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“AÑO DE LA LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN Y LA IMPUNIDAD”

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS

ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

CURSO:

 Derecho Procesal Laboral

TEMA: Principio Ultra Petita y Extra Petita, Principio Formalismo, Principio


Protector, Indubio Pro Operario, Retroactividad Laboral.

DOCENTE:

 Cordero Huamani Artemio

CICLO:

 IX

DATOS DEL ESTUDIANTE:

 Cienfuegos Barboza, Diego

AYACUCHO-PERÚ

2019
PRINCIPIO ULTRA PETITA Y EXTRA PETITA

Por regla general todo Juez en sus sentencias debe limitarse a decidir con
base en lo pedido en la demanda y sin ir más allá de ello, esto se aplica en
el derecho civil, sin embargo en el derecho laboral se presentan dos
excepciones que son las decisiones extra y ultra petita. Decisiones que
deberán siempre tener en cuanta el principio de la "no reformatio in
pejous" que significa que cuando hay un único apelante el juez no podrá
hacer mas gravosa la condición de este único apelante.

Esta potestad se encuentra normada en el artículo 50 del Código Procesal


del Trabajo y la Seguridad Social, tiene un contenido extraordinario con
respecto a las pretensiones formuladas, en cuanto diverso y adicional a lo
pedido (extra petita) o en cuantía superior a lo solicitado (ultra petita), cuando
la misma se deduzca de la normatividad vigente a favor del trabajador, y en
cuanto no le haya sido reconocida con anterioridad.

DEFINICIONES:

a) EXTRA PETITA: Extra petita es una expresión latina, que significa "por
fuera de lo pedido", que se utiliza en el derecho para señalar la situación en
la que una resolución judicial concede derechos que no fueron pedidos por
una de las partes.
b) ULTRA PETITA: Ultra petita es un expresión latina, que significa "más allá
de lo pedido", que se utiliza en el derecho para señalar la situación en la que
una resolución judicial concede más de lo pedido por una de las partes.

Para ahondar en el tema de las facultades otorgadas al juez laboral de tomar


decisiones extra y ultra petita, es menester referirnos a algunos de
los sistemas y principios que orientan el derecho laboral y especialmente
su procedimiento.

El Sistema Dispositivo y el Sistema Inquisitivo son los grandes sistemas


procesales. "El principio dispositivo es aquel en el que se asigna a las partes,
y no al Juez, la iniciativa del proceso, el ejercicio y el poder de renunciar a
los actos del proceso. En el Inquisitivo, en cambio, es el órgano jurisdiccional
el que tiene esos poderes; el es quien debe actuar por sí e investigar
(inquirire). Un proceso está dominado por el principio dispositivo,
entonces, cuando las partes pueden iniciarlo libremente y tienen la
disponibilidad de este y de sus diversos actos. En el inquisitivo es el Juez
quien lo inicia, averigua y decide con libertad, sin estar encerrado en
los límites fijados por las partes."

Sin embargo, como sostiene el maestro Monroy Gálvez


"la historia del derecho procesal no conoce un solo caso de vigencia real y
efectiva de un ordenamiento procesal en el que alguno de los dos sistemas
procesales esté presente sin ser afectado por el otro... "los sistemas citados
no se presentan químicamente puros, lo que suele haber son tendencias mas
o menos definidas que permiten advertir la primacía de uno sobre otro.

Si se trata de ubicar al Proceso Laboral en uno solo de los grandes sistemas


procesales, podemos concluir, sin lugar a dudas, que dicho proceso se ubica
en el Sistema Inquisitivo. En efecto en el proceso laboral el Juez se encuentra
dotado de una serie de facultades, atribuciones y prerrogativas que lo
convierten en un principal impulsor del proceso y confieren por tanto un tinte
marcadamente inquisitivo a dicho proceso. Tal afirmación encuentra su
respaldo en los principios orientadores de nuestra
actual Codificación Procesal Laboral, tal es el caso del Principio de Libertad,
en el cual confluyen varios principios (i) Principio de interpretación de
las normas procesales; conforme al cual, el juez al interpretar las normas
procesales debe tener en cuanta que el objeto de los procedimientos es la
efectividad de los derechos reconocidos por la ley sustancial. Eduardo J.
Couture, refiriéndose a este principio indica: "La interpretación de
las leyes procesales, no se agota en la operación de desentrañar el
significado del texto particular que provoca la duda imperativa (...) Interpretar
el texto es, pues, determinar la medida de vigencia del principio frente a cada
caso particular. (ii) Principio de autonomía e independencia del juez; (iii)
Principio del respeto de los derechos y Principio de prevalencia del derecho
sustancial entre otros.
PRINCIPIO DE FORMALISMO:

De acuerdo al principio del formalismo procesal, el proceso se encuentra


sometido a las formalidades, algunas de carácter general y otras especiales
para cada caso en particular.

Las especiales deben ser observadas cabalmente, tal como se encuentran


establecidas en la ley, ya que su incumplimiento se encuentra sancionado
con nulidad y como consecuencia priva de sus efectos al acto en el que no
se han guardado; no obstante lo anterior, si ese formalismo obedece a un fin
trascendente, es necesario en cuanto cumple la finalidad para lo cual ha sido
establecido para un caso en particular; por lo que, no obstante falte alguna
de esas formas, si el acto alcanza su finalidad, su ausencia en ese acto no
genera nulidad.

Su opuesto será el principio de la libertad de formas. Es el desarrollo político


legal de la norma de valuación constitucional que se conoce como la garantía
del debido proceso. La regulación de las formas procésales imprime una
cualidad especial al derecho procesal, que como antes se vio es un derecho
formal. El entendimiento peyorativo del formalismo debe depurarse. En el
derecho primitivo la actuación procesal era severamente ritualista porque
apenas se diferenciaba de una ceremonia litúrgico-religiosa; esta
exageración originó los abusos y las degeneraciones del formalismo, ya que
la forma fue adquiriendo un valor esencial, por la forma misma, con
prescindencia de su objeto y de su fin. Se reaccionó entonces contra esa
rigidez excesiva de varias maneras, pero en verdad que la reacción produjo
males mayores. Así, se intentó mantener la regulación legal de la forma pero
se admitió al mismo tiempo que por un acto gracioso del juez se dispensara
su observancia y así la arbitrariedad jurisprudencial introdujo el caos.

También, revolucionariamente, fueron abolidas las formas las formas


procesales en la revolución francesa. Fueron las mismas ideas liberales las
que más promulgaron por la forma legal. Este sistema de libertad de las
formas nunca ha persistido durante mucho tiempo en el desarrollo del
derecho, oponiéndosele al sistema de legalidad de las formas, según el cual
la eficacia jurídica de la actividad individual ante el órgano jurisdiccional esta
reglamentada por el derecho procesal que establece las condiciones de
tiempo, modo y orden en que deben desarrollarse. Ambos sistemas tienen
inconvenientes; frente al caos y a la arbitrariedad a que se presta el primero,
se impone el peligro del abuso de la forma por la forma, que a veces asesina
el derecho sustancial.

Un tercer sistema, el de la disciplina judicial de las formas que atribuye al


órgano jurisdiccional la misión de establecer las formas procesales a que
deberá sujetarse cada caos concreto, o una serie análoga de casos, aparece
igualmente como inaceptable. Es en definitiva, el sistema de legalidad de las
formas el que asegura mas eficazmente la finalidad del proceso y el único
que suministra al mismo justiciable certeza e igualdad en el proceso. La
forma, legalmente establecida, significa seguridad jurídica para todos los
sujetos del proceso y es, a la postre, garantía de libertad. Cada vez que se
ha querido reducir la importancia de la forma se ha terminado violando la
defensa.

Cualquiera que sea el origen de las formas procesales estas deben ser un
medio para conseguir la certeza del derecho y este predicado impone la fijeza
de las formas, vale decir, que se las presente claras e indiscutibles,
adaptabilidad de ellas, si, simplicidad también, pero definitivamente rigor
formal, en un sentido teológico trascendente para sancionar el
incumplimiento de aquellas cuya violación lesione fundamentalmente el
principio de la bilateralidad de la audiencia: audiatur altera pars. Y otros de
trascendencia imperativa, como los que atañen a los supuestos de validez
del proceso.

Retomando el sentido de lo que se expone acerca de los tres sistemas, cabe


anotar que todos ellos presuponen las formas y que discusión radica en la
definición acerca de quien debe establecer esas formas: si las partes, el
legislador o el juez.

En cuanto a la libertad o legalidad de formas, que para algunos constituye


solamente una regla técnica del derecho procesal, es conveniente apuntar
que en las legislaciones contemporáneas coexiste su implantación tanto por
las partes como por el legislador; en el primer caso su vigencia es
de naturaleza excepcional, como ocurre en el arbitraje privado por ejemplo;
mientras que en segundo, su imposición es la regla general.
En las legislaciones positivas se descubren varios aspectos de la forma: la
del procedimiento, la de los actos, la de las actividades parciales con
finalidad propia dentro de un procedimiento, y las formas esenciales de
validez del proceso. Por lo demás en ellos impera el sistema de legalidad de
las formas, esto es, el legislador estructura las formas procesales como
condición para la eficacia jurídica del procedimiento y los actos procesales y,
en previsión de algún vacío, establece una norma general de remisión en la
cual debe buscarse la sistemática del ordenamiento procesal.

PRINCIPIO PROTECTOR:

Pasco Cosmópolis señala que el principio protector, al que Plá Rodriguez


denomina «desigualdad compensatoria»; Nicollielo, «correctivo de la
desigualdad social», Truena Urbina, «principio de disparidad social» y
Sarthou, «corrector de desigualdades o de equiparación»; es definido
por Pinho Pedreira da Silva como «aquel en virtud del cual el Derecho del
Trabajo, reconociendo la desigualdad de hecho entre los sujetos de la
relación jurídica de trabajo, promueve la atenuación de la inferioridad
económica, jerárquica e intelectual de los trabajadores».

Se refiere al criterio fundamental que orienta el derecho del trabajo, ya que


este, en lugar de inspirarse en un propósito de igualdad; responde al objetivo
de establecer un amparo preferente a una de las partes: el trabajador.

El principio protector o tutelar busca compensar la desigualdad existente en


la realidad, con una desigualdad de sentido opuesto.

Considero que la estructura del derecho del trabajo tiene base sólida y
responde, en el principio protector, a la desigualdad que existe y existirá
entre el trabajador y empleador. Se trata de equilibrarlo con el papel que
asume el Estado, a fin de cautelar a la parte más débil de la relación laboral,
el trabajador a través del principio protector

Se podría decir que el principio protector es el principio más importante


del Derecho laboral ya que lo diferencia del Derecho Civil, donde impera el
derecho de igualdad y la no discriminación. En este tipo de derecho se debe
proteger a las partes más vulnerables que en este caso es el trabajador. Por
tanto hay desigualdad, se protege a una parte para equipararla con la otra.

Este principio se rige por tres reglas: La Regla más favorable, la Regla de la
condición más beneficiosa y la Regla in dubio pro operario.

 Regla de la condición más beneficiosa: una nueva norma o normativa no


puede empeorar nunca las condiciones que ya tiene un trabajador.

 La Regla más favorable: Se tiene que aplicar aquella norma que es más
favorable para el trabajador, cuando no hay concurrencia de norma.

 Regla in dubio pro operario: cuando hubiera alguna interpretación que


pueda tener alguna norma, se deberá seleccionar aquella que más favorezca
al trabajador.

PRINCIPIO INDUBIO PRO OPERARIO:

El in dubio pro operario es un principio que según el cual en caso de duda de


una norma se interpreta a favor del trabajador. Es uno de los principios
más usados en materia laboral en las demandas, en los reclamos.
Normalmente la parte laboral señala que la duda favorece al trabajador. Pero
este es uno de los principios menos aplicados en la realidad, porque para
aplicar este principio tiene que haber tres requisitos:

 Tiene que haber una norma jurídica.


 Que esa norma sea de dudosa interpretación.
 Que de las varias interpretaciones posibles, una de ellas sea favorable al
trabajador.

De tal manera que, por ejemplo, cuando se discute un despido y me pregunto


si hubo o no un despido verbal, aplicamos el in dubio pro operario. No aplica
aquí. No aplicaría en este ejemplo, porque no estamos ante la duda de una
norma, sino ante la duda de un hecho, ¿ocurrió o no ocurrió? En este caso
el juez deberá agotar todos los medios de interpretación y de probanza, para
demostrar si el trabajador o el empleador es quien tiene la razón.

Un segundo ejemplo sería: hay discusión si el trabajador realizó o no horas


extras, a veces puede ser que haya duda o no haya duda; entonces, ahí el
juez no puede basarse en la duda para favorecer al trabajador. Hay horas
extras, no se puede porque aquí nuevamente estamos discutiendo hechos.

Voy a poner un ejemplo de in dubio pro operario válido. Imaginemos la


asignación familiar. Hay un derecho que dice que los trabajadores que tienen
hijos tienen derecho al 10% del mínimo vital mensual. Pero qué pasa si un
trabajador laboró un día, diez días, quince días… Hay discusión si le
corresponde, por cada día, un treintavo de la asignación familiar o el 100%
de la asignación familiar. La ley no es clara.

Entonces, en casos donde la ley no es clara se escoge la interpretación más


favorable al trabajador, que en este caso sería la asignación familiar
completa, aunque haya laborado, uno, dos o tres días, no importa, se escoge
la interpretación más favorable al trabajador que es el 100% de la asignación
familiar. Así resuelve, por ejemplo, la Autoridad de Trabajo y por ahí he visto
algunas sentencias también. Este último caso, es un ejemplo claro en donde
aplican válidamente el in dubio pro operario.

Este principio se traslada del principio In dubio pro reo del derecho romano.
La interpretación favorable ocurre cuando existe una duda insalvable. Se
debe entender duda insalvable “como aquella que no puede ser resuelta por
medio de la técnica hermenéutica”. Este principio ocurre de un conflicto de
interpretación y no puede darse en uno de integración normativa.

RETROACTIVIDAD LABORAL:

La vigencia retroactiva "pro operario" de la ley laboral no es un efecto


automático de la misma; antes bien, debe considerársela excepcional y
sujeta a declaración expresa de la propia norma. El artículo 187o., segundo
párrafo, de la Constitución Política dispone, como regla, el que ninguna_ ley
tiene fuerza ni efectos retroactivos; y, como excepción, el que sí puede
tenerlos en materia penal, laboral o tributaria, cuando es más favorable al
reo, trabajador o contribuyente, respectivamente. La Constitución a este
respecto es innovadora en materia laboral y tributaria, y clásica en materia
penal. La retroactividad de la ley penal es un antiguo y respetable dogma del
Derecho Penal conocido como "retroactividad benigna" y que se expresa en
términos muy similares a los del enunciado constitucional: Toda ley penal se
aplica retroactivamente "pro reo" si es más favorable a éste que la ley que
está derogando. El razonamiento que llevó a la consagración de este
principio universal es de gran simplicidad, a la vez que de gran profundidad:
El delito constituye un agravio social; la sociedad, representada por el
Estado, tiene derecho a defenderse del agravio y a reprimir al agresor;
tipifica, entonces, el acto como delito y señala su sanción. Sucede, sin
embargo, que las sociedades cambian y con ellas los hábitos, los usos, las
costumbres y, más trascendentemente, los valores: sociales, jurídicos,
políticos, éticos y morales. Así, lo que es ilícito hoy puede ser tolerado
mañana y hasta ensalzado, y a la in· versa. No son tampoco universales
estos valores; varían de sociedad a sociedad: lo reprobable en una puede no
serlo en otra, salvo, quizás, aquellos valores inmarcesibles y fundamentales
como el derecho a la vi· da, a la libertad, al honor. Y si bien pueden todos
ellos ser objeto de limitación y aun de supresión en algunos pueblos y en
algunas épocas, tal fenómeno es ciertamente pata lógico, anormal, síntoma
de las debilidades e imperfecciones del género humano, que hizo
connacionales de Goethe, Kant y Beethoven a Hitler, Goering y Bermann, y
de Dante, Leonardo y Miguel Angel a Mussolini. Por esa inevitable mutación
del tiempo y las costumbres, la sociedad estima, en un momento dado, que
un hecho antes perseguible ha dejado de constituir un agravio social, no es
más un delito, o que, aun siéndolo, no debe ser perseguido con excesivo
rigor Puede suceder, por ejemplo, con el adulterio o con la bigamia, que son
delitos conforme al ordenamiento peruano pero que no lo son en otros
ordenamientos. La aceptación del divorcio vincular, la flexibilización de
algunas costumbres, el control de la natalidad, la admisión del aborto,
fenómenos perceptibles en muchos países y en el nuestro, son síntomas de
un cambio que, proyectado en el tiempo, podría conducir a la supresión del
adulterio y de la bigamia del repertorio de delitos. No es que propugnemos
tal cambio; lo utilizamos tan sólo como ejemplo a partir de la constatación de
una tendencia. En la hipótesis de que esos o cualesquiera otros delitos
dejaran de serlo, ¿cómo continuar sancionando a quien los cometió? Si la
ley -vale decir, la sociedad- considerara en algún momento que la bigamia
deja de constituir un agravio social, ¿por qué castigar al que se casó dos
veces si ya no se va a castigar al que lo haga de aquí en adelante? La nueva
ley, la que ya no sanciona la bigamia, se aplicará a los hechos sucedidos
antes de su vigencia, es decir, retroactivamente, por ser más. Este efecto es
automático y universal: Toda ley penal favorable se aplica retroactivamente.
Benigna que la anterior que sí los sancionaba.

Fenómeno muy parecido opera en lo tributario: si una situación o hecho


económicos deja de estar gravado, dejan de estarlo idénticos hechos o
situaciones producidos antes de la vigencia de la nueva ley. ¿Sucede igual
con la ley laboral? Toda ley laboral que favorece a los trabajadores es
universal y automáticamente retroactiva? La respuesta es: i No! Para que
una ley laboral sea retroactiva se requiere de declaración expresa de la
propia ley, requisito que no se exige en la ley penal o tributaria. Y ello ¿por
qué? Aunque la Constitución enuncia los tres casos de igual manera y, para
mayor confusión, coloca a la ley laboral "entre" las leyes penal y tributaria,
en realidad se trata de casos y de leyes muy diferentes. La ley penal como
la ley tributaria pertenece al ámbito del derecho público. La ley laboral
pertenece al derecho social. Derecho público, en su definición tradicional, es
el que vincula al Estado como tal, con imperio, y los particulares. Derecho
social, en la valiosa conceptuación de Radbruch y de la Cueva, no es privado,
aunque la relación jurídica se dé entre particulares; pero tampoco es público,
porque no se refiere a la relación de dichos particulares con el Estado, sino
entre sí. Los derechos públicos son bipolares o bipartitos; las partes son dos
y muy nítidas: el Estado y los particulares. En el Derecho Laboral son tres:
los trabajadores, los empleadores y el Estado. Esto ¿qué significa? Las leyes
las hace el Estado. En los derechos públicos, el Estado-legislador dicta una
ley que va a regular las relaciones entre el Estado-parte (que es el mismo
Estado-legislador) y los ciudadanos. En lo laboral, el Estado-legislador dicta
una ley que va a regular las relaciones entre otras personas: trabajadores y
empleadores. Esas leyes no afectan al Estado, no lo comprometen, no le
incumben. En lo penal y tributario, el Estado-legislador es Estado-agraviado
y Estado-Fisco, respectivamente, a pesar de que como Estado es una sola
institución polimorfa. Si ese Estado-legislador considera que un hecho ya no
le agravia, que ya no es infracción, que dejó de ser delito y lo suprime, al
único a quien "perjudica" esa decisión es al propio Estado, es decir, a quien
directamente tomó la decisión, derogó la norma o la sustituyó por otra más
liberal. El "perjuicio", si lo hubiere, proviene de hecho propio.

Sólo en materia penal y cuando una ley posterior modifica la naturaleza de


un delito tipificado en los códigos correspondientes, o modifica la pena
impuesta por ese delito, el inculpado puede acogerse a los beneficios de la
nueva disposición, si le resulta favorable; pero tal criterio no priva ni puede
constituir norma jurídica en materia civil o laboral, porque en estos casos no
se trata de la libertad individual de las personas, sino de contienda entre
partes, en la cual, el aplicar un principio semejante, implicaría dejar en estado
de indefensión a una de ellas, con perjuicio de sus intereses patrimoniales o
propiamente jurídicos, según el caso de que se trate, ya que el riesgo
procesal se asume en función de las disposiciones vigentes y no de las que
puedan establecer un distinto trato, por cuanto de ser así, la defensa o
excepciones podrían variar para la parte afectada.
INTRODUCCIÓN

Toda disciplina jurídica, para existir, como disciplina autónoma requiere


de principios que la sustenten. Eso sucedió con el derecho laboral cuando se
desmembró del derecho civil en el siglo XIX De allí que los Principios del
Derecho Laboral cobren vital importancia en la proposición normativa por
parte del Legislador, en la Aplicación del Derecho por parte de los operadores
jurídicos en materia laboral y en la unificación jurisprudencial de nuestro
país.
En el derecho laboral, ese derecho que nace profundamente desigual para
tratar de lograr un equilibrio entre aquel que solamente tiene su fuerza
laboral como medio para obtener una subsistencia digna y el requirente
de trabajo humano, que posee la fuerza del capital a la hora de
la negociación de las condiciones laborales y salariales, se torna una
exigencia necesaria determinar principios diferentes que regularán esta
disciplina atípica que sale del molde tradicional del derecho, hasta ese
entonces visualizado.
Es que ese derecho industrial o derecho nuevo, como lo llaman sus
precursores, o derecho obrero como lo definen sus más enfáticos defensores
colocando el eje sobre el sujeto protegido, borra de un plumazo conceptos
tradicionales, casi sacros, tales como la igualdad de las partes y la
autonomía de la voluntad.
Y ello es así, ya que de qué igualdad se está hablando si una de las partes
detenta la facultad de rescisión unilateral mediante el simple pago de una
indemnización transaccional y tarifada, que de la noche a la mañana puede
terminar con los proyectos y expectativas generadas en el trabajador y que
a no dudar puede afectar profundamente su futura subsistencia en
un mercado altamente competitivo y volátil, pero además
de crisis coyunturales o estructurales.
El propósito del presente trabajo es el de exponer el rol e importancia de los
principios laborales, su aplicación práctica en la solución de conflictos y
controversias de carácter laboral y su evolución jurisprudencial en el
Derecho Laboral Peruano, con especial referencia a las Sentencias emitidas
por nuestro Supremo Tribunal Constitucional.

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