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Es imposible comprender el poder que tiene el amor.

Puede
sostenernos en tiempos duros o motivarnos para hacer
extraordinarios sacrificios, puede obligar a hombres
decentes a cometer las fechorías más siniestras o empujar a
mujeres corrientes a buscar verdades ocultas, y mucho después
de que hayamos desaparecido el amor permanece grabado a fuego
en nuestra memoria. Todos buscamos el amor, pero algunos,
después de haberlo encontrado deseamos no haberlo hecho.
Es mejor prevenir que curar.
Mentiras. Las peores son las que nos susurramos a nosotros
mismos antes de dormir, y decimos que somos felices, o que
él es feliz, que podemos cambiar o que él cambiará de idea;
nos convencemos de que podemos vivir sin él. Nos mentimos a
nosotros mismos con la esperanza de que al amanecer todo se
haga realidad.
Las buenas amigas te apoyan cuando estás humillada; las
grandes amigas fingen que no ha pasado nada.
A todo el mundo le gustan los escándalos, ya sean grandes o
pequeños. Al fin y al cabo, qué puede ser más entretenido
que ver la caída de los poderosos, qué puede ser más
divertido que ver la vergüenza pública de los pecadores
hipócritas. Sí, a todo el mundo le gustan los escándalos, y
por si acaso no os gusta el más reciente, el siguiente está
a la vuelta de la esquina.
Tarde o temprano llega el momento en el que todos debemos
convertirnos en adultos responsables y aprender a renunciar
a lo que queremos para elegir lo correcto. Aunque, pasarse
toda una vida siendo responsable no siempre es fácil, y
conforme pasan los años la carga puede hacerse demasiado
pesada para algunos; pero, seguimos intentando hacer lo
mejor, lo que es bueno, no solo para nosotros sino para
aquellos a los que amamos. Sí, tarde o temprano todos debemos
convertirnos en adultos responsables, nadie lo sabe mejor
que los jóvenes.
Pocos son los que comprenden el valor de una simple rosa.
Vivir con miedo no es vivir. Siempre habrá personas que se
enfrenten a sus miedos, y siempre habrá personas que salgan
corriendo.
La confianza es algo muy frágil, una vez ganada nos aporta
una gran libertad; pero, cuando la confianza se pierde es
casi imposible recuperarla. Aunque, la verdad es que nunca
se sabe en quién podemos confiar, nuestros seres más queridos
pueden traicionarnos y unos perfectos desconocidos pueden
acudir en nuestro rescate. Al final la mayoría de la gente
decide confiar solo en sí misma, sin duda es la forma más
sencilla de no quemarse jamás.
Por su propia naturaleza las personas siempre vigilan a los
intrusos, intentan impedir que los que están fuera puedan
entrar, pero siempre habrá alguien que entra a la fuerza en
nuestra vida, lo mismo que hay otros a los que invitamos a
entrar.
La búsqueda del poder empieza cuando somos jóvenes. De niños,
se nos enseña que el poder del bien triunfa sobre el poder
del mal. Pero cuando nos hacemos mayores comprendemos que
nada es tan sencillo, siempre quedan algunos restos del mal.
Competencia. Para cada persona significa una cosa diferente,
pero, ya sea una rivalidad amistosa o una pelea a muerte, el
resultado final es siempre el mismo, habrá ganadores y habrá
perdedores, aunque el truco está en saber que batallas
librar, porque toda victoria tiene su precio.
Hay un libro muy leído que nos dice que todos somos
pecadores, aunque no todo el mundo se siente culpable por
las cosas que hace. Sin embargo, hay algunos que asumen más
culpa de la que les corresponde, mientras que otros alivian
su conciencia con pequeños actos de bondad o pensando que
sus pecados estaban justificados, por último, hay algunos
que simplemente juran hacerlo mejor la próxima vez y rezan
para que les perdonen. A veces sus plegarias reciben
respuesta.
Las personas sin criaturas complicadas, por una parte, son
capaces de organizar grandes obras, pero, por otra, son
capaces de traicionar de la manera más sofisticada.
Todos honramos a los héroes por distintas razones: su valor,
su bondad, …; pero, sobre todo, honramos a los héroes porque
en un momento u otro soñamos con que nos rescaten. Aunque,
si el héroe indicado no llega, a veces tenemos que
rescatarnos a nosotros mismos.
Hay quienes creen que a las personas se las juzga por cómo
viven la vida y otros que piensan en cómo la abandonan.
Todos vienen al mundo con su propio destino, unos para
alegrarnos la vida, otros para poner a prueba nuestra
paciencia, otros para darnos una meta y otros para cuidarnos.
Una nueva llegada lo cambia todo, especialmente cuando no
está invitada.

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