se
encuentra en su interior le dice al instante lo que es ver-
dad y lo que es falso, ya sea en asuntos espirituales o
materiales.
88
Cualidades que deben desarrollarse
Esta voz del espíritu no se expresa con palabras, sino

con un lenguaje sin sonido. Se trata de un conocimiento
que surge como respuesta a la pregunta formulada.
Existe otro idioma sin sonidos que puede usarse entre
las personas. Piensa en las palabras que la boca hubiera pro-
nunciado y conoce la respuesta sin tener que escucharla.
Si esto te parece increíble, adéntrate en el estado
emocional adecuado y apréndelo por ti mismo.*
Obtener dinero siempre es el resultado directo de un
esfuerzo, ya sea físico o mental. Cada efecto tiene una
causa. La causa que genera dinero es una empresa bien
planeada en la que se trabaja con energía.
No concentres tu atención en el dinero, sino en el
plan y en los métodos de ejecución.
Fortalece esa fibra sensible de tu alma por medio de
la sugestión hasta que puedas «soportar la prosperidad».
Piensa en ti ahora como un ser próspero. Haz algo.
La economía es tan necesaria para construir tu carác-
ter como para adquirir propiedades.
La economía no consiste en privarse de cosas para
poder ahorrar, sino en comprar libremente cosas necesa-
rias de buena calidad y no en comprar lo que piensas que
necesitas.
¡Pobres de los usureros y de todos aquellos que se
enriquecen a través de un comercio hábil en el que dan
mucho menos de lo que reciben!
* He recibido contestaciones habladas de un sujeto hipnotizado en res-

puesta a mi pensamiento.
89
Hacia la luz
Es lícito recibir remuneración por aquellos actos que

benefician a la humanidad, pero siempre en proporción
con el trabajo o el beneficio otorgado. La producción, el
hacer que la tierra sea más fértil, el servir, el construir y el
ayudar, son obras que el Señor bendice.
Maldito sea el Rey que extiende sus dominios por
medio de la fuerza y el hombre que se hace de riquezas a
través de artimañas. Esos individuos son una abomina-
ción. Deberían ser despreciados y llevados al desierto o a
la montaña para que allí perecieran. Deberían ser marca-
dos con la indignación de los hombres justos, y todos los
seres humanos deberían darse cuenta de sus intenciones
y negarse a darles protección.
Ninguna persona tiene que inclinarse y sonreír ante
el hombre rico sólo porque es rico o porque espera obte-
ner sus favores. Todos los hombres deberán tener un gran
corazón valeroso y honrar a quien es justo, a quien es
sabio y a aquél que es humilde a causa de su sabiduría.
Los hombres deben amar y servir a quien tenga un
espíritu puro y aprender de él la lección de cómo abrir sus
almas para recibir el espíritu del Señor.
Los hombres sabios deben hablar entre sí y pensar
como uno solo, en armonía, para construir fábricas en las
que puedan trabajar otros hombres que tengan un espíri-
tu menor. Y cada uno debe utilizar su inteligencia y su
fortaleza al máximo para producir y poner toda su aten-
ción en su tarea de forma que ésta se realice con eficacia.
90
Todos deben comprometerse a estar en su mejor dis-

posición para prestar ayuda a aquéllos que flaquean y que
no entienden lo que pueden aprender. Y los hombres
sabios tendrán que instruirlos, sobre todo acerca de cómo
obtener sabiduría.
Ningún hombre debe desear obtener más ingresos de
los que la fortaleza de su espíritu pueda brindarle. Debe
conformarse, sabiendo que, según se vaya haciendo más
fuerte, llegará a recibir más.
Un hombre tampoco debe construir una gran casa
para decir: «Vean lo grande que soy». Debe construir una
casa sólo para satisfacer sus necesidades; una casa que sea
sólida, limpia y saludable, sin ostentaciones.
Existirá una ley mediante la cual los hombres sabios
llamarán a los obreros para que destruyan las casas que
hayan sido construidas por vanidad y para que conduzcan
a sus dueños y a sus familias al desierto, maldiciéndolos.
Ningún hombre deberá esforzarse por alcanzar el
poder en asuntos materiales, ya que sólo debemos luchar
por obtener sabiduría, justicia y amor.
Por lo tanto, todos los hombres deberán negarse a sí
mismos y no sentir pena sino felicidad sirviendo a los
demás. Ésta es la palabra del Señor.
Deberá existir la alegría, la risa y la bondad. El débil
se fortalecerá y el enfermo se curará.
Todos los hombres deberán tener lo suficiente para
satisfacer sus necesidades y las de los suyos.
91
Hacia la luz
Todos los necesitados tendrán el deber de trabajar; y

todos los hombres sabios que cuenten con los medios
necesarios, tendrán el deber de crear fuentes de trabajo
lucrativas para los que no encuentren empleo. Estos hom-
bres limpiarán y plantarán la tierra con cultivos y viñe-
dos. También deberán construir caminos y sitios de
recreo; y hacer todo lo que sea necesario, pues el rico les
pagará con agrado, como una ofrenda de agradecimiento
al Señor por la abundancia que le ha otorgado.
Sonreirán con un corazón alegre mientras pagan,
porque les complacerá ser buenos administradores. De la
misma manera, el trabajador les corresponderá con una
sonrisa mientras trabaja y se sentirá contento porque
ningún hombre podrá arrebatarle su empleo, ya que exis-
tirá trabajo para todos.
Ningún hombre podrá comerciar para enriquecerse,
sino sólo para servir. Su recompensa únicamente deberá
ayudarle a cubrir sus necesidades.
Todos los hombres se comprometerán a trabajar de
acuerdo con su fortaleza, incluso las mujeres, los niños y
las personas mayores.
Ningún hombre tendrá que trabajar sin descanso;
podrá tener tiempo para el ocio y merecerá disfrutar de su
esparcimiento sin preocupaciones.
Los débiles deben saber que, hoy en día, sufren por-
que los fuertes han usurpado las cosas buenas de la vida,
y que ningún hombre, débil o fuerte, conoce la justicia.
92
Malditos sean los perezosos y aquéllos que se quejan

y cuentan penosas historias de sufrimiento. Ningún hom-
bre deberá protegerlos ni escucharlos. Estos hombres
deberán trabajar igual que todos los demás y dejar de
pensar siempre en sí mismos con egoísmo porque, si no lo
hacen, serán llevados al desierto o a las montañas para
que mueran.
Los hombres deberán amar la libertad y construir
grandes fuertes, grandes navíos y grandes ejércitos para
protegerse de la agresión de los reyes despiadados.
Ningún hombre deberá negarse a obedecer con alegría a
aquéllos que están en el poder. Ni los hombres sabios que
guían los ejércitos, ni los que los ayudan en su cometido
serán más valiosos que los subordinados. Tampoco asu-
mirán la gloria para sí mismos sólo porque están cualifi-
cados; tan sólo deberán agradecer al Señor que son capa-
ces de hacer mucho para perpetuar la libertad del mundo.
¡Así sea!
No es de esperar que sugestiones como «Tendré éxi-
to» atraigan un éxito inmediato, sino que acrecienten la
comprensión de que el éxito es para ti. Deberán llevarse a
cabo las acciones necesarias para poder obtener resultados.
La clave es que no llevarás a cabo ninguna acción
hasta que no comprendas que puedes lograr cualquier
cosa si te esfuerzas.
Nunca malgastes tu energía despreciando a los seres
mezquinos; la mente que poseen ya es suficiente castigo
para ellos.
93
Hacia la luz
Si los hombres te denuncian, te injurian y te persi-

guen porque no crees en su teología, recuerda que es una
cualidad de la mente resistirse a cambiar una actitud que
nos hemos forjado a través del entorno y del entrena-
miento que tuvimos desde la infancia. También es nece-
sario que recuerdes que sólo los débiles niegan el derecho
a la libertad de pensamiento y expresión. No debes per-
mitir a esas personas que perturben tu ecuanimidad.
Sigue tu camino con serenidad.
No hables si no es necesario. Los seres que se reúnen
en esos grupos que llamamos sociales para revolotear,
sonreír y charlar acerca de nada, están desperdiciando
tontamente la fuerza que podría fortificar sus almas y
establecer el equilibrio.
A través de este equilibrio vendría la sabiduría y una
visión que conduce a una vida más elevada, más profun-
da y más feliz.
Para hablar necesitamos energía. También la necesi-
tamos para pensar. Qué ridículo resulta entonces ir por
ahí diciendo tonterías y desperdiciando la fuerza, nuestro
único medio para estimular la fortuna material y el creci-
miento espiritual.
Esta religión es la religión de la vida normal. La vida
hogareña con el uso natural de las facultades naturales. La
esposa, el hogar y los bebés; el amor, la alegría y la buena
voluntad; los amigos, los vecinos y una palabra cordial de
aliento para todos los hombres.
94
La pureza, cuando equivale a represión, y la bondad,

cuando equivale a santurronería, no forman parte de la
religión.
Debes ser honesto contigo mismo y no temer. Dios son-
ríe y el sol brilla. Permite que ambos entren en tu corazón.
«Existe un alma de verdad dentro de las cosas erró-
neas.» La razón original para observar el Sabbath fue la
de tener un día determinado para alejarse de las preocu-
paciones y ansiedades de la vida, y dedicarlo a entrar en
comunión con el Infinito, recrear la mente y desarrollar
un ambiente de paz. La idea era fortalecerse, aumentar la
capacidad de procurar el sustento para los seres queridos
y tener un contacto más cercano con Dios.
Pero los líderes perdieron el objetivo de esta práctica
porque perdieron la comprensión espiritual y, de una
manera material, impusieron el mandato de respetar esta
tradición a las personas materiales.
Debido a sus restricciones, el odio por el Sabbath
reemplazó al placer de perderse en el ensueño.
Si uno está en comunión, el Sabbath es un día de
descanso y de recibir el influjo del Espíritu de Dios. Un
día que se anticipa con placer. Pero si uno no sabe nada
de esas cosas, es incorrecto obligarse a realizar esta prác-
tica, prohibiendo la expresión natural del espíritu.
Dejemos que los niños jueguen a la pelota. Todos es-
tamos en evolución y, a ellos, ya les llegará su momento.
Cualquier esfuerzo por imponer la religión a alguien
sólo conduce a un resultado: el fracaso.
95
Hacia la luz
Vamos a crecer.
Algunos líderes de determinadas líneas filosóficas
enseñan que la mente lo es todo y que el cuerpo no es
nada; que la mente puede superar la ley y otras ideas
similares.
Yo no siento simpatía por ese tipo de declaraciones.
La ley rige cada caso de un modo particular y sería
una tontería tratar de superar una ley de la naturaleza a
través del poder de la voluntad.
¿Por qué dar coces contra el aguijón? ¿No es más
racional aprender la ley y vivir de acuerdo a ella?
Tomemos como ejemplo la ley de la salud. El cuerpo,
para poder permanecer saludable y en forma, necesita ser
ejercitado. Un obrero puede comer cualquier tipo de ali-
mentos sin llegar a padecer nunca del estómago, mientras
que el oficinista se somete regularmente a alguna dieta
para después sufrir de indigestión y de estreñimiento.
En ese caso, negar el problema sólo le servirá para
engañarse a sí mismo y, de ese modo, no conseguirá recu-
perar su salud. Lo único que puede lograr con esa actitud
es ignorar el dolor. Pero el autoengaño no le produce
salud, ni fuerza ni vigor.
El método apropiado es hacer ejercicio hasta fortale-
cer la constitución. Esto te proporcionará el vigor mental
necesario para progresar en tu trabajo y te brindará
armonía para acercarte a lo absoluto.
96
La honestidad con uno mismo es tan necesaria para

el crecimiento espiritual como lo es la honestidad con los
demás.
Una vez que se establece la armonía necesaria que
asegura un influjo de pensamiento divino, el cuerpo recu-
pera la salud de manera natural, sustituyendo el desequi-
librio que produce la enfermedad por una situación normal.
Sé honesto contigo mismo. Practica con libertad
aquellos actos que no te hagan perder el respeto hacia ti
mismo. Sé lo suficientemente hombre o mujer para recha-
zar todo lo que es repugnante para la conciencia. No para
el subconsciente, no para lo que te han enseñado; sino
para la conciencia interior, para el ímpetu natural, para el
impulso del alma.
La unión del espíritu está garantizada.

En un espíritu de Amor
que proviene del Espíritu que está sobre nosotros
porque la mujer fue creada como mía.
Esta unión de dos
crea un centro tan auténtico
Que el fulgor de la sabiduría puede brillar.
97
UN LLAMAMIENTO
Sacerdotes y predicadores de Norteamérica. Voy a

reclutaros para esta causa.
Sé que sois, en vuestra mayoría, serios, conscientes y
fieles. Habláis a millones de personas cada Sabbath y
vuestra influencia se percibe a diario.
¿Me escucharéis? ¿Profesaréis el amor por el Señor y
creeréis en Jesús el Nazareno, o negaréis acaso el amor, la
justicia, la templanza y la libertad de expresión que
habéis profesado y, con la furia de los judíos que gritaron
«¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!», volcaréis vuestra ira sobre mí?
Personalmente eso no me importa, pero si aprendéis
la gran verdad y conducís al pueblo hacia lo más alto, el
99
Hacia la luz
mundo entero se inclinará agradecido y en reverencia

ante la sola mención de la palabra Cristiandad.
Por una vez sed tolerantes. Considerad que es posi-
ble que vuestra teología esté equivocada. Vosotros queréis
tener la razón, ¿no es verdad?
Vamos a analizar lo que llamamos Cristiandad. En
primer lugar, están las enseñanzas que él nos transmitió,
pero éstas se encuentran subordinadas a la teología, la
rama que, de acuerdo a lo que vosotros enseñáis, consti-
tuye la parte más importante y específica de la
Cristiandad. De alguna forma, el tema de la mayoría de
los sermones es la sentencia: «Cree en lo que te digo o te
condenarás». Para vosotros es necesario creer en el dogma
del Hijo unigénito. La teoría y la honestidad, la justicia y
la verdad, aunque son deseables, tienen una importancia
secundaria.
Yo no creo en la teología. Yo no creo en la interpreta-
ción espiritual del sermón de la montaña.
¿Por qué no creo en la teología? Trataré de explicar-
lo de alguna manera.
Mi madre era metodista episcopal. Era muy devota y
consciente, y me enseñó que Jesucristo era el Hijo unigé-
nito de Dios, así como todos los demás argumentos de su
doctrina.
Yo lo creí porque ella me lo había dicho. Vamos a
seguir los mecanismos de mi mente hasta que ésta se negó
a aceptar esa idea como verdadera, y así determinaremos
si este cambio estuvo o no justificado.
100
Un llamamiento
Hasta que tuve casi veinte años, mi concepción de

Dios era la de un hombre poderoso al que había que
temer porque sabía todo lo que yo hacía y, si algo era
pecaminoso, haría caer su venganza sobre mí cuando esta
vida terminara.
Esto me mantenía en un estado de miedo constante,
me sentía reprimido y todas estas ideas marchitaron mi
alma.
En esa época empecé a interesarme por la astro-
nomía. La consideraba como algo maravilloso. La idea de
que esta constelación sólo era una parte de un universo
inmenso de constelaciones, que estaba más allá de toda
comprensión, me estremeció y me hizo tener una nueva
concepción de las cosas.
Todo esto parecía ser producto de la naturaleza, así
que yo conservé la teoría de mi hombre-dios.
Del miedo a ese dios terrible, pasé con alivio a reve-
renciar a la naturaleza. Todo en ella, los bosques, el agua,
las colinas y las montañas, me brindaban paz y consuelo.
Mi mente se expandió, y, el pensamiento de Dios,
como lo entendía en ese momento, me deprimió. Estaba
claro que yo no quería pensar en Dios ni en la Cristian-
dad. De hecho, ambos se convirtieron en algo detestable
para mí. Debatiéndome en el mar de temor en el que la
teología me había arrojado, preocupado por cuál sería mi
castigo y temiendo a la muerte, viví en la confusión y el
sufrimiento.
101
Hacia la luz
No podía conciliar la grandeza de la naturaleza con la

idea de un hombre-dios vengativo que primero había creado
a las personas, después había perdido el control sobre ellas,
las había ahogado alguna vez y sólo había logrado apla-
carse enviando a su propio hijo para que fuera asesinado.
Por aquel entonces, yo maldecía y odiaba a Dios,
pero seguía creyendo en la doctrina del Hijo unigénito.
Mi atención se dirigió a un libro escrito por el doctor
White, de la Universidad de Cornell, que se titula Una
Historia de la Guerra de la Ciencia con la Teología. Este libro
me dio el valor necesario para poner en duda la inspira-
ción de la biblia. Así pude descubrir que, aunque había
temido reconocerlo, hacía tiempo que me asaltaban dudas
respecto al Dios de mi madre y a Su Hijo unigénito.
Entonces empezó mi lucha entre las enseñanzas de
mi infancia y la inspiración de la naturaleza.
Fue una lucha terrible y agotadora, que abarcó un
periodo de varios años.
Leí la obra de Robert Green Ingersoll, La Edad de la
Razón, y La Crisis de Thomas Paine, y empecé a estudiar
la biblia con avidez.
Finalmente, de mi interior surgió un lamento lleno
de agonía: «Debo saber la verdad». De modo que me
dediqué al estudio de la mente y de las religiones del
mundo con mucha entrega.
Por alguna razón inexplicable, me sentí atraído por
las enseñanzas de Cristo. En ninguna otra parte se podía
encontrar su equivalente espiritual.
102
Un llamamiento
Lao Tsé, Zoroastro, el Buda y otros habían enseñado

más o menos el mismo pensamiento, pero no de una
manera tan convincente. Para mí, sus preceptos eran defi-
cientes en algunos conceptos.
Con esta idea en mente, no dejaba de pensar que
Cristo debía haber sido un dios. Me aferré a la Cristian-
dad, pero me mantuve alejado de la iglesia porque la teo-
logía me deprimía y me encolerizaba. Era algo que me
molestaba.
A veces, descansaba de la lucha y me hundía en el
ensueño. Fue durante esos periodos que empezaron a lle-
gar las convicciones.
Empecé a preguntarme lo que Jesús había querido
decir cuando exclamó: «Vosotros sois Dioses», «El que cree
en Mí hará las mismas cosas que Yo hago, y aún hará cosas
mayores» y «El reino de los cielos está dentro de vosotros».
Si nosotros éramos dioses, entonces, ¿era Él un super-
dios o éramos iguales en atributos, pero no en poder?
Si podíamos hacer lo que Él hacía, entonces, éramos
iguales. Si el reino se encontraba en nuestro interior, no
existía un lugar llamado cielo.
Eran cosas que yo no podía obviar. Tenía que negar la
verdad de su filosofía o negar el dogma del hijo unigéni-
to. Además, «creer» para poder alcanzar el cielo, el cual no
exista como tal, me parecía algo innecesario.
La verdadera filosofía la constituían sus palabras
directas. La primogenitura era una concepción de los
hombres.
103
Hacia la luz
Los hombres también habían enseñado que Rómulo

era un dios, lo mismo que César y otros más.
Entre la verdad de su filosofía y la primogenitura,
elegí mentalmente la primera. Y, como yo no creía que
Rómulo era un dios, se me hizo fácil rechazar la creencia
de que Jesús sí lo era, especialmente porque los hombres
que habían manifestado esa idea en el Concilio de Niza,
habían recibido de sus madres la enseñanza de que
Rómulo era un dios.
Así fue como la teoría del «hijo único de Dios» se
desvaneció para mí. Entonces, sintiéndome por fin libre y
en paz, estudié telepatía, hipnotismo, ocultismo y perfec-
cioné el ensueño en cierta medida.
Finalmente, la luz se hizo dentro de mí y tuve la cer-
teza de que Jesús obtuvo Su poder a través de Su profun-
da paz, con la cual había establecido la comunión con el
Infinito.
Mi «naturaleza», que había sido tan apacible, era el
Espíritu de Dios. El Dios del Nazareno y mi Dios.
De ahí en adelante, mi mentalidad se amplió y den-
tro de ella se empezó a definir la filosofía.
Sé que tú no puedes creerme. Tendrías que recons-
truir tu mente; nacer de nuevo.
Pero si estas cosas te atraen, es la voz del Dios que
está en tu interior y que trata de ser escuchada.
Desarrolla el estado emocional de paz y obtendrás el
descanso.
104
Un llamamiento
Me dirijo a ti con amor y respeto. Si te parece que

mis palabras son fuertes, recuerda que soy muy ferviente
y profundamente sensible.
La humanidad necesita esta religión, la religión del
puro e impoluto hombre de Judea. No necesita la teo-
logía.
Escucha, entonces, esta disertación:
105
UNA DISERTACIÓN
¡Escuchadme, Líderes de la Cristiandad! Los que

habéis enterrado al espíritu del Nazareno bajo el sofo-
cante manto de la teología hasta casi extinguirlo.
Debéis saber que el mundo está esperando con los
corazones hambrientos que se le muestre el camino y,
como vosotros estáis perdidos en el desierto de la especu-
lación, no podéis hacerlo.
Cuando os piden pan, lo que ofrecéis es una piedra.
No persistáis en vuestra ceguera hasta que la verdad
que Cristo enseñó esté tan muerta como vuestra teología
y el mundo haya perdido la luz.
¡Despertad, despertad! El mundo ya os ha rebasado,
apartando la cabeza con un gesto de desprecio.
107
Hacia la luz
¿Habéis pensado que las pocas mujeres y hombres

débiles que se reúnen para escuchar vuestra fría formali-
dad, vuestro credo ensangrentado, son aquéllos que
manejan el mundo hoy en día? ¿Preguntáis al que decide
entrar en vuestra organización si comprende lo que quie-
re decir «Busca primero el reino de Dios y su justicia divi-
na y, por añadidura, todo lo demás se te dará»?
¿Le preguntáis si entiende las frases «Vosotros sois
Dioses» y «El reino de los cielos está dentro de vosotros»?
¿O sólo os interesa saber si cree en el esquema de la sal-
vación, en que Jesús es el hijo único de Dios y en el
perdón de todos los pecados a través del dogma del sacri-
ficio sangriento de la cruz?
Debéis saber que la teología es sólo vuestra religión,
no es la Cristiandad. Vosotros sólo os concentráis en la
teología. La enfatizáis, pero no comprendéis ni practicáis
las verdades de Cristo.
¿Acaso pensáis que sois indispensables y que sabéis
toda la verdad?
De nuevo os digo, ¡Escuchadme! Porque el espíritu
debe ser salvado o, de lo contrario, retrocederemos a una
barbarie erudita, fría y científica que será mucho peor que
las oscuras eras que el mundo ha conocido hasta ahora.
Si no os llenáis de humildad y aprendéis, la Cristian-
dad morirá y, después de largos años, será remplazada por
el espíritu de Dios que alguien más traerá como respues-
ta a las súplicas.
108
Una disertación
Vuestro esquema de salvación es ridículo, es produc-

to de mentes bárbaras que nunca han sido iluminadas por
el espíritu de la sabiduría. No está de acuerdo con la pala-
bra que Jesús nos transmitió.
Vuestra teoría del hijo único es producto de la reli-
gión pagana de los romanos y no tiene relación alguna
con lo que Jesús nos enseñó.
Ambas teorías son producto de una era de barbarie y
son totalmente inadecuadas para las limpias mentes de la
vida moderna.
Pero eso no es lo peor. En vuestra ignorancia, im-
ponéis como requisito creer en lo que enseñáis para poder
alcanzar la vida eterna en paz, cuando, en realidad, ya
estamos viviendo ahora en la eternidad y la paz es pro-
ducto del descanso meditativo que llega a todo aquel que
lo busca. Que llega aquí y ahora, y dura para siempre.
Vosotros os preparáis para una vida futura y os
olvidáis de la vida que conocemos.
Vuestras mentes son las mentes de los escribas y fari-
seos que gritaron «Nosotros tenemos a Moisés como
nuestro padre, pero no conocemos a ese sujeto ni sabemos
de dónde vino», y se negaron a escuchar y a aprender.
Después os preguntáis ociosamente por qué las igle-
sias están vacías y por qué se ha perdido el respeto a la
Cristiandad.
Yo os digo que el Espíritu llega al corazón ahora, no
después de la muerte como vosotros afirmáis, y conduce
al hombre en cada momento de su vida. Lo guía en sus
109
Hacia la luz
negocios, en la religión y en el hogar, y le cubre todas sus

necesidades. No impone prohibiciones, mientras que
vosotros tenéis escrito un libro de todo lo que «no se debe
hacer» para regir hasta el más insignificante evento de la
vida.
Con estas restricciones, habéis envuelto las vidas de
los hombres en mortajas y habéis acallado al espíritu den-
tro de sus almas. Esto sucede tanto fuera de la iglesia
como dentro de ella.
Ésta es la era más grande que ha conocido la huma-
nidad. La filosofía de que el poder hace lo correcto, justi-
ficando todas las atrocidades en favor de los intereses del
poderoso, está en lucha con el Espíritu de la Justicia para
obtener la supremacía.
Lo espiritual está protestando contra la injusticia de
lo material, y vosotros, sobre quienes debería recaer el
peso de la batalla para obtener lo correcto, seguís vuestro
camino sin prestar atención.
Vuestras buenas intenciones y vuestra bondad de
corazón se empequeñecen con los sofismas y la evasión,
necesarios para poder sostener un credo insostenible.
No existe verdad en vuestro esquema de salvación, ni
en la trinidad ni el Hijo unigénito de Dios.
Porque os digo que si vuestra justicia no es mayor que la

de los escribas y los fariseos, no podréis entrar en el reino
de los cielos.
110
Una disertación
Os habéis aferrado a vuestra teología después de que

se ha probado que es falsa, y habéis tratado por todos los
medios de imponerla hasta obligar a los creyentes a alejarse.
Vuestra persecución de Galileo a fin de preservar un
mundo plano, y de Copérnico para salvaguardar vuestras
«señales y maravillas», no fue más enfática que vuestra
denuncia al hombre que, hoy en día, se atreve a resistirse
a vuestros esquemas de salvación y del Hijo unigénito de
Dios. Según vuestro punto de vista, los primeros eran
impíos en aquellos días, y el último es impío hoy.
¿Acaso no podéis entender lo absurda que es la idea
de un Creador todopoderoso que mueve constelaciones y
que, sin embargo, debe valerse del recurso de enviar a su
Hijo para salvar un mundo que él ha creado, dentro del
cual, por error, ha introducido la maldad? Lo infantil de
vuestras frases tan trilladas es deplorable.
Cualquier hombre normal, en este siglo XX, podría
crear un esquema más coherente. Sed honestos y renun-
ciad a esta idea. Los hombres de hoy en día piensan y exi-
gen saber.
En todo momento la ciencia se ha opuesto a la teo-
logía y, sin embargo, en cada ocasión esto ha servido para
mejorar la sociedad, sin dejar de apegarse a las enseñan-
zas de Jesús.
No existe conflicto alguno entre la ciencia y la reli-
gión cristiana. Es tan legítima como cuando Él predicó en
la cima de la montaña y siempre será auténtica porque es
la verdad.
111
Hacia la luz
Sí existe conflicto entre la ciencia y la teología; tam-

bién entre la cristiandad y la teología, y ésta última debe
ceder el paso.
Vosotros tomáis la teología, la ley moral, la religión,
la caridad, la sociología y la ética y, atándolas en un úni-
co fardo, la llamáis cristiandad.
La ley moral no es exclusiva de ningún credo, ni es
propiedad de ninguna secta.
No puede imperar una moralidad budista; ni puede
prevalecer una moralidad musulmana; tampoco una
moralidad cristiana. La moralidad es la moralidad; el rega-
lo de los Dioses a la humanidad, que es propiedad de
cada individuo. Dentro del consenso de lo que es la con-
ducta correcta, el budista puede coincidir con el mu-
sulmán; el musulmán puede verse reflejado en el cristia-
no; el cristiano puede coincidir con el ateo; y el científico
puede verse reflejado en todos, para aprobar juntos y en
armonía todo lo que es justo.
La religión es la creencia que vincula al hombre con
su Dios. El budista, el musulmán y el agnóstico pueden
ser tan profundamente religiosos como el cristiano.
La caridad se encuentra en todo el mundo y es pro-
ducto del individuo, sin importar su fe. Ha pertenecido a
la humanidad desde los inicios de la historia, así que la
cristiandad no puede reclamar su propiedad.
La ética, o ciencia del deber humano, no es propie-
dad exclusiva de ninguna secta, sino que pertenece al
mundo.
112
Una disertación
Es poca mi paciencia cuando afirmáis que todo lo

que vale la pena tener se deriva de vuestra fe particular.
Incluso las enseñanzas de Jesús fueron transmitidas
al mundo en diferentes intervalos históricos; en ocasio-
nes, mucho antes de que él viviera. Se trata del mensaje
de Dios a la humanidad, y podrá llegar a cualquier hom-
bre que encuentre la profunda paz mental que lo acerca a
la Vida Divina.
La interpretación de las enseñanzas de Jesús, al
entrar en nuestras vidas hasta en el más mínimo detalle,
determina el futuro de la raza.
Si tomamos estas enseñanzas en su sentido más ele-
vado y vivimos de acuerdo a ellas, se desarrollará una raza
poderosa, íntegra y valerosa. Cualquier interpretación que
sea menor, degenerará a la humanidad.
No se requiere de fe para su difusión, ni de misione-
ros para su divulgación. Estas enseñanzas nacen en los
niños, son divinas y se revelan a todos. Cuando la huma-
nidad desarrolle su intelecto, sus mejores y más elevadas
prácticas se desarrollarán intuitivamente. No matarás se
convertirá en no deberás odiar. Dicho en otras palabras, el
amor remplazará al deseo de matar y al deseo de odiar.
Si pudieran eliminarse los recuerdos de todos los cre-
dos pasados y presentes en todos los hombres, la ley
moral o el mensaje que Dios transmitió a la humanidad en
la montaña, permanecería como una guía de conducta.
Vosotros decís: «Nuestra Cristiandad debe ser legíti-
ma, pues miren cómo ha crecido».
113
Hacia la luz
Escuchad:
Gotama Sakyasinha encontró un campo particular-
mente fértil en Asia del sur para su Budismo y, ayudado
por la pureza de su vida y la vehemencia de su llamada, la
doctrina creció a pasos agigantados. Hoy en día, tiene
más adeptos que ninguna otra secta. Mahoma era un
hombre de fuego. Su energía envió un ejército triunfante
a través de India, Egipto, Marruecos y España. Los salva-
jes cristianos lo detuvieron en una terrible batalla en
Poitiers, Francia, y obligaron a retroceder a sus destroza-
das filas hasta España. El rey Carlos salvó a Europa de los
musulmanes y la ganó para la cristiandad. Si los árabes
hubieran ganado esa batalla, ahora estaríamos procla-
mando que Mahoma es el profeta de Dios, con el mismo
ímpetu que proclamamos que Cristo es el Hijo unigénito
de Dios.
Cuando los Cristianos declararon que Jesús era un
Dios, los musulmanes exclamaron: «¡Alá es Alá! y Maho-
ma su profeta». Entonces, ambos ejércitos, olvidándose
de las enseñanzas de amor y de los derechos de la huma-
nidad, desenvainaron sus espadas en una batalla de exter-
minio.
Cristo no fue crucificado para salvar al mundo, sino
porque sus preceptos no estaban de acuerdo con ley
Mosaica y despertaron la ira de los judíos ortodoxos. Esto
es lo mismo que sucede cuando un «ateo» es perseguido y
linchado en América. Jesús entendió esto. Cuando dijo
«No penséis que vine a traer paz a la tierra; no vine a traer
114
Una disertación
la paz, sino la espada», él tenía en mente el efecto que su

doctrina tendría en las mentes de los conformistas y sabía
que éstos se opondrían a ella. Esto fue lo que provocó Su
crucifixión. No fue ordenada por el Ser Supremo en un
esquema de salvación ni fue decretada por el Infinito en
un plan para salvar al mundo.
El que tenga oídos para oír, que oiga.
La doctrina de la Divinidad de Jesús hace verdadero

daño a la religión. Si Jesús era un hombre, podemos alber-
gar la esperanza de llegar a tener el tipo de mente que él
tenía, podemos aprender a desarrollar el estado emocio-
nal de paz en el que él encontró su sabiduría.
Si Jesús era Dios y nosotros somos hombres, esa es-
peranza se esfuma ya que nosotros, como subordinados,
nunca podremos encontrar a Dios en nosotros mismos.
«El que cree en Mí hará las mismas cosas que Yo
hago, y aún hará cosas mayores.» Si todo el lastre de la
teología fuera lanzado al mar y el barco fuera cargado sólo
con amor y bondad, sólo con justicia y verdad, y se
enseñara este postulado, la raza humana abarrotaría las
iglesias y pertenecer a la iglesia sería un privilegio. La teo-
logía está desprestigiada; pero no la Cristiandad. Su men-
saje nunca será desprestigiado porque está en armonía
con la voz que inspira. El espíritu del amor siempre está
en marcha en el mundo, purificando y ennobleciendo
nuestras mentes.
115
Hacia la luz
Nuestra religión nos sigue con lentitud. Todas las

generaciones consideran que alguna parte de la lúgubre y
deprimente teología ha desaparecido.
Nunca se escucha un comentario adverso acerca de
las cosas que Él nos enseñó. Sin embargo, sí escuchamos
denuncias constantes sobre el pensamiento teológico del
esquema de salvación, de la Divinidad de Cristo y del
Dios de tres cabezas.
La justicia y la verdad que el Ser Supremo ha infun-
dido en nuestras mentes nos han ayudado a rebelarnos
contra esas cosas.
Necesitamos la ayuda de todos los sacerdotes y pre-
dicadores honestos del mundo. Os suplico que aban-
donéis vuestra teología, que aprendáis la ley de la mente
y que desarrolléis al Dios que está en vuestro interior.
Entonces, podréis conducir a vuestra gente por el camino.
¿Queréis comprensión? Pasad una hora en la soledad
de vuestra habitación todos los días y descansad vuestra
mente y vuestro cuerpo en perfecto silencio, anhelando
conocer la verdad.
Así os llegará la guía que os conducirá a la sabiduría.
Los grilletes de las primeras enseñanzas se romperán y
Dios en el hombre se manifestará.
116
ÍNDICE
Credo ................................................................................. 11
Introducción ..................................................................... 13
Dios en el hombre ............................................................. 17
La eternidad está en el ahora ........................................... 27
El pensamiento y la acción del pensamiento ................... 39
La ley rige, no decreta........................................................ 51
La prosperidad a través del desarrollo............................... 61
Sugestiones ........................................................................ 75
Repeticiones y pensamientos aleatorios ........................... 77
Cualidades que deben desarrollarse .................................. 87
Un llamamiento................................................................. 99
Una disertación ................................................................. 107
117

Hacia La Luz

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TRIPA hacia la luz-corregido.

qxd 22/04/2010 10:59 Página 1

Si este libro le ha interesado y desea que lo mantengamos

Puede contactar con nosotros en

Título original: INTO THE LIGHT

Impreso en los talleres gráficos de Romanya/Valls

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta

editorial irio, s.a.

El New Thought —Nuevo Pensamiento— es una corriente

Dedicado a ese amor de y para la humanidad,

Esta filosofía nos enseña:

Que esta vida es una evolución perpetua.

La inspiración es algo común para la humanidad y

Cuando, en el inicio de los tiempos, el débil resplan-

llenaron sus sueños con pesadillas, invadiendo su alma

el pensamiento y todas las acciones representaban la bon-

lo tanto, no requería de un hijo para salvarlo. Tampoco el

Dentro del yo interno del hombre se encuentra todo

El hombre es cuerpo, mente y alma, o esa chispa divina

El cuerpo tiene una inteligencia propia que es inde-

Algunas personas, a causa de su naturaleza, tienen

Ningún acto de depravación, por muy grave que sea,

Zoroastro y Jesús, todos promulgaron ideas similares en

individualismo. A medida que van apareciendo las mara-

Entonces, llega un influjo del espíritu que nos vivifi-

Él no presta atención a las grandes ceremonias de

El impulso de un bosque primaveral puede enseñarte más

El mejor ejemplo de cómo la paz sobrepasa de una

Sereno, me cruzo de brazos y espero.

porque, ¿de qué sirve este paso apresurado?

No creas que Burroughs era un soñador inactivo o un

Las personas que no se respetan a sí mismas, que no

y un crecimiento gradual. Es posible que si se hace un

La eternidad está en el ahora

Sé honesto en el presente y serás honesto para siem-

Yo no me atrevería a arrancar a nadie el ídolo que ha

La eternidad está en el ahora

encuentra en paz, concentrada y llena de aspiraciones, este

mente infantil creerá todo lo que le enseñen. En cierta

La eternidad está en el ahora

quimera y una falsedad teológica; podemos convencer al

Es una actitud mental muy eficaz. Si adoptas el hábito de

La eternidad está en el ahora

El reino de los cielos ya ha sido encontrado y tú estás

Cuando recorramos el camino para alcanzar nuestro sueño

al obtener un tesoro tan querido,

Si el día en que se formuló nuestra teología, la cien-

La eternidad está en el ahora

Cristiandad, y piensa que hace una gran actuación de su

porque en esa búsqueda se encuentra el camino para

La vida es una evolución; nada es permanente por-

El cerebro es la parte del organismo a través de la

Se trata del material en bruto, un gran elemento del ego.

El pensamiento y la acción del pensamiento

vigoroso, la mente se fortalece. Si es lascivo, la mente se

algún pequeño éxito y regocijándose en este recuerdo,

El pensamiento y la acción del pensamiento

El otro tipo de pensamiento se desencadena en la

El pensamiento viene de acuerdo con nuestro estado

El pensamiento y la acción del pensamiento

recibirás un conocimiento bien definido de cómo actuar.

pierden. Se pierde el interés por la vida y ésta se hace casi

El pensamiento y la acción del pensamiento

que será amado y en quien se puede confiar. En este caso,