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Juliana Betancourth Cañas

Cód. 30000044660
Proceso Lecto escritor en los niños
Desde el comienzo del transcurso escolar, se encuentra una serie de saberes vinculados de
algún modo con la “correcta” formación que deben tener las personas a medida que van
obteniendo cierto tipo de edades. De este modo, estas ciertas formaciones no son adecuadas
para lograr el objetivo con el que se realizan. Así pues una de estas incorrectas
adecuaciones es la lecto-escritura en cierto lapso de tiempo en el desarrollo o formación de
los niños, dado que se vincula erróneamente el hecho de que al tener cierto tipo de edad, ya
debe haber adquirido la habilidad de producciones y comprensión lectora, pero en este
caso, durante muchos años se ha venido ejerciendo un tipo de enseñanza convencional y
poco comprensivo para quien está intentando llevar a cabo este proceso y queriendo
comprender todo lo que rodea esto. En los medios utilizados para la enseñanza o
realización de esta, se puede observar métodos repetitivos, confusos y poco comprensibles
para un pequeño niño que está tratando de atender cada uno de estos puntos.

“Un adulto realiza cotidianamente una serie de actos de lectura frente al niño, sin transmitir
explícitamente su significado” (Teberosky & Ferreiro, 1985, pág. 207), de esto podemos
ver como desde hace mucho tiempo se viene realizando un tipo de acción sin comprensión
ante un proceso de enseñanza tan crucial para el desarrollo satisfactorio de los niños. Es
presente en el vínculo familiar y en las aulas de clases, aquellas cartillas de repetición
continua, en la que su proceso dura lo suficiente como para llegar a tener repercusiones en
los siguientes procesos de desarrollo y superación de saberes a los que se vea expuesto un
niño a futuro. Encontramos de esta forma, que para obtener una respuesta positiva a este
paso de identificación y codificación de símbolos se debe desempeñar esto con unas
características importantes y claras en los medios por los cuales se pretende “transmitir”
aquella función.

La repetición de sílabas, grafemas y la poca comprensión de los fonemas al momento de


poner en práctica algunas actividades que se encuentran en medios de aprendizaje como lo
son por ejemplo las cartillas, llegan a ser actividades poco nutritivas para el crecimiento
formal de un futuro lector. Se comete también el error de creer que el hecho de formar
sílabas ya es algo leíble y entendible para los niños, cuando se evidencia por medio de
muchas investigaciones que la identificación de palabras como caracteres leíbles son
vinculadas con cierta cantidad de símbolos que contenga la palabra expuesta, por
consiguiente “la sola presencia de letras no es una condición suficiente para que algo pueda
leerse” (Teberosky & Ferreiro, 1985, pág. 48) o esto es lo que demuestran los niños al ser
involucrados en una serie de pruebas con láminas, en las que se exponían cierto tipo de
palabras con solo tres letras, y por la cuales ellos manifestaban el no poder leerlas porque
(para ellos) no se podía leer o no servía para ser una palabra.

Este tipo de expresiones, hace pensar o reflexionar acerca de la manera en que han sido
llevados a la identificación y lectura de palabras, por lo que así ellos expresan ese tipo de
reacción o respuesta ante la muestra de algunas palabras.

Otro punto a valorar es la identidad que se tiene en los medios que promueven la
producción y comprensión textual en los niños (las cartillas en este caso). Mirando un
ambiente común o general, como se puede identificar un niño con una lectura que no se
acerca en nada a la realidad que vive, en muchos casos se ve como generalmente este tipo
de cartillas hablan de acciones “cotidianas y sencillas”, pero que a la hora de observar la
realidad de quien lo lee, esta no tiene ningún tipo de vinculación y mucho menos logrará un
sentido comprensible y significativamente positivo en la búsqueda de una lectura clara pero
también útil.

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