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Terceros Principios Cáp.

12: La Fuente de Bronce

LOS TERCEROS PRINCIPIOS


DE LA VIDA DEL REINO

CAPÍTULO Nº 12

LA FUENTE DE BRONCE
(Segunda Parte)

(5) “...la colocarás entre el tabernáculo de reunión y el altar, y pondrás en ella


agua... “ Éxodo 30:18.

El agua estaba en la fuente de bronce. Esto señala el lavamiento del agua por
la Palabra, pero también tiene importancia añadida en la Iglesia del Nuevo
Testamento; veremos al agua referida en dos áreas:

1. El agua en la regeneración; nos señala “...el lavamiento de la regeneración


y la renovación en el Espíritu Santo (Tito 3:5).” Jesús dijo: “... el que no
naciere del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios... ”(Juan
3:5). Regeneración y renovación: es el nacer de nuevo o de lo alto. Este es
el lavamiento inicial; limpieza y purificación que toma lugar con respecto a
nuestro corazón o la fuente de vida (Comparar Hechos 15:9; 1
Tesalonicenses 4:7; 2 Corintios 5:17); es lo que nos hace nuevas criaturas.
Pablo dice: “...mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya
habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús y por el Espíritu de
nuestro Dios. (1 Corintios 6:11)”; Jesús dijo: “El que está lavado no necesita
sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis...
“(Juan 13:10). Todo esto se refiere a la limpieza inicial de los creyentes en
agua cuando ellos nacen de nuevo.

2. El agua en el bautismo. El creyente está limpio por la Sangre de Jesús y el


agua de la regeneración. El siguiente paso en el orden de Dios es el
bautismo en agua; en el Nuevo Testamento este no es opcional, sino un
mandamiento (Comparar Hechos 2:36-38, 41; Hebreos 6:1-2; Marcos
16:16; Romanos 6:1-4; Colosenses 2:12-13 y Mateo 28:18-20). Si somos
obedientes a las palabras y mandamientos de Cristo, entonces nos
bautizaremos. Las siguientes escrituras hablen por sí mismas:

“...arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros... “(Hechos 2:38).

“Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus


pecados invocando su nombre” (Hechos 22:16).

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“...sepultados con Él en el bautismo...” (Colosenses 2:12).

“...ocho, fueron salvadas por agua. El bautismo que corresponde a esto


ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la
aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de
Jesucristo” (1 Pedro 3:20-21).

(6) “Y de ella se lavarán Aarón y sus hijos las manos y los pies. Cuando
entren en el tabernáculo de reunión, se lavarán con agua, para que no
mueran, cuando se acerquen al altar para ministrar, para quemar la
ofrenda encendida para Jehová, se lavarán las manos y los pies, para que
no mueran...” Éxodo 30:19-21.

Todos los sacerdotes debían lavarse en la fuente antes de su servicio. Ellos no


podían entrar al Santuario para ministrar o realizar alguna función en la
presencia del Señor sin antes haber estado en la fuente. No debían ministrar
en la mesa del Señor, en el altar del incienso o en el candelabro, los cuales
estaban en el Lugar Santo (Salmo 119:9; 1 Pedro 1:22; Hebreos 10:22).
Añadiendo a esto, tampoco podían ministrar en el altar de bronce, o en el atrio
sin haberse lavado primero. Todos los que llevaban los utensilios del Señor
debían estar limpios (Isaías 52:11).

El significado espiritual es evidente. Absolutamente ningún ministerio era


aceptable al Señor sin purificación. Antes de poder ministrar el sacerdote debía
someterse a la Palabra del Señor. Cualquier violación de este orden divino,
podía matarlos.

Cuantas “muertes espirituales” acontecen en el Santuario de la Iglesia del


Nuevo Testamento, debido a que los sacerdotes creyentes no se han limpiado,
y preparado a si mismos en la fuente antes de entrar en el Santuario de
adoración. La Iglesia de los Corintios ilustra esta verdad (1 Corintios 11:23-31).
“Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos
duermen. Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos
juzgados” (1 Corintios 11:30-31). Si nosotros nos juzgásemos a nosotros
mismos en la fuente, que es la palabra de Dios, no seríamos juzgados.

Hemos sido llamados para ser sacerdotes delante del Señor, en una casa
espiritual, debemos asegurarnos de estar limpios, porque llevamos los
utensilios del Señor; necesitamos limpieza sacerdotal continua, porque
servimos en Su Santuario.

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(7) “...Y lo tendrán por estatuto perpetuo él y su descendencia por sus


generaciones.” Éxodo 30:21

Moisés bañó totalmente a Aarón y sus hijos en el inicio de la purificación. De


ahí en adelante fue su responsabilidad mantenerse limpios, lavándose
diariamente pies y manos en el Lavatorio (Éxodo 29:4; 40:12). Cristo, quien es
nuestro Moisés nos ha ministrado el baño inicial de regeneración, pero es
nuestra responsabilidad personal mantener limpios nuestras manos y pies
(1 Pedro 1:22; 2 Corintios 7:1; Efesios 5:26; 1 Corintios 6:11). Pablo nos
exhorta: "...limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu,
perfeccionando la santidad en el temor de Dios." (2 Corintios 7:1). Él nos dice
que nos "...acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe,
purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua
pura" (Hebreos 10:20-22). Nosotros somos responsables de mantener esta
condición, de hecho, debemos ayudarnos unos a otros, lavándonos los pies
(Juan 13:1-4).

No importaba si los sacerdotes no estaban enterados de los principios o reglas.


La ignorancia de tal trasgresión no era excusa. Dios proveyó el Lavatorio y el
Agua y lo hizo disponible para los sacerdotes. Estaba allí y fue ofrecido. Si ellos
rehusaban usarlo, debían sufrir las consecuencias. Cuando el sacerdote
ministraba delante del Señor, debía tener limpios manos y pies. Las manos
limpias hablan de su servicio delante del Señor. Ellos tenían que levantar
manos santas (Salmo 24:3-4; 1 Timoteo 2:1, 8; Santiago 4:8 e Isaías 1:16). Los
pies limpios se refieren al caminar de los sacerdotes delante del Señor
(Hebreos 12:13; Efesios 4:1-3 y Juan 13:1-8). Los sacerdotes tenían que andar
puros y rectos delante del Señor. Si estos lavamientos no se realizaban por la
ignorancia de los sacerdotes, el juicio caía. El pueblo redimido debe ser limpio.
Judas fue un hombre quien se sentó en la Mesa con manos y pies sucios.

El Lavatorio fue usado para la purificación de los sacerdotes cuando ellos


ministraban al Señor, pero también fue el sitio de limpieza de los sacrificios que
eran llevados a cabo. Todos los animales ofrecidos tenían que ser
ceremonialmente purificados en agua. Nosotros somos sacerdotes delante del
Señor, pero también somos el sacrificio. Tenemos que presentar nuestros
cuerpos como un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios (Romanos 12:1-2.
Comparar Levítico 1:9; 1 Pedro 2:5-9; Apocalipsis 1:5-6; 5:9-10; Hechos 15:9 y
Tesalonicenses 4:7).

Dios nos ha dado este maravilloso tipo para guiarnos a la verdad que opera en
el reino de Dios. No está diciendo que debemos santificarnos y separarnos de

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todos los pecados de la carne cuando entramos a Su Presencia. Solo la


aplicación del agua es la que limpia. No es suficiente con mirar la Palabra o ver
una verdad en la palabra de Dios, sino que debe ser aplicada personalmente y
de manera práctica a la vida de cada uno para que nos beneficiemos del poder
limpiador.

Esto fue un estatuto perpetuo para Aarón y su simiente por todas las
generaciones. Esto fue el tipo. Aarón nos muestra a Cristo (Hebreos 5:1-5). La
simiente de Aarón nos señala a la Iglesia, la descendencia de Dios y la
simiente del Real Sacerdocio (Gálatas 3:16, 27; Apocalipsis 1:6; 1 Pedro 2:5-9;
Apocalipsis 5:9-10). Tanto como el sacerdocio Aarónico existió, así ellos debían
seguir lavándose en la fuente. Ellos debían estar limpios cuando ministraban
delante del Señor. Cuando Cristo vino, cumplió y abolió el sacerdocio Aarónico,
trayendo un sacerdocio más alto, uno eterno según el orden de Melquisedec. El
sacerdocio Aarónico fue solo una sombra de lo que había de venir. La fuente
de bronce fue una sombra del poder purificador de la Palabra. En Cristo esas
sombras fueron abolidas debido a que la Palabra fue hecha carne (Juan 1:41).
Esto ahora permanece para la simiente de Cristo, la Iglesia., los reyes y
sacerdotes según el orden de Melquisedec para mantenerse purificados por el
lavamiento en la fuente espiritual y verdadera, la Palabra de Dios. Esta
simiente debe mantener las ordenanzas de un sacerdocio puro delante del
Señor para todas las generaciones.

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CAPÍTULO Nº 12 CUESTIONARIO

LA FUENTE DE BRONCE
(Segunda Parte)

Nombre:......................................................................................................................

1. ¿Dónde estaba el agua y qué señalaba?


R. _____________________________________________________________
_____________________________________________________________

2. Explica brevemente que nos señala el agua en la regeneración.


R. _____________________________________________________________
_____________________________________________________________
_____________________________________________________________
_____________________________________________________________
_____________________________________________________________

3. El creyente está _______________ por la ____________ de Jesús y el


_______________________ de la _________________.

4. ¿Qué dice en Hechos 2:38?


R. _____________________________________________________________
_____________________________________________________________

5. ¿Qué debían hacer los sacerdotes antes de realizar cualquier función en la


presencia del Señor?
R. _____________________________________________________________
_____________________________________________________________

6. Si nosotros nos __________________ a nosotros mismos en la


_____________, que es la __________________ de _____, no
_______________ ________________.

7. ¿Para qué hemos sido llamados?


R. _____________________________________________________________

8. ¿De qué debemos asegurarnos y por qué?


R. _____________________________________________________________
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9. ¿Quién nos ha ministrado en el baño inicial de la regeneración?


R. _____________________________________________________________

10. ¿De quién es la responsabilidad de mantener limpios nuestros pies y


manos?
R. _____________________________________________________________

11. ¿De qué hablan las manos limpias?


R. _____________________________________________________________

12. ¿De qué hablan los pies limpios?


R. _____________________________________________________________

13. ¿Qué sucedía si no se realizaban los lavamientos?


R. _____________________________________________________________

14. ¿Dónde se limpiaban los sacrificios?


R. _____________________________________________________________

15. Todos los animales __________________ tenían que ser


_______________________ purificados en __________.

16. ¿Cómo tenemos que presentar nuestros cuerpos?


R. _____________________________________________________________

17. ¿Para que Dios nos dio la figura de la fuente de bronce? Explica brevemente.
R. _____________________________________________________________
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18. ¿Sombra de qué fue la fuente de bronce?


R. _____________________________________________________________
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