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KANT

Primera sección de la Estética transcendental. Del espacio.


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Exposición metafísica de este concepto

b) El espacio no es otra cosa que la forma de todos los fenómenos del sentido externo,
es decir, la condición subjetiva de la sensibilidad, bajo la cual tan sólo es posible para
nosotros intuición externa.
Mas como la receptividad del sujeto para ser afectado por objetos, precede
necesariamente a todas las intuiciones de esos objetos, se puede comprender cómo la
forma de todos los fenómenos puede ser dada en el espíritu antes que las
percepciones reales y, por tanto, a priori y cómo ella, siendo una intuición pura en la
que todos los objetos tienen que ser determinados, puede contener principios de las
relaciones de los mismos, antes de toda experiencia.
No podemos, por consiguiente, hablar de espacio, de seres extensos, etc., más que
desde el punto de vista de un hombre. Si prescindimos de la condición subjetiva, bajo
la cual tan sólo podemos recibir intuición externa, a saber, en cuanto podemos ser
afectados por los objetos, entonces la representación del espacio no significa nada.
Ibíd. Pág. 31
La forma constante de esa receptividad que llamamos sensibilidad, es una condición
necesaria de todas las relaciones en donde los objetos pueden ser intuidos como fuera
de nosotros, y, si se hace abstracción de esos objetos, es una intuición pura que lleva el
nombre de espacio. Como no podemos hacer de las condiciones particulares de la
sensibilidad condiciones de la posibilidad de las cosas, sino sólo de sus fenómenos,
podemos decir que el espacio comprende todas las cosas que pueden aparecernos
exteriormente, pero no todas las cosas en sí mismas, incondicionalmente. La
proposición: «todas las cosas están unas junto a otras en el espacio», vale con la
limitación siguiente: cuando esas cosas son tomadas como objetos de nuestra
intuición sensible. Si añado aquí la condición al concepto y digo: «todas las cosas,
como fenómenos externos, están en el espacio unas al lado de otras», entonces vale
esta regla universalmente y sin limitación.
Afirmamos, por tanto, la realidad empírica del espacio (en lo que se refiere a toda
experiencia exterior posible), aunque admitimos la idealidad transcendental del
mismo, es decir, que no es nada, si abandonamos la condición de la posibilidad de toda
experiencia y lo consideramos como algo que está a la base de las cosas en sí mismas.
que el espacio no es forma de las cosas en sí mismas, sino que los objetos en sí no nos
son conocidos y lo que llamamos objetos exteriores no son otra cosa que meras
representaciones de nuestra sensibilidad, cuya forma es el espacio, pero cuyo
verdadero correlativo, es decir la cosa en sí misma, no es conocida ni puede serlo. Mas
en la experiencia no se pregunta nunca por ella. Ibíd. Pág. 32

Segunda sección de la Estética transcendental. Del tiempo


-4-
Exposición metafísica del concepto del tiempo

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