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PERUANO
(VERSIÓN REVISADA Y MEJORADA)
Jorge María Luzuriaga Chiappe
Abogado
RESUMEN
Este artículo hace un examen breve de cada una de las excepciones que se
pueden proponer en un proceso civil con diferentes efectos en el mismo
según la naturaleza de las mismas; también hace una breve referencia a las
defensas previas que, sin ser excepciones, se oponen y tramitan como
éstas, aunque su efecto es distinto pero parecido al que producen las
excepciones dilatorias, que suspenden la formación de la relación jurídica
procesal pero no la perimen, como ocurre con otras excepciones.
SUMMARY
This article makes a brief examination of each one of the exceptions that
can be proposed in a civil process with different effects in the same
according to the nature of the same; also makes a brief reference to the
previous defenses that, without being exceptions, are opposed and
processed like these, although their effect is different, but similar to the one
produced by dilatory exceptions, which suspend the formation of the
procedural legal relationship but do not perimen , as with other exceptions.
The so-called substantive defenses (compensation, division etc.) are
nothing more than means of defense that oppose the claim of the plaintiff,
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but not constituting formal defenses can not be considered exceptions in
the sense attributed to them by our Civil Procedural Code.
Un ejemplo puede ayudarnos a ver esto con mayor claridad: supongamos que
un sujeto es demandado y que la demanda está tan mal redactada
(particularmente el petitorio) que no llega a entenderse qué es lo que
pretende el demandante; en esta circunstancia el demandado acude a la
excepción de “Oscuridad o ambigüedad en el modo de proponer la demanda”,
fundándola en que tanto el petitorio como el resto de la demanda es
ininteligible, en cuyo caso el juez, si declara fundada la excepción, le otorgará
un plazo al actor para que subsane los defectos denunciados en ésta, y si éste
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no lo hace dentro de ese plazo perentorio anula lo actuado y da por concluido
el proceso, obviamente sin declaración sobre el fondo; pero si el actor subsana
los defectos advertidos por el demandante y, a su turno, por el juez que la
acoge, el proceso prosigue normalmente. Sobre esta excepción en particular
volveremos más adelante, pues, por razón del trámite común a todas las
excepciones, ésta en particular tiene efectos no queridos por el derecho
procesal ya que afectan el derecho de defensa del demando y proponente de
la excepción, según veremos cuando no ocupemos de la misma.
Estos son dos ejemplos de los efectos tan dispares que puede ocasionar una
excepción que se declara fundada, y están desarrollados en el art. 451 del
Código Procesal Civil bajo el epígrafe “Efectos de las excepciones” sobre el que
volveremos más adelante. Entonces, resumiendo, en un caso la excepción, por
su naturaleza, permite al demandante subsanar su error quedando,
entretanto, detenido el trámite del proceso si se declara fundada (al menos en
primera instancia) y, en otros, también por su naturaleza, perime
necesariamente el proceso, lo concluye sin declaración sobre el fondo, desde
luego.
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pie a que se interpusieran excepciones sin fundamento alguno con la única
finalidad de demorar el trámite del proceso, mala práctica que acabó cuando
se modificó la forma de tramitarse las mismas: en cuaderno separado sin
afectar el desarrollo del cuaderno principal, tal cual se tramitan ahora según
el Código de 1993.
Para finalizar este punto, hay que tener en cuenta que en nuestro sistema
procesal civil las excepciones no detienen el curso del proceso principal
porque se tramitan en cuerda separada, pero sí pueden demorar, en la
práctica, el saneamiento del proceso, en tanto no sean resueltas en última
instancia.
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separado, el juez le corre traslado al actor y absuelto que sea éste recién está
en capacidad de resolver la excepción, lo que en la práctica puede ocurrir
cuando ya se encuentra vencido el plazo para contestar la demanda. Esto
coloca al demandado en una situación paradójica porque, en efecto, mientras
se resuelve la excepción debe contestar la demanda dentro del plazo de ley, a
pesar que por su obscuridad o ambigüedad no llega a entenderse qué es lo
que pretende el demandante, porque de no contestarla corre el riesgo que la
excepción se declare infundada y se tenga por contestada la demanda en
rebeldía. No cabe duda que esta excepción, así legislada, recorta el derecho
de defensa del demandando. Sobre esto volveremos más adelante, cuando
nos ocupemos particularmente sobre esta excepción.
Sin embargo, las defensas previas, que se proponen como las excepciones,
tienen una finalidad diferenciada de éstas. A manera de ejemplo, el artículo
455 del CPC enuncia dos de ellas: el beneficio de inventario y el beneficio de
excusión; su interposición ocasiona el efecto de suspender el trámite del
proceso hasta que se cumpla el tiempo o el acto previsto como antecedente
necesario para el ejercicio del derecho de acción, conforme a lo preceptuado
en el artículo 456 del mismo código. En consecuencia, si se declara fundada la
defensa previa no se perime el proceso, pero sí lo estanca hasta que se decida
sobre la misma. Por ejemplo, el beneficio de división, que vamos a ver más
abajo, tiene el efecto de obligar al acreedor a replantear su demanda, pues el
deudor mancomunado no puede responder por el total de la obligación, lo que
ocasiona que el actor deba demandar a los demás deudores o, lo que es lo
mismo, debe replantear su demanda comprendiendo en la misma a los
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deudores faltantes (lo que constituye un caso de litisconsorcio pasivo
necesario).
El artículo 661 del Código Civil establece que “El heredero responde de las
deudas y cargas de la herencia sólo hasta donde alcancen los bienes de ésta”;
esto es lo que se conoce con el nombre responsabilidad intra vires hereditatis.
El principio es que nadie puede ser compelido a asumir una deuda contra su
voluntad, pues es violatorio de su libertad de contratación.
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Otra defensa previa es el llamado “beneficio de competencia”, que nuestro
Código Civil no ha receptado, pero sí otros códigos americanos, que es definido
por el artículo 1684 del Código civil colombiano de la siguiente manera: “… es
el que se concede a ciertos deudores para no ser obligados a pagar más de lo
que buenamente puedan, dejándoseles, en consecuencia, lo indispensable
para una modesta subsistencia (es decir, para vivir competentemente), según
su clase y circunstancias, y con cargo de devolución, cuando mejoren de
fortuna”. Según el mismo código, en ciertas circunstancias el beneficio de
competencia es obligatorio, es decir, que el acreedor no puede rehusarse a
concederlo.
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en los códigos sustantivos, primordialmente en el Código Civil. Pero lo cierto
es que tienen que estar contempladas en la ley como beneficios para ser
opuestas como defensas previas. No obstante, por el principio de libertad
contractual (libertad de configuración interna de un contrato), las partes
podrían establecer alguna condición a cargo de una de ellas cuyo
cumplimiento previo sea requisito para poder demandar, sin que ello llegue al
extremo de afectar el derecho de acción que todos tenemos para acudir al juez
natural para zanjar la controversia).
Piero CALAMANDREI decía que “Los presupuestos procesales son los requisitos
necesarios para que pueda constituirse un proceso válido, o una relación
(jurídica) procesal válida”. Los presupuestos procesales son requisitos que
deben ser observados antes de que surja la relación procesal, en tanto que
los presupuestos materiales son requisitos necesarios después de la traba
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procesal (que se produce luego del traslado de la demanda). Los presupuestos
procesales son entonces los antecedentes necesarios para que el juicio tenga
existencia jurídica y validez formal. En términos generales, se entiende por
presupuestos procesales las condiciones que se requieren para que la relación
jurídica procesal nazca, se desenvuelva y culmine con una sentencia de mérito.
Su ausencia produce un fallo inhibitorio que no hace tránsito a cosa juzgada.
Por eso, antes de entrar de lleno a ocuparnos de las excepciones, es
importante tener en claro el concepto de los llamados presupuestos
procesales que se vinculan íntimamente con algunas de las excepciones que
vamos a ver; de ordinario se los clasifica de la siguiente manera:
a) la demanda en forma (que cumpla los requisitos del art. 424 del
CPC);
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3.2 Los presupuestos procesales de forma y las condiciones de la acción.
Para poder reclamar la actividad del órgano jurisdiccional la persona, sea física
o jurídica, debe tener la capacidad que las leyes requieren de ellas para
proceder en tal sentido; es lo que se conoce como legitimación procesal
(legitimatio ad procesum) o capacidad para comparecer ante un juez y
entablar la demanda.
Los menores de edad, como sabemos, son representados por sus padres, que
ejercen la patria potestad, o por un tutor, mientras que los mayores de edad
incapacitados para ejercer sus derechos son representados por un curador.
Sobre su nombramiento y facultades nos remitimos a las normas del Código
Civil, que contemplan ambos aspectos.
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contar con capacidad procesal como cualquier persona física. La Ley General
de Sociedades presume que el Gerente tiene los poderes para representarla,
según el artículo 14 de la misma.
Como es sabido, en el Derecho Internacional Privado dos son los aspectos que
es necesario despejar desde el inicio para saber cómo solventar un caso que
envuelve una relación entre particulares de dos o más países: 1) establecer
cuál es la ley aplicable, es decir si es la nacional o la extranjera (o, también,
cuál de las dos leyes extranjeras) y 2) cuál es la jurisdicción a la que debe
someterse el conflicto (de qué país). Establecida esta última, se determina
luego cuál es el juez y tribunal competentes, es decir, quienes son los llamados
a solventar la causa en la jurisdicción correspondiente.
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El derecho de acción (y el de defensa) es una garantía constitucional que nos
permite acudir al órgano jurisdiccional para solicitar su intervención en la
solución de un conflicto de intereses o para el esclarecimiento de una
incertidumbre jurídica; esta garantía de rango constitucional (art. 139 inc. 3 de
la Constitución Política) está receptada en el artículo I del Título Preliminar del
Código Procesal Civil en los siguientes términos:
Art. I
Ahora bien, para solicitar esa tutela jurisdiccional hay dos requisitos que son
los llamados condiciones de la acción:
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El código procesal establece cuáles son las únicas excepciones que pueden
proponerse; son, pues, numerus clausus y están enunciadas en el art. 446 del
CPC que pasamos a revisar a continuación:
3.3.1 Incompetencia.
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Se establece que la incompetencia del juez por razón de materia,
cuantía, grado, turno y territorio (cuando ésta es improrrogable) debe
declararse de oficio –como regla general– al momento de calificar la
demanda. No obstante, el juez, de manera excepcional, podrá declarar
su incompetencia en cualquier estado y grado del proceso; así lo
establece la modificación del artículo 35 del CPC.
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incompetencia de un juez o tribunal volveremos a ocuparnos cuando tratemos
la excepción de su propósito.
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Esto atañe a uno de los presupuestos procesales, porque la persona que
comparece al proceso tiene que contar con la capacidad suficiente para
intervenir en el mismo, es decir debe contar con un poder idóneo.
De acuerdo con el art. 80 del tantas veces citado código, en el primer escrito
que se presenta se puede otorgar al abogado las facultades generales de
representación procesal del art. 74. Esto es algo que debe corregirse, pues si
la parte decide cambiar de abogado ya no puede otorgarle al nuevo abogado
patrocinador dichas facultades, dado que no se trataría del primer escrito que
se presenta al proceso y, lamentablemente, los jueces son muy estrictos en su
aplicación. Además, no tiene sentido que sólo pueda nombrarse al
representante en el primer escrito que se presenta e importa un recorte al
derecho de defensa de la parte que se vería obligada a concurrir al juzgado a
otorgar un poder por acta o mediante una escritura pública, con todo lo que
ello significa en materia de tiempo perdido y dinero.
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Cuando esa excepción se declara fundada, el juez le otorga un plazo al
demandante para que subsane el defecto, bajo apercibimiento de dar por
concluido el proceso.
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(i) que sean de competencia del mismo juez;
(ii) que las pretensiones no sean contrarias entre sí, salvo que sean
propuestas en forma subordinada o alternativa;
(iii) que sean tramitables en una misma vía procedimental.
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entretanto el proceso principal continúa su marcha y la demanda debe
contestarse dentro del plazo previsto para cada vía procedimental, lo que en
la práctica importa que el demandado se verá obligado a contestar una
demanda que es obscura o ambigua y que ha cuestionada formalmente por
tales motivos, de manera tal que debe defenderse de las pretensiones que se
han hecho valer en esta demanda defectuosamente propuesta, y en el caso de
declararse fundada la excepción, deberá defenderse una segunda vez, con el
agravante que el demandante, bajo pretexto de subsanar los defectos
advertidos por el juez y señalados en el auto resolutorio, puede variar la
fundamentación o los hechos que sustentan la pretensión o las otras
pretensiones si existe más de una, lo que lo coloca en una situación de ventaja
respecto del demandado que ya mostró sus armas la contestar la demanda.
Esta situación tiene que ser materia de una modificación cuanto antes, porque
son muchos los casos en que se presenta esta excepción y muchos los casos
en que los jueces toleran cambios en la demanda que van más allá de los
defectos que se le ha ordenado subsanar al actor en el auto resolutivo.
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La excepción de la que no estamos ocupando procede en los casos en que la
vía administrativa no se ha agotado y, por lo tanto, no existe una resolución
final en sede administrativa que cause estado; sin el agotamiento previo de
esta vía procede que la entidad administrativa proponga la excepción, en cuyo
caso, si el juez la declara fundada, el proceso queda perimido y se manda a
archivar los actuados. Desde luego, quedan descartados los casos en que la
resolución administrativa causa estado porque el administrado no ha
empleado todos los medios impugnativos a su alcance para dejarla sin efecto
y, por el contrario, ha consentido en ella.
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esto consiste la excepción que estamos examinando: no habiéndose agotado
la vía administrativa no puede demandarse a la entidad administrativa en sede
judicial, y si a pesar de ello se le demanda en ésta, el demandado puede
oponer esta excepción, al no haberse agotado la vía administrativa mediante
el dictado de la resolución final que causa estado luego de haber interpuesto
en esa vía todos los recursos que la ley le franquea (reconsideración,
apelación), pues de otra manera queda como que ha consentido lo resuelto y
así queda impedido de acudir a sede judicial para que haga el examen de
legalidad correspondiente (que no se limita a la legalidad del proceso, sino que
también abarca la interpretación de la prueba producida en sede
administrativa).
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La legitimidad para obrar se relaciona íntimamente con los conceptos de
relación jurídica sustantiva y relación jurídica procesal, también expresados
arriba. Así, en un proceso hay legitimidad para obrar cuando las partes
materiales, es decir, las conformantes de una relación jurídica sustantiva, son
también las partes en la relación jurídica procesal.
En un artículo que publiqué hace unos años (2014) bajo el título de “LA
TRASLACIÓN DE LA RELACIÓN JURÍDICA MATERIAL A LA RELACIÓN JURÍDICA
PROCESAL COMO ANTECEDENTE NECESARIO DE ESTA ÚLTIMA” decía que la
relación jurídica material o sustantiva, que precede siempre a la relación
jurídica procesal a la que se traslada, puede ser de naturaleza variada. Así, por
ejemplo, las relaciones obligatorias creadas por los contratos o por actos
jurídicos unilaterales recepticios o no recepticios; las que nacen de la
responsabilidad contractual o extracontractual, por las que una persona se
encuentra en el deber de prestar una conducta determinada en beneficio de
otra; las relaciones jurídicas de carácter real, en virtud de las cuales una
persona ostenta un derecho erga omnes respecto de la cosa; las relaciones
familiares, que son objeto de un tratamiento normativo especial en razón a la
naturaleza de la institución familiar en la sociedad; las relaciones hereditarias,
conectadas al fenómeno de la herencia: derechos y deberes de los herederos
entre sí y con los demás, etc.
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competencia del juez. Luego, cuando el juez admite la demanda y emplaza al
demandado, se amplía la relación jurídica, porque el demandado tiene la
obligación de comparecer al proceso y, recién entonces, se puede decir que se
completa el traslado de la relación jurídica material al proceso. Esto no obsta,
sin embargo, para que, luego, puedan incorporarse a dicho proceso otros
sujetos, ya sea porque, a pesar de formar parte de la relación sustantiva, no
fueron demandados (caso de los litisconsortes pasivos necesarios), ya porque
piden su incorporación al mismo como litisconsortes facultativos, o como
terceros coadyuvantes, concurrentes o excluyentes, así como también
algunos sujetos pueden resultar excluidos de la relación jurídica procesal
porque su intervención ya no es necesaria, como ocurre en los casos de
extromisión y, aunque de otro modo, ocurre también en los casos de sucesión
procesal.
Lo cierto es que hay una serie de situaciones que, a lo largo del proceso, hacen
que la relación procesal se modifique, sea por la incorporación de nuevos
sujetos procesales, sea por la exclusión de alguno de ellos; como hemos visto,
durante el desarrollo del mismo se suceden una gama de relaciones jurídicas
que, por producirse dentro del proceso, se denominan relaciones jurídicas
procesales.
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La legitimidad para obrar siempre es materia de análisis en los procesos; de
ahí que muchas sentencias declaran improcedente la demanda cuando la
relación jurídica material o sustantiva no se ha trasladado a la relación jurídica
procesal. Desde luego, la falta de legitimación para obrar puede ser advertida
liminarmente por el juez, declarando de plano su improcedencia, o al tiempo
del despacho saneador del proceso, es decir cuando se dicta el auto de
saneamiento procesal; esto está contemplado en el artículo 468 del CPC.
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En el otro lado, en el del litisconsorcio activo necesario, debe tenerse presente
que no puede obligarse a nadie a litigar, de modo tal que esta situación se
presenta muy raramente en la vida real, precisamente por ese motivo. Esta
ausencia de necesidad de que concurran dos o más como demandantes se ve
plasmada, por ejemplo, en el caso de la sociedad de gananciales, en que
cualquiera de los cónyuges puede demandar en representación de ésta sin
necesidad de que concurra el otro cónyuge ; también en el de la copropiedad,
que permite a cualquiera de los condóminos demandar individualmente, sin
el concurso de los demás; en el caso de varios acreedores de un mismo
deudor; en la defensa de intereses difusos, etc.; hay más casos, desde luego,
pero estos ilustran el punto que queremos destacar, esto es, que un individuo
que comparte un derecho con otro u otros no puede ser compelido a buscar
el concurso de los demás derechohabientes para demandar, porque eso
recorta su derecho irrestricto de acceso a la justicia, con violación de la
respectiva garantía constitucional.
3.3.7 Litispendencia.
Los efectos que produce la pendencia del proceso son varios: uno de ellos es
la prohibición de seguir otro proceso posterior en el que se dé la triple
identidad exigible para apreciar la cosa juzgada material excluyente,
prohibición que puede denunciarse a través de la excepción que estamos
examinando.
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BAJO EL PRINCIPIO IURA NOVIT CURIAE”, decía lo siguiente: “…la demanda
tiene dos elementos netamente diferenciables: el petitorio (petitum), que es lo
que se pide al juez, y la causa para pedir (causa petendi), que, a la vez, se divide
en fundamentos de hecho y fundamentos de derecho. El petitorio es el objeto
de la pretensión, el pedido que hace la parte al juez; la causa petendi es la
causa de la pretensión que se hace valer, las razones o fundamentos fácticos y
jurídicos que sustentan el pedido concreto de las partes”.
Pues bien, estos dos elementos de la demanda tienen que estar presentes en
el nuevo proceso que se incoa para que, junto a la identidad de sujetos, exista
litispendencia. Obviamente las variantes circunstanciales que carecen de
relevancia para identificar estos dos elementos no se toman en cuenta,
precisamente por ser irrelevantes.
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cosa juzgada. Cuando una sentencia pasa en autoridad de cosa juzgada no
queda sino ejecutarla. Como las sentencias son de condena, declarativas y
constitutivas se ejecutan de diferentes formas, aunque propiamente las únicas
sentencias que requieren ejecutarse son las de condena.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que la cosa juzgada puede ser revisada
en sede constitucional y así lo señala el fundamento 7 de la misma sentencia
del Tribunal Constitucional que citamos arriba, que dice: “…que (las)
resoluciones que ponen fin a un proceso judicial, (y) que tienen la virtualidad
de producir efectos de cosa juzgada pueden ser cuestionadas a través de
procesos constitucionales (amparo o hábeas corpus contra resolución judicial).
De este modo, es posible afirmar que la calidad de cosa juzgada que ostenta
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una resolución está supeditada a que no atente contra derechos
fundamentales u otros principios o valores de la Constitución”
El art. 123 del CPC establece que una resolución adquiere la autoridad de cosa
juzgada cuando:
El desistimiento de la parte demandante puede ser del proceso (art. 343 del
CPC), en cuyo caso lo que acaba es ese proceso iniciado con la introducción de
la demanda, pero sin afectarse la pretensión, la que puede hacerse valer otra
vez a través de un nuevo proceso, o puede ser de la pretensión (art. 344 del
CPC), en cuyo caso no solo acaba el proceso sino que, una vez aprobado el
desistimiento de la pretensión por el juez, produce los efectos de una
demanda declarada infundada con autoridad de cosa juzgada y, a diferencia
del primero, no requiere de la conformidad del demandado (cuando el
demandado ha sido notificado con la demanda, el desistimiento del proceso
requiere de su aquiescencia).
Sin embargo, hay que determinar las tres identidades: de partes, pretensión y
de interés para obrar, Ej. En el proceso que se produjo el desistimiento de la
pretensión procesal, por desalojo de un inmueble basado en la causal de falta
de pago por arrendamientos, en el 2do. Proceso acudiera al desalojo por
vencimiento del contrato de arrendamiento, no habrá identidad de petitorios;
por consiguiente la pretensión que se dedujera en el 2do proceso seria
improcedente.
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3.3.10.1 Conciliación.
Antes de ser modificados los artículos correspondientes (arts. 468 y 469) que
establecían, respectivamente, que luego de expedido el auto que declaraba
saneado el proceso o subsanados los defectos advertidos, el Juez fijaba día y
hora para la realización de la audiencia conciliatoria, y que esta audiencia tenía
por finalidad principal propiciar la conciliación entre las partes, esta diligencia
se daba todos los procesos de cognición (de conocimiento, abreviado y
sumarísimo) y consistía en que el juez instaba a las partes a conciliar sobre las
pretensión/es hecha/s valer por el demandante y resistida/s por el
demandado; adicionalmente los jueces de primera instancia tenían la facultad
para ordenar un comparendo en cualquier estado del juicio y procurar por este
medio la conciliación de las partes.
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sociedad de gananciales y otras que deriven de la relación familiar, sólo son
conciliables los derechos de libre disposición”.
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obligatoriedad como paso previo a la interposición de la demanda que, si no
va acompañada del acta respectiva, se declarará improcedente.
Si ocurre que las partes llegan a un acuerdo conciliatorio, ese acuerdo tiene la
autoridad de cosa juzgada una sentencia y debe cumplirse al igual que una
sentencia pasada en esa autoridad, de modo que ya no es posible que una de
las partes entable una demanda que verse sobre lo que ha sido materia de esa
conciliación. De hacerlo, la contraparte puede deducir la excepción que
estamos examinando, la cual, una vez declarada fundada, le pone fin al
proceso de manera definitiva.
3.3.10.2 Transacción.
Acá surge una duda, pues si la transacción homologada tiene el valor de una
sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada ¿no sería lo propio oponer la
excepción de cosa juzgada? Sin embargo, tener el valor de una sentencia
ejecutoriada es una cosa y otra es decir que la transacción se ejecutará como
una sentencian ejecutoriada, pero lo cierto es que no ha habido sentencia
firme que ponga fin al proceso en el que se hace valer (pues de otro modo se
trataría de un proceso concluido donde ya no es posible transigir sino que lo
que cabe hacer es pactar sobre la forma de ejecutar el fallo, o condonar parte
de la obligación, o novarla, o prorrogarla, etc., conforme al art. 330 del Código
Procesal Civil (cuyo epígrafe es “Acto jurídico posterior a la sentencia”),
porque la transacción es una forme especial de conclusión del proceso, y si
este ya ha concluido por sentencia firme no cabe transigirlo, pues no puede
concluirse dos veces la misma cosa. La cosa juzgada supone una sentencia que
haya quedado firme, lo que implica que existe un pronunciamiento de fondo
final que resulta inimpugnable, por haberse agotado todos los recursos o por
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haber consentido el vencido al dejar transcurrir el plazo sin impugnarla la
sentencia.
El art. 1312 del CC. establece que la transacción judicial se ejecuta de la misma
manera que la sentencia y la extrajudicial en la vía ejecutiva; esto último
concuerda con el inciso 8 del art. 688 del CPC. (Proceso Único de Ejecución).
Según el artículo 690-B es competente para conocer los procesos con título
ejecutivo de naturaleza judicial el Juez de la demanda, de manera tal que
cuando se trata de ejecutar la transacción, sea judicial o extrajudicial, es el juez
donde fue incoada la demanda el competente para ejecutarla.
3.3.11 Caducidad.
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la condena por delito doloso mayor de dos años, caduca a los seis meses de
conocida la causa por el cónyuge ofendido, etc.
Una última acotación respecto de los plazos de caducidad: éstos, al igual que
los plazos de la prescripción extintiva, siempre los fija la ley y nunca pueden
nacer como consecuencia de la voluntad de los particulares, los que pueden
establecer plazos para el cumplimiento de determinados hechos que de no
producirse antes de su vencimiento pueden acarrear consecuencias jurídicas
pero que nunca conllevan los efectos de los plazos de caducidad ni de los de
la prescripción extintiva.
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Sin embargo, desde hace algunos años esta tesitura cambió radicalmente,
pues la judicatura estimó que los actos propios de la admisión a trámite de la
demanda y de la notificación de la misma al demandado, constituían
externalidades que no dependían en absoluto de la voluntad del demandante,
por lo cual no podía recaer en éste el gravamen que el aparto judicial
cumpliera con notificar al demandando en tiempo oportuno y, así, cambió la
norma para interpretar, a pesar de su claridad, que el plazo de la prescripción
extintiva se interrumpía con la presentación de la demanda (tal cual ocurre
con el plazo de caducidad).
(…)
En resumidas cuentas, no queda sino tener presente que el decurso del plazo
prescriptorio se interrumpe ahora desde que se introduce la demanda, y no ya
desde la notificación con la misma al demandado. Desde luego, teniendo en
cuenta este nuevo criterio. lo mejor sería que el acreedor intimara al deudor
para constituirlo en mora, si fuera el caso, pues con el sistema judicial
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colapsado que todos los días sufrimos los abogados litigantes, y con los
rechazos constantes de las demandas por pequeñeces, lo más probable es que
el proceso de admisión y notificación de la demanda insuma entre tres y cinco
meses.
Hay que agregar que esta es una tendencia que venían observando los jueces
desde mucho antes de esta sentencia casatoria, con el argumento que no es
razonable que el demandante asuma la gran demora que existe a nivel del
aparato judicial para dar providencia a una demanda y, en muchos casos, para
admitirla a trámite, ya que en muchísimos casos los jueces las declaran
inadmisible por cualquier motivo, lo que atrasa aún más su tramitación y el
emplazamiento al demandado.
Es cierto que en este caso se trató de hacer valer la interrupción del plazo de
la prescripción extintiva en uno de los dos supuestos del inciso 3 del artículo
1996, ya que se validó la interrupción de la prescripción en función al segundo
supuesto contemplado en dicho inciso, en consideración a que había mediado
“otro acto con el que se notifique al deudor” .
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El convenio arbitral es aquel por el cual las partes acuerdan someter las
controversias que surjan de la interpretación o ejecución de un contrato a la
decisión de un árbitro único o de un tribunal arbitral. El arbitraje puede ser de
conciencia o de derecho; en el primer caso los árbitros no requieren ser
abogados, porque no van a laudar en función a las normas positivas, sino
subjetivamente (la antigua fórmula señalaba que resolvían según su leal saber
y entender), en tanto que en el arbitraje de derecho se requiere
necesariamente la presencia de abogados, pues los árbitros están vinculados
por las normas del derecho positivo y deben aplicarlas, es decir, resolver la
controversia conforme a derecho, tal como lo haría un juez, y no a su entender,
como lo haría un árbitro de conciencia (también llamado amigable
componedor). Es importante señalar que el laudo emitido por árbitros de
conciencia no es apelable, pues la decisión emitida no tiene que ajustarse a
derecho, en tanto que en el arbitraje de derecho pueden pactarse que el laudo
sea revisado en sede judicial, porque los árbitros actúan como lo haría un juez.
Desde luego, en función al principio de libertad de contratación, las partes
pueden pactar que el laudo sea irrevisable en sede judicial.
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acta; consecuentemente, nada le impediría acudir a sede judicial y, lo que es
más, esa parece ser la única vía para impugnarlo con la que cuenta el tercero.
A pesar de lo dicho en cuanto a que los arbitrajes del Centro son de derecho,
el art. 11 del Reglamento, en el inciso 3, establece que “El Tribunal Arbitral
decidirá en equidad o en conciencia, sólo si las partes le han autorizado
expresamente para ello”.
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Los artículos 447 y 455 y del CPC establecen, respectivamente, que las
excepciones y las defensas previas se proponen conjuntamente y dentro del
plazo de 10 días si se trata de un proceso de conocimiento; de 5 días si se trata
de un proceso abreviado y al contestar la demanda si se trata de un proceso
sumarísimo (para lo cual hay 5 días de plazo).
Este artículo nos remite al Capítulo V del Título VIII del Código Procesal Civil,
que bajo el epígrafe “Documentos” trata todo lo relativo a los medios
probatorios documentales.
Esta definición abarca no solo los documentos instrumentales (tales como los
medios escritos), sino también todos los medios que existen para documentar
un hecho, tales como fotografías, grabaciones de voz y de videos, etc.
41
Cuando las excepciones se pretendan probar por medios documentales que
ocasionen cuestiones probatorias tales como, por ejemplo, la tacha de
falsedad del documento, que solo puede solventarse mediante la intervención
de peritos, no procederá tampoco en los procesos sumarísimos y ejecutivos,
que requieren que los medios probatorios sean de actuación inmediata.
Los efectos están precisados en el artículo 451 del CPC y son de dos tipos: uno
tiene, como hemos visto a lo largo de este artículo, por efecto la suspensión
del proceso hasta que se subsanen los vicios advertidos por el proponente y el
juez que declaró fundada la excepción, y para eso el demandante cuenta con
un plazo perentorio que le fija la ley o el juez, y el otro tipo de efecto es el que
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afecta la existencia del proceso como tal y lo perime, de manera tal que éste
concluye definitivamente al anular todo lo actuado en el mismo. Claro está
que como la excepción no importa una declaración sobre el fondo de la
controversia, el demandante podrá incoar una nueva demanda, pero ya
advertido de lo que va a sucederle cuando la excepción propuesta es de
carácter perentorio.
Entre las primeras tenemos hasta cuatro excepciones que pasamos a enunciar:
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4) “Falta de legitimidad para del demandado”
En estos cuatro casos, vencidos los plazos señalados sin que se haya cumplido
con lo ordenado, el juez declarará la nulidad de lo actuado y la conclusión del
proceso y mandará a archivar los actuados una vez que el auto haya pasado
en autoridad de cosa juzgada. Estas excepciones. que tienen como un primer
efecto suspender el proceso son, sin duda, excepciones dilatorias, porque si
ocasionan la suspensión del proceso lo que están haciendo es dilatarlo.
Las demás excepciones, que son nueve, de ser declaradas fundadas acaban
con el proceso, lo perimen, de manera tal que el demandante debe iniciar otro
proceso, en los casos que sea posible, si quiere insistir en el objeto de la
demanda con que inició el proceso aniquilado.
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2) la de “Falta de Agotamiento de la vía administrativa”, que por proponerse
en los casos que existe un procedimiento administrativo que no ha causado
estado, acaban con el proceso entablado en sede judicial, pues no es posible
suspenderlo hasta tanto se decida la cuestión en sede administrativa; 3) la
“Litispendencia”, que hace imposible la continuación del nuevo proceso
habiendo ya uno en trámite; 4) la “Cosa juzgada”, que también hace imposible
que se tramite un nuevo proceso sobre algo que ya ha sido materia de un
pronunciamiento judicial que ha pasado en autoridad de cosa juzgada, por
aplicación del principio non bis in eadem, que prohíbe el doble juzgamiento de
lo mismo; 5) el “Desistimiento de la pretensión”, por razones obvias, 6) la
“Conclusión del proceso por conciliación o transacción”, porque en ambos
supuestos se pone fin al proceso con un acuerdo que adquiere autoridad de
cosa juzgada, por lo que sólo cabe ejecutar dicho acuerdo; 7) “Caducidad”
porque el derecho que se ejercita no existe al haber transcurrido el plazo
establecido en la ley para ejercitarlo; 8)”Prescripción extintiva”, porque la
acción para ejercitar el derecho está perimida y el demandado lo hace valer; y
9) el “Convenio arbitral”, que sustrae a las partes de la jurisdicción ordinaria y
las obliga a someterse a un arbitraje, ya sea de conciencia o de derecho, siendo
este último el más común, como hemos visto.
Los hechos que configuran excepciones no pueden ser alegados como causal
de nulidad por el demandado, que pudo proponerlos como tales en la
oportunidad procesal correspondiente.
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Sin embargo, es preciso aclarar ciertos casos que se presentan con alguna
frecuencia, como el caso de la litispendencia y el de la cosa juzgada, así como
el de la falta de legitimidad para obrar activa.
Sucede que el demandado deja pasar el plazo para proponer alguna de las
excepciones que conllevan los supuestos de hecho que hemos mencionado,
pero el proceso en curso no puede subsistir a pesar de ello, pues se vulneraría
el orden público y muchos principios procesales, y hasta garantías de orden
constitucional.
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en la sentencia, es decir luego de tramitado todo el proceso, y de lo que se
trata es que se decida antes, de una vez, para evitar proseguir un proceso que
acabará con un fallo inhibitorio.
La nulidad como remedio pretende curar un vicio que afecta gravemente al
proceso como si de una enfermedad se tratara. De no remediarse a tiempo tal
vicio el proceso está condenado a perecer, pues un fallo inhibitorio representa
la muerte del proceso como tal y, como ya dijimos, una enorme pérdida de
tiempo y esfuerzo para los litigantes y para el juez. Sufre el sistema de justicia
y sufren los justiciables.
Hay, sin embargo, otros hechos que constituyen excepciones no pueden dar
lugar a remedio alguno, como la prescripción extintiva que no se hizo valer en
su momento, o la conciliación o la cláusula arbitral, o la oscuridad o
ambigüedad en el modo de proponer la demanda, que a pesar de no haberse
propuesto como excepciones en su oportunidad procesal no producen como
efecto la nulidad del proceso, el que pude continuar y ser resuelto mediante
una sentencia de mérito.
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para obrar y sin ésta no se puede establecer una relación jurídica procesal
válida, que es el presupuesto insoslayable para dictar una sentencia de mérito
que le ponga fin al conflicto de intereses o a la incertidumbre jurídica.
6. CONCLUSIONES.
6.1 Las excepciones son defensas formales que opone el demandado para
impedir la formación de un proceso válido; atacan la relación jurídica procesal
que pretende formarse válidamente (con la introducción de la demanda) para
poder emitir una sentencia de mérito. En el otro lado del espectro, la
contestación de la demanda, aun cuando importe su contradicción (lo que
ocurre generalmente), expresa la voluntad del demandando de someterse al
proceso y al resultado del mismo a través de una sentencia de mérito.
6.3 Las defensas previas, si bien se oponen y tramitan como las excepciones
tienen todas, a diferencia de estas últimas, el mismo efecto: suspenden el
proceso hasta que se cumpla el tiempo o el acto previsto como antecedente
para el ejercicio del derecho de acción. Entretanto, el derecho queda en
suspenso. Esto significa que la demanda no produce los efectos propios de su
interposición y admisión a trámite, en la medida que sus efectos quedan
suspendidos hasta que se cumpla esa condición.
6.4 Los hechos que configuran ciertas excepciones son de tal naturaleza que,
aunque no se hagan valer como excepciones por el demandado, el juez debe
de oficio subsanar el vicio que configura la existencia de tales hechos pues, de
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lo contrario, tendrá que declarar la inexistencia de una relación jurídica
procesa válida o, en su momento, dictar una sentencia inhibitoria, con la
pérdida de tiempo que ello ocasiona y los efectos colaterales que puede
producir una declaración inhibitoria dictada luego de tramitado el proceso,
como, por ejemplo, la prescripción o la caducidad de la acción, etc.
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6.8 El trámite de la excepción de oscuridad o ambigüedad en el modo de
proponer la demanda debe modificarse de manera tal que esta excepción
suspenda el trámite del proceso mientras no se subsanen los defectos
advertidos por el proponente y acogidos por el juez en el auto en que ordena
al demandante que subsane dichos defectos. Lo contrario, es decir, mantener
el trámite actual importa, en la práctica, que el demandado se vea en la
necesidad de contestar una demanda que considera oscura o ambigua, porque
eso quiebra el principio de igualdad de armas y afecta seriamente su derecho
de defensa. Esto sucede porque actualmente la excepción se resuelve, por
razón de su trámite (traslado, contestación, actuación de pruebas en algunos
casos, y resolución) luego de vencido el plazo que tiene el demandado
(proponente de la excepción), para contestar la demanda.
Esta es una tendencia que venían observando los jueces desde mucho antes de
esta sentencia casatoria, con el argumento que no es razonable que el
demandante asuma la gran demora que existe a nivel del aparato judicial para
dar providencia a una demanda y, en muchos casos, para admitirla a trámite,
pues en muchos casos los jueces las declaran inadmisibles por cualquier motivo
(por ejemplo, no presentar la papeleta de habilitación del abogado patrocinador,
lo que, además, es un exigencia irregular pues no está contemplada en el CPC
como requisito de admisibilidad), todo lo que tiene por efecto atrasar aún más su
tramitación y el emplazamiento al demandado.
Sin embargo, tampoco es bueno aplicar esta tesitura de la Corte Suprema sin
interpretarla caso por caso, pues hay demandantes que, teniendo tiempo más
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que suficiente para interponer la demanda, esperan a último momento para
hacerlo, abusando del sentido de la tónica establecida por este fallo de la Corte
de Casación que hemos glosado. En cualquier caso, también puede el acreedor,
antes de plantear la demanda interrumpir el plazo de la prescripción, exigiendo,
por otra vía, el cumplimiento de la prestación a cargo del acreedor, como, por
ejemplo, a través del procedimiento conciliatorio, que interrumpe el plazo de la
prescripción o una comunicación notarial, etc.
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