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Mic kn&v Jíunb . „
DOCUMENTOS «ASIOS
DEL
COLECTADOS Y ARÉEGLADOS
MANUEL BE ODEIOiOLA.
TOMO SEXTO.
LIMA
IMPRENTA DEL ESTADO, CALLE DE LR RÍFA NUM. 58.
18F4.
ADVERTENCIA.
Manuel de Odeiozola.
OBSERVACIONES
SOBRE
EL CLIMA DE LIMA
Y SUS INFLUENCIAS EN LOS SERES URBANIZADOS
EN ESPECIAL EL HOMBRE.
POR Eli
B. B, Hipíiío ímanue.
Catedrático dePrima de Medicina en la Real Universidad de San Marcos, Director del Colegio da
Medicina y Cirugía de San Fernando, Médico honorario de Cámara
de S. M., Socio de la Real Academia Médico -matritense,
Proto-médico del Perú.
SEGUÍTDA EDICIOK.
EN MADRID
EN LA IMPRENTA DE SANCHA
AÑO DE 1815.
CON I^S UCENCIAS NECESARIAS.
Felices nimium populi, queis prodiga téllus
Fundit ad vota suás; queis contigit JEstas
opes
simula Veris, JSyems sinefrigore, nubibus aer
JJsque carens, rmlloque solum fceeundiiis imbre.
[1] Este benemérito literato murió el 9 de Mayo de 1809 en medio de los con-
suelos que ofteoen la Religión y la amistad.
—XII—
cuta con el aliño, y delicadeza de los Autores de niejer gusto»
En todas sus producciones castellanas varía el estilo según
la diversidad de las materias; pero jamás la pureza y sintaxis
que le son propias. Las varias teses de Medicina que lia dado
á luz están escritas con la pluma de Salustio, y el Vejamen
que pronunció U. al ceñirme la borla doctoral, y publicó la
Sociedad Amantes de Lima es un modelo en este género.
El bello gusto en las lenguas aplicado al estudio délas cien-
cias, le lia grangeado á U la profundidad en la Análisis, la
exactitud en la Geometría, el buen sentido en la Física, la
precisión en la Botánica, la penetración y tino en la Medicina.
Los célebres botánicos Rniz, Pavón, y Mr. Dombey, cuyos
trabajos lian producido la Flora Peruana, y la colección del
Presidente l'Heritier, se apresuraron cada uno por su parte á
consagrarle un vegetal. Las Morenias, que se ven en una y en
otra obra, están denominadas según todo el rigor de las leyes
del Príncipe Lineo. La pericia y la sabiduría merecieron la
erección de estos monumentos en el Reyno de las plantas, no
la autoridad ni el valimiento.
El Gobierno y la Universidad han premiado el magisterio
de U. en las Matemáticas, colocándole en la Cátedra de Pri-
ma. Este sitio que llenaron de gloria los Peraltas, Godines, y
Buenos, no se deja ocupar, sino por hombres dignos de suce-
derlos. Quizá el último, en cuya Escuela U. se formó, habrá
oido desde el sepulcro el justo elogio con que ha honrado su
memoria: y si los muertos tienen noticia de las acciones de los
vivos, no puede dejar de complacerle el acierto, y honor con
que se desempeña el Discípulo.
Como Profesor de Medicina se ha adquirido U. el aprecio
universal del público. Ora se considere como dogmático* ora
como clínico, ¡qué profundidad, madurez y extensión de cono-
cimientos en los dictámenes! ¡qué tino y prudencia en el ejer-
cicio práctico! Pero aun mas, ¡qué compasión, qué blandura,
qué interés á favor del aflijido! Si puede decirse que el enten-
dimiento del Médico está en sus manos, por lo mucho que le
sirven pai*a el desempeño de su ministerio, en las de U. se ha-
lla el entendimiento, y el corazón; aquel aliviando las dolen-
cias, y este socorriendo las necesidades. Estas recomendables
prendas tuvieron en el aprecio de mi carísima esposa aquel
grado de consideración, y estima, que sabia dar al mérito.
Hoy desde la tumba ofrece á XJ. por mis manos este voto debi-
do á su virtud. Porque aunque Laya perecido el cuerpo, vive
el ánimo inmortal, cuya exelente imagen grabada altamente
en mi pecho, domina, después de su muerte con tan absoluto
imperio, cual le poseyeron en vida sus raras, y sobresalientes
dotes.
—XIII—
O the tender ties
Close-twisted with the fibres of thé heart! [*]
Young the Coinplaint. 99. —
Lima y Julio 1? de 1805.
-
XVI —
esto en la zona tórrida, donde el Sol desplega toda su inten-
sión, la juzgaron inhabitable.
bre él. En todo el año varía el termómetro de Keumur de los 16 á los 24°,
y se puede tomar el grado 20 por el que indica su temperatura media. La
humedad que acompaña al calor en estas tierras bajas las hace productivas
de densas y elevadas selvas, de flores y resinas aromáticas. Aquí está la
patria donde llegan á su perfecta maturación las plantas americanas, y de
países ardientes. Hé aquí los sitios feracísimos de América, donde, como
dice Fombo, informe pág. 79, la naturaleza está siainpre en acción.
La 2a. zona comienza desde los cuatro mil pies de elevación hasta cerca
de los 12,000. La temperatura se halla entre 9 y 16° y su temple medio es
de 13° que forma el de Primavera ú Otoño, según se halla mas alta ó mas
baja. En este benigno clima los granos y plantas europeas crecen y produ-
cen con igual fertilidad que el maiz americano: y se presenta aquel pais
feliz donde la naturaleza en sus libertades, ó por mejor decir en sus profusio-
nes copia la imagen del Paraíso terrenal. Bouguer Figuere de la terre XXX-
Entre los J2 y 15000 pies de elevación está la Zona fria. Aquí el aspecto
del pais es enteramente diferente del que se presenta en los climas inferió-
res. Todo lo que en él se produce es de estatura pigmea, pobre y miserable-
La estrema Siberia y Kamskaka no tienen que envidiar, di ee el ilustre
3
—XVII—
La falda comprehendida entre aquella gran sierra y el océa-
no pacífico, que con la latitud de 20 leguas mas ó menos fórmala
costa del Perú, siendo la mas baja, goza con todo de un tem-
ple suave y agradable. Concurren á proporcionársele su situa-
ción encerrada entre la cordillera y un gran mar, los vientos
australes que son en ella perennes, y la inmediación del Sol,
que sin las circunstancias anteriores baria quizá inhospitables
nuestras arenas. El soplo de los sures que corren una gran
superficie marítima trae á estos llanos el frescor y la humedad.
Presto el calor del clima la reduce á vapores, que cerrados, por
la cordillera y sus ramos, queda formado sobre la costa un
toldo ó tejido de nubéculas, que defendiéndonos del Sol, nos
hace disfrutar en casi todo el año un temple de Primavera.
En el centro de este feliz pedazo del globo está el valle
ameno de Lima, sitio de la rica y culta Capital del Perú. Así
parece que al rededor de ella sobresalen las gracias, y los
agrados del temperamento amable de esta costa.
Haenk, á los habitantes de las cumbres del Perú. Estos son nna nación de
Eskimans de estatura pequeña, de un color tostado por el frió, ojos peque-
ños y plegados al canto esterno, y la frente corta y poblada de pelo; y á
quienes la próvida naturaleza dotó de estas facciones del rostro para de-
fender sus ojos del reflejo que causan las nieves en los rayos solares: y pa-
ra libertarlos con la agudeza y perspicacia de su vista délos frecuentes
riesgos que se t ucuentran en las ásperas breñas y precipicios en que mo-
ran, El termómetro en la estación seca de Mayo, Junio y Julio señala el
grado de congelación, en la lluviosa sube k los 8? sobre el hielo, y su tem-
ple medio puede reducirse á 4 o de calor. La vegetación manifiesta igualmen-
te la inclemencia del temperamento en que se halla. Los arbustos que allí
nacen son leñosos, resinosos, y cubiertos de cortezas firmes, para que pue-
dan sostenerse contra el frió.
De los 15 á los 21000 pies en que terminan los mas altos picos de los An-
des corre una Zona glacial, que siguiendo la dirección de la cordillera para
uno y otro polo, vá descendiendo con su limbo inferior, á proporción que
se retira de la línea. Al atravezar los trópicos baja á los 13000 pies. A, los
45? de latitud está solo á los 8 ó 9000 pies de elevación: y á los 60 ó 70' tó-
cala superficie del globo, demarcando en todo su círculo el término de
vegetación y la vida. En la cima de los Andes, lo mismo que en el po
habitan y braman los vientos impetuosos.
—XVIIÍ—
Cada arroyo una Musa lisongera;
Y los vergeles,
que el confín le debe*
Nubes fragantes con que al Cielo llueve,
§ I.
SITUACIÓN DE LIMA.
* II.
[1] Mr. Godin. Dísertac. del aire por el D. D. Cosme Bueno, 1796.
[2] Doct. Bueno, 1 c.
[1] ülloa: Viage, tom. 3. A las tres leguas de la costa comienzan á desa-
parecer las capas de arena y guijarros.
(2) Cooks: Yoyage towards the south Pole, vol. 2. pág. 363. Carli; Let-
tres americáines XXXíX.
(3) Viajes de Quiroz y Mendaña. El primero opina que toda isla habita-
da se eslabona al contiaente, ó por una serie de islas, ó" de una cordillera
oculta bajo del mar. Hechos de L». Garcia Mendoza, pág. 287.
Bougainyille juzga contra Quiroz, que la navegación de los isleños se ex-
tiende á mayor distancia de laque alcanza la vista. Voyage de la Perouse
tom. 2, página 122. not. E.
El 8'de Mayo de 16!6 avistó le Maire á los 15° 20' latitud S, y 1510 le-
guas distante de la costa una canoa doble grande, navegando a vela y re-
mo en donde por ninguna parte se descubría tierra. Llevaba varias fami-
lias, y parecía destinada á nuevos descubrimientos. Burney, P, II, 384,
—4—
luz á los literatos que gustasen escudriñar las conjeturas apuñ
tadas en esta ligera digresión.
4 Las capas de arena y guijarros que hemos mencionado
están cubiertas por otras de tierra vegetal de dos pies de pro-
fundidad, mas ó menos, cuya fecundidad prodigiosa sacia los
deseos del agricultor.
Prodiga téllus
Funditopes ad vota sua^s. (1)
% IIL
AGUAS DE LIMA.
1 Las aguas de Lima las suministra el Eimac, que toma su
origen en la provincia de Huarochirí, de varios raudales que
se precipitan de las nieves derretidas eu la cordillera de los
Andes: corre con un raudal de agua considerable de oriente á
poniente sobre un lecho inclinado arenisco y pedregoso. A
proporción que desciende va regando las vegas y chacras que
hay á uno y otro lado de sus márgenes. Poco antes de llegar
á la Ciudad surte una acequia considerable que Ja atraviesa
N. S. regando sus calles con profusión. De las aguas con que
fertiliza las heredades de uno y otro lado se forman dos ma-
nantiales. El uno al oriente de San Cristóbal, que denominan
los puquios, y sirve al arrabal de San Lázaro: el otro al oriente
de la Ciudad que nombran la atarjea, y es el que provee á las
pilas de esta.
2 Las aguas de Lima están reputadas por crudas é indijes-
tas, causa de lo mucho que en ella se padece de estómago (2);
si es que Cupido y Céres no influyen mas que las aguas en es-
ta común y penosa dolencia. En su análisis manifestaron con-
tener en las mismas vertientes una cantidad mas que regular
de selenita, mucha greda marcial, y diferentes tierras crasas,
y que á proporción que se iban retirando de su origen, y dis-
tribuyendo por las pilas eran mas impuras, teniendo en diso-
luciónuna cantidad prodigiosa de» tierras crasas y groseras, y
hallándose saturadas de mucho aire fijo. (3)
(1) Vaniere, 1, c.
[2Dr. Bueno; Disert. del Agua, Efeniéride 1789^
1
§ IV.
LA ATMOSFERA
vital con el resto de aire atmosférico son en Europa 23 — 28. Entre los tró-
TÜO ÍÓO
picos 27 30. En Lima 28.
Tüü 100~ 1Ó0~
Davidson encontró en la Martinica 52 58. Medical Fepository, vol. 2 t
Too" 100
a. 3, pág. 279. Véase la Secc. IV, $ II. 19.
ÍJ) El dia 16 de Marzo de 1813 á la una del dia se hizo la siguiente coni'
—8—
5 El barómetro se mantiene regularmente á la altura de 27
pulgadas, alineas, variando solo de dos á cuatro líneas sin or-
den estable según nuestros observadores [1]. Pero el sabio
Barón de Humboldt descubrió guardaba un flujo y reflujo
constante en las veinte y cuatro horas del dia. las cinco deA
la mañana comienza á subir hasta las nueve, hora de su nía-,
yor altura: entre las 9 y 12 del dia se ínautiene casi estaciona-
rio: luego sigue bajando hasta las 4 de la tarde: á las 7 vuelve
á subir hasta las 11: se mantiene quieto hasta las doce de la
noche, y de aquí sigue descendiendo hasta las 4 y y media de
la mañana. Periodo que notó por muchos dias consecutivos
este exelente filósofo en el mes de Diciembre de 1802, en que
estuvo en esta Capital. En 1812 comprobó en Lima y otros
lugares al S. mi amigo Samuel Curson de la América del ISTor-
te estas observaciones de Humboldt con el barómetro de mon-
taña de Englefield, construido por Berge y recien llenado en
esta Capital. Entre unas y otras observaciones hay algunas
pequeñas diferencias, y se necesita examinar con prolijidad si
estas variaciones barométricas tienen relación con las de nues-
tros vientos coincidiendo en las mismas horas.
6 El temple que perciben nuestros cuerpos proporcionándo-
se generalmente al que indica el termómetro, difiere en espe-
cial con respecto á los vientos, á las nubes y á la lluvia, que
reinan. Los vientos nos refrescan en lo mas caluroso del tiem-
po, y si calman sentimos un fuerte bochorno, aunque no varíe
el termómetro. Las lluvias nos minoran la sensación del frió,
y éste, si paran, nos molesta, aun sin alterar el termómetro.
Menos sensible el termómetro que el cuerpo humano necesita
ser afectado por mas tiempo y fuerza. Las nubes que se 'inter-
ponen entre nosotros y el Sol en Enero y Febrero nos propor-
cionan, á pesar déla cercanía del astro, el mas agradable tem-
peramento de la tierra. Las causas de estos fenómenos van á
desenvolverse en la historia de las variaciones particulares que
inducen en la atmósfera los cuerpos celestes, habiéndose ya
alumbrado las mas generales.
paraeion del calor con termómetros de Farenheit en los sitios que se indi :
can, siendo el estío muy caluroso.
vñ V
(l) Las mareas mas fuertes en el puerto del Callao acaecen en el tiempo
medio entre equinoccios y solticios. Y entonces con la repentina obscura^
cion del dia por la copia de vapores, se vé á menudo la realidad de aquella
pintura de Homero,
"Quand le vent du midi par sés brovillards epais
"De la chaine des monsts obscurcit les sommets,
"Sur les guerets uoisins le vapeur descendue
^Jtamene au sein du jur la nuit inattendue."
§ VL
INFLUENCIAS DE LA LUNA.
—14—
eos. Wilsou (1) produce hechos que prueban acelera la pufcre-
facción y vegetación.
u El dia 7 de Abril del año de 1754 en
" la oposición de la Luna hubo un eclipse total con demora de
" la Luna en la sombra, en cuyo tiempo que fué el de media
" noche estaban fundidas 26 arrobas de metal destinadas á la
" construcción de unos cañones de á libra de calibre en Pana-
" má, él que al comenzar el eclipse se endureció como si no
" hubiera recibido fuego. La relación de este fenómeno se re-
u mitió á Lima autorizada en toda forma con deposición jural
" mentada de cinco testigos. Túvose el caso por cierto, aun-
M que no en cuanto á la causa; pues se discurría ser efecto del
" eclipse". (2) Si la realidad de este suceso se comprobase por
otros semejantes, se demostraría que la luz de la Luna obra
calentando
$ VII.
METEOROS,
4 VIIL
LOS VIENTOS.
§ IX.
[1] Aquí hay un gran fenómeno que nadie ha notado, y es que las gran-
des lluvias de la cordillera de los Andes se forman de la evaporación del
Océano Pacífico, y que naciendo de estas lluvias el inmenso caudal de aguas
que forman los rios que corren al oriente del Perú para el mar^del norte, se
sigue que el Océano Pacífico surte de aguas al Atlántico, haciéndose la con-
tinuación por el aire; y si como creen algunos la Atlántida existió entre el
África y la América, corriendo su costa occidental por delante de la desem-
bocadura del rio de las Amazonas, su inundación pudo haber provenido de
algunas grandes lluvias en la cordillera de los Andes.
—19—
tos del Sur, á las masas de vapores que elevan la acción solar
se unen las que arrastran los vientos australes corriendo pol-
las espaldas del Océano. En este caso están reunidas las
fuerzas evaporantes de los vientos y el Sol, y ambas concur-
ren á elevar y* empujar las nubes espesas á la sierra; pero co-
mo la acción solar se disminuye en el ocaso, y el Sur para á
las diez de la noche, suelen en estas circunstancias quedar es-
tancadas muchas nubes á la altura media de la cordillera y sus
ramas, y entonces descargan los torrentes de agua que inun-
dan los valles. Si álos calores y sures fuertes se juntan los nor-
tes, las lluvias son mucho mas copiosas, por la mayor conglo-
bación y densidad que adquieren las nubes del austro, repri-
midas y enfriadas por el bóreas. Si, lo que rarísima vez suce-
de, después de bien cargada la atmósfera sigue el S. B. so-
plando de noche con alguna viveza, y el N. O. se adelanta, en
este caso las nubes son desalojadas de la cordillera á la costa-
y recibidas por el 1SL O. se forman las tempestades de relám,
pagos, truenos y rayos, que llenan de consternación á los habi-
tantes de estos valles, por no estar acostumbrados á oirías.
* X.
§ XI.
TEMBLORES.
[1] En la bella Disertación que sobre este fenómeno publicó el Dr. Mo-
reno,"Almanaque Peruano" 1804 se refiere que el 13 de Julio de 1552 á las
ocho de la noche se oyó en Lima un trueno fuerte, y se vieron dos relám-
pagos, y que en el año de 1720, y 1747 se oyeron otros por la tarde.
—23—
lentas convulsiones con que nos aflige la tierra. El fenóme-
no terrible de los temblores es mas frecuente entre la prima-
vera y el estío, que en el resto del año, en el cual, si acontecen,
es por el otoño. Sus horas son las de la noche: 2 á 3 horas pa-
sad© el ocaso del Sol, y al apagarse la luz zodiacal, y con mas
frecuencia en torno de la aurora. Los antiguos comparaban
estas partes del día con el otoño y primavera: y la acorde ve-
rificación de los temblores entre estas estaciones y aquellas
horas, da valor á la comparación.
2 El curso de los temblores es siguiendo la cadena de
S.'N".
los cerros. Una ha manifestado que sus mas
triste experiencia
violentas concusiones guardan un periodo de medio siglo en el
espacio, que corre del ecuador para el trópico de Capricornio,
y que se suceden con cierto orden del trópico al ecuador. Es-
to lo confirman las épocas de los terremotos, que de la conquis-
ta acá se han experimentado en Quito, Arequipa, y Lima [1],
3 Al revolver el fatal período á fines del siglo anterior han si-
do arruinadas la ciudad de Arequipa, y las provincias de Qui-
to. Lima vá pasando indemne sus límites. ¡Qué votos serán
suficientes para impretar del cielo la conserve libre! La idea
melancólica de haber de fundar de nuevo cada cincuenta años
la capital del Perú, y de que apenas vamos llegando á poner
la última mano á su aseo y esplendor; cuando puede ser redu-
cida á un montón de escombros y ruinas, atraviesa de dolor el
alma. Hombres ancianos y religiosos aseguran ser menos co-
munes y violentos los temblores de Lima, después que resue-
nan sus templos con el sagrado cántico del Trisagio, y un pue-
blo piadoso debe alumbrar su fe, y nutrir su corazón de estos
santos sentimientos: pues solo aquel á quien se consagra el
devoto y sublime cántico del Trisagio, es el que puede con-
mover la tierra desde sus cimientos, ó mantenerla en reposo.
4 Los dias muy varios son los mas expuestos á temblores,
Explosiones volcánicas. ¡|
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o. 30 V.
SECCIÓN íL
las nuestras, de las cuales se deduce que el calor en la zona tórrida, supo-
niendo un término media, impregna la tierra con una cantidad igual á 14°
hasta una profundidad distante tantos pies de su superficie, cuantos dista de
éste la línea de elevación en que se sostiene la vegetación en los Andesj y
de que luego decrece en razón inversa de la latitud. De manera que de la
de tf()° en adelante la tierra se reduciría á carámbanos que se extenderían
hacia los trópicos, si para contrabalancear la acción del frió no sucedieran
estíos muy calurosos', de donde resultan variaciones atmosféricas tan des-
templadas, que los moradores de aquellas regiones es preciso digan á los
del ecuador.
" At vos prospexit vulfcu natura benigno
" Felices terra3, queis blando mixta calore
" Frigora, et sequali concessit témpora cado." Geoffr. Higiene.
En efecto en la zona ecuatorial la variación del termómetro en todo el
año no pasa de 10° Mas á los 40° lat. N. es ya de 48°, á los 42° de la misma
lat. es de 51? y á los 60° lat. N. es la variación de fi6° pasando los que ha-
bitan debajo de este paralelo de un invierno de 30? de hielo á un estío dfe
30 de calor.
—32—
la numerosa población de Lima, podríamos persuadimos á que
concurría ella con el clima á fomentar la fecundidad de sus
huertas: porque está observado que el reino vegetal y el ani-
mal se vitalizan mutuamente. De manera que la mofeta que
resulta en la atmósfera privada de su oxígeno por la respira-
ción animal, la combustión y las exhalaciones de los cuerpos
puestos en putrefacción es ansiosamente absorvida por las
plantas que adquieren con ella vigor, y hermosura: y después
de nutrirse con su malignidad vuelven, al herirlas el astro del
dia, á transpirarla por la parte superior de la hoja; pero do-
tada ya de una salubridad, que renueva Ja atmósfera, y la pro-
porciona al fomento de nuestra respiración y vida. Por esto
son útiles á la vegetación los lugares inmediatos á las pobla-
ciones; pero debe mediar cierta distancia, para que antes de
ser respirado por los animales, se diluya en el aire intermedio
el vital que transpiran por la parte superior las hojas heridas
de la luz solar, y* se modere la actividad del tufo mortífero que
arrojan por su parte inferior en el tiempo de la noche (1).
7 No menos fecundo el terreno, que en árboles frondosos,
en flores deliciosas cria una hermosa é inmensa variedad de
estas ó propias del pais ó traídas de otros. Y
aunque hemos
apuntado seguir la inflorescencia el curso de las estaciones, es
hablando en lo genera porque varias plantas florecen indis-
;
—34—
jado un sabio Magistrado (1) creyese alguno que la enferme-
dad que sufrió el trigo fué un verdadero tizón, siendo este una
enfermedad contagiosa en sentir del célebre. Toaldo, el terre-
moto de Lima nos ministraría la idea de buscar en los senos
de la tierra los contagios-originales, puesto que nuestras mie-
ses no habían antes padecido de este accidente.' •
v
12 Hay un proverbio antiguo que nos b° trasmitido Teo-
frastro: Annus, non térra frucáftcat: que el aüo es el que fruc-
tifica 3T no la tierra. Es decir, que la abundancia ó escasez de
cosechas no depende tanto de la fecundidad del suelo, cuanto
del orden que guardan entre sí las estaciones y sus respectivas
calidades. Las plantas tienen mas sensibilidad entre los trópi-
cos que fuera de ellos: así nuestras mieses padecen mucho con
las irregularidades que suelen sobrevenir al año campestre, y
en estas circunstancias no corresponden las cosechas á la bon-
dad del terreno.
$ 1L
(1 Bravo, 1. c. p. 144.
(2) Notes on State o£ Virginia pág. 32»
—35—
ha demostrado con tablas comparativas de los animales exis-
tentes en nno, y en otro continente la falsedad de ellas. De
esta controversia resulta la consecuencia justa y necesaria, de
que dependiendo el reino animal del reino vegetal, cuyas pro-
ducciones alimentan sus individuos, el número y tamaño de
estos se bailan en proporción con la feracidad y vigor de las
plantas que los nutren; por lo que encontrándose en uno y
otro hemisferio dilatadísimas llanuras cubiertas de abundan-
tes pastos, también regiones pobres y estériles, se exceden
mutuamente en el grandor, número y 'hermosura de bestias,
según es la extensión y fecundidad de los prados y bosques
que se comparan.
3 El Perú no es á proposito para alimentar las muchas es-
pecies indígenas que habitan las selvas de lá America uel Nor-
te, ni para multiplicar las trasplantadas de Europa en aquel
número prodigioso, que pace en los dilatados campos de Chi-
le y Paraná. No obstante en sus costas, cordilleras, y mon-
tañas ofrece numerosas y hermosas tribus, cuya descripción
ocupará algún dia las deliciosas paginas de la Historia "Natu-
ral: siendo al presente nuestro objeto tratar únicamente de lo
que influye el clima en las mas notables.
Cuadrúpedos indígenas. Entre las familias de cuadrúpedos,
gue se encontraron en el Perú al tiempo de su descubrimien-
to,y conquista, las principales son:
Paco [1] Camella') peravianus. Linu. Syst. Nat. Molina
Histor. de Chile part. I.
f 1]
Paco: CaiTiero de lana larga de "Ppaco" rubio, bermejo, por ser este
su color mas sobresaliente. Alppa-co carnero de la tierra, tiene la lana lar-
ga y muy suave, y es menos propio para la carga: "Llama de Llamsccaní"
carnero de trabajo: tiene la lana corta y áspera, y es el mas alto y fuerte, y
mas á propósito para el servicio de la arriería.
Longitud de la oreja 6 6
Idm. del cuello de su primera á su última vertebra. 2 5
Altura anterior medida de la base de la mano al la-
bio de la paletilla que está paralelo al espinazo 5 5
Altura posterior medida de' la base del pié á la es-
pina del hueso sacro 3 6
Longitud de la callosidad del esternón 7
Latitud J •
— 3tí—
Aleo. Gemís americamis. Lin. Kíltlio, Thegua. Mol.
Puma. Filis puma. Lin. Fagi. Mol.
Uturuncu. Felis Orna. Lin. Felis gigna. Molin, que ^se ha-
lla al Occidente del Perú, y con la -misma voz so designa el
Yaguar de Azara lám. IX que habita á la parte Oriental en
los bos jíies.
Ucmnari. Ursas americanus. Lin.
Tarúca. Elaphus. Lin. ast. corpore minor.
4 La Divina Providencia, que ha proporcionados sus cria-
turas racionales en todas las pautes del giobo los medios para
subsistir, y cumplir los trabajos á qnelos destinaba, dio al In-
dio habitante de los Andes un don precioso en lQSj¡pa®&s. Sus
¡anas le visten, sus carnes le alimentan: el veloz huanaco, y la
tímida vicuña le recrean, y entretienen en la caza: y la llama
y la alpaca conducen con seguridad sus haberes por entre las
angostas y ásperas sendas de las serranías del Perú. El pes-
cuezo largo y levantado de estos animales, su cara adornada
íle hermosos ojos, el urcu ó penacho de su frente, y el paso sose-
gado con (pie caminan mirando á todas partes, hace muy vis-
tosa su marcha, en la que se colocan en línea recta lo mismo
que si fueran tropas disciplinadas.
5 El Aleo es compañero fidelísimo del Indio: su estatura
es mediana, y tiene por lo general torio el cuerpo cubierto de
lana negra, menos entre el pecho, y la cola en que es parda.
Estos perros son muy sentidos y avisan con sus ladridos cual-
quiera novedad que ocurra al rodedor de la casa, ó del hato; y
también embisten con fiereza á las personas que no conocen.
Hay de estos unos pequeños perritos semejantes á los nues- .
tros de faldas, que cargan jas indias sobre sus quipes [1] y
abrigan en su seno, los cuales por ser taciturnos han dado oca-
sión á que crean algunos que los alóos no ladran, y que por
tanto no pertenecen á la clase de los perros.
6 Los Pacos y el Aleo habitan en las sierras: los domestica-^
pág. 5, icón VI, fig. b. como estas debesas se bailan á 12 ó 14,000 pies so-
bre el nivel del mar, no admiten el cultivo y población de las altas llanu-
ras de Anabnac ó Méjico, porque éstas solo se elevan de 6 á 8,0U0 pies.
Tom. vi. Literatura—- 8
— 3S—
de mantener las castas bravas para las corridas anuales qué
hay en Lima, son ferocísimos.
10 El ganado bacuno criado. en la sierra no soporta el tem-
peramento de la costa: luego que baja á él, se toca, según la
expresión vulgar, es decir, se atonta, y perece con rapidez
asombrosa: en sus entrañas se encuentra el bigado endurecido,
y como si se hubiese pasado por ascuas de fuego. Concibo,
que de la misma manera que en los hombres, así en los toros
luego que bajan del clima alto y frió de los Andes al caloroso
de la costa la sangre adquiere un movimiento rápido y desa-
costumbrado, encaminándose á la cutis, para promover la
transpiración, la cual no pudiendo hacerse por el pellejo grue-
so y tupido de que están cubiertos, se origina una fiebre ar-
diente que los mata, y la que es mas violenta que en los pacos
y eu el aleo, porque siendo en estos menos gruesa la cutis que
en los toros, no opone tanta resistencia al desfogue de los hu-
mores por ella, y así brota en aquellos la sarna, que no tenien-
do efecto en estos mueren con increíble celeridad. Los carni-
ceros aun no han encontrado remedio para este accidente.
Únicamente saben por experiencia, que el ganado muere con
mas celeridad en el tiempo de estio, que en el de invierno,
lo que confirma nuestras conjeturas, y así es que en esta parte
del año es cuando bajan los ganados de los lugares altos para
surtir las plazas y carnicerías de Lima.
Germán. Arat.
<1) " Cuntur de Ccuueuni oler mal, porque el Cóndor hiede. " Este nom-
bre, y el de "Puma" fueron célebres entre los antiguos Peruanos: se apelli-
daron con ellos deferentes familias ilustres, cuj os descendientes subsisten
todavía ocupando los empleos de caciques. Parece, conforme al significado
de las voces, que había dos órdenes de distinción en el Imperio; conviene á
jEdber la del Cóndor, y la del León,
y que de allí nacían estos apellido*
— 42—
lapoderosa fuerza con que se remonta el mayor, y mas vigo-
roso de los volátiles. En sn aspecto exterior lleva el macho
muchas señales de dignidad, qne le diferencian de la hembra;
tales son la cresta que le sirve de corona, la cutis floja negruzca,
que se le plega sobre la cabeza, y recogiéndose para atrás en
forma de rizos figura una peluca; y las manchas que le cu-
bren las alas, y recogiéndose sobre la espalda del ave cuando
para, figura una capa. Véase la excelente memoria de los señores
Humholdt, y Bonpland sobre la Historia Natural del Cóndor im-
presa en Pañis en 1807. Santiago Cárdenas, mas conocido con
el nombre de Santiago el volador, observó por muchos años
el vuelo del Cóndor con él designio de imitarle, y dejó escrito
un tomo en cuarto, que he depositado en la Biblioteca del Co-
legio de San Fernando.
14 En esta obra distingue~tres diferencias de Condores 1?
Moromoro con golillay capa de color de jerga, ó ceniciento: tie-
ne de embergadura de 13 á 15 pies. Este es el mas fuerte, y
el que extendiendo las nerviosas alas hace alarde de bregar
contra el viento balanceándose mngestuosamente sin aletear;
y al que particularmente se le atribuye, de que arrebatando
los recien nacidos corderinos, se los pone sobre la espalda,
afianza con el pico vuelto hacia atrás, y luego emprende el
vuelo huyendo con su presa. 2? Cóndor de golilla y capa mus-
ga, ó color de cafe claro: tiene de embergadura de 11 á 13
pies, y es ligero, y atrevido. 3? Cóndor de capa y golilla blan-^
ca: tiene de embergadura de 9 á 11 pies, y es el mas hermoso y
numeroso de la especie. Habita el Cóndor en los altos riscos
de los Andes, y según las observaciones de Santiago hace dia-
riamente dos viages á la costa en busca de alimento, lo que
denota su velocidad prodigiosa. En la anatomía que hicimos
de esta ave, no encontramos, ni vaso aereo que comunicase al
pulmón con la sustancia esponjosa de las clavículas, ni comu-
nicación del buche á la traquea. La cavidad interior del pecho
está rodeada de una pleura fina y transparente, que forma va-
rias celdillas: los pulmones bajan hasta el vientre, y están ad-
herentespor su parte posterior á la costillas y espinazo, en cu-
ya unión se hallan estas perforadas, y con comunicación á lo
interior de su cuerpo esponjoso. El tejido del pulmón es poro-
so, así luego que se soplan por la traquea y se le infla, despide
mucho aire que llena todos los escondrijos grandes, y peqne-
* — 44—
dando cíavadar la mitad que excita mayor dolor que el qué
produce estando entero. Por esta razón los experimentados se
están quietos cuando perciben que se les ha clavado algún pi-
que dejándole crecer uno 6 dos dias debajo de la epidermis:
aquí forma su nido, y este mínimo y negro insecto vá convirtién-
dose en un globo blanco como una mediana perla, afianzado
á la cutis por el punto por donde se clavó en ella, que es su
boca, con la que chapa el jugo que le nutre y aumenta su
cuerpo: luego que ha crecido no es otra cosa que un conjunto
deinnumerableshneveciüos ligados por un gluten biauco,y cu-
biertos de un común cuero que en forma de globo los encierra á
todos. Mientras el pique crece casi no causa incomodidad; mas
luego que ya ha tomado el deludo aumento, sino se le extrae,
punza ¿olorosamente, A dos ó tres días de introducido ya es-
tá en estado de sacarse. En esta operación son diestrísimos los
negros por el continuo ejercicio que tienen en sí mismos. La
practican separando cuidadosamente con la punta de un alfi-
ler la epidermis debajo déla cual está la nigua, la que des-
pués solo queda prendida por su boca rojiza, entonces la en-
sartan por el centro del globo, y la extraen: debe cuidarse mu-
cho de qne no se rebiente al tiempo de la operación, porque
en este caso quedan derramadas varias liendres que son otras
tantas zabandijas parasíticas que infestan el pié, porque si se
ha dejado parte del zurrón sobrevienen inflamación, dolor,
y supuración para arrojar este cuerpo extraño. El hueco
que el pique deja en el pié, se llena con tabaco en polvo
6 con ceniza de cigarro, lo que se ejecuta con el designio
de que el tabaco, como irritante y corrosivo, restriña los
vasos, que puedan haberse abierto, y consuma cualquier pe-
llejito que haya quedado, y se evite el dolor que sobreviene,
cuando se deja á que lo pudra el cuerpo viviente en que se ha-
lla. Sin la operación de la extracción se matan los piques fro-
tando las partes en que anidan con ungüento mercurial, ó con
una mezcla de aceite y jabón: de uno ú otro modo mueren, y
se desprenden en forma de costra. El aceite aplicado tibio ali-
via las partes que han quedado lastimadas de resulta de la
extracción de los piques: y es necesario que el que los ha teni-
do cuide muchodeno meter lospiésenaguafriamientras no es-
tén enteramente sanos, porque corre el riesgo de contraer la
terrible enfermedad del pasmo.
17. Animales perdidos. Apesar de la distancia en que hoy
moran diferentes naciones de la tierra, se encuentra en sus
tradiciones, que sus antepasados vieron üe mismo objeto, cu-
ya descripción ó imagen fueron después aplicando, según las
ocurrencias análogas que les ofrecían sus opiniones, religión
ó costumbres. Jehova en medio del magestuoso aparato de los
í
-45—
relámpagos y truenos desciende á la cima del Sinaí, á intimar
la Ley á los Hebreos. Esta augusta imagen del poder y la
grandeza divina, es luego aplicada á Júpiter vibrando rayos
contra el ejército Griego desde la cúspide del Ida; y el grande
hombre, no aparece de otro modo sobre los moutes del Ohío
para exterminar con sus dardos un feroz animal que asolaba
las campiñas. [1] Así también bajó en otro tiempo el Ángel
Celeste sobre la punta de Santa Elena en la América meridio-
nal, para arruinar una raza impura y feroz de Gigantes^ que
habiendo aportado allí de regiones desconocidas asolaban el
país. [2]
18 Los indios de uno y otro hemisferio comprueban la ver-
dad de sus tradiciones con las grandes muelas que se hallan
soterradas en los sitios indicados. En el Perú se encuentran
igualmente con otros huesos de enorme magnitud en la Pro-
vincia de Chichas cerca del trópico de Capricornio, y no faltan
rastros de ellas en el reino de Chile.
19 He tenido Cuatro de estas muelas, de las cuales conservo
una en la Biblioteca del Colegio de Medicina de San Fernan-
do. Comparadas entre sí he juzgado por su configuración, que
no pertenecían á un mismo elefante focil; sino que tres eran
de la especie del Mammoth, y una de la del Mastodonton de
Cuvie. De donde se sigue que estos corpulentos cuadrúpedos,
que habitaron en tiempos remotos en la Siberia y Norte Amé-
tica, penetraron en la Meridional donde han dejado á sus na-
turales en los despojos de su ruina un recuerdo de la existen-
cia y castigo de los gigantes antidiluvianos. ¿Éstos fragmen-
tos huesos reputados por parte de su esqueleto, no serán mas
bien petrificaciones de tierras y aguas calizas? Entre los pue-
blos de los Chorrillos y Miradores en ei sitio que llaman la ca-
lera destila al pié del barrar co una agua caliza» que á las pie-
'
dras que baña las deja cubiertas dé unas láminas, que tienen
el mismo aspecto que las láminas huesosas del cráneo humano*
§ IIL
(1) Los indios de la América del Norte ííairian á Dios' eí gtan hombre.
Jeffefson. Notes 6h the Virginia pág. 56,
(2) Garcllaso, t. í pág. 313.
Tom< vl Literatura-—9
—46—
inentos á que los redujo su primera dispersión, ha ido intro-
duciendo tal diversidad en sus facciones y propiedades, que
al comparar en el dia varias naciones, parecen derivadas de
distinto origen. Esta desemejanza es mas perceptible entre las
que habitan la Europa, la América, y el África; porque el
Asiático puede reducirse en parte á las primeras, y en parte á
las segundas, conforme á las latitudes bajo ele las cuales mo-
ra. El color blanco salpicado de carmín en las mejillas, pelo
rubicundo, ojos azules, facciones hermosas, solidez en el pensa-
miento, y uu corazón lleno de una fiereza generosa son los ca-
racteres del Europeo en su perfección y cultura.
2 Un color cobrizo ó amarillazo, pelo negro y largo, ojos
negros, facciones delicadas, aire melancólico, imaginación
pronta y fuerte, corazón sensible y tímido: he aquí eí retrato
general del Americano. Un pelo enrizado que no se levanta
del cascOj facciones salvages, color negro, espíritu pesado, y
un corazón bárbaro han tocado eh triste herencia á la mayor
parte de los Africanos [1]. La población de Lima se compo-
ne de estas tres naciones. Condujo á la primera la gloria
de conquistar: la segunda es originaria del pais, y la terce-
ra ha sido arrastrada por las cadenas de la esclavitud. Estas
diferentes tribus se han reunido, mezclado, y hecho nacer en-
tidades medias. Algunas ramas conservan su origen primiti-
vo; pero el clima ha hecho impresiones en ellas, que manifies-
tan no nacieron en el suelo donde está arraigado el tronco de
sus abuelos. Vamos á examinar por partes este punto intere-
sante: y para guardar un orden claro trataremos de las sigila-
ciones que parece imprimir el clima: y concluiremos presen-
tando una tabla, que haga ver á un golpe de que modo han si-
do afectadas por ellas las diferentes castas que le habitan.
3 En un pais situado en el centro de la zona ardiente, pero
reducido su clima á un temple benigno por la superabundan-
cia de humedad de la atmósfera, deben los que viven en él
tener un cuerpo débil. La humedad impide la firme unión de
los elementos que componen las partes sólidas del cuerpo hu-
mano: el calor produce una transpiración abundante que re-
laja la cutis: [2] ambas causas un aire falto de elasticidad.
[1 1 The largeness pf the apertura of the iris, or pupil of the eye, which
jtkM been reckoned by some á beatiful feature in the female countenance,
jm an indicación of delicaoy, but to an expexiencied observer itie an indica=
—
Üon of debility. Darroin: Zoonomia, S«ct. XXXI.
—49—
zo ó meinbrillejo en América. Los humores y en especial la
cólera soq la fuente de estos tintes. El color de esta es ama-
rillo, y cuando se halla muy subido se convierte en negro. Al
2? ó 3? día de nacer un niño se cubre de ictericia, la cual en los
blancos se disipa sin dejar impresiones; al contrario en los ne-
gros deja sobre la cutis un color indeleble de azabache, y aun
su sangre está teñida del mismo. Sus hijos nacen blancos ó ro-
jos como los de los demás hombres; pero al 3? dia cambia la
ictericia estos, colores en un moreno amarillazo, que opacán-
dose mas y mas, se hace pesfectainente negro al 7? ú 8? dia.
10 Eu los climas ardientes, pero templados por vientas hú-
medos y frescos, la cólera igualmente abunda, tiene un color
amarillo subido, y tino á los niños de un color cetrino mas órne-
nosclaro, según la constitución del aire. A las riberas del mar,
en que el calor se atempera por vientos húmedos, el color cetrino
es opaco; pero al pie de los montes donde la atemperación na-
ce de vientos enfriados por las nieves, el color cetrino es muy
claro, y los allí nacidos emulan el aspecto, y color rosado de
los Europeos del norte. Los moros de Berbería en la costa del
Mediterráneo son mulatos; y blancos los que habitan las mon-
tañas de Fez del lado del monte Atlas. Los españoles de la
costa opuesta son morenos, y blancos en las provincias inte-
riores. De la misma manera son mas claros los que habitan al
pié de nuestras sierras, que los de la costa del Sur, y los hijos
íle los Europeos conservan allí la blancura y mejillas encarna-
das que han perdido los de aquí.
Ll Parece pues que el calor del clima influye haciendo que
la secreción de la cólera en el hígado sea abundante, y su tin-
te mas ó menos opaco, y que conforme á las cualidades que
de la influencia recibe, imprima la variedad de colores que ti-
ñen á la especie humana, fuera del blanco.
12 Siendo este el color original, se necesitan según Mr. Ma-
net en su excelente Historia de África 300 años ó quince ge-
neraciones de á 20 años cada una, para que se cambie en un
color perfectamente negro. Las repetidas tinturas de unas ge-
neraciones á otras van formando un carácter original é indele-»
ble, y así aunque los hijos de los negros nazcan blancos, traen
en sus genitales y raices de las uñas el sello de su futuro color.
Y es preciso Ja mezcla succesiva con personas blancas para
borrarle, ó que reciban las influencias de otros climas para pasar
del negro al blanco por tantas generaciones, cuantas fueron
necesarias paia transmutarse el último en el anterior,
-50-
§ IV.
(1) Para darles mas gracia y fuego, los hundían en las cabezas ideales de
la escultura, mas de lo que les ofrecían los objetos originales, porque resul-
tando así mayor contraste de sombras y luz, resalta aquella animación que
según Plinio reside en los ojos: jprofecto iri'oculis animus habitat. Nat.
Hist. y el rostro adquiere expresión y vida. Con este fin las damas Atenien-
ses dejaban caerlos rizos del cabello sobre la frente hasta cerca de las cejas,
y las indias del Perú forman el urco ó monte, costumbre que se ha renova-
do en nuestros tiempos, porque de este modo brillan los ojos en el seno de
las sombras, el bbseivador concentra albí su vista y percibe los mas gracio-
sos relieves y contornos de la cara. Pues nota Edwars, que la naturaleza
para librar de la actividad de los rayos solares los bellos y tiernos ojos de
,las habitantes del Ecuador los colocó en cuencas mas profundas que en las
moradoras de Europa, que los tienen á flor de la cara. Y como por otra par-
te las ha concedido un pelo negro y espeso que ciñe y estrecha el ámbito
de la frente, reúnen la gentileza y elegancia de las íñas bellas facciones,
Spectandoe nigris oculis, nigrbque capillo. Horat.
Tom. vi* Literatura— 10
—54—
la civilizacióny cultura. Entre sus moradores sin comunica-
ción con ninguna parte del globo, se encontró tal amabilidad,
política, y delicadeza de sentimiento, que los ingleses quedaron
admirados de la excelencia de unos ingenios que por sí solos
habían sabido salir de la feroz barbarie, y escuchar la amable
humanidad. No supo la fecunda imaginación de Homero fin-
gir una tempestad mas horrorosa, ni una acogida mas huma-
na, Cuando las olas arrojaron á Ulises sobre la isla de CJalipso,
que las que experimentó el capitán Wilson al naufragar sobre
las rocas, y al ser recibido por los isleños de Pelew. Oigamos
á este mismo ingles pintar la hospitalidad, y cortesanía con
que él y sus compañeros fueron admitidos y consolados. "Los
isleños sintieron nuestros desastres, y procuraron aliviarnos
por todos los medios que podían ministrar. ISTo era esta gene-
rosidad aquella magnificencia ostentosa, que concede y extien-
de su favor, teniendo por fin, aunque á veces con disfraz, la
retribución. Era la pura emoción de una benevolencia natu-
ral. Era el amor del hombre para con el hombre." Lloraron en
Macao los ingleses la pérdida del niño Lee-Boo entregado por el
Rey Abba Thulle su padre, "para que aprendiera todas las
cosas que debían saberse, se hiciera un verdadero ingles, y
volviera a ser benéfico á su patria." La fatal viruela cortó las
esperanzas de este padre generoso, y malogró los cuidados de
los bretones, á quienes asombraban la rapidez con que su espí-
ritu avanzaba en el idioma, la escritura, y la aritmética, yaque-
lias maneras delicadas de atención y sagacidad, con que sabia
corresponder en las visitas, aun estando su imaginación sin
fijeza por los objetos nuevos que la herían.
8 Tampoco el África, aun en la Guinea y países adyacen-
tes en que está la mayor degradación, presenta una deformidad
tan absoluta como se cree. Los negros del Senegal poseen
hermosas disposiciones corporales, tienen la misma idea de la
hermosura que los europeos, y pueden competir en ella con
estos, prescindiendo del color, en que el prieto de azabache es
el que mas estiman. La nariz chata y frente aplanada no son
faccionesqueleshaimpreso la naturaleza. Provienen como ob-
serva el P. Terre. de cargar los niños á las espaldas, y con los
repetidos sacudimientos queda la madre, se estrujan contra su
nuca la nariz, frente y labio inferior del infante, "de donde na-
ce complanarse los dos primeros y formarse la geta del terce-
ro; lo que no sucediendo á los hijos de los nacidos en las colo-
nias no adquieren esa deformidad, de suerte que á la segunda
ó tercera generación tienen un rostro bien formado. Ya sé que
en estos climas ardientes parece que es otra la naturaleza hu-
mana, por la rudeza de los rostros, barbarie, y torpeza de lo»
ánimos; pero lo mismo sucede al norte de Europa y Asia don-
—55—
de el frió es duro, entre los Lapones, Samoyedos, Bo-
como
randianos, Calmucos, &
&. Sus caras y narices aplastadas,
sus mal formados miembros, su aire rústico, sus usos bárba-
ros presentan unas facciones tan contrahechas y desapacibles
que la costumbre que tienen de ofrecer los maridos sus muge-
res á los transeúntes, y estimar unos y otros se reciban, es por
satisfacerse de que no son tan feas, que desmerezcan la aten-
ción de los hombres mas bien formados; porque en los países
donde tiene mejor disposición el bello sexo como en Persia,
China, &, lejos de encontrarse esta franqueza, son los hombres
celosos.
9 ISTo puede, pues, la diferencia de facciones argüir diversi-
dad en los talentos; y cuando esto así sea, no tiene de que
gloriarse la Europa, pues si en ella se encuentran naciones
bien formadas, las hay también en las otras partes de la tier-
ra, y si la África en el centro de sus incendios produce hom-
bres que parecen entes ine/lios entre el racional y el bruto, lo
mismo sucede en los helados países del norte de Europa. De
aquí nace la consecuencia de que el espíritu racional está igual-
mente distribuido en todas las partes de la tierra. En todas
ellas es el hombre capaz de todo, si es ayudado por la educa-
ción y el ejemplo. Ya se vé que en las regiones templadas
por su situación ú otras causas serán mas rápidos y estables
los progresos; pero lentos en las heladas y ardientes por laim-
proporcion del clima, que, ó con su calor sofocante abate el
cuerpo, y le imposibilita al trabajo; ó por el rigor de sus ye-
Ios y continuada noche en la distancia del astro del día, le
permite únicamente abrigarse en las cuevas.
10 Supuesta la igualdad de proporciones en los países tem-
plados, solo se exceden los hombres en ejercer en unas partes
ciertas facultades mejor que otras por las influencias del cli-
ma. Así la solidez del pensamiento y el descubrimiento de
verdades que piden reflexión, me parecen sobresalir en los eu-
ropeos. Habitando un clima templado por una situación, que
en el medio de iguales distancias del Ecuador y polo, se incli-
na á éste, sin faltar la luz y calor que nutren la vida en el hom-
bre, el frió dá á sus nervios una elasticidad y tono capaz de
mucha atención y constancia.
11 A
los que nacen en este Nuevo Mundo ha tocado el pri-
vilegio de ejercer con superioridad la imaginación, y descu-
brir cuanto depende de la comparación. Yo por imaginación
no entiendo aquellas fuertes y tumultuosas impresiones exci-
tadas sobre nuestros órganos por objetos análogos, ú opues-
tos á nuestras pasiones, y en los que grabadas profundamente
recurren perpetua é involuntariamente, casi forzándonos á
obrar como á los brutos, sin deliberación, ni reflezlcn. Entien-
—56—
do elpoder de percibir con rapidez las imágenes de los obje-
tos, sus relaciones y cualidades, de donde nace la facilidad de
compararlos, y exprimirlos con energía, Por este medio se ilu-
minan nuestros pensamientos, las sensaciones se engrande-
cen, y .se pintan con vigor los sentimientos. De aquí esta elo-
cuencia asombrosa con que suelen explicarse los salvages de
América: las comparaciones naturales, x^ero fuertes de sus dis-
cursos, y la viveza en sus sentimientos. Después que liemos
oido algunas de las arengas de los guerreros de Arauco, esta-
mos persuadidos que Colocólo no fué menos digno del razona-
miento de Ercilla, que Néstor del de Homero. El sabio Sy-
bly (1) desafia á todas las oraciones de Demostenes, Cicerón ó
de cualquier otro grande orador de Europa, a que presenten
un trozo superior al de Logan al Lord Dumore, quejándose de
las injurias que habia recibido del coronel Cresap; y las reflexio-
nes y monumentos que aquel sabio reúne sobre esta materia,
le hacen establecer, que los salvages son formados en al-
ma y cuerpo sobre el mismo modelo que el Homo Sapiens
JEuropeus,
12 De misma preciosa fuente nace la destreza y pe-
aquella
ricia en y pintura, sin mas enseñanza que su ge-
la escultura
nio (2). En este segundo modo de expresar nuestras imáge-
nes é ideas, hay en Méjico, Quito, y el Cuzco una multitud de
artistas capaces de competir con los mas provectos de Euro-
pa, y también de superarlos, si tuvieran la instrucción que es-
tos reciben. Aquí en Lima, en el colegio del Príncipe, suelen
verse muchaclios indios aprendiendo á leer, que con un lápiz
copian las estampas de Klauver tan perfectamente, que es di-
fícil descubrir un rasgo de diferencia.
' —57—
tas imágenes no son como vulgarmente. opinan los lógicos
pinturas hechas en los órganos exteriores: son modificaciones
de los extremos de los nervios, que exprimen al alma los ob-
jetos que los afecta li: son unas contracciones activas, que va-
riando la figura y posición respectivas de las fibras nerviosas,
sirven de lenguaje entre los entes materiales, y el ser inmate-
rial del hombre. Pudiendo estas variaciones suceder y combi-
narse de mil maneras, como las letras del alfabeto, pueden ha-
cer también otras tantas representaciones, y que se repitan de
continuo para formar la memoria, por la asociación y enca-
denamiento de unas con otras.
14 Siempre que todaslas impresiones dimanadas de un objeto
caigan sobre un nervio que se afecte con facilidad por ellas,
resultará tanta diversidad de modificaciones en sus fibras,
cuantas fuesen las mociones excitadas por aquellas impresio-
nes: de consiguiente el objeto será exprimido por todas sus
partes, y con todas sus variedades. Percibirále con claridad
el alma, y se penetrará tanto mas de él, cuanto mas tiempo
le tuviere presente, ó se le repitiere con mayor frecuencia. Por
el contrario los extremos nerviosos, cuya firme constitución no
es fácilmente afectada por pequeñas mociones, no esprimirán
sino á medias los objetos, esto es, solo en sus mas fuertes ras-
gos ó coloridos. Así no podrán ser ni bien representados, ni
mejor percibidos. Desvaneceránse presto, y para concebirlos
serán necesarios repetidos actos y contemplaciones.
15 Es propiedad de los nervios débiles ser movibles, y afec-
tarse con el menor grado de axcitamento de un modo convul-
sivo, fuerte y tenaz.. Las histéricas dan pruebas repetidas de
esta verdad, y mi esposa (1) que ha padecido casi todos los
síntomas de esta rara enfermedad, me ha ofrecido mas obser-
vaciones que los libros que tratan de ella. En su estado desa-
nidad, lo mismo que cualquiera otra persona, no percibe luz
en medio de las tinieblas de la noche; pero cuando ha llegado
á debilitarse, poniéndose muy sensibles sus nervios, ha visto
con claridad á media noche, y descubierto-todos los trastos de
la pieza en que dormíamos. Esto no es sino porque la impre-
sión resultante de la débil luz mezclada con las tinieblas, ha
sido capaz en ei te estado de movilidad convulsiva, de excitar
los nervios á adquirir una posición, que en otra circunstancia
necesitaba de una luz fuerte. Como el temperamento de Lima
(1) La vivacidad y energía con que las ideas van pasando delante del al-
ma de los indianos, y la fuerte atención que en consecuencia pone ésta, es
una de las causas de su nimia timidez. Cualquier impresión que en estas
circunstancias reciban sus órganos delicados la pasan con fuerza al espíritu
ge interrumpe la cadena de las ideas, y para la contemplación del alma
hasta tanto que predomina el primero ó segundo orden de sensaciones. La
sorpresa se apodera de ella en esta suspensión, acompañada del miedo ó
recelo, de si el nuevo impulso traerá algún peligro á la vida del cuerpo. Un
golpe de ventana causa un estremecimiento involuntario á un americano, y
un cañonazo no altera á un alemán. Quizá esta sensibilidad cooperará á fo-
mentar la pereza de los indios, pues como opina el hermoso ingenio de Dar-
win, empleándose en las funciones de ella una gran parte del espíritu de
animación, falta para el fomento y fácil movimiento de los esfuerzos y ejer-
cicios de la voluntad.
(2> Register Annuel 1793. Eiografical anécdotas, j>á,¡¡. 65,
—59—
Nec tarda senectus
Debilitat vires animi. Virg. iEneid. IX.
Eur Europeo.
Crio Criollo.
Bl .Blanco.
Mest ______ Mestizo.
Ouart Cuarterón.
Quint Quinterón.
Zamb ., Zambo
Zam. pto Zambo prieto.
Neg .. Negro.
TABLA
DE LAS DIFERENTES CASTAS QUE HABITAN EN LIMA, SU ORÍGEÑ,
COLOR Y PROPIEDADES. El COLOR BLANCO ES EL
PRIMITIVO DEL HOMBRE. Sü ÚLTIMA DEGENERACIÓN ES
EL NEGRO.
N? I.
Varón. Mujer.
Europ Europ. Crio, Bl. (1)
Crio Crio... . . .Crio Bl (2)
Bl India.. ...Mest .Bl (3>
Bl l.-Mest... ...Crio... Bl
Bl..... TSeg.... . . .Muí . . -4 Xeg. i B1-. (4>
Bl Muí... . . .Cuar.. i Neg. | Bl. (5)
Bl Cuart... Quint
. . . i Neg. £ Bl . . . _-
Bl Quint.. ...BL...,.
Neg ...India. * Chino
.
.- . I , . . . . -
.
TABLA;
N? II
(1) Eetrato de sus padres, corazón mas suave, alma mas pron-
ta> y penetrante; pero menos fuste en el pensar y obrar.
f
l] He adoptado el común modo de explicar las afecciones que padece el
cuerpo humano expuesto á la vicisitud de calor y frió, Pero algunos pien-
san que el frió que sucede al calor no es quien produce el catarro; sino que
poF el contrario sobreviniendo el calor al frió exdita un estado inflamatorio
en las partes que estuvieron expuestas á este, por lo" que en el catarro lejos
de disminuirse se aumenta la pers liracion, y que la falta de estaño conspi-
ra contra la salud, como se vé t n los pueblos que se frotan el cuerpo con
! untuosos, y en nuestras célebres cabezas cargadas de sebo y harina para
manifestar seriedad, siendo esto una verdadera pantomima. Darwin: Zoo-
nomia vol I. par» 2. Mitlier: Medical Bcpository voí. 2* n. 1. pág. 55.
Dejemos al tiempo aclare estas ideas, contentos con seguir por ahora las an-
tiguas*. Véase Secc. IV. §. VL 6.
(2) Opina el Doctor Mitchel que al transpirarse el fluido acuoso de la san-
gre, queda debajo de la cutis cantidad de "carbone," fósforo, azoote. hidró-
geno, y en mayor porción de oxígeno; y que de estos gases se forman
varias combinaciones que dañan la constitución del cuerpo. Porque ó esti-
mulando la cutis originan las erupciones, ó llevadas por los vasos absorven-
tes á los sanguíneos producen diversos géneros de fiebres. Y que la combi-
nación del septon [ azoote J con el oxígeno es la que forman las materias
contagiosas y pestilenciales* Medical Bepository vol. 3. t. 2. pág. Í6L
—69—
fertnedades que reinan en los tiempos tranquilos ó iguales; y
es un catarro el principal accidente y casi único que nace con
las estaciones, y se renueva por la variedad de sus dias.
13 Los síntomas primeros con qne se presenta son pesadez
y desvanecimiento de cabeza, sensación de frió, flaqueza de
cuerpo, y dolores vagos en todo él. Según es mas ó menos
fuerte la alternativa de calor y frió que produjo estos prime-
ros efectos: según se ha ejecutado en periodos nias ó menos
largos: conforme á la humedad abundante ó escasa, y á los
vientos sures ó nortes que la acompañan; así también es la
forma de que se viste, y la gravedad que toman en su decurso
el catarro.
14 En V. se halla descrita ja constitución del año
la Secc.
de 179.), enfermedades que en él reinaron, de donde se
y las
puede deducir la comprobación de lo que vamos establecien-
do. Sin embargo, presentando aquí una vista general del año
médico ó de las tempestades y sus variaciones, con los acci-
dentes que se originaron de ellas, pondremos el último con-
vencimiento, formándose una cadena entre el raciocinio, la ob-
servación y los hechos,-en la que los eslabones se junten sin
dificultad, y se sostengan con firmeza,
15 La primavera parece ser la estación destinada entre no-
sotros á dar nacimiento á las enfermedades del año [1]. En
ella no solo aparecen las que le son peculiares y terminan á
su fin, sino que también alumbra las epidemias que se le han
de seguir, Aunque a la entrada de otoño hay constipaciones y
enfermedades muy graves, rara vez llegan al estío. Pero las
epidemias nacidas en primavera dan vuelta -al año, y aun se
renuevan á su regreso. En esta estación el hombre recibe so-
bre su cutis mayor cantidad de calor que en las dos anterio-
res. El movimiento de los humores se dirige, como en todos los
entes organizados hacia la superficie. Pero variando la cons-
titución del tiempo por frecuentes retrogradaeiones al temple
de invierno, quedan encerradas debajo déla cutis las semillas
délas fiebres erup ti vas, que forman entre nosotros las epide-
mias mas generales, y comunes: las actúa el estio, y se resisten
á las influencias del vario otoño, cuyas enfermedades ceden al
imperio del verano.
16 Luego que en el equiuocci- de Setiembre soplan lo
vientos australes, nace el catarro con sus síntomas comunes,
mas 6 menos fiebre, destilación de narices, toses, fluxiones á
la garganta, hemorragias de narices y pecho. Son frecuentes
(1) "Mense Novembri anuí 1794, veré existente austrino, varío, et in-
clementi: febrium catarralium feracíssimo, grassabatur Limae anginae stran-
gulantis species. Juvenis prehensus, cui pulsus parvus, blandus, paruní
frecuens; sed prominentes, et torvi erant oculi, duui sumo uixu spiritum
trahere contendit, e lecto prosiliens mortem occumbit. Unanue de broncho-
tome. Lirme 1798."
—71—
pleuresías: y las intermitentes de otoño se adelantan disfraza-
das con el catarro.
23 La transmutación del estío al otoño se hace por grados
ó repentinamente, y nuestros cuerpos padecen según la acti-
vidad de las variaciones del tiempo. Nacen los catarros pri-
mer efecto de la transpiración alterada, y se siguen las fiebres
intermitentes con el carácter de continuas; pero las hace co-
nocer el sudor que acompaña á las remisiones (1). La natura-
leza próvida parece que intenta por medio de ellas restablecer
en la cutis la transpiración abundante, que suprime la varia-
ción de las estaciones y evitar las funestas consecuencias de
un trastorno repentino.' Mas como el frió sigue aumentándose
y oponiendo resistencia sobre la cutis á la acción del sistema
vascular, se dirije ésta á las superficies interiores del vientre.
Si el otoño es húmedo presto aparecen las evacuaciones, que
se hacen mas tenaces continuando la humedad, y si sobrevie-
nen dias varios se ponen acres. Nacen las disenterias, las que
según el calor que ha habido en estío, y la humedad que ha
sucedido en otoño así tienen su índole y su extensión.
24 Endeble la acción del sistema vascular sobie la cutis, las
enfermedades de ésta que entran en otoño se hacen peligro-
sas, no pudiendo seguir una carrera expedita en su brote y ma-
turación. El estado de relajación del cuerpo después de los
calores activos de estío, la Secreción abundante de la cólera
que este promueve, y los muchos materiales indigestos que
ocupan las primeras vías á la entrada de otoño, son la causa
de que sobreviniendo el frió de esta estación, aparezcan fiebres
de mala calidad. En las continuas las hay malignas ó lentas
nerviosas. Éntrelas fiebres periódicas se observan algunas, y
se formaban epidemias de letárgicas en años anteriores. Han
minorado después que se introdujo el empedrado de las calles
y limpieza de ellas. La experiencia manifiesta que los países,
en que la atmósfera está en contacto con la superficie de tier-
ras y aguas podridas, padecen pestilencias de intermitentes
perniciosas. Los que las han tenido en la zona tórrida suelen
recaer al tiempo de las fases lunares, por el resfriamiento que
regulara] en ten causan en la atmósfera. (2) Cuando al otoño
húmedo sigue un solsticio vario aparecen diversas erupciones
miliares y erisipelas.
[1] Esta enfermedad no es tan común en los nuestros, como en los pasa-
dos tiempos, pero el pueblo sigue aplicando su nombre á las convulsiones
que acometen á los infantes en bus primeras semanas que siguen al parto, de
cualquier causa que provengan. Véase una excelente tesis del D. D. José
Manuel Valdez, acerca de las virtudes del bálsamo Copayva en las convul-
siones infantiles. Lima 1807.
—ib—
diez abrieron una ventana qne caia al sur, estando el tienipd
anublado y airoso: le acometió la enfermedad, y pereció el
qii'nce de su nacimiento.
34 Las berengas son endémicas en las cabeceras de los va-
lles circunvecinos de e>ta capital, las cuales son unas quiebras
situadas al pié de las cordilleras. Entre (lia hace en ellas mu-
cho calor, por su profundidad y falta de ventilación, viéndose
allí circundado el ambiente por cerros muy elevados, y por la
noebe causa un trio fuerte, por la inmediación de la cordillera,
el S. E. ó viento serrano que sopla á estas lloras. Los que no
teniendo el cuerpo abrigado pasan del calor de las quebradas
al frió de la serranía, ó se exponen á este aligerando la ropa,
por la sotocacion que causa el temple entre dia, contraen unos
dolores semejantes á los reumáticos y gálicos, los cuales al ca-
bo de mas ó menos (lias terminan en un brote de berrugas de
diferente magnitud, que por lo regular arrojan sangre y se
caen, ó se extirpan ligándolas. Si como opina un sabio ame-
ricano (1), esta enfermedad es el germen de la lúe venérea, la
inclemencia del frió sobre el cuerpo acalorado daría origen á
este mal impuro. Para castigar los ardores de Venus, no po-
dían encontrarse remedios mas a propósito que el yelo, y las
nieves de los Andes.
35 Pero dejando estas inquisiciones á ingenios mas curiosos
concluimos, que de lo expuesto se deduce ser ti frió la causa prin-
cipal de las enfermedades de Lima, como lo es también en las
demás partes de esta costa. Por eso la práctica general de sus
naturales, inspirada por la necesidad y la observación, ha si-
do en todos tiempos ocurrir al abrigo y á los diaforéticos. Cor-
re de cuenta del arte dirigir el instinto ó primeros impulsos
con que nuestros cuerpos solicitan su auxilio.
36 Por lo qUe llevamos referido en este capítulo, puede re-
solverse la célebre controversia de si las enfermedades en la
zona ardiente tienen mas tendencia á la putrefacción que á la
inflamación: ó al contrario. Como del partido que se abrace
depende el arreglo del método curativo, se ha solido a veces
tomar tanto calor en la disputa, que Wiiliams, v Benet, mó-
dicos de Kingston en Jamaica, se desafiaron de resulta de
ella, y ambos perecieron trágicamente en el combate el 29 de
Diciembre de 1750: triste consecuencia de nuestra ignorante
vanidad.
37 La palabra putrefacción no ha tenido una propia acep-
ción en los escritores de la medicina Los antiguos compren-
dían bajo de ella dos estados opuestos en el cuerpo humano;
* II.
(1) Pág. 94, y á la pág. 437 establece esta máxima importante: el hígado
se halla por lo general alterado en la zona tórrida, y es casi siempre el asien-
to ó el origen de los males crónicos. "A treatise on tropical diseases."
—79—
melancólicos; mucho mas si la imaginación es sensible, y deli-
cados los nervios: porque entonces las impresiones se hacen
completas y se retienen con tenacidad. Secc. II. ^. IV.
3 Cuando se contemplan las maneras y sentimientos gene-
rales que han dominado en todos tiempos en los aborígenes del
Perú, se les vé profundamente marcados con el sello de este
último temperamento. El aire es triste, las modales tímidas,
los pasos lentos, y aman la soledad y los colores sombríos con
preferencia á los vivos y relucientes. Su imaginación tiene las
excelentes dotes que hemos referido Secc. II. §. IV, y es débil
la estructura de sus cuerpos. Aunque hijos del Sol por situa-
ción y creencia, la varidad del clima les oculta j)or la mayor
parte la clara brillantez de sus rayos, transmitiéndolos desma-
yados la interposición de los vapores, y á manera de la luz pá-
lida que debe acompañar á las meditaciones melancólicas.
4 Como la música es el lenguaje mas significativo de los
sentimientos del ánimo, la de los perú;; ¡ios es acaso la mas pa-
tética de cuantas ha originado la pura expresión de la tristeza.
Verdad es que tienen tonos alegres y danzas animadas de un
placer festivo; pero el yaraví es la canción favorita. Parece
que desplegaron todas las fuerzas de su ingenio para copiar
en estas elegías su Índole, y su corazón naturalmente sensible
y apesarado.
5 Los asuntos de la composición son por lo común infortu-
nios de amor ó de la suerte. El idioma conciso, dulce, y sem-
brado de interjecciones de dolor, les dá una forma harmonio-
sa, tierna y penetrante. Los sentimientos salen con todo el
fuego del pecho en que se forman, y abranzan con su caior á
quien los oye. Los instrumentos cuya melodia acompaña los
melancólicos cantares son la flauta, la alta noche, sus sombras
negras, y su silencio tétrico. En medio do esta escena propia
del luto y del llanto, se oyen aquellos irresistibles ayes, que
arrancan las lágrimas de los ojos á los mismos que no entien-
den el idioma en que se canta.
6 Considero á la melancolía como un efecto de debilidad
corporal. Parece originarse de una persuacion interior de nues-
tra impotencia, y por esto se excita á la vista de los túmulos,
y de las ruinas que nos recuerdan lo efímero de la vida: y á
presencia de los grandes lagos, riscos y precipicios, porque nos
consideramos sin fuerzas para salvar el peligro si cayéramos
en ellos. Se levanta en el silencio de una noche tenebrosa,
porque sé aumenta nuestra debilidad corporal faltando el estí-
mulo de la luz solar, y el ruido de los afanes del dia, que sos-
tienen en vigor las fuerzas, agitando los órganos exteriores. En
medio de una noche ló.brega y de un funesto cementerio oyó
la campana el poeta de la tristeza, y dijo: la hora ha dado, esa
menos tengo de vida [1]. Acordóse de la muerte, y no de la au-
rora, que acercándose había de dar nuevo vigor á sus miem-
bros, nuevo aliento á su espíritu.
7 JjOS órganos de la digestión son el sitio principal de esta
debilidad; por eso los antiguos filósofos colocaban en la boca
superior Ae\ estómago el asiento del alma. Demócrito buscaba
á su rededor la fuente de la melancolía, porque de ahí se le-
vantan los negros vapores que eclipsan la claridad de la ra-
zón, los fantasmas extraños, amargo sustento de la imagina-
ción: y la memoria de la muerte austera, que vá tirando con-
tinuamente del dogal. Aquí está el negro buitre devorando*
las entrañas del infeliz Prometeo.
§. III.
(1) Nuestras comadres mezclan con alguna miel ó jarave que purgue con
suavidad, la cuarta parte de aceite dulce de almendras, y forman un lam-
bitivo que expurga con blaudura el vientre de los recien nacidos, y los ali-
menta y concilia, el sueño en los primeros dias del parto.
(2) El doctor Valdésha probado con observaciones y raciocinios las vir-
-85-
T En tiempo de la lactación debe cuidarse de no dar á éá 2
el
da instante de mamar al niño, sino interponer algunos cortos
espacios. Si se viere que la evacuación sale verde ó con hedor
á vinagre, hacerle ayunar y darle unas cuchamdas de agua en
que se disuelva una pequeña parte dejabon. El vientre en los
niños debe estar expedito, á lo menos lian de obrar dos veces
en las 24 horas del dia.
8 EL tiempo de la lactación debe empezar á terminar, luego
que puedan alimentarse con caldos, sopitas y carnes tieínas.
regularmente pueden ejecutarlo en el terqpr tercio del primer
año de edad. La supresión anticipada de la leche liberta a mu-
chos de convulsiones. Pero algunos se enflaquecen, y es me-
nester volverlos á la lactación y prolongar el tiempo de ella (1).
Tu faciera eripis
PericUtantem, proteqisque
Delicias Juvenum futuras (1)
bárbaros, para criar á sus hijos robustos y guerreros les dan de mamar dos
dos
años. Por oirá parte el estómago de los años es muy my excitable, y "la subs-
tituciou de carnea á la anticipada supresión de la leche, puede cuasarles
fiebres.
( 1 ) Benjamín Waterouse; & Prospect of exterminating the Small pox.
Part, II. Cambridge 1802.
{ 2 ) Essai politique 1- c.
^87—
los que están acometidos déla fiebre variolosa, antes del cuar-
to dia eu que se veritica la erupción [1]. 5? La comunicación
del fluido varioloso es mas seguro de brazo á brazo: en su de-
fecto por medio de las costras desleídas en pequeña cantidad
de agua tibia para que quede espeso el fluido, y se pegue á la
punta de la lanceta; y en tercer lugar por medio del pus que
se trasmite por los vidrios que deben estar bien cerrados, y se
disuelve según el método anterior.
12 Después que los niños lian talido de la infancia se acos-
tumbran á todos alimentos; |>ero necesitan usarlos en mas
abundancia que el hombre ya hecho (2). La úrica regia que se
puede dar es, que sus padres cuiden de que no se enseñen á
glotones: y que por las noches principalmente no carguen el
vientre. Las reglas que siguen les servirán también con las
modificaciones propias á la edad.
A LIMENT O S.
las del obejuno, y la de este mas que el de las aves. Las car-?
ufes de puerco son blandas, y fáciles á la digestión; pero por su
grasa las soporta mal el estómago, y no son propias para un
alimento diario. De las tres primeras solas ó mezcladas, según
la facultad de cada uno, resulta un alimento saludable.
15 Plutarco en sus dos hermosísimas oraciones contra el
uso de las carnes, le reputa perjudicial á la salud, y á los sen-
timientos de la humanidad, como introducido por él mismo
que convirtió antiguamente el acero en espada para matar á
los hombres y á las fieras.
BEBIDAS»'
(1) Nada es mas litilpara recuperar las fuerzas perdidas y conservar las
presentes, como que el vientre rija bien: esto es que se descargue en tiempo
y completamente. Carminat. at. 1. c. pág. 323.
—93—
43 Áloxas. El agua os la basa de las bebidas compuestas.
El número de aloxas ó bebidas no fermentadas, qn» con el tí-
tulo de tisanas, horchatas, guindas, helados, &, Se. se empen-
dea en Lima en el estío es muy considerable.
44 El caior del clima dá el primer impulso á beberías, y el
desorden en executarlo origina la sed de un estómago abatido,
á quien se satisface arruinándole.
45 El tiempo cuaresmal abraza lo mas fuerte del estío, y si*
las comidas se han de ceñir, según instituto primitivo, á vege-
tales, ya se deja conocer no harán provecho bebidas y alimen-
tos que fermentan y se acedan tomados en un mismo dia, y á
horas incompetentes.
46 Es pues preciso usarlas con moderación: las horas mas
propias para su uso son las de la mañana, de manera que sean
digeridas antes que venga el alimento, y las de la noche cuan-
do se conciba concluida la digestión de la comida, que en este
pais necesita cerca de ocho horas en los mejores complexio-
nados. Xo se debe cenar después de las bebidas en la noche.
Una jicara de chocolate con corta cantidad de pan, es lo mas
que podrán tomar sin molestia, los que desearen conservar su
estómago.
47 Todas estas bebidas se enfrian con la nieve. El frió de
ésta contrabalancea la relajación general que induce el calor.
Dá por consiguiente tono al estómago, modera el sudor, atem-
pera el bochorno; y el cuerpo con su uso se siente mas fresco, vi-
goroso y menos sujeto á una súbita supresión del sudor al salir
al aire. Guando el estío se pon» vario es necesario moderar el
uso de las nieves y bebidas refrigeradas con ellas, porque cau-
san evacuaciones y pujos.
48 El agua y las otras bebidas enfriadas por la aplicación
exterior de la nieve cumplen mejor el designio con que se
beben, que aquellas en que se introduce la nieve para que se
masque y trague; porque la nieve es cáustica al disolverse, y
causa ardor.
49 Chichas. Jso es menor el número de bebidas fermentadas
que se usan en Lima, que el de las no fermentadas. La chicha
ó cerveza, y el (¡uarapo son dos clases generales de las cuales
la primera abraza muchas especies. El maiz es la basa, común
de la chicha: los sueros y mieles de la caña de azúcar la del
guarapo. Una y otra bebida se usan, ó en un estado vinoso
después de la primer fermentación y tienen un gusto dulce: ó
pasada la segunda y el sabor es áspero. De aquí su distinción
en dulce y fuerte. En uno y otro estado estas bebidas son din
rétícas y estomacales; pero en el primero cargan de mucho ai-
re el estómago, y en el segundo si se abusan embriagan. Los
Tom. vi. Literatura — 15
-94-
europeos é indios prefieren Fa chicha al guarapo, y los negros
éste á la primera.
50 La fortaleza y obesidad que adquieren los indios comien-
do poco y bebiendo mucha chicha, prueba ser esta muy nu-
tritiva. Los que gozan de algunas comodidades adquieren con
el abundante uso de la buena chicha la constitución y aspecto
de un verdadero Baco. El pecho espacioso, el vientre ancho,
la blandura y reposo de su musculatura, y la poca actividad
y movimiento de su alma y cuerpo, respiran por todas partes
la calma y fruición de placeres, que les permite el círculo es-
trecho de vida á que están reducidos. También el guarapo
puede considerarse como una de las cosas que sustentan á los
negros de las haciendas de caña; pero cuando estos usan con
abundancia del melado, ó guarapo dulce, se les llena la cutis
de sarna. La chicha hech¿t de la harina del huifuqyo: esto es
del maiz que con la humedad se ha hecho germinar y luego se
ha secado y molido, estando bien fermentada y depurada, es
mucho mas sana y nutritiva que el guarapo, y que las cerve-
zas de los otros granos.
51 Licores. El uso de estos se ha ido extendiendo muchísi-
mo en estos años, y en especial el del aguardiente puro. Al
gunos médicos y físicos que no han visto entre los trópicos
sino putrefacciones, y al hombre medio corrompido, han fo-
mentado y difundido con sus doctrinas las bebidas de este
género. Es verdad que el aguardiente conforta al estómago y
al sistema nervioso, y que bebido sobse las frutas muy jugosas
y dulces como la chirimoya, impide su fermentación y evolu-
ción copiosa de aire; pero es preciso ser muy circunspecto en
beberle. Disipada su parte volátil, el cuerpo se pone lánguido,
y se excjta la sed: de aqui nueva necesidad de beber, y los
principios de una costumbre que anubla la razón, desfigura
los humanos seres, los hace insociables, y acorta los límites
de su vida.
sueño y vigilia
GIMNÁSTICA,
—102—
cion de Matemáticas. El pundonor peruano se picó, y par;l
dar una prueba de lo contrario se ha abrazado este estudio
con mucho empeño. Asombra ver á los niños del colegio Ca-
rolino presentarse a los exámenes Físico-Matemáticos, con un
número increíble de proporciones, aun las mas arduas, dejando
al arbitrio del examinador elegir la que quiera. Los viageros,
que han concurrido á estas justas literarias, han confesado no
ceder en nada nuestrta juventud á la mas provecta de Europa.
El lucimiento y acierto con que se desempeña, llena de gloria á
su patria: y los maestros, que á costa de afanes indecibles han
abierto por si mismos esta fragosa vereda (1), son dignos
de que se invoquen á su favor los sagrados cisnes: á quienes
pertenece conservar di riclii nomi la memoria digna. Ariost.
Orí. c. 35.
81 Pero permítaseme decir no ser éste por ahora el estudio,
que mas conviene en este pais. Porque ni hay las proporcio-
nes oportunas para adelantar en él, ni se fomentan las artes á
cuyos adelantamientos sirve, aunque tan necesarias en un rey-
no rico en metales, y en las primeras materias de las manu-
facturas. Asi por la atención y fuerte contracción que necesi-
tan los escolares para hacer progresos en esta espinosa carrera,
en que se conducen por si comunmente, pierden sus estóma-
gos, se hacen melancólicos y taciturnos, y se marchita el pre-
cioso germen de la zona tórrida. Acórtese el tiempo, que se
emplea en las instituciones de las ciencias exactas, para dar
lugar á las de las bellas letras, y crecerá prodigiosamente el
ánimo sin menoscabarse, antes si fortaleciéndose el cuerpo.
La imaginación de la zona tórrida se enfria con el yelo y aridez
del cálculo. El cerebro es delicado para estar mucho tiempo
en una tensión violenta. Nútrase con los conocimientos pro-
pios: preséntense á su imitación los cuadros de las artes, y las
composiciones literarias del bello gusto, y presto se verán
competir nuestras obras con los modelos acabados de la
Grecia (2).
{1] Helmoneiey Stal han supuesto'; que estos esfuerzos déla naturaleza,
los excitaba el principio vital residente en ella, bajo del nombre de Areheo,
ó Ánima. Pero Hipócrates dejó escrito: "adinvenit natura sivi ipsius acce-
sus non cogitatione inerudita natura, et in docta, quaj opus'sunt efi-
cit.'M. c. text. 31.
(2)A treatise on tlie fevers of Jamaica cap 3:
—106—
mas eficaz para desempeñar este cargo. Pero las
nario, que es el
circunstancias que acompañan lainvasion del catarro, no siem-
pre permiten se desenvuelvan con claridad los paroxismos de
las intermitentes. Por el contrario reuniéndose duplicándose y
aun triplicándose estos, Lacen nacer la variedad de fiebres conti-
nuas, en que se necesita de todo un médico, 1? para analizar
los paroxismos y no confundirlos, 2? porque puede acaecer la
crisis del tipo de paroxismos primarios, quedando en pie el
de los accesorios ó secundarios: 3° porque absuelto un tipo fe-
bril en el dia crítico, puede hacer nueva invasión en el siguien-
te, en cuyo caso sigue el mismo progreso que el que le prece-
dió. Pero se baria una cuenta errada, contando desde el prin-
cipio de la enfermedad, y no desde la nueva invasión [1].
8 Luego si se analizan las fiebres continuas de nuestro cli-
ma, se bailará que sus radicales son las intermitentes tercia-
nas, las que adquieren vario aspecto seguii las diferencias lo-
cales, estaciones del año, y otras causas. I<as tercianas tienen
un término saludable á la séptima, revolución, que corresponde
al dia catorce, pues también las crisis de este dia, según apa-
rece de las tablas de Haen, son las mas saludables en las fie-
bres continuas. Hay mas: los dias críticos del once para ade-
lante, permutan el orden ternario en el cuaternario, lo que ka
originado infinitas disputas médicas, sin atinarse con la solu-
ción. Mas ésta es muy clara, porque toda terciana camina á
su fin con éxito feliz, cuando se retardan sus periodos, con
que es consiguiente, que siguiendo el misino saludable progre-
so, cuando reunidos los paroxismos forman una fiebre aguda,
se retarde el periodo final de la segunda semana, y en el lugar
del dia 13 sobrevenga al 14.
9 El dia séptimo es un dia muy crítico entre nosotros, y mu-
chas pleuresías se juzgan en él por sudor. Este dia os muy no-
tableen las tercianas letárgicas ó soporosas, pues aunque Werl-
hofdápor concluida funestamente la enfermedad al tercer perio-
do, que es el dia 5; yo be visto, lo mismo que anota Torti, es-
capar á los enfermos de esta accesión; pero morir infaliblemen-
te bajo la cuarta accesión, que corresponde al dia 7., si con
tiempo no se ha impedido el que sobrevenga. Sabido es que
las tercianas adquieren ó son de mala calidad, cuando se anti-
cipan sus paroxismos, pues es consiguiente que el paroxismo
critico, que debiendo acaecer en el séptimo dia en las enfer-
medades agudas, se anticipa al sexto tenga la misma maligni-
dad. Y de este modo comparando los periodos tercianarios en
su simplicidad, con los de su orden compuesto y complicado,
$ II,
(
i ) Alón rou recoin leuda en los tiempos muy calurosos el colgar en las puer-
tasó ventanas paños empaliaos en agua tria parajéfrescaj el aire, que en-
tra por ellas en las viviendas.
(2) Bails Arquitectura t. 9. Partí I, pág. 857.
.
-llu-
viosas: y si hemos de creer áexperiencias hechas por Achara
las
por ruedio del hidrómetro, de disminuir aumentan la. hu-
lejos
medad del aire. El efecto saludable de las hogueras consiste
en entablar corrientes de aire fresco, con la especie de vacío
que forman al rededor de sí, para que empujándose unas á
otras las ondulaciones del viento, arrojen la atmósfera pesti-
lencial, y reemplacen otra nueva y saludable: por lo que y-\ en
su incendio no se ha llevado este objeto; sino que por el con-
trario, con el aumento del fuego se ha caldeado la atmósfera,
entonces lejos de mejorar se empeora la constitución pestilen-
te. De aquí provino morir en Lóndes cuatro mil personas en
una noche en la peste, que quiso imprudentemente detenerse,
encendiéndose grandes hogueras por tres dias; cuando la mor-
talidad no excedía de cuatrocientas antes de ellas. [1]
11 Sexta: inferiremos pues de aquí la x>rudencia con que de-
be procederse en caldear y llenar de humo los cuartos dtí los
enfermos. Y
aunque desde luego, reinando tiempos fríos y hú-
medos, y principalmente si la pieza en que mora el enfermo
es espaciosa, es útil templarla y secar la humedad del aire, que
contiene, porque esta ataja la transpiración, cuando por el con-
trario la sequedad absorbiéndola sobre la superficie del cuerpo
la promueve y facilita las crises; [2J debe con todo cuidarse de
renovar al medio dia el ambiente de la pieza, permitiendo in-
greso al aire externo," pues de lo contrario la fragancia que le
han comunicado las resinas quemadas en ella, no tendrá otro
efecto que anticipar la muerte, esparciendo aromas sobre el ca-
dáver. De allí es que en los países cmltos del norte de Europa,
los cuartos no se calientan con hornos ni braseros, sino por me-
dio de chimeneas colocadas de manera que al tiempo mismo
que estufan los cuartos, renuevan el aire encerrado en ellos,
arrojándole con el humo por sus' tubos y respiraderos.
12 Séptima: el descubrimiento del aire vital condujo natu-
ralmente á sobstituirle á las exhalaciones resinosas, impreg-
nando de él la atmósfera de los dormitorios <i beneficio de una
máquina inventada por ínghenoux. Por medio de ella se ex-
trae con abundancia de los cuerpos que le contienen como son
la manganesa, el nitro, las cales metálicas &, y se esparce en
la atmósfera en forma de vapor, el cual, si se ha de creer á va-
rios médicos es muy saludable, especialmente para, los que pa-
decen del pecho. Pero como el oxígeno, ó aire vital es un ver-
dadero estimulante y ceba el calor animal, no debe aplicarse
(1) Suele suceder que estando largo tiempo en los lugares de convales-
cencia retoña la debilidad del pecho, y en este caso es oportuno regresar al
sitio de donde se salió, ó pasará otro diferente, porque con el ejercicio y per-
mutaciones atmosféricas se fortifica el cuerpo.
(2) Sausure Voyage au Mont Blanc. A los 12,000 pies de elevación se res-
pira con dificultad en los Andes, y las bestias caen muertas de fatiga, si se
las apresura: cuyo accidente llaman en la sierra "pasar la veta," por creer
que lo faan causado las exhalaciones metálicas.
—114-
la compresión exterior de los vasos, se aumenta su dilatación
interna, y se rompen con el movimiento é impulsos de la san-
gre. Por consiguiente los que teniendo disposiciones á la tisis
quisiereu pasar á la sierra para mejorar de constitución^ es ne-
cesario lo ejecuten por grados, y antes que su pulmón se haya
debilitado en tal manera, qué al atravesar la cordillera no pue-
da sufrir, ni la levedad de la atmósfera ni el intenso frió délas
nieves; porque en tal caso perecerán arrojando sangre por la
boca. Díctala prudencia situarse en iguales circunstancias, á
la falda de los montes hasta que adquiriendo el cuerpo el vi-
gor debido, y aclimatándose, pueda con mas seguridad subir
á los pueblos del alto Perú, si se tiene este designio. Hermo-
so consejo nos ha dado Geofray en esta parte.
(i) Noticias Americanas pág. 76. Mas he oido á algunos viageros qué en
el grupo de rocas que con el nombre de Asuay í¡ wina la reunión de las dos
cordilleras bajo los 2 gr 23 min. lat. S. se padece !l mareo en sus cimas, que
<
gegun Caldas están 2.480 t. 6 5,786 varas sobre el nivel del mar.
(2) Los viajantes de los altos páramos del Perú procuran defenderse de
las impresiones del frió y viento que allí sopla casi de continuo, fortalecien-
.
do sus estómagos, con el desayuno de carnes y cal dos en que polvorean ají
[capsiciun caule fructicoso scabriusculo pedunculis^ ¿¡olira.riis. Flor. Peruv.
t. II, pág, 30,|¡ que es muy estimulante.
—115—
con picaron y cuya enfermedad suele también llamarse chape-
tonada, porque también la sufren los europeos recien venidos
á los países, ecuatoriales, y es el efecto del aumento de circu-
lación, y falta de laxitud en los vasos exhalantes: ó les sobre-
vienen fiebres intermitentes, que son uno de los medios con
que la naturaleza dispone la cutis á una transpiración copiosa.
De cualquier modo que sea, padeciendo estas diferentes im-
presiones el cuerpo en las permutaciones de los climas de la
costa y de la sierra, deben nacerse tantas mas demoras en los
lugares intermedios, cuanto mas débil y enfermizo fuese el hom-
bre que las vá á sufrir [1].
19 Décima cuarta: las peregrinaciones marítimas á los dife-
rentes puertos de nuestra costa no son menos útiles que los
viajes terrestres para restaurar la salud perdida. Por decenta-
do el que se embarca en nuestro grande y pacífico océano de-
be respirar un aire el mas oxigenado del orbe terráqueo. La
atmósfera se renueva, y oxigena por la descomposición del
agua que consta de 84$ partes de oxígeno, y de 15f de hidróge-
no. Y si el mediterráneo seguu los cálculos de Halles [2] eva-
pora en un diá de estío 520.800,000,000 toneles == T\ de pulga-
da de su superficie, ya se deja comprender cual será la canti-
dad evaporada de nuestro inmenso océano bajo los climas ca-
lorosos de la zona ardiente, y cual la salubridad que adquiere
el fresco y agradable austro que sopla por encima de él. Pero
aun cuando los nuevos experimentos de Adam Seybert prue-
ben que existe la misma proporción de oxígeno en cualquier
parte de la atmósfera alta ó baja, marina ó terrestre, saludable
ó pestilente; [3] y que por consiguiente los grados de salubri-
dad del aire no tanto dependen de las prcvporciones de sus par-
tes componentes, ó propiedades químicas, cuanto de sus cua-
lidades físicas, y de las mezclas extrañas que lleva consigo,
siempre se seguirá que el aire que respiramos es mas puro so-
bre el mar que sobre la tierra, por no estar inficionado allá de
la multitud de exalaciones y vapores nocivos, que se levantan
acá de continuo de los pantanos corrompidos y de los cuerpos
podridos por el calor y la humedad &, los cuales atajan la tras-
piración, debilitan el pulmón, y ocupando su capacidad impi-
den que en un tiempo determinado se respire la misma canti-
dad de aire puro, que en los sitios donde no tiene estas inez-
(1) El temple medio entre él frió de las cordilleras, y calor de los valles
es de 13? sobre el en el termómetro de R. y luego que los que suben y ba-
jan los Andes llegan á los sitios donde domina, sienten la mutación del
temperamento que han dejado.
(2) Phylosof. transac. n. CLXXXIX.
(3; Museum. Medie, de Philadelphia 1806. Vol. Y, pág. 204. Daneer Prac.
Phys. of Jamaica pág. 21 ed. 1809.
—116-
clas extrañas. De aquí es, que aun cuando la oxigenación del
aire fuera mayor bajo la zona ardiente que bajo las templadas,
y frías, en estas el hombre respiraría mas cantidad de oxígeno,
el calor animal se fomentaría en el pulmón por una llama mas
pura y activa, y así el habitante de las zonas frías sería siem-
pre Días robusto que el que inora bajo de la tórrida.
20 A la ventaja de respirar y verse bañado por unairexjuroy
fresco, se añádela del movimiento déla nave, que excitando por
lo común el vómito, limpia el estómago y promueve la trans-
piración. Estos ¡ion heneñcios generales á los cuales puede ca-
da uno añadir el importante de elegir sin hacer largas navega-
ciones, el puerto y clima mas apropiado para librarse de sus
dolencias. El puerto de Paita y las costas inmediatas, que go-
zan de temples secos, mas calientes, é iguales que el de Lima
son mu3T útiles á ios gotosos, perláticos, escrofulosos, infecta-
dos de gálico, y de otra multitud de males que se alivian con
la traspiración constante. Mas el que por tener una constitu-
ción débil sufre los males que le son propios, vuelva la proa
al sur y diríjase al ameno y vigoroso reino de Chile. De mane-
ra que la ilustre capital del Pera está magestuosamente situa-
da enmediode la costa, que uñe el Ecuador al trópico de Ca-
pricornio, para gozar de todas las comodidades^ que hacen dul-
ce y próspera la vida humana.
§ III.
DEL ALIMENTO.
(1) El hidrógeno está ya|desterrado de los cuerpos simples, por ser com-
puesto de carbone, y alkáligeno. Museum. Americ. Vol. II. pág. 58.
(2) Zuckert. de re alimentar. Cullen.... Carminat.
—119—
siempre á sus causas y progresos, debe rigorosamente obser-
varse, cuanto en la administración de los remedios, tanto en
la elección de las substancias alimenticias, que lian de submi-
nistrarse á los enfermos. Y pues las fiebres agndas aceleran
fuertemente por el aumento de la circulación, calor &. los pro-
ductos de la animalizacion llevada a un alto grado, es preciso
evitarlos, interponiendo los de la vegetación en su estado pri-
mitivo, ó en su carrera media. Es decir es necesario hacer re-
troceder al cuerpo viviente del término fatal, á que lo llevan
la formación de sus carnes, al estado original de donde partió
su primera constitución para recibir la vida.
8 Sigúese de aquí 1? que en toda enfermedad aguda no de-
be en lo general ministrarse alimento animal, sino vegetal: 2?
que es un puro resultado de la preocupación de las escuelas
Galénicas de Europa trasmitida á las de América negar á los
enfermos en sus debidos tiempos, y estaciones el uso de las
frutas ácido-dulces: 3? que es la última prueba de la insensa-
tez dar á estos enfermos los caldos espesos, y gelatinas de los
animales: lo que hace con «tanta mas confianza el vulgo indoc-
to de mugeres y empíricos, cuanto mas postrados los ven, dan-
do motivo á que se pudran en sus débiles estómagos, y se ace-
lere su muerte.
9 La naturaleza próvida ocurre con sabiduría, y oportuni-
dad á todas nuestras necesidades. En el tiempo de estío nacen
las fiebres ardientes, y biliosas, y en él se producen en abun-
dsjpcia las frutas ácido-dulces, cuyos jugos moderan el calor,
atemperan el ímpetu de la sangre, corrigen la bilis alterada, y
la exj)elen por el vientre. Así á los qne las padecen deben
concederse las uvas, las fresas, ó frutillas, las moras, los auri-
nielos, algunas cortezas de pina, limones dulces, y no excep-
tuó las chirimoyas, ú otras semejantes: bien que deben estar
maduras, y ofrecerse con moderación. Podrán haber algunos
estómagos que no las soporten bien, y en los cuales origine
flatos su uso, ó haga que sobrevenga alguna diarrea que pue-
da hacerse excesiva. Pero la idiosincracia de cada individuo
no destruye las reglas generales, será sí una excepción de ellas:
excepción fácil de percibirse por el efecto que produzcan las
frutas en el enfermo, y conforme al cual se minorará la canti-
dad, ó se sostituirá otras, como las manzanas, ablandaudo sus
pulpas por medio del fuego, ó bien se suspenderá su uso por
las circunstancias particulares del tal enfermo.
10 Los granos para el mismo objeto nos oírecen sus coci-
mientos como el arroz, su sustancia como el pan, sus maza-
morras acidas como el maíz, [masamorras de reciento llaman
nuestras conciudadanas las mazamorras hechas de maíz fer-
mentado], y sus horchatas como las almendras, para que de
—120-
éstos,y otros semej antes alimentos se elija el mes apropiado al
gusto del enfermo en la cantidad, y tiempo que indicaremos
después.
11 Y
no obstante que los alimentos expuestos deben ser de
un grande uso en las eníermeda-des de otoño, en qne son fre-
cuentes las disenterias, me parece que el suero de la leche de
baca cortada por el ácido del crémor, ó del tamarindo, debe
tener en ellas un uso mas común como bebida, y como ali-
mento, por las excelentes cualidades que reúne su calidad me-
dia, pues, aunque despojado de la manteca de la leche, no ca-
rece enteramente de sus partes endulzantes, y nutritivas, al
tiempo mismo que conserva el carácter; refrigerante de los
jugos vegetales.
12 En invierno las enfermedades catarrosas, y de pecho
el
qne en reinan no admiten el uso de alimentos de un ácido
él
desenvuelto, y así se subrogarán las horchatas, caldos de arroz
panetelas, y otros semejantes, en que aun no está formado.
En la primavera se arreglará la diota al carácter de las varias
enfermedades que en él aparecen, conforme á lo indicado, an-
teponiendo ó postergando la dieta mas ó menos accecente, se-
gún que se anteponga ó retarde al calor del estío.
13 Ha dicho Hipócrates que no se debe ministrar la leche á
los que adolezcan de liebres, ni á los que les duela la cabeza
(1), mas en despojándola de la nata, yterciándoia con la mi-
tad, ó dos tercios de agua de cebada, según el mas ó numos
cuerpo, que se crea deber tener, puede darse con seguridad en
las fiebres, en cualquiera estación que sea.
14 El plan propuesto basta aquí, establecido, y seguido ri-
gorosamente por los primeros médicos de la Grecia, padres y
fundadores de la medicina juiciosa, y por los antiguos indios
del Perú, que hicieron bastantes progresos en la inquisición, y
establecimiento de los medios para conservar la salud, y res-
tituirla cuando se hallaba quebrantada, tiene contra sí el uso
constante de adoptarse la dieta animal en nuestras enferme-
dades agudas. En todas ellas los enfermos se alimentan con
caldos de carne, y acostumbrados á este régimen parece que,
conforme al consejo de Hipócrates, no debe variarse, pues es-
tablece (2) que el alimento y bebida usuales deben anteponer-
se á aquellos de que no se tiene uso, aun cuando estos sean
de mejor calidad que loS primeros. La ^Naturaleza dice el gran
Boerhave, con su energía característica, se complace de las co-
sas á que está acostumbrada, soportando mal las que le son
extrañas Natura gaudet consuetis mqre fart insólita quceque. Y
( 1 ) Seco. V. Aphor. 64,
(2) Secc.-II. Aphor. 38 y 50,
—
— 121
eu efecto he observado que diversos enfermos á quienes había
querido someter al alimento puramente vegetal; ó al de la le-
che terciada se debilitaban, y exigían el animal, cuyo estímu-
lo era mas agradable á su estómago, y les daba mayor vigor.
15. Consiguiente á estas máximas y observaciones deberá
entrar en el plan dietético de nuestros enfermos el uso de las
carnes, sin olvidar que esta excepción á favor de la costumbre
y del clima, en nada puede alterar los fundados principios en
que estriba el régimen vegetal en las fiebres agudas, y que
así es preciso acercársele en lo posible. De aquí es que los
caldos, 1 deben ser de aves tiernas, y en su defecto de carnes
(
.'
$ IV.
DE LAS BEBIDAS.
[1] Cestruia auñculatum. Flor. Per. toin. II. pág. 28. Indicando los re-
medios, me abstendré en lo posible de poner las fórmulas de su composi
cion, porque las domésticas las saben nuestras mugeres, y en las farmacéu
ticas es lo mas seguro, que las receten los médicos.
—128—
4. El segundo fin se consigue: el agua pura: h. en
a. con
forma de limonada hecha con de la pina, del limón,
los ácidos
del vinagre, del espíritu fie nitro dulce, y con mas precaución,
del espíritu de vitriolo dulce: c. por el agua de i>ollo: d. con
los cocimientos de cebada, escorzonera; y en las petequias y
viruelas malignas, se pretiere el de las verdolagas con la adic-
cion de los ácidos indicados.
5 El tercero está reducido á dar un cocimiento de cebada
endulzado con oximiel simple, ó con cualquier otro lamedor
pectoral, y cuando se quiere hacer diaforético, se le añaden
algunas hojas ó flores de borraja. El cocimiento de grama y
raiz de cerraja en que se disuelven el jarave de cinco raices, y
una sal media, como tártaro vifcriolado &?-, cumple muy bien
con el cuarto objeto. En casos de obstrucciones cuartanarias,
son preferibles al tártaro vitrioladolas sales policresta, y amo-
niaco. La infusión ó cocimiento de zarzaparrilla llena plena-
mente el quinto artículo, bebiendo en abundancia al romper
el dia y á la hora de acostarse.
[1] Curie Medical Raports 011 the efífeets o f Water, Liberpol 1804.
[2] Véase Constitución del año de 179'). ¡Secc. Y. I. Estío. Nota. Có- i\
lera morbo.
(3) Discurso ms. contra la circulación déla .sangre al fol. 37. Mas Bo-
toni en el libro, que en defensa de la circulación de la sangre imprimió en
Lima en 1723 ¡i la pac 14. reprueba e] «so de lu nieve en las viruelas,
(4) Jv, c,
—130—
ó moderarse antes que cubra al cuerpo de viruelas. Nuestros
antiguos médicos daban en los sarampiones la bebida del me-
dio dia enfriada por la aplicación externa de la nieve, siempre
que con el tiempo caloroso concurrían vigor, sequedad, y sed
en el enfermo: y esta práctica era útil en los convalecientes,
que después del sarampión quedaban con fiebre ardiente, para
libertarlos de hacerse héticos; mas todas las veces que no
concurrían estas circunstancias, sino que por el contrario la
constitución era endeble, el enfermo estaba tocado de pecho,
é inclinado su vientre á las cámaras |>or causas frías, se pros-
cribía como muy nocivo el uso de la nieve. (1) Debo notar
que en el uso de los espíritus no he visto utilidad conocida,
con respecto al nítrico; mas el sulfúrico, ó espíritu de vitriolo
dulce es nn eminente remedio contra los movimientos de có-
lera, y contra las enfermedades petequiales y gangrenosas, en
las cuales unido á la tintura de quina, le da una fuerza prodi-
giosa; mas es necesario que se use en moderada cantidad, (2)
y que no se continúe mas allá de la indispensable, porque
lastima el pecho.
8 Las tisanas relativas al número 3? y 4?, deben darse tibias
por pedirlo así las enfermedades en que se recetan, los tiem-
pos del año en que éstas dominan, y porque así se promueven
bien la transpiración, y los esputos en las enfermedades de
pecho del invierno, á las que miran los pectorales del número
3?, también los humores dtü vientre se expelen con facilidad
dando libios los apozemas del número 4?, }>or lo que sobre los
purgantes ro debe ministrarse el agua fresca, para promover
su operación, como lo ejecutan indiscretamente algunos.
9 El uso del cocimiento de la zarza del número 5? como el
de todos los demasíenos de su clase, debe siempre evitarse en
los tiempos muy calorosos, y reservarse para las estaciones
medias. Dado el cocimiento, é infusión de zarza, según las
circunstancias del enfermo, hace efectos admirables en los reu-
matismos crónicos, en los dolores venéreos, y mezclado con la
leche aprovechan en la tisis, principalmente si se descubre
traer algún origen gálico: á la mañana y á la noche debe to-
marse caliente en la cama, y en el resto del dia á un temple
tibio, ó cual tiene el agua al medio dia de estío.
10 En el otoño y primavera, que corren entre los extremos
de trio y calor, se darán las bebidas en aquel temple que indi-
que la constitución, esto es, que un estado de bochorno en la
—131
atmósfera pide bebidas frescas, él contrario de frialdad las
indica tibias, y lo mismo debe observarse respecto al tefiípé'-
ramento que tengan las horas del di a, en que se ministren;
pero en lo general la nieve no debe usarse en las referidas es-
taciones, bastando el temple á que se halle el agua de las
fuentes, cuando se haya de dar fresca, y al cual se acomodará
el de las tisanas, si alguna otra circunstancia dependiente de
la enfermedad ó fiel enfermo no lo prohibiese.
11 Licores. Los que usan los licores se juzgan menos ex-
puestos á las infecciones apidémicas, y el vino se ha recomen-
dado como un buen preservativo, y remedio en los tiempos ca-
lamitosos en que aparecen, habiéndole señalado el oráculo de
Del ios en semejantes circunstancias, y correspondiendo el éxi-
to (1). Muchos célebres médicos aconsejan el uso del vino en
las fiebres malignas acompañadas de gran debilidad, y que
suelen observarse entre nosotros en el otoño; y desde luego
puede darse al enfermo puro ó mezclado con agua, como uno
de los cordiales mas sobresaliente. Pero es necesario que, asi
para el uso de los enfermos como para el de los sanos, se des-
tierren los vinos recientes, agrios, y cargados de arrope, por-
que se acedan con mucha celeridad, y los estómagos de los ha-
bitantes de paises calientes sienten con viveza este ácido, y es
una de las causas principales porque prefieren el aguardiente.
El vino debe ser como lo deseaba Horacio.
[1] Jacksoa.
—132—
ll Én
las enfermedades crónicas es en donde con especiali-
dad debe preferirse al uso del agua Secc. III § III. 42, el de
los licores, teniendo muy
presente la respuesta que dio Sócra-
tes á Pincerna, cuando le oneció una gran cantidad de vino
para que bebiera: las lluvias, las lluvias, la dijo, ahogan la yerba
tierna, que alegra y vigoriza el Mando rocío. Admirablemente
se confortan algunos estómagos que vomitan el alimento, con
no tomar agua sobre él, y hacerle preceder un trago, ó una so-
pa de aguardiente. Y
si el uso de los licores se aconseja en las
enferdades crónicas y estomacales para confortar la debilidad
origen de ellas, por la misma razón debe reprehenderse el abu-
so que hacen del agua caliente las personas, que las padecen,
olvidando del todo bebería fresca. Es verdad que muchas ve-
ces no soportan sus estómagos el agua de las fuentes, en su
estado natural, porque su delicadeza y sensibilidad, les hace
sufrir las impresiones de las diversas tierras y gases, que están
mezclados con las aguas, las que no perciben los sanos y ro-
bustos; pero en este caso basta purificar el agua haciéndola
hervir al fuego, y poniéndola luego á enfriar al aire libre, para
servirle de ella en el uso común, exceptuándose desde luego
las ocasiones, en que descomponiéndose el estómago por indi-
gestipnes ó flaqueza, hace muy buen x>rovecho tomar un par
de matedlos de agua caliente con azúcar y yerba del Paraguay,
según nuestra antigua costumbre.
15 Baños. El agua tibia aplicada sobre el cuerpo humano
causa muy buenos efectos, asi en las enfermedades agudas, co-
mo en muchas de las crónicas. Los pediluvios deben ser de
continuo uso en las primeras, y en especial en las fiebres infla-
matorias: en su lugar pueden sostituirse los maniluvios ó in-
mersiones de la mano hasta el codo. En uno y otro caso disi-
pan aquel ardor de los pies y las manos, primer efecto del ca-
tarro inflamatorio, Secc. IV. § VI. 9, y que parece constituir
los puntos céntricos, desde donde extendiéndose el estímulo
sobre las jjotencias vitales, origina la fiebre ardiente que se si-
gue en estas circunstancias. La disipación del ardor causa por
consiguiente el abatimiento del estímulo, y la menos tensión
en la cutis provoca la transpiración, y la fiebre minora con to-
dos los síntomas que la acompañan, siguiéndose por lo común
el sueño que repara las fuerzas, que ha consumido la vigilia:
por esto aunque en cualquiera hora del dia puedan tomarse los
pediluvios, es lo mas seguro se haga en la noche á las horas de
dormir, á fin de que la costumbre auxilie su influencia conci-
liadora del sueño.
1G La inmersión total, ó baño temjflado de tina, es igual-
mente útil para extinguir las fiebres héticas, las cuales, no es-
tando tomen tadas por alguna lesión particular del cuerpo, pa-
—133—
rece que se sostienen por la costumbre, que han tomado de
repetir sus acciones. En los reumatismos crónicos y males goto-
sos es de mucho consuelo y alivio el baño templado, y lo mismo
acaece en las enfermedades venéreas, y acaso á esto miraría el
Poeta, cuando (1) supone á Venus huyendo, después de su
pública desgracia, á refugiarse en las grutas de Paphos, donde
bañada por las Gracias adquirió una belleza celestial: pasage
que podrá referirse con especialidad álos baños termales, don-
de entran muchos imposibilitados por las bubas, y salen repa-
rados.
17 Bajo de cualquier forma que se tome el baño, ha de te-
ner las siguientes condiciones para ser útil, 1^ el agua debe es-
tar tibia, esto es, en un calor inferior algunos grados al del
cuerpo humano, para que pueda rebajar el de este: con seme-
jante objeto se mide con el termómetro; pero como no todos
han de tener á mano^este instrumento, en lugar de él, meterá
en el baño el brazo una persona sana, arreglando por sus sen-
saciones el temple tibio y grato en que debe servir: 2* si el en-
fermo siente que el agua está fresca se le añadirá un poco de
agua caliente, para elevar el calor del baño, pues él del enfer-
mo será muy fuerte, cuando el agua tibia le causa sensaciones
de frialdad, y es menester proporcionar el temple del agua, de
manera que se abata poco á j>oco la estuación febril, principal-
mente en las fiebres inflamatorias: 3? no es necesario que el
baño, sea parcial ó total, pase ele quince minutos, pues este
tiempo le basta para hacer su efecto, y si fuere necesario se
repite conforme á la índole del mal, y esta repetición es mu-
cho mas útil al enfermo, que el mantenerle sumergido por
treinta ó sesenta minutos, lo que no carece de peligro: 4* al en-
fermo luego que sale del baño, se le deben enjugar con un pa-
lio caliente todos los miembros bañados, para que no quede
alguna humedad, que enfriándose le destemple.
18 El nso del baño frió no ha sido común en las enfermeda-
des, se le ha mirado con temor, excepto entre las tribus de bár-
baros, á quienes llevando el instinto á oponer á las sensacio-
nes que los molestan, las cosas que producen las contrarias, le
han usado, y aun usan en el calor febril. Asi los indios del Pe-
rú á los que padecen tercianas los arrojan al agua al tiempo
de la accesión, y hacen, lo mismo con los que padecen virue-
las. En las otras fiebres de mala calidad colocan los enfermos
donde los bañe una corriente de aire fresco, supliendo de este
modo el no poderlos conducir por su postración á las acequias
y lagos de agua fría.
§ V.
(1)10 L. c.
(2)Currie 1. c. Maxinnüiano Stoll, Mat. médica pág. 15. trata bien y con
brevedad sobre baños.
—135—
ua enfermedad aguda dias, y se hace pre-
[1] median pocos
ciso aprovecharlos; ó bien para recuperar la primera, ó para
anunciar la segunda. La medicina no puede prolongarla vida
del hombre mas allá del término, que le ha prescripto su Cria-
dor, y los que censuran su iu eficacia, no hacen otra cosa que
quejarse contrael orden de la Soberana Providencia. El mas
grande médico no puede hacer mas, que esforzarse á conseguir
el primer objeto, y fallar con repetición que no alcanza su
arte.
2 En medio de este peligro deberá arreglarse la conducta
del enfermo, y de los que le asisten, de manera que coadyuven
á los auxilios y régimen que prescribe el profesor, para obte-
ner resultados favorables.
1? El hombre enfermo ha de ceñirse á la pequeña sociedad
de sus mas allegados, y éstos asistirle con caridad. Ya quedan
apuntados los perjuicios de las visitas numerosas. Secc. IY.
§ II. ... 5.
2? Como su vida está reducida á poco alimento según lo
que se ha expuesto, Secc. IY. § III. debe también estar ceñida
á un ejercicio moderado. Tal será el levantarse un rato al
medio dia, para que sacudan la cama: dar algunos pasos, ó
pasarse á otro lecho, si hubiese proporción y fuerza. Este pe-
queño ejercicio y renovación de lecho refocila admirablemente,
y solo debe dejar de hacerse cuando sobrevenga algún sudor
crítico, que haya de fomentarse con el abrigo de la cama, ó
que el tiempo esté muy frió.
3? El silencio y la luz moderada inducen quietud en
los en-
fermos: mas algunos desearán
disipar la melancolía de su
espíritu, con la conversación suave de un caro amigo, ú oyen-
do algún instrumento de su afición, y no debe negárseles este
consuelo. La música ha acreditado tener un imperio poderoso
para refrenar los delirios.
4? En el orden del dia es necesario, que el enfermo se arre-
gle en lo posible, al que tenia cuando gozaba salud. El ali-
mento deberá proporcionársele á las mismas horas, y arreglar-
se el sueño y la vigilia, á los mismos tiempos: por lo que si
fuere necesario dar algún remedio soporífero para conciliar el
sueño al enfermo que carece de él, se le dará en la hora en
que el enfermo estando bueno acostumbraba acostarse; y en
esto es necesario advertir que no todos los enfermos soportan
un mismo medicamento, bajo de una propia fórmula, ó canti-
dad. A
uno le será suficiente un baño de pies de agua tibia,
(1) De los que padecen enfermedades crónicas se lia tratado en el § II. del
uso del aire. N? 15.
—136—
otro tolerará mal el (l) y dormirá con el jarave de
láudano,
adormideras, y otro se incomodará con éste, y reposará con el
opio en sustancia tal con una dosis fuerte queda en vigilia, y
:
(1) Este remedio que muchos toman con incomodidad por la boca, obra
sin molestia y produciendo el efecto de su virtud, ministrándole en lava-
tivas en dosis duplicada á la que se dá por bebida. En las histéricas con
especialidad he observado sus buenos efectos con el método propuesto.
(2) Este remedio es muy común y provechoso en Lima. Las mugeres sa-
ben innumerables composiciones, que administran con tino; menos en las
disenterias inflamatorias. $\\ las que á pretexto del vichq suelen cambiar los
íV«nos y causar daños,
— 187—
las con menor incomodidad. Mas si por el contrario lo lucren
fatigando y oprimiendo diariamente, el termino de este ejer-
cicio será la agonía ó suprema lucha de la vida con la muerte.
El hombre que transita de uno á otro sitio, tiene mas vida que
el que solo puede estar sentado: este que el que solo puede es-
tar echado: éste que el que no puede estar sino de espaldas
en la cama: éste que aquel que se desliza de ella involunta-
riamente, dejando colgar fuera las manos y los pies: mas vida
tiene el que goza de todos sus sentidos, que el que en fuerza
de la enfermedad vá perdiendo su uso, hasta terminar en el
de la vista, de cuyo órgano corren al fin unas lágrimas invo-
luntarias, tristes demostraciones del hombre, que se despide de
la tierra en que nació, y en que ha morado. Sobre esta escala
se hallan calculados los pronósticos del grande Hipócrates.
4 El hombre al acercarse á la agonía, necesita de toda la
caridad y compasión de sus amigos y sacerdotes. Entre los
primeros debe numerarse el médico, cuya voz manejada por
la discreción y dulzura, debe anunciarle el riesgo en que se
halla, para que arregle su testamento y cumpla con los debe-
res de cristiano. Tocias esas otras pretensiones, que el celo
imprudente, ó la codicia de la herencia solicitan del médico
para que con aspecto sañudo, y voz inexorable sentencie á un
miserable, oprimido de dolor, al sepulcro, deben ser repelidas.
Solo el Dios que ha hecho nacer al hombre sobre la tierra,
que le ha hecho vivir en ella, y proporciouádole tantos moti-
vos de amarla en su magnificencia, en sus recreos, en sus
uniones conyugales, en sus hijos, en sus amigos, en la misma
novedad de sus desastres, y revoluciones: solo este Dios será
capaz de hacer, que su criatura olvide, en un momento de
opresión y angustia, relaciones de tantos años y tan fuertes.
El hombre cumple con someterse á la voluntad de su Criador,
y resignarse á tributarle desde ei humilde polvo en que vá á
convertirse, la gloria debida á su omnipotencia.
5 De las manos del médico pasa el enfermo á las del sacer-
dote. Dichoso el que consigue tener uno ilustrado, que sepa
lo que es Dios, y lo que es el hombre: que conozca que allí vá
á ayudar á salvar á un prójimo y hermano suyo de un gran
peligro y desconsuelo en que se halla: que siendo los mismos
los hombres, desde que nacemos hasta que morimos, debemos
ser socorridos por aquellos medios, que se conoce aprovechar-
nos: y que de la manera, que al que estando bueno se halla en
un conflicto, no le sacamos de él pintándole horrorosamente
el peligro en que se encuentra, ni asustándole con retratos
asombrosos del riesgo que corre, sino que por el contrario,
procuramos erigir su ánimo abatido, 6 inspirarle conímuza y
valor, asi deben olvidarse para ©! liombre moribundo mm imá-
—138—
genes de espanto y terror, capaces de desalentar al mas santo
y varonil. Se han de invocar solamente á sn favor la ternura
del Pastor solícito por su oveja, el amor tierno del Padre de
familias, y la caridad inmensa de la víctima que satisface en
una Cruz por nuestras culpas. Muévase el corazón humano
(pie nació para amar, y no se aterre la imaginación, que está
expuesta á muchos descarríos.
6 Sobre tan firme apoyo, con protección tan dulce y con-
soladora, eríjase el ánimo consternado á la contemplación de
los bienes eternos, cuya magnificencia, y esperanza de conse-
guirlos, le hará olvidar los perecederos que deja.
$. VI.
t
—139—
3 Guiado el médico de una y otra, debe dedicarse: 1? al co-
nocimiento de la enfermedad principal que domina en el pais
en que mora, y la cual viene á ser como la raiz y fundamento
de las otras: 2? á examinar el carácter de la fiebre que la acom-
paña: 3? á observar de que modo esta enfermedad radical se
envuelve, ó pierde su aspecto original, vistiéndose de nuevas
formas bajo la diferente mutación de las estaciones, y dias del
año: 4? debe indagar que indicaciones han de deducirse para
la curación, así con respecto á su carácter primitivo, como á
sus metamórfoses distintas: 5? con qué remedios deben llenar-
se estas indicaciones: 6? y en que tiempo del curso de la enfer-
medad deberán aplicarse. Voy á desenvolver mis ideas sobre
este asunto, con el objeto de que unidas á la descripción médi-
ca de la constitución, y enfermedades del año de 1799, que
termina esta obra, jmedan ministrar alguna luz para el acierto
á los jóvenes, que habiendo corrido el sendero científico de la
medicina, se dedican á su ejercicio clínico bajo las influencias
de nuestro clima.
4 Primero: importantísimo es para el buen desempeño de la
medicina práctica de un pais, desentrañar la enfermedad radi-
cal de donde proceden todas ó la mayor parte de las que en él
dominan. Porque como notan doctos observadores (1), en to-
dos los climas hay una fiebre fundamental, cuyo aspecto y sín-
tomas varían, ó por la diferencia de las estaciones; ó por la di-
versidad de los lugares. Y
cuando los climas son semejantes lo
son también sus calenturas, aunque se hallen situados bajo de
distintos paralelos. Así las calenturas descritas por Hipócra-
tes en las islas del mar Egeo, por Cleghon en Menorca, y por
Jackson en Savanna la mar de Jamayca, que gozan de un pro-
pio temple, ofrecen el mismo hábito y circunstancias. Por de-
fecto de este conocimiento y análisis, dice el consumado clíni-
co Stoll (2), se ha introducido una gran confusión en la clasi-
ficación y curación de las enfermedades, estableciendo los mé-
dicos superficiales y dañosos sofistas nuevas cohortes de fie-
bres, donde solo existen diferencias accidentales de una mis-
ma calentura; y arreglando bajo los mismos planes sus méto-
dos curativos, hacen á los enfermos víctimas inocentes de sus
delirios. Es también digno de tenerse muy presente con este
exacto observador, que en todas las enfermedades intercurren-
tes es siempre necesario atender á la fiebre del pais bajo el
carácter que domina, para dirijir hacia ella la prineipal cura-
ción, puesto que es la que constituye benignas ó malignas las
—140—
enfermedades á que sereuae. Asi es que viruelas, sarampio-
nes, y escarlatas pueden considerarse tal vez en si, como en-
fermedades sen cillas de buena calidad; pero que acompañadas
de una fiebre epidémica, esta les comunica su mala íudole, por
lo que debe ella combatirse directamente, abandonando á la
naturaleza el que promueva el brote, maturación y término de
las erupciones (1).
5. Pues de las observaciones y reflexiones que hemos pu-
blicado en la Sec. III. §. I. de esta obra resulta, que el catarro
es en Lima, y aun en toda la zona ardiente, la enfermedad ra-
dical de donde se deriva generalmente el resto de males que
• en ella se padecen, y los cuales no son otra cosa que unas per-
mutaciones, que ha sufrido él por las variaciones del tiempo y
sucesión de estaciones.
6 Hemos asentado que el frió es la causa principal que ori-
gina esta enfermedad; y habiéndonos abstenido de tomar par-
tido en la célebre controversia de la operación del frió sobre el
cuerpo humano, la daremos aquí alguna mas luz. Hipócrates y
los médicos instruidos de todos los siglos han mirado las mu-
taciones de la atmósfera, ó bien sea las vicisitudes de calor y
frió, como el origen y fuente fecunda de las enfermedades que
sufrimos, las cuales se producen con tanta mas prontitud,
cuanto son mas rápidas las transmutaciones referidas. Porque
cuando se pasa por grados del calor al frió, el cuerpo se acos-
tumbra insensiblemente al nuevo temple, su transpiración se
disminuye poco á poco, y no se sigue detrimento á la salud,
pues hasta ahora no se sabe hasta que grado pueda faltar esta
útil descarga, sin que se siga molestia. (2) No obstante Basia-
ni Carminati (3) asegura que los ilustres Banks, Solander,
Moscati y Eordice probaron, exponiéndose ellos mismos al pe-
ligro, de que se puede pasar de un aire muy caliente á otro su-
mamente frió, ó al contrario, sufriendo tan solo unas leves mo-
lestias que no inducen enfermedad, pero que esta conmuta-
ción de temples debe ser pronta y rápida x>ara no dejar tiem-
po al aire de hacer impresiones permanentes. Y
Duplanil ase-
gura, id.2)dg 63. que la transpiración no se suprime al pasar de
los cuartos al aire libre, aun cuando este se halle 10 gr. mas
frió que el encerrado en aquellos. Si semejantes tentativas
pueden verificarse sin peligro en las zonas frias, seguramente
que serian peligrosísimas bajo de la nuestra, en que es tan po-
derosa la acción del frió sobre nuestra cutis. Sec. III. <^. I.
7 Pero ¿cómo obra este agente con tanta eficacia en estas
regiones calurosas? Concibo que con respecto al calor del
(1) Stoll.
(2) Vanswictem ad § 586
.
[1] El cerro de Loja, que se hallaba acotado para el uso del Rey, se
nombra Vritus-inga, tal Tez compuesto de Usuri-tusani inca, que quiere
decir "Rey enfermo con enfermedad en que se tiembla," como acontece en
el frío de las tercianas, denotando con el nombre del cerro el precioso des-
tino de* sus quinas.
—144—
diente. Mas tiempo se pone húmedo y frió, entonces la
si el
terciana se convierte en disenteria. Sec. III. §. I. 23. Ya Gle-
ghon habia notado qne las tercianas pasaban á disenterias, y
las disenterias á tercianas, llevando á veces aquellas el tipo de
éstas. (1) 2? Según las propias circunstancias se convierte en
pleuresía y perineumonias. Sec. III. §. I. 22. 25.
. .
SBOCIOE" V.
CONSTITUCIÓN MÉDICA DEL AÑO DE 1799.
ESTÍO-
1 Podemos decir que este estío fué boreal, pues por la ma-
yor parte de él soplaron en la mañana los N". O, principal-
mente en el mes de Enero, á fines de Febrero, y en el mes de
Marzo. Asi Enero se presentó vario, trayendo el dia las ma-
ñanas trias, y calentándose de las diez en adelante, en que se
dejaba ver el sol, que con variedad volvía á ocultarse. El ca-
lor se hacia sentir conforme se adelantaba la estación y suce-
dían las calmas del sur, especialmente en las tardes de Febrero
y Marzo, en que fué activo.
2 Durante esta constitución se observaron en Enero virue-
las, paperas, evacuaciones biliosas, y hemorragias. Estas en-
[*] "In omni aaorbo acuto ad linguan et oculos respiciendúm est. Si lin-
gua quidem muco obsidetur, oculi vero rubri sunt, certum est perspiratio-
nem in toto corpore imminutam esse." Boerhav. Prselect. §. 428,
(**) "Tusses sepidemicae," Secc. V. cap. 5.
—152—
el método ordinario de las afecciones catarrosas cuales son
ellas; pero las toses en los niños fueron mas tenaces. Era pre-
ciso evacuarlos con ayudas, fomentarles el vientre con emplas-
tos, y adietarlos, porque los órganos de la digestión parecían
cargados de materiales impuros. La fuerza de la tos, y dureza
del pulso exigian en algunos la sangría, y los demulcentes y
abrigo del enfermo. Quinto: para apaciguar la tos se dará por la noche un
vaso de pectoral tibio, endulzado con una cucharada de jarabe de adormi-
deras, y si de resultas de su uso se cerrase el pecho, se rebajará la dosis del
jarabe, ó se mezclará con el de violetas, ú orosus con el mismo objeto. Sex-
to: el enfermo aun después de curado suele quedar con alguna inapetencia,
y adormecimiento de miembros; pero si el pecho se pone suave, las narices
fluyen, las orinas adquieren su color natural; entonces el ejercicio al am-
biente libre disipa estas últimas reliquias. "In tussi pectorali magis profi-
ciunt medicamenta vulgaria ex herbis pectoralibus parata, quan nobiles
—
Pharma-copeorum apparatus." Prax. Medie, pág. mihi 59.
(2) "Asmas. Esta enfermedad es muy común en Lima. En las gentes jó-
venes es seca, convulsiva, gravisima: en las ancianas húmeda, y mas tole-
rable. Les acomete á media noche al empezar el soplo del norte: presagia
la accecion el desvelo en las noches anteriores. El paroxismo comienza con
fuerza, el enfermo demanda aire, se ahoga, y entre dia se serena: en la no-
che siguiente se agrava, y termina por lo regular de las 24 á las 40 horas
por un blando sudor. El vientre constipado fomenta esta enfermedad, pero
es difícil en la accecion poner una ayuda al paciente, pues al primer mo-
vimiento parece que se sofoca: no obstante eñ las horas de algún reposo,
que son las de la mañana, se tantea con suavidad ejecutarlo. El pueblo re
siste la sangría, porque dice que hace retornar los períodos, y tiene muchas
veces razón por la debilidad que induce; pero con frecuencia se hace nece-
saria sin contar con el pulso, que se pone tanto mas débil, cuanto es mayor
la opresión, y angustia que impiden el círculo de la sangre por el pecho.
Precaven los retornos de este mal: primero, dormir en habitaciones situa-
das en el campo, aunque entre dia se esté en la ciudad: segundo, evitar los
resfríos: tercero, tener una terciana, y el uso de la quina. Alivian en la ac-
cecion: primero, el vientre expedito: segundo, el baño tibio de pies: terce-
ro, el cuarto espacioso para que haya bastante aire: cuarto, el ponche tibio:
quinto, sangría: sexto, el vegigatorio: séptimo, la mistura antimonial, es
decir, media dracma de vino emético en cinco onzas de agua, y veinte go-
tas de láudano: de esta porción se toma una cucharada en cada tres ó cua-
tro horas, y encima se bebe un cocimiento emoliente diaforético, como es
el de malvas y flor de sanco, ó de borraja: octavo, en lugar de la mistura
antimonial puede darse una cucharada de jarabe de meconio á la mañana,
y otra á la noche, porque suele surtir buen efecto concillando el sueño. La
enfermedad regularmente se resiste á estos, y á cuantos remedios tiene la
medicina, y solo cede completamente transportándose el paciente "al tem-
peramento de la sierra. A pesar de ser tan grave la accecion, es muy raro
que el enfermo perezca en ella; pero arrastra para él, y su familia la vida
mas triste de este mundo. No cuenta con una hora segura de placer: esta
noche se lie, se divierte, y prepara una buena hora á su familia para el dia
siguiente, pero á la fatal hora de la una de la noche el asma le ataca, re-
cuerda despavorido, y cree sufocarse. Su alma mas angustiada, y su pecho
mas fuertemente oprimido que el de Laocon fajado por dos serpientes hor-
rorosas, vuelve sus tristes y afligidos ojos á su dolorida esposa., á sus sobre-
saltados hijos, a sus compasivos domésticos, implorando socorro en lance
tan apurado. "Inhumana calamitas, triste intuenfi spectacidum, etc. malura
jusanabile." Areteo,
—153—
papaveriiios suaves servían para embotar el acre del material,
que irritaba el pecho, y moderar sus concusiones. Mas el me-
jor remedio era adietarlos, que evitasen el frío de la mañana, y
anduviesen al aire libre en el resto del dia. Por este medio se
conservaban tosiendo mas ó menos dias, hasta que inclinada
la estación desapareció esta epidemia (1). ¿Era por ventura
originada de solo la alternativa del calor y frió, ó existia en el
aire alguna calidad peculiar que la producía? ¿Y era conta-
giosa á manera del sarampión y la viruela? Uno y otro afirma
Hillary de una semejante epidemia, que observó en la Barbada,
y que el que la padecia una vez, no la sufría otra en el resto de
su vida (2). Empero el ilustre Stoll asegura lo contrario, que
es lo mas cierto (3).
—154—
6 Cuando en el estío los calores son fuertes, y los sudores
4 n.
OTOÑO.
1 El otoño principió con mañanas y noches frias, y calor ai
medio dia. Esta constitución duró por casi todo el mes de
una hora mas ó menos antes del tiempo de la entrada del paroxismo. 5.°
La tintura de quina debe ser de buena calidad: preterimos la de cortezon,
color claro de canela, superficie muy lisa, amargo fuerte y agradable. Se
trae de los montes de la Paz con el nombre de "colisaya," y también la hay
entre las cascarillas de los nuestros: su unión con la sal purgante tiene en
este caso todas las ventajas que se deducen de la nota 14: Seo. III. §. I. 6?
Según es mayor ó menor el riesgo de la accesión futura, asi debe ser mayor
ó menor la cantidad de tintura que se dé al enfermo, repitiéndose á espa-
cios mas cortos, si se teme que se anticipe la accesión. 7? Si se vé que el
enfermo necesita de alguna sangría, y por otra parte parece indispensable
empezar el uso de la quina luego que pase la accesión, debe sangrarse den-
tro de ésta después que haya cesado el frió, y antes que principie el sudor.
Celso y Sydenham han condenado semejante práctica: la adoptó mi consu-
mado maestro en clínica el Dr. D. Cosme Bueno, y seguramente nadie ha
curado mas tercianas, habiendo tenido á su cargo dos hospitales numero-
sos por espacio de cuarenta años, siendo el uno de ellos de indios, que son
los que mas las padecen.
Con este método se destruye de un golpe la causa material de la fiebre,
ésta y sus accesiones, y en cuantos enfermos he tenido en veinte años de
práctica de intermitentes de todas especies, ninguno, á excepción del que
se indica en el texto, ha perecido bajo de él, ni ha tenido la menor resulta.
8? En las fiebres cuyas accesiones vienen acompañadas de excesivas eva-
cuaciones de vientre ó sudor, como son las coléricas, y lipíricas malignas,
la quina se ministra sin sal ni lamedor purgante, pues el enfermo está de-
masiado evacuado por el mismo accidente. 9? Si quebrantada la maligni-
dad de la fiebre sigue' con tenacidad la repetición de accesiones, se cortan
bellamente dando una ó dos tomas de quina durante el calor del paroxis-
mo, como ya lo habia experimentado Alcinet. 10? Es muy raro el que sea
necesario echar mano del polvo de quina; no obstante si se duda de la bon-
dad de su cocimiento, ó lo repugna el enfermo, entonces una onza de polvo
dividida en seis ú ocho partes, según la urgencia, y dada en forma de opia-
ta, ó disuelta en la tintura, ó de otro cualquier modo, entre accesión y ac-
cesión, suprime la siguiente, ó cuando menos le destruye toda su maligni-
dad y violencia. 11° La quina colisay a es superior á las otras en la cura-
ción de las gangrenas, y con imperio absoluto sobre los períodos febriles re-
prime aun los sintomáticos, que nacen de cancros, supuraciones etc., bien
que después repiten, como que reconocen un origen permanente. 12° Para
evitar las recaídas es necesario continuar el uso de la quina, por una ó dos
semanas, tomando una jicara de su tintura por las mañanas, un dia si y
otro no, ó dejando dos dias intermedios.
—159—
limonadas frescas para atemperarle. Bepetí la visita el 28 por
la mañana, estaba enteramente despejado, mny tranquilo, y
en conversación; pero el pulso conservaba cierta celeridad y
carácter no muy perceptibles; pero sospechosos. Siguiendo el
régimen de limonadas y caldos, con el que habian moderado
los síntomas, le sorprendió á las doce una nueva accesión; pú-
sose frenético, con mía resistencia insuperable á lo que se le
daba, pulso muy acelerado y sudor de medio cuerpo arriba.
]STo habiéndose prestado al uso de la quina por la boca, á ex-
cepción de una jicara de tintura con dos dracmas de sal pur-
gante, con la que hizo una evacuación biliosa, se le puso una
ayuda saturada de cascarilla, y se le aplicaron vejigatorios á
las piernas. Persuadido de que el enfermo moria de su ante-
rior constitución, se procuró sacarle un poco de sangre del bra-
zo, no obstante el sudor sintomático que tenia: desmayóse en
mgTÍa: mas recuperado, se ordenó un poco el pulso, y el
dia 29 amaneció algo mas tranquilo; pero bajo de toda la gra-
vedad anterior. Creció la fiebre por la tarde: comenzó por la
noche el sudor de medio cuerpo arriba, conservándose los ex-
tremos calientes, y pereció en este estado. Si es verdad este
aforismo de Hipócrates: in quovis morbo mente constare, et bene
se liabere ad ea que offemntur bonum; contra vero malum. Sect.
II. aph. 39.: este otro Quocmnque autem modo intermiserint
fébre&peñculivm abesse, significatur: Sect. IV. aph. 43., no debe
entenderse sino con muchas restricciones. Y si en este enfer-
mo hubiera tenido presente que era tiempo de tercianas, y que
cuando se estiende alguna epidemia, es regular estén contagia-
dos los que son acometidos de una enfermedad dudosa en sus
principios: si hubiera meditado que unos síntomas como los
que él tenia, no podían haber rebajado tan presto sino en una
intermitente; y finalmente que el pulso alto, elevado y reduci-
do á su estado natural en la remisión, es el que caracteriza las
tercianas seguras, pero que el pequeño, blando, frecuente,
acompañado de síntomas funestos en la accesión, y que en la
remisión conserva todavía cierta celeridad, .es indicio de una
terciana maligna: este enfermo socorrido en tiempo pudiera
haberse salvado, como se han salvado cuantos he asistido, en
el espacio de veinte años, de todo género de intermitentes, aun
las mas atroces, como lo son las lipirias, cardialgicas, soporo-
sas&.; y como en el mismo tiempo se curó de una intermiten-
te apoi)lectica un anciano que pasaba de ochenta años. Mas
en la atención que demandaba este de mi ? estuvo la desgracia
del otro, porque siendo ól el vírey del Perijt marqués de Osor*
no, y hallándose en el puerto cleí Os&ü&o 6 tjíos legúai ü® \& Ca»
—160—
pital, no pude descubrir cou tiempo el carácter de la enfer-
medad,, y riesgo en que estaba el primero: Por esto ha dicho
Celso: ex Ms autem inteligi oportet áb uno medico mullos nonpos-
se curari: eumque, si ariifex est, idoneum esse qui non multum áb
agro recedit. L. 3. c. 4.
4 Observación 2? En el mes de Mayo asistí á nna mulata
de cuarenta y cinco años de edad, que estaba acometida de
una terciana afónica, esto es, de una terciana, en que perdía
la facultad de hablar en todo el tiempo de la accesión. Con
dos sangrías que se le hicieron y el uso de la quina, quedó sa-
na al cuarto periodo.
5 Habia en este tiempo algunas viruelas pequeñitas, y, aun-
que no todas, de mala calidad. Las erupciones de este tiempo
deben suponerse abortivas, fuera de su estación natural, que
es la primavera, en que van los humores á la superficie. Asi
no pueden seguir bien su eflorescencia y maturación, y están
expuestas á retropelerse á lo interior: al contrario que en el
e.stío, en que la superficie de la cutis está floja, y si algo en-
tonces puede dañar, es que el calor fuerce su maturación y las
pudra. Según esta consideración parece que el régimen ca-
liente conviene en ellas en el invierno, y el frió en el es-
tío, componiéndose de este modo las opiniones, y observacio-
nes encontradas de Morton, y Sydenhan. JEque temerarium
est tempore hiberno, aut tempestate algente perfrigefacere cegr otan-
tes, aut eorum laWguidam vitalitatem restinguere, guaní cestate
eos prepostere, et torrere flamimce quasi oleum ad jicere: Burser.
6 Las observaciones de este año me acreditaron lo que dice
el segundo autor, de que en los infantes y niños preceden
muchas veces los insultos epilépticos, y convulsivos al brote
de viruelas benignas.
7 Observación 3? Una niña de edad de ocho años, y de
constitución delicada, padecía dedos años atrás una sarna-
herpética que le cubría las piernas, y se resistía á la curación.
En los meses de Abril y Mayo le hice sangrar dos veces, y
otras tantas le administré remedios purgantes, tratándola en
los espacios intermedios con baños tibios, y bebidas dulcifican-
tes, sin mayor alivio.
8 A principios de Junio la sorprendió la calenturafvariolo-
sa, y quedó enteramente limpia de las pústulas herpéticas y
sarnosas. La hice poner al régimen corriente de las enferme-
dades agudas, Secc. IV. §. II. "III. Hacia el día cuarto apun-
taron las viruelas formando tetillas blanquiscas, que reunién-
dose unas á otras componían varias isletas con un hoyo en el
medio. Una sola de esta cubría toda la frente: otras se halla-
—161—
ban esparcidas por el cuerpo, y en mayor número en las pier-
nas. El pulso estaba blando, y la cutis blanca, y el progreso
de las viruelas era tan lento, que en el octavo dia no daban
indicios de elevarse. Entonces le hice dar una dracma de me-
conio por la mañana, y otra á la noche, y bufaron las islas
Gubdividiéndose en islotes, que al dia once eran otros tantos
manantiales de materia en la cara, y de sanie hedionda en las
piernas: é hice que se le limpiasen con baños templados de un
cocimiento de malvas, mezclado con una parte de leche.
9 El dia catorce se secaron de improviso los manantiales
de pus y sanie, y sobrevinieron evacuaciones repetidas, sed in-
tensa, lengua roja y seca, postración de fuerzas, y la gangre-
na apareció sobre varios puntos de las nalgas: las piernas se
enfiltraron de la sanie suprimida, sus carnes se afofaron y
amenazaron desprenderse. En tan triste situación mandé dar
á la enferma tres tomas de tintura de buena quina entre dia,
en cantidad de cuatro á seis onzas, endulzada con lamedor de
altea, y de espíritu de vitriolo dulce, lo suficiente para que la
comunicase un ácido grato; el número de veces en que se da-
ba la quina, estaba arreglado al mayor ó menor peligro de la
enferma,la que bebia limonada encima de ella. Hice tocar las
úlceras gangrenosas con miel rosada, mezclada con espíritu
de vitriolo ácido, que no siendo suficiente, substituí el de sal
marina casi puro: este fijó las carnes podridas, y formó la es-
cara que se desprendió después, aplicando planchuelas unta-
das de un ungüento compuesto del amarillo y arceo; renacie-
ron las carnes y se cicatrizaron las úlceras, substituyendo á
las planchuelas de ungüento las de hilas secas raspadas.
10 Las piernas fueron auxiliadas por baños de quina y man-
zanilla, y polvos de la segunda esparcidos después del baño:
las piernas se secaron y las carnes tomaron consistencia. Mas
las corbas se le pusieron encogidas y muy doloridas arrojando
sanie, y aparecieron en los muslos varias escaldaduras. Con el
baño repetido de cocimiento de malvas y leche, se quitó la ti-
rantez de las corbas, y con la clara de huevo batido con espí-
ritu de vino se secaron las escaldaduras, y adquirió firmeza la
cutis. Del dia veinte en adelante comenzó la enferma á mejo-
rar, consiguiendo una salud perfecta; pero quedándole una nu-
be en un ojo que sufrió mucho de una fistola que se formó en
el ángulo interno debajo del párpado inferior.
11 Observación 4? En este tiempo asistí á un joven que te
nia unas paperas: desaparecieron estas del cuello, transpor
tándose el humor que las formaba al pecho, y causándole fuer
te tós, y dejando luego libre el pecho descandió al teste i
—162—
quierdo y lo entumeció. Esta enfermedad fué benigna y de po- 1
§ III.
INVIERNO,
que las fibras carnosas son las mas expuestas á corroerse, ulcerarse y agan-
grenarse, por cuya «ausa el esfínter se afloja, y el ano se abre. En estas
circunstancias conviene el método curativo de las disenterias inflamatorias-
y las ayudas irritantes que aplican intempestivamente nuestras' mugeres'
causan funestos daños. (****) En las evacuaciones pútridas el vicho se
puede reducir al primer género que describe el P. Gumilla, y asi después de
evacuadas las materias corrompidas, cuyos aires sépticos amortiguan la
potencia nerviosa, entran bien los estimulantes y tóuicos que la hacen re-
vivir. La quina en este caso, como en el de gangrenismo, produce muy
buenos efectos.
(2) Mercurio Peruano tom. 8. pág. 128.
(3) Es menester no confundir el hipo que resulta de la inflamación de los
intestinos en las disenterias, con el que se origina "de la mucha cantidad de
aire existente en ellos, cuando comienzan las disenterias,
y que no denun-
cia el riesgo que el primero. Mercurio Per. tom. 3. pág. 126. Not. 12.
§. IY.
PRIMAVERA.
* 1 Esta primavera ha sido húmeda y varia. Las garúas eran
copiosas en las mañanas, y se alternaban con dias varios y
nebulosos, hasta que cesaron hacia el 8 de Noviembre. En el
re sto de tiempo hasta el solsticio, fueron los dias por la ma-
t>»or parte varios, y algunos de soles. Los vientos de la ma-
cana fueron en Octubre S. O. suaves, el norte sopló con vive-
ra el 4 y 29. Los sures en la tarde fueron vivos en la mayor
arte del mes, en Noviembre prevalecieron los N. soplando
con fuerza el 7, 8, 12, hasta el 17, y el 22 y 29: el sur sopló con
actividad la mañana del 18, y las tardes del 17 y 19: el 26 hu-
bo calma. En Diciembre los vientos de la mañana apuntaron
al S. O., y este fué activo con neblina el 6. El sur tuvo su ma-
yor fuerza en las tardes del 5 13 y 19 en adelante.
2 El rio repuntó el 2 de Octubre, bajó el 6, y volvió á tomar
incremento en la oposición de Diciembre. En las noches de
fines de Noviembre aparecieron al norte muchos relámpagos.
3 El 28 de Octubre di a de conjunción, se despejó el Cielo á
las 10 de la maríana, y á las 12 del dia sucedió el eclipse de
que hemos hecho mención. Seco, I. § VII J* JOa vegetación
6» wt® primavera f# hermosa, cubriendo nuestros ^ay(Ji»e?
(
TO pr©e}osas jloreft
—169—
4 Las principales enfermedades eran los catarros, y en es-
pecial á fines de Octubre y en el mes de Noviembre, en que
formabau perineumonias biliosas. El carácter de la fiebre era
ardiente, la lengua húmeda y puerca, el pulso se presentaba
balando por la gran dificultad de respirar, á la que acompaña-
ba una especie de ausiedad ó angustia, que no permitía acos-
tarse á los enfermos: y era mayor y mas funesta que la que en
otros años acompaña á las neumonías, y provendría quizá de
la humedad del tiempo. Era preciso sangrar pronto á los en-
fermos con proporción á sus fuerzas, moverles el vientre con
ayudas y bebidas oleosas, y que usasen nna tisana emoliente.
Aunque no hizo muchos estragos esta enfermedad, los que la
padecían tenian una convalecencia larga, quitándose por gra-
dos mínimos la angustia. Y si el dejar de sangrar como es de-
bido, expone los enfermos á perecer; el excesivo número de
sangrías debilitándoles el estómago, les causaba fuertes an-
siedades (1).
SE HAN OMITIDO.
—172—
Introducción de la Vacuna en el Perú, pág. 149.
" Iinperii fines in ultimas orbis terrarum oras, favente victo-
" ria ducere, ditiones longinquas subjicere, arces munitas, op-
" pida fortisinia solo sternere, magna hsec quidem sunt, sed
" humana. Populos autem a morborum strage liberare, vitam
" pereimtibus largiri, j>estes fugare, hominumque dies augere,
" non humana, sed divina habentur, et prsedicantur. Quod ta-
" men, quale quatumque donum, sit, id omne majestati tuse,
" et beneficentissimo numini, caeole eex, acceptum referi-
" mus.
" Quam siquiden Peruvii regna late patent, tam mortiferis
" variolis subversa, laniata, ruinis, et sepulcris fceda, misera,
" depopulata jacebant. Oum vero, summo dei beneficio, vacci-
" na mortalibus conceditur, singulari peincipis ítostei pieta-
" tein Americam deffertur. Eximia quadamanimi celsitudine
" serari angustias, belli calamitates, Hispanice inopiam et eges-
" tatem superante, largis sumptibus americanis suis, etiam tec-
" tis silvestribus et nigris montium antris instar ferarum de-
u gentibus, iré opitulatnm jussit.
" Spirat suavis vaccinse favonius, lethalis pellitur lúes, no-
" vseque surgunt de tumulis urbes: agri inculti et derelicti,
" vertente denuO vomere glebas, virescere incipiunt, et reper-
" entere colles dulcísimos lallos, quibus matres teneros infau-
" tes oblectant, et gratulantur.
" En tua o eex muñera pro quibus academia solemni ins-
" tituit, et non doctores modo et magistri, ceterique nomines
" gratias tibi rependunt máximas; sed tabula? etiam, et mar-
" mora sensus nusquan habitura.
" Ergo patee Americse, Peruvii delicium, gentis nostrse va-
"'riolis periturse servator, Lycei limani presidium ac tutamen-
" tum firmissimum, inclyte caeole dum nostras oras alluat
" immensus oceanus, dum antium alta juga seternis albescant
" nivibus, intonetque ibi fulmén, tempestateque micent sono-
" rae, tamdiu in animis nostris impresa manebit, cuín chara
" nominis tui recordatione, memoria beneficií sempiterna.
Actuaciones literarias de la Vacuna impresas en Lima año de
1807.
La sangría en las asmas inveteradas y demás males cróm-
eos es perjudical en lo general, pág. 272 nota 3.
" Oportet videlicet corpus vietum tonicis roborare, quomi-
" ñus sestuantis aeris impressionibus suecumbat. Quos Ínter
" cortex ille noster, auró carior, miracula edit. Eo usque exhi-
,' bendus est, et 48 horis ante luna? phasim de more repeten-
„ dus, doñee revolutionis sigillum nervorum debilitati inscul-
—173—
M ptum, penitus deleátur. Quantum a vera medendi methodo
" aberrant, qui inorbis periodicis subactos venge sectionibus
" conficiunt! Hi, aedepol! suas Neomenias hecatombe cele-
" brant, miserandos astmaticos, hystericas, et epilecticos, Dia-
" nae mactando. De infiuxo 1. c.
En las fiebres periódico-inflamatorias deben recetarse las
sangrías oportunas antes de mandar el uso de la quina, pági-
na 282. Nota I.
Observatio. "Nuper in consilium 01. Clinicorum, príecep-
toris nimirum gabfielis moreni, Doctor. Villalobos, et
egoagetree, ilustris Senatorios Conjuois curam gerentium,
accitus fui. Ha?c, quae aspectu rubicunda, setate et sanguine
florebat, gestationis tempore tertianis duplicatis aflicta fue-
rat, venaB sectionibus, et opiata corticis peruviani ab ill.
Masdebal commeudata, srepius abactis. Partu laborioso le-
vata, proximis diebus redidit tertiana illa, subdole puerpera-
lem íebrem simulans: duplicatis paroxysmis quotidie incres-
cebat: csephalalgia, narium le vi hemorragia, tumoribus du-
ris, resistentibus, dolorosis, utrinque sub hypocondriis ja-
centibus stipata. A
quibus ómnibus vense sectione tribus
vicibus instituta, clysteribus prorritatis intestinis, et opiata
denuo liberaliter exhibita, prseter spem incolumis Senatrix
evasit. Opiatas usu, tipsana antiphlogistica largiter superbi-
bita, excreciones proliciebantur, et alvo soluta tumores dis-
paruere, a cibariis certe in colli arcubus congestis, et indura-
tis orti. Ast segrse alteri, febre puerperali inflammatoria de-
cumbenti, opiatse usus, sanguinis missione omssa, infelici-
ter cessit. Eecurrentes paroxysmi imposuerant Medico fe-
brem de tertianarum simplicium genere esse. Adeo interest
Clinice prius naturam morbi exquirere, quam ejus moliri cu-
rationem ! De febre puerperali tipis Lima3 1799."
CONCLUSIÓN.
Pensé concluir la obra, que ofrezco al público, con un com-
pendio de Materia médica del Perú; mas cuando reunia los ma-
teriales precisos para su composición, se dignó mi ilustre Pro-
vincia de Arequipa elegirme por su Diputado (1): destino in-
compatible con este género de ocupaciones.
Dejo á los hábiles jóvenes que he educado en el Eeal Anfi-
teatro de Anatomía, y Colegio de Medicina, y Cirugia de San
(1) Fundado por el Excmo. señor Baylio Frey D. Francisco Gil, y apro-
bada su fundación por el señor Carlos IV.
[2] Fundado por el Excmo. señor Marques de la Concordia para perpe-
tuar en el Perú el nombre de nuestro Augusto Soberano el señor D Fer-
.
'•
Non ignara inali, miseris sucurrere disco'
Virg., -^n. lib. 1. v. 630.
Excmo. señor:
pero aun no han seguido las capitales el ejemplo de algunos de sus pueblos
subalternos. Sobre la quinta causa se vela con eficacia, y será seguramente
remediada así la cuarta como otras que lo son análogas. Por estos cuidados
la salud del ciudadano gozará de mejor suerte. Como las capitales dan
siempre el tono á las ciudades de su dependencia, ya el Cuzco se hace libre
de sus inmundicias, Arequipa con una hermosa Alameda, y Tarmacon otra
igual. Entre los establecimientos relativos á la seguridad, no se puede pa-
sar en silencio la fábrica de ios puentes de Huaura y Santa, que se ejecuta
por las sabias órdenes y arbitrios de S. E., cuya falta interrumpía el comer-
cio y comunicaciones, y orijiaaba mil desgracias en los intereses y vidas de
los que trafican por esta canora, desde Lima hasta el yireynato de Santa-
—177—
al fomento de la mineral ojia, mecánica, arquitectura, física y
químia! (1) Cuanto debéis al genio protector, que imitando
al espíritu vital que fin jen los poetas (2), se defiende por las
entrañas de la tierra, alienta los desmayados racionales que
las habitan, los reúne en sociedades (3), los saca de la miseria
(4) y la ignorancia, y hace renacer al Pera con mayor opulen-
cia!
Del mortal abismo de la inacción se levanta el historiador:
repasa en su memoria las oscuras edades corridas desde la
conquista del mas rico de los imperios, da nueva vida y fija
la suerte de las errantes sombras de sus ilustres antepasados,
ultrajados por el olvido. El filósofo contempla todos los puntos
de e*;te fecundo pais,*y el magnífico espectáculo que le ofrece la
naturaleza, electriza su alma, pone en movimiento sus poten-
cias, vigoriza su mano, gime la prensa, y se propaga la ilustra-
ción y buen gusto (5). ¡Qué hermosa me parece la faz del Perú,
después que V. E. tomó las riendas de su gobierno!
Faltando los brazos que aren los campos, rompan las entrañas
de la tierra y den impulso á las artes y al comercio, la miseria
hará gemir sin recurso elpais mismo donde la liberal natura-
leza lia derramado los tesoros de su inagotable fecundidad.
Tal es boy la suerte, tal la condición del Perú; de aquel Pe-
rú hipérbole en otro tiempo de la felicidad y la opulencia!
Consumidos sus moradores, solo presenta cúmulos de ruinas,
heredades desiertas, minas derrumbadas! ¿Donde están aque-
llos pueblos de tan numeroso vecindario que sostenian sn li-
bertad, oponiendo huestes que equilibraban todo el poder de los
Incas [l]l ¿Donde la multitud de ciudades y villas en que los
héroes españoles quisieron perpetuar su nombre y sus proezas
[2] ? ¿Donde los verdes sembradíos que hermoseaban los lla-
nos, las faldas, y hasta las pendientes de los montes (3)? ¿En
(!) En la costa, que es hoy lo mas despoblado del Peni, de solo Chin cha
á Trujülo, en que están las provincias de Cañete, Cercado, Chancay, San-
ta y Trujülo, habia cuatro régulos que para sujetar á cada uno de por sí,
se vio obligado el Inca Pachacutec á formar dos ejércitos de á treinta mil
hombres cada uno, que alternase" en los afanes de la guerra; y cuando in-
trodujo á ésta en los Estados del Chima, régulo de Trujülo, se vio en la
necesidad de renm'r todas sus fuerzas y las de los tres régulos anteriores,
que saüeron á auxiliarle, como se lee en Garcilazo, tom. 1? Prueba clarado
los muchos indios que habitaban la costa. En los tiempos inmediatos á la
conquista, estaban estos lugares tan poblados, que por esta razón se incor-
poraron en la Corona en la distribución de encomiendas. En solo la doctri-
na de Aucaüama, curato de la provincia de Chancay, se numeraban trein-
ta mü indios tributarios desde la edad de 18 á 50 años, según el P. Melen-
dez, tom. 1.°, pág. 328, donde prosigue: "¿Pues cuántos serian estos? ¿cuán-
tas las mugeres?" Era hormiguero de indios el vaüe, y hoy apenas se halla-'
rán seis ó siete originarios, que viven entre sus ruinas. (UUoa, Entretenim.
20, pág. 361.)
(2) En la parte del Perú que ha quedado al vüeynato de Lima, se nu-
meraban desde los tiempos próximos á laconqiústa catorce ciudades y otras
tantas vülas, que manifestaban el incremento que iba tomando la población
española. En el dia solo hay cinco ciudades y un igual número de pueblos
que merezcan el nombre de vülas, hallándose el resto reducido á paredo-
nes derribados, en los que habita por la mayor parte un pequeño número
de mulatos, ó de otras razas análogas, cargadas de miseria.
(3) Los indios, para aumentar el terreno cultivable, se valian de tres me
dios. El primero, fundando las poblaciones en las colínas y médanos inúti"
les para el cultivo. Segundo, igualando las qiúebras de los cerros que po"
dian ser regadas, ó formando con sumo trabajo cuadros de mamposteri"
que reüenaban con tierra conducida de otra parte. Estas cuadros iban ana
gostando á proporción que se aproximaban á la eminencia de los cerros"
Los que ocupaban las faldas solian contener ciento, doscientas ó trescientas"
—180—
donde están los feccmdos minerales, cuya fama conmovía á los
cuatro ángulos del globo, y reunía sobre nuestras heladas cor-
dilleras las naciones todas del orbe, sedientas de sus riquezas?
Parece que cansada la tierra de la insaciable ambición con que
la ajitaban los humanos, abismó de improviso con las vidas
sus tesoros. Parece que al ruido de las cadenas del despotismo
y la tiranía, que arrastraba el hambre del oro, huyeron los na-
turales á las cavernas, á las selvas inhabitables; y desampara-
das las provincias, quedaron yermas, sacrificadas á la voraci-
dad del tiempo.
Esta idea funesta, apoyada de algunos ejemplos, y adopta-
da con lijereza, se quiere presente las causas de la despobla-
ción del Perú; pero en la historia de sus catástrofes no se en-
cuentra que alguna de ellas pueda haber orijinado tan espan-
tosos estragos. Las momias sepulcrales indican por su integri-
dad y postura ser de hombres muertos naturalmente, y enter-
rados bajo las ceremonias pacíficas de surelijion [1]. En unos
bosques habitados de fieras es rara la huella humana: en otros
sus vivientes son orijinarios (2), y los negros caracteres con
que se han pintado los poseedores de la América española, so-
lo existen en la pluma de los que antepusieron al valor de con-
quistarla el vil einpeño de denigrar las ínclitas acciones. ¿Aca-
so el hombre armado de las furias de Marte fué el rayo devas-
tador de estos infelices lugares? TSo receléis, ilustres manes,
dominadores del Nuevo Mundo, que mi voz turbe el silencio
de vuestro eterno seposo. ÍJo creáis oscurezca el renombre in-
mortal, los hechos esclarecidos, presentándoos á la vista del
universo con un aspecto horrible, una alma feroz, y un cora-
zón insaciable de la sangre Americana. Huyan de las esprecio-
nes de la verdad tan infames calumnias. La muerte ensangren-
tada precede siempre á los conquistadores, y su terrible segur
fanegadas. (Veáse á Grarcilazo, tom. 1?, pág. 131.) Tercero, á los cerros
areniscos, próximos á las tierras de labor, les ponían los mismos cuadros;
pero solo cuanto eran suficientes para sostenerlos é impedir que se derrum-
basen y las enterrasen. El reino está sembrado de vestijios de esta antigua
y prolija agricultura, que ha ido decayendo en razón de la falta sucesiva de
los agricultores.
[1] Bajo las ruinas de los pueblos del Perú' se encuentran muchísimos
cadáveres humanos, cubiertos de sus vestidos y rodeados de sus ajuares; lo
que no proviene de que las hubiesen soterrado los temblores que han pre-
cedido, sino de la costumbre que tenian de sepultarse en sus casas con su
vestuario y alhajas (Consúltese á D. Antonio Ulloa, Entretenim. 21, pág.
340,) lo que permaneció muchos años después de la conquista.
(2) Se cree generalmente que las montañas de los Andes se hallan pobla-
das de innumerables emigrantes del Perú, que desde el tiempo de la con-
quista se han ido acojiendo á ellas, para evitar la tiranía de los españoles.
Lo cierto es que aquellos bosques están por la mayor parte enteramente
desiertos, y que las naciones errantes y esparcidas que han encontrado
nuestros misioneros en nada convienen con los indios del Perú.
—181—
es la los laureles que liau de coronar sus sienes. Pe-
que corta
ro do fueron los del Peni que causaron las grandes ruinas y
miserias que hoy lo oprimen (1). Al contrario, los vestijios de
las ciudades y villas con que mejoraron excesivamente cuanto
habia consumido la dura necesidad de la victoria, prueban con
evidencia, que lejos de haber sido los actores, han sido las víc-
timas de esta común calamidad. Sobre este cúmulo de destro-
zos y escombros no aparecen las señales del hierro, ni las ce-
nizas inestinguibles: trofeos fatales qne orlan los monumen-
tos del guerrero exterminador del genero humano. Los melan-
cólicos aparatos de la Parca que aquí reside; la amarillez pin-
tada en el semblante de las víctimas que van á inmolarse en
sus aras; la languidez mortal que por instantes les mina la sa-
lud y la vida; sus gemidos, sus congojas, su ansia por el auxi-
lio; el nmrinullo de mil manos que se encuentran con el desig-
nio de ministrárselo, y que aplicándolo acaban de extinguir
los restos moribundos, cuando juzgaban animarlos; no son las
insignias de las violentas explosiones del cielo airado de la ti-
ranía de los hombres, ni de los rayos abrazadores de Marte.
Son los triunfos de la ignorancia de la ciencia conservadora
déla humanidad, de la ignorancia de la anatomía, que al
frente del terrible ejército de las enfermedades á arruinado
nuestros pueblos, asolado nuestros campos y derrumbado
nuestras minas, consumiendo las manos benefactoras que fo-
mentaban su esplendor, feracidad y riquezas.
Nacimos para morir, y nuestra propia vida es la ejecutora
de esta ley eterna. En continuo choque las partes que compo-
nen el edificio de nuestra mortalidad, sometidas á la acción de
los elementos que las vivifican, es imposible precaver las con-
secuencias del movimiento, y evitar los debates y alteraciones
de los cuerpos que nos rodean. Están estas íntimamente co-
nexas con el sistema del universo, y nuestras mismas cos-
tumbres concurren á promoverlas. Asi es preciso que por mo-
mentos se desarreglen las funciones del cuerpo humano y naz-
(1) La aserción del Illmo. Casas sobre los millones de indios sacrificados
por la espada de los españoles, hace tan poco honor á las virtudes de este
piadoso prelado, como á la verdad la del peruano Llanos y Zapata sobre la
destrucción de los españoles por los indios. [Cart. Prélim., pág. 56. J No se
puede ciertamente negar que estos han sufrido mucho así en las guerras del
reino como en las demás vejaciones de que se quejan, pues que la incom
parable piedad de nuestros amables monarcas se ha expresado en términos
muy vivos y enérjicos contra ellas en diversas cédulas. Pero si los san-
grientos retratos que hacen las naciones extranjeras de la conducta de los
españoles tienen algún orijinal, éste es sin .duda las inhumanas devastacio-
nes que ellas han ejecutado en los infelices paises de Asia y norte de la
América.
TOM. VI. LlTBBATÜEA—26
—182—
ca en él las enfermedades, preludios del sepulcro. És preci-
so que desde la aurora que nos colocó en el número de los se-
res que pueblan la tierra, seamos agobiados por el enorme pe-
so de mil dolencias que nos llevan por instantes á los confines
de la noche eterna. Pero, por un beneficio singular de la ado-
rable Providencia, en nuestras manos están los recursos, sino
para evitar el supremo dia para que nacimos, al menos para
alejarlo, entre tanto que la generación creciente pueda reem-
plazar con ventaja el lugar de la que fenece. Su infinita libe-
ralidad ha enriquecido los dos hemisferios de la tierra para bien
del hombre, de suerte que si todo conspira á destruirlo, todo
también conspira á sostener al rey de la naturaleza. Es la in-
telijencia del profesor la que rije estos extremos. Si rasga el
velo sagrado que oculta á sus ojos las leyes de la economía
animal, si estudia las revoluciones de sus líquidos, si explora
la simetría de los sólidos, conocerá el oríjen de la vida, las
fuentes de la sanidad y los caminos de la muerte. Entonces
aplicará oportunamente los remedios que arreglen las altera-
ciones interiores; colocará y reunirá con tino las partes que se-
pararon las externas (1). Pues está demostrado con una evi-
dencia metafísica, que el conocimiento de la estructura del
cuerpo es el fundamento de los aciertos del profesor (2). Asi
por este medio salvará la vida á una multitud de racionales,
que podrán ser padres de mil generaciones futuras. Merecerá
las bendiciones de los pueblos, y el glorioso espíteto de su res-
taurador y conservador.
Por el contrario, si sumergido en una crasa ignorancia acer-
ca de este orden inefable, intenta reparar sus quebrantos sin
mas luz que su impericia ni otra esperanza que la continj en-
cía, la muerte habitará en sus manos. — ¿Por ventura el Cria-
dor Soberano, que por la armonía y magnificencia de sus
obras indica haber querido borrar de nuestra mente la idea del
acaso, había de someter al imperio de este la conservación y
restauración del cuerpo del hombre, en cuya arquitectura pa-
rece que agotó su infinita sabiduría? No lo creáis: las naciones
os harán reos de sus desgracias é infamaran justamente por la
causa de su desolación. Si el navegante que se arroja á surcar
el Océano sin conocimiento de la brújula, los vientos ni las
costas, es el autor del naufrajio que no se evitó por su íncapa-
—188—
na vagamundos y cuantos quisieron huir una
los ociosos, los
suerte miserable y criminal; aunque no todos poseyesen el sin-
gular talento cié imponer. Era grande el abandono, suma la
necesidad del auxilio, y la ignorancia general. Asi se formó
una parte de curanderos y charlatanes que iba devorando por
todas partes la vida y la sustancia del vulgo, que adora necia-
mente por Esculapio á las serpientes (1). ¿Cuáles serán los es-
tragos que ella ha originado en tantos años que ocupa suelta y
con aceptación este infeliz reino? Sien los puntos en quienes la
ilustración en la medicin i parece haber ya tocado la raya de los
conocimientos humanos, en quienes el majistrado conoce el pre-
cio y vela sobre la salud del subdito, castiga la audacia, y hay
copia de profesores que enmiendan sus yerros, se tiene por cons-
tante que los pocos charlatanes que se escapan á la vijilancia pú-
blica, hacen mas daño ala población que todas las enfermedades
que la invaden (2); ¿quién podrá calcular las mortandades prac-
ticadas en el Perú, donde esta plaga es libre é innumerable,
muy poco los médicos, grande el abandono, graves y frecuen-
tes las epidemias? Si es mas útil entregarnos al poder de la
naturaleza que al de los agyrtas (3) y los paises se asolan en
las manos de aquella, si la desampara el arte (4); ¿qué sucede-
rá en la de los segundos, en la que los recursos del arte son una
espada puesta en las manos de un loco (5)? Lo sensible es que
después que en los dilatados tiempos de la ignorancia ha cor-
rido impune esta infectísima turba, cunda en nuestros pro-
pios dias, en la misma capital, á presencia de los sabios pro-
fesores que han hecho variar el antiguo é infeliz aspecto de
nuestra medicina. Por semejante tolerancia se hallan en situa-
ción de cometer un doble crimen, sacrificando á cuantos incau-
tos caen en la red de sus torpes engaños, y malogrando los
enfermos dirijidos por médicos peritos; porque introduciéndo-
se clandestinamente, mudan, invierten, y sustituyen el méto-
do y los remedios. Quizá por evitar un atentado tan funesto,
promulgó Zeleuco, rey de los Locrences, aquella dura ley que
(1) Con las funestas guerras que destruyeron el Ejipto en los tiempos de
Necho, Hoplira y Psammenito, y lo pasaron al dominio de los Asirios y
Persas, decayeron de suerte las ciencias en aquel famoso imperio, que ha-
biéndosele desconcertado á Darío Histaspes un pié, al saltar del caballo en
la caza, convocados los mas famosos médicos egipcios, no solo no pudieron
reponerlo, sino que con violentos y crueles estirones lo pusieron en un es-
tado lamentable, lo que remedió Demósedes, célebre médico griego de la
isla de Crotón, é imploró la vida de los egipcios que en castigo de su impe-
ricia iban á ser castigados. (Herod., lib. 3, nxím. 129.)— Que nuestros ciru-
janos Layan sido de la misma especie se demuestra por dos testimonios ir-
o
refragables. El I es la cédula de 11 de Octubre de 1635, en que dice S. M.
á la Universidad haberle informado el virey, Gonde de Chinchón, ser nece-
sario fundar dos cátedras de medicina para su enseñanza, por falta de mé-
dicos que hay en el reino, que es tan grande, cuanto se siente en las ciuda-
des principales de este reino, como son la Plata, Qnito, Cuzco, Potosí, San-
tiago de Chile y otras villas y poblaciones importantes, que están sujetas
á tener solamente unos malos cirujanos que sirven de todo. (Libro de cé-
dulas de la Universidad, pág. 384.) El 2? es el informe que en 2 de Noviem-
bre de 1062 hizo la Peal Escuela, por mano de su Eector D. Alvaro de
ATarcon y Avala, al Superior Gobierno para la fundación y rentas de las
ras de método y anatomía. En él, después de representar .con expre-
siones enérjieas'la falta de médicos en todo el reino, y en la capital misma,
prosigue: "Y porque la cirujia no es menos, sino en- el mismo grado nece-
saria, y haber muy pocos que la estudian, y muchos que la ejerciten, que
con poca experiencia de practicantes- salen los barberos á cirujanos» de cu-
yos errores re reparables en 7uater|a tan digna de remedio, &,*
.-.
.
.—192—
glo, hasta que el. feliz Delgár (1),
la ilustró 'en él Los dias de
los años anteriores en todo el Perú y de los posteriores en to-
do lo que uo es una parte de la capital, lian sido consagrados
á las inmolaciones de la impericia de los pretendidos ciruja-
nos, que lia ido insensiblemente consumiendo los brazos mas
útiles. Y, conió en la misma proporción en que van faltando
las fuerzas, es preciso descaezcan las labores que de ellas de-
penden, la consecuencia necesaria de esta despoblación es la
miseria á que se hallan reducidas las minas mas ricas del orbe.
Así, puestos en la situación de desear y no poder poseer sus
tesoros, representamos vivamente la imagen de Tántalo de la
fábula.
La ignorancia que lia despoblado nuestras minas, lia hecho
otro daño menos notable, pero mas general en el reino. imi- A
tación de los .hombres sin instrucción ni conciencia que encon-
traron su subsistencia en la práctica de la medicina, unas mu-
geres incapaces, y por lo regular de esfera humilde, se apode-
raron de la delicada parte de la cirujia que cuida del exordio
de la humanidad: del arte de partear, cuyo ejercicio pide vir-
tud, calidad y ciencia. El ningún freno y abandono formó una
plaga no menos sangrienta que la primera. Su capricho y ar-
rojo ha privado al Perú en innumerables momentos del nuevo
habitante con que -la naturaleza benéfica pretendía reparar
sus perdidas, y de unas madres fecundas que podían hacerse-
las olvidar. Puede asegurarse sernos mas nocibas nuestras co-
madres que lo que pudieran haber sido á los Hebreos las egip-
cias, si hubieran seguido las órdenes inicuas de sus príncipes,
porque la vanidad é impericia de las primeras las pone al abri-
go de. todo escrúpulo. Atenas, república famosa, á quien toda
la Europa debe el origen de sus leyes, de sus artes y de sus
ciencias, prohibía por un antiquísimo estatuto que los esclavos
y niugeres se mezclasen en las honestas funciones de la parte-
ría, reservándolas á los. hombres peritos en 'el arte, porque re-
celaba que la condición de los primeros ó estolidez de las se-
gundas la privasen (lelas inestimables vidas que debían au-
mentar su reputación y fuerzas. Si el pudor de sus ilustres
matronas, si la. prudencia de Agnodice obligaron al Areopago
á que derogase esta ley, lo hizo únicamente á beneficio de las
mugeres libres que imitasen las pisadas de aquella esclarecida,
(3) Antropograpíi.;
lib. 1, eap. 1.
—197—
señales que demuestran haber cultivado este estudio indispen-
sable para conservarse y propagase. El tiempo ha devorado los
primeros monumentos del espíritu, asi como las obras de las
manos. La fábula ha cubierto de un denso velo la verdad; pe-
ro á pesar de todo esto, brillan ciertos hechos y ceremonias de
los antediluvianos y primitivos repobladores de la tierra, qne
á manera de las lucernas de la selva de Agrio, aunque esca-
sas, conducen con seguridad á los viajantes en las tinieblas de
la noche (1). Después que la razón alumbró al hombre, la idea
del imperio y la industria verificó su establecimiento; aumen-
tándose la necesidad de esta ciencia, fueron mas claros y rá-
pidos sus progresos. Como no era posible combatir ni defen-
derse sin vasallos, puso en ejecución cuanto miraba al aumen-
to de estos. El Egipto, la monarquia acaso mejor reglada, la-
boriosa y culta entre las mas ancianas, fué igualmente la mas
dedicada á la anatomia, con cuya instrucción, habiendo logra-
do insignes profesores en todos los ramos de la medicina (2),
llegó á contar diez y ocho mil ciudades y veintisiete millones
de habitantes (3) en un terreno ingrato á la salud (4). Pero
¿cuál no era la policia de estos pueblos acerca de este asunto?
Los reyes se preciaban de anatómicos (5). Los sacerdotes eran
el depósito sagrado de la medicina y cirujia (6). Las leyes re-
(1) Primero, el nombre impuesto á los animales por Adán. (Valles, Phi-
los. sacra.) Segundo, las guerras introducidas por Cain. Tercero, los holo-
caustos ofrecidos por los primeros padres (Genes., cap. 8,) y continuadas en
el pueblo liebreo, en que la víctima debia estar sin lesión y distribuirse con
orden (Levit., cap. 1.) Cuarto, la lucha de Jacob con el ángel (Genes., cap.
32,) en que se hace mension del ligamento redondo del fémur, contenido en
la cavidad cotiloide. (Riolan, loe. cit., eap. 2.) Quinto, las palabras de Sa-
lomón al cap. 12 del Eclesiastes. (Portal, Hist. de Ja anatom., tom. 1.) Ses-
to, el uso de víctinias entre los pueblos antiguos, cuya distribución se ha-
cia, según Homero, "epistamenos jiesiphradeos kai kata moiran," con arte,
deliberación y según costumbre. (Riolan, loe. cit.) Séptimo, el uso inme-
morial de embalsamar los cadáveres.
(2) "Medicus unusquisque peritus supra omnes homines. Homer., Odyss.,
lib. 4, V. 231.
(3) Que es el
cálculo mas moderado, pues se podia duplicar el número so-
bre buenos apoyos. (Véanse las memorias de Trévoux, 1752, art. 2, janvier.)
(4) "De l'origine des lois, des arts et des sciences chez les anciens peu-
ples," tom. 4, pág. 93.
(5) Véanse los escritos anatómicos de Atolis, citados por Manethon,
"Dict. medie,' tom. 1 Verbo 'Anatom." Los escritos anatómicos de Nermes,
1
.
'
(1) Los cuerpos de las Lúeas desde el fundador del imperio se mante-
nían sentados en sus andas en el templo del Sol tan bien conservados, que
parecían estar vivos, según los testimonios del P. Acosta y Garcilaso, que
los vieron y tocaron. No se sabe como los preparaban los Indios, para que
pudiesen resistir á ias injurias del tiempo. Gomara, cap. 195, dice que los
embalsamaban echándoles por la garganta licores de árboles olorosísimos
y untándolos con gomas. El P. Acosta dice que les daban con cierto betún
y les ponían los ojos de láminas de oro, tan bien acomodados, que no les
hacían falta los naturales. Grarcilaso cree que la principal preparación con-
sistía en helarlos con la nieve. Pero todas estas precaucione?; no ¿van sufi-
cientes para que en Lima se mantubiesen por mas de 20 años expuestos al
ambiente, que por su humedad y calor llena de moho y corrompe las car-
nes mas secas y endurecidas, los cadáveres de Pachacuta y otros tan ente-
ros y tersos que solo les faltaba el hablar para creer estaban vivos, según
refieren los citados. Estos cadáveres se enterraron en uno de los corrales
del hospital de San Andrés. En el din se hubieran pagado á peso de oro,
liara conducirlos al gabinete de Historia Natural.
(2) Ópticos, groseros, sin política, ignorantes. [Lecrerc, loe. cit., pág. 383.]
El censor Catón tenia en cuanto á la medicina lleno su cerebro de tantas
patrañas, cuantas manifiesta la siguiente receta que daba para curar las
dislocaciones y fracturas: "Luxuíh si quod est cautione sanum fiet. Ha-
rundinem prende tibí viridem P. IV, aut, V longam. Mediara, deffinde et
dúo homines teneant ad concen dices. Incipe cantare S. F. motas vasta da-
ries dardaries astataries disrumpite usque dum coeant. Ferrum insuper
jactato. Ubi coierint, et altera alterara tetigerit, id manu prende, et destra
sinistra prsecide. Ad luxuin aut fracturara alliga, sanum fiet et tamen quo-
tidie cantato in alio, S. F. vel luxato. Vel hoc modo buat, buat, buat ista
pista figta domibo dannaustra et luxata. Vel hoc modo huat, huat, huat
istasistar sir andamiaban dunnaustra. [Cato. De ve rustic, cap. 160]
(3) Grecia capta, ferunt, victorem cepit, et artes.
Intulit agresti Latió.
Hor., lib. 2, epist. 1.
(4) Plin., lib 25, cap. 2.
(5) "Tam enini anatomiese speculationis amore flagrabat, quaru morta-
lium qui vixerunt unquam allus."
[Gallen, "De anatom. admin., lib. 1, cap. 1].
,-200-
ciones modernas de Europa que las del Egypto y la Grecia, se
aventajan á unas y otras en el estudio de la anatomía. Ape-
nas Federico II, rey de Sicilia, reparando á lo lejos los prime-
ros crepúsculos de las ciencias que iban á amanecer sobre los
fértiles paises de la Italia, consagra una cátedra á la enseñan-
za de aquella (1), cuando su utilidad sorprende los espíritus
sumerjidos en la barbarie. El ardor en cultivarla se propaga
con rapidez. Émulos de la ilustración de los habitadores del Ti-
ber los del Sena, el Tamesis, el Tajo (2) corren en tropas á las
escuelas de Eoma y Padua, y regresando á su patria introdu-
cen el gusto hacia la ciencia conservadora de los pueblos. Vi-
gilantes sobre su aumento y felicidad sus augustos manarcas-
hacen consistir su gloria en la erección de anfiteatros magnífi-
cos, en que compiten la incubación del anatomista con la ge-
nerosidad del monarca. Pero ¡con cuantas ventajas no recom-
pensa la anatomia la inano liberal del protector! ¿No son sus
luces las que elevando á la medicina y cirujia al punto de per-
fección en que se han visto en los últimos siglos, orijinanlos
inmensos beneficios que de una y otra reciben diariamente sus
subditos?
Casi no hay año en que el cuchillo anatómico no haya pre-
sentado un nuevo descubrimiento, ó alguna observación im-
portante para rectificar la teórica y práctica de las dos faculta-
des. No es posible que en el breve tiempo que defrauda VE. alas
importantes y vastas ocupaciones que trae consigo el réjimen
del Perú, por acreditar su protección á la anatomía, pueda su
panejirista presentarle todas las utilidades de que le es deudor
el género humano, en ciuco siglos corridos desde Mundino, su
(1) "Quoniainque illa vox inhumana et scelerata ducitur eorum, qui ne-
gantse recusare, quominus ípsis mortuia terrarum omnium deflagratio eon-
sequatur: eerte verum est etiams iis, quialiquando futuri^ »int, ease propter
ipsos consulendum, (ídem, De finib., lib. 1.
:
DISCURSO
Que para el establecimiento de unas conferencias clini-
nicas de medicina y cirujia dijo en el Real Anfiteatro
anatómico, el Dr. D- Hipólito TInanue, catedrático de
Anatomía,
Industria huttiana miilis addicta líypothe-
sibus, solis innixa observationibtis, artis
nostr» pomeria in dies extendit, corum-
que qui id perfecérint, nomen setenmm
cluet.
(Haen, "Rat. medent," tom 1, pág. 293.)
Señores
- —210—
con su asistencia. ¡Y que ardor no infundirá su presencia, su
protección y su ejemplo! Vemos también congregados á los
venerables maestros á quienes debemos la instrucción. Ago-
biados de los años y las fatigas incesantes á favor de la huma-
nidad aflijida; extenuados por las vijilias continuas que les
ha costado nuestra educación médica, interrumpen, no obs-
tante, la única hora que se les permite de reposo por presen-
ciarse aquí á darnos lecciones de constancia y dedicación. ¡Oh!
ceda en honor de ellos la gloria que resultare de nuestros su-
dores. Corónense con las flores hermosas que regaron con los
suyos, esperando nosotros recojerlas en aquellos campos en
donde supiésemos á su imitación sembrarlas y cultivarlas. Por
otra parte, vosotros sois unos profesores cristianos á quienes
congregan aquí las luces del entendimiento y la rectitud del
corazón: la perfección de vuestra arte y el cumplimiento de
vuestros deberes. Objetos preciosos, que inundando al médico
clínico del placer inefable de no aparecer manchado con el
mas negro de los crímenes delante de los ojos del Dios vivo
(1), le proporcionan un renombre inmortal. Industria humana
nullis addicta hypothesibus, solis innixa óbservationíbus, artis
nostree pomeria in dies extendit, eorumque qui id perfecerint, no-
men ceternum cluet. ¿
Los hombres en todos los siglos han deseado, que sus cuer-
pos fuesen tratados con respeto, después de su muerte. El sen-
timiento de la resurrección parece innato al Genero humano,
y que en virtud de sus dulces esperanzas, se ha procurado el
reposo y la seguridad para las cenizas que se rebullirán un
dia-al soplo- del Omnipotente, para formar de nuevo el edificio
n^man- &¥$€£! iVeseas cubrirán otra yez Jog liuesos $ri ?
-
ít fe Ipl l|
—216—
al repasar la Historia, y cotejarla con las ruinas de los pue-
blos antiguos de uno y otro emisferio, se vé, que la universal
y constante costumbre, fué hacerlos en los campos. El decoro
de los templos, en que se creia morar la Divinidad, y la salud
de los pueblos, i\o permitieron abrirlos en su recinto.
Cuando la luz delEvangelio esclareció las tinieblas que
cubrían la adoptaron los primeros cristianos estos mis-
tierra,
mos usos. Sus templos, como consagrados al verdadero Dios,
eran mirados con tal respeto, que por una señal de la estima-
ción, debida al gran Constantino y sus servicios importante»
á la religión, se le concedió una sepultura en el vestíbulo, ó
atrio de la Basílica de los doce Apóstoles, que él mismo habia
edificado. Hasta este tiempo acaecido á mediados del siglo
cuarto, solo los cuerpos de los mártires, estos gloriosos defen-
sores de la religión, podían ocupar el pavimento de las igle-
sias; porque sus preciosas virtudes, el olor de santidad, y la
sangre generosamente derramada por la religión, los hacia
dignos de servir de base al altar augusto, en que se inmola el
mismo Salvador.
Algunas pretensiones piadosas de personas respetables em-
pezaron á debilitar el rigor de la disciplina eclesiástica. Mira-
ron como un bien singular, estar sepultados en el mismo ter-
reno, en que dormían los mártires. Siguióse á la piedad el es-
plendor de los títulos: imitáronlo las riquezas; y en conse-
cuencia el vulgo mas ínfimo no quiso ser inferior en esta pre-
rogatiba. Ab Episcopis ergo coeptum, tum ad elencos, tándem ad
laicos ventum est,juxta rerum humanarum consuctudinem, qua
ex uno multa consequuntur. Sic enim natura Jiominum compara-
ta est, utad exemplum moveamur: etquidquid honoris, et utilita-
tis in altero noverimus, quisque appetat, et haoére contendat (1).
De este modo los templos mas suntuosos, las mas bellas
ciudades han quedado reducidos á unos inmundos cemente-
rios, mezclándose en aquellos el hedor de la podre con los in-
ciensos que se ofrecen al Soberano Dios de los Cielos, y fo-
mentando en estas las enfermedades, sus contagios: y las
muertes, tristes consecuencias de la vanidad y preocupación.
Sease que en estos últimos tiempos se hayan visto mejor es-
tas cosas, que en la edad media del cristianismo; ó que los re-
petidos males y públicas calamidades, que han resultado de
los entierros entre las poblaciones, hayan abierto los ojos; lo
cierto es, que de la mitad del siglo anterior para acá, casi to-
dos los gobiernos de Europa y prelados muy respetables han
(1) Han dado un noble ejemplo, conmutando las bóvedas á que tenían de-
recho en la iglesia en unos sepulcros señalados en el panteón, los señores
marqueses de Santa María, D Fernando Carrillo: D. José Feliz y D. Ti-
.
(1) Horat.
—207—
nuestra \>ista envuelto en el caos de la noche, yá restaurando
con la aurora la pompa augusta de la creación; así sus diversas
partes arrecen mil escenas variadas, y aun opuestas. Apenas
se fija la vista sobre algún punto del planeta que habitamos,
cuando es necesario poner en ejercicio las tuerzas enteras del
entendimiento, y todas las emociones del corazón.
La vista de los campos de Senaar nos recuerda los momen-
tos dichosos, en que á la voz fecunda del Omnipotente recibía
ser la nada, y se desenvolvía este magnifico universo. Aquí
viendo por la primera vez el hombre á su esposa, le decia:
" cara compañera la sola destinada á partir conmigo las
,
—208—
Eceo aparir Gerusalem si vede:
JEcco additar Gerusalem si seorge:
Meco da mille voci unitamente
Gerusalemme salutar si sent. (1)
Ilion, Ilion
(1) Tasso.
(2) Horat.
(3) Flor. Lib. II. Cap. VI.
—209— .
—210—
levanta su vuelo, entresaoa las primeras observaciones astro-
nómicas de Atlas y Urano; sigue sus conquistas, y comparán-
dolas entre sí, reúne y forma un todo de estos monumentos
esparcidos: se vé tentado á creer, que las ciencias pasaron de
la América al África, y de aquí á Europa. Pero las ruinas de
la naturaleza en lavaría inundación de los mares, trastorno, y
subversión de la tierra y la remota antigüedad de aquellos
tiempos, han hecho olvidar de manera los primeros aconteci-
mientos, que al conquistar los europeos al nuevo Mundo repu-
taron por bárbaro el suelo primitivo de la sabiduría.
PE0SPE0T0. (a)
[3] Ñeque per trices, sed simul pariter, quasi unum, undique tellunifuit.
Flor. lib. II. cap. XVII.
[4] Sola omninm provinciarum vires suas, postquan victa est, intelexit 1. c.
[5] Alioqui ita undiqui mari, Pyrenceoque vallata ese, ut ingenio situs nec
adiri quidem potuerit 1. c.
[6] Megara viro fortissimo duce assiduis cwdibus ita [Romanos] sube-
erunt, ut ne oculos quidem, aut vocem, numantine. viri quisquain sustineret,
<7ap= XVIII.^jHe aqui el original del. invencible Mina!
—212—
las fuerzas todas del orbe reunidas bajo su mando, apesar de
la división y falta de uniformidad que reinaba en la Iberia,
no pudieron avasallar sus pueblos indomables por el espacio
de dos centurias; ¿cómo lo ha de conseguir el tirano de la Eu-
ropa en medio del odio que rodea sus inmorales, bárbaras é
insaciables huestes, y contra el clamor unido de toda la na-
ción? Pasó, pasó, pasó el estrecimiento del primer choque, se
aleja la noche lóbrega de los desastres, amanece el resplande-
ciente y sereno rayo de la libertad, y se aproxima el término
de la gloriosa defensa de la nación aspañola. Sus armas no
tardarán en depositarse en el templo de la inmortalidad, é
inscribirse en sus muros sus heroicas proezas.
Solo vá á quedar en ejercicio el uso de la justicia: ¡oh_ qué
memoria tan grata será á nuestra feliz posteridad, recordar
que perseguidos sus valientes padres y acosados por un impe-
tuoso torrente de males, desastres, muertes é incendios; y ar-
rojados hasta el estremo de la patria, hasta las columnas de
Hércules, se congregaron á su sombra antigua y respetable
á formar leyes para la monarqía como si nada la amenazara,
como si existí era. quieta, reposando en el seno tranquilo de la
paz! En cualquier otro pueblo seria este un delirio; pero en
el. español que crece en valentía con sus desgracias, es un ac-
to de heroicidad y alta sabiduría encaminado á formar una
época grandiosa ó inaudita en medio de la carrera de los sig-
os, y acontecimientos de las generaciones humanas. Se es-
tablece una gran sociedad en dos mundos rejida por un or-
den en la administración pública, que cuatro mil años há de-
sean infructuosamente el ver plantificado sobre la tierra los
mortales esclarecidos: y que después de los dias dichosos de
Grecia y de Roma, donde aparecieron algunas vislumbres, no
dejaron rastros, sino en el pueblo español para servir de base
al complemento y elevación á que hoy se levanta el suntuoso
templo de su orden y sus leyes.
Tiempos felices para la España y la América, cuando con
los himnos de 3a victoria se oigan los cánticos sagrados de la
paz, la abundancia y la justicia. Mas es preciso que ios ven-
turosos hijos de tan gran nación, se reúnan y esfuercen á que
se verifique cuanto antes su dichoso arribo. Cesad mal aven-
turados espíritus de soplar la discordia entre los hermanos.
Cesad provincias desgraciadas de sacrificar vuestra sangre al
interés y maléfico egoísmo d-é los malvados que ultrajan el
santo nombre de amor á la patria. Este sagrado fuego tan
solo arde en los corazones virtuoso;-, qué prefieren el interés
común al suyo propio; no en los malévolos que no tienen otro
objeto que escalar ios honores por cima los cadáveres de sus
engañados hermanos. Bastante sangre y lágrimas se lían
—213—
derramado, y así retiraos á vuestros pacíficos hogares á dis-
frutar las dulzuras de la vida, que os ofrece la nueva Consti-
tution. Retiraos á criar en el regazo de la religión, las luces
y el patriotismo esos vuestros tiernos retoños á quienes lla-
man el desempeño de elevados empleos los altos destinos
de la patria (7.)
[7] Nose vea manchado de crímenes ese pueblo generoso, que será un día
asilo de Jas ciencias ¡j de las artes y á quien e&-!a,n reservados sin duda los
mas altos destinos. Proclama del Supremo Groíñéfeó á los americanos, Q%->
ceta, sábado 11 de Julio de 1812.
—214—
educación popular: la agricultura, historia y geografía: comer-
cio, pesca: minería, artes mecánicas y liberales: composicio-
nes armoniosas, noticias interesantes; y en fin, la suma de in-
tereses é ilustración del Perú, va á ser tratada con decencia,
verdad é imparcialidad rigurosa.
Estas demandan que testifiquemos que la publicación, el
nombre y la nomenclatura de las materias que abraza este
periódico, son debidos al Excmo. señor Virey D. José Fer-
nando Abascal, marques de la Concordia española del Perú,
gran cruz de la orden de Carlos III. El nos ba estimulado y
empeñado á tomar la pluma para su composición, dando este
nuevo testimonio de sus deseos por la instrucción de este
pais, y de que á los talentos marciales une también los políti-
cos, haciéndonos esperar que coronará unos y otros, cimen-
tando en el reino la nueva constitución, que esperamos sea
la aurora dichosa de la libertad española y el suspirado iris
de la paz en las Américas.
LLEGADA DE LA CONSTITUCIÓN.
ímpetus ule sacer, qui vatum Rectora qiiatis.
El ímpetu sagrado agita el pechó mió.
Los antiguos señalaban con piedra blanca sus dias mas fe-
lices,y con la misma debe grabarse entre nosotros la memo-
ria del dia veintiuno de Setiembre de 1812. Yo reposaba en
un profundo y tranquilo sueño, cuando á los primeros albores
de la mañana, me dice una voz dulce y sonora: levántate
mortal y contempla la naturaleza. El sueño se disipa, se re-
animan mis fuerzas, abandono el lecho y presto estoy en el
campo.
Mas ¡que espectáculo tan grande y magnífico se presenta á
mis ojos! La aurora señalaba con sus dedos de rosa los cami-
nos de la luz: los crepúsculos bordaban su rico ropaje: brilla-
ba en su rostro el carmín de las mejillas, y ondeando al aire
el pelo de oro, inundaba la esfera de fragancia y ambrosía. El
azul celeste encantaba la vista; y en apacible sosiego dormía
el océano, espirando unos blandos vientesillos que arrullaban
las mieses de nuestras fértiles campiñas.
Al oriente se descubrían las blancas cumbres de los Andes:
el fuego de los volcanes ardia en medio de las nieves: una nu-
be religiosa bajaba del empíreo y rodeaba sus mas altas ci-
mas: mil relámpagos se lanzaban por todas partes de su seno,
v se oía á gran distancia el estallido del rayo pavoroso,
—215-
La gloria del señor descendía sobre los altos montes del
Perú, como descendió en otro tiempo sobre el Siuaí.
Absorto en la contemplación de tantos prodigios, me decia
á mí mismo: ¿que anunciarán señales tan augustas, indicios
tan favorables! cuando el ruido de un repique general me sa-
ca del éxtasis en que me hallaba. Vuelvo el rostro ala ciudad,
y endereso mis pasos liácia ella; y á los primeros me sale al en-
cuentro un hombre, cuyo rostro inundaba el alborozo, y pa-
recía no caberle dentro del pecho. Amigo, le dije: ¿qué sig-
nifica tan grande aparato en el cielo y en la tierra? Rodeada,
me responde, de laureles de la victoria ha llegado la Constitu-
ción Política, que ha de regirnos en lo futuro, que nos ha de
mantener en paz, que ha de fundar nuestra felicidad, y ha de
librar al nuevo mundo de las inmensas desgracias que lo opri-
men.
Un placer celestial penetró en tal manera lo íntimo de mis
carnes y huesos, que ocupando el lugar de la sangre, y los
espíritus que les dan vida, creí morir en los brazos del gozo;
pero devolviéndome este mismo la respiración y el aliento, el
primer impulso que sentí .y cumplí prontamente, fué volver
mis ojos á la nube religiosa que cubría las encumbradas cús-
pides de nuestras nevadas sierras. Póstreme humilde sobre
el suelo, al pió de una peña de la que hice un altar; y arran-
cando unas yerbas del campo, ofrecí sobre ella á la divinidad
un pobre y rústico, pero sincero y abrasado sacrificio.
Gracias al Eterno que derrama sus bondades sobre estas feli-
ces rejiones, y va á desterrar de ellas la enemistad y la discordia.
Gloriaal Omnipotente, que ha conducido á este su pueblo fiel,
sin dejarle extraviarsede los caminos de la justicia en medio de
la noche lóbrega y tempestuosa. Que su excelso nombre sea
.
—218—
guas, ni el arte de la navegación y construcción de naves, ha-
ce mas honor al entendimiento humano.
Mas ya una serie inaudita de calamidades ha hecho retro-
ceder al ilustrado siglo, y heroica constancia de nuestros ma-
yores, para disputarle á la noble Albion, la preferencia en las
instituciones civiles. De en medio de los humos de nuestra
patria abrazada, y generosamente defendida se ha levantado
un globo de luz fuerte y penetrante, que ha esclarecido los
dos hemisferios. El nombre ilustre, y la encumbrada digni-
dad de ciudadano español están proclamados en ambos mun-
dos. Mas generosa la España que la misma Roma, no ha que-
rido encerrar las nobles prerogativas de la ciudadanía dentro
de sus propios muros, ni venderlas á precio de oro á las pro-
vincias de su imperio. El genio español estiende sus divinas
alas, y se remonta á lo alto de la esfera. Desde allí registra
los dilatados paises, las estensas provincias, las numerosas tri-
bus y naciones, que domina en Europa y América, y sobre
todas derrama sus influencias feneficas.
De esta suerte ha constituido una solo patria á inumera-
bles y diversas gentes, haciendo amable su yugo á los hom-
bres que ha conquistado, é incorporándolos en el número de
sus propios hijos ha formado una sola ciudad de lo que antes
era dos diferentes orbes.
—219—
rera: tronópoderosamente el alto empíreo, y apareció cubier-
to de fuego eléctrico. Debiendo ser este el mes primero, en
que iba á suceder en nuestro orbe político una revolución fa-
vorable jamas vista, ni imaginada por nuestros mayores, qui-
so el cielo pronunciarla por el majestuoso aparato de sus
truenos y relámpagos.
En la tierra se alternan los bienes con los males; y asi des-
pués de la deshecha tempestad que hemos sufrido, y cuando
ya iba á quedar en escombros la mas rica y grande monar-
quía, se deja ver una apacible aurora, que á la manera del
cisne, la hace renacer mas bella, y vigorosa de sus cenizas.
Desaparecerán de todos los ángulos déla tierra que pisan sus
previligiados hijos, esas insignias y festividades, consagrada
á la humillación del pueblo y al triste recuerdo de que era
esclavo.
¡Gracias á tí, España heroica, ilustrada y generosa! Tu nos
has restituido nuestros fueros. Contigo, pueblo inmortal, vi-
viremos siempre, contigo seremos hechos pedazos. Tecum
vivere amem, tecum óbeam líbens. Horat.
Verdad es, que sufriendo de. tus desastres, es necesario sea-
mos también partícipes de los bienes que nacen de ellos. Con
el rey amable se sepulta en las cadenas y las desgracias nues-
tro primer compatriota, duque de San Carlos. Los campos de
Aragón, Castilla y Castaluña, están regadas en defensa de la
España con la sangre de los generales peruanos Villanueva,
Lavalle, Zuazo, y otra multitud de oficiales, y soldados nati-
vos de este pais; y de los cuales muchos se han embarcado por
inmolarse á la sagrada causa de la libertad. Con la misma es-
tan teñidas las cumbres de los Andes, para mantener el orden
y unión con la península en la América austral. Y los que
no hemos empuñado la espada, ¿cuantos sacrificios no hemos
hecho bajo los diferentes títulos con que se ha pulsado nues-
tro patriotismo y generosa fraternidad? Auxilios á la España
europea: subsidios á los ejércitos del Perú: socorros á las viu-
das de la inmortal Zaragoza y monjas de Estremadura. Be-
novales, el Empecinado y el siempre inmortal Mina, han exi-
tado en nosotros el fuego patriótico que arde en nuestros pe-
chos valerosos, y hemos ocurrido á .sostenerlos.
Mucho hemos ofrecido, y daremos mucho mas, conforme lo
exíjanlas necesidades; y cuando se agoten nuestros recursos,
se habrá acabado el dinero; pero no el deseo de emplearlo a
favor de la madre patria, y desgraciados habitantes. No po-
demos obrar de otra manera nosotros, cuya religiosidad bri-
lla en esos templos, los mas suntuosos que existen hoy
_
sobre
la inalterable
la tierra: y que con la sangre hemos heredado
fidelidad de nuestros projenitores.
—220—
Padres de la patria, á quienes los representantes del pueblo
han elevado á regirla: al daros nuestro sufragio hemos recor-
dado el acto magestuoso en que por los mismos medios, y pa-
ra los propios fines, elejia á sus censores el pueblo antiguo y
soberano de Eoma (1). j A
quien queréis, señores, elejir por
censor f
Al que estando ausente hiera los ojos de todos con el claro
resplandor de sus virtudes: y al que por la excelencia de srjs
costumbres tenga, la censura identificada con la vida. Porque
aquel debe juzgar á sus conciudadanos, el que los edifica con
su ejemplar conducta: sea juez de nuestros crímenes el que
constantemente se ha librado de ellos, teniendo siempre una
vida irreprehensible. El prudente, modesto y grave, el ami-
go de los buenos; el enemigo dé los injustos; el que desde su
niñes aborrezca, cele y persiga los vicios públicos, que des-
honran la patria. El que sea un Verdadero dechado de la vir-
tud é integridad, que adornaron á los grandes hombres qije
fundaron la república, á este elejimos por nuestro censor,,á
éste queremos todos imitar.
Señores alcaldes y regidores: este es el primer paso en que
el pueblo de Lima, vá por su nueva constitución, á entrar en
los derechos y prerogativas que gozaron en el orden civil los
ciudadanos de Eoma, en los tiempos gloriosos de su república.
Vuestros nombres van á ser los primeros que se inscriban
en los anales de esta España ultramarina. Corresponded á
nuestra esperanza, y no olvidéis qué os han de juzgar las pre-
sentes y venideras generaciones: ¿ Con que dulzura no repite
hoy todo hombre de bien, el nombre de los virtuosos censores
de Roma, aunque hayan pasado tantos siglos después de su
existencia, y en nada les toquen, ni pertenezcan? La causa
de un pueblo es la de todo el género humano: por que á todo
él interesa que haya habido hombres, que viesen por su felici-
dad, para que sirvan de estímulo, y original á los buenos, y
de censores terribles á los malvados.
(1) Cti'den los censores del pueblo de formar el censo, anotamdo las fa-
milias, los ancianos, los hijos y bi«neg que tengan: distribuyan el pueblo
en dif. rentes paites para su mejor régimen. Los templos los caminos pul
blico», las fuentes, el abasto, la recaudación de las rentas pública», y e-
erario deben estar bajo de su cuidado y vigilancia, para que no se arrui
nen ni disipen. Celen las costumbres del pueblo: promuevan los casámien
tos, prefiriendo los padres de familia á los solteros en todos los cargos hon-
rosos, como que soportan el mas precioso á la república en la propagación
y crianza de sus hijo?, Cic de legib.
COMPENDIO ESTADÍSTICO
del vireinato del Perú, á fines del siglo 18. [*]
(lj Estando para elegirse la diputación, á cuyo cargo debe estar la for-
;
mación del censo y estadística del.Perú r sin los. cuales no es posible dar un
paso acertado en los mayores y mas útiles proyectos de utilidad pública,
damos á luz este compendio de los cinco tomos de la Guia política del Pe-
rú,. que dejó de imprimirse por no haber ella seguido. Podrá desde luego
ser útil por las noticias que comprende y el plan que se propone para con-
tinuar imprimiéndolas. Con el propio objeto añadimos añora algunas notas.
(2) De la multitud de datos y noticias que contienen los cinco volúme"
nes déla Guia del Perú, se han aprovechado »1 ver.sos escritores, asi extran"
i
(3) El gran vireinato del Perú se extendió en otro tiempo desde el rio de
la Plata, liasta el Istmo de Pauamá. Este inmenso territorio se halla hoy
dividido en trec vireinatos. vna capitanía general y tres presidencias, resi-
diendo nna audiencia en la capital de Jcada uno de estos siete departamen-
tos. Y si conforme á las miras del dia se han de establecer en él tantas
diputaciones pi'ovinciales, cuantas audiencias tiene, se presenta una divi-
sión natural del terreno, tomando de tres en tres los obispados ,La di-
visión eclesiástica ó dé diócesis, según se halla en esta América, es prefe-
rente á la civil, ó de intendencias para el mas ajustado cálculo y mayor
acierto en la elección de diputados para las cortes.
(4; Guía de año de i793 pag. 178. La población del vireinato en el dia,
asciende á 1.500,000 habitantes: por el aumento de 300,000 indios resultan-
tes de 200,000 indios de aumento de la agregación que á principios de este
siglo se le hizo de la intendencia de Puno y gobierno de Guayaquil, y de
mas de 120,000 indios que hau tenido hasta la época presente de aumento
los 600,000 que en 1791 había en las otras intendencias, y el resto por el
—223—
repartidas en 977 pueblos, eutre los cuales se numeran 14 ciu-
dades y otras tantas villas, aunque las mas solo tienen el
nombre de tales. El censo debe renovarse en cada quinque-
nio, seguu las órdenes de S. M: lo que hará ver no solo el pié
sobre que se baila la masa total de la población con respecto
al anterior, sino también las diferentes castas que la compo-
nen.
Por lo que hace á esta capital, se ha incluido anualmente
la razón de los nacidos y muertos, cuyo resumen es el si-
guiente.
/>
LirUa ^2:138^50
Cuzco . . ms^em
Arequipa 1.980,258
Trujillo . . . . . 1.115,512
Huamanga. . . . 240,652
Huanearelica. 161,000
Tarma 429,833
Total 7:554,495 $
los muertos, se aniquilaría indefectiblemente la población á petar de Io§
,
que viniesen de fuera á vivir en ella, y lo que vemos es, que el número de
habitantes vá creciendo en Lima en estos últimos años, en que se vive con
más aseo y policía, por el ilustrado celo del Excmó. Señor Abaacal, á^ quien
si imitasen sus sucesores, presto disfrutará Lima la preferencia á la» mas
cultas, populosas y amenas ciudades del mundo.
(6) Las razones'mas rectificada» de éstos tamos están en las Guias -de
1796 y] 797. La industria en el Perú, debe reputarse por nula. Sobre jia
Agricultura pensamos trabajar una memoria que presente §u estado antiguo
j moderno, proponiendo diferentes medios para mejorarla. Quiza tendrá*
moa tiempo para ejecutarlo.
—225—
Be esta, suma se extraen 2.400,000 $ para el comercio ex-
terior.
No llegan á 100,000 los que se dirijen á España; 1.900,000 $
se exportan á Buenos Aires, y el resto á los puertos de Chi-
le, Santa Fe y Guatemala. El residuo se emplea en el comer-
cio interior de unos partidos con otros, dando cada uno lo que
le sobra por lo que le falta.
Las
altas y bajas de las cuotas diézmales, deben también ins-
truirnos de las que tenga nuestra agricultura. Por los estados
que hemos dado á luz (7), produjeron los diezmos e?h el sexe-
nio de 71 á 79.
Lima 759,274 4 ¿
Cuzco 331,386 7 ¿
Arequipa 537,891 7 £
Trujillo 254,167 1 £
Huamanga 179,687
(7) Se contienen en 1a Guia del año de 1793 á foj. 186. 234, 257» 274 y
287.
Tom. vi, Literatura— 34.
—226—
Pero como estos no comprendan todas las minas del vi-
reynato, jsolo puede resultar de ellos la razón incompleta que
sigue de los marcos de plata, que anualmente rinden (8).
Lima 70,000
Cuzco 1,764 6
Arequipa 106,462
Trujillo 82,403 4
Huancavelica 9,119 6
Tarma 276,472
Total... 546,222
(8) Guias de los años 95, 96 y 97. El Tribunal de Minería no tiene fon-
dos suficientes para cumplir los importantes fines de su institución. Acaso
seria mas útil al reino, unirlo al del consulado y formar uno solo de comer-
cio y minería, en cuyo caso atorraría esta muchos sueldos de los que hoy
consumen sus pocos fondos. Entrarían á sostener sus labores los brazos
mas activos de la sociedad y se podría fomentar la instrucción en la mine-
ralogía, y el auxilio á los mineros en la explotación de metales que son las
dos cosas que necesitamos.
(9) Guia 1795 pág. 38.
(10) Guia 1793 pág. 43. En el último bienio de 1811 y 1812, se ha sella-
do 9.312,080 5 y un cuarto que corresponde á 4.656,040 pesos 2 reales 5 oc-
tavos por año común: y por consiguiente hay un millón menos en la amo-
nedación que en la época de la Guia. Y por ventura ¿proviene esto de ha-
ber decaído la explotación en las minas, ó de que los ingleses con el con-
trabando é introducciones por Panamá, se llevan en tejos de oro, barras y
pinas de plata este millón que falta? Lo cierto es, que desde principios de
este siglo en que se extendió el comercio clandestino de los ingleses, bajó
la amonedación, y asi en 1799, llegó á seis millones próximamente, y en
j800 no llegó á cinco,
—227—
1
lí Época. . „ 68.944,522 1
2* Época 85.434,849
3? Época 17.640,305 7
Total 172.019,697
1? Época 3.628,659
2?- Época 4.496,570 6
3? Época 5.880,108
Exportación 2.034,980
Importación. . . . 864,790
.
Importación 8,350,749 6
Exportación 7.823,7-76 6
Diferencia 526,973
Importación 43.241,862 7
Exportación 54.837, 114 3
Diferencia 11.595,251 4
Diferencia 698,939 2
La
diferencia indica la cantidad numeraria que le quedaba
al Perú, concluido su comercio universal, de la qae deben re-
bajarse las remesas hechas por la real hacienda para situados
á Chiloé, Valdivia, Panamá y para compras de tabacos en
Guayaquil y la Habana: igualmente debe deducirse el valor
de los negros que se nos dirigen de Buenos Aires por Chile;
y resultará que en cada año queda extinguido el numeraria
del Perú.
Importación 21.547,851
Exportación 33.313,741 ¿
Diferencia 11.761,890 i
(16) Guias de 1793, pág. 50. 1794, pág. 20. 1795 pág 2^.7797, pág. 22 y G!.
—230—
tilla, adquirida en su comercio con Cádiz (17.) Segundo: la
conducción de estos efectos, como de los frutos que venían en
retorno para embarcarse para Cádiz, cedia en utilidad de
nuestra marina. Hoy carecemos de uno y otro por el giro di-
recto que hacen aquellos puertos con la Europa, aunque se
haga escala en el Callao para Guayaquil. Tercero: los azú-
cares internados por Buenos Aires han hecho decaer el comer-
cio délos nuestros. Los sembríos de viñas en los valles de la
ciudad de la Paz, van minorando el valor de nuestros aguar-
dientes y el aumento en el uso de la coca que se saca de aque-
lla provincia, menoscabando la cantidad numeraira que utili-
zábamos de la que se acuña en Potosí para aumentar nuestro
fondo y comerciar con Cádiz.
Para presentar, pues, en cada año el plan de nuestro co-
mercio universal, necesitamos que continúe anualmente mi-
nistrándonos las balanzas de nuestro comercio marítimo, asi
europeo como americano el contador de la real aduana, según
lo efectuaba el difunto D. José Ignacio Lequanda, á cuya de-
dicación y celo se deben las que adornan nuestra Guia. Por
lo que respecta al terrestre con Buenos Aires, deberá formar-
se en las aduanas del Cuzco y Arequipa.
Rentas reales. Hemos publicado tres bellos estados de real
hacienda, ministrados por el contador de resultas D. Joaquin
Bonat, cotejado el dinero existente de las reales cajas con sus
gastos, aparece
Caudal 6.445,471 7
Gastos.. 2.970,599 7 ¿
Sobrante. 3.474,871 7 i
Caudal . . . , 7.683,608 5
Gastos 4.082,313 5
Sobrante 3.601,295
(17) Guia de 1794, pág. 14(3. Balanza en las notas. Entre las disputas
de una libertad desatinada y un monopolio injusto, aun no hemos hallado
el medio de que nuestros fieles aliados no se lleven el dinero del Perú por
Panamá, dejándonos estancados los frutos. Ellos nos dejarán en paz con
sus pretensiones mercantiles, mientras que les dejemos nosotros llevarse
tranquilamente el dinero.
(18) Guia 1793 pág. 16.
(19) Guia I79;ipág. 17.
—231—
Año de 1792. (20)
Caudal 7.095,429 5
Gastos 4.211,192 4
Sobrante 2.884,237 1
(20) Guia 1794 pág. 14. El estado actual de la real hacienda ofrece obser-
vaciones muy importantes, que reservamos para otro lugar.
(2j). De esta cantidad apenas componen 20,000 pesos los restantes de to-
dos los ayuntamientos de este vireynato. Los 40,000 son del ayuntamien-
to de Lima, que posteriormente los ha aumentado á mas de 100,000 pesos
con los cuales ha hecho servicios muy importantes, que indicaremos en uno
de los Peruanos siguientes.
(22). Guia de 1794, pág. 144.
—232—
de segundo de real hacienda: tercero, en cuerpos polí-
justicia,
ticos. El eclesiástico en 1 clero secular: 2 cuerpos religiosos:
3 cuerpos literarios. El militar el 1 tropa veterana: 2 milicias
deciplinadas: 3 milicias provinciales (23). Cada orden de aque-
llos en que se divide la clase general, abraza las partes que
le competen, considerada cada una con separación, y anotán-
dose en ella lo que merece saberse. Asi párese que la Guia
lia sido en esta parte desempeñada completamente.
Ilustración. Los establecimientos literarios, la universidad
y colegios en los que hemos señalado sus cátedras, sus ejerci-
cios, y hasta los autores que tienen adoptados para su ense-
ñanza (24), manifestarán á un genio inteligente, cual es el
gusto, y la ilustración dominante del Perú. Pertenecen á es-
ta las nuevas obras que se hacen para el adelantamiento de
cualquiera de los ramos del reino, ó para perfeccionar en él
la cultura del espíritu humano. Pocas ocasiones hemos teni-
do de publicar alguno que merezca hacer inmortal el nombre
de sus autores. Ojala se presenten en lo sucesivo, para que
tribute nuestra pluma el digno homenage, á que son acreedo-
res los beneméritos á la Patria. En recompensa se debe á la
Guia haber hecho restaurar algunas obras ú tiles, que sabiendo
hallarse abandonadas, largamos una chispa al honor en algu-
na de sus páginas.
En suma para completar y perfeccionar la Guia, se necesi-
ta el que se ministren en especial los siguientes estados.
Por quinquenios.
Población. Diezmos.
Por años.
Agricultura, industria, minería, casa de moneda, comercio
europeo y americano, estado de real hacienda &a. conforme
á lo que hemos expuesto hasta aquí en este resumen.
Ya se vé que las variaciones que ocurren en esta parte no
pueden salir de un año para otro. Es necesario lleven dos de
atrazo á la edición de la Guia, pues es preciso corra el año en
^
—234—
mentadas sus leyes benefactoras, y entonces podrán compa-
rarse con el cuadro colonial que ofrece este compendio esta-
dístico, el que presentará la libertad é igualdad civil, y demás
excelentes prerogativas de que hoy goza está España ultra-
marina, y que deseamos emplee en cimentar la paz, la unión
y el verdadero amor á la patria sin los cuales no puede flore-
cer ningún estado. Los tres años corridos entre el fin del sis-
tema colonial, y principios del nuevo gobierno, están llenos
de sucesos extraordinarios en todos los ramos de la pública
administración. Bepresentan aquel campo de aguas agitadas
que se interponen entre dos mares alterados, que se embisten
conmovidos por opuestos vientos. Si una pluma instruida,
imparcial y verídica, se encargase algún dia de escribirlas,
ofrecerá eu un Corto espacio de tiempo, sucesos que no sé vie-
ron en siglos anteriores,y ellos mismos servirán de lecciones
saludables á los hombres venideros, para el buen gobierno dé
la república en general, y de sus familias en particular.
Nota. Acabábamos de soltar la pluma, concluida la obser-
vación antecedente, cuando ei ruido de la alegría priblica, nos
anunció la confirmación de las insignes victorias que un ru-
mor vago, aseguraba haberse conseguido en la madre patria*
Volvimos á entrar en nosotros mismos, y hemos quedado con-
vencidos de que se anticipaba el tiempo del firme estableci-
miento del nuevo orden que introduce la constitución espa-
ñola. Los sucesos de la guerra se dirá son varios, y casi no
se puede contal: sobre ellos, hasta después de concluida. Pero
aqui hay una reunión de circunstancias extraordinarias. Ciu-
dad Rodrigo, Badajos, SalaMancti, fortificados con todos los re-
cursos del poder y el arte, son reconquistadas rápidamente
por asalto una en pos de otra. Marinot derrotado hasta el ex
tremo, las Castillas y Madrid recuperadas: el sitio de Cádiz
levantado, Sevilla y las Andalucías, precipitadamente abando-
nadas. Soult, el general mas activo é inteligente déBonaparte^
fujiíivr O y perseguido. Welingtoh triunfante en todas partes, y
los pendones españoles tremolando victoriosos sobre casi to-
das las almenas, de donde habían sido precipitados. En fin^
los frutos y las glorias de cuatro años de conquistas y comba-
tes pertinaces, en que han perecido millares de regimientos
los mas valientes, y mejor diciplin actos de Europa, y en que
ha corrido á torrentes la sangre francesa, en pocos dias han
desaparecido como el humo que se lleva el viento.
I ISTo aparece aquí una mano superior que ya salva á su pue-
blo, concluida la legislación bajo de la cual quiere viva, en lo
futuro ? Esto es hecho. Solo resta que los hombres depongáfc
sus preocupaciones y funestas rivalidades, y no quieran bajo*
dé pretéstüS vtirids, pi-ítaf á ícte puéblete á^añblfe del piéisí}
—235—
te sagrado que les ofrecen la virtud, la sabiduría y la heroisi-
dad reunidas. Este es el medio de tranquilizar á los (Jue están
desgraciadamente alterados, V afianzar la paz y obediencia en
los tranquilos. Virtuosos habitantes de todas las ciudades de
América: reunid vuestros esfuerzos, luces y patriotismo, para
establecer la quietud y prosperidad con que nos brinda la
constitución española. El egoísmo, las intrigas, la ociosidad,
los vicios que con justicia ó sin ella sé lian atribuido á las co-
lonias, desaparezcan del todo; y nazcan el amor á la patria,
la sinceridad, la dedicación al trabajo, la probidad y aquella
firmeza de ánimo que deben distinguir ál ciudadano español.
Seamos gratidés, como és grande i a era que comieuza en
nuestras niánOs. Y ya que por lo frajií de la vida immana, no
pueda la generación presente llegar á este complemento, pre-
parésmole el camino á la venidera con instituciones sagaces.
La buena educación debe ser la primera. JEn el í*éra no fal-
tan escuelas ni folíelos para su dotación; pero se abusa de todo.
Con dolor decimos que estamos enterados de que en diferen-
tes iugarés, se apropian las rentas de las escuelas con gran
detrimento de éllás, las mismas personas que mas debían in-
teresarse en fomentarlas. Por eso lá diputación provincial,
deberá colocar entre Sus primeras détérmiüaciones, la de res-
tablecer lá Guia, para qué sé de anualmente razón deí estado
y progreso de todos los establecimientos sometidos á su ins-
pección.
—
Nota: Bl resto de esta escena no ha podido trascribirse, por estar roto
y carcomido el cuaderno en qee se encontró manuscrito: parece que es de
tiempo en que los españoles según su carácter, ayantaban todavía la piedad
con el amor.
-238-
(2) Los singulares elojios que lia merecido esta obra á los sabios de Ma-
drid, Paris y landres: y las instancias que para concluirla hacen al autor
eus amigos de América, le han empeñado en dar una segunda edición cor-
recta,y completada en la parte practica. Para esto necesita dedicar tínica-
mente á este fln los muy pocos ratos, en que sus ocupaciones le permiten
p mar la pluma, y asi lo ejecutará en lo sucesivo.
—239—
Pero si el clíina el que influye tal pereza, é inep-
caloroso es
titud n los que lo habitan que se necesita del despotismo, y la
e
escla < itud para obligarlos al trabajo y ocupaciones de una vi-
da laboriosa: ¿de dónde nació la inquieta ambición de los asi-
rios, que por el espacio de quinientos años turbaron el Asia
con sus guerras? ¿De dónde vino el vigor de los Medos que sa-
cudieron su yugo? Ciro en el espacio de treinta años conquis-
tó del Indo al mediterráneo. Los Oarducas de quienes habla
Xenofonte, resistieron al gran rey en el seno de su imperio, y
dieron mucho que hacer á los valerosos que conducidos por
aquel insigne capitán, hicieron la mas difícil y valiente retira-
da de cuantas refiere la historia de la guerra. Los Partos fue-
ron rivales indomables de Boma, y los Árabes llevaron sus ar-
mas vencedoras hasta los Pireneos y los Alpes.
ís o carecieron por cierto de actividad los fenicios, que por
tantos siglos abrazaron ellos solos el comercio de las costas co-
nocidas. En ninguna parte de la tierra se encuentran ruinas
que acrediten mayor energía, industria, genio, y magnificen-
cia que en Tadmour, ó Palmira. M
la Grecia, ni'la Italia anti-
gua, han dejado nada que pueda compararse á sus escombros
suntuosos. El ánimo queda estático y suspenso en la contem-
plación de la diligencia, y actividad de aquellos pueblos habi-
tantes de climas calientes, cuando considera á Palmira en un
vasto desierto, donde al rededor, de muchas leguas no se en-
cuentra objeto alguno animado: de manera, que representa una
isla separada de la tierra habitable por un piélago de arenas es-
tériles. Dos fuentecillas de aguas dulces, cálidas y azufradas,
que brotando en un valle estéril, podían surtir de este elemen-
to necesario á la vida, bastaron para que siendo á propósito
para servir de punto al rico comercio de la India por el Eufra-
tes y Golfo Pérsico, se fijase allí la vista de Salomón, y de
otros príncipes, y fuese por muchos siglos el emporio del gus-
to, actividad, y magnificencia de los comerciantes asiáticos.
•Se podrá creer que los indios que moran hoy en el Perú sean
los descendientes de aquellos antiguos peruanos, que han de-
jado tantos rastros de industria y laboriosidad en todas las
partes de este imperio? ¿Qué esfuerzo tan extraordinario no se
necesitaría para levantar esos caminos reales, cuyos grandes
escombros aun hoy subsisten? ¿esos pueblos, cuyas ruinas per-
manecen sobre médauos de arena, donde era necesario condu-
cir de sitios lejanos el barro y el agua? ¿esos excelentes y nun-
ca bastantes ponderados cauces para el aumento y prosperidad
de la agricultura, y tantas obras de ataque y defensa que ma-
nifiestan en el alto y bajo Perú, el movimiento de ejércitos, ac-
ciones ruidosas, y fuego con que se disputaba el honor de la
victoria y la gloria de las conquistas?
—240—
^Todo persuade á que existe entre los hombres otra causa dis-
tinta del influjo físico del clima que enerva imperiosamente
sus ánimos, ó bien porque les hace ceder á 61 sin resistencia, ó
porque los priva de aquel movimiento y valentía, con que el
hombre, á distinción del resto de los animales, vive en todos
los climas, y se hace superior á todas las impresiones físicas,
que en ellos pretenden enfrenar la suma activa de su espíritu?
¿Y cuál podrá ser esa? Observa Homero, que el hombre pierde
la mitad de su ser el dia que se le esclaviza (1): es decir, que
pierde los sentimientos nobles, y las pasiones honrosas, que le
llaman á sobresalir entre sus semejantes, y poner todos los me-
dios decorosos que conducen á conseguirlo. Su alma se rinde
á las cadenas que aprisionan su cuerpo para arrastrarlas con
lentitud y bajeza. En esta condición miserable busca la quie-
tud y felicidad que ella proporciona, persuadido que todo es-
fuerzo para romperlas, será infructuoso y le agravaría de ma-
les. Y
tal parece ser el primario y funesto origen de la indo-
lencia de los pueblos que en todos los climas soportan el yugo
de pequeños, ó grandes déspotas. El alma de una nación es el
gobierno, ella es grande y gloriosa, si este es ilustrado, justo
y activo; y por el contrario, es infeliz, holgazana y perezosa,
si este carece de luces, equidad, y enerjía. Ita ut constet, leges
ad animi mafjnitudinem plurt/niim faceré (2),
Elojios Académicos»
INTRODUCCIÓN.
por Tollio pag. 223, y por IJoileau i. c. pag. 342, edición de Toílio.
Le ni eme your qui met un liomnie libro aux fera
Lni iavit lamoitié de sa vertu premiere,
(2) Hipnocrot, de aere, loe, eb, ay. cap. XI í.
—241—
da la perfección de una criatura racional ¿por que no par-
las? [1]
El habla esel don precioso del hombre: clara señal de que
tieneun espíritu dotado de razón, que le distingue esencial-
mente del bruto [2], Sin el idioma, el género humano se con-
fundiría con de las bestias, pues en las facciones externas se
el
aproximan sus individuos, ai juntarse en la cadena que los
une. La palabra es quien hace conocer que el hombre es ca-
paz de religión y sociedad, y la que le repara del Ourang-Outan
criado para errar en los bosques: y con cuanta mayor perfec-
ción habla, tanta mayor excelencia manifiesta en el ánimo.
Asi el progreso del idioma ha sido siempre el indicio del de las
luces en las diferentes tribus y pueblos, que habitan la tierra,
Las naciones que han subido al colmo de la gloria han con*
ducido también su lenguaje á la cumbre de la perfección. Co-
mo la lengua es el intérprete de los sentimientos del corazón,
la que esprime las ideas del espíritu, la que trasmite los nobles
sentimientos, la que comunica el fuego de la virtud y el honor,
preciso es que tenga todas las proporciones necesarias para ha-
cerlo con la claridad, dulzura, y fuerza que correspondan á la
grandeza del espíritu, de quien es el órgano. Asi, en los bellos
cuas de Atenas y de Roma, se tropezaba por todas partes con
escuelas de lectores y oradores, en que con un afán indecible
se adiestraba la juventud en el arte de decir bien. Estudiando
y puliendo el idioma, adquiriendo elegancia en el estilo, arti-
ficio en la composición, dulzura en la elocución, gentileza en
la acción, y vigor en el pensamiento, se formaron aquellos hom-
bres modelos acabados para todos los siglos. Esos oradores que
dominaron á su arbitrio en la voluntad de los pueblos libres
por solo el poderoso imperio de su voz. Esos grandes capita-
nes mas terribles en el combate por el ardor de sus discursos,
que por las fuerzas de sus armas conquistadoras.
Luego que por haber variado la constitución política de los
pueblos, se comenzó á echar menos la elegancia ática, y la fa-
cundia romana, se vio también que los hombres retrocedían de
sus progresos en la política, las artes y las ciencias. Eegresa
ba el espíritu humano á sus principios, y parecía que las socie-
dades iban á componerse en lo sucesivo de aquellos hombres,
á quienes sacaron de los montes los con tares armoniosos de
Anjion y Ori'eo.
Señor:
[2] SegttH Fonz, rnrje de España, t. 12. pag* 33fr, élta esWíáa fea éégtti-
(1) Alexanclrr rem ansus esi mcredibilem, dique maudilam, multoque mil-
gis ai! faman temeritatis, quam gloriiv msignem. Q. Cuxt. 1. 9 cap. 5.
(2) Antíoclms PMlosojrims, nullan huic pugnwparem á solé con spectam
fuisse, affirmat. Livius scribli, numquam romanos adeo numero inferiores hos-
tibus, signis collatis dimicasse. Plutarc. in Luculo. Los romanos eran 12 mil,
y 185 mil los soldados de Tigránes. De los primeros murieron ciuco, y mas
de cien mil de los segnndds, que por huir se hadan jfeftasíds.
—249—
de meridianos: séase que el fanatismo religioso de los enaltaros
dé tal tono á su espíritu, que supla con ventaja la desgrada-
eion del cuerpo: lo cierto es, que observadores celosos é inflec-
cibles de sus pactos y previligios, apenas intenta alterarlos la
Gran Bretaña en 1767, cuando los reclaman con altivez, y
con ellos la independencia y la libertad [1]. Unos hombres
empleados en la agricultura y comercio, no tenian para esta
arriesgada empresa tropas, armas ni disciplina. ¿Pero que im-
porta, si los anima el espíritu de Franklin? [2] Franklin, cu-
ya sabiduría ha llegado á encadenar los rayos tremendos del
cielo, armara la diestra de Washinton el JSorte-arnericano,
con los mas fuertes de la tierra.
El parlameuto ingles cree altamente ultrajada su soberanía
por los colonos, y excecrablemente insultada la majestad ingle-
sa. Sus declamaciones conmueven el trono, y fevantando Sép-
timo su formidable tridente, cubre al instante el océano con
sus naves: monstruos marinos que intentan aumentar las on-
das con las lágrimas de los infelices. Pero el padre de la elec-
tricidad ha comunicado su fuego rápido y penetrante á la real
casa de Borbon, y puesto en movimiento sus fuerzas. Las
nuestras marchan contra Mahon y Gibraltar. ¡Qne campos tan
fecundos para segar los laureles de Marte! Allí está TJrrutia
coronándose de ellos. Al ver la realidad de aquellas catástro-
fes, que tantas veces habían ocupado en pintura su imajina-
cion arde el pecho, y se atropellau en su alma las ideas y los
recursos, atesorados en ella por las ciencias y la historia. Es-
te guerrero, que habia acompañado en todas sus expediciones
á los héroes antiguos y modernos, se presenta en su primer
campaña como un veterano consumado en el arte de vencer.
Orillon le consulta, y avanzando á la claridad de sus luces
en una noche obscura asalta á Mahon y lo conquista (3). El
asedio del Peñón de Gibraltar en el año de 82 ofrecerá siem-
pre á los siglos futuros un expectáculo de sobresalto, admira-
ción y dolor: y nuestra pluma no quiere volverse á teñir en
lágrimas para referirlo, después de haberlo ejecutado al cele-
brar los honores postumos del inmortal Pineda (4). TJrrutia,
émulo de su instrucción y valor, hizo brillar en aquellos dias
[1]. Telégrafo.
(2) Agosto 1791.
[ 3 Salida de la plaza en 30 de Setiembre, de 1 ,200 hombre3 manda-
|
injurió.
(*) Isignes generales del Perú.
(29) El sitió principió el 26 de Noviembre de 94, y se evacuó la plaza
en 3 de Febrero de 95.
—250—
¡Borprehendido el enemigo en Systella, rechazado de Besalu,
Bañul y otros puntos: repetidas veces derrotado en Basca-
ra, puesto en total ruina en un combate general y decisivo
delante de Vi 11 afán invadido en la Cerdania, guareciéndose
;
ELOGIO HISTÓRICO
Del Sr. D. Antodio de Pineda y Ramírez, coronel de los
REALES EJÉRCITOS, PRIMER TENIENTE DE REALES GUARDIAS
ESPAÑOLAS, Y ENCARGADO DÉLA HISTORIA NATURAL EN LA
ÚLTIMA EXPEDICIÓN DESTINADA A LA AMÉRICA Y ASIA.
—
250
todo el ejército. La experiencia y las canas dedicaron sns ma-
nos á formar los planes. En el señor D. Antonio el ingenio
no había seguido los tardos progresos del cuerpo. Su alma te-
nia en la edad juvenil aquella madurez y penetración que pa-
recen reservarse á la senectud. Aplicóse desde luego á deli-
near sobre el papel sus reflexiones, y cnanto consideró relati-
vo á la empresa que se meditaba; y como ni su modestia ni
las circunstancias le permitían entrar en paralelo con los pri-
meros jefes del ejército, las dirigió anónimas y por vias des-
conocidas á las manos del general. La elección que se hizo de
ellas, el acierto y felicidad con que por su medio se consiguió
acabar una operación que llenó de asombro á los sitiados y
al mundo entero, cubrió de gloria á nuestro héroe. Pero ja-
mas se hubiera descubierto la mano autora, si su propia des-
confianza no le hubiese obligado con anticipación á solicitar
el parecer reservado de algunos hábiles camaradas.
Seria molesto seguir la n-arracion menuda de los demás he-
chos, con que acreditó su talento y valor con aquel asedio in-
fructuoso y arriesgado, en que ni aun el mismo campamento
estaba libre del alcance enemigo, tanto mas cnanto se hallaba
empleado en un cuerpo á quien la preeminencia sobre el resto
del ejército lo espone á ser el primero en las fatigas y jjeli-
grós. Pero no pueden olvidarse sus proezas en las baterías
flotantes. Su espíritu marcial no le.})ermitia ver con sereni-
dad desde la orilla las lágrimas y la sangre que teñirían para
siempre las ondas del estrecho en los lo y 11 de Setiembre.
Determinó embarcarse de voluntario; y previendo los riesgos
á que iba á exponerse no poseyendo aquella arte que tantas
veces hizo triunfar de los torrentes y los lagos del ardor mili-
tar de Marco Antonio y de Cesar, el arte de nadar, digo, se
ejercitó diariamente en él todo el tiempo- que duró la cons-
trucción de las baterias flotantes. Sin confiar en los seguros
inventos deBonal, de Bacbstrom y de Gelasi (1), aprendió á
resistir y domar las ondas que podían ser su único refugio si
le invadiese el fuego, y se proveyó de arma propia para com-
batir aun en medio de ellas. ¡Qué feroz es el corazón del guer-
rero; La sola idea de los abismos del Océano nos llena de cons-
ternación y miedo á los que vivimos en el seno tranquilo de
la paz; pero estos indómitos hijos del implacable Marte á to-
do se atreven, todo lo intentan, y hacen el teatro de sus iras
[1] Tres ingenios ele Francia, Alemania é Italia, que han procurado so-
correr al hombre en los peligros del agua. b'A primero por medio de una ca-
saquilla de corcho, el segando por una coraza de lo mismo, y el tercero por
su vestido de mar compuesto de varias pieza* de osttv&prteza. EnsirUperf.
castéíL, tom. d'; Art. acudan, pág. 53íJ
—260—
hasta aquellos tremendos lugares que la Providencia ha sus-
traída al dominio y habitación del hombre.
Venidos los dias señalados para el asalto naval de la plaza,
se embarcó el Señor D. Antonio de Pineda en la batería flo-
tante la Pastora, y en breve tiempo se vio rodeado de las lla-
mas. El sobresalto, el tropel y confusión, de los que huían á
guarecerse en el bote, lo sumergieron en el agua. Entonces
ocurrió á la destreza que habia adquirido en el nado previen-
de este lance; pero siempre que ganaba la superficie volvia á
sumegirlo la multitud, que creia salvarse asiéndose de él.
Asaltado por la muerte y los que morían, le fué preciso echar
mano de la espada, y convertirla contra los propios, á fin de
no quedar anegado por las aguas y la muchedumbre. Los mas
duros soldados admiraron el valor y cerenidad de espíritu con
que este nuevo Scévola sostuvo por largo rato este doble
combate. Luchaba con un brazo con las aguas, mientras que
armado el otro con el acero, se libertaba de los náufragos, y
abría camino para llegar al empalletado el Paula, en que salvó
la vida, Una aventura de esa naturaleza parece que debia ha-
ber extinguido el fuego guerrero de su atrevido corazón; pero
solo sirvió para aumentarlo mas. Frustrada la empresa de las
baterías flotantes, se embarcó de voluntario en el navio el Ra-
í/oá fines de Setiembre; y en el choque que en el20 de Octubre
tuvo la escuadra combinada con la enemiga, dio nuevas prue-
vas de su intrepidez y esfuerzo.
El incendio de una sangrienta guerra que nacida en el nor-
te de la América habia abrazado al globo entero, tenia ya
consumidos á los victoriosos y vencidos. Ambos suspiraban
por la fjaz que verificada á principio del año 83, restituyó á
Madrid á nuestro intrépido guerrero. El monarca justo rernu-
nerador del mérito, le concedió sucesivamente el empleo de
segundo teniente que le correspondía por su antigüedad el gra-
do de teniente coronel y 1500 reales de pensión sobre las ór-
denes militares en premio de su naufragio, valor y servicios.
El estruendo y fatigas de la guerra que habían interrumpi-
do sus estudios filosóficos, no pudíendo. borrar la pasionjque les
tenia. Apenas depuso las armas victoriosas que habían ceñi-
do de laureles, cuando se dejó poseer enteramente de aquella.
La botánica, la, física experimental y la química empesaron
á ocupar su atención, y en breve la fauna entera. Todavía se
hallaba rociado con la sangre enemiga, cuando se le vio pre-
sentarse á públicos ejercicios en la primera. Su alma varió de
objetos, pero rvo de energía. Salía repetidas veces de la corte
en compañía" del eminente botánico I). Casimiro Gómez Orte-
ga y otros profesores á recorrerlas campiñas, observar los tres
reinos de. la naturaleza, y hacer crecidos acopios. Diversas
—201—
memorias y observaciones sobre ellos que prescrito al conde
de Florida-Blanca, Mecenas declarado de las ciencias y sus
profesores, le granjearon un singular aprecio departe de este
esclarecido ministro. Las repetidas cartas con que lo honró
podían formar sn elogio, no menos que las comisiones en que
lo empleó desdo el año de 85, relativas al lustre y adelanta-
mientos de la uacion en las ciencias naturales. El concepto
adquirido en el desempeño de estas, obligaba á varios cuerpos
científicos de la corte á respetarlo por su oráculo entretanto
que para hacerse él mas acreedor á este título sublime emplea-
ba una parte de sns tareas en ordenar sus observaciones, y for-
mar un cuerpo elemental de física, política y mineralogía,
Obra única en este género en la monarquía, ya se considere
la claridad, novedad y exactitud del método, ya la profundi-
dad con que se tratan las materias, ya las reflexiones, expe-
riencias y resultados que la llenan de luz. Ella hará su mejor
elogio cuando la publique la prensa. Los grandes conocimien-
tos del infatigable Pineda no podían estar ceñidos por los mu-
ros de Madrid. La faina que cuida de las glorias del sabio, los
llevó hasta los últimos rincones de la Europa, y le proporcio-
nó la amistad y correspondencia con sus primeros literatos.
Célebre entre los propios y estraños, no podia menos que fi-
jar sobre sí los ojos del ministerio español, empeñado en for-
mar para honor de las ciencias y de la monarquía una compa-
ñía de sabios que recorriese las costas de América y del Asia
bajo el acreditado celo, ilustración y conducta del Sr. D. Ale-
jandro Malaspina. En 1789, en que partió la enunciada ex-
pedición de Europa para América, se le nombró (no sin li-
sonja de su genio incubador, cuanto de celoso patriota) pri-
mer encargado de los diferentes ramos de la historia natural.
El los cultivaba y entendía todos como si á cada uno en par-
ticular hubiese consagrado solamente sus talentos y vigilias.
Se lamentaba un filósofo digno de este título (1) que los
robustos i>mos de que la naturaleza habia proveído al hombre,
para que navegando en ellos del uno al otro continente se fa-
comercio de entrambos, se auxiliasen mutuamente
cilitase el
con sus producciones y riquezas, y de todo el mundo se for-
mase una sola sociedad de hermanos: el Europeo los habla
convertido en Etnas que llevaban el estruendo, la desolación
y la miseria á las infelices costas del Asia y de la América.
Pero las expediciones científicas deben borrar las tristes me-
morias de las expediciones de sangre. Ellas conducen á los
pueblos remotos la cultura, la policía, las artes y un sin nú-
mero de bienes. ISo son ciertamente susceptibles de las pre-
Namflnem *
Señor:
[1] Nadie ha entrado al mar del Sur con designios nías altos que Jacobo
Eremite en 1624. Once navios montados con 294 cañones, y 1600 hombres
de tropa disciplinada debian tomar á Lima. Pero no solo no pudo desem-
barcar un solo hombre en el Callao en cinco meses de sitio; mas ni aun to-
mar á Pisco, ni Arica, por donde pensaba internarse á Potosí. Así el autor
inglés de este viage, dice: que los finos proyectos de conquistar las Indias
formados en Holanda, vinieron al fin á parecerles unos dramas romances-
cos, que ni ellos ni otros algunos podrían ejecutar.
Señor:
3. Zw Pélalos cnn Lis esc¿unas t/rl nadarlo. aumínS ^ ^" "'""• l"upú<- ^ l¿1 coftexa.
4-. Los JEstamAres unidos á la memimna e/i(era que rodea a l¿?' BniJ 9. Lu nu<;x cor/oda por su 'latitud niuiu/r. 'ton, lo id Córculo.
Gravé par A.F. Lemaitre, 23, Quai de VHorloiye. limp. Chardon ainé, París.
-275—
Disertación
(1) Gareilaso, —
Historia de los Incas tova. í, pág. 122. En las provincias
de la el arbusto de la hoja. Al primero llaman coca y á la
Paz distinguen
hoja auclrí-coca ó chiuchi-coca.
(2) Acosta, Eist. natur., lib. 4, cap. 22. Herrera, Décad. 5, lib. 4, pág. 91.
También los Jeques sacerdotes gentiles de Bogotá, sahumaban á sus ídolos
con la coca después de bien tostada [Julián Perla de la América, pág. 27 J.
[3] Los agoreros peruan os consultan sus divinidades destrenzándose el
pelo que lo traen muy largo, cubren con parte de él la cara, beben chicha,
mascan coca, se introducen en cabernas subterráneas y oscuras, y en me-
dio de un silencio espantoso entonan- cantos fúnebres. Los picarones que
cohocen nuestra codicia, se valen aun de semejantes ardides para descu-
brir las huacas ó entierros de oro y plata y las AT etás ricas. A prevención
hay una india escondida en lo interior del lugar del descubrimiento que
contesta con gruñidos inintelijibles y temerosos. Todo esto se practica en
desiertos, en las noches oscuras y con la condición de que aquel á quien
se le ha de descubrir el tesoro vaya solo y no hable una sola palabra ,
poi-
que todo desaparese. El resultado de esta aventura es salir cargado
de garrotazos por los diablos á manera de aquel que engañó al famo-
so Cabostro, ó huir con el miedo que imprimen los alaridos, ó cuando no
recibir unas piedras muy pesadas y muy envueltas que no se deben descu-
brir hasta que esté uno en su casa , de donde tiene que botarlas á la ca-
lle por que no le estorben. El picaron del indio, después de haber comido,
bebido y estofado muchos reales al burlado, huye donde no le encuentre,
lo que si por casualidad sucede responde á las reconvenciones,que se debe-
ría haber revelado el secreto, el que encargan con mucha fuerza,, y que por
—277—
preparábanlas respuestas mascando las hojas del laurel (1).
Era una profanación inaudita visitar los túmulos de los ma-
yores é invocar sus sombras sin asercarsecon la propia prepa-
ración en señal de respeto. La divinidad tomaba pronta ven-
ganza de este atentado (2), y lo mismo practicaban las Coyas
y Mamas, dioses del oro y la plata, ademas de hacer impene-
trables los cerros, si el que buscaba aquellos metales no los
aplacaba con el olor de la coca (3). Esta sola era la que po-
día felicitar á los viajantes ofrecida á los alpacliitas cotorayar-
rumi (4), y la que en los desiertos mas estériles podia soste-
nerlas la vida libres de las invaciones del hambre sin necesi-
dad de otro socorro.
IESTo menos eticas, en las poblaciones que en el campo, se
juzgaba al abrigo de todo crimen y desventura aquella casa
en que se guardaba alguna parte de esta yerba sagrada: per-
suacion semejante á la que tenian los antiguos españoles con
—270—
La coca pues, esa planta divinizada por los antiguos mora-
dores del Perú, y aun aplaudida boy por sus pósteros con su-
mo encarecimiento, merece sin duda ser objeto de nuestras
investigaciones filosóficas, y que su historia continúe la que
abrimos en otra parte (1); Para desempeñarla con claridad y
asierto, la dividiremos en cuatro miembros, esto es describire-
mos el arbusto que produce la coca; expondremos mas su cul-
tivo; referiremos el tráfico que se hace con ella, y examinare-
mos sus virtudes. Quiza cubiertas con los velos de la fábula y
la superstición, se hallarán algunas reales que le dieran ori-
gen, y que no percibieron nuestros respetables antepasados,
ya por que precisadas á sostener la espada victoriosa en la
época de la conquista, por ocurrir los espíritus al corazón de-
samparaban al cerebro, y ya por que en lo sucesivo cuidaron
solamente de aquellas ciencias abstractas que formaron por
tantos siglos el justo dominante de las naciones.
Casi todos los primeros escritores del Perú han hecho me-
moria de la coca, y aun compuestos discursos dilatados de ella;
pero considerándola por aquellas relaciones que su uso y co-
mercio tenian con la religión y el gobierno, dejaron intacta su
parte fisiológica. Una ú otra pincelada del P. Acosta y con
mas exactitud de Garcilaso sobre su aspecto y virtudes, es lo
único que se nos ha trasmitido. Los demás escritores no han
hecho sino copiarlos civilmente, ó desfigurarlos. M
esto ha
sucedido solo en aquellos que ilustraron los siglos XVI y
XVII, si también en los que han escrito en el XVIII, cuando
la botánica parece haber llegado á su último incremento. En
igual oscuridad los escritores nacionales que los extrangeros,
ó reproducen las propias ideas de nuestros autores antiguos,
ó desbarran notablemente si pretenden adelantarlas. Es cier-
to que después de la última expedición botánica del Perú, no
ha faltado algún naturalista europeo que con mejores luces y
exactitud la haya clasificado, é indicados sus caracteres prin-
cipales. Los que forman la descripción siguiente han sido or-
denados por una mano diestra y delicada [2].
E. con hojas ovales, y drupas de si es ángulos. Véase coca.
TaíallainM. S,
era deidad ó mortal, al renuevo de la palma que nacía junto á las aras de
Apolo [Odis iv, 160]
(1) Véase mi introducción á la Botánica del Perú. Mercurio Peruano,
núm. 43, tom. 2, pág. 68.
(2) El del Dr. D. Gabriel Moreno, véase la lámina que vá al fin de esta
disertación, la que acompañada de una buena descripción, remitieron á la
Sociedad los botánicos de S. M. D. Juan Tafalla y D. Francisco Pulgar. Es
preciso advertir, en bonor de los trabajos del célebre botánico D. Hipólito
Kuiz, que éste fué el primero que examinando con proligidad la coca, la re
dujo al género erithroxylon de Lineo.
—280—
Habita en los Andes.
Arbusto de estado y medio de altura. Produce:
La rais ramosa que baja oblicua con íibras delgadas.
El tronco recio, áspero cubierto de una corteza que se pone
,
blanquecina.
Las ramas, tiernas, derechas, alternas que tiran a rojas
sembradas de puntas.
Las liojas. elipticas de petiolos muy cortos, alternas, enteras,
lisas, por el haz y en vez, con tres nervios, los dos laterales
menos visibles.
Las nacen de las ramas con los pedúnculos cortos y
flores,
delgados, esparcidos solitarias, ó en ramilletes de dos basta
cuatro. La corola de color entre amarillo y blanco.
Fructificación.
Oaliz Periantio As una pieza,cónico inverso,hendido en cin-
co lacinias aovadas, agudas, pequeñísimo, y que se marchita.
Córalo Pétalos cinco aovados, cóncavas y patentes.
Nectario de cinco escamas, escotadas, derechas, de color,
injeridas en la base de los pétalos.
Estambres. Filamentos diez alesnados de la longitud de la
corola, sostenidos en sus bases por una membrana truncada
con las anteras de figura de corazón.
Pistilo. Germen aovado, de seis ángulos: estilos tres filifor-
mes, apartados, del largo de los estambres, con los estimas ob-
tusos.
Pericarpio. Drupa oval de seis ángulos, y de una celdilla.
Semilla. Yuez oblonga de seis ángulos, los tres alternos ob-
tusas, y menos eminentes.
Se cultiva en varios parages vecinos á la montaña: florece
en los meses ele Mayo y Junio.
Observación.
Si el fruto se corta por su latitud, cada sección manifiesta
dos triángulos concéntricos, formados por los contornos de la
drupa y de la nuez; en el centro de esta se el vé corado que
ocupa toda su longitud, aleinado y del color de la hoja. Algu-
nosc reen que la representa.
Luego que los afanes de la conquista,y las pretenciones am-
biciosas de Pizarro y Almagras, permitieron pensar en el ré-
gimen del Perú, la coca fue entre nuestros sabios lo que la
manzana de la discordia entre los dioses. El universal uso
que hacían de ella los moradores del reino, y el crecido lucro
que reportaban los traficantes, la constituyeron uno de aque-
llos objetos principales que demandaban la atención del go-
bierno. Opinaron algunos debia proscribirse enteramente su
—281—
uso, y arrancarse de raíz sus cení enteras. Fundábanse en
dos razones. La primera por que habiendo servido á las anti-
guas superlaciones, era dar ocasión con permitirla á que los
indios reincidieren en ellas. Argumento á la verdad piadoso,
pero que jamas se ha hecho contra el oro y la plata que tu-
vieron propio destino.
el
La segunda razón consistía en que multiplicándose las ce-
menteras por el gran valor de sus frutos, se pretendían para
su labranza indios de mita, que conducidos de las sierras frias
á las montañas húmedas y calientes, en ^qoie se cosecha la
enunciada hoja, y maltratados por los dueños, sufrían aun
mas que el duro trabajo de las minas. Las quejas llegaron
hasta los pies del trono, y aquellos monarcas que han mirado
á los indios, no como puede haberlo hecho el soberano mas
piadoso respecto de sus colonos, sino como un padre tierno
cuidadoso de sus hijos, prohibieron rigurosamente las mitas
(1), y aun por este motivo unido al primero, se hubieran de
contado arrasado los sembríos de coca, si la codicia no lo hubie-
se llevado todo tras si, como se esplica un eminente sabio [2].
Es cierto que ha efectuarse estos humanos designios, los in-
dios quedaban sin un socorro de primera necesidad para la
labor de las minas, y que no conocieron los Españoles, como
espondremos después
Las representaciones de los interesados "en la ganancia de
la coca, apoyadas en los dictámenes de algunos célebres ju-
risconsultos, suspendieron el rayo que iba á abrazar sus here-
dades é intereses. Permitióse el cultivo de la coca; pero con
la calidad de hacerse con indios voluntarios, bien pagados, y
también asistidos, que no recibiesen daño en su salud y vida
(3). Punto interesante sobre que el virey D. Francisco de To-
ledo hizo mas de 70 ordenanzas (4), precedidas de mas de 14
cédulas despachadas hasta el año de 1574. Con tal piedad
con tal amor, han rejido siempre los monarcas españoles á los
naturales del Perú. De suerte que cuando sus conquistado-
res hubiesen sido unos bandidos ejecutores de todas las pira-
ferias con que las naciones extrangeras han oprimido al Asia
y Norte de la América, la bondad de sus soberanos las recom-
pensa con ventaja: siendo los indios infinitamente mas felices
al amparo de sus piadosas leyes, que pudieron ser desgracía-
la) Cédulas de los años 1560, 63, 67,69 y 1639. Véanse al señor Solórza-
no, Polit. indian,, lib, 2, cap. 10.
(2) Solórz., loe, cit.
(3) Cédulas antes citadas y otra de 1573. Solórz., loe. cit.
(4) Pinelo, Cuest. sobre el chocolate, pág. 35.
Tom. vi. Literatura,— 41.
—282—
dos en aquellos tiempos de calamidad retratados con sangre,
é imprescindibles de las conquistas.
Bajo el enunciado reglamento so permiten operarios para
la cultura y beneficio de la coca. Los terrenos húmedos, vi-
gorosos y situados eu climas calientes, que en la lengua que-
chua nombran yungas, son los propios para produciría, y co-
mo participen de estas calidades los que tbrmau los valles y
montañas de los Andes, aqui es donde se cosecha, como ya
hemos apuntado (1). Para su sembrío se elijen los meses de
Diciembre y Enero, en que principiando las copiosas lluvias
de la montaña, que duran hasta Abril, facilitan la germenar
cion de la semilla.
(1) Parece que en la provincia de Santa Marta solo se hace al ano mía
cosecha de hayo, pues creen que la hoja no está en sazón hasta que aparece
la semilla que sirve de regla para el acopio. "Julián loe. cit." Podrá esto
provenir de defecto del terreno, ó de pericia del que lo cultiva.
(2) En los yungas de la Paz, nombran mazi la cava que se dá después de
la mita. También acostumbran requintar el cocal, que es darle un corte ó
uuapoda desde el mismo tronco cuando está viejo.
—285—
mita, y es por consiguiente escusa. Debe arrancarse hoja por
hoja; ó asegurando con el dedo índice y pulgar de la izquierda
el extremo de la rama, correr blandamente con los de la dere-
cha por toda ella, limpiándola déla hoja. Así se acelera el
acopio y se evitan los daños que causa el quebrar ó maltratar
las yemas.
Las hojas cosechadas se extienden al sol [1] á fin de que
pierdan algún tanto de su humedad, y luego se conducen á
los almacenes de acopio. Es muy importante el que los hacen-
dados cuiden de que no se deseque demasiado la hoja expues-
ta al sol, ni se trasporte á la sombra muy húmeda. Por la pri-
mera causa pierde el color, ei gusto, y se reduce á polvo. Por
la segunda, se pudre, se pone fétida y de un sabor ing)¿ato [2].
En la provincia de Huanta pisotean á intervalos los tendales
de la coca, estando aun húmeda, por creer que así se engruesa
la hoja y adquiere un gusto delicado. Es cierto que la compre-
sión de los pies, exprimiendo la mucha agua que pueda ha-
llarse embebida en la hoja, la hará mas consistente, é impedi-
rá que la humedad la pudra y prive de sus agradables cuali-
dades. Asi esta operación podrá ser útil en aquellos valles y
estaciones en que la mucha lluvia haya puesto la hoja espon-
josa y cargádola de jugos indijestos.
Tan á poca costa se forman y cultivan las famosas haciendas
de coca, cuyos frutos, dice un célebre cronista, han hecho mas
hombres ricos que Jas mercancías de mayor ganancia [3]. Ala
verdad, ella ha sido y es uno de los principales ramos del
comercio de este reino. En los primeros tiempos de la domi-
nación de los incas, la coca estaba reservada á solo el culto y
solemnidades de los dioses, y al uso de aquellos monarcas que
se gloriaban de ser sus descendientes, como ya hemos dicho.
MngiM otro podia tomarla á menos que sus hazañas ó servi-
cios distinguidos lo hiciesen acreedor á partir con sus augus-
[1] Para desecar la coca se tienen unos patios bien eiüozados, que en al-
gunas paites nombran cachi. Mientras la coca está en ellos ¡se preciso ob-
servar las mutaciones del aire, porque suelen en aquellas montañas levan-
tarse repentinamente unos torbellinos, que apoderándose del cachi dejan á
los dueños de la coca mas deshojados de lo que ellos dejaron los cocales,
—
como dice agudamente el Dr. Crespo. En la provincia de Santa Marta se
cosecha el hayo arrancado con las uñas hoja por-hoja á la raíz del pedún-
culo, conforme al primer método que hemos propuesto. En tiempos anti-
guos tostaban allí las hojas en vasijas de barro puestas al luego, y asilas
guardaban para su um y comercio. La experiencia debió de enseñarles
que perdían de este ¡nodo sn fortaleza, y así hoy luego que las cosechan
las meten en vasijas de barro y oroeurau usar de ellas cuanto mas verdes
y frescas puedan conseguirse. "Julián, loe, cit."
(2) A esta dejeneracion y detrimento de la .coca nombran los indios chu-
tarse.
(?.} Calanchaj pág¡ 60,
—286—
tos la fruición de esta hoja preciosa. Era ella el premio de la
lealtad y de los hechos heroicos. De suerte que siendo aque-
llos señores los monarcas mas opulentos del orbe, preferían
la coca al oro y la plata en la distribución de los premios; se-
mejantes á Júpiter, que en los certámenes olímpicos premia-
ba al victorioso con una corona de acebnche, motivo porque
el poeta Aristófanes lo acusó de dios pobre [1].
Los muchos sembríos de coca que con las entradas y con-
quistas de los Andes fueron después descubriéndose, igual-
mente que la multitud de vasallos que por los méritos propios
ó de sus mayores obtenían el privilegio de mascar la coca, hi-
zo que á los fines del imperio se extendiese su uso hasta los
plebeyos. Entonces perdió la coca parte de aquella veneración
con que era mirada cuando solo servia á los dioses y á los re-
yes; pero en recompensa adquirió otra de no menor estima.
Se le consignó la representación de todas las especies comer-
ciables, para que sirviese de moneda en los contratos [2].
Los pueblos que no conocieron el uso del oro y la plata pa-
ra arreglar sus tráficos, precisados á ellos y ad virtiendo los vi-
cios i níi eren tes en la simple permuta, buscaron materias que
por su solidez ó su aprecio, pudiesen conservar el valor que
arbitrariamente se les imponía. Unas naciones se valieron de
pedazos de tronco de cierto árbol, otras de determinadas con-
chas, algunas de sal, frutas, etc. [3]. La coca era en el Perú el
recurso mas obvio y seguro, pues siendo la pasión favorita de
todos sus moradores el marcarla, y mirándola con un respeto
sagrado, permutaban por ella todas las especies comerciables,
cuyo aprecio estaba arreglado á peso y medida.
Sustituidas las monedas de oro y plata con la entrada de
los españoles, giró la coca en el tráfico peruano, siendo "uno
de sus mas cuantiosos ramos y con el que mas se enriquecía,
pero la mucha plata que por su causa se sacaba de las minas,
según lo testifica una real cédula expedida el año 1573" (4).
A la verdad, en solo Potosí se expedían anualmente sobre
cien mil costos de coea, cuyo precio ascendiendo hasta cinco
pesos ensayados, pasaba de medio millón lo que rendía, (5) y
aun mas de uno, como dice Matienzo (6). Este excesivo con-
sumo, y las inmensas ganancias que de él dimanaban en el
siglo XVI, no continuaron en XVII, pues en cédula dirigi-
el
da al vi rey principe de Esquiladle con fecha de 1? de Xoviembre
(1) Betel especie de pimentero. (Palau 53), Los indios orientales mascan
sus hojas mezclándolas con el chunam, especie de cal tostada, hecha de
conchas; también le mezclan otros ingredientes, y le atribuyen muchas de
las virtudes y prerogativas cpie dan nuestros indios á la coca (Bomar. Dice,
de Histor. nat., veri). Betel). Los asiáticos tienen una pasión dicidida por el
uso de los vejetales con las cenizas. Así además del Betel mascan el cate-
cu, el kaat,& a
Los de Filipinas usan la bonga, sustancia de un pequeño
coco que mezclan con cenizas de frijol. Este ramo se halla estancado en
aquellas islas y rinde crecidas sumas de dinero al Real Erario.
(2) Ulloa, Viaje á la América, tom. 2, pág. 469. Ortega, Viaje de Virón,
pág. 152 en la Nota. Bien que con las nuevas inspecciones que se han he-
cho, han reformado ya su opinion»estos sabios respetables.
(3) Los indios Guagiros llaman al calabazo poporo, lo llevan colgado á la
cintura lleno de cal finisima hecha de Conchitas del mar, y después de mas-
ticar y tragar un puñado de hayo, revuelven la cal con la punta de un pun-
tero, y se van untando cuiiosamente los labios. El abate Julián cree que
es con el designio de limpiar el color verde con que los tiñe el sumo del
Tom. vi. Literatura— 42.
—290—
de las cenizas de la caña de la quiuua unos panecitos chatos
de forma elíptica, y de cuatro dedos al través de largo, á los
que nombran llipta. Esta, ó la cal según la costumbre de la
provincia, sirve de sal para condimentar la coca. Se lia escri-
to que para aumentar el gusto mezclau también el tabaco: (1),
lo que puede ser cierto entre algunos, como hay otros, entre
los españoles que usan la coca, que para mayor regalo toman
azúcar en lugar de la llipta; pero este no es el uso general y
primitivo.
Para tomar la coca se sienta el indio con mucho reposo,
aunque vaya de viaje; saca la chuspa, y hoja por hoja vá in-
troduciendo en la boca, masticándola y dándole vuelta con la
lengua hasta formar una bola, que arrima ai carrillo; luego mo-
ja con saliva un punterillo, y lo mete en el calabazo de la cal,
y cubierto de esta lo chupa dos ó tres veces. Los que acostum-
bran la Milita muerden uu pedacito. Concluida esta operación
que en las provincias del Norte llaman chaschar, y en las del
Sur y mayor parte del reino acullicar, sigue su viaje ó labor,
chupando el jugo de la pelota, y mordiendo de cuando en
cuando la llipta, hasta que ya solo queda el bagazo de la coca,
qne arroja para reponer otra nueva bola. A ñu de no detener-
se en la formación de esta, tienen heehas en la chuspa tan-
tas cuantas consideran necesarias hasta concluir la tarea que
se les ha encomendado. Acullican por lo común tres veces en
el trabajo diario, antes de empezarlo, hacia la mitad de labor,
y algún espacio antes de concluirlo. Regla invariable asi en
las obras propias, como en las que hacen pagados. Si estas
se han de extender á la noche, aumentan á proporción el acu-
llico. Nadie pretenda que el indio trabaje ni semueva sin con-
cederle las horas necesorias para acullicar. Se abate, enfada y
abandona, porque el aliento y la paciencia necesaria para arros-
trar á los mas duros trabajos, lo espera del vigor y demás vir-
tudes admirables que atribuye á la coca.
Todas estas han sido generalmente reputadas, desde el tiem-
po de la conquista, por sueños y credulidades de una nación
supersticiosa, y como la virtud mas ponderada era de que da-
ba fuerzas y alimentaba, se dirijieron contra ella en especial
las plumas de varios escritores, numerándose entre ellos el co-
bayo: bien puede ser, pero el principal ser á^seguram ente para ir chupando
la cal y mezclarla cnn el jugo de la yerl>a, por las utilidades que de esto re-
sulta y diremos después. Eu la jurisdicción de Tinaana en Fopayan mez-
clan la coca con una greda blanquecina? á la que llaman mambí. (Ulloa,
Viaje, loe. cit).
(1) Quin ejus catapotiis nti, solent, per mixto deliciarum gratia. Yelt [taba-
co] in oppidis domiciliisgne 8u¡8 manenies. [Kechi ; loe. cit|.
—291—
lebre P. Martin del Eio (1). La opiuiou se hizo tan general,
que la sancionó el Concilio 2? Límense, reputaudo á la coca
por "cosa sin provecho y aparejada para los abusos y supers-
ticiones de los indios (2); y con mayor especificación una cé-
dula de S. M. expedida en 18 de Octubre de 1569, en la que
dice: "habérsele hecho relación que el creer los indios que tra-
yendo la coca en la boca les daba fuerzas, era ilusión del de-
monio (3). Entre tanto reclamaba la experiencia, la imparcia-
lidad de los mas célebres historiadores, y la autoridad de mu-
chos hombres doctos, que aducían en favor de la opinión de
los peruanos á la yerba Mpise, á la espartania, á la alimnia &*,
á quienes Plinto y otros naturalistas de la antigüedad con-
cedieron iguales virtudes.
El trascurso del tiempo, que ha disipado las preocupaciones
de aquella edad en que sonaban los hombres despiertos por lo
respectivo á las ventajas y producciones del ISTuevo Mundo;
el trascurso del tiempo, que ha hecho ver que el tabaco no es
mas funesto al género humano que la pólvora y las balas (4),
que se puede ministrar la cascarilla sin cometer pecado mor-
tal (5), que las pepitas de cacao no son cagarrutas de carnero
(6), que los indios no son irracionales, ni se degrada la parte
del género humano trasplantada de la Europa á la América;
no ha podido extinguir aun los primeros perjuicios que se tu-
vieron acerca de la coca. Así en el año de 1782, época de la
pacificación del Perú en su última revolución, se volvió á sus-
citar aquella antigua disputa en el vireynato de Buenos Ayres.
Delincuente la coca en cuanto delincuente el indio, se juzgó,
que para restaurar el orden en las provincias, era preciso exa-
minar si el uso de aquella planta debia reputarse por vicioso,
ó era útil á los naturales. Sostenida una y otra parte por di-
versas plumas, y examinados los papeles en el superior gobier-
no de Buenos Ayres, quedó indecisa la cuestión. Debiendo no-
sotros resolverla en esta última parte del Discurso, destinada
(2) Cáiionl24.
(3) Solórz., loe. cit.
(4) Véase en el loe. cit.. pág. 61, la traducción de la vehe-
señor Solorz.,
mente que compuso Barclayo contra el tabaco.
é injusta sátira
(5) El Dr. Colmenero, catedrático de prima de la Universidad de Sala-
manca, aseguraba en su obra contra la quina, que las muertes repenti-
nas acaecidas por su uso en solo Madrid pasaban de ocheuta. Falso princi-
pio del cual se deducían mil consecuencias extravagantes en la física y en
la moral. Opiniones aun mas absurdas tuvieron los ingleses en este punto.
[Morton, tom. 2, Ejerc. 1, cap. 7].
(6) En los primeros años en que se empezó á conducir el cacao para la
Europa, cogieron los holandeses un barco español que iba cargado de él, y
lo arrojaron todo al agua, llamándolo por desprecio cagarruta de carnero.
—292—
á examinar las virtudes de la coca, adoptaremos aquellos me-
dios, por donde se puedan conocer y distinguir con claridad
las genuinas, de las que le consagró la credulidad ó la supers-
tición.
borrascosas.
Para oponerse á todas estas miserias é inclemencias, no tie-
nen mas alimento que un puñado de maíz, otro de papas, y una
chuspa de coca. Solo comen carne cuando se la dan, lo que es
raro, porque estiman la vida de sus carneros casi tanto como
la suya. Viendo el valeroso D. Ignacio Flores que un indio
Oañarí, para correr la posta de Ohuquisaca á la Paz, entre cu-
yas ciudades median mas de cien leguas, no hacia otra pre-
vención que unos granos de maíz tostado y unas pelotillas de
chuno, que todo no compondría dos libras, y una buena chus-
pa de coca, exclamaba que no habia en el mundo recoletos ni
ermitaños tan austeros. Esta espantosa frugalidad y toleran-
cia del indio la han atribuido muchos, no al uso de la coca,
sino á la educación. Pero es menester hacer las siguientes ob-
servaciones: 1* el indio es voraz en el comer siempre que se
halla al lado de un español franco: 2? Muchos españoles, no
pudiendo tolerar el trabajo é intemperie de las minas, se han
dado al uso de la coca, con que han conseguido la resistencia
hercúlea de los indios: 3? Cuando estos abandonan el uso de
la coca, auuque mejoren de alimento, pierden su antiguo vi-
gor y tolerancia: 4? A pesar de haberse siempre prohibido ri-
gurosamente el uso de la coca en el Tucuman, se ha introdu-
cido, porque solo con ella han podido los troperos sostener las
crudas vigilias y rigores de los páramos de Lipes, &?, para im-
pedir se descarrien las muías que conducen al Perú: 5? duran-
te el riguroso cerco que eu el año 1781 pusieron los indios re-
beldes á la ciudad de la Paz, los vecinos no teniendo otro ali-
mento que cueros, animales inmundos, &?• &% y en la necesi-
dad de velar al rigor del invierno sobre las trincheras para evi-
tar los insultos de los indios, se dieron muchos al uso de la co-
ca, y estos fueron los que escaparon de aquella lamentable ca-
lamidad.
Los hechos relativos á los cuerpos enfermos que ofrece la
experiencia en el uso de la coca son estos. Afianza y conserva
la dentadura: tomada en forma de té, mueve la traspiración,
y alivia las asmas húmedas: en esta misma forma ó mascada,
restaura el vigor del estómago, disipa las obstrucciones! pro
niueve el vientre, y cura los cólicos extercorosos. [1] Aplica-
da exteri orniente por la frotación y emplasto, modera, ó ex-
tingue los dolores tópicos que origina el reaumatismo causa-
do por el frió.
Tales son los hechos incontestables que nos presenta la ex-
periencia en los cuerpos sanos y enfermos que usan la coca,
cuyas cualidades vamos á exponer [2].
Qualitate. El color, olor y sabor son ios que indican las cua-
lidades de las plantas en las que estriban sus virtudes [3],
Oonsiderarémoslos en la coca bajo de dos respectos, en la hoja
entera, y en esta misma analizada. En atención á que la fer-
mentación y el fuego destruyendo enteramente la combina-
ción peculiar de las partes délos vejetables los reducen áunos
mismos elementos, de donde nacen iguales resultados [4], to-
[1] Se asegura que también cura las cuartanas, y precave del gálico. No
tenemos experiencia sobre esto; pero no hay inconveniente para que ejecu-
te lo primero, y en cuanto á lo segunno es constante ser rarísimo el indio
que padece la lúe venérea, tan común entre los españoles y negros.
[2] Temarnos concluida esta Disertación de la coca, cuando llegó á nues-
tras manos la Perla de la América, escrita por el ex-Jesuita D. Antonio Ju-
lián, y entre las otras cosas que ya hemos auotado de él, nos cansó compla-
cencia leer las observaciones que éste celoso misionero de la nación gnagi-
ra hizo en esta sobi*e los efectos saludables del hayo ó coca. Ellas son con-
formes á las que experimentamos, y teníamos ya escritas. Apunta la vir-
tud de conservar la dentadura, quitar el hamhre y la sed, y alimentar. Re-
fiere que los Jeques, que para ser tenidos por santos debían pasar la vida
en continuas abstinencias y vigilias, á fin de sostener uno y otro usaban el
hayo, el que parece les era reserrado, pues luego que con la predicación
evangélica se extiugiúeron estos agoreros del nuevo reino, se arruinó tam-
bién el uso y comercio del hayo; excepto entre los Ghiagiros, que aun son
por la mayor parte paganos. Nota que esta nación que conserva el uso del
hayo, es la masi-obusta y corpulenta de aquellas provincias. Añade final-
mente "ser el hayo decootivo insigne, y solutivo cielos humores; pectoral y
sudorífico excelente, y antipocóndrico eficasísimo; que mitiga, y destruye
los afectos, y efectos hipocóndricos é histéricos, disolviendo las obstruccio-
nes que suelen ser la causa y principio de mal tan varío en sus efectos, co-
mo pertinaz en el tormento y molestia de los pacientes." Así todos los que
allí padecen de estos terribles achaques ocurren al hayo como á una ánco-
ra sagrada. Cita el ejemplo de cierto misionero sabio, y muy dado á la bo-
tánica, que atormentado cruelmente de hipocondría ocurría como á único
y
eficaz lenitivo de sus síntomas al uso del hayo en forma de té. Cree no obs-
tante el abate Julián ser mas eficaz chupando el jugo á manera do los indios.
Hé aquí unas observaciones hechas entre una nación nunca conocida á los
Peruleros, y por un hombre inteligente; pero que, como se vé de su libro, en
que solo escribe lo que ha visto, no tenia noticia de los que estos han di-
cho y esperimentan de la coca. Luego sus virtudes no son meros sueños
j
supersticiones, sino efectos reales de una planta benéfica, que se hacen sen-
tiren cuantas partes ella se cultiva y xisa.
Linn, Philosoph., aphor 85t¡.
[3j
[4] Callan, Matéx. médica., not. 3 y 128. Entre 1,500 plantas analizadas
por la Real Academia de las ciencias de Paris, por medio del fuego; no se
encontró una sola, aun de las que menos se parecían, que no diese los mis-
mos principios que las otras.
—295—
dos nuestros couatos en este punto se han ceñido á unas aná-
lisis sencillas. Describimos aquí la ejecutada en coca del par-
tido de Huán neo, muy seca y de bastante tiempo.
Considerando la hoja entera, presenta por la parte interior
un color verde, y por el reverso pajizo. El olor es agradable,
y moderadamente aromático. Mascada despide cierta fragan-
cia grata, y dá un sabor oleoso amargo, acompañado de una
suave astricción. En la membrana que cubre lo interior de la
boca, produce una leve irritación, acompañada de calor y ar-
dor moderado, que permanecen breve tiempo. La saliva corre
con abundancia, y se impregna de un jugo grueso y verde,
siendo un menstruo tan poderoso, (pie el bagazo que queda
después de algunas mascaduras y succiones, únicamente con-
tiene la paite ñfroza de la hoja despojada enteramente de sus
jugos.
Para analizar la coca se pusieron ocho onzas de ella en infu-
sión caliente, sin agregación alguna, y se dejaron por 48 ho-
ras. Al término de estas se coló por una bayeta tupida, sin im-
primirla, permitiendo que solo el peso del agua arrastrase las
partículas que habia extraído y disuelto.
La tintura presentó un verde de esmeralda encendido, un
olor aromático mas grato que el de la lioja, el que confortaba
y recreaba al celebro. Su astricción y amargo estaban igual-
mente mas mitigados, y eran mas agradables que la hoja mas-
cada. Mezclado á la tintura el vitriolo marcial, adquiría aque-
lla un color oscuro.
Reducida á extracto la tintura por baño de vapor, rindió 2
onzas y inedia de un extracto compuesto de partes puramen-
te gomosas y ningunas resinosas sensibles. El color del ex-
tracto era de un verde oscuro: carecía del olor grato de la ho-
ja y tintura: y tenia un amargo fuerte que dejaba en la len-
gua impresiones vivas y permanentes, sintiéndose al masticar-
lo ciertas puntas picantes que herían con actividad
Los resultados de estos exámenes varían según la diversi-
dad de los territorios en que se cosecha la coca, y en especial
por el mayor ó menor frescor de la hoja. Cuando esta no se
halla tan seca como aquella cuya análisis hemos descrito, y en
cuyo estado es casi ya deseceha por los indios, suele sentirse
al tacto una especie de miel que la cubre. Entonces son mas
fuertes el olor y el sabor, y mayor la cantidad del extracto. To-
mando el medio de los resultados producidos en distintas aná-
lisis con diferentes hojas, corresponde a cada onza de ia hoja
entera y limpia cerca de media onza de extracto gomoso.
Systemate. Xo presentando virtud conocida las plantas con-
géneres á la coca, ni hallándose esta reducida aun á la clase
—296—
natural que le corresponde, uo podemos hacer observación al-
guna para descubrir sus virtudes lege systematis.
Pero la luz que nos ministran la experiencia y la análisis
manifiesta ser la coca el architónico del reino vejetal. la A
verdad, esta preciosa planta reúne en sí las diferentes virtu-
des que se hallan distribuidas en el crecido número de diver-
sas especies de vejetables que pueden comprouderse bajo la
expresión general de tónicos. El aroma punzante de los esti-
mulantes, la virtud astrictiva y corroborante de los astringen-
tes, la antiespasmódica y antiséptica de los amargos, y el mu-
cilago nutritivo de los analépticos ó alimentosos; los que com-
binados en ella por las ¿ábias manos de la naturaleza, han de
obrar con mas actividad y provecho, que mezclados por las del
hombre, cuando intenta aumentar su eficacia, ó evitar el daño
que causa el uso de cada uno en particular. Asi esta hoja ines-
timable, dotada de tan diversas y raras prerogativas, imprime
con enerjía su acción sobre todas las partes que componen la
economía animal: Olido in ñervos, sápido in fibras, utroque in
fluida [1].
Su aroma, estimulando al sólido vivo, lo conmueve y vigori-
za: su amargo austero, absorviendo la humedad que impide la
coherencia de los elementos de la ttbra, fortifica al sólido sim-
ple. Su mucilago, compuesto de partes oleosas y azucaradas,
que son los principios constitutivos del alimento animal, minis-
tra á la sangre un quilo blando y abundante. Operación tri-
ple de la que deben resultar los efectos que la experiencia acre-
dita haber producido el uso de la coca, asi en los cuerpos sanos,
como en los enfermos.
No puede ciertamente ser herido el sistema nervioso por los
átomos picantes del aroma de la coca, sin que mediante las le-
yes déla simpitía se extiende el movimiento á los lugares mas
distantes de los que se hallan en contacto. Puesto en tono y
acción el sistema nervioso, las túnicas de las arterias y las
membranas del cuerpo, que están tejidas por la mayor par-
te de sus innumerables hilos, han de hacer con viveza sus con-
tracciones y dilataciones, y la sangre contenida en la cavidad
de las arterias correrá con mas celeridad. Entonces se restau-
rarán y promoverán las secreciones y execrecioues, y el cele-
bro adquirirá un cierto estado de vigor que disipe las imáge-
nes melancólicas del ánimo [2] Agitado el torrente de la san-
ToM. VI LlTBBATUBA— 43
cuerpo humano, que eu el termómetro de Farenheit señala 90
grados, debe ser superior al de la atsuiófera que lo rodea para
conservar su vida. Pero también es cierto que si el tem-
ple de la atmósfera se enfriase demasiado, lo liará parecer
por una razón contraria. Cuando el temperamento del
aire se halla hacia los 60 grados del termómetro, ya se ha-
cen sensibles en el cuerpo las impresiones del frió, y estas
se van aumentando a proporción que se desciende de aquel
grado que puede llamarse el confín del calor y el Ario. Si
los grados de este crecen sucesivamente hasta obrar con fuer-
za sobre el cuerpo humano, se apodera de sus extremidades
cierta especie de envaramiento y estupor, que se extiende
insensiblemente á todos los músculos sometidos al imperio
de la voluntad, y al punto sobreviene una modorra grata
que conduce al sueño de la eternidad á los que se dejan po-
seer de ella. Accidente funesto, originado seguramente, ó
de que el fino obra directamente como una potencia amor-
tiguadora sobre el principio vital, ó de que constriñendo los
A'asos de la superficie del cuerpo, disminuye el círculo de la
sangre, al contrario del aire coluroso, y repeliéndola al cen-
tro infarta al celebro y lo oprime.
El único medio para evadir un daño tan grave es reani-
mar el tono y acción de los nervios y arterias, para que pro-
muevan con rapidez el círculo de la sangre. De esta suerte,
eigCalor del cuerpo cuya actividad se proporciona á la veloci-
dad de la circulación, cualquiera que sea el principio que
lo enjendra, hará nulo el frió externo.- Pero' como entonces
debe aumentarse excesivamente la traspiración que es absor-
vida por momentos por el ambiente, si no existe una causa
que repare los dispendios de la sangre, el hombre caerá en
un deliquio mortal. Tal es el que sucede á los que para
evitar la muerte corren con ligereza por sobre las nieves
estando ayunos, siendo así que el ejercicio es el gran reme-
dio contra la violencia del frió, y los licores espirituosos por
disiparse con suma lijereza se convierten en un verdadero
veneno, cuando se usan con el propio destino. ( 1 ) Para .
—319—
Con razón elingenioso Dr. Pedio Nolasco Crespo dice
hablando de ella: " Ojalá que se probase en la marinería
!
—321—
deber su orijeu á las preciosas prerogativas de la coca. Por
que, ¿ que otra cosa quiere decir que teuia potestad para
aplacar á la deidad irritada, siuo el que su uso había curado
á muchos que adolecían de enfermedades internas, las que
según la opinión de los antiguos se atribuían directamente
á la ira del cielo ? Así entre algunas de las j)ri meras nacio-
nes, cuyas costumbres conservan aun varios pueblos bárba-
ros, no, se aplicaba á este genero de males otro socorro que
las deprecaciones y holocaustos, persuadidos de que en la
tierra no existia auxilio que pudiese remediarlos, ¿ Qué
indica el que la coca encendía la llama del amor, sino
que siendo un tónico vigoroso aumentaba los estímulos
de la concupiscencia, de donde nace aquel incendio tantas
veces funesto al corazón humano ? Por que la articoca 6
cinara goza de una calidad semejante, le atribuyen los Euro-
peos la propia virtud ( 1
Del mismo oríjen proviene la creencia de que no podían
visitarse los túmulos de los antepasados sin acercarse á ellos
mascando la coca, lo que se observa todavía, por que como
al destapar estos sepulcros se levante una exhalación mefí-
tica, la que, como todos los demás vapores podridos, tiene
un poder sedativo sobre el sistema nervioso; siempre que lo
respire el indio, cuyos alimentos son muy débiles, será aco-
metido de aturdimiento, desmayos, & a á menos que mas-
,
(i) Ananh't' químico, tom. 2. pag. 400. .1./.W/ nioilerne huu. 3, i>;iíí. %8f.
Combinación perderá todo su cáustico. De cualquier modo
que sai (1), e.> cierto que como el indio en nuestros días no
usa otro alimento que el de el tiempo de la gentilidad por la
suma eseaces de carnes, sin el uso de la coca no puede sos-
tener el trabajo de la explotación, y su salud padece mucho.
Argumento incontestable de la necesidad que tiene de esta
planta y de la sabia economía de la adorable Providencia,
que habiendo dado á estas gentes por principal ocupación la
labor de las minas, ya que les privó de las carnes y otros
iguales alimentos, les proveyó de una planta que recompen-
sase su falta. Les proveyó de la admirable planta de la co-
ca, cuyas prerogativas prodigiosas parece quedan suficiente-
mente demostradas en la disertación que hemos formado de
su aspecto., cultivo, comercio y virtudes,
Excmo. Señor:
Excmo. Señor,
B. L. M. de V. E. su mas apasionado servidor.
patria.
Olí»
Disertación
[1] Hubiera sido esta representación la mas chistosa del mundo si se hu-
biese aparecido en ella el P. Presentado Fr. Tomas Baraou, cubierto de pol-
vo de tabaco, y pronunciando aquel discurso que compuso contra el uso de-
este, sirviéndole de tema las palabras de la Iglesia en el Miércoles do Co-
nisa: Memento homo, quiapulvis cst, et in palver^m reverter is.
(1) Arop, aroma filosófico; así llaman los químicos los remedios mas be-
néficos al hombre: de esto mimero sin disputa es el tabaco, pues ademas de
loo saludables efectos que liemos mencionado arriba, aplicado csteri orinen -
te es un famoso antídoto contra las mordeduras de los animales venenosos,
tiene una gran vhtud fundente é introducido 6'tt humor por ayudas) lia-
ce- efectos p'rcdigiotbs en las asfixias, efe.
—333—
esta es mediocre, irá insensiblemente promoviendo la secre-
ción del humor gástrico destinado á digerir el alimento, y.ex-
citar su apetito, el que continuamente arrojado cesará aquel
estímulo. De aquí el hombre falsamente engañado creerá
mantenerle el uso del cigarro, y lo duplicará mientras este vá
minando su vida. Si la cantidad es grande, aparecerán vómi-
tos, evacuaciones y convulsiones funestas, capaces de aniqui-
lar la vida en un momento. El último y el supremo daño que
pueden hacer estos átomos, es cuando han llegado ya á mez-
clarse con la sangre. Encendida y eurarecida ya esta por el
priucipio móvil y elástico, irritados igualmente los canales por
donde circula, ¿qué podrá esperarse de unas sales cáusticas,
que arrebatadas por aquel torrente son llevadas hasta los me-
nores estambres del celebro y el pulmón? Las roturas, las he-
morragias, las consunciones, etc., serán uuas consecuencias
infalibles que anticipen la muerte.
14. ¿Con qué furor sé harán sentir éstas en los que tienen
un temperamento cálido, sanguíneo ó bilioso? Su sangre, car-
gada de partículas flogísticas, carece de un mucilago capaz de
embotar las puntas de las sales cáusticas, y el sólido débil, ó
desnudo, é irritable, no tiene defensa y vigor suficiente para
evadir sus vibraciones. Hará en estos el mal tabaco lo que un
tizón de fuego en una choza seca. No se diga que exageramos:
la historia de la medicina está llena de tristes ejemplares que
confirman nuestros raciocinios. ¡Felices mil veces, felices los
sabios que se abstienen de su uso! (1) -
Por las reflexiones (jue acabamos de hacer, se conoce que
15.
el uso del tabaco, en cuanto á sus efectos en el cuerpo huma-
no, no se debe condenar ni aplaudir en un sentido absoluto.
Es preciso distinguir sus diversas calidades (2). El que tuvie-
se las enunciadas en los § 12, 13 y 14, debe desde luego pros-
cribirse en la sociedad como un fatal veneno que la arruina.
Al contrario, no hay motivo para que se impida el que goza
de las expuestas en el § 11. •
.
[1J Desde el año de 1777, en que principió la visita general del reino, se
proyectó la enunciada alteración en el estanco, pero por falta de inteligen-
tes no se Terificó hasta el año de 80, en que llegaron los que se pidieron á
Méjico.
—338—
de la calidad que se fuesetabaco, pasaría cubierto del pa-
el
pel á las manosdel público, que no tenia otro recurso: y sino,
dígase ¿qué tabacos se han quemado por perjudiciales á la sa-
lud de este? Se le hacia pues un agravio y daño manifiesto^
Así él clamó, y ha levantado sus justos clamores al cielo: y los
menos leales encontraron vereda al contrabando, con perjui-
cio de los derechos de la soberanía.
27. Pero ya ha llegado la época feliz en que las expresiones
de beneficio y utilidad pública dejan de ser en el Perú unas
figuras inventadas por los poderosos para adelantar su fortu-
na, hacer gemir á los pueblos, y deslumhrar al monarca. El
excelso jefe que los preside á su nombre, les dá aquel enérgi-
co y propicio sentido que dictan la humanidad y la razón, y
recomienda de continuo el corazón piadoso de nuestro ama-
ble soberano. El superior decreto que acaba de expedir sobre
la reforma del precio y expendio de tabacos y extinción de la
fábrica de cigarros, es un testimonio fidedigno de esta verdad:
es un monumento de la sagacidad y clemencia" de un virey
esclarecido. Nosotros vamos á transmitirlo al público y á la
posteridad. Quisiéramos en este acto solemne empeñar nues-
tra pluma inflamada con los movimientos que inspiran la ad-
miración y la gratitud; pero los grandes príncipes desdeñan
los encomios que se les forman mientras viven. Temen las
frases y coloridos de la elocuencia, como á otras tantas som-
bras destinadas únicamente á encubrir los crímenes, fomentar
los vicios y la tiranía; y solo aspiran á- que sus gloriosos he-
chos y no las palabras, constituyan su mérito. De esta suerte
se hacen acreedores al sincero aprecio de los buenos vasallos y
de la posteridad, juez imparcial y libre de las acciones de los
poderosos y señores de la tierra. Decia uno de estos, que de-
seaba infinitamente mas que sus pueblos vertiesen una lágri-
ma sobre su sepulcro, que el ser aplaudido en sus dias aun por
los divinos oradores de Atenas y Roma. Dejemos, jmes, que
esa porción inocente y desgraciada que vé hoy volver á sus
manos los únicos recursos con que solia evitar la miseria, ins-
pire á sus hijos los sentimientos que la poseen al mirarse favo-
recida. Con traigámonos á la imblicacion del enunciado de-
creto. Grabado á su frente el benéfico nombre del Excmo. se-
ñor D. Frey Francisco Gil Lemos y Taboada, pasará hasta
los siglos mas remotos; y encontrará en cuantos leyesen el
"Mercurio Peruano" admiradores y panegiristas.
-339—
SUPERIOR DECRETO.
INTRODUCCIÓN
A LA DESCRIPCIÓN CIENTÍFICA DE LAS PLANTAS DEL PERÚ.
[1] El que quisiere instruirse con extensión sobre los autores que han
escrito y cultivado la botánica, y las varias épocas de esta, puede consul-
tar la Biblioteca de Seguier y Montalbani; el Isagoge de Tournefort; el pró-
logo de D. José Quer á la Flora española, y el del Dr. Barnades á su obri-
ta de los Principios botánicos.
[2] En esto convienen todos nuestros historiadores: véase entre ellos al
P. Acosta en su "Historia natural" lib. 4, cap. 29. Y aun muchos años des-
pués de la conquista se reputaban por este conocimiento superiores á los
médicos de profesión. En testimonio de esto podrá citarse el Claustro te-
nido en la Real Universidad de San Marcos el año de 1637, para resolver la
fundación de dos cátedras de medicina. En él dijo el Dr. Alonso de Huerta,
catedrático jubilado de la leu gua quechua, "no ser necesarias; porque en
este reino bay muchas yerbas medicinales para muchas enfermedades y he-
ridas; las cuales conocen los indios mejor que los médicos, y con ellas se
curan sin haber menester médicos, y lo muestra la experiencia, que muchas
personas deshauciadas ya de médicos se van al Cercado y á Surco (pueble-
citos de indios, el uno contiguo, y el otro inmediato á la ciudad) á que las
curen indias é indios, y alcanzan la salud que no les dieron los médicos."
(Lib. 4, de Claustros, pág. 185). Es constante que estos- no serian del gé-
nero de aquellos cuyas luces han honrado al Perú, sino semejantes á los
que pinta Pedro de Osrna en los años próximos á la conquista. Habla de las
,l
*«er
—343—
la conquista, su géuio misterioso, tenaz y desconfiado [1] hi-
cieron que perdiéramos muchísimas utilidades que podian ha-
ber resultado de su larga experiencia. Por nuestra parte no
hemos concurrido á repararlas, viviendo contentos con las re-
liquias que nos conservan la tradición y la historia [2]. Pode-
mos decir que la mayor parte de la tierra que habitamos nos
ha sido tan incógnita como lo es al Persa y al Chino.
La Europa, maestra de las naciones que pueblan el resto
del universo, no ha olvidado estos países, destinando natura-
listas que los examinen. Pero todos los peregrinos que antes
del año de 70 del siglo presente han pisado las orillas del Perú
con esta expectativa, han adelantado muy poco. Los mas an-
tiguos, careciendo de método para ordenar sus colecciones, se
veian reducidos á hacerlas cortas por no formar un caos [3].
(1) Filum ariadnceum Botanices est systema, sine quo chaos est res herbaria.
Lian., Phüosoph., § 116.
(2) Ni8i in ordines redigantur plantoz, et veluti castrorum ocies distribuan-
tur tn suas elasses, omnia Jluctuari necesse est Caesalpin,
—348—
tribaba el giro de nuestros asuntos! La división de la ciudad
en plazas y calles, la de estas en cuarteles, los cuarteles en
barrios, los barrios en casas, y estas en aposentos nos llevan
sucesiva y fácilmente, por los números y señales que los dis-
tinguen, al lugar del poderoso, del noble y del plebeyo; y pro-
porcionan expedir con celeridad los resultados de la dependen-
cia ó el convenio. La división en regimientos, batallones, com-
pañías y soldados, presenta igual ventaja á una armada nu-
merosa. La de clases, órdenes, géneros, especies, variedades é
individuos dá el mismo resultado en la investigación de las
plantas.
Sin este método, si el filósofo, teniendo presente al narcizo,
v. gr., quisiere buscar entre las descripciones de diez mil plan-
tas (1) la que le corresponde y hace conocer científicamente,
le seria indispensable irlas repasando de una en una,aventura-
do á la casualidad de encontrarla en el medio, si tal vez no se
hallaba al fin. El carácter general de la clase, procediendo
sistemáticamente, le ahorra al primer golpe de vista el inmen-
so trabajo de mas de nueve mil y quinientas plantas, y le anun-
cia que debe solo rejistrarlá entre quinientas. Sucede el ca-
rácter del orden, y le rebaja las cuatrocientas. El del generóse
las reduce al número de 20, entre las cuales el específico le ha-
rá conocer el narciso por todos sus aspectos y variedades. Con
tal rapidez y facilidad nos conduce un sistema bien ordenado
al descubrimiento y contemplación de cualquier planta.
Los primeros cultivadores del reino vegetal previeron estas
ventajas, ó hicieron sus esfuerzos á fin de metodizar sus colec-
ciones; pero el entendimiento humano marcha á paso lento (2).
Los caracteres clásicos y genéricos, que son el fundamento
del sistema, debían deducirse de las partes esenciales de las
plantas; pues según hemos observado, deben ser, sino tan sen-
sibles y multiplicados como los que constituyen las familias
naturales, mas sencillos, generales y tan fijos como ellos. Esta
operación requería muchos siglos de observaciones y análisis
que desentrañasen, si era posible, cada uno de los vejetales.
Faltó uno y otro socorro á los padres de la botánica, y se vie-
ron obligados á valerse de las señales mas aparentes y por la
misma razón falibles. Los usos, las virtudes, calidades varia-
bles, hojas, raíces, varia dimensión, vida y lugar nativo délas
plantas, tomados por elementos del orden, no sirvieron sino
para inutilizar sus trabajos. Caracteres expuestos á mil muta-
(1) Pasan ya de veinte mil las especies, según los autores que cuentan
entre ellas las variedades. Eebajan la mitad los que no las numeran.
//
5oo 1000
1. Parte de la Wurulla de la Huerta y Cha,;;, de Laso Chacra dr /tqui/ai 19. Ydm de Cordones. 25, La tg ,a,l„
2. Calle, de las tfajuirenas Charra del Caá, Ir de las Te Ydm de Tabeada.. 20. Acequias de Riego '26. Plana del R. 1 Felipe del Callao.
3. Ydm del Callao. //„„,;, Yd. de Baauisano. 21. Parte del Puebla de liellaai.H a 27. Cu,,,,,, o al Caerle de S." Rafael
4. Yd de la Portada Estanque de la Legua Y, I de Villegas 22. Ranchos de Yndios Pescadores 28. Pilgua as a ha ría rea la
5. Molino de Galo Charra de Concha Yd de la/uerdr 23. Pabla,;,,,, del Calla,, 29. La „u , brava
(i. Chacra de Pomiano Capilla i/ Charra de la Lt% Yd de Ramirex.. %: El Huelle 30. Cu mu a antiguo de Lima ul Ca
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C Camino nuera en Ierra/Cea ó Cu /:„,/„ /Cu- K Paseos de a pie la Mural/a que circundan C PlaM S Yd del callao
obra del Camino, secosteo pr<U R. fribun.l del Cónsul? p'C mano de su Cmu,;,r" ,/ Caba/l? del (Jrh S„,,i"/i" tntonio /:/,-.„/,/,
Ñola. Lastres PIokos ultimas de esta explicación san de construcción iguala UdU Warques de. Osorno. y la '
1
y ,/e
—353—
la historia natural [1]. Su país es acaso el mas pingüe en ve-
getales de toda la tierra: y la capital, bajo un gobierno aman-
te de las ciencias, disfruta el honor de tener muchos hombres
esclarecidos.
truido á todo costo, con todas las proporciones del suelo, hos-
pederías, y cuanto podia desearse en viaje tan dilatado.
Se asombra la imaginación al considerar los gastos, los cui-
dados y las dificultades que ofrecian estos inmensos trabajos.
Pero si el Imperio Eomano supo llevar tan adelante el gusto
y magnificencia en un tan importante ramo de la administra-
ción pública, no han dejado con todo excederse los reinos que
en el dia dividen sus posesiones de Europa. Los nuevos ca-
minos edificados en España, los de Francia Inglaterra y Ale-
mania unidos abrazan un espacio treinta veces mayor que el
que comprendían los de Eoma en toda la extensión de sus do-
minios, aventajándolos también en la magnificencia y comodi-
dad, cuanto el genio debe ser mas delicado en la Europa di-
vidida entre diferentes Soberanos, que reunida bajo un pue-
blo tumultuoso, ó un déspota disipado aunque vencedor del
Universo. Verdad es que después del descubrimiento del Nue-
vo Mundo ha adquirido aquella parte del antiguo un aire de
—357—
grandeza en la cultura y poder á que uo llegaron los Latinos,
ni aun imaginaron los Griegos, fecundos en pinturas porlen-
tosas. Esta feliz mutación debida á las riquezas de América,
desagrada á algunos indigentes Filósofos y Estadistas que
tienen la desgracia de no participarlas.
Los monumentos antiguos conservan señales ciertas de que
el Asia, cuna del género humano, y de las primeras monar-
quías, tuvo el propio gusto para los caminos que el África y
Europa. Los Hebreos estaban obligados por leyes expresas al
aseo y conservación (1). Y Diodoro de Sicilia y Estrabon (2)
aseguran que entre los otros edificios suntuosos con que Semi-
ramis hizo tan célebre á Babilonia se contaban también í^us
caminos. La magnificencia Asiática existe en el dia en el Indos-
tan, el Jax>on y la China. En el primero el camino real que va de
Agrá á Delhí es una alameda hermosa y continuada de ciento
ochenta leguas. En el segundo de una señal que está sobre el
puente que divide la ciudad de Jedo, é imita el milliavium au-
rciun de los romanos, salen todos los caminos reales del Impe-
rio muy bien hechos, y vestidos sus lados de series de árboles
frondosos plantados á cordel.
Pero los caminos reales de la China son superiores á todo
encarecimiento. ÜNo hay país en el mundo donde un viajante
goce de mayor comodidad, vías de cerca de ochenta pies de
ancho atraviesan el Imperio: las montañas han sido en varias
provincias abatidas; en otras, como en la Chen-si, se han con-
tinuado por el aire en galerías suspendidas de una eminencia
á otra, salvando quiebras profundas y que causa temor pasar
por ellas á los que no están acostumbrados: en otras finalmen-
te se ha formado puentes, levantando pilares para sostenerlos
de una altura asombrosa. De media en media legua hay tor-
reones de madera en que están escritos con toda precisión los
caminos, sus distancias y nombres de los pueblos donde van
á terminar. De la misma manera se encuentran fuertes guar-
necidos con tropa para la seguridad de los transeúntes. Los
puentes, canales, hospederías, villas y ciudades unas sobre
otras, que por todas partes ocurren al encuentro, manifiestan
la cultura y excelente policía de aquel Imperio opulento. Los
crecidos gastos que origina la subsistencia de tan multiplica-
dos y magníficos caminos se hacen á costa del Emperador; pe-
ro en retorno el inmenso y rico comercio de que están siem-
pre cubiertos los recompensa con exceso, hace la gloria de su
de Guerra,
—361—
de esta comunicación las fábulas que oscurecían su historia.
El talento, la firmeza y la sagacidad de la mano á quien se
encargó esta diligencia fueron todo lo necesario para llegar á
verificarla en el breve tiempo en que se ejecutó [1].
Antes se habia ya empezado el conocido vulgarmente por
el nombre del camino del Puerto, y corre por el espacio de 23
leguas desde Santiago al puerto de Valparaíso, haciendo tran-
sitables para todo género de carruajes las cuestas nombradas
de Prado, Zapata y Altos del Puerto. Esta obra que puede
llamarse la primera de su clase en la América, costó cuatro
años de trabajo incesante, y una suma tan considerable en
dinero en aquel reino abundante en comestibles y barato en
los jornales, que ella por sí sola demuestra su grandeza.
En Méjico, el Excmo. señor Márquez de Branchifort siendo
su virey emprendió y dejó muy adelantada la obra del camino
de la capital á Vera-Cruz. En el Perú, gobernando el Excmo.
señor don Manuel de Amat, se hallanaron varios puntos de
los caminos de la sierra, y del que sale de esta ciudad por los
valles que yacen al Norte. Pero estos trabajos no pasaron de
la clase de aquellos en que, como decimos, solo se trataba de
escusar un estorbo ó remover un peligro. Así un camino có-
modo, magnífico y digno del primer pueblo del Perú estaba
reservado para los tiempos del gobierno del Márquez de
Osorno.
Este jefe, en quien compiten la ilustración y el amor por el
bien público, estrañó el dia de su entrada en está capital, se-
gún le liemos oido decir varias veces, que después de dos si-
glos y medio de la fundación de Lima, en que se han juntado
y conducido desde ella al puerto del Callao tanto millares de
millones de pesos para trasladarse á Europa por Panamá y el
Cabo de Hornos, no se hubiese pensado en honrar este peda-
zo de terreno, que habia tenido sobre sí tan- espantosa su-
ma de dinero, que ha animado la industria, mejorado las artes,
adelantando las ciencias, corregido las costumbres, poblado
los mares de flotas numerosas, yen una palabra, ha mudado la
faz del Universo.
Ocupado de estas reflexiones importantes creyó S. E. que
uno délos principales objetos á que debia dedicarse en los
principios de su gobierno era pensar en los medios de que se
construyese. un camino cómodo y suntuoso. Un camino cuya
vista recordase ser Lima la primera y mas grande ciudad fun-
dada por los españoles en el nuevo mundo, é hiciese nacer en
los que aportasen del antiguo la idea de que pisaban el suelo
—362—
de los tesoros y del emporio del Perú. Tomadas sobre esto
todas las medidas que hacen ordinariamente eficaces la auto-
ridad y la prudencia se halló á poco tiempo, por la generosi-
dad del consulado de esta capital, en estado de expedir el- 11.
de Febrero de 1797 su superior decreto para que los ingenie-
ros formasen el plano de la obra, su dirección
y presupuesto
del gasto que debia impenderse en ella.
Evacuado todo con esta celeridad que inspira á los faculta-
tivos el fervor de que veían penetrado al jefe y al público, fué
consiguiente el nombramiento de un Comisario que reuniese
á la inteligencia y exactitud en la inversión de ios caudales y
su cuenta, el concepto y estimación universal. Como sin duda
habia llegado este instante que tienen señalado en el Cielo to-
das las cosas del mundo, se presentó sin exfuerzo á la conside-
ración de S. E. como apropósito para este delicado encargo el
señor D. Antonio Elizalde, Caballero del Orden de Santiago
y Regidor perpetuo de esta ciudad. Un aplauso general por
esta elección hizo vaticinar el breve y feliz suceso de la em-
presa, y que contásemos con seguridad poder decir en honor
del Consulado lo que Tíbulo de la de Mésala
Namque opibus congesta tuis Me Glarea dura.
Sternirtur, Me apta cum juguitur arte Sileix (1).
Creeríamos usurpar mucha parte de la gloria de este Pueblo,
si para describir la actividad y empeño con que se comenza-
ron los trabajos, no usásemos de las mismas expresiones con
que la pinta un elocuente Magistrado. (2).
"ElVirey O'Higgins, manda, y á su voz se rompen las mura-
llas, se levantan los planos. Ingenieros, Arquitectos, Al bañi-
les, Carpinteros, mil personas se ponen en movimiento. Re-
suenan los cerros á la explosión de la pólvora y corte de las
canteras. La atmósfera se ilumina, y purifica con el fuego de
los hornos encendidos. Aquí se aprontan las primeras mate-
rias: acá se labran: por allá se acarrean: y cual las abejas se
derraman y vuelan por los campos á recojer en los cálices
hermosos de las flores el meloso licor, que después vacian en
las colmenas para su alimento y el de sus compañeras; tal á
la salida del astro del dia se vé el camiuo sembrado de hom-
bres, que en el duro cáliz de la tierra van regando el precioso
sudor de sus rostros, y recogiendo la miel de sus trabajos pa-
ra vaciarla después en el seno de sus pobres familias."
Nada prueba mejor la exactitud de esta descripción subli-
me, que el haberse concluido entro de solo dos años lo princi-
pal de una obra tan vasta, quedando únicamente algunas ac-
(i) Camino de Miraflores que con niuclio celo y diligencia está haciendo
componer de orden de S. E. el S'r. don Manuel del Valle, Alcalde del Cri-
men de esta Real Audiencia.
Exposición
Señor:
En tiempo en que la patria ha luchado, con varia suerte,
el
para conseguir su independencia, he sido llamado tres veces
á desempeñar el ministerio de hacienda. En las dos prime-
ras existian algunas ruinas para reparar¡el edificio; mas ahora
han desaparecido hasta los escombros.
Pereció la libertad del Perú, no tanto por la fuerza del ene-
migo, cuanto por la negra traición de los desnaturalizados
que les entregaron la capital y las fortalezas del Callao. Ani-
quilado el todo, nada podia quedar de las partes que lo for-
maban.
En talangustia era necesario, que, para repararle, apare-
ciera un genio de aquellos que la Providencia soberana hace
existir, á muy distantes épocas, en la carrera de los siglos.
Nació este en Colombia, y le condujo entre nosotros, cuando
por todos sus ángulos se desplomaba el Estado.
Homero, en el calor de su extraordinaria imaginación, quiso
á veces exaltar en tal manera la grande alma de los héroes,
que sirviendo sus imágenes como una prueba del pensar su-
blime, no se hallara el original en la naturaleza humana. No
será lisonja si yo digo, que después de siglos y siglos, vino
á encontrarse el de Ayas rodeado de peligros y tinieblas, en
los abrazados desiertos de Guarmey y Casma, en la persona
del general Bolivar. Al rededor del él, y á muchas leguas na-
da existia que no le fuese adverso. La estación, los elementos,
los hombres, la guerra, la infidencia, la anarquia, la desola-
ción general del pais, todo amenazaba, de cerca, su propia
existencia.
Los que habíamos querido sepultarnos bajo las ruinas de la
patria,rogábamos al cielo le abriese algún camino por donde
pudiera retirarse al Ecuador. De alli con mas fortuna, y con
tropas y recursos, volvería, en otros dias felices, á emprender
la libertad del Perú, de la que, aunque nosotros no disfrutára-
mos, gozarían nuestros hijos.
El solo era superior á los obstáculos físicos y á los pensa-
mientos melancólicos, Vuela á Trujillo, provincia debastada,
y en desorden civil. A
su presencia huye la discordia: la tier-
!
—368—
ra estéril brota y le auxilia. Beune los tropas esparcidas de
Colombia, organiza las reliquias de las del Perú, íorma ejérci-
to, lo equipa, marcha, y mientras gimen las prensas de Lima
pintándole con colores 4 injustos é inicuos, los pueblos que ex-
perimentan sus virtudes lo conducen en brazos por las breñas
intransitables de los Andes, á los páramos de Junin; alcanza
al enemigo y lo derrota.
La
aurora de nuestra libertad asoma de nuevo por los altos
montes: aurora mas graciosa, y benéfica que la que amanece
sobre el desgraciado enfermo, ó extraviado caminante, que es-
peran con ansia sus primeros albores para encontrar alivio ó
seguridad. Ella no solo nos lia consolado y asegurado la exis-
tencia, si también prolongado la vida. Un lustro he retroce-
dido en la revolución de la mi a.
Aun no hemos bien celebrado la victoria de Junin, cuando
el rayo de la guerra revuelve desde el Apurimac sobre la an-
gustiada Lima, al tiempo que ya los males y desastres, que la
oprimian, se hacían muy superiores á la tolerancia humana.
Con un puñado de soldados medio armados, llevando por de-
lante su nombre y su gloria, entra en ella, encierra á los or-
gullosos enemigos de los castillos, y como si su presencia solo
bastara para imponerles y contenerlos, se sienta tranquilo á
organizar el sistema político del poderoso estado que condu-
cía á la libertad.
¡Que doloroso me es, que cuando he llegado á conocer sus ex-
celentes calidades,y extremado amor por la independencia de la
América, no resida en mi una actividad proporcionada para
desempeñar con acierto la parte de los trabajos públicos que
ha querido encargarme, y mucho mas en la situación en que
nos hallamos
Sin hacienda no hay estado, porque esta es el alimento y
la sangre del cuerpo político. Tampoco puede haber hacienda
sin ingresos, los que de necesidad deben faltar en un pais en
que ha desaparecido la agricultura, y donde la minería, prin-
cipal fondo de él, está derrumbada, y el comercio de la capi-
tal sin puerto y sin numerario.
Al dejar los enemigos el Perú, quisieran que no quedaran
sino desiertos y cordilleras, y asi con furor superior al que
pintan Las-casas, y algunos filósofos haber ejercido en el tiem-
po de la conquista, han destrozado cuantos seres y fortunas
pudieron. De aqui es que esta capital tan rica y opulenta en
otros tiempos, lejos de ofrecer auxilios á la entrada de S. B.
los exigían las inumerables familias que redujeron á la mi-
seria.
Seis millones de pesos se consiguieron por préstamo en Lon-
dres,y consumidos y mal g'astadospor los gobiernos anteriores,
—Seo-
cinco entre cálculos y números, quedó solamente un millón en
billetes y libranzas, único íbndo,único recurso con que ha con-
tado S. EL para los gastos inmensos de la lista civil y militar
de la capital, del ejército libertador del Alto Perú, y déla ma-
rina; siendo asi que los alcances que se deben á los valerosos
y beneméritos militares que, exponiendo su vida y sangre nos
han dado la libertad y fundado la república, asciende próxi-
mamente al duplo.
Si á estas cantidades se juntan las enormes de los emprés-
titos hechos al gobierno con motivo de la desastrada guerra,
que anteriormente se ha sostenido, se deducirá que las rentas
del Perú en el estado de ruina y desolación en que se hallan,
no pueden cubrirlas ni sostener en lo succesivo las crecidas ex-
pensas que aun restan que hacer. De necesidad es pues, que
el Congreso encomiende á S. E. haga solicitar un nuevo em-
préstito en Londres de diez millones de pesos; conseguidos
que sean se podrá pagar al ejército y á la marina, proveer á
su ulterior subsistencia, y cubrir los muchos créditos del es-
tado, reuní éndolos todos en uno solo, cuya satisfacción podrá
practicarse con menos embarazo, y sin aquella agonia con
que cada particular oprime al gobierno. Si á materia tan in-
teresante quiere el Congreso que el ministro conforme al ar-
tículo 158 de la constitución, dé mas extensión, lo hará luego
que tenga á bien ordenárselo.
Por ahora, debo contraerme á enunciar los trabajos rentís-
tico que en dos meses de existencia en la capital se han ejecu-
tado con el fin de ir restaurando su administración.
Ya en otra ocasión he expuesto al soberano congreso, cuan-
to podía convenir al conocimiento de la arruinada tesorería
del Perú. Caminando incesantemente al abismo, sacarla de
él, es la obra del grande hombre que preside á nuestros des-
tinos, Su impulso se difunde por todas partes con la rapidez
del rayo eléctrico. Pocos dias han corrido de su ingreso en
Lima y están ya puestos en movimiento los ramos destina-
dos al sustento, defensa y esplendor del estado, y el arreglo
de su exacta distribución. La contaduría y tesorería general
se hallan establecidas conforme á la constitución. El oscuro
laberinto de aduana, apesar de la deserción de algunos de sus
jefes inteligentes, vá reponiéndose, no sin trabajo, sobre un
pie activo y expedito; y desterrándose los innumerables abu-
sos y contrabandos á que habia dado origen el poco orden, y
la ninguna firmeza del anterior régimen. Difícil es desarrai-
gar los males que brota la codicia; empero la ley de comisos
que ha hecho publicar S.E. y el puntual cumplimiento que se
le dá, vale mas que los numerosos resguardos en que el crimen
es impune, y ninguna la recompensa del zelo.
—370—
En verdad que la falta de buenos reglamentos causa perjui-
cios al estado, y al comercio. El continuo tumulto, en que he-
mos vivido, no ha permitido rectificar ni el provisional, que
se publicó al declararse nuestra independencia, ni otro mas
extenso y claro en que trabajó el congreso. En la última ex-
patriación se han perdido casi todos los documentos relati-
vos á ellos.
Es de necesidad organizarlos de nuevo, ahora que libre el
Perú deben uniformarse sus aduanas. El punto céntrico sobre
el tanto que debe satisfacerse en la introducción de los géne-
ros europeos, no puede arreglarse, en su totalidad, á las teo-
rías de los escritores de aquellos países, en los que la práctica
no está muy conforme con sus liberales ideas. Ellos son
agricultores ó manufactureros, y las negociaciones en el can-
je no terminan, comienzan, si, con nuevos riesgos. En el Perú,
pais minero concluyen: por que se hace la permuta con el oro,
y la plata de valor inalterable, y objeto de tantas ajitaciones.
La multitud de gastos del gobierno español para llevar la
guerra desde el Perú á todos los países que le rodean, le hizo
contraer grandes créditos. El consulado era el garante de
ellos, y para pagar sus réditos se señalaron sobre el comercio
derechos, que, impuestos bajo su nombre, cobrados y distribui-
dos por sus priores y cónsules, crearon una complicada, ex-
pendiosa y no conocida administración en otros países. S. E.
ha repuesto al consulado en su primitivo orden con arreglo á
sus mismas constituciones, y para saldar la deuda que corres-
ponda al estado conforme al artículo 161 de la constitución,
ha comenzado por los medios que se proponen en el proyecto
que tengo el honor de presentar al congreso.
Tres veces los españoles han arruinado las máquinas, y lle-
vádose los instrumentos de la casa de moneda. Sin numera-
rio no hay giro, y sin giro fracasa la existencia del pueblo. El
incesante bamboleo de la débil república del Perú no ha per-
mitido repararla, por que apenas se llegaba al término de los
trabajos emprendidos, cuando el enemigo los derrivaba de
nuevo; mas desapareció este, y desapareció para siempre en
los gloriosos campos de Ayacucho. Con extraordinario afán
se ha emprendido repararla sobre bases sólidas. Está conclui-
da, el Perú es un pais minero, la casa de moneda es, de nece-
sidad: uno de los principales manantiales de sus riquezas. La
moneda no es tan solo el signo representativo de las especies
comerciales. Es en las repúblicas, un monumento que lleva á
la posteridad el recuerdo de los sucesos prósperos y adversos;
y en las monarquías el testimonio infalible del dueño y señor
de ellas. Que doloroso de cuan infausto agüero me era ver
¡
!
—372—
perará en sus manos, como se ha afianzado y prosperado nues-
tra libertad, teniendo en ella el poder de las armas.
Por esto es, que vuestra sabiduría ha brillado altamente
en la constancia con que habéis sostenido la lucha obstinada
en que os renunció el supremo mando. La voz de trueno del
guerrero no alteró vuestra firme resolución, ni aquellas pala-
bras que parecían alejarle de los peruanos, os hicieron dudar
un momento del paternal amor con que los mira. ]STo me es
posible describir á cuanto subió su afección y ternura en los
aciagos dias, en que despavorida la inmensa población de Li-
ma, huyó de ella como de un funesto hogar de hambre, ultra-
jes, desolación y muerte. Pretendí hacerlo al congreso de pa-~
labra, mas agolpándose por todas partes sobre mi imaginación
las sombras de los aterrados ciudadanos, sus lágrimas, sil as-
pecto miserable, el espantoso silencio de ella; que seyó. ...
se me oprimió el pecho, y la voz se cortó. ... y aun ahora
mismo, la mano se paraliza, y la pluma se cae.
Padres enseñar á vuestros hijos, y que estos lo hagan con
los suyos, á que en las mas distantes edades repitan.
Dux Bólivwr erat noster quojustior alter,
Neo pietate fuit, neo bello major,
et armis.
Señor:
Por tercera vez me presento ante el augusto Congreso del
Perú, para dar cuenta de la parte administrativa del Gobier-
no, que he tenido el honor se me confiara. Llamado al Minis-
terio de Hacienda desde los dias en que se proclamó en esta
capital la independencia de la Patria, identifiqué mi suerte con
la suya. (1) Euinas, incendios, secuestros, emigraciones peno-
sas, abandono de hijos, esposa y bienes, me oprimieron en sus
desastres; su reparación me restituyó á mis hogares, y á sus
primeros empleos.
—373—
Catorce meses han corrido desde que el ilustra Libertador
del Perú entró triunfante en Lima, ocupada y activamente
oprimida por sus enemigos. Quiso por su rara bondad qJT© del
Ministerio de Hacienda pasara al de Gobierno y Eel ación es
Exteriores; y a ausentarse de Lima, me confió también la
1
GOBIERNO INTERIOR.
—376—
sus grandes y heroicos sacrificios á la causa de la independen-
cia; el privilegio de por sí mismos (1).
elejirlos
La igualdad de ciudadanos ante los ojos de la ley, se
los
compoue con la diferencia de clases y condiciones, que la na-
turaleza, la sociedad y la religión han establecido. El gobier-
no de los pueblos debe ser uno, y á él le han de estar someti-
dos, con arreglo á las leyes, que no son otra cosa, que lazos
que unen con firmeza las partes del euerpo político, para que
no se disuelva. Empero, el Gobierno Supremo que forma en
él la cabeza, debe distinguir aquellas que concurren con pre-
ferencia á su seguridad y esplendor (2).
Sin religión no hay sociedad. La interior reponsabilidad
del hombre es el contrapeso mas fuerte que tiene contra la in-
fluencia de sus pasiones Tenemos la felicidad de profesar la
Católica, que en la cadena de la tradición, viene directamente
del divino instituidor del cristianismo. El Consejo de Gobier-
no, prohibiendo la circulación de libros que ataquen sus dog-
mas, y la moral pública, ha cumplido con los deberes que en
esta parte le impusieron la constitución y la honestidad, y rec-
titud de un buen ciudadano. La corrupción del .corazón de
los jóvenes, que trae consigo la lectura de libros licenciosos,
solo puede originar desastres en la vida civil, y es una cruel-
dad permitir se malogren talentos, que podian estar mejor
ocupados en tantas y tan excelentes obras, partos gloriosos de
los grandes ingenios que han sido preciosos ornamentos del
linaje humano.
Testifico á honor de nuestro clero, que en lo mas mínimo
ha inquietado al Supremo Gobierno: sumiso siempre á él, ha
sufrido grandes privaciones con la guerra, y sostenido la cau-
sa de Patria, sin que sus esclarecidas luces hayan podido ser
ofuscadas por las arterías con que se pretende ultrajar el de-
recho de las naciones á pretesto,de la autoridad del cielo.
Decia un poeta, que nada importaban las leyes sin las cos-
—377—
tumbres, por eso no basta para formarlas eu los jóvenes el
prohibir los medios que las corrompan; es ademas de suma ne-
cesidad fundar establecimientos donde se nutran con buena
doctrina. Todos los que aquí antes existían, estaban entera-
mente sin ejercicio: la juventud dispersa, y las rentas arruina-
das. El Consejo procuró restaurarlos, buscando los recursos
mas precisos en las necesidades que por todas partes le ro-
deaban; y aun fundó otros nuevos que hacían mucha falta.
Conforme á su objeto, se hallan en ejercicio en la capi-
tal dos escuelas numerosas de primeras letras, arreglada su
enseñanza al sistema de Lancaster. Existen otras subalter-
nas que igualmente se han ido propagando por las provincias
para que conforme al' artículo 184 de la Constitución, partici-
pen de esta indispensable enseñanza todas las clases de la so-
ciedad. El arte de escribir esencial á la generalidad, abraza el
de la taquigrafía, que se circunscribe al servicio de los cuer-
pos representativos, á fin de que el pensamiento del orador
pase al papel con la velocidad con que lo presenta la expre-
sión. Para el de este augusto del Perú, ha formado tres jóve-
nes el recomendable sacerdote doctor D. Agustín Guillermo
Charum. Se hallan bastante adelantados, y la práctica y ejer-
cicio en las sesiones futuras del Congreso, harán que sus plu-
mas sean tan veloces como las palabras que copian.
Está abierta la hermosa biblioteca para la instrucción pú-
blica, y plantificado un suntuoso museo de latinidad. Los jó-
venes que hubieren de seguir la carrera de las ciencias, tienen
expeditos para cultivar la filosofía, teología y el derecho, el
convictorio de Bolívar, el seminario de Santo Toribio, y el co-
legio de Santo Tomás; é igualmente el de la Independencia
para la medicina y ramos que le son anexos.
El gobierno colonial olvidó enteramente la educación de
las niñas. La natural viveza y disposición de sus excelentes
ingenios las sostenían en los concursos, cuando con mediana
instrucción habrian rivalizado á los mas provectas de Europa.
El de la Patria ha mandado consagrarle, para que la obten-
gan, el Ginecio que hará honor á la capital, por la suntuosi-
dad del edificio, y por la luz clara que ilustrará los preciosos
talentos de las legisladoras de la sociedad doméstica, madres
y primeras maestras de los rectores y defensores de aquella.
El Consejo ha procurado promover en cuanto ha estado de
su parte, las escuelas y colegios de Bolívar, Ayacucho y Ju-
nin; y S. E. el Libertador en su tránsito al Alto-Perú los ha
fundado sobre una mayor escala en los departamentos de Are-
quipa, Cuzco y Puno. Y para dar impulso á todos ellos, se ha
establecido conforme al artículo 185 de la Constitución una
dirección general de estudios, con las respectivas subalternas
—378—
en las otras capitales. Sus trabajos serán muy útiles para or-
ganizar los planes y reglamentos generales que decretare el
Congreso según el artículo 183.
Pocas capitales poseen sobre la tierra las ventajas que Li-
ma para elevarse á uu alto rango por sus proporciones, asi
para cultivar las ciencias y las artes, como para decorarse con
todas las obras del bello gusto; pero esto pide tiempo, recur-
sos y tranquilidad que no lia tenido el Gobierno; y el minis-
tro de él solo puede ya disfrutar de la perspectiva de los her-
mosos planes que le traza su imaginación y amor á la Patria.
Mas todas estas ideas, por grandes que parezcan, se vé que
son de segundo orden en la consideración del Gobierno, cuan-
do vuelve los ojos sobre la agricultura. No hay sociedad sin
los frutos de la tierra, que alimenten los hombres que la for-
man, y está demostrado que el número de estos crece ó decre-
ce en razón de su abundancia ó escasez. Se arruinan las fa-
milias indigentes, y se multiplican en las que existen las pro-
porciones para vivir. Así en todos tiempos, y en todos países
donde hay un gobierno civilizado, su principal atención es fo-
mentar las labores campestres, para que nuestra común ma-
dre no deje perecer sus habitantes estando yerma.;
La constitución física del Perú no permite numerarle entre
los países agricultores, en que el sobrante de las Cosechas pue-
da ofrecer un ramo de comercio para la exportación exterior;
pero sus fecundos valles, bien trabajados, mantendrán sin du-
da una doble población. La extinción de los indígenas, des-
pués que los ocuparon los españoles, originó la necesidad de
reponerlos con esclavos arrancados del África. Sobre sus bra-
zos se apoyaba la prosperidad de la agricultura, cuando arri-
bó el Ejército Libertador alas órdenes del General San Mar-
tin: la extracción de los siervos mas útiles para el servicio de
las armas, que comenzaron los españoles, y el decreto del Con-
greso de dar por libres los partos, y la gran destrucción que
han sufrido las heredades con la guerra, hacen muy difícil su
restauración. (1)
rma libertad de que ellos no están todavía en estado de servirse con venta-
ja para sí mismos, y con seguridad para los otros. El fiel ministro de las
voluntades del Parlamento, no debe ocuparse exclusivamente de lo que es
justo en teoría, sino sobre todo lo que es practicable en realidad, y de los
medios de obtener el mayor bien con el menor mal posible.
''Nosotros no Heñios adoptado, dice Canuing," el proyecto de declarar li-
bres todos los nuevamente nacidos: Esta medida habría creado un celo mu-
tuo entre los negros. Por otra parte; la libertad debe ser adquirida por el
hombre, corno cualquiera otro bien por una serie de esfuerzos bien dirijidos.
Ha ud fácil em esse viam voluit. Esta sentencia es el correctivo de toda am-
bición precipitada. La libertad adquirida por una industria paciente, y por
una perfección moral sucesiva, será, yo estoy cierto, un beneficio mas real
y mas sólido, que lo que sería una libertad repentinamente proclamada."
Memoria al Congreso de Colombia por D. Joaquín Mosquera, senador;
impresa en Bogotá año de 1825.
He opinado en esta parte, conforme á lo que dicta la total falta de bra-
zos cu nuestra agricultura, pero los sanos principios de la moral y la políti-
ca exijan «pie ala mayor brevedad se reponga la esclavatura con brazos li-
bres, o que ellos mismos mejoren su condición, obligándolos al trabajo por
un estipendio moderado con que puedan subsistir y costearse los dueños
de los i'.mdos, porque si se les dejara en libertad amplia, su tendencia ge-
neral al ocio, originaría muchos males á la República y á sí mismos.
.
—380—
parcm los españoles, ha llegado á tal extremo que no se en-
cuentra trigo que poder sembrar, y es un deber del Gobierno
hacer que luego que pasen las aguas se trasporten de los va-
lles de abajo, y con la posible equidad, cuantas fanegas pue-
dan adquirirse para distribuirlas entre los chacareros, y que
hagan sus sementeras en el tiempo acostumbrado.
Lo que la naturaleza nos negó de tierras cultivables, nos
reemplazó con inmensas cordilleras, atravezadas por todas
partes de vetas minerales: y si el Perú en este género no es el
mas rico de la tierra, á ninguno cede en la abundancia y va-
riedad de metales: sobre todo, en los de oro y plata, que por
su valor representativo, forman el canje general con todas las
especies comerciales. De este principio se deducen tres con-
secuencias. Primera: que siendo todo el objeto de las especu-
laciones mercantiles, él que al fin terminen en la adquisición
del oro y de la plata; nuestros magníficos puertos han de ser
frecuentados por naves extranjeras, que nos conduzcan todo
lo mas precioso de las otras tres partes de la tierra para can-
jear con ellos. Segunda: que la posesión que tiene el Estado
de ricas ó innumerables minas, le pone en situación de pagar
las deudas que le ha originado la guerra. Tercera: que explo-
tadas ellas con mas actividad y orden del que hasta aquí se
ha observado, puede proporcionarse unas rentas suficientes
para cubrir sus gastos ordinarios, y quedar un sobrante para
mejoras, y otros extraordinarios. El oro y la plata jiran en
moneda, que llevan los signos distintivos del país en que se
acuñan. En mi anterior Memoria expuse los grandes afanes
que me costaba la reparación de la casa de Moneda, arruina-
da por los españoles, y el sobresalto de no ver en su cuño otro
busto que el de Fernando. Mas ya finalizó, y circula en su lu-
gar la moneda patria que reúne con el valor representativo, la
sencillez, seguridad y belleza, que son los propios caracteres
que deben calificarla.
El Perú no es un país manufacturero, y mas cuando la de-
sastrosa guerra ha exterminado el ganado lanar. Sin embargo,
no deben abandonarse, antes sí procurar se mejoren los obra-
jes de tocuyos y bayetas de la tierra, pues las clases inferio-
res se visten de ellos, subsisten muchísimas familias con ese
trabajo, y no hemos de estar sugetos al extranjero en lo que
podamos proporcionarnos por nosotros mismos. En una de
las guerras marítimas de los años pasados en que se interrum-
pió el comercio con España, los pañetes y bayetillas de Va-
lles, Cuzco y Arequipa, suplieron, aun en las personas que vis-
ten con aliño, la falta de los géneros equivalentes extranjeros,
y con el espendio mejoraron muchísimo sus tejidos.
El algodón de superior calidad abunda en toda la costa: el
—381—
lino en Cajamarca y provincias vecinas; y para reparar la fal-
ta de lanas, el Consejo prohibió la matanza de madres en el
ganado ovejuno, y S. E. elLibertador en las vicuñas.
Luego qne lia pasado por todos los objetos que for-
la vista
man la subsistencia y el réjinien de los pueblos, es decir, lue-
go que la sociedad está formada, se ocupa de las labores que
la sostienen, y se gobierna con leyes justas, debe el que la pre-
side convertirla en su ornamento y aseo. Estos son los que
caracterizan los pueblos; y de la manera que el aliño en los
individuos acredita, según Eunfort, una al nía bien puesta, y
el desaliño un villano; ni mas ni menos acontece con respecto
á los habitantes de aquellos. Así con no pequeños cuidados y
disgustos se restableció la policía de la capital, mejorándola
en cuanto á los ojos aparece; y conforme á este gusto, ha sido
el júbilo y pompa con que se han celebrado los aniversarios
de los triunfos de Junin y Ayacucho, y feliz nacimiento de
S. E. el Libertador.
Fuertes obligaciones tenemos para este gran capitán que,
desde las orillas del Orinoco vino á librarnos de la servidum-
bre y la anarquía. El Congreso procuró testificárselas en par-
te por el soberano decreto de 12 de Febrero de 1825.— El pin-
cel, el cincel y el buril, son los nobles instrumentos con que se
trasmite en el lienzo, el metal, y las piedras, la memoria, las
imágenes, y las glorias de los héroes. Todos tres abrazó el
Congreso, y á todos tres ha dado existencia el Consejo. En las
grandes asambleas del palacio republicano preside la imagen
de Bolívar. Sobre el pecho de los ciudadanos de ambos sexos
pende su busto, y en la plaza de la Constitución se levanta
una enorme mole representativa de los Andes que reciba su
estatua ecuestre.
Todo esto se ha ejecutado con una pompa que recordaba los
dias en que entraron en Roma los vencedores del África y del
Asia, y se les erijian arcos triunfales.
Concluyendo con la idea general del régimen interior del
Perú, no puedo olvidar que los correos, por medio de los cua-
les se mantiene la comunicación entre el Gobierno supremo y
los subalternos, quedaron en la imposibilidad de moverse en
el tiempo debido por la destrucción general de bagajes. Con-
forme esto se proporcionan, van entrando de nuevo en sus
respectivos períodos, y haciéndose mas activa y expedita la
correspondencia.
Colocado el Perú entre los estados libres, ha contraído con
losque gozan de este bien inestimable las relaciones que voy
á exponer.
Tom. vi Literatura —51
—382— , flí [
La elevación y decadencia do los pueblos no han tenido en
la escena del universo un orden progresivo. De continuo se
alteran y renacen de sus ruinas á su pasado explendor, exci-
tando las sublimes ideas de los grandes hombres que entonces
los honraron. Me palpita el corazón de placer al verlos valero-
sos griegos restituyendo la antigua libertad y gloria al famoso
Istmo de Oorinto, en que sereunian los diputados de sus repú-
blicas para arreglar sus intereses, su defensa y prosperidad. Y
por una de aquellas armonías del universo, se reproduce esta
magnífica escena sobre mayor escala en el Istmo de Panamá.
El genio libertador de la América del Sur, es el mismo que
ha formado y promueve este excelente proyecto. Las repúbli-
cas de una y otra América lian sido informadas de él, y exi-
ladas á remitir sus diputados. Cuatro meses ha que existen en
ellos del Perú, y- ya han llegado los de Colombia. Esta Be-
pública nuestra mas íntima aliada y favorecedora, le ha dado
un fuerte impulso, ^comunicándole á los Estados Unidos de la
América del Norte y de Méjico, á donde igualmente se han
dirijido por el Perú amistosas insinuaciones que han sido con-
testadas con mucha fraternidad, y se esperan en el Istmo sus
plenipotenciarios'
La República Arjentina ha ofrecido remitir sus representan-
tes. La Araucana esperaba la reunión de su Congreso para
proponerlos. Guatemala y Bolivia agregarán los suyos.
Incalculables deben ser las ventajas que se saquen de la
reunión de magistrados y políticos instruidos en la constitu-
ción física y moral de sus respectivos estados. Enseñados por
_ Jaadversidadyjii constancia, procurarán por todos los medios
posibles evitar los males internos, después de haber repelido á
los exteriores, y con un corazón americano afianzar las bases
del orden, alianza, comercio mutuo, y defensa común en la
aurora de la independencia. A este fin los ha invitado el héroe
Libertador, y sus glorias serán coronadas, si, como espera, -si-
guen á sus insignes triunfos, el establecimiento sólido y prós-
pero de í as repúblicas del nuevo mundo.
La narración precisa, que acabo de hacer, acredita que la
República Peruana está en relaciones amistosas con todas las
que la rodean. Sí, y jamás quiera el cielo que se alteren. Por
el contrario, trabajaremos en merecer cada dia mas su estima-
ción. Esta eapitalfué la primera en que se proclamó la inde-
pendencia, y ha sido la última que la ha conseguido. El ene-
migo encerrado en las fortalezas del Callao nos ha causado
muchos gastos para mantener el ejército y marina, que con
los otros males de una guerra tan inmediata, no hemos siem-
pre podido desplegar aquella munificencia á que nos llama el
genio por las influencias celestes. Pero ya no existe un solo ene-
—383—
migo en todo elPerú, y estamos en el camino de acreditar
nuestras virtudes, dirijidos por la concordia.
Grandes son nuestras obligaciones á la Eepública de Colom-
bia. Sus jefes, sus tropas, sus tesoros, han concurrido á salvar
al Perú en el momento preciso de su ruina. Por evitarla y
afianzar el don precioso de la libertad, ha corrido la sangre de
sus valientes en los campos de Junin, Ayacucho y el Callao.
Sobre todo, de Colombia ha venido el grande hombre en quien
ella se apoya, después de haberla arrancado de las manos ene-
migas. Motivos tan poderosos entre pueblos americanos co-
lindantes han orijinado unas relaciones estrechas, una verda-
dera amistad, y un interés común. Existen aquí los señores
Armero y Michilena, el primero como ájente de negocios, y
el segundo como secretario de la legación que se espera. El
gobierno del Perú, animado del alto honor que le es peculiar,
procura llenar las obligaciones respectivas á Colombia, y los
señores Ministros de Guerra y Hacienda expondrán la parte
que se haya cumplido por sus respectivos dex)artamentos.
Estamos en comunicaciones con las Eepúblicas de Méjico,
Guatemala, Buenos-Ayres y Chile, y en todas se nota la cor-
dialidad y el interés mutuo de sostener su independencia. En-
tre estas van á colocarse las provincias de arriba, en que el
ejército libertador coronó sus triunfos y la independencia del
Perú. Libre y expon tan eam ente se han constituido en Eepú-
blica, bajo el nombre para siempre grato y respetable de Bolí-
var. La ha reconocido el Congreso de Buenos-Ayres, al que
no muchos años ha las uniera el gobierno español para formar
un nuevo vireynato. S. E. por su alto honor y delicado mira-
miento al supremo decreto de 23 de Febrero de 1824 del nues-
tro, le ha reservado su sanción. Nosotros, peruanos como ellos,
no podemos desearles otra cosa, sino el que sean prósperos y
felices al abrigo de la sagrada éjida á que con tanta prudencia
se han acogido. Jamás las secciones territoriales y políticas
en que nos separamos, originará la menor distancia en nues-
tros mutuos intereses y radical afecto.
Comenzamos conforme se avance,
esta carrera gloriosa, y
se irá desenrollando el cuadro de la dignidad, magnificencia y
explendor, á que son llamados los países del nuevo mundo,
que poco ha fueron colonias españolas.
Las relaciones con las potencias del antiguo continente y la
América del Norte, van estableciéndose por los cónsules que
sucesivamente llegan. Por el orden de los tiempos se han re-
cibido bajo el carácter de tales al señor Guillermo Tudor por
la América del Norte, al señor Carlos Milner Eícketts por la
Gran Bretaña, y al señor Augusto Serruys por los Países Ba-
jos.Conforme al Derecho de Gentes, y los principios admití-
—384—
dos en las naciones cultas, el Gobierno ha procurado se les
guarde los derechos y atenciones que les compete, y ha obser-
vado la política mas delicada en las comunicaciones oficiales,
en cuanto ha sido compatible con su dignidad y justicia. El
Perú desde el momento que consiguió su independencia, se ha
conciliado en relaciones de amistad y comercio con todas las
naciones del mundo. Eespeta altamente sus soberanos y
constituciones, adoptando la que ha creido mas análoga al ali-
vio desús necesidades y situación.
La Constitución en el artículo 82 estableció tres ministe-
rios: uno de Gobierno y Eelaciones Exteriores, otro de Guerra
y Marina, y otro de Hacienda. Suficientes para el despacho
de los negocios al tiempo de su publicación. Mas después de
la agregación de las provincias libertadas por los insignes
triunfos de Junin y Ayacucho, y el aumento de jiro y comu-
nicaciones con las naciones extranjeras que ha producido su
fama, no es posible que se desempeñe reunido el primer mi-
nisterio. Son muy graves, numerosos y complicados en el dia
los asuntos de la gubernacion del interior de la Eepública, y
de sus relaciones exteriores. Por esto el Consejo de Gobierno
los ha mandado separar de orden de S. E. el Libertador nom-
brando por Ministro del Exterior al señor Don José María
Pando, Ministro Plenipotenciario á la Asamblea del Istmo,
y sustituyéndole el Dr. D. Manuel Pérez Tudela. (1).
La probidad y gran manejo del señor Pando, en las mate-
rias de su nuevo destino, harán las desempeñe con aquel de-
coro y delicadeza que demanda el trato oficial con potencias
soberanas, y que á mí me ha causado grandes angustias en la
difícil posición á que me reducía el sitio de la plaza del Ca-
llao.
Hipólito Unanub.
te del Cuzco. Y
no contento con saciar su codicia despojándolo de sus rique-
zas, quemó cadáver de aquel monarca, y dispersó sus respetables ceni-
el
zas. D. Pedro de la Gasea, aquel virtuoso español, cuya memoria debería
estar grabada en todos los edificios públicos del Perú, castigó este y los
demás atentados del pérfido Pizarro, haciéndole cortar la cabeza junto al
mismo sepulcro que tan vilmente habia ultrajado. Los extranjeros que se
empeñan tanto en cubrir de horror la eonquistá del Perú, deberían, cuan-
do exageran la malaconducta de alguno, no olvidar el heroísmo y virtu-
des de aquel sabio presidente, y de otros muchos que imitándolo no solo
lavaron laa manchas de la nación en esta paite, sino que la han ilustrado
con su valor v con sus hazañas.
(1) Este pueblo situado en los confines de la ciudad de La-Paz, es sin dis-
puta anterior á la monarquía de los lucas, aunque uno de estos le dio el
nombre que hoy tiene originado de haberle llegado -allí un -coi'reo, cuya ce-
leridad en el viaje habia sido tan grande, que podia compararse á la de un
veloz huanaco. El Inca, aludiendo á este suceso dijo al correo, cuando se
-
le presentó: Tia-Huanacu; siéntate, huanaco; y para conservar la memoria
de la ligerezadel Cuñan y bondad del monarca, se subrogó este nombre al
antiguo del pueblo. La formidable pirámide qué hay en él, y los colosos de
i piedra,|con otra variedad de figuras humanas bien entalladas en la misma
materia, aunque carcomidas por los años, indican ser monumento de algu-
na nación gigantesca, cuando no sean efectos de la misma verdad, qu& in-
dujo á Alejandro a uuerer dejar unas estatuas colosales en los países sub-
yugados de la India.
— (2} Enla provincia d A Chachapoyas se registran edificios en forma de co-
nos, sustentando corpulentos bustos. Están colocados éñ las pendientes de
los cerros, y lugares tan inaccesibles, que solo se pudieron haber fabricado
descolgando con maromas el material y los artífices. Estos representan ser
mausoleos de algunos caciques ó gente principal, que deseando perpetuar
su memoria, no solo qv.isieron asegurarse del tiempo valiéndose de durísi-
mos peñascos, sino también de la mano derribadora del hombre, colocán-
dolos donde el temor del precipicio le impidiese acercarse.
(3) Algunos quieren que los indios con solo la diligencia de helar el ca-
dáver conseguían su conservación. Esta inferencia seria oportuna y justa,
—388—
El derribado pueblo de Pachacamac; los edificios del Cüzíco
y Quito; las fortalezas de Herbay y Xaxahuana; los caminos
abiertos por en medio de las cordilleras, particularmente aquel
para cuya fabrica igualó con los valles las mas elevadas cum-
bres, (1) manifiestan la instrucción de los indios antiguos en
la arquitectura civil y militar.
Los socavones de Escamora, Chuleo y Abitanis, minerales
de oro; los de Choquipiña y Pozco de plata; Curahuara de co-
bre; Carabuco de plomo; y las magníficas labores de Ancorai-
mes de fierro, todos trabajados bajo el imperio de los Incas,
dan uua idea de su arquitectura subterránea y metalúrgica.
Los fragmentos de las grandes acequias de Lucanas, Conde-
suyos y otras infinitas, que en medio de los precipicios condu-
elan las aguas desde los mas profundos valles para regar las
altas cimas y retiradas campiñas; la curiosidad con que se
miran rellenadas las quiebras de los cerros para aumentar el
terreno cultivable; la útilísima costumbre [la misma que ob-
servan los indios de estos tiempos] de unirse hermanablemen-
te para los trabajos rurales de sementeras y mieses, son unas
pruebas incontestables de la pericia de esta nación en la hi-
dráulica y agricultura. Es evidente que en esta parte no solo
no han adelantado los Españoles, sino antes han dejado per-
der muchos conductos que hacen una falta conocida.
Como los Peruleros acostumbraban soterrarse con todos sus
ajuares, sus sepulcros son un rico depósito de su pintura, ma-
nufacturas, instrumentos mecánicos de guerra, pesca, etc.
Ademas de todo esto, los indios modernos conservan aun la
industria de sus mayores, en los tejidos de Mellas, anacos y
chuces, en la fundición de topos, en la fábrica de Jiuayu&roSy
etc. (2).
[1] Es digna ele leerse una cláusula del testamento del valeroso capitán
Mancio Sierra de Leguizamo; aquel á quien en el repartimiento de los des-
pojos del Cuzco cupo la imagen de oro del Sol, y la jugó en una noclie. En
ella se encarece el gobierno y buena policía de los Incas. Puede verse en
el P. Calanclia, pág- 98.
—391—
interesa á la salud de nuestros conciudadanos: ver hasta don-
de son ciertos nuestros dictámenes, y los límites que deben
fijarse á los del vulgo. Pero como esto no puede ejecutarse
sin tener por fundamento una serie de observaciones anató-
micas y clínicas que sirvan de puntos de comparación, liemos
meditado ir publicando los hechos que ocurran de uno y otro
género. Al pié se colocarán los corolarios, ó inferencias que
naciesen naturalmente de ellos, reservando el proponer por
extenso nuestras reflexiones y miras para cuando ya aya un
número de historias capaces de formar regla general. Damos
principio por la siguiente observación anatómica.
Un europeo de edad de cuarenta años, después de haber pa-
decido mas de tres meses de disentería en el hospital de San
Andrés, y pasado por todos aquellos grados que se han des-
crito en otra parte, falleció el dia 15 del presente mes, redu-
cido á piel y huesos, y despidiendo un hálito hediondísimo.
A pocas horas fué conducido al Anfiteatro (1), en donde ha-
biéndosele abierto el abdomen, se notó lo siguiente: el hígado,
el bazo, el ventrículo, los intestinos delgados, el redaño, el
páncreas, los ríñones, los troncos de las arterías y venas esta-
ban ilesos. El intestino ciego, el colon y el recto aparecieron
agangrenados en esta proporción. La túnicas del recto se ha-
llaban muy esponjadas: su esfínter dilacerado por varios pun-
tos gangrenosos, su cavidad sembrada de los propios puntos,
y cubierta de materias fetidísimas, y manchas amoratadas,
que lavadas con vinagre fuerte, presentaban de trecho en tre-
cho isletas blancas, restos que aun quedaban indemnes de la
putrefacción. La parte inferior del colon desde el recto hasta
cerca del riñon izquierdo, en cuyo espacio, como se sabe, for-
ma varios ángulos, estaba fofo y enteramente reducido á po-
dre. Luego que se introducta el escalpelo, se dividía en va-
rios pedazos á manera de trapos, á los que man tenían en su
situación la mayor consistencia de las bandas ligamentosas
de este intestino. Del riñon izquierdo hasta el ciego estaba
un poco inflamado, consistente, y salpicado á trechos de pun-
tos encangrenados y manchas moradas. El ciego se encontró
flojo y salpicado de la propia manera. La túnica felposa fal-
taba en estos intestinos, ó se hallaba convertida en un moco
podrido, inundado de sanies acumulada en especial en la par-
te inferior del colon. Ni en este intestino, como ni en el recto
[1] Subió al trono del Egipto el año de 1659 antes del nacimiento del
Salvador. Según el P. Tournemine, Disert. 5 ad ealcem Menochii, equipó
una armada de 400 velas, la primera que surcó los mares. Diodor., lib. 1,
o
pág. 64; Herodoto, lib. 2 , núm. 102.
Tom. vi. Literatura —53
—398—
los primeros y rústicos marineros se toman por único norte, no
pueden servir sino para fracasar en ellos miserablemente. #
Pero tal ha sido la situación de nuestra marina mercantil
por mas de 200 años que há se conquistó el Perú. Lima, su
capital y emporio, no ha conocido otros náuticos que rijan las
naves de que depende no solo su esplendor, sino aun su sub-
sistencia, que los que tuvieron la audacia de denominarse ta-
les, ó que la necesidad y la ignorancia les granjearon este tí-
tulo. Tan lastimoso estado era disculpable en los años ante-
riores por la falta de conocimientos é instrucción. Pero no
puede sufrirse bajo el glorioso imperio de un monarca que
concediendo su augusta protección á todas las ciencias, lo
ejecuta especialmente con la náutica. En la Guia del presen-
te año se anunció que por Real orden de 1. ° de Noviembre
de 1791 ordenaba se estableciese en esta capital una Acade-
mia de pilotaje que disipase las nubes que cubren nuestros
mares, esparciendo una parte de aquella hermosa luz que
alumbra el centro de la monarquía.
Este importante establecimiento, promovido y encaminado
á su perfección por el actual Excmo. señor Virey, Frey D.
Francisco Gil y Lemos [singular Mecenas de la ilustración del
Perú], se ha verificado para mayor comodidad y decencia den-
tro del mismo Eeal palacio. Su director es el capitán de fra-
gata de la Eeal Armada y del puerto del Callao, D. Agustin
de Mendoza y Arguedas y su primer maestro el ayudante de
capitán del puerto, y segundo piloto de la Eeal Armada, D.
Andrés Baleato
Pensamos no perderán esta ocasión favorable de instruirse
no solo todos los que se destinasen ala navegación, si tam-
bién cuantos desean tener la cultura propia á un ciudadano
bien educado. Son conocimientos indispensables á este la
aritmética, geometría, trigonometría, cosmografía, dibujo, for-
mación de planes, y manejo de instrumentos que han de com-
poner una parte considerable de aquella instrucción.
¡Feliz la época en que la opulenta Lima ve nacer unos es-
tablecimientos que, poniéndola al nivel de las cortes mas bri-
llantes, cubren de gloria inmortal al jefe benéfico que los pro-
mueve y proteje!
—399-
Easgos inéditos
DÉCIMA.
Actuaciones Escolásticas.
11] Este rasgo es de la ruano del autor del vejamen impreso en el tomo
2* del "Mercurio."
—401—
demostración se dirige la disputa: á esta pues sustituiré una
sucinta historia de su mérito; y aunque ascienda con él la mo-
deración, y su sinceridad quiera merecer el elogio mejor que
oirlo, haré manifiestos los pasos que lo lian conducido a la
cumbre del honor, y son los motivos de la gracia de V. S.
Dotado de un corazón virtuoso y sensible, de un ingenio
pronto y feliz, apenas llega á esta capital, emporio de las cien-
cias, cuando arde en el deseo de poseerlas: este fuego inocen-
te arregla su vida, ordena su tiempo, distribuye su estudio, y
le consigue con aticipacion la clave de la naturaleza en la fí-
sica, y el fundamento de la religión en la teología. Fortaleci-
do de estos principios se dedica á la medicina bajo la enseñan-
za del Dr. D. Juan de Avendaño, cuando este Valle del Pera
acababa de sacar la facultad médica del estado de humillación
ó abismo en que la habia sumergido una de aquellas revolu-
ciones de barbarie que de tiempo en tiempo se apoderan de
los imperios y las ciencias. Una niebla espesa de errores se
arroja sobre los profesores médicos; los caminos de la verdad
se les ciegan; los enfermos gimen bajo de curaciones llevadas
sin reglas, sin principios, y lo que es mas que todo, la Escuela
vé sus funciones con el último rubor. Avendaño aparece, y la
aurora se presenta sobre el horizonte médico; sus tinieblas se
disipan, y rayan los Castillos, los Buenos, los Aguirres: ¡qué
nombres! Con un genio lento, pero delicado; sereno, pero pers-
picaz; sublime por extenso; apto para las ciencias, sin traba-
jo; capaz de combinaciones sin fatiga, une la vasta literatura
á la fina dialéctica, y les presenta el modelo del médico sabio,
del hombre académico: el espíritu de reforma los anima, el
gusto de la Escuela se les infunde, y desde aquella época la
Facultad Médica está al medio día: V. S. es testigo de su luz.
¡Qué estimable es la gloria debida á la virtud! dura en los
ánimos gratos la memoria del beneficio: hasta ahora resuena
en nuestras aulas el aplauso de sus lecciones públicas, se re-
cuerda la facilidad y el orden de las. privadas: ambos condu-
jeron á nuestro sabio en el estudio de la medicina, llevándole
por una progresión natural pero meditada, de los rudimentos
hasta los arcanos; de la inteligencia de los primeros autores
hasta el conocimiento de los Padres. Al esmero correspondió
el aprovechamiento,de suerte que en un mismo año (el de 1742)
pudo su benigno maestro proporcionarle el grado de bachiller
en medicina, el examen de médico; y como premio de sus ta-
reas el protomedicato de Panamá, su patria. Persuadido de
cuanto las peregrinaciones convienen á las ciencias, emprende
su viaje á este destino: llega, y á poco tiempo su ánimo se aba-
te; cae en fastidio, y por una nostalgia inversa susjura por
Lima: no piensa sino en su Academia. Eestituido á esta cuan-
—402—
do una benigna aura le alienta para la teórica, y la copia de
enfermos le presenta el mejor teatro para la práctica médica,
un nuevo incidente trastorna sus ideas. El señor D. Diego del
Corro, electo Obispo de Popayan, le fia su salud. La satisfac-
ción de este Illmo. Prelado, y el deseo de estudiar la natura-
leza en sí misma le determinan á dejar segunda vez la Aca-
demia.
La descripción del globo se hace en los libros: la delinca-
ción exacta de sns partes se trabaja en el dia á grandes ex-
pensas para los gabinetes; pero este mundo figurado difiere
del real lo mismo que la mano de un hombre de la del
Criador.
¿Podrá pues formarse concepto de él sin los viajes! En el
de nuestro espectador, ¡qué de maravillas se ofrecen á su con-
templación! El prospecto del rio de Guayaquil, único en su
línea: las producciones de sus montañas en los tres reinos
animal, mineral y vegetal, dignas de las investigaciones de
Lineo: el Chimborazo, coloso admirable por su fábrica y. altu-
ra, la mayor que se couoce en los montes del nuevo y antiguo
hemisferio; en quien el péndulo, según las experiencias de los
académicos franceses, habia verificado la atraecion newtonia-
na; los otros páramos: todo despierta á su alma para la obser-
vación: eu todo encuentra ella las lecciones vivas de la natu-
raleza, las aprovecha, y en seis años de residencia en Popa-
yan las aplica á la física y medicina. Al cabo de ellos regresa
para Lima, recibe el grado de doctor en Teología en la Uni-
versidad ele Santo Tomás de Quito, habiendo recibido antes á
la ida en la mioma Universidad el grado de doctor en leyes.
Fuera délo que las ciencias particulares contribuyen á la cien-
cia universal, tienen sas puntos de reunión y se auxilian en-
tre sí: cuanto conduzca para la medicina, la teología y el de-
recho, lo demuestran Zacchías y Boudevins.
Con aquella satisfacción pues que es fruto del aumento de
conocimientos, llega finalmente á fijar el plan de su vida, tan-
tas veces delineado ó interrumpido: sus principales puntos de
dirección son los enfermos y la Academia. En estos insiste
compartiendo el tiempo, alternando la práctica y el estudio:
si para aquella lo excita el público por su concepto, á este lo
empeña Y. S. con sus favores: lo condecora con la borla de
Doctor el año de 1764, y el de 65 lo pone eu el número de sus
profesores confiriéndole la regencia de la cátedra de prima de
medicina, vacante por muerte del Dr. D. Hipólito Bueno. La
lectura de esta cátedra debe ser sobre los aforismos de Hipó-
crates; estos son unas sentencias cortas, sueltas, fundadas en
la observación sin respecto á sistema alguno. Los autores mé-
dicos hacen mucho uso de ellos, y los han explicado con gran-
—403—
des comentarios: Boerhaave recomienda los de Galeno, Hole-
rio y Valles; nuestro profesor añade los de Gorter, y por los
cuatro prepara las materias para sus oyentes.
Proveída esta cátedra y corrido algún tiempo, no quiere V.
S. esté sin ejercicio en la escuela: le hace regente de la cáte-
dra de artes. La lectura de esta es sobre la física de Aristóte-
les: el dominio de este filósofo por veinte siglos en las escue-
las, y su repentina caída en la mayor parte de las de Europa
le hacen examinar su doctrina, y compararla con la de los an-
tiguos y modernos. Los números de Pitágoras, las ideas de
Platón le parecen para explicar el universo lo mismo que las
formas; pero halla que Aristóteles los excede infinito en las
observaciones de física é historia natural. De los modernos á
quienes Aristóteles abrió el camino, nota que Gasendo susti-
tuye á la materia los átomos, á la forma las modificaciones, y
explica así la construcción del Universo, la generación y cor-
rupción de sus partes: las opiniones de Leucipo y Epicuro
aparecen en nuevo idioma y estilo. Admira que Descartes,
tan apto para edificar como para trastornar sistemas con sus
tres materias y sus turbillones, forme en su cerebro un nuevo
mundo, haga un nuevo hombre, y le coloque en lugar del que.
salió de las manos del Criador. Finalmente observa que [New-
ton, nuevo legislador de la naturaleza, le dá á esta un aspec-
to diferente, establece la física celeste, y explica felizmente el
movimiento de los astros; pero advierte que las leyes de la
atracción lo desamparan en los fenómenos terrestres, y que en
puntos de pura Física, adoptando los átomos, el vacío y el
péndulo de Demócrito, discurre á poco mas, como los otros.
Bajo de estos conocimientos ordena su curso sin violencia, en-
tra á enseñar gustoso presidiendo conferencias, y replicando
las veces que se ofrecen en ocho años continuos.
En el año de 1784, se le confiere la regencia de la cátedra
de vísperas de su facultad: esta gracia trae consigo la gloria
de suceder á un profesor que á la suma delicadeza con que
trata las materias escolásticas, y á su consumada pericia mé-
dica une uu genio dulce, un aire afable, una bondad excesiva,
si puede haber exceso en la virtud. Para correspondería y lle-
nar el empleo, asiste al curso según el nuevo mandato aun en
las horas precisas al reposo de un médico ocupado. Pronto
siempre en obedecer, se prepara á explicar los aforismos 14,
20, 22, del lib. 3?; 34, 35 del lib. 4?; el 10 del lib. 5?; el 35 del
lib. 6?; en que Hipócrates trata de los tiempos en que inva-
den las anginas, de su naturaleza y funestas translaciones.
Penetrado V. S. de dolor por el estrago que hacen en la ciudad
las repentinas sufocaciones, quiere que sus alumnos estudien
el modo de prevenirlas, de curarlas, y estén listos a la voz del
—404—
magistrado. Las sabias Academias de Europa no se portan
de otro modo en los tiempos epidémicos.
Con este ensayo, llegado el tiempo de proveerse esta cáte-
dra, se presenta á la oposición, y se conduce en ella con la sa-
gacidad y pericia de un escolástico aguerrido: pudiera produ-
cir la análisis de su lección que me ha comunicado un sabio
de la facultad, y se vería que el orden, la precisión y la lim-
pieza reinaron en una exposición ajustada á la doctrina anti-
gua, que es la de Galeno; pero la omito por manifestarle dili-
gente con el Claustro, avenido con su opositor, conforme con
la decisión deV. S. Si en la Escuela es una prueba de la re-
signación continuar un empeño de la misma línea, él la dá,
y como el piloto que después de su naufragio emprende nue-
vo viaje, se libra segunda vez al juicio del Claustro en la opo-
sición á la cátedra de método. V. S. le admite: el comedimien-
to cede á la edad, á la experiencia, á la instrucción; y estas
mismas hacen su aptitud para el cargo de profesor. La copia
de ideas afirmadas por el tiempo, la repetición de sucesos, no-
tados con escrúpulo, la utilidad de estos deducida con tino: vé
aquí las condiciones que en un genio sincero, asiduo, y dedi-
cado al bien de la sociedad, harán explicar felizmente el mé-
todo de reparar la salud perdida con la aplicación de los re-
medios: esta última parte de las instituciones médicas que en-
seña á conservar, restablecer y consolar la vida del hombre
enfermo. Miras preciosas que han ocupado la atención deV. S.
para que por su influjo logre la Escuela un alumno útil, los
profesores un compañero laborioso, y la juventud un maes-
tro consumado. Porción feliz de la Sociedad, á quien inflama
el deseo de la ciencia médica. Jóvenes ilustres que os for-
máis para la utilidad pública, yo os vaticino el aprovecha-
miento; vuestras tareas serán fructuosas: su progreso corres-
ponderá á las lecciones.
(1) La atracción entre los cuerpos ten-estrés en razón directa de las ma-
sas, 6 inversa del cuadrado de la distancia, era una mera conjetura, hasta
qué el año de 1738, la hizo patente el Chiinborazo á MM.
Bouguery Cou-
daniine. Boug. Figure de la terre, pág. 364. En el año pasado de 1788, se
imprimió y sostuvo por el Dr. D. Agustín de Landaburu en la Jieal Uni-
versidad de San Marcos la siguiente tesis: Leves Newtonis, quihus planetas
se se attrahi P<jysiea, exñncit ecclestis, parieertiti d'ne demonstrant telluris mon-
tium allraetiones, Ghimboraso nempe ex observatione Bougueri ih Quilo,
Scliebalien ex observatione Maskclini in Scotia, aUrahunt in ratione directa
mansa el qvaaratí aisfantiarum récipxoca.
1
—408-
NOTICIA,
De una inscripción encontrada en las inmediaciones de
Cuenca.
(1) Meros dicititr etiam ab eros grcecé amor, quia Héroes nati sunt amore
Deorum ae Hominun, Facciolat, Dic. verb. Heros.
(2) Majorem hac dilectionem nemo liabet, ut animam suam ponat qxús pro
amicis sitis. Joan: cap. 15, v. 13.
—410-
ritu evangélico. A
la voz consolatoria de sus apóstoles se
lian congregado los salvages y formado pueblos doctrinad' s
y laboriosos. El agrado y la mansedumbre, el ejemplo, el re-
petido sacrificio de la propia vida sin mas interés que el de be-
neficiarlos, han sido armas mucho mas eficaces para atraer
sus corazones, que la espada y el fusil. Una relación de to-
das las misiones de los Andes del Perú acreditaría completa-
mente esta verdad y. originaría mil reflexiones sensatas. Pe-
ro nos contraemos por ahora á la historia de las de Caj amar-
quilla, célebres por comprenderse en ella el descubrimiento y
pérdida de las de Mauóa y riberas del famoso TJcayaU. El em-
peño de nuestra corte en que se restauren [3] las peregrina- ;
(3) Hasta el año pasado de 1787 hay cinco realesórdenes y otros tantos
autos acordados, respectivos á la conservación y restauración de las misio-
nes de Manoa. Para este fin se ha proyectado una población fortificada eu
la confluencia del Mairo y Pozuzu.
—411—
Señor conde del Castellar, á quien recurrió la provincia rio
los doce apóstoles de Lima de frayles menores, suplicando se
le asignase esta conquista espiritual. Obtenida que fué, la em-
prendió por los años de 1676 el P. P. F. Juan de Campos,
acompañado de dos religiosos legos, y sucesivamente entra-
ron los P. P. F. José Araujo y F. Francisco Gutiérrez,
Entre las varias naciones errantes que encontraron en aque-
llos montes, fueron las mas notables por su número las de los
Cholones y Hibitos. El Padre Gutiérrez redujo á los primeros
á un gran pueblo intitulado San Buenaventura de Apisoncho.
Los segundos, bajo la conducta del Padre Araujo, se congre-
garon en otro semejante con el título de Jesús de Ochanache.
En uno y otro procuraron establecer el exacto orden para el
gobierno moral y político. Divididos por barrios y decurias,
les señalaron las horas precisas para su instrucción y labores,
imponiéndoles la indispensable obligación de contribuir alter-
nativamente el alimento á su párroco, del fruto que les produ-
cía la tierra. Por este medio estaban ellos sometidos á una
perpetua aplicación, y los Padres socorridos con todo lo nece-
sario, á excepción del vino y la harina. Después del falleci-
miento de estos varones apostólicos se suscitaron algunas con-
tiendas entre ambas naciones por lo que fué preciso dividir
;
—412—
miseta de algodón teñido de musgo. En la segunda añaden
á esta calzones y cotones de bayeta ordinaria. Las mugeres
traen una ropa talar de algodón hasta cerca del tobillo suge-
ta con una fajita por la cintura, y encima un rebozo de baye-
ta. Para los dias festivos suelen tener alguna ropa de casti-
lla, que consiguen con la coca que conducen á sus hombros
por el espacio de ocho dias, hasta la provincia de Patáz. Acos-
tumbran bañarse muy temprano en los rios, para conservar
su salud. Ninguna enfermedad hace mas estrago en ellos que
las viruelas por esto luego que ven en sus pueblos algunos
;
(4) Para hacer esta bebida cosen unas yucas, las muelen, y revuelven la
harina con saliva, y la dejan fermentar tres dias. Al cabo de estos, desha-
ciendo una cantidad en uu poco de agua sale una certeza fuerte que em-
briaga .
^-413—
teligeute en el idioma castellano, excitó de nuevo su fervor,
dándoles noticia de su nación y las varias que poblaban las
riberas del famoso rio Ucayali, y ponderándoles la facilidad
de reducirlas, sirviendo ella de interprete. Animados los mi-
sioneros repitieron sus excursiones por el año de 1759, acom-
pañados de 28 soldados europeos entre Españoles y Portugue-
ses. Pero no acostumbrados ni unos ni otros á andar á pié
por un terreno tan fragoso, á pocos pasos se amotinaron; y no
solo se volvieron, sino que impidieron también á los Padres
pasasen adelante.
Las esperanzas y fervor de estos crecian en razón de sus
desgracias y desengaños, Fray Miguel Salcedo y Fray Fran-
cisco de San José salieron de SauBuenaventura del Valle á fi-
nes de Mayo del año de 1760 con 90 Indios, 7 europeos, y la jo-
ven Manoita á quien ya habían bautizado y puesto por nombre
Ana Rosa. El dia 8 de Julio avistaron las orillas del rio Ma-
noa, por donde transitando dos canoas de bárbaros se acercó
la una á ellos instados de Ana Rosa, quien consiguió detener
á un Indio nombrado Rungato. Las caricias y afabilidad de
los misioneros, le hicieron deponer el sobresalto, y movieron
á que aplacase y condujese á toda su nación. Eeducíase al
corto número de 220 almas, que gobernadas por el curaca San-
torray habitaban una ranchería nombrada Suaray. Los Pa-
dres fueron recibidos en ella con todas las demostraciones de
sinceridad y placer que pudieron manifestarles en sus danzas
y comidas rústicas, y saludados con el dulce título de amico.
Semejante voz repetida por unos gentiles incógnitos, deno-
taba que en algún tiempo habían tratado con los Españoles.
Eecorridas sus tradiciones, se averiguó ser estos descendien-
tes de los antiguos Setebos. Por los años de 1657 hasta los de
1686 del mismo siglo ocupaban éstos las márgenes del Pachi-
tea hasta el Ucayali, en donde el apostólico varón Fray Ma-
nuel Biedma del Orden Seráfico había hecho una reducción
numerosa y floreciente; pero alborotados los Oallisecas circun-
vecinos la arrasaron. Entonces los Setebos unos se salieron
por losPayausos á los Panatahuas siguiendo á los Padres que
escaparon, y los otros huyeron del Ucayali á las riberas delilfa-
noa, á distancia de 20 leguas del primero. Por medio de sus
antepasados se habia trasmitido y propagado entre ellos algu-
na idea de la religión cristiana, pero envuelta en mil errores
y barbaridades. Creían en Dios premiador del bien y castiga-
dor del mal. Keconocian á Jesucristo y su Madre Santísima;
pero equivocaban á estacón el mismo Dios, haciéndola co-au-
tora y conservatriz del universo. Practicaban el bautismo, der-
ramando sobre la cabeza de los recien nacidos una porción de
Toai. vi Literatura 55—
._414—
agrio de limas sin decir palabra, ni hacer señal alguna. La
de la Santa Cruz la miraban con sumo respeto, colocándola
en todos los lugares públicos. El Padre San José quien con
7 europeos se quedó entre los Mauoitas, mientras el Padre
Salcedo regresó á dar cuenta á sus prelados, tuvo mucho que
sufrir de parte del hambre, los insectos y dureza de los Indios.
No teniendo éstos herramientas proporcionadas para abatir
los grandes árboles de la montaña y labrar la tierra, sus sem-
bríos son muy cortos. En el año siguiente introdujeron los
Padres considerable número de herramientas, fréjoles, arroz,
gallinas y cerdos conducidos por el Padre Fresneda y el her-
mano Gorostizu.
La reducción de Manoa, aunque corta, era muy interesante
por servir de escala á las demás naciones, que viven esparci-
das por las pampas del Sacramento y confines del Ucayali.
A 20 leguas al sur de Manoa ocupaban las orillas del rio Pisqui,
los Sípibos oriundos de aquellos feroces Calisecas, destructo-
res de las misiones de los Payanzos. Vivian sin pueblos en
diferentes chosas, de suerte que llegando solo al número de
mil, ocupaban mas de veinte leguas K. S., y diez ó doce E. O.
El rencor eterno que dominaba entre Setebos y Sípibos, des-
pués que en un combate sangriento en el año de 1736 queda-
ron derrotados y casi aniquilados los primeros, imposibilita-
ba su reunión y amistad. En fin, al cabo de cuatro años la
consiguieron los Padres con la persuacion y el alhago. Fray
Juan de Dios Fresneda, que no perdía instante, valiéndose de
los momentos favorables los congregó en un pueblo próximo
al rio Pisqui, al que intituló Santo Domingo. A
los Sipibos
se siguió la voluntaria entrega de los Conibos, unos de los
mas racionales y estravagantes vasallos del imperio Enim (1).
Se hallaban situados á la ribera oriental del Gran Paro cerca
de su confluencia con el Pachitea. Por los años de 1685 habían
desendido hasta este pueblo algunos Religiosos Franciscos por
el Enne y Pachitea, y puéstole el nombre de San Miguel. Suc-
cesivamente subió á él por el Ucayali el Padre Ricter, jesuíta,
de las converciones de Maynas; pero habiéndolo reconocido,
lo abandonaron irnos y otros. No obstante, las memorias remo-
tas que conservaban estos infieles del amor y benevolencia de
(\) Las uoticias «leí imperio Enim y costumbres de sus moradores, la de-
marcación de los lugares y rios principales que aqui se refieren, las reserva-
mos para los Mercurios en que se den á luz las peregrinaciones de los RR.
PP. Sobreviela y Girbal. Estas narraciones serían mucho mas apreciables,
ei les pudiéramos unir unos mapas topográficos de los lugaras de que ha-
blamos, y los retratos de sus moradores vistos por aquella parfe en que se
distinguen del resto de los hebitantes de la tierra. Pero la Sociedad aban-
dona con harto dolor esta empresa ya proyectada, por carecer de medios
para costear el grabado.
—415—
los Franciscos, los bacián alectos á su hábito. El Padre Fres-
neda pasó á San Miguel para acariciarlos y dirigirlos.
Con una mies tan copiosa comenzaban ya á florecer las mi-
siones de Manoa, y anunciaban mayores progresos. En medio
de estas esperanza» nació el justo recelo de que, siendo pocos
y divididos los operarios, se encendiese el mutuo rencory envi-
dia entre aquellos bárbaros y descargasen su furor sobre los
pacíficos benefactores que los habían reunido y amistado. Un
camino abierto desde Pampa Hermosa á Manoa para preca-
ver cualesquier acontecimiento, apenas pudo servir para que
entraran en las nuevas conversiones los Padres de Santa Ro-
sa, Meuendes, Errans, Asnar, Jay me, y algunos legos y tres
soldados. Habiéndose de transitar á pie esta larga vereda, se
hallaban ya fatigados los Indios de Oajamarquilla y no era re-
gular extinguir á los civilizados por beneficiar á los salvages.
Un mapa antiguo encontrado en los archivos del colegio de
Ocopa alumbraba que por la vía de Pozuzu, embarcándose en
la reunión del rio de este nombre con el Manoa, podia nave-
garse por el Pachitea al TJcayali y Mayro. Con tan escasa luz
se emprendieron dos expediciones: la primera no pudo llegar
al rio Manoa poruña equivocación del mapa en los dias que
debían emplearse, y murió en ella á manos délos bárbaros Ca-
sivos el Padre Francés; la segunda emprendida por el comisa-
rio de misiones F. Manuel Gil el año de 1767, iba mejor diri-
gida. Pero solo pudo llegar á recoger las tristes noticias de
la muerte detodoslos padres conversores. Rungato aquel In-
dio que abrió la entrada á Manoa, fué el mismo que alboro-
tando las tres naciones de Setebos, Sípibos y Conibos extin-
guió á los misioneros divididos en diferentes pueblos.
La pérdida de las misiones de Manoa ha sido sensible, no
solo álos padres misioneros, sino también al Perú, y hasta al
mismo monarca. Su posesión le aseguraba el dominio de vas-
tísimos y feraces países. Las peregrinaciones del Padre So-
brevida, y las que de su orden acaba de concluir el Padre
Girbol, nos dan esperanza de su pronta restauración. Bajo un
Gobierno esclarecido, que conoce la importancia de esta em-
presa, encontrará el Padre Sobrevida todos los recursos que
necesitare para concluirla. Entre tanto nosotros continuare-
mos publicando sus viages, movidos de la gratitud que ins-
piran á unos corazones sensibles los beneficios pue se hacen á
cualesquiera rwrcion del genero humano.
.
—416-
PEREGRIWAOION.
POR EL RIO HUALLAGA HASTA LA LAGUNA DE LA GRAN OOCA-
MA, HECHA POR EL P. PREDICADOR APOSTÓLICO F. MANUEL
SOBBEVIELA EN EL AÑO PASADO DE 1790.
(1) Este gran llano fue descubierto el 21 de Junio de 1726 por los neófi-
tos de Pozuzu de las misiones de los Panatagnas pertenecientes á la pro-
vincia de los doce apóstoles se tituló del Sacramento por haber caido.la
:
[1] Según este cómputo la navegación era de dos á tres leguas por Lora.
Celeridad bien notable, pues no avanzó mas Mr. Condamine en el rápido
tránsito del famoso Pougo de Manseriche, I e. pág. 44 y 45: bien que Don
.
—423—
el lado oriental del fíuallaga, cubierto por el espacio de un
cuarto de legua de sal blanca, roja y negra de muy buen gus-
to. El 15 á las ocho de la mañana se dieron las canoas al re-
mo, y á las once desembocaron por la confluencia del Moyo-
bamba con el Huallagq; y rumbiando por aquel al O. y luego
al S. zarparon á la una y tres cuartos en el puerto de Juan de
Guerra sito á la orilla derecha. Del puerto de Juan de Guerra
á los pueblos de Tarapoto y Gumbasa, hay cuatro leguas de
una pampa frondosísima. Los referidos pueblos están separa-
rados por un mediano rio: en uno y otro hay 1653 almas en-
tre españoles, mestizos, é indios, gente toda fuerte y muy la-
boriosa. En sus casas tienen telares en que tejen los hombres
lienzería de algodón de diferentes calidades. Por las calles se
ven sembrados varios tornitos en que hilan sus mujeres con
celeridad para proveer las fábricas (1). De los vecinos de Ta-
rapato y Cumbasa hay erigidas cuatro compañías de milicias
destinadas á custodiar las fronteras, é impedir las irrupciones
de los bárbaros circunvecinos.
Hasta el 18 se detuvo el Padre Guardian de Ocopa en visi-
tar los mencionados pueblos poco ha reunidos á su jurisdic-
ción (2), y en proyectar una población cerca del Puajaga, á
fin de evitar á los navegantes las tres leguas que hay de sus
orillas hasta el puerto de Juan de Guerra. En este dia asoció
á su comitiva al Padre Fray Narciso Girbal, Cura de Cumba-
sa, quien animado de su zelo apostólico y del licenciado Don
Pedro Yalverde, superior de las misiones de Magnas, deseaba
penetrar á Manea: á la una de la tarde se embarcaron én el
puerto de Juan Guerra, á las dos y diez minutos salieron al
Huallaga, y á poco espacio tocaron con el mal paso de la Es-
tera. Aquí es preciso dirigir la canoa por la orilla occidenta
(1) Estos tornitos tienen la misma disposición que aquello» con que
nuestros franjeros tuercen la seda. En los extremos del eje do la segunda
rueda, en cuyo lugar suelen poner un cilindro para simplificar la máquina,
clavan algunos ganchitos, de donde prenden el algodón; y á proporción
que un muchacho hace circular la rueda y esta al cilindro, se va torciendo
la hebra de seis ú ocho que hilan en un solo torno, y se van retirando por
las líneas que eligen en las calles del pueblo. De esta suerte una majer hila
mas en una hora, que otra con la rueca en veinte y cuatro
(2) Las misiones de Lamas fueron en sus primeros tiempos de los Pa-
dres Franciscos; después se les asignó á los jesuítas que las mantuvieron
hasta su expatriación, En su lugar volvieron á entrar los Padres Francis-
cos; pero á poco tiempo se les despojó y se aplicó al clero secular haciendo
de Lamas, Tarapoto y Cumbasa un solo curato. Estos dos pueblos viendo
que el cura de Lamas no podia asistirlos como ellos lo deseaban, ocurrieron
al Superior Gobierno á fin de que se les destinasen sacerdotes de Ocopa; lo
que se ejecutó el año pasado de 1789, separándolos de la jurisdicción del
Cura de la ciudad de Lamas, En el de 1790 se erigieron por nuestro Exce-
lentísimo Jefe las compañías mencionadas.
—424—
y tirarla con bejucos. Un
cuarto de legua mas abajo se en-
cuentra el precipicio de Cannayco, el que se salva haciendo la
maniobra antecedente por la orilla oriental. Próximo á el hi-
cieron noche nuestros peregrinos. El 19 habiéndose repetido
la navegación al nacimiento de la aurora, al cuarto de ella to-
caron en el mal paso de Ckumia, el que se evita tirando la ca-
noa por el lado derecho. Pocas horas después llegaron á Yu-
racyasu en que es preciso ejecutar la faena antecedente por
la orilla izquierda, y á las doce y media del dia salvaron el
salto de Aguirre navegando por la derecha (1). Aquí se reú-
nen por uno y otro lado los cerros, y estrechando el cauce del
rio forman con su reunión el ponguillo último término de
ellos.
Puncu en lengua Quechua significa puerta^ y se ha dado es-
te nombre á todos aquellos lugares en que finalizan los cerros
angostando la madre délos rios. Ala verdad estas gargantas
representan una puerta que permite á las aguas desembocar á
las llanuras, y que en un misino continente abre el tránsito
de un mundo á otro enteramente distinto. En efecto apenas
se atraviesa el ponguillo del Huallaga, cuando es preciso va-
riar de objetos é ideas. Los ojos acostumbrados en el Perú á
observar los sobervios montes cuyas cumbres se esconden en
la obscuridad de las nubes: los ojos que desde la eminencia
registran el profundo valle situado casi en el centro del abis-
mo, y que no se vuelven sin encontrar un cerro corpulento ú
otras mil desigualdades de la tierra que les circunscriben la
capacidad de dilatarse, ven ir desapareciéndose poco á poco,
y si es posible decirlo, aniquilándose de tal suerte estos pro-
pios objetos, que no registran ni una pequeña piedra que pue-
da recordar la memoria de las infinitas que componen la cor-
Se ha dado el nombre de salto de Agnirre á este paso s«gun loe in-
(1)
dios de Lamas, porque un N. Aguirre mató en él una terrible ave, que sa-
liendo de las cavernas de los cerros inmediatos levantaba á los pasajeros
con las uñas y los estrellaba contra las rocas. Belac. del P. Sobrev, Noticia
digna de colocarse entre las de los dragones volantes y hazañas portento-
sas que refiere el Padre Kirker en su Mundo subterráneo. Esta historieta
debe ser alegoría de un hecho que conservan los indios en su tradición. Re-
fieren que habiéndose enviado en los tiempos pasados á un pueblo que ha-
bía en aquellas inmediaciones, nombrado Saposon, cierto gobernador codi-
cioso, hostigado el vecindario y conmovido por Aguirre le quitó la vida, la
que igualmente perdió el último en los May ñas donde le alcanzó la tropa
enviada de Lima. Rodrig. Tena, introduc. pag. 95. Confrontando la enun-
ciada tradición con la historia, para aclararla es preciso recurrir á la muer-
te que dio Lope de Aguirre á Pedro de Orsua en los Lamas, enviado de
Lima el año de 1560 para que por el Huallaga descendiese al fabuloso im-
perio del Dor ido. Aguirre después de su atentado, siguiendo rio abajo, vi-
no á parará la isla déla Trinidad donde lo ahorcaron. — Acost.,Histor. Na-
tur. 12, c.6. — —
Rodrig. El Marañon, y Amas., 1. 2, c. 5. Condam.,, 1. c. p.
11. 61.
— 425—
dillera de los Andes (1). Unas inmensas llanuras cubiertas de
«árboles que caen impelidos por otros nuevos, y que no presen-
tan otro término á la vista que el cielo que á distancia de mi-
llares de leguas rodea el horizonte, sostienen sobre sí lagos y
mares de agus dulces, en cuyas islas, radas y puertos habitan
gentes de faceiones, usos y modos de pensar diferentes del
nuestro.
El Huallata es uno de los rios que tributan mas caudal á
estos piélagos. Luego que rompe las cadenas con que lo es-
trecha la montaña, comienza á esparcirse, extenderse y correr
con talserenidad que puede navegarse noche y dia. Sus ribe-
ras, pobladas de elevadísimas palmas y frondosa arboleda don-
de anidan el tordo, el gilguero y el risueñor, forman una ala-
meda la mas hermosa del orbe. Aumenta la belleza de su
perspectiva la gran multitud de canoas de las provincias de
los Maynas, de las cuales las unas suben cargadas de peje sa-
lado para expenderlo en Lamas, cazando con la cerbatana y
pescando con la flecha, y las otras aportan á la orilla para
acopiar el cacao que producen con abundancia aquellas férti-
les campiñas, y la cera que fabrican en ellas unas^ abejas pe-
queñas, taladrando la corteza de una especie de árboles cu-
yos troncos huecos les ofrecen lugar cómodo para colocar sus
colmenas (2). Cubiertas las mujeres que acompañan á sus pa-
dres y esposos de solo su pampanilla, y dejando el pelo suelto
al arbitrio de los vientos figuran en cierto modo á las naya-
des y driades. Pero luego que se entra en estos lugares deli-
ciosos, es tan grande la muchedumbre de zancudos y mosqui-
tos que molestan á los pasajeros, que aun los indios necesitan
valerse de tolditos de tocuyo colgados de los pamacaris (3)
para defenderse de sus picadas. Igual uen te interrumpen la
costumbre de bañarse al amanecer por temor de los Oayma-
nes que son frecuentes desde el Ponguillo.
El Padre Sobrevida lo pasó con felicidad á las dos y cua-
renta minutos de la tarde, ycontinuó su navegación hasta las
[1] Los naturales llaman pastas el fruto de un árbol que encendido tie-
ne en sí la cera y el pabilo. No tenemos noticia suiicientede él para discer-
nir, si es el protón sebifera de Lineo, ó alguna especie de árbol de cera que
se encuentra en la Luisiania y la China.
—428—
Colocándolas con arte segnu la diversidad de sn colorido imi-
tan con perfección cuantos dibujos les ponen por delante [1].
Las costumbres de los moradores de Maynas son análogas á
las (pie tienen las demás naciones de la Pampas del Sacramen-
to, diferenciándose solo en aquellos conocimientos que les han
podido enseñar sus pastores. Por este motivo y para no car-
gar de repeticiones y reflexiones estos diarios* las reservamos
para considerarlas reunidas, y examinarlas filosóficamente en
otro "Mercurio", en que igualmente desenvolveremos sus al-
cances y ocupaciones originales.
El Padre Fray Manuel Sobrebiela se detuvo en el pueblo
de la Laguna hasta el dia 26, tomando los recursos necesa-
rios á fin de que se efectuase la peregrinación del Padre Gir-
bal por el Ucayali; senda que cerrada después de muchos años
acababa de ser ilustrada en parte por el licenciado D. Pedro
Val verde, presidente de las misiones de Maynas. El deseo de
tranquilizar su redil y restaurar algunas ovejas descarriadas le
hicieron acometer valerosamente una empresa que no ofrecía
otra idea á la imaginación, que la de exponerse á ser víctima
de la barbarie del feroz Paño. Habiendo subido hasta Saraya-
cu, le mostró la experiencia cuanto consigue un espíritu apos-
tólico. Los salvajes se le humillaron; y no queriendo dejar
sus antiguos hogares, pidieron les remitiese quien los instru-
yera en la religión, indemnizándose de la muerte de los Pa-
dres Franciscos que antes referimos.
Para satisfacer á los Panos estimuló el virtuoso párroco el
Padre Fray Narciso Girbal prometiéndole cooperar con todo
su esfuerzo. Los hechos acreditaron la sinceridad de sus pa-
labras, proporcionando en consorcio del generoso D. Juan Sa-
linas cuanto era asequible á su zelo y eficacia. Oou este con-
suelo el Padre Guardian dio la bendición á su subdito, le pro-
veyó de avalorios y herramientas de agricultura, y despidién-
dose de sus humanos huéspedes principió su regreso á las
diez de la noche del mencionado dia 26 de Agosto. La nave-
gación era subiendo Huállaga en cada hora tres cuartos de le-
gua. Todo fué feliz hasta que la concluyó el 27 de Setiembre
en la confluencia del rio Monzón y pueblo de Playa Grande,
puerto del embarcadero. De Playa Grande se encaminó por
la quebrada de Monzón á Chico-playa á evacuar una orden del
superior gobierno; y tomando la nueva ruta del justicia ma-
yor D. Juan Bezares que 'describimos en los "Mercurios" nú-
fl]Los que no quieren que el rio nombrado sea el verdadero tronco del
Marañan, le dau el de Tunguragua.
PEREGRINACIÓN
]. % 439, 45? y sig.) hizo que todos hayan seguido ciegamente la nomencla-
tura del Padre Fritz, que nosotros seguimos en el mapa que damos á luz.
—432—
cieude de los altos de H nanea vélica. Continúa el Apurimac
su curso recogiendo las vertientes de las montañas de Guan-
ta, y á los 12 grados y 15 minutos se le une por el E. el rio
Quillcibamba, Vrubamba ó Vücamayo, (1) y muda el nombre
primitivo en Enec y Taraba. A
los 12 grados 6 minutos se le
junta por el O. el rio de Jauja llamado por los gentiles Man-
taro-, (2) desde donde dirigiéndose al IST. E. á los 11 grados y
18 minutos se le incorpora el Perene, que naciendo á dos le-
guas de Tarma parte esta villa y recibe varios desagües de la
cordillera de Bombón y Pasco.
De la confluencia del Perene á la del Pacbitea desembocan
en el Apu¡ imac cuarenta rios opulentos, éntrelos cuales so-
bresalen dos: el primero, que le entra por el E. á los 10 gra-
dos y 45 minutos, es el Paucartambo: (3) el segundo que dé-
se mboea tres leguas mas abajo con tal ímpetu que lo arroja
(1) Quillabamba uace délos altos de Yilcauota á los 15 grados ^25 minu-
tos, y regando con un copioso caudal de aguas que le tributan ranchos rios,
el amenísimo valle de tiraban) ba y los linderos orientales de Anaibaniba y
Vilcabamba, entra en el Apurimac.
(2) El Mantaro toma su origen cou el nombre de rio de Jauja en las pam-
pas de Bombón de la laguna Chinchaycocha, que tiene 9 leguas de largo y
2 y 1/2 de ancho, á los 11 grados y 3 minutos. Dirige su curso al Sur en-
trándole por el E. y O. varios raudales: después de haber atravesado el va-
lle de Jauja, tuerce al E. recibiendo entre otros rios á 3 leguas del puente
de Izcuchaca un fuerte brazo que baja de Huanca vélica. Al querer rom-
per la cordillera de Guanta vuelve sobre 6u origen, y forma la península
nombrada Tallacaja. Restaurando su dirección al E. sigue hasta su embo-
cadura. Equivocóse el D. D. Cosme Bueno en asegurar en la descripción
de Jauja que el rio mencionado llamado también Pari, era el que se creyó
antiguamente origen del Marañon, Es intolerable el desbarro del analista
Herrera, quien lo juzgó origen del rio de la Plata, t. 3, Deead. 5, 1. 4, c. 10.
(3, Este rio, en cuya confluencia habitan los Cornayos y Ruanagas, se duda
gi es el Paurcartambo. Seguimos la opinión afirmativa; porque según las
relaciones de los misioneras Franciscos, particularmente la del viaje que
por los años 1686 hizo por aquellos países el Padre Fray Manuel Biediua,
y las noticias dadas por los iudios, el enunciado rio viene de los altos del
Cuzco, y entra con duplicada cantidad de agua de la que lleva el Apuri-
mac, y en toda la serranía del Cuzco no hay otro que presente estas cali-
dades, sino el Paucartambo. Opone el docto Padre Rodríguez Tena (Intro-
ducción á las misiones, p. 41 que e Paucartambo es el célebre Amarama-
)
yu por donde el Inca Yupanqui (Garcil., t. 1. 1. 7, c. 13, 14, etc.) entró ala
conquista de los Mojos, la que después intentó Alvarez Maldonado, y no
podia el Inca haber navegado á los Mojos por el Paucariambo, si este de-
sembocase por el Apurimac, y no en el Peni. Respondemos que el Inca na-
vegó por el Paucartambo hasta las montañas pobladas de Chuncos, á quie
nes sujetó primero, y luego pudo pasar al Peni por algún brazo de comuni-
ca» ion ó por tierra; pues naciendo este rio de la cordillera de Vilcauota ba-
jo el mismo paralelo que el Apurimac, y corriendo por la provincia de Pau-
cartambo al oriente de la del Cuzco, va haciendo tal arco hacia el E. que
cuando dobla al N. para entrar en el Apurimac, se aproxima tanto al Peni,
que en sus continencias solo se interpone el corto espacio que hemos refe-
rido.
—133-
contra los cerros, y hace variar la dirección al UST* O. es sin da-
da el rio Beni (1). Después de esta reunión adqniere el nom-
bre de Apo+ParUj ó Gran-Paro, y coutiuuando el rumbo an-
teiior á los 8 grados y 26 minutos, se engruesa con las aguas
del Pach itea (2) y toma el nombre de Ucayali. Declinando en
su curso de N. áN. E. por la ribera occidental por donde le
entró el Pacliltea le tributan el Af/uaitia á los 7 grados 55
minutos; el Mama ó Ou.vhialatau á los 7; el Saraijacu á los 5
y 45; el Tapichi y Caño Pocati, que se comunica con el Mara-
íwn enfrente de San Regis, á los 5. Hecho ya un piélago que
ocupa un terreno de tres leguas se divide en tres brazos y en-
cuentra finalmente con el Marañan á los 4 y 25 minutos ha-
ciéndole variar de rumbo en señal de superioridad.
Próximo á esta célebre confluencia se halla situado el pue-
blo de Omaguas, desde el cual hasta el de la Laguna pueden
computarse cerca de 70 leguas de navegación por el Marañan
y HuaUaga, no existiendo en todo el referido tránsito otros
pueblos que el de Urarinas y San Regis. El Padre Girbal te-
niendo ya dispuesto cuanto era necesario á su peregrinación,
cuatro dias después del Padre Sobrevida que fué el 30 de
Agosto, se embarcó en la laguna de la gran Cocaína, y aportó
á Omaguas el o* de Setiembre habiendo hecho un di a de man-
sión en Urarinas y otro en San Regis, y vístose en la preci-
sión de interrumpir el viaje por algunas horas á causa de las
tempestades que suelen levantar los vientos en las aguas de
(1; Eutre nuestros geógrafos unos quieren que el Beni juuto con el Ite-
nes forme el rio de la Madera: otros que descienda al Marañen con el nom-
bre de Tarari. Alumbremos el origen de semejantes equivocaciones. Las
cabeceras mas remotas del Beni están al oriente de la provincia de Sieasi-
ca cerca del grado 19 de latitud. Corre de S. á N. con algunas inflexiones,
recibiendo varios rios de la montaña que atraviesa. Entre los mas notables
se haya el Corovco, que viniendo de la Paz le entra por el Poniente. Si-
guiendo su curso á los 13 de latitud, 'bota un brazo para el Oriente que en-
tra en un gran lago nombrado Roguaguado, que tiene mas de 1U leguas E. O.
y ó X. S. De este lago por el E. sale un brazo que vá al Mamoré y por el N.
arroja tres nombrados Yata primero el mas occidental, Tamayaquibo el de
enmedio,y Yata segundo el oriental. Siguiendo e*tos un curso nordestal son
sin dúdalos Yutay Tefe y Coari, que desembocan en el Marañan después
rios
del Ucaijali (vide Condam, 1. c. pág. 94). El Beni, dado aquel brazo, sigue
h ista incorporarse con el Apiírimac, en donde entra con media legua de
boca nombre de Paro, aquella comunicación, pues, ha producido los equí-
vocos de nuestros geógrafos acerca del Beni, quien con fundamento se re-
puta el tronco principal de cuantos componen al Marañon por el citado Pa-
dre Rodríguez.
(2) El Paehitea nace á los 10 grados 46 minutos en el fuerte llamado
Quiparacra: corre al E. y tuerce después al N. formando el rio Pasuzo: si-
gue el propio rumbo por algún espacio y luego recupera el primero hasta
y embarcadero del Mayro. Con este
la confluencia rio y el Piechis que se le
une mas abajo vuelve al N. y entra en el Paro.
_434—
Marañon. Cuando en su curato de Cumbasa se asoció al Pa-
dre Sobrevida, diez de sus subditos se empeñaron en acom-
pañarlo con la firme protesta de correr cou él el último ries-
go [1]: pero á pesar de esta fidelidad conoció el Padre Fray
Narciso, que aventurarse con ellos por el Ucayali era expo-
nerse á un peligro manifiesto. Se hallabau fatigados de un
viaje tan dilatado, les era ingrato el clima, y no tenían cono-
cimiento de la nueva ruta que se debia seguir. Por estas ra-
zones los forzó á <pie regresasen á su patria, privándose del
dulce consuelo de contar en sus trabajos con unos amigos fie-
les y compasivos hasta el extremo. En su lugar se repusieron
catorce Omagueses robustos y diestros bogadores, cou los cua-
les surcó el dia 12 en dos canoas al Marañon en busca de la
boca del Ucayali, y el 13 hizo noche en ella.
Ya empezaba la aurora del dia catorce de Setiembre á es-
clarecer las florestas dilatadas y sombrías que riega el anti-
guo y opulento Paro, cuando la vista de aquella inmensa so-
ledad recordó al Padre Fray Narciso la escena trágica de ca-
torce hermanos sacrificados á la muerte por aquellos mismos
bárbaros á quienes ól buscaba. Oprimido de esta idea funesta
y del ningún fruto que habia r)roducido tanta sangre inocen-
te, dirigía sus clamores al cielo desde lo mas íntimo del cora-
zón "no para que nos librase de los trabajos, hambre, sed y
" las demás miserias que podían sobrevenirle hasta el térmi-
" no de morir, sino para que redamase sobre su alma un rayo
" de aquella divina luz iónicamente capaz de fomentar y aca-
" lorar en su pecho la caridad necesaria para catequizar, redu-
" cir y convertir la porción de infieles sepultados en las ne-
gras sombras del gentilismo." Fiado en la protección del
cielo que imploraba con las humildes y fervorosas deprecacio-
nes que hemos referido, principió á luchar contra las corrien-
tes del rio mencionado. A proporción que las vencía inter-
nándose por sus grandes giros, admiraba las espaciosas ori-
llas: indicios claros de la gran cantidad de aguas con que •
[]] Los tigres acechan á los caimanes en las playas del Ucayali, y deque
los tienen á tiro,de un salto les entierran las uñas en los ojos, por no per-
mitirlo en otra parte la dureza de los tegumentos. El caimán luego que se
siente herido arrastra al tigre, y se mete en el agua donde perece este va-
liente cuadrúpedo por no largar la presa. A las tortugas las vuelven patas
arriba paia que no puedan huir y luego van cargando y comiendo poco á
poco. Las tortugas boca arriba suelen vivir 20 ó .'30 dias. Los indios prac-
tican lo mismo.
\2] Las bóbatas figuran una flauta travesera, hacen las de los grueso»
cañutos que hay en la montaña: su sonido es bronco y espantoso.
[3] A sensibus esse creatam
notiam veri, ñeque sensus jposse refelli. Lucr. ; lib. 4.
—4.36—
gi.uas mantas y resinas con el fin de canjearlas si les fuese
posible con herramientas de labranza, de que tienen tanta ne-
cesidad, que las mas veces les cuesta una hacha una canoa en
que han consumido muchísimos dias de trabajo [1J.
Conducían entre sus esclavos varios de la nación Mayora-
na que habita las cabeceras del rio Tcqñchi. Llamánsepor otro
nombre barbudos por tener la barba cerrada como los españo-
les. Se cree descienden de los soldados que se derramaron por
aquellas selvas, cuando el atentado de Diego López de A^uirre
con el capitán Pedro de Orsua. Es extrañísimo el modo con
que se las quitan, y deberá ser también muy doloroso. Toman
dos conchas de que se sirven como si fueran tenazas, y pasán-
dolas con precipitación van arrancando pelo por pelo, y ha-
ciendo tales guiñadas y visages con las narices, ojos y rostro,
que mueven á risa al mismo tiempo que á compasión. Pare-
ce que los antiguos moradores del Perú tenían igual costum-
bre para librarse de sus pocas barbas; pues en nuestro Museo
existen unas tenazitas de plata encontradas en sus huacas,
que según la tradición de sus descendientes servían al desti-
no mencionado.
Habiendo el Padre Girbal comido con el cacique y princi-
pales Oonivos hallado su corazón dispuesto y aun ansioso de
doctrinero, y hécholes algunos regalos, se separó lleno de go-
zo para su viaje. El 30 reparó al O. una cordillera que cor-
tando por el S. E. y N. O. figuraba la que forma el ponguillo
del HaaUaga. Aunque la conversación de los Conivos lo ha-
bían alentado y hecho variar la idea de aquellos bárbaros,
considerando no obstante que el llegar intempestivamente á
sus pueblos podia alarmarlos, hizo se adelantase una canoa
que anunciara su arribo. El 2 de Octubre participó esta, que
habiendo desempeñado su comisión con dos vecinos de Sara-
yacu, preguntaron si venían escoltados de soldados: cerciora-
dos de que nó, prometieron dar parte á su pueblo. En esta
contestación avistaron una canoa con dos hombres, á quienes
haciendo señales de amistad se acercaron con demostraciones
de placer. Fuerou ellas suficientes para que nuestro peregri-
(1)El enunciado Padre escapó del estragó de Manoá, por haber salido
que sucediera, á dar cuenta á sus prelados, y asi
tinos cuantos dias antes
acompañó al Padre Gil eu su entrada al socorro de Manoa.
(2) Se interpreta aguas de mucha corriente.
—440—
na para descansar en mía de las orillas. El 15 se avanzó poco
por la morosidad de los indios. El 16 al medio dia de la nave-
gación saltaron en el primer pueblo de Manoitas, en que ha-
biendo disfrutado por un par de horas de la buena acogida que
hicieron al Padre Girbal y su comitiva, se continuó para pa-
sar la noche en la segunda ranchería que solo distaba una le-
gua. El 17 y 18 se remó en demanda del último pueblo, adon-
de aportó el Padre Girbal por la mañana, aumentadas dos ca-
noas que se agregaron en el tránsito. Este último pueblo de
Manoa habia sido la principal residencia de los Padres con-
versores. Su vista renovó en nuestro peregrino la memoria de
su tragedia, creciendo á lo sumo el dolor, cuando reparó que
algunas indias traian adornado el cuello con pendientes he-
chos de los destrozos de los vasos sagrados. No encontró ras-
tro del Templo por haberse reducido á chacra el lugar que ocu-
paba. Aparentando no obstante en el rostro el placer que no
tenia su corazón angustiado, se mantuvo hasta el 20, dispo-
niendo cuanto le dictaba su cordura para verificar el tránsito
á Oumbasa con 30 gentiles que de toda edad y sexo querían
acompañarle.
¿Qué objeto tan grato hubiera sido ver surcar las aguas del
Huallaga á esta comitiva moradora del Ucayali? Pero ella se
dirigía sin mas rumbo ni inteligencia que su deseo. Aventu-
rada á querer romper montes densos y cargados de abrojos, á
superar los Cerros escarpados que descendían de la cordillera,
y atravesar rios no registrados en tiempo en que ya principia-
ban las aguas, ¿qué podia esperar, sino miserias, hambres y
naufragios! El Padre Girbal sufrió toda esta serie de incle-
mencias hasta el extremo de no tener mas abrigo que un pe-
dazo de zayal, ni mas alimento que las frutas silvestres; y
cuando dejándose arrebatar de las corrientes de un rio, creyó
iba á salir á las deseadas riberas del Huallaga, se encontró im-
pensadamente en las de Manoa. Semejante chasco hubiera
del todo extinguido el aliento de su espíritu fatigado, si en
los grandes males no fuera cierta especie de lenitivo no tocar
en el último.
Restituido el 13 de Noviembre á los pueblos de Manoa ya
solo pensó en regresar por su primera vereda. Los rios Cux-
Mabatay y Ucayali se hallaban muy pujantes con las lluvias.
Entregándose el 14 en dos canoas al impulso de uno y otro,
el 18 ya estuvo en aquel primer pueblo de Sarayacu que se
encontró á la subida. Salió de aquí el 20, y el 28 á las nueve
de lá mañana aportó al pueblo de San Regis de las misiones
de los Maynas, habiendo pasado del Ucayali al Mará ñon por
el caño Pocari; de suerte que en doce días, quitados dos de pa-
rada, bajó desde el primer pueblo de Manoa hasta el Marañon,
—
— 441
habiendo empleado en la subida un espacio casi triplicado. No
qreriendo los indios gentiles continuar la navegación del Ma-
rañon, los despidió con muchas caricias y gratitud á la urba-
nidad cou que lo habían tratado y sacado hasta San Eegis,
posponiendo los recelos que les impiden descender á los May-
nas. Subrogando con suma generosidad los párrocos de es-
tas misiones otro número igual de canoas, y cuanto necesita-
ba el Padre Girbal para subir á Cumbasa, continuó su viaje
por el Marañon. El 11 de Diciembre tocó en el pueblo de la
laguna de la gran Cocaína, y surcando aguas arriba el Hua-
Uagtbj entró el 29 en su doctrina de Cumbasa después de mas
de cuatro meses de auseucia, dando fin á su dilatada y peno-
peregrinacion.
La Eeligion y el Estado pueden recoger frutos muy copio-
sos de ella. Queda desmentida la idea de la ferocidad y bar-
barie del salvaje habitador de la pampa del Sacramento, y
desvanecido el temor impedia su reducción. Su corazón de-
sea se le instruya en las máximas del cristianismo. Máximas
que dirigiéndose al bien y felicidad del hombre, penetran sin
violencia en lointerior de su espíritu, y lo conquistan plena-
mente. La Eeligion Católica, beneficiando al hombre, tiene
un poder infinitamente mayor para civilizarlo, conservarlo en
el orden, y sostener el trono augusto de las legitimas y benig-
nas potestades, que todo el cúmulo de artificios que han in-
ventado los déspotas para tiranizarlo.
Queda explorada la navegación del Ucayali, averiguado po-
derse practicar en cualesquiera de las estaciones del año sin
temor de escollo ó bajío que la embaraze, y experimentada la
celeridad con que puede descenderse desde Manoa á los pue-
blos de los May ñas, la que desde luego presenta un refugio
pronto á los misioneros en los insultos repentinos. Combina-
dos estos principios favorables con los demás que dicta la pru-
dencia, pueden originar unas misiones florecientes que no su-
fran las desgracias de las primeras. Solo es preciso no perder
los momentos. Apoyado en la protección y autoridad de nues-
tro excelso jefe, el Padre Fray Manuel Sobreviela, ha empe-
zado á tomar los recursos mas eficaces. El Padre Fray Narci-
so Girbal y Barceló, que á principios de este año de 1791 lle-
gó á nuestra capital á darle cuenta de su peregrinación, ha
regresado de su orden á los referidos pueblos de Sarayacu, y
3Ianoa con otros dos sacerdotes, un lego carpintero, y un do-
nado herrero, á quienes deben unirse veinte vecinos de Tara-
poto y Cumbasa. Pretende establecer un correo, para que dan-
do noticia de todo lo que fuere acaeciendo, se prevean y dirijan
las consecuencias.
Hemos dicho ya que desde Lima á la laguna de la gran Co-
—442—
cama se emplean veinte y tres dias. De la laguna á San Be-
gis ó á Omaguas se gastan tres. De aquí, subiendo el Ucayali,
á Sarayacu diez y ocho; que por todo componen cuarenta y
cuatro dias. Al regreso se desciende de Sarayacu á Omaguas
en 7: pero de Omaguas á Lima es necesario emplear muchos
dias; por lo común subiendo los rios que necesitan tres para
avanzar lo que se navegó en uno de bajada. A
proporción
que se frecuente el Ucayali será menor el tiempo que se gaste;
porque suele haber algunos brazos que siguen con dirección (1)
y sin los rodeos de la madre, por donde bogan generalmente
los poco ejercitados. La mitad de él, por la parte que menos,
se ahorraría, si se facilitase la vereda del Mayro; pues descen-
diendo por el Pachitea y Ucayali á Manoa, (2) se evitaba un
rodeo de mas de trescientas leguas. Aseguradas las nuevas
conversiones con los socorros del Mayro y Omaguas, servirían
de un centro desde donde la luz benéfica del Evangelio dila-
tase sus rayos no solo sobre las naciones que pueblan lo inte-
rior de las llanuras del Sacramento, sino también sobre todas
las que se estienden por un terreno sin límites al otro lado del
Paro.
¿Y quién podrá calcular las utilidades que resultarían al
Estado si con la religión so introdujese el comercio y navega-
ción de aquellos rios? El descubrimiento de la América causó
una revolución general en el sistema político, en las artes y
hasta en las ciencias. La civilización del Dorado, el Enim y
Paitití podría darles un nuevo aspecto, y aumentar los colo-
ridos que embellecen el retrato de la América Meridional. San
Joaquín de Omaguas, situado en la confluencia del Ucayali y
Marañon, figuraría entóneos la antigua Tiro á cuyos puertos
llegaban las naves y los frutos de todo el mundo. Por el rio
de las Amazonas entrarían las de la América Septentrional,
los de Europa, y cuantos á esta tributan el África y el Asia.
Por el Pastaza y Marañon enviaría Quito sus paños y esta-
tuas. Por el Huallaga y Mayro remitiría Lima el óleo delicio-
so que destilan las frondosas parras y olivas que hermosean
las costas que baña el mar Pacífico. Por el Ápurimac, irían
SEGUNDA PEREGRINACIÓN
—444—
ra formarse nuevos secuaces que la adoren con un corazón
humilde y unos labios sencillos.
Por las relaciones de los viajes del Padre Sobrevida y Gir-
bal, se demostró así el infatigable celo de estos fervorosos mi-
sioneros, como las disposiciones en que quedaban para admitir
las sagradas máximas de nuestra siempre adorable religión,
todos los gentiles de las fértiles llanadas del Sacramento. Al
fin de la última anunciamos la nueva expedición que iba á
ejecutar el Padre Girbal y dejamos al público en la espectati-
va sobre sus resultados. No podían estos dejar de ser dicho-
sos cuando la protección del cieío estaba enteramente decla-
rada. Desde el supremo solio del monarca español descienden
órdenes expresas para su fomento (1). El excelso y esclareci-
do jefe que tiene el talento singular de preveer y "adelantar
con vigor y tino las intenciones del soberano, extiende sobre
los misioneros su mano protectora, y acalora y dirige sus de-
signios; (2) y cuando la línea que separa la gobernación del
Perú de la de los Maynas podia retardar, debilitar, y aun ha-
cer infructuosa toda la actividad de los Religiosos, allí se en-
cuentra por fortuna un gobernador recomendable, un gober-
nador digno de que lo coronen la justicia y la virtud (3).
Bajo de tan favorables auspicios el Padre Guardian Fray
Manuel Sobrevida hizo todos los preparativos conducentes al
éxito feliz de la segunda entrada de su subdito: reunióle al P.
Fray Buenaventura Márquez, celoso misionero que reputó por
un don singular la elección. Acopió abundantemente instru-
INSTRUCCIÓN
Del padre guardián de ocopa fray manuel sobreviela
para los padres fray narciso girbal y barceló, fray
buenaventura márquez, y fray juan dueñas, y para
los que les sucedieren en el establecimiento y pro-
greso de las conversiones de manoa y del famoso rio
UCAYALI.
EXHORDIO.
Padres mios amantísimos: Dios Nuestro Señor se na dignado
elegir á V V. RR. para llevar su santa fe* á la multitud innu-
merable de naciones que pueblan las inmensas pampas y ri-
beras del caudaloso rio Ucayali, y viven sepultadas en las fu-
nestas sombras del gentilismo; de cuya dichosa elección de-
ben dar repetidas gracias á su majestad.
No dudo que en tan remotas regiones se les ofrezcan mu-
chas dificultades, gravísimos trabajos, y continuos peligros
de perder la vida; pero buen ánimo. La mies y la obra
es del mismo Dios que los envia, y les dará el caudal de espí-
ritu necesario para el éxito feliz de tan gloriosa empresa. En
Tom, vi. Literatura.— 59
—446—
todas sus tribulaciones y penalidades tengan presente, que el
fin y motivo de haber abandonado sus padres y parientes, sus
patrias y provincias, íué la conversión de la gentilidad, con
previsión de los indispensables riesgos de perder la vida en
honor y gloria del Señor. Bu todas sus fatigas y trabajos pon-
drán los ojos en Cristo Crucificado, y este soberano ejemplar
les servirá del mayor alivio y consuelo, junto con la esperan-
za del aventajado premio que les espera. Yo tengo una viva
y firme confianza de que con el auxilio de Dios y con su fer-
voroso celo lian de abrazar la maleza de aquellas vastísimas
regiones, y han de sembrar la semilla de nuestra santa fé en
los corazones de aquellos bárbaros, valiéndose para el efecto
de los medios suaves y oportunos que les dictará su pruden-
cia, y la experiencia y acierto con que se han gobernado en
otras conversiones: sin embargo, en virtud y cumplimiento de
la obligación de mi oficio, debo dará VV. RR. algunos docu-
mentos y avisos para su dirección espiritual y temporal, y pa-
ra las de sus prójimos y son los siguientes.
1? Según el consejo de San Pablo á su discípulo Timoteo de-
ben YV. RR. atender primeramente á su salud propia, y des-
pués al bien espiritual de las almas que se les encomiendan;
porque yqui prodest homini etc. f en esta atención procurarán,
asistidos de la divina gracia, cumplir exactamente en todas
partes con las obligaciones de nuestro estado religioso y mi-
nisterio apostólico, acomodándose en cuanto les sea posible á
la saludable práctica de las mortificaciones y ejercicios espi-
rituales que se observan en nuestro santo colegio, no faltando
jamás por la mañana y tarde al ejercicio de la oración y co-
municación con Dios, meditando frecuentemente quien los
envía, para que los envia, y á quienes los envía, y cuanto
costó áDios la salvación y redención de las almas, y con que
ansia la desean su Divina Majestad, María Santísima, los án-
geles y los santos.
2? Apenas hayan llegado á las tierras de los gentiles Panos
y Manoitas, se informarán de Ana Rosa y de los Curacas, del
sitio mas proporcionado para establecer su residencia y pobla-
ción, advirtiendo que sea cerca de algún rio que tenga abun-
dante pescado, buenas tierras, y que no sean anegadizas, y
que puedan sembrar y mantenerse en ellas hasta mil indios.
Sobre todo lo cual los mismos Curacas darán el mejor pa-
recer.
3? Elegido el se irá formando la población con sus ca-
sitio,
lles cordel, disponiendo que una cuadra se divida
y cuadras á
entre cuatro indios, y que cada casa tenga su buena huerta.
4? La iglesia, el convento y casa de cabildo se fabricarán
en la plaza, con arreglo en todo lo posible á la disposición que
—447—
tienen las iglesias y edificios de las conversiones de Oajamar-
qnilla.
5 o El convento deberá tener una huerta grande, en que
puedan criarse yucas, plátanos, maíz, legumbres, yerbas, etc.,
para sustentarse en caso necesario, y para dar á los sirvientes,
á los huéspedes y á los enfermos del pueblo é inhábiles para
el trabajo.
6? Con elmismo objeto cuidarán de criar en el convento
gallinas, cerdos y otras especies de animales y aves.
7? La huerta deberá cercarse con una estacada fuerte, que
se formará fácilmente con los árboles que se sacaren del rozo;
y en sus esquinas se fabricará una especie de cubos ó baluar-
tes, para que los soldados fronterizos y W.EE. puedan de-
fenderse con sus fusiles de cualquiera invasión enemiga.
8? Para el caso de no poder defenderse, tendrán á preven-
ción en la misma huerta los palos y cuerdas ó bejucos nece-
sarios para conducirlos al rio, y- poder armar prontamente al-
gunas balsas, y bajarse en ellas por el Ucayali hasta los May-
nas) pues en dicha bajada no hay peligro de gentiles, y deján-
dose llevar de las corrientes pueden aportar en siete dias á
pueblo de cristianos.
9? Aunque es suave y sin peligro la entrada al Manoa por
la parte de los Maynas, sin embargo para evitar el rodeo del
Marañon y Ucayali, explorarán [ganada primeramente la vo-
luntad délos infieles] el tránsito mas breve desde Manoa pov
el rio Chipurana al Huallaga; pues de este modo facilitare-
mos la pronta comunicación cíe Cumoasa con Manoa, según se
demuestra en el mapa.
10? No impongan al principio á los infieles trabajos ni car-
gas que los hagan odiosos ó sospechasos; y si algunos traba-
jasen voluntariamente los regalarán con hachas, machetes,
cuchillos, abalorios, etc., á proporción de su trabajo: ademas
que para la formación de los edificios necesarios y del cultivo
de la huerta, y de alguna otra chacra de YV. RE., serán sufi-
cientes los veinte fronterizos que van pagados por el colegio,
no solo para que les sirvan de custodia, si también jjara que
trabajen en todo lo que ocurra.
11? ISo vayan á parte alguna donde haya peligro de la vida.
Cualquiera descuido ó menos prudencia en esta parte, ademas
de no agradar á Dios, y ser contra la intención de la obedien-
cia, podría impedir muchos bienes y ser causa de que se per-
diese la misión.
12? Moderen el fervor y celo de hacer muchas reducciones,
procurando asentar bien el pié en la primera; de modo que
hasta que tengan una población grande, y se hallen bien for-
talecidos y seguros en ella, y tengan ganados los ánimos de
—448—
la nación amiga, no se apartarán unos de otros, ni pasarán á
fundar en otra parte; lo cual les encargo mucho, pues la pron-
ta separación de los PP. en el año de sesenta y siete, fué la
cansa principal de su muerte y pérdida de las misiones de Ma-
noa.
13? Para aumentar la población, convendrá regalar con to-
da caridad y amor á los infieles que vengan á visitarlos; ex-
hortándoles á que se avecinden con sus familias en el pueblo,
prometiéndoles defenderlos de sus contrarios, y surtirlos de
herramientas y demás cosas necesarias.
14? Si los que viniesen á visitarles fuesen Curacas, y trata-
sen de ser cristianos, les persuadirán de acuerdo con los ya
convertidos que vengan á avecindarse con sus pareiales cerca
de la primera reducción y pueblo, y se gobernará cada nación
por sí misma, según se practica en el gran pueblo de la Lagu-
na, en donde viven las cuatro naciones de Cocamas, Cocami-
llas, Agúanos y Panos: y cada una es dirigida por el Curaca,
alcaldes y fiscales de su nación.
15? Será muy útil y conveniente para la seguridad, y para
introducir la civilidad entre los infieles, la admisión de los in-
dios de Tarapoto y Cumoasa, que quieran establecerse con sus
familias en aquellas feracísimas tierras; pues asi no será ne-
cesario que vayan á relevarlos cada seis meses, y con el tiem-
po se mezclarán los cristianos viejos con los nuevos y apren-
derán estos subordinación y el útil ejercicio de hilar y tejer,
como los Lamistas, por cuya causa se les mandará que lleven
sus ruedas, telares y peines.
16? Tengan mucho cuidado de que los fronterizos que en-
traren con VV. EE. no hagan agravio, ni den mal ejemplo á
los infieles; sino que los traten con amor y suavidad, despa-
chando con prudencia y cautela á los que hicieron lo con-
trario.
17? Desde luego que hayan llegado á los gentiles, pondrán
particularísimo y continuo cuidado en aprender la lengua de
los Panos y Manoitas, que es lo que generalmente usan en po-
ca variación todas las naciones del Ucayali; pues de saber la
lengua con perfección depeude la conversión de los infieles,
se conciliarán su amor y se libertarán de muchos riesgos. Pa-
ra aprenderla prontamente conversarán siempre con el intér-
prete Paño, con Ana Eosa y con los niños, y apuntarán dia-
riamente todos los nombres y verbos que oyeren, y conferen-
ciándolos por la noche entre sí, harán concordancias y oracio-
nes, y uno de VV. EE. cuidará de ir formando poco á poco el
arte y vocabulario; y jamás pierdan ocasión de hablar en len-
gua con los infieles aquellas proposiciones que fueren apren-
diendo.
—449—
18? Procuren no apartarse de sus compañeros, ni salir algu-
no solo; pues así lo enseñó Jesucristo á sus apóstoles y discí-
pulos, mittens illos binos, etc. Vce solí quiacum ceciderit non ha-
bet subleva ntem Etfrater qui adjuvatur áfratre, quasi tur-
risfortisima. En conformidad á esta doctrina, vivirán siempre
dos juntos para que puedan auxiliarse mutuamente, y velar ca-
da uno sobre la salud espiritual y temporal de su compañero.
19? Jamás dormirán fuera del convento, én el que tendrán
habitación separada para los soldados fronterizos, y por nin-
gún caso ni respeto permitan entrar mugeres á sus celdas, ni
reciban á los huéspedes para que duerman en ellas, y solo los
admitirán á comer, y que vayan á dormir al cabildo en donde
tendrán prevenidas barbacoas para este efecto.
20? Procuren introducir la costumbre establecida en todas
las conversiones de que hayau mitayos para el monte y rio,
que traigan diariamente á V V. Bit. la caza y pescado que ha-
llaren.
21? Asi mismo establecerán la práctica de que los conver-
sos no se ausenten lejos, ni por muchos dias á la caza y pesca,
ó á otras partes sin licencia del Padre que los gobierna.
22? Nombrarán alcaldes, capitán y regidores en nombre del
rei, eligiendo para estos empleos á las principales, informán-
dose antes de los mismos infieles; y poco á poco los inducirán
á que tengan cárcel y cepo para los delincuentes, pero que á
nadie aprisionen, ni menos le castiguen sin su noticia; y VV.
RE. abogarán por el alivio de los culpados y jamás castiga-
rán á alguno por sí mismo.
23? Tratarán á todos generalmente con amor y suavidad co-
mo á sus hijos, socorriéndolos en sus necesidades como ver-
daderos padres, y en los pleitos que tuvieren entre sí, los pa-
cificarán con amor y caridad, procurando ganar la voluntad
de todos, especialmente de los principales: lo que lograrán
dando á todos siempre buen ejemplo, haciéndoles buenas
obras, y ayudándoles en todo lo que la caridad y prudencia
les dictare.
24? Las hachas, cuchillos, abalorios, y demás bujerías que
llevan y se les enviarán cada año, repartirán de modo que
sirva de premio á los que les ayuden en sus trabajos, á los que
mas se adcl.inteu cu su obsequio y en aprender la doctrina,
mejorando y distinguiendo en los regalos á los curacas y prin-
cipales.
25? La experiencia enseña que no puede ganarse la volun-
tad de los infieles sin administrarles herramientas y otras bu-
jerías; y que el tenerlas los Padres en su poder, es ocasión para
que les quiten la vida por robárselas; y así conviene mucho
que en habiendo surtido cada casa de las suficientes, se guarden
—450—
las otras en pueblo de cristianos mas inmediato; que podrá
el
ser Omaguas ó Cumbasa, y cuando algunos de otra nación vi-
nieren á reducirse, les dará el Padre un papel para que el de-
positario les entregue las que tuviese por conveniente.
26? A su tiempo introducirán la práctica de la limosna de yu-
cas, plátanos, etc., según se observa en las misiones de Caja-
marquilla, y les exhortarán á que tengan una chacra de co-
munidad en que plauten yucas, plátanos, maiz, barbasco, al-
godón, etc, para socorro de los necesitados, enfermos é impe-
didos.
27? Amonéstenlos con frecuencia al cultivo de sus chacras,
y á que siembren en ellas toda especie de legumbres, y plan-
ten árboles frutales y algodonales, para que no les falte el sus-
tento y el vestido; y que las mugeres aprendan á hilar y tejer
como las Lamistas, que crien puercos, gallinas y otras aves, y
que hagan lagunas en donde tengan charapas y otros pesca-
dos: y W. BE. practicarán lo mismo, cuidando de renovar
las chacras, porque á las dos coseehas va perdiendo la tierra
su vigor.
28? En siendo tiempo oportuno señalarán sacristán y fisca-
les, enseñándoles las obligaciones de sus oficios, y encargan-
do mucho al fiscal haga el suyo con mucha prudencia, amor
y suavidad, imponiendo á todos en la veneración y respeto á
los Padres, á los Curacas y á sus mayores, y señalarán algu-
nos niños con el título de fiscales menores, que les ayuden á
juntar la gente á la doctrina, que den noticia de los enfermos
de sus respectivas parcialidades para visitarlos y asistirlos, y
de los delitos que cometieren los niños y niñas de su nación.
29? Cuanto mas presto se pudiere, juntarán con sagacidad
y con regalos á los niños [habido antes el consentimiento de
sus padres] por la mañana después de misa y media hora an-
tes de la oración para que aprendan la doctrina, excepto los
domingos y jueves por la tarde, que tendrán asueto; y cuida-
rán de que en toda concurrencia estén separados los de un
sexo de los del otro.
30? Atodos los infieles, y particularmente á los niños, ense-
ñarán á saludarse entre sí con estas palabras: Alabado sea
Nuestro Señor Jesucristo: y que respondan: Por siempre sea ala-
ciado. Que cuando lleguen al convento, ó á sus casas, digan:
Ave María Purísima: y que respondan: Sin pecado concebida;
y que besen la mano á los Eeligiosos, á sus padres, curacas',
alcades y mayores en cualquiera parte que los hallaren.
31? Alos niños mas hábiles y aplicados enseñarán á leer y
escribir en lengua castellana, y algunos cantares devotos y
doctrinales, escogiendo de estos los de mejores voces para que
canten en las fiestas la misa y la salve, la doctrina y el rosa-
— 45Í->
rio por las calles, dando algún premio señalado á los que se
adelanten mas en estos ejercicios.
32? En los domingos y en dos ó tresdias cada semana, con-
vocarán á todos los infieles á la doctrina y repetirán machas
veces nna misma cosa basta que la aprendan bien de memo-
ria, y para que la entiendan se valdrán de comparaciones y
ejemplos, y en cuanto á los vicios, bastará que perciban y en-
tiendan los principales misterios de nuestra santa fé.
33? Jamás bauticen algún adulto, sin que baya aprendido
la doctrina, y sin que deje la pluridad de mujeres ratificando
su matrimonio con la primera, y sea probable que no se huirá
ni alzará. Solo cu caso de muerte le administrará el bautismo,
para lo que será suficiente que entienda antes y forme con-
cepto de los principales misterios demuestra santa íé. Tengan
también particular cuidado de bautizar á las criaturas mori-
bundas, de suerte que todos mueran bautizados, así en el
pueblo, como en sus inmediaciones, encargando frecuente-
mente que les manden avisar, cuando ellos y sus hijos y pa-
rientes estuviesen enfermos.
34? A los adultos enfermos ya bautizados se dará el viático
y la extremaunción, declarándoles antes su virtud.
35? Así estos sacramentos como todos los demás y especial-
mente el bautismo, administrarán con la mayor decencia y
solemnidad, convidando para estos actos á la gente adulta y
catequizada, y lo mismo harán en los entierros; y á los párbu-
los llevarán con fiesta y con guirnaldas.
36? Procuren instruir en la reverencia que deben tener alas
cosas sagradas y al agua bendita, rociando con ella á los en-
fermos y exhortándoles la tengan con decencia en sus casas
y que pongan cruces en ellas en sus chacras, en los caminos
y en las entradas del pueblo; pero¡que estén elevadas de tierra.
37? Que todos traigan rosarios al cuello formados de abalo-
rios, ó de las cuentas que en todas partes se crian, ó que al
menos traigan cruces pendientes al pecho, en señal ó insignia
de cristianos.
38? Tengan libros de bautismos y casamientos y un catálo-
go de toda la gente alistada por sus parcialidades. Borrarán
los que murieren y los apuntarán en otro libro y harán una se-
ñal á los que se ausentaren.
39? Cuidarán de apuntar diariamente todas las cosas que se
juzgasen dignas de participarse al Excmo. señor Virrey ó á su
Prelado, y las comunicarán siempre que tengan la oportuni-
dad.
40° En todas las ocasiones que se les ofreciere, ensalcen la
grandeza, poder y majestad del mayor monarca del mundo,
el señor í>. Carlos IV (que Dios guarde), y del Excmo. señor
—
—452—
Virey del Perú, diciéndoles que nosotros somos enviados por
ellos para enseñarles buenas costumbres, apartarlos de los vi-
cios, instruirlos en la verdadera fé, sin la que no pueden ir al
cielo, y que serán auxiliados y defendidos de sus enemigos
como los demás vasallos de nuestro soberano.
41? En lo demás irán introduciendo poco á poco y con sa-
gacidad todas las prácticas y costumbres que se observan en
las misiones de Cajamar quilla, variando las que tuviesen
por couveniente después de liaber conferenciado la cosa entre
W. EE. y dicho cada uno su dictamen según les inspirase el
Señor, y darán cuenta de todas las dudas que se les ofre-
ciesen.
El Señor llene los corazonesW. EE. de bendiciones de dul-
zura, y les comunique su divina luz para que arreglen todas
las operaciones al mejor servicio de Dios, y mayor bien de sus
—
almas y de sus prójimos. Su afectísimo hermano y siervo en
el Señor. Fray Manuel Sobrevida, Guardian.
Francisco Requería.
[1] Algo extraña parece esta dirección del Maquea, pero puede explicar-
se fácilmente, diciendo que nace por el Sur ó el Este, y después da una
vuelta para entrar en el Ucayali con el nimbo al Sudoeste,
—458—
posponernos a aquella por contener menos particularidades, y
mas cuando tampoco tuvo efecto casi por las mismas causas
que la otra. Emprendió este viaje el dicho Padre en el invier-
no anterior con mayor número de gente, porque lo hizo por
tierra después de atravesar el Ucayáli. Desdé los principios
fueron rozando el terreno paso a paso por la intrincada male-
za y espesura de árboles de aquella inmensa pampa. Asi ca-
minaron algunos dias [no dice cuantos] creyendo hallar mas
inmediata á la nación que buscaban. Eu esto les sobrevino la
hambre, mal irresistible, que los obligó á cazar monos y co-
mer raices y yerbas de las mas conocidas por los indios. Asi
lo iban pasando cuando un accidente imprevisto le trastornó
al Padre misionero todos sus proyectos. Subió uno de sus com-
pañeros á un árbol muy alto tras de un mono, y en alguna
mala postura se vino abajo, lastimándose entre las ramas y
dando con su cuerpo en tierra. Los demás tuvieron este fu-
nesto accidente por mal agüero, y declararon al Padre que no
podian ya pasar adelante. El Padre considerando que la ham-
bre solo era bastante razón para darles gusto, condescendió á
su demanda, y volviéndose por el mismo camino y atravesan-
do el Ucayali en las canoas que dejaron á su orilla, se resti-
tuyeron á Sarayacu. Frustrada esta expedición emprendióla
segunda por otros rumbos, según hemos referido arriba, y vol-
verá á repetir tercera y cuarta, en busca de los Capanahuas, y
del rio Yavari con el ánimo generoso que brilla en su apostó-
lico celo por el bien de las almas y del Estado.
(l) Las edades de los lucas que algunos llaman políticas, cultas é ilus-
tradas, se olvidaron con el ruido de las conquistas, y se han vuelto proble-
máticas. Discurso dirigido á la ciudad de Quito para establecer una Sociedad
económica. Impreso en Santa Fe,
!
—464—
güimos otro rumbo [2], En el instante en que nombramos al
Perú, empiezan á desaparecer de nuestra vista sus pueblos y
ciudades, y se aniquilan hasta los soberbios chapiteles de la
opulenta Lima. Los campos que sembraron nuestros mayores
se ven eriazos, y los sitios amenos del Eimac no ofrecen mas
ornato que una multitud de arbustos y verdes praderías que
agitadas dulcemente por el blando Sur emulan las ondulacio-
nes y murmullos con que el pacífico Océano bate sus riberas.
Penetrando los oscuros siglos que ya dejaron de existir, en
busca de los fragmentos de los edificios de los Incas para com-
pletar la historia de sus monumentos; he venido á parar en
aquellos dias en que la huella humana no habia surcado aun
las arenas de esta región afortunada, ni el brazo labrador sus
fértilescampiñas. Solo aparece la naturaleza rodeada de un
silencio misterioso. Su mano poderosa va á dar la última per-
fección al globo, y sostener su equilibrio fabricando dos mun-
dos distintos en un solo continente. Parece que después de
haberse ejercitado en los abrazados arenales de África, en los
frondosos y fragantes bosques de Asia, en los climas templa-
dos y fríos de la Europa, se esfuerza á reunir en el Perú cuan-
tas producciones habia esparcido en aquellas tres partes, para
formarse un templo digno de su inmensidad, y reposar en él
raagestuosamen te cercada de todas ellas tantas son las ri-
:
(1) Los linderos que les señalamos arriba al Perú, deducidos de la con-
templación de los equinoccios, de los solsticios, y de la diferencia del ter-
reno y sus climas, conviene con los establecidos en las demarcaciones po-
líticas ejecutadas por los Incas, como lo expondremos difusamente cuando
tratemos de ella,
(2) Para darle á la materia que exponemos la claridad posible, debe ad-
vertirse que la parte de la América austral comprendida entre el Ecuador
y el trópico de Capricornio está dividida N. S. por tres cordilleras. I a la
del Brasil, que comenzando cerca de la linea equinoccial corre hasta las
sierras de Maldonado en el Rio de la Plata; 2 a la oriental del Perú, que ori-
ginándose en las sierras nevadas de Santa Marta en el mar del Norte, sigue
como hemos dicho, hasta cerca del trópico, en donde da una vuelta al S.E.
y finaliza en los llanos del gran Chaco; 3 a la occidental, que viene de la
América septentrional, pasa al istmo de Panamá y orla toda la costa áe\
Sur hasta el cabo de Hornos. Entre el mar del Norte y la primera cordillera,
está el Brasil: entre la primera y la segundabas grandes Pampas délas Ama-
zonas; y en la linea en que estas terminan principiando la segunda cordi-
llera, empieza el Perú, que comprende á esta y á la tercera. Los antiguos
Incas nombraron á una y otra Eitisui/u, que quiere decir banda de niev<'-
y como los cuatro puntos cardinales, que llamaban Tavantinsuyu, los deno-
taban por las naciones sojuzgadas que miraban á ellos: la de los Antis, que
está al oriente del Cuzco, dio nombre así á las montañas que de la segunda
cordillera descienden é los llanos, comoá la misma cordillera que les pie-
—466—
mas sobresalientes de uno y otro de una nieve
tos los puntos
tan antigua como el orbe, y abrasados sus volcanes en peren-
ne fuego en la región del trio, su prespectiva asombra al filóso-
fo que la contempla.
Si la bondad de los países hubiese de computarse por la
mayor ó menor extensión que ofrecen á la población y á la
agricultura, la cordillera Eeal degradaría al Perú pues sus ;
cutar uno y otro, las curvaturas, faldas y cimas de los cerros no aumenta-
rian ana pulgada mas de terreno lítil al que ofrecerían sus bases, si no
existiesen ellos. " Esta proporción parece una paradoja, y es una verdad
incontestable; por que todos los árboles que se hubiesen de plantar en la
superficie convexa de una montaña, han de existir perpendicularmente al
horizonte: por consiguiente deben tener en la base horizontal tantos pun-
tos de correspondencia y apoyo, cuantos ocupan en la montaña. De aquí
resulta cpie concluido el espacio que ofrece el plan, ya no se podrán sem-
brar mas en todas las superficies desígnales del cerro que la oc^pa. Con
la propia demostración se couvence que no cabrían mas casas ni vivientes.
[6] Ulloa, Viaye á la América, tom. 2, pág. 568. Condanvine, Voyayc á
VEcn aienr, rom. 1, pág. 73. Fuera (íe estas reuniones, insinúa otra el P.
Amirh en la provincia de Jaén de Bracamoros. Comp. hietor. M. S. de las
Misiones en los Andes.
4C>7——
puedo pintarse con Jas palabras de un sabio que lo examinó
por sí misino. "Al subir, diee, las ásperas y espantosas mon-
tañas que miran al mar del Sur, es imposible ocurra al espíri-
tu, que á sus espaldas se levantan otras de igual magnitud, y
que ambas sirven pava abrigar en su común seno ese pais fe-
liz donde la naturalez i retrata en sus liberalidades, ó por
mejor decir, en sus profusiones, la imagen del paraíso terre-
nal [i];"
El mundo bajo posee la laja interpuesta entre el ramo oc-
cidental y el Océano, que distan mutuamente de diez á veinte
leguas. Está compuesto porunamultitud de planos inclinados,
que descendiendo de aquel, de la línea á Tumbes finalizan en
unas florestas inmensas, y de aquí en adelante se avanzan has-
ta las orillas de este, en ademan do limitar su imperio. Lospla-
nos referidos se hayan separados entre sí por los valles que na-
ciendo alas mismas orillas con la amplitud detres áocho leguas
siguen al oriente abrigados al X. y al S. por una serie de coli-
nas que tomando aumento á proporción que internan en la
Sierra, dividen la cadena occidental, atraviesan frecuentemen-
te el espacio subsecuente, cortan la oriental, y terminan en
las llanuras de las Amazonas guardando una gran semejanza
con su origen [2]. Por esta descripción se percibe, que la
verdadera dirección de los Alpes Peruanos no es IST. S., y que
los que fundados en ella han creído aniquilar. con un solo golpe
ios sistemas de Oopérnico y Newton, no los han estudiado
con la atención debida. Fórmanse por una serié infinita de
cerros que corren O. E. ó al contrario, entre el mar del Sur y
países de las Amazonas; y levantándose con exeso en el me-
dio de su carrera se reúnen, y aparentan á los ojos un tercer
rumbo [3]. El delicioso mundo que vamos bosquejando, qno-
[] )Bonrguer', Figure de la terre, pág, 3].
1 2]Por la descripción que vamos haciendo se conoce que el Perú no es
otra cosa que dos cordilleras, que por las faldas con que se reúnen forman
la Sierra: y por sus lados opuestos, la una compone las montañas de los
Andes, y la otra la costa. Si su división se ha detomar de la dirección de
los cerros, dividiéndolo en mundo alto y bajo, según la idea del Sr. Ulloa'
(Notice American ), La.s montañas pertenecen á este; pero si los cracteres
distintivos lian de salir de la.s calidades del terreno y clima, debe el Perú
dividirse en tres partes, como lo ejecuta el P. Acosta, Histor. nafur., pág. 175
a
I Montañas de. los Andes; 2 a la Sierra; 3 a la costa ó llanos. Caracteres
de la primera, lluvia continua, montes espesos, temperamento cálido de
la segunda estaciones arregladas, metéoros de la tercera sequedad, tem-
ple de la primavera. Pues él principal ñn de las divisiones es el orden y
claridad del discurso, procuraremos'conservar uno y otro, adoptando la
primera: y aunque por mundo bajo solo hemos pintado la costa precisados
del tiempo, al descender al examen particulaijliarernos las secciones corres-
pondientes.
(3) En la hipótesis del movimiento de la tierra y gravitación universal,
la fuerza centrífuga aumentada bajo el Ecuador al producir los Andes de-
—468—
daría oscurecido con los rasgos de nuestra pluma, si uo lo ilus-
trara el divino poeta del siglo, á cuyo sublime pincel estuvo
reservado el acierto.
bia haberles dado la dirección E. O., como lo ejecutó con los montes de la
Luna en el África. Así si aquellos en la realidad corren N. S. queda des-
truida la hipótesis ; pero nuestras nuevas observaciones convencen lo con-
trario. Examinadas con todo rigor las enuuciadas direcciones, ui las series
particulares van precisamente de E. O. ni la reunión de ellas N. S. Esta
declina al Sudeste, y en la misma proporción declinan las series particula-
res; por el occidente del O. al S. O. y por el oriente del E. al N. E. Esto pro-
viene de que la América meridional no corta rectamente al Ecuador. Así
si por en medio de ella se tirara á lo largo una linea, formaría con la
equinoccial por el oriente un ángulo de solo 60 grados, debiendo ser de 90.
Véase á Bufón, tom. 1, pág. 207. Para restaurar las direcciones de nuestras
cordilleras de suerte que viesen precisamente los puutos cardinales, era
necesario viniese un cometa como el que soñó Wiston, le pegase un golpe
al cabo de Hornos, y lo empujase 30 grados sobre el O.
[1] Vanier, Prced., pág. 117.
(2) La primera serie es de cerros altísimos, y la segunda de volcanes de
una y otra cordillera. En el examen de la Sierra, ó Mundo alto, señalare-
mos sus longitudes, latitudes y elevaciones.
—469—
del Creador, signen la dirección de los valles qne la compo-
nen, y con soberbios pórticos se abren al oriente y occidente
en los atrios espaciosos qne le forman por allá las fértiles lla-
nadas de las Amazonas, y por acá las costas y el Océano. Con
respecto á las propias miras se destribnyen por todas aquellas
los tres reinos. El mineral enriquece las áreas y columnas del
centro, luciendo el diamante engastado en el oro finísimo, y
compitiendo con la plata la blancura del alabastro. En su
ámbito dominan los metéoros, precediendo por una parte el
relámpago al trueno y al rayo, y brillando por la otra las au-
roras entre apacibles vapores. Las estancias subalternas ateso-
ran el vegetable y anima!. Yacen á la banda del oriente los
bosques fragosos, las fieras atrevidas, las serpientes, los insec-
tos y los anfibios. Pacen por la del occidente á la sombra
del plátano y el aromo entre la fragancia de las flores los cua-
drúpedos mansos, y nadan en sus atrios los monstruos ma-
rinos.
Las ruinas que circundan estos respetables lugares indican
las mineras del fuego eléctrico, sus caminos y los puntos don-
de sufre mayor resistencia en sus explosiones. Al ver sus es-
tragos diríamos que la naturaleza, aborreciendo el templo
,
tis sunt,quce fortiter fiunt : quee vero pro utilitate reipuMicce es-
cribuntur cetemee sunt : entonces finalmente, lejos de horrori-
zarnos, anhelaremos vivir en medio de las ruinas de Perú.
Hasta aqui hemos dibujado el templo que sobre dos mundos
se ha edificado en él la naturaleza en la parte que ha podidn
examinar la mano, ó registrar la vista. Sumergidos los chapi-
teles de sus soberbias columnas en la región de las nuves, no
alcanza el pincel á copiarlos. Se dice que la gloriaba colocado
sobre ellos su solio, afianzándolo en pedestales de cristal que
rechazando en toda dirección la luz, representan en el éter
las fuentes y jardines del Elíseo vistos al través del prisma.
¡Feliz el mortal que llega á tocarlos Dominando desde él á
¡
(1) Todos los Académicos destinados al Perú á la mensura del grado ba-
jo del Ecuador, han descrito con admiración en sus respectivas obras el
extraordinario fenómeno que se ve sobre nuestras cordilleras al nacimien-
to del sol, y que ellos observaron por la primera vez en el páramo de Pam-
bamarca. "Al tiempo de amanecer (dice D. Antonio Ulloa Viage, tomo 2,
pág.592) se hallaba todo aquel cerro envuelto en nubes muy densas, las que
con la salida del sol se fueron dicipando, y quedaron solamente unos vapo-
res tan tenues, que no los distinguía la vista al lado opuesto por donde el
:
sol salia en la misma montaña, á cosa de diez toesas distantes de donde es-
tábamos, se veia como en un espejo representada la imagen de cada uno
de nosotros, y haciendo centro en su cabeza tres iris concéntricos, cuyos
últimos colores, ó los mas exteriores del uno tocaban á los primeros del si-
guiente; y exterior á todos, algo distante de ellos, se veia un cuarto ar-
co formado de un solo color blanco. Todos ellos estaban perpendiculares
al horizonte ; y asi como él sugeto se movia de un lado para otro, el fenó-
meno le acompañaba enteramente en la misma disposición y orden pero lo
:
mas reparable era, que aliándonos alli casi juntos seis ó siete personas, ca-
da uno veia el fenómeno en si,y no los percibía en los otros. Era esta una es-
pecie de apoteosis (añade D. Pedro Bouguer, 1. c.) en que viendo cada es-
pectador adornada su cabeza de una gloria, ó auréola formada de tres ó
cuatro pequeñas coronas concéntricas de un color mui vivo, cada una con
las mismas variedades que el primer arco del cielo,- gczaba tranquilamente
del placer sencible de reputar destinada á sí solo la brillante guirnalda que
no descubría en los otros. Como al mismo tiempo que el sol forma los enun-
ciados iris sobre los vapores que superan la cumbre de cerros, sus rayos
que imbisten las continuas nieves que rodean á estas, rechazados y des-
compuestos formau un trono de la misma hermosura, se debe creer que es-
tos sitios son la imagen del Tabor.
—473—
contemplarlas, como dependientes del movimiento de la tier-
ra no podrían ejecutarse sin un exacto equilibrio, sin que el
hemisferio austral contrabalancease al boreal. Debiendo el
todo estar sujeto á las leyes que rigen á sus partes, en el ins-
tante en que eJ polo boreal preponderase al austral, un espan-
toso desorden se apoderaría de la tierra. Las aguas correrían
precipitadas a aglomerarse sobre la Groenlandia, la Nueva
Zembla, la Eusia y la Noruega é inundados todos estos paí-
;
(J,l Digmim fleri e.ristimans, quod cimi mundi sint iiifiniti, nondum unius
dominus foret. Plut. Detiranq. cm¡
(2| La una esfera. CU3-0 ecuador consta ele 360 gr. asi dándo-
tierra es ;
circunferencia de sus círculos mayores por sus diámetros: por esto multi-
plicando 3,o00 por 9.000, tendrá de superficie cerca de 27 millones de le-
guas cuadradas, prescindiendo de la curvatura de las montañas. Compa-
rando los continentes é islas habitables con los mares, apenas ocupan aque-
llos el tercio del globo, por consiguiente toda su superficie sera de 9 mi-
llones.
(1- El célebre Bouguer cree que la solidez de la Cordillera no correspon-
de á su volumen por las cavernas de los volcanes pero estos son muy po-
;
cos comparados con los cerros que manifiestan estar macizos, y compuestos
de partes metálicas hasta en sus crestas. Habiendo un rayo en el año de
1681 derribado un peñazco de la cumbre del famoso Illimani, que es de los
de primera maguitud, se sacó de él tanto oro, que la onza se vendía á 8
pesos en la ciudad de la Paz después se continuó extrayendo alguno. Su
:
Tarma.
(4) Este mineral, que contra las leyes casi generalmente observadas en
la naturaleza, se halla en un paraje arenoso y calidísimo, está comprendido
en la provincia de Tarapacá en la intendencia de Arequipa. Dista de ésta
80 leguas, de Lima 300 y del puerto de Iquique de 1 i á 2 leguas.
(5) Por un cajón se entiende 25 cargas de á 10 arrobas cada una.
(6; Este mineral se extiende en casi toda la provincia de su nombre, cu-
ya capital es el pueblo de Huarochirí, que dista 17 leguas de Lima y 2$ de
Tarma: pertenece á la intendencia de Lima.
—
— 4 71>
NOTICIA.
de los trajes, supersticiones y ejercicios de los indios
de la pampa del sacramento y montañas de los
Andes del Perú.
dónde les nace la sensación del pudor en el acto en que se rompen las bar-
reras de ese precioso estado?
(2) Thucyd., lib. 1.
—485—
y quizá no tanto entre nuestros bárbaros por precisarlos á ello
el ardor del clima. Los hombres se cortan el pelo dejándolo
caer por delante basta las cejas, y por detrás hasta la raiz de
la oreja, y encima se colocan el llauto, ó guirnalda entreteji-
da de arrogantes y vistosísimas plumas. Se perforan las bar-
bas, y las ternillas de las narices á manera de los Persas, Ara-
bes, y Malabares, y traen varios pendientes de oro y plata.
Adornan los brazos y cuellos con brazaletes y collares de
dientes de hombres que han muerto en la guerra, ó de anima-
les: echan al hombro el carcax, y llevan en las manos el arco
y la flecha. Las mugeres se cortan también el pelo por la par-
te anterior dejándolo caer hasta las cejas, pero cuidan la pos-
terior para que esparcido les cubran las espaldas, y adornan
sus orejas con primorosos diges. Unos y otros se tiñen los
dientes y labios de negro, el cuerpo de varios colores, y el ros-
tro de encarnado; color que en la antigua roma servia de dis-
tintivo á Júpiter en los dias festivos y decoraba el semblante
de los héroes en sus entradas triunfales (1). Si al dios Cupido
se le quitaran las vendas, él y su madre Venus podrian ser el
retrato de estas naciones. Pero la semejanza del traje no in-
duce en ellas identidad de costumbres, como sucede entre los
Naldivios, á quienes un vestuario análogo ha hecho perder
hasta la idea del pudor.
Comparados con estos nuestros indios, y aun con otras mu-
chas naciones de la Asia, la África y la Europa se deben reputar
por continentes. A
escepcion de uno ú otro cacique que tiene
dos mugeres, el resto abomina la poligamia, y los contratos
con consanguíneos inmediatos hasta el cuarto grado inclusive.
Aman casarse con las de familia' distinta, pidiendo á sus pa-
dres sus futuras esposas con interposición del cacique, ó por
contrato de aquellos se crian juntos desde pequeños, que es lo
mas común, y cohabitan cuando están aptos en señal de ha-
berse efectuado el matrimonio. Por medio de la crianza sue-
len engendrarse amores tan tiernos, que no faltan Artemisas
que sepulten en sus entrañas las cenizas del difunto esposo.
Ko son con todo indisolubles semejantes vínculos, y tan arbi-
tro es el marido á dejar á la esposa y buscar otra siempre que
le agradare, como al contario. Comunmente son las últimas
las que los rompen. Al fin parece que aquí las condiciones son
iguales. Se sabe que entre los Turcos, Partos y otras naciones
(i) Quod rúbens color Heorum sit, unde, el triumj antes facie miniata. Serv.
in Yirg., Edog. 6. No es el amor de la belleza la única causa porque se ti-
ñen los indios de la montaña, ejecutan! o también por libertarse de las pi-
cadas de los insectos, que con su déb'-l aguijón no pueden penetrar el bar-
niz.
Tom. vi. Literatura —64
—486—
del Oriente se inclina la balanza á favor del hombre que en
sus serrallos representa un gallo cercado de innumerables ga-
llinas [1], En Calicut está por las hembras que desposan con
cuantos hombres quieren, y aun los asaltan por las calles. En
este país, dice un sabio, la física del amor tiene una fuerza in-
ven si ble: el ataque es seguro y ninguna la resistencia. De ma-
yores excesos es capaz el hombre sin religión.
Siendo la idolatría un mal tan antiguo, que algunos lo su-
ponen anterior al diluvio (2), y tan pestilente, que habiendo
contaminado todo el mundo, cargo de tal suerte sobre la an-
tigua Caria, que fué preciso que los Caunicos ejecutasen una
solemne cazería en que arrojando con furor sus chuzos al aire,
intentaron perseguir y desterrar de sus confines la multitud
de odiosos é importunos dioses, que no los dejaban respirar
con sus cultos (3), es notable no se encuentre en la mayor
parte de los indios de la montaña. Oreen en un solo dios á
quien dan figura humana y hacen autor de la tierra y el cielo,
á donde dicen se retiró después de concluida la creación de
aquella. Llámanle nuestro Padre, nuestro Abuelo; pero ni le
erigen altar, ni levantan templo, ni le tributan el menor ho-
menaje; solo se acuerdan de él cuando tiembla la tierra. Opi-
nan que esto proviene de levantarse del cielo á revistar á los
hombres vivos, é inferir por el ruido el número de los que
existen, y que en cada paso estremece al orbe. Imbuidos de
la referida creencia apenas sienten el menor movimiento cuan-
do todos salen desaforados de sus chozas, corren, brincan y
patean la tierra gritando: Aquí estamos, aquí estamos. Seme-
jante superstición es originada sin duda de aquellos primeros
sentimientos gravados en el fondo del espíritu humano acerca
de la adorable y benéfica providencia de Dios que vela sobre
los mortales. Sentimientos inefables que jamás podrán borrar,
ni la barbarie, ni la idolatría, ni los perniciosos y perversos
deístas de nuestro siglo, que osan levantar el dedo contra el
mismo que les dio el ser, y cuida de su existencia. ¡Qué bene-
ficio tan graude seria para el género humano, si se pudiesen
recoger á estos fingidos padres de la filosofía y sepultar enme-
dio de los bosques de las Amazonas, para que pateando el
suelo con los bárbaros, siquiera de este modo reconocieran la
Providencia divina, y no turbaran el orden esencialmente co-
nexo con la felicidad y reposo del hombre!
Desenvolviendo las tradiciones de los mencionados indios,
se descubren al través de densas nieblas una ú otra vislumbre
[lj El Padre G-irbal trajo de Manoa una de piedra de ala de mosca: fi-
guraba perfectain en te á nuestras hachas, pero en lugar de asa tenia dos
orejas con un canal para asegurar el cabo con cordeles. Las labran con
otras piedras ayudados del chambo, ó hachula de cobre, y luego con agua
y paciencia las van amolando.
¡2] Cierto género de lanza, cuya hasta es de chonta (especie de ébano)
y la púa de carrizos tostados, que abren crueles heridas.
(3) Los Conivos hacen en sus festividades corridas de jabalíes echándo-
los en una plaza cercada, donde los torean y matan con primor.
(4) Es diguo de notarse, que estos indios nunca emplean armas empon-
zoñadas en sus combates: ¡¡¡y que nosotros que inventamos mil artificios
destructores del género humano, y forzamos al yerro y al fuego á que sir-
van contra sus destidos los llamemos bárbaros?
—493—
Pero la pasión dominante,
el objeto de sns fiestas, de sus
placeres y de su mayor felicidad es la guerra. Para empren-
derla se hace congreso general de toda la nación, presidido ó
por el cacique, ó por quien debe comandar las huestes. Se en-
cienden las pipas de tabaco, corren los jarros de masato, y
cuando ya el dios Baco ha comenzado á posecionarse de sus
sentidos y potencias, se delibera sobre este importante asun-
to y la nación que debe ser el objeto de sus iras. Las causas
son, ó el querer robarlas, ó porque los tiene ofendidos, ó por-
que han sido injuriados de otros pueblos de quienes no pueden
vengarse. Resuelta la expedición, encomiendan al mohán
ciertos ayunos que deben practicarse con todo rigor. Con es-
te designio se retira del comercio humano, y se mete en una
choza solitaria de donde suele salir medio muerto. El respon-
de por el éxito de la campaña. Si es próspero, se le tributan
mil elogios y lo mejor del despojo, y si adverso, otras tantas
maldiciones y garrotazos. El dia en que deben marchar se
adornan de todos los ajuares y armas ofensivas que hemos re-
ferido, llevando por defensivas rodelas tejidas de caña y for-
radas con pieles de animales, y se untan de ají los ojos á fin
de tener la vista perspicaz y descubrir al enemigo. Luego se
ordenan en columna: el general les hace un razonamiento ex-
hortándolos á que tengan constancia y valor, y de cuando en
cuando sacude algunos chicotazos por las piernas á los que
repara amilanados ó mal situados. Dispuestos de esta suerte
parten al enemigo.
Como todas estas piraterías son frecuentes y repentinas, los
pueblos que habitan son otras tantas fortificaciones, prontas
á la defensa. Fórmanse de unos grandes caserones con dos
puertas de comunicación, una á la montaña fragosa y otra al
terreno raso. El todo representa una media luna vuelta la
convexidad al bosque, De este modo, mientras son acometi-
dos por la una puerta y los unos reprimen el ímpetu del ene-
migo, los otros ganan por la otra al bosque, y dividiéndose en
dos alas, sostienen con ventajas la defensa del pueblo. Con el
propio fin el centro de la media luna está sembrado de auge-
ros profundos, ó de púas de palo y piedras durísimas, cubier-
tas de tierra y hojas de palma, que atravesando de una parte
á otra los \Áés de los incautos les imposibilitan avanzar con
celeridad. Acierta distancia tienen sostenidos en los árboles
algunos tambores hechos de troncos huecos, que afianzados
levemente en el suelo, al pasar el enemigo hace saltar la cuer-
da, se precipitan, causan estrépito, y avisan del peligro; pero
como todos son de una misma feria, entienden y burlan seme-
jantes estratagemas.
Tom. vi. Literatura— 65
—494—
Luego quelos invasores se consideran próximos á las po-
blaciones que han de asaltar, se detienen y disponen en co-
lumna. El general les hace segundo razonamiento é inflama
sus pechos. Ellos entonces se ajustan bienios llantos, collares
y brazaletes, previenen las armas, y se enfurecen unos contra
otros, queriendo hacerse formidables. Desde allí echan sus
batidores que vayan registrando el terreno y los árboles, y
descubriendo la senda por donde deben partir con seguridad.
Encontrada caminan con sumo silencio y se arrojan con ter-
rible algazara sobre las caserías, pegándoles fuego, quebrando
y degollando á cuantos topan, excepto los niños que conducen
cautivos. Después de haberse saciado en derramar sangre hu-
mana y robar cuanto pueden, principalmente las cabezas de
los que han muerto, regresan victoriosos á sus pneblos. Los
inválidos, unas veces suelen ponerse en defensa, pero ordina-
riamente vence el que acomete: lo mas común es huir al bos-
que donde se convocan para salir al atajo á los immeros, y
suelen tener tan buen éxito, que no dejan uno qne lleve la no-
ticia á su tierra. Pero sea este próspero ó adverso, acaban de
destruir al pueblo que asaltó el enemigo, y se mudan á otra
parte.
Si aquel ha triunfado en todos los lances de la guerra, ade-
lantan un mensagero que anuncie á la nación sus victorias.
Al punto que estas se avisan; se congregan todos los que han
quedado, en especial las mujeres, y salen al encuentro dándo-
les mil parabienes y elogios, según el número de cabezas que
cada uno trae consigo, reprehendiendo y mofándose del que
viene sin ellas, lo que enardece tanto el corazón de aquellos
bárbaros, que morirán antes que entrar en su casa, sin la ca-
beza de un auca ú otra insigne señal de su esfuerzo. JSÍo han es-
tudiado seguramente el corazón del indio, los que escriben,
que no se pica de honor y que no tiene idea de él. Losltuca-
lis á proporción que van descabezando enemigos, van divi-
diéndose el pellejo que cubre el filo de la nariz, y formándose
unos berrugones con hollejuelitos de palma que introducen en
la división, y creciendo muchas veces el número desde la en-
trecoja hasta la punta de la nariz, se les forma un caballete
que los desfigura en extremo. Lo primero que ejecutan con las
cabezas que han conducido, es cocerlas y sacarles el pellejo
entero del casco y la cara, lo embuten de paja y lo secan al
humo formando una mascarilla. Los dientes los extraen para
sus collares, y las calaveras las cuelgan en sus techos en señal
de trofeo.
Celebran á este con mucho aparato en casa del capitán ó ca-
cique, señalando un dia determinado para el cual se previenen
hileras de tinajones de masato y un gran salón con diversos
—495—
según la calidad de los concurrentes. Llegado el dia
asientos,
emplazado se junta todo el pueblo, ataviándose con mil ridi-
culas invenciones.
Los guerreros procuran siempre llevar agarradas por los ca-
bellos las mascarillas que arriba dijimos. Beunidos en la puer-
ta de la casa del convite previenen sus armas, y figuran que van
á entrar por asalto; vuelven para atrás como si fueran recha-
zados, y á la tercera acometida entran de tropel, se forman en
círculo, empieza el baile y el canto, cuyo principal asunto as
injuriar las mascarillas, reprendiéndoles su cobardía, el no ha-
ber ayunado ni untádose ají en los ojos, y elogiar el exfuerzo
de los que las vencieron. La danza se termina bebiendo ma-
sato, y en esta alternativa de bailar, cantar y beber duran sin
descansar dias y noches hasta que se consumen las tinajas.
Con bastante donaire, dice el Padre Figueroa, que no sabe
como tienen cabeza para tanto ruido, garganta para tanto gri-
to, y diente para tanta tinaja.
Concluidas estas se levantan todos, se forman en dos alas,
una enfrente de otra, comienzan á danzar, se embisten, se ti-
ran de los cabellos, se apuñetean y se van á sus casas. Seme-
jantes á losCoribantes, sacerdotes de Cibeles, que en los sacri-
ficios á esta diosa bailaban blandiendo las cabezas, y luego se
topetaban como si fueran carneros.
Los cautivos que conducen nuestros bárbaros son tratados
con suma humanidad, como si fueran sus hermanos: calidad
que observan entre sí mismo ludiéndose perdón cuando se han
ofendido, é igualmente con todos sus huéspedes, á quienes sa-
ludan besándose las puntas de los dedos, pasándoles de allí á
la barba, y extendiendo luego la manó á usanza nuestra.
HISTORIA
DE UX CÓLICO EXTRAORAIÍTARTO.
[4] Entre los casos que persuaden que el hombre puede libremente res-
pirar teniendo lina organi/acion contraria á la que requieren las leyes or-
dinarias, no hay otro mas admirable que el que refiere Antonio Haen, tom.
1, cap. 17. Habiendo muerto cierto hombre que gozaba de una respiración
libre y expedita, disecado el pecho, se encontró que todos sus órganos vi-
tales formaban una sola pieza. ¿Cómo se movia el corazón?
[5] Hipp., Áphor. 40, lib. 6. Prsesag, 31, 32, 33, lib.l, Haen. tom. 3 pág.
159.
("6] Martinez, Anatom complet, pag. 130.
—503—
Oreusa, que en las tinieblas de la noche hace sentir su dulce
voz, señalando á los humanos los vestigios por donde deben
marchar. Entonces, si encantados de los primeros rasgos de
su hermosísimo aspecto, nos abalanzamos á aprisionarla entro
nuestros brazos, huyo indignada con una velocidad superior á
la del viento, y á la de esos espectros fugaces que figura el
sueño.
Observación Médica
Metamorfosis humanas.
DESCEIPCION
DE UNAS TERMAS DESCUBIERTAS Y FABRICADAS EN LA VILLA
DE HüANCAVELICA POR D. JUAN ANTONIO DlAZ, Y DE
SUS EFECTOS SALUDABLES.
DESCBírCION
BE UN TERNERO. BICÍPITE, SEGUIBA BE ALGUNAS
REFLEXIONES SOBRE LOS MONSTRUOS.
[1] Este socio benemérito lia hecho una dilatada excursión en las pro-
vincias de Tarma, Huanaco, Huamalíes, Conchueos Huaylas y Cajatambo,
comisionado en asuntos gravísimos del Real servicio. Desde diversos pue-
blos de aquellas comarcas, especial mente desde las montañas de los Pana-
tabuas, y de las inmediaciones del Marañon en el partido de Sihuas, ha he-
cho frecuentes remesas así de especies pertenecientes á la ornitología, zoo-
logía y metalurgia, como de diversas observaciones baiométricas, filoló-
gicas, económicas y políticas que algún dia ocuparán nuestras prensas. La
edición de este rasgo lia quedado postergada, por no alterar el orden dis-
tributivo de las materias ya coordinadas para las sucesivas impresiones.
—511—
"El enunciado becerro nació vivo y según sn tamaño en
" el tiempo regular. Su aspecto exterior desde la nuca á
" la cola representaba nn solo cuerpo perfecto con sus ina-
" nos, pies y partes generativas del sexo masculino. De la
extremidad del cuello salían dos cabezas distintas y perfec-
''-
" tas en todos sus órganos. Veíanse estas reunidas por una
" parte de las superficies de los huesos occipital y temporal,
" de suerte que las orejas internas se hallaban perpendicula-
" res, paralelas, y arrimadas la una á la otra, mediando úni-
" camente la distancia de un dedo: las orejas externas venían
" á parar sobre la mitad del cuello. Así cada cabeza miraba
" según direcciones opuestas no enteramente, sino formando
" un ángulo próximo á 70 grados. Vivió 15 dias, aunque algo
" desmedrado. Mamaba con ambas bocas; pero como su situa-
" ciouno permitía ejecutarlo á un tiempo, se alternaban. Toda
1
mi actividad y esmero no pudieron impedir pereciera. Lue-
" go que murió mandé hacer su anatomía. Sus resultados no
" ofrecerán á Vins. mas que una prueba de los deseos que nu-
" tro de ser útil á nuestro amado Mercurio. En lo demás, Vms.
" bien saben que yo no soy anatómico, y que esta es la prime-
" ra vez que empuño el acero y la pluma en clase de diseca-
" dor.
" Abierto el i>echo del monstruo se descubii5 que sus órga-
" nos vitales estaban duplicados desde el fondo de la boca. A
" cada lado habia un corazón con sus pulmones y arterias res-
" pectivas. También estaban duplicados los órganos natura-
" les, excepto el intestino recto que reunía los dos cólones
y
11
se hallaba cubierto por un involucro duplicado. Los órganos
" de la generación se registraban algo confundidos: los cuellos
" de dos vejigas distintas se ingeriau en una sola uretra, en
" la que igualmente se descargaban dos vejigas seminales
" bien abultadas, comunicando cada una con el teste de su la-
" do. Observé que en el esqueleto habia dos diferentes cuellos
" con todas sus vértebras, y que se comunicaban mutuamente
"• por unos cartílagos intermedios. Ambas series se reunían al
[3J Tnstructum cxercititm site, ove, taurisque tribus lustravit. Liv. lib. 1.
[4] fíiioretaurüia hostiarum trium diversi generis immolationem significant,
tauri, arietís, verris. Fest.
[5] Liv. lib. 34.
—513—
todavia con un horror sagrado los monstruos, y aun sojuzga-
ba descubrir por su aspecto las miserias (pie presagiaban. Un
monstruo de dos cabezas so creia ser un indicio claro de los
infelices cismas que ocasionaba la elevación de dos concurren-
tes al soberano pontificado. El famoso (pie sucedió á la muer-
te de Gregorio IX, y que por el espacio de medio siglo despe-
dazó el seno de la Iglesia, fué anunciado según Aldroban-
do [1] por crecido número de prodigios de este genero. Pero
si estos nacían con las caras, vuelta la una contra la otra en
aire de iusultarse, las consecuencias eran guerras sangrientas
entre príncipes cristianos, ó entre estos y sus subditos. La re-
belión de los Ganteses, y su castigo por Carlos V fueron pro-
nosticados según Ambrosio Pareo [2] por un portento de esta
especie, que nació en Hesse el 4 de Enero de 1540. Llegó á
tal extremo el fanatismo y credulidad, principalmente entre
los Griegos, que se puede asegurar que una de las causas que
influyeron en la ruina de su imperio fué el infante de dos ca-
bezas y cuatro brazos, que se dio á luz en Constan ti nopla en
tiempo del emperador Andrónico. El pueblo tímido y supers-
ticioso lo reputó por un presagio infalible de la caida del tro-
no de sus Césares; y desmayado con estas ideas melancólicas,
proporcionó al Musulmán aquellas ventajas que tuvieron por
límites las ruinas de Bizancio. Siglos de tinieblas en que el
hombre solo veia espectros y sombras, en que el astrólogo y
el físico atribuían á la influencia de los eclipses y cometas la
generación de los monstruos.
sihabía reconocido dos voluntades, y respondido esta que sí; que la una ca-
beza dormía cuando la otra velaba, que la una se reía cuando la. otra llora-
ba, etc., y que en consecuencia se bautizaron con separación. El marques
de Saint-Aubin, t. 7, p. 14S ; incidió en el mismo error siguiendo al enun-
ciado Feuillée.
[1] Haller, Physiolog., tom. 8, pág. 134.
[2] Paulian., loe cit.
[3] Feyjóo, Cart, 1, cap. 6.
14] Haller, loe. cit., et in notis ad Boerhaav.,to7n. 4, pag. 264.
[5] Omitía incerta ratione, et naturia maj estáte abilita. Plin., lib. 2, cap. 31,
—516—
culpaciones. Pedro Silvano Begis, filósofo cartesiano de mu-
cho crédito, opinaba que los rudimentos de todos los mons-
truos habian sido criados en el principio del mundo, igualmen-
te que los gérmenes de todos los cuerpos regulares; y que así
como la generación de estos no se efectuaba sino desenvol-
viéndose sus pequeñas partes mediante, el aura del sémeu mas-
culino que fecunda los pequeños huevos que los contienen, de
la misma manera la generación de los monstruos se efectuaba
desenvolviéndose el primitivo rudimento, en que se hallaban
delineadas todas las partes del monstruo. Siguieron esta opi-
nión, y la sostuvieron con aplauso los insignes anatómicos
Du Verney y Winslow.
Por el contrario Mr. Lemeri [l] y otros muchos físicos han
pensado que los monstruos son el electo de algunos acci-
dentes sucedidos al feto en el seno de la madre. Siendo deli-
cados sus miembros, dicen, no hay impedimento para que la
menor causa pueda destruir una parte de ellos, y se origina-
rán los monstruos por delecto. También puede suceder que
fecundados los huevos, se rompan sus involucros, se confun-
dan ó reúnan sus gérmenes; y según la mayor ó menor des-
trucción que entonces sucediese, se originarán los monstruos
por exceso, ó por conjunción.
El ilustre metafísico Malebranche atribuía muchos de los
fenómenos que hemos referido á la fuerza de la imagiuacion
de la madre. Reina entre esta y su feto una armonía semejan-
te á la que Leibnitz juzgaba existir entre las almas y los
cuerpos. Las imágenes grabadas en el celebro de aquella se
imprimen igualmente en el de este, conducidas por los espí-
ritus animales. En nuestro sensorio existen ciertos resortes ó
fuerzas impulsivas, que dirigiendo los espíritus, hacen sinta-
mos en nuestros miembros aquello que nos horroriza en los
análogos do otro. Por ejemplo, si vemos algún hombre que
tenga la nariz monstruosa, nos horrorizamos, y en el mismo
instante sentimos en la nuestra un movimiento desagradable,
como si se formará en ella la-defoimidad mencionada. El hor-
ror grabó con fuerza en nuestro celebro la representación de
la nariz monstruosa, y los resortes y fuerzas activas de aquel
la dirigieron mediante los espíritus á la nuestra. Estos inten-
tan imprimirla en ella, de donde nacen esas sensaciones in-
gratas, pero como están endurecidas con la edad, resisten á la
fuerza impulsiva. Si una muger preñada experimenta esta
propia sensación, sucede en ella lo referido, y por imitación
en su feto; mas como las carnes de este se hallan aun muy de-
licadas, ceden fácilmente á la impulsión de los espíritus, quie-
(1) Histoire de V Acaclémie det sci enees, año 1714 ; pag. 44.
—517—
nes varían su figura imprimiendo como en cera la imagen del
objeto percibido por la madre. En consecuencia él nace con
esta deformidad.
Hé aquí tres sistemas plausibles destinados á explicar la ge-
neración de los monstruos. Sistemas concebidos después de
muchas reflexiones combinadas con los hechos mas acredita-
dos, pero que ninguno de ellos puede establecerse como una
regla general. Es preciso, ó abrazarlos todos aplicándolos se-
gnu la diversidad de los monstruos, ó desterrarlos para siem-
pre de la física, dejando al hombre sumergido en sus antiguas
tinieblas. El sistema de Silvano ílegis es el único que expli-
ca con energía y claridad la generación de los monstruos por
transposición; porque si el mismo Autor de la naturaleza al
criar los rudimentos del reino animal no organizó los mons-
truos de esta clase, ¿qué choque, qué impulsión, ó qué acci-
dente puede haber acontecido en el seno materno que ejecute
las transposiciones admirables que hemos referido, y otras
muchas que se leen en la historia de la anatomía! Estas me-
tamorfosis dependen inmediatamente del Criador. Eu ellas
resplandece la fecundidad y variedad de su arte infinito, ai
mismo tiempo que su libertad, no estando siempre sujeto aun
mismo plan de construcción.
Pero sin recurrir á las aras, sin hacer que el Criador sea el
autor inmediato de los monstruos por defecto, por exceso y por
conjunción, pueden estos explicarse por el sistema de Lemeri.
Los raros accidentes que acontecen al feto en el vientre de su
madre pueden hacer que se les quiebren, disloquen, no se nú-
trancó pudran los brazos, pies, etc. En esta hipótesis nacerá
sin ellos, y será un monstruo por defecto. Los monstruos bicí-
pites y los bicorpóreos dependen de un mismo principio. Si se
fecundasen dos huevos á un tiempo, y eu estos por las causas
referidas ú otras análogas se destruyesen las partes contiguas
de las membranas que los cubren, se reunirían por la cicatriz
y formarían un solo huevo. En esta suposición los gérmenes
contenidos están próximos á reunirse por sus lados, y como
los rudimentos de sus miembros estén muy tiernos y peque-
ños, si se efectuase la reunión se destruirá mayor ó menor nú-
mero de ellos en razón del contacto. Si este se hizo con fuerza
en toda la longitud de uno y otro germen excepto la cabeza,
como la presión impide que se nutran las partes intermedias,
resultará un solo cuerpo con dos cabezas, cuyos órganos inte-
riores estarán masó, menos duplicados según el número de ór-
ganos que padeciese en la reunión. Bajo de este supuesto de-
be considerarse que el ternero bicípite, objeto de este Papel,
está compuesto de dos terneros distintos que existieron en el
TOM. VI. —
LlTEEATUKA 68
—518—
vientre de su madre en dos huevos separados, y que se reunie-
ron por el método dicho. A la verdad así lo manifiesta la du-
plicación de sus cabezas, cuellos y visceras. Puede también
opinarse que los dos gérmeues del enunciado bicípite estuvie-
ron contenidos en un solo huevo. Fenómeno frecuente en las
aves, por cuya razón suelen nacer con dos cabezas, tres, ó cua-
tro pies. De cualquier modo que se opine, es fácil su explica-
ción.
Cuando los fetos no se unen del modo enunciado, sino que
habiendo crecido y fortificádose en el seno materno se encuen-
tran por algún lado, y con la frotación se forma uua úlcera,
se conglutinan sus labios, se entretejen mutuamente sus fi-
bras y vasos por aquella parte, quedan pegados los dos cuer-
pos y nace un monstruo bicorpóreo.
El sistema de Malebranche dá bastante luz para explicar
las carnocidades representativas de frutas é insectos que apa-
recen en los infantes, originadas de los sustos y antojos de las
madres. El explica de un modo admirable la singular armo-
nía que reina entre uno y otro. Es cierto que Blondel y Mau-
pertuis reputan por sueños y puerilidades cuanto se escribe
en apoyo de esta mutua correspondencia; pero ella tiene á su
favor entre innumerables filósofos al respetable Boerhaave[l].
Los escritos de este sabio y demás autores que hemos citado,
pueden servir á aquellos que excitados por estos breves apun-
tes quieran extender sus conocimientos sobre este importante
ramo de la fisiología.
DESCKIPCION
DEL JIGANTE QUE ACABA DE SER CONDUCIDO 1 ESTA CIUDAD
DE LA DE ICA.
cia de los bicípites porque todos los hombres tienen una sola cabeza, tam-
poco la d« los- grandes gigantes porque no guardan proporción en sus
miembros. Si se hubiese de seguir el método de impugnar de Daubeuton,
se diría también ser falsa la velación que nosotros hacemos de Basilio Huay-
las; pues dándole cerca de tres pies de latitud á sus espaldas, no debían
corresponderle 7 pies de alto, sino mas de doce. Y si las medidas se hubie-
sen de deducir de sus manos y dedos, apenas se le podría dar de cinco á
cinco y medio de altura; pues ni la palma de la mano corresponde á lo lar-
go de sus brazos, ni menos los dedos, que aunque gruesos son bien cortos.
(1) Según el cálculo de Muschenbroeck, era preciso que el grueso de los
huesos de un gigante estuviese en razón dupla del exceso que tuviesen en
longitud para conservar el mismo grado de fuerza. (Véase la introducción
á la Historia natural del hombre por Mr. Daubenton. Enáclop., tom. 1. 1
—521—
mantenerlas. Para cada individuo una manzana seria una
guinda, y un melón una manzana: asi necesitaban tener las
rentas del Emperador Maximino, cuya comida ordinaria era
de 40 libras de carne y 36 azumbres de vino; ó qne el resto de
los moradores de la tierra se ocupase en echar guindas á la
tarasca, como lo hacían los paisanos de nn cierto glotón nom-
brado Albín, qne comia sin descansar cien melocotones, diez
melones, quinientos higos, y doce docenas y media de ostras.
Huaylas no es de esta c ase. Come regularmente, y menos
que la mayor parte de la infinidad de golosos qne habitan es-
ta capital. Es cierto que es Indio, y qne ésta es la gente mas
parca del universo cuando se mantiene á su costa. No sabe-
mos lo que será, si se acostumbra á ejecutarlo á la agena; por
qie entonces el Indio mas pigmeo suele comer como un gi-
gante.
Hasta ahora no se ha determinado á que grado de altura
debe aplicarse este nombre; pero como por lo comnn los natu-
ralistas reputan por hombres de grande estatura los qne tie-
nen cinco pies y algunas pulgadas, bien podrá Basilio Huay-
las aumentar el número de los gigantes sin que sea necesa-
rio tenga la estatura de Tifón, hijo de Juno, que tocaba con
la cabeza en el cielo; con la una mano en el Oriente y con la
otra en el Occidente, y de fuerzas tan desmedidas, que para
oprimirlo fué necesario le echasen encima todos los promon-
torios de Sicilia, como lo cantó Ovidio.
-522—
Apuntes de la Sociedad.
—524—
pollos del género humano, después que determinó el Criador
acortar los dias de sus individuos.
Sin embargo la leche es el líquido nutritivo que nos prepa-
ra la naturaleza, y á los cuerpos secos y extenuados les dá un
vigor y humedad maravillosos. Su uso extendió la edad de un
hombre 120 años (J), y un sabio lo recomendaba á los ancia-
nos como muy propio para volver á la mas florida (2). Con
mayor razón, pues, deberá dilatarse en los niños, cuyos tier-
nos miembros están mas dispuestos á recibir sus benéficas cua-
lidades. Sería aun mas efectivo el nuevo plan propuesto, si
las nutrices variasen la dieta común, eligiendo viandas menos
duras y terreas para acercarse al régimen de los antediluvia-
nos (3). De esta suerte según los principios establecidos ha-
bría menos elementos en la sangre de los niños que promovie-
sen la coherencia de sus partes sólidas, y muchos que fomen-
tasen su flexibilidad. ¿Y acaso bajo de este método no se li-
bertaria igualmente al nombre de las viruelas, sarampión, gá-
lico, y demás enfermedades que han nacido después del di-
luvio?
Puede oponerse al sistema que vamos esclareciendo, que
lejosde ser útil á la conservación de la vida la flexibilidad de
las partes del cuerpo humano, ella es el origen fecundo de la
muerte; pues es mucho mayor el número de los que perecen
en la edad tierna, que en la madura. Pero la solución es ob-
via; porque es mayor el número de los que existen en la edad
primera. La
ley del morir es universal á todas las épocas que
forma vida humana. Sean pues 1,000 los hombres, y mue-
la
ra de cada 40, 1, como se observa en las regiones saludables.
Divídase la vida en diez clases. Es cierto que en la 1? mori-
rán 25, por consiguiente ya la 2? no constará de 1,000, sino
de 975 la 3* de 926 la 4* de 853 la 5? se aproxima á 758
; ; ;
las enfermedades.
TOM. VI LlTERATUEA — 69
versales angustias de los infelices mortales? El hierro y el
fuego asolan tres partes de este globo desgraciado; mientras
el cielo y la tierra se conjuran contra la cuarta > negándole sus
aguas y sus frutos. ¡Ah! los tremendos parasismos del hombre
mora] son los que necesitan de remedio.
Esta ilustración ó apuntes deben considerarse como una
opinión que ni impugna ni defiende. La Sociedad no profiere
otro juicio acerca del sistema del Dr. Crespo, que el que apli-
can los Italianos á todas las obras de esta especie se non é
:
—528—
paró hasta enterrar bajo las ruinas de Quimiri al valeroso D.
Fabricio Bartoli. La conquista de este importante puesto le
facilitó la entrada en Vitoc, que corrió la propia suerte. Sus
vecinos, después de haberse visto señores de haciendas vas-
tas y florecientes, tuvieron que vivir en la miseria en Tapo y
otros pueblos de Tarma. Las flechas del Ohichirene y Sitni-
rinche hicieron tal impresión en aquellos, que el Excmo. Se-
ñor marquez de Mena-hermosa, que entonces lo gobernaba,
tuvo que acordonar con varios fortines la ceja de la montaña,
y señalarlos por límites entre el Español y el Bárbaro.
Quedando Vitoc en poder de este, carecía por consecuencia
Tarma de su granero, cuya falta no habia de tardar en hacer-
se sencible. El Indio y el mestizo gemían en la pobreza á que
los reducía la pérdida de Vitoc. Los hielos que talaban repe-
tidas veces las sementeras de la Sierra, avivaban el dolor y la
memoria de la montaña libre de semejantes calamidades pe- :
Proyectos literarios.
(*) Esta Biografía fue escrita de esta capital en Agosto de 1860, por el
Sr. D. Benjamín Vicente Maquena con el objeto de publicarla á la cabeza
de nna adición que debió hacerse en Europa de las obras del ilustre Una-
nue, bajo la dirección de su nieto D. Pedro Paz Soldán Unanue, joven ca-
jas prendas de corazón y de inteligeucia le hacen una de las esperanzas de
bu patria, ya harto honrada con el doble apellido que él lleva.
—536—
bondadoso de un pariente materno, el Dr. Osorio natural de
Tacna, y que por aquellos años servia el curato de Arica-
Grecia de esta suerte el joven alumno, dando ya esperan-
zas de un desarrollo aventajado de su inteligencia, bajo la di-
rección de aquel preceptor, mientras su madre dirigía su alma
y sus tendencias hacia lo que se consideraba entonces el ma-
yor perfeccionamiento del cristiano: el sacerdocio.
Un acontecimiento vino á dar impulso mas decidido á aquel
deseo materno, al que sin duda cooperaba el buen párroco de
Arica. Tal fué la visita diocesana practicada por el obispo de
Arequipa D. Jacinto Chacón y Aguado, por aquellos años,
en que habiendo entrado ya Unanue en la edad en que era
preciso adoptar una carrera, llegó aquel prelado á la parro-
quia de Arica.Conociole al lado de su preceptor, y prendado de
su tierno ingenio y déla belleza infantil de su figura, resol-
vióse á llevarle consigo á la capital del obispado, y educarle
á su lado en el seminario de San Gerónimo de Arequipa.
Partió en consecuencia el joven seminarista en compañía de
su protector é -instalóse luego en su aula, decidido á abrazar
la carrera sacerdotal. Con este propósito trabaió con el tesón
genial de su espíritu y los brios de la temprana edad, hasta
ver casi terminados sus estudios eclesiásticos antes de cum-
plir los 22 años.
Existia por esta época en el oratorio de San Felipe Neri, en
Lima, un hermano de la madre de Unanue tan distinguido
como la mayor parte de sus colegas y á quien cita el virey Jil
de Lemus en la Memoria de su gobierno. Era este el padre
Fray Pedro Pabon. Resuelto pues, Unanue á hacerse sacer-
dote, vino á Lima en demanda de aquel pariente que mejor
que mas altos potentados podía servirle con sus consejos, sus
luces y aun su prestijio. Este primer viage á la capital, en
que el joven provinciano debi a desempeñar después tan en-
cumbrados puestos, tuvo lugar en 1777.
Mas el padre Pabon no era un consejero vulgar, y asi al
menos, debemos creerlo, porque conociendo el carácter ar-
diente y el vuelo de espíritu de su joven sobrino, hízole pre-
sente que la carrera eclesiástica con venia menos á su índole
que el estudio activo de las ciencias y el ejercicio de alguna
de las profesiones del saber humano.
Unanue tubo el buen sentido de aceptar las insinuaciones
de su ti o, y procurando elegir una carrera ventajosa, decidióse
por la que entonces era mas difícil, menos apreciada y aun mi-
rada con desden por las vulgares preocupaciones de la época:
tal érala medicina. Fué pues la noble misión de Unanue y su
mas indisputable gloria, el haber vindicado en el Perú aquella
noble ciencia, y mas que esto, dotádola con la academia mas
—537—
importante que de aquel ramo existe hasta hoy dia en la
América del Sud, después de haberle dado lustre con su plu-
ma como escritor, con su elocuencia en el profesorado, con
sus brillantes aciertos en la práctica y con su notable influjo
político en la administración colonial.
Hacíase entonces el estudio de la medicina mas como por
via de afición, que de enseñanza sistemada, asociándose á al-
guno de los doctores que tenían á la par con los curanderos y
empíricos el ejercicio público de aquella profesión. Mas, para
fortuna de Unanue, habilitaba entonces en Lima el célebre mé-
dico D. Gabril Moreno, en quien la facultad médica del Perú,
reconoce su mas antigua lumbrera y su primer regenerador. A
su lado el joven Unanue, echando ahora á un lado los cánones
y la teología, hizo sus nuevos estudios profesionales con un
éxito tan extraordinario, que en poco tiempo llegó á ser el
protomédico de la facultad. Su adhesión á su maestro y el
aprecio que de él mereció, nos han quedado consignados en
algunos recuerdos de noble gratitud, cual fué la dedicatoria
que Unanue hizo á su maestro de su obra mas aventajada de
medicina (Observaciones sobre el clima de Lima) y un retra-
to, que aunque modesto, fué costeado por el discípulo, y se
conserva todavía en el museo del colegio de San Fernando.
Una brillante pluma nacional, la del distinguido Dr. D. en
medicina Casimiro de Ulloa, nos ha hecho recientemente la
pintura de lo que era la ciencia médica y su noble ejercicio en
las colonias españolas durante los primeros siglos de la domi-
nación castellana. " Las epidemias mortíferas de Tifus, dice
en un discurso profesional, de disenteria, de ciruelas y fiebres
pernisiosas, recorrían con su funesto cortejo de víctimas la in-
mensa extensión de Quito hasta Potosí, sembrando de cadá-
veres nuestros valles y nuestras alturas, y no encontrando en
su debastadora marcha mas que cómplices de sus estragos,
en los que indevidainente llevaban el nombre de curanderos.
Unanue fué llamado á hacer una verdadera revolución en
aquel deplorable atraso, y á los pocos años de su instalación
en Lima, le vemos fundar el primer Anfiteatro anatómico que
hasta entonces había existido en nuestro continente.
Mas ¿como el modesto seminarista de Arequipa, habia lle-
gado ha obtener un alto prestigio y puestose al alcance de eje-
cutar obras de tamaña magnitud! Su extraordinaria inteli-
gencia, su laboriosidad y su íntegra conducta, le allanaron
aquel camino recorrido tan aprisa y con tanto fruto para su
nombre y el bien de sus semejantes.
Recibido apenas de médico, se habia relacionado, en efecto
con las poderosas familias de los Landáburu y de los condes
de Monte Blanco, comprometiéndose para servir de preceptor
—538—
á dos jóvenes de estas casas que estaban unidas entre si por
vínculos estrechos de parentesco. Eran aquellos D. Agustín
Landábnrn; rico propietario de Cañete, cuya fortuna heredó
después Uñarme, y D. Fernando Carrillo y Salazar. La casa
de la madre del primero, Da. Mariana Belsunze, fue de esta
manera el primer asilo que ofreciera á Uuanue la opulenta
Lima, pues se hospedó en ella con sus alumnos; y por medio
de los parientes de estos llegó á ponerse en contacto con la
mas alta y prestigiosa aristocracia de aquella capital.
Héchose conocer de esta suerte, pudo el joven médico lucir
con ventaja sus talentos; y asi, en la primera oposición que
se presentó la de la cátedra de anatomía que se enseñaba en
la Universidad de San Marcos, y que se estableció solo diez
años después de su llegda á la Capital ( 1787 ) obtuvo un bri-
llante triunfo sobre todos sus competidores, y se hizo desde
entonces, aunque muy joven todavía, la primera autoridad
médica del pais, después de su maestro el doctor Moreno y
del no menos aventajado médico y geógrafo español, el famo-
so D. Cosme Bueno.
Adelantado ya rápidamente el distinguido profesor en fa-
ma y en prestijio, alcanzó la realización del mas importante
de sus empeños por el adelanto de la ciencia y fué este la
planteacion del Anfiteatro Anatómico, cuya inauguración so-
lemne tuvo lugar el 21 de Noviembre de 1792, con asistencia
del virey y de todos las corporaciones y autoridades, en cuya
ocasión Unánue pronunció una de sus mas notables arengas
universitarias, género en que después sobresalió de una ma-
nera tan culminante.
En cuanto á los esfuerzos de Unánue para plantear este es-
tablecimiento y los recursos que durante el coloniaje se desti-
naban á la instrucción pública, pueden valorizarse ambos de-
bidamente cuando se sepa que fué preciso echar mano de
unos 3,830 $ que habían sobrantes del ramo de suertes y de
un derecho sobre el de bodegaje establecido en el Callao.
Encontramos, pues, al llegar á esta página de la vida de
Unánue, que antes de cumplir los cuarenta años de su edad,
se había labrado por sus solos esfuerzos el primer puesto de
las ciencias médicas en el vi rey nato del Perú, y quizá en to-
da la América, carrera verdaderamente prodigiosa en un jo-
ven criollo, que se habia presentado á la faustosa capital de
los vireyes sin mas poder que el de su injenio!
Pero llegamos precisamente á la época en que el Dr. Uná-
nue comenzó á figurar en una senda en la que acaso se hizo
mas ilustre que en su profesión científica: tal fué la de la li-
leratura, como escritor y publicista.
Desde un año antes á la fundación del anfiteatro anatómi-
—539—
co, había comenzado, en efecto, á darse á luz aquella notabi-
lísima revista, que puede considerarse como el magnífico si-
labario de la literatura nacional del Perú, el Mercurio Perua-
no, cuyo primer número se publicó el 2 de Enero de 1791.
Unanue se hizo el alma de aquella publicación, no solo redac-
tando los mas notables y variados de sus artículos, que son
todos los que tienen la urina de Avisto, y algunos otros, sino
sirviendo de secretario de la Sociedad de Amantes de Lima, de
cuyos trabajos prácticos era órgano aquel periódico.
Así fué que durante los cuatro años que duró la existencia
del Mercurio Peruano, en cuyo período se publicaron no mo-
nos de doce volúmenes, Unanue trabajó con el mayor tesón
y sin otro salario que la noble fatiga de sus desvelos consa-
grados á las ciencias; y distinguióse entre sus notabilísimos
colegas no solo por la abundante contribución con que enri-
quecía las págiuas de aquella revista, sino por la variedad de
estas que prueban á la vez la universalidad de sus conoci-
mientos y lo elástico y brillante de su injenio.
Repasando á Ja lijera las hojas del Mercurio Peruano, se ve-
rá, pues, que el secretario de su redacción escribió alternati-
vamente, ya sobre los monumentos del antiguo Perú, ó so-
bre la geografía física de sus plantas tropicales; ya sobre las
peregrinaciones por el rio Huállaga y otros del interior, de los
padres Girbal y Sobreviela, ó el elogio lisóricodel célebre D.
Antonio de Parada; ya en fin, sobre la conveniencia de esta-
blecer una escuela de pilotaje x>ara el adelanto de la marina,
ó sobre los Yaravies peruanos, esa deliciosa y melancólica li-
teratura indíjena que vive escondida en el corazón de la Sier-
ra, como las flores de sus ignotos valles ó el cantar de sus er-
rantes pastores.
Pero al propio tiempo en que Unanue brillaba como literato
y eomo protomédico, pues ya habia alcanzado por esta época
tan elevado rango, hacíase notar como cosmógrafo mayor del
virreyuato, colocándose entre los mas dignos sucesores de
Peralta y Cosme Bueno. En esta capacidad dio á luz anual-
mente desde 1793 á 1797, el Guia político, eclesiástico y mili-
tar del Perú, publicación que por su labor y su método, es sin
duda superior á la larga serie de almanaques y guias del Pe-
rú que desde aquella época han trabajado los cosmógraíos,
que se han sucedido hasta la fecha.
Asi mismo por aquellos años (1794) Unanue, haciendo es-
fuerzos extraordinarios de laboriosidad, quiso publicar asocia-
do al Dr D. Juan Egaña, después famoso en Chile, un periódi-
co con el título de Gaceta de Lima; pero no pudiendo dar ci-
ma á la realización de esta empresa, cedieron ambos el privi-
legio que habían obtenido, al impresor D. Guillermo del Rio ?
—540—
quien dio á luz aquel periódico con el nombre de Telégrafo Pe-
ruano.
Para acometer todas estas empresas, TJnanue había tenido,
sin embargo, un alto apoyo y un estímulo constante.
El ilustre virey Gil deLemus le habia honrado no solo con su
confianza pública, poniendo á su disposición todos los archi-
vos del vireynato sino que lo alhagó con su aprecio personal
y el aplauso de sus méritos. A estas señaladas circustancias
debió Unanue el alto honor de ser designado por aquel virey
ara escribir la Memoria de su Gobierno, sin duda una de las
mas notables de aquella serie de documentos administrativos
y la que acaba de ver la luz pública formando el 6? y último
volumen de la colección impresa á expensas del gobierno pe-
ruano. Su título es el siguiente: Relación del gobierno delExcmo.
Señor virey del Perú, D. Francisco Jil de Taboada y Lemus,
presentada d su sucesor el Excelentisimo Señor Barón de Vallenar,
año de 1796. Consta de 353 páginas en folio y está dividida,
como era costumbre en estos trabajos, en cuatro partes que
comprendian las diversas faces del gobierno colonial, á sa-
ber: 1? parte eclesiástica: 2? civil y política: 3? hacienda y 4*
guerra.
No tuvo menos fortuna el sabio Unanue con el sucesor de
su decidido protector y amigo Gil de Lenius, pues el ilustre
O'Higgins, aunque hombre de otro temple,le honró con encar-
gos literarios y científicos de importancia. Entre otros traba-
jos han llegado hasta. nosotros, un opúsculo que Unanue pu-
blicó en 1801, precisamente en el mes en que falleció aquel
virey, y cuyo título dice asi: Discurso histórico del camino del
Callao, construido de orden del Excelentisimo Señor marques de
Osorno por el Dr Unanue. Lima, 1801.
Tan notable habíase hecho ya Unanue, y estribaba su re-
putación en tan brillantes y sólidos títulos que desde los pri-
meros años de este siglo comenzó á conocerse como la mas al-
ta lumbrera de las inteligencias nacionales, y pagábanle este
tributo no solo sus compatriotas, sino los distinguidos extran-
jeros que de tiempo en tiempo visitaban estos lejanos paises.
Fueron de este número el botánico Haencke, el mineralojista
barón de Northenfiieht, los sabios españoles Ruiz y Pabon,
que le dedicaron una nueva planta descubierta por ellos [la
Unanea febrífuga,] el eminentísimo Humbolt, y por último
el ilustre Salvani, enviado á propagar la vacuna en America.
Honrado este sabio por la Universidad de San Marcos con
un grado, tuvo la fortuna de que presidiera Unanue el acto
de su incorporación, quien, por su parte, pronunció en aque-
lla solemnidad el notabilísimo el ojio que se publica en el pre-
sente volumen. Era tan frecuentada la sociedad de este hom-
-541-
bre, ya que uuo de sus mas aventa-
ilustre poi? aquellos años,
jados discípulos el l)i\ D. José Gregorio Paredes, dijo mas
tarde y haciendo uso de una expresión feliz, al aludir á esta
circunstancia: " Que la casa del Br. Uñarme era el derrotero de
los sabios"
Por esta misma época publicó Unanae la obra por mucho
mas notable de su repertorio con el título de Observaciones sobre
el clima de Lima y su influencia en los seres organizados y en es-
pecial el hombre, (cuya primera edición se publicó en Lima en
1806, la segunda en Madrid en 18 L5 y la tercera es la presente
la que desde luego la atención del mundo científico,
le atrajo
no solo en América y España, sino en varios otros paises de
Europa, cuyas sociedades científicas mas notables le inscribie-
ron entre sus socios, en particular la de Baviera, Filadelfia,
Madrid y ISTueva York.
Prolijo seria entrar en el análisis de esta obra científica, pe-
ro desde que la publicamos íntegra en el presente tomo, deja-
mos al lector en la libertad de juzgarla en todo su valor se-
ñalando solo como uno de sus méritos lo que muchas veces
se le ha atribuido como un reproche á saber, la lozanía y brillo
del lenguaje, que algunos críticos quisieran desterrar de las
obras científicas, pero á cuyo error Buffon, Arago y Hum-
boldt entre otras muchas eminencias del saber, han dado en
sus obras tan espléndida reputación.
Pero antes de concluir la era colonial mediante cuyo súbi-
to cambio debia lanzarse Unánue en la corriente á que su ilus-
tración y su nacimiento lo arrastraban, le veremos todavía lle-
var á cabo la mas importante de sus empresas científicas, y
la que existe todavía incólume y salvada de las oscilaciones
de tantos años de ajitacion política como un monumento du-
rable de su gloria. Tal fué la fundación del Colejio de Medici-
na de San Fernando, establecimiento americano debido exclu-
sivamente al celo y esfuerzos del protomédico Unánue.
Encontrárnosla primera noticia relativa á este importantísi-
mo establecimiento en la Minerva Peruana núm. 33, publica-
do el 26 de Julio de 1808, cuyo periódico registra un oficio del
vire}" Abascal al cabildo de Lima solicitando su cooperación
para llevar á cabo un pensamiento tan nuevo y colosal para la
época. El ayuntamiento se prestó desde luego á servir aque-
lla empresa, y con los auxilios que se crearon y que consistían
en la aplicación de algunos mezquinos sueldos de empleos va-
cantes, el producto de cuatro corridas de toros, y de una sus-
cricion de particulares, en la que el arzobispo Las-Heras obló
generosamente la suma de 6,000 pesos, procedióse á la ejecu-
ción. El arquitecto español D. Matías Maestro, puso la prime-
ra piedra el 18 de Julio de 1808, y tres años mas tarde, el 1?
Tom. vi Literatura— 71
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de Octubre de 1811 se hacía la apertura formal de la Acade-
mia, cuyo fundador y presidente era Unánue.
El sistema de enseñanza que desde luego trazó este para
el nuevo establecimiento, acusa cuan noble y dilatada era la
ambición de este hombre en el vasto campo del saber.
"El plan de estudios dice Ulloa en el discurso citado que
Unánue concibiera, revestía colosales proporciones para su
época, y era por lo mismo imposible se llevase á debido efec-
to. A las ciencias matemáticas y naturales, este plan agrega-
ba las ciencias médicas en toda su extensión inclusive la geo-
grafía médica del Perú, ciencia que aun esta por crearse." Pe-
ro ello era cierto que con esta reforma, Unánue habia hecho un
servicio eminente á la ciencia, y aun en la real cédula de apro-
bación del colegio de San Fernando, que Unánue en persona
obtuvo mas tarde en España con fecha 9 de Mayo de 1815 y
que existe en el libro de Actas de la facultad correspondiente
al año de 1812, se declara "que se había suprimido la cátedra
de Filosoíía peripatética y creadose en su lugar ana de Fícica
experimental y Química, conforme ala real cédula de 12 de
Julio de 1807".
El éxito de todos estos trabajos proporcionó á Unánue uno
de los honores mas codiciados en aquella época entre los hom-
bres de la facultad, pues Fernando YII le nombró médico ho-
norario de su real eámara, "no solo por este respecto (dice la
"real cédula, citada, aludiendo á sus servicios en la fundación
"del Colegio de San Fernando) y su eminente mérito literario,
"sino también por su infatigable celo por el bien de la noble
"profesión que ejercía, y por su acendrado amor á la ilustra-
"cion y felicidad de su país, que le constituyen uno de los va-
sallos mas beneméritos."
Hemos dicho que con la fundación del Colegio de San Fer-
nando, que recibió este nombre en honor del virey, terminó
Unánue en cierta manera su evidente vida colonial. Y en
efecto, en otra obra histórica sobre la independencia del Perú
que acabamos de publicar hemos demostrado que coetá-
neamente con esa misma fundación, ya Unánue comenzaba
á ponerse á la altura de la gran idea que trabajaba á la Amé-
rica, y que estalló en una inestinguible revolución en 1810.
Mas denunciado entonces con su colega Paredes, Ohacalta-
na y Pezet, por aquellos primeros asomos de independencia
alarmóse su espíritu de tal suerte, que desde entonces se
vedó á sí mismo todo contacto con la política.
Sin embargo, no por esto Unánue dejaba de poner su par-
te de contribución patriótica á la empresa común, y él mismo
nos ha contado que en 1812 escribió un manifiesto en favor de
los americanos, que firmó el conde de la Vega, poniéndose de
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rodillas para aquel acto. En esa misma época, Uñarme alcanzó
también el alto, aunque no por anhelado honor político, de
él
ser elegido diputado á Cortes por la ciudad de Arequipa.
En prosecución, pues, de su plan de prescindeucia, él retar-
dó su partida para la Península cerca de dos años, y solo se
marchó en 1814, mas por propósitos privados, que con el fin
de tomar cartas en los debates de la política metropolitana.
Llegado en consecuencia á Madrid, después del restableci-
miento de Fernando VII, ocupóse solo de obtener el desembar-
go de los cuantiosos bienes de su antiguo discípulo D. Agus-
tiu de Landáburu, quien establecido en Europa desde 1789,
se habia pronunciado por José en 1808, y merecido por este
motivo el ser declarado traidor con pérdida de todos sus bie-
nes, en virtud de una real cédula que se mandó cumplir en
Lima con fecha 25 de Octubre de 1810.
Unauue habia obtenido desde esa época, de la benevolen-
cia y consideración que Abascal le dispensaba el ser nombra-
do depositario de todas las propiedades embargadas, y de cu-
ya mayor parte era heredero, según el testamento que su discí-
pulohabia otorgado en 1789 al partir para España. Su viaje á
la corte tenia, pues, por principal mira el obtener se revocara la
confiscación de aquellos bienes, y mediante la influencia de
su nombre y el respeto desús relaciones, obtuvo al poco tiem-
po del ministro de Indias D. Silvestre Collar la plenitud de
sus reclamos.
Landáburu habia muerto casi en la misma época en queUna-
nue se dirigía á Europa, ignorando aquel contraste, y fuéle for-
zoso por esta circunstancia, regresar aceleradamente al Perú á
cumplir las últimas disposiciones de su amigo, deber que lle-
nó con acrisolada rectitud.
Como sabio y como peruano, Unanue no olvidó del todo su
misión á España, malograda en gran manera por el restable-
cimiento del absolutismo. Por el mes de Abril ó Mayo de 1815,
elevó, en efecto, al rey un memorial en el que, según las pro-
pias palabras de la real cédula citada, "hacia presente el des-
consuelo y triste situación de los indios y vecinos de los pue-
blos de asientos de minas, por la escasez de hospitales y falta
de buenos profesores que les asistan en sus enfermedades, pa-
ra todo lo que solicitó remedio."
De regreso al Perú, Uuanue, siempre alejado de la política,
consagróse á llenar sus deberes de albacea y á tomar posesión
de la valiosa herencia que Landáburu le habia legado, y la
que, añadida á los bienes de fortuna que él habia adquirido en
su profesión y medante el orden y economía de sus negocios,
le ponia en una posición espectable, aun entre las familias
mas opulentas del país. Hasta el 4 de Marzo de 1817, nos
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consta que estaba en sus haciendas del valle de Cañete, ocu-
pado de aquellos objetos.
Mas con la aparición del ejército libertador en las costas del
Perú, comenzó de nuevo la vida pública de Unanue, y solo
desde entonces propiamente campeó por su cuenta en la alta
política de su país.
Como esta época de su vida, que forma se puede decir, la
segunda faz de su existencia pública, es mas conocida y nece-
sita menos detalles personales por estar ligada a los aconteci-
mientos generales del país, nos limitaremos á hacer una bre-
ve reseña de sus servicios y de sus honores.
Nombrado, en efecto, por el virey Pezuela para representar
al vireynato en la comisión diplomática que asistió á las con-
ferencias de Miraflores, lo fué poco después por su sucesor
La-Serna, a las que tuvieron lugar en Punchauca. Pero en
amas Unanue no pudo menos de evidenciar cuan profunda era
su adhesión á la causa de los independientes, y aun de esta
consagración generosa, nos ha quedado un documento, que
aunque no del todo claro, manifiesta sin embargo, hasta donde
llegaban sus comprometimientos con la revolución. Desem-
barcado apenas el ejército libertador en Pisco, el secretario
del generalísimo San Martin, Garcia del Eio, escribe, en efec-
to, al Director de Chile D. Bernardo O'Higgins, en carta de
20 de Octubre, que original tenemos á la vista, estas significa-
tivas palabras: "Por el mismo conducto tuvimos La Gaceta de
Lima y el papel de Unanue de que se remiten copias," y luego
hablando del último documento añade: "Nada digo del papel
de Unanue, porque es la acción mas sublime y el golpe mas fuerte
que se puede haber dado al gobierno de Lima. v Mas cuál era este
papel? Con qué propósito era escrito? Qué compromisos im-
ponía á su autor? Ignórase esto hasta aquí, pues sin duda
aquel fué uno de los grandes secretos que prepararon la caida de
Lima, pero el solo teuorde aquellas palabras, demuestra cuan
grave responsabilidad envolvía para su autor. Garcia del Eío
en su carta solo añade estas palabras que pudieran dar algu-
na luz sobre aquel misterio patriótico. "El conductor de aque-
lla correspondencia (dice aquel al terminar su comunicación) re-
gresó ayer, y si entra en Lima, felizmente y la suerte nos es
propicia, dentro de un mes puede estar concluida la campaña."
Terminada ésta, en efecto, pocos meses después, San Mar-
tin, al instalar el gobierno independiente, dio á Unanue, por
decreto de 23 de Agosto de 1821, la cartera de Hacienda, co-
mo á Garcia del Eio la de Gobierno, y la de Guerra y Marina
á Monteagudo.
Unanue se consagró desde luego con la laboriosidad de sus
hábitos, que no declinaba á pesar de su avanzada edad, pues
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en aquella época ya contaba 66 años, á arreglar lá hacienda
pública del Perú que entonces, mas que en ninguna época
posterior, era el caos, resultado inevitable, debido á la violen-
ta retirada de los españoles, y al esquilmo en que éstos y un
largo asedio habían dejado las rentas públicas.
El Ministro de Hacienda estableció la moralidad en la ad-
ministración de su ramo, [decreto de 13 de Agosto]; mandó
cerrar y balaucear todas las cuentas del gobierno real, dispuso
se abriesen otras nuevas, y poniéndose de acuerdo con el Con-
sulado y la Aduana, dictó en breve el primer Reglamento de
Comercio del gobierno independiente, lo que sin duda fué el
acto mas importante de su administración. Este aunque con
calidad de provisorio, fué promulgado el 28 de Setiembre de
1821, y se encuentra íntegro en la "Gaceta del Gobierno" de
Lima independiente, TS? 26 correspondiente á aquel año.
Aunque dada en circunstancias tan difíciles y rendidos ape-
nas los castillos del Callao, aquella ley es muy notable, sin
embargo, por los principios altamente adelantados de econo-
mía política que entraña en sus varias disposiciones. 'TBn el,
dice su propio preámbulo, se han reunido los principios mas
liberales sobre las mejores bases para hacer prosperar el co-
mercio," Abolición de la aduana interior, establecimiento de
un derecho fijo de solo 20 "por ciento" sobre las inter-
naciones extrangeras; franquicias completas de derecho de
puerto para los buques, y libertad absoluta de introducción
para toda clase de maquinarias, instrumentos cientiflcos y de
labranza, libros, imprentas, y por fin, licencias fáciles otorga-
das á los buques extrangeros para hacer el comercio de cabo-
taje; tales fueron las primeras conquistas de la libertad, ga-
nada sobre la rutina y el atraso colonial, mediante la atrevi-
da innovación del nuevo ministerio.
Unauue continuó sirviendo bajo el gobierno de San Martin
al que personalmente era muy adicto, hasta que por el aleja-
miento de éste y las catástrofes que su extemporánea separa-
ción atrajo al país, tuvo que emigrar á Trujillo, cayendo Li-
ma en manos de los realistas. Durante aquel período Unanue
fué además Presidente del Congreso Constituyente, Vice-
presidente de la "Sociedad de Amigos del país" instalada en
1822; y miembro del Concejo de Estado, en su calidad de mi-
nistro del Despacho.
Mas desde la llegada de Bolívar púsose decididamente de
parte del Dictador, y fué su mas constante sostenedor en to-
dos los actos de su política, aun en el de la "Constitución vi-
talicia" qae aquei diera al Perú, porque es preciso confesar
que Unanue en politícaera partidario de los gobiernos fuer-
tes y de las leyes coercitivas, de lo que ya habia dado antes
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una prueba suscribiendo con San Martin y Monteagudo los
poderes enviados á Europa para hacer venir al Perú un prín-
cipe que reinase constitucional mente.
Bolivar le hizo por esto su primer inspirador, y cuando se
retiró del Perú (Setiembre 3 de 1826,) le dejó en el alto pues-
to de Presidente del "Consejo de Ministros encargado de go-
1
'
bernar el Perú.
Unanue descendió pronto, sin embargo, de tan encumbra-
do empleo, y mirado con frialdad y casi con enojo por el go-
bierno que sucedió á la dictadura colombiana, sintiendo ade-
más que sus fuerzas físicas cedian á la frecuencia de sus acha-
ques, retiróse completamente déla vida pública, y desde 1827
hasta 1832 habitó en su hacienda de Cañete, donde pasó sus
últimos di as rodeado de sus hijos, en grata paz y sosiego, ocu-
pado solo de sus antiguos estudios, á los que el noble ancia-
no volvía ahora su cansada vista, desengañado de las falsas
pompas del mundo.
Cuando sus males comenzaron á pronunciarse con síntomas
mortales y siendo ya casi octogenario, regresó á Lima y falle-
ció al poco tiempo (15 de Jnlio de 1833) en el duelo de sus
conciudadanos y rodeado de la aflicción de cuatro hijos, á
quienes bajo la aparente severidad de sus hábitos, miraba con
íntima ternura.
Unanue, en verdad, como hombre privado, habia dado
pruebas durante toda su existencia de una moral austera,
enaltecida por un sentimiento religioso profundamente arrai-
gado y consagrado por costumbres purísimas y una rectitud á
toda prueba. Durante su larga existeneia tuvo dos esposas.
Fué la primera en 1799 la señora Da. Manuela Cuba, natu-
ral de Lima y persona muy distinguida á la que Unanue con-
sagra algunas tiernas palabras en la dedicatoria de su obra so-
bre el "Clima de Lima," al perderla en 1805. Su segunda espo-
sa, que le acompañó hasta el último año de su vida; fué una
digna sobrina de aquella Da. Josefa Cuba, madre de los cua-
tro hijos que dejó Unanue.
Sus hábitos domésticos correspondían á los principios de su
moral. Era laboriosísimo, y con la primera luz de la mañana
recordaba á sus hijos personalmente; decia con ellos las pri-
meras preces, y se entregaba después con ardor al estudio,
sea que prosiguiera sus propios trabajos, sea que diera leccio-
nes á sus hijos, que él educaba en personana con un celo tan
vehemente, que aun á sus tiernas hijas les hacia estudiar la-
tín bajo su dirección; y muchas veces en las altas horas de la
noche congregaba en su estudio á aquellas para repetirles lec-
ciones de Astronomía á la vista de los planetas y delaute de
las calladas maravillas de la naturaleza. El resto del tiemop
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que no concedía á su familia, lo consagraba á los quehaceres
de sus diversos empleos públicos y al ejercicio de su profe-
sión, bien que esta la practicó solo durante los primeros años
de su profesorado, pues mas tarde únicamente era llamado
para consultas graves y excepcionales.
PAGINAS.
VI. En el ingenio 50
V. Tablas de las diversas castas 60
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PAGINAS.
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